Ta1 - Grupo - 6

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1de 22

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS HUMANAS

Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y a un debido proceso

AUTORES:

Matta Pariatanta, Daryl

More León, Sol Anghie Selene

Pizarro Saavedra, Fátima Liseth

Silva Acosta, Brayan

Tapia Rodríguez, Nicole Alessandra

DOCENTE:

Mg. Vílchez Castro, Jorge Napoleón

CURSO:

Derechos Humanos

CHICLAYO – PERÚ

2022
ÍNDICE

Introducción ...................................................................................................................... iii


Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y a un debido proceso ................................... iv
1. Conceptualización de proceso .................................................................................... iv
2. Debido Proceso ............................................................................................................ iv
2.1. Presunción de inocencia .......................................................................................... vi
2.2. Principio de legalidad ............................................................................................... vi
2.3. Principio de Ne Bis In Idem .................................................................................... vii
2.4. Derecho fundamental a la prueba ........................................................................ viii
2.5. Derecho a la cosa juzgada .................................................................................... viii
2.6. Derecho a la pluralidad de instancia ...................................................................... ix
2.7. Derecho a los recursos ............................................................................................ ix
2.8. Derecho a probar ...................................................................................................... ix
2.9. Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable .......................................... x
2.10. Derecho al juez imparcial .................................................................................... xi
2.11. Derecho de defensa ............................................................................................. xi
3. Derecho de Tutela Jurisdiccional Efectiva ................................................................ xi
4. Tutela Jurisdiccional efectiva y el debido proceso .................................................. xii
5. El derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva ........................ xiii
6. Contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva....................................... xiv
6.1. El derecho de acceso a la jurisdicción ............................................................. xiv
6.2. El derecho a la defensa ..................................................................................... xiv
6.3. El derecho a un juez imparcial predeterminado por ley ................................. xv
6.4. El derecho a un proceso sin dilaciones indebidas ......................................... xvi
6.5. El derecho a una decisión que se pronuncie sobre la protección al derecho
material solicitado, que se encuentra motivada fáctica y jurídicamente ................. xvi
6.6. El derecho a una decisión definitiva e inmodificable .................................... xvii
6.7. El derecho a la efectividad ................................................................................ xix
Conclusiones .................................................................................................................. xxi
Bibliografía ..................................................................................................................... xxii

ii
Introducción

En el Perú, la aparición del Estado de Derecho ha implicado la también aparición


de la democracia. Desde siglos atrás, Montesquieu había propuesto la
separación de los poderes del Estado para que el poder no recaiga en un solo
órgano, sino en tres: el poder legislativo, el poder judicial y el poder ejecutivo. De
esta forma el país se sumergió en el largo trayecto hacia la democracia actual,
donde cada órgano estatal se encarga de diferentes funciones y diferentes
ámbitos.

Por lo que es conocido que el Derecho Procesal Constitucional tienen un


innegable desarrollo, no solo por la abundante doctrina que sobre la base de las
diversas instituciones constitucionales se ha construido, sino también por la
copiosa jurisprudencia especializada, muchas veces acertada, emitida por parte
del supremo intérprete de la Constitución, en la búsqueda de la defensa de los
derechos fundamentales.

Analizaremos en este trabajo el inciso 3 del artículo 139 de la Constitución


Política peruana, donde dicho artículo ha agrupado bajo la denominación de
principios y derechos a un conjunto de dispositivos referentes a la función a la
función jurisdiccional, mencionando así los alcances al debido proceso y a la
tutela jurisdiccional efectiva.

iii
Derecho a la tutela jurisdiccional efectiva y a un debido proceso

1. Conceptualización de proceso

Para una mejor aproximación de este término, Devis Echandía, catedrático y


abogado colombiano, especializado en el área procesal, menciona lo siguiente:

En un sentido literal y lógico, no jurídico, por proceso se entiende cualquier


conjunto de actos coordinados para producir un fin; así hablamos del
proceso de producción de un material o de construcción de un edificio. Ya
dentro del terreno jurídico, pero en sentido general, entendemos por
proceso una serie o cadena de actos coordinados para el logro de un fin
jurídico, y así hablamos del proceso legislativo o de la elaboración de un
decreto que requiere la intervención de diversas personas y entidades; y
aun del proceso de un contrato, en el campo del derecho administrativo.
(Echandía, 2003)

Es obligatorio el entendimiento de este término, puesto que el contenido del


Derecho Procesal Constitucional está dado por aquellas categorías mediante las
cuales se tutela la Constitución, donde así vemos que se opta por un tesis
amplia, por lo que dicha rama engloba el estudio dogmático-teórico de los
diversos procesos constitucionales, la magistratura constitucional, así como la
jurisdicción constitucional y las instituciones procesales específicas que incluye,
obviamente, el debido proceso; teniendo como finalidad el de satisfacer dos
bienes jurídicos tutelados: los derechos fundamentales de los ciudadanos y el
principio de supremacía constitucional.

