Contrato de Arrendamiento Orrego
Contrato de Arrendamiento Orrego
Contrato de Arrendamiento Orrego
EL CONTRATO DE ARRENDAMIENTO1
Sumario.
1.- Concepto.
2.- Clases de arrendamiento.
3.- Partes del contrato de arrendamiento.
4.- Requisitos del contrato de arrendamiento.
5.- Características del contrato de arrendamiento.
6.- El contrato de arrendamiento, en relación a otros contratos.
7.- El arrendamiento de cosa.
7.1. Definición.
7.2. Elementos del Contrato de arrendamiento de cosa.
7.3. Normativa aplicable al arrendamiento de cosa.
7.4. Capacidad para celebrar el contrato de arrendamiento de cosa.
7.5. Efectos del contrato de arrendamiento de cosa.
7.6. Recepción de la costumbre en el contrato de arrendamiento de
cosas.
7.7. El derecho legal de retención.
7.8. Expiración del arrendamiento de cosas.
7.9. Normas especiales concernientes al arrendamiento de bienes raíces.
8.- Arrendamiento para la confección de una obra material.
8.1. Concepto.
8.2. Elementos del arrendamiento de obra.
8.3. Aprobación de la obra.
8.4. Desistimiento del arrendatario.
8.5. Muerte del artífice.
8.6. El contrato de empresa.
9.- El arrendamiento de servicios.
9.1. Concepto.
9.2. Formas que puede asumir el arrendamiento de servicios
inmateriales.
9.3. Obra intelectual aislada.
9.4. Obra que supone una larga serie de actos.
9.5. Servicios de profesionales liberales.
9.6. Término del contrato de arrendamiento de servicios inmateriales.
9.7. Gastos por cambio de residencia.
9.8. Responsabilidad de quienes prestan servicios inmateriales.
1
Fecha de última modificación: 15 de enero de 2020.
1.- Concepto.
2
Diccionario de la lengua española, Espasa-Calpe S.A., 19ª Edición, 1970, p. 122.
3
Diccionario de la lengua española, ob. cit., p. 122.
4
Diccionario de la lengua española, ob. cit., p. 70.
5
El art. 1187 del Código Civil y Comercial trasandino, define el contrato de locación en
los siguientes términos: “Definición. Hay contrato de locación si una parte se obliga a
otorgar a otra el uso y goce temporario de una cosa, a cambio del pago de un precio
en dinero. / Al contrato de locación se aplica en subsidio lo dispuesto con respecto al
consentimiento, precio y objeto del contrato de compraventa”. El que paga el precio,
es el “locatario”, “arrendatario” o “inquilino”, y el que lo recibe “locador” o
“arrendador”.
6
“El contrato de arrendamiento se remonta al derecho romano en que se llama
“locator” a aquel que se obliga a suministrar el goce temporal de la cosa o trabajo –
hace una locatio- y tiene contra la otra parte la acción “locati o ex locato”. El que debe
el precio de alquiler o “merces”, toma el nombre de conductor –hace una conductio- y
puede ejercitar contra el locator la acción conducti o ex conducto”, Ana María Hübner y
Sofía Vergara, “Contrato de Arrendamiento”, Tomo I, Editorial Jurídica ConoSur Ltda.,
Santiago, año 1995, pág. 6, quienes citan a su vez a Petit Eugene, Tratado Elemental
de Derecho Romano, Buenos Aires, Editorial Albatros, 1980, p. 500.
7
En las reglas relativas al arrendamiento de casas, almacenes u otros edificios
(artículos 1970 a 1977), aplicables hoy en día en subsidio de las normas especiales de
la Ley Nº 18.101, el Código Civil alude al “inquilino”, como sinónimo de arrendatario; a
su vez, en las reglas particulares relativas al arrendamiento de predios rústicos
(artículos 1978 a 1986), que sólo se aplican en subsidio de las normas del Decreto Ley
Nº 993, se alude al “colono”, como sinónimo de arrendatario.
8
Ver artículo “La propiedad austral y los inmuebles ubicados en zonas fronterizas”, de
Juan Pablo Sepúlveda Larroucau, publicado en revista LEX ET VERITAS, Nº 1, 2003,
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Internacional SEK, pp. 213 y
siguientes.
9
Alessandri Rodríguez, Arturo: “De Los Contratos”, Editorial Jurídica Ediar-ConoSur,
1988, p. 160.
10
Podría haber ocurrido que las partes hubieren estipulado que la cosa quede en poder
del vendedor hasta el vencimiento del pacto de retroventa, y que el derecho conferido
por éste caduque en definitiva. En tal caso, subraya un fallo de la Corte de Tacna de
mayo de 1913, el vendedor no estará obligado al pago de intereses o de arriendo,
salvo que así se hubiere convenido: Repertorio de Legislación y Jurisprudencia
Chilenas, Código Civil y leyes complementarias, Tomo VII, Editorial Jurídica de Chile,
1997, p. 395.
11
Alessandri, en la obra citada, p. 160, dice que el contrato es conmutativo, “porque
las prestaciones de las partes son equivalentes”, lo que obviamente constituye un
error. El contrato es conmutativo, porque las prestaciones se miran como
equivalentes, lo que implica que objetivamente pueden no serlo.
12
Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas. Código Civil y leyes
complementarias (en adelante Repertorio), Tomo VIII, Editorial Jurídica de Chile, 1997,
p. 68.
13
Ana María Hübner y Sofía Vergara, ob. cit., p. 9.
14
www.cajpe.org.pe: Código Civil peruano.
