Inta Gestion Vinazas Brasil
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I
GESTION DE LAS VINAZAS
SUCRO-ALCOHOLERAS EN BRASIL
Alejandro Valeiro y Rocío Portocarrero
EEA INTA Famaillá
Año 2017
Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
1. Contexto
Brasil es el primer productor de bioetanol, además de ser el mayor productor de caña de azúcar
a nivel mundial. En 2016 se cosecharían cerca de 9 millones de hectáreas (Tabla 1).
En 2016 se produjeron más de 30 mil millones de litros de etanol en Brasil (Figura 1), con lo que –
en un cálculo aproximado 1- debería haber generado y dispuesto unos 390 mil millones de litros de
vinazas (CONAB; 2016). Eso lo convierte en la principal referencia mundial en el tema.
Tabla 1: Brasil y Estado de Sao Paulo; área cosechada (en miles de ha)
de caña de azúcar 2010-2016
1
Estimación
Fuente: CONAB, 2016
1
En Brasil se generan entre 10 y 15 litros de vinazas por litro de etanol producido. Incluso, se supone que
esa cifra podría incrementarse a 20 litros en un futuro cercano con la producción del llamado etanol de
“segunda generación” a partir del bagazo y el residuo de cosecha (Filoso et al. 2015). Ya existe una planta de
este tipo, de escala comercial, en el estado de Bahía.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
litros
Etanol total
Etanol anhidro
Etanol hidratado
Campaña
a) La mayor parte de las más de 400 industrias produce una proporción bastante alta de la caña de
azúcar que procesa. Tan solo un poco más de un tercio (37%) de la materia prima procesada es
adquirida de terceros (Rosa dos Santos, 2016).
b) La geografía brasileña y su gran diversidad de microclimas posibilitan la producción de caña de
azúcar y sus derivados -en escala económica- en un amplio espacio geográfico. Las exigencias
agronómicas y climáticas de la caña permiten su cultivo, con alto rendimiento en sacarosa, en
una larga faja geográfica habilitando el funcionamiento de unidades de producción de azúcar y
alcohol que se extienden desde el paralelo 5 de latitud sur, en el estado de Rio Grande do Norte,
2
Las licencias de vehículos nuevos flex-fuel aumentaron 257% en el período 2011-13 comparado con el
2004-06; mientras que las de vehículos diésel lo hicieron en 127% y la de nafteros, por el contrario, cayeron
60% (Rosa dos Santos, 2016).
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
hasta el paralelo 23 en el estado de Paraná, y representa una distancia en línea recta de casi
3.000 kilómetros (CONAB; 2013).
c) Esta posibilidad de producir en muchas regiones del país (Figura 2), en diferentes períodos de
tiempo, facilita mantener una logística de distribución de alcohol combustible con bajo costo de
movimiento del producto, abasteciendo a todos los centros poblados que concentran la mayor
parte de la flota nacional de autos. Como consecuencia de esa distribución de las unidades
productivas y la combinación estadual de los períodos de cosecha da caña de azúcar Brasil
mantiene, con diferentes intensidades, la producción de azúcar y alcohol (y vinazas) por
prácticamente todos los meses del año.
d) La distancia promedio nacional desde las áreas de producción de caña de azúcar hasta los puntos
de recepción de las unidades de procesamiento es de 24,44 km. Este dato resulta fundamental,
no sólo por la magnitud de los costos de transporte de la producción cañera, sino por los de la
redistribución de la vinaza para que vuelva a los suelos que la generaron (CONAB; 2013).
