Huyssen, Andreas - Capítulo 1

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] Andreas Huyssen

En busca del futuro perdido


Cultura y memoria
en tiempos de globalizadón
SECCIÓN DE OBRAS DE HISTORIA

EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO


Traducción de ANDREAS HUYSSEN
SILVIA FEHRMANN

EN BUSCA DEL
FUTURO PERDIDO
Cultura 7 memoria en tiempos
de globalización

FONDO DE CULTURA ECONÓMICA

MÉXICO - ARGENTINA - BRASIL - COLOMBIA - CHILE - ESPAÑA


ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA - PERÚ - VENEZUELA

u í
ESCUEU SUR DE ÍV!US£OLGG¡A
BIBLIOTECA '
Ing, LUIS M. NOVELL!
Primera edición en español, 2001
Primera reimpresión, 2007

Prólogo 7 agradecimientos

El tiempo y la memoria, la identidad nacional y el trauma histórico, la


vanguardia y el modernismo, las ciudades, los medios y la representa-
ción han sido centrales en mi trabajo crítico sobre literatura, arte y cul-
tura desde la década de 1960. Los ensayos que integran este libro fue-
ron escritos en la década de 1990, década en la que se asistió en el
mundo entero a una explosión sin precedentes de la cultura de la me-
moria. La década que siguió al colapso de la Unión Soviética y al fin de
la Guerra Fría, a la caída del muro de Berlín y a la reunificación alema-
En tapa: Anselm Kiefer, Brach der Gefasse, 1990
na, al fin de las dictaduras militares latinoamericanas y del apartheid,
©Andreas Huyssen 2001 nos deparó Internet, los mercados globales y una triunfante ideología
D. R. © 2001, FONDO DE CULTURA ECONÓMICA DE ARGENTINA S.A. neoliberal. Pero también engendró nuevos nacionalismos asesinos y
El Salvador 5665; 1414 Buenos Aires
destructivos con su secuela de limpiezas étnicas, generó fundamenta-
fondo@íce,com.ar / www.fce.com.ar
Av. Picacho Ajusco 227; 14200 México D. F. lismos religiosos, fuimos testigos de guerras libradas en nombre de la
memoria y de los derechos humanos. En cambio, este fin de siglo no
generó una nueva visión del futuro. Da la sensación de que en la ac-
ISBN: 978-950-557-413-1
tualidad, el pasado es evocado para proveer aquello que no logró brin-
Se terminó de imprimir en el mes de marzo de 2007, en Grafinor S. A., dar el futuro en los imaginarios previos del siglo XX. A su vez, una de
Lamadrid 1576, Villa Ballester, Buenos Aires, Argentina. las expectativas que se albergan hoy con respecto al porvenir es que
corrija los vejámenes y las violaciones a los derechos humanos sufridas
Fotocopiar libros está penado por la ley. en el pasado.
Al mismo tiempo, sin embargo, seguimos careciendo de una inter-
Prohibida su reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión o digital, pretación convincente y teóricamente fundamentada que dé cuenta de
en forma idéntica, extractada o modificada, en castelkno o en cualquier otro idioma,
la reciente expansión de las culturas de la memoria en sus variados con-
sin la autorización expresa de k editorial.
textos nacionales o regionales. Los ensayos que reúne este libro, si bien
centrados en primera línea en las geografías del Atlántico Norte y en
formas y medios específicos de la cultura de la memoria, buscan esbo-
IMPRESO EN ARGENTINA - PRJNTED IN ARGENTINA
Hecho el depósito que marca k ley 11.723
zar esa interpretación.

7
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EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO
PRÓLOGO Y AGRADECIMIENTOS

Mis deudas intelectuales se han vuelto demasiado numerosas en los viar". He allí la tan lamentada aniquilación del espacio y del tiempo en
últimos años como para enumerarlas exhaustivamente en este contex- su encarnación más benéfica.
to. Quisiera sin embargo expresar mi agradecimiento para con mis Finalmente, agradezco al Goethe-Institut Buenos Aires por su gene-
amigos y colegas de Latinoamérica, quienes, a través de invitaciones, roso apoyo a la traducción de estos ensayos, y a mi editor, Alejandro
encuentros y diálogos intensos, me brindaron la oportunidad de con- Katz, del Fondo de Cultura Económica, quien desde un principio
frontar mis ideas sobre las culturas contemporáneas de la memoria con acompañó este proyecto con todo su entusiasmo y lo fue apoyando con
un contexto que constituía un desafío por lo alejado de mi disciplina suma idoneidad hasta su culminación.
original, los estudios germanísticos y la literatura comparada con cen-
tro en Europa.
Vaya pues mi agradecimiento a Hugo Achúgar, Néstor García Can-
clini, Guillermo Gucci, Silvia Gutiérrez, Beatriz Jaguaribe, Elisabeth Je-
lin, Enrique Larreta, Daniel Link, Nelly Richard, Adriana Rosenberg,
Hilda Sabato y Hugo Vezzetti. Agradezco a Nelly Richard por haber pu-
blicado algunos de mis textos en la Revista de crítica cultural editada en
Chile, y a Catherine David por haberme invitado a exponer tanto en
"Documenta x" como en la muestra "City editing", realizada en Bue-
nos Aires en 1999. Gracias a Adriana Rosenberg se publicó uno de mis
ensayos sobre Anselm Kiefer en el catálogo de la muestra que en 1997
se dedicó a ese artista en Fundación Proa.
Quisiera reservar mi mayor gratitud para Gabriela Massuh y Silvia
Fehrmann, sin cuya infatigable dedicación este libro no habría salido a
la luz. Experta en la mediación cultural y la traducción a través de su
labor en el Goethe-Institut, fue Gabriela Massuh quien hizo posible
que yo llegara a la Argentina, creando de esa manera un intercambio
intelectual sumamente fructífero para rní. Por su parte, Silvia demos-
tró ser la traductora perfecta por su compromiso intelectual y por su
gran sensibilidad tanto a las sutiles connotaciones del lenguaje como a
las fundamentales intraductibilidades entre las lenguas. Sorteó con bra-
vura el hecho de que algunos textos debían ser traducidos del alemán
y otros ensayos del inglés. Por milagro del correo electrónico, revisar la
traducción en conjunto se volvió fácil, eficiente y placentero. No ha-
bré de olvidar esas marcaciones azules y verdes en los attachments que
identificaban interrogantes y áreas problemáticas que yo resolvía sim-
plemente pulsando un par de teclas y haciendo clic en el comando "en-
I. Memoria: global,
nacional, museológica
1. Pretéritos presentes:
medios, política, amnesia

Jno de los fenómenos culturales y políticos más sorprendentes de los


últimos años es el surgimiento de la memoria como una preocupación
central de la cultura y de la política de las sociedades occidentales, un
hacia el pasado que contrasta de manera notable con la tendencia
privilegiar el futuro, tan característica de las primeras décadas de la
lodernidad del siglo XX. Desde los mitos apocalípticos sobre la ruptu-
ra radical de principios del siglo XX y el surgimiento del "hombre nue-
vo" en Europa a través de los fantasmas de la purificación de la raza o
de la clase propios del nacionalsocialismo y del estalinismo, hasta el pa-
radigma norteamericano de la modernización posterior a la Segunda
Guerra Mundial, la cultura modernista siempre fue impulsada por lo
que podría denominarse "futuros presentes".1 Desde la década de 1980,
el foco parecería haber pasado de los futuros presentes a los pretéritos
presentes, desplazamiento en la experiencia y en la percepción del tiem-
po que debe ser explicada en términos históricos y fenomenológicos.2
Sin embargo, el foco contemporáneo sobre la memoria y la tempora-
lidad también contrasta de manera notable con recientes e innovadores
trabajos sobre categorías como espacio, mapas, geografías, fronteras, ru-

1 Debo tanto el título de este ensayo como la noción de "futuro presente" al trabajo de Rein-
hart Koselleck, Futures Past, Boston, M1T Press, 1985.
2 Naturalmente, la noción enfática de "futuros presentes" sigue operando en la imaginería
neoliberal sobre la globalización financiera y electrónica, una versión del paradigma moder-
nizador anterior tan desacreditado, actualizado para el mundo pos-Guerra Fría.

