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ISSN 2254-6901 | Vínculos de Historia, núm. 11 (2022) | pp.

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Margot FASSLER, La música en el Occidente medieval, His-


toria de la Música Occidental en Contexto, 1, Madrid, Akal, 2020,
367 pp. ISBN: 978-84-460-4864-0
La representación simbólica de la música en el arte medieval es, sin duda, diversiforme.
Ya sea por su poliédrica significación o por su vasta variedad (que va de lo angélico a lo
grotesco y demoníaco), no debe resultar fácil decidir qué imagen utilizar como portada de
un libro de historia de la música que abarque desde mediados del primer milenio de la era
cristiana hasta el año 1400 aproximadamente. En el caso que nos ocupa, traducción de
Akal de Music in the Medieval West, de Margot
Fassler (W. W. Norton, 2014), se optó por seguir
la del original en inglés: una miniatura tomada
del Códex Manesse (fol. 399r), de mediados
del siglo XIV, de Enrique de Meissen (c. 1260-
1318) enseñando a un grupo de músicos1. Este
compositor-poeta alemán —minnesinger—,
también conocido como Frauenlob y famoso por
su Cantar de los cantares, es representativo de
la música instrumental del medioevo europeo,
junto al coetáneo Códice Rico de las Cantigas
de Santa María2.
Pero no piense el lector que mi deseo es
hablar en esta reseña de iconografía musical en
la Edad Media. Mi intención es mostrar que el
libro de Fassler trata de la música en su contexto,
tal y como reza el título de la colección en la que

1  No sucedía lo mismo en la anterior entrega sobre


música medieval de Akal, de 1991, La música medieval,
de Richard H. Hoppin (traducción de Medieval Music,
New York, W. W. Norton, 1978), cuya imagen original, La
harpe de melodie de Jacob de Senleches, cambiaron en
la edición española por la miniatura del rey David tocando
el órgano junto a dos jóvenes músicos, imagen procedente del Salterio de Rutland, de Inglaterra de c. 1260
(British Library, Add. Ms. 62925, fol. 97v).
2  Esta imagen de Enrique de Meissen sirvió previamente de portada para Barbara Newman, Frauenlob’s
Song of Songs: A Medieval German Poet and His Masterpiece, University Park, Pennsylvania State University
Press, 2006). El Códice Rico y el Códice de los músicos, de las cantigas, han sido digitalizados recientemente
y puestos a disposición del público por Patrimonio Nacional, en https://rbdigital.realbiblioteca.es/s/rbme/page/
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se enmarca. El libro constituye el primer volumen de la serie que Akal decidió traducir de la
editorial W. W. Norton, replicando lo que hizo previamente con su predecerora: The Norton
Introduction to Music History. La diferencia en este caso es que la nueva colección, más
allá de la pertinente y necesaria actualización de contenidos, hace hincapié en cuestiones
sociales, culturales, intelectuales y políticas, y da detalles de la vida de personajes
relacionados con la música que llevan al lector no solo a imaginárselos sino a empatizar
