Modulo 3 BAUTISMO EN AGUAS

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TEMPLO EVANGELICO NUEVA VIDA PASTOR: MAXIMINO ROBLES FLORES

MODULO 3 BAUTISMO EN AGUAS


Lección 1
1. ¿Qué significa el “bautismo cristiano”?
El bautismo cristiano es el acto simbólico mediante el cual una persona que ha recibido al Señor
Jesucristo demuestra públicamente que es un discípulo de Él. El bautismo, por lo tanto, es un
símbolo exterior de una transformación interior. Consiste en ser sumergido en agua y ser sacado
de allí, confesando que ha muerto y resucitado con Cristo.
La palabra “bautizar” proviene del término griego “BAPTIZO”, que significa “sumergir” o
“hundir”. Entendemos, por lo tanto, que el bautismo simboliza una identificación estrecha. Al
bautizarse, el cristiano se ‘sumerge’ visiblemente en Cristo (Romanos 6:3 ¿O no sabéis que todos
los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?) y en el Cuerpo de
Cristo, que es la Iglesia (1 Corintios12:13 Porque por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un
cuerpo, sean judíos o griegos, sean esclavos o libres; y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu.). Esto
quiere decir que el que se bautiza se identifica de forma visible con el Señor y con su Iglesia.

2. ¿Por qué bautizarse?


Sencillamente porque en las Sagradas Escrituras leemos que el bautismo es el deseo de nuestro
Señor y Salvador Jesucristo para cada creyente. Aún más, sus palabras en Mateo 28:19 expresan
un mandamiento para ti y para mí. Cristo mismo desea y espera que cada cristiano busque ser
bautizado.
Los apóstoles y los primeros creyentes tomaron muy en serio estas instrucciones del Señor
Jesucristo. Ellos predicaban la Palabra de Dios, y “los que recibieron su palabra fueron
bautizados” (Hechos2:41). Más adelante, en Hechos 8:35,36, leemos que Felipe le explicó el
“evangelio de Jesús” al etíope que volvía de Jerusalén. Al terminar de hablar Felipe, el etíope le
dijo: “Aquí hay agua; ¿qué impide que yo sea bautizado?” ¿Por qué hizo el etíope tal pregunta?
Tenemos que concluir que la enseñanza sobre el bautismo formaba parte del “evangelio de
Jesús”. Es decir, si no predicamos, promovemos y practicamos el bautismo cristiano, nuestro
mensaje es incompleto. Si miramos los ejemplos que encontramos en el libro de los Hechos,
vemos sin excepción que el nuevo creyente se bautizaba tan pronto como podía después de su
conversión.
Concluimos entonces, que: El bautismo es la clara voluntad del Señor Jesucristo para todo
cristiano.

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3. ¿Por qué es necesario ser creyente antes de ser bautizado? Hechos 16:31-34
Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa. 32 Y le hablaron la palabra del Señor a él y
a todos los que estaban en su casa. 33 Y él, tomándolos en aquella misma hora de la noche, les lavó las heridas;
y en seguida se bautizó él con todos los suyos. 34 Y llevándolos a su casa, les puso la mesa; y se regocijó con
toda su casa de haber creído a Dios.

El bautismo en agua es sencillamente un símbolo, una representación de lo que sucedió el día


de tu conversión. Cuando una persona decide entregar su vida al Señor, le recibe en el corazón
con toda sinceridad. En ese momento la persona ‘muere’ con Cristo, es ‘sepultada’ con Cristo, y
‘resucita’ con Cristo. A esto se le denomina IDENTIFICACIÓN CON CRISTO. Cuando Cristo murió
y resucitó, Él cargó el castigo que yo merecía. Es como si yo muriera y resucitara con Cristo.
En el mismo instante en que tú y yo nos rendimos al Señor, Dios nos identifica con Cristo, pero
también nos identifica con la Iglesia, que es el Cuerpo de Cristo. La Iglesia no es una
denominación, sino el conjunto de todos los verdaderos cristianos en todo el mundo, en todos
los tiempos. Estas dos identificaciones (con Cristo y con la Iglesia) son actos espirituales, y
ocurren por decreto de Dios en el momento de la conversión. Una vez que han sucedido, nadie
puede anularlas.
Entendiendo esto, ¿qué razón habría para bautizar a una persona que aún no se ha entregado
a Cristo? El orden bíblico es: primero creer y luego bautizarse.
¿Entiendes que por el bautismo te haces miembro del cuerpo de Cristo? 1 Cor 12:13

¿Entiendes que el bautismo es un acto de obediencia a Jesús? Mateo 28:19

¿entiendes que has creído en Jesús y te bautizas siguiendo su testimonio? Mateo 3:16

¿Has tenido la experiencia del nuevo nacimiento? Juan 3:5

¿quieres unirte al cuerpo de Cristo a través del bautismo?