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14 EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO PRETÉRITOS PRESENTES: MEDIOS, POLÍTICA, AMNESIA 15

tas comerciales, migraciones, desplazamientos y diásporas, que se reali- fin: el fin de la historia, la muerte del sujeto, el fin de la obra de arte,
zan en el contexto de los estudios culturales y poscoloniales. En efecto, el fin de los metarrelatos.6 A menudo estas denuncias fueron entendi-
hasta hace no demasiado tiempo existía en los Estados Unidos un con- das de manera demasiado literal, pero debido a su polémica confianza
senso muy difundido según el cual, a fin de comprender la cultura pos- en la ética de las vanguardias, que de hecho estaban reproduciendo,
moderna era necesario desplazar el foco de la atención de la problemáti- apuntaron de manera directa a la recodificación del pasado en curso
ca del tiempo y de la memoria, que se asignaba a las formas tempranas después del modernismo.
del alto modernismo, hacia la categoría del espacio como una clave para Los discursos de la memoria se intensificaron en Europa y en los Es-
el momento posmoderno.3 Sin embargo, los trabajos de geógrafos como tados Unidos a comienzos de la década de 1980, activados en primera
David Harvey4 han demostrado que separar tiempo de espacio supone instancia por el debate cada vez más amplio sobre el Holocausto (que
un riesgo para la comprensión plena, tanto de la cultura moderna como fue desencadenado por la serie televisiva "Holocausto" y, un tiempo
de la posmoderna. En tanto categorías de la percepción de raíz histórica después, por el auge de los testimonios) y también por una larga serie
y fundamental contingencia, tiempo y espacio siempre están estrecha- de cuartagésimos y quincuagésimos aniversarios de fuerte carga polí-
mente ligados de manera compleja; prueba de ello es la intensidad de los tica y vasta cobertura mediática: el ascenso de Hitler al poder en 1933
discursos de la memoria presentes por doquier más allá de las fronteras, y la infame quema de libros, recordados en 1983; la Kristallnacht -la
tan característicos de la cultura contemporánea en los más diversos luga- Noche de los Cristales-, progrom organizado contra los judíos alema-
res del mundo. En efecto, la temática de las temporalidades diferenciales nes en 1938, conmemorado públicamente en 1988; la conferencia de
y la de las modernidades que se dan a diferentes ritmos surgieron como Wannsee de 1942, en la que se inició la "solución final", recordada en
claves para una comprensión nueva y rigurosa de los procesos de globa- 1992 con la apertura de un museo en la mansión donde tuvo lugar di-
lización a largo plazo, concepción que trata de ir más lejos que una me- cho encuentro; la invasión de Normandía en 1944, conmemorada por
ra actualización de los paradigmas occidentales de la modernización.5 los aliados en 1994 con un gran espectáculo que no contó empero con
Discursos de la memoria de nuevo cufio surgieron en Occidente ninguna presencia rusa; el fin de la Segunda Guerra en 1945, evocado
después de la década de 1960 como consecuencia de la descolonización en 1985 con un conmovedor discurso del presidente alemán y tam-
y de los nuevos movimientos sociales que buscaban historiografías al- bién en 1995 con toda una serie de eventos internacionales en Europa
ternativas y revisionistas. La búsqueda de otras tradiciones y la tradi- y en el Japón. En su mayoría "aniversarios alemanes", complementa-
ción de los "otros" vino acompañada por múltiples postulados sobre el dos por el debate de los historiadores en 1986, la caída del Muro de
Berlín en 1989 y la reunificación alemana en 1990,7 merecieron una
3 De manera paradigmática, en el dásico ensayo de Fred Jameson "Postmodernism or the Cul-
tural Logic of Late Capitalism", New Left Review, núm. 146, julio-agosto de 1984, pp. 53-92 6 Sobre la compleja amalgama de futuros presentes y pretéritos presentes cf. Andreas Huys-
[traducción castellana: "El Posmodernismo como lógica cultural del capitalismo tardío", en sen, "The Search forTradition" y "MappingThe Postmodern" [La búsqueda de la tradición;
Fred Jameson, Ensayos sobre el posmodernismo, Buenos Aires, Imago Mundi, 1991]. Mapas de lo posmoderno], en After the Great Divide: Modernism, Mass Culture, Postmoder-
4 David Harvey, The Conditíon of Postmodernity [La condición posmoderna], Oxford, Basil nism [Tras la gran división: modernismo, cultura de masas, posmodernismo], Bloomington,
Blackwell, 1989. Indiana UP, 1986, pp. 160-178 y 179-221.
5 Cf. Arjun Appadurai, Modernity at Large: Cultural Dimensión; ofGlobalization [La moderni- 7 Véase Charles S. Maier, The Unmasterable Past [El pasado ¡ndorninable], Cambridge, Har-
dad ampliada: dimensiones culturales de la globalización], Mineápolis y Londres, University vard University Press, 1988; New Germán Critique, núm. 44, primavera/verano de 1988,
of Minnesota Press, 1998, especialmente cap. 4; también la edición especial "Alter/Native edición especial sobre el debate de los historiadores; y New Germán Critique, núm. 52, ve-
Modernities" [Modernidades alter/nativas], Public Culture, núm. 27, 1999. rano de 1991, edición especial sobre la reunificación alemana.
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intensa cobertura en los medios internacionales, que reavivaron codifi- décadas de 1930 y 1940 y con el fracaso en la intervención en la gue-
caciones posteriores a la Segunda Guerra de la historia nacional en rra de Bosnia de 1992. En este sentido, la guerra del Kosovo confirma
Francia, Austria, Italia, el Japón, e incluso en los Estados Unidos y últi- el creciente poder de la cultura de la memoria hacia fines de la década
mamente también en Suiza. El Museo del Holocausto de Washington, de 1990, pero también hace surgir cuestiones complejas sobre el uso del
planificado durante la década de 1980 e inaugurado en 1993, dio lugar Holocausto como tropos universal del trauma histórico.
al debate sobre la nortearnericanización del Holocausto.8 Las resonancias La globalización de la memoria opera también en dos sentidos rela-
de la memoria del Holocausto no se detuvieron allí. Hacia fines de la dé- cionados entre sí que ilustran lo que quisiera denominar la paradoja de
cada de 1990 cabe preguntar en qué medida se puede hablar de una glo- la globalización. Por un lado, el Holocausto se transformó en una cifra
balización del discurso del Holocausto. del siglo XX y del fracaso del proyecto de la Ilustración; sirve como
Naturalmente, fue la recurrencia de las políticas genocidas en Ruan- prueba del fracaso de la civilización occidental para ejercitar la anam-
da, Bosnia y Kosovo en la década de 1990, década que se alegaba pos- nesis, para reflexionar sobre su incapacidad constitutiva de vivir en paz
histórica, lo que mantuvo vivos los discursos sobre la memoria del Ho- con las diferencias y con los otros, y de extraer las debidas consecuen-
locausto, contaminándolos y extendiendo su alcance más allá de su cias de la insidiosa relación entre la modernidad ilustrada, la opresión
referencia original. De hecho, es interesante observar cómo en el caso racial y la violencia organizada.10 Por otro lado, esta dimensión totali-
de las masacres de Ruanda y Bosnia a principios de la década de 1990 zadora del discurso del Holocausto, tan presente en gran parte del pen-
las comparaciones con el Holocausto se topaban con la feroz resisten- samiento posmoderno, es acompañada por otro aspecto que pone el
cia de los políticos, de los medios y de gran parte del público, no sólo acento sobre lo particular y lo local. Es precisamente el surgimiento del
en razón de las innegables diferencias históricas, sino más bien por el Holocausto como un tropos universal lo que permite que la memoria
deseo de resistir a la intervención.9 Por otra parte, la intervención "hu- del Holocausto se aboque a situaciones específicamente locales, lejanas
manitaria" de la OTAN en el Kosovo y su legitimación dependieron en en términos históricos y diferentes en términos políticos respecto del
gran medida de la memoria del Holocausto. Las caravanas de refugia- acontecimiento original. En el movimiento transnacional de los dis-
dos que cruzan las fronteras, las mujeres y los niños abarrotados en tre- cursos de la memoria, el Holocausto pierde su calidad de índice del
nes para ser deportados, las historias de atrocidades, violaciones siste- acontecimiento histórico específico y comienza a funcionar como una
máticas y cruel destrucción movilizaron una política de la culpa en metáfora de otras historias traumáticas y de su memoria. El Holocaus-
Europa y en los Estados Unidos asociada con la no intervención en las to devenido tropos universal es el requisito previo para descentrarlo y
utilizarlo como un poderoso prisma a través del cual podemos percibir
8 Cf. Anson Rabinbach, "From Explosión to Erosión: Holocaust Memorialization in America otros genocidios. Las dimensiones global y local de la memoria del Ho-
since Bitburg" [De la explosión a la erosión: la memoria del Holocausto en América desde locausto han ingresado en nuevas constelaciones que claman por un
Bitburg], History and Memory, 9:1/2, otoño de 1997, pp. 226-255.
9 Obviamente el uso de la memoria del Holocausto como un prisma para los acontecimien-
tos de Ruanda es altamente problemático en la medida en que no puede dar cuenta de los 10 Ese punto de vista fue articulado por primera vez por Horkheimer y Adorno en su Dialéc-
problemas específicos que surgen en el seno de una política de la memoria poscolonial. Sin tica de la Ilustración, y retomado y «formulado por Lyotard y otros en la década de 1980.
embargo, eso nunca estuvo en cuestión en la cobertura mediática occidental. Sobre políti- Sobre el papel central del Holocausto en la obra de Horkheimer y Adorno véase Anson Ra-
cas de la memoria en varias zonas del África cf. Ricard Werbner (ed.), Memory and the Post- binbach, In the Shadow ofCatastrophe: Germán Intellectuals Between Apocalypse andEnligh-
colony: African Anthnpology and the Critique of Power [La memoria y la poscolonia: antro- tenment [En la sombra de la catástrofe: los intelectuales alemanes entre el apocalipsis y la
pología africana y crítica del poder], Londres y Nueva York, Zed Books, 1998. Ilustración], Berkeley, University of California Press, 1997.
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análisis pormenorizado, caso por caso. Mientras la comparación con el entretenimiento y trauma, la obsesión mundial por el naufragio de un
Holocausto puede activar en términos retóricos determinados discur- vapor que supuestamente no podía hundirse, hecho que marcó el final
sos sobre la memoria traumática, también puede servir como recuerdo de otra era dorada. En efecto, no se puede afirmar a ciencia cierta si el
encubridor o bien bloquear simplemente la reflexión sobre historias lo- éxito internacional de Titanio es una metáfora de las memorias de la
cales específicas. modernidad que perdió su rumbo o bien si articula las ansiedades pro-
Sin embargo, cuando se trata de pretéritos presentes, la memoria pias de la metrópolis sobre el futuro, desplazadas hacia el pasado. No
del Holocausto y su lugar en la reevaluación de la modernidad occi- cabe duda: el mundo se está rnusealizando y todos nosotros desempeña-
dental no llegan a constituir toda la historia. Hay una serie de argu- mos algún papel en este proceso. La meta parece ser el recuerdo total.
mentos secundarios que constituyen el relato actual sobre la memoria ¿Es la fantasía de un encargado de archivo llevada al grado de delirio?
en su alcance rnás amplio y que diferencian claramente nuestra época ¿O acaso hay otro elemento en juego en ese deseo de traer todos estos
de las décadas anteriores del siglo XX. Me permito enumerar algunos de diversos pasados hacia el presente? ¿Un elemento específico de la es-
los fenómenos más destacados. Desde la década de 1970, asistimos en tructuración de la memoria y de la temporalidad en nuestros días que
Europa y en los Estados Unidos a la restauración historicista de los vie- no se experimentaba de la misma manera en épocas pasadas?
jos centros urbanos, a paisajes y pueblos enteros devenidos museos, a Con frecuencia se recurre al fin de siglo para explicar este tipo de ob-
diversos ernprendimientos para proteger el patrimonio y el acervo cul- sesiones con el pasado y con la memoria; sin embargo, es necesario in-
tural heredados, a la ola de nuevos edificios para museos que no mues- dagar con mayor profundidad para dar cuenta de aquello que bien po-
tra signos de retroceder, al boom de la moda retro y de muebles que re- dría denominarse una cultura de la memoria, como la que se ha
producen los antiguos, al marketing masivo de la nostalgia, a la difundido en las sociedades del Atlántico Norte desde fines de la década
obsesiva automusealización a través del videograbador, a la escritura de de 1970. Esa cultura de la memoria viene surgiendo desde hace bastan-
memorias y confesiones, al auge de la autobiografía y de la novela his- te tiempo en esas sociedades por obra del marketing cada vez más exito-
tórica posmoderna con su inestable negociación entre el hecho y la fic- so de la industria cultural occidental, en el contexto de lo que la sociolo-
ción, a la difusión de las prácticas de la memoria en las artes visuales, gía de la cultura alemana denominó "'Erlebnisgesellschaft"'-11 En otras
con frecuencia centradas en el medio fotográfico, y al aumento de los regiones del mundo, esa cultura de la memoria cobra una inflexión más
documentales históricos en televisión, incluyendo un canal en los Es- explícitamente política. En especial desde 1989, las temáticas de la me-
tados Unidos dedicado enteramente a la historia, el History Channel. moria y del olvido han surgido como preocupaciones dominantes en los
Por el lado traumático de la cultura de la memoria, y junto al discurso
sobre el Holocausto cada vez rnás ubicuo, nos encontramos con la vas- 1' Gerhard Schulze, Die Erlebnisgesellschaft: Kultursoziologie der Gegenwan [La sociedad de la
vivencia: sociología de la cultura del presente], Frankfurt/Nueva York, Campus, 1992. El
ta bibliografía psicoanalítica sobre el trauma, la controversia sobre el término Erlebnisgesellschaft, literalmente "sociedad de la vivencia", es difícil de traducir. Se
síndrome de la memoria recuperada, las obras históricas y actuales en refiere a una sociedad que privilegia las experiencias intensas, pero superficiales, orientadas
relación con el genocidio, el SIDA, la esclavitud, el abuso sexual, las po- hacia la felicidad instantánea en el presente y el rápido consumo de bienes, acontecimien-
lémicas públicas cada vez rnás frecuentes sobre aniversarios, conmemo- tos culturales y estilos de vida vueltos masivos a través del marketing, El análisis de Schulze
es un trabajo empírico-sociológico sobre la sociedad alemana que evita tanto los parámetros
raciones y monumentos, la incesante plétora de apologías del pasado restrictivos del paradigma de clases de Bourdieu como la oposición que Benjamin trazaba
que en los últimos tiempos han salido de boca de los líderes de la igle- con inflexiones filosóficas entre "Erlebnis" y "Erjahmng", como la diferencia entre una vi-
sia y de los políticos. Finalmente, aunque ya con un tenor que reúne vencia superficial, efímera, y la auténtica experiencia profunda.
20 EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO PRETÉRITOS PRESENTES: MEDIOS, POLÍTICA, AMNESIA 21

