Metodo TRONCOSO
Metodo TRONCOSO
TRONCOSO
Características
generales
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
INTRODUCCIÓN
Las
tres
últimas
décadas
han
visto
cambiar
sustancialmente
la
actitud
y
el
interés
por
las
personas
con
síndrome
de
Down
y,
en
consecuencia,
ha
aumentado
extraordinariamente
el
número
de
trabajos
de
investigación
y
de
publicaciones
sobre
sus
características
y
sus
posibilidades
en
todos
los
ámbitos
de
la
vida:
escolar,
social,
laboral.
Actualmente
residen,
conviven
y
participan
en
la
comunidad;
se
les
ve,
se
les
trata.
Ello
ha
permitido
conocerles
más
y
mejor;
también
ha
servido
para
demostrar
que
todavía
nos
falta
mucho
por
conocer.
Si,
por
una
parte,
su
mayor
accesibilidad
facilita
el
análisis
de
sus
características,
por
otra,
al
multiplicarse
las
variables
ambientales
de
la
integración
social,
que
son
tan
diferentes
y
difíciles
de
evaluar,
resulta
más
difícil
realizar
un
buen
trabajo
de
investigación
y
de
seguimiento
que
tenga
en
cuenta
todas
esas
variables.
A
pesar
de
estas
dificultades,
podemos
afirmar
que
estamos
siendo
testigos
de
una
positiva
evolución
en
el
desarrollo
de
las
personas
con
síndrome
de
Down,
gracias
a
los
progresos
realizados
en
su
atención,
cuidados
y
educación
durante
las
etapas
tempranas
de
la
vida.
Constatamos
igualmente
que
cuando
los
programas
escolares,
laborales
y
de
integración
social
son
adecuados
en
su
contenido
y
en
el
modo
de
llevarlos
a
cabo,
la
mejoría
observada
en
sus
niveles
de
desarrollo
se
mantienen
elevados
en
comparación
con
los
apreciados
en
épocas
anteriores
(Shepperdson,
1995;
Flórez,
1996).
Y
esto
es
tanto
más
interesante
por
cuanto
el
buen
desarrollo
de
tales
programas
no
exigen
del
individuo
unos
niveles
intelectuales
muy
altos;
gracias
a
dichos
programas
podrán
realizar
toda
una
serie
de
actividades
muy
variadas
que
pueden
aprenderse
con
metodologías
adaptadas.
Estos
datos
son
orientadores
sobre
las
expectativas
del
aprendizaje
académico,
pero
evidentemente,
no
sirven
para
conocer
las
características
propias
de
una
persona
concreta,
ni
aclaran
qué
aspectos
de
las
distintas
baterías
o
pruebas
son
los
más
significativos.
Hay
un
hecho
por
encima
de
todos
que
conviene
destacar.
Tanto
la
investigación
biológica
como
la
investigación
psicológica
demuestran
la
existencia
de
una
gran
variabilidad
individual
entre
las
personas
con
síndrome
de
Down,
aunque
existan
una
serie
de
características
comunes
entre
ellas.
Igualmente,
muestran
aspectos
comunes
con
otras
personas
que
poseen
otras
formas
de
deficiencia
mental,
como
también
los
muestran
en
relación
con
personas
que
no
tienen
deficiencia
alguna.
Todo
ello
significa
que
la
tarea
que
tenemos
por
delante
es
grande
si
queremos
detectar
cuáles
son
la
peculiaridades
y
características
consiguientes
a
la
patología
cerebral
del
síndrome
de
Down,
y
cómo
estas
características
se
expresan
en
una
persona
concreta
que,
en
función
de
sus
propios
rasgos
biológicos
y
de
su
devenir
ambiental
específico,
posee
una
reaccionabilidad
y
personalidad
propias
e
intransferibles.
Sólo
así
conseguiremos
que
nuestros
programas
de
educación
e
intervención
sean
más
ajustados
y,
por
tanto,
más
eficaces.
1
EL
PROCESO
DE
LECTURA
Y
ESCRITURA
COMO
HERRAMIENTA
EDUCATIVA
Intencionadamente
nos
hemos
detenido
a
describir
de
forma
particularizada
la
problemática
que
plantea
el
niño
con
síndrome
de
Down
al
educador
y
a
la
familia
en
la
esfera
cognitiva,
sin
haber
ahorrado
la
descripción
de
sus
carencias
y
dificultades.
Llegados
a
este
punto,
nuestro
mensaje
es
claro
y
contundente.
El
método
de
lectura
y
escritura
que
aquí
proponemos
tiene
las
siguientes
características:
1. Se
ajusta
a
las
capacidades
cognitivas
del
niño
con
síndrome
de
Down;
2. Tiene
en
cuenta
las
peculiaridades
de
cada
niño.
3. Estimula
y
facilita
el
desarrollo
cognitivo
ulterior:
el
ejercicio
de
la
memoria
a
corto
y
largo
plazo,
la
autonomía
personal
en
la
adquisición
de
conceptos
y
la
capacidad
de
correlación.
4. Facilita
el
desarrollo
del
lenguaje
expresivo.
Obviamente,
cuando
hablamos
de
lectura
queremos
decir
lectura
comprensiva.
Es
decir,
partimos
del
principio
de
la
comprensión
como
elemento
sustancial
que
ha
de
estar
siempre
presente
a
todo
lo
largo
del
proceso.
La
comprensión
será,
pues,
la
base
que
sustente
el
aprendizaje
y,
más
aún,
será
el
elemento
crítico
de
una
motivación
que,
en
las
circunstancias
propias
del
alumno
con
síndrome
de
Down,
constituye
un
factor
indispensable
para
el
éxito.
A
la
edad
de
3-‐4
años,
el
alumno
medio
con
síndrome
de
Down
ha
demostrado
con
creces
el
nivel
alcanzado
en
su
capacidad
comprensiva,
convenientemente
estimulada
y
trabajada
durante
los
años
anteriores.
Como
ya
se
ha
indicado,
su
lenguaje
comprensivo
es
muy
amplio;
muestra
interés
por
realizar
multitud
de
tareas,
por
más
que
sus
periodos
de
atención
sean
cortos
y
circunstancialmente
rechace
alguna
actividad
concreta.
En
general
está
abierto
al
ambiente
y
diferencia
lo
que
le
gusta
y
lo
que
le
desagrada.
Todo
el
ejercicio
diario
y
constante
al
que
una
familia
motivada
somete
de
forma
espontánea
a
su
hijo,
aprovecha
de
manera
imperceptible
la
capacidad
intuitiva,
que
es
mucho
más
primitiva
y
que
exige
menos
elaboración
y
participación
de
áreas
corticales
del
cerebro
que
la
capacidad
deductiva.
De
la
misma
manera
que
el
niño
posee
capacidad
para
captar
auditivamente
el
significado
de
un
sonido,
por
largo
y
extraño
que
al
principio
parezca
(p.ej.,
periódico),
sin
que
haya
sido
preciso
enseñarle
antes
el
ensamblaje
de
los
distintos
fonemas
(letras,
sílabas),
así
también
posee
capacidad
visual
y
perceptiva
para
captar
globalmente
el
conjunto
de
signos
escritos
que
conforman
una
palabra,
sin
necesidad
de
tener
que
descomponerla
primeramente
en
sus
letras
y
sílabas.
Si
a
ello
se
añade
que
el
significado
que
damos
a
ese
conjunto
de
signos
de
que
consta
una
palabra
es
algo
grato
para
el
niño,
se
incorpora
el
importante
elemento
de
la
motivación.
No
es
preciso,
por
tanto,
esperar
a
que
esté
desarrollada
la
capacidad
de
análisis.
La
comprensión
intuitiva
va
muy
por
delante
de
la
comprensión
analítica,
particularmente
en
las
personas
que
presentan
problemas
de
desarrollo
cerebral
como
los
que
observamos
en
el
síndrome
de
Down.
2
La
pobreza
de
desarrollo
de
la
corteza
prefrontal,
característica
descrita
en
esta
patología,
dificulta
o
retrasa
el
razonamiento
deductivo
y
la
generalización
de
aprendizajes.
Esperar
a
que
esto
se
consiga
para
enseñar
a
leer
es
perder
un
tiempo
valioso,
especialmente
cuando
se
demuestra
que
los
niños
responden
bien
al
aprendizaje
intuitivo
y,
posteriormente,
van
aprendiendo
a
descomponer
los
vocablos
en
sílabas
y
letras,
hasta
llegar
a
entender
la
clave
del
lenguaje
escrito:
la
unión
o
enlace
de
letras
y
la
composición
en
palabras
que
darán
forma
a
frases
con
significados
concretos
y
bien
expresados.
Por
otra
parte,
el
recorrido
desde
las
letras
a
las
sílabas
y
de
éstas
a
las
palabras
es
un
recorrido
sin
alicientes.
El
niño
no
comprende
«de
qué
va»
el
proceso,
no
muestra
el
menor
interés,
se
desentiende,
se
cansa
y
fracasa.
¿Cómo
va
a
ser
lo
mismo
embarcarle
en
la
captación
de
una
imagen
que
diga
«mamá«,
junto
a
la
cual
aparece
la
foto
de
su
madre,
que
embarcarle
ante
la
imagen
anodina
y
fría
de
la
«m»
o
de
la
«a»
o
de
ejercicios
mecánicos
ma,
me,
mi,
mo,
mu,
y
sus
diferentes
combinaciones,
a
veces
sin
ningún
significado?
Es
mucho
más
fácil
acaparar
su
atención
sobre
una
palabra
sencilla
y
rica
en
contenido,
que
sobre
un
signo
en
principio
ininteligible.
A
los
3
ó
4
años,
el
desarrollo
cerebral
del
niño
con
síndrome
de
Down
suele
estar
perfectamente
preparado
para
percibir
las
primeras
palabras;
el
educador
ha
de
estar
preparado
para
dotarlas
de
un
contenido
rico
y
significativo.
La
aventura
de
leer
es
personal.
Así
lo
es
también
la
de
enseñar
a
leer.
La
velocidad
de
progreso
es
imprevisible,
como
lo
son
también
otras
muchas
adquisiciones
de
las
personas
con
síndrome
de
Down.
Por
eso
es
importante
que
el
educador,
conocidos
los
rasgos
propios
del
método,
los
adapte
a
las
condiciones
individuales
y,
como
tantas
veces
se
repite
en
este
libro,
ponga
en
juego
su
creatividad,
su
imaginación,
su
constancia
y
su
paciencia.
Piense
que
está
enseñando
a
utilizar
una
herramienta
de
importancia
fundamental
en
nuestra
cultura.
No
basta
con
que
el
individuo
con
síndrome
de
Down
consiga
manejarla,
sino
que
el
objetivo
fundamental
es
que
llegue
a
disfrutar
de
su
uso.
3
PROGRAMAS
DE
ATENCIÓN
TEMPRANA
Durante
los
primeros
años
de
la
vida
de
un
ser
humano
se
producen
grandes
e
importantes
cambios
biológicos
en
el
cerebro,
que
son
muy
distintos
de
los
cambios
producidos
en
etapas
posteriores
que
son
mucho
más
pequeños,
tanto
en
las
estructuras
como
en
la
neuroquímica
cerebral.
CARACTERÍSTICAS
GENERALES
Los
objetivos
contemplados
en
los
Programas
de
Atención
Temprana
o
Estimulación
Precoz,
son
adquisiciones
propias
de
los
seres
humanos
que
los
niños
sin
dificultades
adquieren
por
sí
mismos,
como
fruto
de
su
propia
madurez,
sin
necesidad
de
ser
enseñados.
Basta
sólo
que
a
un
niño
se
le
provea
del
ambiente
y
nutrición
adecuados
para
que
ande
y
hable,
sin
necesitar
clases
ni
profesores.
Sin
embargo,
los
llamados
aprendizajes
académicos
son
creados
por
la
sociedad
y
son
habilidades
que
se
aprenden
gracias
a
los
educadores
que
los
enseñan.
Aunque
un
niño
en
concreto,
por
sus
condiciones
personales,
sea
capaz
de
aprender
a
leer
solo,
para
ello
necesitará
al
menos
tener
a
su
alcance
textos
escritos.
Lo
habitual
es
que
a
los
a
niños
se
les
enseñe
a
leer
y
a
escribir
porque,
si
no,
no
aprenderían.
Lo
mismo
pasa
con
las
matemáticas
y
con
otra
serie
de
aprendizajes
que
se
dan
en
la
escuela.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
y
otros
niños
con
dificultades
de
aprendizaje
difieren
de
los
niños
sin
dificultades
conocidas,
en
su
necesidad
de
ser
enseñados
para
gran
parte
de
sus
adquisiciones,
incluidas
las
que
otros
niños
aprenden
por
sí
solos
como
la
marcha
y
el
lenguaje.
Durante
los
tres
primeros
años
de
vida
los
programas
de
Atención
Temprana
contienen
una
serie
de
objetivos
que
deben
trabajarse
porque,
si
no
se
hace,
se
corre
el
riesgo
de
que
el
niño
con
discapacidad
intelectual
no
logre
esa
destreza
o
habilidad
o
la
logre
de
un
modo
inadecuado.
Durante
la
etapa
preescolar,
comparte
con
sus
compañeros
sin
problemas
la
necesidad
de
ser
enseñado
en
actividades
preacadémicas
y
en
comportamiento
social,
pero,
como
decimos,
seguirá
necesitando
ayuda
en
habilidades
que
sus
compañeros
logran
por
sí
solos.
Además,
como
señalamos
más
adelante,
necesitará
que
se
le
enseñe
de
un
modo
diferente:
Si
todo
esto
no
se
tiene
en
cuenta
y
queda
recogido
en
los
programas
individuales
del
alumno,
en
las
adaptaciones
curriculares
y
en
el
trabajo
que
se
hace
a
diario,
no
nos
sorprende
que
los
progresos
no
se
perciban
y
que
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
queden
muy
lejos
de
alcanzar
los
objetivos
generales
y
comunes
del
nivel
en
el
que
están
matriculados
(Troncoso
et
al.,
1994).
4
Consideramos
que
es
necesario
que
la
educación
especial
o
pedagogía
terapéutica
esté
plenamente
presente
en
los
centros
de
integración
escolar
para
los
alumnos
con
necesidades
educativas
especiales.
Los
profesores
de
la
clase
y
de
apoyo
y
los
padres,
deben
aprender
a
ser
educadores
especiales,
teniendo
las
actitudes
y
empleando
las
técnicas
y
la
metodología
propias
de
la
enseñanza
especial.
Las
programaciones
deben
contener
objetivos
más
concretos,
realistas,
asequibles
y
funcionales
que
los
programados
habitualmente.
Es
imprescindible
que
puedan
objetivarse
los
resultados
evaluando
los
progresos
del
alumno
en
periodos
cortos.
Nadie
debe
olvidar
que
al
niño
con
síndrome
de
Down
integrado
en
la
escuela
común,
«no
se
le
quita»
su
síndrome,
es
decir,
siempre
tendrá
derecho
a
ser
atendido
de
acuerdo
con
sus
características
particulares,
respetando
su
diversidad
y
sus
peculiaridades.
Los
programas
de
atención
temprana
dirigidos
por
profesionales
y
que
se
llevan
a
cabo
durante
los
tres
primeros
años
de
la
vida
del
niño,
son
muy
sistematizados
(Candel,
2003;
2005;
Zulueta
y
Mollá,
2004).
Están
estructurados
por
áreas
y
por
niveles.
El
objetivo
fundamental
es
lograr
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
o
con
otra
discapacidad
adquiera
las
progresivas
etapas
de
su
desarrollo
de
la
forma
más
adecuada
y
correcta
posible,
con
el
mínimo
retraso
en
relación
con
el
progreso
que
realizan
los
niños
sin
dificultades,
quienes
sirven
como
modelo
o
patrón
del
desarrollo.
Hoy
en
día,
después
de
varios
años
de
experiencia,
se
ha
comprobado
que
este
planteamiento
es
incompleto
y
a
veces
inadecuado.
Es
preciso
tener
en
cuenta
otros
factores,
en
función
de
las
patologías
biológicas
de
los
niños
y
de
sus
ambientes
familiares
y
socio-‐culturales.
Algunas
veces
puede
ser
un
error
grave
plantearse
los
mismos
objetivos
de
desarrollo
que
para
los
niños
sin
discapacidades
de
otro
ámbito
cultural
muy
diferente.
De
hecho,
las
escalas
de
desarrollo
se
han
elaborado
con
muestras
amplias
de
niños,
de
regiones
o
países
muy
concretos,
quienes
tienen
acceso
a
una
serie
de
estímulos,
condiciones
ambientales,
culturales
y
exigencias,
que
no
se
dan
en
otros
lugares.
5
Pero,
además,
se
ha
visto
también
la
inconveniencia
de
no
tener
en
cuenta
cada
una
de
las
patologías
específicas,
y
con
frecuencia
se
intenta
la
perfección
en
el
logro
de
un
objetivo
concreto,
en
un
área
en
la
que
el
niño
atendido
tiene
especial
dificultad.
Basta
pensar,
por
ejemplo,
que
para
un
niño
con
parálisis
cerebral,
afectado
severamente
en
el
área
motora,
frente
a
planteamientos
de
hace
unos
años,
en
la
actualidad
se
considera
que
es
mejor
que
se
desplace
como
pueda
para
coger
un
objeto,
sin
esperar
a
que
adquiera
un
buen
control
de
cabeza
y
tronco,
o
un
patrón
postural
«correcto»
para
moverse
(Hanson,
1987;
Troncoso,
1994).
Lo
mismo
puede
suceder
con
los
niños
con
síndrome
de
Down,
para
quienes
se
programa
muy
pronto
un
uso
correcto
de
la
pinza
digital
pulgar-‐índice
que
muchos
de
ellos,
en
edades
posteriores,
no
utilizarán
apenas
porque
las
características
de
sus
manos
hacen
que
su
pinza
digital
«natural»
es
la
formada
por
los
dedos
corazón
y
pulgar.
Ellos
solos
hacen
una
adaptación
funcional
cuando
realizan
espontáneamente
actividades
manipulativas,
ganando
así
en
eficacia,
aunque
no
logren
hacer
la
pinza
digital
índice-‐pulgar.
El
estudio
más
especializado
de
cada
una
de
las
causas
que
producen
discapacidad,
el
análisis
más
profundo
de
las
manifestaciones
de
una
patología
concreta,
el
estudio
de
la
evolución
de
los
diferentes
grupos
de
riesgo
que
se
manifiestan
de
modos
tan
distintos,
exigen
que,
al
menos,
una
parte
de
los
acercamientos
terapéuticos
y
educativos
sean
diferentes.
Debemos
tener
en
cuenta
que,
hoy
en
día,
el
niño
pequeño
con
síndrome
de
Down
que
es
o
debe
ser
un
participante
activo
de
un
programa
de
atención
temprana,
cuando
tenga
tres
años
será
ya
un
alumno
en
una
escuela
infantil
común
para
niños
sin
discapacidades.
Cuando
cumpla
6
ó
7
años
será
un
alumno
más
en
un
centro
escolar
ordinario.
Estas
perspectivas
obligan
a
mejorar
y
completar
los
programas
de
estimulación
precoz
de
modo
que
los
niños
con
dificultades
en
general
y
con
síndrome
de
Down
en
particular,
puedan
iniciar
la
Escuela
Primaria
en
óptimas
condiciones.
Actualmente
tenemos
datos
suficientes
para
afirmar
que
la
mayoría
de
los
niños
con
síndrome
de
Down
se
integran
muy
bien
en
las
escuelas
infantiles
si
han
recibido
un
programa
adecuado
en
los
tres
primeros
años
de
vida.
La
preparación
previa
incluye
diversos
aspectos
del
desarrollo
y
de
la
madurez
en
las
siguientes
áreas:
autonomía
personal,
cuidado
de
sí
mismo,
lenguaje,
motricidad
gruesa
y
fina,
socialización
y
área
cognitiva.
Al
mismo
tiempo
el
niño
está
inmerso
en
un
ambiente
familiar
afectivo,
enriquecedor,
estimulante,
que
es
también
imprescindible
y
fundamental
para
lograr
el
máximo
desarrollo
de
sus
capacidades.
Como
decimos
antes,
hay
que
tener
en
cuenta
que
cada
familia
es
diferente,
que
hay
que
respetar
la
diversidad,
y
que
frente
a
una
hipotética
familia
«ideal»,
los
profesionales
se
encuentran
con
una
familia
real,
diferente
a
otras
y
a
quien
deben
respetar
y
alentar.
INTRODUCCIÓN
Y
OBJETIVOS
La
puerta
abierta,
que
permite
al
niño
con
síndrome
de
Down
progresar
en
los
programas
educativos
que
la
escuela
común
le
ofrece,
es
el
desarrollo
de
sus
capacidades
perceptivas
y
discriminativas.
Un
programa
estructurado
de
aprendizaje
discriminativo
permite
al
niño
desarrollar
su
organización
y
orden
mental,
el
pensamiento
lógico,
la
observación
y
la
comprensión
del
ambiente
que
le
rodea.
De
este
modo
está
preparado
para
avanzar
en
las
diferentes
áreas
de
trabajo
académico
que,
realizado
de
un
modo
adecuado,
le
facilitará
la
preparación
para
su
vida
social
y
laboral
de
joven
y
adulto.
6
Por
este
motivo,
basándonos
en
nuestra
experiencia,
y
en
lo
propuesto
por
Dmitriev
(1982),
proponemos
que
todos
los
niños
con
síndrome
de
Down
participen
desde
pequeños
en
una
enseñanza
estructurada,
sistemática
y
progresiva
para
desarrollar
sus
capacidades
perceptivas
y
discriminativas.
Desde
que
el
niño
es
capaz
de
mantenerse
sentado
y
de
manipular
libremente
sin
caerse,
puede
hacer
filas
con
sus
juguetes,
construir
torres
con
bloques
y
otros
materiales,
meter
unos
objetos
dentro
de
otros,
encajar
piezas
desmontables,
etc.
Todas
estas
actividades,
esencialmente
manipulativas,
le
permiten
ver
y
comprender
las
relaciones
espaciales
entre
los
objetos.
El
niño
percibe
la
verticalidad
y
la
horizontalidad
en
un
marco
espacial.
Se
familiariza
con
los
términos
«dentro»,
«encima»,
«debajo»,
«al
lado»,
«primero»
y
«último».
Aprende
a
ordenar,
seleccionar
y
clasificar
atendiendo
a
una
cualidad
determinada.
Si
desde
esos
momentos
se
le
ayuda
con
un
programa
estructurado,
se
le
facilitará
un
progreso
importante
para
que
sea
capaz
de
observar,
organizarse
y
entender
el
ambiente
que
le
rodea.
Las
habilidades
para
percibir
semejanzas
y
diferencias,
para
seleccionar
y
relacionar
los
objetos
entre
sí
y
para
clasificarlos
por
alguna
propiedad
determinada,
son
pasos
iniciales
y
básicos
para
el
desarrollo
de
la
comprensión
de
diversos
conceptos.
Se
enseña
al
niño
a
emparejar
objetos
iguales,
asociar
objetos
con
sus
fotos
correspondientes,
o
a
seleccionar
señalando
o
pegando
dibujos
iguales
cuando
tiene
capacidad
para
percibir
semejanzas
y
diferencias.
Con
esta
base
irá
progresando
de
modo
que
entienda
el
vocabulario
y
el
lenguaje
de
esas
acciones.
Avanzará
en
la
comprensión
de
las
cualidades
específicas
de
los
objetos
como
son
el
tamaño,
la
forma,
el
color,
el
grosor,
la
cantidad,
la
posición,
etc.
Muchos
de
los
problemas
y
dificultades
en
el
progreso
posterior
del
área
del
cálculo
tienen
su
raíz
en
la
ausencia
de
un
proyecto
educativo
que
incluya
el
programa
que
aquí
proponemos.
Les
falta
también
el
conocimiento
del
lenguaje
preciso.
Conviene
señalar
desde
ahora,
aunque
volveremos
sobre
ello
más
adelante,
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
son
capaces
de
asociar,
seleccionar
y
clasificar
objetos,
aunque
no
entiendan
el
lenguaje
que
describe
la
acción
que
realizan.
Muchísimo
antes
de
tener
la
capacidad
de
expresar
y
explicar
verbalmente
el
qué
y
el
porqué
de
su
acción,
manifiestan
claramente
cuánto
comprenden.
Por
falta
de
lenguaje
no
se
debe
retrasar
el
programa
de
aprendizaje
perceptivo-‐discriminativo.
El
niño
capta
qué
debe
hacer
observando
la
conducta
del
educador,
imitándole
y
siendo
ayudado.
Poco
a
poco,
comprende
qué
debe
hacer
por
lo
que
ve
y
por
lo
que
practica
con
ayuda.
El
profesor,
mientras
tanto,
le
da
explicaciones
breves,
concretas
y
precisas.
De
este
modo,
antes
de
cumplir
los
3
años,
el
niño
será
capaz
de
obedecer
una
orden
verbal
que
implique
ordenar
o
clasificar
una
serie
de
objetos,
atendiendo
a
una
categoría
determinada.
Como
detallaremos
más
adelante,
en
primer
lugar
el
niño
aprenderá
a
asociar
objetos
iguales,
objetos
con
fotos,
imágenes
o
gráficos
que
los
representen,
fotos,
dibujos
y
gráficos
iguales
y,
finalmente,
objetos
que
se
relacionan
entre
sí
por
su
uso
o
función.
Después,
será
capaz
de
clasificar
objetos
que,
siendo
diferentes,
pertenezcan
a
una
misma
categoría
o
cumplan
una
función
semejante:
juguetes,
7
animales,
prendas
de
vestir,
alimentos,
vehículos,
etc.
Todas
estas
actividades
y
su
comprensión
pueden
lograrse
antes
de
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
ingrese
en
la
escuela
primaria.
Como
hemos
dicho,
será
necesario
esperar
un
tiempo
para
que
el
niño
sea
capaz
de
dar
pequeñas
explicaciones
verbales
sobre
las
propiedades
que
son
comunes
o
diferentes
entre
los
diversos
objetos
que
relaciona
o
que
separa
pero,
mientras
tanto,
puede
captar
y
aprender
muchos
conceptos.
Cada
tarea
debe
estar
preparada
para
lograr
el
objetivo
concreto
que
se
ha
elegido,
que
debe
estar
muy
claro
para
el
educador.
Sin
embargo,
conviene
aprovechar
para
repasar
o
reforzar
otros
conocimientos
del
alumno
o
para
prepararle
en
otras
áreas
del
desarrollo.
De
este
modo,
el
aprendizaje
se
hace
más
eficaz
y
se
facilita
el
progreso
general
del
niño.
Gran
parte
de
las
actividades
que
propondremos
más
adelante
permiten
integrar
aspectos
manipulativos,
cognoscitivos,
lingüísticos,
de
orientación
espacial,
de
coordinación
visuomotora,
de
dirección
de
la
mirada
y
del
trazado.
Para
ayudar
eficazmente
al
niño
con
síndrome
de
Down
a
desarrollar
sus
capacidades
perceptivo-‐
discriminativas
proponemos
la
práctica
de
las
actividades
de
asociación,
de
selección,
de
clasificación,
de
denominación
y
de
generalización.
A
veces
dos
o
tres
de
estas
actividades
pueden
realizarse
en
la
misma
sesión
de
trabajo,
teniendo
en
cuenta
que
las
de
denominación
y
generalización
serán
las
últimas
en
enseñar
porque
son
más
difíciles
para
el
niño
con
síndrome
de
Down,
debido
a
las
dificultades
lingüísticas
y
de
abstracción
que
implican.
ASOCIACIÓN
La
asociación
o
emparejamiento
implica
que
el
alumno
perciba
y
discrimine
visual
y
cerebralmente
objetos
y
dibujos,
entendiendo
que
debe
ponerlos
juntos
porque
son
iguales.
Más
adelante,
conforme
el
niño
progrese
en
conocimientos
y
abstracción,
hará
otras
asociaciones
de
objetos
diferentes
que
tienen
una
propiedad
común
porque
su
uso
o
función
es
el
mismo
o
pertenecen
a
la
misma
categoría.
La
asociación
puede
realizarse
de
modos
diversos:
agrupando
materialmente
los
objetos,
realizando
una
línea
que
una
los
dibujos
que
"van
juntos"
o
dando
la
explicación
verbalmente.
No
hay
una
evidencia
clara
sobre
el
orden
en
que
deben
elegirse
los
diferentes
objetos
o
imágenes
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
debe
asociar.
Pero
sí
podemos
afirmar
que
su
atención,
percepción
y
memoria
visuales,
si
han
sido
adecuadamente
trabajadas
desde
pequeño,
permiten
un
avance
rápido
en
estas
tareas.
Dadas
las
edades
tan
tempranas
en
las
que
esta
enseñanza
debe
comenzar,
es
preciso
utilizar
un
material
manipulable,
unos
objetos
que
siendo
atractivos
para
el
niño,
pueda
tomar
y
trasladar
fácilmente
de
un
sitio
a
otro.
En
fases
posteriores
trabajará
con
maderitas
y
con
cartulinas
en
las
que
habrá
dibujos
o
fotos
representando
los
objetos
que
el
niño
conoce.
Los
dibujos
serán
evidentes,
nítidos,
con
contornos
bien
delineados,
que
permitan
una
clara
percepción.
En
las
fases
iniciales,
puesto
que
el
objetivo
de
este
trabajo
es
el
de
asociar
objetos
o
dibujos
iguales,
no
conviene
inducir
al
niño
a
error
o
fatigarle
con
una
tarea
compleja
discriminativa,
más
propia
del
desarrollo
perceptivo,
poniéndole
dibujos
poco
claros.
8
Los
alumnos
con
síndrome
de
Down
tienen
facilidad
para
percibir
y
distinguir
los
volúmenes
y
las
formas
geométricas.
Los
bloques
lógicos
son
un
material
excelente
que
permite
realizar
muchas
actividades
para
ayudar
al
niño
en
el
aprendizaje
de
los
conceptos.
Consisten
en
un
juego
de
fichas
de
madera
o
de
plástico,
de
formas
geométricas
variadas.
Como
mínimo
deben
contener
el
triángulo,
el
círculo
y
el
cuadrado,
aunque
pueden
encontrarse
algunos
juegos
que,
además,
tienen
el
rectángulo
y
el
hexágono.
Suelen
presentarse
en
los
colores
rojo,
amarillo,
azul
y
verde,
en
2
tamaños
y
en
2
grosores.
Algunas
casas
comerciales
los
preparan
también
en
2
texturas:
suave
y
rugosa.
Este
juego
tiene
como
complemento
las
plantillas
para
trazar
formas
geométricas.
Si
es
preciso,
pueden
prepararse
artesanalmente
para
que
sean
del
tamaño
que
se
necesite.
Según
nuestra
experiencia,
los
niños
pueden
empezar
a
asociar
este
tipo
de
material
desde
edades
tempranas.
Con
la
explicación
verbal,
sencilla,
clara,
concreta
y
con
el
modelado
que
haga
el
profesor,
comprenderán
fácilmente
que
deberán
colocar
juntos
los
círculos,
los
cuadrados
o
los
triángulos.
Lo
que
el
niño
debe
aprender
es
que
debe
poner
juntos
los
objetos
que
son
iguales.
Para
ello
no
se
le
ofrecerán
dificultades
adicionales.
Los
objetos
no
sólo
serán
reconocibles,
sino
fáciles
de
manipular
y
colocar
en
una
cesta,
cuenco,
tablero,
cartulina
o
cualquier
otro
espacio
claramente
delimitado.
Conforme
el
niño
vaya
desarrollando
más
habilidad
y
coordinación
visuomanual
podrá
realizar
tareas
de
carácter
asociativo
con
lápiz
y
papel,
con
gomettes
o
etiquetas
autoadhesivas,
con
cromos,
etc.
Estas
tareas
servirán,
además,
como
ejercicios
de
orientación
espacial,
de
preescritura,
de
vocabulario,
etc.
Si
el
trabajo
se
realiza
con
los
bloques
lógicos
y
el
niño
es
pequeño,
es
evidente
que
él
no
podrá
nombrar
círculo,
triángulo,
rectángulo
o
cuadrado.
Estas
palabras
le
ofrecen
dificultades
importantes
para
decirles
porque
son
de
3
sílabas,
las
sílabas
son
compuestas
y
algunas
tienen
la
misma
terminación.
Sin
embargo,
ello
no
es
obstáculo
para
el
trabajo
de
carácter
asociativo
y
para
que
el
niño
retenga
mentalmente
toda
la
información
que
sobre
la
forma,
el
tamaño,
el
grosor
y
el
color
se
le
da.
Este
trabajo
se
hará
simultáneamente
con
otros
objetos,
preferentemente
los
que
más
le
gusten
y
que
pueda
nombrar
con
más
facilidad.
Conviene
tener
en
cuenta
que
los
niños
son
diferentes
y
pueden
preferir
unas
cosas
u
otras.
Lo
que
sí
es
conveniente
es
que
todos
practiquen
con
una
variedad
suficiente
para
comprender
bien
el
concepto
de
asociación
y
correspondencia
uno-‐uno,
que
es
aplicable
a
muchas
cosas.
Así,
mejorarán
su
destreza
y
se
les
facilitará
la
captación
y
generalización
de
conceptos.
Pronto
aprenderán
que
un
objeto
o
un
dibujo
puede
corresponder
a
varias
asociaciones
al
mismo
tiempo.
Por
ejemplo,
un
limón
se
asociará
con
frutas,
pero
también
con
amarillo.
Con
frecuencia
podemos
tener
alumnos
que
en
una
misma
etapa
realizan
ejercicios
de
asociación
con:
1. Objetos
idénticos
de
uso
común
en
el
hogar
como
cucharillas,
vasos,
calcetines,
etc.
2. Figuras
geométricas
que
agrupan
o
que
meten
en
tableros
excavados.
3. Objetos
y
las
fotos
que
las
corresponden.
4. Colores,
utilizando
fichas
de
parchís,
canicas
o
bolas,
papeles
o
pegatinas,
o
simplemente
con
rayas
o
circulitos
pintados
en
una
hoja.
9
Los
ejercicios
de
asociación
deben
realizarse
de
diferentes
modos,
utilizando
un
lenguaje
exacto,
preciso,
que
ayude
al
niño
a
comprender
otros
conceptos.
Por
ejemplo:
metiendo
los
objetos
iguales
dentro
de
un
recipiente;
poniendo
cada
objeto
encima
de
la
foto
o
la
lámina
que
lo
representa;
colocándolos
por
parejas,
uno
al
lado
del
otro.
ASOCIACIÓN
MODO
DE
TRABAJAR
A
modo
de
ejemplo
describimos
brevemente
cómo
puede
llevarse
a
cabo
la
primera
sesión
de
enseñanza
de
asociación
de
objetos
iguales.
Se
elegirán
objetos
familiares
para
el
niño
ya
que
el
objetivo
fundamental
de
esta
sesión
es
que
comprenda
que
tiene
que
poner
juntas
dos
cosas
iguales.
No
se
trata
en
ese
momento
de
ampliar
su
vocabulario
de
denominación
de
objetos,
sino
de
que
entienda
la
acción
asociativa.
Suponiendo
que
el
material
elegido
hayan
sido
2
cochecitos
iguales
y
2
muñecos
también
iguales,
el
educador
los
coloca
en
fila
encima
de
la
mesa,
mientras
los
nombra.
Deben
estar
colocados
de
modo
que
el
niño
pueda
abarcar
con
su
mirada
los
cuatro
a
la
vez,
sin
tener
que
mover
la
cabeza.
El
educador
dirá:
«¡Mira!
¿qué
tenemos
aquí?...».
Como
lo
habitual
es
que
el
niño
aún
no
pueda
verbalizarlo,
el
educador
los
señalará
por
orden,
de
izquierda
a
derecha,
diciendo
al
mismo
tiempo:
«un
coche,
un
muñeco,
otro
coche,
otro
muñeco».
Debe
comprobar
que
el
niño
sigue
la
señalización
con
su
mirada,
y
escuche
la
información
sin
necesidad
de
que
mueva
la
cabeza.
Después,
dirá
al
mismo
tiempo
que
lo
realiza:
?"Ahora
tomo
un
coche
y
lo
pongo
aquí".
Es
muy
conveniente
disponer
de
un
recipiente
plano
o
de
una
simple
hoja
de
papel
para
poner
encima
los
objetos
iguales
que
se
emparejan,
separándolos
de
los
otros.
Esta
referencia
espacial
hace
la
tarea
más
organizada
y
fácil
para
el
alumno.
Después
se
repite
la
misma
acción
con
los
muñecos.
Cuando
ya
están
colocados
por
parejas,
cada
par
en
su
sitio,
vuelve
a
llamar
la
atención
del
niño
para
que
observe
y
le
dice:
«¿Ves?
aquí
están
los
coches,
que
son
iguales,
y
aquí
están
los
muñecos,
que
son
iguales».
El
profesor
continúa:
Se colocan de nuevo los 4 objetos en fila, y le dice al niño:
«Vamos
a
poner
juntos
los
muñecos
que
son
iguales.
Yo
pongo
este
muñeco
aquí.
Toma
tú
el
otro
muñeco
igual
y
ponlo
aquí».
Después
de
hacerlo,
se
intentará
que
la
segunda
pareja
la
ponga
el
alumno
solo,
dándole
sólo
la
instrucción
verbal.
Si
se
ve
que
no
va
a
hacerlo
bien,
porque
se
dirige
al
lugar
inadecuado,
le
guiará
suavemente
la
mano
hacia
el
lugar
correcto,
o
tapará
con
la
mano
el
lugar
incorrecto
para
evitar
el
error.
10
Esta
estrategia
facilita
que
el
alumno
se
dé
cuenta
de
que
tiene
que
ir
a
otro
sitio
sin
necesidad
de
que
el
adulto
verbalice
su
equivocación,
dándole
de
este
modo
la
oportunidad
de
observar,
fijarse,
reflexionar
y
deducir
lo
correcto.
Así,
realiza
un
ejercicio
mental
de
reflexión,
que
es
mejor
que
limitarse
a
hacer
sin
pensar
lo
que
le
dicen.
Conviene
repetir
la
actividad
en
la
misma
sesión
utilizando
otros
4
objetos.
En
la
sesión
siguiente,
se
iniciará
la
actividad
de
asociación
con
4
de
los
objetos
que
ya
se
asociaron
previamente,
ofreciendo
menos
ayuda.
Cuando
el
niño
actúe
con
pocos
errores
y
con
soltura,
se
aumentará
el
número
de
los
objetos
que
pueden
emparejarse,
aunque
algunos
de
ellos
aún
no
sean
familiares
para
el
niño.
De
un
modo
semejante
pueden
asociarse
el
resto
de
los
objetos
manipulativos.
Lo
único
que
debe
tenerse
en
cuenta
es
que,
por
medio
de
estas
actividades,
el
niño
debe
ir
aprendiendo
términos
como:
igual,
diferente,
al
lado,
encima,
dentro,
más,
el
último,
el
primero,
etc.
También
hay
que
lograr
que
su
capacidad
perceptivo-‐discriminativa
avance
de
tal
modo
que
sólo
con
su
mirada
sepa
dónde
está
el
otro
igual
y
lo
señale,
sin
necesidad
de
una
acción
motora
-‐como
son
las
de
encajar
o
meter-‐,
que
en
sí
mismas,
ya
le
dan
la
respuesta
correcta.
Por
tanto,
al
ir
avanzando
en
las
diferentes
etapas,
se
estimulará
al
niño
diciéndole:
"¿Dónde
tienes
que
ponerlo?,
¿dónde
hay
otro
igual?"
Y
el
niño
lo
señalará,
antes
de
colocarlo.
Esto
es,
tendrá
que
hacer
una
confrontación
sólo
con
la
mirada.
Es
un
buen
ejercicio
de
atención
y
observación
especialmente
cuando
el
estímulo
se
le
enseña
sólo
unos
segundos
y
tiene
que
calcular
el
tamaño,
recordar
bien
la
forma
o
el
color.
ASOCIACIÓN
MODO
DE
TRABAJAR
La
graduación
de
las
dificultades
se
hace
pasando
de
objetos
que
se
manipulan
a
los
lotos
y
a
los
juegos
memory
con
dificultades
perceptivas
cada
vez
mayores.
Algunos
de
estos
juegos
pueden
comprarse
en
tiendas
especializadas
en
material
educativo.
Consideramos
imprescindible
que
el
educador
disponga
del
material
más
apropiado
para
cada
alumno
para
que
pueda
progresar
y
avanzar
a
su
propio
ritmo,
sin
quedar
frenado
por
falta
de
medios
materiales.
Como
no
siempre
es
posible
encontrar
confeccionado
el
material
más
adecuado,
será
el
profesor
quien
tenga
que
prepararlo.
Dentro
del
grupo
de
materiales
muy
útiles
y
fáciles
de
preparar
están
los
juegos-‐loto
y
los
juegos
memory.
Los
lotos
consisten
en
un
tablero,
cartulina,
o
lámina
con
distintas
imágenes,
que
están
ya
impresas,
o
en
las
que
se
dibujan
o
pegan
cromos,
fotos,
recortes
de
revistas,
catálogos,
libros
viejos
o
formas
geométricas
recortadas
de
papel
charol.
Puede
bajarlas
de
nuestro
archivo
de
materiales
o
de
internet,
y
se
imprimen.
Conviene
que
las
imágenes
estén
bien
encuadradas,
separadas
unas
de
otras
por
un
espacio
suficiente
y
enmarcadas
con
rayas
de
color
que
facilitan
al
alumno
percibir
mejor
el
estímulo,
es
decir,
la
figura
sobre
el
fondo,
precisamente
por
su
delimitación.
Por
separado
se
preparan
tantas
maderitas
o
cartulinas
individuales
como
casillas
tenga
el
tablero
o
lámina,
con
imágenes
idénticas
a
las
de
la
lámina
o
tablero
grande.
Los
juegos
memory
consisten
en
maderitas
o
tarjetas
individuales,
con
una
imagen
o
gráfico
que
está
repetido
en
otra
maderita
o
tarjeta
exactamente
igual.
11
Con
los
lotos
y
los
memory
puede
prepararse
un
material
con
el
que
el
alumno
podrá
aprender
los
nombres
de
los
objetos,
las
acciones,
los
colores,
los
tamaños,
las
formas,
los
números,
las
nociones
básicas
de
cálculo,
las
palabras,
las
letras,
etc.
Al
mismo
tiempo
realizará
las
actividades
de
asociación
desarrollando
y
haciendo
uso
de
sus
capacidades
discriminativas
y
cognitivas,
mejorándolas.
El
modo
de
usar
este
material
es
semejante
al
de
los
juegos
de
mesa,
turnándose
con
el
educador
o
con
otro
alumno
para
completar
la
lámina
o
para
hacer
las
parejas.
Así,
el
alumno
disfruta,
le
gusta
y
no
se
cansa.
Este
material
puede
y
debe
variarse
muchísimo
y
no
supone
gasto
de
dinero,
ni
demasiado
esfuerzo
o
tiempo
de
preparación.
Los
primeros
juegos
de
loto
y
de
memory
tendrán
fotos
o
dibujos
que
representen
objetos
reales
que
el
niño
conozca.
Conviene
que
sean
muy
diferentes
entre
sí.
A
veces
se
encuentran
juegos
muy
apropiados
en
las
tiendas
especializadas
de
material
educativo.
El
objetivo
inicial
es
que
el
niño
comprenda
cómo
debe
manejar
el
material,
por
tanto
no
se
le
añade
la
dificultad
de
un
vocabulario
nuevo
ni
de
unos
estímulos
difíciles
de
distinguir
unos
de
otros.
En
cuanto
comprende
que
debe
poner
encima
o
al
lado
las
tarjetas
o
maderas
iguales,
se
prepararán
otros
nuevos
con
el
vocabulario
que
se
quiera
enseñar,
con
las
propiedades
de
los
objetos
(tamaño,
forma,
color),
o
con
las
diferentes
posiciones
espaciales
que
el
niño
debe
ir
percibiendo,
distinguiendo
y
comprendiendo.
El
modo
de
trabajar
se
inicia
como
en
todas
las
sesiones,
con
el
niño
bien
sentado
correctamente
y
atento,
colocando
ante
él
la
lámina
del
loto
o
las
tarjetas
o
maderitas
individuales
del
memory.
Se
llama
la
atención
del
niño
sobre
lo
que
se
le
presenta
y
se
nombran
por
orden
de
izquierda
a
derecha
para
el
niño
las
diferentes
imágenes,
comprobando
que
el
niño
mira
en
ese
orden,
y
que
escucha.
Después
se
le
muestra
una
de
las
tarjetas
individuales
repetida,
y
se
le
dice:
"«¡Mira,
aquí
hay
una
pelota!
¿dónde
está
la
otra
pelota?...
»
«Yo
pongo
la
pelota
encima
(o
al
lado)
de
la
pelota»...
«ahora,
hazlo
tú:
¡mira,
el
coche!
¿dónde
está
el
otro
coche
igual?
Pon
el
coche
encima
del
coche».
Se
ayuda
al
niño,
si
es
preciso,
y
después
se
dice
«¡Bien!
ya
está
el
coche
encima
del
coche».
Obsérvese
que
en
estas
frases
se
ha
empleado
seis
veces
la
palabra
coche,
de
modo
que
cuando
haya
completado
la
tarea
asociativa
de
esa
lámina,
hay
muchas
probabilidades
de
que
el
alumno
recuerde
los
nombres,
y
al
pedirle:
«¡dame
el
coche!»,
actúe
de
un
modo
correcto.
Esto
es
ya
una
tarea
de
selección,
que
supone
un
mayor
nivel
discriminativo
y
de
comprensión.
Debe
hacer
uso
de
su
discriminación
y
memoria
auditiva
(más
limitadas
que
las
visuales),
y
de
la
actividad
memorística
y
asociativa
cerebral
recordando
a
qué
imagen
concreta
correspondía
aquella
denominación.
ASOCIACIÓN
MODO
DE
TRABAJAR
El
trabajo
de
asociación
con
papel
y
lápiz
(o
rotulador,
o
pinturas
gruesas),
se
inicia
cuando
el
alumno
tiene
destreza
manual
y
coordinación
visuomotora
suficientes
como
para
sostener
el
instrumento
y
hacer
algunas
líneas
frenando
el
trazo
a
la
llegada.
Inicialmente
será
suficiente
con
que
sepa
hacer
líneas
horizontales
que
le
permitan
subrayar
o
hacer
una
línea
desde
un
dibujo
hasta
otro.
12
Más
adelante,
de
acuerdo
con
su
progreso
en
el
programa
de
preescritura,
rodeará
con
un
círculo
los
estímulos
que
son
iguales
a
los
del
modelo,
o
tachará
con
una
cruz
los
que
son
diferentes.
De
este
modo,
en
la
tarea
asociativa,
se
refuerza
el
progreso
de
la
preescritura,
combinando
ambos
programas.
El
uso
de
las
etiquetas
autoadhesivas,
papeles
recortados
y
pegamento
es
muy
útil
pero
puede
resultar
difícil
para
algunos
niños
por
sus
limitaciones
manipulativas.
Convendrá
esperar
un
tiempo
o
prestarle
ciertas
ayudas
hasta
que
tenga
suficiente
práctica
y
destreza
como
para
no
distraerse
del
objetivo
fundamental,
que
es
la
búsqueda
y
localización
de
los
dibujos
a
asociar,
que
se
completa
con
la
acción
motora.
El
trabajo
en
hoja
de
papel
tiene
la
gran
ventaja
de
que
el
educador
puede
tener
las
fichas
u
hojas
preparadas,
debidamente
secuenciadas
en
los
diferentes
niveles
asociativos,
perceptivos
y
discriminativos
que
quiere
que
el
alumno
trabaje.
También
facilita
una
preparación
instantánea,
durante
la
sesión
con
el
alumno,
ante
las
señales
que
el
niño
emita
ya
sea
porque
lo
presentado
no
lo
entiende
y
hay
que
ofrecérselo
de
otro
modo,
ya
sea
porque
es
demasiado
difícil
y
hay
que
preparar
sobre
la
marcha
otra
tarea
con
un
nivel
más
sencillo.
Otras
veces
el
niño
realiza
el
trabajo
con
demasiada
soltura
y
facilidad,
lo
domina
ya,
y
conviene
ofrecerle
una
hoja
nueva
con
una
pequeña
dificultad
que
le
ayude
a
avanzar.
Además,
las
hojas
de
trabajo
en
papel
pueden
reproducirse
a
mano,
con
fotocopiadora
o
con
impresora
si
se
bajan
de
un
archivo,
de
modo
que
el
alumno
pueda
realizarlas
más
veces
en
su
casa
o
en
el
colegio
sin
que
le
suponga
un
esfuerzo
muy
grande
puesto
que
es
un
trabajo
que
ha
comprendido,
ha
realizado
y
lo
único
que
se
le
pide
es
más
práctica
para
mejorar.
Este
trabajo
preparado
en
hojas
de
papel,
debe
contener
todo
tipo
de
dibujos
e
imágenes
que
ayuden
al
niño
a
repasar
y
aumentar
el
vocabulario,
los
conocimientos
que
va
adquiriendo,
incluidos
los
referidos
a
las
propiedades
de
los
objetos
y
las
relaciones
o
asociaciones
que
hay
o
que
pueden
establecerse
entre
unas
cosas
y
otras.
Como
hemos
dicho,
la
tarea
perceptivo-‐discriminativa
va
acompañada
de
una
respuesta
grafomotora
que,
lógicamente,
estará
en
consonancia
con
el
nivel
que
el
niño
tenga
en
sus
habilidades
manipulativas
y
en
sus
tareas
de
preescritura.
Los
educadores
pueden
sacar
muchas
ideas
útiles
de
los
materiales
impresos,
comerciales,
estandarizados
que
existen
para
alumnos
de
preescolar,
o
bajarlos
del
archivo
o
de
internet.
Nuestro
consejo
es
que
no
intenten
que
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
realicen
esas
hojas
de
trabajo
siguiendo
la
misma
secuencia,
una
hoja
después
de
otra.
Es
frecuente
que
la
presentación
de
los
gráficos
no
sea
la
conveniente
en
un
momento
dado
para
el
niño
con
síndrome
de
Down.
A
veces,
porque
el
dibujo
no
es
reconocible,
otras,
porque
el
tamaño
del
trazado
no
puede
realizarlo
todavía,
otras,
porque
no
puede
entender
el
concepto
o
conceptos
que
subyacen
en
ese
trabajo.
Si
el
niño
está
integrado
en
una
clase
común
realizando
mal
la
tarea,
o
de
un
modo
mecánico,
imitando
al
compañero,
no
interiorizando
nada,
no
sólo
es
una
pérdida
de
tiempo
y
de
dinero,
sino
que
puede
suceder
que
el
alumno
pierda
interés
por
el
trabajo
que
se
realiza
en
papel,
e
incluso
desarrolle
conductas
inadecuadas
como
romperlo,
mancharlo
o
tirarlo.
Por
tanto,
si
el
alumno
trabaja
con
el
material
común,
igual
que
el
de
sus
compañeros
de
clase,
conviene
vigilar
y
estar
muy
atentos
para
asegurarse
de
que
comprende
la
tarea
y
la
realiza
solo.
No
se
permitirá
que
simplemente
"copie"
lo
que
hace
el
compañero
y
menos
aún
que
sea
el
niño
que
tiene
al
lado
quien
lo
realice
en
su
lugar.
13
ASOCIACIÓN
MODO
DE
TRABAJAR
En
primer
lugar
el
niño
debe
estar
convenientemente
colocado
con
referencia
al
profesor
y
a
la
luz.
Los
muebles
deben
ser
los
adecuados
en
tamaño
y
altura
para
que
el
niño
esté
correctamente
sentado,
con
buena
postura
y
estabilidad
(fig.
3.1).
Debe
percibir
con
claridad
los
estímulos
que
se
le
ofrecen
y
ser
fácil
para
él
el
movimiento
del
brazo
y
de
la
mano.
Se
evitarán
los
estímulos
que
distraigan
al
niño
procurando
captar
y
mantener
su
atención
durante
la
ejecución
de
cada
tarea.
El
instrumento
para
trazar
debe
ser
el
que
mejor
se
adapte
a
las
capacidades
del
niño,
de
modo
que
ni
la
prensión,
ni
la
presión,
ni
el
deslizamiento,
le
ofrezcan
dificultades
adicionales.
Según
este
criterio,
un
alumno
podrá
trabajar
bien
con
un
rotulador
o
un
lápiz
grueso,
otro
con
una
pintura
de
cera
y
otro
con
un
lápiz
de
dibujante
(fig.
3.2).
Lo
importante
es
que
el
alumno
pueda
sostenerlo,
marcar
bien
en
el
papel
sin
necesidad
de
ejercer
mucha
presión
y
deslizarlo
suavemente
sobre
la
superficie.
Si
el
trazo
es
demasiado
rápido,
convendrá
elegir
el
instrumento
que
frene
al
niño
para
mover
más
despacio
su
mano
de
modo
que
pueda
controlar
la
trayectoria
del
instrumento.
Nosotros
solemos
usar
pinturas
gruesas
de
cera,
lápices
gruesos
cuya
madera
es
mate
y,
por
tanto,
más
fácil
de
sujetar
que
los
delgados
que
tienen
brillo.
Es
importante
elegir
la
numeración
correcta,
porque
los
lápices
que
se
usan
ordinariamente
en
la
clase
común
son
demasiado
duros
y
marcan
poco
en
el
papel.
Por
ello,
escogeremos
de
entre
los
lápices
de
dibujo
el
número
que
mejor
le
vaya
a
cada
niño.
Generalmente
serán
los
números
que
van
del
5B
al
7B.
La
hoja
de
papel
debe
ser
suficientemente
grande
para
que
quepan
los
dibujos
separados,
de
tal
modo
que
faciliten
su
percepción.
Tratándose
de
trabajo
con
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down,
nuestro
consejo
es
presentar
los
trabajos
en
folios
en
posición
horizontal.
De
este
modo
el
alumno
percibe
visualmente
toda
la
hoja
a
la
vez
y
su
mano
puede
llegar
bien
de
arriba
hacia
abajo,
y
de
un
lado
hacia
el
otro.
En
el
papel
se
puede
preparar
una
gran
variedad
de
ejercicios
de
atención,
percepción
y
asociación
con
distintos
grados
de
dificultad,
como
se
puede
apreciar
más
adelante
en
las
figuras
1-‐13.
Después
de
observar
la
lámina,
de
hablar
sobre
ella
y
de
"leer"
o
nombrar
los
diferentes
gráficos
el
alumno
deberá
realizar
algún
tipo
de
acción
grafomotora,
que
puede
ser:
colorear
cada
dibujo
como
el
que
es
igual,
trazar
una
línea
de
uno
a
otro
(siempre
de
izquierda
a
derecha
o
de
arriba
a
abajo),
rodear
de
un
color
determinado
de
acuerdo
con
los
modelos,
subrayar,
tachar,
etc.
El
educador
debe
explicar
la
actividad
y
hacer
una
demostración
previa
cada
vez
que
se
presente
al
alumno
un
trabajo
nuevo.
Antes
de
entregarle
el
lápiz,
el
profesor
comprobará
que
el
alumno
ha
comprendido
qué
debe
hacer.
Le
dirá,
por
ejemplo:
«aquí
hay
un
pato,
¿dónde
está
el
otro
pato
igual?»;
o
le
dirá:
«señala
con
el
dedo
cómo
vas
a
hacer
la
raya
desde
un
pato
hasta
el
otro
pato».
Si
el
niño
no
responde
bien,
volverá
a
explicárselo
para
evitar
que
el
alumno
deje
plasmado
un
error
en
su
hoja.
14
Si
el
alumno
ha
comprendido,
pero
no
es
capaz
de
realizar
la
tarea,
el
educador
guiará
su
mano.
Si
traza
demasiado
deprisa,
le
ayudará
verbalmente:
«despaaa...cio...
despaa...cio»
o
físicamente,
poniendo
su
dedo
por
delante
de
la
dirección
que
debe
seguir.
De
todos
modos,
el
profesor
tendrá
en
cuenta
que
el
objetivo
de
esta
tarea
no
es
el
de
la
perfección
del
trazado,
sino
el
de
la
percepción
y
asociación,
que
en
esta
actividad
queda
plasmada
en
un
papel.
El
objetivo
esencial
no
coincide
con
el
que
corresponde
a
una
actividad
de
preescritura
o
escritura
en
su
aspecto
caligráfico,
y
por
tanto,
se
pueden
pasar
por
alto
detalles
de
"imperfección
gráfica".
Sin
embargo,
esta
tarea
realizada
en
papel,
puede
exponerla,
mostrarla
o
archivarla
para
encuadernar
todos
sus
trabajos
al
final
del
trimestre.
Los
demás
pueden
valorar
su
realización
y
esto
facilita
el
interés
y
la
motivación
del
alumno.
También
es
útil
para
comprobar
los
progresos
y
sirve
de
referencia
para
los
pasos
a
seguir.
Por
último,
tanto
los
demás
profesionales
que
se
relacionan
con
el
niño
como
la
familia
pueden
tomar
ideas,
ver
reforzada
su
tarea
y
apoyar
el
trabajo
del
especialista.
Todos
pueden
hacer
ejercicios
semejantes,
aportar
sugerencias
y
observaciones
favoreciendo
el
progreso
del
alumno.
ASOCIACIÓN
EJEMPLOS
DE
EJERCICIOS
DE
ASOCIACIÓN
15
SELECCIÓN
La
selección
significa
que
el
niño
elige,
señalando,
cogiendo,
tachando
o
por
cualquier
otro
procedimiento
el
objeto
o
dibujo
que
se
nombra.
Inicialmente
sólo
se
dice
el
nombre
y,
conforme
el
niño
progrese
se
pasará
a
describir
las
cualidades
o
propiedades
del
objeto-‐estímulo.
Las
actividades
de
selección
también
deben
realizarse
desde
edades
muy
tempranas,
tanto
en
sesiones
especiales
como
aprovechando
las
circunstancias
ordinarias
y
naturales
de
la
vida
y
juegos
del
niño.
Las
primeras
actividades
son
las
que
se
realizan
nombrando
las
personas
y
las
cosas,
pidiendo
al
niño
que
mire,
que
señale
o
que
agarre
lo
que
se
nombra.
La
selección
implica
que,
al
menos,
haya
dos
elementos
y
que
el
niño
conozca
el
nombre
de
uno
de
ellos.
El
niño
que
tiene
experiencia
de
ejercicios
de
asociación
con
un
profesor
cuidadoso
y
atento,
que
siempre
le
ha
dicho
el
nombre
del
objeto
o
del
dibujo
que
asociaba,
ha
aprendido
mucho
vocabulario
(receptivo)
y
conoce
el
nombre
de
los
objetos
comunes,
familiares
para
él.
Por
ello,
las
actividades
de
selección
pueden
realizarse
casi
al
mismo
tiempo
que
las
de
asociación.
En
las
actividades
que
se
realizan
para
el
desarrollo
del
lenguaje,
en
las
que
el
objetivo
esencial
es
incrementar
el
vocabulario,
también
se
incluyen,
con
frecuencia,
ejercicios
de
selección.
Habitualmente
se
parte
del
vocabulario
que
el
niño
posee
para
que
aprenda
nombres
nuevos
por
deducción
lógica
al
seleccionar
o
excluir
el
objeto
cuyo
nombre
ya
conoce.
Frente
a
algunas
tareas
de
carácter
asociativo,
en
las
que
podría
ser
suficiente
que
el
alumno
hiciera
uso
sólo
de
su
capacidad
perceptiva
y
discriminativa
visual,
aquí
siempre
debe
estar
atento
y
escuchar
para
percibir
y
discriminar
auditiva
y
visualmente.
Debe
ejercitar
la
memoria
y
evocar
los
nombres
que
dice
el
profesor,
para
relacionarlos
o
asociarlos
con
los
objetos
o
dibujos
que
los
representan.
SELECCIÓN
MODO
DE
TRABAJAR
Inicialmente
se
comenzará
con
un
par
de
objetos
conocidos
por
el
niño
y
se
le
dirá
despacio
el
nombre
de
cada
uno
de
ellos.
A
continuación
se
le
pedirá
que
señale
o
que
tome
el
que
se
nombre.
Si
el
niño
se
dirige
al
objeto
que
no
corresponde,
convendrá
evitar
con
suavidad
que
lo
agarre
llamándole
la
atención
para
que
se
fije
bien.
Es
fácil
que
haya
comenzado
a
actuar
antes
de
procesar
y
elaborar
la
respuesta
correcta.
Si
por
los
mensajes
que
el
niño
emite
se
deduce
que
no
conoce
los
nombres
de
los
objetos,
se
le
dará
una
información
positiva.
Por
ejemplo,
si
se
pone
ante
el
niño
un
coche
y
una
pelota,
y
se
le
pide:
«dame
el
coche»
y
el
niño
se
dirige
a
la
pelota,
el
profesor
puede
frenarle
diciéndole:
«eso
es
la
pelota,
yo
quiero
el
coche,
dame
el
coche».
De
este
modo,
el
niño
no
comete
el
error
y,
además,
recibe
información
adicional,
ya
que
oye
varias
veces
los
nombres
de
los
objetos.
Si
el
niño
lo
hace
bien,
se
le
dirá:
«bien,
me
has
dado
el
coche.
Ahora
dame
la
pelota».
16
Cuando
se
intenta
que
aprenda
nuevos
nombres,
se
elegirán
varios
objetos
cuyos
nombres
conoce
y
uno
nuevo.
Se
ponen
todos
en
fila
ante
el
niño,
se
nombran
de
izquierda
a
derecha,
señalándolos
al
mismo
tiempo
y
comprobando,
como
siempre,
que
el
niño
está
atento
y
sigue
la
señalización
con
su
mirada.
Después
se
le
piden,
nombrándolos.
El
niño
deduce
fácilmente
cuál
es
el
que
corresponde
al
nuevo
nombre.
Esta
situación
de
aprendizaje
es
relativamente
fácil
y
motivadora
para
los
niños
con
síndrome
de
Down.
Tienen
ante
sí
objetos
concretos
que
conocen,
con
los
que
juegan,
un
adulto
que
se
dirige
a
ellos
en
frases
cortas
y
sencillas
que
entienden
bien,
y
se
les
exige
una
respuesta
motora,
que
pueden
ejecutar
con
facilidad.
En
estas
condiciones,
observamos
con
qué
rapidez
aprenden
nuevo
vocabulario
incluido
el
que
el
niño
tiene
que
aprender
en
el
área
de
cálculo,
de
lectura
y
de
pensamiento
lógico.
Los
estímulos
a
seleccionar
podrán
ser
los
colores,
las
formas,
los
números,
las
letras,
las
nociones
espaciales,
etc.
La
preparación
de
este
material
es
muy
sencilla
y
permite
variarlo
mucho.
El
incremento
de
las
dificultades
puede
hacerse:
1. Aumentando
el
número
de
objetos
o
tarjetas
de
entre
los
que
tiene
que
seleccionar,
pasando
de
4
a
6,
8,
10
y
12.
2. Presentándole
parejas
de
objetos
parecidos
entre
sí,
por
ejemplo:
vaca-‐caballo,
moto-‐
bicicleta,
autobús-‐camión,
pintura-‐lápiz,
niño-‐niña,
naranja-‐mandarina,
pera-‐manzana,
etc.
3. Colocando
objetos
que
pertenecen
al
mismo
grupo:
zapato-‐zapatilla,
media-‐calcetín,
abrigo-‐
chaquetón,
jersey-‐chaqueta.
4. Ofreciéndole
objetos
que
sirven
para
lo
mismo:
jarra-‐botella,
vaso-‐taza,
copa-‐vaso.
5. Mostrándole
cartulinas
con
imágenes
de
objetos
que
se
parecen
por
la
forma:
pelota-‐globo,
butaca-‐sofá,
libro-‐cuaderno,
lápiz-‐rotulador.
6. Mostrándole
tarjetas
o
cartulinas
con
dibujos
cuyos
nombres
se
pronuncian
de
un
modo
parecido
por
su
sonido
inicial
o
final:
gato-‐pato,
pez-‐pera,
luna-‐cuna.
Es
fácil
que
los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down
realicen
asociaciones
correctas
de
objetos,
pero
pueden
confundir
los
nombres
cuando
se
les
dice
que
seleccionen
o
nombren.
Ejemplos
habituales
de
estos
fallos
son:
vaso-‐agua,
silla-‐mesa,
vaso-‐taza,
lápiz-‐papel.
Con
estas
dificultades,
ajustadamente
seleccionadas
y
graduadas,
el
alumno
tendrá
que
estar
muy
atento
para
percibir
semejanzas
y
diferencias
visuales
y
auditivas
muy
sutiles.
Su
memoria
trabajará
más
intensamente
asociando
cada
uno
de
los
nombres
con
lo
que
corresponde.
¡Cuánto
tardan
en
distinguir
oreja
y
oveja!
Aun
teniendo
claro
el
objetivo
esencial
en
estas
tareas,
no
deben
olvidarse
otras
necesidades
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
que
deben
tenerse
en
cuenta
siempre
que
sea
posible.
Un
ejemplo
claro
es
el
de
aprovechar
la
tareas
de
selección
para
entrenar
al
niño
con
ejercicios
de
memoria
secuencial
auditiva,
puesto
que
lo
necesita
de
un
modo
especial.
Por
ello,
tan
pronto
como
el
niño
sea
capaz
de
seleccionar
de
uno
en
uno,
de
entre
varios
objetos,
se
nombrarán
dos
objetos
seguidos
para
que
escuche,
retenga
esa
información
y
actúe
adecuadamente.
Las
primeras
veces
es
probable
que
sólo
recuerde
uno
de
los
nombres.
Algunos
niños
retienen
el
primer
nombre
que
oyen,
como
si
no
«entrase»
la
información
del
segundo
y
otros,
por
el
contrario,
retienen
el
segundo
nombre
como
si
se
les
borrara
la
información
del
primero
al
recibir
el
segundo
estímulo
auditivo.
De
todos
modos,
con
entrenamiento
todos
mejoran
y
retienen
cada
vez
más
nombres
desarrollando
de
este
modo
su
capacidad
para
retener
órdenes
verbales
e
información
auditiva
presentada
secuencialmente.
17
El
educador
dirá
los
nombres
de
los
dos
objetos
despacio,
con
claridad,
sin
silabear
ni
repetir.
Dejará
al
alumno
un
tiempo
suficiente
para
evocar
lo
que
ha
oído
y
actuar.
Si
comprueba
que
el
alumno
estaba
distraído
o
que
no
ha
sido
capaz
de
retener
la
información,
la
repetirá,
recordándole
antes:
«¡atento!,
escucha
bien,
¿ya?»...
En
el
momento
en
que
el
niño
sabe
que
un
mismo
objeto
tiene
varias
cualidades
que
permiten
distinguirlo
y
definirlo
frente
a
otros
parecidos,
se
incrementarán
las
dificultades
presentándole
ejercicios
de
selección
entre
objetos
pertenecientes
a
una
misma
categoría,
o
entre
objetos
que
son
iguales
por
una
o
varias
de
sus
propiedades
y
diferentes
por
otras.
De
este
modo,
el
alumno
repasa
los
conceptos
aprendidos
en
relación
con
tamaños,
formas,
colores,
y
posiciones.
Al
mismo
tiempo
se
hacen
un
poco
más
difíciles
los
ejercicios
de
memoria
secuencial
auditiva
que
mencionábamos
antes.
Inicialmente
se
pide
al
alumno
un
objeto
con
uno
de
sus
adjetivos
o
cualidades.
Por
ejemplo:
«Dame
el
lápiz
verde»,
o
«el
coche
grande».
El
aprendizaje
de
los
términos
utilizados
para
describir
las
cualidades
de
los
objetos
como
son
el
color,
el
tamaño
y
la
forma,
es
difícil
para
algunos
alumnos
con
síndrome
de
Down,
a
pesar
de
que
hayan
sido
muy
hábiles
en
las
tareas
asociativas.
En
las
primeras
fases
se
le
presentarán
objetos
o
dibujos
que
se
distinguen
entre
sí
por
una
sola
cualidad,
aquella
sobre
la
que
se
quiere
que
el
niño
aprenda
o
retenga
el
nombre.
Por
ejemplo
se
pondrán
coches
o
cubos
o
bolas
o
fichas
iguales
de
tamaño
y
forma,
pero
de
distinto
color,
para
pedir
al
alumno
sólo
el
color:
«dame
la
roja»,
o
«dame
la
verde«.
Si
se
quiere
que
se
seleccione
el
tamaño,
se
tendrá
mucho
cuidado
en
elegir
objetos
que
se
distinguen
sólo
por
el
tamaño
y
no
por
la
altura
evitando
confusiones
entre
alto-‐bajo
y
grande-‐pequeño.
La
selección
de
las
formas
geométricas
cuadrado,
triángulo
y
círculo
es
para
algunos
niños
con
síndrome
de
Down
más
sencilla
que
la
de
los
colores,
ya
que
en
la
primera
etapa
de
manipulación
y
asociación
han
trabajado
mucho
con
las
formas
en
tableros
excavados
y
han
oído
su
nombre
con
frecuencia.
Si
el
alumno
es
capaz
de
seleccionar
un
objeto
atendiendo
a
una
cualidad,
y
selecciona
por
la
forma,
por
el
tamaño
o
por
el
color,
se
incrementará
la
dificultad,
pidiéndole
objetos
o
figuras
mencionándolos
con
dos
de
sus
propiedades.
Por
ejemplo:
de
entre
un
grupo
de
cubos
de
dos
tamaños
y
varios
colores,
se
le
pedirá:
«dame
el
cubo
grande
amarillo»;
de
entre
un
grupo
de
figuras
geométricas
de
diferentes
tamaños
y
formas
y
de
igual
color
se
le
dirá:
«señala
el
triángulo
pequeño».
Los
bloques
lógicos
son
muy
útiles
para
realizar
esta
actividad,
aunque
es
preciso
tener
en
cuenta
que,
para
el
alumno
con
síndrome
de
Down,
es
más
difícil
retener
y
recordar
los
nombres
de
las
figuras
geométricas
que
los
nombres
de
los
objetos
familiares.
El
hecho
de
haber
realizado
muchas
tareas
asociativas
con
triángulos,
círculos
y
cuadrados
no
garantiza
que
haya
aprendido
bien
los
nombres.
Sin
embargo,
poco
a
poco
los
aprenderá
y,
con
una
práctica
sistemática,
gradual
y
progresiva,
un
niño
de
4
o
5
años
podrá
seleccionar
correctamente
las
figuras
geométricas
cuando
se
le
piden
nombrándolas
con
3
o
4
de
sus
cualidades.
Por
ejemplo:
«¡Dame
el
círculo,
rojo,
grande
y
delgado».
Como
ya
hemos
dicho
anteriormente,
el
alumno
tardará
bastante
tiempo
en
nombrar
verbalmente
las
3
o
4
cualidades
de
una
figura
seleccionada.
Pero
como
a
nivel
receptivo
lo
comprende,
lo
recuerda
y
puede
dar
respuestas
motoras
correctas,
no
frenamos
estas
capacidades
a
la
espera
del
desarrollo
de
su
lenguaje
expresivo.
Los
alumnos
con
síndrome
de
Down
demuestran
así,
una
vez
más,
que
logran
niveles
cognitivos
bastante
altos
en
algunos
aspectos,
aunque
por
sus
dificultades
de
lenguaje
pueden
hacer
creer
que
tienen
poca
capacidad.
18
Es
conveniente
que
las
actividades
de
selección
duren
poco
tiempo
en
cada
sesión
porque
suponen
un
gran
esfuerzo
mental
y
de
atención
para
los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down.
En
esa
etapa
evolutiva
lo
«suyo»
es
la
manipulación.
Prefieren
"actuar":
tomar
y
dejar
cosas,
meter
y
sacar,
etc.
El
hecho
de
atender,
escuchar,
procesar
una
información
verbal
y
elaborar
una
respuesta
es
un
esfuerzo
importante.
CLASIFICACIÓN
Las
actividades
de
clasificación
son
aquellas
actividades
de
selección,
asociación
y
agrupamiento
de
varios
objetos
pertenecientes
a
una
misma
categoría
o
que
tienen
una
cualidad
o
propiedad
común
a
todos
ellos.
De
un
conjunto
grande
de
objetos
es
preciso
elegir
y
poner
juntos
todos
los
que
tienen
una
o
más
cualidades
compartidas.
Un
ejemplo
sería
llenar
un
cesto
o
caja
con
varios
objetos
mezclados,
como
animalitos
de
plástico,
cochecitos
y
lápices.
El
niño
tendrá
que
separar
en
tres
grupos,
los
animalitos,
los
coches
y
los
lápices.
Esta
tarea
es
muy
sencilla
para
los
niños
que
han
hecho
tareas
de
asociación
uno
a
uno.
Inicialmente
se
le
ofrecerán
objetos
iguales
para
cada
uno
de
los
grupos.
Pronto
será
capaz
de
agrupar
todos
los
animales
aunque
sean
diferentes
entre
sí
y
haya
gatos,
perros,
gallinas,
agrupará
todos
los
coches
aunque
sean
de
diferentes
tamaños,
colores
y
marcas,
y
pondrá
juntos
todos
los
lápices
aunque
sean
gruesos,
delgados
y
de
varios
colores.
Estas
tareas
también
pueden
realizarse
con
maderitas
o
cartulinas
con
imágenes
pegadas
o
dibujadas.
Esto
permite
variar
más
la
clase
de
objetos
a
clasificar
y
cambiar
el
criterio
de
clasificación.
Será
preciso
que
este
material
no
ofrezca
dificultades
manipulativas
que
le
distraigan
del
objetivo
fundamental
que
es
la
clasificación.
Puede
suceder
que
el
niño
no
haya
aprendido
aún
los
nombres
de
todas
las
cosas
que
clasifica,
pero
sabe
el
concepto
y
ha
captado
cuáles
pertenecen
a
un
mismo
grupo.
La
reiteración
de
las
tareas
correctamente
realizadas
en
los
diversos
ejercicios
de
asociación,
selección
y
clasificación
hace
posible
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
amplíe
su
lenguaje
comprensivo
de
un
modo
muy
notable.
De
hecho,
los
niños
aprenden
los
nombres
de
muchas
cosas
que
nunca
han
visto
en
el
mundo
real
y
comprenden
que
esas
representaciones
gráficas,
fotos,
dibujos
y
"objetos"
pequeños
(coches,
animales,
etc.),
evocan
algo
real
que
existe
y
que
podrán
reconocer
cuando
lo
vean.
También
aprenden
de
este
modo
los
nombres
de
los
objetos
familiares
que
asocian
y
clasifican.
19
Estas
actividades
facilitan
la
generalización
porque
permiten
atribuir
el
mismo
nombre
a
varias
cosas
diferentes,
pertenecientes
al
mismo
grupo.
Por
ejemplo
el
nombre
«mesa»
sirve
para
todo
tipo
de
mesas:
ovaladas,
cuadradas,
rectangulares,
camillas,
grandes,
pequeñas,
de
una
pata
central
o
de
varias
patas.
El
nombre
de
«perro»
sirve
para
todos
los
perros
de
las
distintas
razas,
o
el
de
«coche»
para
coches
de
distintas
marcas,
colores
y
tamaños.