Si tus respuestas son “sí”, damos la gloria a Dios por su gracia, y te preguntamos: ¿Ya deseas

bautizarte?

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Lección 2
BAUTIZMO Y SALVACION
¿Cómo se recibe la salvación? ¿Habrá salvación para una persona que muere sin ser bautizada?
¿Qué conexión existe entre el bautismo y la salvación? En forma concreta, ¿qué hay que hacer
para ser hecho hijo de Dios? Miremos lo que dicen las Escrituras. En esta lección
estudiaremos:
1. El pecado y la condenación eterna.
2. El plan de Dios para salvar al hombre.
3. Cosas que no nos pueden salvar.
4. ¿Qué debo hacer para ser salvo?
5. ¿Qué relación existe entre el bautismo cristiano y la salvación?
1. El pecado y la condenación eterna
Tenemos una enfermedad de rebeldía contra Dios. Vivimos ignorando la voluntad de nuestro
Creador. A esto la Biblia le da el nombre de PECADO. A Dios no le gusta esa actitud de
independencia y rebeldía que existe en nuestro corazón. Tenemos la costumbre de
compararnos con los demás y creemos que no somos tan malos, pero Dios en su palabra afirma
lo siguiente: “Todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). El profeta
Isaías exclama con tristeza que “TODOS nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se
apartó por su camino” (Isaías 53:6). El ojo puro del Señor, que penetra hasta lo más profundo
de mi ser, me revela que peco mucho contra Él. Ofendo a diario su santidad. Lo terrible es que
nuestro pecado nos condena.
Dios, siendo santo y justo, se ve obligado a juzgar y dar su pago al pecador. “Porque la paga
(sueldo) del pecado es muerte” (Romanos 6:23). El castigo que merecemos es la condenación
eterna. ¿Has reflexionado seriamente sobre esto? Si Cristo aún no te ha salvado, estás
condenado (Juan 3:16). Vas rumbo al infierno.
2. El plan de Dios para salvar al hombre
¿Es posible que un pecador pueda ser salvo? ¿Cómo puede un Dios santo perdonar a una
persona que tanto le ha ofendido? Veamos en la Biblia el plan que Dios diseñó para resolver
este problema.

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Nosotros, como pecadores sucios y perdidos, no podemos acercarnos a un Dios santo y puro.
En su gran amor, Dios mismo tomó la iniciativa para salvar al hombre: “Porque de tal manera amó
Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda más tenga vida
eterna” (Juan 3:16). Enviando a su Hijo amado, lo más preciado que tenía, Dios Padre demostró
su profundo deseo de salvar a cada hombre y a cada mujer. Nuestros muchos pecados no le
impidieron seguir amándonos. Cristo mismo “llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (1
Pedro2:24). El Señor Jesucristo tomó sobre su cuerpo mis maldades y el castigo que merecía:
Cristo fue castigado por mi pecado, pagó el precio de mi deuda: fue la muerte y muerte de cruz
Filipenses 2:8.
3. Cosas que NO nos pueden salvar
Algunos se imaginan una balanza donde nuestras buenas acciones están a un lado y nuestras
malas al otro. Piensan que nuestras buenas obras pueden contrarrestar el mal que hacemos.
Pero no nos engañemos. Las cosas de Dios no funcionan así. Nuestras buenas obras no nos
pueden salvar.
“Porque por gracia (bondad de Dios) sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don (regalo)
de Dios. NO POR OBRAS para que nadie se gloríe” (Efesios2:8,9).

Si alguna persona pudiera ganarse el perdón y la salvación de Dios por sus propios esfuerzos, no
habría sido necesaria la muerte redentora de Cristo. El hecho de que Cristo murió, demuestra
que nuestros esfuerzos no nos pueden salvar. La asistencia a una iglesia no nos salvará, ni el dar
ofrendas o ayudar al necesitado, o caminar de rodillas largos caminos, etc. No estamos diciendo
que estas cosas son malas, pero ninguna de ellas nos puede salvar. Ni aun si son hechas con
sinceridad y sacrificio. Cristo “nos salvó, NO POR OBRAS de justicia (obras buenas) que nosotros
hubiéramos hecho...” (Tito 3:5). ¿Estás tratando de ganarte el perdón de Dios con obras en las
cuales justificas tu pecado? Reflexiona. Las obras no salvan, el que salva se llama Cristo.
4. ¿Qué debo hacer para ser salvo?
Hay muchos que con corazón sincero nos hemos hecho esta pregunta. Y gracias a Dios,
encontramos la respuesta en las Sagradas Escrituras. En desesperación, el carcelero de Filipos
le preguntó a Pablo y a Silas: “¿Qué debo hacer para ser salvo?” ellos le dijeron: “Cree en el
Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos16:30,31). ¿Qué es creer en el Señor Jesucristo? ¡Es
mucho más que creer que Jesucristo existió! Sí, creer en Cristo significa reconocer que el
sacrificio del Señor Jesucristo vale para MÍ, que Él cargó todos MIS pecados, que sufrió MÍ
castigo, y que sólo Él puede salvarme. La verdadera fe en Cristo necesariamente va acompañada

