Turino (2008) Cap 2
Turino (2008) Cap 2
Turino (2008) Cap 2
TURINO, THOMAS
Título original: “Music as Social Life. The Politics of Participation” – 2008 - The University of
Chicago Press.
Capítulo
2
La
actuación
participativa
o
la
actuación
como
presentación
El hecho de que pensemos el hacer música como algo singular, es debido a una mala jugada del
idioma, la de tener una única palabra para ello (música). Por cierto, todos sabemos que existen
diferentes tipos de música. Para ello tenemos muchas palabras, desde las designaciones más amplias,
que parecen abarcarlo todo, como folk, popular, clásica, música del mundo, hasta niveles más
específicos, como (rock) raíz 1 picodélico, alternativo, grunge, glam, punk, (metal) heavy metal, speed
metal, death metal. Las categorías musicales son creadas tanto por los músicos, como por los críticos,
los admiradores, la industria musical, y los académicos. Estos rótulos son utilizados para distinguir
tanto los estilos como los productos, sin embargo nos dicen muy poco acerca de cómo y por qué la
gente hace la música particular que hace y los valores que sustentan los modos en que la hacen.
Independientemente de las categorías en cuestión, cuando una persona en este país descarga
una canción o sale a comprar un CD cree que está comparando música. Esta creencia señala una
concepción cultural acerca de qué es música. Cuando la gente compra una fotografía de una persona,
sabe que se trata de una representación, no de la persona real. Los pueblos originarios Aymara, con los
que trabajé en Perú durante la década de los ochenta trataban las grabaciones de sus festivales
musicales del modo en que nosotros tratamos a las fotografías. Cuando el festival terminaba,
frecuentemente escuchaban juntos las grabaciones en sus equipos de música, para recordar y revivir lo
que había ocurrido durante el festival. Es decir, que utilizaban las grabaciones en el mismo sentido en
que muchos norteamericanos usan las fotos de las últimas vacaciones: para mostrarles a los amigos y
recordar los momentos y experiencias vividas. Las grabaciones eran una representación de la
celebración y de las interacciones sociales sentidas de un modo especial durante la ejecución musical y
la danza. Para ellos una grabación es a la música lo que, para nosotros, una fotografía es para la
persona fotografiada en la instantánea: la representación de algo, no la cosa real. Mis amigos peruanos
se inclinan a pensar la música como algo mucho más cercano al evento y sus participantes que al
sonido del mismo. Puede ocurrir que, cuando el próximo festival tenga lugar ellos graben la nueva
1
Paréntesis en el original (Nota del Traductor)
performance, borrando la anterior, ya que el valor del uso – recordando con sus amigos las semanas
siguientes a la fiesta- estaría cumplido.
En inglés 2 la palabra música es un sustantivo, y los cosmopolitas tienden generalmente a
pensar en música en clave de cosa – un objeto de arte que puede ser de propiedad de sus creadores
mediante derechos de autor y comprados por los consumidores. La fuerza y la omnipresencia de la
industria musical y sus productos masivos durante el siglo pasado colaboraron para instalar esta
representación en el pensamiento. Si consideramos brevemente los productos de la industria musical
en el tiempo, podemos vislumbrar el giro de pensamiento cosmopolita desde el hacer musical como
actividad social hacia la música en tanto objeto. En el siglo diecinueve y a comienzos del siglo veinte,
los principales productos de la industria popular musical eran: la edición de partituras (el software) y
los instrumentos musicales como pianos, guitarras, banjos, acordeones, mandolinas (el hardware),
generalmente vendidos a través de catálogos, para que sean tocados en los hogares después de la cena
o durante los tiempos de ocio. Estos productos requerían de la participación activa en el hacer musical
del promedio de la gente, y constituían su base. Las grabaciones y la radio comenzaban a cambiar las
concepciones populares, pero no totalmente. Las transmisiones radiales comenzaron siendo tomadas
de ejecuciones en vivo para ser transmitidas por aire. Sólo después serían reemplazadas por las
grabaciones. Desde mediados del siglo XX la expresión alta fidelidad fue utilizada por la industria
para referirse a las grabaciones. En aquel tiempo la comprensión de la música como una actividad que
involucraba a la gente en su vida cotidiana interpretando para sí o para otros era aún predominante, y
las grabaciones eran comercializadas como una fidedigna representación (alta fidelidad) de esas
interpretaciones. Inclusive hacia finales del siglo XX existía un comercial para la venta de cassettes
que utilizaba el eslogan “Es esto en vivo o es Memorex?”3 sugiriendo que el sonido de la grabación no
era la cosa en sí sino más bien algo que capturaba o representaba otra cosa (por ejemplo, ver Mowitt,
1987).