15
Se señala al efecto, en una nota de Vélez Sarsfield al art. 1505 en el antiguo Código
Civil argentino: “En casi todos los Códigos se permiten los arrendamientos hasta por
99 años, o por determinadas vidas. Los principios sociales de las monarquías europeas
podían permitirlo como permitían la prohibición de vender, cuando el testador o el
contrato la imponían. Un arrendamiento hace siempre que la cosa no se mejore, y
cuando fuese de treinta, cuarenta, o noventa años, sería sumamente embarazoso para
la enajenación de las cosas, y para su división entre los diversos comuneros, que por
sucesión viniesen a ser propietarios de la cosa. Tanto por una razón de economía
social, como por no impedir la transferencia o enajenación de las cosas, o por
embarazar la división de las herencias, hemos juzgado que no debían permitirse los
arrendamientos que pasen de diez años. El Derecho Romano y el Español daban al
arrendamiento de más de diez años el carácter de usufructo, y así en verdad venía a
ser por la necesidad de dar al arrendatario un derecho real, desde que debía suponerse
que los dueños de la cosa arrendada serían muchísimas personas, en los
arrendamientos de treinta o cuarenta años”.
16
Hübner, Ana María y Vergara, Sofía, ob. cit., p. 12.
17
Plazo adicional que, en todo caso, ha disminuido, tras la reforma introducida a la Ley
Nº 18.101, por la Ley Nº 19.866, según estudiaremos.
18
“No sería válido convenir un pacto comisorio calificado en el contrato de
arrendamiento de predios urbanos, en que frente al incumplimiento del arrendatario se
a) Arrendamiento y compraventa.
a.1) Semejanzas.
i.- Ambos tienen los mismos requisitos: consentimiento, cosa y precio;
ii.- Ambos son consensuales, bilaterales, onerosos, conmutativos y
principales;
iii.- En ambos, una de las partes contrae la obligación de entregar una
cosa, y de sanear la evicción y los vicios redhibitorios20, y la otra parte
la obligación de pagar un precio;
iv.- Ambos pueden recaer sobre una cosa ajena, que no pertenezca al
vendedor o al arrendador, hipótesis que no obstan a la validez del
contrato respectivo.
a.2) Diferencias.
i.- En la compraventa, el vendedor está obligado a proporcionar al
comprador el goce tranquilo y útil de la cosa, y si es dueño, a
transferirle el dominio de la misma; en el arrendamiento, el arrendador
pusiera término de inmediato o “ipso facto” al contrato, puesto que la Ley número
18.101, en su artículo 19, dispone que los derechos conferidos en esta ley a los
arrendatarios son irrenunciables y, dentro de estos derechos, el término del arriendo,
el que debe solicitarse judicialmente por el arrendador”: Hübner, Ana María y Vergara,
Sofía, ob. cit., pp. 9 y 10.
19
Celis Rodríguez, Rubén, Normas especiales de arrendamiento de predios urbanos,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1982, p. 25.
20
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 160.
21
Así, por ejemplo, hoy no hay limitaciones para convenir libremente entre las partes
la renta de arrendamiento de inmuebles, a diferencia de lo que acontecía en el pasado,
en ciertos casos. En tal sentido, el artículo 2º transitorio de la Ley 18.101, sobre
arrendamiento de predios urbanos, dispuso que en los contratos de arrendamiento que
se celebraren durante los cuatro años siguientes a la fecha de publicación de la citada
ley (vale decir, en el período que transcurrió entre el 29 de enero de 1982 y el 29 de
enero de 1986), la renta anual máxima no podía exceder del 11% del avalúo vigente
para el pago del impuesto territorial. Se trataba entonces de una renta máxima legal,
como el propio artículo lo señalaba. En todo caso, la restricción en el monto de la renta
no afectaba a numerosos inmuebles, excluidos de la norma legal, entre ellos los
construidos conforme al Decreto con Fuerza de Ley número Dos del año 1959, las
viviendas cuyos avalúos para los efectos del pago del impuesto territorial fueren
superiores a 406 Unidades de Fomento y los destinados a locales comerciales o
industriales, oficinas, teatros y cines, y, en general, a actividades lucrativas.
22
Hübner, Ana María y Vergara, Sofía, ob. cit., p. 10.
23
Repertorio, Tomo V, p. 222.
24
Repertorio, Tomo VII, p. 389.
25
Gaceta Jurídica Nº 199, pp. 99 y siguientes, Santiago de Chile, ConoSur-LexisNexis
Chile.
b) Arrendamiento y usufructo.
b.1) Semejanzas.
i.- Tanto el arrendamiento como el usufructo confieren un derecho de
goce sobre cosa ajena27;
ii.- Ambos sólo confieren la mera tenencia sobre la cosa.
b.2) Diferencias.
i.- El arrendamiento confiere un derecho personal al arrendatario, para
gozar de la cosa dada en arriendo; el usufructo otorga un derecho real;
ii.- El arrendamiento sólo tiene por fuente el contrato; el usufructo
puede originarse en la voluntad del testador, el acuerdo de los
contratantes o en la ley (derecho legal de goce o usufructo legal del
padre o madre sobre los bienes del hijo no emancipado y el del marido
sobre los bienes de su mujer, cuando hubiere sociedad conyugal);
iii.- El arrendador contrae obligaciones correlativas; el nudo propietario
no se obliga para con el usufructuario, sin perjuicio de respetar su
usufructo;
iv.- El usufructuario debe rendir caución suficiente de conservación y
restitución y debe practicar un inventario solemne; el arrendatario no
26
Gaceta Jurídica Nº 145, pp. 80 y siguientes, Santiago de Chile, ConoSur-LexisNexis
Chile.
27
Meza Barros, Ramón, Manual de Derecho Civil. De las fuentes de las obligaciones,
Tomo I, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1997, p. 194.
c) Arrendamiento y comodato.
c.1) Semejanzas.
i.- Ambos contratos proporcionan el goce sobre una cosa ajena;
ii.- Ambos sólo confieren la mera tenencia sobre la cosa.
c.2) Diferencias.
i.- El arrendamiento es un contrato bilateral; el comodato es un contrato
unilateral;
ii.- El arrendamiento es un contrato oneroso; el comodato es un
contrato gratuito;
iii.- El arrendamiento es consensual, por regla general; el comodato es
un contrato real;
iv.- El arrendamiento no se extingue con la muerte del arrendador o del
arrendatario; el comodato se extingue con la muerte del comodatario.