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de un arrepentimiento sincero, y un abandono total del pecado, esto significa convertirse a


Cristo (Hechos 3:19). Si aún no eres salvo, Cristo está tocando a la puerta de tu corazón en estos
momentos. Te está hablando suavemente a tu conciencia animándote a que reconozcas tu
pecado y que le invites a entrar y gobernar tu vida. “He aquí, yo (Jesucristo) estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré...” (Apocalipsis3:20). ¿Quieres nacer de
nuevo? Te invito a que se lo digas al Señor en oración. Podrías decirle lo siguiente: “Señor
Jesucristo, reconozco que soy pecador y que te he ofendido con mis hechos, actitudes y
pensamientos. Gracias por morir en la cruz por mí. Gracias por llevar el castigo que yo merezco.
Ahora te invito a que entres en mi corazón y que gobiernes mi vida. Gracias por tu perdón.
Ayúdame a apartarme del pecado. Haz de mi vida lo que tú quieras. Amén.”
Si has expresado el contenido de esta oración con humildad y sinceridad, puedes decir con
confianza que ¡eres un hijo o una hija de Dios! Has recibido de Dios el regalo de la salvación.
5. ¿Qué relación hay entre el bautismo cristiano y la salvación?
El bautismo cristiano es un símbolo externo que refleja un cambio interno. Simboliza que hemos
nacido de nuevo. Las Escrituras que hemos visto en esta lección prometen vida eterna al que
pone su confianza en Jesucristo, sin mencionar el bautismo. Dios en su Palabra nos asegura:
“Mas a TODOS los que le RECIBIERON, a los que CREEN en su nombre, les dio potestad (derecho) de ser hechos
hijos de Dios” (Juan 1:12). Evidentemente la salvación no depende de ser bautizado o no. Debido
a que el bautismo seguía rápidamente a la conversión, existen algunos versículos que parecen
indicar que el bautismo es necesario para ser salvo. Miraremos estos versículos más adelante.
Considere las instrucciones del Señor a sus discípulos en Mateo 28:19- 20. Los envió a hacer
discípulos (creyentes comprometidos con el Señor), a bautizarlos, y a enseñarles. Este mismo
orden se ve en diferentes ocasiones en el libro de los Hechos. El bautismo no te convierte en un
discípulo, sino que demuestra públicamente que YA ERES un discípulo. Si la salvación
dependiera del bautismo, no habría esperanza para el que no encuentre quién lo bautice, o
aquel que esté muriendo sin acceso a un lugar con agua. Aun en la Biblia encontramos un
ejemplo de esto: El ladrón que pidió a Jesús en la cruz que se acordara de él en su reino, recibió
del Señor la seguridad de que ese mismo día estaría con Él en el paraíso. Era ya imposible para
el ladrón recién convertido bautizarse, y sin embargo recibió la salvación (Lucas23:42,43). Es de
esperar que, si hubiera tenido la oportunidad, este ladrón arrepentido se hubiera hecho
bautizar. Pero es un ejemplo claro y concreto de un hombre salvo sin ser bautizado.
¿has entendido que ya Cristo te salvo? ¿has entendido que el bautizo confirma tu nuevo
nacimiento? ¿Qué crees que ocurrirá el día de tu bautizo?