países poscomunistas de Europa del Este y en la ex Unión Soviética, si- medida en que las naciones particulares luchan por crear sistemas po-
guen siendo claves en la política de Medio Oriente, dominan el discur- líticos democráticos como consecuencia de historias signadas por los
so público en la Sudáfñca. posapartheid con su Comisión por la Verdad y exterminios en masa, los apartheids, las dictaduras militares y los tota-
la Reconciliación y son omnipresentes en Ruanda y en Nigeria, impul- litarismos, se enfrentan, como sucede con Alemania desde la Segunda
san el enardecido debate que hizo erupción en Australia alrededor de la Guerra, con la tarea sin precedentes de asegurar la legitimidad y el fu-
cuestión de la "generación robada", constituyen una pesada carga para las turo de su organización política por medio de la definición de méto-
relaciones entre el Japón, China y Corea; finalmente, determinan con al- dos que permitan conmemorar y adjudicar errores del pasado. Más allá
cance variable el debate cultural y político con respecto a los desapareci- de las diferencias entre la Alemania de posguerra y Sudáfrica, la Argen-
dos y a sus hijos en las sociedades posdictatoriales de América Latina, po- tina o Chile, el ámbito político de las prácticas de la memoria sigue
niendo en el tapete cuestiones fundamentales sobre las violaciones de los siendo nacional, no posnacional o global. Esto, por cierto, tiene impli-
derechos humanos, la justicia y la responsabilidad colectiva. caciones para la tarea interpretativa. En la medida en que el Holocaus-
La difusión geográfica de dicha cultura de la memoria es tan amplia to en tanto tropos universal de la historia traumática se desplazó hacia
como variados son los usos políticos de la memoria, que abarcan desde otros contextos no relacionados, uno siempre debe preguntarse si y de
la movilización de pasados míticos para dar un agresivo sustento a las po- qué manera el Holocausto profundiza u obstaculiza las prácticas y las
líticas chauvinistas o fundamentalistas (por ejemplo, la Serbia poscomu- luchas locales por la memoria, o bien si y de qué manera tal vez cum-
nista, el populismo hindú en la India), hasta los intentos recientes en la ple con ambas funciones simultáneamente. Resulta claro que los deba-
Argentina y en Chile de crear esferas públicas para la memoria "real", que tes sobre la memoria nacional siempre están atravesados por los efectos
contrarresten la política de los regímenes posdictatoriales que persiguen de los medios globales y por su foco en ternas como el genocidio y la
el olvido a través tanto de la "reconciliación" y de las amnistías oficiales limpieza étnica, la migración y los derechos de las minorías, la victimi-
como del silenciamiento represivo.12 Pero al mismo tiempo, claro está, zación y la imputación de responsabilidades. Por más diferentes y es-
no siempre resvúta fácil trazar la línea que separa el pasado mítico del pa- pecíficas de cada lugar que sean las causas, eso indica que la globaliza-
sado real, que, sea donde fuere, es una de las encrucijadas que se plan- ción y la fuerte revisión de los respectivos pasados nacionales,
tean a toda política de la memoria. Lo real puede ser mitologizado de la regionales o locales deben ser pensados de manera conjunta; lo que a
misma manera en que lo mítico puede engendrar fuertes efectos de rea- su vez lleva a preguntar si las culturas de la memoria contemporáneas
lidad. En suma, la memoria se ha convertido en una obsesión cultural de pueden ser leídas en general como formaciones reactivas a la globaliza-
monumentales proporciones en el mundo entero. ción económica. Es éste el ámbito en el cual podrían emprenderse nue-
Paralelamente, resulta importante reconocer que mientras los dis- vos estudios comparados sobre los mecanismos y los tropos del trauma
cursos de la memoria en cierto registro parecen ser globales, en el fon- histórico y de las prácticas con respecto a la memoria nacional.
do siguen ligados a las historias de naciones y estados específicos. En la