7.1. Definición.
Se entiende por tal aquél contrato por medio del cual una de las
partes, llamada arrendador, se obliga a conceder el goce de una cosa a
la otra de las partes, llamada arrendatario, la que se obliga a pagar por
ese goce un precio determinado.
Si bien el Código Civil, en el art. 1915, alude al “goce de una
cosa”, es obvio que el arrendamiento confiere también el uso de la
misma, entendiéndose, igual que acontece en el artículo 582 del mismo
Código, cuando se define el dominio o propiedad, que la facultad de uso
está comprendida por la facultad de goce, para los efectos de ambos
artículos (lo mismo acontece en el art. 764, cuando se define el
usufructo, y en el art. 811, cuando se define el derecho real de uso,
ambos del Código Civil).
El Ius Utendi significa que el propietario puede utilizar o servirse
de la cosa. En tal sentido, “La facultad de uso se traduce en aplicar la
cosa misma a todos los servicios que es capaz de proporcionar, sin tocar
b) La cosa arrendada.
28
Alessandri Arturo, Somarriva Manuel y Vodanovic Antonio, Tratado de los derechos
reales. Bienes, Tomo I, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, Quinta Edición,
1993, p. 52.
29
Alessandri Arturo, Somarriva Manuel y Vodanovic Antonio, ob. cit., p. 52.
c) El precio.
30
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 162.
31
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 162.
32
Meza Barros, Ramón, ob. cit., p. 197.
33
Véase la obra de Hernán Quiroz Valenzuela La lesión en el leasing inmobiliario,
Metropolitana Ediciones, Santiago, 2001, que analiza el leasing inmobiliario en general
y la lesión enorme en particular.
34
Ver artículo “La propiedad austral y los inmuebles ubicados en zonas fronterizas”, de
Juan Pablo Sepúlveda Larroucau, publicado en revista LEX ET VERITAS, Nº 1, 2003,
Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad Internacional Sek, pp. 213 y
siguientes.
35
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 163.
36
Como señala Carlos Ducci Claro, “...en el contrato de arrendamiento no podemos
hablar de resolución. La resolución declarada obliga a retrotraer las cosas al estado de
celebrarse el contrato. Esto sería imposible en el arrendamiento, en que hubo
obligaciones que se cumplieron por ambas partes y que son irreversibles. Por ello en
los contratos de tracto sucesivo hablamos de “terminación” y no de resolución”: Carlos
Ducci Claro, El arrendamiento de bienes raíces urbanos, Imprenta Salesianos, 1982.
37
Repertorio, Tomo VIII, p. 83.
38
Repertorio, Tomo VIII, p. 83.
39
Meza Barros, Ramón, ob. cit., p. 200.
40
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 164.
41
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 164.
42
Repertorio, Tomo VIII, p. 86.
43
Repertorio, Tomo VIII, pp. 87 y 88.
44
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 166.
45
Repertorio, Tomo VIII, p. 95.
aplicable a todos los demás casos, sea que el mal estado de la cosa se
produzca por culpa del arrendador o por caso fortuito o fuerza mayor”46.
Puede ocurrir también que el impedimento para el goce de la cosa
sólo sea parcial, o que la cosa se destruya en parte. En estos casos, el
juez decidirá, de no haber acuerdo entre las partes, entre:
i.- Acoger la demanda de terminación de contrato; o
ii.- Conceder una rebaja del precio o renta.
Puede ocurrir que se deseche la demanda del arrendatario destinada
a obtener la terminación del contrato, y después, deduzca una nueva,
para conseguir la rebaja de la renta. Al respecto, se afirma en una
sentencia de la Corte Suprema, de septiembre de 1944, que “La
sentencia que desecha la demanda en que se pedía la terminación del
arrendamiento porque el estado de la cosa no impide su uso total, no
obsta para que se acoja la nueva demanda en que se persigue la rebaja
de la renta basada en que los deterioros habían privado al arrendatario
de parte del goce de la cosa arrendada, pues el objeto de la demanda es
distinto en uno y otro juicio: en el primero se deduce la acción a que se
refiere el inciso 1º del artículo 1932 del Código Civil, y en el segundo, la
que se contempla en el inciso 2º del mismo artículo. En consecuencia,
aquella sentencia no produce cosa juzgada en el segundo juicio” 47.
En cuanto a la indemnización a que tiene derecho el arrendatario,
distinguimos (art. 1933 del Código Civil):
i.- Si el vicio de la cosa tuvo una causa anterior al contrato: tendrá
derecho el arrendatario para que se le indemnice el daño emergente;
ii.- Si el vicio era conocido del arrendador al tiempo del contrato: tendrá
derecho el arrendatario para que se le indemnice el daño emergente y el
lucro cesante48;
iii.- Si el vicio era tal que el arrendador debió por los antecedentes
previos preverlo o por su profesión conocerlo: tendrá derecho el
arrendatario para que se le indemnice el daño emergente y el lucro
cesante.-
Sin embargo, carecerá el arrendatario del derecho a ser indemnizado,
en los siguientes casos (art. 1934 del Código Civil):
i.- Si contrató a sabiendas del vicio redhibitorio que afectaba a la cosa y
no se obligó el arrendador a sanearlo;
ii.- Si el vicio era tal, que el arrendatario no pudo, sin grave negligencia
de su parte ignorarlo;
iii.- Si renunció expresamente a la acción de saneamiento por el mismo
vicio, designándolo. Nótese que no basta con renunciar a la acción,
46
Repertorio, Tomo VIII, p. 95.