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Lección 3
EL BAUTISMO Y LA SEGURIDAD DE NUESTRA SALVACIÓN EN Y POR CRISTO
1. ¿Es posible que un cristiano pierda su salvación?
La mente de un cristiano es servir a Dios. Este es el comienzo de la salvación. Sin embargo, se
ha preguntado usted si, ¿podemos perder esta salvación?
Cuando una persona se arrepiente y se convierte en un cristiano, recibe una nueva mente. La
antigua mente servía a nuestras pasiones y deseos – la nueva sirve a Dios y hace aquello que es
agradable para Él. Aquí es donde comienza la salvación.
Acerca de esto es lo que Pablo habla en Efesios 4:22-24: "
Pablo también escribe en Romanos 6:6 "sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado
juntamente con él." Es muy importante ser consciente de ello. La salvación no solo significa que
recibimos perdón por nuestros pecados, porque Jesús murió en la cruz por nosotros. También
significa que nuestro viejo hombre tiene que ser crucificado juntamente con Él. Esto es lo que
hace posible que nosotros andemos en vida nueva (Romanos 6: 4).
El sacrificio de Jesús en la cruz, el poder para salvación.
Pablo escribe en Filipenses 3:17-19: " Estos no eran enemigos de la cruz mientras recibían
perdón de pecados, a través del sacrificio de Jesús, eran enemigos de la cruz cuando tenían que
crucificar el viejo hombre en Cristo. Quizás ellos se habían arrepentido una vez y recibido una
nueva mente, pero igual volvieron a su mente vieja y amaron el mundo otra vez.
También podemos leer en 2 Timoteo 3: 5 acerca de los que tendrán apariencia de piedad, pero
negarán la eficacia de ella. El poder de la salvación se encuentra en la palabra de Dios, como
está escrito el evangelio es poder de Dios para salvación. (Romanos 1:16).
Perder la salvación – establecido en la salvación
Es evidente que, si alguien se vuelve a su antigua forma de ser, su antigua mente, ama el mundo
y satisface sus deseos, pierde su salvación. Tal mente no encaja en el reino de Dios. Pero, si uno
realmente se arrepiente y convierte a Dios, puede recuperar su salvación, sin embargo, uno ha
perdido tiempo precioso en que las virtudes podrían haber crecido y desarrollado. Continuemos
firmes establecidos en esta “nueva vida”. Leer Colosenses 2:6-7

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Lección 4
¿Qué simboliza el bautismo cristiano?
El fin del viejo hombre y el comienzo de la nueva vida, demostrar que el creyente ha muerto y
resucitado con Cristo, que tiene una nueva POSICIÓN ante los ojos de Dios y de Satanás.
En esta lección estudiaremos el segundo significado simbólico del bautismo cristiano: Mostrar
que su “viejo hombre” ha muerto y que ahora es una “nueva criatura”. Este cambio en nuestra
CONDICIÓN INTERNA lo consideraremos de la siguiente manera:
1. ¿Cómo es el “Viejo Hombre”?
2. ¿Cómo es el “Nuevo Hombre”?
3. La lucha entre las dos naturalezas.
1. ¿Cómo es el “viejo hombre”?
Las Escrituras llaman “viejo hombre” a la naturaleza pecaminosa que heredamos de Adán.
También se le da el nombre de “la carne” y a veces sencillamente se le llama “pecado”. Esta es
la que produce en nosotros los pecados, las maldades, las transgresiones. La Biblia lo compara
con un árbol malo, el cual sólo da frutos malos. Así nuestro “viejo hombre” sólo produce
pecados, no puede producir nada de provecho. Lo más bonito que el “viejo hombre” puede
producir luce como “trapo de inmundicia” a los ojos de Dios (Isaías 64:6). El “viejo hombre...
está viciado (corrompido) conforme a los deseos engañosos” (Efesios 4:22). No puede hacer
nada bueno, sólo produce maldad.
Aunque “la carne” acompañará al creyente hasta el regreso del Señor, no debemos dejar que
domine en nuestra vida. “nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Cristo, para que
el cuerpo del pecado sea destruido” (Romanos 6:6). Esta naturaleza perversa no ha dejado de
existir en nosotros. Aún puede influir en nuestras vidas. Pero el “viejo hombre” no tiene más
autoridad sobre el creyente (Romanos 6:14). Por esta razón el cristiano no tiene que ser esclavo
de su pecado. En el Señor puede encontrar el poder para mantener crucificada a esta mala
naturaleza. Debe tener claro que ya no es esclavo del pecado que antes le dominaba, sino
esclavo de la justicia (Romanos 6:18). ¡Su victoria está asegurada en Cristo!
2. ¿Cómo es el “nuevo hombre?
El “nuevo hombre” es “engendrado” de Dios (Juan 1:12-13). Es la misma naturaleza de Dios
implantada en nosotros a través de un nuevo ser. Es completamente nuevo y completamente
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divino (2 Pedro 1:4). Cuando una persona acepta al Señor Jesucristo como su Salvador y Señor,
“nace otra vez”, pero no en una forma visible como la primera vez, sino en forma espiritual (Juan
3:5-8).
La Palabra nos dice: “si alguno está en Cristo, nueva criatura es” (2 Corintios5:17). Esta verdad
es tan extraordinaria que es fácil confundirla con otras cosas: Es cierto que recibimos al Espíritu
Santo en el momento de nuestra conversión, pero el Espíritu Santo NO es el “nuevo hombre”.
El Espíritu Santo es Dios: Él es quien engendra este nuevo ser (Juan 3:5). Algunos piensan que
Dios nos quita el “viejo hombre” y lo reemplaza con el “nuevo hombre”, haciendo así imposible
que el verdadero creyente llegue a pecar. Si esto pensamos, nos “engañamos a nosotros
mismos” (1 Juan1:8). Otros piensan que Dios transforma el “viejo hombre” gradualmente,
convirtiéndolo en el “nuevo hombre”, pero la verdad es que ese “viejo hombre” que heredamos
de Adán, y el “nuevo hombre” que recibimos de Cristo, existen juntamente durante toda nuestra
vida de creyentes. Estos dos batallan continuamente entre sí. El “nuevo hombre” es un nuevo
ser de naturaleza divina, que nace en el momento de la conversión: Este “nuevo hombre” no
practica el pecado, ni puede pecar, porque es nacido de Dios (1 Juan 3:6). Por lo tanto, este
“nuevo hombre” vence al mundo (1 Juan 5:18). ¿No es esto maravilloso? Verdaderamente
nuestro amado Padre nos ha dado en su Hijo mucho más de lo que nosotros imaginaríamos o
pediríamos.