12 Sobre Chile véase Nelly Richard, Residuos y metáforas: Ensayos ele critica cultural sobre el Chi-
le de la transición, Santiago, Editorial Cuarto Propio, 1998; sobre la Argentina véase Rita
Arditti, Searchingfor Life: The Grandmothers ofthe Plaza de Mayo and the Disappeared Chil-
dren of Argentina [Las Abuelas de Plaza de Mayo y los niños desparecidos de la Argentina],
Si en Occidente la conciencia del tiempo de la (alta) modernidad bus-
Berkeley/Los Angeles/Londres, University of California Press, 1999. caba asegurar el futuro, podría argumentarse que la conciencia del tiem-
22 EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO PRETÉRITOS PRESENTES: MEDIOS, POLÍTICA, AMNESIA 23

po de fines del siglo XX implica la tarea no menos riesgosa de asumir la vido; cabría preguntarse qué viene primero. ¿Es el miedo al olvido el
responsabilidad por el pasado. Ambos intentos están acosados por el que dispara el deseo de recordar, o será a la inversa? ¿Acaso en esta cul-
fantasma del fracaso. De allí se desprende una segunda instancia: el gi- tura saturada por los medios, el exceso de memoria crea tal sobrecarga
ro hacia la memoria y hacia el pasado conlleva una enorme paradoja. que el mismo sistema de memoria corre un constante peligro de im-
Cada vez más, los críticos acusan a la cultura de la memoria contempo- plosión, lo que a su vez dispara el temor al olvido? Sea cual fuere la res-
ránea de amnesia, de anestesia o de obnubilación. Le reprochan su fal- puesta, parece claro que los enfoques sociológicos más antiguos de la
ta de capacidad y de voluntad para recordar y lamentan la pérdida de memoria colectiva (enfoques como el de Mauricio Halbwachs, que
conciencia histórica. La acusación de amnesia viene envuelta invariable- postulan formaciones relativamente estables de las memorias sociales y
mente en una crítica de los medios, cuando son precisamente esos me- grupales) no resultan adecuados para dar cuenta de la dinámica actual
dios (desde la prensa y la televisión a los CD-ROM e Internet) los que día de los medios y la temporalidad, la memoria, el tiempo vivido y el ol-
a día nos dan acceso a cada vez más memoria. ¿Qué sucedería si ambas vido. Las cada vez más fragmentadas políticas de la memoria de los es-
observaciones fueran ciertas, si el boom de la memoria fuera inevitable- pecíficos grupos sociales y étnicos en conflicto dan lugar a la pregunta
mente acompañado por un boom del olvido? ¿Qué sucedería si la rela- de si acaso son aún posibles las formas consensuadas de la memoria co-
ción entre la memoria y el olvido estuviera transformándose bajo pre- lectiva; de no ser así, si, y de qué manera, puede garantizarse la cohe-
siones culturales en las que comienzan a hacer mella las nuevas sión social y cultural sin esas formas. Por sí sola la memoria mediática
tecnologías de la. información, la política de los medios y el consumo a no bastará, por más que los medios ocupen espacios e-ada vez mayores
ritmo vertiginoso? Después de todo, muchas de esas memorias comer- .. en la percepción social y política del mundo.
cializadas de manera masiva que consumimos no son por lo pronto si- Las estructuras mismas de la memoria pública mediática tornan
no "memorias imaginadas" y, por ende, se olvidan mucho más fácil- bastante comprensible el hecho de que la cultura secular de nuestros
mente que las memorias vividas.13 Además, ya nos ha enseñado Freud días, obsesionada corno está con la memoria, de alguna manera también
que la memoria y el olvido están indisolublemente ligados una a otro, se vea poseída por el miedo, el terror incluso, al olvido. Ese miedo se ar-
que la memoria no es sino otra forma del olvido y que el olvido es una ticula de manera paradigmática alrededor de las temáticas del Holo-
forma de memoria oculta. Sin embargo, lo que Freud describió de ma- causto en Europa y en los Estados Unidos o de los "desaparecidos" en
nera universal como los procesos psíquicos del recuerdo, la represión y América Latina. Ambos fenómenos comparten por cierto la falta de se-
el olvido en un sujeto individual se vuelve mucho más claro en las so- pulturas, tan importantes como fuente de la memoria humana, un he-
ciedades de consumo contemporáneas, en tanto fenómeno público de cho que acaso contribuya a explicar la fuerte presencia del Holocausto
proporciones sin precedentes que exige una lectura histórica. en los debates argentinos. Sin embargo, el miedo al olvido y a la desa-
Por donde uno lo mire, la obsesión contemporánea por la memoria parición opera también en otros registros. Es que cuanto más se espera
en los debates públicos choca contra un intenso pánico público al ol- de nosotros que recordemos a raíz de la explosión y del marketing de la
memoria, tanto mayor es el riesgo de que olvidemos y tanto más fuer-
13 Debo mi uso del concepto "memoria imaginada" al análisis de Arjun Appadurai sobre la
te la necesidad de olvidar. Lo que está en cuestión es distinguir entre
"nostalgia imaginada" en su Modernity at Large, ob. cit., p. 77. La noción es problemática
en el sentido de que toda memoria es imaginada, pero aun así permite distinguir entre las los pasados utilizables y los datos descartables. En este punto, mi hipó-
memorias basadas en experiencias de vida de aquéllas robadas del archivo y comercializadas tesis es que intentamos contrarrestar ese miedo y ese riesgo del olvido
a escala masiva para su rápido consumo. por medio de estrategias de supervivencia basadas en una "memoriali-
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zación" consistente en erigir recordatorios públicos y privados. El giro tarnente trivial, constituida por estilos de vida, espectáculos y aconteci-
hacia la memoria recibe un impulso subliminal del deseo de anclarnos mientos efímeros comercializados a escala masiva, no carece de una rea-
en un mundo caracterizado por una creciente inestabilidad del tiempo lidad vivida sustancial que subyace en sus manifestaciones de superficie.
y por la fracturación del espacio en el que vivimos. Al mismo tiempo, En esta instancia, mi argumento apunta a que el problema no se solu-
sabemos que incluso este tipo de estrategias de memorialización pue- ciona por la simple oposición de una memoria seria enfrentada a una
den terminar siendo transitorias e incompletas. De modo que hay que trivial, de manera análoga a lo que a veces hacen los historiadores cuan-
volver a preguntar ¿por qué? y, especialmente, ¿por qué ahora?, ¿por do oponen historia a memoria tout court, memoria en tanto cosas sub-
qué esta obsesión con la memoria y el pasado?, ¿por qué este miedo al jetivas y triviales que sólo el historiador transforma en un asunto serio.
olvido? ¿Por qué estamos construyendo museos como si no existiera el No podemos comparar seriamente el Museo del Holocausto con cual-
mañana? ¿Y por qué el Holocausto se ha transformado únicamente en quier parque temático disneyficado, ya que esa operación no estaría si-
una suerte de cifra ubicua de nuestra memoria del siglo XX con un al- no reproduciendo en un nuevo hábito la vieja dicotomía entre lo alto y
cance inconcebible unos veinte años atrás? lo bajo de la cultura modernista; fue eso lo que sucedió por ejemplo
cuando, en un encendido debate, se pontificó el film Shoah, de Glande
Lanzmann, como la representación más adecuada (es decir, como no-
representación) de la memoria del Holocausto en comparación con La
lista de Schindler, de Spielberg, calificada como trivialización comercial.
Más allá de cuáles hayan sido las causas sociales y políticas del boom de Es que una vez que reconocemos la brecha constitutiva que media en-
la memoria con sus diversos subargumentos, geografías y sectores, algo tre la realidad y su representación en el lenguaje o en la imagen, debe-
es seguro: no podemos discutir la memoria personal, generacional o pú- mos estar abiertos en principio hacia las diferentes posibilidades de re-
blica sin contemplar la enorme influencia de los nuevos medios como presentar lo real y sus memorias. Esto no significa que cualquier opción
vehículos de toda forma de memoria. En este sentido, ya no es posible resulte aceptable. La calidad sigue siendo una cuestión a definir caso por
seguir pensando seriamente en el Holocausto o en cualquier otra forma caso. Sin embargo, no se puede cerrar la brecha semiótica con una úni-
de trauma histórico como una temática ética y política sin incluir las ca representación, la única correcta. Agitar ese argumento remite a las
múltiples formas en que se vincula en la actualidad con la mercantiliza- pretensiones del modernismo del Holocausto.14 En efecto, fenómenos
ción y la espectacularización en películas, museos, docudramas, sitios de como La lista de Schindler y el archivo visual de Spielberg con testimo-
Internet, libros de fotografías, historietas, ficción e incluso en cuentos nios de sobrevivientes del Holocausto nos obligan a pensar en conjun-
de hadas (La vita é bella, de Benigni) y en canciones pop. Aun cuando to la memoria traumática y la del entretenimiento, en la medida en que
el Holocausto ha sido rnercantilizado interminablemente, no significa ocupan el mismo espacio público, en lugar de tomarlas como manifes-
que toda mercantilización lo trivialice indefectiblemente como hecho * taciones que se excluyen mutuamente. Las cuestiones centrales de la
histórico. No existe un espacio puro, exterior a la cultura de la mercan-
cía, por mucho que deseemos que exista. Por lo tanto, es mucho lo que Sobre estos temas cf. Miriam Hansen, "Schindler's List Is Not Shoah; The Second Command-
depende de las estrategias específicas de representación y mercantiliza- ment, Popular Modernism, and Public Memory" [La lista de Schindler no es Shoah: el segun-
ción y del contexto en que ambas son puestas en escena. De manera si- do mandamiento, el modernismo popular y la memoria pública], Crítical Inquiry, núm. 22,
milar, la Erlebnisgesellschaft (sociedad de la vivencia entretenida) presun- invierno de 1996, pp. 292-312. Véase también el capítulo 9 del presente volumen.
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cultura contemporánea se ubican precisamente en el umbral entre la Séame permitido volver entonces por un instante al viejo argumento
memoria del trauma y los medios comerciales. Resulta demasiado sen- sobre la industria cultural tal como lo articuló Adorno, para oponerse al
