Predicacion 2
Predicacion 2
Predicacion 2
QUES ES LA PREDICACION
CUATRO MÉTODOS DE PREDICACIÓN (1.a Predicación sin notas., 2.a Memorización del discurso.
3.a Lectura del sermón. 4.a Predicación por bosquejo.)
EXAMENES Y TALLERES 50 %
Bosquejo
I. Definición
II. Criterios
III. Conclusión
¿Qué es la predicación bíblica? ¿Cómo definirla? ¿Cuáles son los criterios que determinan
cuán bíblico es un sermón? En este artículo, trataré el tema de la predicación bíblica. En
primer lugar, presentaré una definición general del concepto. Entonces, en segundo lugar,
pasaré a discutir con más detalle los elementos que le dan carácter bíblico a la predicación.
I. Definición
Sin embargo, a través de la historia los estudiosos de la homilética han identificado dos
estilos básicos de predicación: la bíblica y la temática.
A. La predicación bíblica
La predicación bíblica es aquella que toma como punto de partida para el sermón una
porción de las escrituras. El propósito de este tipo de predicación es interpretar el mensaje
del texto para los oyentes de hoy. Tradicionalmente, se han identificado tres tipos de
sermones bíblicos:
1. El sermón textual: Este tipo de sermón comenta frase por frase uno o dos versículos de
la Biblia. De este modo, obtiene del texto tanto su tema como las divisiones de su
desarrollo . Un ejemplo de este tipo de sermón sería una presentación de tres puntos basada
en Juan 3:16.
c. El propósito de la Salvación: "...para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga
vida eterna."
B. La predicación temática
II. Criterios
Anteriormente, indicamos que la predicación bíblica es aquella que toma como punto de
partida un pasaje de la escritura. Sin embargo, esto no es más que el primer paso. Para ser
verdaderamente bíblico, un sermón debe tener ciertas características adicionales.
La predicación bíblica ocurre cuando el contenido, la función y la forma del texto moldean el
contenido, la función y la forma del sermón . En otras palabras, la predicación es bíblica
cuando el sermón está diseñado en forma coherente con el pasaje bíblico que le sirve de base
.
A continuación comentaremos brevemente los elementos que hacen "bíblica" la predicación.
A. Contenido
Un sermón es bíblico cuando su contenido corresponde al contenido del texto que le sirve de
base. En otras palabras, un sermón ofrece una interpretación válida del texto.
Para poder interpretar adecuadamente el contenido de un pasaje bíblico es necesario
prestarle atención a tres elementos importantes:
1. El contexto social e histórico: ¿En qué época fue escrito el texto? ¿Qué comunidad lo
produjo? ¿A qué comunidad o persona en específico fue dirigido? ¿Cuál era la situación
social e histórica de estas comunidades religiosas?
2. El mensaje: ¿Qué dice el texto? ¿Cuál es su argumento? ¿Cuáles son las ideas y los
conceptos teológicos claves del pasaje? ¿Cómo podemos interpretar esta porción en forma
valida? ¿Cuál es el mensaje del texto para nosotros hoy?
B. Función
Un sermón es bíblico cuando su función corresponde a la función del texto que le sirve de
base. Es decir, un sermón bíblico logra en el oyente un efecto similar al que logra el texto.
Los pasajes bíblicos han sido escritos con diversos propósitos. Un texto puede consolar,
exhortar, desafiar, edificar, llamar a la fe, etc. El predicador bíblico debe aprender a
discernir el propósito del texto y tratar que el texto tenga un propósito similar.
Por ejemplo, el libro de Apocalipsis fue escrito para consolar a los cristianos que sufrían la
opresión del Imperio Romano . El propósito del texto es alentar a la audiencia, llamándolos
al compromiso con el Dios amoroso y liberador que se ha revelado en Jesucristo. Un sermón
sobre Apocalipsis debe tener, pues, el propósito de alentar y consolar a la Iglesia. Un sermón
basado en Apocalipsis que provoque miedo en los oyentes traiciona la función del texto.