2. Debido Proceso

El derecho al debido proceso, reconocido en el inciso 3 del artículo 139 de la


Constitución, es un derecho cuyo ámbito de irradiación no abarca
exclusivamente el campo judicial, sino que se proyecta, con las exigencias de su
respeto y protección, sobre todo órgano, público o privado, que ejerza funciones
formal o materialmente jurisdiccionales.

Artículo 139°.- Son principios y derechos de la función jurisdiccional:

La observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Ninguna


persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley,
iv
ni sometida a procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni
juzgada por órganos jurisdiccionales de excepción ni por comisiones
especiales creadas al efecto, cualquiera sea su denominación.
(Constitución Política del Perú, 1993)

El inciso bajo análisis es de suma importancia, pues establece las garantías para
el debido proceso legal, que en la actualidad no solo es considerado como un
derecho constitucional sino como derecho fundamental; vale decir, uno de los
derechos humanos exigibles al Estado moderno de derecho. Mediante el debido
proceso se garantiza que las reglas de organización judicial, competencia,
trámite de los juicios y ejecución de las decisiones de la justicia, se lleven a cabo
respetando las garantías constitucionales vigentes.

Aníbal Quiroga define al Debido Proceso Legal como la institución del Derecho
Constitucional Procesal que “identifica los principios y presupuestos procesales
mínimos que debe reunir todo proceso judicial jurisdiccional para asegurar al
justiciable la certeza, justicia y legitimidad de su resultado” (Quiroga León, 1996).
Estos principios no son otros que los que detalla el segundo párrafo del inciso 3,
ya antes citado.

El debido proceso está concebido como el cumplimiento de todas las garantías,


requisitos y normas de orden público que deben observarse en las instancias
procesales de todos los procedimientos, incluidos los administrativos, con la
finalidad de que las personas estén en condiciones de defender adecuadamente
sus derechos ante cualquier acto del Estado que pueda afectarlos.

La dimensión sustancial del debido proceso además de tener un control formal


del proceso judicial, controla también los contenidos de la decisión en el marco
del Estado Constitucional, es decir un control en cuanto a la razonabilidad y
proporcionabilidad con que debe actuar todo juez dentro del marco de la
Constitución y las Leyes.

Encierra en sí un conjunto de garantías constitucionales que se pueden perfilar


a través de identificar las cuatro etapas esenciales de un proceso: acusación,
defensa, prueba y sentencia, que se traducen en otros tantos derechos que
enunciativamente a continuación se plantean.

v
2.1. Presunción de inocencia

En el Sistema Internacional de Protección de los Derechos Humanos, el derecho


a la presunción de inocencia aparece considerado en el artículo 11.1 de la
Declaración Universal de los Derechos Humanos, en el sentido de que "Toda
persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia
mientras no se pruebe su culpabilidad, conforme a la ley y en juicio público en el
que se le hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa". De
igual modo, el citado derecho es enfocado en el artículo 14.2 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el artículo 8.2 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos. En relación con esta última, "La Corte ha
afirmado que en el principio de presunción de inocencia subyace el propósito de
las garantías judiciales, al afirmar la idea de que una persona es inocente hasta
que su culpabilidad es demostrada"

En concordancia con estos instrumentos internacionales de protección de los


derechos humanos, la Constitución establece que "Toda persona es considerada
inocente mientras no se haya declarado judicialmente su responsabilidad". De
esta manera, el constituyente ha reconocido la presunción de inocencia como un
derecho fundamental. El fundamento del derecho a la presunción de inocencia
se halla tanto en el principio-derecho de dignidad humana ("La defensa de la
persona humana y el respeto de su dignidad son el fin supremo de la sociedad y
del Estado", artículo l.º de la Constitución), así como en el principio pro hómine.

No obstante el desarrollo del derecho fundamental a la presunción de inocencia,


es pertinente hacer algunas precisiones adicionales a efectos de una cabal
comprensión y tutela del derecho en mención. En primer lugar, se quiere decir
que, como todo derecho fundamental, el derecho a la presunción de inocencia
tiene un doble carácter. Esto es, que no solamente es un derecho subjetivo, sino
también una institución objetiva dado que comporta determinados valores
inherentes al ordenamiento constitucional.

2.2. Principio de legalidad

Dicho principio comprende una doble garantía; la primera, de orden material y


alcance absoluto, tanto referida al ámbito estrictamente penal como al de las
sanciones administrativas, refleja la especial trascendencia del principio de

vi
seguridad jurídica en dichos campos limitativos y supone la imperiosa necesidad
de predeterminación normativa de las conductas infractoras y de las sanciones
correspondientes, es decir, la existencia de preceptos jurídicos (lex praevia) que
permitan predecir con suficiente grado de certeza (lex certa) aquellas conductas
y se sepa a qué atenerse en cuanto a la añeja responsabilidad y a la eventual
sanción; la segunda, de carácter formal, relativa a la exigencia y existencia de
una norma de adecuado rango y que este Tribunal ha identificado como ley o
norma con rango de ley.

