El Liderazgo en Los Equipos de Trabajo
El Liderazgo en Los Equipos de Trabajo
El Liderazgo en Los Equipos de Trabajo
¿Qué es un equipo?
En las organizaciones actuales, muchos equipos tienen el poder necesario para tomar
decisiones que antes tomaban personas individuales. Cada equipo presenta un desafío
único para el líder, por lo que no es bueno aferrarse a recetas demasiado rígidas.
La clave del éxito es la adaptación mutua: el equipo adaptándose a la impronta que el líder
quiere transmitir, y el líder conociendo y aprovechando al máximo las capacidades y
talentos de los miembros del equipo. A los efectos de ser ordenados, lo primero que
debemos hacer es definir el ámbito que vamos a analizar. Esto equivale a responder la
pregunta: “¿Qué es un equipo?”.
Benfica, uno de los clubes de fútbol más populares de Portugal, tiene un lema traducido del
latín que significa: “Una unidad formada a partir de muchas individualidades”. A partir de
este concepto base, se podría pensar que el único secreto del éxito de un equipo consiste
en reunir muy buenas individualidades. Sin embargo, tenemos muchísimos ejemplos en los
cuales la suma de excelentes individualidades no garantiza un buen rendimiento colectivo.
En 1981, la Argentina llegó a su primera final de Copa Davis. Le tocó enfrentar a los Estados
Unidos en la ciudad Cincinnati. En ese momento, Guillermo Vilas y José Luis Clerc estaban
ubicados entre los mejores tenistas del mundo. La serie fue muy pareja y el punto del dobles
resultó ser la clave de la final. Frente a Vilas y Clerc estaban John McEnroe (también
rankeado entre los mejores) y Peter Fleming, un doblista discreto, cuyo nivel no podía
equipararse al de los otros tres jugadores. Fleming era el compañero histórico de dobles de
McEnroe desde la época de la universidad. A pesar de la ventaja teórica que surgía del nivel
de los jugadores, la Argentina perdió el partido y la serie final. No puede dejar de
mencionarse que Vilas y Clerc estaban peleados al punto de no dirigirse la palabra, y así
jugaron el partido de dobles, sin comunicarse, cada uno de su lado de la cancha.
Es casi imposible, por muy buenas que sean las individualidades, que se pueda encarar una
tarea grupal sin comunicación y, sobre todo, sin sentirse parte de un todo que tiene
objetivos superadores. Está claro, entonces, que juntar personas, aunque sean muy
talentosas, no garantiza nada. Hacen falta otros elementos.
En este sentido, podemos llamar “grupo” a un conjunto de personas ligados entre sí por
una constante de tiempo y espacio que se proponen en forma explícita o implícita una tarea
Para realizar la difícil transición de grupo a equipo hace falta un marco de funcionamiento
organizado y el establecimiento de estándares de rendimiento. Podemos, a esta altura,
definir “equipo” como un conjunto de personas con habilidades complementarias que se
hallan comprometidas con un propósito común y objetivos de desempeño para los cuales
se hallan mutuamente disponibles. Los equipos tienen propósitos y objetivos comunes,
pero están formados por personas que tienen intereses individuales. Dichos intereses no
siempre son coincidentes entre sí o compatibles con los objetivos grupales. Por lo tanto, si
no se produce la subordinación de los objetivos individuales al objetivo general, es muy
difícil que el equipo logre un buen desempeño.
• El de las emociones. Estas fluyen entre los miembros del equipo y en su relación con
el líder.
• Relacionales: tienen que ver con los juicios y las caracterizaciones mutuas, con la
historia compartida, con la calidad de las relaciones interpersonales y con las
emociones que circulan entre ellos.
La situación ideal es aquella en la cual el equipo logra una producción colectiva a la altura
de las expectativas, al mismo tiempo que se crean las condiciones para que cada individuo
dentro del equipo pueda desarrollarse y crecer.
El primero de los elementos se puede solucionar con capacitación, pero si falta espíritu de
sacrificio o no hay compromiso emocional, la respuesta seguramente estará en el estado
motivacional del individuo.
Phil Jackson es el entrenador de la NBA más exitoso de todos los tiempos. Es una persona
de gran formación y con un talento especial para liderar superestrellas y personajes difíciles.