47
Repertorio, Tomo VIII, p. 97.
48
En este caso, estamos ante un caso de dolo negativo, esto es, ante una hipótesis en
que una de las partes estaba obligada a informar a la otra acerca de algún aspecto del
contrato, y no lo hizo, ocasionando dicha omisión un daño a la contraparte.
49
El art. 2º transitorio de la Ley Nº 18.101, aplicado para los contratos de
arrendamiento celebrados hasta el 29 de enero del año 1986, según expresamos,
dispone que “El arrendador podrá exigir al arrendatario que caucione sus obligaciones
mediante una garantía que deberá ser en dinero y, en tal caso, ésta no podrá exceder
de un mes de renta. / Cuando procediere la devolución de la garantía, el arrendador
deberá restituirla reajustada en la misma proporción a la variación que haya
experimentado el Indice de Precios al Consumidor, determinado por el Instituto
Nacional de Estadísticas o por el organismo que haga sus veces, entre el mes
anteprecedente a la entrega de ella y el mes anteprecedente al de su devolución”.
50
Ana María Hübner y Sofía Vergara, señalan “El artículo 2º transitorio de la Ley
número 18.101, en su número 7, faculta al arrendador para que exija al arrendatario
una caución de sus obligaciones mediante una garantía, la que, necesariamente, debe
ser en dinero, y no puede ser superior a un mes de renta. Estas normas si bien están
dentro de la normativa transitoria, son de aplicación actual y permanente” (el
destacado es nuestro): ob. cit., pp. 43 y 44. Habría que precisar, sin embargo, que la
frase citada no puede llevarnos a concluir que siga vigente la limitación de un mes de
renta por concepto de garantía, pues el aludido artículo transitorio expiró hace ya largo
52
Jorge López Santa María, Los Contratos. Parte general, Tomo II, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 1998, p. 406.
53
En una sentencia de la Corte de Apelaciones de Santiago de fecha 13 de noviembre
de 1997, se establece la siguiente doctrina, en contra de la tesis sustentada por la
Corte Suprema: “1º.- Que, el carácter consensual que supone el contrato de
arrendamiento verbal, hace inaplicable a su respecto las normas restrictivas de la
prueba testimonial a que se refieren los artículos 1708 y 1709 del Código Civil, a lo
cual habrá que agregar, la facultad que le concede la ley a los jueces, para apreciar en
conciencia, en esta clase de juicios, la prueba rendida en autos, conforme lo dispone el
artículo 15 de la ley Nº 18.101; 2º.- Que los documentos de fs. 64, 65, 66, 67 y 86
acompañados en esta instancia por la parte demandada y no objetados, no son
suficientes para contradecir el mérito de la prueba de primer grado que ha sido
sustento del fallo impugnado, puesto que corresponden a recibos de pago de
arrendamientos por períodos anteriores a lo que se demanda en este juicio, y todos,
salvo uno, más antiguo que la vigencia del contrato que ligó a los litigantes. Se
confirma, con costas del recurso, la sentencia apelada de dos de enero de mil
novecientos noventa y seis, escrita a fs. 53. Regístrese y devuélvase. Redactó el
Ministro señor Juica. Pronunciada por los Ministros señores Carlos Cerda Fernández,
Milton Juica Arancibia y Cornelio Villarroel Ramírez”: Gaceta Jurídica, Nº 209, p. 109,
Santiago de Chile, ConoSur-LexisNexis Chile.
54
Repertorio, Tomo VIII, p. 127.
55
Repertorio, Tomo VIII, p. 127.
56
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 170.
57
Repertorio, Tomo VIII, p. 109.
58
Jorge López Santa María alude al artículo 1973, entre las manifestaciones concretas
del efecto absoluto de los contratos. Señala al efecto que “A veces el legislador
confiere al acreedor una acción directa, que le habilita para actuar en nombre propio,
en sede contractual, contra el cocontratante de su deudor. Es decir, para oponer al
demandado un contrato en que el actor no fue parte (...) Así, en la hipótesis del
artículo 1973, el arrendador tiene derecho para expeler al subarrendatario que hubiera
tenido notoria mala conducta, de la casa o edificio”, Los Contratos. Parte general,
Tomo II, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1998, pp. 362 y 363.
59
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 172.
60
López Santa María Jorge, Los Contratos. Parte general, Tomo I, Editorial Jurídica de
Chile, 1998, pp. 279 y 280.
61
Orrego Acuña, Juan Andrés, El Contrato de Arrendamiento, 2ª edición ampliada,
Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2011, pp. 260-277.
c.6) Derecho a pedir al Tribunal que lo autorice para retener bienes del
arrendatario, cuando éste le adeude rentas o indemnizaciones.
62
Repertorio, Tomo VII, pp. 264 y 265.
63
Respecto a los gastos comunes, el art. 4º de la Ley Nº 19.537, sobre Copropiedad
Inmobiliaria, dispone que serán de cargo del propietario de la unidad, pero
usualmente, se trata de una obligación que pesa sobre el arrendatario.