No debe identificarse el principio de legalidad con el principio de legalidad


procesal penal. El primero, garantizado por el ordinal "d" del inciso 24 del artículo
2 de la Constitución, se satisface cuando se cumple la previsión de las
infracciones y sanciones en la ley. El segundo, en cambio, enunciado en el
artículo 139.3, referido al aspecto puramente procesal, garantiza a toda persona
el estricto respeto de los procedimientos previamente establecidos, al prohibir
que ésta sea desviada de la jurisdicción predeterminada, sometida a
procedimiento distinto o juzgada por órganos jurisdiccionales de excepción ó por
comisiones especiales.

2.3. Principio de Ne Bis In Idem

Dicho principio, informador del ius puniendi estatal, declara, respecto de su


dimensión sustantiva, la imposibilidad de que recaigan dos sanciones cuando
concurra la triple identidad de sujeto, hecho y fundamento, puesto que tal
proceder constituiría un exceso del poder sancionador. En el presente caso, se
advierte que la alegada vulneración está referida a la dimensión procesal del ne
bis in ídem.

La exigencia primaria y básica de la dimensión procesal del ne bis in ídem es


impedir que el Estado arbitrariamente persiga criminalmente a una persona por
más de una vez, tal arbitrariedad no se genera en aquellos casos en que la
instauración y realización de un proceso penal se efectúa a consecuencia de
haberse declarado la nulidad del primer proceso. En el mismo sentido, la nulidad
de actuados al interior de un proceso penal no puede configurar una afectación
al ne bis in ídem.

vii
2.4. Derecho fundamental a la prueba

Una de las garantías que asisten a las partes del proceso es la de presentar los
medios probatorios necesarios que posibiliten la creación de convicción en el
juzgador sobre la veracidad de sus argumentos. Sin embargo, como todo
derecho fundamental, el derecho a la prueba también está sujeto a restricciones
o limitaciones, derivadas tanto de la necesidad de que sean armonizados con
otros derechos o bienes constitucionales (límites extrínsecos), como de la propia
naturaleza del derecho en cuestión (límites intrínsecos).

Sin embargo, el reconocimiento del derecho a la prueba en la normatividad es


restringido y se lo relaciona casi exclusivamente con la presunción de inocencia.
Por eso, normalmente aparece bajo la fórmula siguiente: “la persona se
considera inocente mientras no se haya declarado judicialmente su
responsabilidad”. Este es el enunciado utilizado en el artículo 2, inciso 24, acápite
e, de la Constitución, que reproduce lo estipulado por el artículo XXVI de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, y, en cierta
forma, lo prescrito en los artículos 11, inciso 1, de la Declaración Universal de
Derechos Humanos; 14, inciso 2, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, y 8, inciso 2, de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

El derecho a la prueba lleva aparejada la posibilidad de postular, dentro de los


límites y alcances que la Constitución y las leyes reconocen, los medios
probatorios pertinentes para justificar los argumentos que el justiciable esgrime
a su favor. Por ello, no se puede negar la existencia del derecho fundamental a
la prueba. Constituye un derecho fundamental de los justiciables producir la
prueba relacionada con los hechos que configuran su pretensión o su defensa.
Según esta dimensión subjetiva del derecho a la prueba, las partes o un tercero
legitimado en un proceso o procedimiento tienen el derecho de producir la prueba
necesaria con la finalidad de acreditar los hechos que configuran su pretensión
o defensa.

2.5. Derecho a la cosa juzgada

Mediante la garantía de la cosa juzgada se instituye el derecho de todo


justiciable, en primer lugar, a que las resoluciones que hayan puesto fin al
proceso judicial no puedan ser recurridas mediante nuevos medios

viii
impugnatorios, ya sea porque éstos han sido agotados o porque ha transcurrido
el plazo para impugnarla; y, en segundo lugar, a que el contenido de las
resoluciones que hayan adquirido tal condición, no pueda ser dejado sin efecto
ni modificado, sea por actos de otros poderes públicos, de terceros o, incluso, de
los mismos órganos jurisdiccionales que resolvieron el caso en el que se dictó.

2.6. Derecho a la pluralidad de instancia

El derecho a la pluralidad de instancias es una garantía consustancial al derecho


al debido proceso, que persigue que lo resuelto por un Juez en primera instancia
pueda revisarse por un órgano funcionalmente superior, permitiendo de esta
manera que lo resuelto por aquel, sea objeto cuando menos de un doble
pronunciamiento jurisdiccional. Garantiza que en la dilucidación de una
controversia planteada en sede judicial, exista una estructura jurisdiccional que,
cuando menos, se encuentre organizada en una doble instancia, y para cuyo
acceso se prevean los medios impugnatorios que correspondan.

Este derecho no garantiza, que toda pretensión planteada a través de los medios
impugnatorios deba ser amparada u otorgada. Tampoco garantiza un
pronunciamiento sobre los extremos planteados en el medio impugnatorio,
cuando la instancia judicial superior advierta que en su concesión o en el
desarrollo del proceso, se ha producido una causal de nulidad contemplada en
la ley.

2.7. Derecho a los recursos

El derecho a los medios impugnatorios es un derecho de configuración legal y


corresponde al legislador crearlos y establecer sus requisitos para que estos
sean admitidos. Su contenido garantiza que no se establezca y aplique
condiciones de acceso que tengan el propósito de disuadir, entorpecer o impedir
su ejercicio.