C. Forma
Un sermón es bíblico cuando su forma corresponde a la forma del texto que le sirve de base.
De otro modo, un sermón bíblico toma en cuenta la estructura del texto.
Si leemos las parábolas notaremos que casi todas tienen un final sorpresivo: El esposo llega
cuando menos lo esperan (Mt. 25:10); El samaritano se compadece del judío herido (Lc.
10:33-35); y el publicano es justificado (Lc. 18:14). Todo esto habla de la sorpresa que causa
la revelación de Dios en Cristo. En otras palabras, en el Reino de Dios todo es novedoso.
Aquí vemos claramente como la forma y el contenido van de la mano.
Del mismo modo, un sermón sobre una parábola que tenga un final sorpresivo será más
claro e impactante que un sermón con un final tradicional.
III. Conclusión
En la antigüedad, el predicador cristiano más famoso fueSan Juan Crisóstomo. Sus sermones todavía conmueven
hoy a los que los leen, después de quince siglos de haber sido pronunciados. Este fogoso orador escribió un
bellísimo tratado acerca del sacerdocio y allí dice lo siguiente respecto de la predicación: «Tan importante es
la predicación que los apóstoles dejaron los demás ministerios y oficios para dedicarse a predicar». Hechos
6:1-7.
Lo que más les importaba no era hacer milagros, sino predicar, evangelizar, no dejar de propagar la Palabra de
Dios. Para que un Pastor sea fiel a sus sagrados deberes es necesario no sólo que predique mucho, sino que se
dedique con toda su alma a preparar lo mejor posible sus sermones y a adquirir cuanto más pueda las mejores
cualidades de un buen orador.
Cuando una ciudad tiene buenos y expertos defensores y expositores de la Palabra de Dios, más
difícilmente caen en poder del enemigo. Cuando los cristianos tienen unos buenos predicadores que les enseñen
bien a defenderse de los enemigos del alma, las caídas en poder del mal serán menos numerosas.
Todo cristiano necesita de buenos predicadores que le enseñen a defenderse de los ataques del mal.
De igual manera, la predicación recibe su autoridad de parte de Dios. Esa autoridad se desprende el hecho de
que es un mensaje que está arraigado en lo que Dios ha dicho. Aún más, es un hecho que la autoridad inherente
de la predicación es el resultado de la presencia misma de Dios en el acto de la predicación. La predicación es
autoritaria porque el que predica no es el hombre, sino Dios a través del predicador, de modo que la palabra
predicada viene a ser verdaderamente Palabra de Dios. La autoridad de la predicación “es de parte de Dios”. Karl
Barth (Teologia de la Predicación).
Lo que distingue a la predicación cristiana de cualquier otra clase de discurso es esa realidad.
El predicador no se apoya en sus argumentos persuasivos, lógicos o retóricos para dar base
autoritaria a al predicación. Más bien expone el mensaje respaldado por la autoridad que Dios
le ha conferido. La predicación sin la autorización divina es hueca, sin propósito, un simple
discurso vacío o un ejercicio homilético. La autoridad no se recibe por la disciplina
homilética. La misma tiene que venir directamente de Dios.
Los predicadores que han sido usados para comenzar revoluciones espirituales, han sido
aquellos que han ministrado en la autoridad del Señor. Esa autoridad se desprende del hecho
de que es un mensaje que está arraigado en lo que Dios ha dicho”. Predicar no es otra cosa
sino dar un mensaje de parte de Dios. Por lo menos eso es lo que se espera de un predicador.
El predicador es un mensajero con la tarea de dar a otros el mensaje que Dios le ha conferido.
El mayor peligro y la peor presunción es dar nuestro mensaje y no el mensaje de Dios.
Cuando el mensajero se predica a sí mismo, hablando de sus hechos y experiencias a
expensas de los hechos y dichos de Dios, corre el grave peligro de predicar su propio
evangelio.