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La vinaza (vinhaça; restilo, vinhoto, garapão, caxixi, etc.), es un efluente líquido originado en el
proceso de fabricación de alcohol, variando de 10 a 16 litros por cada litro de etanol producido a
partir de caña de azúcar, dependiendo de las condiciones tecnológicas de la destilería. Básicamente,
es una suspensión acuosa que contiene sólidos orgánicos y minerales. Está formada por 93,5% de
agua, 4,6% de materia orgánica e 1,9% de substancias minerales, principalmente potasio (0,5%),
nitrógeno (0,05%) y fósforo (0,01%). Se trata de un líquido ácido (pH 3,7 a 5), de olor característico,
cuya coloración varía del amarillo ámbar al marrón oscuro que, al ser producido, presenta elevada
temperatura.
Rezende (citado por Pinto; 1999), relata los diez principales casos de contaminación con vinaza
publicados en la prensa brasileña entre 1943 a 1984, todos alrededor de catástrofes locales, con
casos de mortandad masiva de peces, desabastecimiento de agua potable para ciudades,
proliferación excesiva de insectos, problemas de salud pública y desorganización de economías
locales dependientes de la pesca.
En 1984, por ejemplo, entre las represas de Sobradinho y Moxotó (estado de Bahía), se produjo
lo que fue considerado el mayor desastre ecológico en el Río São Francisco: la muerte de 300
toneladas de peces causada por el rompimiento de una represa de contención de vinaza y el vertido
de 45 mil m3 de este residuo en el Riacho Tourão, afluente del São Francisco. Este hecho ganó
notoriedad por la revuelta que causó en la población ribereña, dependiente de la pesca para
sobrevivir (Rezende, 1984).
En 1978, en plena vigencia del Proálcool, el decreto nº 323 del Ministerio del Interior y luego el
nº 158 de 1980, prohibieron el lanzamiento directo o indirecto de las vinazas en cualquier curso de
agua. Las destilerías quedaron obligadas entonces, a presentar proyectos para la implantación de
sistemas de tratamiento y/o utilización de la vinaza, así como de las aguas residuales del proceso de
fabricación del etanol. El cumplimiento de tales normas seria fiscalizado por los órganos estaduales
del medio ambiente.
a) la ausencia de propuestas concretas para el uso de la vinaza que contasen con el aval técnico
suficiente para ser recomendadas o adoptadas con seguridad;
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
b) en los principales polos alcoholeros (São Paulo, Rio de Janeiro, Alagoas y Pernambuco), la
economía de la región estaba fuertemente concentrada en el sector cañero, de modo que
la presión de los organismos ambientales de control -con base en los parámetros de la
legislación- no daba el resultado esperado.
Fue en 1950, en el VIII Congreso Internacional de Industrias Agrícolas, realizado en Bruselas, que
Almeida y otros (1950) presentaron -por primera vez- un trabajo que discutía los efectos de la
adición de vinaza al suelo y que constituiría las bases para otros trabajos que vendrían a reforzar
ese procedimiento y, como consecuencia, la práctica actual de la industria cañera: la llamada
“fertirrigación” 3.
Los trabajos pioneros de Almeida (1950; 1955) revelaron que, al contrario de lo que se creía, la
incorporación del residuo al suelo no bajó su pH. Los datos experimentales evidenciaban un
aumento del pH y del poder de imbibición del suelo, además del aumento de la capacidad de
intercambio de cationes y de la población microbiana con predominancia de los hongos, como se
verificó después.
En aquel primer momento se sugirió la aplicación de 500 a 1.000 m3 de vinaza por hectárea,
cantidad que se revelaría más tarde peligrosa, dependiendo del tipo de suelo. Esto porque el suelo
tratado de esa forma generaba las condiciones de un gran desarrollo vegetativo de las plantas y
posteriormente, en períodos de seca, se comprobó que las plantas sentían mucho los efectos de la
falta de agua. Posiblemente este aspecto no permitió que la práctica se generalizase conforme era
de esperarse en aquel momento (Glória, 1984).
Desde finales de la década de los 70 e inicio de los años 80, hubo un sinnúmero de ideas y
proyectos que buscaban una solución definitiva que fuese viable y segura para el problema de la
disposición de las vinazas. Esta solución ideal todavía no fue encontrada, a pesar de que ha habido
-sin duda- grandes avances con el uso de la vinaza en los cultivos, propiciando su aprovechamiento
económico con un riesgo menor de contaminación.