2.8. Derecho a probar

La prueba capaz de producir un conocimiento cierto o probable en la conciencia


del juez debe reunir las siguientes características:

• Veracidad objetiva: Según la cual la prueba exhibida en el proceso


debe dar un reflejo exacto de lo / acontecido en la realidad; asimismo, es
ix
requisito que la trayectoria de la prueba sea susceptible de ser controlada
por las partes que intervienen en el proceso, lo que no supone desconocer
que es al juez, finalmente, a quien le corresponde decidir razonablemente
la admisión, exclusión o limitación de los medios de prueba. De esta
manera, se puede adquirir certeza de la idoneidad del elemento
probatorio, pues éste se ajustará a la verdad de lo ocurrido y no habrá
sido susceptible de manipulación.
• Constitucionalidad de la actividad probatoria: La cual implica la
proscripción de actos que violen el contenido esencial de los derechos
fundamentales o transgresiones al orden jurídico en la obtención,
recepción y valoración de la prueba.
• Utilidad de la prueba: Característica que vincula directamente a la
prueba con el hecho presuntamente delictivo que se habría cometido,
pues con esta característica se verificará la utilidad de la prueba siempre
y cuando ésta produzca certeza judicial para la resolución o aportación a
la resolución del caso concreto.
• Pertinencia de la prueba: Toda vez que la prueba se reputará
pertinente si guarda una relación directa con el objeto del procedimiento,
de tal manera que si no guardase relación directa con el presunto hecho
delictivo no podría ser considerada una prueba adecuada.
2.9. Derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable

Se postula que el criterio a seguir sea el del plazo razonable exigible por los
ciudadanos y que el carácter razonable de la duración de un proceso se debe
apreciar según las circunstancias de cada caso y teniendo en cuenta: la
complejidad del asunto, el comportamiento del recurrente, la forma en que el
asunto ha sido llevado por las autoridades administrativas (es decir, lo que
ordinariamente se demora en resolver determinado tipo de procesos), y las
consecuencias que la demora produce en las partes.

Para determinar si existe la vulneración del derecho a un plazo razonable que


también afecta los derechos conexos a la libertad, se aplica el test de la
razonabilidad del plazo en el que se desarrolla un proceso que utiliza la Corte
Interamericana de Derechos Humanos.

x
2.10. Derecho al juez imparcial

El derecho a ser juzgado por jueces imparciales no se encuentra reconocido


expresamente en la Constitución. Ello, sin embargo, no ha impedido a este
Tribunal reconocer en él a un derecho implícito que forma parte de un derecho
expreso. A saber, del derecho al debido proceso, reconocido en el inciso 3) del
artículo 139 de la Constitución.

El contenido constitucionalmente protegido del referido derecho está relacionado


con aquello que el Tribunal ha identificado como las dos vertientes de la
imparcialidad: la subjetiva y la objetiva.

2.11. Derecho de defensa

El derecho de defensa constituye un derecho fundamental de naturaleza


procesal que conforma, a su vez, el ámbito del debido proceso, y sin el cual no
podría reconocerse la garantía de este último. Por ello, en tanto derecho
fundamental, se proyecta como principio de interdicción para afrontar cualquier
indefensión y como principio de contradicción de los actos procesales que
pudieran repercutir en la situación jurídica de algunas de las partes, sea en un
proceso o procedimiento, o en el caso de un tercero con interés.

La Constitución, en su artículo 139º, inciso 14, reconoce el derecho a la defensa;


en virtud de dicho derecho se garantiza que los justiciables, en la protección de
sus derechos y obligaciones, cualquiera sea su naturaleza (civil, mercantil, penal,
laboral, etc.), no queden en estado de indefensión. El contenido esencial del
derecho de defensa queda afectado cuando, en el seno de un proceso judicial,
cualquiera de las partes resulta impedida, por actos concretos de los órganos
judiciales, de ejercer los medios necesarios, suficientes y eficaces para defender
sus derechos e intereses legítimos.

3. Derecho de Tutela Jurisdiccional Efectiva

Se considera a la tutela jurisdiccional como el poder que tiene toda persona, sea
esta natural o jurídica, para exigir al Estado que haga efectiva
su función jurisdiccional; es decir, permite a todo sujeto de derechos ser parte en
un proceso y así causar la actividad

xi
4. Tutela Jurisdiccional efectiva y el debido proceso

El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva es aquel por el cual toda persona,


como integrante de una sociedad, puede acceder a los órganos jurisdiccionales
para el ejercicio o defensa de sus derechos o intereses, con sujeción a que sea
atendida a través de un proceso que le ofrezca las garantías mínimas para su
efectiva realización. El calificativo de efectiva que se da le añade una
connotación de realidad a la tutela jurisdiccional, llenándola de contenido.