3. La lucha entre las dos naturalezas.


Te estarás preguntando: Si soy una nueva criatura, ¿por qué peco? Si mi “nuevo hombre” no
peca, ¿por qué a veces cedo ante la tentación? Romanos 7:22-25 nos revela que hay una lucha
permanente entre el “hombre interior” (el mismo “nuevo hombre”) y “la carne” (el “viejo
hombre”). Están en continua oposición el uno contra el otro. Y, efectivamente, esto se ve en el
momento en que viene la tentación o la prueba: siento una fuerza que me empuja a caer y otra
que me muestra que no debo ceder. El cristiano que vive de acuerdo a los deseos de su “nuevo
hombre” se llama un cristiano “espiritual”, pero el que se deja dominar de su “viejo hombre” la
Biblia lo llama un cristiano “carnal” (1 Corintios 3:1-3). Entonces queda la pregunta ¿qué puedo
hacer para triunfar sobre la carne?
Comparemos nuestra vida con una carretilla y nuestro “viejo hombre” con un caballo que mueve
esta carretilla. Desde nuestra niñez, nuestro “viejo hombre” determina el movimiento y la
dirección de nuestra vida. Al entregarnos a Cristo, recibimos de Dios el “nuevo hombre”. Es
como si otro caballo fuera conectado a nuestra carretilla. Ahora tenemos dos caballos tirando
de una carretilla, pero en direcciones opuestas. ¿En qué dirección se moverá la carretilla? La
respuesta es lógica: depende de cuál de los caballos sea más fuerte. Si tu “viejo hombre” es más
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fuerte, tu carretilla se moverá en esa dirección. Tu forma de vivir se parecerá mucho a la de un


inconverso. Cuando el “nuevo caballo” está tirando de la carretilla en su dirección, esto se
reflejará necesariamente en nuevos deseos, nuevas metas, nuevas prioridades, nuevas formas
de ver la vida, nuevas formas de ver el pecado. Es decir, una nueva manera de vivir. No una
FACHADA cristiana, sino una VIDA cristiana. Nos gustaría deshacernos definitivamente del
caballo viejo. Pero esta tendencia pecaminosa estará con nosotros durante toda esta vida.
Cuando el Señor venga para arrebatar a los creyentes, nos liberará de esta detestable
naturaleza. ¡Qué feliz será entonces nuestra existencia en los cielos con nuestro Señor! Pero
mientras tanto, sigue la lucha. Para vivir victoriosamente, varias cosas te son necesarias:
(1) Alimenta tu nueva naturaleza:
El caballo viejo se alimenta y se fortalece con cualquier basura. Si miras una mala revista o
película, tu “viejo hombre” se fortalece. Las malas conversaciones y amistades, las visitas a
lugares que no convienen, las ambiciones materiales, telenovelas y canciones del mundo, todo
ello alimenta y fortalece también a nuestro “viejo hombre”. Este mundo está lleno de cosas que
alimentan al caballo viejo. Por eso debemos andar con tanto cuidado. ¡No le proveamos
alimento a la carne! (Romanos 13:14). El caballo nuevo, en cambio, es completamente
diferente.
Esta nueva naturaleza se alimenta de las cosas del Espíritu, se nutre de la Palabra de Dios, del
conocimiento del Señor Jesucristo, de la comunión con Dios. De ahí la importancia de integrarse
en una congregación (iglesia local), de leer la Palabra todos los días, de meditar en ella, de
memorizar versículos, de estudiarla con seriedad, tal como lo estás haciendo con este curso.
Cultivar buenas amistades con otros creyentes sinceros, también alimenta y estimula a la nueva
naturaleza (2 Timoteo 2:22). Si le damos abundante ‘comida’ estará fortalecida para la lucha
contra el “viejo hombre”. Esta lucha entre las dos naturalezas es continua, y la gana la más fuerte
de las dos. ¿Con qué seriedad estás alimentando tu nueva naturaleza?
(2) Pide ayuda al Señor: En el momento de la lucha, cuando sentimos la tremenda fuerza de la
tentación, no podemos depender de nuestra propia fuerza y astucia. Dirijamos al Señor un
sencillo “Señor, ¡ayúdame a hacer lo que debo!”. “Fiel es Dios que no os dejará ser tentados
más de lo que podéis resistir” (1 Corintios10:13).
(3) Huye de la tentación: Debemos alejarnos de aquello que nos está provocando a pecar. “Huid
de la fornicación” (1 Corintios 6:18), “Huid de la idolatría” (1 Corintios 10:14). “Oh hombre de
Dios, huye de estas cosas [la avaricia, el amor al dinero, el materialismo]” (1 Timoteo 6:8-11),
“Huye también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2:22). Es cierto que debemos “resistir al
diablo”, pero no debemos resistir la tentación, sino huir de su ella.