3
Existe una discusión técnica alrededor de esta denominación en Argentina: se dice que si la vinaza se aplica
pura deberíamos hablar de fertilización; en cambio, si se usara diluida en agua entonces se denominaría
fertirrigación. En ambos casos podríamos hablar de enmienda orgánica (Morandini, 2010). Para esta
publicación, utilizaremos el término que aparece en la bibliografía brasileña: fertirrigación.
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A pesar de la viabilidad técnica de estas opciones, la realidad es que en 2014, el 97% del volumen
de vinazas producidas fue aplicado como fertilizante y riego en los propios cultivos de caña de azúcar
(da Silveira, 2015).
Elia Neto (2016) –por su parte- habla de la instalación de una decena de plantas concentradoras
en los últimos años, sin especificar cuáles son.
De acuerdo con esa fuente, estas plantas contarían con la tecnología de evaporadores de “niebla
turbulenta descendente”.
Existe una gran cantidad de estudios en Brasil sobre la vinaza, sus posibles usos, sus efectos sobre
los suelos y las consecuencias ambientales de su inadecuada disposición.
En general, existe consenso en que el uso de las vinazas puede resultar en modificaciones de las
propiedades del suelo. Esos efectos dependen de varios factores, como la cantidad aplicada, el tipo
de suelo y su composición química, el tipo de cultivo y las circunstancias económicas del proceso.
Algunos trabajos conducidos por Camargo et al. (1983), Glória y Orlando Filho (1983), Laime et al.
4
La Planta UASB de biodigestión anaeróbica de la Usina São João, en São João da Boa Vista, SP, en 1986 está
desactivada; otro biodigestor UASB instalado en 2000 en la Destilería Inexport, en Pernambuco también se
desactivó. Lo mismo ocurrió con el biodigestor tubular de la Usina Ester, Cosmópolis, Sao Paulo (Elia Neto,
2016)
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(2011) y Jiang et al. (2012) han reportado efectos benéficos de la aplicación de vinazas sobre los
cultivos y las propiedades físicas de los suelos, ya que se incrementa la retención de humedad, la
porosidad, los niveles de potasio y la conductividad eléctrica, además de aumentar la actividad
biológica.
Por otro lado, un grupo menor de estudios ha abordado el potencial real de contaminación de la
vinaza en el suelo y las aguas subterráneas, dado que cuando se la aplica al suelo, puede mejorar la
fertilidad, pero no debe superar su capacidad de retención de iones. (Lyra et al., 2003; Tenório et
al., 2000).
Existe un número importante de trabajos de investigación que indagaron sobre los efectos de la
vinaza sobre las propiedades de los suelos. Neves et al. (1983) reportó que el agregado de vinaza
combinado con la materia orgánica (MO) puede mejorar las condiciones físicas del suelo y la
movilización de nutrientes, como resultado de una mayor solubilidad provista por este residuo. Si
la aplicación se hace sobre suelos arenosos, por el contrario, esta puede conducir a un desbalance
de las bases y elementos como calcio, potasio, magnesio y sodio, que –entre otros- definen la
fertilidad de un suelo (Silva et al., 2007).
Andrioli (1986) no observó que aplicaciones de 1.200 m3/ha de vinaza tuvieran influencia alguna
sobre la porosidad, o los macro y micro poros en un suelo latosol cultivado con caña. Por otro lado,
Canellas et al. (2003) reportan un incremento en los niveles de MO y, por lo tanto, una mejora en
las condiciones físicas del suelo al que se le aplicó vinaza a lo largo de varios años.