La
clasificación
facilita
una
flexibilidad
mental
en
virtud
de
la
cual
se
comprende
que
un
objeto
determinado
puede
pertenecer
a
grupos
diferentes
en
función
del
código
de
clasificación
que
se
establezca.
Por
ejemplo,
si
se
tiene
un
triángulo
grande,
amarillo,
grueso
y
rugoso,
podrá
agruparse
con
los
triángulos,
con
los
objetos
grandes,
con
todo
lo
que
es
amarillo,
con
lo
grueso
o
con
los
que
son
de
superficie
rugosa.
El
niño
realiza
una
actividad
mental
cuando
abstrae
la
cualidad
común
compartida
por
varios
objetos
que
son
diferentes
entre
sí
y
realiza
una
clasificación
atendiendo
a
ello.
Cada
vez
que
se
le
pide
que
ponga
juntos
todos
los
objetos
que
son
rojos,
todos
los
objetos
que
son
grandes
o
los
que
son
juguetes,
sus
capacidades
de
atención,
observación,
percepción
y
discriminación
se
enriquecen
con
el
desarrollo
de
la
capacidad
de
abstracción.
CLASIFICACIÓN
MODO
DE
TRABAJAR
Para
las
actividades
de
clasificación
se
utilizarán
varios
grupos
de
objetos,
cada
uno
de
una
«familia»
determinada.
Siempre
que
sea
posible
se
tendrán
en
2
tamaños
y
en
varios
colores,
para
que
puedan
agruparse
según
diferentes
cualidades
o
propiedades,
como
la
familia
o
grupo
al
que
pertenecen
(animales,
frutas,
juguetes),
el
tamaño,
el
color
y
la
forma.
La
tarea
clasificatoria
se
realiza
de
un
modo
más
fácil
y
organizado
si
se
dispone
de
cestos,
cuencos
o
platos,
encima
o
dentro
de
los
cuales
van
colocándose
los
objetos
que
deben
agruparse.
También
puede
hacerse
sobre
cartulina
o
simples
hojas
de
papel
en
las
que,
si
es
necesario,
se
puede
trazar
un
pequeño
dibujo
que
sirva
de
referencia
sobre
los
objetos
que
deben
colocarse
encima,
como
puede
ser
un
arbolito,
un
coche,
un
muñeco,
una
forma
geométrica
o
unas
manchas
de
color.
Esta
ayuda
se
retirará
pronto
para
que
el
niño
recuerde
mentalmente
las
órdenes
verbales.
Los
objetos
más
útiles
para
realizar
este
tarea
en
el
trabajo
de
mesa
son
los
bloques
lógicos,
las
fichas,
los
cubos
y
esferas
de
madera
o
plástico,
las
colecciones
de
animalitos
domésticos
de
plástico
o
madera,
los
juguetes
pequeños
como
casas,
árboles,
coches,
muñecos,
platos,
vasos,
tazas,
cucharillas.
Todo
esto
permite
realizar
actividades
de
clasificación
muy
variadas.
De
este
modo
el
alumno
comprenderá
y
sabrá
transferir
a
situaciones
diferentes
y
a
la
realidad
de
la
vida
ordinaria,
la
capacidad
de
agrupar
o
clasificar
según
un
criterio
dado.
Muchos
trabajos
que
podrá
realizar
después
como
adulto
en
fábricas,
almacenes,
oficinas,
tiendas,
hoteles,
etc.,
contienen
diversas
tareas
de
selección
y
clasificación.
Es
muy
conveniente
que
la
familia
colabore
incorporando
al
niño
en
las
diferentes
actividades
que
se
realizan
en
el
hogar,
entre
las
que
están
incluidas
muchas
de
clasificación
como
son
las
de
recoger
la
vajilla
y
los
cubiertos,
separar
los
grupos
de
ropa
que
se
meten
en
la
lavadora,
ordenar
cuentos
y
juguetes,
vaciar
y
guardar
en
su
sitio
la
compra
del
supermercado,
etc.
20
Esta
práctica
en
un
ambiente
natural
es
un
medio
valiosísimo
para
conseguir
la
transferencia,
la
generalización
y
la
consolidación
de
los
aprendizajes
que
se
realizan
en
el
aula.
Es
muy
importante
darse
cuenta
de
que
con
este
tipo
de
actividades
el
alumno
desarrolla
también
sus
capacidades
de
orden
y
de
organización,
muy
útiles
en
circunstancias
variadas
de
la
vida
ordinaria.
De
hecho,
conforme
van
creciendo,
es
una
de
sus
características
personales.
DENOMINACIÓN
La
denominación
es
una
actividad
de
lenguaje
expresivo
en
la
que
el
alumno
nombra
los
objetos
así
como
sus
propiedades,
cualidades
y
posiciones
espaciales.
Conocidas
las
dificultades
de
articulación
y
lenguaje
expresivo
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down,
no
debe
exigirse
al
niño
la
perfección
articulatoria,
dado
que
el
objetivo
aquí
no
es
la
inteligibilidad
del
habla.
Es
suficiente
que
emita
sonidos
distintos
para
los
diferentes
estímulos,
de
modo
que
un
mismo
sonido
lo
utilice
siempre
y
sólo
para
un
mismo
objeto
o
una
propiedad.
Por
ejemplo,
si
se
trata
de
denominar
una
fila
de
cubos
de
2
tamaños
y
varios
colores,
es
posible
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
de
4
años
vaya
haciendo
una
«lectura»:
«ande
-‐
azul»,
«eño
-‐
rojo»
y
el
profesor
la
dará
por
válida,
sin
exigirle
mejor
pronunciación,
porque
entiende
muy
bien
que
el
alumno
quiere
decir
«grande
-‐
azul»,
«pequeño
-‐
rojo».
Lo
que
interesa
en
ese
momento
es
la
fluidez
cognitiva
y
mental,
más
que
la
claridad
del
habla.
Este
objetivo
ya
se
trabajará
en
otros
momentos,
como
una
parte
específica
y
concreta
del
aprendizaje
del
lenguaje
expresivo.
GENERALIZACIÓN
Un
aprendizaje
es
útil
cuando
está
consolidado,
no
se
olvida
y
puede
hacerse
uso
de
él
en
otros
contextos
diferentes
al
de
la
situación
de
enseñanza.
En
este
caso,
la
generalización
supondrá
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
aplicará
sus
conocimientos
de
"aula"
a
su
ambiente
natural,
ordinario,
asociando,
seleccionando,
clasificando
e
incluso
explicando
las
semejanzas
y
diferencias
de
las
cosas,
por
qué
van
juntas,
etc.
Habrá
adquirido
la
capacidad
de
observar
el
ambiente
y
de
percibir
cuáles
son
los
estímulos
para
actuar
de
un
modo
coherente
y
lógico
ante
lo
percibido.
Para
conseguirlo,
desde
el
comienzo
de
este
programa,
se
intentará
que
el
alumno
haga
uso
de
las
habilidades
y
capacidades
desarrolladas
en
el
aula
en
otras
situaciones
ambientales
naturales.
21
La
dificultad
para
transferir
y
generalizar
conocimientos
a
contextos
diferentes
es
común
en
las
personas
con
dificultades
de
aprendizaje
por
capacidad
intelectual
disminuida.
Este
es
el
caso
de
las
personas
con
síndrome
de
Down.
Por
ello,
si
se
tiene
en
cuenta
siempre,
se
procurará
darles
oportunidades
variadas
para
practicar
lo
aprendido
en
otros
momentos
y
lugares.
El
niño
con
síndrome
de
Down
es
bastante
hábil
para
captar
visualmente
y
darse
cuenta
de
lo
que
ve,
aunque
no
pueda
expresarlo.
Sus
capacidades
visuo-‐perceptivas
son
suficientemente
buenas
como
para
darse
cuenta
de
muchos
detalles
que
localiza
y
que
puede
encontrar
y
señalar.
Por
ello,
conviene
aprovechar
las
situaciones
ordinarias
del
hogar,
de
los
paseos
y
de
las
compras,
para
que
el
niño
se
fije
en
determinados
estímulos
y,
de
acuerdo
con
los
objetivos
elegidos
previamente,
sea
capaz
de
nombrar,
de
señalar
o
de
actuar
de
un
modo
correcto
cuando
aparezca
una
de
esas
señales.
El
niño
tiene
que
darse
cuenta
de
que
asociar
2
cochecitos
iguales
en
la
clase
es
el
mismo
tipo
de
tarea
que
la
de
poner
2
latas
de
tomate
iguales
una
al
lado
de
la
otra,
o
la
de
emparejar
calcetines.
Por
ello
se
le
pedirá,
habitualmente,
que
ayude
a
recoger
los
juguetes,
que
guarde
los
cubiertos
en
sus
cajetines,
que
vacíe
el
lavavajillas,
que
ordene
el
armario
de
los
zapatos.
En
las
tareas
ordinarias,
vividas
con
el
niño,
haciéndole
un
participante
activo
en
el
hogar
y
en
el
colegio,
se
le
dará
una
información
verbal
precisa,
correcta
y
concreta.
Así
aprenderá,
de
un
modo
natural
y
vivido,
conceptos
y
nociones
como
dentro,
fuera,
encima,
debajo,
lejos,
cerca,
al
lado,
delante,
detrás,
grande,
pequeño,
vacío,
lleno,
y
otros
muchos.
Tardará
tiempo
en
dar
explicaciones
de
sus
acciones,
pero
habrá
aprendido
conceptos
que
podrá
expresar
en
cuanto
madure
su
capacidad
verbal.
De
este
modo,
aprovechando
la
etapa
evolutiva
de
un
niño
pequeño
con
síndrome
de
Down,
se
sale
al
frente
de
algunas
de
sus
dificultades
y
va
preparándose
para
progresos
posteriores
más
complejos.
De uso común
Conviene
disponer
como
mínimo
de
2
objetos
iguales
de
cada
uno
de
ellos,
para
que
puedan
emparejarse.}
22
Capítulo
5.
Los
métodos
de
lectura
y
escritura
para
alumnos
con
deficiencia
mental
UN
LASTRE
HISTÓRICO
Durante
años,
muchas
personas
con
deficiencia
mental,
incluidas
las
personas
con
síndrome
de
Down,
no
aprendieron
a
leer
porque
la
doctrina
comúnmente
aceptada
y
transmitida
era
que
con
un
grado
moderado
de
deficiencia
mental
no
podían,
y
no
debían,
aprender
a
leer
y
escribir.
Sólo
podría
lograrse
en
algunos
casos
excepcionales,
de
un
modo
muy
costoso,
con
resultados
pobres,
alcanzando
únicamente
un
nivel
de
lectura
mecánica,
sin
comprensión
y
sin
ninguna
utilidad
práctica
para
su
vida.
De
este
modo,
ha
ido
cumpliéndose
la
profecía:
a
bajas
expectativas,
bajos
resultados.
A
ninguna
expectativa,
ningún
resultado.
Si
no
se
les
ha
enseñado,
no
han
aprendido.
Si
se
ha
creído
que
era
una
tarea
imposible,
ni
tan
siquiera
se
ha
intentado.
En
otro
manual
de
educación
especial
se
afirmaba
que
«hasta
los
7
años
los
niños
normales
no
tienen
madurez
para
la
lectura,
a
los
5
años
son
inmaduros
y
la
edad
de
iniciación
debe
ser
entre
6
y
7
años».
Para
que
un
niño
con
deficiencia
mental
de
grado
moderado
llegue
a
una
edad
mental
de
7
años,
si
es
que
llega,
habrá
que
esperar
a
que
tenga
una
edad
cronológica
de
12
a
14
años,
momento
en
el
que
según
algunos
autores,
se
llega
a
una
plataforma
mental,
deben
interrumpirse
los
programas
académicos
con
los
alumnos
con
discapacidad
intelectual
e
iniciarles
en
actividades
de
taller
ocupacional.
En
el
texto
mencionado,
al
referirse
a
los
alumnos
retrasados
(sin
especificar
el
grado
de
retraso)
afirmaban
que
«durante
el
primer
año
de
aprendizaje
sólo
llegan
al
estudio
de
la
letra
aislada
y
no
están
capacitados
para
la
función
sintáctica».
(Urquía
y
Pérez,
1986).
Lambert
(1982)
y
Bender
(1984)
señalaban
unos
objetivos
mínimos
de
lectura
para
los
alumnos
con
deficiencia
mental
de
grado
moderado:
lectura
funcional,
comprensión
de
símbolos,
lectura
de
letreros,
menús,
algunas
instrucciones
sencillas,
impresos
y
mensajes
cortos.
Otra
teoría,
ampliamente
difundida
por
diversos
autores,
era
la
de
que,
previo
a
un
comienzo
de
la
enseñanza
de
la
lectura,
el
niño
tiene
que
reunir
una
serie
de
requisitos
de
madurez
como
pueden
ser
los
de
la
interiorización
del
esquema
corporal
y
de
una
lateralidad
clara
y
perfectamente
establecida,
así
como
tener
adquiridas
la
orientación
y
estructuración
espacial,
la
organización
y
estructuración
temporal
y
la
capacidad
perceptiva
(Urquía
y
Pérez,
1986).
Aunque
no
se
especificaba
claramente
cuál
es
el
grado
exacto
de
madurez
previo
al
programa,
se
utilizaban
varios
test
de
medición
(ABC,
Filho,
Badicmale).
23
Si
se
hubieran
seguido
los
criterios
que
en
estos
test
se
exponen,
podríamos
afirmar
que
muchas
personas
con
deficiencia
mental,
entre
ellas
la
mayoría
de
las
personas
con
síndrome
de
Down,
nunca
habrían
aprendido
a
leer
porque
con
frecuencia
no
llegan
a
tener
esa
madurez
y
si
lo
hacen
es
ya
en
la
adolescencia
o
la
juventud.
Con
respecto
a
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
en
concreto,
Johnson
(1979)
afirmaba
que
«algunos
de
estos
niños
son
'educables'
y
otros
padecen
deficiencia
mental
profunda,
pero
la
mayoría
de
ellos
posee
de
un
25
a
un
50%
de
lo
que
se
considera
inteligencia
'normal'
y
son,
por
tanto,
sólo
'entrenables'.
El
término
entrenable
se
aplica
a
los
deficientes
mentales
más
graves
que
no
pueden
beneficiarse
ni
mejoran
su
nivel
de
funcionamiento
por
medio
de
aprendizajes
académicos».
Para
Lambert
y
Rondal
(1982)
"los
niños
mongólicos
son
retrasados
mentales
moderados
y
severos
y,
por
tanto,
se
les
aplica
un
contenido
educativo
que,
inspirándose
en
un
trabajo
de
Dunn
(1973),
sólo
incluye
un
programa
básico
de
«lectura
social».
En
los
libros
dedicados
especialmente
a
la
educación
de
los
niños
con
síndrome
de
Down,
publicados
en
España
antes
de
1991,
no
se
mencionaba
un
programa
de
lectura
y
escritura
en
sentido
propio
o
se
señalaban
sólo
unos
objetivos
mínimos
de
copia
y
escritura
de
letras
y
palabras.
Otros
autores,
aun
proponiendo
la
conveniencia
y
necesidad
de
programa
de
lectura
y
escritura,
destacaban
las
dificultades,
la
necesidad
de
esperar
a
que
el
niño
alcancase
la
«madurez»
y
no
confiaban
en
que
alcanzaran
grandes
niveles.
En este breve repaso, se demuestra cuál ha sido la doctrina y, consecuentemente, la práctica común.
Si,
por
otro
lado,
se
analizan
algunos
métodos
de
enseñanza
de
lectura
y
de
escritura
utilizados
con
los
alumnos
con
discapacidad
intelectual,
es
lógico
plantearse
si
el
fracaso
en
el
aprendizaje
se
ha
debido
al
propio
método
o
a
las
bajas
expectativas
del
profesor
o
de
la
familia.
En
muchas
ocasiones
se
empezaba
el
método
con
la
enseñanza
de
las
letras
y
su
escritura
o
con
el
aprendizaje
de
las
sílabas;
todo
ello
no
tiene
sentido
para
el
alumno
porque
no
se
«lee»
nada,
sólo
se
descifran
sílabas
o
fonemas
de
un
modo
mecánico.
Algunos
métodos
fonético-‐gestuales
añaden
una
dificultad
adicional
porque
se
pide
al
niño
un
esfuerzo
memorístico
y
motórico
para
realizar
un
determinado
gesto
y
sonido
ante
cada
grafismo.
Los
métodos
sintéticos
alfabéticos,
fonéticos
y
silábicos
que
han
sido
tan
utilizados
en
nuestras
escuelas,
no
son
los
más
adecuados
para
los
alumnos
con
deficiencia
mental.
Si
bien
es
cierto
que
pueden
aprender
relativamente
pronto
la
mecánica
lectora,
es
muy
difícil
que
adquieran
después
una
buena
comprensión
de
los
textos
leídos.
En
relación
con
los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down,
esos
métodos
aún
son
más
inadecuados
porque
los
niños,
por
un
lado,
tienen
unas
características
propias
para
la
entrada,
procesamiento
y
salida
de
la
información
que
reciben.
Por
otro,
como
son
niños
pequeños,
la
enseñanza
debe
respetar
su
etapa
evolutiva
que
impone
unos
materiales,
unos
contenidos
y
un
modo
de
actuar
adecuados
a
ese
momento.
24
Not
(1976)
ya
alertó
sobre
la
elección
de
métodos
adecuados.
Afirmaba
que
«generalmente
los
débiles
mentales
consiguen
leer.
Sus
fracasos,
que
no
deben
confundirse
con
la
dislexia,
pueden
tener
orígenes
análogos
pero,
más
corrientemente
proceden
de
una
inadaptación
del
alumno
al
método
de
aprendizaje
provocado
por
una
inadecuación
del
método
al
alumno».
Esta
inadecuación
puede
residir:
a)
en
el
propio
método
si
es
poco
estimulante,
si
no
es
atractivo
o
si
resulta
arduo;
b)
en
el
momento
en
el
que
se
intenta
ponerlo
en
práctica
con
un
niño
en
concreto
porque
puede
haber
un
desfase
importante
en
la
forma
y
en
el
contenido
en
relación
con
la
edad
y
c)
en
las
características
personales
e
intereses
del
propio
alumno
que
deben
ser
tenidas
en
cuenta
para
adaptarse
a
ellas.
Cualquier
método,
a
pesar
de
haber
demostrado
su
eficacia
con
un
alto
porcentaje
de
estudiantes,
puede
no
ser
el
adecuado
para
un
alumno
en
concreto.
Antes
de
diagnosticar
que
un
alumno
no
puede
aprender
a
leer,
hay
que
intentarlo
de
otro
modo
después
de
analizar
cuidadosamente
la
situación.
Hasta
la
aplicación
de
las
disposiciones
sobre
la
integración
escolar
de
los
niños
con
discapacidad,
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
han
asistido
a
centros
específicos
de
Educación
Especial.
En
muchos
centros
se
ponía
el
énfasis
en
objetivos
básicos
relacionados
con
la
autonomía
personal,
el
cuidado
de
sí
mismos,
la
socialización,
la
comunicación
y
la
habilidad
manual.
La
realidad
era
que
muchos
niños
acudían
al
colegio
con
un
nivel
muy
bajo
en
dichos
aspectos,
ya
que
no
estaban
extendidos
los
programas
de
atención
temprana.
Así,
daban
la
«impresión»
de
niños
con
un
retraso
importante,
y
por
tanto,
las
expectativas
eran
bajas.
Se
pensaba
que
lo
fundamental
era
conseguir
un
aprendizaje
para
su
autonomía
en
la
vida
diaria
y
que
eso
debía
conseguirse
"antes"
de
pensar
en
otros
aprendizajes.
En
la
actualidad,
esta
teoría
no
se
sostiene.
No
sólo
porque
los
niños
participan
en
programas
de
atención
temprana
y
tienen
menos
retraso,
sino
porque
sabemos
que
hay
objetivos
educativos
muy
diversos,
que
no
son
necesariamente
«secuenciales»
y
que,
por
tanto,
pueden
programarse
y
trabajarse
en
la
misma
etapa
de
modo
independiente.
Más
aún,
cada
vez
comprobamos
con
más
evidencia
que
unas
adquisiciones,
unos
logros
en
determinadas
áreas
-‐
incluida
la
académica-‐
influyen
positivamente
en
el
avance
de
otros
logros.
Los
aprendizajes
para
la
vida
práctica
y
las
habilidades
sociales
-‐todo
ello
prioritario
e
imprescindible-‐
no
son
incompatibles
con
los
programas
de
desarrollo
cognitivo
y
de
aprendizajes
académicos.
Tampoco
podría
mantenerse
hoy
en
día
que
la
lectura
y
escritura
no
son
aprendizajes
prácticos
y
útiles
en
una
sociedad
como
la
nuestra
repleta
de
letra
impresa.
Leer
y
escribir
es
un
claro
signo
de
«normalización»
que
facilita
enormemente
la
integración
en
todos
sus
niveles.
Si
a
esto
añadimos
que
el
tiempo
diario
de
enseñanza
del
método
de
lectura
que
proponemos,
no
debe
superar
los
15
o
20
minutos,
no
se
sostiene
el
pretexto
de
falta
de
tiempo.
NUEVA
PERSPECTIVA
Felizmente,
las
cosas
han
cambiado
en
los
últimos
años
y
todo
lo
señalado
en
los
párrafos
anteriores
va
siendo
historia
que,
si
conviene
conocerla,
es
para
valorar
los
avances
y
mejorar
el
futuro.
En
este
sentido
es
muy
interesante
la
investigación
realizada
por
Booth
(1992)
que
muestra
el
análisis
de
la
actitudes
de
3
grupos
de
personas
en
relación
con
la
enseñanza
de
la
lectura
y
escritura:
los
profesionales,
las
familias
y
los
propios
alumnos
con
dificultades
de
aprendizaje.
En
el
trabajo
se
recogen
las
nuevas
perspectivas,
que
son
muy
diferentes
a
lo
descrito
años
pasados.
25
Los
3
grupos
de
personas
afirman
que
un
programa
de
lectura
para
alumnos
con
dificultades
debe
incluirse
lo
más
pronto
posible,
dando
prioridad
a
la
comprensión,
con
materiales
apropiados,
porque
lo
exige
la
dignidad
personal
de
los
alumnos,
porque
aumentan
las
oportunidades
para
obtener
empleo
y
porque
hay
más
aceptabilidad
social.
Los
3
grupos
afirman
que
la
lectura
debe
formar
parte
del
curriculum,
tanto
en
situación
de
integración
escolar
como
en
escuelas
especiales.
El
programa
no
debe
interrumpirse
pronto,
como
sucede
con
los
alumnos
sin
retraso,
ya
que
precisamente
los
alumnos
con
dificultades
tardan
más
tiempo
en
lograr
la
madurez
y
los
niveles
que
alcanzan
los
alumnos
sin
problemas.
Los
objetivos
que
nosotros
nos
planteamos
al
enseñar
a
leer
a
las
personas
con
síndrome
de
Down
son
mucho
más
altos
que
los
que
tradicionalmente
se
han
señalado.
Al
uso
meramente
funcional
de
la
lectura,
nosotros
proponemos
la
lectura
como
actividad
de
ocio,
la
lectura
como
afición,
el
uso
de
la
lectura
como
aprendizaje,
la
lectura
como
medio
para
el
estudio
y,
en
definitiva,
como
instrumento
para
lograr
mayor
grado
de
autonomía
personal.
También
proponemos
y
trabajamos
para
que
las
personas
con
síndrome
de
Down
accedan
a
la
cultura
en
general,
valoren
y
disfruten
la
calidad
de
textos
y
obras
de
la
literatura,
y
que
ellos
mismos
puedan
expresar
por
escrito,
con
belleza,
sus
sentimientos,
reflexiones
y
creaciones.
Por
último,
nos
planteamos
de
qué
modo
puede
la
lectura
mejorar
la
capacidad
intelectual
de
las
personas
con
síndrome
de
Down,
y
de
qué
modo
podría
evaluarse
dicha
mejoría.
Ese
abandono
de
programas
académicos
chocaba
con
las
actitudes
y
con
la
práctica
educativa
realizada
con
otros
alumnos
sin
discapacidad
intelectual
que
tenían
dificultades
en
la
escuela,
incluidas
las
dificultades
para
el
aprendizaje
de
la
lectura
y
la
escritura.
Tenían
la
oportunidad
de
continuar
recibiendo
apoyos
suplementarios
de
diverso
tipo
a
lo
largo
de
su
educación
secundaria.
También
chocaba
con
los
programas
de
educación
continuada
o
permanente
a
los
que
accedían
jóvenes
y
adultos
que,
por
diversas
razones,
no
habían
podido
completar
sus
estudios
básicos
obligatorios.
También
contrastaba
con
la
variedad
de
aulas
para
la
tercera
edad,
que
ofrecían
y
ofrecen
a
los
mayores
la
posibilidad
de
mantener
alto
y
vivo
su
interés
en
temas
culturales
de
actualidad.
Hoy
en
día
varios
autores
señalan
la
necesidad
de
formación
académica
permanente
para
las
personas
adultas
con
síndrome
de
Down,
(Tingey,
1988;
Selikowitz,
1992;
Farrell,
1991;
Troncoso,
1991).
26
En
los
lugares
en
los
que
está
aplicándose
la
modalidad
educativa
de
integración
escolar,
existe
un
peligro
que
nos
parece
oportuno
señalar
para
evitar
sus
consecuencias.
En
muchos
centros
escolares
de
integración
el
alumno
con
síndrome
de
Down
es
promocionado
de
un
nivel
a
otro
con
sus
compañeros
de
clase,
sin
que
él
pueda
avanzar
al
mismo
ritmo
que
ellos.
Si
no
se
ha
hecho
una
buena
adaptación
curricular
ni
se
ha
llevado
a
cabo
un
programa
individualizado,
el
alumno
con
síndrome
de
Down,
que
progresa
mucho
más
despacio
que
sus
compañeros
y
no
hace
uso
habitual
de
sus
capacidades
lectoras
para
estudiar
o
para
consultar
temas
-‐como
de
hecho
hacen
sus
compañeros
de
clase-‐,
comienza
a
bajar
su
estima
personal,
su
interés
por
leer
y
su
práctica
lectora.
De
este
modo,
no
sólo
corre
el
peligro
de
no
progresar
cuanto
podría
con
un
buen
programa,
sino
que
es
muy
probable
que
olvide
lo
aprendido
y
haga
una
regresión
en
sus
conocimientos
y
en
sus
deseos
por
aprender.
El
trabajo
de
investigación
realizado
por
Buckley
y
Sacks
(1987)
aportó
algunos
datos
reveladores
sobre
los
niveles
de
lectura
y
escritura
de
un
grupo
de
adolescentes
y
el
uso
que,
habitualmente,
hacían
de
estos
aprendizajes.
La
muestra
comprendía
a
32
chicos
menores
de
14
años
y
34
jóvenes
mayores
de
14
años.
El
77%
del
primer
grupo
y
el
18%
del
segundo
grupo
podían
leer
algo,
pero
sólo
un
50%
de
los
primeros
y
un
70%
de
los
segundos
leían
libros
y
estos
eran
para
principiantes.
Los
buenos
lectores
representaban
sólo
un
16%
de
la
muestra.
Trabajos
anteriores
(Carr
y
Hewett,
1982;
Cheseldine
y
Yeffee,
1982)
presentan
datos
con
resultados
de
niveles
lectores
aun
más
bajos
que
los
recogidos
por
Buckley.
En
relación
con
la
escritura,
la
mayoría
de
los
adolescentes
de
la
muestra
podían
copiar
y
escribir
sus
nombres,
pero
muy
pocos
hacían
uso
espontáneo
de
sus
habilidades
para
escribir.
Entre
los
mayores,
menos
de
un
tercio
podían
escribir
sus
señas
o
los
nombres
de
sus
familias.
Por
tanto,
la
mayoría
de
ese
grupo
de
adolescentes
no
hacía
ningún
uso
de
carácter
práctico
o
funcional
de
sus
habilidades
de
escritura.
Es
verdad
que
un
número
alto
de
adultos
con
síndrome
de
Down
de
hoy
no
saben
leer
o
no
hacen
uso
habitual
de
la
lectura,
aunque
no
tenemos
datos
estadísticos
significativos.
No
sabemos
si
se
debe
a
que
no
se
les
enseñó
en
la
escuela,
o
si
se
intentó
con
un
método
inadecuado
para
ellos,
o
no
se
han
realizado
programas
de
continuidad
y
progreso
lector.
Buckley
comprobó
que
una
de
las
variables
que
influían
en
los
niveles
adquiridos
por
los
alumnos
era
el
tipo
de
escuela
y
el
profesorado.
La
mayoría
(94%)
asistía
a
escuelas
para
alumnos
con
dificultades
severas
de
aprendizaje
y
sólo
un
6%
estaba
en
escuelas
para
niños
con
dificultades
moderadas.
Esta
situación
escolar
ha
cambiado
en
la
mayoría
de
los
países.
En
parte
porque
casi
todos
los
niños
con
síndrome
de
Down
reciben
programas
de
Atención
Temprana
y
se
evita
que
su
deficiencia
sea
de
grado
severo.
Diríamos
que,
utilizando
los
términos
arcaicos,
tan
poco
afortunados,
ya
no
son
«entrenables»,
sino
«educables»
y,
en
parte,
porque
la
integración
escolar
va
extendiéndose,
se
ofrece
la
misma
escuela
para
todos.
La
escuela
común
se
ha
abierto
a
la
diversidad,
y
se
espera
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
aprendan
a
leer
y
a
escribir.
El
hecho
real
y
comprobado
es
que
los
niños
y
jóvenes
con
síndrome
de
Down
de
hoy
están
aprendiendo
más
y
mejor
de
lo
que
se
esperaba
hace
unos
años
y
en
ese
aprendizaje
se
incluyen
los
llamados
aprendizajes
académicos.
27
Actualmente
hay
razones
para
afirmar
que
un
mantenimiento
continuado
de
programas
adecuados
de
lectura
y
escritura
durante
la
adolescencia,
juventud
y
edad
adulta,
conseguirán
que
las
personas
con
síndrome
de
Down
adquieran
y
mantengan
niveles
altos
de
lectura
y
escritura.
Buckley
(1992)
apoya
la
tesis
del
uso
de
la
lectura
como
método
para
enseñar
el
lenguaje
oral.
Afirma
que
la
deficiencia
de
memoria
a
corto
plazo
que
existe
para
la
información
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
recibe
por
vía
auditiva,
le
dificulta
para
comprender
el
lenguaje
hablado.
Las
palabras
habladas
existen
sólo
durante
un
período
corto,
mientras
que
las
palabras
escritas,
los
signos
hechos
con
las
manos,
o
los
dibujos
o
fotos,
pueden
permanecer
todo
el
tiempo
que
sea
preciso.
Buckley
dice
que
los
alumnos
preescolares
del
Portsmouth
Down
Syndrome
Project
aprenden
el
lenguaje
escrito
como
su
primer
lenguaje,
en
lugar
de
ser
el
segundo,
como
es
habitual
en
el
resto
de
los
niños
que
aprenden
primero
a
hablar
y
leen
sólo
después
de
haber
dominado
el
lenguaje
oral.
Buckley
confirmó
con
sus
trabajos
que
un
20%
como
mínimo
de
los
niños
con
síndrome
de
Down
pueden
leer
palabras
sueltas
entre
los
3
y
4
años
de
edad.
En
su
experiencia
y
trabajo
enseña
a
los
niños
a
leer
y
a
hablar
al
mismo
tiempo,
haciendo
que
las
dos
habilidades
interactúen
y
se
informen
entre
sí.
Observó
que
todos
los
niños
progresaban
en
la
lectura
y
en
lenguaje
oral
presentando
habilidades
más
altas
que
las
normalmente
esperadas
de
niños
con
síndrome
de
Down.
También
comprobó
que
entre
los
alumnos
adolescentes
que
participaban
en
un
programa
de
mejora
de
sus
habilidades
lingüísticas,
progresaban
más
deprisa
quienes
utilizaban
frases
escritas
impresas
en
las
tarjetas
de
imágenes
y
que
podían
"leer",
que
quienes
recibían
sólo
el
estímulo
auditivo
de
una
frase
que
tenían
que
repetir.
(Buckley,
1992).
28
Pieterse
y
Treloar
(1981)
hicieron
un
trabajo
semejante
en
la
Universidad
Mcquarie
en
Australia
que,
al
no
ser
publicado,
tuvo
poca
difusión
y
apenas
se
conoció.
Algunos
datos
han
sido
publicados
en
textos
de
otros
autores
(Dmitriev
y
Oelwein,
1988;
Strattford,
1985)
.Este
programa,
al
igual
que
los
anteriores,
utiliza
el
estímulo
visual
de
palabras
completas
en
la
fase
inicial,
para
pasar
pronto
al
sonido
de
letras.
Para
Pieterse
(1988)
los
estímulos
visuales
para
la
enseñanza
del
lenguaje
facilitan
el
uso
de
palabras
en
el
lenguaje
oral
de
los
niños
con
dificultades
auditivas
y
con
problemas
de
lenguaje
receptivo,
entre
los
que
se
encuentran
muchos
niños
con
síndrome
de
Down.
Los
resultados
publicados
muestran
que
8
niños,
con
edad
cronológica
media
de
8
años,
con
edad
mental
media
de
4
años
y
8
meses,
tenían
una
edad
media
lectora
de
7
años
y
2
meses,
por
tanto
dos
años
por
encima
de
la
edad
mental.
Nuestra
experiencia
tiene
su
origen
en
1970
con
la
enseñanza
de
la
lectura
y
escritura
a
alumnos
con
dificultades
de
aprendizaje,
algunos
de
los
cuales
tenían
discapacidad
intelectual
y
otros
problemas
perceptivos
y
sensoriales.
Todos
tenían
más
de
6
años
de
edad
cronológica.
Varios
de
ellos
habían
fracasado
con
los
métodos
de
enseñanza
de
la
lectura
que
se
usaban
habitualmente
en
sus
centros
escolares.
Basándonos
en
este
trabajo
inicial
y
en
lo
propuesto
por
Doman
(1967),
en
1980
empezamos
la
enseñanza
de
la
lectura
a
alumnos
con
síndrome
de
Down
de
4
y
5
años
de
edad
cronológica,
teniendo
en
cuenta
sus
características
propias,
la
edad
que
tenían
y
la
falta
de
lenguaje
oral
en
algunos
de
ellos.
Todos
los
niños
habían
participado
previamente
en
un
programa
de
intervención
temprana
en
el
que
habíamos
dedicado
especial
atención
a
su
desarrollo
perceptivo-‐
discriminativo.
Los
primeros
seminarios
y
reuniones
de
trabajo
de
aquella
época,
en
los
que
expusimos
el
método
y
los
resultados
iniciales,
con
demostraciones
de
los
propios
niños,
supusieron
una
revolución
e
innovación
educativa.
Los
profesores
de
educación
especial
no
se
habían
planteado
enseñar
a
leer
a
niños
con
deficiencia
mental
que
fuesen
menores
de
5
años
y
menos
aún
que,
no
hablasen
todavía.
El
método
fue
descrito
de
forma
abreviada
en
sus
líneas
fundamentales
(Flórez
y
Troncoso,
1991;
Del
Cerro,
1992)
para
que
pudiera
servir
de
guía
básica
a
quienes
quisieran
iniciar
experiencias
semejantes,
hecho
que
ha
sido
seguido
por
numerosas
personas
e
instituciones
en
España
e
Iberoamérica.
Posteriormente
presentamos
los
resultados
del
método
de
lectura
con
un
grupo
de
25
alumnos
con
síndrome
de
Down
cuyos
coeficientes
intelectuales
variaban
de
37
a
66
(Troncoso
y
col.,
1997).
Las
edades
cronológicas
de
la
muestra
estaban
comprendidas
entre
los
8
años
4
meses
y
los
18
años.
Las
edades
mentales
estaban
entre
los
4
años
7
meses
y
los
8
años
8
meses
y
las
edades
lectoras
alcanzadas
oscilaban
entre
7
y
11
años,
por
tanto
eran
claramente
más
altas
que
sus
edades
mentales.
En
este
grupo
hubo
9
lectores
cuya
edad
mental
era
inferior
a
6
años
y
11
alumnos
con
un
coeficiente
intelectual
inferior
a
50
que
también
leían.
29
La
iniciación
temprana
de
la
enseñanza
pudimos
hacerla
con
14
niños
y
eso
permitió
que
supieran
leer
cuando
tenían
7
y
8
años
de
edad
cronológica.
Los
alumnos
que
habían
alcanzado
los
niveles
más
altos
(4º
y
5º
de
Primaria)
participaron
en
un
programa
de
progreso
lector.
Varios
alumnos
que
interrumpieron
el
programa
sistemático
de
continuidad
no
progresaron
y
sus
niveles
lectores
quedaron
"estancados"
entre
1º
y
2º
de
Primaria.
De
los
25
alumnos
estudiados,
19
eran
aficionados
a
leer
y
elegían
la
lectura
como
una
de
sus
actividades
favoritas.
Las
lecturas
elegidas
correspondían
a
su
nivel
mental
y
de
conocimientos.
RESULTADOS
Los
programas
que
están
diseñados
específicamente
para
las
personas
con
síndrome
de
Down
(Buckley,
1986;
Buckley
y
Perera,
2005;
Oelwein,
1988;
Troncoso
y
Del
Cerro,
1991;
Navarro
y
Candel,
1992;
Troncoso
y
col.,
1997)
muestran
en
su
conjunto
los
siguientes
resultados:
1. Los
niños
con
síndrome
de
Down
de
3
a
5
años
tienen
capacidad
para
reconocer
palabras
de
un
modo
global,
las
"leen"
percibiéndolas
como
un
todo,
comprendiendo
su
significado.
2. Los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down
muestran
gran
interés
y
disfrutan
con
el
aprendizaje
perceptivo
de
las
palabras
escritas.
3. Algunos
niños
con
síndrome
de
Down
con
edades
mentales
comprendidas
entre
4
y
5
años
leen
a
un
nivel
que
corresponde
a
los
grados
1º
y
3º
de
Primaria.
4. Hay
alumnos
con
síndrome
de
Down
con
coeficientes
intelectuales
comprendidos
entre
40
y
50,
que
leen
con
comprensión
a
un
nivel
de
2º
a
5º
grado
de
Primaria.
5. Hay
niños
y
jóvenes
con
síndrome
de
Down
que
utilizan
habitualmente
sus
capacidades
de
lectura
y
escritura
para
entretenerse,
comunicarse,
recibir
información
y
aprender.
6. Las
edades
lectoras
que
han
alcanzado
muchos
jóvenes
con
síndrome
de
Down
están
por
encima
de
sus
edades
mentales
en
2
o
más
años.
Las
edades
lingüísticas
son
más
bajas
que
las
edades
mentales.
7. Algunos
alumnos
con
síndrome
de
Down
con
edades
cronológicas
de
7
a
9
años,
que
iniciaron
el
aprendizaje
lector
en
edades
tempranas,
han
adquirido
un
nivel
lector
semejante
al
de
sus
compañeros
de
clase
sin
síndrome
de
Down,
al
cursar
Primaria.
30
8. Hay
una
gran
variabilidad
interindividual
entre
los
niveles
lectores
alcanzados
por
los
alumnos
con
síndrome
de
Down.
No
hay
datos
concluyentes
que
demuestren
qué
variables
influyen
favorablemente.
Parece
que
la
edad
mental
del
alumno,
el
tiempo
que
le
dedica
el
profesor,
la
continuidad
del
programa,
el
estilo
de
la
escuela
y
el
apoyo
familiar
son
5
variables
que
repercuten
de
un
modo
directo
en
el
aprendizaje
y
en
el
progreso.
9. El
aprendizaje
de
la
escritura
ofrece
especiales
dificultades
a
los
alumnos
con
síndrome
de
Down.
La
habilidad
para
escribir
al
mismo
nivel
que
leen
no
se
adquiere
en
edades
tempranas.
Las
dificultades
se
manifiestan
en
la
caligrafía,
en
la
ortografía
y
en
la
morfosintaxis.
10. Una
enseñanza
sistemática
de
la
escritura
desde
edades
tempranas
hace
posible
que
la
mayoría
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
puedan
escribir
frases
y
textos
cortos,
legibles,
cuando
tienen
de
8
a
12
años
de
edad
cronológica.
11. La
utilización
de
ordenadores
(computadoras)
es
un
medio
óptimo
para
mejorar
el
lenguaje
escrito
de
las
personas
con
síndrome
de
Down.
Además
de
estos
efectos
directos
de
un
Programa
específico,
iniciado
tempranamente,
los
autores
señalan
otros
resultados
sobre
el
lenguaje
oral
de
los
niños
que
aprenden
a
leer:
1. Los
niños
que
no
son
verbales
al
comienzo
del
Programa
empiezan
a
usar
palabras
para
comunicarse.
2. Los
niños
que
usan
sólo
palabras
en
su
lenguaje
espontáneo
inician
la
utilización
de
frases.
3. Las
producciones
orales
se
alargan
porque
emplean
todas
las
sílabas
de
las
palabras
que
leen
y
porque
incrementan
la
longitud
de
los
enunciados
utilizando
los
artículos
y
nexos.
4. Se
produce
un
incremento
de
vocabulario
que
se
manifiesta
claramente
en
el
progreso
lector
con
la
utilización
de
los
sinónimos.
Por
último,
nos
parece
interesante
destacar
que
las
personas
con
síndrome
de
Down
lectoras
tienen
una
mayor
facilidad
de
integración
social
porque,
gracias
a
la
lectura,
conocen
los
temas
de
actualidad
sobre
los
que
pueden
hacer
comentarios
y
demostrar
que
están
informados
en
cualquier
situación
natural
de
la
vida
ordinaria.
INTRODUCCIÓN
Desde
que
comenzamos
la
enseñanza
de
la
lectura
a
niños
con
síndrome
de
Down
hasta
hoy,
han
sido
muchos
los
jóvenes
lectores
que
nos
han
demostrado
cómo
ha
mejorado
su
vida
personal
gracias
a
su
habilidad
y
a
su
afición
lectoras.
El
conocimiento
y
estima
de
sus
valores
y
capacidades
personales,
tanto
por
parte
de
ellos
mismos
como
por
quienes
les
rodean,
les
ha
facilitado
y
abierto
el
camino
a
otros
sucesivos
logros
impensables
hace
unos
años.
Nuestra
sociedad
está
repleta
de
comunicación
escrita,
y
se
valora
un
dominio
de
la
misma.
Si
las
personas
con
discapacidad
intelectual
pueden
manejarse
con
soltura
en
esta
faceta
les
es
mucho
más
fácil
su
integración
social,
su
vida
autónoma
y
la
realización
de
una
actividad
laboral.
31
Los
jóvenes
con
síndrome
de
Down
de
hoy,
frente
a
los
de
generaciones
pasadas,
consultan
la
programación
de
televisión,
las
guías
de
espectáculos,
leen
los
menús
de
los
restaurantes
para
elegir
sus
comidas
y
bebidas,
elaboran
los
listados
de
sus
compras
y
recados,
leen
y
contestan
mensajes
y
cartas,
siguen
las
instrucciones
de
recetas
de
cocina
y
del
funcionamiento
de
aparatos,
leen
las
noticias
diarias,
las
críticas
de
cine
y
espectáculos
y
los
comentarios
deportivos.
Acceden
a
la
información
escrita
en
general
y
a
la
cultura
leyendo
periódicos,
revistas,
cuentos,
novelas
y
otros
libros.
Han
mejorado
sus
capacidades
comunicativas
—receptivas
y
expresivas—,
sus
posibilidades
de
interacción
personal
y
sus
habilidades
sociales.
Están
más
«inmersos»
en
el
ambiente
social
al
que
pertenecen.
Todo
esto
es
razón
suficiente
para
plantearse
como
objetivo
enseñar
a
leer
y
a
escribir
a
todos
los
niños
con
síndrome
de
Down.
Lo
excepcional
será
que
alguno
no
pueda
aprender.
Antes
de
abandonar
la
enseñanza
será
necesario
estar
absolutamente
seguros
de
que
es
imposible
que
aprenda,
después
de
haberlo
intentado
con
diferentes
procedimientos.
El
método
que
proponemos
no
es
la
«receta
mágica»
que
hace
posible
un
aprendizaje
de
la
lectura
y
escritura
en
«quince
días
y
sin
esfuerzo».
Tampoco
es
el
único
método
válido,
puesto
que
hay
personas
con
síndrome
de
Down
que
han
aprendido
a
leer
con
otros
métodos.
Sí
podemos
afirmar
que
es
un
método
que
ha
demostrado
su
eficacia,
es
adecuado
para
lograr
un
aprendizaje
grato,
y
con
él
se
consiguen
buenos
resultados
de
comprensión,
fluidez
y
afición
lectoras.
No
pretendemos
que
las
líneas
de
trabajo
que
presentamos
se
sigan
de
un
modo
rígido,
sino
que
más
bien
pretendemos
señalar
una
serie
de
ideas
básicas
que
sirvan
de
orientación
y
guía.
El
educador
deberá
adaptar
y
crear
las
actividades
en
función
de
su
propio
estilo
personal
y
de
las
características
de
cada
alumno.
Lo
habitual
será
que
el
profesor
modifique,
amplíe
y
mejore
lo
que
sugerimos,
gracias
a
su
propia
creatividad
y
a
las
necesidades
concretas
que
por
edad,
personalidad,
intereses
y
capacidades
tenga
su
alumno.
Garantizamos
el
éxito
si
se
trabaja
sin
prisa
y
sin
pausa,
si
no
se
abandona
el
programa
pronto
y
si
se
introducen
las
adaptaciones
convenientes
en
cada
momento
del
proceso
enseñanza-‐aprendizaje.
CONDICIONES
INDIVIDUALES
Si
a
un
niño
con
síndrome
de
Down
se
le
va
a
exigir
un
esfuerzo
sensorial
y
cognitivo,
la
primera
condición
es
que
el
niño
se
encuentre
bien
de
salud,
que
no
esté
cansado
ni
hambriento.
Será
necesario
estar
seguros
de
que
el
niño
ve
y
oye
bien,
no
sufre
de
apneas
nocturnas
que
le
hace
estar
somnoliento
durante
el
día
y
que
no
tiene
una
disfunción
tiroidea
sin
tratar.
Por
supuesto
el
trabajo
debe
realizarse
en
un
momento
bueno
para
el
alumno.
La
segunda
condición
es
que
el
alumno
se
encuentre
a
gusto
con
la
persona
que
va
a
guiarle
en
su
aprendizaje.
Si
aún
no
se
conocen,
será
preciso
un
cierto
tiempo
de
relación
para
que
se
establezca
un
clima
grato
entre
ambos.
Como
hemos
señalado
anteriormente,
el
profesor
(sea
un
profesional
o
un
familiar)
debe
manifestar
unas
actitudes
facilitadoras
a
lo
largo
de
todo
el
proceso.
Si,
por
su
personalidad,
por
su
manera
de
trabajar
o
por
cómo
es
percibido
por
el
niño,
le
produce
a
éste
temor,
ansiedad,
bloqueo
o
tensión,
no
se
debe
empezar.
Será
preciso
que
se
produzcan
cambios
favorables.
Es
importante
que
el
niño
se
sienta
motivado
para
atender
—en
principio,
porque
así
da
gusto
a
la
persona
a
la
que
aprecia—,
y
para
mantener
la
atención
durante
unos
segundos
o
unos
minutos.
El
profesor
tendrá
la
habilidad
de
captar
esa
atención
y
de
mantenerla
durante
periodos
cada
vez
más
largos.
32
En
la
estructuración
de
este
método
de
lectura
se
han
tenido
en
cuenta
tanto
las
habilidades
de
las
personas
con
síndrome
de
Down
como
sus
dificultades
específicas.
No
pretendemos
afirmar
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
estén
especialmente
dotados
en
algunas
áreas
en
comparación
con
otros
grupos
de
niños
sin
síndrome
de
Down.
Sólo
afirmamos
que
en
algunos
aspectos,
directamente
relacionados
con
los
procesos
de
desarrollo
y
aprendizaje,
no
manifiestan
problemas
muy
importantes.
En
este
sentido,
diríamos
que
la
atención,
la
percepción
y
la
memoria
visuales
son
puntos
fuertes
que,
además,
mejoran
claramente
con
un
trabajo
sistemático
y
bien
estructurado.
Sin
embargo,
tienen
dificultades
importantes
en
la
percepción
y
memoria
auditivas
que,
con
frecuencia,
se
agravan
por
problemas
de
audición
agudos
(tapones
de
cera,
catarros,
infecciones)
o
crónicos.
Por
esta
razón,
la
utilización
de
métodos
de
aprendizaje
que
tengan
un
apoyo
fuerte
en
la
información
verbal,
en
la
audición
e
interpretación
de
sonidos,
palabras
y
frases,
no
es
muy
eficaz.
Si
esos
métodos
además
exigen
del
alumno
una
respuesta
verbal,
la
emisión
de
un
sonido,
una
palabra
o
una
frase,
la
tarea
se
complica
aun
más
para
el
alumno
con
síndrome
de
Down.
Si
por
el
contrario,
se
le
presentan
estímulos
visuales,
dándole
una
información
breve,
clara
y
concreta,
pidiendo
respuestas
gestuales
o
motoras,
las
probabilidades
de
éxito
son
más
altas.
Otro
apoyo
con
el
que
contamos
es
el
de
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
pueden
desarrollar
una
adecuada
orientación
visuoespacial
que
facilita
muchísimo
el
aprendizaje
de
la
lectura
y
de
la
escritura.
La
dificultad
que
tienen
para
entender
y
expresar
verbalmente
los
términos
con
los
que
se
describen
las
direcciones
de
un
recorrido
o
de
unos
movimientos
corporales,
no
afecta
a
su
habilidad
para
percibir
y
orientarse
ante
los
estímulos
gráficos
que
ven
en
un
papel.
Tampoco
es
un
obstáculo
para
la
lectura
que
muestren
dificultades
importantes
en
la
destreza
para
interiorizar
y
realizar
manualmente
por
sí
mismos
trazos
en
diferentes
direcciones.
Esto
produce
un
retraso
en
la
escritura,
pero
no
afecta
a
la
lectura,
por
lo
que
ambos
procesos
se
trabajan
a
ritmos
distintos.
Como
explicaremos
en
el
capítulo
10,
no
nos
parece
oportuno
esperar
a
que
tengan
madurez
para
escribir
y
que
ése
sea
el
momento
para
empezar
la
enseñanza
de
la
lectura.
Cuando
se
trata
de
un
niño
pequeño
puede
iniciar
la
lectura
a
nivel
diferente
al
de
la
escritura.
No
debemos
frenar
los
posibles
avances
de
la
primera
con
la
intención
de
simultanear,
al
mismo
ritmo,
ambos
aprendizajes.
Por
ello
hablamos
de
lectura
y
escritura,
y
no
de
lecto-‐escritura.
De
hecho
los
niños
con
síndrome
de
Down
pueden
leer
frases
cuando
todavía
no
son
capaces
de
escribir
su
nombre.
Si
el
alumno
es
mayorcito,
es
probable
que
pueda
simultanear
ambos
aprendizajes.
De
todos
modos,
hay
que
analizar
si
las
capacidades
motrices,
cognitivas
y
psicológicas
de
cada
alumno
en
concreto
lo
hacen
aconsejable
o
no.
33
CONDICIONES
INDIVIDUALES
Además
de
las
características
señaladas
anteriormente,
es
preciso
conocer
con
detalle
a
cada
alumno
concreto.
Los
rasgos
de
su
personalidad,
el
grado
de
su
interés
y
motivación
para
el
aprendizaje,
su
capacidad
cognitiva,
su
ritmo
de
trabajo
y
el
ambiente
familiar
son
aspectos
fundamentales
que
influyen
poderosamente.
Todo
ello
debe
tenerse
en
cuenta
para
optimizar
los
recursos,
para
preparar
el
programa
más
adecuado
y
para
hacer
las
adaptaciones
más
convenientes
en
cada
momento.
1. En
relación
con
la
personalidad
de
cada
alumno
con
síndrome
de
Down,
es
preciso
saber
si
es
tímido
y
retraído,
en
cuyo
caso
hay
que
estimularle
e
invitarle
a
expresarse,
evitando
que
la
actitud
del
profesor
le
produzca
un
mayor
bloqueo.
Otro
alumno
puede,
por
el
contrario,
ser
demasiado
rápido
y
responder
precipitadamente
sin
darse
tiempo
para
reflexionar.
En
este
caso,
la
intervención
se
encaminará
a
frenarle,
a
que
aprenda
a
inhibirse
para
que
no
diga
o
haga
algo
impulsivamente,
sin
reflexión
previa.
Otro
alumno
puede
mostrarse
siempre
inseguro,
con
miedo
a
equivocarse,
buscando
el
gesto
de
aprobación
antes
de
responder.
Será
preciso
que
aprenda
a
correr
riesgos
y
a
equivocarse,
sin
que
ello
le
produzca
demasiada
frustración.
Tiene
que
adquirir
seguridad
en
sí
mismo,
en
su
criterio,
en
sus
decisiones.
Sólo
lo
logrará
si
lo
practica,
si
asume
la
responsabilidad
de
sus
propios
actos,
dándose
cuenta
de
que
los
errores
sirven
para
aprender
y
no
para
hundirse.
Estos
son
3
ejemplos
de
distintas
personalidades
que
exigen
una
intervención
educativa
diferente.
2. El
interés
y
la
motivación
son
factores
decisivos
que
influyen
intensamente
tanto
en
las
fases
iniciales
del
programa
de
lectura
y
escritura,
como
en
sucesivos
pasos
que
se
dan
para
progresar.
Es
preciso
que
la
motivación
se
mantenga
siempre
muy
alta
para
que
el
alumno
se
aficione
a
la
lectura
y
dicha
afición
dure
toda
su
vida.
Con
alguna
frecuencia,
los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down
manifiestan
que
ya
quieren
aprender
a
leer.
Hacen
como
que
leen
mirando
cuentos
y
revistas.
El
ambiente
familiar,
los
padres,
los
hermanos
que
leen
y
estudian,
así
como
el
ambiente
escolar,
les
ha
influido
positivamente.
Otros
niños
están
especialmente
preparados
de
un
modo
especial
porque
en
los
programas
de
Atención
Temprana
se
ha
dedicado
una
parte
del
programa
a
actividades
directamente
relacionadas
con
la
adquisición
de
la
lectura.
Pero
también
hay
niños
y
jóvenes
que
no
muestran
interés,
que
no
tienen
modelos
lectores,
que
presentan
dificultades
particulares.
El
esfuerzo
del
profesor
será
mayor
porque
será
preciso
fomentar
y
mantener
la
motivación
para
que
el
alumno
colabore
activamente
y
con
ilusión
durante
todo
el
proceso.
La
creatividad
del
educador
servirá
para
diseñar
actividades
divertidas,
en
virtud
de
las
cuales
el
niño
tenga
experiencias
gratas
que
fomenten
su
deseo
de
participar
y
de
ser
protagonista
en
su
aprendizaje.
3. En
cuanto
a
la
capacidad
intelectual,
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
muestran
una
gran
variabilidad.
Todos
tienen
problemas
de
aprendizaje
pero
cada
uno
tiene
sus
peculiaridades.
La
mayoría
tiene
una
discapacidad
intelectual
de
grado
ligero
o
moderado.
En
principio,
cuanto
mayor
sea
el
nivel
mental
de
un
alumno,
es
más
probable
que
el
programa
de
lectura
se
desarrolle
con
eficacia
desde
temprana
edad
y
que
se
necesita
menos
tiempo
para
adquirir
cada
uno
de
los
niveles.
Sin
embargo,
hemos
comprobado
que
alumnos
con
niveles
bajos,
que
en
épocas
anteriores
hubiesen
sido
excluidos
de
un
programa
de
enseñanza
de
la
lectura,
también
aprenden
y
disfrutan
con
este
método,
aunque
sí
cierto
que
el
proceso
dura
más
tiempo
y
es
necesario
elegir
con
cuidado
y
variar
mucho
las
actividades
y
los
materiales.
También
es
preciso
secuenciar
meticulosamente
cada
uno
de
los
pasos
para
que
el
alumno
no
fracase
y
para
que
consolide
el
aprendizaje.
34
En
la
actualidad,
la
mayoría
de
los
niños
con
síndrome
de
Down
tienen
unos
coeficientes
intelectuales
(C.I.)
comprendidos
entre
40
y
70.
Este
método
va
dirigido
a
ellos
de
un
modo
especial.
Los
alumnos
que
tengan
un
C.I.
más
alto,
podrán
aprender
con
cierta
facilidad
también
con
otros
métodos.
Los
niños
con
C.I.
por
debajo
de
40
podrán
aprender,
aunque
tardarán
más
tiempo
en
conseguirlo.
Estos
alumnos
tal
vez
no
alcancen
los
niveles
por
encima
de
primero
y
segundo
grado
de
Primaria.
Su
lectura
será
probablemente
sólo
de
carácter
funcional.
4. Otro
factor
influyente
es
el
ritmo
personal
de
trabajo
y
de
progreso
de
cada
niño
que
es
diferente
y
exige,
por
tanto,
la
adaptación
adecuada.
Con
frecuencia
la
lentitud
se
hace
dura
para
el
profesor
porque
querría
que
los
avances
fuesen
más
rápidos,
pero
si
intenta
ir
deprisa
se
corre
el
riesgo,
casi
seguro,
de
provocar
un
rechazo
e
incluso
fobia
a
la
lectura
porque
el
alumno
incrementará
sus
errores
y
su
inseguridad.
Tampoco
conviene
ir
más
despacio
de
lo
que
un
niño
necesita,
porque
se
propicia
aburrimiento,
falta
de
interés
y
poco
esfuerzo
mental,
especialmente
si
se
repiten
los
mismos
ejercicios
y
actividades
una
y
otra
vez.
Los
registros
diarios
de
las
sesiones
son
un
medio
eficaz
para
analizar
qué
pasa
y
adaptarse
al
ritmo
y
a
la
velocidad
de
cada
niño.
5. La
familia
y
el
ambiente
del
hogar
son
decisivos
para
conseguir
en
los
hijos
la
afición
a
la
lectura.
Diversas
investigaciones
han
demostrado
cómo
en
familias
de
padres
lectores
los
hijos
aprenden
a
leer
a
edades
más
tempranas
que
otros
niños
y
se
aficionan
a
la
lectura.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
no
son
una
excepción
a
esta
experiencia.
Pero
hay
padres
que
presionan
al
centro
escolar
y
al
niño
para
que
aprenda
a
leer
pronto
y,
al
mismo
tiempo,
no
son
coherentes
porque
ellos
no
hacen
uso
habitual
de
la
lectura
en
el
hogar,
no
son
modelos
lectores
para
sus
hijos
y
no
dedican
parte
de
su
tiempo
a
«leerles»
cuentos.
Los
padres
que
disfrutan
leyendo
cuentos
a
sus
hijos
pequeños,
colaboran
después
con
gusto
y
eficacia
en
la
ejecución
del
programa
de
lectura.
La
participación
familiar
varía
en
función
de
las
posibilidades
reales.
En
ocasiones
sólo
consiste
en
que
una
o
dos
veces
al
día
repasen
con
el
niño
los
textos
que
ha
preparado
el
profesional.
En
otros
casos,
en
los
que
hay
dificultades
de
desplazamiento,
de
horario
u
otros,
y
la
familia
tiene
capacidad
para
un
mayor
protagonismo,
su
papel
será
más
decisivo.
Puede
ser
la
responsable
de
llevar
a
cabo,
diariamente,
las
sesiones
de
lectura
que
el
profesional
especializado
en
el
método
ha
programado,
preparado
y
explicado
previamente.
Sea
cual
sea
la
situación
familiar,
hemos
comprobado
que
es
importante
que
la
familia
muestre
una
actitud
entusiasta,
relajada,
evitando
las
muestras
de
desencanto
o
frustración
cuando
el
niño
vaya
más
despacio
de
lo
que
esperaban.
Todos
tienen
que
confiar
plenamente
en
que
el
objetivo
se
alcanzará
y
deberán
superar
algunos
periodos
de
aparente
estancamiento
e
incluso
algún
retroceso.
REQUISITOS
PREVIOS
Como
hemos
indicado
previamente,
es
conveniente
que
el
alumno
joven
haya
participado
en
un
programa
de
aprendizaje
perceptivo-‐discriminativo.
Ésta
ha
sido
una
de
las
razones
por
la
que
hemos
dedicado
tanta
atención
a
dicho
aprendizaje
en
los
capítulos
3
y
4.
Si
el
alumno
ya
tiene
8
o
9
años
de
edad,
es
probable
que
sus
capacidades
de
atención
y
percepción
estén
suficientemente
desarrolladas.
En
pocas
sesiones
de
trabajo
podrá
entender
en
qué
consiste
el
aprendizaje
de
la
lectura.
En
algunas
de
las
etapas
del
proceso
inicial,
progresará
rápido
si
se
tiene
cuidado
al
programar
las
actividades
y
materiales,
adaptándolos
a
su
nivel
y
personalidad.
35
Refiriéndonos
ahora
a
los
requisitos
previos
relacionados
directamente
con
el
método
que
describimos,
es
necesario
matizar
y
concretar
los
siguientes:
1. El
niño
debe
tener
un
nivel
de
lenguaje
comprensivo
mínimo
en
virtud
del
cual
sabe
que
las
cosas
y
las
acciones
tienen
un
nombre.
Con
el
nombre
designamos
a
cada
persona,
animal,
objeto
o
describimos
una
acción
determinada.
En
la
etapa
inicial
no
se
exige
que
el
niño
sea
capaz
de
dar
una
respuesta
verbal
diciendo
el
nombre
de
aquello
que
se
le
presenta.
Es
suficiente
que
manifieste
su
comprensión
a
través
de
un
gesto
de
señalización,
por
medio
de
su
mirada,
tomando
lo
que
se
nombre
o
ejecutando
la
acción
que
se
le
indica.
Si
el
alumno
tiene
ya
un
cierto
lenguaje
oral,
se
le
pedirá
que
lo
utilice,
sin
exigirle
una
perfecta
articulación
ni
el
uso
de
todas
las
sílabas
de
la
palabra.
2. En
relación
con
la
atención
será
preciso
que
la
haya
desarrollado
suficientemente
como
para
escuchar
y
mirar
durante
unos
segundos
o
un
minuto,
de
modo
que
pueda
recibir
la
información
oral
y
visual
que
se
le
ofrezca,
reconocerla,
procesarla,
elaborar
y
dar
una
respuesta,
manifestando
así
su
comprensión.
3. La
percepción
visual
se
habrá
desarrollado
lo
suficiente
como
para
distinguir
imágenes
—fotografías
y
dibujos—
percibiendo
las
semejanzas
y
las
diferencias.
El
niño
podrá
seleccionarlas
o
agruparlas
según
los
criterios
que
se
le
indiquen.
Los
estímulos
gráficos
deben
ser
fáciles
de
percibir,
teniendo
en
cuenta
que
la
figura
debe
destacar
sobre
el
fondo,
que
el
contorno
del
dibujo
y
el
color
deben
ser
nítidos
y
que
el
tamaño
debe
ser
adecuado
a
la
capacidad
visual
del
alumno.
Es
preciso
evitar
todo
cuanto
dificulte
la
percepción
sobrepasando
las
capacidades
del
niño
en
cada
momento
evolutivo.
4. La
percepción
auditiva
mínima
será
aquella
en
virtud
de
la
cual
el
alumno
sea
capaz
de
entender
y
distinguir
unas
palabras
de
otras.
No
importa
que
confunda
palabras
que
se
parecen
como
pato-‐gato,
oreja-‐oveja,
palo-‐pelo,
porque
en
poco
tiempo,
gracias
al
apoyo
visual
que
tendrá
al
ver
escritas
esas
palabras
y
a
la
atención
que
preste
a
la
boca
del
profesor
para
ver
los
puntos
de
articulación
de
los
sonidos,
aprenderá
a
distinguirlas.
Como
hemos
dicho,
aconsejamos
no
esperar
a
una
«perfecta»
percepción
y
discriminación
auditivas
para
enseñar
a
leer.
Si
esperásemos,
muchas
personas
con
síndrome
de
Down
no
lograrían
alcanzar
el
nivel
de
percepción
exigido
y
no
aprenderían.
La
evidencia
actualmente
es
que,
cuando
leen,
captan
mejor
los
sonidos
de
esas
palabras
leídas
y
aprenden
a
emitirlos
bien.
5. Como
se
deduce
de
lo
expuesto,
para
el
aprendizaje
de
la
lectura
tiene
mucha
importancia
la
atención,
la
percepción
y
la
memoria
visuales.
El
nivel
mínimo
es
que
el
niño
sea
capaz
de
mirar
durante
unos
segundos
determinadas
imágenes
de
objetos
o
de
acciones,
para
captarlas
y
recordarlas,
evocándolas
después
cuando
se
nombran.
En
las
primeras
sesiones
puede
suceder
que
el
recuerdo
dure
sólo
unos
segundos.
Poco
a
poco,
el
niño
prolongará
sus
tiempos
de
memoria
a
minutos,
a
un
día
o
a
varios
días.
Las
imágenes
de
objetos
que
el
niño
conoce,
las
recordará
con
más
facilidad
que
las
imágenes
de
objetos
desconocidos.
A
veces,
los
fallos
de
memoria
se
deben
a
que
los
estímulos
gráficos
a
recordar
no
le
interesan
al
niño
y
no
hace
ningún
esfuerzo
para
fijarlos
en
su
memoria
a
largo
plazo.
En
otras
ocasiones,
puede
suceder
que
el
fallo
esté
en
que
al
niño
se
le
ha
dado
poco
tiempo
para
ver,
o
no
se
36
ha
comprobado
antes
que
está
atento.
Otras
veces
se
debe
a
que
se
han
hecho
pocos
ejercicios
con
los
mismos
estímulos.
La
memoria,
al
igual
que
otras
capacidades,
mejora
con
el
ejercicio.
Si
se
analizan
las
causas
de
los
fallos,
si
se
modifican
las
estrategias
y
si
se
mantiene
una
intervención
adecuada,
las
mejoras
se
producen.
Es
fundamental
acertar
con
los
estímulos
que
interesen
al
niño.
En
este
caso,
el
éxito
está
asegurado.
Nuestra
recomendación,
basada
en
la
experiencia
y
en
los
resultados,
es
que
este
programa
debe
comenzarse
cuando
el
niño
cumple
estos
requisitos
mínimos.
No
conviene
esperar
a
que
se
produzca
la
madurez
para
la
lectura
descrita
clásicamente,
y
propuesta
por
diversos
autores
que,
probablemente,
es
necesaria
con
otro
tipo
de
métodos.
Según
nuestro
criterio,
no
es
preciso
que
el
alumno
tenga
una
edad
mental
de
5
a
6
años,
ni
un
lenguaje
oral
fluido
y
claro,
ni
una
lateralidad
bien
establecida,
ni
una
casi
perfecta
coordinación
motriz,
ni
un
C.I.
por
encima
de
50.
Estos
"mínimos"
pueden
ser
inalcanzables
o
alcanzarse
muy
tarde
en
el
caso
de
las
personas
con
síndrome
de
Down.
Sin
embargo,
esa
«falta
de
madurez»
no
impide
que
sean
capaces
de
aprender
a
leer.
Las
experiencias
realizadas
en
diversos
lugares,
confirman
que
los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down,
con
edades
mentales
inferiores
a
6
años,
leen.
Por
otro
lado,
no
es
cierto
que
los
adolescentes
y
jóvenes
que
todavía
no
han
aprendido
a
leer,
ya
no
puedan
hacerlo.
Varios
grupos
trabajan
con
este
grupo
de
personas,
demostrando
que
si
antes
no
han
aprendido,
es
debido
a
que
no
se
les
ha
enseñado
o
se
ha
intentado
con
métodos
inadecuados.
A
la
hora
de
trabajar
con
personas
mayores,
será
preciso
no
"infantilizar"
el
modo
de
hacerlo.
Por
tanto,
hay
que
adaptar
contenido,
materiales
y
procedimientos
a
las
edades
psicológicas
e
intereses
de
dichas
personas.
Probablemente,
la
madurez
adquirida
y
el
interés
que
pongan
en
el
aprendizaje,
facilitará
la
tarea.
Los
progresos
se
darán
pronto.
No
disponemos
de
datos
que
nos
muestren
el
nivel
lector
al
que
pueden
llegar
a
leer
las
personas
con
síndrome
de
Down
que
aprenden
cuando
son
mayores.
Nuestro
consejo
es
que
se
inicie
el
programa
de
lectura
cuanto
antes,
y
que
nunca
se
interrumpa,
salvo
en
situaciones
muy
excepcionales
de
fracaso.
Requisitos
previos
OTRAS
CONDICIONES
Hemos
indicado
la
importancia
que
damos
a
que
el
alumno
disfrute
aprendiendo
a
leer,
porque
así
se
garantiza
el
éxito;
para
ello
hay
que
destacar
el
papel
del
mediador.
Para
conseguir
los
objetivos
es
preciso
que
el
profesor
prepare
muy
bien
cada
una
de
las
sesiones.
Esta
preparación
incluye
la
selección
correcta
de
un
objetivo
concreto,
la
planificación
del
desarrollo
de
la
sesión
con
sus
actividades
y
juegos
y
la
puesta
a
punto
de
los
materiales.
De
este
modo
se
evitará
el
llamado
«abuso
menor».
Dicho
abuso
se
produce
con
demasiada
frecuencia
en
el
trabajo
con
personas
con
discapacidad
intelectual
cuando
nos
dejamos
llevar
de
la
rutina,
no
respetamos
su
derecho
a
aprender,
no
cuidamos
nuestra
preparación,
les
echamos
la
culpa
de
la
falta
de
progreso,
no
programamos
y
no
evaluamos
nuestro
propio
quehacer.
37
El
trabajo
debe
estar
planteado
de
tal
forma
que
el
alumno
tenga
sensación
de
éxito,
porque
aprende
algo
nuevo,
adquiere
una
nueva
habilidad
o
domina
una
destreza.
Si
va
ganando
cada
pequeña
batalla,
ganará
la
guerra.
Algún
fallo,
fracaso
o
error
esporádico
no
comprometen
el
resultado
final,
pero
si
son
muy
frecuentes,
el
alumno
con
síndrome
de
Down
se
bloqueará
y
no
querrá
seguir
trabajando.
Las
habilidades
del
profesor
servirán
para
prestar
la
mínima
ayuda
necesaria
de
modo
que
el
alumno
se
siente
bien,
porque
conoce
la
respuesta
o
ejecuta
correctamente
la
actividad.
Todo
ello
sin
privarle
de
su
trabajo
mental
ni
de
su
esfuerzo
personal.
A
veces
un
pequeño
gesto
facial
del
profesor,
o
un
carraspeo
o
un
«no
te
he
oído
bien
¿puedes
repetirlo?»,
serán
ayudas
suficientes
para
que
el
niño
actúe
con
más
atención,
inhiba
su
respuesta
rápida
dándose
tiempo
a
sí
mismo
para
reflexionar,
decidir
y
actuar
de
un
modo
correcto.
Conviene
que
el
adulto
omita
expresiones
como:
«mal,
eso
está
mal»
«¡no!
¡así
no
es!»;
sustituyéndolas
por:
«¿estás
seguro?
¡fíjate
otra
vez!
¡míralo
despacio!».
La
actitud
del
profesor
será
firme,
serena
y
optimista.
Tiene
que
ser
capaz
de
transmitir
al
alumno
qué
se
espera
que
realice
o
aprenda
y
que
está
seguro
que
lo
va
a
conseguir.
Esta
actitud
ayuda
al
alumno
a
tener
seguridad
en
sí
mismo,
lo
que
le
animará
a
confiar
en
sus
esfuerzos
personales.
La
estructuración
de
todo
el
proceso
debe
hacerse
en
pequeños
pasos,
más
pequeños
y
numerosos
de
los
que
habitualmente
se
dan
en
los
programas
de
lectura
y
escritura
clásicos.
Esos
pequeños
pasos
facilitan
el
progreso
del
alumno
evitando
experiencias
y
sentimientos
de
fracaso.
También
permiten
consolidar
lo
aprendido
sentando
cimientos
seguros
y
firmes
sobre
los
que
se
apoyarán
los
progresos
y
las
dificultades
de
mayor
grado.
Si
los
pasos
son
grandes,
el
alumno
no
entenderá
o
no
aprenderá.
Adoptará
conductas
de
rechazo
y
evitación
al
percibir
la
actividad
difícil
o
demasiado
nueva
para
él.
El
registro
diario
de
las
sesiones,
en
el
que
se
recojan
los
datos
sobre
lo
conseguido,
las
ayudas
prestadas,
las
dificultades
observadas,
la
actitud
del
alumno,
etc.,
es
el
medio
más
eficaz
para
evaluar
y
programar
durante
todo
el
proceso.
Este
registro
se
complementará
con
todo
tipo
de
recogida
de
datos
de
carácter
más
estandarizado,
que
permitan
captar
rápidamente
en
qué
fase
del
programa
está
el
alumno.
Las
rejillas
y
las
escalas
de
progreso
son
muy
útiles
para
esta
finalidad.
38
En
la
segunda
etapa
se
trabaja
el
aprendizaje
de
sílabas.
El
objetivo
fundamental
es
que
el
alumno
comprenda
que
hay
un
código
que
nos
permite
acceder
a
cualquier
palabra
escrita,
no
aprendida
previamente.
Cuando
dominamos
el
código
podemos
«leer»
todos
los
textos
escritos
en
nuestra
lengua,
aunque
no
conozcamos
el
significado
de
algunas
palabras.
Una
vez
que
el
alumno
ha
comprendido
en
qué
consiste
leer
y
va
conociendo
la
mecánica
lectora,
se
llega
a
la
tercera
etapa
que
es
la
del
progreso
lector.
El
objetivo
fundamental
es
lograr
que
el
alumno
lea
textos,
progresivamente
más
complejos,
que
le
permitan:
a)
hacer
un
uso
práctico
y
funcional
de
sus
habilidades
lectoras;
b)
usar
la
lectura
como
una
actividad
lúdica
de
información
y
entretenimiento
en
sus
ratos
de
ocio;
y
c)
aprender,
en
sentido
amplio,
a
través
de
la
información
escrita.
En
las
fases
iniciales
el
tiempo
que
debe
dedicarse
a
la
lectura
será
sólo
de
5
minutos
en
cada
sesión,
especialmente
si
se
trabaja
con
un
niño
pequeño.
Es
preferible
repetir
la
sesión
de
lectura
2
o
3
veces
al
día,
que
dedicar
muchos
minutos
seguidos
que
puedan
cansar
al
niño,
bloquearle
o
hacerle
perder
la
atención.
A
medida
que
el
alumno
aprenda,
aumente
su
capacidad
de
trabajo
y
se
muestre
más
motivado,
podrán
prolongarse
los
minutos
dedicados
a
la
lectura.
Es
conveniente
evitar
el
cansancio
o
aburrimiento
porque
rechazará
la
tarea.
Conviene
asegurar
la
consolidación
de
los
objetivos,
de
modo
que
no
se
intente
avanzar
más
si
el
paso
previo
anterior
no
está
adecuadamente
superado.
Se
considera
que
el
alumno
lo
ha
logrado
cuando
acierte
el
80%
de
las
veces.
Si
se
intenta
avanzar
demasiado
deprisa,
el
alumno
se
sentirá
inseguro,
se
equivocará
y
perderá
el
interés.