De Bernardis la define como:

La manifestación constitucional de un conjunto de instituciones de origen


eminentemente procesal, cuyo propósito consiste en cautelar el libre, real
e irrestricto acceso de todos los justiciables a la prestación jurisdiccional
a cargo del Estado, a través de un debido proceso que revista los
elementos necesarios para hacer posible la eficacia del derecho
contenido en las normas jurídicas vigentes o la creación de nuevas
situaciones jurídicas, que culmine con una resolución final ajustada a
derecho y con un contenido mínimo de justicia, susceptible de ser
ejecutada coercitivamente y que permita la consecución de los valores
fundamentales sobre los que se cimienta el orden jurídico en su
integridad. (De Bernardis)

Así, la tutela jurisdiccional es un derecho constitucional que concede a los


particulares la posibilidad de obtener tutela efectiva por parte del Estado ante
aquellos actos de la administración que puedan vulnerar sus derechos.

Podríamos decir que la noción de "tutela" puede ser entendida como la


protección que viene ofrecida a un determinado interés ante una situación en la
cual el mismo sea lesionado o insatisfecho. Por ello, cada vez que se reflexione
sobre la tutela debemos necesariamente reflexionar sobre los diversos medios
que el ordenamiento jurídico prevé en el caso de la lesión o amenaza de lesión
de una situación jurídica y la forma de tutela de las situaciones jurídicas por
excelencia es la tutela jurisdiccional, la misma que se lleva a cabo a través del
proceso. De esta forma, la tutela jurisdiccional hará que la tutela prevista por el
ordenamiento jurídico a los diversos intereses sea efectiva.

xii
La doctrina explica de la siguiente manera la relación existente entre tutela
jurídica y tutela jurisdiccional:

La tutela jurídica que concede la norma sustancial consiste en el


reconocimiento de derechos, con su haz de facultades y deberes
correlativos, atribuyéndoles la protección jurídica necesaria para que se
pueda afirmar que son derechos, mientras que la tutela jurisdiccional hace
referencia a la función estatal desempeñada por Jueces y Tribunales cuyo
cometido es actuar el derecho objetivo, aplicando, en su caso, las
sanciones expresas o implícitamente establecidas en éste para el caso de
la violación de la norma jurídica. En un primer momento, la tutela jurídica
comporta la creación de un derecho subjetivo y, en un segundo momento,
este derecho subjetivo puede ser protegido mediante la tutela
jurisdiccional. (Fazzalari)

De esta manera, el Estado a través de sus órganos jurisdiccionales brinda


aquella protección que no ha sido lograda por la espontánea conducta de los
sujetos.

5. El derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional efectiva

Espinosa Saldaña hace énfasis en la relación de estos dos derechos: El derecho


a la tutela jurisdiccional efectiva y el derecho al debido proceso se relacionan por
un estricto orden secuencial, de forma que primero opera el derecho a la tutela
jurisdiccional efectiva y luego el debido proceso.

En palabras de César Landa, el derecho al debido proceso resulta un derecho


implícito del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva, que supone tanto la
observancia de los derechos fundamentales esenciales del procesado, como de
los principios y reglas esenciales exigibles dentro del proceso. Este derecho
contiene un doble plano pues, además de responder a los elementos formales o
procedimentales de un proceso (juez natural, derecho de defensa, plazo
razonable, motivación resolutoria, acceso a los recursos, instancia plural),
asegura elementos sustantivos o materiales, lo que supone la preservación de
criterios de justicia que sustenten todaFuente especificada no válida..

xiii
6. Contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva
6.1. El derecho de acceso a la jurisdicción

Es aquel derecho de los ciudadanos, sean personas naturales o jurídicas (de


derecho público o privado) de promover la actividad de los órganos
jurisdiccionales para la tutela de sus derechos e intereses legítimos, es decir
para la resolución de una controversia con relevancia jurídica. Es un componente
esencial del derecho a la tutela judicial efectiva, reconocido por el inciso 3 del
artículo 139° de la Constitución:

Ni una persona puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por


la ley, ni subyugado a un proceso diferente de los anticipadamente
señalados, ni juzgada por órganos jurisdiccionales de desigualdad ni por
comisiones especiales fundadas al efecto, cualquiera sea su
denominación. (Constitución Política del Perú, 1993)

De modo que, cualquier obstáculo o sistema que entorpezca su acceso, se


convierte en una traba contrario al derecho constitucional de todo individuo de
acceder sin condicionamientos a la tutela jurisdiccional.

El acceso a la jurisdicción es la suposición para el ejercicio de íntegramente


todos los demás derechos esenciales relativos al proceso, puesto que sin acceso
no existe la posibilidad o los medios de exigir ninguno de los derechos relativos
a este, como la protección, etc. No obstante, este es además el presupuesto de
vigencia de todos los demás derechos o beneficios registrados por el régimen
jurídico, de carácter constitucional, legal o contractual, ya que es la garantía de
protección de todos ellos frente a cualquier infracción, lesión o incumplimiento.