Pablo, el gran teólogo de la iglesia cristiana dijo algo que se relaciona con el punto que está
bajo consideración: “mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí no es
según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de
Jesucristo” (Ga.1: 11-12).
El mensaje de Dios tiene que llegar por revelación divina. No se produce en la mente del
razonamiento humano. Dios lo tiene que dar. El apóstol no pretende en sus palabras restar
importancia a la preparación homilética en el evento de la predicación. Pero sí da por sentado
que el mensaje que tiene que predicarse tiene que venir de arriba, de parte de Dios como
inspiración divina.
La homilética no es un conducto o receptor para recibir el mensaje divino. Es más bien
un proceso, una herramienta, un medio o la manera de poder transmitir el mensaje divino a
los seres humanos. La misma no es un fin sino un medio para alcanzar un fin.
La predicación vacía del mensaje de Dios, conduce a la proclamación de un “evangelio
diferente” (Ga.1:6), o al anuncio de “otro evangelio” (Ga.1: 8). Lo que alguien le ha llamado
“el evangelio según san yo”. Muchos predicadores basan sus argumentos en lo dicho por
Barth, Bultmann, Calvino, Lutero, Wesley, Tillich, Dietrich Bonhoeffer y otros teólogos en
general (aunque deben citarlos porque ellos también estudiaron la Palabra de Dios con amor y
sabiduría), lo que se quiere decir es de no darle todo el énfasis ni el centralizar sus
comentarios como cosa a que aferrarse en la predicación. La autoridad máxima del
predicador del evangelio no es la escuela filosófica del pensamiento contemporáneo o escuela
del pensamiento teológico. La autoridad del mensajero cristiano es respaldada “en lo que
Dios ha dicho”. Es decir, en la Palabra escrita: La Biblia. Predicar sin estar arraigados en la
revelación escrituraria es voz de hombre y no de Dios (Hch.12:22). El predicador es un
medio, “el que predica no es el predicador, sino Dios a través del predicador”.
"Pecamos cuando predicamos aquello que creemos que las Escrituras afirman, y no
predicamos su verdadero significado . También pecamos cuando predicamos los
pensamientos que la Palabra de Dios despierta en nuestro intelecto y no aquello que la
Palabra realmente declara. UN PREDICADOR ES UN TRAIDOR, SI EN VERDAD NO
TRANSMITE EXACTAMENTE LO QUE EL REY DEL CIELO DICE. ¿Quien se
atreverá colocarse delante de una iglesia o congregación de creyentes y proclamar: Así
dice el Señor afirmando en seguida, en el nombre del Señor Jesús, aquello que el Señor no
dijo? Necesitamos enfatizar nuevamente en las prédicas y mensajes, el verdadero
significado de las Escrituras de la Palabra de Dios... y no existe nada que sea más
importante que un estudio profundo, sério y transparente como lo es la EXACTITUD DE
UN ESTUDIO EXEGÉTICO". (Stuart Olyott_ Pregação: Pura e Simples - Editora Fiel).
Si los predicadores reconocieran que no es su predicación sino la predicación del Señor…En
una ocasión alguien le dijo a Juan Bunyan: “Ha predicado un buen sermón”. Su respuesta
desconcertante fue: “El diablo ya me lo dijo mientras bajaba del púlpito”. El conocido
predicador Spurgeon dijo: “El mensaje de Dios merece toda mi capacidad; y cuando lo
transmito, debería estar allí todo mi ser; ninguna parte del mismo debe extraviarse o
dormirse. Algunos, cuando suben al púlpito no están allí”. Muchos, después de una
predicación regresan a sus hogares frustrados y desanimados. Esperaban diferentes
resultados. Quizás había pecadores y no respondieron a la invitación de salvación. Los
creyentes enfermos aunque escucharon el llamamiento por sanidad divina hicieron caso
omiso. Nadie los felicitó por la predicación.
Yo he oído lo que aquellos profetas dijeron, profetizando mentira en mi nombre, diciendo soñé, soñé.