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Lección 5
¿Qué compromisos adquiero al ser bautizado?
La mayoría de nosotros tenemos miedo a los compromisos. Preferimos vivir una vida libre, sin
Compromisos y sin obligaciones. No queremos que nadie controle nuestra vida. ¿Será que con
el bautismo adquiero nuevos compromisos? Hay quienes no se bautizan para no verse obligados
a obedecer al Señor. ¿Es correcta esta forma de pensar? Evidentemente no. En esta lección
estudiaremos:
1. La relación hay entre privilegio y compromiso.
2. ¿Qué compromisos adquiero cuando me bautizo?
3. ¿Qué compromisos adquirí cuando recibí al Señor?
4. ¿Con quién adquiero estos compromisos?
1. La relación entre privilegio y compromiso
Todo privilegio trae consigo algún compromiso. Para gozar de un buen empleo, necesariamente
debemos ser cumplidos y puntuales. Para tener un hogar feliz, que funcione bien, tanto la
esposa como el esposo deben cumplir con algunos compromisos. Tanto el trabajador perezoso
como el esposo despreocupado tienen compromisos, el problema es que no saben o no quieren
reconocer sus compromisos. Nuestra salvación es un privilegio incondicional. Depende, como
hemos visto, de la obra redentora de Cristo por nosotros y no de nuestro comportamiento. Pero
SÍ existen condiciones si queremos crecer, llevar fruto para Dios, y experimentar gozo y paz en
la vida cristiana.
2. ¿Qué compromisos adquiero cuando me bautizo?
Piénsalo de la siguiente manera: ¿Cuándo adquiere el cristiano el compromiso de apartarse de
las malas costumbres y de vivir una vida limpia? ¿En el momento de su conversión o cuando se
bautiza? Claro, ¡en el momento de su conversión! ¿Cuándo adquiere el cristiano el compromiso
de reunirse regularmente con otros creyentes? ¿En el momento de su conversión o cuando se
bautiza? Claro, ¡en el momento de su conversión! ¿Cuándo adquiere el cristiano el compromiso
de preocuparse por las necesidades de los demás? ¿En el momento de su conversión o cuando
se bautiza? Claro ¡en el momento de su conversión! Esto es interesante. Nota que el cristiano
adquiere TODOS sus compromisos en el momento de su conversión. Por lo tanto, ¡con el
bautismo NO se adquieren NUEVOS compromisos! Supongamos que Fernando quiere ser policía
de tránsito. Comprar un silbato no lo convierte en policía de tránsito, tampoco el hecho de pitar
en la mitad del tráfico. No. Para ser policía de tránsito, Fernando tiene que firmar un contrato
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con la dirección de tránsito. En el momento de firmar el contrato, Fernando se convierte en un


policía de tránsito y adquiere sus compromisos con esa organización. Pero hasta que no se
ponga el uniforme de policía, los chóferes de los automóviles no lo reconocerán como policía.
Similarmente, Sandra no se convierte en cristiana por comprar una Biblia o por tratar de imitar
un comportamiento cristiano. Ella tiene que entregar su vida a Jesucristo, como vimos en la
Lección.
El bautismo es como ponerse el uniforme. Sandra adquiere sus compromisos con Cristo en el
momento de su conversión. Al bautizarse ella muestra públicamente que se ha entregado a
Cristo.

3. ¿Qué compromisos adquirí cuando recibí al Señor?


Al bautizarnos NO adquirimos NUEVOS compromisos. Sencillamente los compromisos que
adquirimos al rendirnos al Señor se hacen más visibles ante el mundo. Ahora reflexionaremos
sobre algunos de estos compromisos:

(1) Obedecer la Palabra de Dios: Nuestro Padre Celestial nos guía a través de su Palabra. Por
eso debemos separar el tiempo necesario para leerla y pensar en ella, para que “la palabra de
Cristo more en abundancia” en nosotros (Colosenses 3:16). Si de veras amamos al Señor
Jesucristo, buscaremos ser obedientes a su Palabra (Juan 14:21). Al ser creyentes obedientes
creceremos en santidad y en buenas obras, y traeremos honra al nombre del Señor.