64
“Como el artículo 1489 no distingue de qué naturaleza debe ser el incumplimiento,
cualquiera de las obligaciones contraídas, una vez infringida importa el cumplimiento
de tal condición. Aplicando el conocido aforismo jurídico de que donde la ley no
distingue no le es lícito al hombre distinguir, hay que llegar a la conclusión de que
cualquiera que sea la obligación infringida importa la realización de la condición
resolutoria; sea que se infrinja una obligación principal, sea que se infrinja una
obligación secundaria, sea que se infrinja totalmente una obligación, o sea que se
infrinja parcialmente una obligación, se verificará la condición resolutoria del artículo
1489”: Arturo Alessandri Rodríguez, Teoría de las obligaciones, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica Ediar-ConoSur Ltda., 1988, pp. 197 y 198. Véase también a René
Ramos Pazos, De las obligaciones, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1999,
pp. 167 y siguientes. Jorge López Santa María, por el contrario, aludiendo al principio
de la buena fe contractual, y concretamente al referirse a la buena fe objetiva, señala:
“Como novedades normativas posibles, deseables en mi opinión, y susceptibles de
derivarse de la buena fe, menciono las que siguen, a vía de ejemplos: a)
desestimación de la demanda de resolución de un contrato fundada en un
incumplimiento parcial de poca monta. Y rechazo de la exceptio non rite adimpleti
contractus”, o sea, “la excepción de contrato no cumplido opuesta por el demandado,
sobre la base de que el demandante ha dejado sin cumplir una parte mínima o
insignificante de sus obligaciones”: Jorge López Santa María, ob. cit., Tomo II, p. 403.
65
En una sentencia de la Corte de Apelaciones de fecha 9 de enero de 1996, se
rechazó un recurso de protección interpuesto por un arrendatario, sobre la base de los
siguientes hechos:
d.7) Derecho a pedir al Tribunal que lo autorice para retener bienes del
arrendador, cuando éste le adeude indemnizaciones.
a) Concepto.
66
La referencia al “departamento”, debe entenderse hoy a la comuna respectiva, por
aplicación de la Ley Nº 18.776, publicada en el Diario Oficial de fecha 18 de enero de
1989.
67
Somarriva Undurraga Manuel, Tratado de las Cauciones, Contable Chilena Ltda.-
Editores, Santiago, p. 8, 1981.
68
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 173.
69
Repertorio, Tomo VIII, p. 106.
70
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 174.
71
Repertorio, Tomo VIII, pp. 118 y 119.
72
Repertorio, Tomo VIII, p. 72.
73
Repertorio, Tomo VIII, p. 107.
74
Repertorio, Tomo VIII, pág. 107.
75
Alessandri, Arturo, ob. cit., pág. 176.
voluntad del primero? El art. 1959 del Código Civil distingue al efecto
dos situaciones, que se basan en la buena o mala fe con que contrató el
arrendador:
i.- Si el arrendador era usufructuario o propietario fiduciario o contrató
teniendo sobre la cosa un derecho sujeto a condición resolutoria
(debiera tratarse de una condición resolutoria ordinaria, por ejemplo,
porque pactó con su vendedor un pacto de retroventa, y no tácita, ya
que ésta quedaría comprendida en el caso siguiente, cuando el
arrendamiento concluye por culpa del arrendador), no habrá lugar,
por regla general, a indemnización de perjuicios por la cesación del
arriendo en virtud de la resolución del derecho;
ii.- Pero si encontrándose en alguna de las situaciones mencionadas,
hubiere arrendado como propietario absoluto (ocultando entonces su
calidad de usufructuario, o de propietario fiduciario o sujeto a condición
resolutoria), será obligado a indemnizar al arrendatario, salvo que
éste haya contratado a sabiendas de que el arrendador no era
propietario absoluto.
76
Sepúlveda Larroucau, Marco Antonio, Estudio de títulos de inmuebles, Editorial
metropolitana, 2002, pp. 143 y 144.
77
Repertorio, Tomo VIII, pp. 148 y 149.
78
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 180.
79
Somarriva Undurraga Manuel, ob. cit., pp. 422 y 423.
80
Meza Barros, Ramón, Manual de Derecho Civil, De las fuentes de las obligaciones,
Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, Octava Edición, 1997, p. 232.
81
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., p. 86.
82
Mery Berisso Rafael, Derecho Hipotecario, Editorial Jurídica de Chile, 1958, pp. 331 y
332.
83
Repertorio, Tomo VIII, pág. 173.
84
Repertorio, Tomo VIII, p. 171.
otra forma que no sea la compulsiva usada para este fin, actuando el
juez en la escritura correspondiente como representante legal de su
condición de vendedor-propietario y no de su rol de arrendador o de
cualquiera otra índole que pudiese investir”85.
El art. 10 del citado Decreto Ley, que regula, según expresamos,
el arrendamiento de predios rústicos, dispone: “Si el arrendador
vendiere o transfiriere a cualquier título el predio arrendado, el nuevo
propietario estará obligado a mantener los términos del contrato de
arrendamiento, salvo acuerdo de éste con el arrendatario”. La
disposición modifica entonces al Nº 2 del art. 1962 del Código Civil, en
cuanto el contrato de arrendamiento del predio rústico le será oponible
al tercero adquirente, aún si el arrendamiento se pactó por instrumento
privado. Ahora bien, del fallo de julio de 1989 de la Corte Suprema, se
desprende que la venta en pública subasta, decretada por orden de la
justicia, no supone que sea el arrendador quien vende el predio rústico,
y por ende, el comprador no estará obligado a respetar el contrato de
arrendamiento.
No estamos de acuerdo con dicha doctrina, y sí lo estamos con la
de Alessandri, quien en relación al art. 1962, advertía que no se
distinguía entre venta voluntaria o forzada, cuestión que tampoco
acontece en el art. 10 del Decreto Ley Nº 993. Además, creemos
errónea la conclusión en orden a no ser el arrendador quien venda,
cuando se trata de una venta forzada, pues en tal caso, el
consentimiento del tradente (o sea, del arrendador), se dio
anticipadamente, al momento de contraer la obligación cuyo
incumplimiento ocasionó el remate de la finca, pues al contraer la
deuda, el arrendador quedó sometido al derecho de prenda general de
su acreedor, y éste, al ejercerlo, obtuvo el embargo del inmueble y su
posterior subasta. No es entonces el juez la parte del contrato de
compraventa, sino que el propio deudor (arrendador), representado
legalmente por el juez. Por ende, a nuestro juicio, el adjudicatario sí
estaba obligado a respetar el contrato de arrendamiento celebrado por
el arrendador.