Los norteamericanos todavía asistimos a los espectáculos en vivo a comienzos del siglo XXI,
pero, en el campo de la música popular al menos, dichos espectáculos están íntimamente vinculados a
las grabaciones y otras mercancías (merchandising). Asistimos a un concierto porque hemos
escuchado la grabación de un artista o en el momento en que estamos allí la banda nos ofrece sus CD.
La mayoría de los clubs en Norteamérica ya ni siquiera se molesta en ofrecer actuaciones con músicos
en vivo, y en su lugar se contratan DJ que utilizan grabaciones y dispositivos de playback como sus
instrumentos de música. Uno de los más populares clubes nocturnos de mi ciudad contrata a veces
bandas en vivo antes de dar paso al DJ, ¡pero los músicos, a pesar de su valor internacional, deben
desocupar el escenario puntualmente debido a que el principal entretenimiento – tocar y manipular
grabaciones – debe comenzar a tiempo! Para el gerente de este club, no existe una falta de respeto
hacia las bandas. Se trata simplemente de una realidad económica, por la cual, a partir de 2006, es
mayor la cantidad de jóvenes que concurren por la escena creada por los DJ que por la actuación en
vivo de las bandas. Esto ilustra la extraña inversión entre ésta gente joven en comparación con la era
donde las grabaciones eran consideradas una representación de la música en vivo y por ello un pobre
sustituto de la banda en cuerpo presente.
La concepción cultural de lo que música es cambió en dirección a entender las grabaciones –la
forma en que la mayoría de las personas en las grandes ciudades experimentan la música – como la
“cosa real” en vez de como una representación de otra cosa. En las sociedades capitalistas, la música y
los músicos “reales” o, al menos, exitosos son conceptualizados a menudo en relación con las
presentaciones profesionales, grabaciones (audio y video), o casi siempre por la combinación de
2
También en castellano
3
“Is it live or is it Memorex?” (en el original)
ambas. Inclusive para las bandas locales se ha transformado un requisito producir CD promocionales y
venderlos durante sus conciertos si quieren ser considerados serios.
Con todo, en Estados Unidos, como a lo largo del resto del mundo, existe una cantidad de
actividades de música y danza que no involucran actuaciones formales, estrellato, o ventas de
grabaciones y tickets de concierto. Estas otras actividades se acercan más al hacer y a la interacción
social que a crear un producto artístico o mercancía. Cantar en una iglesia o tocar música con amigos
“sólo por diversión” son ejemplos cotidianos en Norteamérica, pero existen también otras formas
participativas que van desde salsa, hip hop, danza swing hasta rondas de tambores, bandas de garage,
bluegrass y canto comunitario que tienen lugar semanalmente en bares, cafés, centros comunitarios, o
casas particulares. Independientemente de la importancia que estas actividades tienen para sus
participantes, he escuchado frecuentemente que las personas dicen “yo no soy realmente un músico”,
debido al amplio sistema de evaluación que sustenta al profesionalismo como estándar. En lo que
sigue quisiera argumentar que estas situaciones de quehacer musical no son sólo informales o amateur,
como equivalente a malas versiones de la “música real” que hacen los profesionales, sino que se trata
de algo diferente – una forma totalmente distinta de arte y actividad – y éstas formas deben ser
conceptualizadas y puestas en valor como tal.
Así, antes que pensar acerca de la música como un arte singular subdividida en varios estilos y
categorías, he encontrado la utilidad de conceptualizar el quehacer musical en relación con diferentes
ámbitos o campos de la práctica artística. La idea de Pierre Bordieu del campo social (1984;1985) se
refiere a un dominio específico definido por el propósito y las metas de la actividad al mismo tiempo
que los valores las relaciones de poder, y tipos de capital 4 (por ejemplo dinero, grados académicos,
una canción hit, destreza atlética, pericia para tocar la guitarra) determinando las relaciones entre los
roles, el posicionamiento social y el estatus de las actividades y los actores dentro del campo. A lo
largo de los próximos dos capítulos describiré cuatro campos musicales. En éste planteo la discusión
dentro de la performance en tiempo real – hacer musical como presentación o como participación – en
el próximo capítulo introduzco los campos de la alta fidelidad y arte sonoro de estudio que
comprenden el hacer de la música grabada. 5
Definida en pocas palabras, la performance participativa es una forma especial de práctica
artística en la que no existe la distinción entre artista y audiencia, sino que solamente los participantes
y los potenciales participantes juegan diferentes roles y el objetivo global es el de alcanzar el máximo
4
Según Bourdieu, capital se refiere a cualquier cosa que una persona controla o poseeque tenga consecuencias sobre lso
otros actores en ul campo social particular en cuestión y que pueda servir como base de poder o intercambio para otros
tipos de capital. La habilidad del guitarrista virtuoso es capital en el campo presentacional del rock; el dinero y la tierra es
capital en el campo de la economía capitalista; los grados académicos y las publicaciones son capital en el campo de la
educación superior (En el original esta definición se halla en el Glosario, p. 235; n. del t.).