cillo argumentar que los eventos, la diversión y los espectáculos de las optimismo injustificado de Benjamin con respecto a los medios tecnoló-
sociedades mediales contemporáneas sólo existen para brindar alivio a gicos. Si hoy es la idea del archivo total la que lleva a los triunfalistas del
un cuerpo social y político asolado por los fantasmas de profundos re- ciberespacio a embarcarse en fantasías globales a la McLuhan, a la hora
cuerdos de violencia y genocidio perpetrados en su nombre, o bien sos- de explicar el éxito del síndrome de la memoria parecen ser más perti-
tener que son pviestos en escena para reprimir esa memoria. Es que el nentes los intereses lucrativos de los comercializadores masivos de la
trauma es comercializado en la misma medida que la diversión e incluso memoria. Dicho en términos sencillos, en este momento el pasado
ni siquiera para consumidores tan diferentes. También resulta demasia- vende mejor que el futuro. Aunque no se puede dejar de preguntar por
do fácil sugerir que los espectros del pasado que acosan a las sociedades cuánto tiempo más.
modernas con fuerza hasta ahora desconocida estarían en realidad arti- Considérese por ejemplo el titular de una ocurrencia aparecida en
culando, por vía del desplazamiento, un creciente temor al futuro en un Internet: "El Departamento Retro de los Estados Unidos advierte:
tiempo en que tambalea fuertemente la fe en el progreso propia de la 'Puede estar acabándosenos el pasado"'. El primer párrafo de este tex-
modernidad. to en broma reza: "En una conferencia de prensa realizada el pasado
Sabemos muy bien que los medios no transportan la memoria pú- día lunes, el secretario del Departamento Retro de los Estados Uni-
blica con inocencia: la configuran en su estructura y en su forma mis- dos, Anson Williams, hizo una seria advertencia sobre una 'crisis na-
ma. Y aquí (en línea con ese argumento de McLuhan que tan bien se cional de lo retro', señalando que 'si se mantienen los niveles actuales
mantiene en el tiempo: el medio es el mensaje) es donde se vuelve su- de consumo de lo retro en los Estados Unidos sin ningún control, ya
mamente significativo que el poder de nuestra electrónica más avanza- ^ en el año 2005 nos podemos quedar absolutamente sin pasado'". Pe-
da dependa por entero de las cantidades de memoria; acaso Bill Gates ro no hay por qué preocuparse. Seguimos contando con el marketíng
sea la última encarnación del viejo ideal norteamericano: más es mejor. de pasados que nunca existieron, tal como lo testimonia el reciente
Sin embargo, "más" ahora se mide en bytes de memoria y en la capaci- lanzamiento de la línea de productos Aerobleu, que apela a la nostal-
dad de reciclar el pasado. Tómese como testimonio el hecho profusa- gia de las décadas de 1940 y 1950, toda una línea creada con mucha
mente difundido de que Bill Gates adquirió la mayor colección de fo- astucia alrededor de un club de jazz parisino ficticio, que nunca exis-
tos originales: en el camino que va de la fotografía a su reciclaje digital, tió, pero donde se afirma que tocaron todos los grandes del jazz de la
el arte de la reproducción mecánica del que hablaba Benjamín (la fo- era del be-bop; la gama de productos abarca diarios originales, graba-
tografía) recuperó el aura de lo original. Esto lleva a señalar que el cé- ciones originales en CD y recuerdos originales, todo lo cual se puede
lebre argumento de Benjamin sobre la pérdida o decadencia del aura comprar en los Estados Unidos en cualquier local de los grandes al-
en la modernidad representaba sólo la mitad de la historia; olvidaba macenes Barnes &í Noble.15 Las "remakes originales" están de moda y,
que para comenzar fue la modernización misma la que creó el efecto de manera similar, los teóricos de la cultura y los críticos estamos ob-
aurático. Hoy en día, es la digitalización la que vuelve aurática la foto-
grafía "original". Después de todo, como bien sabía Benjamin, la in-
15 Dennis Cass, "Sacrebleu! The Jazz Era Is Up For Sale: Giñ Merchandisers Take License with
dustria cultural de la Alemania de Weimar también necesitaba de lo History" [La era del jazz en venta: comerciantes de regalos se toman licencias con la Histo-
aurático como estrategia de marketíng. ria], Harper's Magazine, diciembre de 1997, pp. 70-71.
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sesionados con la representación, la repetición y la cultura de la copia, tecnológicos, los medios masivos de comunicación, los nuevos patro-
con o sin el original. nes de consumo y la movilidad global. Puede haber buenas razones pa-
Con todos esos fenómenos en marcha, parece plausible preguntar ra pensar que el giro memorialista tiene a su vez una dimensión más
si, una vez que haya pasado el boom de la memoria, existirá realmente benéfica y más productiva. Por mucho que nuestra preocupación por
alguien que haya recordado algo. Si todo el pasado puede ser vuelto a la memoria sea un desplazamiento de nuestro miedo al futuro, y por
hacer, ¿acaso no estamos creando nuestras propias ilusiones del pasado más dudosa que nos pueda resultar hoy la proposición que afirma que
mientras nos encontramos atrapados en un presente que cada vez se va podernos aprender de la historia, la cultura de la memoria cumple una
achicando más, un presente del reciclaje a corto plazo con el único fin importante función en las actuales transformaciones de la experiencia
de obtener ganancias, un presente de la producción jwt-in-time, del temporal que ocurren como consecuencia del impacto de los nuevos
entretenimiento instantáneo y de los placebos para aquellos temores e medios sobre la percepción y la sensibilidad humanas.
inseguridades que anidan en nuestro interior, apenas por debajo de la
superficie de esta nueva era dorada, en este nuevo fin de siglo? Las Quisiera sugerir a continuación algunas formas de pensar la relación
computadoras ni siquiera advirtieron la diferencia entre el año 2000 y entre nuestra tendencia a privilegiar la memoria y el pasado, por un
el año 1900 -el famoso problema del año 2000-. ¿Acaso nosotros la lado, y, por el otro, el impacto potencial de los nuevos medios sobre
notamos? la percepción y la temporalidad. Se trata de una historia compleja.
Aplicar la acerba crítica hecha por Adorno a la industria cultural a lo
que uno llamaría ahora la industria de la memoria sería tan unilateral
IV y tan poco satisfactorio como confiar en la fe de Benjamín en el po-
tencial emancipatorio de los nuevos medios. La crítica de Adorno es
Los críticos de la amnesia propia del capitalismo tardío ponen en du- correcta en la medida en que se refiere a la comercialización masiva de
da que la cultura mediática occidental deje nada apenas parecido a una productos culturales, pero no ayuda a explicar el ascenso del síndro-
memoria "real" o a un fuerte sentido de la historia. Basándose en el ar- me de la memoria dentro de la industria cultural. En realidad, su én-
gumento estándar de Adorno, en que la mercantilización se equipara fasis teórico en las categorías marxistas del valor de cambio y de la rei-
con el olvido, sostienen que el marketing de la memoria no genera si- ficación bloquea la reflexión sobre la temporalidad y la memoria;
no amnesia. En lo esencial, no me parece un argumento convincente, tampoco presta demasiada atención a las especificidades de cada me-
ya que deja demasiado afuera. Resulta demasiado fácil culpar a las ma- dio y a su relación con las estructuras de la percepción y con la vida
quinaciones de la industria cultural y a la proliferación de los nuevos cotidiana en las sociedades de consumo. Por otro lado, Benjamín tie-
medios de todo el dilema en el que nos encontramos. Debe haber al- ne razón en atribuir una dimensión emancipatoria en términos cog-
go más en juego en nuestra cultura, algo que genere ante todo ese de- noscitivos a la memoria, a lo retro y a lo que en sus "Tesis sobre la fi-
seo del pasado, algo que nos haga responder tan favorablemente a los losofía de la historia" llama el salto del tigre hacia el pasado; sin
mercados de la memoria: me atrevería a sugerir que lo que está en cues- embargo, busca conseguirlo a través de los mismos medios de la re-
tión es una transformación lenta pero tangible de la temporalidad que productibilidad, que para él representan la promesa futurista y que
tiene lugar en nuestras vidas y que se produce, fundamentalmente, a posibilitarían la movilización política socialista. En lugar de oponer,
través de la compleja interacción de fenómenos tales como los cambios corno suele hacerse, a Benjamín contra Adorno o viceversa, sería cues-
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tión de volver productiva la tensión entre sus respectivos argumentos aparecer y que era tanto más poderosa, fenómeno que parecía otorgar-
para llegar a un análisis del presente. le un nuevo significado a la vieja ética de la gratificación postergada.
En este contexto, permítaseme hacer una referencia a una teoría que No me convencieron y efectué mi compra, un modelo de dos años de
fue articulada por primera vez a principios de la década de 1980 por antigüedad que tenía todo lo que necesitaba e incluso más y cuyo pre-
dos filósofos alemanes de tendencia conservadora: Hermann Lübbe y cio había sido rebajado hacía poco a la mitad. Lo que compré era "ob-
Odo Marquard. Ya entonces, mientras otros estaban inmersos en el de- soleto" y por eso no me sorprendió ver esa misma Thinkpad IBM But-
bate sobre las promesas que traía la posmodernidad con respecto al fu- terfly 1995 exhibida poco tiempo después en la sección de diseño del
turo, Hermann Lübbe definió lo que dio en llamar la "musealización" Museo de Arte Moderno de Nueva York. Es obvio que el ciclo vital de
como un aspecto central de la cambiante sensibilidad temporal de los objetos de consumo se ha reducido drásticamente; con ello también
nuestro tiempo16 y demostró que este fenómeno ya no estaba ligado a se ha reducido la extensión del presente, tal como la piensa Lübbe; al
la institución museal en su sentido estricto, sino que se había infiltra- mismo tiempo, siguen expandiéndose las memorias informáticas y los
do en todos los ámbitos de la vida cotidiana. En nuestra cultura con- discursos públicos sobre la memoria.
temporánea, Lübbe diagnosticó un historicismo expansivo y sostuvo Lo que Lübbe describió como musealización hoy en día es fácilmen-