¿Hasta cúando estará esto en el corazón de los profetas que profetizan el engaño de su corazón? ¿No
piensan cómo hacen que mi pueblo se olvide de mi nombre con sus sueños que cada uno cuenta a su
compañero... El profeta que tuviere un sueño, cuente el sueño; y aquel a quien fuere mi palabra; cuente mi
palabra verdadera. ¿Que tiene que ver la paja con el trigo? dice Jehová... Por tanto, he aquí yo estoy contra
los profetas... que hurtan mis palabras cada uno de su más cercano... que endulzan sus lenguas y dicen: El
ha dicho. He aqui dice Jehová, yo estoy en contra los que profetizan sueños mentirosos, y los cuentan, y
hacen errar a mi pueblo con sus mentiras y con sus lisonjas, y yo no los envié ni les mandé; y ningún
provecho hicieron a este pueblo, dice Jehová... Y al profeta, al sacerdote o al pueblo que dijere: Profecía de
Jehová, yo enviaré castigo sobre tal hombre y sobre su casa. (Jer. 23:25-34).
El predicador debe recordar que el mensaje es de Dios. Por lo tanto, los resultados de la
predicación le pertenecen a Él. Toda esa psicología de altares llenos por la habilidad del
predicador no son los verdaderos resultados producidos por el evangelio. Sé de muchos
predicadores que si el altar no se llena después de sus predicaciones emplean cualquier
artificio para satisfacer su propio ego. A Dios eso no le agrada. El es Dios y sabrá cómo y
cuándo obrará.
El propósito es que la palabra predicada y la palabra de Dios sea lo mismo.
¿Cuándo habla Dios en su sermón o en una predicación? Es una pregunta muy difícil de
contestar. El predicador muchas veces está sin conocimiento natural de lo que Dios está
haciendo o diciendo. En otras ocasiones los predicadores están conscientes de lo que Dios
está diciendo y haciendo. Pero de alguna manera en el evento de la predicación mucho de lo
que expresa el predicador es verdaderamente la Palabra de Dios. Es decir, Dios habla
directamente usando la voz del predicador.
La predicación: “Es la comunicación, en forma de discurso oral, del mensaje divino
depositado en la Sagrada Escritura, con el poder del Espíritu Santo y a través de una persona
idónea, a fin de suplir las necesidades espirituales de un auditorio”.
La predicación es considerada como “comunicación en forma de discurso oral”. El
predicador no escribe para el pueblo sino que oralmente anuncia al pueblo. Más que todo, la
tarea de predicar es tarea de hablar y no de escribir. Aunque no negamos la eficacia de los
mensajes escritos para ser leídos. Pero sí estamos conscientes de que la unción hablada es de
efectos más profundos que la escrita. Por tal razón estoy de acuerdo en parte con los
predicadores que escriben sus sermones para leerlos ante una audiencia, pero advierto que
estos deben ser leídos y practicados acompañados de oración, antes de hacerlo en las iglesias,
leerlo por lo menos una 20 veces hasta saber que existe en cada párrafo escrito, sin que se
queden presos al texto.
El sermón o predicación debe realizarse ante una situación verdadera y concreta. No niego
que en otras situaciones, como por ejemplo en la radio, el sermón escrito es más efectivo y
comprendido. Pero aun así el elemento de la voz le añade un toque especial. Cuando un
predicador está ante una audiencia visible e inmediata, es imprescindible comunicar
efectivamente el mensaje de manera natural y espontánea. Debido a que la predicación es
comunicación, todo predicador necesita aprender las diferentes técnicas para comunicar. La
comunicación es tanto natural (empleándose la personalidad y la voz del comunicador) como
mecánica (equipos y medios de comunicación).
La predicación es la comunicación oral “del mensaje divino depositado en la Sagrada
Escritura”. La predicación tiene que ser bibliocéntrica. La Biblia no sólo le da contenido a la
predicación sino que le da autoridad. Es en la Biblia donde se basa el predicador para la
exposición del evangelio. Aunque un sermón para ser bíblico no tiene que estar
necesariamente basado en la interpretación de un pasaje bíblico particular, sino en la
revelación bíblica. Pero aun empleando la Biblia, el predicador debe saber llegar el
significado del texto, usando herramientas como: Buenos diccionarios bíblicos, saber
exégesis, hermenéutica, griego y hebreo.