Poco
a
poco,
sus
errores
le
bloquearán
y
no
será
posible
el
progreso.
Es
necesario
que
una
sola
persona,
conocedora
del
método
y
del
niño,
sea
la
responsable
de
la
dirección
del
programa
de
lectura.
El
responsable
debe
controlar
y
evaluar
los
progresos,
señalar
nuevos
objetivos
y
sugerir
las
actividades
y
los
materiales
para
llevarlo
a
cabo.
El
alumno
podrá
y
deberá
practicar
en
varios
ámbitos:
la
sesión
individual
y
personalizada,
el
centro
educativo
y
el
hogar;
y
será
el
profesor-‐responsable
quien
coordine
con
el
resto
de
los
educadores
de
modo
que
todos
sigan
criterios
comunes,
trabajen
los
mismos
objetivos
y
no
confundan
al
niño.
Con
frecuencia
se
ha
visto
que
cuando
falta
la
coordinación
se
producen
fracasos.
El
alumno
tarda
mucho
tiempo
en
aprender
a
leer.
El
material
que
se
utilice
en
todas
las
situaciones
debe
ser
atractivo,
variado,
adaptado
a
las
características
sensoriales,
perceptivo-‐discriminativas
y
a
los
intereses
del
alumno.
Para
un
mismo
objetivo
hay
que
preparar
materiales
diferentes
de
modo
que
el
aprendizaje
sea
más
ameno
y
divertido.
Además,
esa
variación
permite
generalizar
y
transferir
lo
aprendido
a
otros
contextos.
El
modo
de
trabajar
repercute
decisivamente
en
las
actitudes
y
aprendizaje
del
niño.
Conviene
dar
a
la
sesión
un
carácter
lúdico
que
promueva
la
participación
activa
del
alumno.
Esto
no
se
opone
a
que
el
alumno
deba
entender
que
es
necesario
su
esfuerzo,
que
a
veces
le
producirá
cierto
cansancio,
pero
que
vale
la
pena
seguir
avanzando.
Si,
a
pesar
de
todos
los
medios
empleados,
el
alumno
no
muestra
interés,
no
presta
atención
o
no
supera
su
cansancio,
es
mejor
dejar
la
actividad
para
otro
momento.
En
ocasiones
es
suficiente
cambiar
de
material
o
que
el
alumno
elija
una
tarea
concreta,
para
reanudar
el
trabajo
con
atención
renovada.
39
Capítulo
7.
Lectura:
Primera
etapa.
Percepción
global
y
reconocimiento
de
palabras
escritas
OBJETIVOS
El
objetivo
general
es
que
el
alumno
reconozca
visualmente,
de
un
modo
global,
un
gran
número
de
palabras
escritas,
comprendiendo
su
significado.
Este
reconocimiento
deberá
producirse,
tanto
si
las
palabras
se
le
presentan
aisladas
de
una
en
una,
como
si
se
le
presentan
formando
frases.
Del
mismo
modo,
las
frases
pueden
presentarse
aisladas
o
formando
parte
de
relatos
sencillos
como
en
los
libros.
Para
alcanzar
este
objetivo
general
se
señalan
los
objetivos
específicos
que
se
alcanzarán,
poco
a
poco,
mediante
las
actividades
concretas
programadas
para
cada
sesión.
Los
pequeños
pasos
que
se
dan
cada
día,
deben
suponer
un
pequeño
avance
en
el
logro
del
objetivo
específico.
Objetivos
OBJETIVOS
ESPECÍFICOS
1. Reconozca
su
nombre
escrito
y
el
de
cuatro
o
cinco
miembros
de
su
familia.
2. Reconozca
y
comprenda
el
significado
de
15
a
20
palabras
escritas,
formadas
por
2
sílabas
directas
(p.
ej.,
casa,
pato).
Entre
las
palabras
deben
incluirse
2
o
3
verbos
de
acciones
conocidas
por
el
niño,
escritos
en
tercera
persona
del
singular
del
presente
de
indicativo
(come,
mira).
3. Reconozca
de
50
a
60
palabras
incluyendo
las
anteriores.
o agua
o bebe
o bici
o boca
o bonito
o bota
o cama
o café
o casa
o coche
o come
o dado
o dame
o dedo
o el
o en
o es
o está
40
o feo
o foca
o galleta
o gato
o grande
o huevo
o la
o leche
o luna
o llave
o mamá
o mano
o mesa
o mi
o mira
o moto
o muñeca
o niña
o niño
o ojo
o oso
o pan
o pez
o pie
o queso
o ratón
o silla
o sol
o sopa
o taza
o tele
o tiene
o toca
o tren
o uva
o vaca
o vaso
o y
o yo
o yogur
o zapato
o zumo
Las
palabras
están
elegidas
en
el
contexto
cultural
de
España.
En
los
diversos
países
se
deberán
elegir
aquellas
palabras
que
se
adecuen
a
los
objetivos
propuestos.
La
mayoría
de
las
palabras
estarán
formadas
por
2
sílabas
directas
(p.
ej.,
cama,
gato)
y
alguna
de
ellas
con
3
sílabas
(p.
ej.,
paloma,
camisa).
Entre
las
palabras
deben
estar
incluidos
5
verbos
en
primera
y
tercera
persona
del
singular
del
tiempo
presente
y
algunos
adjetivos.
41
4. Reconozca
en
total
de
80
a
100
palabras.
Entre
las
palabras
deben
estar
incluidas
10
con
3
o
4
sílabas
directas
y
de
5
a
10
palabras
con
la
sílaba
final
trabada
(p.
ej.,
jamón,
ratón).
Entre
las
palabras,
deben
estar
incluidos
de
5
a
10
verbos
cuyo
significado
sea
conocido
por
el
niño.
5. Reconozca
en
total
entre
140
y
160
palabras,
entre
las
que
se
incluirán
20
con
una
sílaba
inversa
(p.
ej.,
es,
ar,
en),
algunas
conjunciones
y
algunas
preposiciones.
6. Reconozca
unas
200
palabras
entre
las
que
se
incluirán
algunas
palabras
con
grupos
consonánticos
(p.
ej.,
bla,
pra,
cro).
El
número
de
palabras
señalado
en
cada
objetivo
no
debe
tomarse
como
una
norma
rígida.
Es
simplemente
un
número
orientativo.
1. Cada
palabra
debe
tener
un
significado
claro,
conocido
por
el
niño.
Esto
sucede
habitualmente
con
los
nombres
de
sus
familiares
próximos
y
con
los
de
los
objetos
de
uso
común,
que
él
conoce
y
usa
a
diario
en
su
vida
real.
El
niño
ha
oído
muchas
veces
las
palabras
que
se
usan
para
nombrarlos.
No
es
preciso
que
él
sepa
decirlas.
2. Se
seleccionan
palabras
que
pueden
representarse
gráficamente
de
forma
clara,
eligiendo
aquellas
cuyos
grafismos
sean
claramente
diferentes
entre
unas
y
otras.
Por
ejemplo,
si
el
niño
se
llama
Jorge
y
sus
hermanos
Julio
y
Javier,
será
preferible
elegir
los
nombres
de
los
primos
y
de
los
amigos,
si
no
empiezan
por
"J",
para
evitar
la
confusión
entre
los
3
nombres
que
empiezan
por
la
misma
letra.
Como
puede
deducirse,
este
criterio
es
el
opuesto
al
que
se
adopta
cuando
se
enseña
a
leer
por
métodos
silábicos
en
los
que
a
partir
de
una
misma
consonante,
el
alumno
debe
aprender
las
5
combinaciones
de
dicha
consonante
con
las
vocales,
siendo
su
presentación
gráfica
muy
parecida.
3. Preferentemente,
aunque
no
exclusivamente,
se
elegirán
palabras
cortas.
Dado
que
en
español
no
hay
muchas
palabras
monosilábicas
que
correspondan
a
cosas
que
conoce
un
niño
pequeño
con
síndrome
de
Down,
es
preciso
seleccionar
palabras
de
2
sílabas.
Inicialmente
se
eligen
palabras
con
sílabas
directas,
ya
que
así
va
preparándose
al
niño
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas
de
la
segunda
etapa
del
programa
de
lectura.
Poco
a
poco
se
incorporan
algunas
sílabas
inversas
y
palabras
de
3
y
4
sílabas.
4. Conforme
el
alumno
progresa,
cuando
ya
reconoce
con
soltura
de
30
a
40
palabras,
conviene
elegir
aquellas
palabras
que
comiencen
con
letras
del
alfabeto
que
todavía
no
ha
visto
en
la
posición
inicial
de
las
palabras.
De
este
modo
se
irá
completando
el
"abecedario",
en
el
que
van
clasificándose
por
orden
alfabético
todas
las
palabras
que
maneja.
Este
pequeño
abecedario,
además
de
servir
de
archivo,
facilita
el
aprendizaje
"natural"
de
los
nombres
de
las
letras
que
permitirá
después
un
fácil
deletreo,
así
como
el
uso
del
diccionario.
5. Otro
criterio
utilizado
a
la
hora
de
elegir
nuevas
palabras
para
"leer",
es
el
de
mejorar
el
habla
del
alumno.
Para
ello,
a
veces
se
eligen
aquellas
palabras
que
el
niño
usa
con
más
frecuencia
en
su
vida
ordinaria,
y
así
facilitarle
su
expresión
verbal.
6. Con
el
objetivo
de
coordinar
y
consolidar
los
aprendizajes,
se
pueden
elegir
palabras
que
incluyan
conceptos
(tamaño,
forma
y
colores),
adjetivos
y
otras
que
pueden
ser
clasificadas
por
categorías
(alimentos,
juguetes,
animales,
etc.).
7. Por
último,
otro
de
los
criterios
empleados
es
el
elegir
palabras
nuevas
que
incrementen
el
vocabulario
del
niño.
42
Por
tanto
estas
palabras
ya
no
son
conocidas
y
son
precisamente
la
habilidad
y
competencia
lectoras
que
el
alumno
ya
ha
adquirido
las
que
sirven
para
aprender
nuevos
términos.
Como
criterio
común
permanente
es
preciso
tener
en
cuenta
que
la
lectura
debe
ser
comprensiva
e
inteligente.
Debe
propiciar
un
cierto
trabajo
mental
y
un
esfuerzo
intelectual,
evitando
siempre
una
lectura
mecánica
y
sin
sentido.
Aunque
puede
parecer
laborioso
preparar
materiales
de
un
modo
personalizado,
hay
que
tener
en
cuenta
que,
por
un
lado,
los
progresos
son
más
rápidos
y,
por
tanto,
una
compensación,
y,
por
otro
lado,
llega
un
momento
en
que
mucho
del
material
elaborado
puede
servir,
en
un
momento
u
otro,
para
otros
alumnos.
El
vocabulario
inicial
y
el
tamaño
de
las
letras
difieren,
pero
en
cuanto
se
amplía
el
número
de
palabras
o
se
inicia
el
trabajo
con
las
sílabas,
pueden
utilizarse
muchos
de
los
materiales
preparados
para
diferentes
alumnos.
Las
ideas
generales
sobre
las
condiciones
que
debe
reunir
todo
el
material
educativo,
han
sido
expuestas
anteriormente.
Aquí
destacaremos
las
específicas,
relacionadas
directamente
con
el
modo
de
presentar
las
palabras
escritas.
Las
palabras
deben
estar
escritas
o
impresas
con
letra
grande
y
clara
(¡sin
inducir
a
confusión
la
u,
m
y
la
n,
o
la
l,
y
b
o
la
t!).
El
color
inicial
utilizado
por
nosotros
es
el
rojo
porque
ayuda
al
niño
en
su
percepción
y
en
su
memoria
visual.
Cada
una
de
las
palabras
debe
abarcarse
de
una
ojeada,
sin
necesidad
de
mover
los
ojos,
por
lo
que
aconsejemos
que
aun
trabajando
con
niños
pequeños,
la
longitud
máxima
de
cada
palabra
no
debe
sobrepasar
los
15
cm.
El
tamaño
se
irá
reduciendo
en
función
de
las
capacidades
sensoriales
y
perceptivas
del
alumno.
Las
palabras
deben
estar
escritas
con
corrección
ortográfica;
por
ejemplo
los
nombres
propios
se
escribirán
siempre
con
mayúscula.
Esto
no
se
opone
a
que
los
nombres
familiares
se
escriban
tal
y
como
se
usan
habitualmente,
aunque
no
coincidan
con
el
nombre
"real"
de
esa
persona.
Por
ejemplo,
si
el
niño
es
Javier
y
le
llaman
Javi,
la
palabra
escrita
será
Javi,
o
si
procede
se
pondrá
"yaya"
en
lugar
de
abuela.
Los
sustantivos
deben
ir
precedidos
siempre
por
el
artículo
el
o
la.
Lo
hacemos
así
porque
el
niño
aprende
pronto
esas
dos
sílabas,
porque
capta
la
concordancia
del
género
y
porque
aprende
a
incorporar
elementos
en
su
lenguaje
oral,
evitando
el
habla
telegráfico.
Más
adelante,
cuando
sea
capaz
de
escribir,
tendrá
interiorizados
los
artículos
y
otros
elementos.
Se
producirán
un
número
menor
de
omisiones
tanto
en
sus
producciones
orales
como
en
las
escritas.
Aconsejamos
que
se
utilice
la
letra
cursiva,
enlazada,
como
se
presenta
habitualmente
en
los
textos
manuscritos.
Las
dos
razones
fundamentales
para
hacerlo
así
son:
primera,
que
el
niño
interioriza
mejor
los
trazados
que
deberá
realizar
cuando
esté
maduro
para
escribir.
43
La
segunda
razón
es
que
actualmente
en
España,
gran
parte
de
los
textos
de
iniciación
a
la
lectura
y
de
cuentos
están
impresos
con
ese
tipo
de
letra.
El
aprendizaje
de
las
letras
de
imprenta,
el
uso
del
teclado
del
ordenador
lo
hacemos
en
momentos
posteriores.
No
ofrece
dificultades
especiales.
De
hecho
los
alumnos
aprenden
solos
a
manejarse
con
la
letra
de
imprenta
sin
necesidad
de
programas
especiales.
En
países
en
los
que
la
costumbre
es
que
los
niños
aprendan
a
leer
y
escribir
con
letras
no
enlazadas,
como
sucede
en
algunos
países
de
habla
española,
será
mejor
iniciar
la
lectura
con
la
letra
de
uso
habitual
en
su
propio
contexto
cultural
y
educativo.
Tampoco
es
difícil
para
ellos
aprender
después
a
escribir
con
letra
enlazada.
En
cualquier
caso
nuestro
consejo
es
que
en
la
iniciación
del
método
se
utilice
un
solo
tipo
de
letra
hasta
que
el
alumno
tenga
soltura.
Después
será
sencillo
el
aprendizaje
de
la
otra
y
el
alumno
hará
uso
de
una
u
otra
según
la
situación
y
las
necesidades.
En
la
elección
de
las
palabras,
en
la
construcción
de
las
frases
y
en
la
elaboración
de
relatos
sencillos
se
tendrán
en
cuenta
los
conocimientos
del
alumno,
sus
intereses,
sus
gustos,
de
modo
que
se
le
facilite
la
comprensión,
el
uso
habitual
de
la
lectura
y
la
afición
por
leer.
La
introducción
de
palabras
y
frases
no
conocidas
se
hará
en
función
de
las
necesidades
de
progreso
lingüístico
y
cultural
del
alumno.
El
listado
de
las
60
primeras
palabras
y
nexos,
además
del
nombre
del
niño
y
de
los
nombres
de
3
o
4
personas
próximas
a
él,
podría
ser
la
que
figura
en
la
tabla
2.
En
función
del
contexto
cultural
y
ambiente
en
que
se
mueva
el
niño
algunas
de
estas
palabras
tendrán
que
ser
sustituidas
por
otras
más
apropiadas.
Con
un
listado
semejante
a
este,
hay
material
suficiente
para:
a)
elaborar
frases
sencillas;
b)
que
el
niño
pueda
conocer
muchas
sílabas
directas,
c)
que
se
inicie
en
la
lectura
de
alguna
sílaba
inversa
y
d)
que
reconozca
alguna
palabra
con
sílabas
trabadas.
44
El
nombre
debe
ser
escrito:
con
letra
grande
y
clara,
con
contornos
gruesos
y
en
color
rojo.
El
nombre
escrito
será
el
que
se
utiliza
habitualmente
para
llamar
a
esa
persona.
Entre
los
posibles
nombres
familiares
para
preparar
otras
tarjetas
se
elegirán
los
que
sean
cortos
y
que
no
sean
compuestos.
Se
procurará
elegir
los
nombres
que,
al
ser
escritos,
tengan
rasgos
caligráficos
muy
diferentes.
Si
es
posible,
se
plastificarán
las
tarjetas
o
se
meterán
en
sobres
de
plástico
para
que
no
se
estropeen
y
para
que
puedan
manipularse
mejor.
Conforme
el
niño
progresa
y
entiende
el
por
qué
de
la
foto
y
del
nombre
escrito,
pueden
prepararse
otras
muchas
tarjetas
(tarjetas-‐dibujo)
con
recortes
de
revistas,
cromos,
pegatinas
o
dibujos
obtenidos
del
archivo
o
de
internet.
Por
tanto,
no
es
imprescindible
usar
siempre
fotos
reales.
Conviene
que
el
niño,
poco
a
poco,
vaya
reconociendo
objetos
dibujados
esquemáticamente.
TARJETAS-‐PALABRA
Las
tarjetas-‐palabra
se
preparan
2
o
más
tarjetas
de
15
x
5
cm.
por
cada
una
de
las
tarjetas-‐foto
y
tarjetas-‐dibujo.
En
las
tarjetas
se
escriben
los
nombres
utilizados
en
las
tarjetas-‐foto
o
tarjetas-‐dibujo,
trazando
el
mismo
tipo
de
letra,
de
igual
tamaño
y
color.
Es
preciso
que
sea
así
porque
el
objetivo
de
este
material
es
que
el
niño
realice
ejercicios
de
asociación
de
palabras
iguales.
En
fases
posteriores
asociará
palabras
iguales
aunque
estén
escritas
con
diferente
caligrafía,
tamaño
y
color.
Para
trabajar
con
este
material
se
empieza
mostrando
al
niño
la
primera
tarjeta
que
se
ha
hecho
con
su
foto
y
su
nombre,
Se
hacen
comentarios
sobre
la
foto
y
se
invita
al
alumno
a
que
se
fije
bien
y
haga
lo
mismo.
—Miriam
—¡Eres tú! Tienes un vestido muy bonito... (señalando la foto) Tiene flores.
—Las gafas.
45
Después
de
un
diálogo
parecido
a
éste
se
ayuda
al
niño
a
fijarse
en
la
palabra
escrita
debajo
de
su
foto.
—Miriam
Después
se
atrae
la
atención
del
alumno
sobre
la
tarjeta-‐palabra
que
sólo
tiene
el
nombre
escrito,
y
se
establece
un
diálogo
similar
a
éste:
—¡Miriam! ¡Mira! ¿Sabes qué pone aquí? (si la niña no contesta, lo dice el adulto)
—Miriam.
—¡Muy
bien!
Aquí
pone
Miriam
(señalando
la
tarjeta-‐palabra)
y
aquí
también
pone
Miriam
(señalando
la
palabra
escrita
en
la
tarjeta-‐foto).
Son
iguales.
—Ahora
voy
a
poner
Miriam,
con
Miriam
(se
emparejan
los
dos
nombres
poniendo
la
tarjeta-‐palabra
encima
de
la
palabra
de
la
tarjeta-‐foto).
Se
toma
otra
tarjeta
en
la
que
sólo
está
escrito
el
nombre
y
se
invita
al
alumno
a
que
haga
lo
mismo
con
ella.
—Miriam
—Miriam...
En
la
sesión
siguiente
se
repite
la
misma
actividad.
Si
se
considera
que
el
alumno
la
ha
comprendido
y
la
recuerda
se
avanza
introduciendo
una
nueva
palabra.
La
segunda
tarjeta-‐foto
puede
ser
la
de
papá
o
mamá.
La
forma
de
presentársela
es
la
misma
que
antes.
Después
se
trabaja
con
las
2
palabras.
Esta
actividad
tiene
más
dificultad
porque
el
alumno
tiene
que
discriminar
entre
las
2
palabras
pero,
por
otra
parte,
tiene
la
ventaja
de
que
con
varias
tarjetas
pueden
hacerse
más
actividades,
lo
cual
sirve
al
alumno
para
progresar
en
su
atención.
46
Los
diversos
ejercicios
que
pueden
realizarse
son:
Estas
actividades
están
ordenadas
en
grado
creciente
de
dificultad.
Para
que
el
alumno
pueda
realizar
una,
tiene
que
tener
seguridad
con
la
anterior.
Hay
que
tener
en
cuenta
que
entre
una
y
otra
hay
un
tiempo
de
maduración
que
no
se
puede
saltar
y
hay
que
esperar
a
que
el
alumno
esté
preparado
para
el
paso
siguiente.
Esta
forma
de
trabajar,
como
queda
reflejada
en
el
capítulo
4,
es
válida
tanto
para
reconocer
palabras
muy
variadas
que
designan
personas,
animales
o
cosas,
así
como
colores,
tamaños,
etc.
Si
el
alumno
ya
las
conoce
desde
la
etapa
de
estimulación,
porque
ha
realizado
actividades
de
aprendizaje
perceptivo-‐discriminativo
ahora
sólo
debe
darse
cuenta
de
que
tiene
que
hacer
el
mismo
trabajo
de
atención,
discriminación,
asociación,
clasificación
y
selección.
La
diferencia
es
que
ahora
debe
realizar
esas
actividades
con
tarjetas-‐foto
y
tarjetas-‐palabra
y
no
sólo
con
los
dibujos
de
sus
tarjetas.
Cuando el alumno trabaja con 3 o más tarjetas se pueden hacer actividades como:
1. Colocar
las
tarjetas-‐foto
sobre
la
mesa
en
1
o
2
filas.
Se
entrega
al
alumno
una
tarjeta-‐palabra
para
que
la
coloque
encima
de
la
palabra
escrita
en
la
tarjeta-‐foto
correspondiente.
También
se
le
pueden
ofrecer
al
mismo
tiempo
todas
las
tarjetas-‐palabra,
y
que
él
elija
una
cada
vez
y
la
coloque
en
el
sitio
que
corresponde.
2. Se
le
entregan
al
alumno
tarjetas-‐palabra
repetidas
como
mínimo
4
de
cada
palabra.
El
alumno
tiene
que
clasificar
todas
las
tarjetas,
agrupando
las
que
son
iguales,
en
tantos
grupos
como
palabras
diferentes
haya.
Se
empieza
trabajando
con
2
palabras
diferentes.
No
conviene
hacerlo
con
más
de
5.
3. Se
disponen
sobre
la
mesa
las
tarjetas-‐palabra
que
el
alumno
está
aprendiendo.
El
profesor
le
pide
una
y
él
tiene
que
seleccionarla
y
entregársela.
4. Se
entregan
al
alumno
las
tarjetas-‐palabra,
el
profesor
se
queda
con
las
tarjetas-‐foto.
La
actividad
consiste
en
que
el
alumno
tiene
que
coger
una
de
las
que
tiene
en
la
mano,
leerla
y
pedirle
al
profesor,
nombrándola,
la
tarjeta-‐foto
correspondiente.
5. Se
puede
invertir
el
orden,
entregarle
al
alumno
las
tarjetas-‐foto,
y
el
profesor
se
queda
con
las
tarjetas-‐palabra.
Ahora
le
toca
pedir
al
profesor,
pero
en
lugar
de
decir
el
nombre,
le
dice
"dame
ésta...
"
enseñándole
unos
segundos
una
de
las
tarjetas.
El
niño
debe
mirar,
reconocer
y
retener
dicha
palabra
para
buscarla
entre
sus
tarjetas.
6. Se
ponen
encima
de
la
mesa
todas
las
tarjetas-‐palabra,
en
un
sólo
montón
y
vueltas
hacia
abajo.
Se
reparten
las
tarjetas-‐foto
entre
alumno
y
profesor
y
cada
uno
los
coloca
frente
a
él,
sobre
la
mesa.
Por
turno
se
coge
una
tarjeta
del
montón,
se
lee
y
si
se
tiene
la
tarjeta-‐foto
se
coloca
encima,
si
no,
se
vuelve
a
dejar
en
el
montón
y
"gana"
quien
acaba
antes
su
asociación.
7. El
profesor
va
enseñando
al
alumno
las
tarjetas-‐palabra
para
que
las
lea.
Si
lo
hace
correctamente,
la
tarjeta
se
la
queda
el
alumno,
si
no
la
reconoce,
la
tarjeta
es
para
el
profesor
y
"gana"
el
que
tiene
más
tarjetas.
Si
el
profesor
ve
que
el
alumno
ha
cometido
muchos
errores
puede
darle
"otra
oportunidad".
En
esta
ocasión,
cuando
el
alumno
no
lea
una
palabra
se
le
ayuda
con
pistas:
"es
un
animal",
"sirve
para...
",
hasta
que
dé
la
respuesta
correcta
y
consigue
"ganar
todas
las
tarjetas".
47
8. Descripción
y
uso
del
material
básico
9. LOTOS
DE
PALABRAS
10. Los
primeros
lotos
de
palabras
se
confeccionarán
con
las
primeras
palabras
que
el
niño
reconoce
y
asocia
en
las
tarjetas-‐foto
y
en
las
tarjetas-‐palabra.
En
cartulina
de
tamaño
30
x
21
cm.
o
de
tamaño
21
x
15
cm.
se
delimitan
claramente
dos
espacios
en
cada
uno
de
los
cuales
se
escribe
o
imprime
una
de
las
palabras,
tal
y
como
se
ha
hecho
en
las
tarjetas-‐palabra.
Conviene
hacer
varios
lotos
con
las
mismas
palabras
pero
colocadas
en
distinta
posición.
También
es
aconsejable
disponer
de
fundas
de
plástico,
dentro
de
las
cuales
cada
lámina
esté
más
protegida
y
en
la
que
puedan
guardarse
sus
propias
tarjetas-‐palabra
de
asociación
que
le
correspondan.
11.
12. Ficha
17
13.
14. Ficha
18
15.
16. Ficha
19
17.
18. Ficha
20
48
19.
20. Ficha
21
21. Se
confeccionarán
suficientes
lotos
para
que
el
niño
realice
tareas
de
asociación
con
todas
las
palabras
que
va
reconociendo
y
asociando
con
las
tarjetas-‐foto
y
las
tarjetas-‐dibujo.
Poco
a
poco
se
aumentará
el
número
de
palabras
de
cada
loto,
reduciendo
el
tamaño
de
la
letra,
en
función
de
los
progresos
que
realice
el
alumno.
La
precaución
imprescindible
es
que
las
tarjetas-‐palabra
deben
ser
del
tamaño
similar
a
los
espacios
delimitados
en
el
loto.
Para
que
la
tarea
sea
más
fácil
para
el
alumno,
los
primeros
lotos
pueden
prepararse
de
modo
que
puedan
usarse
las
tarjetas-‐palabra
que
el
niño
tiene
y
ya
conoce
bien.
22.
23. Ficha
22
24. Para
comenzar
el
trabajo
con
los
lotos
de
palabras
se
le
presenta
al
alumno
la
cartulina
con
las
palabras
escritas.
Se
le
enseña
una
de
las
tarjetas-‐palabra
y
se
establece
un
diálogo:
25. —«Toma
esta
tarjeta.
Pone
mamá.
Busca
aquí
(señalando
la
lámina),
dónde
pone
mamá».
26. El
niño
debe
rastrear
visualmente
la
cartulina,
localizar
la
palabra
«mamá»
y
señalarla.
El
profesor
continúa:
27. —«¿Es
igual?»
—mientras
ayuda
al
niño
a
acercar
la
tarjeta-‐palabra
a
la
palabra
igual
localizada
en
la
lámina.
28. El
niño
asiente,
y
el
profesor
indica:
—«ahora
ponla
encima».
29. Si
el
alumno
se
ha
equivocado,
señalando
una
palabra
incorrecta,
al
hacer
la
aproximación
le
ayudará
a
fijarse
mejor:
30. —«¿Son
iguales?
Fíjate
bien.
Mira
esta
otra.
¿Son
iguales?»
31. El
niño
se
dará
cuenta,
contestará
afirmativamente
y
entonces
pondrá
la
tarjeta-‐palabra
encima
de
la
que
es
igual
del
loto.
32. Si
es
preciso,
se
le
prestará
ayuda
física
para
que
la
ponga
en
su
sitio.
33. Descripción
y
uso
del
material
básico
34. LOTOS
DE
DIBUJOS
35. Estos
lotos
se
preparan
colocando
en
cartulinas
o
en
hojas
de
papel
de
30
x
21
cm.
fotos,
figuras,
dibujos,
sin
escribir
los
nombres.
49
36.
37. Ficha
23
38.
39. Ficha
24
40. Como
decíamos
antes,
en
el
caso
de
lotos
de
palabras,
conviene
preparar
varios
lotos
con
dibujos
iguales,
pero
colocados
en
diferentes
lugares
de
la
lámina
y
en
distinta
posición.
Por
separado
se
preparan
las
tarjetas-‐palabra
con
los
nombres
de
los
dibujos.
El
niño
debe
reconocer
las
palabras
escritas
en
las
tarjetas,
localizar
el
dibujo
que
corresponda
y
colocar
la
tarjeta
debajo
o
encima
del
dibujo.
La
dificultad
estriba
en
que
no
dispone
del
modelo
de
la
palabra
escrita
para
confrontar.
Otro
modo
de
trabajar
es
realizar
el
ejercicio
a
la
inversa,
o
sea
«leer
»
nombrando
los
dibujos
de
la
lámina
y
buscar
a
continuación
las
palabras
escritas
que
debe
asociar.
41.
42. Ficha
25
43.
44. Ficha
26
45.
50
46. Ficha
27
47.
48. Ficha
28
49. Conforme
el
niño
progresa,
se
le
plantearán
pequeñas
dificultades
para
que
desarrolle
estrategias
de
solución.
Por
ejemplo,
se
le
entregarán
más
palabras
escritas
que
las
necesarias,
para
que
elimine
algunas;
se
le
entregarán
palabras
repetidas,
para
que
se
ejercite
más
con
ellas;
se
añadirán
palabras
escritas
que
no
tienen
su
dibujo
correspondiente
y
se
le
pedirá
que
las
separe,
o
se
le
entregarán
menos
palabras
escritas
que
dibujos
tiene
el
tablero,
para
incitarle
a
reclamar
las
que
necesite
para
completar
el
loto.
50. Descripción
y
uso
del
material
básico
51. TARJETAS-‐DIBUJO
52. Las
tarjetas-‐dibujo
se
preparan
en
cartulinas
de
un
tamaño
aproximado
6
x
6
cm.
En
ellas
se
colocan
imágenes
y
dibujos.
También
pueden
utilizarse
las
maderitas
y
cartoncitos
de
los
juegos
memory
y
de
los
lotos
descritos
en
el
capítulo
4
(Apéndice
1).
53. Por
separado
se
preparan
las
tarjetas-‐palabra
que
corresponden
a
cada
uno
de
los
dibujos.
Si
se
dispone
de
muchas
tarjetas
individuales
con
dibujos
y
con
palabras,
pueden
variarse
los
ejercicios
de
un
modo
muy
notable.
54. El
alumno
tendrá
que
esforzarse
más
en
el
reconocimiento
de
la
palabra
que
cuando
es
presentada
en
un
loto,
porque
se
le
presentarán
colocadas
cada
vez
en
distinto
lugar.
Ya
no
tiene
la
ayuda
de
la
memoria
espacial
de
la
localización
fija.
Se
cambiarán
de
posición
los
dibujos
y
las
palabras.
Los
ejercicios
de
asociación,
selección
y
clasificación
pueden
variarse
muchísimo.
Unas
veces
se
le
entregarán
mezcladas
varias
parejas
de
tarjetas
para
que
las
asocie,
otras
veces
se
le
pondrá
una
fila
de
dibujos
para
que
busque
las
palabras,
otras
veces
podrá
jugar
al
memory
dando
vuelta
a
las
tarjetas
de
dibujos
y
sus
palabras,
puestas
al
revés.
Es
conveniente
que
un
mismo
objeto,
animal
o
persona,
esté
representado
con
imágenes
o
dibujos
diferentes.
De
este
modo
el
niño
generaliza
y
comprende
que
el
concepto
«flor
»
sirve
para
margaritas,
tulipanes,
rosas,
etc.,
que
los
«coches»
pueden
ser
grandes,
pequeños,
de
un
color
u
otro,
que
hay
«perros»
de
muchas
razas,
que
los
"niños"
son
todos
diferentes,
etc.
51
Llamamos
libros
personales
a
los
que
se
confeccionan
expresamente
para
cada
alumno
en
función
de
las
palabras
que
lee,
de
lo
que
tiene
que
repasar
o
aprender,
de
los
temas
que
le
interesan,
etc.
El
objetivo
es
mantener
alta
su
motivación,
cambiando
de
material
y,
en
este
caso,
acostumbrándose
a
pasar
páginas
y
a
usar
un
material
muy
parecido
a
los
cuentos
reales.
Los
libros
se
confeccionan
con
cartulinas
blancas
o
de
color
marfil,
perforadas
con
dos
agujeros
por
los
que
se
meten
unas
anillas
que
sujetan
todas
las
hojas
y
que
permiten
pasarlas
con
facilidad.
El
tamaño
puede
variar
en
función
de
su
contenido,
ya
que
los
primeros
libros
pueden
ser
sólo
de
palabras,
incluido
el
libro-‐abecedario.
Los
libros
de
palabras
podrían
ser
de
15
x
9
cm.
A
modo
de
orientación
diremos
que
cada
libro
puede
tener
de
5
a
7
hojas.
Conviene
que
la
portada
sea
atractiva,
vistosa,
con
un
dibujo
bonito
y
con
el
título
correspondiente.
El
primer
libro
de
palabras,
tendrá
sólo
una
palabra
escrita
en
cada
página.
Al
otro
lado
de
la
hoja
puede
colocarse
una
imagen
o
un
dibujo
que
corresponda
a
la
palabra
escrita
para
que
el
niño
"lea"
en
primer
lugar
y
después
pueda
comprobar
si
lo
ha
hecho
bien
o
no.
Otro
modo
de
hacerlo
es
pegar
el
cromo
o
colocar
el
dibujo
en
la
parte
superior
de
la
misma
página
en
la
que
está
escrita
la
palabra.
En
este
caso,
el
dibujo
se
puede
tapar
con
la
mano
antes
de
que
el
niño
lo
vea,
para
que
después
de
leer
y
al
levantar
la
mano,
el
niño
pueda
comprobar
si
ha
reconocido
la
palabra.
El
segundo
tipo
de
libros
contiene
una
frase
en
cada
página.
El
tamaño
de
las
hojas
puede
ser
de
20
x
12
cm.
Estos
libros
con
frases
sencillas
tienen
como
objetivo
fundamental
el
aprendizaje
de
los
verbos.
El
verbo
es
el
término
nuevo
a
aprender,
por
lo
que
se
utilizarán
los
sustantivos
que
el
niño
ya
conoce.
Debe
mantenerse
la
fluidez
y
comprensión
de
lo
leído.
El
criterio
para
elegir
los
verbos
es
semejante
al
señalado
para
las
palabras:
que
el
significado
sea
claro
y
motivador
para
el
niño,
por
ejemplo
comer,
que
pueda
escribirse
con
pocas
sílabas,
si
es
posible,
con
sílabas
directas,
y
que
permita
construir
frases
variadas,
aunque
deben
ser
muy
parecidas
entre
sí,
casi
reiterativas.
Normalmente
el
verbo
se
escribe
en
tercera
persona
del
singular.
Las
primeras
frases
son
enunciativas,
declarativas,
con
una
estructura
gramatical
correcta
y
sencilla:
sujeto,
verbo
y
complemento.
Un
ejemplo
de
las
cinco
frases
del
primer
libro
podría
ser:
«papá
come
queso»,
«Víctor
come
pan»,
«mamá
come
queso»,
«Marta
come
queso»,
«el
gato
come
pan».
Otro
criterio
importante
a
la
hora
de
elegir
los
verbos
es
seleccionar
aquellos
que
faciliten
al
niño
sus
expresiones
orales
en
la
vida
diaria,
de
modo
que
aprende
a
manifestarse
de
modo
correcto.
En
este
caso
el
verbo
se
escribe
en
primera
o
tercera
persona
del
singular.
Las
frases
pueden
ser:
«yo
como
pan»,
«mamá
mira
la
tele»,
«yo
me
llamo
Elena»,
«papá
bebe
agua»
«el
gato
me
mira».
52
—
Mi
muñeca
está
en
la
cama
Poco
a
poco
cambiarán
algunas
palabras,
variando
así
las
frases,
de
modo
que
el
niño
no
pueda
aprendérselas
de
memoria,
sino
que
tenga
que
leer
con
atención.
Para
hacer
repasos
rápidos
de
los
verbos,
conviene
preparar
un
librito
de
acciones.
En
un
lado
de
la
hoja
de
escribe
el
verbo
y
si
es
posible
se
coloca
un
dibujo
alusivo
en
el
otro
lado.
La
lectura
debe
ser
rápida:
«mira
y
di».
Otros
libros
personales
deben
elaborarse
con
frases
que
contengan
expresiones
de
cortesía,
saludos
y
contestaciones
de
uso
diario.
Para
la
incorporación
de
este
lenguaje
de
uso
habitual
es
muy
eficaz
elaborar
lo
que
ya
podría
llamarse
cuento,
porque
contiene
una
serie
de
frases,
relacionadas
entre
sí
y
que
expresan
acciones
temporales,
que
van
sucediéndose
a
lo
largo
del
día.
En
cierto
modo
hay
un
comienzo,
un
argumento
y
un
final.
Lo
más
adecuado
es
elaborarlos
de
modo
que
en
ellos
se
recojan
las
acciones
diarias
del
propio
niño,
los
nombres
de
su
familia,
etc.
Así
podrá
elaborarse
o
adaptarse
un
libro,
acompañado
de
imágenes
gráficas
adecuadas,
siempre
que
sea
posible,
con
frases
como:
— ¡Hola, Abraham!
— Gracias, mamá
— ¡Gracias! mamá
— ¡Buenas noches!
La
primera
vez
que
se
muestre
al
alumno
un
«libro»
o
«cuento
personal»,
el
adulto
debe
hacer
comentarios
entusiastas
sobre
el
hecho
de
que
es
un
libro,
de
lo
importante
que
es
fijarse
en
la
portada
para
hacerse
una
idea
del
contenido
a
través
de
la
ilustración
y
del
título.
La
primera
lectura
se
hace
de
forma
conjunta.
El
alumno
lee
las
palabras
que
conoce
y
el
adulto
lee
las
palabras
que
son
nuevas
o
aquellas
que
el
niño
no
recuerda
bien
y
titubea.
Después
se
le
pide
al
niño
que
vuelva
a
leerlo
solo,
si
es
posible.
Se
hacen
pequeños
comentarios
sobre
las
frases
y
los
dibujos
que
ilustran
cada
página.
Más
adelante
el
profesor
tapa
con
su
mano
los
dibujos
para
que
el
niño
no
tenga
pistas
53
sobre
lo
escrito
en
cada
página.
Después
de
leer
se
pueden
descubrir
los
dibujos
como
comprobación
y
refuerzo
positivo.
Si
el
alumno
titubea
o
no
es
capaz
de
leer
la
frase,
se
le
puede
ayudar
destapando
parcialmente
el
dibujo.
En
cuanto
el
niño
entiende
cómo
se
«lee»
un
libro
personal,
se
le
preparan
varios,
con
diferentes
temas
y
palabras,
asegurándose
siempre
de
que
el
significado,
el
contenido
de
lo
expresado
está
claro
para
él,
lo
comprende
perfectamente.
Cuando
el
niño
tiene
varios
libros,
es
mejor
que
sea
él
quien
elija
cuál
quiere
leer.
De
este
modo
su
atención
y
su
esfuerzo
para
hacerlo
bien
están
asegurados.
Por
otra
parte,
si
los
libros
se
preparan
y
trabajan
cuidadosamente,
se
consigue
que
termine
por
aficionarse
a
su
lectura.
Hemos
comprobado
muchas
veces
que
son
un
medio
valiosísimo
para
mantener
alta
la
motivación
para
leer.
Por
ejemplo,
si
el
niño
vive
una
experiencia
que
le
gusta,
se
le
preparará
un
libro
en
el
que
se
relate
lo
esencial
de
esa
vivencia.
Conviene
estar
atentos
a
los
intereses
del
niño,
para
adaptarse.
Los
libros
personales
sirven
para
repasar
y
generalizar
lo
que
el
niño
va
aprendiendo
con
las
tarjetas.
Son
muy
útiles
como
medio
para
archivar
las
palabras
y
para
evaluar
el
progreso
que
deben
conocer
todos
cuantos
colaboran
en
el
programa
de
lectura.
Habitualmente
los
niños
disfrutan
muchísimo
con
sus
libros.
Se
sienten
orgullosos
porque
pueden
mostrar
fácilmente
sus
logros
y
sus
avances.
El
objetivo
fundamental
de
las
tarjetas-‐frase
es
que
el
alumno
lea
con
fluidez
y
comprensión,
en
cualquier
orden
en
que
se
le
presenten,
distintas
frases
formadas
con
las
palabras
que
reconoce
fácilmente
cuando
se
le
presentan
de
una
en
una.
La
longitud
de
la
frase
no
debe
sobrepasar
la
capacidad
de
comprensión
y
de
retención
por
parte
del
niño
de
todo
el
mensaje,
evitando
que
haga
sólo
un
reconocimiento
superficial,
un
«leer»
por
«leer»,
sin
enterarse.
Las
cartulinas
pueden
ser
de
24
x
3
cm.
-‐ EJERCICIO 1
Un
modo
de
hacerlo
es
preparar
dos
tarjetas-‐frase
iguales.
Una
servirá
de
modelo,
la
otra,
después
de
ser
leída
por
el
niño,
se
recortará
despacio,
ante
la
vista
del
alumno,
separando
las
palabras
aunque
manteniendo
los
artículos
junto
a
sus
sustantivos
en
el
mismo
trocito
de
cartulina.
A
continuación,
se
le
entregan
todos
los
trozos
al
niño
para
que
los
ordene
formando
una
frase
igual
a
la
del
modelo
que
54
no
se
ha
recortado.
De
este
modo,
el
niño
sólo
tiene
que
hacer
la
selección
y
asociación
de
palabras
iguales.
Debe
empezar
por
la
izquierda
y
seguir
el
orden
correcto.
En
cuanto
haya
adquirido
cierta
soltura,
se
le
eliminará
la
frase
modelo.
Por
tanto,
leerá
la
tarjeta-‐
frase,
se
recortará
y
después
deberá
componerla
de
"memoria",
recordando
la
frase
y
buscando
en
su
orden
cada
una
de
las
tarjetas-‐palabra.
Finalmente
todo
este
trabajo
le
facilitará
la
elaboración
de
sus
propias
frases,
que
el
adulto
escribirá
al
dictado
que
le
haga
el
niño
o
que
el
propio
niño
compondrá
con
las
tarjetas-‐palabra
de
que
dispone,
porque
todavía
no
sabe
escribir.
Coordinando
estas
tareas
con
las
que
se
realizan
con
los
libros
personales
y
para
mantener
el
objetivo
de
funcionalidad,
se
prepararán
frases
con
los
verbos
que
está
aprendiendo,
así
como
frases
de
uso
diario
que
expresen
sus
acciones,
necesidades
o
fórmulas
de
cortesía.
Conforme
el
niño
es
capaz
de
retener
más
información,
se
ampliará
la
longitud
de
las
frases.
Sin
embargo,
conviene
mantener,
durante
cierto
tiempo,
la
longitud
que
permita
al
niño
ver
toda
la
frase,
de
una
ojeada,
porque
así
se
prepara
interiormente,
sin
darse
cuenta,
para
la
administración
del
aire
durante
la
lectura
en
voz
alta.
Lo
hacemos
así
para
evitar
parones
y
lectura
entrecortada
que,
a
veces,
se
produce
por
los
titubeos
del
niño
en
el
reconocimiento
de
las
palabras
y,
otras
veces,
se
debe
a
problemas
fisiológicos
de
coordinación
de
movimientos,
de
respiración
y
de
ritmo.
Por
este
motivo
es
preciso
elegir
el
contenido
y
la
longitud
de
los
enunciados,
teniendo
en
cuenta
las
características
del
alumno.
-‐ EJERCICIO 2
Ficha 30
Inicialmente
las
frases
se
prepararán
de
modo
que,
sea
cual
sea
la
combinación
que
el
niño
establezca,
sean
adecuadas.
Por ejemplo: «mi papá come pollo, la abuela mira la tele, el niño bebe leche».
Más
adelante
se
pueden
poner
frases
que,
al
separarlas,
después
no
pueden
combinarse
de
cualquier
modo
los
sujetos
con
los
predicados
porque
podrían
dar
lugar
a
algún
absurdo
o
falsedad.
55
Por
ejemplo:
«mi
mamá
hace
la
comida,
el
gato
pequeño
toma
leche,
mi
papá
sale
de
viaje».
-‐ EJERCICIO 3
Algunas
tarjetas
de
frases
deben
contener
órdenes
sencillas
que
el
niño
debe
ejecutar.
De
este
modo
hace
una
lectura
más
atenta
e
inteligente,
ejercitando
su
memoria
y
demostrando
con
su
acción
la
comprensión
y
retención
de
la
información
escrita.
Conviene
que
algunas
de
las
órdenes
pueda
realizarlas
sin
moverse
de
su
silla
para
evitar
distracciones
y
dispersión.
Se
pueden
poner
varios
objetos
encima
de
la
mesa
y
ofrecerle
frases
que
digan:
«dame
el
coche
pequeño»,
«agarra
la
goma
roja»
u
otras
parecidas.
-‐ EJERCICIO 4
Otro
modo
lúdico
de
trabajar
con
las
frases,
es
disponer
de
viñetas
que
ilustren
el
mensaje,
de
modo
que
el
niño
pueda
asociar
la
tarjeta-‐frase
con
la
tarjeta-‐escena.
En
la
fase
inicial
serán
las
frases
y
escenas
muy
diferentes
pero,
poco
a
poco,
se
prepararán
de
3
a
5
viñetas,
con
sus
correspondientes
frases,
que
están
relacionadas
entre
sí
de
un
modo
secuencial,
como
una
pequeña
historia.
El
niño,
además
de
asociar
cada
frase
con
una
escena,
deberá
comprender
la
secuencia
y
realizar
un
trabajo
de
ordenación
lógica.
Este
trabajo
puede
ampliarse
y
hacerse
cada
vez
más
complejo,
de
modo
que
el
niño,
sin
casi
darse
cuenta,
realiza
un
progreso
lector
excelente.
El
objetivo
de
este
material
es
que
el
alumno
adquiera
el
hábito
de
leer
varias
líneas
seguidas,
sin
«perderse»,
sin
cambiar
de
línea
y
sin
que
le
falle
la
comprensión
de
lo
leído.
En
una
hoja
de
papel
de
tamaño
aproximado
de
30
x
21cm.
se
escriben
3
frases,
con
el
tipo
de
letra
y
el
color
a
los
que
el
niño
esté
habituado.
En
la
fase
inicial
de
este
trabajo
se
escribirán
frases
parecidas
a
las
empleadas
en
las
tarjetas-‐frase.
Las
únicas
dificultades
son
las
de
la
longitud
de
la
información
escrita
sin
añadir
dificultades
de
reconocimiento
y
de
comprensión.
Para
iniciar
este
trabajo,
haciéndolo
ameno
y
motivador,
se
prepararán
objetos
y
escenas
gráficas
ilustrativas
de
las
frases
escritas,
de
modo
que
el
alumno
seleccione,
señale
o
superponga
el
objeto
o
la
escena
a
que
hace
referencia
cada
frase.
Por
ejemplo,
poniendo
ante
el
niño
las
formas
geométricas,
en
2
tamaños
y
4
colores,
puede
leer
frases
como:
El
alumno
debe
elegir
la
forma
geométrica
que
corresponde
a
la
descripción
que
se
hace
en
la
frase.
Si
el
alumno
no
lee
las
palabras
que
designan
a
las
formas
geométricas,
se
sustituyen
esas
palabras
por
los
dibujos
de
las
figuras.
También
pueden
prepararse
escenas
con
frases
más
sencillas
como
«Jesús
56
sale
de
casa»,
«papá
va
en
coche»,
«mamá
mira
la
tele»,
para
que
el
niño
lea
y
asocie
cada
una
de
las
frases
con
su
representación.
Más
adelante
se
escriben
tres
frases
seguidas
que
el
niño
debe
leer
sin
realizar
a
continuación
una
actividad
motora.
Es
frecuente
que
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
cuando
comienzan
a
leer
varias
frases
seguidas
descubran
por
sí
mismos
y
utilicen
la
estrategia
de
señalar
y
seguir
con
su
dedo
o
con
un
lápiz
las
palabras
que
van
leyendo
para
no
saltarse
de
línea
y
no
perderse.
Este
hábito,
a
veces,
lo
mantienen
cuando
leen
y
estudian
con
libros
de
texto.
Después
poco
a
poco,
desaparece
esa
estrategia
salvo
que
el
texto
tenga
una
letra
muy
pequeña
y
haya
poco
espacio
entre
unas
líneas
y
otras.
El
objetivo
del
abecedario
es
que
el
alumno
inicie
su
conocimiento
del
alfabeto.
También
sirve
para
que
se
habitúe
a
evocar
y
decir
palabras
que
empiecen
por
una
letra
determinada.
El
niño
ve
y
lee
una
lista
de
palabras
que
están
clasificadas
en
la
misma
página
porque
tienen
la
misma
letra
inicial.
Lo
mismo
sucede
con
los
diccionarios.
El
abecedario
debe
confeccionarse
desde
que
el
niño
empieza
a
reconocer
palabras.
Se
utiliza
como
medio
de
repaso
y
archivo
de
las
palabras
que
el
niño
maneja.
Para
confeccionarlo,
se
necesitan
tantas
cartulinas
como
letras
iniciales
diferentes
tienen
las
palabras
que
el
alumno
reconoce.
El
tamaño
puede
ser
de
21
x
15cm.,
aunque
no
es
imprescindible
ajustarse
a
unas
medidas
determinadas.
En
la
parte
superior
de
cada
hoja
se
escribe
la
letra
inicial
en
mayúscula
y
minúscula,
con
letra
cursiva
y
de
imprenta,
en
color
rojo
y
en
un
tamaño
suficiente
para
que
el
niño
las
perciba
bien.
Cada
página
se
ilustra
con
uno
o
dos
dibujos
de
las
palabras
que
empiezan
por
esa
letra
y
que
el
niño
conoce.
Se
ponen
las
hojas
por
orden
alfabético
—no
importa
que
sean
sólo
4
o
5
hojas—,
con
una
tapa
atractiva
en
la
que
el
título
sea
«mi
abecedario».
Se
perforan
las
hojas
y
se
unen
con
anillas,
como
se
recomienda
para
los
cuentos
personales.
Poco
a
poco
se
añaden
nuevas
hojas,
en
función
de
las
letras
iniciales
de
las
palabras
que
el
niño
aprende.
También
se
añaden
en
cada
página
las
palabras
nuevas
que
"lee"
procurando
que
la
lista
no
sobrepasa
las
cinco
o
siete
palabras
por
página
para
evitar
demasiado
estímulo
que
pueda
confundirle
las
palabras
se
escriben
en
columna
una
debajo
de
la
otra.
El
objetivo
de
este
material
es
que
el
niño
realice
actividades
de
asociación,
selección
y
«lectura»
haciendo
uso
de
sus
destrezas
grafomotrices
trazando
líneas,
rodeando
palabras
o
dibujos
y
tachando,
al
mismo
tiempo
que
repasa
y
consolida
la
lectura
de
palabras.
Este
trabajo
puede
iniciarse
desde
el
comienzo
del
programa
de
lectura
y
escritura
porque
los
niños
de
3
y
4
años
tienen
suficiente
habilidad
como
para
trazar
líneas
verticales,
horizontales,
inclinadas
y
57
circulares.
En
las
tareas
del
programa
de
aprendizaje
perceptivo
discriminativo,
descrito
en
el
capitulo
4,
y
que
el
niño
ha
realizado
en
atención
temprana,
ya
ha
trazado
líneas
de
unión
entre
dibujos
que
son
iguales,
ha
tachado
y
rodeado
otros
en
función
del
código
que
se
le
ha
dado
y,
por
lo
tanto,
está
familiarizado
con
la
técnica
de
ejecución.
Estos
trabajos,
preparados
para
que
el
niño
realice
por
sí
mismo
con
un
lápiz,
le
permiten
un
trabajo
autónomo
sin
necesidad
de
que
el
profesor
esté
a
su
lado.
También
facilita
llevarse
la
tarea
a
casa
o
al
aula
común.
Como
aconsejamos
anteriormente,
conviene
disponer
de
un
archivo
de
dibujos,
en
los
que
haya
distintos
modelos
de
coches,
vacas,
mesas,
árboles,
casas,
etc,
porque
se
facilita
mucho
la
preparación
de
los
trabajos.
Nosotros
ofrecemos
la
selección
de
1000
dibujos
que
pueden
servir
de
base
para
imprimir
o
escanear.
Cada
educador
los
ampliará
o
sustituirá
en
función
de
las
necesidades
y
características
de
su
alumno.
-‐ EJERCICIO 1
En
una
hoja
de
papel
de
tamaño
30
x
21cm
colocada
en
posición
horizontal
se
escriben
de
tres
a
cinco
palabras
en
una
columna,
a
la
izquierda
de
la
hoja.
A
la
derecha
se
escriben
las
mismas
palabras,
también
colocadas
en
columna,
pero
en
diferente
orden.
Las
palabras
elegidas
serán
aquellas
que
el
niño
está
aprendiendo
a
reconocer
con
tarjetas-‐foto,
tarjetas-‐palabra,
lotos,
etc.
Se
escribirán
de
un
modo
semejante
a
aquéllas,
o
sea
con
el
mismo
tipo
de
caligrafía
y
tamaño.
El
niño
debe
trazar
una
línea
desde
cada
una
de
las
palabras
del
lado
izquierdo
hasta
la
palabra
igual
que
corresponde
del
lado
derecho.
Si
trabaja
al
lado
de
un
educador,
«leerá»
las
palabras
de
ambas
columnas.
Si
es
preciso,
se
le
ayudará.
Si
aún
no
sabe
decirlas,
pero
sí
reconocerlas,
deberá
señalar
las
que
el
educador
vaya
leyendo.
Ficha 31
-‐ EJERCICIO 2
Llega
un
momento
en
el
que
el
niño
tiene
que
acostumbrarse
a
leer
las
palabras
que
conoce,
escritas
en
otros
colores
y
tamaños.
Para
ayudarle
se
preparan
hojas
de
trabajo
en
las
que
se
escriben
en
columna
varias
palabras
con
el
tipo
de
letra
y
el
color
al
que
está
habituado
y
a
la
derecha
se
escriben
las
mismas
palabras
en
otro
tamaño
o
en
otro
color.
El
niño
trazará
una
línea
entre
las
palabras
que
dicen
lo
mismo.
58
Ficha 32
-‐ EJERCICIO 3
En
un
folio,
centrada
en
su
parte
superior,
se
escribe
una
sola
palabra,
se
traza
una
línea
horizontal
de
separación
y
debajo
se
escriben
varias
palabras
entre
las
que
se
encuentra
escrita
dos
o
tres
veces
la
palabra
clave.
Ficha 33
Ficha 34
El
niño
debe
leerlas
si
puede.
Después
hará
una
línea
alrededor
o
subrayará
todas
las
palabras
que
son
iguales
al
modelo.
Tachará
las
que
«sobran»
trazando
encima
de
ellas
una
cruz
o
una
raya
horizontal.
La
palabra
"modelo"
puede
sustituirse
por
un
dibujo,
y
el
niño
localizará
todas
las
palabras
que
designan
ese
dibujo.
59
Ficha 35
-‐ EJERCICIO 4
Otro
modo
de
trabajar
con
palabras
modelo
es
preparar
fichas
de
trabajo
en
un
papel
en
el
que
se
limitan
espacios
horizontales.
Las
palabras
modelo
se
destacan
a
la
izquierda
de
la
hoja
en
cada
una
de
las
líneas
y
a
su
derecha
se
escriben
varias
palabras
entre
las
que
se
encuentra
repetida
una
o
dos
veces
la
palabra
clave.
Ficha 36
-‐ EJERCICIO 5
Otro
ejercicio
consiste
en
preparar
una
lista
de
palabras
que
deben
asociarse
con
los
dibujos
que
les
corresponden,
trazando
una
línea.
Ficha 37
60
Ficha 38
Ficha 39
Ficha 40
Estos
dibujos
pueden
ser
más
esquemáticos
que
los
utilizados
para
las
tarjetas-‐imagen
y
los
lotos.
Sólo
será
preciso
que
el
niño
los
reconozca,
sin
confundirlos
con
otros
parecidos.
Pueden
ponerse
más
palabras
que
dibujos
o
más
dibujos
que
palabras.
Ficha 41
A veces una palabra servirá para dos dibujos o un dibujo para dos palabras.
61
Ficha 42
-‐ EJERCICIO 6
En
una
hoja
de
papel
se
pega
la
foto
de
una
persona
o
se
hace
un
dibujo.
A
los
lados
se
escriben
las
palabras
que
designan
distintas
partes
del
cuerpo.
El
niño
debe
leer
las
palabras
y
trazar
una
línea
desde
cada
una
de
las
palabras
hasta
el
lugar
que
le
corresponde
en
el
dibujo
o
foto.
Ficha 43
Ficha 44
Se
escriben
varias
palabras
de
objetos
que
se
ven
en
la
escena.
El
niño
debe
leerlas
y
trazar
una
línea
desde
la
palabra
hasta
el
lugar
en
el
que
se
encuentra
el
objeto
cuyo
nombre
ha
leído.
-‐ EJERCICIO 7
Conforme
el
niño
progresa,
se
varían
y
preparan
otros
ejercicios
en
función
de
sus
necesidades.
Pueden
ponerse
dos
palabras
modelo
distintas
en
la
parte
superior
de
la
hoja,
cada
una
rodeada
por
una
línea
de
color
diferente.
En
la
parte
inferior
de
la
hoja
se
escriben
varias
palabras,
entre
las
que
se
62
encuentran
repetidas
varias
veces
las
del
modelo.
El
alumno
tiene
que
localizarlas
y
realizar
alrededor
de
ellas
una
línea
del
mismo
color
que
la
del
modelo.
Ficha 45
El
ejercicio
se
complica
un
poco
más
poniendo
de
modelo
dos
palabras
muy
parecidas
entre
sí,
desde
el
punto
de
vista
de
la
caligrafía,
o
dos
palabras
que,
por
las
razones
que
sea,
el
niño
tiene
muchas
dificultades
para
distinguir.
Ficha 46
-‐ EJERCICIOS EN HOJA DE PAPEL CON ETIQUETA AUTOADHESIVA O CARTULINA CON PEGAMENTO
Se
prepara
una
hoja
con
palabras
escritas.
Por
separado
se
entregan
al
niño
cartulinas
o
etiquetas
autoadhesivas
con
esas
mismas
palabras.
El
niño
debe
pegarlas
en
su
sitio.
Ficha 47
Otro
ejercicio
es
ofrecer
al
niño
las
palabras
escritas
en
etiquetas
o
cartulinas
para
que
las
pegue
al
lado
o
debajo
de
los
dibujos
que
se
han
puesto
en
la
hoja.
También
puede
hacerse
al
revés,
entregándole
la
hoja
con
las
palabras
escritas
y
por
separado
etiquetas
o
cartulinas
con
los
dibujos
que
corresponden
a
las
palabras
escritas.
El
niño
debe
leer
y
pegar
las
etiquetas
o
cartulinas
en
los
lugares
que
les
corresponden.
63
Siempre
que
en
las
figuras
aparece
una
línea
discontinua
alrededor,
significa
que
es
una
cartulina
o
etiqueta
que
el
niño
debe
colocar
o
ha
colocado
en
la
hoja
de
papel;
mientras
que
la
raya
continua
significa
que
esa
palabra,
frase
o
dibujo
estaba
escrita
o
pegada
ya
en
la
hoja.
Ficha 48
Ficha 49
Aquí
el
ejercicio
manual
de
utilización
del
pegamento
y
la
prensión
y
colocación
de
papeles
pequeños
sustituye
al
ejercicio
grafomotor
de
empleo
del
lápiz
en
el
desarrollo
de
la
precisión
y
habilidad
manual.
Conviene
variar
la
presentación
de
modo
que,
a
veces,
los
dibujos
estén
a
la
izquierda
y
las
palabras
a
la
derecha,
y
otras
veces
estén
en
línea
arriba
y
abajo.
Las
dificultades
se
incrementarán
poco
a
poco,
escribiendo
palabras
que
se
parezcan
desde
el
punto
de
vista
caligráfico:
pez-‐pera,
mano-‐mono,
gato-‐pato.
Ficha 50
Pueden
ponerse
más
palabras
o
dibujos
que
los
que
se
necesitan
para
emparejar
para
que
el
niño
actúe
en
consecuencia.
64
Ficha 51
SOBRES-‐SORPRESA
Son
una
forma
diferente
de
presentar
las
actividades
que
resultan
muy
atractivos
para
los
niños
ya
que
permiten
un
enfoque
más
lúdico
y
manipulativo
que
las
fichas
que
se
realizan
con
lápiz
y
papel.
Consisten
en
varios
sobres
de
colores
diferentes,
si
es
posible.
Dentro
de
cada
uno
se
incluye
el
material
necesario
para
realizar
una
actividad,
adecuada
a
los
objetivos
que
se
están
trabajando.
Las
palabras
y
frases
se
escriben
sobre
cartulinas
de
uno
o
varios
colores
diferentes,
los
dibujos
de
objetos
o
las
escenas
también
se
presentan
sobre
otras
cartulinas.
Pueden
trabajarse
objetivos
de
cualquier
nivel:
asociar
palabras
y
dibujos,
asociar
frases
con
imágenes,
seleccionar
frases
y
eliminar
otras
en
función
de
las
consignas
dadas,
ordenar
frases,
seguimiento
de
órdenes,
etc.
Es
conveniente
disponer
de
3
o
4
sobres-‐sorpresa
que
se
ajusten
a
un
mismo
objetivo,
para
que
sea
el
alumno
el
que
elija
el
que
desea
hacer.
No
se
incluyen
normas
de
realización
y
es
el
profesor
quien
las
da
verbalmente
una
vez
que
el
alumno
ha
sacado
el
material
que
contiene
el
sobre.
En
el
exterior
del
sobre
se
escribe
con
letras
grandes
un
«título»
que
el
alumno
pueda
leer,
con
alguna
anotación
discreta
para
el
profesor
que
indique
su
contenido
y
nivel
de
dificultad.
Por
ejemplo:
en
el
sobre
puede
poner
«Es
de...
»
y
un
I,
y
dentro
hay
una
serie
de
tarjetas-‐frase
y
otra
de
tarjetas-‐dibujo
que
el
niño
debe
asociar
después
de
leer
las
frases:
«la
muñeca
es
de
la
niña»,
«la
bici
es
de
Ricardo»,
etc.
Otro
ejemplo
podría
ser
una
serie
de
cartulinas
de
varios
colores
diferentes
en
las
que
se
han
escrito
nombres
de
animales
y
otros
nombres
que
no
son
de
animales.
El
alumno
tendrá
que
seleccionar
de
entre
todas
sólo
las
de
los
animales
y
un
II.
El
título
podría
ser:
«Los
animales».
El
nivel
de
dificultad
se
adaptará
siempre
al
nivel
lector
del
niño
y
a
su
conocimiento
semántico,
seleccionando
cuidadosamente
las
palabras.
CUENTOS COMERCIALES
Es
muy
estimulante
para
los
niños
con
síndrome
de
Down
leer
cuentos
comerciales,
al
igual
que
lo
hacen
sus
hermanos
o
sus
compañeros
de
clase.
Actualmente
existe
material
abundante
en
las
buenas
librerías
que
conviene
revisar
periódicamente
para
analizar
y
seleccionar
todo
lo
que
sea
de
interés.
Varias
editoriales
tienen
colecciones
de
libros
secuenciados
para
lecturas
en
orden
creciente
de
dificultad.
Los
primeros
contienen
sólo
onomatopeyas
o
exclamaciones,
los
segundos
una
sola
palabra
por
página.
Progresivamente,
de
un
modo
ordenado,
añaden
nuevas
palabras
con
las
sílabas
o
letras
que
los
niños
van
conociendo.
Algunos
de
estos
libros
pueden
usarse
desde
el
comienzo
del
método.
65
Lo
fundamental
es
que
no
se
pierda
de
vista
que
hay
que
mantener
las
condiciones
de
comprensión,
fluidez
y
motivación
durante
todo
el
proceso
lector.
La
elección
adecuada
de
los
cuentos
comerciales
juega
un
papel
fundamental
para
desarrollar
la
afición
por
la
lectura.
Los
criterios
de
selección
están
relacionados
con
la
presentación
formal
y
con
el
contenido
de
cada
libro.
Se
elegirán
libros
cuya
presentación
sea
bonita,
con
ilustraciones
agradables
que
eduquen
al
niño
el
gusto
estético
y
el
disfrute
con
la
belleza
plástica.
Se
analizará
el
tipo
de
letra
para
elegir
en
la
fase
inicial
los
libros
que
contengan
un
tipo
de
letra
semejante
a
la
que
el
niño
está
acostumbrado.
Tanto
el
tamaño
como
el
color
y
grosor
de
los
trazos
serán
los
adecuados
a
sus
capacidades
sensoriales
y
perceptivas.
También
es
preciso
analizar
el
contenido,
que
apenas
debe
sobrepasar
el
nivel
lector
del
alumno.
Los
primeros
cuentos
contendrán
una
sola
palabra
por
página,
aunque
pronto
se
podrá
pasar
a
cuentos
con
frases
cortas.
Si
en
estas
frases
hay
alguna
palabra
que
el
niño
no
conoce,
el
adulto
la
leerá
hasta
que
el
niño
la
aprenda.
En
ocasiones
será
mejor
cambiar
el
texto
impreso
original
pegando
sobre
él
una
tira
de
papel
en
la
que
se
escribe
otro
texto
más
adaptado
a
los
intereses
y
necesidades
del
alumno.
Este
tipo
de
manipulación
ha
sido
extraordinariamente
eficaz
con
muchos
de
los
jóvenes
lectores
con
quienes
hemos
trabajado.
Los
libros
comprados
que
van
formando
la
biblioteca
que
el
niño
tiene
en
casa,
permite
que
padres
e
hijos
disfruten
leyendo
juntos.
Aconsejamos
que
se
dediquen
unos
minutos
diarios
a
esta
actividad.
A
veces
será
el
niño
quien
lea
a
sus
padres,
o
abuelos
o
hermanos,
demostrando
así
sus
progresos.
Otras
veces
serán
los
"otros"
quienes
lean
para
el
niño,
haciendo
de
modelo
con
su
entonación,
pausas,
claridad,
incitándole
así
a
esforzarse
e
ilusionarse
más
con
la
lectura.
Como
afirmamos
antes,
el
ambiente
y
modelo
familiar
tiene
una
influencia
decisiva
en
los
progresos
lectores
de
los
niños
con
síndrome
de
Down.
Para
mantener
el
objetivo
de
una
lectura
atenta
e
inteligente,
que
ayude
al
niño
a
pensar
y
mejorar
sus
capacidades
intelectuales,
siempre
proponemos
que
se
prepare
el
material
de
modo
que
al
usarlo
durante
las
actividades
se
facilite
al
niño
la
reflexión,
la
búsqueda
de
soluciones
para
algunos
problemillas,
la
deducción,
el
pensamiento
lógico
y
la
elaboración
de
respuestas
adecuadas.
Todo
esto
puede
incorporarse
en
mayor
o
menor
medida,
en
cualquiera
de
las
actividades
educativas.
Pero,
en
ocasiones,
conviene
preparar
el
material
de
trabajo
para
papel
y
lápiz
que
tenga
en
cuenta
específicamente
dicho
objetivo.
66
Algunos
ejemplos
de
ejercicios
con
palabras
podrían
ser
los
siguientes:
-‐ EJERCICIO 1
En
una
hoja
de
papel
se
pegan
o
imprimen
varios
dibujos
y
se
escriben
dos
palabras
distintas
por
dibujo.
Ficha 52
Ficha 53
El
alumno
tiene
que
seleccionar
la
palabra
adecuada
rodeándola
con
una
línea
y
eliminar,
tachando
con
una
cruz,
la
que
no
corresponde.
Siempre
que
sea
posible,
el
alumno
leerá
las
palabras
y
dará
una
breve
explicación
sobre
lo
que
ha
realizado.
-‐ EJERCICIO 2
Un ejercicio semejante, pero a la inversa, es presentarle una sola palabra para dos dibujos.
Ficha 54
67
Inicialmente
palabras
y
dibujos
serán
claramente
diferentes,
pero
la
dificultad
se
incrementará
paulatinamente,
utilizando
palabras
parecidas
como
mano
-‐
mono,
dedo-‐dado,
ojo-‐oso,
gato-‐pato
o
dibujos
que
se
parecen
como
pollo-‐gallina,
burro-‐caballo.
-‐ EJERCICIO 3
Ficha 55
El
alumno
hará
los
emparejamientos
como
considere
que
son,
y
explicará
el
por
qué
de
su
selección
y
asociación.
Pueden
ponerse
más
dibujos
que
palabras
o
al
revés.
Ficha 56
-‐ EJERCICIO 4
Un
ejercicio
parecido
al
anterior
se
realiza
utilizando
sólo
palabras
escritas
colocadas
en
dos
columnas.
Las
palabras
son
diferentes
en
ambas
columnas
pero
están
relacionadas
entre
sí
de
dos
en
dos.
68
Ficha
57
El
niño
debe
leer
todas
y
pensar,
para
establecer
las
parejas
adecuadas.
La
relación
puede
estar
basada
en
la
función
o
uso
de
los
objetos
o
en
la
categoría
a
la
que
pertenecen.
De
nuevo,
si
es
posible,
el
alumno
dará
una
explicación.
-‐ EJERCICIO 5
En
una
hoja
de
papel
se
hacen
de
tres
a
cinco
espacios
horizontales,
separados
por
líneas.
En
cada
línea,
a
la
izquierda,
se
destaca
una
palabra
y
a
la
derecha
se
escriben
otras
tres
de
las
cuales
sólo
una
está
relacionada
con
la
palabra
destacada.
Ficha 58
El alumno debe seleccionarla rodeándola con una línea y eliminar las otras dos, tachándolas.
-‐ EJERCICIO 6
En
una
hoja
de
papel
se
escriben
en
líneas
o
columnas,
de
tres
a
cinco
palabras
de
las
cuales
todas
menos
una
tienen
alguna
relación.
El
alumno
debe
localizar
la
palabr
"extraña"
y
eliminarla,
tachándola.
Ficha 59
Estos
ejercicios
de
asociación
no
evidente
pueden
prepararse
un
poco
más
difíciles
cada
vez,
de
modo
que
el
niño
necesite
evocar
sus
experiencias
y
los
conocimientos
que
adquiere
en
otras
áreas
de
estudio,
como
pueden
ser
sociales
y
naturales.
69
Ficha 60
Ficha 61
La reflexión que debe hacer le ayuda a desarrollar su capacidad de abstracción.
También
pueden
realizarse
ejercicios
de
clasificación
de
palabras,
escribiendo
de
9
a
18
palabras
en
un
folio,
varias
de
las
cuales
pertenecen
a
una
categoría.
El
niño
debe
leerlas
todas,
rodeando
con
un
trazado
todas
las
que
pertenecen
al
grupo
que
se
le
indica.
Ficha 62
Conviene
empezar
con
palabras
que
el
niño
reconoce
con
facilidad
para
que
le
sea
más
fácil
dedicar
su
atención
a
pensar
si
la
palabra
que
lee
forma
parte
del
grupo
o
no.
También deben realizarse ejercicios muy variados con frases, que inciten a pensar:
-‐ EJERCICIO 7
Se
escriben
varias
frases
en
una
hoja,
a
la
derecha
y
en
diferente
orden
se
hacen
o
ponen
unos
dibujos
que
tengan
alguna
relación
con
las
frases.
70
Ficha 63
El
niño
debe
leer
las
frases
y
trazar
una
línea
desde
cada
una
de
las
frases
hasta
el
dibujo
que
le
corresponda.
-‐ EJERCICIO 8
Se
escriben
varias
frases
en
una
hoja
de
papel.
Por
separado
se
entregan
al
niño
papelitos
o
etiquetas
autoadhesivas
con
los
dibujos.
Ficha 64
Debe
seleccionar
y
pegar
en
la
hoja
los
que
correspondan
al
texto
de
las
frases.
Para
incrementar
la
dificultad
se
le
pueden
entregar
más
dibujos
de
los
necesarios,
de
modo
que
haga
un
trabajo
de
selección
y
eliminación
un
poco
más
complicado.
Ficha 65
71
-‐
EJERCICIO
9
En
una
hoja
se
pegan
o
imprimen
varios
dibujos
en
columna.
Por
separado
se
entregan
al
niño
frases
alusivas
a
ellos
escritas
en
cartulinas
o
papeles
alargados.
Debe
leerlas
y
pegarlas
al
lado
de
los
dibujos
que
les
corresponda.
Ficha 66
Se
escriben
varias
frases
en
un
folio,
dejando
un
espacio
a
la
derecha.
El
niño
debe
leerlas
y
realizar
o
elegir
y
pegar
un
dibujo
alusivo
a
la
frase.
Si
no
es
capaz
de
hacerlo,
deberá
pedir
al
profesor
un
papelito
con
el
dibujo
que
desea.
Ficha 67
Se
escriben
en
un
folio
varias
frases.
Por
separado,
se
preparan
dibujos
que
estén
relacionados
con
las
frases
de
una
manera
implícita,
no
evidente.
Ficha 68
72
Ficha 69
El
niño
debe
leer,
entender
la
frase
y
pensar
para
establecer
una
relación
con
los
dibujos
seleccionando
con
lógica
cada
uno
de
ellos.
Siempre
que
sea
posible
dará
una
breve
explicación
de
lo
realizado.
Se
escriben
en
un
folio
varias
frases
a
las
que
les
falta
una
palabra
para
la
que
se
deja
un
espacio.
A
la
derecha
se
pone
un
dibujo
relacionado
con
la
frase.
Por
separado,
en
etiquetas
autoadhesivas
o
en
papelitos
se
le
muestran
al
niño
varias
palabras
escritas.
Tiene
que
seleccionar
las
que
corresponden
a
los
dibujos
y
pegarlas
en
su
sitio
de
modo
que
las
frases
queden
terminadas.
Ficha 70
Un
poco
más
difícil
es
dejar
las
frases
incompletas
en
las
que
sin
ayuda
de
dibujos,
el
niño
tiene
que
seleccionar
las
palabras
que
necesita
para
completar
las
frases.
El
nivel
más
sencillo
es
el
de
aquellas
en
las
que
falta
el
complemento.
Ficha 71
73
Después
se
trabajarán
las
frases
en
las
que
falta
el
sujeto
Ficha 72
y, por último, aquellas en las que se omite el verbo.