5
A pesar de que creo haber acuñado el término el arte sonoro de estudio [Studio audio art en el original; n. del t.] , los
símbolos que elegí de los otros tres campos no eran nuevos en la literatura académica. El más conocido se refiere a lo que
el etnomusicólogo Charles Keil desarrolló dentro del cuerpo de trabajo que fue inspirador para el marco que desarrollo aquí
(1987; 1995; también Progler, 1995) la teoría de las “discrepancias participativas”. Keil identifica una serie de
características texturales, timbricas, o temporales en música que favorecen la participación. Su trabajo fue el punto de
partida para pensar la actuación participativa como un campo artístico separado, el cual, contribuyó a conceptualizar los
tres restantes. James Bau Graves yuxtapuso los conceptos de música como presentación o participación en su debate acerca
de los festivales populares y las organizaciones de artes populares (2005). Tomé el término alta fidelidad [high fidelity en
el original; n. del t.] de la industria musical, utilizado en el mismo sentido en que yo lo uso aquí por Edgard Kealy en su
ponencia acerca del cambio de prácticas de los ingenieros de grabación (1990). He esbozado los cuatro campos en mi libro
sobre la música popular de Zimbawe (2000; pp. 47-51), y algunos de mis estudiantes comenzaron a utilizarlos como se
describe a continuación (Scales, 2004; Livingston y Caracas García, 2005). Originado por Keil, el desarrollo de este marco
de trabajo es el resultado del esfuerzo colectivo hecho en clases y seminarios en la Universidad de Illinois desde mediados
de los 90´s comparando mis experiencias musicales en Perú, Zimbawe, y EEUU con el trabajo de muchos compañeros y
estudiantes.
de personas posible a cargo de algún tipo de rol activo. La performance presentacional, por el
contrario, alude a situaciones en las que un grupo de personas, los artistas, preparan y proveen música
a otro grupo, la audiencia, la cual no participa en el hacer música o danza. Alta fidelidad se refiere a la
toma de grabaciones que intentan capturar o ser la representación de la actuación en vivo. En tanto las
grabaciones de alta fidelidad están conectadas a las performances a través de una serie de aspectos, se
requiere de técnicas especiales para enfatizar éstos aspectos propios del vivo, y de roles adicionales
(incluyendo técnicos, productores e ingenieros) que colaboran para generar la alta fidelidad como un
campo de prácticas distinto y separado del resto. El arte sonoro de estudio abarca la creación y
manipulación de los sonidos en el estudio o dentro de una computadora para crear un objeto de arte
grabado (una “escultura sonora”) que no pretende representar a la performance en tiempo real.
Mientras que dentro de la las grabaciones de alta fidelidad las técnicas de estudio se encuentran
enmascaradas o por detrás de lo interpretado, dentro del arte de estudio los procesos electrónicos de
sonido y manipulación son a menudo celebrados y abiertamente representados en las mezclas finales
de grabación o en los archivos de sonido.
Debido a que este marco de trabajo necesita cambios dentro de su concepción acerca de lo que
es música es, vale la pena destacar que los cuatro campos propuestos no se refieren a géneros
musicales o a categorías de estilos como pueden ser jazz, rock, o clásico aunque las categorías o estilos
caben dentro de ellas. Más bien, los cuatro estilos de práctica y conceptualización a menudo resultan
transversales a nuestras categorías de género incluso al trabajo individual de artistas o bandas. En sus
actuaciones en vivo, un ensamble de jazz podría corresponder en gran medida al campo participativo
si enfatizamos que juega el rol de una banda para hacer bailar (ej. Duke Ellington durante la era swing,
Big Vodoo Daddy), mientras que otros artistas de jazz podrían haber estado orientados a conciertos
formales o presentaciones en clubes (ej, Coltrane, Monk). La misma banda podría cambiar de campo
desde una situación de actuación hacia otra o dentro de diferentes puntos de su carrera. La orquesta de
Ellington tocaba para bailar y también daba conciertos. Los Beatles comenzaron como una banda para
hacer danzar participativamente en sus días por Hamburgo, cambiando hacia lo presentacional y
aproximándose a la alta fidelidad en su época temprana de fama, y virando hacia el arte de audio en
estudio en sus etapa tardia – sus estilos musicales, modos de práctica y las conceptualizaciones de sí
mismos como artistas fueron cambiando a medida que cambiaban de campo.