Muchos sermones no pasan de ser una “ensalada de textos” o un “sancocho homilético”. Lo
que hace el predicador es atar cabos con versículos bíblicos. De un pasaje bíblico salta al otro
y al otro como si fueran lianas espirituales. Al fin y al cabo deja a su audiencia en el aire. Es
mejor que el predicador invite a sus oyentes a entrar por la puerta de la revelación de un texto
bíblico y no que se asomen a las ventanas de muchos textos bíblicos. Los textos bíblicos no
deben ser extraídos con un “bisturí espiritual”, para luego poner sobre ellos un significado y
un uso que no es el debido. Un buen predicador sabe sujetarse al texto sin rodar dentro del
mismo.
Otro elemento de la definición que se está analizando es: “con el poder del Espíritu
Santo”. Predicar sin la ayuda del Espíritu Santo es como querer apagar un fuego sin agua. El
poder del Espíritu Santo lo adquirirá el predicador en su recinto privado o en la práctica diaria
de una vida devocional.
Pablo decía: Así que, hermanos, cuando fui a vosotros para anunciaros el testimonio de Dios,
no fui con excelencia de palabras o de sabiduría… y estuve entre vosotros con debilidad, y
mucho temor y temblor; y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de
humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté
fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios. 1Cor.2: 1-5
Lo que muchos predicadores necesitan en nuestros días es más poder que palabras. Sin poder
no llegará a no ser que haya una entrega total y completa a la persona del Espíritu Santo. Es
Él el que da unción al predicador. Cuando los predicadores dejen que el fuego del Espíritu
Santo los queme por dentro habrá humo por fuera. Las predicaciones estarán saturadas de
poder (Hch.1: 8; Ro.1: 16). Prediquemos llenos de poder y milagros de parte de Dios
sucederán a nuestro alrededor.
En Hechos 4:31 leemos: Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados
tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaron con denuedo la palabra de
Dios. El secreto de una vida de poder en los apóstoles Pedro y Juan y la iglesia de los
primeros días estaba en el poder que recibían del Espíritu Santo. Con ese poder tenían el valor
necesario para predicar y ser acompañados de señales (Hch.4: 33).
La predicación es un mensaje divino, “a través de una persona idónea”. Sobre este
particular quiero citar algunos dichos de Spurgeon: “Sea cual fuere el ‘llamamiento’ que
alguien pretenda haber recibido, si no ha sido llamado a la santidad, puede asegurarse que no
lo ha sido al ministerio”. “Cuan horrible es ser predicador del evangelio y no estar sin
embargo convertido”. “Mejor es eliminar los púlpitos, que ocuparlos con hombres que no
tienen un conocimiento experimental de lo que enseñan”. “Nosotros necesitamos que se tenga
por ministro de Dios a la flor y nata de las huestes cristianas, a hombres tales que si la nación
necesitara reyes, no pudieran hacer cosas mejor que elevarlos al trono.
Nuestros hombres de espíritu más débil, más tímidos, más carnales, no son candidatos a
propósito para el púlpito”. El púlpito debe ser usado por hombres y mujeres nacidos de
nuevo, que hayan recibido el llamamiento para servir en el ministerio de la predicación. La
iglesia cristiana a lo largo de los siglos ha sido deshonrada por hombres y mujeres que no han
sido dignos de llevar el reconocimiento de ser llamados “hermanos”.
El ministerio pastoral no es una profesión en el sentido usual del término. Es una vocación
divina. No es el hombre o la mujer que optan por ser predicadores, sino Dios es el que los
llama a la tarea de la predicación. Muchas denominaciones han fracasado porque al buscar los
requisitos para el ministerio consideran más la disciplina académica graduada antes que el
verdadero llamamiento de Dios. Por eso hay denominaciones que están llenas de doctores en
esto y aquello, pero carecen de ministros de corazón, que estén dispuestos a darlo todo por la
obra del Señor. Ministran más bien por un contrato que por el llamado del Señor.