que nunca antes hubo un presente cultural tan obsesionado por el te rastreable en el enorme incremento del discurso sobre la memoria en
tiempo pretérito. Señaló también que la modernización va acompaña- el seno mismo de la historiografía. La investigación histórica de la me-
da de manera inevitable por la atrofia de las tradiciones válidas, por moria se ha vuelto un fenómeno global. Mi hipótesis es que incluso en
una pérdida de racionalidad y por un fenómeno de entropía de las ex- este predominio de la mnemohistoria, la memoria y la musealización
periencias de vida estables y duraderas. La velocidad cada vez mayor son invocadas para que se constituyan en un baluarte que nos defienda
con la que se desarrollan las innovaciones técnicas, científicas y cultu- del miedo a que las cosas devengan obsoletas y desaparezcan, un baluar-
rales genera cantidades cada vez mayores de objetos que pronto deven- te que nos proteja de la profunda angustia que nos genera la velocidad
drán obsoletos, lo que en términos objetivos reduce la expansión cro- del cambio y los horizontes de tiempo y espacio cada vez más estrechos.
nológica de lo que puede ser considerado el presente más avanzado en El argumento de Lübbe acerca de que la extensión del presente se
un momento dado. va achicando cada vez más señala una gran paradoja: cuanto más pre-
Este argumento parece bastante plausible en la superficie. No pue- valece el presente del capitalismo consurnista avanzado por sobre el pa-
do sino recordar un incidente ocurrido hace un par de años, cuando sado y el futuro, cuanto más absorbe el tiempo pretérito y el porvenir
entré a comprar una computadora en un negocio de alta tecnología de en un espacio sincrónico en expansión, tanto más débil es el asidero del
Nueva York. La compra resultó más difícil de lo que había supuesto. presente en sí mismo, tanto más frágil la estabilidad e identidad que
Cualquier producto en exhibición era descrito implacablemente por ofrece a los sujetos contemporáneos. El cineasta y escritor Alexander
los vendedores como decididamente obsoleto, es decir, como pieza de Kluge se refirió al ataque del presente sobre el resto del tiempo. Al mis-
museo, en comparación con la nueva línea de productos que estaba por mo tiempo, existe un excedente y un déficit de presente, una nueva si-
tuación histórica que crea tensiones insoportables en nuestra "estruc-
lfi Hermann Lübbe, Zeit-Verhültnisse: Zur Kulturphilosophie des Fortschritts [Circunstancias tura de sentimiento", como la denominaría Raymond Williams. En la
temporales: sobre la filosofía cultural del progreso], Graz/Viena/Colonia, Verlag Styria,
1983. Para una crítica más extensa del modelo de Lübbe véase el capítulo 2 del presente
teoría de Lübbe, el museo compensa esa pérdida de estabilidad; brinda
volumen. formas tradicionales de identidad cultural al sujeto moderno desestabi-
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lizado. Sin embargo, dicha teoría no logra reconocer que esas mismas ' íéspacio y el tiempo son categorías fundamentales de la experiencia hu-
tradiciones culturales han sido afectadas por la modernización a través jrnana, pero, lejos de ser inmutables, están sujetas en gran medida al
del mundo digital y del reciclaje mercantilizado. La musealización de ! cambio histórico. Uno de los lamentos permanentes de la Modernidad
Lübbe y los lieux de mémoire de Nora comparten en realidad una mis- "se refiere a la pérdida de un pasado mejor: ese recuerdo de haber vivido
ma sensibilidad compensatoria que reconoce la pérdida de una identi- en un lugar circunscripto y seguro, con la sensación de contar con vín-
dad nacional o comunitaria, pero que confía en nuestra capacidad de culos estables en una cultura arraigada en un lugar en que el tiempo
compensación. Los lieux de mémoire de Nora compensan la pérdida de los fluía de manera regular y con un núcleo de relaciones permanentes. Tal
milieux de mémoire, de la misma manera en que para Lübbe la musea- vez aquellos días siempre fueron más un sueño que una realidad, una
lización se vuelve reparación de la pérdida de una tradición viva. fantasmagoría surgida a partir de la pérdida y generada por la misma mo-
Ahora bien, habría que sacar a esa teoría conservadora sobre los dernidad más que por su prehistoria. Sin embargo, el sueño tiene un po-
cambios en la sensibilidad temporal de su marco binario (lieux vs. mi- der que perdura y tal vez lo que he dado en llamar la cultura de la me-
lieux en Nora, entropía del pasado vs. musealización compensadora en moria sea, al menos en parte, su encarnación contemporánea. Lo que
Lübbe) para imprimirle una dirección diferente que no se base en un está en cuestión no es sin embargo la pérdida de alguna Edad de Oro sig-
discurso de la pérdida y que acepte el cambio fundamental operado en nada por la estabilidad y la permanencia. En la medida en que nos en-
las estructuras de sentimiento, experiencia y percepción tal como ca- frentamos a los procesos reales de compresión del tiempo y del espacio,
racterizan nuestro presente que se expande y se estrecha a la vez. La lo que está en juego reside más bien en el intento de asegurarnos alguna
creencia conservadora de que la musealización cultural puede brindar forma de continuidad en el tiempo, de proveer alguna extensión de es-
una compensación para los estragos causados por la modernización pacio vivido dentro de la cual podamos movernos y respirar.
acelerada en el mundo social es demasiado simple y demasiado ideoló- Lo que sí es seguro es que el fin del siglo XX no nos brinda un fácil
gica. Ese postulado no logra reconocer que cualquier tipo de seguridad acceso al tropos de una Edad de Oro. Los recuerdos de esa centuria nos
que pueda ofrecer el pasado está siendo desestabilizado por nuestra in- confrontan no con una vida mejor, sino con una historia única signada
dustria cultural musealizadora y por los medios que protagonizan esa por el genocidio y la destrucción masiva que apriori mancillan todo in-
obra edificante en torno de la memoria. La musealización misma es tento de glorificar el pasado. Es que tras haber pasado por las experien-
arrastrada por el torbellino que genera la circulación cada vez más ve- cias de la Primera Guerra Mundial y de la Gran Depresión, del estali-
loz de imágenes, espectáculos, acontecimientos; y por eso siempre co- nismo, del nazismo, tras el genocidio en una escala sin precedentes, tras
rre el riesgo de perder su capacidad de garantizar una estabilidad cul- los intentos de descolonización y las historias de atrocidades y represión
tural a lo largo del tiempo. que estas experiencias trajeron a nuestras conciencias, la modernidad
occidental y sus promesas aparecen en una perspectiva considerable-
mente más sombría en Occidente mismo. Incluso la actual era dorada
V de los Estados Unidos no puede liberarse del recuerdo de las convulsio-
nes que, desde fines de la década de 1960 y en la década de 1970, hi-
Vale la pena repetir que las coordenadas de tiempo y espacio que es- cieron tambalear el mito del progreso permanente. Seguramente el he-
tructuran nuestras vidas fueron sometidas a nuevas presiones a medida cho de ser testigos de la brecha cada vez más amplia entre ricos y pobres,
que se aproximaba el fin del siglo XX y, por ende, al fin del milenio. El del colapso apenas controlado de tantas economías regionales y nació-
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nales y del retorno de la guerra en el mismo continente que engendró se integren cada vez más. Cabe anticipar empero que cualquier tipo de
dos guerras mundiales en ese siglo, trajo aparejada una significativa sen-/ memoria global tendrá más bien un carácter prismático y heterogéneo
sación de entropía respecto de nuestras posibilidades futuras. ,-— en lugar de ser holística o universal.
En una era de limpiezas étnicas y de crisis de refugiados, de migra- Mientras tanto, debemos preguntarnos cómo asegurar, estructurar
ciones masivas y de movilidad global que afectan cada vez a más gen- y representar las memorias locales, regionales o nacionales. Es obvio
te, las experiencias del desplazamiento y de la reubicación, de la migra- que se trata de una cuestión fundamentalmente política que apunta a
ción y de la diáspora ya no parecen ser la excepción, sino la regla. Sin la naturaleza de la esfera pública, a la democracia y su futuro, a las for-
embargo, esos fenómenos no resumen toda la historia. Mientras se de- mas cambiantes de la nacionalidad, la ciudadanía y la identidad. Estas
bilitan las barreras espaciales y el espacio mismo se ve devorado rápi- respuestas dependerán en gran medida de las constelaciones locales,
damente por un tiempo cada vez más comprimido, un nuevo tipo de pero la difusión global de los discursos de la memoria indica que hay
malestar comienza a echar raíces en el corazón de la metrópolis. El des- algo más en juego.
contento de la civilización metropolitana ya no parece surgir_en una Algunos han recurrido a la idea del archivo como un contrapeso pa-
primera instancia como consecuencia^e los insistenKs^sentimientos_ae ra el ritmo cada vez más acelerado de los cambios o como un sitio pa-
culpa y de la represión del Superyó que señalaba Freud en su análisis ra preservar el espacio y el tiempo. Desde el punto de vista del archi-
de la modernidad clásica occidental y del modo predominante de cons- vo, por supuesto, el olvido constituye la máxima transgresión. ¿Pero
titución del sujeto. Franz Kafka y "Wbody Alien pertenecen a una épo- cuan confiables, cuan infalibles son nuestros archivos digitales? Las
ca anterior. Nuestra insatisfacción surge más bien a partir de una jo- computadoras apenas tienen cincuenta años de antigüedad y ya nece-
brecarga_^en lo que hace a la información y la percepción,_ c¿ue se sitamos de los servicios de "arqueólogos de datos" para poder acceder
combina con una aceleración cultural que ni nuestra psiquis ni nues- a los misterios de los programas que se usaron en los primeros tiempos.
tro^ sentidos están pre.parados-para.enfrent.ar. Cuanto más ráplHo^ños Pensemos solamente en el problema tan notorio del año 2000 que aco-
vemos empujados hacia un futuro que no nos inspira confianza, tanto só a nuestras burocracias informatizadas. Se gastaron miles de millones