Trabajos más recientes como el de Zolin et al. (2011), observan un incremento de los niveles de
carbono orgánico, luego de años de aplicación. Luego de 2 a 3 años de uso en cultivos de caña, Jiang
et al. (2012) detectaron una disminución en la densidad aparente de los suelos, junto a un aumento
de la porosidad total y la porosidad capilar en la capa arable. La estabilidad de los agregados mejoró,
pero bajó el contenido de arcillas.
A través de los cambios que provoca en las propiedades físicas de los suelos, la vinaza puede
contribuir a aumentar la capacidad de infiltración lo que podría acarrear la contaminación de
acuíferos subterráneos, o –por el contrario- reducirla incrementando el drenaje con posible
contaminación de cursos superficiales de agua. De esta forma, la lluvia que cae sobre un suelo con
vinaza, por ejemplo, podría infiltrar o drenar superficialmente contaminando cuerpos de agua (Silva
et al., 2007).
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Santos et al. (2009), por su parte, reportan que la vinaza puede alterar significativamente la
población de hongos y bacterias en el suelo, así como actinomycetes y bacterias celulolíticas.
Glória y Orlando Filho (1983) describen los efectos de la vinaza de caña en el suelo como:
El incremento del pH luego del agregado de vinaza podría estar asociado con el desarrollo de la
población microbiana y la transformación del nitrógeno orgánico en amonio. Además, se generan
otras reacciones redox de alto consumo de protones, debido a la liberación de CO2 de la microbiota,
y al agregado de cationes, que tienden a aumentar el pH (Reis y Rodella, 2002; Alinne da Silva, 2012).
Se debe destacar que al mismo tiempo ocurren otras reacciones, como la nitrificación, que tiende a
bajar el pH (Tamir et al, 2013).
Las aplicación de vinaza incrementa el contenido de potasio del suelo cuando se realizan
sucesivas aplicaciones (Rossetto et al., 2008; Zolin et al, 2011). Penatti (1999) evaluó la aplicación
de dosis crecientes de vinazas (0, 100, 200, and 300 m3/ ha/año) en suelos arcillosos (latosoles rojos)
durante 4 cosechas, mostrando que el contenido de potasio aumentó, principalmente en las capas
superficiales a 0-250 mm y 250-500 mm de profundidad.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
Hay coincidencia en que, cuando se la aplica en dosis adecuadas a las necesidades de la caña de
azúcar (usando una fórmula que se describirá más adelante), la vinaza no causa salinización ninguna
o lixiviación de iones que pudieran comprometer el ambiente.
Su efecto se concentra en las capas de suelo entre los 0-200 mm (superficial) y 200-400 mm (sub
superficial). Si hubiera efectos negativos en suelo o plantas, estos resultan seguramente de sobre
dosis, de acuerdo a Ferreira y Monteiro (1987); Leme et al. (1987), Camargo et al. (1983), y Glória y
Orlando Filho (1983).
También se debe señalar que la fertirrigación con vinaza promueve aumentos en la productividad
de los cañaverales y contribuye esencialmente al necesario reciclado de los nutrientes. Además de
mejorar las propiedades químicas de los suelos, también lo hace con las físicas al incorporar MO que
contribuye a una mejor agregación, mayor retención hídrica y una mejor conservación.
Desde este punto de vista, ofrece más ganancias ambientales que pérdidas. De cualquier manera
es necesario tener en cuenta que sobredosis en suelos muy arenosos, o con napas cercanas a la
superficie, pueden correr riesgo de provocar lixiviación de nitratos y cloruros junto con potasio hacia
el agua subterránea.
Resulta también importante destacar que, dado el carácter orgánico de este residuo, por
ejemplo, es plenamente aceptado por los protocolos de certificación de agricultura orgánica para la
producción de azúcar de este tipo o de “sello verde” (Rossetto, 2008).
En resumen, en Brasil el uso controlado de la vinaza aplicándola a los suelos es una buena práctica
reconocida en el cultivo de caña, tanto desde el punto de vista ambiental como productivo, pues
permite el reciclado total de ese residuo, aumenta la fertilidad del suelo, reduce la necesidad de
agua del cultivo, y la cantidad de fertilizantes sintéticos y sus costos decurrentes (CGEE; 2009).