Cabe preguntarse también, qué ocurre si el predio rústico se
transfiere por el arrendador a título gratuito. Aunque el art. 10 del
Decreto Ley Nº 993 no se puso en tal caso, el inciso primero del artículo
siguiente dispone que “En todo lo no previsto en este Título, se aplicarán
las disposiciones legales comunes que rigen los contratos, en especial
las contenidas en el Título XXVI, Libro IV, del Código Civil”. Ahora bien,
el art. 1962 del Código Civil está precisamente entre tales normas, de
manera que debiéramos concluir que si el predio rústico se transfiere a
85
Lecaros Sánchez, José Miguel, Las cauciones reales. Prenda e hipoteca,
Metropolitana Ediciones, Santiago, 2001, pp. 313 y 314, quien cita a su vez a
Hinzpeter, Rodrigo, La Hipoteca, Editorial La Ley, Santiago, 1993.
86
Repertorio, Tomo VIII, p. 173.
87
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 179.
88
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., pp. 86 y 87.
89
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., p. 87.
90
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., pág. 82.
91
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., pp. 88 y 89.
92
Cuando entró en vigencia la Ley Nº 18.101, Carlos Ducci destacaba que “El propósito
de la ley es liberar al contrato de arrendamiento de bienes urbanos de las numerosas
regulaciones que lo constreñían; se vuelve a la libertad contractual en materia de
rentas de arrendamiento, se elimina la intervención de la Dirección de Industria y
Comercio y desaparece la necesidad de invocar motivos plausibles para desahuciar”:
Carlos Ducci Claro, ob. cit., p. 7.
93
Repertorio, Tomo VIII, p. 68.
94
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., p. 32.
vicio de nulidad absoluta, por objeto ilícito, pues se habría infringido una
norma prohibitiva.95
95
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., p. 32.
96
Ducci Claro, Carlos, ob. cit., pp. 32 y 33.
97
Ducci Claro, Carlos, pp. 33 y 34.
98
El sistema de Subsidio Habitacional Unificado, está regulado por el Decreto Supremo
número 44, del Ministerio de la Vivienda y Urbanismo, publicado en el Diario Oficial de
fecha 9 de abril de 1988.
99
Oscar Ignacio Olavarría, señala al respecto que “...inexplicablemente en el caso de la
demanda verbal la ley no ha reglamentado la manera de hacer efectiva ésta: no se
señala ante qué Tribunal debe interponerse, no se establece la obligación del Tribunal
de levantar un acta, proveer, notificar al demandado, etc. En las condiciones
expresadas, el actor se encontrará por esa circunstancia prácticamente impedido de
formular demanda verbal, puesto que simplemente no sabrá a qué tribunal acudir, ya
que la ley no lo ha determinado. Lógicamente, tal dificultad no se planteará en los
lugares en que exista un tribunal único, pero sí en todos aquellos en que funcionen
varios y, especialmente, en las grandes ciudades, en las cuales el interesado no tendrá
otra opción que formular la tradicional demanda escrita, ingresarla a distribución y
continuar su gestión ante el tribunal de destino. Tan efectivo es lo anterior, que la
Corte de Apelaciones de Santiago, como una manera d solucionar la dificultad
planteada, ha comenzado a distribuir modelos de demanda para ser usados por los
interesados, desvirtuándose de ese modo el supuesto propósito de los legisladores de
establecer un procedimiento oral.”: en “La Semana Jurídica”, Nº 147, semana del 1 al
100
Torres Neuquen, Manual de Derecho Procesal II, Tomo 1, en www.todoiure.com.ar.
101
Torres Neuquen, Manual de Derecho Procesal II, Tomo 1, en www.todoiure.com.ar.
primer gobierno de Carlos Ibáñez del Campo), que a su vez había sido
sustituido por el art. 2 de la Ley Nº 19.866102.
El citado artículo único, dispone: “El propietario u ocupante a
cualquier título de una vivienda, para cambiar su domicilio, deberá
efectuar una declaración jurada ante el notario con competencia en la
comuna en que el declarante tiene actualmente su morada, o ante el
Oficial del Registro Civil competente en el mismo lugar, si allí no hubiere
notario, en la cual dejará constancia del domicilio del cual se mudará y
de aquél al cual lo hará. En esta declaración jurada se deberá dejar
constancia, además, de que el declarante no tiene impedimento legal,
judicial ni contractual para efectuar la mudanza. / El notario o el Oficial
Civil ante el cual se realice la declaración señalada en el inciso
precedente, solicitará al declarante antecedentes que acrediten la
calidad invocada, para lo cual bastará exhibir los recibos del impuesto
territorial o del pago de los servicios, extendidos a su nombre. Si quien
se trasladará no es el propietario, deberá presentar la autorización de
éste o de quien haya recibido la tenencia del inmueble, o el recibo que
acredite el pago de la renta de arrendamiento correspondiente al último
mes, así como las constancias de encontrarse al día en el pago de los
servicios con que cuente el inmueble. / El arancel por la declaración
jurada señalada en el inciso primero no podrá ser superior a dieciocho
milésimos de unidad tributaria mensual. / Si no se ha dado
cumplimiento a las disposiciones precedentes, Carabineros impedirá que
se efectúe la mudanza. Sin perjuicio de ello, la infracción será castigada
con multa de una a cuatro unidades tributarias mensuales, por el
respectivo juzgado de policía local”.