Ficha 73
Si
se
desea
que
el
niño
refuerce
sus
adquisiciones
y
conocimientos
en
otras
áreas,
como
color,
forma
y
tamaño
pueden
prepararse
hojas
de
trabajo
en
las
que
las
frases
incluyan
órdenes
diversas
que
el
alumno
debe
ejecutar
con
lápices
de
color,
de
acuerdo
con
los
mensajes
que
lee.
Algunos
ejemplos
pueden
ser:
Se
escriben
frases
en
las
que
el
sujeto
está
representado
por
un
dibujo
y
el
complemento
es
una
palabra
que
indica
el
color.
Ficha 74
El niño, después de leer la frase, tiene que colorear el dibujo de acuerdo con el enunciado.
74
-‐
EJERCICIO
15
En
un
folio
se
escribe
parte
de
una
frase
en
la
que
el
sujeto
está
representado
por
un
dibujo.
Los
nombres
de
los
colores
se
le
entregan
al
niño
escritos
en
etiquetas
autoadhesivas
o
papelitos
para
que
elija
el
que
quiere,
lo
pegue
en
cada
frase
y
coloree
el
dibujo
de
acuerdo
con
lo
elegido.
Ficha 75
Se
prepara
una
hoja
de
papel
dividida
en
3
espacios
horizontales.
En
cada
uno
de
ellos
se
ponen
dos
dibujos
iguales,
de
distinto
tamaño.
Las
frases
indicarán
qué
objeto
—grande
o
pequeño—
hay
que
pintar
o
señalar.
El
niño
leerá
las
frases
y
actuará
de
acuerdo
con
lo
leído
e
indicado
por
parte
del
profesor.
Ficha 76
De
un
modo
muy
parecido
pueden
prepararse
varias
hojas
de
trabajo
en
las
que
se
ponen
varias
formas
geométricas,
de
dos
tamaños.
Se
escriben
frases
en
las
que
se
incluye
la
forma,
el
tamaño
y
el
color
para
que
el
niño
lea
atentamente
y
coloree
las
formas
geométricas
de
acuerdo
con
las
indicaciones.
75
Ficha
77
Ficha 78
La
realización
de
trabajos
con
papel
y
lápiz,
además
de
ayudar
al
niño
a
trabajar
solo,
de
modo
autónomo,
deben
servir
para
que
aprenda
a
contestar
preguntas,
realizar
controles
y
a
manifestarse
por
escrito.
Para
cumplir
estos
objetivos,
se
pueden
preparar
frases
sencillas
en
las
que
el
alumno
conteste
sí/no
o
verdadero/falso;
por
escrito
o
pegando
etiquetas.
Algunos
ejemplos
pueden
ser:
Se
escriben
en
una
hoja
de
papel
varias
frases
interrogativas
en
relación
con
el
dibujo
que
las
ilustra.
El
niño
escribirá
o
pegará
el
sí
o
no.
Ficha 79
Se
escriben
en
un
folio
varias
frases
declarativas.
El
niño
escribirá
o
pegará
sí/no
o
verdadero/falso
según
su
experiencia
y
sus
conocimientos.
Ficha 80
76
-‐
EJERCICIO
20
En una hoja se escriben varias frases, algunas de las cuales no se corresponden con la imagen.
Ficha 81
El niño debe leerlas y tachar el dibujo cuando no corresponda con el texto.
En
una
hoja
de
papel
se
dibujan
o
pegan
escenas.
Se
escriben
frases
de
las
cuales
sólo
una
tiene
relación
con
la
escena.
El
niño
debe
leerlas
y
seleccionar
la
adecuada.
Ficha 82
Ficha 83
El
ejercicio
se
complicará
en
función
de
los
progresos
del
alumno,
escribiendo
frases
que
no
describan
explícitamente
la
escena.
También
pueden
escribirse
tres
frases
parecidas
para
que
el
alumno
incremente
la
atención
y
la
comprensión.
77
La
morfosintaxis
es
una
de
las
dificultades
que
se
aprecian
más
evidentes
en
el
lenguaje
de
las
personas
con
síndrome
de
Down
y
que
necesita
ser
trabajada
de
un
modo
especial.
Precisamente
es
a
través
de
diversas
actividades
y
ejercicios
realizados
durante
la
enseñanza
de
la
lectura
y
escritura
como
pueden
mejorar
mucho
este
aspecto
concreto.
Ya
indicábamos
antes
algunos
ejercicios
que
pueden
realizarse
con
las
tarjetas-‐palabra
y
tarjetas-‐frase.
De
un
modo
muy
parecido
pueden
hacer
los
siguientes
ejercicios:
-‐ EJERCICIO 1
Se
escribe
en
un
folio
una
frase
formada
por
sujeto,
verbo
y
complemento.
En
una
tira
de
papel
o
de
cartulina
se
escribe
otra
frase
igual.
En
presencia
del
alumno
se
recorta
en
tres
partes,
sin
separar
el
artículo
del
nombre.
El
niño
tiene
que
reconstruir
la
frase
y
pegarla
debajo
de
la
frase
modelo.
Ficha 84
-‐ EJERCICIO 2
Se
escribe
una
frase
en
una
tira
de
papel
o
de
cartulina.
El
niño
debe
leerla.
A
continuación
se
recorta,
separando
sujeto,
verbo
y
complemento.
Después
la
ordena
y
lee
de
nuevo,
pegándola
en
una
hoja
de
papel.
Aquí
no
se
usa
otra
de
modelo.
-‐ EJERCICIO 3
Se
le
entregan
al
niño
etiquetas
autoadhesivas,
papelitos
o
cartulinas
con
varias
palabras
escritas.
Debe
formar
frases
con
ellas,
leerlas
y
pegarlas
en
una
hoja
de
papel.
Ficha 85
78
-‐
EJERCICIO
4
El
alumno
se
inventa
una
frase
corta,
bien
construida.
La
dicta
al
profesor
y
éste
la
escribe
en
una
tira
de
papel
o
cartulina.
El
alumno
la
lee,
se
recorta
separando
las
palabras
y
vuelve
a
reconstruirla
pegándola
en
una
hoja
de
papel.
PROBLEMAS Y SOLUCIONES DURANTE LA ETAPA DE LECTURA DE PALABRAS Y FRASES
Dentro
del
primer
grupo,
llama
mucho
la
atención
comprobar
cómo
los
niños
con
síndrome
de
Down
acceden
directamente
al
significado
de
la
palabra,
aunque
la
palabra
escrita
sea
otra
distinta.
Por
ejemplo,
la
palabra
escrita
puede
ser
«abuela»
y
el
niño
dice
«tata»
en
cuanto
la
ve,
que
es
como
él
llama
a
su
abuela
o
pone
«papá»
y
dice
«Ángel»
que
corresponde
al
nombre
de
su
padre.
Para
nosotros
esto
no
es
propiamente
un
error
y
en
esta
fase
lo
damos
por
válido,
aunque
conviene
hacer
una
aclaración
al
niño
diciéndole
por
ejemplo
«sí,
es
verdad,
tú
papá
se
llama
Ángel».
Conforme
el
niño
se
fija
más
en
los
grafismos,
aunque
sigue
accediendo
directamente
al
significado
—que
es
lo
realmente
importante—
aprende
a
decir
siempre
lo
que
está
escrito.
En
el
segundo
grupo
de
problemas
que
requieren
intervención,
están
las
confusiones
persistentes
entre
dos
palabras.
A
veces
se
producen
porque
las
dos
palabras
son
parecidas
entre
sí
desde
el
punto
de
vista
caligráfico,
vaso-‐vaca,
coche-‐come,
leche-‐coche.
Otras
veces,
aunque
las
palabras
escritas
son
muy
distintas
el
niño
hace
una
asociación
casi
automática
entre
ellas
por
el
uso
o
por
otra
relación,
por
ejemplo
vaso-‐taza,
mesa-‐silla.
En
ocasiones,
no
encontramos
ningún
motivo
especial
ni
una
razón
clara.
Lo
adecuado
en
esta
situación
es
realizar
trabajos
complementarios
con
esas
palabras,
con
actividades
de
asociación
o
emparejamiento,
clasificación,
selección
y
denominación.
Si
es
preciso,
las
palabras
se
escriben
con
trazos
realzados
en
tamaño
y
color,
de
modo
que
ayuden
al
niño
en
el
reconocimiento.
Si,
a
pesar
de
estos
ejercicios,
persiste
la
confusión,
nuestro
consejo
es
eliminar
temporalmente
una
de
las
dos
palabras,
hasta
que
quede
bien
afianzado
el
reconocimiento
de
la
otra.
Posteriormente,
se
intentará
de
nuevo
incorporar
la
que
se
eliminó.
79
Algunas
personas
con
síndrome
de
Down,
al
igual
que
la
población
general,
tienen
especiales
dificultades
perceptivas
y
de
memoria.
Estas
dificultades
suelen
provocar
errores
en
la
lectura
que
son
difíciles
de
eliminar
totalmente.
Nosotros
aconsejamos
seguir
el
programa,
procurando
no
exponer
al
alumno
con
demasiada
frecuencia
a
las
palabras
«conflictivas».
Conforme
madure
y
participe
en
las
fases
posteriores
del
método
manejando
sílabas
y
letras,
y
especialmente
usando
el
teclado
de
máquina
de
escribir
y
el
ordenador
o
computadora,
mejorarán
mucho
y
disminuirán
esas
dificultades.
Se
procurará
que
la
confusión
que
pueda
producirle
una
palabra,
no
modifique
la
comprensión
de
un
texto
dado
cambiando
su
sentido.
Si
las
dificultades
son
tan
importantes,
que
el
niño
no
recuerda
con
seguridad
más
de
20
o
30
palabras
y
las
olvida
y
confunde
sistemáticamente,
es
probable
que
ese
niño
—al
menos
temporalmente—
no
puede
aprender
a
leer
en
su
sentido
más
completo.
Tal
vez
convenga
centrarse
en
la
lectura
de
palabras
con
una
finalidad
claramente
útil
y
funcional
en
su
vida
diaria:
taxi,
autobús,
salida,
entrada,
stop,
empuja,
tira,
etc.
En
el
momento
actual,
los
niños
con
síndrome
de
Down
que
no
pueden
aprender
a
leer
son
una
auténtica
excepción.
PROBLEMÁTICA DE LAS SÍLABAS: DIFERENCIAS ENTRE EL ESPAÑOL Y OTROS IDIOMAS
El
camino
para
la
generalización
lectora,
o
sea
la
capacidad
para
leer
cualquier
texto
desconocido,
pasa
por
el
aprendizaje
y
dominio
de
las
sílabas.
El
aprendizaje
silábico
es
el
medio,
la
técnica,
que
permite
descifrar
las
palabras
nuevas.
Aunque,
como
hemos
dicho
anteriormente,
leer
es
fundamentalmente
comprender
lo
leído,
y
no
basta
sólo
con
el
desciframiento,
aunque
éste
sea
necesario.
En
la
lengua
española
tenemos
la
gran
ventaja
de
que
las
combinaciones
silábicas
son
sencillas
y
fáciles
de
aprender.
Disponemos
de
un
vocabulario
muy
amplio
de
palabras
que
están
formadas
por
sílabas
directas
de
dos
letras,
cuya
pronunciación
permanece
inalterable,
sea
cual
sea
la
posición
que
ocupen
en
la
palabra.
Apenas
hay
excepciones
a
las
reglas
fonéticas.
Las
sílabas
más
largas
contienen
un
máximo
de
5
letras
(trans),
siendo
muy
pocas
dentro
de
todo
el
vocabulario.
Si
comparamos
brevemente
estas
características
del
español
frente
a
una
lengua
sajona
como
el
inglés,
incluso
frente
a
otra
como
el
francés,
que
es
una
lengua
de
origen
romance
como
la
nuestra,
podemos
comprender
que,
en
cuanto
a
la
mecánica
lectora,
es
más
fácil
leer
en
español
que
en
otras
lenguas.
Las
variaciones
de
pronunciación
en
inglés
y
en
francés
dificultan
una
generalización
tan
fácil
como
la
que
puede
realizarse
con
el
español.
Como
ejemplos,
se
puede
pensar
en
el
sonido
de
la
vocal
«e»,
en
las
palabras
inglesas:
teddy,
bear,
key,
eyes,
o
en
la
pronunciación
francesa
de
la
letra
«u»
en
las
palabras:
coeur,
cours,
curieux,
bureau,
tout
de
seite,
o
en
el
sonido
de
la
sílaba
«en»
según
vaya
sola
o
esté
dentro
de
una
palabra
como
tiennent.
En
español,
salvo
poquísimas
excepciones,
las
vocales
se
pronuncian
siempre
igual,
sea
cual
sea
su
posición
en
una
palabra.
Lo
mismo
sucede
con
las
consonantes.
Las
excepciones
j
y
g,
c
y
z,
gu,
gue,
güi
así
como
la
parecida
pronunciación
de
«v»
y
«b»
a
pesar
del
diferente
grafema,
o
de
la
«i»
y
la
«y»,
requieren
unos
ejercicios
determinados,
algunos
específicos
para
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
aprendan
a
utilizarlas
y
leerlas
bien.
El
único
problema
que
puede
plantearles
es
que
persistan
80
algunas
faltas
de
ortografía.
No
debe
intentarse
que
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
aprendan
las
reglas
gramaticales,
porque
las
aprenden
por
el
uso.
Es
demostrativo
comparar
los
listados
de
palabras
que,
Buckley
en
Inglaterra
(1986)
y
Oelwein
en
Estados
Unidos
(1995),
proponen
para
enseñar
a
leer
en
inglés
a
los
niños
con
síndrome
de
Down,
frente
a
nuestro
listado
en
español.
En
los
listados
de
habla
inglesa
más
del
80%
de
las
palabras
son
monosílabas
lo
cual,
indudablemente,
es
una
facilidad
para
la
emisión
oral.
Sin
embargo,
la
mayoría
de
esas
palabras
monosílabas
—entre
el
70
y
el
80%—
están
formadas
por
tres,
cuatro
y
cinco
letras,
de
las
que
sólo
un
15%
son
sílabas
inversas.
En
español
hay
pocas
palabras
monosílabas
por
lo
que
en
nuestra
lista
sólo
representa
un
10%
del
total.
Esta
carencia
se
ve
compensada
con
el
hecho
de
contar
en
nuestro
vocabulario
con
muchas
palabras,
familiares
para
los
niños,
que
están
formadas
por
dos
sílabas
directas.
Cuando
hablemos
de
sílabas
directas
nos
referimos
a
las
sílabas
formadas
por
consonante
seguida
de
vocal.
Las
silabas
inversas
son
aquellas
en
las
que
la
vocal
precede
a
la
consonante.
Las
sílabas
trabadas
están
compuestas
por
tres
letras
y
terminan
en
consonante.
Los
grupos
consonánticos
contienen
dos
consonantes
seguidas
y
terminan
en
vocal.
Con
tantas
palabras
inglesas
como
mouth,
known,
throw,
taught,
etc.
formadas
por
cinco
y
seis
letras,
se
explica
la
importancia
que
tiene
el
deletreo.
En
cambio,
en
español
es
más
lógico,
que
los
niños
aprendan,
en
primer
lugar,
las
sílabas
que
son
más
sencillas.
Entienden
fácilmente
que
«mamá»
y
«luna»
están
formadas
por
ma
y
ma
o
por
lu
y
na,
mientras
que
es
más
difícil
entender
que
deletreando
mamá:
«eme-‐a
-‐
eme-‐a»
se
lea
«mamá»,
o
que
deletreando
:
«ele
-‐
u
-‐
ene
-‐
a»,
luego
se
lea
«luna».
En
nuestro
caso,
el
deletreo
es
necesario
para
escribir.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
aprenden
a
deletrear
poco
a
poco,
casi
sin
darse
cuenta,
durante
la
fase
del
progreso
lector.
Coincide
normalmente
con
el
momento
de
escribir.
Según
nuestra
experiencia,
cuando
los
niños
de
habla
española
comprenden
que
las
palabras
están
formadas
por
sílabas
que
se
corresponden
a
los
sonidos
o
golpes
de
voz
que
emitimos
al
leerlas,
y
aprenden
a
formar
palabras
con
sílabas
directas,
el
resto
del
camino
de
la
llamada
lectura
mecánica
es
muy
sencillo.
Precisamente
esta
«facilidad»
o
«sencillez»
es
lo
que
ha
causado
que,
con
frecuencia,
se
ha
enseñado
a
leer
de
un
modo
incorrecto.
A
continuación
explicamos
lo
dicho.
INTRODUCCIÓN
APRENDIZAJE
DE
LAS
SÍLABAS
Muchos
profesionales
han
dado
prioridad
a
la
mecánica
lectora
del
aprendizaje
silábico,
dejando
para
una
fase
posterior
la
fase
de
la
comprensión
de
lo
leído.
El
aprendizaje
aislado
de
letras
y
sílabas
no
tiene
interés
para
los
niños.
En
el
caso
de
niños
con
discapacidad
intelectual,
difícilmente
acceden
después
a
la
comprensión
de
lo
leído.
En
la
actualidad,
por
razones
evidentes
de
carácter
psicoevolutivo
y
psicolingüístico,
apenas
se
usan
los
métodos
alfabéticos
y
silábicos
puros.
Se
prefieren
los
métodos
combinados.
Lo
que
nosotros
proponemos
para
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
tiene
semejanzas
y
diferencias
con
los
métodos
comunes
actuales.
En
el
comienzo
se
asemeja
a
los
métodos
globales
porque
se
tiene
en
cuenta
que
el
niño
oye
y
aprende
globalmente
las
palabras,
comprendiendo
que
se
refieren
a
una
realidad
conocida.
Algo
semejante
sucede
con
las
palabras
escritas
que
ve.
Dado
que
esto
es
81
posible
hacerlo
desde
edades
tempranas
—entre
3
y
5
años—
a
pesar
de
que
aún
no
tiene
madurez
para
el
análisis
de
las
sílabas,
nosotros
optamos
por
iniciar
y
avanzar
en
ese
reconocimiento
global
de
palabras
escritas
por
las
grandes
ventajas
educativas
que
se
derivan:
el
niño
entiende
la
finalidad
de
la
lectura,
el
niño
capta
significados
a
través
de
símbolos
gráficos
y
el
niño
se
aficiona
a
los
textos
escritos.
Estamos
atentos
al
momento
evolutivo
en
el
que
puede
analizar
las
palabras
y
descubrir
las
sílabas,
para
iniciar
esta
fase
de
la
enseñanza
-‐
aprendizaje.
Entonces,
simultaneamos
lectura
global
y
silábica
salvo
si
trabajamos
con
niños
mayorcitos
que
ya
pueden
analizar.
En
esta
segunda
etapa,
nuestro
método
se
asemeja
a
los
métodos
silábicos
porque
es
preciso
realizar
una
enseñanza
sistemática
y
programada
en
las
sílabas
para
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
pueda
generalizar
su
lectura.
Aunque
sea
capaz
de
descubrir
algunas
sílabas
por
sí
mismo,
no
puede
deducir
sin
ayuda
todas
las
posibilidades
silábicas,
ni
las
«leyes»
que
subyacen
en
la
mecánica
lectora.
Si
no
hay
una
intervención
en
la
enseñanza,
no
podría
acceder
a
textos
nuevos.
Esta
enseñanza,
tal
y
como
nosotros
la
proponemos,
difiere
de
lo
que
habitualmente
se
hace
con
los
métodos
silábicos.
No
partimos
de
una
misma
consonante
acompañada
de
las
5
vocales
de
modo
que
el
niño
aprende
de
memoria
«ma,
me,
mi,
mo,
mu»,
a
pesar
de
que
esto
sea
fácil.
Ni
tan
siquiera
lo
hacemos
buscando
palabras
que
contengan
esas
sílabas,
como
se
hace
en
algunos
métodos,
como
por
ejemplo:
«mano,
mesa,
misa,
mono,
mulo»,
que
puede
ser
más
motivador
y
lógico.
Como
después
explicaremos
con
más
detalle,
nosotros
partimos
de
sílabas
diferentes
entre
sí,
como:
ma
y
pa
que
el
niño
ha
visto
en
las
palabras
que
reconoce
globalmente.
Poco
a
poco
se
incorporan
todas
las
sílabas
contenidas
en
las
palabras
que
reconoce
globalmente,
teniendo
sumo
cuidado
para
que
el
aprendizaje
de
las
sílabas
se
produzca
de
un
modo
natural,
sin
prisa
y
sin
pausa,
por
su
uso,
por
interiorización
y
percepción
global,
y
no
por
memorización
mecánica.
Llamamos
la
atención
sobre
lo
importante
que
es
hacer
bien
la
enseñanza-‐
aprendizaje
de
las
sílabas
ya
que,
como
hemos
insistido
repetidas
veces,
es
preciso
que
durante
todo
el
proceso
lector
el
alumno
comprenda
lo
que
lee,
lo
haga
con
fluidez
y
soltura
manteniendo
el
gusto
y
la
ilusión
por
la
lectura.
Estos
requisitos
o
condiciones
permanentes
que
se
mantienen
con
facilidad
durante
la
primera
etapa
de
la
lectura
de
palabras
y
frases,
pueden
descuidarse
y
perderse
cuando
se
inicia
el
trabajo
con
las
sílabas.
Hay
profesionales
que
han
aplicado
mal
nuestras
orientaciones,
realizando
un
aprendizaje
silábico
"tradicional",
haciéndolo
como
una
etapa
desligada
de
la
anterior
y
de
la
siguiente,
perdiendo
así
todo
lo
conseguido,
haciendo
que
el
niño
retroceda,
que
pierda
el
interés
y
la
afición
lectora.
El
niño
ha
sido
sometido
a
un
aprendizaje
mecánico
de
las
sílabas,
en
lugar
de
haber
participado
en
una
enseñanza-‐aprendizaje
lúdicos
de
la
mecánica
lectora
manteniendo
la
fluidez
y
comprensión
a
las
que
se
ha
acostumbrado
en
la
fase
de
«reconocimiento»
de
palabras
y
frases.
Así,
es
lamentable
que
el
niño
con
síndrome
de
Down,
de
un
modo
trabajoso,
se
preocupe
más
por
el
reconocimiento
de
las
distintas
sílabas
de
una
palabra,
que
tiene
que
recordar
y
que
lee
de
un
modo
entrecortado,
que
por
darse
cuenta
de
qué
palabra
lee
y
de
cuál
es
su
significado.
Será
difícil
que
después
sea
un
aficionado
a
la
lectura.
También
queremos
llamar
la
atención
sobre
los
métodos
fonéticos
y
gestuales
que,
según
nuestro
criterio,
pueden
añadir
dificultades
adicionales
de
aprendizaje
y
memoria
a
los
niños
con
síndrome
de
Down.
Si
el
niño
debe
aprender
un
sonido
y
un
gesto
y,
ante
un
grafema,
recordarlos
y
ejecutarlos,
no
puede
extrañarnos
una
lectura
lenta,
vacilante,
entrecortada,
sin
comprensión.
Aunque
algunos
alumnos
mayorcitos
pueden
aprender
todos
los
sonidos
y
gestos
y
los
ejecuten,
tardarán
mucho
82
tiempo
en
adquirir
fluidez,
comprensión
y
gusto
por
la
lectura.
Su
edad,
probablemente
por
encima
de
los
10
años,
será
una
dificultad
añadida
desde
el
punto
de
vista
psicológico.
Como
adolescentes,
conscientes
de
su
retraso
frente
al
nivel
de
sus
compañeros,
pueden
vivirlo
mal,
como
un
fracaso.
Pueden
considerarse
incompetentes,
incapaces,
mostrando
un
rechazo
que,
a
veces,
estará
«camuflado»
bajo
conductas
evasivas
diversas.
Nosotros
iniciamos
al
niño
con
síndrome
de
Down
en
el
conocimiento
y
aprendizaje
de
las
sílabas,
en
el
momento
en
que
el
niño
manifiesta
que
se
ha
dado
cuenta
de
que
algunas
palabras
tienen
una
sílaba
igual.
Esto
lo
muestra
confundiendo
algunas
palabras
casa
y
cama,
leche
y
coche,
o
vaca
y
vaso.
Suele
suceder
cuando
reconoce
globalmente
unas
50
palabras.
Los
niños
pueden
tener
entre
5
o
7
años
de
edad
cronológica.
Elegimos
sílabas
directas
que
están
contenidas
en
las
palabras
que
el
niño
lee.
Las
primeras
sílabas
que
elegimos
empiezan
por
diferente
consonante.
Como
es
habitual,
es
preciso
tener
claros
los
objetivos
a
largo,
medio
y
corto
plazo,
que
podrían
identificarse
con
los
objetivos
generales,
los
específicos
y
los
operativos
o
actividades
concretas.
OBJETIVOS
El
objetivo
general
es
que
el
alumno
lea
con
fluidez
y
soltura
palabras
formadas
por
cualquier
sílaba,
comprendiendo
inmediatamente
su
significado.
Para
lograrlo
los
objetivos
específicos
son
que
el
alumno:
Se
dé
cuenta
de
que
las
palabras
están
formadas
por
sílabas.
Componga
con
un
modelo,
palabras
conocidas
de
2
sílabas
directas.
Componga
sin
modelo,
palabras
que
conoce
con
2
sílabas
directas
que
se
le
entregan.
Reconozca
y
lea
las
2
sílabas
que
utiliza
para
formar
una
palabra.
Componga
con
2
sílabas
conocidas,
palabras
con
significado
no
reconocidas.
Reconozca
rápidamente
y
lea
todas
las
sílabas
directas
de
2
letras.
Forme
palabras
que
se
le
dictan
o
que
él
piensa,
eligiendo
las
sílabas
directas
que
necesite.
Lea
sin
silabear,
con
comprensión,
palabras
no
reconocidas
previamente,
que
están
formadas
por
sílabas
directas.
Componga
con
modelo,
palabras
que
tengan
una
sílaba
trabada.
Reconozca
y
lea
sílabas
trabadas.
Componga
sin
modelo
palabras
de
2
sílabas,
una
de
ellas
trabada.
Lea
con
fluidez
palabras
de
2
sílabas,
una
de
ellas
trabada.
Componga
con
modelo,
palabras
que
contienen
1
sílaba
inversa.
Reconozca
y
lea
sílabas
inversas.
Componga,
sin
modelo,
palabras
que
contengan
sílabas
inversas.
Componga
con
modelo
palabras
con
1
grupo
consonántico
y
1
sílaba
directa.
Reconozca
y
lea
los
grupos
consonánticos.
Lea
con
fluidez
palabras
que
contengan
grupos
consonánticos.
Casi
todo
el
trabajo
es
manipulativo,
sin
escritura,
porque
está
pensado
para
niños
con
síndrome
de
Down
de
5
o
6
años
que
aún
no
pueden
trazar
las
sílabas,
aunque
sí
pueden
leerlas.
Si
se
trabajase
con
alumnos
mayores,
convendría
completar
y
ampliar
los
ejercicios
con
ayuda
de
la
escritura
de
sílabas.
Si
es
posible
se
cubren
las
tablillas
con
papel
blanco
o
de
color
marfil.
Sobre
ellas
o
en
su
caso
sobre
cartoncitos,
se
escribe
una
sílaba,
con
buena
caligrafía,
trazo
grueso
y
color
negro.
Es
preciso
ser
cuidadoso
al
escribirlas,
procurando
que
cada
una
de
las
sílabas
pueda
enlazarse
por
cualquiera
de
sus
dos
lados
con
otra
sílaba,
sin
que
quede
cortada
la
unión
y
pueda
verse
la
palabra
entera.
Para
ello
conviene
iniciar
el
trazado
de
cada
sílaba
justo
en
el
punto
medio
del
lado
izquierdo
de
la
maderita
o
del
cartón,
y
terminarlo
en
el
punto
medio
del
lado
derecho.
Ficha 86
Conviene
forrarlas
con
un
plástico
adhesivo,
sin
brillo
para
que
se
mantengan
limpias
y
duren
más
tiempo.
Si
no
se
dispone
de
madera
o
de
cartón
grueso,
pueden
usarse
cartulinas,
que
son
más
asequibles
y
baratas.
El
problema
que
plantean
es
la
dificultad
para
ser
manipuladas
por
un
niño
pequeño
con
84
síndrome
de
Down,
para
quien
es
difícil
cogerlas
y
ponerlas
una
al
lado
de
la
otra
sin
que
se
superpongan
y
sin
que
se
resbalen.
Estos
inconvenientes
pueden
provocar
que
el
niño
se
distraiga,
atendiendo
más
a
la
colocación
material
de
las
cartulinas
que
al
objetivo
fundamental
de
conocer
las
sílabas.
Las
maderitas
y
los
cartones
gruesos
se
agarran
con
facilidad.
Al
colocarlos
uno
al
lado
del
otro
hacen
tope
permitiendo
ver
la
palabra
entera
porque
no
se
han
superpuesto
las
sílabas.
Así,
el
resultado
es
más
rápido
y
el
trabajo
más
eficaz.
Por
otra
parte,
el
trabajo
de
preparación
es
el
mismo,
pero
la
duración
del
material
en
buen
estado
es
mucho
mayor.
Cuando
se
comienza
el
trabajo
con
las
sílabas
no
es
imprescindible
tenerlas
todas
preparadas.
Es
suficiente
disponer
de
diez
a
doce
sílabas
repetidas
(ma,
pa,
to,
sa,
ca,
me,
mo,
la,
el,
so,
no),
que
se
eligen
en
función
de
las
palabras
que
el
niño
lea
mejor,
o
sea,
que
formen
parte
de
las
palabras
que
el
niño
reconoce
rápidamente
sin
errores.
En
el
momento
en
el
que
se
necesitan
muchas
más,
(unas
100)
conviene
prepararlas
en
tamaño
5,5
x
3,5
cm.
para
usarlas
en
el
trabajo
de
cartulinas
que
explicaremos
después.
El
listado
inicial
de
las
primeras
sílabas
podría
ser
el
que
figura
en
la
tabla
3.
Cada
una
de
estas
sílabas
debe
estar
repetida
tres
o
cuatro
veces
de
modo
que,
si
es
necesario,
se
pueden
formar
varias
palabras
distintas
con
una
misma
sílaba.
Sin
embargo,
no
es
preciso
escribir
todo
tipo
de
sílabas
en
maderitas,
porque
podrá
hacerse
cuando
el
niño
trabaje
con
etiquetas
o
cartulinas
para
pegar,
siendo
un
modo
más
barato
y
ágil
con
el
que
se
consiguen
los
objetivos
de
conocimiento
de
todas
las
sílabas
de
un
modo
eficaz.
pa
ma
ca
de
sa
to
ta
la
te
be
bo
co
el
mi
me
ga
lu
pe
so
si
va
Para
iniciar
el
trabajo
de
aprendizaje
de
las
sílabas
se
necesitan
tablillas-‐sílaba,
tarjetas-‐foto
y
tarjetas-‐
palabra.
Las
primeras
palabras
que
se
eligen
son
«mamá»
y
«papá»,
con
las
tablillas-‐sílaba
ma
y
pa
85
repetidas.
Se
coloca
frente
al
niño
la
tarjeta-‐foto
de
mamá,
entregándole
la
tarjeta-‐palabra
para
que
la
lea
con
rapidez
y
soltura
y
la
coloque
en
la
parte
inferior
de
la
tarjeta-‐foto.
A
continuación
se
cogen
las
dos
tablillas-‐sílaba
que
se
necesitan
para
formar
la
palabra
mamá.
Se
señala
la
tarjeta-‐palabra
colocada
por
el
niño,
diciéndole:
—«¡Mira!,
¿qué
pone
aquí?».
El
niño
contestará:
«mamá».
El
profesor,
con
las
tablillas-‐sílaba
en
la
mano,
le
dirá:
«¡Bien!
Mira
estas
maderitas.
Voy
a
ponerlas
una
al
lado
de
la
otra
para
poner
mamá».
Así, mientras lo hace sobre la mesa o en el aire, frente al niño, le pregunta:
>—«¿Qué
pone
ahora?».
Es
muy
probable
que
el
niño
la
reconozca
y
conteste:
«mamá».
«Sí,
pone
mamá.
Ahora
te
toca
a
ti
poner
mamá
con
las
maderitas».
Se recogen de la mesa, se le entregan al niño para que lo haga él.
—«Ahora
hazlo
tú.
Pon
mamá».
Como
la
tarea
es
fácil,
es
muy
probable
que
el
niño
lo
haga
bien
la
primera
vez,
ya
que
el
orden
de
las
sílabas
no
altera
la
palabra.
(En
esta
fase
inicial
no
prestamos
atención
a
la
letra
acentuada.
Es
el
caso
de
que
haya
invertido
el
orden,
simplemente
las
cambiamos
nosotros
sin
hacer
comentarios).
A continuación se le entregan las tablillas o cartoncitos «pa» y «pá», y se le dice:
—«Toma
estas
maderitas.
A
ver
qué
palabra
pones
con
ellas».
Se
le
entregan.
El
niño
pondrá
una
al
lado
de
la
otra
(si
las
coloca
una
arriba
y
otra
abajo,
es
probable
que
el
mismo
niño
se
dé
cuenta
y
las
cambie
poniéndolas
una
al
lado
de
la
otra.
Si
es
preciso,
se
le
hace
alguna
indicación).
—«¿Qué has puesto?». El niño dirá: «papá». «¡Sí!, has puesto papá, lo has hecho muy bien!».
Poco
a
poco
se
incrementará
el
número
de
ejercicios
eligiendo
aquellas
palabras
que
el
niño
lee
con
rapidez
y
seguridad.
Es
preferible
seleccionar
palabras
de
dos
sílabas
directas
de
dos
letras
cada
una.
Se
preparan
las
sílabas
que
se
necesiten,
incluyendo
los
artículos.
Tabla 4. Listado de las nuevas palabras que pueden trabajarse.
ala
amarillo
azul
bola
botella
caballo
chocolate
chorizo
cocacola
copa
cubo
86
cuna
ducha
foto
goma
gallina
gallo
mono
nado
nene
nido
nudo
pala
patata
pelo
pera
pico
pollo
rana
rojo
rosa
sala
seta
sofá
tomate
vela
verde
vino
Las
palabras
están
elegidas
en
el
contexto
cultural
de
España.
En
los
diversos
países
se
deberán
elegir
aquellas
palabras
que
se
adecuen
a
los
objetivos
propuestos.
Deben
elegirse
palabras
en
femenino
y
en
masculino
para
que
el
niño
pueda
seleccionar
el
artículo
adecuado.
El
listado
de
las
60
palabras
que
hemos
aconsejado
previamente
(tabla
2)
debe
ir
incrementándose
paulatinamente
y
trabajarse
como
se
ha
señalado
para
el
aprendizaje
global
de
palabras,
de
modo
que
el
niño
las
reconozca
globalmente.
Las
40
nuevas
palabras
que
podrían
incorporarse
son
las
que
figuran
en
la
tabla
4.
Como
hemos
dicho,
si
el
niño
lee
globalmente
y
con
seguridad
más
de
50
o
60
palabras,
probablemente
está
preparado
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas.
El
modo
de
trabajar
será
enseñándole,
en
primer
lugar,
la
tarjeta-‐palabra
para
que
la
reconozca
y
la
lea
como
se
ha
hecho
con
mamá
y
papá.
A
continuación
se
le
entregarán
las
maderitas
o
cartones
para
que
las
coloque
en
su
orden
correcto.
Inicialmente,
como
aún
no
las
conoce
ni
las
nombra,
hace
una
asociación
con
las
que
están
en
el
modelo
que
es
la
tarjeta-‐palabra.
87
Ficha 87
Mientras el niño realiza la acción el adulto irá explicando y nombrando. Por ejemplo:
—«Sí,
pone
la
silla.
Ahora,
con
estas
tablillas,
vas
a
ponerlo
tú.
Coge
la,
como
ésta,
la,
y
ponla
aquí»,
mientras
señala
el
lugar
adecuado.
Ahora
coge
si.
Si
el
niño
se
equivoca
y
se
dirige
hacia
lla,
el
adulto
señalará
la
sílaba
si,
de
la
tarjeta-‐palabra
«silla»
y
le
dirá:
—«¡Fíjate
bien!
busca
«si»
como
ésta».
El
niño
hará
la
confrontación
y
la
asociación,
tomará
la
sílaba
correcta
y
la
colocará.
Habitualmente
no
se
le
permitirá
colocar
en
primer
lugar
la
última
sílaba.
Deberá
ejecutarlo
en
el
mismo
orden
en
el
que
se
escriben
y
leen.
Después
colocará
la
sílaba
«lla».
Cuando
haya
completado
la
tarea
manipulativa,
se
le
dirá
que
lea
lo
que
ha
puesto.
En
algunos
casos
se
le
deja
equivocarse
al
colocarlas,
para
que
así
al
tratar
de
reconocer
y
leer
la
palabra,
se
dé
cuenta
del
error
y
él
mismo
lo
corrija.
Si
se
le
nota
desconcertado,
se
le
ayudará
preguntándole,
«¿está
bien?,
¿qué
podemos
hacer?».
Es
probable
que
el
niño
las
cambie
de
lugar
dejando
la
palabra
bien
formada.
Si
no
es
capaz
de
hacerlo
solo,
se
le
prestará
ayuda.
Después
leerá
la
palabra
globalmente,
como
siempre
lo
ha
hecho
con
la
tarjeta-‐palabra.
En
el
momento
en
que
el
niño
haya
comprendido
cómo
se
hace
esta
tarea,
y
sea
capaz
de
formar
palabras
diversas,
de
una
en
una,
con
sus
dos
sílabas
y
con
el
artículo
que
les
precede,
empezará
a
trabajar
a
la
vez
con
dos
palabras
y
sus
sílabas.
Al
comienzo
de
este
trabajo
se
elegirán
palabras
con
sílabas
muy
diferentes
para
evitarle
errores
y
confusiones.
Si
es
posible
una
será
en
femenino
y
la
otra
en
masculino.
Dado
que
en
esta
fase
todavía
es
el
adulto
quien
va
nombrando
cada
sílaba
mientras
el
niño
ejecuta
la
tarea,
si
el
niño
se
equivoca
de
artículo,
se
dará
cuenta
cuando
oiga
al
adulto
decir:
"has
puesto,
el
mesa".
Aun
con
distracciones
y
equivocaciones,
conviene
dar
un
tono
lúdico,
divertido
e
interesante
a
la
tarea.
Nosotros
creemos
firmemente
que
con
el
juego
se
aprende
mucho,
pero
también
afirmamos
que
las
tareas
de
enseñanza-‐aprendizaje
no
son
propiamente
un
juego
puesto
que
hay
unos
objetivos,
una
dirección
y
unas
actividades
concretas
a
realizar.
Todo
ello
supone
esfuerzo,
incluso
fatiga.
Sin
embargo,
el
niño
puede
y
debe
disfrutar
durante
el
trabajo.
Es
fundamental
sentir
la
satisfacción
por
lo
aprendido,
por
el
progreso
realizado,
que
sirve
de
estímulo
para
la
sesión
siguiente.
Que
esto
sea
una
realidad
depende,
casi
en
exclusiva,
del
adulto
mediador
del
aprendizaje.
Como
hemos
señalado,
el
primer
objetivo
es
que
el
alumno
comprenda
que
uniendo
las
dos
tablillas-‐
sílabas
se
forma
un
todo
que
reconoce,
que
tiene
significado
y
que
puede
leer
globalmente.
Lo
que
88
realmente
interesa
en
este
momento
es
que
el
alumno
comprenda
que
las
palabras
están
formadas
por
sílabas
y
que
éstas
suenan
de
modo
distinto
unas
de
otras.
Conforme
el
niño
tiene
práctica
y
realiza
las
tareas
de
formar
palabras
con
las
tarjetas-‐frase
u
otros
modelos,
teniéndolos
ante
él,
se
eliminarán
dichos
modelos,
para
que
entregándole
sólo
dos
sílabas
y
diciéndole
qué
palabra
puede
formar
con
ella,
lo
haga
evocando
cerebralmente
la
palabra
que
se
le
dice.
En
este
ejercicio
se
comienza
sólo
con
la
palabra,
sin
usar
el
artículo.
Por
ejemplo:
se
elige
la
palabra
«cama»
y
se
seleccionan
las
sílabas
«ca»
y
«ma»,
que
se
entregan
al
niño
diciéndole:
«con
estas
maderitas
(o
con
estas
sílabas)
forma
la
palabra
cama».
Al
principio
el
niño,
las
pondrá
una
al
lado
de
la
otra,
sin
fijarse
en
la
posición.
Si
no
lo
ha
hecho
bien,
el
adulto
puede
preguntarle:
«¿qué
has
puesto?».
El
niño,
al
intentar
reconocer
la
palabra,
se
dará
cuenta
de
que
no
está
bien
y
es
probable
que
cambie
el
orden
de
las
tablillas
hasta
ver
la
palabra
«cama»,
tantas
veces
reconocida
y
leída
en
la
etapa
anterior.
Si
el
niño
no
se
diera
cuenta
del
error,
el
adulto
puede
decirle:
«mira,
voy
a
leer
la
palabra
que
has
puesto
maca,
¿eso
es
algo
que
conoces?
Yo
creo
que
no.
Tienes
que
poner
cama».
En
todos
estos
ejercicios,
no
se
le
ha
pedido
al
niño
que
nombre
las
sílabas.
Se
ha
intentado
que
las
reconozca
«mental
y
fotográficamente»
y
que
se
acostumbre
al
sonido
que
les
damos.
Pero
llega
el
momento
de
hacer
la
asociación
sonido-‐sílaba
y
de
leerla
manteniendo
la
fluidez
lectora
y
la
comprensión
de
la
palabra.
Poco
a
poco
el
niño
adquirirá
la
habilidad
de
colocar
las
sílabas
en
su
correcto
orden.
Si
no
pone
la
palabra
que
se
le
indica,
pero
con
esas
mismas
sílabas
forma
otra
palabra
con
significado
que
él
no
ha
aprendido
aún
a
leer,
(por
ejemplo:
moto-‐tomo
o
sopa-‐paso),
es
probable
que
no
se
dé
cuenta
de
que
esa
palabra
sirve
aunque
no
es
la
que
se
le
indicó.
El
profesor
ponderará
si
conviene
aprovechar
ese
momento
para
que
el
niño
aprenda
globalmente
la
nueva
palabra
o
es
mejor
dejarlo
para
más
adelante.
Muy
pronto
se
le
entregarán
los
artículos
el
y
la
junto
con
las
dos
sílabas
de
la
palabra.
En
pocos
días
el
niño
habrá
visto
y
comenzado
a
reconocer
algunas
sílabas
que
se
encuentran
en
palabras
diferentes.
También
se
habrá
familiarizado
con
el
sonido
que
emitimos
al
leerlas.
Para
reforzar
este
aprendizaje
se
pueden
hacer
ya
algunos
ejercicios
de
asociación
y
clasificación
con
las
tablillas-‐sílaba
solas,
para
usarlas
como
los
juegos
memory,
o
con
ayuda
de
tableros
para
hacer
lotos.
Progresivamente
se
le
entregarán
mayor
número
de
sílabas
con
la
intención
de
que
elimine
alguna
si
le
sobra
o
con
el
objetivo
de
componer
palabras
de
tres
sílabas.
Poco
a
poco,
tendrá
que
componer
palabras
con
las
sílabas
que
le
entreguemos,
pero
sin
decirle
qué
palabra
puede
formar.
Posteriormente
se
pondrán
varias
sílabas
sobre
la
mesa
para
que
el
niño
elija
las
que
quiera
y
forme
una
palabra
conocida.
89
El
objetivo
del
trabajo
con
cartulinas
es
que
el
alumno
tenga
suficiente
material
que
le
permita
trabajar
solo,
de
forma
autónoma.
Conoce
ya
la
mecánica
de
la
composición
de
las
palabras.
Ahora
se
le
exige
que,
sin
ayuda,
coloque
las
tablillas-‐sílaba
en
los
recuadros
para
formar
las
palabras
que
corresponden
a
cada
dibujo.
Si
se
equivoca,
él
mismo
puede
cambiarlas
sin
que
sus
errores
queden
plasmados
y
"fijos",
como
sucederá
cuando
tenga
que
pegar
etiquetas
o
realizar
trazados.
En
las
fases
iniciales
suelen
cometer
bastantes
errores,
alterando
el
orden
de
las
sílabas,
por
lo
que
nos
parece
conveniente
facilitar
su
auto-‐corrección
con
el
uso
de
un
material
como
éste
que
describimos.
En
una
cartulina
o
papel
de
30
x
20
cm,
que
pueda
meterse
en
una
funda
de
plástico,
colocada
en
sentido
horizontal,
se
pone
un
dibujo
o
foto
en
la
parte
superior.
Debajo
se
hacen
dos
filas
de
recuadros,
la
primera
para
el
artículo
y
la
palabra
y
la
segunda
para
el
artículo
y
las
sílabas
que
forman
esa
palabra.
El
tamaño
de
los
recuadros
estará
en
función
del
tamaño
de
las
tablillas-‐sílaba
que
se
tengan,
de
modo
que
puedan
ponerse
encima,
sin
sobresalir.
En
la
primera
fila,
en
el
primer
recuadro
se
escribe
el
artículo
y
en
el
segundo,
de
dimensión
doble
en
longitud,
se
escribe
una
palabra
de
dos
sílabas.
Las
casillas
de
la
segunda
fila
serán
semejantes
a
las
de
la
primera,
pero
en
el
recuadro
reservado
para
la
palabra
se
trazará
una
línea
discontínua
vertical
en
el
punto
medio
para
facilitar
al
niño
la
captación
de
dos
espacios
para
las
dos
sílabas.
Ficha 88
La
tarea
que
el
niño
debe
realizar
es
semejante
a
la
que
ha
hecho
con
las
tarjetas-‐palabra
y
las
tablillas-‐sílaba.
Se
intentará
que
el
niño
rellene
varias
cartulinas
en
poco
tiempo
y
sin
errores.
En
cuanto
tenga
un
poco
de
práctica,
se
prepararán
otras
cartulinas
en
las
que
ya
no
se
escribe
la
palabra
modelo.
Basta
con
poner
una
foto
o
dibujo
para
que
al
verlo,
el
niño
diga
la
palabra
y
evoque
cerebralmente,
haciendo
uso
de
su
memoria
fotográfica,
cómo
es
la
representación
gráfica
de
esa
palabra
para
seleccionar
las
sílabas
que
necesita
y
formarla.
Pueden
prepararse
cartulinas
o
papel
con
uno,
dos
o
tres
dibujos.
Se
elegirán
las
palabras
a
componer
en
función
de
las
necesidades
y
progresos
del
alumno,
pensando
en
las
sílabas
que
conviene
presentarle.
90
Ficha
89
Ficha 90
Por
último,
se
preparan
dos
o
tres
cartulinas-‐plantilla,
en
las
que
sólo
se
hacen
los
recuadros
para
el
dibujo,
el
artículo
y
las
sílabas
que
forman
la
palabra.
Por
separado,
se
tendrán
muchos
dibujos
y
la
cajita
con
las
tablillas-‐sílaba.
El
profesor
elegirá
lo
necesario
en
cada
momento,
según
los
objetivos,
pero
también
permitirá
al
niño
elegir
los
dibujos
o
las
palabras
que
quiere
poner.
Siempre
hay
que
intentar
que
el
niño
nombre
cada
una
de
las
sílabas
elegidas
y
colocadas.
Al
final
debe
leer
la
palabra
sin
silabear.
Suele
suceder
que
cuando
compone
palabras
al
coger
la
primera
sílaba,
nombra
la
palabra
entera.
Ese
será
el
momento
de
corregirle.
Por
ejemplo,
cuando
tiene
una
cartulina
con
el
dibujo
de
«la
taza».
Cuando
el
niño
selecciona
y
coloca
la
sílaba
ta,
se
le
pregunta:
¿qué
has
puesto?,
es
probable
que
diga:
taza.
Entonces
es
preciso
aclararle,
"has
puesto
ta,
ahora
tienes
que
poner
za.
Búscala».
El
niño
toma
za
se
le
preguntará
qué
pone
y
se
le
ayudará,
si
es
preciso,
repitiéndolo
de
nuevo
el
adulto.
Finalmente,
con
la
palabra
compuesta
se
le
dirá
que
la
lea.
Debe
hacerlo
con
fluidez,
de
un
modo
semejante
al
del
reconocimiento
de
las
palabras.
Si
silabea,
el
adulto
hará
de
modelo
leyendo
despacio,
sin
cortes
silábicos.
El
niño
repetirá
a
continuación.
Mientras
se
realiza
este
trabajo
con
las
sílabas,
el
niño
sigue
«aprendiendo»
palabras
globalmente.
Poco
a
poco,
pueden
incorporarse
palabras
con
tres
sílabas
directas
como
las
que
figuran
en
la
tabla
5.
Las
cuales
permiten
seguir
ampliando
los
textos
de
frases
con
mensajes
familiares
para
el
niño.
bañera
camisa
conejo
cuchara
cuchillo
filete
helado
lechuga
nevera
paloma
91
sábana
tenedor
Las
palabras
están
elegidas
en
el
contexto
cultural
de
España.
En
los
diversos
países
se
deberán
elegir
aquellas
palabras
que
se
adecuen
a
los
objetivos
propuestos.
El
objetivo
fundamental
de
los
lotos
de
sílabas
es
que
el
niño
adquiera
soltura
y
seguridad
en
la
percepción,
discriminación
y
denominación
de
las
sílabas.
Se
utilizan
fundamentalmente
para
el
repaso
de
las
sílabas
y
para
trabajar
con
más
intensidad
con
aquellas
con
las
que
el
alumno
duda
con
frecuencia.
En
cartulinas
blancas
o
marfil
de
30
x
21
cm.
se
hacen
recuadros
del
tamaño
de
las
tablillas-‐sílabas.
Se
comienza
con
lotos
pocas
sílabas,
para
evitar
confusiones
y
fatiga.
Poco
a
poco
se
aumenta
el
número
de
casillas,
sin
superar
las
12
porque
es
conveniente
que
la
tarea
se
complete
con
éxito.
En
cada
casilla
se
escribe
una
sílaba
con
el
mismo
tipo
de
letra
de
las
sílabas
escritas
en
las
tablillas.
Los
primeros
lotos
contendrán
sílabas
de
grafía
diferente
para
facilitar
los
aciertos
y
motivar
al
niño.
Este
material
permite
su
uso
en
plan
de
juego,
alternándose
profesor
y
niño
a
la
hora
de
nombrar
las
sílabas
y
colocarlas
en
su
sitio.
Pueden
ponerse
las
tablillas-‐sílaba
sobre
la
mesa,
para
que
cada
jugador
seleccione
una,
la
nombre
y
busque
su
lugar
en
el
tablero.
Las
primeras
veces
pueden
dejarse
boca
arriba
para
que
el
niño
coja
aquellas
que
quiera
y
facilitarle
que
elija
las
que
conoce.
El
profesor
exagerará
un
poco
su
propia
tarea,
eligiendo
las
que
el
niño
confunde
un
poco,
realizando
la
pronunciación,
pidiendo
ayuda
al
niño
para
encontrar
el
sitio
e
incluso
simulando
un
error,
de
modo
que
el
niño
se
mantenga
atento
e
incluso
pueda
ayudar
al
profesor
cuando
se
equivoque.
Después
pueden
ponerse
boca
abajo
o
repartirlas
como
las
de
una
baraja.
Ficha 91
Al
mismo
tiempo
que
se
trabaja
con
las
tablillas-‐sílaba
pueden
realizarse
actividades
en
papel,
con
empleo
de
etiquetas
autoadhesivas
o
cartulinas
pequeñas
y
pegamento,
y
con
lápiz
para
realizar
trazados.
Las
etiquetas
autoadhesivas
tienen
la
ventaja
de
la
rapidez
en
percibir
lo
escrito
en
ellas
para
seleccionar
la
palabra
o
la
sílaba
y
pegarlas
en
su
sitio,
sin
necesidad
de
untarlas
con
el
pegamento.
Sin
embargo,
para
algunos
niños
es
difícil
su
utilización
porque
les
falta
habilidad
manual
92
para
agarrarlas
bien
sin
que
se
queden
pegadas
en
sus
dedos.
Por
tanto,
en
estos
casos
es
mejor
utilizar
cartulinas
pequeñas
usando
pegamento.
El
profesor
puede
ayudar
al
niño
en
la
tarea,
por
ejemplo
siendo
él
quien
unte
la
hoja
de
papel,
para
que
así
el
niño
pueda
estar
atento
a
la
cartulina
que
necesita,
sin
distraerse
con
la
manipulación
del
pegamento.
Además,
si
el
niño
las
coloca
mal,
estas
cartulinas
pueden
despegarse
con
facilidad.
En
cualquier
caso
es
importante
que
las
sílabas
deben
quedar
unidas
en
el
papel,
sin
dejar
espacio
de
separación
entre
ellas,
para
que
la
palabra
se
vea
entera,
como
si
hubiera
sido
escrita
toda
seguida.
Es
preferible
este
enlace
de
las
sílabas
que
el
encuadre
de
cada
etiqueta
o
cartulina
dentro
de
los
espacios
marcados
en
el
papel.
Obviamente
aconsejamos
que
el
color
de
las
cartulinas
sea
de
un
tono
pálido
que
permita
distinguir
bien
el
estímulo
de
lo
escrito
y
sin
que
se
produzcan
molestias
sensoriales
visuales
en
el
niño.
Pueden
prepararse
muchas
hojas
de
trabajo
que,
siendo
iguales
en
dificultad,
varíen
en
las
imágenes
o
tareas
a
realizar,
permitiendo
que
el
niño
consolide
sus
aprendizajes
sin
aburrirse.
También
es
un
material
fácil
de
reproducir
y
que
el
niño
puede
llevar
a
su
casa
o
a
la
clase
ordinaria
para
trabajar
de
forma
autónoma,
o
con
una
pequeña
supervisión.
EJERCICIO 1
En
la
parte
superior
de
una
hoja
de
papel
se
pone
un
dibujo.
Debajo
del
dibujo
en
2
recuadros
se
escribe
el
nombre
con
el
artículo.
El
espacio
para
el
sustantivo
será
de
doble
longitud
que
el
espacio
para
el
artículo
si
la
palabra
es
bisílaba
y
de
triple
longitud
si
es
trisílaba.
Debajo
se
hacen
otros
recuadros
de
iguales
dimensiones
que
los
anteriores.
En
el
espacio
para
el
sustantivo
se
traza
una
línea
discontinua
vertical
que
marque
la
casilla
reservada
para
cada
una
de
las
sílabas.
Por
separado,
en
etiquetas
autoadhesivas
o
en
cartulinas
pequeñas,
del
mismo
tamaño
que
el
del
recuadro
trazado
para
el
artículo,
o
sea
para
una
sílaba,
se
escriben
las
sílabas
necesarias
para
componer
el
sustantivo
con
el
artículo.
El
niño
debe
fijarse
en
lo
escrito
en
el
papel
para
después
buscar
entre
las
etiquetas
el
artículo
y
pegarlo
en
su
sitio.
A
continuación
buscará
la
primera
sílaba
de
la
palabra,
mirando
previamente
al
modelo
y
la
pegará
en
el
primer
espacio
del
recuadro
para
el
sustantivo.
Después
seleccionará
la
otra
u
otras
sílabas,
para
pegarlas
en
orden.
Cuando
complete
la
tarea
de
pegar
todas
las
sílabas,
leerá
con
fluidez
el
artículo
y
el
sustantivo.
Ficha 92
93
Mientras
realiza
la
tarea,
el
profesor
ayudará
al
niño
verbalmente,
nombrando
cada
una
de
las
sílabas
de
modo
que
el
niño
siga
familiarizándose
con
su
pronunciación.
En
cuanto
el
niño
se
maneje
con
cierta
soltura
manipulativa,
se
pondrán
2
o
3
palabras
en
cada
hoja.
EJERCICIO 2
Se
prepara
y
entrega
al
niño
una
hoja
de
papel
en
la
que
se
han
puesto
uno
o
varios
dibujos,
se
han
trazado
las
2
filas
de
recuadros
que
se
necesitan,
pero
no
se
han
escrito
las
palabras.
Por
separado,
en
cartulinas
o
etiquetas,
están
escritas
las
palabras
y
las
sílabas.
El
niño
tiene
que
elegir
y
colocar
en
primer
lugar
el
artículo
con
el
sustantivo
pegándolos
en
sus
recuadros.
A
continuación
irá
eligiendo,
por
orden,
las
sílabas
que
necesita
para
componer
las
palabras
en
los
recuadros
de
debajo.
Ficha 93
Ficha 94
EJERCICIO 3
Se
prepara
una
hoja
de
papel
con
un
dibujo
en
la
parte
superior.
Se
preparan
los
recuadros
necesarios
para
pegar
las
sílabas
componiendo
las
palabras.
En
esta
ocasión
no
se
deja
espacio
para
la
palabra
completa,
sino
sólo
para
las
sílabas
que
la
formarán.
El
objetivo
es
que
el
niño,
sin
el
modelo
de
la
palabra
escrita,
la
evoque
mentalmente
al
ver
el
dibujo,
y
sea
capaz
de
seleccionar
las
sílabas
que
necesita
para
formarla.
94
Ficha
95
Inicialmente,
la
tarea
será
sencilla
porque
trabajará
con
una
sola
palabra
de
dos
sílabas.
El
profesor
le
ayudará
nombrando
cada
sílaba.
En
pocos
días
el
niño
podrá
trabajar
con
las
sílabas
de
2
o
3
palabras
para
pegarlas
en
una
misma
hoja.
Ficha 96
Ficha 97
Siempre
deberá
leer
al
final
las
palabras
que
haya
compuesto
sin
silabear.
Si
silabea,
el
profesor
hará
de
modelo
para
que
el
niño
lea
de
nuevo
la
palabra.
EJERCICIO 4
Todos
los
ejercicios
explicados
se
realizarán
de
nuevo
añadiendo
la
pequeña
dificultad
de
ofrecer
al
alumno
más
sílabas
de
las
que
necesita.
Ficha 98
95
Ficha 99
Ficha 100
Así se mejora la atención y el proceso mental de eliminar lo que no necesita.
Hasta
ahora,
con
estos
ejercicios
y
con
los
realizados
con
las
tablillas-‐sílaba
el
niño
ha
oído
muchas
veces
el
nombre
de
algunas
sílabas.
Poco
a
poco,
además
de
reconocerlas
visualmente,
aprende
a
nombrarlas.
Se
intentará
que
siempre
que
las
elija,
las
diga.
Si
duda
o
se
equivoca,
el
profesor
le
ayudará.
EJERCICIO 5
En
una
hoja
de
papel
se
pegan
o
hacen
dibujos.
Debajo
o
al
lado
se
ponen,
de
modo
incompleto,
sus
nombres
de
forma
que
falte
una
sílaba
en
cada
palabra.
Por
separado
se
entregan
al
niño
sílabas
escritas
en
etiquetas
o
cartulinas
para
que
elija
las
que
necesita
para
completar
las
palabras.
En
función
del
nivel
que
tenga
el
niño
en
el
conocimiento
de
las
sílabas,
se
elegirán
palabras
que
tengan
alguna
sílaba
igual,
palabras
que
tengan
sílabas
totalmente
diferentes
o
palabras
cuyas
sílabas
están
formadas
por
la
misma
consonante
y
diferente
vocal.
Ficha 101
96
Ficha 102
La
tarea
más
sencilla
es
aquella
en
la
que
ya
está
escrita
la
primera
sílaba
y
el
niño
debe
deducir
la
segunda.
Poco
a
poco,
se
dará
cuenta
de
que
sílaba
falta
al
comienzo
o
al
final
de
la
palabra.
El
niño
iniciará
la
lectura
de
cada
palabra
y
dirá
qué
sílaba
necesita
para
completarla.
Si
necesita
ayuda,
se
le
dará.
Cuando
complete
su
hoja
de
trabajo,
leerá
con
fluidez
y
de
un
modo
seguido
todas
las
palabras.
En
función
de
los
progresos
que
haga
se
le
ofrecerán
más
sílabas
que
las
que
necesite.
EJERCICIO 6
En
un
folio
se
dejan
dos
o
tres
espacios
señalados
para
pegar
dibujos.
A
su
lado
o
debajo,
se
hacen
los
recuadros
necesarios
para
poner
las
sílabas,
formando
las
palabras
que
los
designen.
Por
separado
se
le
ofrecen
al
niño
los
dibujos
para
que
elija
cuál
quiere.
También
se
le
ofrecen
las
sílabas
escritas
para
que
seleccione
las
que
necesite
para
formar
la
palabra
con
su
artículo.
Inicialmente
se
le
ofrecen
tantos
dibujos
y
sílabas
como
espacios
y
recuadros
se
hayan
preparado
en
la
hoja.
Ficha 103
Cuando el niño trabaje con seguridad, se le ofrecerán más dibujos y sílabas que los que necesite.
Ficha 104
97
Como
siempre,
el
niño
deberá
ir
nombrando
las
sílabas
que
pega
y
al
final
leerá
con
fluidez
las
palabras
que
ha
formado.
EJERCICIO 7
En
una
hoja
de
papel
se
prepara
un
crucigrama
muy
sencillo
en
el
que
en
lugar
de
definiciones
o
descripciones
se
ponen
2
dibujos.
Se
trazan
las
casillas
necesarias
para
pegar
las
sílabas
que
forman
las
palabras.
Deben
prepararse
de
modo
que
las
palabras
se
lean
de
izquierda
a
derecha
o
de
arriba
hacia
abajo
y
no
en
otras
direcciones.
Por
separado
se
le
ofrecen
al
niño
las
sílabas
escritas
previamente
en
etiquetas
o
cartulinas
del
mismo
tamaño
que
las
casillas
del
crucigrama.
El
niño
las
elige,
las
nombra
y
pega
en
su
sitio.
Ficha 105
Ficha 106
Los
primeros
días
se
le
entregarán
sólo
las
sílabas
necesarias
y
después
se
le
ofrecerán
más
que
las
que
necesita.
El
número
de
palabras
del
crucigrama
se
aumentará,
pero
sin
superar
las
tres
o
cuatro
palabras
porque
llegan
a
confundir
al
alumno
por
el
número
excesivo
de
casillas.
EJERCICIO 8
En
un
folio
sin
dibujos,
se
escriben
varias
palabras
a
las
que
les
falta
la
sílaba
final.
El
niño
debe
completar
las
palabras
con
sílabas
que
se
le
entregan
por
separado.
Puede
componer
las
que
quiera
o
pueda,
siempre
que
tengan
significado.
El
niño
leerá
todas
las
palabras
y
se
comprobará
que
las
conoce.
98
EJERCICIO
9
Se
prepara
una
hoja
de
papel
semejante
a
la
anterior,
con
palabras
incompletas.
En
este
ejercicio
se
dejan
en
blanco
los
espacios
de
las
sílabas
iniciales.
Realizar
esta
tarea
es
un
poco
más
difícil
que
la
anterior.
Si
el
niño
no
es
capaz
de
darse
cuenta
de
qué
sílaba
falta,
se
le
pueden
ofrecer
todas
las
sílabas
que
están,
preparadas
para
que
vaya
probando
cuál
es
la
que
le
sirve
para
completar
cada
palabra.
Ficha 107
EJERCICIO 10
Se
eligen
palabras
de
3
sílabas
en
las
que,
al
escribirlas
en
la
hoja,
se
omite
una
cualquiera
de
las
sílabas
de
cada
palabra.
Al
niño
se
le
ofrecen
varias
sílabas
escritas
para
que
busque
las
que
necesita
para
completar
cada
una
de
las
palabras.
Ficha 108
EJERCICIO 11
Se
entrega
al
niño
una
hoja
de
papel
que
sólo
tiene
recuadros
(tipo
plantilla)
para
formar
en
ellos
palabras
de
2,
3
y
4
sílabas.
Por
separado
se
le
entregan
etiquetas
o
cartulinas
con
sílabas
para
que
forme
las
palabras
que
desee.
El
niño
puede
hacerlo
de
forma
silenciosa,
enseñando
el
resultado
al
final
y
leyendo
las
palabras
que
ha
compuesto.
Si
es
demasiado
difícil
hacerlo
así,
se
le
prestará
alguna
ayuda
para
evitar
que
forme
palabras
que
no
tienen
significado.
La
ayuda
irá
encaminada
especialmente
a
que
piense
antes
de
actuar,
que
sepa
qué
palabra
va
a
componer
o
qué
sílaba
necesita.
99
EJERCICIO
12
En
una
hoja
de
papel
en
la
que
sólo
hay
recuadros
tipo
parecidos
a
las
fichas
de
dominó
(ficha-‐
plantilla),
se
escribe
una
sílaba
en
uno
de
los
recuadros
de
cada
rectángulo.
El
otro
se
deja
en
blanco.
Al
niño
se
le
entregan
etiquetas
o
cartulinas
del
mismo
tamaño
que
los
recuadros,
en
las
que
están
escritas
las
sílabas
y
debe
decir
qué
sílaba
es
la
de
la
hoja
y
pegar
al
lado
o
debajo
la
que
es
igual.
Ficha 109
Ficha 110
EJERCICIO 13
Se
prepara
una
hoja
de
papel
con
recuadros
tipo
loto
en
los
que
se
ponen
las
sílabas
que
el
niño
conoce
y
dice.
Por
separado
se
le
entregan
las
mismas
sílabas
escritas
en
etiquetas
o
cartulinas.
El
niño
debe
leer
las
sílabas
nombrándolas,
una
a
una,
y
pegar
encima
la
que
es
igual.
Al
final
las
leerá
todas
seguidas
siguiendo
el
orden
izquierda
derecha,
desde
la
primera
línea
hasta
la
última,
como
hacemos
al
leer.
Ficha 111
Pero
ya
advertimos
de
la
importancia
que
tiene
respetar
el
objetivo
fundamental
que
se
haya
establecido
en
cada
actividad
de
enseñanza-‐aprendizaje.
Si
lo
que
se
pretende
es
que
el
niño
interiorice
y
aprenda
visual,
cerebral
y
fonéticamente
las
sílabas
y
es
muy
difícil
para
él
trazar
las
letras
y
enlazarlas
en
sílabas
—como
es
habitual
en
los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down—
nos
parece
contraproducente
el
intento
de
simultanear
ambos
aprendizajes.
La
dificultad
para
escribir
puede
inhibirle,
frenarle
y
distraerle
de
tal
modo
que
ya
no
preste
interés
ni
atención
por
la
lectura.
En
este
caso,
por
el
aprendizaje
de
las
sílabas.
Sin
embargo,
llegará
un
momento
en
el
que
sí
es
posible
que
el
niño
maneje
con
soltura
el
lápiz
y
puede
realizar
diversos
trazos,
incluida
la
escritura
de
letras
y
sílabas.
Lo
ha
ido
aprendiendo
a
su
ritmo
con
el
método
de
escritura
que
explicamos
en
el
más
adelante.
En
ese
momento,
se
simultanearán
algunos
ejercicios
de
lectura
con
trazados
sencillos
de
escritura.
EJERCICIO 1
Los
ejercicios
de
atención,
discriminación
y
selección
de
sílabas
iguales
tienen
como
objetivo
que
el
alumno,
mediante
un
rastreo
visual
de
la
hoja
de
trabajo
que
se
le
presenta,
localice
las
sílabas
que
son
iguales
a
las
que
se
destacan
como
modelo.
Los
trazos
que
el
niño
debe
realizar
para
señalar
las
sílabas
elegidas
deben
ser
fáciles
de
ejecutar
para
evitar
que
se
inhiba
o
distraiga.
Pueden
ser
desde
hacer
una
rayita
debajo
o
encima,
hasta
tacharlas,
rodearlas
con
un
círculo
o
trazar
un
cuadrado
enmarcándolas.
Las
primeras
hojas
se
preparan
con
una
sola
sílaba
modelo.
Las
sílabas
que
son
diferentes,
deben
serlo
de
un
modo
claro
y
evidente.
Habituado
el
niño
a
ejercicios
parecidos,
en
seguida
lo
aprende
y
puede
hacer
otros
con
más
dificultad
de
percepción
y
de
trazo.
101
Ficha
112
Ficha 113
Ficha 114
Ficha 115
Ficha 116
102
Ficha 117
Ficha 118
Ficha 119
Ficha 120
EJERCICIO 2
Ejercicios
de
percepción
de
sílabas
dentro
de
palabras.
Se
elige
una
sílaba
y
se
escribe
de
un
modo
destacado
en
la
parte
superior,
central
o
a
un
lado
de
la
hoja.
Se
escriben
varias
palabras
que
el
niño
lee
bien
y
que
contienen
dicha
sílaba.
103
Ficha 121
Ficha 122
Ficha 123
Ficha 124
El
niño
tiene
que
leer
cada
una
de
las
palabras,
localizar
y
rodear
la
sílaba
que
es
igual
que
el
modelo.
Debe
nombrar
la
sílaba
si
sabe
hacerlo.
Si
no
es
posible,
la
nombrará
el
profesor.
104
EJERCICIO
3
En
el
momento
en
el
que
el
niño
reconoce
varias
sílabas
con
las
que
pueden
formarse
palabras
que
sabe
leer
globalmente
y
con
soltura,
se
preparan
ejercicios
de
selección
de
las
sílabas
necesarias
para
componer
palabras
conocidas.
En
la
parte
derecha
de
una
hoja
de
papel
se
hacen
o
se
pegan
tres
o
más
dibujos
colocados
en
columna.
A
la
izquierda
de
la
hoja
se
escriben
varias
sílabas,
en
dos
columnas,
seleccionadas
de
tal
modo
que
cada
una
de
las
sílabas
de
la
primera
columna
unida
a
otra
de
la
segunda
son
las
que
forman
las
diferentes
palabras
que
designan
los
dibujos.
Ficha 125
Ficha 126
Ficha 127
105
Ficha 128
Ficha 129
El
niño
tiene
que
pensar
en
la
palabra
de
uno
de
los
dibujos,
localizar
las
dos
sílabas,
trazar
una
línea
desde
la
primera
sílaba
hasta
la
segunda.
EJERCICIO 4
Para localizar las sílabas de palabras más largas, se realizarán ejercicios semejantes.
Ficha 130
EJERCICIO 5
Otros
ejercicios
se
presentan
sin
dibujos.
Se
escribe
una
sílaba
a
la
izquierda
de
la
hoja.
En
el
centro
se
escriben
varias
sílabas
en
columna.
Enlazando
la
sílaba
aislada
con
cada
una
de
las
que
están
en
el
centro,
se
forma
una
de
las
palabras
escritas
a
la
derecha.
106
Ficha 131
El
niño
debe
leer
las
sílabas,
trazar
una
línea
desde
la
sílaba
de
la
izquierda
hasta
cada
una
de
las
sílabas
centrales
y
después
hasta
la
palabra
que
corresponde.
De
un
modo
muy
parecido
se
preparan
otros
ejercicios
en
los
que
la
columna
de
varias
sílabas
está
a
la
izquierda
de
la
hoja.
En
el
centro
se
escribe
una
sílaba
sola
y
a
la
derecha,
en
columna,
las
diferentes
palabras
que
pueden
formarse
combinando
las
sílabas
de
las
dos
primeras
columnas.
Ficha 132
EJERCICIO 6
Como
es
frecuente
la
confusión
de
palabras
que
se
parecen
porque
tienen
alguna
sílaba
o
letras
iguales,
es
preciso
preparar
ejercicios
específicos
que
ayuden
al
niño
a
mejorar
su
atención
y
percepción.
Algunos
niños
con
síndrome
de
Down
en
cuanto
ven
la
primera
sílaba
se
inventan
el
resto,
tal
vez
porque
evocan
otra
palabra
que
empieza
igual
y
ya
no
atienden
al
resto
de
las
sílabas.
Se
prepara
una
hoja
con
varios
dibujos.
Debajo
o
al
lado
de
cada
dibujo
se
escriben
dos
palabras
que
se
parecen
entre
sí,
pero
sólo
una
corresponde
al
dibujo.
El
niño
debe
leer
atentamente
para
seleccionar
la
palabra
correcta
y
tachar
la
que
no
corresponde.
Ficha 133
107
EJERCICIO
7
Ficha 134
Ficha 135
Poco
a
poco,
se
hará
un
trabajo
sistemático
empezando
con
las
combinaciones
de
las
consonantes
m,
p,
t,
l,
s,
y
d,
para
que
se
dé
cuenta
de
las
reglas
constantes
que
subyacen
en
nuestra
lengua.
Como
hemos
dicho
anteriormente,
evitamos
un
aprendizaje
puramente
mecánico
de
ma,
me,
mi,
mo,
mu.
Preparamos
actividades
y
realizamos
juegos
que
faciliten
mirar
y
decir
con
rapidez.
Los
juegos
memory
y
los
lotos
con
tablillas-‐sílaba
y
cartulinas-‐sílaba,
son
muy
útiles.
Al
mismo
tiempo
también
pueden
hacerse
ejercicios
de
lectura
rápida
en
papel,
preparando
de
8
a
12
sílabas
para
repaso
y
afianzamiento,
que
se
escriben
en
hojas
o
cartulinas.
Cada
día
puede
hacerse
el
repaso
de
1
o
2
hojas.
EJERCICIO 8
En
una
hoja
se
escriben
en
filas
o
columnas
varias
sílabas
de
una
consonante
con
vocales
diferentes
dejando
en
blanco
un
espacio
o
varios,
omitiendo
alguna
combinación.
El
niño
deberá
leer
cada
fila
o
cada
columna
y
darse
cuenta
de
qué
sílaba
o
sílabas
faltan.
Si
puede,
las
escribirá.
Se
le
puede
ayudar
poniendo
ante
él
las
cinco
tablillas-‐sílaba
para
que
pueda
confrontar
cuál
falta
asociando
cada
una
de
las
sílabas
escritas
con
las
maderitas
o
en
su
caso,
con
las
sílabas
escritas
en
el
papel.
La
que
sobre
es
la
que
tiene
que
copiar
en
el
espacio
en
blanco.
108
Ficha 136
Como
hemos
aconsejado
varias
veces,
es
conveniente
que
las
sílabas
se
capten
y
aprendan
dentro
del
contexto
de
las
palabras,
para
que
en
el
momento
en
el
que
los
niños
las
descubran,
no
olviden
la
lectura
global
y
comprensiva
de
las
palabras.
Para
ayudarles
en
este
doble
objetivo
-‐análisis
de
la
sílaba
y
lectura
fluida-‐
pueden
prepararse
algunos
ejercicios.
EJERCICIO 9
En
la
parte
superior
de
una
hoja
se
escriben
2
sílabas
que
tienen
las
misma
consonante
y
diferente
vocal.
Debajo
se
escriben
varias
palabras,
algunas
de
las
cuales
contienen
una
de
las
sílabas
y
otras
no
las
contienen.
El
niño
debe
leer
todas
las
palabras,
localizar
y
rodear
o
subrayar
las
sílabas
que
son
como
las
del
modelo.
Las
palabras
que
no
tienen
ninguna
de
las
sílabas-‐modelo
deben
tacharse.
Ficha 137
EJERCICIO 10
En
la
parte
superior
de
una
hoja
de
papel
se
escriben
de
un
modo
destacado
las
cinco
sílabas
ma,
me,
mi,
mo,
mu,
(u
otras).
Hacia
la
mitad
de
la
hoja
se
ponen
unos
dibujos
elegidos,
de
tal
modo
que
cada
una
de
las
palabras
que
los
designan
contiene
una
de
las
5
sílabas.