(2) Orar con frecuencia: Nuestro Padre Celestial se interesa en todos los detalles de la vida de
sus hijos. Nos exhorta a que “por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones
delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.” (Filipenses 4:6,7) quizás no ores
por largos tiempos, pero debes orar en todo tiempo, haciendo tus quehaceres, mientras comes,
mientras descansas, debes orar en todo tiempo.

(3) Reunirse con otros creyentes: El Cuerpo de Cristo (la Iglesia) no es una invención humana.
Dios diseñó la vida cristiana para vivirla JUNTO con otros creyentes en la “congregación” o
“iglesia local”. (Hechos 11:26) Y se congregaron allí todo un año con la iglesia, y enseñaron a
mucha gente; y a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez en Antioquía. En Hebreos
10:24-25 también se nos exhortan congregarnos para “estimularnos al amor y a las buenas
obras”. Desde el momento de tu conversión debes hacerte el propósito de reunirte
regularmente con otros creyentes para alabar a Dios, para recibir ayuda y para tratar de ayudar
a otros. Reunirse regularmente requiere sacrificio. ¿Con cuánta devoción buscas reunirte?

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Recuerda, Cristo mismo promete estar presente donde “dos o tres” se congregan en su nombre
(Mateo 18:20). Congregarse es parte fundamental de la nueva vida.
(4) Testificar a otras personas: La palabra “evangelio” quiere decir “buenas noticias”. Estas
buenas noticias de perdón, salvación y de vida cristiana no son solamente para nosotros. Dios
desea salvar y reconciliar al pecador, y ¡nos ha escogido a nosotros los creyentes para ser sus
embajadores! (2 Corintios 5:18-20). El apóstol Pablo entendió la maravilla de este mensaje y
escribe: “no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel
que cree” (Romanos1:16). ¿Buscas la oportunidad de compartir tu fe en Cristo con tus familiares
y conocidos? Dios ama a tus amistades y desea salvarles.

(5) Administrar bien los recursos que el Señor ha provisto: Al entregar nuestras vidas a Cristo,
todo lo que tenemos debemos someterlo a su señorío (1 Crónicas 29:14). Como parte de esto,
es normal que todo creyente separe parte de sus ingresos para ofrecérselos a Él. Dios ama y
bendice al que ha aprendido a dar con sacrificio, con gratitud y alegremente (2 Corintios 9:7).
Todos estos compromisos siguen vigentes después del bautismo.
No es que se vuelven más serios después; siempre han sido serios. Sin embargo, el bautizado
debe ser consciente de que el acto que realizó lo ha dado a conocer delante de muchas personas
como cristiano, y que lleva por todas partes el nombre de Cristo en alto. ¡Qué privilegio tan
grande! Y ¡qué responsabilidad tan delicada!

4. ¿Con quién adquiero estos compromisos?


El cristiano adquiere sus compromisos con el Señor Jesucristo. Fue Él quien murió por el
cristiano. Fue Él quien nos compró con su preciosa sangre. Por lo tanto, evitemos volvernos
esclavos de los hombres o de una iglesia o denominación. El cristiano que se somete a las reglas
de los hombres pronto empieza a perder el gozo y el vigor en su andar cristiano. Esto no quiere
decir que debemos vivir independientemente de nuestros hermanos. Tampoco que vamos a
ignorar los consejos que ellos nos den, basados en la Palabra de Dios. Pero sí quiere decir que
me bautizo porque Cristo me lo está pidiendo. Me reúno porque Cristo así lo quiere. Sólo a
Cristo debemos esta lealtad y obediencia. A Cristo daremos cuenta de nuestro comportamiento:
“Es necesario que todos nosotros [los creyentes] comparezcamos ante el Tribunal de Cristo,
para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o
sea malo” (2 Corintios5:10).
¡Que el Señor nos ayude a tomar nuestros compromisos con seriedad! Una pregunta personal:
¿Cómo está tu lectura de la Biblia, tu oración y tu asistencia a las reuniones de la iglesia?
¿Ofrendas con regularidad? ¿haz testificado a alguien últimamente?

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Lección 6
¿Qué impide que yo sea bautizado?
Hemos llegado a la última lección. Si aún no lo has hecho, éste es el momento de reflexionar
seriamente sobre tu situación delante del Señor. Si ya te has entregado a Cristo, pero aún no
has pedido el bautismo cristiano, es hora de tomar la decisión de obedecer al Señor en este
importante paso. Para terminar miraremos:
1. El bautismo cristiano: resumen.
2. ¿Qué pasa después del bautismo?
3. El bautismo y la Cena del Señor.
4. ¿Quién debe tomar la iniciativa en cuanto al bautismo?