El predicador ha sido llamado “a fin de suplir las necesidades espirituales de un
auditorio”. El predicador tiene que tener en mente que el pueblo al cual se le envía a
ministrar está en necesidades espirituales. Se me hace difícil distinguir o separar una
predicación presbiteriana de una bautista. Una predicación metodista de una pentecostal. Una
predicación luterana de una anglicana. Una predicación de los discípulos de Cristo de una
reformada.
El predicador no predica su denominación o filiación religiosa sino a Cristo. Nuestra tarea no
es la de hacer prosélitos en otras denominaciones evangélicas sino alcanzar a los pecadores
con el evangelio de salvación y edificar con el mensaje a nuestros hermanos en la fe. La
experiencia cristiana es de más importancia que los apellidos denominacionales. Pablo
dijo: Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste
crucificado. 1Cor.2:2
Cuántos predicadores malgastan el tiempo de la predicación tratando de explicar a sus
oyentes que lo que están leyendo no es lo correcto conforme al original griego. El empleo del
griego en el texto bíblico es importante en la exégesis correcta. Conocer un poco del idioma
hebreo antiguo donde podemos encontrar más rico el texto junto con el contexto del capítulo
antes y después del versículo usado para la predicación. Tener libros de comentarios e
introducciones de los libros bíblicos de autores serios y responsables con sus obras.
Por eso el predicador debe cuidarse de no hacerle daño al texto bíblico. La mayoría de nuestra
gente no habla bien el español. ¿Por qué confundirlos más con un idioma que sería más
provechoso para un estudiante de teología? Otros se preparan para llegar a cierto grupo
particular de la audiencia. Su meta es impresionar y saber la buena opinión de ese grupo a
expensas de los demás. ¡Eso no es predicar¡ El predicador tiene que comunicar el mensaje
divino a toda la audiencia.
En todo ejercicio homilético el predicador debe tener en su corazón al pueblo que le
ministrará. Algunas preguntas que debe hacerse ante Dios son: ¿Por qué les quiero hablar de
este tema? ¿Para qué les voy a hablar? ¿Será eso lo que Dios desea para ese pueblo? ¿Cuáles
son las necesidades espirituales de esos oyentes? ¿Hablará Dios a través de mí a su pueblo y
al que no lo es? Una cosa importante, el texto usado a predicar tiene que hablarle primero al
predicador, que lo toque, que pueda sensibilizarlo en su corazón y a su mente.
lll. Su Lugar bíblico
Aunque ya había mencionado algo sobre la Biblia y el predicador en la predicación, ahora
daré unos cuantos martillazos en el clavo de esa gran verdad: La Biblia es la fuente de las
predicaciones cristianas. En la Biblia se descubre el lugar que en el andamiaje de la redención
tiene la predicación.
1. En Romanos 10:13-15 leemos: Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será
salvo. ¿Cómo, pues, invocará a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de
quien no han oído? ¿Y cómo predicarán si no fueran enviados? ¿Y cómo oirán sin saber
quién les predique? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la
paz, de los que anuncias buenas nuevas! Dios puede salvar al pecador a través del medio que
a Él le plazca escoger.
Pero la predicación en esta economía divina es el método por el cual la Palabra de Dios (la
revelada en la Biblia o la que viene por la revelación al espíritu), al igual que la Palabra viva
(Jesucristo), se predica a los seres humanos. Pablo introduce cuatro interrogantes a manera de
ironía. La primera enseña que para invocar al Señor hay que creer en Él. La segunda señala
que para creer en el Señor alguien lo tiene que anunciar. La cuarta explícita: sólo los que son
enviados pueden predicar el evangelio.