Debajo
se
escriben
las
palabras
incompletas,
dejando
un
hueco
para
una
de
las
sílabas-‐modelo.
El
niño
debe
leer
las
sílabas
de
la
parte
superior,
después
debe
leer
los
dibujos,
o
sea,
decir
sus
nombres
despacio
para
darse
cuenta
de
qué
sílaba
falta
en
la
palabra
que
está
debajo.
A
continuación
debe
decir
sólo
la
sílaba
que
falta
y
escribirla.
Si
no
puede
hacerlo,
a
pesar
de
que
tiene
el
modelo
en
la
misma
hoja,
la
pedirá
nombrándola
y
el
profesor
se
la
entregará
escrita
en
una
etiqueta
para
que
la
pegue.
Al
final
leerá
todas
las
palabras
seguidas.
109
Ficha 138
EJERCICIO 11
En
la
parte
izquierda
de
una
hoja
se
escriben
en
columna
las
cinco
combinaciones
silábicas
que
se
desee
(consonante
igual
con
las
cinco
vocales).
En
la
parte
central,
también
en
columna,
se
pegan
o
hacen
cinco
dibujos.
A
la
derecha
de
la
hoja,
se
escriben
de
modo
incompleto
las
palabras
que
los
designan,
omitiendo
en
cada
palabra
una
de
las
sílabas-‐modelo.
Al
igual
que
en
el
ejercicio
10,
el
niño
debe
leer
las
cinco
sílabas
y
nombrar
despacio
los
dibujos
para
darse
cuenta
de
qué
sílaba
falta
en
cada
palabra.
Si
puede,
escribirá
las
sílabas
que
faltan.
Si
no
puede,
se
las
pedirá
al
profesor,
nombrándolas,
y
éste
se
las
entregará
escritas
en
pegatinas.
Ficha 139
Ficha 140
110
Ficha
141
Ficha 142
Ficha 143
EJERCICIO 12
En
la
parte
izquierda
de
una
hoja
de
papel
se
ponen
en
columna
varios
dibujos
cuyos
nombres
tienen
una
sílaba
con
la
misma
consonante
y
diferente
vocal.
A
la
derecha
se
escriben
parte
de
las
palabras,
dejando
un
espacio
en
blanco
para
la
sílaba
que
es
semejante
en
todas
las
palabras.
El
niño
debe
nombrar
los
dibujos
y
darse
cuenta
de
qué
combinación
silábica
es
la
que
falta
en
las
palabras.
Escribirá
o
pegará
las
sílabas
después
de
nombrarlas.
Al
final
leerá
todas
las
palabras.
Ficha 144
EJERCICIO 13
En
una
hoja
de
papel
se
escriben
en
columna
5
palabras
que
contengan
una
sílaba
con
igual
consonante
y
diferente
vocal.
En
la
parte
de
la
derecha
se
escriben
en
columna
las
5
sílabas.
Por
separado
se
preparan
los
dibujos
que
corresponden
a
las
palabras.
El
niño
debe
leer
una
palabra,
buscar
el
dibujo
que
le
corresponde
y
pegarlo
al
lado,
leer
de
nuevo
la
palabra
y
buscar
la
sílaba
de
la
111
columna
de
la
derecha
que
está
contenida
en
dicha
palabra.
Debe
trazar
una
línea
desde
la
palabra
al
dibujo
y
desde
el
dibujo
a
la
sílaba
que
está
aislada.
Rodeará
la
sílaba
igual
que
está
dentro
de
la
palabra.
Ficha 145
EJERCICIO 14
En
una
hoja
de
papel
se
escriben
varias
palabras
en
fila
o
en
columnas
separadas
por
líneas.
Todas
las
palabras
de
una
misma
fila
o
columna
deben
tener
una
sílaba
igual.
No
importa
en
qué
posición
se
encuentre
la
sílaba.
El
niño
debe
leer
todas
las
palabras
de
una
fila
o
de
una
columna
y
darse
cuenta
de
qué
sílaba
se
repite
en
todas.
Después
debe
rodear
dicha
sílaba
en
cada
una
de
las
palabras.
Ficha 146
Ficha 147
El
profesor
puede
ayudarle
haciendo
de
modelo
con
la
primera
fila
o
columna.
Con
un
poco
de
práctica,
el
niño
descubrirá
cuál
es
la
sílaba
que
se
repite.
112
EJERCICIO
15
Los
ejercicios
de
sopa
de
sílabas
son
un
modo
agradable
de
trabajar.
Fomentan
en
el
niño
la
atención
y
percepción
global
de
palabras
que
tiene
que
ver
destacadas
como
figura
sobre
un
fondo
de
sílabas
que
no
le
hacen
falta.
Las
primeras
sopas
de
sílabas
contendrán
palabras
y
sílabas
muy
conocidas
por
el
niño.
Para
ayudarle
a
localizar
las
palabras
se
pondrán
los
dibujos
a
un
lado
de
la
hoja
de
modo
que
el
niño
pueda
evocar
mentalmente
cómo
es
la
palabra
escrita
y
buscarla
entre
las
sílabas.
Las
palabras
se
presentarán
sólo
en
posición
horizontal
o
vertical.
Cuando
el
niño
localice
una
palabra,
debe
leerla,
rodearla
con
un
trazado
y
tachar
el
dibujo
que
le
corresponde.
Ficha 148
Otro
modo
de
trabajar
se
hace
sin
poner
los
dibujos
en
el
papel.
El
niño
debe
buscar
las
palabras
a
partir
de
las
sílabas
escritas.
Cuando
las
haya
encontrado,
se
le
pueden
entregar
los
papelitos
con
los
dibujos
para
que
haga
una
comprobación.
Ficha 149
Al
preparar
las
sopas
de
sílabas
es
preciso
que
el
profesor
tenga
la
precaución
de
no
formar
más
que
las
palabras
elegidas
previamente,
porque
si
aparecen
otras
no
previstas,
pueden
inducir
al
niño
a
confusión
o
error.
Con
ejercicios
y
actividades
como
los
explicados
hasta
aquí
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas,
el
niño
ya
es
capaz
de
descubrir
nuevas
palabras,
que
no
ha
trabajado
previamente
por
reconocimiento
global,
sino
que
lee
por
su
conocimiento
de
las
sílabas.
Los
ejercicios
que
hemos
descrito
son
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas
directas
de
2
letras.
El
progreso
para
alcanzar
el
reconocimiento
y
aprendizaje
de
las
sílabas
inversas,
trabadas
y
grupos
consonánticos
se
hace
con
actividades
y
ejercicios
semejantes
a
los
anteriores.
La
experiencia
nos
ha
demostrado
que
los
alumnos
con
síndrome
de
Down,
cuando
han
adquirido
seguridad
en
el
113
conocimiento
de
las
sílabas
directas,
no
tienen
dificultades
importantes
para
aprender
el
resto
de
las
sílabas.
Nos
llama
la
atención
que
los
niños
con
síndrome
de
Down,
al
igual
que
otros
niños,
por
un
lado
se
dan
cuenta
de
que
las
palabras
están
formadas
por
sílabas
y
son
capaces
de
ver
algunas
sílabas
en
palabras
que
son
diferentes,
pero,
por
otro,
no
pueden
aprender
solos
todas
las
sílabas
ni
deducir
la
mecánica
lectora
por
sí
solos.
Necesitan
ayuda
e
intervención.
Además,
el
trabajo
de
conocimiento
de
las
sílabas
directas
lleva
bastante
tiempo
hasta
llegar
a
un
nivel
de
seguridad
y
fluidez,
que
luego
se
ve
recompensado
con
el
relativo
poco
esfuerzo
que
supone
el
aprendizaje
del
resto
de
las
sílabas.
Pensamos
que,
como
hemos
señalado,
es
una
ventaja
propia
de
nuestra
lengua,
en
la
que
hay
un
vocabulario
muy
amplio
de
palabras
formadas
por
sílabas
directas
que
son
familiares
para
los
niños.
Esto
permite
que,
desde
pequeños,
lean
mucho
con
comprensión
y
satisfacción
y
les
predispone
a
continuar
avanzando
con
poco
esfuerzo
y
con
gusto.
También
ha
sido
una
sorpresa
cómo
aprenden
solos
a
leer
cualquier
tipo
de
letra,
sin
un
programa
diseñado
específicamente
para
ello.
Desaconsejamos
vivamente
que
a
los
niños
con
síndrome
de
Down
se
les
presenten
palabras
escritas
con
faltas
de
ortografía
o
palabras
que
no
signifiquen
nada.
Es
mejor
que
sólo
vean
y
perciban
palabras
escritas
de
un
modo
correcto,
bajo
todos
sus
aspectos,
porque
así
van
a
memorizarlas.
No
es
eficaz
que
fijen
imágenes
gráficas
inadecuadas,
que
nunca
deben
reproducir.
Los
siguientes
ejercicios
y
actividades
para
el
aprendizaje
del
resto
de
las
sílabas
serán
de
atención,
selección
y
denominación.
Podrán
realizarse
con
cartulina,
con
etiquetas
autoadhesivas
y
con
lápiz
en
hoja
de
papel,
con
lotos
y
juegos
memory.
Todos
los
ejercicios
explicados
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas
directas
pueden
repetirse
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas
trabadas
y
de
los
grupos
consonánticos.
Algunos
ejemplos
pueden
verse
en
las
figuras
150
a
156.
El
listado
de
palabras
que
el
niño
debe
ir
aprendiendo
durante
la
etapa
de
reconocimiento
global,
ha
ido
incrementándose
incluyendo
algunas
palabras
con
este
tipo
de
sílabas.
El
listado
de
palabras
que
sirven
para
el
aprendizaje
de
las
sílabas
trabadas
podría
ser
la
que
figura
en
la
tabla
6.
Los grupos consonánticos pueden aprenderse con palabras como las que aparecen en la tabla 7.
114
Tabla
6.
Listado
de
palabras
que
contienen
sílabas
trabadas.
balcón
banco
barco
bastón
bolsa
bosque
buzón
cajón
calcetín
campana
carne
carta
cartera
castillo
cerdo
cesta
chandal
cinco
circo
columpio
pantalón
cortina
corto
elefante
enfermo
falda
gafas
garbanzos
lámpara
largo
lentejas
mantequilla
manzana
martillo
montaña
mosca
palma
palmera
pasta
pastel
patín
perla
percha
pescado
pincel
pinza
115
pistola
pulpo
sartén
tambor
tarta
tortilla
tortuga
ventana
vestido
Las
palabras
están
elegidas
en
el
contexto
cultural
de
España.
En
los
diversos
países
se
deberán
elegir
aquellas
palabras
que
se
adecuen
a
los
objetivos
propuestos.
Ficha 150
Ficha 151
Ficha 152
116
Ficha 153
Ficha 154
Ficha 155
Ficha 156
blanco
blando
blusa
brazo
brillo
117
brisa
broma
cromo
crudo
flan
flor
frasco
frente
fresa
frío
fruta
grifo
grito
globo
gruñe
gruta
ladra
libro
planta
plátano
plato
playa
pluma
prado
premio
precio
tigre
trece
tres
trompa
trompeta
Las
palabras
están
elegidas
en
el
contexto
cultural
de
España.
En
los
diversos
países
se
deberán
elegir
aquellas
palabras
que
se
adecuen
a
los
objetivos
propuestos.
CARTILLAS
Y
SILABARIOS
El
uso
de
las
cartillas
para
enseñar
las
sílabas
al
alumno
con
síndrome
de
Down
puede
crearle
gran
confusión
y,
en
muchos
casos,
rechazo
hacia
la
lectura.
Cuando
se
le
presentan
las
sílabas
aisladas
tal
y
como
aparecen
en
los
métodos
silábicos
(ma,
me,
mi,
mo,
mu),
no
tienen
sentido
para
él
y
no
las
percibe
como
parte
de
una
palabra.
Puede
que
al
principio
le
guste
porque
eso
es
lo
que
ve
hacer
a
sus
compañeros
de
clase,
pero
pronto
se
cansará
porque
tiene
que
memorizar
muchas
sílabas
que
no
dicen
nada,
tal
y
como
las
lee
y
las
oye.
Hay
alumnos
que
llegan
aprender
de
memoria
mecánica
una
cartilla
entera
y
no
saben
leer
esas
sílabas
cuando
se
le
presentan
escritas
en
otro
lado.
Su
memoria
visual
les
ha
permitido
aprender,
o
darse
cuenta
de
que,
si
en
el
dibujo
de
esa
página
hay
un
dado,
las
sílabas
se
leen:
da,
de,
di,
do,
du,
y
si
hay
un
tomate:
ta,
te,
ti,
to,
tu.
Se
impone
dejar
la
cartilla
y
118
buscar
otros
materiales
que
no
les
den
pistas
innecesarias
y
que
les
obliguen
a
hacer
un
reconocimiento
real
de
cada
sílaba.
Otros
leen
las
sílabas
de
carrerilla:
ma,
me,
mi,
mo,
mu.
Parece
que
se
las
saben
muy
bien
pero,
en
realidad,
lo
que
están
haciendo
es
repetir
una
retahíla
ya
que
si
se
le
presentan
escritas
en
otro
orden
no
saben
leerlas.
Es
necesario
cambiar
ese
orden,
hacerle
ver
qué
partes
tienen
en
común
las
sílabas
y
qué
cambia
en
cada
una.
Habrá
que
hacer
ejercicios
de
atención
y
discriminación
de
sílabas.
Un
truco
eficaz
es
empezar
por
la
sílaba
que
les
resulta
más
difícil.
Algunas
cartillas
son
útiles
como
repaso
y
refuerzo,
especialmente
las
que
combinan
lectura
global
de
palabras
con
las
de
sílabas.
Si
el
formato
se
parece
a
un
libro,
les
gusta
mucho.
Como
sucede
también
con
algunas
cartillas.
En
cada
página
debe
haber
poco
texto
y
éste
tiene
que
estar
suficientemente
espaciado.
Nunca
deben
usarse
solas
como
único
material
para
el
aprendizaje
de
la
mecánica
lectora.
Cuando
el
alumno
se
aburre
del
trabajo
con
sílabas,
hay
que
preparar
más
material,
cambiando
su
presentación,
utilizando
otros
colores
y
dibujos,
realizando
el
trabajo
sobre
corcho
en
el
suelo,
sin
abandonar
la
lectura
global
de
palabras,
frases
y
cuentos.
1. Pueden
realizarse
ejercicios
de
asociación
de
palabras
que
se
relacionan
entre
sí
por
diferentes
razones
Ficha 157
119
Ficha
158
Ficha 159
Ficha 160
que
el
propio
niño
tiene
que
descubrir.
Para
ello
debe
leer
todas
las
palabras
y
darse
cuenta
de
la
relación
entre
ellas.
Si
se
considera
que
es
muy
difícil,
se
le
puede
ayudar
diciéndole
que
lea
una
de
la
primera
columna
y
busque
su
pareja
en
la
segunda
columna.
El
alumno
trazará
una
línea
de
una
palabra
a
la
otra.
Dará
una
breve
explicación
de
la
relación
que
hay
entre
ambas.
2. Los
ejercicios
de
selección
tienen
como
objetivo
que
el
niño
se
dé
cuenta
de
qué
palabra
es
la
intrusa
entre
un
grupo
de
palabras
que
tienen
relación
entre
sí.
La
presentación
de
este
trabajo
puede
tener
formas
diversas.
Convendrá
estar
informados
sobre
los
conocimientos
que
tiene
el
niño,
porque
ahora
es
lectura
y
no
una
clase
de
sociales
o
naturales.
Ficha 161
120
Ficha 162
3. Los
ejercicios
de
clasificación
de
palabras
tienen
como
objetivo
que
el
niño
se
dé
cuenta
de
qué
palabras,
en
un
grupo
de
muchas,
pertenecen
a
una
misma
categoría
y
las
seleccione,
eliminando
las
que
no
tienen
nada
que
ver.
Los
criterios
de
agrupamiento
se
le
pueden
decir
antes
de
empezar
la
tarea.
El
niño
leerá
todas
las
palabras
subrayando
o
rodeando
las
que
pertenecen
al
grupo
establecido
y
tachando
las
que
no
pertenecen.
Ficha 163
Ficha 164
4. Los
ejercicios
de
lectura
de
frases
descriptivas
pueden
iniciarse
ahora,
aunque
se
ampliarán
y
complicarán
en
la
etapa
del
progreso
lector.
El
objetivo
en
este
momento
es
que
el
niño
esté
atento
a
toda
la
información
que
se
le
ofrece
en
frases
muy
cortas
para
darse
cuenta
de
qué
es
lo
que
se
describe.
Inicialmente,
en
la
hoja
se
ponen
unos
dibujos
que
le
sirven
de
ayuda.
Debajo
se
escriben
unas
descripciones
breves
sobre
los
objetos
representados.
En
cuanto
el
niño
progrese,
se
sustituirán
los
dibujos
por
palabras.
121
Ficha 165
Ficha 166
5. En
una
hoja
de
papel
se
escriben
en
columna
cuatro
o
cinco
frases
incompletas,
sin
el
complemento.
El
niño
debe
leer
cada
una
de
las
frases
y
decir
verbalmente
el
complemento.
Si
puede,
lo
escribirá.
Si
no
es
capaz
de
inventarse
lo
que
falta,
se
le
ofrecen
varias
palabras
escritas
para
que
elija
una
por
cada
frase
y
la
escriba
o
la
pegue.
Después,
leerá
todas
las
frases
seguidas.
Ficha 167
6. Cada
profesor
preparará
otras
asociaciones
de
palabras
más
difíciles.
La
dificultad
pueden
tenerla
las
propias
palabras
a
leer,
porque
tienen
sílabas
más
complejas
o
son
palabras
más
largas
o
el
contenido
del
mensaje
exige
a
los
niños
más
conocimiento.
122
Ficha
168
Ficha 169
Ficha 170
En
nuestra
experiencia
este
tipo
de
ejercicios
pueden
ser
realizados
por
niños
con
síndrome
de
Down
de
7
a
9
años
de
edad
cronológica,
siempre
que
hayan
iniciado
el
método
de
lectura
unos
2
años
antes.
OBJETIVOS
La
colaboración
activa
en
el
aprendizaje
lector
de
un
niño
pequeño
con
síndrome
de
Down
es
una
tarea
apasionante.
El
niño
que
ha
superado
felizmente
las
dos
etapas
anteriores
es
un
niño
que
se
siente
muy
bien,
porque
cuando
va
por
la
calle
o
cuando
en
su
casa
maneja
cuentos
y
revistas
es
capaz
de
leer
palabras
y
pequeños
textos,
comprendiendo
el
significado.
Durante
esta
tercera
etapa,
que
dura
mucho
tiempo,
deben
facilitársele
los
recursos
necesarios
para
que
la
lectura
sea
un
hábito
que
se
mantenga
en
su
vida
de
adulto.
Esto
se
conseguirá
si
disfruta
con
lo
que
lee,
si
descubre
que
la
lectura
le
proporciona
ayudas
muy
valiosas
en
su
vida
ordinaria,
como
pueden
ser:
desde
entender
unas
instrucciones
de
cualquier
tipo
hasta
comprender
una
crítica
de
cine
antes
de
ver
una
película
o
el
comentario
de
un
libro
antes
de
comprarlo.
El
objetivo
general
es,
pues,
que
el
alumno
adquiera
soltura,
fluidez
y
afición
suficientes
para
leer
textos
largos,
cuentos
y
otros
libros.
Realmente
este
objetivo
se
completa
con
los
tres
fines
u
objetivos
permanentes:
a)
que
el
alumno
haga
uso
habitual
y
funcional
de
la
lectura;
b)
que
el
alumno
disfrute
leyendo
y
elija
la
lectura
como
una
de
sus
actividades
favoritas
en
los
ratos
de
ocio;
y
c)
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
desarrolle
sus
capacidades
intelectuales
y
aprenda
a
través
de
la
lectura.
123
La
consecución
y
mantenimiento
de
estos
objetivos
puede
resultar
difícil
y
costoso.
Nuestra
experiencia
es
que
vale
la
pena
lograrlo.
Como
siempre,
los
pasos
se
dan
poco
a
poco,
sin
prisa
y
sin
pausa,
marcando
unos
objetivos
más
concretos
y
escalonados.
Lea
con
seguridad,
fluidez
y
captando
el
significado,
palabras
formadas
por
cualquier
tipo
de
sílabas.
Lea
con
soltura
frases
formadas
por
cualquier
tipo
de
palabras
comprendiendo
el
mensaje.
Lea
en
voz
alta
haciendo
las
pausas
adecuadas
y
con
buena
entonación.
Lea
textos
cortos,
articulando
cada
palabra
de
un
modo
inteligible,
sin
perder
con
ello
la
fluidez
lectora
y
la
comprensión
de
lo
leído.
Explique
verbalmente
el
significado
del
vocabulario
básico
de
los
textos
que
lee.
Responda
a
preguntas
sobre
la
lectura,
de
forma
verbal
o
escrita.
Haga
un
breve
resumen
oral
del
texto
leído.
Lea
en
silencio,
comprendiendo
el
texto.
Use
el
diccionario
para
comprender
el
significado
de
las
palabras.
Haga
uso
de
sus
habilidades
lectoras
para
informarse.
Use
la
lectura
como
fuente
de
nuevos
conocimientos,
como
ayuda
para
ampliarlos
y
como
medio
para
profundizar
en
temas
que
conoce
o
que
le
interesen.
Dedique
voluntariamente
parte
de
su
tiempo
libre
a
la
lectura.
Valore
y
disfrute
la
lectura
de
poemas
y
otros
textos
de
alta
calidad
literaria.
Sabemos
que
a
lo
largo
de
los
últimos
años
muchos
niños
y
jóvenes
con
discapacidad
intelectual
han
aprendido
a
leer,
pero
muy
pocos
hacen
un
uso
habitual
de
sus
habilidades
lectoras
(quizás
no
se
distinguen
en
eso
de
la
población
general
que
actualmente
lee
muy
poco...).
La
causa
probable
es
la
falta
de
cuidado
en
la
forma,
en
el
contenido
y
en
la
variedad
de
las
lecturas
que
se
les
han
ofrecido.
También
influyen
los
fallos
que
se
cometen
en
el
método
enseñanza-‐aprendizaje.
Los
buenos
lectores
no
nacen,
sino
que
se
hacen...
Nuestra
recomendación
es
que
se
mantengan
los
criterios
educativos
que
señalábamos
en
las
etapas
anteriores:
el
alumno
debe
disfrutar,
tiene
que
ser
participante
activo
realizando
actividades
manipulativas
y
evitando
las
rutinas,
el
aburrimiento
y
el
cansancio.
La
preparación
de
un
material
abundante,
bonito
y
variado
es
imprescindible.
Otras
ayudas
valiosísimas
que
hay
que
tener
en
cuenta
son
los
modelos
lectores
que
tenga
a
su
alrededor
y
la
participación
entusiasta
por
parte
de
la
familia
realizando
lecturas
compartidas.
TARJETAS-‐PALABRA
124
El
objetivo
de
las
tarjetas-‐palabra
en
esta
etapa,
es
que
el
alumno
adquiera
velocidad
lectora
de
palabras
sin
perder
la
comprensión.
Algunas
palabras
de
las
que
se
preparen
le
serán
muy
familiares
porque
forman
parte
de
las
que
aprendió
a
reconocer
globalmente
en
la
primera
etapa
del
programa.
Otras
palabras
serán
nuevas
y
podrá
leerlas
porque
ha
adquirido
seguridad
en
el
reconocimiento
de
las
sílabas.
En
cuanto
al
significado
será
preciso
explicarle
el
de
aquellas
palabras
que
no
conoce
todavía.
Se
necesitan
varias
decenas
de
cartulinas
o
tarjetas
de
un
tamaño
aproximado
de
8
x
4cm.
Si
se
desea,
se
pueden
usar
tarjetas
de
visita,
que
son
un
poco
más
grandes
y
que
se
venden
en
cajas
de
cien.
Si
es
posible
que
las
tarjetas
pequeñas
sean
de
colores
diferentes,
es
mejor.
Además
de
estimular
distintas
zonas
cerebrales
según
los
colores
que
se
utilicen,
los
niños
se
aburren
menos.
En
alguna
ocasión
podremos
usar
un
mismo
color
para
todos
los
sustantivos,
otro
para
los
verbos
y
otro
para
los
adjetivos
o
para
los
complementos.
Como
norma
general,
nosotros
preferimos
que
el
fondo
del
estímulo
(o
sea
la
cartulina
o
tarjeta)
sea
irrelevante
para
que
el
niño
realmente
preste
toda
su
atención
a
la
palabra
o
frase
escrita.
No
queremos
que,
para
construir
correctamente
una
frase,
elija
la
tarjeta
azul
porque
sabe
que
ahí
están
los
nombres,
sino
que
queremos
que
sepa
elegir
la
palabra
que
necesita,
independientemente
de
que
se
haya
escrito
sobre
la
cartulina
blanca,
verde
o
azul.
En
las
tarjetas
se
escriben
las
palabras
sin
el
artículo.
Ya
no
es
preciso
utilizar
un
rotulador
grueso,
aunque
sí
es
necesario
que
el
color
de
la
tinta
destaque
bien
sobre
la
cartulina.
Puede
usarse
negro,
verde,
azul
o
rojo.
La
caligrafía
debe
ser
muy
buena.
Se
preparan
varios
grupos
de
tarjetas-‐palabra,
en
función
de
los
objetivos
que
se
plantean
en
cada
actividad.
Uno
de
los
grupos
puede
estar
formado
por
palabras
de
2
sílabas
directas
de
2
letras,
que
el
niño
lee
bien.
Se
puede
plantear
como
objetivo
una
lectura
rápida,
de
varias
palabras
seguidas,
manteniendo
todo
el
tiempo
la
atención
para
captar
y
comprender
el
significado
de
cada
palabra.
Para
ello
se
escriben,
por
ejemplo,
los
nombres
de
varios
animales
como:
vaca,
gato,
pollo,
pato,
perro
y
los
nombres
de
varios
objetos
de
la
casa,
como:
mesa,
silla,
cama,
vaso
o
taza.
Se
barajan
todas
las
tarjetas-‐palabra.
El
niño
debe
leerlas
deprisa
y
clasificarlas
en
2
grupos.
Otro
conjunto
puede
ser
el
formado
por
palabras
trisílabas
para
que
el
niño
practique
la
lectura
de
palabras
más
largas,
sin
silabear
y
sin
hacer
cortes.
Con
palabras
como:
patata,
paloma,
pelota,
galleta,
tomate,
conejo,
zapato,
lechuga,
gallina,
caballo,
helado,
camisa,
muñeca,
maleta,
cuchara,
o
botella,
el
niño
puede
leerlas
y
clasificarlas
en
3
grupos:
los
animales,
los
alimentos
y
los
objetos.
Un
tercer
conjunto
de
tarjetas-‐palabra,
puede
estar
formado
por
palabras
terminadas
en
consonante.
Como
hemos
dicho
muchos
niños
con
síndrome
de
Down
omiten
la
pronunciación
de
dicha
consonante
final
en
su
lenguaje
oral
y
más
adelante
también
la
omiten
en
la
escritura.
Si
tienen
práctica
de
verlas
y
leerlas,
mejorarán
su
emisión.
Como
esta
dificultad
suele
aparecer
en
palabras
que
terminan
en
n
y
en
s,
podrían
escribirse
palabras
como
ratón,
camión,
jamón,
botón,
avión,
corazón,
tacón
y
varias
palabras
en
plural:
patos,
casas,
motos,
gatos,
mesas,
tazas,
niños,
peras,
etc.
125
comienzan
por
2
consonantes:
brazo,
grande,
broma,
etc.
y
en
otros
casos
pueden
ser
diptongos
como:
huevo,
aurora,
aire,
rueda,
hueso,
hierba.
Con
el
objetivo
de
mejorar
la
memoria
de
lo
leído,
pueden
prepararse
tarjetas-‐palabra
con
palabras
que
pertenezcan
todas
menos
una
a
la
misma
categoría.
El
niño
debe
leer
atentamente
todas,
y
después
decir
cuál
es
la
intrusa.
Es
preciso
empezar
sólo
con
3
(por
ejemplo
vaca
-‐
silla
-‐
gato)
e
incrementar
progresivamente
su
número
de
modo
que
el
niño
mejore
su
memoria.
Probablemente
el
número
máximo
de
palabras
será
de
7
u
8
y
será
preciso
usar
algún
truco
que
ayude
al
alumno,
por
ejemplo
que
la
intrusa
nunca
aparezca
en
primer
lugar,
sino
en
tercer
o
cuarto
puesto.
El
aprendizaje
con
pocos
errores,
favorece
que
el
niño
quiera
seguir
con
los
ejercicios.
La
complejidad
de
estas
actividades
con
las
tarjetas-‐palabra
puede
variarse
de
diversas
maneras:
aumentando
el
número
de
tarjetas,
exigiendo
al
alumno
más
velocidad
lectora,
escribiendo
palabras
más
complejas
o
dando
distintos
códigos
de
selección
o
clasificación.
Las
actividades
deben
tener
un
aire
lúdico
e
incluso,
en
cierto
modo,
competitivo,
sin
perder
de
vista
el
objetivo
marcado
para
esa
tarea.
Por
ejemplo,
el
profesor
puede
mostrar
al
alumno
cada
una
de
las
tarjetas
durante
un
brevísimo
espacio
de
tiempo.
El
niño
tiene
que
leerla
rápidamente.
Si
lo
hace
bien,
el
alumno
se
queda
con
la
tarjeta.
Si
lo
hace
mal,
la
tarjeta
se
la
queda
el
profesor.
Al
final
gana
quien
tenga
mayor
número
de
tarjetas.
Otra
manera
de
jugar
puede
ser
que
el
alumno
debe
leer
en
voz
alta
sólo
las
tarjetas-‐palabra
de
un
grupo
y
si
la
palabra
pertenece
a
otra
categoría
distinta,
la
lectura
debe
ser
silenciosa.
Esto
exige
concentración,
control
e
inhibición
por
parte
del
niño,
porque,
en
realidad,
siempre
tendrá
que
hacer
en
primer
lugar
la
lectura
silenciosa,
pensar
y
confrontar
con
el
código
que
le
han
dado,
y
según
su
propia
reflexión,
decir
el
nombre
en
voz
alta
o
quedarse
callado.
Dada
la
dificultad
de
reflexión
y
actuación,
se
pondrán
palabras
fáciles
de
leer
y
entender,
como
nombres
de
animales
(vaca,
gato,
pollo,
perro,
mono),
de
partes
del
cuerpo
(pelo,
boca,
mano,
pie,
cara),
de
objetos
de
la
casa
(mesa,
cama,
silla,
vaso,
taza),
de
alimentos
(patata,
tomate,
pera,
leche,
queso)
y
otros
grupos
semejantes.
También
en
esta
actividad,
los
aciertos
puntuarán
positivamente
y
los
errores,
serán
faltas
que
se
penalizan
de
un
modo
alegre
y
divertido,
haciendo
bromas
o
pagando
una
multa.
SOBRES-‐SORPRESA
1. Título: «Colores»
En
un
sobre
decorado
con
un
arco
iris
o
con
varios
globos
de
colores,
en
el
que
se
escribe
el
título
"Colores",
se
meten
3
cartulinas
blancas
de
15
x
10
cm.
En
cada
una
de
las
cuales
se
ha
escrito
una
de
estas
palabras:
rojo,
amarillo,
verde.
En
10
cartulinas
pequeñas
se
escriben,
en
cada
una
de
ellas,
una
de
las
siguientes
palabras:
limón,
tomate,
plátano,
fresa,
planta,
árbol,
sol,
hierba,
cereza,
trigo.
El
niño
tiene
que
abrir
el
sobre
y
sacar
las
cartulinas.
Después
de
leerlas
todas,
tiene
que
deducir
qué
tarea
debe
realizar
y
ejecutarla,
agrupando
por
colores
según
corresponde
a
la
realidad
que
él
conoce.
Si
es
necesario,
el
profesor
le
ayudará.
126
2. Título:
«Tierra,
mar
y
aire»
Se
prepara
un
sobre
de
color,
en
el
que
se
escriben
esas
3
palabras
y
si
es
posible
se
pegan
dibujos
alusivos.
En
3
cartulinas
blancas
de
15
x
10
cm.
se
escribe
una
de
las
3
palabras
en
cada
una
de
ellas.
Si
se
quiere
se
añade
el
subtítulo
suelo,
agua,
cielo.
En
cartulinas
pequeñas
se
escriben
palabras
como:
avión,
barco,
globo,
carro,
camión,
ambulancia,
patines,
helicóptero,
tren,
coche,
avioneta,
bicicleta,
autobús
y
flotador.
El
niño
debe
leer
y
clasificar
cada
cartulina
pequeña
junto
a
las
palabras
tierra,
mar
o
aire
de
las
cartulinas
grandes,
según
corresponda.
Si
el
alumno
comete
algún
error
o
duda
con
alguna
de
las
palabras,
se
debe
mantener
una
pequeña
conversación
aclaratoria.
Se
prepara
un
sobre
en
el
que
se
pegan
o
dibujan
escenas
de
la
cocina,
del
cuarto
de
baño
y
de
la
sala
de
estar.
En
3
cartulinas
blancas
de
15
x
10cm.
se
escriben
una
de
estas
3
palabras
en
cada
una:
cocina,
baño,
sala
de
estar.
En
varias
cartulinas
pequeñas
se
escribe
en
cada
una
de
ellas
una
de
las
siguientes
palabras:
jabón,
toalla,
esponja,
champú,
espejo,
lavabo,
gel,
cepillo,
peine,
sartén,
sopera,
cuchara,
horno,
puchero,
cazo,
plato,
nevera,
olla,
cazuela,
sofá,
tele,
butaca,
mesa,
libros,
estantería,
estufa.
El
trabajo
a
realizar
por
el
alumno
es
semejante
al
descrito
con
el
uso
de
los
sobres
anteriores,
pero
se
puede
añadir
el
ejercicio
oral
de
dar
una
breve
explicación
sobre
el
uso
o
función
de
cada
una
de
los
objetos.
Se
prepara
una
cartulina
un
poco
grande
-‐que
se
pueda
doblar
para
meterla
en
el
sobre-‐
en
la
que
se
pega
una
escena
bonita
del
interior
o
del
exterior
de
la
casa,
con
personas,
objetos
y
alguna
acción.
En
cartulinas
pequeñas
se
escriben
nombres
de
cosas
que
se
ven
en
la
escena
y
cosas
que
no
están
representadas.
El
niño
debe
leer
todas
las
palabras
y
comprobar
si
pertenecen
o
no
a
la
escena,
retirando
en
un
montón
las
que
sobran.
Es
frecuente
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
utilicen
correctamente
palabras
que
han
oído
pero
sin
saber
realmente
qué
quieren
decir.
Con
el
objetivo
de
mejorar
el
uso
del
vocabulario
y
de
ampliarlo
conviene
realizar
actividades
variadas
que
ayuden
a
los
niños
a
usar
adecuadamente
los
términos
porque
realmente
los
entienden,
y
no
porque
se
aprenden
frases
enteras
que
colocan
aunque
a
veces
lo
hagan
oportunamente.
También
es
preciso
mejorar
su
expresión
mediante
el
conocimiento
de
los
sinónimos.
A
veces
los
confunden
con
los
antónimos.
Además
de
todos
los
ejercicios
de
lenguaje
que
se
hagan
en
otros
momentos,
pueden
prepararse
sobres-‐sorpresa
de
palabras
y
de
frases,
con
este
objetivo
específico.
o húmedo-‐mojado-‐seco,
o charlatán-‐callado-‐silencioso,
127
o ruido-‐alboroto-‐bullicio-‐silencio
o gritar-‐vociferar-‐chillar-‐susurrar,
o subir-‐ascender-‐bajar-‐descender,
o lento-‐rápido-‐veloz-‐despacio,
o frágil-‐débil-‐fuerte-‐resistente,
o premio-‐medalla-‐castigo-‐sanción.
Para
estar
seguros
de
que
el
niño
va
comprendiendo
y
haciendo
un
uso
adecuado,
se
le
pedirá
que
construya
una
frase
que
diga
lo
mismo
que
la
expresada
por
el
profesor,
pero
usando
otra
palabra
distinta.
Por
ejemplo:
mi
abrigo
está
húmedo
porque
llueve
y
el
alumno
podría
decir
mi
abrigo
está
mojado
porque
llueve,
o
se
le
pide
al
alumno
que
su
frase
diga
lo
contrario
de
lo
que
afirma
el
profesor,
por
tanto
tendría
que
decir:
mi
abrigo
está
seco
porque
no
llueve.
No
debe
sorprender
si
el
alumno
dice:
mi
abrigo
está
seco
porque
hace
sol,
ya
que
le
resulta
más
fácil
una
frase
afirmativa
que
incluir
un
no
casi
al
final
de
la
frase.
Como
regla
general,
los
niños
con
síndrome
de
Down
son
capaces
de
realizar
correctamente
los
ejercicios
con
uso
de
los
contrarios.
Les
cuesta
hacer
un
uso
correcto
de
los
sinónimos,
elaborando
frases
que
signifiquen
lo
mismo,
cambiando
alguna
de
sus
palabras.
En
la
etapa
de
reconocimiento
de
palabras,
el
niño
trabaja
con
frases
sencillas
que
se
recortan,
separando
cada
una
de
las
palabras,
para
construirlas
de
nuevo.
También
se
le
ofrecen
varias
tarjetas-‐
palabra
para
que
forme
las
frases
que
pueda
o
que
quiera.
Por
tanto,
ya
conoce
la
mecánica
de
lo
que
va
a
realizar
ahora.
En
la
etapa
de
progreso
lector
se
le
presentan
tareas
semejantes,
aunque
con
una
complejidad
mayor.
El
material
de
los
sobres-‐sorpresa
debe
ser
un
medio
realmente
eficaz
para
que
el
niño
tenga
ilusión
por
leer.
Permite
graduar
las
dificultades
y
trabajar
cada
objetivo
de
un
modo
concreto
y
específico.
Las
frases
que
se
escriben
pueden
contener
cualquier
tipo
de
palabras,
puesto
que
el
alumno
ya
conoce
la
mecánica
de
la
lectura
y
puede
acceder
a
palabras
nuevas.
Tal
vez
no
conozca
el
significado
de
algunas
de
ellas,
pero
lo
captará
precisamente
por
el
contexto
de
las
frases,
con
la
ayuda
del
material
complementario
del
sobre
y,
si
es
preciso,
con
la
intervención
del
profesor.
1. Escenas y frases
Los
primeros
sobres
pueden
contener
sólo
2
cartulinas
en
las
que
se
han
pegado
escenas
diferentes
y
otras
2
cartulinas
en
cada
una
de
las
cuales
se
ha
escrito
una
frase
que
describe
cada
una
de
las
acciones.
El
niño
debe
leer
los
textos
y
atribuirlos
a
la
escena
que
corresponda.
En
seguida
se
puede
complicar
un
poco
la
tarea
para
que
el
alumno
realice
una
lectura
más
atenta
e
inteligente.
Por
ejemplo
se
prepara
una
sola
escena
y,
por
separado,
se
escriben
3
frases
parecidas,
aunque
realmente
sólo
una
de
ellas
corresponde
a
la
escena.
También
puede
hacerse
al
revés,
o
sea
preparar
3
cartulinas
con
tres
escenas
que
se
parecen
y
una
sola
frase
que
se
refiere
sólo
a
una
de
las
cartulinas.
2. Frases recortadas
128
El
segundo
grupo
de
sobres
puede
estar
formado
por
varias
frases
recortadas,
con
las
palabras
separadas
en
cartulinas.
Cada
sobre
puede
tener
más
de
15
palabras
para
formar
un
mínimo
de
3
frases.
Para
facilitar
la
tarea
al
niño,
se
pueden
dejar
los
artículos
junto
a
los
sustantivos
en
la
misma
tarjeta,
pero
el
resto
de
nexos
y
preposiciones
estarán
en
cartulinas
separadas.
Si
es
preciso
facilitar
mucho
la
tarea
en
las
fases
iniciales,
se
escribirán
las
palabras
de
cada
frase
con
tinta
de
un
color
o
sobre
cartulinas
también
de
un
mismo
color.
Las
3
frases,
por
tanto,
serán
de
distinto
color.
De
este
modo,
el
niño
debe
comenzar
la
tarea
clasificando
las
palabras
por
sus
colores
o
por
el
color
de
las
cartulinas.
Después
formará
cada
una
de
las
frases
poniendo
en
orden
las
palabras.
Más
adelante,
se
utilizará
el
mismo
color
para
todas
las
palabras.
Ejemplo:
Se
meten
en
un
sobre
todas
las
tarjetas,
el
niño
debe
sacarlas
todas,
leer
cada
una
de
ellas
para
hacerse
una
idea
de
qué
frases
puede
construir.
Es
probable
que
no
lo
haga
bien
la
primera
vez,
pero
conforme
coloque
las
cartulinas
sobre
la
mesa,
hará
los
cambios
necesarios
para
formar
las
frases
correctas
desde
el
punto
de
vista
morfológico
y
gramatical
o
desde
el
punto
de
vista
de
su
contenido
que
no
debe
ser
falso,
ni
absurdo,
ni
fantástico.
Pueden
meterse
en
el
sobre
más
palabras
que
las
necesarias
para
que
el
niño
realice
un
ejercicio
mental
más
complejo,
eliminando
las
tarjetas
que
no
necesita.
Ficha 171
Describimos
a
continuación
algunos
modelos
de
sobres-‐sorpresa
que
nos
parecen
útiles
para
mejorar
distintos
aspectos
lectores
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
en
relación
con
los
problemas
específicos
de
lenguaje
que
presentan.
En
un
sobre-‐sorpresa
se
meten
5
cartulinas
en
cada
una
de
las
cuales
se
ha
escrito
una
orden
que
el
niño
debe
leer
y
ejecutar.
Inicialmente
elegirá
una
tarjeta,
la
leerá
y
realizará
la
acción
que
se
le
indica.
Poco
a
poco
deberá
complicarse
la
tarea
leyendo
dos
tarjetas
seguidas
y
ejecutando
secuencialmente
las
acciones.
129
Pueden
prepararse
sobres
en
los
que
se
meten
5
cartulinas,
en
cada
una
de
las
cuales
hay
escritas
frases
con
instrucciones
para
ejecutar
3
acciones
seguidas.
El
niño
tiene
que
elegir
una
tarjeta,
leerla,
comprender,
retener
la
información
y
ejecutar
secuencialmente
las
acciones.
Se
preparan
5
cartulinas,
en
cada
una
de
las
cuales
se
pega
o
dibuja
un
animal,
por
ejemplo:
vaca,
conejo,
oveja,
cerdo
y
gallina.
Por
separado,
en
otras
5
cartulinas
se
escriben
pequeñas
descripciones
de
cada
uno
de
los
animales
como
pueden
ser:
«Tengo
dos
cuernos
y
doy
leche.
Me
gustan
las
zanahorias
y
mis
orejas
son
largas.
Yo
doy
lana
y
hago
beee.....beee.
Me
gusta
mucho
comer
y
vivo
en
el
corral».
Es
evidente
que
el
niño
previamente
debe
conocer
los
animales
y
saber
lo
más
esencial
sobre
ellos.
Trabajando
con
este
material,
recuerda
sus
conocimientos
y
realiza
una
lectura
comprensiva.
Cada
descripción
manuscrita
la
colocará
junto
al
animal
correspondiente.
De
un
modo
semejante
pueden
prepararse
otros
sobres
con
fotos
de
personas
que
tengan
características
en
común,
con
algún
pequeño
detalle
que
las
diferencie,
de
modo
que
el
niño
esté
muy
atento
a
la
lectura
que
las
describe
y
haga
bien
las
correspondencias.
Otro
sobre
puede
contener
cartulinas
con
fotos
o
imágenes
de
varios
profesionales
conocidos
por
el
niño,
y
cartulinas
en
las
que
se
escriben
las
frases
que
describen
aspectos
del
trabajo
de
cada
profesional.
El
alumno
tiene
que
asociar
cada
frase
con
el
profesional
a
quien
corresponde.
De
un
modo
parecido
pueden
prepararse
grupos
de
familias
para
que
el
niño
forme
cada
una
de
ellas,
basándose
en
las
descripciones
que
se
hacen
en
las
cartulinas.
En
estos
sobres
se
pueden
meter
cartulinas
con
dibujos
o
fotos
o
simplemente
con
palabras
de
objetos
variados:
muebles,
vehículos,
frutas,
juguetes,
etc.
Las
descripciones
escritas
por
separado
en
cartulinas,
serán
muy
parecidas
a
una
definición.
De
este
modo
el
niño
con
síndrome
de
Down
tiene
la
oportunidad
de
aprender
a
dar
definiciones,
puesto
que
tiene
grandes
dificultades
para
hacerlo.
Algunos
ejemplos
de
cómo
pueden
ser
estas
descripciones:
«es
un
vehículo
que
tiene
cuatro
ruedas
y
un
motor»,
«es
un
vehículo
formado
por
una
máquina
y
varios
vagones»,
«se
usa
para
navegar
por
el
mar,
es
un
aparato
que
sirve
para
viajar
por
el
aire».
En
el
sobre,
además
de
esas
frases
se
encontrarán
las
tarjetas-‐palabra
en
las
que
ponga
coche,
tren,
barco,
avión.
Después
podrían
añadirse
locomotora,
lancha,
pájaro,
bicicleta,
etc.
para
que
el
niño
haga
un
esfuerzo
mental
de
reflexión,
«es
un
instrumento
musical
que
se
apoya
en
el
hombro,
tiene
cuerdas
y
se
toca
con
un
arco».
«Es
un
instrumento
musical
que
tiene
teclas.
Se
toca
con
los
dedos»,
«es
un
instrumento
musical
que
suena
soplando
aire
con
la
boca».
Además
de
las
frases,
en
tarjetas-‐
palabra
estará
escrito:
violín,
piano,
flauta.
130
Con
estos
sobres
se
pretende
afianzar
otros
conocimientos
-‐de
sociales
y
naturales-‐
facilitando
al
niño
la
comprensión
y
expresión
verbal
de
los
términos
adecuados.
En
un
sobre
se
meten
varias
cartulinas
en
las
que
se
han
escrito
distintas
frases.
Algunas
frases
contienen
declaraciones
verdaderas
y
otras
falsas.
El
niño
debe
leer
cada
una
de
las
frases
una
sola
vez,
dándose
cuenta
inmediatamente
de
si
la
afirmación
es
cierta
o
no.
Algunas
de
las
frases
elegidas
siempre
serán
mentira
o
verdad,
y
otras
lo
serán
en
función
de
la
vida
real
del
niño
y
de
sus
experiencias.
Ejemplo
de
las
primeras:
"Por
la
noche
luce
el
sol.
Los
gatos
ladran.
Si
hace
frío,
nos
abrigamos.
Nos
curan
en
el
hospital".
Ejemplo
de
las
segundas
(que
pueden
ser
ciertas
o
no):
«Mi
papá
fuma.
Mi
madre
trabaja
fuera
de
casa.
Yo
nado
en
la
piscina.
Mi
abuela
lleva
bastón.
Mi
profesor
tiene
gafas».
Así,
dependiendo
de
la
creatividad
del
educador,
de
las
necesidades
del
alumno,
de
los
objetivos
a
conseguir,
se
pueden
inventar
sobres-‐sorpresa
muy
variados.
Para
preparar
estos
sobres,
conviene
guardar
revistas,
libros
de
texto
que
no
se
usan,
barajas
infantiles,
fotos
y
recurrir
a
las
posibilidades
que
ofrecen
las
páginas
web.
Estas
historias
deben
contener
de
3
a
6
escenas
que
se
pegan
en
otras
tantas
cartulinas.
En
otras
cartulinas
por
separado
se
escriben
los
textos
que
corresponden
a
cada
una
de
las
escenas.
El
alumno
debe
leer
y
atribuir
correctamente
texto-‐escena,
colocándolas
en
el
orden
secuencial
correcto.
Inicialmente
se
puede
hacer
más
asequible
la
tarea
de
diferentes
modos:
numerando
las
escenas
y
frases,
escribiendo
frases
de
un
modo
claro
y
terminante,
describen
sin
ambigüedades
y
sin
dar
lugar
a
confusión
cada
una
de
las
escenas.
También
puede
escribirse
el
mismo
texto
por
detrás
de
la
cartulina
que
tiene
la
imagen.
Así,
el
alumno
puede
confrontar
si
lo
hace
bien
o
no.
Nosotros
hemos
preparado
este
material
escribiendo
los
textos
con
la
letra
manuscrita
por
un
lado
y
con
la
letra
de
imprenta
por
el
otro.
En
el
momento
en
que
los
niños
pueden
usar
este
material,
son
ya
capaces
de
aprender
la
otra
letra.
Habitualmente
lo
hacen
sin
programas
especiales,
pero
les
sirve
de
ayuda
tener
oportunidades
variadas
de
práctica.
Los
sobres
con
historietas
pueden
ser
un
medio
eficaz
para
conseguir
que
el
alumno
lea
cualquier
tipo
de
letra.
131
FICHAS
DE
TRABAJO
EN
HOJA
DE
PAPEL
Durante
la
etapa
de
progreso
lector
deben
prepararse
trabajos
de
lectura
en
hoja
de
papel,
del
mismo
modo
que
se
hace
en
las
etapas
de
reconocimiento
de
palabras
y
de
aprendizaje
de
sílabas.
Más
aún,
consideramos
que
una
preparación
cuidadosa
y
personalizada
de
este
material,
utilizando
los
nombres
de
la
familia
y
amigos
del
alumno
y
escribiendo
frases
y
textos
más
largos
sobre
sus
vivencias,
es
un
medio
fundamental
que
le
ayuda
a
progresar.
Realmente
no
podemos
recomendar
un
libro
de
lecturas
impreso,
ya
editado,
para
que
el
niño
vaya
leyendo
un
poco
cada
día
como
hacen
sus
compañeros
de
clase.
No
sólo
no
se
ajustaría
a
las
necesidades
y
ritmo
personal
de
progreso
del
niño
con
síndrome
de
Down,
sino
que
podría
no
interesarle
y
hacerle
perder
el
gusto
por
la
lectura.
Como
decíamos
antes
de
cartillas
o
silabarios,
podemos
utilizar
un
libro
o
varios
de
lectura
como
otro
medio
auxiliar
más,
de
repaso,
de
afianzamiento
de
algún
aspecto
concreto
del
progreso
lector,
pero
en
absoluto
como
única
lectura.
En
cambio
las
lecturas
preparadas
en
hoja
de
papel,
permiten
graduar
bien
las
dificultades
en
consonancia
con
los
objetivos
concretos
de
progreso
que
se
elijan
en
cada
actividad.
Es
probable
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down,
al
llegar
a
este
momento,
haya
avanzado
lo
suficiente
en
el
programa
de
escritura
como
para
contestar
por
escrito
a
las
preguntas
de
las
lecturas.
Si
puede
hacerlo
con
cierta
soltura,
lo
hará.
De
todos
modos,
dado
que
el
objetivo
fundamental
de
lo
que
ahora
explicamos
es
el
progreso
en
la
lectura,
se
tendrá
sumo
cuidado
para
no
plantear
al
alumno
dificultades
con
la
escritura
que
le
inhiban
o
le
frenen
la
lectura.
Por
ello
se
harán
las
adaptaciones
necesarias
en
la
preparación
del
material,
según
el
nivel
de
escritura
del
alumno,
para
que
pueda
avanzar
eficazmente
en
el
objetivo
que
se
señale.
Los
trabajos
en
papel
deben
prepararse
totalmente
personalizados.
Cuesta
poco
esfuerzo
y
dinero,
especialmente
ahora
que
pueden
usarse
los
archivos
de
la
red
o
el
que
acompaña
a
este
libro,
del
que
se
puede
imprimir
o
escanear
según
convenga.
Presentan
la
ventaja
de
poder
modificarse
con
facilidad
cada
día,
en
función
de
los
avances
o
de
las
dificultades.
Alguna
vez
pueden
hacerse
varias
copias
para
que
el
alumno
repita
algún
ejercicio
al
cabo
de
un
tiempo
y
así
comprobar
los
progresos
desde
la
fecha
anterior.
En
ocasiones
será
oportuno
tener
varias
hojas
preparadas
con
grados
de
dificultad
suficientemente
pequeños
que
permitan
al
alumno
trabajar
solo,
de
manera
autónoma,
mientras
sus
compañeros
de
clase
realizan
tareas
del
área
de
lenguaje
que
son
demasiado
difíciles
para
él.
En
otras
ocasiones
servirá
para
que
el
alumno
trabaje
en
casa,
sin
ayuda
del
profesor.
Es
un
buen
material
que
sirve
para
que
quienes
se
ocupan
de
la
educación
del
niño,
conozcan
los
progresos
que
hace.
La
forma
de
presentación
del
trabajo
debe
reunir
las
características
que
hemos
explicado
anteriormente
para
todos
los
trabajos
con
grafismos.
La
variación
en
estos
momentos
se
da
en
el
contenido,
en
los
textos
que
cada
vez
son
un
poco
más
complejos.
EJERCICIO 1
En
la
parte
izquierda
de
una
hoja
de
papel
se
pegan
en
columna
4
o
5
dibujos.
Al
lado
de
cada
dibujo
se
escribe
una
frase
declarativa
o
interrogativa
en
relación
con
lo
representado.
El
niño
debe
leer
la
frase,
contestar
y
escribir
o
pegar
un
Sí
o
un
No
confirmando
o
negando
lo
que
dice
la
frase.
132
Ficha 172
Ficha 173
EJERCICIO 2
Un
grado
de
dificultad
un
poquito
mayor
será
poner
dibujos
de
escenas
y
al
lado
frases
más
largas
que
puedan
describir
o
no
las
acciones
representadas.
Si
la
frase
se
corresponde
con
el
dibujo,
el
alumno
pondrá
un
Sí.
Si
la
frase
no
describe
la
acción,
la
tachará.
Ficha 174
Ficha 175
133
Ficha 176
Poco
a
poco,
se
harán
preguntas
o
afirmaciones
que
no
se
ven
en
el
dibujo,
que
no
están
representadas,
pero
que
tienen
que
ver
con
una
realidad.
Recomendamos
esto,
porque
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
tienen
dificultades
para
abstraer
y
describir
cosas
o
sucesos
que
no
ven.
Un
trabajo
sistemático
y
progresivo
les
ayuda
a
progresar,
facilitándoles
la
creatividad
en
sus
escritos.
Por
ejemplo,
si
la
escena
sobre
la
que
se
le
hacen
preguntas,
es
la
de
una
niña
en
su
habitación,
además
de
las
preguntas
sobre
los
objetos
que
se
ven,
se
pueden
plantear
otras
cuestiones:
EJERCICIO 3
Se
preparan
por
separado
varios
dibujos
con
escenas
de
acciones
y
las
frases
que
las
describen.
Se
le
entrega
el
material
al
niño
quien
deberá
leer
las
frases,
asociándolas
con
sus
representaciones
y
pegando
después
todo
en
una
hoja
de
papel.
Ficha 177
134
Ficha 178
EJERCICIO 4
En
una
hoja,
sin
dibujos,
se
escriben
varias
frases
relacionadas
con
la
vida
diaria
del
niño.
El
alumno
debe
leer
cada
una
de
las
frases
y
contestar
Sí
o
No
según
corresponda.
Ficha 179
Como
puede
deducirse,
este
ejercicio
sirve
para
que
el
niño
evoque
mentalmente
sus
propias
experiencias,
las
confronte
con
lo
leído
y
conteste
según
su
criterio.
Ya
no
se
limita
a
contestar
sobre
lo
que
tiene
representado
ante
él
y
que,
por
tanto,
es
evidente
sino
que
tiene
que
pensar
y
recordar.
EJERCICIO 5
En
una
hoja
de
papel
se
escriben
varias
frases
afirmativas
e
interrogativas.
Algunas
son
verdaderas
y
otras
son
falsas
o
absurdas.
El
niño
debe
leerlas
y
contestar
si
son
verdad
o
mentira.
Si
es
posible
dará
una
breve
explicación
oral
del
absurdo
o
de
la
falsedad.
Ficha 180
135
EJERCICIO
6
En una hoja de papel se ponen varios dibujos. Debajo se escriben las frases que los describen.
Ficha 181
El
niño
debe
leer
una
frase,
deducir
a
qué
objeto
se
refiere
y
decirlo,
al
mismo
tiempo
que
traza
una
línea
de
unión.
Conforme
el
niño
progresa:
a)
en
lugar
de
los
dibujos,
sólo
se
escribirán
los
nombres
de
los
objetos;
)
Ficha 182
b)
se
pondrán
más
frases
descriptivas
que
objetos;
c)
un
mismo
objeto
podrá
estar
descrito
de
dos
formas;
d)
se
pondrán
más
objetos
que
frases,
y
e)
una
frase
servirá
para
dos
cosas.
El
niño
deberá
leer
atentamente
y
hará
las
asociaciones
correctas.
EJERCICIO 7
Las
definiciones
y
las
descripciones
pueden
mejorarse
proponiendo
al
alumno
dos
frases
descriptivas
sobre
cada
objeto.
Aunque
las
dos
sean
ciertas,
una
de
ellas
lo
define
con
precisión
y
ésta
es
la
que
el
alumno
tiene
que
elegir.
136
Ficha
183
EJERCICIO 8
Aprovechando
el
progreso
que
el
niño
realiza
en
el
área
de
conocimientos,
se
le
propondrán
frases
un
poco
más
largas,
con
contenidos
más
complejos.
Siempre
que
sea
posible
el
niño
escribirá
la
contestación.
Si
no
puede,
la
dirá
verbalmente.
Ficha 184
Ficha 185
Ficha 186
Estas
hojas
le
sirven
de
repaso
de
sus
lecciones
y
de
control
sobre
la
información
estable
que
va
almacenando
en
su
memoria.
El
progreso
sigue
produciéndose,
siempre
que
se
plantean
objetivos
más
avanzados
y
se
preparan
los
materiales
y
ejercicios.
El
alumno
con
síndrome
de
Down
debe
leer
textos
más
largos
e
interiorizar
historietas
completas.
Para
ello,
se
empieza
con
3
viñetas
y
3
frases,
que
narran
algo
que
sucede
secuencialmente,
como
se
hace
con
los
sobres-‐sorpresa.
Queda
plasmado
en
la
hoja
de
papel
y
así
137
pueden
verlo
otras
personas.
Puede
comprobarse
la
evolución
del
alumno
comparando
los
diferentes
textos
que
lee
a
lo
largo
del
curso.
EJERCICIO 9
Las
primeras
historietas
se
preparan
pegando
tres
viñetas
en
una
hoja
de
papel.
Se
deja
un
espacio
debajo
de
cada
una
para
que
el
alumno,
después
de
leer
las
tres
frases
escritas
por
separado
en
papeles,
pueda
pegar
cada
uno
en
el
lugar
que
le
corresponda.
Cuando
termine
de
pegarlos,
deberá
leer
toda
la
historia
seguida
y
contestar
verbalmente
a
las
preguntas
que
le
haga
el
profesor
sobre
lo
leído.
Ficha 187
Ficha 188
Otro
modo
de
realizar
este
ejercicio
es
el
de
escribir
las
frases
en
la
hoja
de
papel
y
entregar
las
viñetas
por
separado,
para
que
el
alumno
las
asocie
con
frases
después
de
leerlas.
Más
adelante
se
le
entregará
un
hoja
en
blanco
sólo
con
los
espacios
delimitados
(plantilla)
para
que
pegue
las
viñetas
y
frases
en
su
sitio,
después
de
leer
los
textos.
Por
último,
se
prescindirá
de
las
ilustraciones
de
las
tres
frases.
Debe
leerlas,
darse
cuenta
del
orden
en
el
que
sucede
lo
narrado
y
pegarlo
correctamente
en
la
hoja.
EJERCICIO 10
Poco
a
poco
el
alumno
es
capaz
de
leer
y
retener
textos
más
largos,
pero
es
preciso
prepararlos
bien
para
evitar
que
la
mecánica
lectora
vaya
por
delante
de
la
comprensión.
Al
preparar
estos
textos
conviene
mantener
una
información
que
motive
e
interese
al
niño.
Un
buen
truco
es
utilizar
como
protagonistas
a
personas
conocidas
y
que
lo
narrado
sea
familiar
para
el
niño
138
por
sus
vivencias
personales,
lo
que
ve
en
los
medios
como
televisión
y
películas
o
por
lo
que
aprende
en
clase.
Ficha 189
Ficha 190
Estas
lecturas
deben
ir
acompañadas
de
preguntas
que
sirvan
para
comprobar
la
atención
y
comprensión.
Si
pretendemos
que
el
niño
cuente
lo
que
ha
leído,
es
probable
que
se
quede
callado
o
que
diga
que
no
se
acuerda,
que
no
sabe.
Si
por
el
contrario
se
le
hacen
preguntas
y
él
sólo
tiene
que
escribir
o
decir
una
palabra,
se
obtendrá
más
información.
Ficha 191
139
Ficha
192
Estos
textos,
que
son
asequibles
al
niño,
sirven
también
para
un
entrenamiento
en
los
aspectos
formales
de
la
lectura
en
voz
alta:
entonación,
puntuación
y
pausas.
Dado
que
el
desciframiento
y
la
comprensión
están
garantizados,
porque
se
han
preparado
expresamente
para
el
alumno,
es
fácil
trabajar
los
objetivos
de
carácter
formal
de
la
lectura
y
evaluarlos.
Si
es
preciso,
se
realzarán
los
puntos
de
separación
de
frases,
haciéndolos
rojos
o
más
grandes.
El
modelado
previo
del
profesor,
leyendo
despacio
y
exagerando
un
poco
la
entonación,
es
una
buena
ayuda
para
el
alumno,
que
tratará
de
imitarle.
Con
el
entrenamiento,
interiorizará
el
texto
y
lo
leerá
con
mejor
expresión.
EJERCICIO 11
Al
llegar
a
este
nivel,
es
fácil
encontrar
en
los
textos
editados
con
finalidad
educativa
escolar
y
con
fines
de
entretenimiento,
algunos
ejercicios
que
den
mayor
variedad,
mejoren
y
amplíen
algunas
de
las
ideas
y
materiales
que
hemos
explicado.
En
los
textos
de
lenguaje
en
general
y
de
lectura
y
escritura
en
particular
del
ciclo
de
Primaria,
pueden
encontrarse
historietas
cortas
y
sencillas,
descripciones,
crucigramas,
y
otros
ejercicios
que
pueden
ejecutar
muchos
alumnos
con
síndrome
de
Down,
a
veces
haciendo
alguna
adaptación.
Es
probable
que
habiendo
llegado
a
esta
etapa,
a
los
2
o
3
años
de
iniciación
en
la
lectura,
el
alumno
ya
sea
capaz
de
leer
la
letra
de
imprenta
no
cursiva,
lo
cual
facilita
mucho
el
empleo
de
materiales
que
no
sean
exclusivamente
artesanales.
Algunos
ejercicios
se
prepararán
con
ordenador
o
computadora,
y
otros
pueden
tomarse
de
diversos
textos
escolares.
Ficha 193
Ficha 194
140
Ficha 195
Ficha 196
Ficha 197
Ficha 198
En
ocasiones
será
preciso
imprimir
una
hoja
con
letra
ampliada
porque
puede
que
el
tamaño
de
la
letra
sea
demasiado
pequeño.
Estos
ejercicios
sacados
de
textos
impresos,
sirven
para
dar
variedad
y
refuerza
las
tareas,
pero
no
deben
seguirse
a
rajatabla
y
de
modo
exclusivo.
Es
probable
que
el
modo
en
el
que
se
exponen
y
el
orden
que
siguen
no
se
adapten
bien
al
estilo
y
ritmo
de
aprendizaje
del
alumno
con
síndrome
de
141
Down.
El
profesor
seleccionará,
adaptará
e
incorporará
otros
ejercicios
intercalados,
con
pasos
intermedios
de
menor
dificultad.
Algunos
de
estos
textos
impresos
se
han
preparado
expresamente
para
trabajar
la
comprensión.
Habitualmente
presentan
una
lectura
corta
y
sencilla,
que
el
niño
lee
y
entiende
con
facilidad.
A
continuación
plantean
una
serie
de
preguntas
de
modo
que
el
niño,
poco
a
poco,
incremente
su
atención
y
su
memoria
sobre
los
datos
leídos.
Un
ejemplo,
sacado
de
"El
lenguaje
comprensivo
a
través
de
los
cuentos"
(Aguilar
y
Vaquero,
1992),
consiste
en
un
texto
de
tres
frases,
sobre
las
que
se
hacen
nueve
preguntas
(fig.
198).
El
profesor
lo
adaptará,
si
es
necesario,
haciendo
una
fotocopia
ampliada,
eliminando
alguna
pregunta,
escribiendo
él
las
contestaciones
que
dé
el
alumno
verbalmente,
etc.
EJERCICIO 12
Las
sopas
de
letras
se
comienzan
a
preparar
en
el
momento
en
el
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
conoce
todas
las
letras
del
alfabeto.
Como
decíamos
al
hablar
de
las
sílabas,
las
palabras
sólo
podrán
leerse
de
izquierda
a
derecha
y
de
arriba
hacia
abajo.
En
las
primeras
sopas
de
letras,
las
palabras
a
localizar
estarán
escritas
en
la
hoja
que
se
entrega
al
alumno.
Después
se
sustituyen
las
palabras
por
dibujos,
de
modo
que
el
niño
evoque
mentalmente
la
palabra
escrita
y
la
busque.
Finalmente
tendrá
sólo
una
indicación
genérica
sobre
los
nombres
que
debe
localizar:
animales,
prendas
de
vestir,
objetos
de
la
casa,
etc.
Ficha 199
Ficha 200
Con el tiempo podrá entretenerse con las sopas de letras editadas para uso general.
142
EJERCICIO
13
Los
crucigramas
cumplen
la
función
de
ayudar
al
alumno
a
comprender
las
definiciones
y
a
realizar
ejercicios
de
abstracción.
Si
el
niño
es
capaz
de
hacer
las
letras,
será
él
quien
rellene
los
huecos
correspondientes.
Si
no
puede
trazarlas,
se
pueden
preparar
crucigramas
un
poco
más
grandes
con
casillas
en
las
que
pueda
poner
letras
de
plástico
de
algún
juego
comercial
(tipo
intelect)
y,
si
no
se
dispone
de
ellas,
se
le
dan
escritas
en
cartulinas
pequeñas
o
en
pegatinas.
Los
primeros
crucigramas
tendrán
pocas
palabras.
Las
definiciones
o
descripciones
serán
breves
y
sencillas,
escritas
con
palabras
que
el
niño
lea
y
entienda
sin
dificultad.
Ficha 201
Ficha 202
En
el
comercio
hay
algunos
cuadernos
de
entretenimiento
para
niños
en
los
cuales
hay
muchas
actividades
que
pueden
hacer
los
niños
con
síndrome
de
Down.
De
hecho,
algunos
jóvenes
que
los
utilizan
de
pequeños,
actualmente,
en
sus
ratos
de
ocio
dedican
parte
de
su
tiempo
a
entretenerse
con
esas
actividades.
¡Como
tantos
adultos
hacen
con
los
pasatiempos
que
ofrecen
las
revistas
y
la
prensa!.
Son
actividades
que
fomentan
la
atención
y
la
reflexión
y
por
tanto
son
un
buen
ejercicio
mental.
ABECEDARIO PERSONAL
En
la
etapa
de
reconocimiento
de
las
palabras,
el
niño
ha
empezado
a
utilizar
su
primer
abecedario
personal
en
el
que
se
escriben
las
palabras
que
va
aprendiendo,
por
su
orden
alfabético,
aunque
no
estén
todas
las
letras
del
alfabeto.
143
En
la
etapa
actual
de
progreso
lector,
el
abecedario
personal
se
hace
con
todas
las
letras
del
alfabeto
porque
el
niño
ya
las
conoce.
La
forma,
presentación
y
contenido
de
este
nuevo
abecedario
están
adaptados
a
los
progresos
realizados
por
el
alumno.
Por
un
lado,
puede
utilizarse
cualquier
tipo
de
letra
diferente
a
la
cursiva-‐manuscrita.
Por
otro,
las
palabras
cuya
letra
inicial
corresponde
a
la
de
cada
página,
están
incluidas
en
una
frase
simpática
que
el
niño
puede
leer
con
soltura.
Con
este
tipo
de
abecedarios,
que
cada
profesor
creará
para
su
alumno,
se
intenta
que
el
alumno
aprenda
el
orden
alfabético.
Consideramos
que
es
un
modo
agradable
de
conseguirlo
y
que
le
facilita
el
uso
del
diccionario.
Conviene
fomentar
la
creatividad
del
alumno,
invitándole
a
inventarse
otras
frases
con
cada
una
de
las
palabras-‐clave
del
abecedario.
LECTURAS
Se
aprende
a
leer,
leyendo
y
se
progresa
en
la
lectura,
leyendo
más
y
leyendo
mejor.
Al
igual
que
sucede
en
el
resto
de
las
actividades
humanas,
una
práctica
frecuente
y
bien
realizada,
nos
hace
casi
expertos.
Por
tanto,
si
el
objetivo
que
nos
proponemos
es
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
sea
un
buen
lector,
le
ofreceremos
un
mayor
número
de
lecturas,
con
variación
y
ampliación
de
contenidos.
Se
realizarán
diferentes
prácticas
lectoras
en
función
de
cada
uno
de
los
objetivos
elegidos
para
el
progreso
lector.
El
profesor
será
quién
señale
los
objetivos
y
el
modo
de
alcanzarlos.
Será
quien
programe,
marque
el
camino
a
seguir,
seleccione
o
diseñe
el
material
e
indique
las
actividades
a
realizar.
Todos
los
demás
sugerirán
según
las
experiencias
en
sus
propios
ámbitos.
Además,
el
alumno
que
ya
es
lector
indicará
sus
preferencias.
Es
indudable
que
por
su
cuenta
elegirá
y
leerá
aquello
que
más
le
guste,
por
lo
que
conviene
que
tenga
a
su
alcance
buenas
lecturas
en
cuanto
a
presentación,
contenido,
grado
de
dificultad,
etc.
Las
lecturas
deben
seleccionarse
o
prepararse
en
función
del
objetivo
concreto
que
se
quiere
trabajar
en
un
momento
dado,
teniendo
en
cuenta
el
nivel
lector
del
alumno,
su
edad
y
sus
intereses.
Puede
suceder
que
un
niño
de
6
años
y
otro
de
11
tengan
el
mismo
nivel
lector
en
relación
con
la
mecánica
lectora,
pero
esto
no
justifica
que
la
lectura
que
se
les
prepare
sea
la
misma.
El
chico
mayorcito
tiene
un
vocabulario
más
amplio,
sus
intereses,
sus
experiencias
y
sus
conocimientos
son
distintos
y
más
amplios
que
los
del
niño
de
6
años.
La
lectura
puede
ser
más
compleja
desde
el
punto
de
vista
del
contenido.
También
puede
necesitar
otro
tipo
de
letra,
más
pequeña
o
de
imprenta,
porque
su
capacidad
perceptiva
está
más
desarrollada.
A
veces
puede
suceder
al
revés,
que,
por
problemas
sensoriales
de
visión,
necesite
un
trazo
más
grueso
o
un
color
o
tono
de
tinta
más
oscuro.
Con
esto
sólo
queremos
recordar
que
el
profesor
debe
preparar
el
material
más
adecuado
para
cada
uno
de
los
alumnos.
Con
la
práctica
lectora,
dirigida
por
el
profesor,
se
pretende
mejorar
la
articulación
e
inteligibilidad,
la
entonación,
la
fluidez,
la
comprensión
y
la
generalización.
Además,
el
alumno
debe
aprende
y
practica
la
lectura
silenciosa.
En
función
de
cada
uno
de
estos
objetivos
se
prepara
el
material
y
se
desarrollan
las
actividades
evitando
exigir
al
alumno
todo
a
la
vez.
Es
mejor
trabajar
cada
uno
de
los
objetivos
de
un
modo
concreto
y
específico
porque
permite
analizar
las
dificultades
y
diseñar
con
más
acierto
las
estrategias
de
intervención.
No
se
debe
agobiar
y
bloquear
al
alumno
con
varias
advertencias
y
correcciones
simultáneas.
Trabajando
un
solo
objetivo
la
evaluación
es
mucho
más
precisa
y
acertada.
Poco
a
poco,
se
notará
el
efecto
global
del
progreso
lector
en
todos
sus
componentes,
a
pesar
de
que
el
trabajo
de
cada
una
de
las
sesiones
se
enfoque
a
un
solo
objetivo.
144
1. Articulación,
inteligibilidad
y
fluidez
Si
el
objetivo
que
se
quiere
alcanzar
es
el
de
mejorar
la
entonación,
conviene
elegir
o
preparar
pequeños
textos
con
diálogos,
en
los
que
se
incluyen
preguntas
y
respuestas
sencillas
y
exclamaciones.
Es
muy
útil
preparar
o
adaptar
libros
con
las
frases
habituales
de
saludo,
cortesía
y
conversación
diaria,
porque
así
el
niño
aprende
a
hablar
con
una
expresión
y
entonación
mejores.
También,
en
este
caso,
las
frases
no
deben
ser
largas,
para
que
el
alumno
pueda
mantener
el
tono
interrogativo
o
exclamativo
a
lo
largo
de
toda
la
frase.
Un
ejemplo
de
un
texto
sencillo,
al
que
se
pueden
añadir
con
facilidad
unas
ilustraciones,
puede
ser:
—¡Hola, mamá!
Para
facilitar
al
alumno
el
aprendizaje
de
las
pausas,
las
primeras
lecturas
en
voz
alta
contendrán
tres
o
cuatro
frases
cortas,
separadas
por
puntos.
Si
es
preciso
los
puntos
se
145
resaltaran
haciéndolos
en
rojo
o
un
poco
más
grandes.
A
veces
conviene
que
el
alumno,
antes
de
realizar
la
lectura
en
voz
alta,
haga
un
seguimiento
visual
de
toda
la
frase
para
interiorizar
su
longitud.
Esto
le
sirve
de
ayuda
para
la
administración
del
aire
y
dar
el
tono
adecuado
al
llegar
al
final
y
pararse.
En
el
momento
en
el
que
el
alumno
realice
bien
las
pausas
marcadas
por
los
puntos,
se
iniciará
el
trabajo
con
las
comas
y
con
la
lectura
de
frases
un
poco
más
largas.
Para
algunos
niños
es
una
ayuda
recoger
las
grabaciones
de
sus
propias
lecturas,
de
modo
que
puedan
hacer
un
análisis
y
comparación
con
la
lectura
del
adulto
y
con
la
suya
propia,
comprobando
así
sus
avances.
Una
nueva
estrategia,
que
ayude
al
alumno
con
síndrome
de
Down
a
mejorar
la
articulación
y
la
entonación,
es
que
el
educador
haga
de
modelo
realzando,
o
sea
exagerando
un
poco,
tanto
la
articulación
como
la
entonación,
según
sea
el
objetivo
a
mejorar.
En
este
sentido,
es
una
buena
práctica
la
lectura
por
parte
del
profesor
de
poemas
ya
que
el
ritmo,
la
cadencia
y
la
rima,
ayudan
al
niño
a
interiorizar
mejor
las
inflexiones.