Cabe formular algunas observaciones al tenor de la ley:
i.- La declaración jurada se le exige a cualquier persona que deba
mudarse de domicilio, sea o no el dueño del inmueble desde el cual se
mudará;
ii.- La declaración no puede hacerse ante cualquier Notario Público u
Oficial Civil: sólo ha de hacerse ante aquél en que el declarante tenga su
morada;
iii.- En la declaración jurada, debe dejarse constancia de que el
declarante no tiene impedimento legal, judicial ni contractual. Respecto
al último de estos eventuales impedimentos, bien podría ocurrir que el
contrato de arrendamiento diga que el arrendatario, previo a realizar
esta declaración jurada, deberá obtener una constancia del arrendador,
en la que éste manifieste no tener reparo para que se realice la aludida
declaración.
102
Antes de esta modificación, la ley aludía a la obtención de un “salvoconducto”, que
debía procurarse en la respectiva unidad de Carabineros. Ahora, Carabineros sólo debe
fiscalizar que se haya expedido ante Notario Público la respectiva declaración jurada,
por el arrendatario.
i.- Concepto: dispone el art. 12º del Decreto Ley Nº 993, que “Se
entenderá por contrato de mediería o aparcería aquel en que una parte
se obliga a aportar el uso de una determinada superficie de terreno y la
otra el trabajo para realizar cultivos determinados, con el objeto de
repartirse los frutos o productos que resulten”.
Según veremos, se trata de un contrato consensual, que rompe por
ende la regla aplicable tratándose del arrendamiento de predios rústicos.
Con todo, la ley presume un conjunto de estipulaciones, si las partes
celebran el contrato verbalmente.
ii.- Partes del contrato: quien se obliga a aportar el uso de la tierra, se
llama cedente; el que se obliga a trabajarla, mediero (art. 12º, inc. 2º).
iii.- Obligaciones de las partes (art. 12º, inc. 1º):
i) El cedente, debe aportar el uso de una determinada
superficie de terreno;
ii) El mediero, debe aportar el trabajo para realizar cultivos
determinados;
iii) Tanto el cedente como el mediero deben aportar los
elementos necesarios para la adecuada explotación del
terreno;
iv) Ambas partes deben concurrir a los gastos de producción;
v) Los dos contratantes deben realizar en forma conjunta la
dirección de la explotación;
vi) Cedente y mediero deben participar en los riesgos de la
explotación.
vii) Cedente y mediero deben abstenerse de ceder los derechos
resultantes del contrato (artículo 15 del Decreto Ley 993).
viii) Los medieros están obligados a dar cumplimiento a las
disposiciones contractuales, legales y reglamentarias sobre
protección y conservación de los recursos naturales (artículo
17 del Decreto Ley 993).
iv.- Contenido mínimo del contrato de mediería, cuando se celebra por
escrito (art. 13º):
8.1. Concepto.
Son tres:
a) El consentimiento, como en todo contrato;
b) Un precio, como en todo arrendamiento.
Bajo dos modalidades puede convenirse el precio:
i.- Pagar una sola cantidad, por toda la obra: obra a precio alzado;
ii.- Pagar por etapas o partes, según avance la obra: obra por
administración.
Si las partes no hubieren fijado el precio, el art. 1997 del Código Civil
establece:
i.- Se presumirá que las partes han convenido en el que ordinariamente
se paga por la misma especie de obra (vale decir, la ley se remite a la
costumbre); y
ii.- A falta de dicho precio, será el que se estime equitativo por peritos.
c) Encargar la ejecución de una obra material: el arrendador pone
su trabajo o experticia al servicio de otro, con el fin de transformar una
materia y confeccionar una nueva obra para el arrendatario. Como
señala Alessandri, “caben dentro de este contrato los más variados
trabajos: el de sastre, del carpintero, del arquitecto, del ingeniero, etc.
103
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 182.
104
Alessandri, Arturo, ob. cit., p. 182.
El inc. 2º del art. 1999 del Código Civil, faculta al que encargó la
obra para hacerla cesar, de manera unilateral, lo que constituye una
excepción a la regla general, que exige el consentimiento de las partes.
Si ejerce esta facultad, deberá reembolsar al artífice todos los costos en
que hubiere incurrido, darle lo que vale el trabajo hecho (hasta el cese
del contrato) y lo que hubiere podido ganar en la obra.
105
Alessandri, Arturo, ob. cit., pág. 184.
9.1. Concepto.
106
Redacción de la sentencia por Ministra Suplente Sra. Flora Sepúlveda R.
art. 1999, que se remite al art. 2006.107 El mismo art. 1999 rige para
las profesiones que se regulan por las reglas del mandato, con las
graduaciones del art. 2129, según si se trata de un mandato
remunerado, donde la responsabilidad será “más estricta”, o si estamos
ante un mandato asumido contra la voluntad del mandatario, donde se
responderá en forma “menos estricta”, aunque en ambos casos, a juicio
de una parte de la doctrina, dentro del rango de la culpa leve; o en
opinión de otra parte de la doctrina, respondiendo de culpa levísima, si
el mandato fuere remunerado, o sólo por culpa lata o grave, si se
asumió el mandato contra la voluntad del mandatario. Personalmente,
nos adscribimos a la primera doctrina. En efecto, no parece razonable
que se sostenga que el mandatario remunerado responderá de culpa
levísima, considerando que el contrato cede en favor de ambos
contratantes. Por ende, y conforme al art. 1547, inc. 1º, del Código
Civil, debe responder siempre de culpa leve. Adicionalmente, puede
agregarse una razón de texto, pues el inc. 2° del art. 2129, al aludir al
mandatario remunerado, emplea la expresión “Esta responsabilidad”, o
sea, la misma a la que se refiere el inciso 1°, y tal es la que impone
responder hasta de la culpa leve.