—o quizás disentir— con ellos. Además, en el libro de Fassler, se hace patente el énfasis
en una metodología a la que nos tiene bien acostumbrados: la intertextualidad, la pasión
por el estudio de los procesos de cambio y la perspectiva de género3. En cualquier caso, la
competencia del libro reseñado en el mercado editorial no es escasa, pues como afirmaba
Emilio Casares en 1990 en el prólogo de la edición española de La música medieval de
Hoppin (p. 13), “son ya muchas las síntesis o visiones generales realizadas sobre la música
del medievo”, a las que hay habría que añadir otros títulos posteriores4.
En este escenario, Fassler propone un cambio de paradigma en la forma de entender
la música medieval, en el modo de abordar su estudio y en sus contenidos. El capítulo
introductorio es una muestra de ello, donde a través del estudio del himno Ave maris
stella, la autora cubre los siguientes asuntos: la organización e intercambio de ideas entre
fronteras geográficas, políticas, sociales y artísticas; la música como un arte de la memoria
y su relación con la escritura; la música como método de hacer historia; la mujer y la imagen
de la mujer en los repertorios; y el concepto de obra musical en la Edad Media. El resto del
libro sigue estas directrices y está organizado de forma cronológica en cuatro partes que
se relacionan entre sí y que abarcan desde la alta Edad Media al siglo X (capítulos 2-4), los
siglos XI y XII (capítulos 5-7), el siglo XIII (capítulos 8-9), y finalmente el siglo XIV (capítulos
10-12).
Fassler consigue de este modo mostrar de forma clara “las diversas formas que tenían
los músicos [medievales] de entender los repertorios del pasado y de utilizarlos como base
para sus propias relaciones” (p. 10). Así, la autora intercala sus análisis con descripciones
de la sociedad y cultura del periodo y región estudiados, como sucede por ejemplo en los
tipos de canciones y actividades en la vida de los estudiantes del siglo XIII, donde ubicamos
al códice carmina burana y la clasificación de sus piezas (pp. 181 y ss.). Así mismo, la
autora ofrece datos de personajes y repertorios menos conocidos, como la monja Rosvita
de Gandersheim (c. 935-c. 975), cantora e historiadora que escribió vidas de santos y
obras dramáticas (p. 93), o las canciones de cruzados, para las que sigue diversas fuentes
primarias que datan desde la época del cronista Raymond d’Aguilers, siglos XI-XII (p. 128).
No es de extrañar, por tanto, que Fassler consiga que la lectura de este libro invite al
ejercicio activo y a interiorizar los contenidos, siguiendo las palabras de Alison Altstatt5.
Y es que el lenguaje empleado en el libro, así como los asuntos que trata, son
verdaderamente actuales, como puede observarse en la siguiente cita: “Con semejantes
ideas en circulación no sorprende que la monja Hildegarda crease un mundo [...] que no
las fuese a violar ni a calumniar” (p. 151). El lenguaje es por tanto claro, sencillo y directo,
utilizando incluso analogías a películas y repertorios actuales, como sucede con un motete