El
alumno
puede
leerlas
a
continuación,
pero
es
probable
que
tarde
tiempo
en
recitarlas
con
cierta
naturalidad
y
tono
adecuado.
Además
de
la
preparación
artesanal
de
textos
y
de
las
adaptaciones,
actualmente
es
posible
encontrar
libros
impresos
que,
aunque
tengan
poco
texto,
éste
es
apropiado
para
la
edad
del
niño.
Es
cuestión
de
visitar
con
cierta
frecuencia
las
librerías
y
buscar
despacio.
Existen
varias
colecciones
de
entre
las
cuales
pueden
elegirse
los
cuentos
que
a
cada
alumno
le
gusten.
Algunos
de
estos
cuentos
están
impresos
con
letra
cursiva
semejante
a
la
manuscrita
y
otros
con
letra
de
imprenta,
por
lo
que
el
alumno
puede
practicar
la
lectura
con
ambos
tipos
de
letra.
Casi
todos
los
niños
leen
con
mucho
gusto
los
cuentos
de
Walt
Disney.
Muchas
editoriales
los
editan
y
pueden
encontrarse
desde
libros
con
mucha
ilustración
y
poquísimo
texto
con
letra
grande,
hasta
libros
con
textos
largos
y
letra
pequeña.
Dado
que
los
niños
conocen
los
personajes
y
las
aventuras
porque
los
ven
en
el
cine
y
en
la
televisión,
se
sienten
felices
y
muy
cómodos
leyendo
los
libros.
También
es
frecuente
que
les
gusten
los
libros
de
Enid
Blyton
de
los
que,
aunque
tienen
la
desventaja
de
ser
traducidos
del
inglés,
hay
colecciones
de
varios
niveles
diferentes,
muy
adecuados
para
las
distintas
edades
de
los
lectores.
Lo
mismo
pasa
con
los
cuentos
de
los
Hollister,
la
colección
"El
Club
de
las
Canguro",
etc.
Conviene
consultar
a
las
librerías
especializadas.
En
estos
momentos
lectores,
el
alumno
tendrá
ya
unas
preferencias
personales
que
conviene
tener
en
cuenta,
respetándolas,
y
animándole
también
a
ampliar
sus
lecturas
a
otros
textos.
Con
frecuencia
se
consigue
si
es
el
adulto
quien
toma
la
iniciativa
de
leer
un
capítulo
cada
día
en
voz
alta.
Para
esta
tarea,
la
familia
puede
colaborar
de
un
modo
muy
eficaz,
siendo
la
encargada
de
buscar
y
leer
libros
más
variados.
Muchos
alumnos
con
síndrome
de
Down
disfrutan
volviendo
a
leer
un
libro
cuyo
argumento
ya
conocen,
porque
previamente
se
lo
han
leído.
2. Comprensión
146
En
relación
con
la
comprensión
de
la
lectura,
queremos
señalar
que
es
fácil
sacar
conclusiones
falsas
sobre
cuánto
comprende
un
alumno
con
síndrome
de
Down
porque
le
es
muy
difícil
explicar
lo
que
ha
leído.
Por
tanto,
tenemos
que
emplear
distintos
métodos,
al
principio
cuanto
más
sencillos
mejor,
para
comprobar
qué
ha
comprendido.
Si
se
comprueba
que
no
hay
comprensión,
es
preciso
analizar
la
causa.
Puede
ser
que
todo
o
parte
del
vocabulario
del
texto
no
lo
conozca
el
alumno,
que
el
enunciado
sea
demasiado
largo
o
complejo
o
que
el
tema
esté
muy
alejado
de
sus
conocimientos
o
de
su
capacidad
mental.
También
es
una
causa
que
la
letra
sea
casi
ilegible,
indescifrable
y
el
esfuerzo
que
tiene
que
hacer
el
alumno
en
el
desciframiento
no
le
permita
atender
al
mismo
tiempo
al
mensaje.
En
otras
ocasiones
sucede
casi
lo
contrario
y
es
que,
dominada
la
mecánica
lectora,
puede
producirse
un
exceso
de
velocidad
al
leer.
Para
nuestra
sorpresa,
hemos
comprobado
que
algunos
alumnos
con
síndrome
de
Down
disfrutan
tanto
cuando
dominan
la
mecánica
lectora
que
leen
demasiado
y
leen
demasiado
deprisa.
Eligen
cualquier
lectura,
en
cualquier
momento,
incluso
cuando
deberían
estar
interrelacionándose
con
otros.
Cada
una
de
las
causas
que
dificultan
una
buena
comprensión,
exige
una
solución
diferente,
desde
una
mejor
preparación
formal
del
texto
a
leer,
pasando
por
una
adecuada
elección
del
tema
y
una
redacción
cuidadosa
del
mismo.
En
cuanto
a
los
lectores
veloces
es
preciso
frenarles
para
que
siempre
lean
con
la
intención
de
enterarse.
Convendrá
que
las
lecturas
que
tengan
a
su
alcance
sean
las
apropiadas,
muy
interesantes,
divertidas
y
que
puedan
entenderlas
sin
necesidad
de
que
el
adulto
les
aclare
al
vocabulario.
Conviene
evitarles
la
tentación
de
leer
por
leer
cualquier
cosa,
como
editoriales
de
prensa
o
novelas,
cuando
están
en
la
etapa
en
la
que
aún
no
pueden
entender
el
contenido.
Para
valorar
la
comprensión
es
preciso,
en
primer
lugar,
que
los
textos
escritos
sean
apropiados
para
el
alumno
concreto
a
quién
se
quiere
evaluar.
Se
elegirán
o
prepararán
lo
mejor
posible
en
sus
aspectos
formales
de
presentación,
tamaño
y
tipo
de
letra,
longitud
de
enunciados,
y
en
su
contenido
en
relación
con
el
vocabulario
y
el
mensaje.
Deben
ser
asequibles
al
nivel
mental,
a
los
conocimientos
y
a
las
experiencias
del
lector.
En
segundo
lugar
hay
que
elegir
y
preparar
el
modo
de
recoger
la
información.
Si
se
le
pide
al
alumno
que
cuente
lo
que
ha
leído,
lo
más
probable
es
que
no
responda
o
que
diga
que
no
sabe,
que
se
le
ha
olvidado.
Es
preferible
preparar
unas
preguntas
concretas
para
que
las
conteste
oralmente.
Si
puede
contestar
por
escrito,
se
pueden
elaborar
preguntas
a
las
que
conteste
con
un
sí
o
un
no
o
con
una
palabra.
Otro
modo
un
poquito
más
avanzado
sería
presentarle
dos
o
tres
frases
cortas
como
respuestas
posibles
para
que
seleccione
la
adecuada.
Esto
evita
al
alumno
la
elaboración
de
la
frase
y
su
transmisión
por
escrito,
pero
nos
informa
sobre
su
comprensión
de
la
lectura,
que
es
lo
que
deseamos.
En
cuanto
sea
posible
será
el
alumno
quien
elabore
y
escriba
la
frase.
Al
principio
el
adulto
le
ayudará
para
que
dé
una
respuesta
oral
bien
estructurada
de
modo
que
después
puede
escribirla
con
corrección
gramatical
y
sin
omitir
palabras.
Poco
a
poco,
con
mucha
práctica,
aprenderá
a
hacer
pequeños
resúmenes
de
los
textos.
Las
respuestas
a
las
preguntas
aparecerán
en
la
lectura
de
forma
explícita
en
los
primeros
textos,
para
que
el
esfuerzo
que
deba
realizar
el
alumno
sea
sólo
el
de
memoria.
El
progreso
se
dará
más
adelante,
cuando
el
alumno
tenga
que
deducir,
por
reflexión,
las
respuestas
que
no
aparecen
explícitas
en
el
texto.
Para
llegar
a
este
nivel
será
preciso
darle
una
explicación
147
realizar
varios
ejercicios
de
demostración
de
modo
que
vaya
dándose
cuenta
de
que,
con
los
datos
que
aparecen
en
la
lectura,
pueden
deducirse
otros.
En
ocasiones,
los
alumnos
necesitan
que
se
empiece
el
ejercicio
realizando
una
lectura
conjunta
en
la
que
se
aclaran
las
dudas
de
vocabulario.
Después,
el
alumno
lee
el
texto
y
al
final
responde.
Si
el
alumno
tiene
buena
comprensión
pero
tiene
importantes
problemas
de
memoria
secuencial,
será
necesario
preparar
unos
párrafos
e
incluso
frases
que
sean
más
cortos,
sin
comprometer
por
ello
lo
esencial
del
mensaje
a
transmitir.
El
profesor
tiene
que
desarrollar
la
habilidad
de
decir
lo
mismo
con
menos
palabras.
3. Generalización
La
generalización
supone
que
el
alumno
es
capaz
de
leer
cualquier
texto,
tenga
la
letra
que
tenga
y
sea
cual
sea
su
presentación:
cartas
manuscritas,
periódicos,
revistas.
carteles,
libros
de
texto,
cómics,
cuentos,
poesías,
escritos
mecanografiados,
pantallas
de
ordenador,
etc.
Como
es
lógico,
nos
referimos
a
la
capacidad
de
desciframiento
o
de
mecánica
lectora.
En
cuanto
a
la
comprensión,
es
evidente
que
estará
limitada
por
el
nivel
de
conocimientos
y
por
la
capacidad
intelectual
del
lector.
Igual
que
puede
sucedernos
a
nosotros
si
tenemos
ante
la
vista
un
texto
que
no
es
de
nuestra
especialidad
y
que
es
muy
técnico:
lo
leemos
pero
no
lo
entendemos.
Como
hemos
dicho,
los
alumnos
aprenden
sin
esfuerzo
a
conocer
y
descifrar
todas
las
letras.
El
uso
del
ordenador
es
un
medio
que
hace
más
fácil
y
rápido
el
aprendizaje.
Aconsejamos
que
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
lo
utilicen
como
medio
auxiliar,
especialmente
para
la
escritura.
4. Lectura silenciosa
La
mayoría
de
los
alumnos
muestran
que
comprenden
o
que
recuerdan
mejor
los
textos
que
leen
en
voz
alta.
Sin
embargo,
deben
aprender
a
leer
en
silencio,
con
comprensión
y
con
retención
de
la
información.
Al
comienzo
de
esta
práctica
se
prepararán
textos
más
sencillos
que
los
que
el
alumno
lee
en
voz
alta.
Las
primeras
lecturas
silenciosas
suelen
ser
con
articulación,
con
movimientos
de
la
boca,
diciendo
todo
en
voz
baja.
Poco
a
poco,
aprenden
a
leer
sólo
con
los
ojos
o
sea
con
el
cerebro,
sin
necesidad
de
silabear
en
voz
baja,
ni
de
mover
un
músculo,
enterándose
bien
de
lo
leído.
Se
dan
cuenta
de
que
así
no
molestan
a
los
demás,
incluso
que
pueden
leer
más
deprisa.
DICCIONARIO
El
objetivo
que
se
persigue
enseñando
a
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
a
usar
el
diccionario
es
que
tengan
afán
de
mejorar
su
lenguaje,
usando
el
vocabulario
con
precisión,
comprendiendo
lo
que
leen
u
oyen,
aprendiendo
términos
nuevos
e
incorporándolos
en
su
lenguaje
espontáneo.
Se
pretende
que
no
se
queden
pasivos
ante
un
término
que
no
conocen,
sino
que
tengan
la
curiosidad
148
suficiente
como
para
retenerlo
y
buscar
después
en
el
diccionario.
También
se
intenta
que
no
usen
frases
o
palabras
que
han
oído
y
que
repiten
sin
saber
exactamente
su
significado.
Lógicamente
el
paso
previo
para
manejar
un
diccionario
es
el
conocimiento
del
alfabeto.
Es
muy
probable
que
el
alumno
ya
lo
conozca
puesto
que
se
le
han
preparado
y
ha
manejado
los
abecedarios
personales
de
las
palabras
que
reconoce.
Después
se
le
ha
preparado
otro
completo,
con
todas
las
letras
del
alfabeto,
cuando
ha
aprendido
las
sílabas.
De
todos
modos,
ahora
también
es
un
buen
momento
para
recordar
el
orden
alfabético
y
para
aprender
o
repasar
los
distintos
tipos
de
letra:
mayúscula,
minúscula,
cursiva
de
imprenta,
manuscrita,
etc.
El
primer
diccionario
debe
ser
muy
sencillo.
Incluso
puede
buscarse
entre
los
que
están
editados
por
las
editoriales
con
una
presentación
semejante
a
la
de
los
cuentos.
Debe
contener
pocas
voces,
definiciones
breves,
acompañadas
de
frases
que
ayuden
a
comprender
el
significado
de
cada
una
de
las
palabras.
Se
comienza
enseñando
al
alumno
a
buscar
palabras
muy
conocidas
para
que
el
esfuerzo
de
búsqueda
se
vea
compensado
con
una
explicación
que
comprende
bien.
Puede
suceder
que
a
pesar
de
conocer
bien
el
orden
alfabético,
no
aplique
este
conocimiento
en
la
búsqueda
de
las
palabras
en
el
diccionario.
Necesitará
unos
días
de
práctica
para
darse
cuenta
de
que,
por
ejemplo,
vaca
y
zumo
están
casi
al
final,
mientras
que
boca
y
dedo
están
al
principio.
También
lleva
tiempo
tener
en
cuenta
la
segunda
y
tercera
letra
de
cada
palabra.
Las
palabras
nuevas
que
el
alumno
aprende
buscándolas
en
el
diccionario,
debe
emplearlas
en
frases
orales
o
escritas
para
afianzar
así
su
aprendizaje
e
incorporarlas
de
un
modo
natural
en
su
lenguaje
ordinario.
ESTUDIO
Los
alumnos
con
síndrome
de
Down
necesitan
tiempo
y
práctica
para
entender
en
qué
consiste
estudiar
con
un
libro.
Al
principio
lo
confunden
con
leer,
después
con
comprender
lo
leído.
Tienen
que
darse
cuenta
de
que
el
estudio
supone
extraer
la
información
fundamental,
aprenderla,
recordarla
y
expresarla.
Para
el
estudio
conviene
usar
libros
de
texto
muy
sencillos,
puesto
que
lo
fundamental
será
que
estén
al
nivel
de
conocimientos
y
de
capacidad
intelectual
del
alumno.
El
nivel
lector
será
alto
y
no
puede
ser
el
único
criterio
para
la
selección
de
un
texto
que
es
preciso
entender
y
aprender.
Los
primeros
textos
tendrán
mucha
ilustración
y
poca
letra.
Si
es
preciso
se
hacen
algunas
adaptaciones
como
tapar
alguna
frase
o
destacar
otras
con
marcadores
fluorescentes.
Otra
ayuda
es
separar
la
lección
en
dos
o
tres
apartados,
para
aprenderlos
poco
a
poco,
fotocopiando,
ampliando,
recortando
y
pegando
cada
apartado
en
otra
hoja.
En
otras
ocasiones
puede
hacerse
un
texto
paralelo,
con
letra
manuscrita,
más
reducido,
con
pequeñas
frases
que
ayuden
a
recordar
la
información
esencial.
El
trabajo
de
estudio
debe
hacerse
conjuntamente
con
el
profesor
durante
bastante
tiempo.
Es
difícil
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down,
sin
algún
tipo
de
ayuda,
se
de
cuenta
de
qué
datos
son
los
más
importantes.
También
es
difícil
que
haga
un
resumen.
En
el
momento
de
exponer
el
tema
estudiado,
le
cuesta
mucho
expresarlo
con
sus
propias
palabras.
Tiende
a
recordar
exactamente
lo
leído
y
estudiado
para
decirlo
después
de
un
modo
absolutamente
149
literal.
Los
controles
escritos,
en
los
que
las
preguntas
se
formulan
de
distintos
modos,
así
como
el
modelado
que
haga
el
profesor,
pueden
servirle
de
ayuda
para
decir
lo
mismo
de
una
forma
diferente.
Aconsejamos
que
los
temas
de
estudio,
especialmente
al
principio,
sean
de
gran
utilidad
para
el
propio
estudiante.
Dado
que
el
esfuerzo
que
tiene
que
realizar
es
importante,
nos
parece
que
no
vale
la
pena
que
se
emplee
mucho
tiempo
en
estudiar
temas
"abstractos"
o
irrelevantes
para
su
propia
vida.
Son
muy
adecuados
todos
los
temas
relativos
al
conocimiento
del
cuerpo
humano
y
de
su
funcionamiento,
la
salud,
la
higiene,
la
alimentación,
el
medio
social
y
natural
en
que
nos
movemos
etc.
Este
consejo
es
para
aplicarlo
en
la
enseñanza-‐aprendizaje
del
estudio,
a
nivel
individual.
Se
da
por
supuesto
que
pueden
existir
razones
de
peso,
especialmente
en
situaciones
de
integración
escolar,
en
virtud
de
las
cuales
el
estudiante
tenga
que
aprender
otros
temas,
aun
a
sabiendas
de
que
después
no
le
serán
útiles.
Conviene
añadir,
que
para
fijar
y
afianzar
bien
los
temas
de
estudio,
conviene
usar
medios
audiovisuales,
pero
no
nos
extendemos
en
ello
porque
aquí
solo
intentamos
orientar
sobre
el
modo
de
iniciar
en
el
estudio
a
través
de
un
texto
escrito
en
sesiones
individuales.
Algunos
de
los
problemas
que
aparecen
en
la
lectura
que
realizan
los
alumnos
con
síndrome
de
Down,
son
semejantes
a
los
que
presentan
otros
alumnos
con
dificultades
de
aprendizaje.
Los
problemas
de
articulación
son
más
específicos
de
este
grupo
particular
de
alumnos.
Las
sustituciones
de
letras,
sílabas
o
incluso
palabras,
pueden
hacerlas
tanto
en
la
lectura
en
voz
alta,
como
cuando
hacen
lectura
silenciosa.
La
sustitución
de
una
letra
por
otra
puede
producirse
por
su
parecido
morfológico,
como
m
y
n,
o
h
y
ch,
o
por
un
problema
articulatorio.
Si
el
niño
no
puede
producir
plato,
a
lo
mejor
hace
una
sustitución
diciendo
prato.
Estos
errores
se
producen
con
más
frecuencia
en
los
fonemas
que
se
emitan
usando
un
punto
de
articulación
próximo
y
en
aquellos
que
precisan
un
cambio
rápido
de
los
movimientos
de
los
órganos
fonoarticulatorios.
También
se
producen
en
los
fonemas
que
precisan
de
vibración
en
la
punta
de
la
lengua.
La
sustitución
de
una
palabra
por
otra
puede
deberse
a
una
lectura
demasiado
rápida
en
la
que
el
alumno
anticipa
un
contenido
que
no
se
corresponde
con
lo
escrito.
Otras
veces
es
porque
el
alumno
quiere
dar
sensación
de
seguridad
y
de
rapidez,
no
quiere
detenerse
a
descifrar
y
dice
lo
que
se
le
ocurre
si
cree
que
va
a
tener
dificultades
con
la
palabra.
Cada
error
hay
que
analizarlo
y
averiguar
la
causa
para
intervenir
adecuadamente.
El
alumno
tiene
que
entender
qué
ocurre.
Se
le
explicará
de
un
modo
simpático
y
positivo
para
evitar
que
se
sienta
mal,
se
bloquee
y
no
quiera
seguir
leyendo.
Se
le
explica
su
error,
el
profesor
escribe
la
palabra
de
un
modo
realzado
y
la
lee
despacio
pronunciándola
bien.
Después
la
lee
el
alumno.
A
continuación
lee
de
nuevo
toda
la
frase.
Las
inversiones,
en
virtud
de
las
cuales
el
lector
altera
el
orden
de
alguna
letra
o
de
alguna
sílaba,
suelen
darse
en
la
lectura
de
sílabas
inversas
que
el
alumno
lee
como
si
fueran
sílabas
directas
y
al
revés.
Conviene
realizar
ejercicios
de
atención
y
percepción
con
esas
sílabas
realzadas,
de
un
modo
semejante
al
explicado
en
la
etapa
del
aprendizaje
de
las
sílabas.
Pueden
realizarse
ejercicios
de
mira
y
di,
con
varias
sílabas
directas
e
inversas
seguidas.
150
Las
omisiones
de
letras,
sílabas
e
incluso
palabras
son
más
frecuentes
en
las
etapas
iniciales
de
la
lectura
y
van
desapareciendo
conforme
el
alumno
progresa.
La
omisión
más
frecuente
es
la
de
la
consonante
final
de
la
palabra
(jamón,
camión,
ratón)
o
de
la
consonante
intermedia
de
las
sílabas
de
tres
letras
(prado,
blusa,
broma).
La
omisión
de
una
sílaba
se
produce
si
la
palabra
a
leer
es
muy
larga
o
si
es
una
palabra
poco
conocida.
Algunas
omisiones
de
letras
se
producen
como
consecuencia
de
los
problemas
articulatorios
que
tiene
el
alumno.
Son
más
difíciles
de
corregir,
incluso
convendría
no
insistir
mucho
en
ello
si
va
a
ser
perjudicial
para
la
comprensión
o
motivación.
La
frecuencia
de
los
errores
se
incrementa
cuando
la
lectura
es
más
rápida.
Por
ello,
una
buena
estrategia
es
recordar
al
alumno,
antes
de
que
empiece
a
leer,
que
debe
hacerlo
despacio,
pronunciando
y
entonando
bien
para
evitar
confusiones,
para
que
pueda
enterarse
de
lo
que
lee
y
para
que
le
entiendan
quienes
le
escuchan.
Los
cambios
de
línea
en
la
lectura
de
párrafos
pueden
producir
cierta
desorientación
a
algunos
alumnos.
A
veces
repiten
la
lectura
de
la
que
acaban
de
leer,
mientras
que
otras
veces
se
saltan
de
línea.
En
interesante
observar
cómo
los
alumnos
de
diferentes
lugares,
de
un
modo
espontáneo
y
natural,
sin
enseñanza
ni
modelos
previos,
descubren
el
modo
funcional
y
práctico
de
ayudarse
siguiendo
las
líneas
con
un
lápiz
u
otro
instrumento.
Esta
sería
la
estrategia
que
se
puede
enseñar
a
los
alumnos
que
no
la
descubran
por
sí
mismos
y
que
se
pierden
de
línea.
SÍNTESIS
En
relación
con
los
profesores,
recordamos
lo
aconsejado
previamente
en
relación
con
la
presentación
del
material,
los
registros
diarios
y
las
actitudes.
El
material
escrito
debe
ser
preparado,
adaptado
o
elegido
de
un
modo
personalizado.
Lo
común
a
todos
los
materiales
es
que
deben
estar
bien
escritos
desde
el
punto
de
vista
caligráfico,
ortográfico
y
gramatical.
Los
mensajes
deben
ser
claros
y
comprensibles,
procurando
que
interesen
y
diviertan
al
alumno,
o
que
le
aporten
información
útil.
Es
fundamental
llevar
un
registro
diario
de
cada
una
de
las
sesiones
de
modo
que
pueda
seguirse
la
evolución
y
así
prepararse
adecuadamente
el
material
de
la
sesión
siguiente
en
función
de
los
objetivos
elegidos
y
de
los
progresos
y
dificultades
que
se
observan.
Cada
uno
de
los
alumnos
es
diferente.
No
debe
sorprender
que
lo
que
ha
ido
bien
con
un
alumno
no
sea
lo
más
efectivo
con
otro.
En
relación
con
el
material
impreso
que
se
adquiere
en
las
librerías,
casi
nunca
puede
usarse
tal
y
como
viene
preparado,
durante
la
fase
de
aprendizaje
de
la
lectura.
Es
preciso
analizarlo
y
extraer
lo
que
interese
realizando
las
adaptaciones
precisas.
En
todas
las
etapas
del
proceso
es
necesario
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
haga
un
uso
práctico
y
funcional
de
sus
habilidades
lectoras.
Le
ayudará
a
generalizar
y
a
mantener
la
motivación
y
el
interés.
Recordamos
que
el
ritmo
de
aprendizaje
de
cada
uno
de
los
alumnos
es
distinto.
El
nivel
de
lectura
será
diferente
en
alumnos
de
la
misma
edad
porque
influyen
variables
como
la
inteligencia
y
capacidades
cognitivas,
ambiente
lector,
práctica
habitual
de
la
lectura,
experiencias
positivas
o
negativas
durante
el
aprendizaje,
etc.
Incluso
un
mismo
alumno
puede
sorprendernos
por
superar
con
relativa
facilidad,
en
poco
tiempo,
una
etapa,
tardando
mucho
en
progresar
en
otros
momentos.
Sin
embargo,
hemos
comprobado
que
siempre
hay
avances
si
no
se
interrumpen
las
intervenciones
151
educativas
bien
diseñadas
y
ejecutadas
con
ilusión
y
entusiasmo.
El
convencimiento
por
parte
del
profesor
de
que
el
alumno
puede
progresar,
será
el
factor
decisivo
para
que
el
progreso
se
dé.
Por
último,
aún
no
tenemos
datos
sobre
los
niveles
máximos
de
lectura
al
que
pueden
llegar
las
personas
con
síndrome
de
Down.
Es
preciso
continuar
con
investigaciones
rigurosas
que
recojan
datos
de
un
número
grande
de
lectores.
Mientras
tanto,
el
conocimiento
de
muchas
personas
con
síndrome
de
Down
de
muy
diversas
áreas
geográficas
y
entornos
culturales
que
son
magníficas
lectoras
en
su
sentido
más
completo,
son
un
estímulo
y
un
modelo
para
todos
cuantos
empiezan
esta
apasionante
aventura.
Reconocimiento
de
imágenes
gráficas:
es
suficiente
que
el
niño
manifieste
el
reconocimiento
mediante
onomatopeyas
o
gestos
de
señalización.
Emparejamiento
o
asociación
de
imágenes
iguales:
el
niño
lo
realiza
superponiendo
dos
imágenes
iguales
en
los
juegos
de
lotos
y
memory,
o
trazando
una
línea
que
une
dos
dibujos
iguales
cuando
trabaja
en
papel.
Selección
de
la
imagen
o
dibujo
que
se
nombra:
el
niño
debe
señalar
o
coger
una
imagen
entre
varias.
Denominación:
el
alumno
dice
el
nombre
de
los
objetos
y
de
las
imágenes
que
se
le
enseñan.
NIVEL I
Asociación
de
palabra
con
palabra
igual
acompañada
de
dibujo
o
foto
(tarjeta-‐foto
con
tarjeta-‐palabra).
Asociación
de
palabras
iguales.
Selección
de
la
palabra
nombrada.
Reconocimiento
global
de
palabras
Lectura
de
libros
personales
de
palabras.
Lectura
rápida
de
palabras:
«mira
y
di».
Lectura
de
libros
y
cuentos
«personales»,
con
frases.
Composición
de
frases
con
palabras
escritas
en
cartulinas.
Lectura
de
cuentos
comerciales
elegidos
expresamente
y,
si
es
preciso,
adaptarlos.
Dictado
de
frases
que
el
niño
compone
eligiendo
las
palabras
escritas
en
cartulinas.
Lectura
global
de
60
palabras
incluyendo
un
mínimo
de
5
verbos.
Iniciación
en
el
abecedario
personal.
NIVEL II
Composición
de
palabras
conocidas
con
las
sílabas
escritas
en
maderitas:
con
modelo
y
sin
modelo.
Composición
de
palabras
con
un
número
determinado
de
sílabas
que
se
le
entregan
escritas.
152
Composición
de
palabras
al
dictado,
con
las
sílabas
que
están
escritas.
Conocimiento
progresivo
de
todas
las
sílabas
directas,
a
través
de
lectura
global
de
nuevas
palabras
elegidas
expresamente
con
este
fin.
Ampliación
del
número
de
cuentos
personales.
Ampliación
del
número
de
palabras
que
lee
globalmente:
adjetivos,
conjunciones
y
adverbios.
Deben
incluirse
algunas
palabras
con
sílabas
trabadas
e
inversas.
Ampliación
de
la
longitud
en
las
frases
que
lee
y
que
compone.
Utilización
ocasional
de
cartillas
para
repasar,
reforzar
y
generalizar
el
conocimiento
de
las
sílabas.
Ampliación
del
número
de
páginas
y
de
palabras
del
abecedario
personal
Iniciación
en
el
conocimiento
de
sílabas
trabadas.
NIVEL III
NIVEL IV
NIVEL V
(jóvenes y adultos)
Uso habitual de la lectura: consulta de guías de televisión, de espectáculos, revistas, etc.
153
Progreso
en
el
estudio.
Consulta
de
diccionarios
y
enciclopedias.
Elección
de
la
lectura
como
entretenimiento
en
el
tiempo
de
ocio:
narraciones,
libros
de
aventuras,
novelas,
teatro,
poesía,
etc.
Escribir
es
representar
las
palabras
o
las
ideas
con
letras
u
otros
signos
gráficos
trazados
en
papel
o
en
otra
superficie.
Es
comunicar
algo
por
escrito.
Implica
la
motricidad
el
lenguaje
(Ajuriaguerra,
1980)
y
la
memoria.
Escribir
supone
trazar
una
serie
de
grafías
complejas
en
su
forma
que
deben
ir
encadenadas.
La
coordinación
entre
movimientos
rotacionales
en
continuo
desplazamiento
para
realizar
unos
trazos
que
puedan
ser
leídos
e
interpretados
por
otros
es,
probablemente,
la
actividad
de
motricidad
fina
más
compleja
que
podemos
aprender.
Se
precisan
varios
años
de
evolución
y
desarrollo
para
lograr
soltura
suficiente
y
un
estilo
personal.
El
aprendizaje
de
la
lectura
es,
sin
duda,
más
sencillo.
Escribir,
además
de
su
carácter
gráfico,
es
fundamentalmente
un
medio
de
expresión.
Presupone
un
lenguaje
interior
que
quiere
comunicarse.
Existe
la
intención
de
transmitir
un
mensaje
por
escrito
y
para
ello
es
preciso
un
conocimiento
de
la
lengua.
El
lenguaje
oral
es
previo
y
más
sencillo
que
el
lenguaje
escrito.
En
el
lenguaje
escrito
se
piensa
en
un
sonido
o
combinación
de
sonidos
que
deben
plasmarse
en
símbolos
gráficos
que
hay
que
recordar
y
trazar
en
orden,
para
representar
un
concepto.
Nuestro
sistema
de
escritura
representa
los
sonidos.
Si
hay
una
correspondencia
entre
el
fonema
(sonido)
y
el
grafema
(letra),
como
sucede
casi
siempre
en
español,
el
aprendizaje
es
más
sencillo.
En
este
sentido
nuestra
lengua
tiene
ventajas
frente
a
otras
como
el
francés
o
el
inglés.
Las
excepciones
a
esa
correspondencia
en
el
español
son
pocas
y
se
aprenden
con
facilidad.
Así
sucede
por
ejemplo
con
la
letra
c
que
seguida
de
a,
o,
u,
se
pronuncia
de
un
modo
diferente
que
cuando
le
suceden
las
letras
e,
i,
o
la
letra
g
seguida
de
e,
i,
o
seguida
de
a,
o,
u.
SIGNIFICANTE Y SIGNIFICADO
Para
comprender
las
dificultades
que
tiene
el
aprendizaje
de
la
escritura,
es
preciso
analizar
un
poco
sus
dos
componentes:
el
significante
o
la
forma
y
el
significado
o
mensaje
que
se
transmite.
Para
el
significante
lo
importante
es
la
forma
de
las
letras
y
el
movimiento
para
trazarlas.
Es
preciso
desarrollar
habilidades
manipulativas
finas
que
permitan
trazar
y
encadenar
las
distintas
grafías
de
nuestro
código
escrito,
con
rapidez,
manteniendo
la
unión,
la
dirección,
los
giros
con
desplazamiento
general
del
movimiento
hacia
la
derecha,
los
espacios
y
la
proporción
en
los
tamaños.
Es
necesario
tener
la
capacidad
de
control
voluntario
de
la
prensión
del
instrumento
y
de
la
presión
que
se
hace
con
la
punta
sobre
la
superficie
en
la
que
se
escribe.
La
presión
tiene
que
ser
suficiente
para
marcar,
permitiendo
al
mismo
tiempo
el
deslizamiento.
Es
preciso
que
haya
coordinación
entre
la
imagen
visual
de
los
símbolos
y
los
movimientos
de
la
mano
para
reproducir
dicha
imagen.
Ello
presupone
la
interiorización
y
recuerdo
de
los
símbolos
gráficos,
el
aprendizaje
y
ejecución
casi
automática
—sin
154
pensar—
de
los
mismos.
Es
precisa
la
representación
interior
rápida
de
los
grafemas
que
forman
una
palabra,
que
se
corresponden
con
los
fonemas
que
se
oyen
o
se
dicen,
lo
cual
implica
a
la
memoria
auditiva
y
visual,
al
recuerdo
gráfico
asociado
a
un
recuerdo
de
articulación.
Todo
ello
será
imprescindible
para
que,
después,
la
energía
se
concentre
en
el
contenido,
en
el
pensamiento
a
transmitir
y
en
el
significado.
El
significado
hace
referencia
a
ese
lenguaje
interior
que
quiere
manifestarse
por
escrito
para
que
otro
u
otros
lo
conozcan.
Escribir
en
su
pleno
sentido
es
pensar
y
pasar
a
símbolos
gráficos
y
legibles
mensajes
que
el
receptor
puede
descodificar
y
entender.
Según
Ajurriaguerra,
"la
evolución
de
la
escritura
va
desde
el
aprendizaje
voluntario
hasta
la
automatización
de
una
realización
libre
en
la
que
el
pensamiento
se
expresa
de
modo
directo
por
la
inscripción.
Las
letras
son
signos
y
como
tales
tienen
que
ser
legibles.
Su
unión
les
permite
convertirse
en
lenguaje
y
su
desarrollo
ordenado
en
relato.
Una
mala
escritura
es
la
consecuencia
de
dificultades
motrices,
prácticas,
tensionales
o
de
desconocimiento
de
la
lengua"
(Ajurriaguerra,
1973).
Por
tanto
es
preciso
conocer
las
reglas
gramaticales,
la
morfología,
la
sintaxis
y
la
ortografía.
Por
estas
razones
no
llamamos
escritura
propiamente
dicha
a
las
copias
o
la
llamada
escritura
funcional.
Las
copias
son
«dibujos»
que
se
reproducen
a
partir
de
una
muestra.
La
firma
y
algunos
datos
personales
pueden
aprenderse
«de
memoria»
para
usarlos
con
una
finalidad
exclusivamente
práctica
en
situaciones
esporádicas.
Este
breve
repaso
sobre
los
aspectos
más
relevantes
del
acto
de
escribir,
sólo
han
intentado
destacar
la
dificultad
y
complejidad
del
aprendizaje
de
la
escritura
en
comparación
con
el
de
la
lectura.
No
puede
darse
un
aprendizaje
«temprano»,
ni
impartirse
una
enseñanza
precoz
de
la
escritura,
porque
para
escribir
se
precisa
una
maduración
que
raramente
alcanzan
los
niños
menores
de
5
años.
Por
regla
general,
el
proceso
completo
dura
más
tiempo
que
el
de
la
lectura.
Es
cierto
que
los
niños
en
edad
preescolar
pueden
realizar
actividades
y
ejercicios
de
psicomotricidad
y
gráficos,
así
como
de
atención,
percepción
y
discriminación
que
sirven
de
ayuda
y
de
preparación.
Pero
es
imposible
que
el
niño
escriba
a
los
5
o
6
años
todo
lo
que
es
capaz
de
leer
y
entender,
aun
cuando
haya
participado
en
un
programa
de
aprendizaje
temprano
de
la
lectura.
En
la
mayoría
de
los
casos
de
niños
con
síndrome
de
Down,
los
alumnos
adquieren
soltura
en
la
escritura
a
partir
de
los
10
o
12
años.
En
principio,
los
niños
pueden
aprender
a
leer
mucho
antes
que
a
escribir.
El
síndrome
de
Down
influye
negativamente
en
una
serie
de
condiciones
de
carácter
físico,
lingüístico
y
cerebral,
imprescindibles
para
escribir
bien.
Desde
la
anatomía
de
la
mano,
la
laxitud
ligamentosa
y
la
hipotonía
muscular,
hasta
las
dificultades
de
coordinación,
de
inhibición,
de
memoria
y
de
percepción
auditiva,
pasando
por
los
problemas
de
lenguaje,
en
relación
con
el
habla
o
con
la
morfosintaxis
(Barrio
del,
1991).
Todo
ello
explica
que
las
personas
con
síndrome
de
Down,
como
grupo,
todavía
no
hayan
alcanzado
unos
niveles
altos
en
sus
habilidades
para
escribir
a
mano.
Tanto
los
aspectos
gráficos,
como
el
contenido
de
los
mensajes
y
el
modo
de
expresarlos,
están
afectados.
A
pesar
de
estas
dificultades
evidentes,
los
programas
actuales
y
sus
resultados
muestran
que
la
mayoría
de
las
personas
con
síndrome
de
Down
pueden
escribir
suficientemente
bien
como
para
que
sus
textos
sean
legibles,
sus
mensajes
sean
coherentes,
aportando
información
al
receptor.
Las
155
técnicas
actuales,
especialmente
el
ordenador
(computadora),
pueden
producir
cambios
sustanciales,
porque
al
liberar
al
escritor
del
esfuerzo
motor,
la
energía
puede
concentrarse
con
más
eficacia
en
el
pensamiento
y
mensaje
a
transmitir.
Basadas
en
nuestra
propia
experiencia
de
más
de
30
años,
defendemos
que
si
un
niño
puede
aprender
a
leer,
con
gusto
y
disfrutando,
a
una
edad
temprana,
no
hay
por
qué
retrasarlo
con
el
fin
de
simultanearlo
con
la
escritura.
Si
se
trata
de
un
alumno
con
síndrome
de
Down
hay
aún
más
razones
para
trabajar
a
distinta
edad
y
a
diferente
ritmo
ambos
aprendizajes.
Estas
razones
son
las
que
nos
llevan
a
hablar
de
lectura
y
escritura
y
no
de
lecto-‐escritura,
porque
en
sus
fases
iniciales
nosotros
proponemos
que
cada
aprendizaje
vaya
por
sus
pasos
propios,
siguiendo
su
ritmo
en
función
de
la
capacidad
del
alumno.
Al
final,
algunos
alumnos,
alcanzarán
niveles
más
igualados
entre
ambos
aprendizajes,
mientras
que
otros
siempre
serán
mejores
lectores
que
escritores.
156
aprendizajes
se
realicen
al
mismo
tiempo.
Nuestra
experiencia
en
la
educación
de
niños
con
síndrome
de
Down
nos
confirma
en
la
conveniencia
de
enseñarles
a
leer
a
edades
tempranas,
aunque
sea
necesario
esperar
más
tiempo
para
comenzar
con
la
escritura.
Un
niño
de
3
o
4
años
puede
reconocer
visualmente
palabras
y
atribuirles
su
significado,
mientras
que
será
imposible
que
a
esa
edad
pueda
escribirlas.
No
podrá
hacerlo
hasta
que
tenga
de
7
a
9
años,
como
mínimo.
No
nos
parece
razonable
que
se
pierdan
esos
años
de
aprendizaje
lector.
Además
de
esta
diferencia,
que
hace
referencia
al
cuándo
empezar,
hay
diferencias
en
el
cómo.
El
acercamiento
a
la
escritura
se
inicia
de
un
modo
opuesto
al
de
la
lectura.
En
la
lectura
se
comienza
con
una
palabra,
por
lo
tanto
con
un
grafismo
complejo,
cuyo
significado
se
le
dice
al
niño
quien
acepta
lo
y
lo
aprende
enseguida.
En
la
escritura
se
inicia
con
el
trabajo
gráfico
solo,
aprendiendo
y
practicando
los
trazos
más
elementales
y
simples,
que
no
tienen
ningún
significado
lingüístico.
Incluso,
cuando
el
niño
comienza
a
repasar
su
nombre
por
encima
de
las
líneas
de
puntos,
se
trata
más
de
un
estímulo
que
le
ayude
a
comprender
qué
es
escribir
y
de
animarle
en
todo
su
esfuerzo
grafomotor,
que
de
escribir
en
su
pleno
sentido.
Después
del
aprendizaje
en
el
trazado
de
diversas
líneas,
el
niño
aprende
el
trazado
de
las
letras,
una
por
una,
empezando
por
aquellas
que
tienen
menos
dificultades
para
ser
trazadas.
Después
se
inicia
el
trabajo
del
enlace
de
letras
para
escribir
las
primeras
sílabas.
En
cuanto
el
niño
es
capaz,
empieza
a
escribir
las
primeras
palabras.
Este
es
el
momento
en
el
que
comienzan
a
unirse
el
significado
y
el
significante.
Empieza
a
comprender
que
puede
comunicarse
y
transmitir
mensajes
por
escrito.
Durante
la
etapa
del
progreso
en
la
escritura
será
necesario
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
realice
un
gran
número
de
ejercicios
hasta
alcanzar
la
capacidad
de
organizarse
mentalmente
y
escribir,
sin
ayuda,
con
coherencia
y
claridad
sus
necesidades,
sus
deseos,
sus
sentimientos,
sus
experiencias
y
sus
ideas.
Las
dificultades
motrices
y
lingüísticas
afectan
claramente
al
lenguaje
escrito,
especialmente
cuando
es
manuscrito.
Con
los
nuevos
métodos
y
técnicas
de
enseñanza
y
con
la
ayuda
de
la
informática
están
produciéndose
cambios
favorables
muy
notables.
Hoy
en
día,
muchos
jóvenes
disfrutan
y
hacen
uso
habitual
del
ordenador
(computadora)
para
enviar
correos
y
escribir
diversos
textos.
Los requisitos necesarios para empezar a escribir con este método son:
1. que
el
niño
sea
capaz
de
sujetar
el
instrumento
de
escribir
entre
el
pulgar
y
los
otros
dedos
2. que
el
niño
sea
capaz
de
realizar
algunos
trazos
o
garabatos
siguiendo
con
la
mirada
los
movimientos
de
su
mano
3. que
el
niño
haya
comprendido
que
no
debe
rebasar
con
sus
trazos
la
superficie
del
papel.
Comienza
a
inhibirse,
controlando
sus
movimientos
y
frenando.
Desde
el
punto
de
vista
postural
y
motor,
la
tarea
de
escribir
es
evidentemente
mucho
más
complicada
que
la
de
leer.
Como
hemos
dicho,
exige
una
mayor
madurez
y
desarrollo
de
la
motricidad.
Si
a
ello
unimos
las
características
físicas
de
los
niños
con
síndrome
de
Down,
ya
descritas,
puede
comprenderse
la
importancia
fundamental
que
tiene
el
mobiliario.
Es
preciso
que
el
niño
pueda
adoptar
y
mantener
una
postura
correcta
durante
la
sesión.
Hay
que
facilitarle
la
estabilidad
del
tronco,
para
lo
cual
el
asiento
no
debe
estar
hundido
ni
ser
muy
blando.
El
fondo
del
mismo,
hasta
el
respaldo,
no
debe
se
ni
más
ni
menos
corto
que
la
longitud
del
muslo.
La
altura
del
asiento
debe
permitirle
el
apoyo
plantar,
con
las
piernas
flexionadas
en
ángulo
recto
a
la
altura
de
las
rodillas.
Si
no
llega
bien
al
suelo,
se
le
pondrá
un
soporte:
banquito,
caja
o
taco
de
madera,
debajo
de
los
pies.
Los
brazos
deben
apoyarse
con
naturalidad
sobre
la
mesa,
con
el
codo
flexionado
de
modo
que
brazo
y
antebrazo
no
queden
ni
muy
altos
ni
muy
bajos
(fig.
3.1).
Cuidando
estos
detalles
se
facilita
al
niño
que
pueda
mover
libremente
el
brazo
y
la
mano,
sin
perder
el
equilibrio,
sin
echarse
hacia
los
lados
o
hacia
adelante.
¡Se
escribe
con
la
mano
y
no
con
todo
el
cuerpo!
También
hay
que
controlar
la
distancia
y
posición
del
papel,
la
procedencia
de
la
luz
y
la
proximidad
de
un
compañero.
Todo
ello
deberá
facilitar
al
niño
la
postura
correcta
y
el
deslizamiento
fluido
del
brazo
y
de
la
mano
sobre
la
mesa
y
el
papel.
Mano
Frecuentemente
la
mano
de
los
niños
con
síndrome
de
Down
es
ancha,
con
dedos
cortos
y
con
una
implantación
baja
del
pulgar.
A
ello
suele
unirse
la
laxitud
ligamentosa
y
cierto
grado
de
hipotonía
muscular,
creando
dificultades
a
la
hora
de
asir
el
instrumento
de
un
modo
correcto.
En
las
etapas
iniciales,
se
intentará
que
el
niño
lo
agarre
de
tal
modo
que
puede
sujetarlo
con
índice
y
pulgar
y
deslizarlo
suavemente
sin
tensiones.
Es
importante
que
lo
sujete
de
forma
que
pueda
ver
la
punta
mientras
escribe.
Es
probable
que,
en
algunos
casos,
a
pesar
de
nuestros
intentos
y
de
su
entrenamiento,
los
niños
lo
sostengan
con
una
posición
que
llamaríamos
incorrecta.
Si
el
niño
escribe
así
con
comodidad,
con
soltura
y
con
precisión,
no
se
le
forzará.
Tal
vez
ha
descubierto
su
propia
posición
correcta,
dadas
sus
características
anatómicas
y
fisiológicas,
y
hace
adaptaciones
funcionales,
logrando
seguridad
y
eficacia
en
sus
actividades
manipulativas.
Los materiales
El
material
más
importante
es
el
instrumento
que
se
usa
para
escribir.
Es
preciso
elegir
el
más
adecuado
para
cada
uno
de
los
alumnos
en
función
de
sus
destrezas
manipulativas
y
de
la
tarea
a
realizar.
Inicialmente
lo
mejor
suele
ser
un
instrumento
grueso
y
no
muy
largo,
que
pese
poco.
El
mejor
es
el
lápiz.
Hay
lápices
cuya
madera
está
sin
barnizar
y
tienen
forma
hexagonal,
lo
cual
facilita
mucho
la
prensión
(fig.
3.2).
Además
hay
diversas
numeraciones
por
lo
que
puede
elegirse
aquella
que
marque
bien
el
papel,
sin
necesidad
de
apretar
mucho,
de
modo
que
también
sea
fácil
el
158
deslizamiento.
Las
pinturas
de
cera
gruesa
y
blanda
sirven
para
muchos
trazos
iniciales,
en
los
que
el
objetivo
es
aprender
la
dirección
o
el
control
e
inhibición
de
un
trazo.
Después
es
mejor
que
el
instrumento
tenga
una
punta
más
fina
que
el
alumno
puede
ver
bien
y
le
ayude
en
la
precisión
de
los
trazos.
Conforme
el
niño
progresa
en
su
evolución
neurológica
y
grafomotora,
podrá
asir
un
lápiz
más
delgado.
Se
cuidará
siempre
que
marque
suficientemente
sin
tener
que
apretar
mucho.
Para
ello
recomendamos
elegir
de
entre
los
lápices
para
dibujantes,
el
número
que
le
vaya
mejor
a
cada
alumno.
En
algunos
casos
pueden
utilizarse
los
adaptadores
para
lápices
que
se
encuentran
en
el
mercado,
de
modo
que
le
facilitan
la
prensión
correcta.
En
otros
casos,
puede
forrarse
el
lápiz
con
esparadrapo
o
cinta
adhesiva,
a
la
altura
que
el
niño
necesita
para
tenerlo
bien
entre
el
pulgar
y
el
índice.
Si
el
niño
tiende
a
moverlo
con
demasiada
velocidad,
se
elegirá
el
instrumento
que
se
agarre
más
al
papel.
En
este
caso
se
evitará,
por
ejemplo,
el
uso
de
los
bolígrafos
de
bola,
y
se
usarán
rotuladores
de
fieltro
o
lápices
con
mina
dura.
En
cuanto
al
papel
recomendamos
que
al
principio
éste
sea
sin
pauta:
ni
paralelas,
ni
cuadrículas.
Usando
papel
en
blanco,
sólo
con
las
líneas
y
dibujos
que
pone
el
profesor,
se
intenta
facilitar
al
alumno
la
percepción
de
la
figura
sobre
el
fondo.
Las
pautas
indican
siempre
una
limitación
espacial
que
puede
ser
una
dificultad
añadida.
Inicialmente
es
mejor
centrarse
en
un
solo
objetivo
en
cada
ejercicio.
Los
tamaños
y
los
espacios
limitados,
se
trabajarán
en
fases
posteriores,
en
función
de
la
evolución
y
progresos
del
niño.
La
hoja
debe
ser
al
menos
de
30
x
20
cm
con
el
fin
de
permitir
unos
trazos
amplios.
Aconsejamos
colocarla
en
posición
horizontal
para
facilitar
un
rastreo
visual
prolongado
de
izquierda
a
derecha
así
como
los
movimientos
de
la
mano.
Como
es
sabido,
los
brazos
de
los
niños
con
síndrome
de
Down
son
cortos
en
relación
con
el
tronco.
La
hoja
en
posición
vertical
puede
plantearles
dificultades,
porque
a
lo
mejor
no
ven
bien
y
no
llegan
con
su
mano
a
la
parte
superior.
AYUDAS
El
profesor
es
la
ayuda
fundamental
que
tiene
el
niño.
Debe
actuar
como
estimulador
y
facilitador
del
aprendizaje
de
su
alumno,
el
cual
es
el
protagonista.
Recordamos
lo
señalado
en
el
capítulo
2
en
relación
con
las
actitudes
del
educador.
Ayuda moral
La
escritura
manuscrita
es
una
tarea
ardua
para
la
mayoría
de
los
niños
con
síndrome
de
Down.
Esto
supone
que
necesita
ayudas
extras
para
no
desanimarse
y
realizar
todos
los
ejercicios
que
sean
necesarios.
¡Tantas
repeticiones!...El
talante
optimista
y
cordial
del
profesor
le
predispone
a
dar
gusto
y
a
esforzarse.
El
profesor
procurará
proporcionarle
el
mínimo
de
ayuda
necesario
para
evitar
su
desánimo
y
fracaso,
consiguiendo
el
máximo
progreso
a
través
de
las
ejecuciones.
159
Ayuda
verbal
y
física
El
profesor
iniciará
cada
una
de
las
tareas
con
una
explicación
verbal,
sencilla
y
entusiasta,
del
trabajo
a
realizar.
Hará
una
demostración
del
ejercicio
propuesto
para
facilitar
la
comprensión
del
mismo
por
parte
del
alumno.
Después
animará
al
niño
para
que
le
muestre
que
ha
comprendido
qué
debe
hacer.
Por
ejemplo:
el
niño
señalará
con
el
dedo
la
trayectoria
que
tiene
que
trazar.
Durante
la
tarea,
el
profesor
vigilará
para
que
el
niño
mantenga
buena
postura
y
para
que
siga
con
su
mirada
las
direcciones
que
se
señalan
o
se
trazan.
Al
principio,
si
el
niño
se
deja
y
no
lo
vive
como
una
invasión,
el
profesor
le
llevará
la
mano
en
los
nuevos
trazos
para
que
sienta
en
su
propia
mano
la
dirección
y
la
decisión
con
las
que
hay
que
hacer
cada
línea.
Es
suficiente
hacerlo
dos
o
tres
veces,
dejando
después
al
niño
que
lo
haga
solo.
Es
probable
que
durante
bastante
tiempo
sea
necesario
mantener
las
ayudas
verbales
durante
las
ejecuciones.
Sirven
de
guía,
de
orientación
y
de
aviso.
A
veces
serán
para
que
el
niño
frene
a
tiempo:
«cuidado...cuidado...
¡para!...
¡ya!».
Otras
será
para
marcarle
el
ritmo
del
movimiento:
«deprisa,
deprisa»,
para
que
el
niño
trace
una
línea
recta
con
decisión
y
sin
titubeos.
En
ocasiones,
por
el
contrario,
necesitará
ir
despacio,
por
ejemplo
cuando
traza
una
línea
dentro
de
un
laberinto
sin
levantar
el
lápiz
aunque
haya
cambios
de
dirección:
«siiigue...siiigue...».
En
el
trazado
de
letras
la
ayuda
verbal
puede
ser
para
indicarle
la
dirección
a
seguir:
«sube...sube,..da
la
vuelta...baja»,
«un
palo
para
abajo,
otro
echadito»...
Ayudas gráficas
Las
ayudas
gráficas
pueden
consistir
en
un
punto
rojo,
unos
dibujos
que
indican
el
lugar
de
iniciación
del
trazado
y
del
final,
unas
rayas
discontinuas
de
puntos,
que
le
orienten
sobre
la
forma
y
dirección,
o
unas
líneas
paralelas
que
le
indican
la
trayectoria
y
la
longitud.
En
las
tareas
nuevas
estas
ayudas
gráficas
están
puestas
en
el
papel
antes
de
que
el
niño
comience
su
trabajo,
para
que
con
esa
orientación
pueda
hacerlo
con
éxito.
Otras
veces
se
harán
sobre
la
marcha,
en
el
momento
en
el
que
se
ve
que
el
alumno
las
necesita
porque
tropieza
con
alguna
dificultad.
No
es
infrecuente
que
se
preparen
los
ejercicios
creyendo
que
el
niño
tiene
capacidad
para
ejecutarlos
sin
ayudas
gráficas
y,
sin
embargo,
en
el
momento
de
trabajar
se
ve
la
necesidad
de
hacer
alguna
adaptación.
Como
siempre,
conviene
actuar
con
flexibilidad
y
realizar
los
cambios
convenientes
ante
las
necesidades
y
demandas
del
alumno.
Esta
ordenación
se
hace
teniendo
en
cuenta
diferentes
criterios.
En
unos
momentos
interesa
seguir
uno
de
los
criterios
y
en
otros
momentos
otro.
Siempre
se
hace
paulatina
y
suavemente.
Al
principio
se
preparan
líneas
y
trazos
grandes,
ya
que
los
primeros
objetivos
van
encaminados
a
que
el
niño
aprenda
el
punto
de
inicio,
la
trayectoria
o
dirección
a
seguir
y
dónde
debe
acabar.
Lo
que
interesa
es
que
interiorice
una
dirección:
vertical,
horizontal,
inclinada
o
un
trazo.
Después
el
objetivo
será
que
aprenda
a
controlar
su
movimiento,
frenando
a
tiempo.
Cuando
haya
conseguido
dominar
esos
objetivos,
empezará
la
dificultad
de
la
reducción
del
tamaño
o
del
incremento
de
ejecuciones.
160
Otro
de
los
criterios
para
que
se
esfuerce
y
progrese,
es
el
de
ir
eliminando
las
ayudas
gráficas.
Poco
a
poco
se
eliminan
dibujos,
puntos
rojos,
paralelas
o
líneas
discontinuas
indicadoras
de
la
trayectoria.
Otra
forma
de
ayudarle
a
progresar
es
incrementar
el
tiempo
dedicado
a
escribir,
teniendo
cuidado
siempre
de
observar
si
se
le
produce
fatiga
física
y
psicológica
que
le
hagan
empeorar
las
ejecuciones.
Es
preciso
evitarlo
y
finalizar
en
el
momento
oportuno.
Conforme
progrese
el
niño
alternará
grafismos
distintos
en
la
misma
hoja
o
en
una
misma
línea.
Con
estos
cambios
el
niño
hace
un
magnífico
ejercicio
porque
tiene
que
esforzarse
en
la
atención,
en
la
percepción
y
en
la
producción
motora,
cambiando
de
dirección
o
de
tamaño
y
actuando
con
rapidez
ante
el
estímulo
visual.
El
profesor
debe
tener
claro
el
objetivo
u
objetivos
que
persigue
con
cada
una
de
los
ejercicios,
de
modo
que
no
exija
al
alumno
perfección
en
varios
frentes
a
la
vez.
Al
principio
será
mejor
que
sólo
programe
uno:
seguir
una
dirección,
frenar
a
la
llegada,
no
levantar
el
lápiz
del
papel.
Poco
a
poco,
podrá
exigir
varios
al
mismo
tiempo
teniendo
cuidado
de
no
sobrepasar
las
capacidades
psicológicas
y
neuromotrices
del
alumno.
INTRODUCCIÓN
En
la
actualidad
sabemos
que
las
personas
con
síndrome
de
Down
tienen
más
capacidad
para
un
conjunto
de
adquisiciones
académicas
de
las
que
se
suponía
hace
unos
años.
Para
que
esta
capacidad
pueda
desarrollarse
es
preciso
que
los
distintos
servicios
y
personas
que
giran
alrededor
de
un
niño
o
joven
con
síndrome
de
Down,
desde
que
nace
hasta
que
abandona
la
escuela,
estén
convencidos
de
que
tiene
derecho
y
posibilidades
de
participar
en
la
cultura
y
beneficiarse
de
un
modo
claro
y
objetivo
de
las
enseñanzas
escolares.
Con
este
convencimiento,
los
programas
de
atención,
desde
el
nacimiento
hasta
la
incorporación
al
mundo
laboral,
tendrán
en
cuenta
una
serie
de
objetivos
y
actividades
que
son
necesarios
para
facilitar
y
consolidar
el
aprendizaje
de
la
lectura
y
de
la
escritura.
Por
este
motivo,
aunque
describimos
tres
etapas
para
la
enseñanza
sistemática
de
la
escritura,
que
se
empiezan
en
el
momento
en
el
que
el
niño
sostiene
en
su
mano
un
instrumento
para
pintar,
damos
una
gran
importancia
a
la
preparación
previa
que
debe
hacerse
en
los
llamados
programas
de
Estimulación
precoz
o
Atención
Temprana.
Los
profesionales
que
atienden
a
los
niños
con
síndrome
de
Down
menores
de
3
años,
deben
tener
presentes
las
necesidades
de
ese
niño
que
poco
después
empezará
a
leer
y
a
escribir.
Por
este
motivo
damos
un
poco
más
adelante
unas
pequeñas
sugerencias
sobre
cómo
puede
hacerse
esa
preparación
previa
del
niño.
En la enseñanza sistemática de la escritura propiamente dicha distinguimos tres etapas.
La
primera
etapa
la
consideramos
previa
a
la
escritura
porque
los
objetivos
van
encaminados
a
lograr
el
dominio
de
los
trazos,
sin
hacer
letras
y
a
desarrollar
el
control
motor.
El
niño
aprende
y
practica
el
trazado
de
las
líneas
que
le
servirán
después
para
hacer
las
grafías.
Se
da
prioridad
a
los
aspectos
perceptivomotores
frente
a
los
lingüísticos.
161
La
segunda
etapa
es
la
llamada
de
iniciación
a
la
escritura
porque
el
alumno
empieza
a
trazar
las
letras
y
a
enlazarlas
formando
sílabas
y
palabras.
También
escribe
sus
primeras
frases.
Aunque
en
esta
etapa
sigue
dedicándose
especial
atención
a
los
aspectos
gráficos,
incluso
empezamos
a
hablar
ya
de
caligrafía,
se
trabajan
también
los
componentes
lingüísticos
del
lenguaje
escrito.
El
niño
empieza
a
transmitir
significados,
aunque
sean
tan
elementales
como
una
palabra
sola.
La
calidad
de
la
escritura,
desde
el
punto
de
vista
gráfico,
está
influida
por
varios
factores
que
quedan
resumidos
fundamentalmente
en
1. La
maduración
general
del
sistema
nervioso,
en
relación
con
el
conjunto
de
actividad
motora
2. El
desarrollo
general
en
relación
con
el
tono,
la
postura
y
la
coordinación
de
los
movimientos
3. El
desarrollo
de
la
motricidad
fina
o
habilidad
manual.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
tienen
dificultades
en
los
tres
apartados.
Los
programas
de
atención
temprana,
que
contemplan
al
niño
en
su
globalidad
y
que
le
ayudan
en
esa
maduración
general
del
sistema
nervioso,
deben
tener
en
cuenta
al
mismo
tiempo
las
necesidades
específicas
para
paliar
las
dificultades.
Los
resultados
de
los
diferentes
programas
de
intervención
muestran
que
se
producen
mejoras
concretas,
si
se
hacen
intervenciones
específicas.
No
basta
con
una
acción
global
de
carácter
físico,
para
lograr
que
el
niño
mejore
su
habilidad
manual.
En
relación
con
la
escritura,
sabemos
que
para
aprender
a
escribir
lo
mejor
es
hacer
ejercicios
de
escritura
y
practicarlos
con
regularidad.
Aprendemos
a
escribir,
escribiendo
y
mantenemos
una
buena
escritura,
si
escribimos.
Pero
el
niño
con
inmadurez,
especialmente
si
tiene
problemas
motores
como
sucede
con
los
que
tienen
síndrome
de
Down,
puede
estar
mejor
preparado
si
realiza
determinadas
actividades
y
ejercicios
encaminados
de
un
modo
directo
al
desarrollo
de
la
destreza
manual
y
a
mejorar
su
coordinación
motora.
162
Los
ejercicios
de
psicomotricidad
general
y
de
psicomotricidad
fina
en
particular,
son
una
ayuda
importante
para
la
evolución
del
niño.
Le
facilitan
la
propiocepción,
el
control,
la
tensión-‐relajación
voluntarias,
los
cambios
rápidos
de
postura
o
dirección,
etc.
El
niño,
poco
a
poco,
debe
progresar
en
el
conocimiento,
control
y
dominio
de
posturas
y
movimientos
globales
y
distales.
Para
ello
realizará
ejercicios
y
juegos
con
movimientos
audaces,
rápidos,
lentos,
suaves.
Realizará
cambios
de
dirección:
delante,
atrás,
a
los
lados,
en
ángulo,
giros
circulares
en
ambas
direcciones.
Tendrá
experiencias
de
impulso
y
parada.
Pensando
de
un
modo
concreto
en
la
escritura,
los
ejercicios
más
útiles
son
aquellos
que
fomentan
una
buena
coordinación
y
precisión
de
los
movimientos
y
de
la
oposición
de
los
dedos
pulgar-‐índice
y
pulgar
resto
de
los
dedos.
Son
convenientes
los
ejercicios
encaminados
a
la
independencia
y
segmentación
de
los
movimientos
de
los
dedos
con
referencia
a
la
mano,
de
la
mano
con
respecto
al
brazo
y
del
brazo
con
respecto
al
cuerpo.
Los
niños
y
jóvenes
con
síndrome
de
Down
frecuentemente
inician
los
movimientos
desde
el
hombro
para
realizar
actividades
en
las
que
es
suficiente
mover
el
codo
o
la
muñeca.
Suelen
poner
en
tensión
el
codo
y
la
muñeca,
en
lugar
de
tenerlos
relajados.
Con
ello,
no
sólo
el
resultado
de
su
acción
es
pobre,
sino
que
pueden
sentir
dolor
y
cansancio.
Entrenarse
en
juegos
como
las
de
tocar
el
xilófono
o
el
tambor,
con
la
muñeca
relajada
y
en
otras
actividades
como
dar
cuerda
o
enroscar,
para
lo
cual
deben
realizarse
movimientos
rotacionales
de
la
muñeca,
les
hace
comprender
que
es
mejor
evitar
las
contracciones
y
tensiones
innecesarias.
Deben
sentir,
experimentar,
que
se
cansan
menos
si
mueven
sólo
la
mano
y
no
todo
el
brazo
y
el
hombro.
Deben
notar
que
el
sonido
del
saxofón
es
mucho
más
bonito
y
se
mantiene
la
vibración
sonora
durante
más
tiempo
cuando
lo
tocan
sosteniendo
y
moviendo
el
macillo
con
la
muñeca
relajada,
en
lugar
de
tener
la
muñeca
rígida.
Al
mismo
tiempo
que
tienden
a
hacer
ese
tipo
de
contracturas,
su
postura
global
en
el
trabajo
de
mesa
puede
ser
incorrecta,
como
de
niño
«asténico»
que
se
deja
caer.
Pueden
buscar
mucho
apoyo
con
sus
brazos
o
inclinarse
demasiado
hacia
delante,
dejando
caer
la
cabeza.
A
veces
puede
parecer
que
no
ven
bien
y
es
preciso
comprobarlo.
Sin
embargo
es
probable
que
la
causa
no
esté
en
la
visión,
sino
en
la
hipotonía
muscular
generalizada,
en
la
laxitud
ligamentosa
o
en
la
movilidad
articular.
La
cabeza
pesa...,
los
músculos
de
la
espalda
no
están
muy
fuertes,
los
ligamentos
del
cuello
son
laxos,
hay
que
mirar
hacia
abajo,
acomodar
la
visión
al
estímulo
teniendo
en
cuenta
la
distancia...
¡demasiado
esfuerzo!
Al
final
hacen
una
adaptación
postural
de
carácter
funcional.
El
ejercicio
físico
habitual,
practicando
natación
u
otro
deporte,
ayudan
al
mantenimiento
de
una
buena
forma
física
global
que
mejora
las
posturas
y
la
resistencia
ante
un
esfuerzo
prolongado
de
carácter
postural
y
de
coordinación
motora.
163
escritura.
Con
este
objetivo
concreto
es
preciso
que
los
niños,
antes
de
los
4
años
hayan
realizado
actividades
variadas
que
favorezcan
la
destreza
de
la
mano.
Son
especialmente
recomendables
los
ejercicios
de
meter,
sacar,
empujar,
tirar,
enfilar,
rasgar,
amasar,
golpear,
teclear,
apretar,
enroscar,
desenroscar
y
enrollar.
Todos
ellos
sirven
para
desarrollar
la
precisión,
la
fuerza,
la
coordinación,
el
control
de
la
tensión
y
la
relajación.
Deben
aprender
a
realizar
un
impulso,
a
ejecutar
movimientos
rápidos,
lentos,
a
inhibirse
y
a
pararse.
Es
preciso
preparar
actividades
que
faciliten
que
el
niño
adopte
posiciones
segmentarias
más
distales
con
referencia
al
cuerpo,
primero
el
brazo,
después
la
mano,
y
finalmente
los
dedos.
Debe
aprender
a
eliminar
las
tensiones
innecesarias
que
tanto
pueden
obstaculizar
después
el
acto
de
escribir.
Debe
practicar
movimientos
rotacionales.
El
niño
debe
trabajar
con
las
dos
manos
para
lo
cual
se
elegirán
los
materiales
más
adecuados
y
variados
posible.
Unas
veces
se
prepararán
actividades
que
se
realizarán
con
ambas
manos
haciendo
lo
mismo
simultáneamente.
Por
ejemplo:
teclear
un
piano
de
juguete,
meter
y
sacar
objetos
pequeños
de
dos
recipientes
colocados
delante
de
cada
mano,
amasar
pasta
de
modelar
sobre
la
mesa
haciendo
una
bolita
o
una
culebra
con
cada
mano.
Otras
veces
realizará
la
misma
actividad,
pero
de
un
modo
alternativo:
primero
con
una
mano,
luego
con
la
otra.
Otras,
los
ejercicios
se
diseñarán
para
que
el
niño
realice
una
tarea
utilizando
ambas
manos
de
un
modo
coordinado,
en
diferente
dirección.
Por
ejemplo:
enroscar
una
tuerca
y
un
tornillo,
moviendo
los
dos
al
mismo
tiempo;
rasgar
un
papel
en
tiras
moviendo
una
mano
hacia
adelante
y
la
otra
hacia
atrás;
amasar
pasta
de
modelar
para
hacer
una
bola
para
hacer
una
serpiente
usando
las
palmas
de
las
dos
manos.
En
otras
ocasiones,
la
tarea
se
realizará
con
las
manos,
una
de
ellas
será
la
dominante
y
la
otra
hará
de
apoyo
o
sujeción.
Por
ejemplo:
poniendo
un
tapón
de
rosca
en
un
frasco,
metiendo
piezas
pequeñas
por
los
orificios
de
una
cajita,
coloreando
un
papel,
enrollando
una
madeja
de
lana
gruesa.
En
todas
ellas
una
mano
sujeta
el
frasco,
la
cajita,
el
papel
o
el
ovillo,
y
la
otra
realiza
la
acción.
Durante
la
etapa
de
atención
temprana
el
niño
debe
tener
muchas
oportunidades
de
ejercitarse.
Necesita
desarrollar
en
ambas
manos
la
habilidad,
la
destreza,
la
fuerza
y
la
precisión.
Conforme
el
niño
madura
y
evoluciona,
el
profesor
observará
cuál
de
las
dos
manos
va
mostrándose
como
la
dominante.
Algunos
niños
con
síndrome
de
Down
tardan
más
tiempo
que
el
promedio
de
los
niños
sin
síndrome
de
Down
en
mostrar
claramente
si
son
diestros
o
zurdos.
Por
eso
es
preciso
que
los
educadores
fomenten
y
estimulen
el
uso
de
las
dos.
En
el
momento
de
iniciar
la
enseñanza
sistemática
de
la
escritura,
debería
saberse
con
seguridad
si
el
niño
es
diestro
o
zurdo.
En
caso
de
duda
,
porque
el
niño
muestra
una
preferencia
y
habilidad
semejantes
en
ambas
manos,
se
le
enseñará
a
escribir
con
su
mano
derecha.
Desde
que
el
niño
es
capaz
de
mantenerse
sentado
en
una
silla,
con
suficiente
control
del
tronco
para
realizar
actividades
manipulativas
sobre
una
mesa,
está
maduro
para
empezar
a
pintar.
Se
intentará
que
comience
con
pintura
de
dedos,
teniendo
en
cuenta
que
algunos
niños
la
rechazan.
Conviene
respetar
al
niño
y
no
forzarle
a
realizar
lo
que
le
molesta
y
que
en
sí
mismo
no
es
imprescindible.
Para
muchos
niños
es
estimulante
el
uso
de
esponjitas
untadas
de
pintura
o
de
pinceles
gruesos,
y
brochas.
Con
esos
materiales,
consiguen
un
resultado
muy
vistoso,
con
poco
esfuerzo.
Pronto
se
ofrecerá
al
niño
un
rotulador
grueso
o
una
pintura,
también
gruesa,
de
cera
blanda.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
tienen
que
hacer
bastante
esfuerzo
para
mantener
un
instrumento
con
sus
dedos
y
manejarlo
con
soltura,
por
lo
que
es
preciso
que
se
vean
compensados
con
un
resultado
llamativo.
Por
esto
recomendamos
un
rotulador
grueso
que
puede
sujetarse
con
facilidad,
especialmente
si
tiene
forma
hexagonal,
y
que
marca
el
papel
sólo
con
apoyarlo.
Si
al
niño
se
le
entrega
una
pintura
delgadita
y
dura,
y
tiene
que
apretar
mucho
para
que
pinte
o
el
color
es
tan
desvaído
que
apenas
se
ve,
es
muy
probable
que
pierda
el
interés
por
la
actividad
de
pintar.
El
profesor
estimulará
al
niño
con
su
propio
ejemplo
y
entusiasmo.
Hará
de
modelo,
iniciando
la
tarea
y
animando
al
niño
a
imitarle.
Si
es
preciso
le
prestará
ayuda
física.
Los
objetivos
de
las
primeras
sesiones
son:
1)
que
el
niño
descubra
qué
es
pintar,
hacer
rayas
y
garabatos;
2)
que
es
él,
con
el
instrumento,
el
causante
de
un
efecto
tan
bonito
y
llamativo,
y
3)
que
siga
con
la
mirada
los
movimientos
de
su
mano.
Inicialmente
tal
vez
agarre
el
instrumento
con
el
puño.
Con
suavidad
se
le
ayudará
y
enseñará
a
sujetarlo
entre
el
pulgar
y
el
resto
de
los
dedos.
Los
primeros
movimientos
serán
poco
controlados,
incluso
rebasando
los
límites
del
papel
o
cartulina.
Con
un
poco
de
práctica,
aprenderá
a
inhibirse
a
tiempo
para
no
pintar
en
la
mesa.
En
cuanto
el
niño
haya
superado
esos
objetivos,
se
fomentará
que
prolongue
su
acción
de
garabatear
unos
segundos.
Se
le
animará
a
realizar
varios
trazados
seguidos
sin
levantar
la
pintura
del
papel.
Para
muchos
niños
es
eficaz
ofrecerles
una
lámina,
con
un
dibujo
bonito
para
colorear.
Obviamente
en
esta
etapa
no
se
le
pide
que
haga
un
rellenado
de
color,
respetando
los
bordes.
Sólo
es
un
estímulo
para
que
al
garabatear
durante
un
tiempo
prolongado,
se
ejercite
más
en
el
control
de
sus
movimientos.
Algunos
niños
con
síndrome
de
Down
disfrutan
desde
pequeños
con
estas
actividades,
aunque
manifiesten
pronto
su
cansancio.
Sin
embargo,
hay
niños
que
a
los
4
años
aún
las
rechazan.
Como
aconsejamos
siempre,
es
conveniente
estimular,
animar
para
que
el
niño
haga
con
gusto
aquello
que
creemos
que
le
sirve
de
ayuda,
pero
en
ningún
caso
hay
que
forzar
e
imponer.
El
niño
tendrá
sus
motivos
para
rechazar
la
tarea.
Probablemente
la
laxitud
ligamentosa,
la
hipotonía
muscular,
la
falta
de
control
de
la
postura
o
la
dificultad
de
coordinación
de
los
movimientos
son
la
causa
de
sus
problemas
para
una
tarea
que
en
sí
misma
es
bastante
compleja
porque
requiere
mucha
destreza
y
madurez.
A
lo
mejor
todavía
prefiere
pintar
con
los
dedos
o
con
pinceles
gruesos
o
esponjas.
165
A
veces
será
oportuno
dejar
pasar
un
tiempo
antes
de
presentarle
de
nuevo
este
tipo
de
actividades.
Poco
a
poco
los
niños
con
síndrome
de
Down
garabatean
y
colorean
de
un
modo
semejante
al
resto
de
los
niños,
aunque
con
diferencias
en
el
tiempo.
Se
le
estimulará
a
realizar
todo
tipo
de
garabatos
y
trazados.
En
cuanto
el
niño
se
sienta
cómodo
con
su
pintura,
se
le
pedirá
que
haga
algunas
imitaciones
de
trazos
muy
sencillos
ejecutados
ante
él
por
el
profesor,
como
una
raya
vertical,
horizontal
o
un
trazo
circular.
Las
condiciones
ambientales
serán
las
que
siempre
hemos
recomendado.
En
primer
lugar,
captar
la
atención
del
niño
diciéndole:
Si
el
niño
no
es
capaz
de
hacerlo,
el
profesor
le
llevará
la
mano,
siempre
que
el
niño
lo
acepte.
Por
supuesto,
no
se
pretende
que
haga
un
trazo
exactamente
igual
en
sus
dimensiones,
sino
que
se
pretende
enseñar
una
dirección
determinada.
Estas
actividades
imitativas,
que
no
deben
ser
muy
reiterativas,
pueden
simultanearse
con
ejercicios
de
coloreo
de
dibujos
atractivos
que
sean
grandes
y
cuyos
contornos
sean
gruesos
y
muy
destacados.
Al
niño
se
le
entrega
una
pintura
gruesa,
de
cera
blanda,
que
le
permita
la
tarea
de
rellenado
sin
sufrir
cansancio
y
dolor
en
la
mano.
Los
dibujos
deben
ser
grandes
para
estimular
al
niño
a
realizar
movimientos
amplios
y
relajados,
sin
tensión
en
la
muñeca
y
en
los
dedos.