Habrá también supuestos de responsabilidad precontractual,
como en el caso del art. 2125, cuando la persona a quien se le encargan
negocios ajenos, no adopta providencias conservativas urgentes. El
incumplimiento de esta obligación precontractual dará lugar a la
correspondiente indemnización de perjuicios. Asimismo, habrá casos en
los que la responsabilidad profesional debe ser considerada
extracontractual, o al menos, no derivada de un contrato. Por
ejemplo, cuando el deber de actuación profesional proviene de un
imperativo legal, como en el caso en que el Estado nombra a un
abogado de turno para representar a quien no puede proporcionárselo
por sí mismo.108
Por otra parte, todos los daños que el profesional cause a terceros
al ejecutar un contrato, se regirán por las reglas de la responsabilidad
extracontractual, ya que para ellos, el contrato no les resulta oponible.
Un aspecto que puede suscitar dudas, dice relación con la
responsabilidad colectiva de un equipo o de una sociedad de
profesionales. Ello, porque en las sociedades modernas, las
profesiones liberales difícilmente se ejercen de manera individual,
siendo frecuente la formación de equipos en que confluyen profesionales
de la misma o diversas profesiones. La confluencia puede darse de
hecho, como una organización no formalizada jurídicamente, pero que
opera como grupo, o mediante la constitución de una sociedad de
107
Corral Talciani, Hernán, Lecciones de responsabilidad civil extracontractual,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 2004, p. 274.
108
Corral Talciani, Hernán, ob. cit., p. 275.
Dispone el art. 2521, inc. 2º, del Código Civil, que prescriben en
dos años, los honorarios de jueces, abogados, procuradores; los de
médicos y cirujanos; los de directores o profesores de colegios y
escuelas; los de ingenieros y agrimensores, y en general, de los que
ejercen cualquier profesión liberal.
El art. 2523, inc. 1º, del mismo Código, por su parte, advierte que
la prescripción mencionada en el art. 2521, corre contra toda clase de
personas y no se suspende. Agrega el inc. 2º: “Interrúmpense: 1º
Desde que interviene pagaré u obligación escrita, o concesión de plazo
por el acreedor; 2º Desde que interviene requerimiento.111/ En ambos
casos sucede a la prescripción de corto tiempo la del artículo 2515”.
Ahora bien, la prescripción del art. 2515, es la de largo tiempo.
Por lo tanto, se produce aquí lo que la doctrina ha denominado la
interversión de la prescripción. De esta forma, una prescripción que
109
Corral Talciani, Hernán, ob. cit., pp. 276 y 277.
110
Corral Talciani, Hernán, ob. cit., pp. 276 y 277.
111
Indica Ramos Pazos que “Respecto a lo dicho en el número 2 del artículo 2523, se
ha fallado que se refiere al requerimiento extrajudicial (R.D.J., t. 64, sec. 1ª, pág.
236), pues si hay demanda judicial, se aplican las reglas generales de los artículos
2503 y 2518. Esta es también la opinión de Emilio Rioseco (...) hay fallos en sentido
contrario (R.D.J., t. 78, sec. 2ª, pág. 73)”: René Ramos Pazos, “De las obligaciones”,
Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1999, p. 450.
CONTRATO DE ARRENDAMIENTO112
________________________________
________________________________
112
Advertencia: éste es un modelo genérico para uso exclusivamente académico y para
su estudio por los alumnos de Derecho, y, por tanto, sólo se alude en él a las
principales cláusulas que debe contener un contrato de arrendamiento, sin extenderse
a otras declaraciones que deban hacerse en cada contrato en particular, conforme lo
exijan las circunstancias del caso concreto de que se trate. Por lo tanto, deberá
solicitarse la asesoría de un abogado para la redacción de un contrato de
arrendamiento que, eventualmente, será presentado al Conservador de Bienes Raíces
competente para su inscripción.
OCTAVO:
ALTERNATIVA UNO, PLAZO FIJO SIN PRÓRROGA: El presente contrato
comenzará a regir desde el _______________, y se extenderá hasta el
día __________________, ambos días inclusive. En esta última fecha,
el presente contrato de arrendamiento expirará de manera definitiva e
irrevocable, sin que opere ninguna prórroga o tácita reconducción,
debiendo el arrendatario proceder a restituir materialmente el inmueble
el día _____ de _______________ de __________, libre de ocupantes
y de bienes de propiedad del arrendatario. Por cada día de retardo en la
restitución del inmueble, se devengará una pena, a favor del
arrendador, que ascenderá a la suma de ____________________ pesos
______________. (Opcional: Para garantizar el pago de esta pena
eventual, por este acto, el arrendatario hace entrega al arrendador del
cheque Serie número _____________________, girado contra la cuenta
corriente número _____________________ abierta en el Banco
____________________, facultándose desde ya al arrendador para
llenar dicho documento, por la suma que corresponda al número total de
días en que el arrendatario hubiere incurrido en retardo en la restitución
del predio. El aludido cheque será devuelto al arrendatario, si hace
comunes, etc.
f) Hacer mejoras o variaciones en la propiedad arrendada sin el
consentimiento previo del Arrendador.
g) Causar molestias a los vecinos, o introducir animales, materiales
explosivos o inflamables o de mal olor en la propiedad arrendada.
h) No respetar el Reglamento de Copropiedad del edificio o condominio.
La ocurrencia de uno o más de los hechos precedentemente descritos,
dará derecho al arrendador para poner término inmediato al presente
contrato y demandar la restitución del inmueble, sin perjuicio de su
derecho para exigir el pago de las rentas y la indemnización de todos los
perjuicios que en derecho pudieren corresponder.
DÉCIMO SÉPTIMO: Por este acto, y para los fines previstos en el art.
20 de la Ley Nº 19.537, sobre Copropiedad Inmobiliaria, el arrendador
faculta expresamente al arrendatario para asistir, en representación del
primero, a las asambleas de copropietarios, sean ellas ordinarias o
extraordinarias, y votar en las mismas.
____________________ ________________________
Arrendador Arrendatario
_________________________________
Fiador y codeudor solidario