Dosis inferiores a 400 m3/ha no traen problemas de salinización en Brasil, mientras que se
asegura que volúmenes mayores pueden tener efectos perjudiciales en el cañaveral (reducción de
calidad y productividad) (De Souza, 2005).
Respetando las características de los suelos donde es aplicada, la localización de los cursos de
agua, y los volúmenes, hay consenso en que la vinaza en Brasil no provoca efectos negativos.
5
Las dosis recomendadas de potasio para suelos pobres en este mineral (< 0.8 mmolc dm-3) en São Paulo
están entre 100 a 200 kg ha-1 de K2O, dependiendo de la cosecha que se espere. En suelos de contenidos
medios (1.6 a 3.0 mmolc dm-3) van de 40 a 80 kgha-1. No se recomienda agregar potasio a suelos que
contengan más de 6 mmolc dm -3 (Cantarella, y Rossetto; 2014).
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[ (0,05∗CIC−K suelo)∗3.744+185]
𝑇𝑇𝑇𝑇 𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎𝑎ó𝑛𝑛 =
K vinaza
Dónde:
Tx aplicación = Tasa volumétrica de aplicación de vinaza [m3/ha];
0,05 = 5% de la CIC;
CIC = Capacidad de Intercambio Catiónico expresada en cmolc/dm3, a pH 7 dado por el análisis del suelo;
Ksuelo = concentración de potasio en el suelo expresada en cmolc/dm3, a una profundidad de 0 a 80 cm dado
por el análisis de suelo;
3.744 = valor constante para transformar los resultados del análisis de fertilidad a kilogramos de potasio en
un volumen de una hectárea por 0,80 metros de profundidad;
185 = masa [kg] de K2O extraído por el cultivo por hectárea por cosecha;
K vinaza = concentración de potasio en la vinaza [kg K2O/m3]
Las dosis de aplicación de vinaza varían entonces de acuerdo con las necesidades de la planta,
las propiedades de la vinaza, la concentración de potasio disponible en el suelo y su grado de
saturación en relación a la CIC que se pretende mantener en el suelo.
Las dosis normalmente practicadas atienden, como mínimo, a las exportaciones del tallo (un
promedio de 185 kg K2O/ha) que de acuerdo a la concentración de potasio en la vinaza (de 1 a 3 kg
K2O/m3) resulta en tasas volumétricas entre 100 y 300 m3/ha de vinaza.
El potasio de los tallos, compondrá el jugo y también las mieles y melazas de forma más
concentrada, pasando finalmente a la vinaza. Otra parte del potasio quedará en el bagazo, y con la
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combustión de este en las calderas, quedará en las cenizas y hollín, de lo que se infiere que en esta
etapa está la mayor pérdida de este nutriente, a pesar de que es común el retorno de estos residuos
a los suelos.
Se considera como extracción sólo al contenido en los tallos, dado que con la cosecha
mecanizada, el potasio de la malhoja se recicla en el suelo.
Se espera que en la vinaza quede una cantidad de 1 a 1,6 kg de K2O/t de caña (ANA, 2009).
Suponiendo que toda la melaza sea procesada para etanol, se puede estimar que el potencial de
área fertirrigada con los datos de molienda total de caña de un ingenio, a partir de la producción
media de potasio en la vinaza (1,32 kg K2O/t de caña) y de la necesidad nutricional promedio de la
caña (185 kg K2O/ha) es teóricamente en un 60% del área total plantada, sin considerar las pérdidas,
como se muestra en el esquema siguiente:
Tasa 1,32 kg
K2O/t de caña
Vinaza:
112,2 Kg
K2O ha-1
0,606 ha de
fertirrigación Bagazo:
72,8 Kg K2O
Retorno = 60% sin pérdidas o ha-1
saturación de la CIC
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5.1. Transporte:
El transporte de la vinaza hasta los campos se realiza en Brasil de dos formas principales:
transporte automotor en camiones tanques; o a través de conductos como canales por gravedad o
por medio de tuberías, impulsada sea por bombeo o gravedad.