1. El bautismo cristiano: resumen


Hemos notado que la Biblia contiene diferentes clases de bautismo. El Señor Jesucristo espera
que todo creyente se bautice con el bautismo cristiano. Es un pequeña “escena” en la cual el
creyente es sumergido momentáneamente en el agua, representando que murió y fue
sepultado con Cristo.
Esto representa el fin de su vida antigua, su viejo hombre. Al salir del agua nuevamente, está
mostrando que resucitó con Cristo con una vida nueva. Debemos recordar que el bautismo NO
SALVA. Buscamos bautizarnos porque el Señor lo ordenó, más NO porque nos pueda limpiar los
pecados, o hacernos nacer de nuevo, o añadir algo de santidad, o hacernos más salvos, o reducir
las tentaciones. Jesucristo nos manda que después de la conversión, nos bauticemos “en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. El bautismo puede ser realizado en cualquier
lugar donde haya suficiente agua. Es quizá más importante que se haga en el lugar donde el
creyente vive, como testimonio delante de las personas que le conocen.

2. ¿Qué pasa después del bautismo? “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados;
y se añadieron aquel día como tres mil personas: Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles,
en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones” (Hechos 2:41,42).
Después de su conversión, estos primeros cristianos demostraron públicamente su entrega a
Cristo con su bautismo. Pero ¡allí no terminó su experiencia! Se nos dice que estos creyentes
perseveraban. Sin duda estos creyentes tenían sus problemas, tentaciones y frustraciones, pero
seguían firmes y fieles al Señor. Notamos que estos nuevos creyentes perseveraban en cuatro
cosas: (1) La doctrina de los apóstoles: Buscaban aprender y practicar la Palabra de Dios.
Después de tu bautismo hay mucho que aprender. No te dejes engañar por Satanás pensando

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que ya sabes suficiente y no necesitas más del estudio de la Palabra. (2) La comunión unos con
otros: Estos creyentes buscaban activamente relacionarse entre sí. Se reunían, se estimulaban
a amar a Dios y a los demás, hacían buenas obras juntos, se preocupaban los unos por los otros.
Todo creyente bautizado debe formar parte activa de una congregación o iglesia local. (3) El
partimiento del pan: La Cena del Señor es la única reunión o celebración que el Señor Jesús
pidió explícitamente. En ella adoramos al Señor por su maravilloso sacrificio por nosotros y
anunciamos su pronto regreso. La invitación de Jesucristo mismo a todo creyente que le ama
es: “Haced esto en memoria de mí” (1 Corintios 11:24,25).
¿Estás respondiendo a esta hermosa invitación? Es muy importante que perseveres en esto. (4)
Las oraciones: El tiempo de oración personal es indispensable para todo creyente. Sin embargo,
también notamos que los creyentes en el Nuevo Testamento practicaban y perseveraban en la
oración colectiva (Hechos 1:14). Juntos buscaban los recursos de Dios para enfrentar los ataques
del enemigo.

3. El bautismo y la Cena del Señor


Muchos nos hemos preguntado si es necesario ser bautizado para participar de la Cena del
Señor. Para dar una respuesta, primero comparemos estos dos actos simbólicos. Son dos cosas
distintas: El bautismo es un testimonio visible de la conversión, mientras que la Cena del Señor
es un memorial de la muerte del Señor. El bautismo se refiere a mí, mientras que la Cena se
refiere a Jesús. El bautismo es una responsabilidad personal, la Cena es un privilegio colectivo
entre creyentes. El bautismo es “una sola vez”, la Cena del Señor es una celebración permanente
“hasta que Él venga”. Tienen en común, que tanto el bautismo como la Cena fueron instituidos
por el Señor Jesucristo. Lo normal es que todo creyente participe de los dos (Mateo 28:19 y 1
Corintios 11:23-30).
¿Estás participando regularmente a la Cena del Señor? ¿Estás respondiendo a ese llamado de
amor de nuestro Salvador: “Haced esto en memoria de mí”? Es un privilegio y también una
responsabilidad.

4. ¿Quién debe tomar la iniciativa en cuanto al bautismo?


En otras palabras, ¿debo pedir que me bauticen, o debo esperar que alguien venga y me motive?
En Mateo 28:19 el deber recae sobre el que predica el evangelio. Somos llamados tanto a hacer
discípulos como a bautizar. ¿Entiendes esto? Si compartes tu fe en Cristo con otro, pero no
promueves el bautismo cristiano, tu evangelismo es incompleto. Nuestro llamado del Señor es
a evangelizar (hacer discípulos), a bautizarles y edificarles (enseñarles). El Etíope pregunta ¿Qué
impide que yo sea bautizado? ¿Te has hecho esta misma pregunta? Toma la iniciativa.

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