Si
los
dibujos
son
pequeños
o
si
se
le
exige
que
no
rebase
los
límites,
se
le
puede
provocar
una
inhibición
de
los
movimientos
fluidos
y
deslizantes
necesarios
para
la
escritura.
El
temor
a
salirse
de
los
bordes
puede
llevarle
a
tener
miedo,
a
hacer
tensiones,
con
el
resultado
de
trazos
cortitos,
entrecortados,
apretando
mucho
sobre
el
papel.
Todo
lo
contrario
de
lo
que
le
conviene
para
escribir.
Lo
interesante
es
que
realice
movimientos
sueltos,
deslizantes,
de
ida
y
vuelta,
con
suavidad,
sin
levantar
la
pintura
del
papel.
Un
niño
entrenado
así,
está
preparado
para
iniciar
las
actividades
de
la
preescritura.
Es
indudable
que
deberá
continuar
con
las
actividades
de
pintura
y
dibujo
que,
según
nuestro
criterio,
deberán
mantenerse
durante
los
años
escolares.
No
sólo
porque
el
valor
que
tienen
en
sí
mismas
para
el
desarrollo
de
las
capacidades
artísticas
y
creativas
del
niño,
sino
porque,
además,
le
ayudan
a
mejorar
sus
habilidades
perceptivo-‐manipulativas.
El
profesor
responsable
del
programa
de
lectura
y
escritura,
iniciará
el
método
sistemático
de
enseñanza-‐aprendizaje
de
la
escritura,
recomendando
que
el
niño
siga
dibujando
y
pintando
en
otros
momentos
del
día.
El
objetivo
general
de
esta
etapa
es
que
el
alumno
desarrolle
las
habilidades
perceptivas
y
motrices
para
trazar
todo
tipo
de
líneas
necesarias
para
hacer
más
adelante
las
primeras
letras
y
enlazarlas.
1. Sostenga el instrumento de escribir del modo más adecuado para controlar y ver los trazos que realiza.
166
2. Sea
capaz
de
trazar
de
modo
automático,
en
la
dirección
correcta,
todo
tipo
de
líneas.
El
niño
debe
saber
dónde
comenzar
el
trazo,
qué
trayectoria
seguir
y
hacerlo
habitualmente.
3. Controle
sus
movimientos
manuales
de
modo
que
puede
inhibirse
a
tiempo
para
no
sobrepasar
los
límites
señalados
para
cada
uno
de
los
trazos.
4. Adquiera
una
destreza
manipulativa
para
el
trazado
que
le
permita
ajustarse
a
las
rayas
de
puntos
o
líneas
discontinuas
de
los
trazos,
sin
perder
la
soltura
del
movimiento.
5. Copie
de
un
modelo
diversas
líneas
y
grafismos:
vertical,
horizontal,
cruz,
círculo,
montaña,
ola,
etc.
6. Trace
al
dictado,
sin
modelo,
las
líneas
y
grafismos
que
se
le
indiquen:
línea
vertical,
horizontal,
inclinada,
ondulada,
la
cruz,
el
uno,
el
círculo,
varias
montañas
seguidas,
una
línea
ondulada,
etc.
En
esta
etapa
es
muy
importante
enseñar
al
niño
desde
el
principio
la
dirección
correcta
de
cada
trazo.
Se
hace
así
para
ayudarle
a
interiorizar
los
trazados
y
facilitarle
el
enlace
posterior
de
las
letras,
escribiendo
hacia
la
derecha,
como
es
el
sistema
de
nuestro
lenguaje
escrito.
Con
el
aprendizaje
de
la
dirección
correcta
se
economizan
movimientos
y
esfuerzo,
ganándose
en
claridad
y
legibilidad
de
la
letra.
Se
adquiere
con
más
facilidad
el
automatismo
motor
que,
como
hemos
dicho,
deja
libre
el
pensamiento
para
el
mensaje
a
transmitir.
En
principio,
las
direcciones
que
habitualmente
conviene
respetar
son
de
arriba
abajo
y
de
izquierda
a
derecha.
Como
luego
explicaremos,
el
trazado
del
círculo
conviene
hacerlo
en
la
dirección
que
después
facilitará
escribir
la
a,
y
la
d,
enlazándolas
con
las
letras
que
se
escriban
a
continuación,
por
lo
tanto
debe
trazarse
en
el
sentido
opuesto
al
de
las
agujas
del
reloj.
El
orden
de
aprendizaje
de
los
trazos
de
preescritura
no
difiere,
a
grandes
rasgos,
del
que
es
habitual
para
el
resto
de
los
alumnos
en
edad
pre-‐escolar.
Las
diferencias
que
nosotros
aconsejamos
están
más
en
relación
con
el
tamaño
de
los
trazos,
con
un
mayor
número
de
pasos
intermedios
que
son
más
sencillos,
que
están
graduados
con
más
ejercicios
y
con
algunas
ayudas
gráficas.
Por
último,
el
niño
con
síndrome
de
Down
necesita
realizar
mayor
número
de
ejecuciones
que
otros
niños
para
interiorizar
y
ser
capaz
de
trazar
automáticamente
los
diferentes
grafismos.
Cada
profesor
preparará
las
láminas
que
su
alumno
necesite.
En
relación
con
los
cuadernos
de
preescritura,
preparados
para
niños
sin
dificultades,
que
se
utilizan
en
la
escuela
común,
raramente
pueden
usarse
sin
adaptaciones
con
los
niños
con
síndrome
de
Down.
La
mayoría
siguen
un
orden
de
dificultad
muy
rápido.
Algunos
tienen
demasiadas
ejecuciones
en
cada
página,
que
fatigan
al
niño,
otros
tienen
un
tipo
de
trazados
muy
difíciles
o
muchas
líneas
juntas
que
el
niño
no
percibe
bien.
Aconsejamos
consultarlos,
entresacar
ejercicios
o
ideas
y
hacer
algunas
adaptaciones
que
casi
siempre
consisten
en
eliminar
algún
trazado
y
en
hacer
ampliaciones
de
otros.
Nuestro
consejo
es
que
tomando
ideas
de
este
libro,
se
preparen
para
cada
niño
sus
hojas,
de
escritura
y
se
modifiquen
según
sean
sus
progresos
y
sus
dificultades.
Las
hojas
pueden
fotocopiarse
con
la
ayuda
del
ordenador
(computadora)
o
fotocopiadora
a
color
para
que
el
alumno
repita
los
ejercicios
con
material
bien
presentado.
OBJETIVOS
167
Trazos
verticales
El
primer
trazo
que
enseñamos
al
niño
es
el
vertical
porque
la
posición
de
la
mano
durante
la
ejecución
permite
ver
el
punto
de
partida,
la
trayectoria
y
el
punto
de
llegada.
Este
trazo
supone
sólo
un
desplazamiento
del
brazo.
Las
primeras
hojas
de
trabajo
se
preparan
teniendo
en
cuenta
los
objetivos
perceptivos
y
el
vocabulario
de
imágenes
que
el
niño
conoce.
Se
ponen
3
dibujos
en
la
parte
superior
de
la
hoja
y
otros
3
iguales
en
la
parte
inferior.
Ficha 203
Se
llama
la
atención
del
niño
sobre
los
dibujos
y
se
hace
una
lectura
de
los
mismos,
haciendo
algún
comentario
oportuno,
como
por
ejemplo:
—¡Mira, aquí también hay un autobús, un globo y un jersey!
—El
autobús
y
el
autobús
son
iguales.
¡Vamos
a
hacer
una
raya
del
autobús
al
autobús!
¡Mira
cómo
lo
hago
yo!»
El
profesor,
que
habitualmente
está
sentado
enfrente
del
alumno,
traza
la
raya
en
la
dirección
correcta
empezando
por
el
dibujo
de
la
parte
superior
y
acabando
la
línea
al
llegar
al
dibujo
igual
de
la
parte
inferior.
El
alumno
estará
mirando
atentamente.
Después
se
le
invita
a
que
haga
igual
con
el
segundo
dibujo.
Para
comprobar
que
ha
entendido,
se
le
puede
decir
que
siga
con
su
dedo
la
trayectoria
o
se
le
ayuda
a
hacerlo.
Después
se
le
entrega
el
lápiz
o
la
pintura
para
que
ejecute
el
trazo.
Si
se
siente
inseguro,
el
profesor
puede
llevar
su
mano
suavemente.
El
tercer
trazado
debe
hacerlo
solo.
Puede
suceder
que
el
alumno
inicie
la
línea
y
después
levante
la
mano
y
el
brazo,
separando
el
lápiz
del
papel,
para
ver
el
dibujo
de
llegada.
Hay
que
enseñarle
a
no
hacerlo,
fijándose
en
qué
sitio
están
los
dibujos
antes
de
iniciar
las
líneas
En
las
primeras
sesiones,
si
el
niño
es
pequeño,
no
será
capaz
de
inhibir
el
gesto
para
frenar
a
la
llegada
y
es
probable
que
rebase
el
dibujo
y
el
papel.
Se
le
puede
ayudar
de
diversas
maneras:
1. Colocando
la
mano
del
profesor
encima
de
la
del
niño,
sin
tocarle,
hasta
el
momento
en
el
que
va
a
llegar
y
entonces
le
sujetará
suavemente
la
mano
para
frenarle.
2. Con
ayuda
gráfica
y
verbal,
poniendo
una
línea
roja
y
gruesa
debajo
de
los
dibujos,
advirtiéndole
que
es
peligro
y
no
debe
pisarse:
"por
aquí
no
se
puede
pasar...".
168
Ficha 204
3. Con
ayuda
física,
sosteniéndole
suavemente
la
mano
para
darle
el
ritmo
necesario
durante
el
trazado
y
frenar
a
la
llegada
apretándole
un
poquito.
4. Con
ayuda
verbal
«¡siiigue,
siiigue..!
¡cuidado,
cuidado..!
¡para!».
Poco
a
poco
el
niño
interiorizará
el
frenado
y
calculará
en
qué
momento
debe
interrumpir
el
movimiento.
La
presentación
del
trazo
vertical
puede
hacerse
también
con
rayas
discontinuas
entre
los
dibujos
a
unir
o
con
paralelas
que
sirven
para
indicar
gráficamente
la
raya
que
hay
que
ejecutar.
Conforme
el
niño
progresa,
automatizando
el
trazado
de
líneas
y
frenando
a
tiempo,
se
aumenta
el
número
de
ejercicios
y
se
disminuye
el
tamaño
de
los
dibujos.
Ficha 205
Después
los
dibujos
se
eliminarán
y
se
sustituyen
por
puntos
de
color.
También
se
disminuye
la
longitud
de
las
líneas.
Por
último
se
le
presentan
líneas
de
distinta
longitud
en
la
misma
hoja
para
que
mejore
su
atención,
su
percepción
y
su
producción
en
función
de
las
diferencias
de
los
estímulos,
Ficha 206
evitando
que
se
deje
llevar
de
un
movimiento
global
de
la
mano
de
un
modo
automático,
sino
que
ejerce
un
control
en
función
del
estímulo
que
ve.
Como
hemos
dicho,
conviene
animar
al
niño
para
169
que
haga
un
trazo
controlado
pero
decidido,
procurando
que
su
mano
esté
relajada,
sin
rigidez
ni
contractura
n
los
dedos
o
en
la
muñeca.
Trazos horizontales
Para
los
niños
diestros
este
ejercicio
tiene
la
dificultad
de
que,
con
su
mano
derecha,
van
tapando
la
trayectoria
a
seguir
y
el
dibujo
o
punto
de
llegada.
Necesitan
más
control
y
coordinación
visuo-‐motora
que
para
el
trazado
vertical.
Los
alumnos
zurdos
pueden
ver
el
punto
de
llegada,
pero
es
costoso
para
ellos
el
deslizamiento
hacia
la
derecha
y
suelen
adoptar
posturas
incorrectas.
También
es
probable
que
quieran
cambiar
el
papel
de
posición.
Conviene
insistir
con
suavidad
en
la
postura
y
en
la
correcta
posición
del
papel
para
que
se
acostumbren
desde
el
principio
a
aquellos
hábitos
que
les
facilitarán
escribir
después
con
soltura
y
con
buena
letra.
En
relación
con
el
incremento
de
las
dificultades,
se
seguirán
criterios
semejantes
a
los
del
trazado
de
líneas
verticales.
En
el
momento
en
el
que
el
niño
es
capaz
de
trazar
una
línea
vertical
y
otra
horizontal,
se
iniciará
el
trazado
de
la
cruz.
Sorprende
ver
que
los
niños
con
síndrome
de
Down,
a
pesar
de
ser
capaces
de
trazar
una
línea
horizontal
y
otra
vertical,
no
son
capaces
de
trazar
una
cruz
con
modelo
o
con
imitación
secuencial.
Algunos
tardan
mucho
en
hacerla
de
un
modo
espontáneo.
Es
preciso
enseñarles
a
que
practiquen.
Algunos
niños
deben
trazar
muchas,
con
diferentes
ayudas
de
carácter
gráfico
y
verbal,
antes
de
ser
capaces
de
hacerlas
de
un
modo
automático,
al
dictado.
Las
ayudas
que
se
preparan
son
semejantes
a
las
que
el
niño
se
ha
acostumbrado
al
hacer
la
raya
vertical
o
la
horizontal,
trazando
una
línea
que
una
a
los
dibujos
iguales,
o
siguiendo
la
trayectoria
marcada
con
puntitos
o
el
camino
señalado
por
paralelas.
Ficha 207
170
Trazado
de
ángulos
y
cuadrados
Los
ángulos
presentan
la
dificultad
del
cambio
de
dirección.
Frecuentemente
los
niños
hacen
una
curva
en
la
esquina
para
mantener
la
continuidad
de
línea
o
levantan
el
lápiz
al
acabar
la
primera
línea
y
después
trazan
la
segunda,
con
lo
cual
no
hacen
un
trazado
continuo.
Se
debe
enseñar
al
niño
a
no
levantar
el
lápiz,
a
pararse
en
el
ángulo
e
iniciar
desde
ahí
el
cambio
de
dirección.
Son
útiles
la
ayuda
gráfica
de
un
punto
rojo
en
la
esquina
y
la
ayuda
verbal:
«¡quieto!&rquo;.
Con
un
poco
de
práctica
y
en
poco
tiempo
podrán
retirarse
las
ayudas
y
el
niño
hará
los
ángulos
con
sus
esquinas.
Si
se
quiere,
se
pueden
preparar
algunas
letras
mayúsculas
de
imprenta,
para
que
el
alumno
vaya
trazándolas
aunque
no
las
haya
aprendido
todavía
en
el
programa
de
lectura;
por
ejemplo
la
I,
L,
F,
E,
H,
T.
Después
se
le
enseñará
a
trazar
el
cuadrado.
Siempre
se
le
exigirá
que
respete
la
dirección
correcta:
se
empieza
por
la
izquierda
y
se
traza
de
arriba
abajo
y
de
izquierda
a
derecha.
Se
hace,
en
primer
lugar,
el
ángulo
de
abajo
de
la
izquierda
y
se
levanta
el
lápiz
para
iniciar
la
línea
de
arriba
que
va
hacia
la
derecha
formando
el
ángulo
superior.
Ficha 208
Con
los
niños
que
escriban
con
su
mano
izquierda
se
tendrá
más
cuidado
porque
les
es
más
difícil
que
a
los
diestros.
Se prepararán los ejercicios del mismo modo que los de las líneas verticales y horizontales,
Ficha 209
171
con
dibujos
de
tamaño
grande.
Conforme
avanza
el
niño,
que
lo
hace
rápido,
se
ponen
líneas
punteadas
que
sirvan
de
orientación
y
puntos
destacados
para
el
inicio
y
fin
de
cada
línea.
En
cuanto
sea
posible,
porque
el
niño
es
capaz
de
adaptar
su
postura
y
movimiento
para
este
tipo
de
líneas,
se
le
enseñará
a
trazar
el
1
y
varias
letras
mayúsculas
(N,
M,
V)
de
modo
que
vea
la
utilidad
de
su
esfuerzo.
Así,
además,
aprenderá,
repasará
y
consolidará
otros
aprendizajes.
Con
la
combinación
de
líneas
inclinadas
el
niño
comenzará
a
realizar
trazados
continuos,
Ficha 210
para
los
cuales
la
mano
debe
ir
deslizándose
hacia
la
derecha,
al
mismo
tiempo
que
hace
el
cambio
de
dirección
sin
levantar
el
lápiz.
Es
un
buen
entrenamiento
para
la
escritura
de
palabras.
Los
niños
pequeños,
en
la
etapa
del
garabateo,
suelen
realizar
trazados
circulares
continuados,
sin
intención
aún
de
hacer
un
círculo
o
una
pelota.
Con
frecuencia
esos
movimientos
circulares
se
ejecutan
de
derecha
a
izquierda,
empezando
por
abajo
y
terminando
arriba
a
la
izquierda.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
también
suelen
hacerlo
así,
aunque
más
tarde
que
los
otros
niños.
Es
un
buen
ejercicio
de
rotación,
que
será
útil
dominarlo
por
lo
que
supone
de
destreza
manual
y
de
movimientos
útiles
para
la
escritura.
Sin
embargo,
conviene
enseñar
al
niño
que
haga
esos
movimientos
en
la
dirección
que
interesa
para
el
trazado
y
enlace
de
las
letras.
Como
hemos
dicho,
empezando
por
arriba
a
la
derecha
y
girando
en
el
sentido
opuesto
a
las
agujas
del
reloj,
para
terminar
en
el
lado
derecho.
Cuando
el
niño
haya
adquirido
cierta
soltura
haciendo
esos
movimientos
circulares
continuos
en
la
dirección
que
se
le
enseña,
puede
empezar
a
trazar
el
círculo.
La
mayoría
de
los
niños
con
síndrome
de
Down
pueden
ejercitarse
en
el
trazado
de
rayas
verticales,
horizontales
y
del
círculo
en
la
misma
etapa.
No
es
preciso
esperar
a
que
el
niño
domine
unas
líneas
y
las
haga
perfectas
para
empezar
con
otras.
Al
principio
se
elige
el
tamaño
del
círculo
que
coincide
más
o
menos
con
el
que
le
sale
al
niño
de
modo
espontáneo.
Se
hace
así
para
adaptarse
a
las
capacidades
neuromotrices
del
niño,
porque
los
objetivos
iniciales
son
el
movimiento
circular
en
la
dirección
señalada
y
el
cierre
o
inhibición
del
movimiento
en
el
punto
final.
En
el
caso
del
círculo
coinciden
el
punto
de
inicio
y
de
final.
Ese
punto
se
marca
con
rojo
para
que
el
alumno
lo
perciba
bien
y
sepa
dónde
tiene
que
empezar
y
dónde
tiene
que
terminar.
La
hoja
debe
ilustrarse
con
globos
circulares
o
pelotas,
para
motivar
al
niño
y
para
que
capte
qué
tiene
que
hacer.
172
Ficha 211
También
pueden
ponerse
los
círculos
con
líneas
de
puntos,
que
no
tienen
la
finalidad
de
que
el
niño
las
repase
por
encima,
ya
que
intentará
hacer
un
movimiento
cortito,
tenso,
tratando
de
unir
los
puntitos,
sino
que
se
ponen
sólo
para
que
perciba
visualmente
la
forma
a
hacer
y
eso
ayude
a
su
producción
motora.
Otro
modo
de
preparar
la
hoja
de
trabajo
es
poner
un
círculo
de
modelo
y
debajo
sólo
los
puntos
rojos
con
un
trocito
del
círculo
iniciado
que
sirva
de
guía
de
la
dirección
a
seguir
en
cada
uno
de
los
círculos.
Si
se
deja
sólo
el
punto,
muchas
veces
el
niño
va
hacia
abajo,
cambiando
por
tanto
la
dirección
adecuada.
Los
primeros
círculos
pueden
salirle
irregulares
en
la
forma
y
en
el
tamaño.
Más
grandes
o
más
pequeños
que
lo
indicado
en
la
hoja.
No
tiene
importancia,
porque
lo
que
se
pretende
es
que
adquiera
el
movimiento
y
sepa
frenar
a
tiempo.
Si
es
preciso
se
le
llevará
la
mano
para
que
sienta
el
movimiento
y
la
parada
y
aprenda
a
hacerlo
relajado,
sin
tensión
en
las
articulaciones.
Cuando
el
niño
sea
capaz
de
trazar
el
círculo
y
la
cruz,
puede
realizar
ejercicios
de
atención.
Se
preparan
láminas
en
las
que
hay
varios
dibujos,
uno
de
los
cuales
se
presenta
realzado.
El
niño
debe
rodear
con
el
círculo
los
que
son
como
el
modelo
y
tachar
con
la
cruz
los
que
son
diferentes.
Ficha 212
Ficha 213
173
El
trazado
de
semicírculos,
en
sus
diferentes
posiciones,
se
inicia
cuando
el
niño
ha
adquirido
cierta
soltura
haciendo
los
círculos.
Conviene
que
se
ejercite
en
semicírculos
individuales
antes
de
realizar
ondas
continuadas,
porque
es
más
difícil.
Los
semicírculos
estarán
preparados
con
raya
discontinua
y
se
señalará
con
un
punto
rojo
el
sitio
de
inicio
y
fin.
Ficha 214
Cuando
el
niño
haya
realizado
unas
cuantas
ejecuciones,
se
le
pondrán
de
modelo
los
semicírculos,
en
sus
diferentes
posiciones
para
que
los
copie
debajo.
Después
irán
quitándose
los
puntos
rojos.
Cuando
se
observe
que
el
niño
ha
evolucionado
en
la
habilidad
para
las
curvas,
se
le
prepararán
hojas
con
líneas
onduladas
de
un
lado
al
otro,
para
que
las
trace
sin
levantar
el
lápiz
del
papel.
Ficha 215a
Ficha 215b
En
las
primeras
líneas
onduladas
seguidas,
lo
más
probable
es
que
el
niño
haga
una
línea
recta
o
picos.
Exige
mucho
control
de
movimiento,
porque
hay
subidas,
bajadas
y
rotaciones
parciales.
174
Después
podrán
realizarse
bucles
individuales.
Más
adelante
seguidos
y
al
principio
serán
todos
del
mismo
tamaño.
Con
frecuencia
se
observará
que,
a
veces,
el
niño
no
hace
el
cruce
de
la
línea.
Conviene
llevarle
la
mano,
despacio,
para
que
se
dé
cuenta
y
entienda
que
no
se
trata
de
repasar
los
puntitos
de
la
hoja,
sino
que
se
trata
de
hacer
unos
bucles
seguidos,
cruzando
las
líneas
por
encima
para
seguir
trazándolos
hacia
la
derecha
de
la
hoja.
Con
el
objetivo
de
facilitar
el
deslizamiento
a
la
derecha,
los
cambios
sencillos
de
dirección
y
una
mejoría
de
la
coordinación
visuomanual
de
izquierda
a
derecha,
se
preparan
hojas
de
trabajo
atractivas
con
caminos.
Pueden
ser
un
niño
o
una
niña
que
tiene
que
ir
a
su
casa
a
tomar
algo,
o
un
coche
que
va
a
al
garaje...
El
camino
se
hace
con
líneas
paralelas
con
bastante
separación,
inclinadas,
un
poco
onduladas
o
quebradas.
Ficha 216
A
veces
conviene
pintar
el
paisaje,
dejando
el
camino
en
blanco,
para
que
destaque
bien
sobre
el
fondo
y
el
niño
pueda
hacer
una
mejor
interiorización
de
la
trayectoria.
Las
curvas
y
picos
iniciales
no
serán
muy
pronunciados,
porque
el
niño
no
podrá
respetar
esos
límites
y
su
raya
saldría
fuera...
El
trazado
debe
hacerlo
continuo,
sin
separar
el
lápiz
o
pintura
del
papel.
El
mismo
caminito,
puede
recorrerse
cuatro
o
cinco
veces:
cada
una
con
un
color
que
permita
analizar
en
qué
sitios
hay
dificultad.
Poco
a
poco
se
complicarán
las
trayectorias
y
se
estrechará
el
camino.
Ficha 217
Otro
modo
de
trabajar
los
cambios
de
dirección
es
el
de
poner
distintos
tipos
de
líneas
que
el
niño
debe
repasar
por
encima
con
una
pintura
gruesa
de
color
diferente
al
que
tiene
la
trayectoria
dibujada.
175
Ficha 218
Los
profesores
podrán
encontrar
ideas
bonitas
en
los
cuadernos
comerciales
y
en
internet.
Cada
profesor
elegirá
el
orden
a
seguir,
la
frecuencia
y
el
número
de
ejercicios
que
su
alumno
necesita.
La
preescritura
es
fundamentalmente
un
aprendizaje
y
entrenamiento
visuomotor,
facilitador
de
la
escritura
propiamente
dicha.
Algunos
niños
con
síndrome
de
Down
muestran
dificultades
tan
notables
que
necesitan
repetir
muchas
hojas
para
dominar
un
trazo.
¡A
veces
un
niño
de
6
años
ha
tardado
1
año
en
hacer
el
1
sin
ayuda!
Otros
alumnos
con
buena
habilidad
deberán
hacer
pocos
ejercicios
o
saltarse
algunos
sin
practicar,
con
resultados
notablemente
mejores.
Consideramos
que,
aunque
algunas
personas
con
síndrome
de
Down
mayores
nunca
van
a
tener
una
buena
letra,
todas
deben
practicar
mucho
cuando
son
niños
para
adquirir
soltura
y
escribir,
con
poco
esfuerzo,
con
una
letra
legible.
Si
la
mecánica
del
movimiento
está
adquirida,
la
mente
puede
ocuparse
de
pensar
en
el
mensaje
a
escribir,
como
hemos
afirmado
anteriormente.
Es
un
buen
momento
para
que
el
niño
practique
el
trazado
de
los
números.
Deben
prepararse
láminas
en
las
que
haya
un
número
de
dibujos
que
corresponden
a
la
cifra
que
se
traza.
Aunque
es
un
trabajo
de
escritura
y
no
de
cálculo,
conviene
que
el
niño
mantenga
el
concepto
de
cantidad
atribuida
a
ese
dígito.
Los
números
deben
aprenderse,
al
igual
que
el
resto
de
los
trazados,
de
un
modo
determinado
que
facilite
su
ejecución
y
su
claridad:
punto
de
inicio
y
dirección
concreta.
Ficha 219
Los
niños
disfrutan
mucho
cuando
se
dan
cuenta
de
qué
fácil
es
hacer
el
8
si
lo
inician
como
un
2
que,
al
final,
se
cruza
con
una
raya
hacia
arriba
y
a
la
izquierda.
176
También
disfrutan
con
la
ayuda
verbal
que
se
les
da
para
que
recuerden
cómo
hacer
el
5:
«un
palo
que
baja....
una
barriga....un
sombrero...»;
aunque
no
sea
preciso
el
lenguaje,
les
divierte
oírlo
y
les
ayuda
a
interiorizar
el
trazado.
RESUMEN
Durante
esta
primera
etapa
el
niño
ha
trabajado
fundamentalmente
el
desplazamiento
del
brazo
cuando
traza
los
palotes
en
las
líneas
verticales,
horizontales
e
inclinadas.
Practica
el
movimiento
rotacional
parcial
con
su
mano
y
dedos
en
el
trazado
de
las
curvas.
Inicia
movimientos
rotacionales
completos
en
el
encadenamiento
de
los
trazos
en
espiral.
Estos
trazados
le
sirven
para
practicar
los
cambios
de
dirección
o
giros
hacia
la
izquierda
mientras
el
movimiento
de
conjunto
se
mantiene
hacia
la
derecha.
Es
probable
que
el
niño
tenga
todavía
bastantes
dificultades
en
los
trazados
en
espiral
enlazados,
por
lo
que
deberá
seguir
practicándolos
durante
la
segunda
etapa
del
programa
de
escritura.
En
conjunto,
las
actividades
y
ejercicios
durante
la
llamada
etapa
de
preescritura
sirven
al
alumno
para
tener
un
control
de
la
prensión,
presión
y
deslizamiento
del
instrumento
de
escribir.
Practica
e
interioriza
el
punto
de
comienzo
de
cada
una
de
las
líneas.
Interioriza
la
dirección
adecuada,
iniciándose
en
los
giros
hacia
la
izquierda
manteniendo
al
mismo
tiempo
el
desplazamiento
del
trazado
general
hacia
la
derecha.
Controla
el
tamaño
de
los
trazos
y
longitud,
anchura
y
altura.
Como
es
lógico
deducir,
el
niño
tiene
ya
una
buena
preparación
para
el
aprendizaje
del
trazado
de
las
letras
y
de
sus
enlaces
o
uniones.
No
es
necesario
esperar
a
que
haga
perfectas
todas
las
líneas
de
la
primera
etapa,
para
iniciar
el
trabajo
de
la
segunda
en
la
que
el
objetivo
fundamental
es
el
aprendizaje
de
las
grafías.
INTRODUCCIÓN
Los
niños
pequeños
con
síndrome
de
Down
que
han
aprendido
a
leer
a
edades
tempranas,
han
practicado
la
composición
de
frases
con
las
palabras
escritas
previamente
en
cartulinas.
También
han
realizado
un
gran
número
de
ejercicios
de
formación
de
palabras
con
las
sílabas
que
estaban
ya
escritas
en
cartulinas
pequeñas
o
en
etiquetas
autoadhesivas.
Con
esos
ejercicios,
el
niño
ha
comprendido
qué
es
componer
un
texto
escrito,
una
frase,
a
partir
de
sus
elementos
más
simples
como
palabras
o
sílabas.
Ha
memorizado
muchas
sílabas
de
uso
frecuente.
La
mayoría
de
los
niños
que
son
capaces
de
realizar
estas
tareas
alrededor
de
los
6
años,
no
tienen
capacidad
para
escribir
manualmente
todo
lo
que
leen
y
componen.
El
objetivo
de
la
segunda
etapa
del
método
de
escritura
es
que
el
niño
aprenda
el
trazado
de
cada
una
de
las
letras
del
alfabeto,
el
enlace
o
unión
de
letras
en
sílabas
y
la
formación
de
palabras
y
primeras
frases.
A
pesar
de
todas
las
dificultades
que
conlleva
el
aprendizaje
de
la
escritura
de
las
letras,
creemos
que
el
niño
con
síndrome
de
Down
debe
empezar
a
ejercitarse
relativamente
pronto.
Sucede
como
en
otras
áreas
del
desarrollo
que,
aunque
es
cierto
que
no
se
logran
ciertas
adquisiciones
y
destrezas
hasta
que
se
alcance
la
madurez
suficiente,
esta
madurez
se
adquiere
antes
y
mejor
si
se
realizan
177
ejercicios
adecuados
con
buena
práctica
y
suficiente
repetición.
No
basta
con
esperar
pasivamente
a
que
en
un
niño
con
síndrome
de
Down
surja
la
madurez
por
sí
sola.
Es
una
realidad,
comprobada
con
muchas
experiencias
que,
de
algún
modo
la
función
es
capaz
de
crear
el
órgano.
Los
partidarios
de
la
letra
cursiva
o
enlazada
la
defienden
porque
se
escribe
con
más
rapidez,
la
palabra
se
percibe
como
una
unidad,
se
promueve
un
estilo
propio
y
personal,
y
no
es
fácil
que
se
produzcan
confusiones
perceptivas
por
que
las
letras
se
diferencian
claramente
entre
sí.
Sin
embargo,
es
cierto
que
los
rasgos
de
las
letras
que
son
complejos,
hacen
difícil
el
aprendizaje
y
dominio
de
su
trazado.
Los
cambios
de
dirección
que
es
preciso
realizar
en
muchas
letras,
manteniendo
la
dirección
correcta
y
realizando
un
trazado
continuado
hacia
la
derecha,
exigen
mucha
práctica.
A
pesar
de
estos
inconvenientes,
nosotros
proponemos
que
en
nuestro
contexto
cultural
se
enseñe
a
escribir
a
los
niños
con
síndrome
de
Down
con
la
letra
cursiva.
Además
de
las
razones
generales
señaladas
más
arriba,
es
preciso
tener
en
cuenta
que
es
el
tipo
de
letra
que
aprenden
los
niños
en
las
escuelas
españolas.
Actualmente
hay
en
España
muchos
textos
escolares
y
cuentos
para
las
primeras
etapas
que
están
impresos
en
letra
cursiva.
Pero
quizás,
la
razón
más
importante
es
que
es
el
tipo
de
letra
que
hacen
los
adultos
en
sus
textos
manuscritos.
Consideramos
que,
siempre
que
sea
posible,
los
niños
con
síndrome
de
Down,
al
igual
que
otros
niños
con
discapacidad
intelectual,
deben
aprender
las
tareas
tal
y
como
van
a
realizarlas
después.
A
la
larga
es
más
efectivo,
aunque
se
emplee
más
tiempo
en
el
aprendizaje.
Hacer
cambios
después,
implica
muchas
veces
volver
a
empezar,
especialmente
en
tareas
de
coordinación
motriz,
tan
complejas.
Como
explicamos
en
el
método
de
lectura,
utilizamos
esta
letra
desde
el
principio
precisamente
para
facilitar
al
niño
su
percepción
y
memorización
que
le
facilitarán
la
escritura
de
las
palabras.
Al
escribir
podrá
evocar
las
formas
que
con
tanta
facilidad
y
rapidez
reconoce
cuando
las
ve.
La
elección
de
la
letra
cursiva
nos
obliga
a
ser
extremadamente
cuidadosos
en
la
preparación
de
los
trabajos
y
en
el
modo
de
enseñar
a
los
niños
para
hacer
que
la
tarea
les
sea
lo
más
asequible
posible.
Por
este
motivo,
cada
una
de
las
letras
debe
carecer
de
adornos,
rabitos
y
vueltas
que
sean
innecesarios
y
que
compliquen
el
modo
de
escribirla.
A
veces
el
palo
vertical
de
la
d
la
hace
parecida
a
una
l
o
en
la
q
se
añade
una
rayita
en
la
línea
vertical
que
no
hace
falta.
Cuanto
más
sencillas
sean
las
letras,
mejor.
Conviene
observar
a
cada
niño
para
comprobar
si,
a
pesar
de
este
consejo
general,
es
mejor
hacer
algún
adorno
que
facilite
al
niño
el
trazado
de
formas
claramente
distintas
entre
unas
letras
y
otras.
178
Por
ejemplo,
si
se
le
enseña
una
r
sin
giro
al
final
de
la
primera
línea
que
sube,
el
niño
puede
trazarla
casi
como
una
s,
o
si
la
v
tampoco
tiene
una
vueltecita
antes
de
la
línea
que
va
a
servir
para
enlazar,
el
niño
puede
trazar
la
u
y
la
v
de
un
modo
igual.
Durante
la
fase
de
aprendizaje,
el
alumno
debe
tener
ante
sí
modelos
que
estén
muy
bien
hechos
y
que
siempre
sean
idénticos.
Es
preciso
tener
en
cuenta
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
necesitan
mucho
tiempo
y
bastantes
repeticiones
de
ejercicios
para
lograr
la
interiorización
de
las
grafías.
Si
cada
vez
que
repasan
o
copian
una
letra,
ésta
se
presenta
con
diferente
forma,
con
más
o
menos
adornos,
se
le
confunde
y
se
retrasa
el
aprendizaje
de
su
trazado
automático.
Otra
de
las
ventajas
de
modelos
buenos
para
copiar
es
que
desde
el
principio
se
trabaja
la
caligrafía.
A
pesar
de
las
dificultades,
vale
la
pena
esforzarse
para
que
el
alumno
tenga
una
letra
clara
y
bonita.
Con
los
primeros
modelos,
además
de
interiorizar
las
grafías
y
aprender
el
modo
de
trazarlas,
se
da
cuenta
de
las
proporciones,
de
la
separación
entre
letra
y
letra
y
de
que
no
debe
amontonarlas
ni
separarlas
demasiado.
Conforme
van
adquiriendo
soltura,
incluso
teniendo
modelos
idénticos,
los
alumnos
evolucionan
y
desarrollan
su
modo
peculiar
de
escribir,
tienen
su
propia
letra
personal.
Si
se
observa
que
el
alumno
hace
una
letra
difícil
de
leer,
se
le
propondrá
que
haga
ejercicios
de
caligrafía
para
mejorarla
y
facilitar
así
su
legibilidad.
Sin
embargo,
debe
respetarse
su
propio
estilo
de
escribir.
Con
esto
queremos
decir
que
el
alumno
mayorcito,
que
es
ya
escritor,
no
realizará
planas
de
caligrafía
propias
de
un
niño
pequeño
que
está
empezando.
Pero
sí
se
le
animará
para
que
se
esfuerce
por
mejorar
y
hacer
más
clara
y
bonita
su
propia
letra.
OBJETIVOS
El
objetivo
general
de
la
segunda
etapa
es
que
el
alumno
trace
todas
las
letras
del
alfabeto,
sea
capaz
de
unir
las
letras
formando
sílabas
y
palabras
y
escriba
las
primeras
frases.
Para
lograrlo,
se
trabaja
poco
a
poco,
teniendo
en
cuenta
los
objetivos
específicos
en
los
que
procurará
que
el
alumno:
1. Repase
con
ayuda
su
nombre
escrito
con
líneas
de
puntos.
2. Trace
sin
ayuda
las
vocales
que
tiene
su
nombre.
3. Trace
sin
ayuda
las
consonantes
de
su
nombre.
4. Trace
sin
ayuda
la
mayúscula
inicial
de
su
nombre.
5. Repase
correctamente
sin
ayuda,
su
nombre
escrito
con
líneas
de
puntos.
6. Escriba
su
nombre
copiándolo
de
un
modelo.
7. Escriba
su
nombre,
sin
modelo,
de
un
modo
claro
y
legible.
8. Trace
todas
las
vocales
9. Trace
todas
las
consonantes.
10. Trace
las
diferentes
combinaciones
de
consonante
y
vocal
enlazadas
formando
sílabas
directas.
11. Complete
palabras
escribiendo
las
sílabas
que
faltan.
12. Escriba
palabras
sencillas
copiándolas.
13. Escriba
palabras
con
2
sílabas
directas
sin
modelo.
14. Escriba
palabras
de
sílabas
directas.
15. Escriba
palabras
con
una
sílaba
directa
y
otra
trabada.
179
16. Escriba
palabras
que
tengan
una
sílaba
inversa.
17. Escriba
palabras
que
tengan
un
grupo
consonántico.
18. Escriba
cualquier
palabra
que
se
le
dicte.
19. Escriba
palabras
que
él
piense:
completando
frases,
contestando
preguntas,
haciendo
listados,
etc.
20. Escriba
frases
sencillas.
Esta
lista
de
objetivos
específicos
puede
servir
de
orientación
para
el
orden
a
seguir,
pero
es
preciso
utilizarla
con
gran
flexibilidad.
Por
ejemplo,
en
los
primeros
objetivos
puede
suceder
que
para
un
niño
sea
más
fácil
y
motivador
escribir
otras
palabras
que
no
sean
su
propio
nombre,
porque
a
lo
mejor
es
tan
largo
y
las
letras
que
contiene
pueden
ser
tan
difíciles
de
trazar,
que
será
recomendable
empezar
con
otras
palabras
más
fáciles
de
escribir.
Otro
ejemplo
es
que
el
objetivo
19
puede
trabajarse
con
frases
muy
sencillitas
en
cuanto
el
niño
escribe
2
o
3
palabras.
También
sucede
que
el
enlace
de
letras
para
formar
sílabas
debe
empezarse
a
trabajar
antes
de
que
el
niño
haya
aprendido
a
trazar
todas
las
letras
del
alfabeto.
Como
explicaremos
luego,
en
cuanto
aprende
la
m,
la
a
y
la
p,
se
le
enseña
a
enlazarlas.
Muy
poco
después
debe
escribir
mamá
y
papá.
Aconsejamos
hacer
uso
de
la
flexibilidad
y
sentido
común
para
actuar
siempre
en
beneficio
del
progreso
y
motivación
del
alumno.
Es
preciso
evitar
frustraciones
y
pérdida
de
tiempo.
El
aprendizaje
se
hace
lentamente,
letra
a
letra,
de
una
en
una.
Como
hemos
dicho,
salvo
que
haya
motivos
para
empezar
con
otra
palabra,
aconsejamos
iniciar
con
el
nombre
del
niño.
Si
no
es
muy
complicado
de
aprender,
es
muy
motivador
que
pueda
escribirlo
cuanto
antes
en
sus
hojas
de
trabajo.
Esto
puede
hacerlo
aunque
aún
no
sepa
escribir
en
sentido
propio.
Cada
día
se
puede
empezar
la
sesión
de
escritura
con
el
ejercicio
de
repasar
su
propio
nombre,
para
después
escribirlo
en
su
hoja
de
trabajo.
El
niño
hará
lo
que
buenamente
pueda.
Al
principio
será
como
un
garabato,
luego
como
un
dibujo
aprendido
y
realizado
con
irregularidad,
se
verán
líneas
hacia
arriba
y
hacia
abajo
y
a
lo
mejor
no
se
reconocen
grafías.
Lo
importante
es
que
el
niño
capta
qué
es
escribir
y
realiza
ejercicios
motores
facilitadores
de
la
escritura.
Con cada una de las letras, el primer objetivo es que el alumno inicie el trazo en el lugar correcto
Ficha 220
180
Ficha 221
Ficha 222
y
realice
el
movimiento
en
la
dirección
adecuada
que
le
permite
hacer
la
forma
de
la
letra.
Debe
terminarla
a
la
derecha
para
facilitar
el
enlace
con
la
siguiente.
Desde
el
principio
se
le
enseñará
a
trazar
las
letras
sin
levantar
el
lápiz
del
papel.
Se
prepara
una
hoja
de
papel
en
cuya
parte
superior
está
escrito
el
nombre
del
niño,
(la
letra,
la
sílaba
o
la
palabra
en
su
caso),
en
tamaño
grande,
Ficha 223
con
rotulador
rojo
de
punta
gruesa.
Debajo
se
escribe
de
nuevo
el
nombre,
(letra,
sílaba
o
palabra),
con
línea
de
puntos
o
trazo
discontinuo.
El
objetivo
es
que
el
niño
haga
un
ejercicio
de
repasar
por
encima.
El
profesor
llevará
la
mano
del
niño
para
dirigirle
en
los
giros
y
movimientos
de
desplazamiento
y
para
evitar
que
levante
la
mano.
Poco
a
poco,
el
niño
se
da
cuenta
de
que
no
se
181
trata
de
dibujar,
sino
que
es
necesario
trazar
de
un
modo
determinado.
Después
del
ejercicio
de
repasar
por
encima,
se
le
puede
decir
al
niño
que
lo
copie.
Al
principio
le
saldrá
sólo
un
garabato
ilegible,
pero
el
movimiento
de
desplazamiento
con
las
subidas
y
bajadas
imitando
la
acción
de
escribir
su
nombre,
es
un
buen
ejercicio
de
entrenamiento.
A
continuación
se
empezará
la
enseñanza
del
trazado
de
las
vocales
que
tiene
el
nombre
del
niño.
Se
elige
la
más
sencilla
o
más
significativa.
En
la
parte
superior
de
una
hoja
se
escribe
cuatro
o
cinco
veces
la
vocal
elegida.
Como
ya
hemos
dicho,
se
hará
con
rotulador
rojo
de
punta
gruesa.
Ficha 224
Las
letras
estarán
trazadas
con
la
máxima
perfección
posible,
igualadas
entre
sí
en
cuanto
a
los
rasgos
y
al
tamaño.
Serán
suficientemente
grandes
como
para
que
el
niño
perciba
con
claridad
la
forma,
los
rasgos
y
se
dé
cuenta
de
la
dirección
a
seguir.
Debajo
de
cada
letra
se
escribe
otra
del
mismo
tamaño,
con
líneas
de
puntos.
Puede
usarse
otro
color
y
grosor
para
trazarla.
Se
señala
con
un
punto
grueso,
que
destaque
bien,
el
sitio
exacto
en
el
que
hay
que
apoyar
la
punta
del
lápiz
para
iniciar
el
trazo.
Las
primeras
vocales
las
trazará
llevado
de
la
mano
del
profesor
si
lo
acepta
de
buen
grado.
En
el
momento
en
el
que
el
niño
haya
interiorizado
la
dirección
y
tenga
cierto
control
del
movimiento
trazando
la
letra
de
forma
automática,
empieza
a
limitarse
el
espacio
con
paralelas
para
que
escriba
las
letras
entre
ellas.
El
objetivo
de
esta
limitación
espacial
es
que
el
niño
trace
las
letras
de
un
tamaño
semejante
y
proporcionado.
Inicialmente
el
espacio
entre
las
paralelas
tendrá
la
suficiente
anchura
como
para
que
el
niño
trace
las
letras
del
mismo
tamaño
que
lo
ha
hecho
en
el
papel
sin
pautas.
Se
preparan
3
filas
de
paralelas.
Ficha 225
En
la
fila
superior
el
profesor
escribe
las
letras
modelo.
En
la
segunda
fila
se
preparan
las
letras
escritas
con
líneas
de
puntos
para
que
el
niño
las
repase,
destacando
con
un
punto
el
lugar
de
inicio.
La
tercera
fila
es
como
la
segunda,
pero
sin
la
ayuda
gráfica
del
punto
que
señala
el
sitio
en
el
que
se
comienza
el
trazado.
El
alumno
debe
esforzarse
y
recordarlo.
182
Después
de
realizar
varias
láminas
el
niño
será
capaz
de
trazar
esa
letra
con
seguridad
y
rapidez,
siguiendo
la
dirección
correcta.
En
ese
momento
puede
dejarse
en
blanco
una
de
las
filas
de
paralelas,
sin
las
letras
hechas
con
líneas
de
puntos.
Sólo
se
señala
el
lugar
de
comienzo
de
cada
letra.
Ficha 226
Poco
a
poco
se
disminuye
la
anchura
de
las
paralelas
y
se
observa
cuál
es
el
tamaño
más
adecuado
para
un
buen
resultado,
en
función
de
la
evolución
neuromotriz
del
alumno.
Hay
que
tener
cuidado
porque
si
hay
poco
espacio,
rebasará
los
límites.
Si
hay
un
espacio
grande,
su
grafía
quedará
pequeña
y
desigual
y
no
se
conseguirá
que
interiorice
un
tamaño
semejante
para
el
mismo
tipo
de
letras,
que
en
este
caso
son
las
vocales.
Durante
bastante
tiempo
será
necesario
que
el
alumno
se
ejercite
en
el
trazado
de
cada
letra
en
hojas
de
trabajo
que
tengan
cuatro
filas
de
paralelas.
La
primera
fila
es
para
el
modelo
que
pone
el
profesor,
la
segunda
es
para
las
letras
hechas
con
líneas
de
puntos,
la
tercera
se
deja
sin
ayudas
gráficas
para
que
el
niño
muestre
cómo
va
aprendiendo
a
hacerlo
solo,
y
la
última
fila
se
prepara
con
letras
hechas
con
línea
discontinuas
para
que
el
niño
las
repase,
terminando
así
la
tarea
con
un
resultado
aceptabe.
Ficha 227
El
trabajo
de
aprendizaje
de
las
consonantes
se
hace
de
un
modo
semejante.
Se
empieza
con
las
consonantes
que
tiene
el
nombre
del
alumno.
183
Ficha 228
Después
se
eligen
aquellas
que
se
trazan
con
facilidad
y
que,
además,
se
encuentran
con
mayor
frecuencia
en
las
palabras
que
el
niño
lee
con
soltura,
por
ejemplo
m,
p,
t,
l,
c,
n,
d,
s.....
Ficha 229
Esto permite realizar algunas tareas en las que la lectura y la escritura se refuerzan mutuamente.
Se
dejan
para
el
final
las
letras
más
difíciles
de
trazar
por
sus
giros,
como
la
g,
j,
f.
Por
último
se
practican
las
de
muy
poco
uso
en
español
como
la
k,
x
y
w.
Los
pasos
a
seguir
son
semejantes
a
lo
explicado
para
el
aprendizaje
de
las
vocales:
1)
repaso
de
la
consonante
trazada
con
líneas
discontinuas
en
papel
sin
pautas,
con
modelo
realzado
en
la
parte
superior;
2)
repaso
de
la
letra
escrita
entre
paralelas
con
línea
de
puntos;
3)
copia
de
la
letra-‐modelo,
con
la
ayuda
gráfica
de
un
punto
que
señale
el
lugar
de
comienzo;
4)
trazado
de
la
letra
sin
ayuda.
Para
las
letras
altas
como
la
l,
t,
b,
se
preparan
paralelas
con
3
líneas
y
2
espacios,
pueden
ser
de
7
y
5
mm.
Ficha 230
184
El
espacio
de
arriba
será
más
ancho
que
el
de
abajo.
La
línea
superior
puede
hacerse
más
gruesa
o
de
color
diferente
a
las
otras.
El
objetivo
de
esa
línea
es
ayudar
al
niño
para
la
ejecución
de
un
trazo
más
largo
hacia
arriba,
que
debe
tocar
la
línea,
sin
sobrepasarla
antes
de
seguir
hacia
abajo.
Si
la
letra
es
la
l,
es
muy
fácil
que
el
giro
lo
haga
antes
de
tiempo,
sin
trazar
lo
suficiente
hacia
arriba,
por
lo
que
la
letra
no
se
hace
alta
y
parece
una
e,
Algo
semejante,
pero
que
se
muestra
con
mayor
evidencia,
sucede
con
las
letras
g,
j.
También
para
ellas
se
ponen
3
líneas
paralelas,
dejando
2
espacios.
El
espacio
inferior
tiene
que
ser
más
ancho.
La
línea
de
abajo
es
la
que
debe
destacar
más
por
su
grosor
o
color.
Ficha 231
El
objetivo
es
que
sirva
de
ayuda
para
que
el
niño
continúe
el
trazo
vertical
hasta
tocarla,
antes
de
hacer
el
giro.
Este
giro
suelen
hacerlo
con
tanta
rapidez
que
queda
la
letra
corta.
Es
curioso
que
incluso
puede
verse
esta
particularidad
al
analizar
la
caligrafía
de
las
personas
mayores
con
síndrome
de
Down
que
escriben
con
soltura.
Para
la
letra
f,
se
ponen
cuatro
líneas
paralelas,
con
tres
espacios.
El
superior
e
inferior
deben
ser
iguales
de
anchos,
y
el
de
en
medio
más
estrecho.
Ficha 232
A
pesar
de
esta
ayuda
gráfica
es
frecuente
observar
que
el
trazo
alto
llega
hasta
la
línea
superior,
pero
que
les
resulta
más
difícil
que
el
trazo
bajo
llegue
hasta
la
línea
de
abajo.
Cuando
se
prescinde
de
las
paralelas,
se
ve
generalmente
que
ambos
rasgos
los
trazan
con
diferente
longitud.
Algunos
niños
con
síndrome
de
Down
pueden
aprender
mejor
a
trazar
las
letras
y
a
escribir
con
papel
cuadriculado.
Los
cuadritos,
si
se
ven
bien
y
son
de
un
tamaño
adecuado,
(5
ó
6
mm.
de
lado
al
principio
y
nunca
menores
de
4
mm.),
pueden
ser
una
buena
referencia
para
el
tamaño
y
anchura
de
cada
letra
y
para
la
separación
entre
unas
y
otras.
La
cuadrícula
es
una
gran
ayuda
para
tener
mejor
letra.
Sin
embargo
hay
niños
que
tienen
dificultades
con
ella
por
los
problemas
perceptivos
de
figura-‐
fondo.
Otros
niños
tienen
dificultades
porque
el
esfuerzo
de
coordinación
visuomotora
y
de
control
185
para
ajustarse
a
los
cuadritos,
está
por
encima
de
sus
capacidades.
Conviene
hacer
pruebas
con
cada
alumno
antes
de
adoptar
o
rechazar
el
papel
cuadriculado
como
modo
de
trabajar
la
caligrafía.
Algo
parecido
sucede
con
la
anchura
que
deben
tener
las
paralelas
que
se
preparan
para
cada
alumno.
Siempre
se
adaptarán
al
momento
evolutivo
y
a
la
capacidad
del
alumno,
facilitándole
la
escritura
y
no
complicándosela
con
mayor
o
menor
anchura
de
la
que
es
buena
para
él.
Los
modelos
de
letra
que
ofrecemos
en
esta
obra
son
muy
adecuados
y
están
ampliamente
experimentados.
Pueden
elaborarse
otros
con
ayuda
de
internet
o
de
cuadernos
impresos
de
escritura.
Una
vez
más,
cada
profesor
elegirá
lo
mejor
para
su
alumno
en
función
de
sus
características
propias.
Ficha 233
Este
aprendizaje
lleva
bastante
tiempo
en
sus
comienzos.
A
la
dificultad
de
recordar
y
hacer
cada
grafía,
se
añade
la
de
la
de
tenerlas
que
unir
con
una
línea
que
es
un
poco
diferente
en
función
de
la
vocal
que
va
detrás.
El
movimiento
general
debe
hacerse
todo
seguido,
sin
levantar
el
lápiz
del
papel.
Las
mejores
estrategias
que
facilitan
la
tarea
del
alumno
son
la
preparación
de
sílabas
grandes
para
repasar
y
llevarle
la
mano
en
los
primeros
ejercicios.
De
este
modo
siente
los
movimientos
semirrotatorios
que
tiene
que
hacer
sin
levantar
el
lápiz.
Después
el
niño
hará
las
grafías
sólo
con
las
ayudas
verbales
como:
«siiigue...
siiigue...,
más,
más...
hasta
la
raya
roja...
vuelve...
baja...
haz
el
rabito»
o
cualquier
otra
indicación
verbal
que
le
ayude
a
seguir
los
movimientos
adecuados.
El
trabajo
de
enlace
con
las
primeras
letras
puede
hacerse
pesado
hasta
que
el
niño
adquiere
soltura
suficiente,
porque
requiere
bastante
tiempo.
Sin
embargo,
luego
se
recupera
porque
aprende
rápidamente
a
enlazar
el
resto
de
las
letras
formando
las
sílabas.
186
Consideramos
fundamental
que
el
niño
interiorice
y
trace
las
sílabas
de
forma
casi
automática
porque
es
lo
que
más
va
a
ayudarle
para
escribir
después
con
facilidad.
Cuando
oye
una
palabra,
percibe
los
sonidos
de
las
sílabas
y
no
los
de
las
letras
aisladas.
Al
mismo
tiempo
que
la
oye,
asocia
esa
palabra
con
la
imagen
visual
de
la
misma
que
ha
aprendido
a
reconocer
con
el
método
de
lectura.
Por
este
motivo
insistimos
en
la
conveniencia
de
que
el
niño
se
ejercite
mucho
enlazando
letras
para
formar
sílabas,
aunque
haya
que
dedicarle
bastante
tiempo
a
esta
tarea.
Con
suficiente
práctica,
el
niño
evocará
con
rapidez
las
formas
gráficas
que
corresponden
a
los
sonidos
y
adquirirá
la
habilidad
manual
suficiente
para
trazarlas
con
soltura.
PRIMERAS
PALABRAS
Las
primeras
palabras
que
el
niño
puede
repasar
y
copiar
son
aquellas
cuya
sílaba
se
repite,
como
sucede
con
papá
y
mamá.
También
puede
hacerlo
con
palabras
fáciles,
de
tres
letras,
como
pie
y
pan.
Estas
palabras
serán
las
que
comience
a
escribir
al
dictado
y
de
un
modo
espontáneo,
sin
modelo,
porque
puede
aprenderlas
con
rapidez.
Conforme
aprenda
el
trazado
de
más
consonantes,
practicará
su
enlace
con
vocales
formando
sílabas
y
aprendiéndolas
de
memoria.
Esto
le
servirá
para
repasar
y
copiar
mayor
número
de
palabras.
Durante
el
proceso
de
aprendizaje
lector,
el
niño
ha
trabajado
mucho
con
las
sílabas,
completando
y
formando
palabras.
Se
ha
acostumbrado
a
nombrar
las
sílabas,
a
veces
jugando
a
lotos
y
otras
veces
a
memorys.
Esa
interiorización
silábica
debe
practicarla
cuando
escribe
uniendo
las
letras,
porque
le
sirve
de
gran
ayuda
para
saber
cómo
tiene
que
formar
las
palabras
escritas.
Es
muy
útil
que
realice
ejercicios
completando
palabras
con
las
sílabas
que
faltan.
Se
prepara
una
lámina
con
varios
dibujos,
cuyos
nombres
contengan
una
sílaba
igual.
Los
primeros
ejercicios
tendrán
esa
sílaba
en
la
posición
final
de
cada
palabra.
Se
trata
de
facilitar
al
niño
la
evocación
de
la
sílaba
a
escribir
porque
al
mirar
el
dibujo
y
decir
la
palabra
correspondiente,
el
último
sonido
es
el
de
la
sílaba
que
tiene
que
poner.
El
niño
puede
recordarla
con
más
facilidad
e
ir
diciéndola
por
dentro
o
en
voz
alta
mientras
la
escribe.
Por
ejemplo,
si
se
trata
de
la
sílaba
to,
puede
completar
pa..to,
mo...to
y
ga...to.
Después
no
importará
el
lugar
que
ocupe
la
sílaba
a
escribir.
Paulatinamente
se
trabajará
con
otras
sílabas
de
uso
frecuente
en
el
vocabulario
del
alumno.
Para
hacerle
más
fácil
la
tarea,
pueden
ponerse
sílabas
modelo
en
la
hoja
de
trabajo
para
que
las
copie
y
después
vuelva
a
escribirlas
completando
las
palabras.
Ficha 234
187
Después
se
dejará
que
el
niño
forme
palabras
de
dos
sílabas.
Para
ello
se
prepara
una
hoja
con
las
sílabas
que
va
a
necesitar
para
que
las
trace
debajo.
Además
se
ponen
los
dibujos
para
que
escriba
sus
nombres
correspondientes
utilizando
las
sílabas
que
acaba
de
copiar.
Ficha 235
A
continuación
hará
un
trabajo
semejante
pero,
en
este
caso,
sin
trazar
previamente
las
sílabas,
aunque
puede
tenerlas
como
modelo
para
poder
copiarlas.
Ficha 236
Finalmente
se
quitarán
los
modelos
de
las
sílabas
y
el
niño
completará
las
palabras
evocando
mentalmente
las
sílabas
que
necesita
y
trazándolas
a
continuación.
Ficha 237
188
Ficha
238
CALIGRAFÍA
Conforme
el
niño
tiene
más
soltura
y
habilidad
manual,
es
preciso
que
se
le
recuerde
y
ayude
a
trazar
bien
las
letras.
Por
ello,
además
de
los
ejercicios
que
le
hacen
pensar,
tiene
que
realizar
prácticas
con
el
objetivo
claro
de
lograr
una
buena
letra.
Se
seguirán
las
indicaciones
señaladas
anteriormente
sobre
la
conveniencia
de
usar
paralelas
o
papel
cuadriculado.
Se
elegirá
el
lápiz
que
ayude
al
niño
a
controlar
mejor
el
trazo
y
a
comprobar
con
facilidad
la
perfección
de
sus
grafías.
Las
láminas
de
caligrafía
se
prepararán
de
una
en
una,
adaptándose
a
las
necesidades
que
en
ese
momento
tenga
el
alumno.
Conviene
poner
modelos
con
sílabas
y
con
palabras
de
dos
sílabas
directas.
Debajo
de
cada
modelo
el
alumno
hará
una
fila,
copiándolo.
Desaconsejamos
vivamente
que
haga
varias
filas
si
no
tiene
justo
en
la
inmediata
de
arriba
un
modelo
hecho
por
el
profesor.
Los
niños
tienden
a
mirar
la
fila
anterior.
Si
ésta
la
han
hecho
ellos
y,
por
tanto,
no
está
muy
bien,
copian
algo
defectuoso
y
aún
les
sale
peor.
También
desaconsejamos
que
escriban
mucho
rato
seguido,
porque
el
cansancio
puede
provocar
lo
contrario
de
lo
que
se
pretende.
El
consejo
es
que
la
caligrafía
se
practique
a
diario,
en
varios
momentos
en
los
que
el
niño
escriba
sólo
dos
o
tres
líneas
en
cada
uno
de
ellos.
Aunque
es
un
ejercicio
mecánico,
conviene
tener
la
habilidad
de
poner
palabras
que
lee
con
soltura,
porque
aprenderá
fácilmente
su
trazado
y
se
facilita
así
su
escritura
al
dictado
y
espontánea.
Es
una
actividad
bastante
difícil
para
un
niño
con
síndrome
de
Down,
a
pesar
de
que
el
aprendizaje
lector,
por
reconocimiento
global
de
las
palabras,
le
es
ahora
de
gran
ayuda.
Al
oír
las
palabras
que
se
le
dictan,
las
evoca
mentalmente
con
facilidad.
El
trabajo
realizado
con
las
sílabas
escritas
en
cartulinas
le
sirve
como
recuerdo
fonético
y
visual.
Se
le
dictarán
las
palabras
que
lee
y
conoce
muy
bien
para
facilitar
su
escritura
correcta.
Cuando
se
le
dictan
las
primeras
palabras,
puede
ocurrir
que
escriba
sólo
algunas
letras,
por
ejemplo
papá
queda
reducido
a
aá,
paá,
apá.
Poco
a
poco
va
dándose
cuenta
y
hace
una
escritura
más
correcta
y
completa.
Por
lo
comentado
anteriormente,
él
mismo
es
capaz
de
desarrollar
estrategias
que
le
ayudan
a
recordar
las
sílabas
que
forman
parte
de
las
palabras
que
tiene
que
escribir.
Así,
por
ejemplo,
el
niño
recuerda
durante
cierto
tiempo
que
pa
es
la
de
papá,
y
to
es
la
de
tomate,
y
por
tanto
le
sirve
para
saber
cómo
debe
escribir
pato.
Después,
ni
tan
siquiera
lo
piensa
porque
logra
hacerlo
de
modo
automático.
Para
facilitarle
la
tarea,
pueden
escribirse
en
la
hoja
de
trabajo,
todas
las
sílabas
que
va
a
necesitar.
Conviene
que
estén
colocadas
en
diferente
orden
al
que
tiene
que
usarlas.
Cuando
el
niño
sepa
qué
189
sílaba
necesita
e
incluso
la
nombra,
puede
buscarla
y
limitarse
a
copiarla.
Poco
a
poco
se
deja
de
poner
las
sílabas
que
sabe
trazar
de
memoria
y
se
escriben
sólo
aquellas
que
no
recuerda
bien
cómo
son
y
cómo
se
trazan.
Otra
de
las
actividades
propias
de
esta
etapa
es
la
de
escribir
el
nombre
de
los
dibujos
que
se
le
presentan
en
una
hoja
de
papel.
A
veces
se
ponen
dibujos
aislados,
de
uno
en
uno,
y
debajo
se
preparan
las
líneas
paralelas
para
que
el
niño
escriba
el
nombre
de
cada
uno.
Ficha 239
Ficha 240
Ficha 241
Otras
veces
se
puede
pegar
o
dibujar
una
escena
para
que
el
alumno
escriba
el
mayor
número
posible
de
nombres
de
objetos
o
de
acciones
que
se
ven
en
la
escena.
190
Ficha 242
Ficha 243
Después
el
niño
escribirá
listas
de
palabras
que
empiecen
por
las
letras
y
sílabas
que
se
le
indiquen.
En
el
momento
en
el
que
el
niño
muestra
estas
destrezas
incipientes
para
la
escritura,
es
cuando
pueden
hacerse
algunos
ejercicios
en
los
que
se
combinen
las
capacidades
de
leer
y
de
escribir.
El
objetivo
es
que
el
alumno
haga
uso
de
sus
capacidades
de
reflexión,
de
pensamiento
y
de
comprensión
lectora
junto
con
su
habilidad
para
escribir.
EJERCICIO 1
Los
primeros
ejercicios
pueden
ser
los
de
completar
frases
escritas
en
un
folio,
a
las
que
les
falta
una
palabra
que
el
niño
debe
pensar
y
escribir
después
de
leer
la
frase.
Si
es
preciso
se
escriben
las
palabras
que
faltan
para
que
elija
y
copie.
Pueden
ponerse
más
palabras
que
las
necesarias.
Ficha 244
Después
no
se
escriben
las
palabras-‐modelo,
aunque
pueden
ponerse
dibujos
que
ayuden
al
niño
a
pensar
en
palabras.
191
Ficha 245
Ficha 246
Finalmente
no
se
ponen
esas
ayudas
gráficas
para
que
el
niño
piense.
Se
empieza
con
frases
a
las
que
les
falta
el
complemento,
después
a
las
que
les
falta
el
sujeto
y
por
último
frases
en
las
que
no
se
ha
escrito
el
verbo.
Se
sigue
así
una
secuencia
según
el
grado
de
dificultad,
de
un
modo
semejante
al
que
se
hacia
con
la
lectura.
Ficha 247
Ficha 248
192
Ficha 249
EJERCICIO 2
Se
prepara
una
hoja
de
trabajo
en
cuya
parte
superior
se
escriben
varias
palabras.
Debajo
se
ponen
3
columnas
con
una
palabra
modelo
en
cada
una
de
ellas.
La
palabra
realzada
pertenece
al
mismo
grupo
que
algunas
de
las
palabras
de
la
parte
superior.
El
niño
tiene
que
leer
todo
y
copiar
las
palabras
de
arriba
que
correspondan
en
cada
uno
de
los
grupos.
Ficha 250
EJERCICIO 3
Se
prepara
una
hoja
de
trabajo
en
la
que
se
ponen
3
nombres
genéricos
para
que
el
alumno
escriba
debajo
de
cada
uno
palabras
que
designan
cosas
que
pueden
pertenecer
a
ese
grupo.
Ficha 251
EJERCICIO 4
Otro
de
los
ejercicios
apropiado
para
esta
etapa
es
el
de
escribir
definiciones
sencillas
o
descripciones
para
que
el
niño,
después
de
leerlas
atentamente
y
de
pensar,
sea
capaz
de
escribir
el
nombre
que
193
corresponde
a
la
definición
o
a
la
descripción.
Evidentemente
el
profesor
pensará
previamente
qué
palabras
son
las
que
el
niño
puede
escribir
sin
dificultad.
Ficha 252
Ficha 253
EJERCICIO 5
Del
mismo
modo,
se
pueden
preparar
preguntas
por
escrito,
a
las
que
el
alumno
debe
responder
escribiendo
una
palabra.
Pueden
aprovecharse
los
textos
de
lectura
para
hacer
preguntas
que
muestren
el
grado
de
atención,
comprensión
y
memoria
que
tiene
el
niño.
Ficha 254
También
pueden
prepararse
preguntas-‐control
sobre
los
temas
de
las
áreas
de
sociales
y
naturales
que
el
alumno
trabaja
en
su
colegio.
Es
una
actividad
que
recomendamos
para
que
el
alumno
puede
participar
en
los
controles
escritos
que
se
hacen
en
el
aula
común,
al
igual
que
sus
compañeros.
Sólo
será
preciso
que
el
tutor
conozca
el
nivel
lector
y
el
de
escritura
del
alumno,
para
adaptar
el
contenido
del
control
a
las
posibilidades
reales
de
recogida
de
información.
EJERCICIO 6
194
Por
último,
el
niño
debe
empezar
a
rellenar
algunos
cuestionarios
sencillos,
con
sus
propios
datos
personales
y
familiares.
Ficha 255
Los datos debe aprenderlos de memoria para usarlos en cualquier circunstancia que sea preciso.
Como
puede
deducirse,
aunque
en
estos
momentos
el
niño
tenga
pocas
habilidades
para
escribir,
se
intenta
reforzar
la
lectura
y
otros
conocimientos
con
la
escritura.
Así,
el
niño
comprueba
personalmente
la
utilidad
de
su
esfuerzo
para
escribir
bien.
Manteniendo
los
ejercicios
caligráficos,
se
empieza
a
trabajar
cada
vez
con
más
atención
los
aspectos
lingüísticos
de
la
comunicación
escrita.
Significante
y
significado
estarán
presentes
en
todas
las
actividades.
Para
que
los
niños
vayan
aprendiendo
a
hacerlo
cada
vez
mejor,
necesitarán
ayudas
diversas
a
lo
largo
del
proceso.
En
las
fases
iniciales
se
puede
preguntar
al
alumno
sobre
sus
experiencias
vividas
por
él
recientemente
para
ayudarle
en
la
creación,
pensamiento
e
ideación
de
qué
puede
escribir.
Por
ejemplo
el
alumno
puede
contar
qué
ha
hecho
ese
día
o
qué
ha
comido.
Se
le
ayuda
a
estructurar
una
frase
sencilla
en
la
que
se
recoja
una
idea
fundamental.
Después
se
le
invita
a
escribirla.
Otro
modo
de
ayudarle
es
el
de
poner
dibujos
en
la
hoja
de
papel.
Estas
ayudas
pueden
ser
la
foto
de
un
objeto
o
de
una
escena
para
que
el
niño
piense
una
frase
que
tenga
relación
con
lo
que
ve.
Después
el
alumno
la
expresará
oralmente.
Es
posible
que
la
estructura
gramatical
no
sea
correcta
o
incluso
que
la
idea
esté
un
poco
confusa
y
expresada
de
un
modo
desordenado.
El
profesor
intervendrá
para
ayudarle
a
mejorarla,
respetando
la
idea
y
contenido
de
lo
que
el
alumno
ha
pensado.
A
continuación,
el
alumno
la
escribirá.
195
Ficha 256
Ficha 257
Con
suficiente
práctica
el
alumno
será
capaz
de
escribir
frases
relacionadas
temporalmente
por
el
orden
de
sucesión
de
los
hechos.
Se
preparan
láminas
que
representen
acciones
para
que
el
alumno
explique
qué
sucede.
Después
escribirá
tres
frases
cortitas.
Ficha 258
Conviene
trabajar
mucho
este
tipo
de
actividad
porque
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
tienen
dificultades
específicas
para
organizar
la
explicación
de
los
acontecimientos
que
se
suceden
en
el
tiempo.
Es
muy
frecuente
que
frases
que
se
dicen
con
una
longitud
de
4
o
5
palabras,
queden
reducidas
a
2
o
3
cuando
se
escriben.
Esto
puede
deberse
tanto
a
los
problemas
de
memoria
secuencial
que
tienen
las
personas
con
síndrome
de
Down,
como
a
sus
dificultades
motrices
que,
de
algún
modo,
inhiben,
frenan
y
reducen
su
capacidad
expresiva
cuando
tiene
que
manifestarse
por
escrito,
empujándoles
a
terminar
cuanto
antes.
Una
frase
que
oralmente
«es
el
niño
come
la
pera»,
puede
quedar
escrita
«niño
pera»
o
«come
pera».
Una
de
las
estrategias
de
intervención
preventiva
es
que
la
frase
pensada
y
bien
elaborada,
aunque
sea
con
la
ayuda
del
profesor,
la
repita
dos
o
tres
veces
verbalmente.
Esto
ayuda
al
niño
a
retener
mayor
número
de
palabras
y
escribirla
sin
omitir
elementos.
196
Desde
el
principio
de
esta
tarea,
al
igual
que
se
hacía
en
el
aprendizaje
de
la
lectura
con
la
composición
de
frases,
se
enseña
al
alumno
a
construir
frases
de
2
o
3
palabras
con
una
estructura
correcta
por
ejemplo:
«bebo
agua»,
«veo
la
tele»,
«papá
lee».
Poco
a
poco
escribirá
frases
más
largas
y
más
creativas.
Se
le
ayudará
a
superar
la
etapa
en
la
que
con
un
solo
verbo
comodín
construye
todas
las
frases
prácticamente
iguales.
Otras
veces
puede
suceder
que
emplee
siempre
el
mismo
sujeto.
La
estrategia
inicial
para
evitarlo
es
ofrecerle,
varios
verbos,
sujetos
y
complementos
escritos
en
una
hoja.
El
niño
debe
elegir
la
combinación
que
quiera
para
construir
frases
distintas,
no
utilizando
más
que
una
vez
cada
una
de
las
palabras.
Este
entrenamiento
le
servirá
para
escribir
frases
pensadas
por
él,
sin
ayuda,
en
las
que
siga
la
norma
de
no
usar
2
veces
el
mismo
verbo,
complemento,
o
sujeto.
En
todas
estas
actividades
se
intenta
que
el
alumno
piense
y
elabore
lo
que
va
a
escribir,
por
lo
que
la
actitud
del
profesor
ante
el
resultado
caligráfico
será
tolerante.
Como
siempre,
aconsejamos
que
se
ayude
al
alumno
a
avanzar.
En
el
lenguaje
escrito
es
muy
probable
que
siempre
se
encuentren
fallos:
en
caligrafía,
en
ortografía,
en
gramática,
etc.
Si
siempre
se
le
corrige,
se
le
hace
repetir,
se
señalan
los
fallos,
etc.,
el
alumno
optará
por
no
seguir.
Por
tanto,
es
preciso
no
agobiarle
con
correcciones
constantes
en
varios
frentes
a
la
vez.
Es
mejor
trabajar
en
un
solo
objetivo,
para
no
exigirle
demasiado.
De
este
modo
hará
un
progreso
específico,
que
es
lo
que
se
valorará
en
ese
momento.
En
la
etapa
del
progreso
de
la
escritura
veremos
cómo
intervenciones
concretas
en
cada
uno
de
los
aspectos
del
lenguaje
escrito,
al
final
sirven
para
que
se
note
un
gran
progreso
en
todo
el
conjunto
de
la
comunicación
escrita.
COPIAS
Desaconsejamos
el
ejercicio
de
copia
de
frases
y
textos
largos.
Es
una
tarea
mecánica
de
las
que
llamamos
sin
sentido.
¿Cuáles
son
sus
inconvenientes?...
No
es
preciso
pensar,
ni
se
necesita
ejercitar
la
memoria.
Muchos
niños
copian
letra
a
letra,
como
dibujando
¡ni
tan
siquiera
retienen
una
palabra!
A
nivel
de
caligrafía
puede
suceder
que
el
alumno
intente
escribir
el
mismo
tipo
de
letra
del
libro
del
que
copian,
que
no
tiene
nada
que
ver
con
su
propia
letra
habitual,
por
lo
que
tampoco
les
sirve
para
mejorarla.
Además,
si
las
copias
son
largas,
la
letra
va
siendo
cada
vez
peor.
La única copia que aconsejamos es la de los modelos preparados expresamente para mejorar la letra.
Si
al
niño
le
gusta
la
tarea
de
escribir,
como
sucede
con
frecuencia
cuando
han
adquirido
soltura,
se
le
animará
a
crear,
narrar
experiencias,
escribir
un
relato
que
conoce,
una
carta
a
un
familiar
o
a
un
amigo
etc.
Se
le
felicitará
con
entusiasmo
cada
intento
de
escribir
una
frase
para
decir
lo
que
desea,
lo
que
piensa,
lo
que
sabe.
197
con
él,
que
compruebe
que
progresa,
que
cuanto
aprende
y
hace
le
produce
bienestar,
independencia,
autonomía,
ese
valerse
por
sí
mismo.
Todo
esto
es
aplicable
a
todas
las
áreas
formativas,
incluyendo
la
de
la
escritura.
En
cuanto
el
niño
haya
alcanzado
los
objetivos
de
esta
segunda
etapa,
se
contará
con
él
y
sus
habilidades
para
escribir
en
el
hogar
y
en
la
escuela.