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En algunos casos, el mismo camión puede actuar como aplicador (Figura 4) aunque trata de
evitarse por el problema de compactación de los suelos. Lo más común es que se descargue en algún
tipo de depósito en el campo, desde el cual se bombea hacia los lotes a fertirrigar (Figura 6).
El transporte por camiones tiene indudablemente un costo superior al del que se realiza a través
de ductos, debido al consumo de combustible. Esto limita su utilización a atender aquellas áreas de
cultivo a una distancia económica de aplicación de la vinaza, límite a partir del cual los costos serían
mayores que los de una aplicación de fertilizante mineral convencional. Esa distancia varía mucho
en función de las condiciones topográficas locales, del tipo de proyecto de fertirrigación, y de la
concentración de potasio en la vinaza.
Estas variables afectan los costos de transporte y aplicación, que son comparados con el costo
del transporte y aplicación del fertilizante mineral.
Es importante señalar que, por el tipo de suelos en las principales áreas cañeras de Brasil, es común
el uso de fertilizantes conteniendo nitrógeno, fósforo y potasio, por lo cual el rol de la vinaza como
reemplazo es esencial.
En un cálculo realizado en 2008 (Elia Neto et al.) el sistema típico de “transporte con camión +
aplicación con aspersión” presentaba una distancia económica de 12 km. En otro momento, con el
alza de los costos de los fertilizantes, se estimaba que la distancia económica estaba cerca de los 38
km.
La mayor ventaja del transporte por camión consiste en la posibilidad de implementación
inmediata, en contraposición a los “vinazoductos” que exigen estudios complejos de implantación
y obras de infraestructura. El hecho de que el transporte por carretera pueda llegar a áreas
discontinuas de caña de azúcar implica otra ventaja: una mayor movilidad (ANA, 2009).
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
Los canales y/o tuberías maestras o principales suelen transportar la vinaza hasta una
determinada región, y normalmente terminan en un tanque pulmón para desde ahí distribuir la
vinaza en los cañaverales.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
tirar un aspersor del tipo cañón hidráulico. El equipo se complementa con un tractor auxiliar que
debe posicionar el cañón desenrollando el carretel (figura 11). El inicio de la aspersión se da con el
enrollamiento del carretel, tirando del cañón aspersor a una velocidad regulada para mantener una
tasa de aplicación necesaria. La aplicación se realiza en unas franjas de unos 90 m de ancho (figura
14), dándole un mayor rendimiento a todo el sistema.
El carretel puede succionar la vinaza –diluída o no- sea desde un canal (figura 12), o directamente
de un camión o desde tuberías de aluminio (figura 13) para llegar a distancias difíciles de alcanzar
con canales o alejadas de los caminos.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
En primer lugar, es necesario aclarar que el 66% (127.339) de los establecimientos declaró no
haber destinado su caña a la venta (IBGE, 2006). La mayoría de ellos seguramente la utiliza para
forraje de sus animales, materia prima para pequeñas industrias rurales (miel de caña, cachaça,
rapadura, por ejemplo), autoconsumo, etc. Esta situación se observa en las explotaciones de menor
tamaño. Aun así, puede observarse que pequeños porcentajes de este tipo de explotaciones
también aplican vinazas en sus cultivos.
Los productores más grandes, entre los que se cuentan principalmente los ingenios con su propia
producción, concentran el 71% del área de cañaveral. Si se les suman los medianos independientes
(entre 50 y 500 has) que representan otro 21% puede entenderse el grado de concentración de la
producción en Brasil. Hasta hace 10 años atrás puede observarse que 23% de los establecimientos
ya utilizaban vinazas como forma de abono (IBGE, 2006). En aquél censo, no hay información acerca
de la superficie fertirrigada.