3  Sirva de ejemplo su Gothic Song: Victorine Sequences and Augustinian Reform in Twelfth-Century Paris,
Cambridge, Cambridge University Press, 1993, especialmente pp. 3-17. Su segunda edición, revisada y
ampliada, ha sido publicada en Notre Dame, Indiana, University of Notre Dame Press, 2011.
4  Uno de los más recientes es Mark Everist y Thomas F. Kelly (eds.), The Cambridge History of Medieval
Music, 2 vols., Cambridge, Cambridge University Press, 2017. Una síntesis de las publicaciones previas en
ibid., pp. 1-3.
5  Book review, en Plainsong and Medieval Music, 25/1, (2016), pp. 107-113.

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de Guillaume de Machaut (c. 1300-1377) y Thriller de Michael Jackson (p. 254). Fassler se
aleja de este modo de un discurso exclusivamente académico.
La música en el Occidente medieval servirá, por tanto, a estudiantes universitarios
y de conservatorios como a profesores, así como a lectores interesados con alguna
formación musical. Los intérpretes de música antigua lo encontrarán igualmente útil, si bien
necesitarán complementarlo probablemente con otros materiales (vid. infra). Los primeros
lo agradecerán, además de por su lenguaje, porque su lectura mejora la comprensión de
la historia de la música del medioevo occidental, y por los apéndices y glosario. Por su
parte, los profesores de música, con independencia del nivel que impartan, encontrarán un
excelente libro de texto con numerosas tablas, ejemplos, representaciones iconográficas de
personajes (Francesco Landini, p. 273), índices, y lecturas complementarias.
La bibliografía es excelente, internacional y cubre tanto aspectos generales como
particulares, si bien buena parte de ella es de difícil acceso. Es un ejemplo, en el capítulo
7, la monografía Psallat chorus caelestium: Religious Lyrics of the Middle Ages, de Joseph
Szövérffy (Berlin, 1983), que ni siquiera aparece en el catálogo de la Red de Bibliotecas
Universitarias Españolas REBIUN. En todo caso, las referencias están actualizadas hasta
2014, año de la publicación original en inglés, por lo que quedan fuera aquellas posteriores
hasta el año de la edición española. Esto no es problemático excepto en los temas en los
que se ha conseguido avanzar significativamente, como podría ser el caso de la hipótesis
de Margaret Bent sobre el origen hispano de Jacobo de Lieja6. Es evidente que en un
manual de estas características la autora habrá tenido que realizar una severa selección,
por lo que no resulta extraño ver omitidos a ciertos autores. Un ejemplo, para el capítulo
8, podría ser Stephen J. Van Dijk, especialista en la influencia de los Franciscanos en la
música litúrgica del siglo XIII.
Las fuentes, ediciones y análisis más profundos de gran parte de las piezas musicales
empleadas en el libro se encuentran mayormente en la antología homónima, no publicada
en español (Fassler, Music in the Medieval West. Anthology, W. W. Norton, 2014). Es
sorprendente que el libro reseñado no incluya referencias a los números de pieza de la
antología, cuarenta en total, algo que sí menciona el original en inglés. Sin embargo, la
edición española sí remite a otro recurso complementario también citado en el original, a
saber: Strunk’s Source Readings in Music History (W. W. Norton, 19501). Por supuesto, el
lector que desee ampliar más en la materia también podrá revisar dos páginas web que
se vinculan en mayor o menor grado al libro.7 En ellas se ofrecen ejercicios (lessons), más
bibliografía y una lista de reproducción vinculada a Naxos, de suscripción. Se echa en falta
una discografía por temas y un prólogo a la edición española.
La traducción corre a cargo de Juan González-Castelao, quien también ha traducido
otras obras de la misma colección. Su labor se advierte bien realizada, siguiendo fielmente
al original. Encontramos, empero, un par de inconsistencias puntuales en la traducción de
textos latinos (salmo 118, pp. 147-148) y un error de transcripción para el liber horarum (p.
21), que bien pudieran haber sido fruto de la labor editorial ya que hay, al menos, catorce
errores tipográficos, algo no esperable en una editorial como Akal.
No cabe duda de que, más allá de estos pequeños descuidos editoriales, La música
en el Occidente medieval es un magnífico manual que, además de complementar la muy

6  Margaret Bent, Magister Jacobus de Ispania, Author of the «Speculum Musicae», Farnham, Ashgate, 2015.
Véase también la recensión del mismo de Carmen Julia Gutiérrez, “Este no es un libro sobre teoría de la
música medieval”, Revista de Musicología, 39/1, (2016), pp. 237-246.
7  Music in the Medieval West and Anthology – Digital Resources, https://mediaevalmusic.wordpress.com/ y
Study Space de la Norton, https://wwnorton.com/college/music/history/medieval1e/welcome.aspx.

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diversa literatura existente sobre música medieval, actualiza viejos temas y presenta otros
nuevos. Es relevante en este sentido que el último capítulo sea una invitación al estudio
de repertorios menos habituales en los manuales tradicionales (manuscritos musicales del
norte de Europa —monjas de Paradies bei Soest y brigidinas— frente a otros del Sur —
Huelgas y Llibre Vermell—), además de los ministriles alemanes en donde encontramos
al personaje que abre esta recensión, Frauenlob. En todos ellos conviven lo popular y lo
culto, y se vislumbra un leitmotiv que recorre el libro y que explica que la mayor parte de la
población en la Edad Media aprendía en lo que veían y oían, y no en lo que leían, algo que
esperemos haya cambiado en la actualidad.

David Andrés Fernández


Universidad Complutense de Madrid
[email protected]
http://orcid.org/0000-0002-2842-226X

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