Autoconocimiento
Autoconocimiento
Autoconocimiento
Dedicarse tiempo a sí mismo: Es muy probable que el estrés y la vida tan ocupada que
tenemos los seres humanos, nos impida sentarnos y ocuparnos de nosotros mismos.
Pero es muy importante dedicarnos un tiempo y hacer una reflexión propia que nos
permita conocernos mucho mejor. Parar, respirar y preguntarnos acerca de nosotros
mismos con el objetivo de contemplar lo que sentimos y lo que somos. Esto nos ayudará
a mejorar nuestro autoconocimiento personal.
Anota tus fortalezas y debilidades: Es muy interesante el profundizar en uno mismo y
ser consciente de todo aquello en lo que se destaca y en lo que se puede mejorar. No se
trata de ser crítico constantemente, sino de conocer nuestras características. Y, a partir de
ahí, potenciar más si cabe los puntos fuertes, así como trabajar a la hora de mejorar las
debilidades.
Visión externa: Este ejercicio puede resultar muy interesante, siempre y cuando,
pidamos la descripción a alguien coherente y de confianza. Muchas veces nos pasan
desapercibidas nuestras propias habilidades y tener la opinión de alguien puede
ayudarnos a darnos cuenta de aspectos propios muy destacados y que podemos explorar
para sacarles más partido.
Inteligencia emocional: La inteligencia emocional nos ayuda a regular nuestras
emociones y vivir de forma más equilibrada. Una persona que se ocupa de desarrollar
este aspecto conseguirá un bienestar general mayor y un mejor autoconocimiento.
Anota todo aquello que te hace feliz: Escribir lo que a uno le apasione y poder tenerlo
presente será más sencillo de conseguir simplemente por el hecho de tener claridad de
ideas. Si uno analiza todo aquello que le hace feliz, lo anota y se plantea objetivos está
promoviendo su propio autoconocimiento.
No dejes que nadie guie tus propósitos: Debes empezar a confiar en ti mismo y olvidar
las etiquetas que los demás pueden acuñarte. Solo uno mismo decide el propósito que
tiene en la vida y sus objetivos. Trabajar esto y potenciar nuestro propio conocimiento nos
ayudará a alejarnos de lo que dicen los demás de nosotros y centrarnos en nuestra propia
persona.
Por tanto, podríamos decir, que el autoconocimiento acaba dando lugar a una alta
autoestima. Es decir, una vez que conocemos nuestras virtudes y defectos de
manera objetiva, nuestra autoestima mejora.
Pero a menudo falta la calma necesaria para seguir este proceso ya que en
nuestra cultura, en nuestro mundo y en nuestro tiempo, lo más habitual es
vernos arrastrados de una actividad a otra. A menudo nos falta tiempo para la
reflexión y la calma necesaria. Además, en general, nos cuesta estar solos,
pasar tiempo reflexionando sin actividad social o laboral, sin smartphones,
redes sociales y apps, maratones de series…Estamos rodeados de
distracciones. Pero el autoconocimiento no sólo es clave para mantener el
equilibrio emocional, sino también la autoestima, que no es sino la capacidad
de reconocernos como somos y aceptarnos de forma constructiva, mientras
avanzamos hacia una mejor versión de nosotros mismos. Conocerse mejor es
la base del crecimiento y el primer paso para quererse. Y esto se puede
trabajar de forma cotidiana.
Muchas veces, hacemos las cosas en nuestro día a día por pura inercia, sin
plantearnos por qué las hacemos. Otras veces actuamos por impulso y
esto hace mucho más difícil para nosotros poder llegar a ese punto de
autoconciencia, ya que no hacemos una reflexión profunda sobre nuestros
actos.
ANEXO
Cuento: LA ROSA BLANCA.
Un día de mucho sol y calor, una muchacha paseaba por el jardín pensando cuántas cosas bonitas nos
regala la madre tierra, cuando de pronto vio una rosa blanca en una parte olvidada del jardín, que
empezaba a marchitarse.
–Hace días que no llueve, pensó – si se queda aquí mañana ya estará marchita. La llevaré a casa y la
pondré en aquel jarrón tan bonito que me regalaron.
Y así lo hizo. Con todo su amor puso la rosa marchita en agua, en un lindo jarrón de cristal de colores, y
lo acercó a la ventana.
La dejaré aquí, pensó –porque así le llegará la luz del sol. Lo que la joven no sabía es que su reflejo en la
ventana mostraba a la rosa un retrato de ella misma que jamás había llegado a conocer.
¿Esta soy yo? Pensó. Poco a poco sus hojas inclinadas hacia el suelo se fueron enderezando y miraban
de nuevo hacia el sol y así, lentamente, fue recuperando su estilizada silueta. Cuando ya estuvo
totalmente restablecida, vio, mirándose al cristal, que era una hermosa flor, y pensó: ¡¡Vaya!!Hasta
ahora no me he dado cuenta de quién era, ¿cómo he podido estar tan ciega?
La rosa descubrió que había pasado sus días sin apreciar su belleza. Sin mirarse bien a sí misma para
saber quién era en realidad. Si quieres saber quién eres de verdad, olvida lo que ves a tu alrededor y mira
siempre en tu corazón. (cuentosparadormir.com, s.f.)