Carecemos de cifras actualizadas, pero es de esperar que esos porcentajes se hayan elevado
mucho en la última década.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
Más adelante emitió la reglamentación que –finalmente- parece haber logrado encauzar el
problema: la Norma Técnica P 4.231/2005, cuyo objetivo era establecer los “…criterios y
procedimientos para el almacenamiento, transporte y aplicación de la vinaza, generada por la
actividad sucro-alcoholera en el procesamiento de caña de azúcar”.
Esa Norma tuvo algunas modificaciones en Diciembre de 2006 y la última versión vigente es la
de 2014 que incorpora las innovaciones ocurridas en los últimos años y las observaciones efectuadas
durante la aplicación de las versiones anteriores.
Si bien el alcance de la norma se ciñe al estado de Sao Paulo, otros estados cañeros han tomado
medidas similares basadas en los mismos criterios.
Se describen a continuación algunos pasajes importantes que podrían resultar útiles para el
análisis.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
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pH; sulfatos; nitrato (mg N L-1); nitrito (mg N L-1); Nitrógeno amoniacal (mg N L-1); nitrógeno Kjeldhal (mg
N L-1); potásio (mg K L-1); calcio (mg Ca L-1); cloruro (mg Cl L-1); sodio (mg Na L-1); magnesio (mg Mg L-1);
fósforo total (mg P L-1), y conductividad eléctrica (μS cm-1).
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
del cultivo, que –para el caso de Sao Paulo- es de 185 kg de K2O por hectárea, por
cosecha.
La caracterización de la calidad del suelo (parámetros definidos en otra norma CETESB
nº 045/2014/E/C/I) deberá realizarse antes de la primera aplicación en un lote
determinado, y luego cada 5 años. Se fijan “valores de prevención” de distintos
elementos, tanto en agua como en suelos, que no pueden superarse. Si sucede en
suelos donde no se ha aplicado, no se lo hará; y si se constatara que la aplicación de
vinaza es la causa, esta deberá suspenderse.
El principal inconveniente del actual destino de la vinaza para fertirrigación en Brasil es su alto
costo de aplicación, que muchas veces limita el uso de la vinaza “in natura” a un radio económico
desde la destilería, principalmente debido al transporte de la vinaza vía camión.
Más allá de la distancia económica, normalmente se opta por continuar fertilizando con
productos sintéticos, dejando la vinaza para ser aplicada en las áreas más próximas a las destilerías.
Así, se desencadenan algunos aspectos ambientales como: saturación de algunos suelos con
potenciales problemas de contaminación de napas subterráneas; olores objetables por la
descomposición de la vinaza; atracción de moscas; etc.
De las tecnologías que pretenden contribuir a racionalizar el uso del efluente para fertirrigar
cañaverales, la concentración de la vinaza tiene como factor limitante principal el alto costo de
implantación y –circunstancialmente- la necesidad de vapor excedente para su implementación.
Para tratar de evitar estas limitaciones, habría que pensar en que convivan ambos sistemas: el de la
vinaza diluída en el sistema actual de fertirrigación, y la concentrada buscando desahogar las áreas
actuales y tratando de llegar a lotes de caña más distantes, ya que su transporte resultaría más
económico (Elia Neto, 2016).
Elia Neto (2016) menciona un crecimiento de unidades de concentración en los últimos 5 años y
especula que para los próximos 10 a 20 años “…prácticamente todas las usinas tendrán parte de su
vinaza concentrada por esta tecnología, lo que implica más de una centena de concentradores, una
vez que la restricción energética por vapor ya fue resuelta por el uso de los vapores alcohólicos de la
destilería”.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
• La magnitud del caso brasileño permite afirmar que la disposición de las vinazas en suelos
cañeros es la alternativa más difundida en el mundo. Por lo tanto, debería ser la primera opción
a analizar para la solución al problema en la Argentina.