6.2. El derecho a la defensa

Es aquel derecho que tiene todo individuo a ser avisado de un procedimiento en


el que se debata acerca de sus intereses para que este pueda intervenir en él,
con el objetivo de fundamentar y probar, ya que es en este derecho donde se le
otorga a toda persona a ser oída con las correspondidas garantías y dentro de
un plazo prudente por un juez o tribunal justo. De manera que la decisión del
juez sea expuesta inmediatamente al escucharla; así como el derecho a
impugnar las resoluciones que le creen agravio en los casos previstos en la ley.

xiv
Este derecho concierne a la parte demandada en el marco de un asunto y que
se materializa contestando la demanda y contribuyendo a los medios probatorios
aptos para enervar la petición del demandante.

De lo anteriormente dicho, se concluye que el derecho a la defensa es a su vez


un derecho de índole complejo, en la cual habría elementos como: el derecho a
ser avisado e informado, derecho a fundamentar y probar y el derecho a solicitar
la nulidad (recursos de reposición, queja, apelación, casación).

6.3. El derecho a un juez imparcial predeterminado por ley

Este derecho lo tienen los ciudadanos, en la cual sus litigios de naturaleza


jurídica sean resueltos por un tercero imparcial y que asimismo sea ajeno al
problema, por lo que, por un lado, se pretende asegurar la objetividad del
juzgador, y de otro, brindar e inspirar la confianza necesaria de las partes, la que
ha de extenderse a los ciudadanos de una comunidad democrática.

El juez es aquel sujeto procesal junto al demandante y al demandado, que


instaura la ley en función de los juicios de competencia. Para poder, ejercitar el
cargo jurisdiccional, al momento de sentenciar, debe conservarse imparcial, es
decir, no puede dejarse afectar e influenciar por la correlación o lazos que haya
mantenido o mantenga con una de las partes, o por afinidades de distinta índole
o por socorrer a una de las partes cuando el resultado del procedimiento le aporte
beneficios al propio juez. Por lo tanto, en caso de hacerlo se estará siendo
vulnerado el derecho a la tutela jurisdiccional efectiva.

Por ejemplo, podría darse el caso en la cual el juez sea acreedor de una de las
partes del procedimiento en el cual se está debatiendo sobre la propiedad de un
bien. Por lo que, como cualquier acreedor, el juez podría estar interesado en que
la propiedad del deudor no se vea afectado, sino que se incremente. Ahora bien,
no preexisten garantías de que su fallo vaya a ser fruto de un juicio objetivo sobre
la base de los hechos y el derecho, sino que podría estar afectado e influenciado
por aquel beneficio que tiene o podría tener como consecuencia del debate.

No obstante, nos encontraríamos frente a un supuesto de parcialidad subjetiva


siempre y cuando exista una específica o personal relación entre el juez y alguna
de las partes del procedimiento, en la cual podría verse afectado su juicio

xv
objetivo, sea este favorable o desfavorable. Por ello, este tipo de situaciones
están fijas primordialmente por situaciones afectivas del juez respecto de
quienes interceden en el procedimiento.

6.4. El derecho a un proceso sin dilaciones indebidas

Es aquel derecho fundamental de naturaleza reaccional que tiene todo


ciudadano a que los órganos judiciales juzguen o a que su causa sea oída dentro
de un plazo razonable o sin retraso, salvo que sea por causas que lo ameriten o
justifiquen. Ya que de prolongarse desmedidamente en el tiempo podría causar
que el derecho o interés del cual requieren protección las partes devenga
irreparable. Su finalidad se halla en garantizar que el procedimiento se ajuste en
su desarrollo a un tiempo determinado.

Asimismo, es en este derecho, donde las exigencias de realidad de la tutela


jurisdiccional y las de defensa se unen. Por un lado, el tiempo es ineludible para
poder tomar medidas y luego ejecutar la alegación, la impugnación y la prueba.
No obstante, el tiempo es un riesgo o peligro para su efectividad de la tutela.
Pero, la sola demora del proceso genera que una de las partes se encuentre en
situación de insatisfacción respecto del derecho que cree tener.

Por consiguiente, el argumento de este derecho no puede dar la facilidad a que


este proceso sea rápido, ya que la historia nos ha manifestado que con
procedimientos rápidos se han cometido graves violaciones de derechos. Ni el
proceso en el que las partes no puedan ejercer sus derechos, ni el procedimiento
extenso en el que la protección llegue demasiado tarde.

6.5. El derecho a una decisión que se pronuncie sobre la protección


al derecho material solicitado, que se encuentra motivada fáctica
y jurídicamente

Este derecho permite y obliga a que el fallo emitido por el juez sea muy bien
fundamentado, dando respuesta al derecho solicitado al inicio del proceso. Es
decir, para concluir un proceso se debe haber tomado una decisión sobre la
controversia dada, resolviendo el conflicto de intereses planteados, cuyo
pronunciamiento estará debidamente motivado.

xvi
El derecho a un pronunciamiento sobre la protección al derecho material es
entendido también como el derecho a un pronunciamiento sobre el fondo. Es por
ello que el proceso debe terminar dando un resultado que responda a la razón
principal por la cual se inició el juicio, ya que este proceso se da para la
protección de un derecho en concreto que ha sido propuesto por un ciudadano,
por lo que el pronunciamiento realizado por el juez debe referirse a la protección
del derecho solicitado. Este derecho va a impedir que:

• Se de cualquier tipo de decisión que concluya un proceso sin haberse


pronunciado sobre la pretensión que fue planteada al inicio. Este
pronunciamiento debe ser justificado por el juez para concluir por razones
distintas a la protección del derecho presentado. Dándose en casos
excepcionales, donde el juez debe señalar que el proceso violaría otro
derecho distinto al ya lesionado y que no es posible obtener otro resultado
que de fin al proceso.
• Cualquier decisión que suspenda el proceso sin haber llegado a su fin. No
se puede afectar el derecho al pronunciamiento además de que todo
proceso debe concluir dentro del plazo establecido. En caso de que se dé
la suspensión, esta debe ser justificada, si es que se afecta un derecho
fundamental diferente al cual se busca proteger.