más fuerte es el deseo de desacelerar y tanto más nos volvemos hacia la de dólares para evitar que las redes de computadoras pasaran a una mo-
memoria en busca de consuelo. ¡¿Pero qué clase de consuelo nos pue- : dalidad retrógrada de funcionamiento, confundiendo el año 2000 con
den deparar los recuerdos del siglo XX?! ¿Y cuáles son las alternativas?_ el 1900. O consideremos las dificultades casi insuperables a las que se
¿Cómo se supone que superaremos el cambio vertiginoso y la transfor- enfrentan en la actualidad las autoridades alemanas en su intento por
mación de lo que Georg Simmel llamaba cultura objetiva y que al mis- decodificar el vasto corpus de información registrada en los medios
mo tiempo obtengamos satisfacción para lo que considero que es la ne- electrónicos del Estado de la ex RDA, ese mundo que desapareció jun-
cesidad fundamental de las sociedades modernas: vivir en formas to con las centrales de computadoras de construcción soviética y los
extensas de temporalidad y asegurarse un espacio, por más permeable sistemas informáticos subsidiarios usados por la administración públi-
que sea, desde el cual hablar y actuar? Seguramente no hay una res- ca de lo que fue el Estado socialista alemán. En el marco de la reflexión
puesta simple a tales interrogantes, pero la memoria (individual, gene- sobre estos fenómenos, un directivo a cargo del sector de informática
racional, pública, cultural y también la nacional, todavía inevitable) sí de los archivos de Canadá señaló recientemente: "Una de las grandes
forma parte de esa respuesta. Tal vez algún día aparezca algo semejan te i ironías de la era de la información consiste en que si no descubrimos
a una memoria global a medida que las diferentes regiones del mundo: nuevos métodos para aumentar la perdurabilidad de los registros elec-
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trónicos, ésta puede convertirse en la era sin memoria".17 De hecho, la1 / d e curar las heridas infringidas por el pasado, nutrir y expandir el es-
amenaza del olvido surge de la misma tecnología a la que confiamos el pacio habitable en lugar de destruirlo en aras de alguna promesa futu-
vasto corpus de los registros y datos contemporáneos, la parte más sig-*' \, asegurar el "tiempo de calidad" -ésas parecen ser las necesidades
!„
nificativa de la memoria cultural de nuestro tiempo. " \culturales no satisfechas en un mundo globalizado y son las memorias
Las transformaciones actuales en el imaginario temporal generadas locales las que están íntimamente ligadas con su articulación.
por el espacio y el tiempo virtuales pueden servir para iluminar la dimen- Sin embargo, claro, el pasado no puede proveernos de lo que el fu-
sión generadora de la cultura de la memoria. Más allá de su ocurrencia, turo no logra brindar. De hecho, resulta inevitable volver sobre el lado
causa o contexto específicos, las intensas prácticas conmemorativas de las oscuro de lo que algunos gustarían llamar epidemia de la memoria, lo
que somos testigos en tantos lugares del mundo contemporáneo articu- que me lleva una vez más hacia Nietzsche, cuya segunda "considera-
lan una crisis fundamental de una estructura anterior de la temporalidad ción intempestiva"* sobre el uso y el abuso de la historia, tan citada en
que caracterizó a la era de la alta modernidad, con su fe en el progreso y los debates contemporáneos sobre la memoria, tal vez resulte más ana-
en el desarrollo, con su celebración de lo nuevo como utópico, como ra- crónica que nunca. Resulta claro que la fiebre de la memoria de las so-
dical e irreductiblemente otro, y con su creencia inconmovible en algún ciedades mediáticas occidentales no es aquella consuntiva fiebre histó-
telos de la historia. En términos políticos, muchas de las prácticas de rica de la que hablaba Nietzsche, que podía ser curada con el olvido
la memoria refutan el triunfalismo de la teoría de la modernización en productivo. Hoy se trata más bien de una fiebre mnemónica causada
su último disfraz, la "globalización". En términos culturales, expresan la por el cibervirus de la amnesia que, de tanto en tanto, amenaza con
creciente necesidad de un anclaje espacial y temporal en un mundo ca- consumir la memoria misma. Es por eso que en nuestros días tenemos
racterizado por flujos de información cada vez más caudalosos en redes mayor necesidad de recuerdo productivo que de olvido productivo. En
cada vez más densas de tiempo y espacio comprimidos. De manera si- una mirada retrospectiva podemos ver cómo en tiempos de Nietzsche
milar a la historiografía, que dejó de lado su anterior confianza en los la fiebre histórica sirvió para inventar tradiciones nacionales en Europa,
grandes relatos teleológicos y se volvió más escéptica con respecto a los para legitimar los Estados-nación imperiales y para brindar cohesión
marcos nacionalistas de su materia, las culturas de la memoria críticas cultural a las sociedades en pleno conflicto tras la Revolución Indus-
de la actualidad, con todo su énfasis en los derechos humanos, en las te- trial y la expansión colonial. En comparación, las convulsiones mne-
máticas de las minorías y del género y en la revisión de los diversos pa- mónicas de la cultura del Atlántico Norte de la actualidad parecen en
sados nacionales e internacionales, están abriendo un camino para otor- su mayoría caóticas y fragmentarias, como si flotaran en el vacío a tra-
gar nuevos impulsos a la escritura de la historia en una nueva clave y, vés de nuestras pantallas. Incluso en aquellos lugares donde las prácti-
por ende, para garantizar un futuro con memoria. En el escenario posi- cas de la memoria tienen un acento claramente político, como sucede
ble para el mejor de los casos, las culturas de la memoria se relacionan' en Sudáfrica, la Argentina, Chile y desde hace poco tiempo en Guate-
estrechamente, en muchos lugares del mundo, con procesos democrati- mala, se ven afectadas y, en cierta medida, incluso son creadas por la
zadores y con luchas por los derechos humanos que buscan expandir y I cobertura mediática internacional obsesionada por la memoria. Como
fortalecer las esferas públicas de la sociedad civil. Reducir la velocidad' j, sugerí anteriormente, asegurar el pasado no es una empresa menos ries-
en lugar de acelerar, expandir la naturaleza del debate público, tratar'
í * El título original de la obra de Nietzsche, Unzeitgemasse Betrachttmgen, bien podría tradu-
17 Cita de The New York Times, 12 de febrero de 1998. cirse como "Observaciones anacrónicas", [N. de la T.]
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gosa que asegurar el futuro. Después de todo, la memoria no puede ser ble, acosada por el fantasma del olvido, en pocas palabras: humana y
un sustituto de la justicia; es la justicia misma la que se ve atrapada de social. En tanto memoria pública está sometida al cambio —político,
manera inevitable por la imposibilidad de confiar en la memoria. Sin generacional, individual—. No puede ser almacenada para siempre, ni
embargo, incluso en aquellos lugares donde las prácticas de la memo- puede ser asegurada a través de monumentos; en ese aspecto, tampoco
ria carecen de un foco explícitamente político, expresan ciertamente la podemos confiar en los sistemas digitales de recuperación de datos pa-
necesidad social de un anclaje en el tiempo en momentos en que la re- ra garantizar la coherencia y la continuidad. Si el sentido del tiempo
lación entre pasado, presente y futuro se está transformando más allá vivido está siendo renegociado en nuestras culturas contemporáneas de
de lo observable como consecuencia de la revolución de la información la memoria, no deberíamos olvidar que el tiempo no es únicamente el
y de la creciente compresión de tiempo y espacio. pasado, su preservación y transmisión. Si estamos sufriendo de hecho
En ese sentido, las prácticas locales y nacionales de la memoria re- de un excedente de memoria,18 tenemos que hacer el esfuerzo de dis-
presentan una réplica a los mitos del cibercapitalismo y de la globali- tinguir los pasados utilizables de aquellos descartables. Se requiere dis-
zación, que niegan el tiempo, el espacio y el lugar. No cabe duda de cernimiento y recuerdo productivo; la cultura de masas y los medios
que oportunamente habrá de surgir de esta negociación alguna nueva virtuales no son inherentemente irreconciliables con ese propósito.
configuración del tiempo y del espacio. En la modernidad, las nuevas Aun si la amnesia es un producto colateral del ciberespacio, no pode-
tecnologías del transporte y de la comunicación siempre han transfor- mos permitir que nos domine el miedo al olvido. Y acaso sea tiempo
mado la percepción humana del tiempo y del espacio, lo que es válido de recordar el futuro en lugar de preocuparnos únicamente por el fu-
tanto para el ferrocarril, el teléfono, la radio, el avión, como habrá de turo de la memoria.
serlo para el ciberespacio y el cibertiernpo. Las nuevas tecnologías y los
nuevos medios también suelen ser objeto de ansiedades y temores pa-
ra que luego se termine probando que carecen de motivo o que son li-
sa y llanamente ridículos. Nuestra época no será la excepción.
Al mismo tiempo, el ciberespacio por sí solo no es el modelo apro-
piado para imaginar el futuro global -su noción de la memoria es en-
gañosa, una falsa promesa-. La memoria vivida es activa: tiene vida, es-
tá encarnada en lo social -es decir, en individuos, familias, grupos,
naciones y regiones-. Ésas son las memorias necesarias para construir
los diferentes futuros locales en un mundo global. No cabe duda de
que a largo plazo, todas esas memorias serán configuradas en un grado
significativo por las nuevas tecnologías digitales y por sus efectos, pero
no se las podrá reducir a esos factores tecnológicos. Insistir en una se-
paración radical entre la memoria "real" y la virtual no deja de parecer-
me una empresa quijotesca, aunque más no sea porque todo lo recor-
18 El término fue acuñado por Charles S. Maier. Véase su ensayo "A Surfeit of Memory? Re-
dado (tanto la memoria vivida como la imaginada) es en sí mismo flections on History, Melancholy and Denial" [¿Un excedente de memoria? Reflexiones so-
virtual. La memoria siempre es transitoria, notoriamente poco confia-. bre historia, melancolía y negación], History and Memory, núm. 5, 1992, pp. 136-151.
índice