Por
ejemplo,
puede
ser
el
encargado
de
anotar
la
lista
de
la
compra
o
de
los
materiales
que
deben
reponerse
en
la
clase,
o
el
encargado
de
escribir
la
fecha
en
la
pizarra
o
el
de
felicitar
a
familiares
y
amigos
en
cumpleaños
y
Navidad.
Con
todos
los
problemas
de
lenguaje
que
tiene
un
niño
con
síndrome
de
Down,
es
realmente
emocionante
el
día
en
que
de
un
modo
secuencial
y
completo:
1)
contesta
al
teléfono;
2)
recibe
un
mensaje
que
es
para
otra
persona;
3)
lo
entiende;
4)
lo
retiene,
y
5)
lo
pone
por
escrito
de
forma
que
lo
comprenda
el
destinatario.
Este
ejercicio
práctico
y
funcional
y
otros
parecidos
que
son
de
auténtica
normalización
e
integración
familiar
y
social,
pueden
hacerse
desde
que
el
niño
es
capaz
de
escribir
frases
sencillas
(¡aunque
omita
algunos
elementos!).
No
hay
duda
de
que
las
intervenciones
educativas
adecuadas
son
capaces
de
hacer
milagros
(Lambert
y
Rondal,
1982).
INTRODUCCIÓN
Durante
las
etapas
primera
y
segunda
del
método
de
escritura,
el
niño
con
síndrome
de
Down
ha
aprendido
el
trazado
de
las
letras
y
ha
escrito
sus
primeras
palabras
y
frases
con
intención
comunicativa.
Sin
embargo,
aún
queda
un
largo
camino
para
que
el
adolescente
logre
un
nivel
de
lenguaje
escrito
que
esté
a
la
altura
del
resto
de
sus
capacidades,
para
que
se
adapte
a
los
requisitos
o
exigencias
mínimas
que
la
sociedad
espera
de
la
comunicación
escrita
de
los
adultos,
y
para
que
sea
cauce
adecuado
de
expresión
de
sus
necesidades
comunicativas.
Además,
en
ocasiones,
debe
favorecer
la
expresión
de
la
notable
capacidad
literaria
que
muestran
algunas
personas
con
síndrome
de
Down.
OBJETIVOS
El
objetivo
general
es
que
el
alumno
con
síndrome
de
Down
habitualmente
utilice
la
escritura
manuscrita
para
las
actividades
de
la
vida
diaria,
para
resolver
situaciones
que
requieren
escribir
y
para
comunicarse
con
otros.
Los
objetivos
específicos
se
enumeran,
a
efectos
didácticos,
cada
uno
bajo
el
epígrafe
del
aspecto
concreto
al
que
se
refieren.
1. Aprenda
a
trazar
las
mayúsculas
de
todas
las
letras
del
alfabeto.
2. Escriba
con
su
letra
personal,
proporcionada
y
legible,
palabras
y
frases.
1. Escriba
frases
de
4
a
5
palabras
con
concordancia
correcta
de
género
y
número.
2. Escriba
frases
empleando
de
un
modo
adecuado
los
tiempos
de
los
verbos
presente,
pasado
y
futuro
de
los
verbos.
3. Escriba
con
estructura
correcta
frases
enunciativas
de
más
de
5
palabras.
199
4. Escriba
un
texto
descriptivo
o
narrativo
de
2
o
más
frases
relacionadas
entre
sí.
5. Utilice
habitualmente
la
escritura
en
situaciones
de
la
vida
doméstica,
escolar,
laboral
y
social,
para
hacer
listados,
cumplimentar
formularios
impresos
y
controles
escolares,
escribir
mensajes
y
cartas,
copiar
recetas
o
instrucciones,
etc.
6. Escriba
pequeños
relatos
en
los
que
narre
con
coherencia
el
comienzo,
el
nudo
o
trama
y
el
desenlace.
7. Escriba
redacciones
o
pequeños
ensayos
sobre
temas
como
la
amistad,
el
dolor,
el
trabajo,
la
felicidad,
la
vida,
la
naturaleza,
etc.
8. Escriba
sus
propias
creaciones:
diario,
poesías,
etc.
La
mayoría
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
que
han
llegado
a
esta
etapa
de
la
escritura,
tienen
ya
un
buen
nivel
lector.
Es
muy
probable
que
lean
historietas
y
cuentos
de
un
modo
habitual.
También
es
probable
que
sean
capaces
de
leer
con
soltura
cualquier
tipo
de
letra
y
no
sólo
la
cursiva-‐
manuscrita.
Por
este
motivo,
los
modelos
de
ejercicios
que
sugerimos
en
este
capítulo
se
presentan
con
letra
de
imprenta,
aunque
el
alumno
realizará
los
ejercicios
con
su
letra
manuscrita.
Cada
uno
de
los
profesores
preparará
las
hojas
de
trabajo
para
su
alumno,
con
el
tipo
y
tamaño
de
letra
que
éste
necesite.
El
mismo
criterio
sirve
para
prepararlo
o
no
en
papel
pautado
de
cuadrícula
o
de
paralelas.
CALIGRAFÍA
La
caligrafía
es
el
arte
de
escribir
con
letra
bonita.
En
las
escuelas
españolas
tradicionales
se
exigía
a
los
niños
una
letra
impecable.
Para
conseguirlo
los
niños
debían
realizar
cientos
de
planas
de
escritura
con
los
modelos
caligráficos
que
ponían
los
profesores
o
rellenando
los
cuadernos
impresos
preparados
por
diversas
editoriales.
Estos
cuadernos
variaban
en
su
presentación
formal
porque
unos
tenían
paralelas,
otros
cuadrícula,
otros
letras
y
palabras
con
puntitos
para
repasar.
Cada
editorial
había
preparado
varios,
escalonados
por
el
grado
de
dificultad.
Los
niños
debían
hacer
todos
e
incluso
repetir
la
ejecución
de
algunos.
De
este
modo
se
conseguía
que
la
letra
de
los
niños
fuera
clara,
proporcionada
e
incluso
que
todos
los
alumnos
de
un
mismo
centro
tuvieran
una
letra
muy
parecida.
De
hecho,
hasta
hace
unos
años
se
podía
decir
a
qué
colegio
había
asistido
una
persona,
simplemente
observando
su
tipo
de
letra.
En
la
actualidad
no
hay
una
exigencia
tan
grande
en
relación
con
la
caligrafía
y
se
dedica
más
atención
a
los
aspectos
lingüísticos.
Sin
embargo,
nos
parece
importante
que
en
la
etapa
de
formación
en
la
escuela,
se
intente
que
los
alumnos
adquieran
una
buena
caligrafía,
porque
pasada
la
adolescencia,
si
tienen
que
tomar
apuntes
o
escribir
mucho,
no
podrán
hacerlo
con
suficiente
claridad
y
su
letra
se
leerá
peor
cada
día.
En
el
caso
particular
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down,
es
necesario
combinar
la
necesidad
de
que
logren
una
letra
lo
más
clara
posible,
con
las
particulares
dificultades
que
tienen
para
ello.
Podría
agobiarles
un
exceso
de
exigencia.
En
esta
etapa
de
progreso
en
la
escritura,
en
la
que
el
alumno
es
un
adolescente
que
ya
escribe,
es
probable
que
lo
haga
con
una
letra
desigual,
mal
alineada
y
difícil
de
leer.
Algunos
rasgos
de
las
letras
que
deberían
ser
largos,
los
hace
cortos
o
con
formas
redondeadas
en
exceso.
Conforme
adquiere
más
destreza
y
soltura,
porque
ha
mejorado
la
coordinación
de
los
movimientos
y
la
interiorización
del
trazado,
es
muy
probable
que
produzca
un
resultado
gráfico
de
peor
calidad
y
legibilidad.
Sucede
algo
muy
parecido
a
lo
observado
en
el
lenguaje
oral.
Cuando
los
chicos
adquieren
la
madurez
fonoarticulatoria
que
les
permite
hablar
más
200
deprisa,
empeora
la
inteligibilidad
del
habla.
Su
pensamiento
y
elaboración
mental
del
lenguaje
van
más
deprisa
que
su
capacidad
física
para
articular
y
emitir
bien
cada
uno
de
los
sonidos.
El
alumno
debe
comprender
la
necesidad
de
que
su
letra
sea
legible
y
de
que
tiene
que
mejorar
sus
presentaciones
escritas,
controlando
él
mismo
la
calidad
de
su
escritura.
Como
ya
ha
interiorizado
las
grafías
y
coordina
los
movimientos,
ahora
puede
darse
cuenta
de
que
su
mente
es
la
que
tiene
que
dominar
y
dirigir
a
la
mano,
para
que
ésta
realice
un
movimiento
más
lento
y
controlado.
Para
facilitarle
la
tarea
se
le
prepararán
las
hojas
de
caligrafía
que
mejor
se
adapten
a
sus
necesidades.
Para
unos
alumnos
puede
ser
papel
cuadriculado
y
para
otros
con
paralelas.
Se
elegirá
o
se
trazará
el
ancho
que
corresponda
al
tamaño
de
letra
que
habitualmente
hace
el
alumno,
salvo
si
su
letra
fuese
demasiado
pequeña
y
conviniera
que
la
hiciera
más
grande
o
que
su
letra
fuera
tan
grande
que
pareciera
la
letra
de
un
principiante
y
debiera
reducirse.
Si
es
preciso,
se
le
pondrá
un
modelo
caligráfico
realzado
por
el
color
y
grosor
del
trazo,
ya
que
en
estas
circunstancias
hay
más
probabilidades
de
que
la
copia
que
haga
el
alumno
le
salga
mejor.
El
alumno
debe
utilizar
un
buen
instrumento,
que
marque
lo
suficiente
en
el
papel
y
que
no
se
deslice
demasiado
deprisa.
Será
necesario
ofrecer
ayudas
verbales
que
indiquen
al
alumno
que
haga
un
trazo
más
largo,
que
las
letras
no
estén
amontonadas,
que
cuide
cómo
hace
los
enlaces,
que
deje
espacio
suficiente
entre
las
palabras,
etc.
El
alumno
debe
practicar
ejercicios
de
escritura
con
rotuladores
de
punta
fina
y
con
bolígrafos.
Es
probable
que
con
ellos
la
calidad
de
la
grafía
empeore,
pero
debe
habituarse
para
que
la
presentación
de
sus
escritos
se
asemeje
a
la
de
su
ambiente
escolar
y
social.
No
es
correcto
escribir
con
lápiz
una
carta
o
rellenar
un
impreso.
Deberá
practicar
la
escritura
en
papeles
en
blanco,
sin
pautas,
aprendiendo
a
mantener
una
alineación
adecuada,
una
separación
uniforme
entre
los
renglones,
un
espacio
suficiente
para
ambos
márgenes
laterales.
Algunos
alumnos
con
síndrome
de
Down
tienen
dificultades
muy
notables
para
organizarse
y
administrar
bien
el
espacio
de
que
disponen
para
un
escrito.
Un
modo
de
ayudarles
para
que
su
presentación
sea
correcta,
es
utilizar
plantillas
con
líneas
bien
marcadas
que
deben
colocarse
debajo
de
la
hoja
en
blanco.
Deben
transparentarse
las
líneas
lo
suficiente
para
que
el
alumno
pueda
escribir
sobre
ellas.
Si
es
preciso
se
sujetan
las
hojas
con
un
clip
para
evitar
que
se
muevan.
Esta
solución
nos
parece
más
apropiada
para
escribir
una
carta
que
la
de
utilizar
un
papel
rayado
infantil.
ORTOGRAFÍA
El
mejor
modo
de
que
un
alumno
tenga
una
buena
ortografía
es
que
sea
un
buen
lector.
Los
niños
con
síndrome
de
Down
tienen
una
especial
habilidad
para
retener
imágenes
visuales.
El
método
de
lectura
que
hemos
explicado
se
apoya
en
esta
habilidad.
Así
es
como
aprenden
qué
letras
se
emplean
en
las
palabras.
Habitualmente
recomendamos
que
no
se
enseñen
las
reglas
ortográficas
a
los
alumnos
con
discapacidad
intelectual.
Es
mucho
más
efectivo
que
las
aprendan
por
el
uso.
Para
facilitar
su
aprendizaje,
el
profesor
diseñará
ejercicios
concretos
en
los
que
se
trabaje
un
objetivo:
el
uso
de
mayúsculas,
el
uso
de
la
m
antes
de
p
o
b,
el
uso
de
g
o
j,
etc.
Dedicará
varias
201
sesiones
a
trabajar
cada
una
de
esas
reglas
de
modo
que
el
alumno
pueda
comprender
y
aplicar,
de
un
modo
automático,
la
norma
que
subyace.
No
se
pretende
que
recuerde
una
regla
teórica
que
no
se
le
ha
enseñado
ni
ha
aprendido,
sino
que
escriba
bien
una
palabra
que
ha
visto
escrita
y
que
él
mismo
ha
utilizado
varias
veces.
Los
ejercicios
escritos
que
pueden
realizarse
después
de
que
el
profesor
haya
explicado
el
uso
de
las
mayúsculas
y
él
mismo
haya
escrito
varios
ejemplos,
pueden
ser:
1. Escribir
listas
con
nombres
de
personas,
de
ciudades,
de
pueblos
y
de
países.
2. Escribir
dictados
cortitos,
con
2
o
3
frases
de
4
palabras
con
algún
nombre
propio,
para
que
el
alumno
ponga
el
punto
y
las
mayúsculas
al
inicio
de
las
frases
y
en
los
nombres
propios.
Para
el
aprendizaje
del
uso
correcto
de
b
y
v,
g
y
j,
c
y
z,
etc.
conviene
evitar,
siempre
que
sea
posible,
que
el
alumno
vea
y
lea
palabras
con
faltas
de
ortografía.
Por
ello
no
hará
dictados,
ni
escribirá
las
palabras
hasta
después
de
realizar
un
trabajo
con
el
profesor
durante
el
cual
tenga
la
oportunidad
de
ver
varias
veces
esas
palabras
bien
escritas.
Si
se
pretende
que
él
las
escriba
sin
esa
preparación
previa,
es
probable
que
cometa
errores
que
al
verlos
aún
queden
más
fijos
en
su
memoria
visual,
favoreciendo
la
repetición
del
error.
Pueden
realizarse
algunos
ejercicios
de
clasificación
y
copia
de
palabras
escritas
previamente
por
el
profesor
o
entresacadas
de
un
texto.
Después
el
alumno
puede
escribir
frases
con
algunas
de
las
palabras
que
contienen
las
letras
a
estudiar.
Los
ejercicios
de
dictado
sólo
se
harán
después
de
que
el
alumno
haya
visto
con
frecuencia
esas
palabras,
de
modo
que
se
sabe
casi
con
seguridad
que
las
escribirá
bien.
Si
duda,
es
mejor
avisarle
a
tiempo
indicándole
qué
letra
tiene
que
escribir,
antes
de
que
lo
haga
y
lo
vea
mal
escrito.
Evidentemente,
a
pesar
de
estas
estrategias
es
imposible
evitar
muchos
errores,
pero
lo
que
apuntamos
es
que
no
se
incrementan
por
culpa
de
una
dispedagogía.
Las
dificultades
de
percepción
auditiva
y
articulatorias,
propias
de
las
personas
con
síndrome
de
Down,
les
predisponen
a
muchos
fallos
ortográficos
porque
escriben
lo
que
oyen
y
lo
que
dicen.
Es
preciso
que
el
profesor
comprenda
su
propia
lógica
que
puede
inducirles
a
equivocaciones.
Por
ejemplo
escriben
«plota»,
en
lugar
de
«pelota»
porque
la
pe
(sílaba)
ya
está,
porque
la
p
(letra)
se
pronuncia
pe.
Lo
mismo
sucede
con
la
b.
Por
este
y
otros
motivos,
recomendamos
que
el
niño
de
habla
hispana
aprenda
muy
bien
a
reconocer
visualmente
y
de
un
vistazo
las
sílabas.
Algo
parecido
sucede
con
la
escritura.
El
deletreo
se
hará
más
tarde
reservándose
para
aquellas
palabras
complejas
con
grupos
consonánticos
como
trans
y
para
las
palabras
poco
usuales
en
el
vocabulario
del
alumno.
Con
el
resto
de
las
palabras
es
más
fácil
y
eficaz
que
el
alumno
evoque
las
sílabas
que
ha
aprendido
a
discriminar
auditivamente,
que
las
dice
al
mirarlas
y
que
las
maneja
con
soltura
en
los
ejercicios
de
composición
de
palabras
que
hace
con
etiquetas
autoadhesivas
o
con
maderitas
y
cartulinas.
Todo
esto,
que
forma
parte
de
la
lectura,
se
integra
con
la
escritura
en
el
momento
en
el
que
el
niño
empieza
la
unión
de
las
letras
durante
la
segunda
etapa
de
la
escritura.
Ahora
en
esta
tercera
etapa,
habrá
logrado
un
automatismo
de
captación
auditiva
que
le
hace
evocar
visualmente
la
sílaba
que
necesita
y
que
ha
aprendido
a
trazar
casi
de
modo
automático
de
modo
que
no
es
preciso
que
piense
202
en
cada
una
de
las
letras.
Hay
más
coherencia
entre
lo
que
oye,
lo
que
recuerda
visualmente
y
escribe,
evocando
las
sílabas,
que
si
tuviera
que
pensar
en
las
letras
aisladas.
Los
ejercicios
de
escritura
para
el
uso
correcto
de
los
puntos,
las
comas,
los
signos
de
interrogación
y
de
exclamación
se
realizan
al
mismo
tiempo
que
los
de
elaboración
y
escritura
de
frases
largas,
de
contestación
a
preguntas,
de
preguntas
a
respuestas
dadas,
de
narración
de
hechos
vividos
y
de
redacción
de
relatos
inventados.
EL
VOCABULARIO
El
incremento
del
vocabulario,
con
un
conocimiento
cada
vez
más
exacto
del
significado
de
las
palabras,
es
un
factor
imprescindible
para
mejorar
la
comunicación
oral
y
escrita.
Los
mensajes
que
se
reciben
se
entenderán
mejor.
Cuando
se
transmiten
se
hace
con
más
precisión
y
son
más
comprensibles,
especialmente
si
se
usan
bien
las
normas
gramaticales.
Como
hemos
comentado
ya
antes,
es
evidente
que
los
niños
con
síndrome
de
Down
que
están
inmersos
en
un
ambiente
comunicativo
rico
y
estimulante
aprenden
mucho
vocabulario,
mejoran
notablemente
su
comprensión
lingüística
y
hacen
grandes
progresos
en
sus
expresiones
verbales.
Sin
embargo,
es
relativamente
frecuente
que
no
capten
con
suficiente
precisión
el
significado
de
algunas
palabras
y,
como
consecuencia,
pueden
no
entender
bien
una
frase.
También
sucede
que
a
veces
no
se
expresan
bien
porque
utilizan
inadecuadamente
alguna
de
esas
palabras.
Con
esto
apuntamos
la
necesidad
de
realizar
un
trabajo
estructurado
y
sistemático
para
la
ampliación
y
el
uso
correcto
del
vocabulario.
No
es
suficiente
con
lo
que
el
niño
capta
y
aprende
del
ambiente
natural
que
le
rodea,
aunque
sea
precisamente
en
las
situaciones
ordinarias
en
donde
puede
aprender
muchos
términos
nuevos.
Es
conveniente
aprovechar
cualquier
experiencia,
actividad
o
un
nuevo
tema
de
estudio,
para
que
el
niño
se
familiarice
con
nuevas
palabras.
Pero
será
en
los
tiempos
dedicados
al
lenguaje,
a
la
lectura
y
a
la
escritura,
cuando
se
realice
un
trabajo
más
sistemático
y
ordenado.
El
objetivo
es
que
el
alumno
use
bien
las
normas
básicas
de
la
lengua.
Los
primeros
ejercicios
escritos
se
realizarán
utilizando
las
palabras
que
el
alumno
conoce,
porque,
al
principio,
es
suficiente
con
el
esfuerzo
mental
y
el
físico
que
tiene
que
hacer
para
escribir.
EJERCICIO 1
Se
prepara
una
hoja
de
trabajo
para
que
el
alumno
escriba
un
determinado
número
de
palabras
pertenecientes
a
un
grupo
o
categoría.
En
la
hoja
el
profesor
indicará
con
una
frase
lo
que
el
alumno
debe
realizar.
Por ejemplo:
203
EJERCICIO
2
En
una
hoja
de
trabajo,
el
profesor
escribe
varios
nombres,
todos
ellos
pertenecientes
a
un
grupo.
El
alumno
tiene
que
escribir
el
nombre
de
la
categoría
a
que
pertenecen.
EJERCICIO 3
Otro
ejercicio
para
pensar,
que
no
requiere
mucha
escritura,
es
que
el
alumno
escriba
los
nombres
de
varios
objetos
o
herramientas
que
se
necesitan
en
determinadas
tareas
o
profesiones.
Por ejemplo:
Escribe
el
nombre
de
cinco
objetos
que
se
usan
en
clase
Escribe
el
nombre
de
cinco
herramientas
de
un
carpintero
Escribe
el
nombre
de
cinco
objetos
que
se
ponen
en
la
mesa
para
comer
Escribe
el
nombre
de
cinco
objetos
que
se
usan
en
el
cuarto
de
baño
EJERCICIO 4
Con
el
objeto
de
ayudar
al
niño
a
concentrarse
y
a
evocar
cada
vez
un
mayor
número
de
palabras,
irán
variándose
las
consignas.
Se
le
pedirá
tareas
más
largas
cada
vez.
Por ejemplo:
Escribe
el
nombre
de
todas
las
cosas
que
sepas
que
pueden
ser
de
madera
Escribe
el
nombre
de
varias
cosas
que
son
duras
Escribe
el
nombre
de
diez
cosas
que
se
ven
en
la
calle
Escribe
el
nombre
de
objetos
que
sirven
para
cortar
EJERCICIO 5
El
trabajo
para
aprender
y
usar
los
adjetivos
correctamente
puede
hacerse
por
escrito,
después
de
una
conversación
en
la
que
se
le
explique
al
alumno
que
el
adjetivo
nos
dice
cómo
es
algo
o
alguien.
Después
de
hacerlo
oralmente,
con
varias
frases,
se
prepara
una
hoja
de
trabajo
en
la
que
se
escriben
otras
para
que
el
alumno
ponga
el
adjetivo
correspondiente.
204
El
joven
que
no
quiere
trabajar
es
La
niña
que
siempre
ríe
es
Después
pueden
hacerse
ejercicios
para
que
el
alumno
ponga
adjetivos
calificativos
a
sustantivos
y
para
que
añada
los
sustantivos
a
adjetivos
dados.
Por ejemplo: «Escribe un adjetivo para los nombres y un nombre para los adjetivos»:
EJERCICIO 6
El
profesor
escribe
varias
frases
incompletas
en
la
hoja
de
trabajo
del
alumno.
A
un
lado
se
ponen
varias
palabras
para
que
el
alumno
las
lea,
elija
y
escriba
la
que
considere
más
adecuada
para
completar
la
frase.
Inicialmente
se
pondrán
palabras
que
no
planteen
dificultades
para
la
elección.
Poco
a
poco
se
pondrán
trampas
para
que
el
alumno
reflexione
más.
EJERCICIO 7
En
la
hoja
de
trabajo
se
escriben
varias
frases
a
las
que
faltan
2
palabras
en
cada
una.
El
alumno
debe
leerlas
y
escribir
las
palabras
que
él
crea
oportunas
de
modo
que
las
frases
tengan
sentido:
Por ejemplo: «Completa las frases poniendo las palabras que faltan»:
205
EJERCICIO
8
El
alumno
con
síndrome
de
Down
necesita
que
se
le
ayude
a
prolongar
la
longitud
de
sus
enunciados
orales
y
escritos.
Frente
a
las
afirmaciones
tradicionales
que
se
han
hecho
sobre
el
lenguaje
«telegráfico»
de
las
personas
con
síndrome
de
Down,
comprobamos
cómo
en
la
actualidad
dan
una
información
cada
vez
más
larga,
completa
y
exacta,
porque
son
lectores
y
porque
practican
con
ejercicios
específicos
.
Se
prepara
una
hoja
de
trabajo
en
la
que
se
escribe
una
frase
corta.
El
alumno
debe
repetirla
añadiendo
una
palabra
más
en
cada
línea.
Pueden
ponerse
ayudas
para
que
el
alumno
deduzca
qué
palabra
puede
añadir.
1)
o Mi
perro
...............................
(¿qué
hace?)
o Mi
perro.........................ladra.
(¿cómo
se
llama?)
o Mi
perro
Chulo
ladra.
.............(¿cómo
ladra?)
o Mi
perro
Chulo
ladra
mucho
cuando
está
en
la
caseta.
2)
o Me
gusta
leer.
o Me
gusta
...(mucho)........leer.
o Me
gusta
....(mucho).......leer...(libros)............
o Me
gusta.....(mucho).......leer...(libros).......
de
...(aventuras)......
.
EJERCICIO 9
Los
niños
que
durante
el
aprendizaje
de
la
lectura
han
manejado
sus
abecedarios
personales
están
familiarizados
con
el
orden
alfabético,
aunque
aún
no
lo
dominan.
Es
conveniente
preparar
ejercicios
para
que
escriban
el
alfabeto
en
orden.
Poco
a
poco
tienen
que
aprenderlo
de
memoria
para
manejarse
con
soltura
con
los
diccionarios.
Para
conseguirlo,
puede
empezarse
con
ejercicios
en
los
que
tengan
que
escribir
palabras
que
empiecen
por
cada
una
de
las
letras
del
alfabeto.
También
deben
ordenar
palabras
escritas
previamente,
copiándolas
por
orden
alfabético,
en
su
propia
hoja
de
trabajo.
Para
facilitarles
la
tarea
pueden
escribir
todo
el
alfabeto
ellos
mismos
antes
de
poner
las
palabras
en
orden.
Deberán
trabajar
indistintamente
con
mayúsculas
o
con
iniciales
minúsculas.
EJERCICIO 10
Es
preciso
enseñar
a
los
alumnos
a
comprender
y
escribir
adecuadamente
una
serie
de
diminutivos
y
aumentativos.
Se
empezará
con
palabras
conocidas
que
frecuentemente
se
usan
con
diminutivo
o
con
aumentativo.
Deben
comprender
que
los
diminutivos
pueden
tener
distintas
terminaciones
como:
ito,
illo,
ico,
ino,
ín,
uco
y
que
todas
ellas
sirven
para
designar
algo
pequeño.
En
las
distintas
regiones
españolas
se
utiliza
con
más
frecuencia
uno
u
otro.
Los
aumentativos
pueden
terminar
en:
ón,
azo,
ote,
arón.
Antes
de
que
el
alumno
en
su
hoja
de
trabajo
escriba
los
diminutivos
y
los
206
aumentativos
de
una
lista
de
palabras
que
le
dicta
el
profesor,
conviene
realizar
varios
ejercicios
orales.
Después
escribirá
algunas
frases
en
las
que
utilice
un
diminutivo
o
un
aumentativo
y
que
hagan
referencia
clara
a
esa
precisión
del
sustantivo.
EJERCICIO 11
Continuando
con
el
enriquecimiento
del
vocabulario
y
su
mejor
comprensión,
se
prepararán
ejercicios
para
que
el
alumno
se
dé
cuenta
de
que
hay
palabras
derivadas
o
familiares
de
otras.
Conocerlas
y
pensar
sobre
ello
ayuda
a
expresarse
mejor.
En
primer
lugar
se
realizará
un
trabajo
oral
para
que
el
alumno
comprenda
qué
son
palabras
derivadas
o
familiares.
Después
realizará
ejercicios
escritos
para
que
evoque
y
escriba
todas
las
palabras
que
conoce
en
torno
a
una
concreta.
Si
es
preciso
se
le
pondrán
ayudas
escritas
hasta
que
adquiera
soltura.
«Escribe varias palabras familiares de cada una de las siguientes»:
Pescado.........................................................................................
Pan................................................................................................
Leche.............................................................................................
Viaje...............................................................................................
Barco..........................................................................................".
EJERCICIO 12
El
conocimiento
y
uso
de
los
sinónimos
nos
permite
mejorar
los
escritos,
haciendo
más
grata
su
lectura
porque
se
evita
la
repetición
de
un
mismo
vocablo
en
frases
seguidas.
Los
alumnos
con
síndrome
de
Down
deben
aprender
sinónimos
de
uso
habitual
para
entender
mejor
lo
que
oyen
y
leen,
así
como
para
escribir
y
hablar
con
más
soltura
y
riqueza.
La
experiencia
nos
demuestra,
una
vez
más,
que
los
buenos
lectores
captan
y
aprenden
con
facilidad
algunos
sinónimos
porque
deducen
el
significado
por
el
contexto
de
las
frases.
Pero,
en
todo
caso,
conviene
realizar
una
enseñanza
de
los
mismos.
Esta
es
una
de
las
muchas
tareas
en
las
que
se
ve
claramente
la
ayuda
y
refuerzo
mutuo
que
se
establecen
entre
el
lenguaje
oral,
la
lectura
y
la
escritura.
207
Inicialmente
se
le
ayudará
al
alumno
a
aprender
palabras
sinónimas
y
a
relacionarlas
con
las
que
ya
conoce
comprendiendo
que
tienen
un
significado
igual
o
muy
parecido.
Después
irá
escribiéndolas
al
lado
de
las
que
se
ponen
como
estímulo
para
que
piense
y
escriba
una
o
varias
palabras
que
expresen
la
misma
idea.
También
debe
aprender
que
determinadas
frases
pueden
resumirse
en
una
palabra
que
tiene
el
mismo
significado.
Quitar
el
polvo
del
suelo
con
un
cepillo
o
una
escoba
es..................(barrer).
Poner
cada
cosa
en
su
sitio
es.......................................................(ordenar).
Hacer
la
comida
es........................................................................(cocinar).
Otros
ejercicios
pueden
servir
para
que
el
alumno
sea
capaz
de
expresar
la
misma
idea
con
frases
diferentes.
Ejemplo:
La
frase:
«Pablo
tiene
muchas
ganas
de
comer»
expresa
lo
mismo
que;
«Pablo
tiene
mucha
hambre»
Escribe ahora frases que digan lo mismo de otra forma:
EJERCICIO 13
Los
niños
con
síndrome
de
Down,
desde
las
primeras
etapas
del
método
de
lectura,
empiezan
a
aprender
y
a
relacionar
palabras
antónimas.
Realizan
tareas
de
asociación
de
palabras
cuyo
significado
es
opuesto,
entendiéndolo
muy
bien.
Así,
han
trazado
líneas
de
unión
entre
gordo-‐
delgado,
alto-‐bajo,
caliente-‐frío,
bonito-‐feo,
porque
saben
que
en
cada
pareja
una
palabra
significa
lo
contrario
de
la
otra.
Por
este
motivo
no
será
muy
difícil,
para
el
alumno
que
ya
escribe,
completar
parejas
de
palabras
antónimas
escribiendo
los
contrarios.
Sin
embargo,
cuando
deben
escribir
pequeñas
expresiones
opuestas
a
los
modelos
dados,
la
tarea
es
más
complicada
porque
les
exige
bastante
esfuerzo
mental.
Mar
tranquilo
Tiempo
caluroso
Estoy
alegre
Apaga
la
luz
Cierra
la
puerta
Pon
la
mesa
208
Si
el
alumno
realiza
previamente
una
serie
de
ejercicios
orales,
adquirirá
soltura
y
después
podrá
pensar
para
escribir.
EJERCICIO 14
Otro
modo
de
enriquecer
el
vocabulario
del
alumno
y
de
facilitar
su
expresión
oral
y
escrita,
haciéndole
pensar,
es
el
trabajo
con
analogías.
En
este
aspecto
concreto
los
alumnos
con
síndrome
de
Down
muestran
grandes
dificultades
(del
Barrio,
1991).
Se comenzará con frases muy sencillas para que el alumno comprenda qué debe pensar.
Muchos
de
estos
ejercicios
son
semejantes
a
los
que
se
proponen
en
el
ciclo
inicial
de
primaria
para
los
alumnos
de
las
clases
comunes.
La
diferencia
estriba
en
que
los
alumnos
con
discapacidad
intelectual
deben
realizar
mayor
número
de
ejercicios
para
aprender
por
el
uso,
más
que
por
las
reglas
teóricas.
Conviene
manejar
los
textos
generales
de
lenguaje
para
entresacar
todo
aquello
que
sea
práctico
y
dé
variedad
al
trabajo
del
alumno
con
síndrome
de
Down.
Si
es
preciso,
se
harán
adaptaciones.
Los
mejores
ejercicios
son
los
que
les
ayudan
a
pensar
y
a
utilizar
con
naturalidad,
en
su
lenguaje
oral
y
escrito,
las
palabras
de
uso
ordinario
propias
de
su
ambiente.
MORFOSINTAXIS
CONCORDANCIA
DE
GÉNERO
Y
NÚMERO
Las
personas
con
síndrome
de
Down
manifiestan
problemas
específicos
en
este
aspecto
concreto
del
lenguaje.
No
sorprende
que
estas
dificultades
aparezcan
más
evidentes
en
el
lenguaje
escrito
que
en
el
oral.
209
Es
indudable
que
todas
las
actividades
y
ejercicios
que
se
hacen
para
mejorar
la
morfosintaxis,
tanto
en
las
sesiones
específicas
de
lenguaje
oral
como
en
las
de
lectura,
repercutirán
en
el
lenguaje
escrito.
Del
mismo
modo,
todo
cuanto
escriban
correctamente
y
lo
vean
queda
más
impreso
en
su
mente
y
lo
usan
habitualmente
con
más
soltura
en
sus
expresiones
orales.
Los
programas
con
ordenador
pueden
ser
una
ayuda
eficaz
en
este
sentido.
La
concordancia
correcta
de
género
y
número
es
uno
de
los
primeros
objetivos
a
conseguir.
Gracias
al
aprendizaje
temprano
de
la
lectura,
realizado
como
hemos
explicado
en
esta
obra,
los
niños
se
han
habituado
a
ver
y
leer
cada
sustantivo
con
su
artículo
el
o
la.
Así,
sin
ser
conscientes
de
ello,
han
aprendido
con
el
uso
que
«la
coche»
o
«el
cama»
no
suenan
bien.
Del
mismo
modo,
más
adelante
se
dan
cuenta
del
singular
y
del
plural.
A
pesar
de
ello,
es
preciso
realizar
y
ampliar
la
escritura
correcta
de
las
palabras.
EJERCICIO 1
Se
prepara
una
hoja
de
trabajo,
dividida
en
dos
partes
por
una
raya
vertical.
De
un
modo
destacado
se
escriben
los
artículos
el
y
la,
uno
en
cada
lado.
El
alumno
debe
escribir
debajo
de
cada
artículo
10
palabras
con
su
artículo
en
masculino,
y
otras
10
en
femenino.
EJERCICIO 2
En
una
hoja
de
trabajo
se
escriben
10
sustantivos
masculinos
para
que
el
alumno
escriba
a
su
lado
los
que
correspondan
en
femenino.
También
debe
realizarse
a
la
inversa.
Los
primeros
ejercicios
se
harán
con
palabras
que
no
cambien
sustancialmente
como
el
gato-‐la
gata,
el
niño-‐la
niña,
la
fea-‐el
feo.
Después
se
incluirán
otras
palabras
como:
el
hombre-‐la
mujer,
la
yegua-‐el
caballo,
el
toro-‐la
vaca,
etc.
Finalmente
el
alumno
ampliará
su
vocabulario
con
palabras
que
no
cambian
aunque
se
usen
para
designar
o
acompañar
al
masculino
o
femenino,
como
artista,
periodista,
amable,
fuerte,
etc.
Para
afianzar
el
aprendizaje
y
facilitar
el
uso
correcto
en
la
expresión
oral
y
escrita,
conviene
que
el
alumno
escriba
varias
frases
utilizando
sujetos
y
adjetivos
en
masculino
y
femenino.
EJERCICIO 3
Se
le
presenta
al
alumno
una
hoja
con
varias
frases,
algunas
deben
tener
el
sujeto
en
masculino
y
otras
en
femenino.
El
alumno
debe
escribirlas
de
nuevo,
cambiando
el
género.
Por
ejemplo,
si
la
frase
es:
«Mi
profesor
del
colegio
se
llama
Luis
y
es
muy
simpático&Raquo;,
el
alumno
deberá
escribir:
«Mi
profesora
se
llama
Luisa
y
es
muy
simpática&Raquo;.
La
panadera
de
mi
pueblo
se
llama
Juanita
y
es
una
mujer
delgada.
Mi
vecina
tiene
un
perro
y
un
gato.
La
mona
del
circo
era
muy
juguetona.
EJERCICIO 4
210
El
uso
adecuado
de
los
plurales
en
la
escritura,
haciendo
la
concordancia
correcta
entre
el
artículo,
el
sustantivo,
adjetivo
y
el
verbo
plantea
algunas
dificultades
a
los
alumnos
con
síndrome
de
Down.
Es
frecuente
que
al
escribir
omitan
la
consonante
final
del
plural.
Es
muy
probable
que
si
no
se
les
enseña
expresamente,
no
aprendan
a
convertir
en
plural
algunas
palabras.
Se
empezará,
como
siempre,
con
ejercicios
sencillos.
Se
escriben
en
hoja
una
lista
de
nombres
en
singular
precedidos
de
sus
artículos
el
o
la.
Los
primeros
sustantivos
que
se
pondrán
serán
aquellos
que
se
convierten
en
plural
añadiendo
una
s.
Como
el
pato,
la
mesa,
el
coche,
etc.
El
alumno
escribirá
a
su
derecha
los
plurales.
Después
se
le
enseñará
que
palabras
como
león,
yogur,
pincel,
se
convierten
en
plural
añadiendo
-‐es.
Por
último
el
alumno
aprenderá
a
escribir
los
plurales
de
lápiz,
nariz,
tapiz,
cambiando
la
z
por
c
y
añadiendo
-‐es.
MORFOSINTAXIS
CONJUGACIÓN
DE
LOS
VERBOS
Es
muy
difícil
para
los
adolescentes
con
síndrome
de
Down
la
utilización
correcta
de
los
tiempos
de
los
verbos,
especialmente
en
sus
formas
condicionales
y
compuestas.
No
procede
que
haga
ejercicios
de
repetición
oral
y
escrita
con
cada
uno
de
los
tiempos
para
aprenderlos
de
memoria.
Realmente
deben
empezar
a
manejar
con
soltura
sólo
las
formas
simples
de
presente,
pasado
y
futuro.
Es
más
eficaz
que
hagan
trabajos
verbales
y
escritos
para
aprenderlos
por
el
uso.
Indudablemente
que
la
lectura,
las
sesiones
especializadas
de
lenguaje,
las
oportunidades
para
escuchar
y
para
hablar,
son
grandes
ayudas.
Los
ejercicios
escritos
son
muy
útiles
porque
la
frase
escrita
que
se
ve
y
se
lee
en
voz
alta,
se
retiene
mejor
que
la
frase
que
sólo
se
oye.
Con
suficiente
práctica,
los
alumnos
van
dándose
cuenta
de
que
determinadas
frases
suenan
mal,
no
quedan
bien,
si
el
verbo
no
corresponde
al
tiempo
de
que
se
habla.
«Ayer
como
carne»,
saben
que
está
mal
expresado,
aunque
puede
suceder
que
no
sepan
escribirlo
adecuadamente
si
no
hacen
ejercicios
específicos
para
aprenderlo.
Como
recomendamos
habitualmente,
al
comenzar
los
ejercicios
el
profesor
explicará
qué
trabajo
van
a
realizar
y
hará
de
modelo
para
que
el
alumno
comprenda
bien
qué
debe
hacer.
EJERCICIO 5
En
una
hoja
de
papel
se
escriben
varias
frases
incompletas.
En
todas
falta
un
mismo
verbo,
aunque
en
diferente
persona.
Los
sujetos
son
distintos.
También
conviene
que
cambien
los
complementos.
El
alumno
debe
darse
cuenta
de
qué
verbo
falta
y
escribirlo
de
acuerdo
con
el
sujeto.
Después
leerá
las
frases.
Yo ......................galletas y queso.
211
Papá
......................
patatas.
Mis
amigos
.........................un
bocadillo.
Tú
...........................pollo
con
lechuga.
Nosotros.............................
chocolate.
EJERCICIO 6
Se
escriben
varias
frases
a
las
que
les
falta
el
verbo.
Cada
una
necesita
un
verbo
diferente.
El
alumno
lo
escribirá.
Después
el
alumno
leerá
las
frases.
Es
conveniente
preguntarle:
«¿cuándo?»
después
de
la
lectura
de
cada
frase
para
que
se
dé
cuenta
en
qué
momento,
en
qué
unidad
de
tiempo,
se
realiza
esa
acción.
EJERCICIO 7
El
alumno
puede
escribir
en
su
cuaderno
los
tres
tiempos
simples
de
presente,
pasado
y
futuro
anteponiendo
los
pronombres
personales.
Conviene
que
en
la
parte
superior
de
la
hoja,
de
un
modo
destacado
figuren
las
palabras
ayer
-‐
hoy
-‐
mañana,
o
antes
-‐
ahora
-‐
después
y
debajo
el
tiempo
del
verbo
que
corresponda.
Repitiendo
esta
actividad,
de
vez
en
cuando,
el
alumno
se
acostumbrará
al
uso
de
los
3
tiempos
fundamentales
y
escribirá
con
más
corrección.
Se
pueden
preparar
diversos
ejercicios
de
práctica,
con
los
verbos
más
usuales,
empezando
por
los
regulares
y
poniendo
de
modelo
el
presente.
Poco
a
poco
se
varían
y
complican
los
ejercicios.
1)
212
2)
3)
EJERCICIO 8
Se
mantiene
una
conversación
con
el
alumno
en
la
que
se
le
ayuda
a
recordar
y
a
contar
diversas
actividades
realizadas
el
día
anterior.
Se
le
ayuda
a
resumir
en
frases
algunas
de
ellas.
Después
el
alumno
las
escribirá,
utilizando
el
tiempo
pasado,
y
las
leerá.
EJERCICIO 9
Al
igual
que
en
el
ejercicio
anterior,
se
conversa
con
el
alumno
sobre
qué
actividades
va
a
realizar
al
día
siguiente,
en
vacaciones
y
cuando
sea
mayor.
Se
le
ayuda
a
elaborar
frases
sencillas
en
futuro.
Después
el
alumno
debe
escribirlas
y
leerlas.
EJERCICIO 10
Se
le
entrega
al
alumno
una
hoja
de
trabajo
en
la
que
están
escritas
varias
frases.
Algunas
están
en
presente,
otras
en
futuro
y
otras
en
pasado.
El
alumno
debe
darse
cuenta
de
qué
verbo
necesita
y
escribirlo
en
el
tiempo
que
corresponde.
213
Elena
hoy
.................................chocolate.
Ayer
Ana
...............................
macarrones.
Marta
mañana
.......................helado.
Hoy
yo
..................un
cuento.
Mañana
nosotros
.............................en
la
piscina.
Ayer
mis
padres
.............................
al
cine.
Mañana
........................
una
carta
a
mi
tía."
EJERCICIO 11
Los
tiempos
condicionales
de
los
verbos
deben
trabajarse
oralmente,
con
las
tarjetas
y
hojas
de
lectura
antes
de
que
el
alumno
realice
ejercicios
escritos.
También
los
aprenderá
por
el
uso:
oyendo
frases,
leyéndolas
y
componiéndolas.
Poco
a
poco
le
sonará
mal
una
frase
condicional
en
la
que
el
verbo
está
en
presente,
que
es
lo
que
el
chico
con
síndrome
de
Down
suele
emplear
al
principio.
Si
al
alumno
se
le
dice
que
complete
la
frase
«Si
tuviese
mucha
sed..........
»,
lo
más
probable
es
que
diga
«¡Bebo
agua!».
Si
no
se
le
enseña
que
lo
correcto
es
decir
«bebería»,
no
lo
aprenderá.
La
práctica
lectora
es
la
ayuda
más
valiosa.
Para
realizarla
de
un
modo
sistemático,
conviene
preparar
varias
cartulinas
alargadas
en
las
que
se
escriben
por
separado
las
frases
que
se
relacionan
entre
sí.
Se
entregan
al
alumno
varias
parejas
de
cartulinas
para
que
las
lea
y
empareje
adecuadamente.
Cuando
termina
la
tarea
las
leerá
todas
en
voz
alta.
Ejemplos:
Si tuviera hambre
Si tuviera sed
Bebería agua
Si vinieses a verme
Me pondría triste
si lloviese
214
En
cuanto
el
niño
tenga
un
poco
de
práctica
lectora
y
realice
algunos
ejercicios
orales
de
modo
correcto,
pueden
ponérsele
por
escrito
algunas
frases
que
él
debe
terminar.
Otro
modo
de
trabajar
los
condicionales
es
plantearle
preguntas
orales
en
primer
lugar
y
después
por
escrito.
El
orden
en
el
que
deben
escribirse
las
palabras
y
las
frases
es
otro
de
los
grandes
objetivos
en
la
etapa
del
progreso
en
la
escritura
de
los
alumnos
con
síndrome
de
Down.
Es
cierto
que
los
que
son
lectores
desde
edades
tempranas
tienen
un
gran
camino
recorrido
y
menos
dificultades.
Han
realizado
muchos
ejercicios
de
lectura
y
composición
de
frases
con
el
objetivo
específico
de
comprender
y
usar
habitualmente
el
orden
esencial
de
sujeto,
verbo
y
complemento.
También
han
ordenado
frases
que
les
ha
ayudado
a
comprender
cómo
se
expresa
algo
que
ha
sucedido
temporalmente.
Sin
embargo,
en
el
momento
en
el
que
tienen
que
escribir,
tienen
más
dificultades
tal
vez
a
consecuencia
de
la
actividad
motriz,
especialmente
cuando
se
les
exige
que
prolonguen
la
longitud
de
sus
frases
escritas
o
cuando
deben
escribir
relatos
e
historietas.
EJERCICIO 12
El
alumno
con
síndrome
de
Down
ha
ordenado
palabras
escritas
en
cartulinas
para
formar
frases
durante
el
aprendizaje
de
la
lectura.
Ahora
se
trata
de
la
misma
actividad,
pero
realizada
por
escrito.
Se
le
presenta
una
hoja
en
la
que
están
escritas,
en
desorden,
todas
las
palabras
necesarias
para
formar
una
frase.
El
alumno
debe
darse
cuenta
de
cuál
es
la
frase
y
escribirla
colocando
toda
las
palabras
en
el
orden
correcto.
215
Los
primeros
ejercicios
pueden
ser
parecidos
a
éstos:
«Ordena
las
siguientes
palabras,
formando
una
frase
en
cada
fila.
Escríbela».
Progresivamente
las
frases
serán
más
largas
y
complejas.
Se
le
pueden
poner
más
palabras
de
las
que
necesita.
El
alumno
debe
escribir
una
frase,
eliminando
los
vocablos
innecesarios.
Ejemplos «Construye frases con las palabras que necesites. Tacha las que sobran».
EJERCICIO 13
Se
debe
empezar
con
preguntas
sencillas,
cuya
contestación
es
evidente
por
la
lectura
realizada.
Poco
a
poco
se
plantearán
otras
preguntas
que
hagan
pensar
más
porque
la
información
no
está
explícita
en
la
lectura,
sino
que
tiene
que
deducirla.
Ejemplo.
«El
día
5
de
diciembre
es
el
cumpleaños
de
Alberto.
Hará
una
fiesta
e
invitará
a
merendar
a
todos
sus
amigos.
Le
ha
pedido
a
su
madre
que
haga
una
tarta
de
chocolate
y
que
le
ponga
10
velas
rojas.
Su
hermana
Carmen
adornará
el
salón
y
organizará
juegos
divertidos.
Como
hace
mucho
frío
no
se
puede
salir
al
patio,
jugarán
dentro
de
la
casa».
En
la
intervención
que
se
hace
en
esta
etapa
de
la
escritura
se
fomenta
mucho
la
creatividad
del
alumno
de
modo
que
sea
él
quien
piense
y
decida
qué
va
a
escribir.
Con
frecuencia
necesitará
alguna
ayuda,
verbal
o
gráfica,
que
le
sugiera
el
tema
y
le
incite
a
pensar
sobre
algo
concreto.
El
profesor
puede
proponerle
que
escriba
algo
sobre
un
objeto,
una
persona,
las
cosas
que
le
gustan,
etc.
Es
preciso
charlar
un
poquito,
darle
tiempo
para
pensar,
para
organizar
su
discurso
interior
y
para
decirlo.
Se
le
ayudará
lo
menos
posible
porque
es
necesario
que
el
alumno
haga
el
esfuerzo
mental.
A
veces
el
profesor
hará
de
modelo
indirecto
en
el
sentido
de
que
elaborará
y
escribirá
una
frase
sobre
un
tema
diferente
al
que
se
le
ha
propuesto
al
alumno
para
evitar
que
éste
simplemente
repita
la
misma
frase.
216
EJERCICIO
14
Se
prepara
una
hoja
de
trabajo
en
la
que
se
pone
el
dibujo
de
uno
o
varios
objetos
o
el
de
una
escena
para
que
el
alumno
escriba
sobre
ello.
Se
le
explicará
que
debe
escribir
frases
diferentes,
omitiendo
el
uso
habitual
del
mismo
verbo
o
adjetivo,
como
sería:
"la
mesa
es
bonita,
la
muñeca
es
bonita,
la
flor
es
bonita..."
Si
el
alumno
no
es
capaz
de
pensar
y
escribir,
el
profesor
puede
ayudarle
con
preguntas
orales
del
tipo:
"¿qué
es?,
¿para
qué
sirve?,
¿cómo
es?,
¿te
gusta?
".
Probablemente
el
alumno
pensará
algo
y
se
le
ayudará
a
expresarlo
y
escribirlo.
En
cuanto
sea
capaz
de
escribir
frases
con
el
estímulo
gráfico
del
dibujo
de
un
objeto,
se
le
pondrán
dos
dibujos
para
que
la
frase
contenga
información
relacionada
sobre
ellos.
Por
ejemplo
un
vaso
y
una
mesa,
un
pie
y
un
zapato,
una
llave
y
una
puerta,
una
botella
de
leche
y
una
taza,
etc.
Estos estímulos gráficos sirven para estimular la elaboración de frases más largas.
EJERCICIO 15
Deben
realizarse
ejercicios
semejantes
a
los
anteriores,
sustituyendo
los
dibujos
por
palabras,
para
que
el
alumno
escriba
frases.
Ejemplos:
EJERCICIO 16
Un
ejercicio
que
fomenta
mucho
que
el
adolescente
con
síndrome
de
Down
piense,
es
preparar
una
hoja
de
trabajo
en
la
que
se
escriben
una
serie
de
respuestas
a
las
preguntas
posibles
que
debe
elaborar
el
alumno.
Evidentemente
tendrá
que
existir
coherencia
entre
la
pregunta
que
piensa
y
escribe
y
la
respuesta
que
ya
le
viene
dada.
El
alumno
deberá
utilizar
los
signos
de
interrogación
en
las
frases
que
escriba.
Probablemente
será
preciso
realizar
previamente
algunos
ejercicios
verbales
para
que
el
alumno
comprenda
la
actividad.
El
profesor
hará
de
modelo.
217
Las
primeras
respuestas
que
se
preparen
deben
ser
abiertas
a
un
número
grande
de
preguntas
para
que
así
la
tarea
sea
más
sencilla.
Preguntas Respuestas
¿Te
gusta
leer?......................................Sí
.............................................................. No
............................................................. Un libro
Poco a poco se escriben respuestas que dirigen un poco más el sentido de las preguntas.
Ejemplo:
Preguntas Respuestas
...................................................Creo
que
iremos
mañana.
EJERCICIO 17
Un
modo
de
ayudar
al
alumno
a
pensar
y
a
prolongar
sus
expresiones,
es
darle
escrita
la
primera
parte
de
una
frase
subordinada
para
que
la
complete.
Como
ahora
estamos
en
el
progreso
de
la
escritura,
se
puede
preparar
una
hoja
con
varias
frases
que
el
alumno
debe
terminar
de
escribir.
Será
preciso
realizar
previamente
el
trabajo
oral
para
asegurarse
de
que
el
alumno
entiende
el
sentido.
Ejemplos:
218
No
quiero
escribir
pero
lo
haré
si...............................................................
La
lista
de
ejercicios
para
alcanzar
unos
y
otros
objetivos
mejorando
el
lenguaje
escrito
de
los
adolescentes
y
jóvenes
con
síndrome
de
Down
podría
ser
interminable.
Evidentemente
sólo
hemos
sugerido
unos
cuantos
que
nos
parecen
indicados
para
salir
al
frente
de
algunas
de
las
necesidades
de
estos
alumnos.
No
hemos
pretendido
describir
todo
lo
que
puede
hacerse,
sino
apuntar
unas
ideas
basándonos
en
nuestras
propias
experiencias
y
trabajo.
Probablemente,
con
mayor
número
de
datos,
con
más
tiempo
de
intervención,
con
muestras
más
numerosas
de
alumnos,
podríamos
mejorar
las
indicaciones.
Las
nuevas
generaciones
de
personas
con
síndrome
de
Down
tendrán
la
posibilidad
de
alcanzar
niveles
más
altos
en
su
lenguaje
oral
y
escrito
porque
las
intervenciones
educativas
serán
más
acertadas.
Por
este
motivo
los
jóvenes
con
síndrome
de
Down
deben
familiarizarse
con
diferentes
tipos
de
impresos
y
formularios,
para
comprender
cómo
piden
los
datos
de
distintas
formas.
En
unos
es
preciso
poner
primero
el
nombre
y
después
los
apellidos,
y
en
otros
al
revés.
Unos
ponen
"lugar
de
nacimiento"
y
otros
"natural
de".
Unos
preguntan
por
el
domicilio
y
otros
por
calle,
avenidas
o
señas.
Se
empezará
preparando
unos
cuestionarios
sencillos,
escritos
a
máquina
o
con
ordenador,
en
los
que
deban
reflejarse
los
datos
personales
fundamentales.
Servirán
para
que
el
alumno
sepa
interpretar
qué
información
le
piden.
Al
mismo
tiempo
debe
servir
para
que
el
alumno
repase
y
aprenda
de
memoria
sus
propios
datos:
domicilio,
teléfono,
fecha
y
lugar
de
nacimiento,
número
de
documento
de
identidad.
El
alumno
deberá
rellenar
los
datos
con
letras
mayúsculas
escritas
a
mano.
Hay
que
tener
en
cuenta
que
aunque
debe
practicar
y
aprender
con
el
teclado
y
el
ordenador,
no
siempre
tendrá
el
tiempo,
la
habilidad
o
la
oportunidad
de
rellenar
los
datos
mecánicamente.
En
cuanto
adquiera
cierta
práctica,
deberá
realizarlo
en
impresos
oficiales
ordinarios.
Para
ello
conviene
disponer
de
modelos
originales
variados,
de
uso
frecuente.
Se
pueden
pedir
en
correos,
en
las
entidades
bancarias,
en
oficinas
y
en
instituciones
de
diverso
tipo.
En
algunos
impresos
los
espacios
están
limitados
para
cada
una
de
las
letras
o
de
los
números.
En
otros
hay
poco
espacio
para
unas
cosas
y
sobra
para
otras.
La
práctica
ayudará
al
alumno
a
entender
el
tipo
de
impreso
y
a
administrar
el
espacio
para
rellenar
sus
datos
con
claridad.
Damos
por
supuesto
que
en
esta
etapa
el
alumno
ya
sabe
firmar
y
lo
hace
de
un
modo
personal
y
correcto.
Si
no
es
así,
debe
practicarlo
poniendo
su
nombre
y
al
lado
el
primer
apellido.
Debe
saber
que
su
firma
tiene
que
hacerla
siempre
del
mismo
modo.
No
debe
hacerlo
unas
veces
con
mayúscula
219
y
otras
con
minúscula
o
con
letra
de
imprenta.
Debe
aprender
que
un
impreso
en
el
que
ponga
el
interesado,
el
solicitante,
el
cliente,
etc.,
es
donde
debe
firmar.
También
debe
practicar
la
escritura
y
envío
de
tarjetas
postales
y
telegramas,
el
modo
de
hacer
listas
de
pedidos,
de
solicitar
un
catálogo
y
una
información
gratuita
que
se
ofrece
en
algunos
anuncios
de
periódicos
o
de
revistas,
etc.
Otra
práctica
de
carácter
funcional
puede
dirigirse
a
la
adquisición
del
hábito
de
anotar
las
instrucciones
básicas
o
los
pasos
a
seguir
para
poner
en
funcionamiento
un
aparato
y
para
pararlo.
Es
cierto
que
puede
aprender
a
manejarlo
viendo
cómo
se
hace
y
practicando
él
mismo,
pero
también
es
cierto
que
si
hay
que
elegir
un
programa
de
TV,
de
lavadora
o
de
secadora,
de
ordenador,
o
poner
en
marcha
un
DVD,
puede
olvidarse.
Si
tiene
a
mano
su
pequeño
guión,
no
tendrá
problemas.
Debe
hacerse
lo
mismo
en
relación
con
las
recetas
de
cocina
que
ya
puede
hacer
por
su
cuenta.
Así
no
se
olvidará
de
nada.
Estas
actividades
de
escritura
tienen
como
objetivo
conseguir
la
máxima
autonomía
e
independencia,
ese
valerse
por
sí
mismo,
de
la
persona
con
síndrome
de
Down.
Cuanta
más
práctica
realice,
más
soltura
adquirirá
con
el
lenguaje
escrito
y
más
probabilidades
tendrá
de
funcionar
con
éxito.
Cuanto
más
compruebe
las
ventajas
que
tiene
por
saber
leer
y
escribir,
más
motivado
estará
para
esforzarse
y
más
eficaz
será
su
aprendizaje.
220
Enseñar
a
redactar
a
los
alumnos
con
discapacidad
intelectual
exige
esfuerzo,
ingenio
y
tiempo.
Colaborar
al
enriquecimiento
lingüístico
de
los
jóvenes,
ayudarles
a
ordenar
sus
ideas
y
expresarlas
bien,
fomentar
su
creatividad
y
ser
testigos
de
su
progreso,
es
una
tarea
que
vale
la
pena
y
que
produce
grandes
satisfacciones.
La
capacidad
de
expresarse
bien
de
forma
verbal
y
escrita,
manifestando
necesidades,
sentimientos
o
ideas,
es
una
facultad
exclusivamente
humana
que
a
todos
nos
produce
bienestar,
nos
facilita
una
relación
más
profunda
con
el
otro
y
nos
hace
sentir
que
nuestra
vida
es
más
plena.
Los
jóvenes
son
síndrome
de
Down
no
son
una
excepción.
Sus
dificultades
deben
paliarse
con
las
intervenciones
que
sean
necesarias.
En
primer
lugar
es
fundamental
que
el
profesor
tenga
el
convencimiento
de
que
vale
la
pena
que
el
alumno
siga
progresando
todo
lo
que
pueda
en
su
lenguaje
escrito.
El
avance
se
conseguirá
si
se
ponen
los
medios.
Si
se
le
ofrece
a
un
adolescente
con
síndrome
de
Down
una
hoja
en
blanco
diciéndole:
"Escribe
lo
que
quieras",
es
muy
probable
que
diga:
"y
¿qué
pongo?
No
se
me
ocurre
nada".
Esta
dificultad,
que
es
muy
general,
puede
paliarse
si
se
emplean
algunas
estrategias
que
ayuden
al
alumno
a
centrarse
y
a
idear.
Una
de
estas
estrategias
es
darle
unos
dibujos,
y
un
pequeño
guión.
Los
dibujos
pueden
servirle
para
saber
de
qué
hablar
y
el
guión
puede
darle
las
pautas
para
seguir
con
orden
la
descripción
de
un
objeto
o
la
narración
de
un
relato.
Poco
a
poco
recordará
unas
pequeñas
normas
a
seguir
que
le
sirven
para
ordenar
el
modo
de
expresarse.
Por ejemplo, se le puede poner delante una fotografía o un dibujo. El guión puede ser muy sencillo:
¿Qué
es?
¿Cómo
es?
¿Para
qué
sirve?
¿Cómo
se
utiliza?
En
poco
tiempo
podrá
eliminarse
la
ayuda
gráfica
y
bastará
con
decirle
al
alumno
que
escriba
algo
sobre:
un
barco,
un
perro,
una
guitarra.
Si
se
trata
de
una
pequeña
historieta
o
acción,
se
le
ofrecen
3
escenas
gráficas
de
la
misma
en
las
que
se
vea
cómo
comienza,
qué
sucede
y
cómo
acaba.
El
guión
escrito
puede
ser:
Poco
a
poco
aprenderá
que
en
las
historias,
novelas,
cuentos,
películas,
siempre
hay
un
comienzo
o
planteamiento
del
tema,
un
nudo
o
trama
que
explica
qué
pasa,
y
un
final
o
desenlace,
que
es
la
consecuencia
de
todo
lo
anterior.
221
En
el
momento
en
el
que
el
alumno
ha
adquirido
cierta
práctica
para
redactar
con
esas
ayudas,
se
puede
suprimir
una
de
las
tres
escenas
gráficas
para
que
él
la
cree
y
se
invente
lo
que
falta
con
ayuda
de
las
otras
dos.
Paulatinamente
se
suprimirán
las
otras
dos,
para
que
haya
más
creación.
Durante
el
aprendizaje
conviene
variar
el
tipo
de
acontecimientos
que
se
le
presentan
y
el
guión
o
esquema.
Se
trata
de
impedir
rigidez
e
inflexibilidad
por
parte
del
alumno.
Con
estos
ejercicios
será
capaz
de
hacer
pequeñas
redacciones
creativas
sin
ayuda,
¡aunque
emplee
mal
algunos
tiempos
de
los
verbos
o
la
puntuación
no
sea
perfecta!
Un
modo
práctico,
funcional
y
agradable
de
comunicación
es
la
correspondencia
epistolar.
A
pesar
de
su
desuso
actual,
es
una
actividad
humana
muy
grata
para
el
transmisor
y
para
el
receptor.
Para
las
personas
con
discapacidad
intelectual,
en
especial,
es
una
buena
experiencia
escribir
y
recibir
cartas.
Sienten
y
viven
el
cariño
y
la
amistad
que
a
lo
mejor
no
tienen
suficientes
oportunidades
para
vivirlo
de
otro
modo.
La
práctica
de
escribir
cartas
sencillas
de
felicitación
y
de
agradecimiento
debe
empezar
en
cuanto
el
niño
o
adolescente
sea
capaz
de
escribir
alguna
frase
corta
con
letra
legible.
Incluso
es
bueno
animarles
a
hacerlo
desde
que
son
capaces
de
dictar
qué
quieren
decir
y
pueden
copiarlo.
Así,
el
profesor
o
familiar
que
les
ayude
puede
escribir
lo
que
el
niño
dicte.
Desde
el
principio
se
enseñará
al
alumno
los
distintos
aspectos
formales
para
que
la
carta
tenga
una
presentación
correcta:
lugar
y
fecha,
saludo
y
firma.
Se
insistirá
en
que
se
esfuerce
por
hacer
una
buena
letra
para
que
el
que
la
reciba,
la
lea
con
facilidad.
Se
le
ayudará
a
redactar
el
contenido.
Es
bueno
que
tenga
la
oportunidad
de
escribir
cartas
variadas
para
que
se
dé
cuenta
de
que
todas
deben
ser
diferentes.
Las
personas
que
las
reciben
pueden
no
ser
las
mismas
y
lo
que
debe
decir
varía
de
una
situación
a
otra.
Si
se
le
da
la
oportunidad
de
iniciarse
con
las
felicitaciones
a
familiares
y
amigos
y
con
los
agradecimientos
por
las
atenciones
o
regalos
que
recibe,
después
disfrutará
mucho
escribiendo
lo
que
quiera
a
sus
amigos
o
amigas.
Todo
esto
es
fomentar
las
habilidades
sociales
que
hacen
más
agradables
las
relaciones
humanas.
Hay
algunas
personas
con
síndrome
de
Down
que
tienen
dotes
especiales
para
la
poesía.
Lo
manifiestan
a
partir
de
la
adolescencia
cuando
se
les
ve
disfrutar
con
los
poemas
de
los
grandes
poetas.
Puede
suceder
que
el
joven
confiese
que
no
lo
entiende
todo,
pero
que
le
gusta
leer
poesía.
Fomentar
esta
afición
es
un
deber
de
los
profesores
y
de
la
familia.
El
joven
tiene
derecho
a
disfrutar
cuanto
sea
posible
de
la
cultura,
del
arte,
de
la
buena
literatura.
Algunos
de
estos
jóvenes
escriben
sus
propios
poemas.
Es
preciso
descubrir
quiénes
tienen
este
talento
especial
y
ponerles
en
situación
de
que
reciban
formación
para
que
lo
hagan
bien.
En
algunas
ciudades
hay
centros
culturales
en
los
que
se
realizan
actividades
literarias.
En
unos
sólo
se
puede
asistir
como
espectadores,
pero
en
otros
se
realizan
cursos
de
formación.
Creemos
que
es
un
deber
de
todos
fomentar
las
habilidades
222
especiales
que
una
persona
puede
tener.
Si
la
persona
tiene
una
discapacidad
intelectual,
el
deber
de
fomentar
su
sensibilidad
y
sus
cualidades
creativas
es
más
imperativo.
Otro
tema
de
actualidad,
al
que
hay
que
dedicar
especial
atención,
es
el
de
facilitar,
promover
y
ayudar
a
las
personas
con
síndrome
de
Down
a
expresar
sus
reflexiones,
sus
vivencias,
sus
sentimientos
sobre
los
grandes
temas
que
siempre
han
preocupado
a
los
seres
humanos:
el
dolor,
el
sentido
de
la
vida,
la
felicidad,
el
amor,
la
amistad,
etc.
Los
jóvenes
adultos
de
hoy,
que
están
integrados
en
el
mundo
ordinario,
reflexionan
sobre
sus
propias
vidas
y
las
comparan
con
las
vidas
de
los
que
les
rodean.
Se
rebelan.
Día
a
día
viven
sus
propias
ilusiones
y
frustraciones.
Todavía
hoy
no
las
conocemos
bien
porque
no
lo
han
expresado.
Consideramos
que
algunos
jóvenes
con
síndrome
de
Down
pueden
hacerlo
si
reciben
el
apoyo
y
ayuda
necesarios.
Debemos
estar
atentos
a
su
gran
mundo
interior.
Ganaremos
su
confianza
valorando
sus
sentimientos
y
reflexiones.
Les
facilitaremos
que
los
compartan,
si
lo
desean.
Les
ayudaremos
para
que
puedan
transmitirlos.
Podremos
ayudarles
si
lo
necesitan
y
lo
desean.
Tienen
derecho...
y
la
sociedad
también.
La
utilización
del
ordenador
para
la
escritura
es
una
valiosísima
ayuda
técnica
que
conviene
que
aprendan
a
manejar
cuanto
antes
los
niños
y
jóvenes
con
síndrome
de
Down.
Cuando
no
sea
posible
disponer
de
este
medio,
se
les
enseñará
a
utilizar
la
máquina
de
escribir
eléctrica
o
convencional.
Las
ventajas
del
uso
del
ordenador
para
escribir
son,
en
primer
lugar,
que
la
producción
final,
la
presentación
formal
del
escrito
(el
significante),
no
difiere
del
de
cualquier
otra
persona
que
no
tenga
problemas
para
la
escritura
manuscrita.
La
segunda
ventaja
es
que
el
contenido
(el
significado)
de
la
comunicación
puede
mejorarse
notablemente.
Gracias
a
los
muchos
programas
de
lenguaje
y
de
procesamiento
de
textos
que
hay
hoy
en
el
mercado,
los
alumnos
pueden
mejorar
la
estructura
de
sus
frases,
el
vocabulario,
la
longitud
de
sus
enunciados,
etc.
La
facilidad
que
tiene
el
alumno
para
leer,
corregir
y
comprobar
antes
de
imprimir,
le
permite
acabar
la
tarea
con
éxito.
Los
errores
no
quedan
plasmados
en
el
papel.
Para
que
el
alumno
aprenda
bien,
es
preciso
que
el
profesor
conozca
y
disponga
de
programas
variados
para
seleccionar
el
más
adecuado
para
él.
Algunos
tendrán
que
empezar
con
uno
sencillito
como
Notepad
y
otros
podrán
trabajar
con
otros
más
amplios
como
Word
y
Power
Point.
Revisar
e
incluir
nuevos
programas.
Si
el
alumno
dispone
de
un
ordenador
en
su
casa,
conviene
ponerse
de
acuerdo
con
la
familia
para
elegir
los
mismos
programas.
El
profesor
debe
tener
claros
los
objetivos
a
conseguir
en
cada
momento
y
trabajarlos
todos
paulatinamente.
Comenzando
con
el
manejo
técnico
y
seleccionando
después
el
contenido
de
los
programas
de
lenguaje
y
de
los
procesadores
de
textos.
La
meta
final
a
conseguir
durante
la
fase
de
formación
es
que
los
jóvenes
adultos
con
síndrome
de
Down
sean
capaces
de
manejarse
con
total
autonomía
para
abrir
los
programas,
escribir
el
texto
que
deseen,
imprimirlo,
archivarlo
y
cerrar
el
programa.
Parece
evidente
que
si,
gracias
al
ordenador,
se
supera
la
barrera
motriz
que
tienen
muchas
personas
con
síndrome
de
Down
para
escribir
a
mano,
podrán
concentrar
mejor
sus
esfuerzos
en
la
elaboración
y
transmisión
del
contenido
de
sus
mensajes.
223
Los
alumnos
no
se
distinguen
mucho
de
sus
compañeros
sin
síndrome
de
Down
en
la
facilidad
con
que
aprenden
el
manejo
técnico
del
aparato.
Todos
pueden
hacerlo
aunque
unos
necesiten
mayor
número
de
sesiones
que
otros
para
adquirir
cierta
competencia.
La
edad,
la
personalidad,
las
habilidades
perceptivas
y
motrices
y
la
capacidad
mental
son
las
variables
que
marcan
diferencias.
Según
nuestra
experiencia
todos
manejan
con
soltura
el
ratón,
aprenden
la
utilización
del
teclado
y
disfrutan
con
su
utilización.
Siempre
que
sea
posible,
los
niños
con
síndrome
de
Down
deberían
familiarizarse
desde
pequeños
con
el
uso
del
ordenador.
Evidentemente
será
preciso
adaptar
el
mobiliario
para
que
el
alumno
esté
bien
sentado,
pueda
manejar
con
comodidad
el
teclado
y
el
ratón
y
tenga
la
pantalla
a
la
distancia
que
necesite.
Los
niños,
además
de
entrenarse
en
su
uso
para
cuando
aprendan
a
procesar
textos,
pueden
beneficiarse
del
apoyo
educativo
que
les
aportan
los
numerosos
programas
diseñados
para
mejorar
la
atención,
la
percepción,
la
orientación
espacial,
el
lenguaje,
el
cálculo,
etc.
Aunque
algunos
programas
no
son
buenos
y
en
otros
sólo
se
puede
utilizar
una
parte,
el
profesor
del
niño
sabrá
seleccionar
lo
adecuado
en
función
de
los
objetivos
educativos.
Es
un
error
comprar
un
programa
de
lenguaje,
cálculo
o
lectura
y
poner
al
niño
ante
él,
para
que
el
niño
se
adapte
al
programa.
Debe
hacerse
a
la
inversa.
Se
elige
un
programa
o
parte
de
su
contenido
porque
es
lo
que
el
niño
necesita
para
progresar
en
un
aspecto
concreto.
Durante
la
fase
de
aprendizaje
a
veces
es
conveniente
hacer
algunas
adaptaciones
para
facilitar
la
tarea
al
alumno
y
para
lograr
mayor
eficacia.
Las
adaptaciones
pueden
ser:
1. La
utilización
de
una
letra
que
sea
suficientemente
grande
y
negrita
para
que
el
alumno
la
perciba
en
la
pantalla
sin
dificultades
ni
cansancio
visual.
2. La
elección
del
tipo
de
letra
cursiva,
script
o
las
dos,
indistintamente,
en
función
de
la
letra
que
el
alumno
conoce
y
usa
habitualmente.
Los
alumnos
que
todavía
leen
sólo
la
letra
manuscrita,
aprenderán
con
el
ordenador
la
letra
de
imprenta.
3. La
colocación
de
etiquetas
que
señalen
y
destaquen
las
teclas
intro,
mayúscula
y
borrar.
Los
alumnos
que
progresan
con
mayor
rapidez
son
aquellos
que
conocen
bien
el
abecedario,
los
que
se
han
habituado
previamente
a
los
teclados
de
las
máquinas
de
escribir
y
los
que
son
capaces
de
usar
las
dos
manos,
distribuyéndose
el
espacio
del
teclado
entre
ambas.
Por
estas
razones,
cuanto
antes
comience
un
niño
a
conocer
y
manejar
un
teclado
y
el
ordenador,
más
fácil
será
centrarse
en
los
contenidos
de
los
programas
y
se
avanzará
más
deprisa.
Nos
parece
oportuno
recordar
que
el
ordenador
es
sólo
un
medio
técnico,
una
ayuda,
que
en
ningún
caso
sustituye
al
mediador
ni
al
profesor
que
es
quien
programa,
selecciona,
enseña,
adapta,
registra
y
evalúa.
El
alumno
nunca
debe
quedarse
solo
ante
la
pantalla.
La
comunicación
con
el
adulto
y
la
observación
atenta
y
constante
de
éste
no
deben
faltar.
El
profesor
dedicará
especial
atención
a
todos
los
aspectos
de
la
lengua,
ayudando
al
alumno
a
mejorar
sus
escritos
en
la
forma
y
en
el
fondo.
Deberá
conocer
muy
bien
el
nivel
de
lectura,
escritura
y
lenguaje
en
general
que
tiene
el
alumno
para
reforzar
y
colaborar
con
el
resto
de
los
programas
educativos
en
los
que
el
alumno
participa.
224
Otro
tema
de
actualidad,
al
que
hay
que
dedicar
especial
atención,
es
el
de
facilitar,
promover
y
ayudar
a
las
personas
con
síndrome
de
Down
a
expresar
sus
reflexiones,
sus
vivencias,
sus
sentimientos
sobre
los
grandes
temas
que
siempre
han
preocupado
a
los
seres
humanos:
el
dolor,
el
sentido
de
la
vida,
la
felicidad,
el
amor,
la
amistad,
etc.
Los
jóvenes
adultos
de
hoy,
que
están
integrados
en
el
mundo
ordinario,
reflexionan
sobre
sus
propias
vidas
y
las
comparan
con
las
vidas
de
los
que
les
rodean.
Se
rebelan.
Día
a
día
viven
sus
propias
ilusiones
y
frustraciones.
Todavía
hoy
no
las
conocemos
bien
porque
no
lo
han
expresado.
Consideramos
que
algunos
jóvenes
con
síndrome
de
Down
pueden
hacerlo
si
reciben
el
apoyo
y
ayuda
necesarios.
Debemos
estar
atentos
a
su
gran
mundo
interior.
Ganaremos
su
confianza
valorando
sus
sentimientos
y
reflexiones.
Les
facilitaremos
que
los
compartan,
si
lo
desean.
Les
ayudaremos
para
que
puedan
transmitirlos.
Podremos
ayudarles
si
lo
necesitan
y
lo
desean.
Tienen
derecho...
y
la
sociedad
también.
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