En resumidas cuentas, el pasaje enseña el lugar que la predicación tiene como medio de dar a
conocer el evangelio, mediante la exposición de la Biblia. En la Biblia está el evangelio y el
evangelio es de Jesucristo. Todos los creyentes hemos sido llamados a testificar de Jesucristo
y a proclamar el reino de Dios aquí en la tierra. En los evangelios esto se conoce como la
gran comisión (Mt.28: 16-20; Mr.16:14-18; Lc.24: 36-49; Jn.20: 19-23). Sin embargo Dios
ha escogido de en medio de la Iglesia a un grupo de hombres y mujeres con la tarea
específica de ser portavoces y anunciadores del evangelio.
2. En 1 Corintios 1:21 leemos: Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a
Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la
predicación. Para los griegos la predicación del evangelio era una locura. La escuchaban con
sospechas. Ellos no podían concebir en sus ideas a un Dios que pudiera experimentar
emociones y que pudiera asumir forma humana. Así era el Dios que predicaban los cristianos
en la persona de Jesucristo. Hoy en día el mundo continúa considerando la predicación como
una locura. Se piensa de los predicadores como individuos con perturbaciones mentales. Los
cuales viven en un mundo de irrealidades y fantasías religiosas.
Pero a Dios le ha placido escoger la predicación para llevarle la gran noticia al mundo de que
en Jesucristo hay salvación y esperanza, no sólo para esta vida sino para la por venir. Por
medio de la predicación Él ha extendido su brazo salvador para rescatar al ser humano de su
miseria espiritual. Aunque muchas de las cosas de Dios parezcan locuras, no por eso se deben
rechazar. De Jesús dijeron sus contemporáneos: “Está fuera de sí (Mr.3:21). El Testamento
Nueva Vida dice: “Está loco”.
Un conocido evangelista internacional llamado Raymundo Jiménez dijo: “Sólo Dios llama a
un loco como yo” La predicación es para muchos una locura. Pero en medio de esa locura la
teocentralidad y la bibliocentralidad se transforman en milagros irrefutables que convencen al
mundo de que Dios es real y lo que se predica es verdad.
Dios usa y usará la predicación en su propósito divino para llegar a los corazones humanos.
Además en la predicación los creyentes son nutridos por medio de la exposición bíblica en la
fe cristiana. La Biblia no presenta substitutos para la predicación. Los programas que se
desarrollan en las congregaciones son para complementar la predicación. Ninguna actividad
eclesiástica debe tomar el lugar céntrico de la predicación. Las congregaciones tienen que
dejar de ser “clubes eclesiásticos” y dar la primacía a la predicación.
Son muchas las denominaciones en la actualidad que están convertidas en “cementerios
eclesiásticos”. Lo único visible en ellas es su lápida histórica. Sencillamente se han olvidado
de la predicación bibliocéntrica de sus fundadores. La Biblia, para sus pastores, ha dejado de
ser la Palabra de Dios. La predicación tiene que retornar a nuestros púlpitos y nuestros
ministros y ministras tienen que volver a ser predicadores.
BOSQUEJO
Introducción:¿Qué es la predicación? ¿Cuál es su significado? ¿Qué lugar debe obtener en el
programa bíblico? La misma dentro del propósito salvífico forma parte de un plan, que en
Jesucristo fue desarrollado para que Dios entrara en una cita histórica con el ser humano.
La Predicación:
l. La predicación es divina-humana. Esta viene de Dios a través de los hombres y mujeres
para los hombres y mujeres.
2. Jesucristo es divino-humano. En Él se une el Theos (Dios) con el anthropos (hombre).
3. La Biblia es divina-humana.
4. La predicación es divina-humana porque Dios habla místicamente por medio de ésta.
ll. Su Significado:
1. “De igual manera, la predicación recibe su autoridad de parte de Dios. Esa autoridad se
desprende del hecho de que es un mensaje que está arraigado en lo que Dios ha dicho. Aún
más, es un hecho que la autoridad inherente de la predicación es el resultado de la presencia
misma de Dios en el acto de la predicación. La predicación es autoritativa porque el que
predica no es un predicador, sino Dios a través del predicador, de modo que la palabra
predicada viene a ser verdaderamente palabra de Dios” (“Comunicación por medio de la
predicación”. Editorial Caribe. P.23).