Es por ello por lo que lo jueces están obligados a pronunciarse sobre el fondo
del proceso, aunque esté presente dificultades, ya que al no hacerlo se puede
considerar una denegación de justicia. Incluso cuando el juez señala que no
existen los medios suficientes para poder sustentar la decisión, este no puede
librarse de aquella obligación de sentenciar, aunque este diga que no posee las
normas necesarias para poder dar una respuesta, el juez tiene que incluso
recurrir a los principios generales del derecho para poder dar su resultado y
pronunciarse sobre el fondo del caso, protegiendo al derecho material que se ha
planteado.

6.6. El derecho a una decisión definitiva e inmodificable

Este derecho nos permite tener la certeza de que la decisión jurisdiccional que
fue dictada sobre el derecho planteado es la correcta y la que en realidad
resuelve el problema, pues este derecho va a impedir que se modifique, altere o

xvii
desconozca este resultado, ya que las decisiones jurisdiccionales que se emiten
son tomadas como definitivas adquiriendo el nombre de “cosa juzgada”,
generando que se dé la seguridad jurídica. Esto genera dos tipos de efectos, uno
negativo que indica que la decisión tomada no puede volver a plantearse y otro
efecto positivo que señala que lo decidido debe respetarse y ser usado para
poder resolver controversias similares.

Esto genera estabilidad en las decisiones jurisdiccionales, siendo algo esencial


para la protección hacia el derecho material. La cosa juzgada va a poseer
alcances objetivos, los cuales se determinan en el resultado que se plantea en
la sentencia; y alcances subjetivos que están determinados por los que forman
parte del proceso y aquellos que se les aplica alguna norma del derecho
planteado en la sentencia.

Dentro de este derecho de “la cosa juzgada” existen algunas situaciones muy
establecidas en las que una decisión jurisdiccional puede volver a ser revisada.
Estas son:

• Cuando la decisión que se ha emito y que ha adquirido el título de cosa


juzgada ha vulnerado durante el proceso algún derecho que integra la
tutela jurisdiccional efectiva. En nuestro sistema jurídico peruano si
sucede esto se permite iniciar un nuevo proceso de amparo.
• Cuando la decisión que se ha emitido y que ha adquirido el título de cosa
juzgada ha sido dada mediante un proceso fraudulento. Por lo que, en
este caso, nuestro sistema jurídico peruano permite iniciar un proceso de
nulidad, por “cosa juzgada fraudulenta”.

La característica de invariabilidad de las decisiones jurisdiccionales declaradas


como “cosa juzgada” no es impedimento para que puedan ser modificadas en
ciertas decisiones, debido a la naturaleza de la relación jurídica, es decir que
estas decisiones son pronunciadas con relación a las circunstancias que se dan
en el momento de emitirse la sentencia, las cuales pueden cambiar en el tiempo,
originando que se pueda dar un posible cambio de decisión.

Esto se da solo en situaciones excepcionales por lo que es necesario tenerlo


presente, ya que la decisión que se toma como cosa juzgada se mantiene, salvo

xviii
que se modifiquen circunstancias sobre la base de las cuales se dieron. Así
tenemos como ejemplo:

Las sentencias emitidas en procesos de alimentos, ya que se dan sobre las


posibilidades económicas y las necesidades que se van a satisfacer al
beneficiado. Debido a que, al ser una sentencia que regula una relación hacia el
futuro, la cual al modificarse los elementos en los cuales se basó y se usaron
para señalar si se aumentan o se disminuyen las posibilidades económicas del
obligado, al igual que las necesidades del beneficiado.

6.7. El derecho a la efectividad

Todo proceso es iniciado con la finalidad de poder proteger un derecho, por lo


que al concluir cada proceso se espera que lo decidido se enfoque en el derecho
material presentado. A todo esto, se le denomina “La efectividad”, la cual se
entiende como la exigencia que se da en una decisión jurisdiccional,
demostrando su efectividad al respetar el resultado y garantizar su efectividad.

Se debe establecer la garantía de la efectividad, reconociéndola como un


derecho fundamental, además de reconocer la tutela cautelar, el cual es un
derecho que poseen ambas partes dentro de un proceso, que les permite solicitar
que establezcan medidas que eviten que el tiempo de duración de un proceso,
ponga en riesgo la efectividad de la tutela jurisdiccional.