• La trayectoria del problema de las vinazas en Brasil puede ser aleccionadora: primero se la
despejaba en los cursos de agua; los problemas ambientales generaron diversas prohibiciones
que no se cumplían del todo; conflictos judiciales entre contaminadores y afectados; se autorizó
el vertido en “áreas de sacrificio”; la presión de los organismos ambientales de control no daba
el resultado esperado; no se contaba con el aval técnico suficiente para que otras propuestas
fueran adoptadas con seguridad; hasta que la confluencia de resultados de investigación, la
experiencia práctica de los ingenios y el diseño de una reglamentación adecuada (Norma Técnica
P 4.231/2005) llevó a que se prohibieran las áreas de sacrificio y a que el uso controlado de la
vinaza aplicándola a los suelos se impusiera masivamente como buena práctica reconocida en
el cultivo de caña.
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Serie: Gestión de residuos de la industria sucro-energética argentina.
• Tanto la estructura de la cadena sucro alcoholera, los suelos de las principales áreas cañeras en
Brasil, como la composición de sus vinazas son diferentes a los de Argentina, lo que debería ser
tomado en cuenta a la hora de diseñar soluciones.
• De la experiencia brasileña queda claro que la dosis de aplicación de vinaza varía según el tipo
de suelo e –incluso- la variedad de caña de que se trate y que la aplicación de vinaza al suelo sin
criterios en cuanto a dosificación, puede causar un desequilibrio de nutrientes, que pueden ser
lixiviados. En suelos más abundantes en potasio, la “ecuación 49” (pag. 12) que calcula la
cantidad a aplicar en función de los contenidos de este elemento en suelo y vinaza, podrían
adaptarse para el caso argentino. No así para el cálculo del costo de oportunidad frente a los
fertilizantes, o para el de la distancia económica para la aplicación de vinaza, ya que en Argentina
el elemento crítico es el Nitrógeno.
• Los sistemas de transporte y aplicación de vinazas más utilizados en Brasil, están disponibles y
se han utilizado ya en la Argentina: camiones tanque; vehículos distribuidores y equipos
autopropulsados con carretel enrollador, mostraron ya su viabilidad. Faltaría diseñar la logística
necesaria en base a la cantidad de vinaza a aplicar, definiendo en qué suelos y en qué tiempos
se lo haría, dimensionando la necesidad de depósitos, su ubicación estratégica, los medios que
se necesitarían, etc.
• Se ha visto que, si bien los ingenios de Brasil son los principales usuarios de las vinazas en sus
propios cultivos, también hay un porcentaje interesante de agricultores cañeros independientes
que la utilizan. Mientras en Salta y en Jujuy los ingenios –como en Brasil- son propietarios de
aproximadamente el 90% de la caña que procesan, en Tucumán se estima que los cañeros
independientes proveen cerca del 60% de la materia prima y, por lo tanto, deberían incluirse en
los sistemas de redistribución de vinazas. Es necesario discutir y diseñar los sistemas logísticos
más adecuados a esta realidad y estimar sus costos.
• La Norma Técnica P 4.231/2005 y sus actualizaciones pueden servir de orientación para diseñar
protocolos más adecuados a la situación proyectada en Argentina. Hoy la reglamentación vigente
en Tucumán, por ejemplo, permite el vertido en “áreas de sacrificio” (Resolución SEMA Nº
047/11) en suelos “salinos y/o sódicos”; o la aplicación de láminas que no superen los 150
m3/ha/año (Resolución SEMA Nº 040/11) sin una relación directa con los contenidos de
minerales ni en el suelo ni en la vinaza. Varios aspectos de esta reglamentación pueden
mejorarse a la luz de la experiencia en otros países. No hemos encontrado antecedentes de
regulaciones específicas sobre vinazas en Salta y Jujuy.
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