A. La autoridad de la predicación “es de parte de Dios”.
B. “Esa autoridad se desprende del hecho de que es un mensaje que está arraigado en lo que
Dios ha dicho”.
C. El predicador es un medio, “el que predica no es el predicador, sino Dios a través del
predicador”.
D. El propósito es que la palabra predicada y la palabra de Dios sean lo mismo. Costas
afirma: “de modo que la palabra predicada viene a ser verdaderamente palabra de Dios”.
2. La predicación “Es la comunicación, en forma de discurso oral, del mensaje divino
depositado en la Sagrada Escritura, con el poder del Espíritu Santo y a través de una persona
idónea, a fin de suplir las necesidades de un auditorio”:
A. La predicación es la “comunicación, en forma de discurso oral”. Más que todo la tarea de
predicar es tarea de hablar y no tarea de escribir. La comunicación es tanto natural como
mecánica.
B. La predicación es la comunicación oral “del mensaje divino depositado en la Sagrada
Escritura”. La Biblia no sólo le da contenido a la predicación sino que le da autoridad. Un
sermón para ser bíblico no tiene que estar necesariamente basado en la interpretación de un
pasaje bíblico particular, sino en la revelación bíblica. Muchos sermones no pasan de ser una
“ensalada textual” o un “sancocho homilético”.
C. Otro elemento de la definición que se está analizando es: “con el poder del Espíritu
Santo”. El poder del Espíritu Santo lo adquirirá el predicador en su recinto privado o en la
práctica diaria de una vida devocional. Cuando los predicadores dejan que el fuego del
Espíritu Santo los queme por dentro habrá humo por fuera.
D. La predicación, es como un mensaje divino, “a través de una persona idónea”. El púlpito
debe ser usado por hombres y mujeres nacidos de nuevo.
E. El predicador ha sido llamado “a fin de suplir las necesidades espirituales de un auditorio”.
El predicador tiene que tener en mente al pueblo al cual se le envía a ministrar y pensar en sus
necesidades espirituales. El evangelio es pregunta y respuesta (Ex.3:11-12; Is.6: 8; Hch.9: 4-
5: Hch.16: 30-31). Por lo tanto es importante contestarnos preguntas a qué y respuesta a qué.
En todo ejercicio homilético el predicador debe hacerse algunas preguntas ante Dios: ¿Por
qué les quiero hablar de ese tema? ¿Para qué les voy a hablar? ¿Será eso lo que Dios desea
para ese pueblo? ¿Cuáles son las necesidades espirituales de esos oyentes? ¿Hablará Dios a
través de mí a su pueblo y al que no es su pueblo?
III. Su lugar bíblico:
1. Léase Romanos 10:13-15:
A. Dios puede salvar al pecador a través del medio que a Él le plazca escoger. Pero la
predicación en esta economía es el método por el cual la palabra de Dios (la revelada en la
Biblia o la que viene por la revelación al espíritu), al igual que la Palabra viva (Jesucristo), se
predica a los seres humanos.
B. En la Biblia está el evangelio y el evangelio es Jesucristo.
2. Léase 1 Corintios 1:21.
Notas bibliográficas
1. Orlando Costas, Comunicación por medio de la predicación. Editorial Caribe, p. 23.
2. William Barclay, El Nuevo Testamento (Mateo I, vol. 1). Editorial La Aurora, p.23.
3. C. H. Spurgeon, Un ministerio ideal (2, El Pastor – Su mensaje). Editorial El Estandarte De
La Verdad, p. 33.
4. José M. Martínez, Ministros de Jesucristo (Tomo XI – vol. 1).
5. C. H. Spurgeon, Discursos a mis estudiantes. Casa Bautista De Publicaciones, p. 9.