Prólogo y agradecimientos , 7

I
Memoria: global, nacional, museológica
[11]

1. Pretéritos presentes: medios, política, amnesia 13


~/ 2. Escapar de la amnesia: los museos como medio de masas 41

II
Holocausto: imagen, cómic, monumento
[75]

3. Anselm Kiefer: el terror de la historia y la tentación


1 del mito 77
4. El Holocausto como historieta. Una lectura de Maus
'i de Spiegelman 119
5. Monumentos y memoria del Holocausto en la era
de los medios 143

III
Espacio urbano y temporalidad
[161]

6. Monumental seducción: Christo, Speer, Wagner 163


7. El vacío rememorado: Berlín como espacio en blanco 187
8. Miedo al ratón: las transformaciones de Times Square 213

279
280 EN BUSCA DEL FUTURO PERDIDO

IV
Utopías del pasado, recuerdos del futuro
[221]

9, Palimpsesto 1968: Estados Unidos/Alemania 223


10. Recuerdos de la utopía , 247

Fuentes bibliográficas 273


índice de ilustraciones 275
Andreas Huyssen '(
En busca del futuro perdido
Cultura y memoria en tiempos de globalización
"Uno de los fenómenos culturales y políticos más sorprendentes de
los últimos años -escribe Andreas Huyssen- consistió en el surgi-
miento de la memoria como una preocupación central de la cultura y
de la política de las sociedades occidentales, un giro hacia el pasado
que contrasta de manera notable con la tendencia a privilegiar el fu-
turo tan característico de las primeras décadas de la modernidad del
siglo xx. Desde los mitos apocalípticos sobre la ruptura radical de
principios del siglo xx y el surgimiento del 'hombre nuevo' en Europa
a través de los fantasmas de la purificación de la raza o de la clase
propios del nacionalsocialismo y del estalinismo, hasta el paradigma
norteamericano de la modernización posterior a la Segunda Guerra
Mundial, la cultura modernista siempre fue impulsada por lo que se
podría denominar 'futuros presentes'. Desde la década del ochenta del
siglo xx, el foco parecería haber pasado de los futuros presentes a los
pretéritos presentes."
Dan cuenta del fenómeno la importancia creciente de la memoria
del Holocausto; los debates sobre monumentos, museos y lugares que
configuran la dimensión cultural de las políticas de la memoria; el
interés dominante por las temáticas de la memoria y el olvido en los
países poscomunistas o en las sociedades posdictatoriales de América
Latina, como también, en otro plano, los programas de restauración
historícista de los viejos centros urbanos, el auge de las autobiogra-
fías y de las novelas histórícas o el marketing masivo de la nostalgia.
A partir de este reconocimiento, Huyssen busca explicar en términos
historíeos y fenomenológicos lo que se define como un desplazamiento
radical en la experiencia y en la percepción del tiempo, e interpreta
a lo largo de una serie de ensayos notables la serie de argumentos
que expresan en el espacio global y local la cultura memorialística
contemporánea. ••

I S B N 950-557-413-4

9"789505"574131' Fondo de Cultura Económica

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