Aquí, el foco está puesto sobre los tipos de actividad, los roles artísticos, los valores, los
objetivos y las personas incluidas en instancias especificas del hacer música y de la danza. Con todo,
los objetivos, valores, prácticas y estilos de los actores dentro de un campo determinado están
conformados en el marco de las ideologías y los contextos de recepción y de los propósitos de la
música dentro de ese campo. Así, el modo de prepararse para tocar música o bailar en eventos
participativos va a variar ampliamente de una presentación o actuación. Cuando el objetivo es la alta
fidelidad, nuevos roles artísticos en el hacer de la música se agregan (técnico en grabación, o
productor e ingenieros), como son determinantes en la forma del proceso del sonido tal como el
emplazamiento de los micrófonos, la mezcla y la edición. El modo básico de ejecutar es a menudo
distinto para las grabaciones en alta fidelidad hechas en un estudio, y el proceso del hacer musical se
ve transformado de un modo radical por nuevas preocupaciones relativas a la recepción, por ejemplo
cómo la grabación va a sonar en diferentes tipos de equipos de reproducción y como puede funcionar
para diferentes audiencias.
La música grabada producida por un artista en una computadora o un estudio va también a
diferir en forma predecible si va a ser utilizada en una escena de discoteca o de club bailable o se va a
escuchar en un foro de compositores electroacústicos. En la primera situación, el sonido está
transformado para el uso de la danza participativa y representa a múltiples campos; el segundo es un
“caso de libro” de arte sonoro de estudio. Si los sonidos producidos en la computadora para la danza
participativa tienen intención de representar (icónicamente) lo que los artistas hacen en vivo, harán
una mezcla de arte sonoro de estudio + música participativa; si la grabación combina un estilo de canto
presentacional con sonidos electrónicos de danza participativa, esto podría ser entendido como una
combinación de alta fidelidad + arte sonoro de estudio + participativo. En todas estas instancias, los
requisitos para una música de club participativa de club bailable (se por caso, la extensión, la
consistencia, que sea pegadiza) serán manifiestos como signos sonoros. Como lo sugieren estos
ejemplos, existe una variedad de tradiciones tales como el karaoke, el raves, la música disco y el DJing
que combinan aspectos de los diferentes campos. Pero estas combinaciones, así como los cambios
históricos en el énfasis social sobre los diferentes campos, se pueden comprender más claramente
luego de que los campos son delimitados como tipos separados.
6
Mbira se refiere a un instrumento con veintidós teclas de metal unido a una tabla sonora y generalmente tocada junto con
un resonador de calabaza. Las teclas son tocadas con los pulgares izquierdo y derecho y los dedos índices. Es el tipo de
instrumentos a los que se refiere como piano de pulgar en los Estados Unidos.
7
Zydeco: género musical de la Luisiana francesa desarrollada por grupos de población negra, se basa en una combinación
de la tradición musical Cajún y elementos del blues.
Dentro de las tradiciones participativas, sin embargo, existen una serie de roles disponibles
para los participantes de un determinado evento. A veces la gente simplemente prefiere un tipo de
actividades por sobre otras, como tocar un instrumento dado, bailar o cantar del mismo modo que los
individuos pueden preferir o sentirse mejor desempeñando diferentes roles en diversas posiciones en
un equipo de softball. Pero la serie de roles disponibles también ofrece variedad y múltiples
posibilidades de para nuevos desafíos. La tradición participativa de la contradanza o square dance8 en
Estados Unidos es un ejemplo de ello. Los expertos en esta tradición pueden participar como músicos,
bailarines y marcadores de los pasos (la persona que dirige verbalmente cada danza) en el contexto de
un baile de fin de semana. A menudo las personas ingresan a esta escena como bailarines
principiantes, pero aquellos que dominan la danza podrían invitarlos a tomar un instrumento utilizado
en las bandas de contradanza o podrían aprender la danza para atraerlos a participar de otros modos y
encontrando nuevos desafíos para mantenerlos dentro de la actividad.
8
Contradanza o square dance: denominación de varios estilos de danza folclórica en los que las parejas bailan en dos filas
enfrentadas o un cuadrado, típico de algunas zonas de América del norte.
consideran inclusivos y participativos, por ello son receptivos con los recién llegados. No obstante, los
nuevos bailarines interrumpen la fluidez de la danza cuando confunden lo que deben hacer, y este es el
sentido del “fluir” (una palabra que los bailarines de contradanza usan acerca de ellos mismos) el que
dibujan los bailarines más exprimentados. Si hay demasiados bailarines en algún tramo de la danza,
los más experimentados bailarines pueden llegar a desesperarse, haciendo comentarios hacia el
interior, o mostrando su impaciencia en la pista de baile. Las muestras de impaciencia, son
generalmente muestras de malos modos, porque evidencian conflictos con el ethos de hospitalidad y
comunidad que los bailarines de contradanza suelen valorar de la escena y de ellos mismos.