Esta tutela cautelar va a actuar cuando:

• Existe riesgo en la efectividad de un proceso debido al tiempo que


demora.
• La probabilidad de que la pretensión planteada en la demanda sea
declarada fundada.
• Se exige que la medida cautelar sea idónea y proporcional respecto a la
pretensión donde la efectividad se pretenda asegurar.

La Constitución exige que sea efectiva la tutela jurisdiccional del derecho, por lo
que debe existir la posibilidad de poder utilizar la tutela cautelar para lograr poder
asegurar la efectividad de todo tipo de derecho. Además de que las sentencias
deben desplegar sus efectos, originando la efectividad que se expresa en la
ejecución y la efectividad propiamente dicha en las decisiones jurisdiccionales.

xix
• La ejecución. Esta se relaciona con la efectividad que se tiene que dar
en las sentencias, sobre todo en las sentencias de condena que
establecen el comportamiento que realizara el demandado, para así poder
respetar el derecho que se busca proteger.
• La efectividad propiamente dicha. Esta se relaciona con la efectividad
en las sentencias declarativas, las cuales en la pretensión formulada
emiten un resultado de certeza mediante la afirmación de una situación; y
las constitutivas, las se conceden un resultado con efectos que extinguen,
modifican o crean una relación jurídica que en el momento de la demanda
no existía.

xx
Conclusiones

La tutela jurisdiccional efectiva y el debido proceso son derechos de naturaleza


constitucional, donde el derecho al debido proceso se proyecta en todo órgano
que posee funciones jurisdiccionales, mediante la exigencia de su respeto y su
protección. Por lo que las personas no pueden ser desviadas de la jurisdicción
predeterminada por la ley, además de que no pueden ser sometidas a
procedimiento distinto de los previamente establecidos. La diferencia entre estos
dos radica en que este último es parte de la tutela jurisdiccional, y no algo alejado
de tal derecho. De esta manera; el debido proceso se aprovecha para la
obtención de la tutela jurisdiccional efectiva.

Según los datos expuestos, en el contenido del derecho a la tutela jurisdiccional


efectiva, existen derechos, como, el derecho de acceso a la jurisdicción, pues
esta, es una situación jurídica de ventaja, la cual recae tanto en las personas
naturales como las personas jurídicas, ya sean de derecho privado o de derecho
público. Además, el hacer mención que la TJE resulta aplicable para el ejercicio
o defensa de derechos o intereses inherentes a la persona con sujeción a un
debido proceso, quiere decir que los titulares de la TJE son los sujetos
procesales, es decir, el demandante y el demandado. Asimismo, el derecho a un
juez imparcial predeterminado por ley, es decir, el juez debe mantenerse
imparcial al momento de sentenciar.

En cuanto a la pluralidad de instancia, esta garantía constitucional es


fundamental, y ha sido recogida también en la Constitución anterior. Como se
mencionó, es sabido que no siempre las decisiones judiciales resuelven las
expectativas de quienes acuden a dichos órganos en busca del reconocimiento
de sus derechos. Es por ello por lo que queda habilitada la vía plural, mediante
la cual el interesado puede cuestionar una sentencia o un auto dentro del propio
organismo que administra justicia.

Como hemos visto, la aplicación del debido proceso y la tutela jurisdiccional


efectiva hace que la ley tenga una redacción diferente y, aunque tienen distintos
orígenes, tutelan esencialmente los derechos de las personas, sus conceptos y
garantías.

xxi
Bibliografía

Bernales Ballesteros, E. (Lima). La Constitución de 1993. Análisis Comparado.


1996: Constitución y Sociedad.

Bustamante Alarcón, R. C. (2009). Algunas reflexiones sobre el posible cambio


de paradigma respecto a la tutela jurisdiccional efectiva. IUS ET
VERITAS, 318-329.

Constitución Política del Perú. (1993). Lima. Obtenido de


https://cdn.www.gob.pe/uploads/document/file/198518/Constitucion_Polit
ica_del_Peru_1993.pdf

De Bernardis, L. M. (s.f.). El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. Cusco:


Cultural Cusco. Obtenido de
https://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtualdata/tesis/human/martel_c_r/titulo2
.pdf

Echandía, D. H. (2003). El Proceo y el Debido Proceso. Obtenido de


https://www.redalyc.org/pdf/825/82510622.pdf

Fazzalari, E. (s.f.). Tutela Jurisdiccional. Obtenido de


https://textos.pucp.edu.pe/pdf/4860.pdf

Kresalja Roselló, B. y. (2019). El derecho a la tutela jurisdiccional efectiva. En E.


G. (Ed.), Perú: El proceso y la tutela de derechos (págs. (pp. 197-202)).
Perú: Pontificia Universidad Católica del Perú.

Quiroga León, A. (1996). Las Garantías Constitucionales de la Administración de


Justicia. En la Constitución de diez años después. (Vol. Seguna Edición ).
Lima.

Tribunal Constitucional. (s.f.). Derecho al debido proceso. Lima. Obtenido de


https://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/principal-
jurisprudencia/?tema=derecho_al_debido_proceso&action=categoria

xxii

También podría gustarte