Dice al respecto: “Hay personas que tienen mejor condición física, técnica o psíquica para
el básquet. Quien sea capaz de ser diez en las tres dimensiones será otro Michael Jordan.
Prefiero que la condición número uno sea la mental; la dos, la atlética; y la tres, la técnica:
esa es mi escala de valores. Y, sin duda, lo peor es que la condición mental sea la última”.
Extrapolando este concepto al ámbito laboral, Jackson plantea que los fenómenos aparecen
solo de vez en cuando. No surge un Michael Jordan todos los días. Entonces, según su escala
de valores, primero está la actitud y el compromiso emocional, luego la actitud atlética, que
podríamos equiparar a la capacidad de esfuerzo, y finalmente la técnica, que es lo que se
modifica más fácil.
4. De alto desempeño: es la última etapa del proceso evolutivo (aunque puede no ser
alcanzada por todos los equipos). El equipo ya ha conseguido un alto nivel de lealtad
y de rendimiento. Esta fase se caracteriza por un fuerte compromiso con la
organización y con el equipo, actitud colaborativa para la resolución de problemas,
capacidad para prevenir obstáculos e innovar, y proactividad, orgullo y satisfacción
por el progreso del equipo. Es probable que también aparezcan reclamos de
derechos por parte de los miembros: a ser consultados, a contratar nuevos
El Dr. Meredith Belbin desarrolló una tipología de roles, que vamos a analizar a
continuación:
• Creativo: lo ideal es que este rol sea ocupado por una persona con estilo frontal
derecho. Este rol es fundamental en la etapa de generación de ideas. Suele tratarse
de personas innovadoras, poco ortodoxas y capaces de resolver problemas difíciles.
Sus principales debilidades pasan por ignorar los detalles de implementación y
ciertas dificultades para comunicarse con los demás, ya que, en muchas ocasiones,
suelen estar absortos en sus propios pensamientos.
• Impulsor: es frontal izquierdo. Sus principales fortalezas son el coraje para asumir
riesgos, la capacidad de trabajar bajo presión, su dinamismo e iniciativa. Además,
suelen desafiar permanentemente a sus compañeros. Como debilidades,
encontramos la tendencia a provocar en exceso y el impacto negativo que puede
generar ejercer una presión muy grande sobre los demás.
• Evaluador: son personas con estilo basal izquierdo. Son serios, perspicaces, precisos
y suelen analizar todas las alternativas antes de dar una opinión. Es probable que no
sean buenos motivadores y habitualmente no tienen grandes competencias
comunicacionales.
En cada una de las etapas de desarrollo de un equipo, hay algunos de los roles descritos que
son más importantes que otros. Por ejemplo, en la etapa de formación es fundamental el
aporte de ideas del creativo y la búsqueda permanente del investigador de recursos. En la
etapa de convulsión, el cohesionador será una pieza clave para superar los conflictos
internos. También comienzan a ser necesarias la capacidad de conducción del coordinador
y la fuerza que transmite el impulsor. En la etapa de normalización de los equipos, aparece
nuevamente el creativo por su capacidad para solucionar problemas, sigue siendo
importante el coordinador y es la etapa en la cual los especialistas desarrollan su tarea. Aquí
se pone de manifiesto la necesidad de control que aporta el evaluador y la capacidad de
hacer del implementador. Por último, para que un equipo alcance la etapa de alto
desempeño, la diferencia la hace la calidad de las interacciones personales. Por eso, vuelve
• Ausencia de confianza.
• Miedo al conflicto.
• Falta de compromiso.
Cuando falta confianza, se hacen inferencias acerca de los demás sin chequearlas, no se
reconocen las competencias de los compañeros, se pierde mucho tiempo y energía
administrando los comportamientos y se buscan razones para evitar las reuniones y
mantenerse aislado. Cuando se logra un clima de confianza, se admiten debilidades y
errores, se pide ayuda sin dudar, se aceptan los cuestionamientos, se otorga el beneficio de
la duda antes de llegar a conclusiones negativas, se da feedback a los demás, a quienes se
valora, y se ofrecen y aceptan las disculpas.
Cuando la armonía es artificial se genera mucha tensión y se dicen más cosas por detrás
que en la cara. Las reuniones suelen ser aburridas, se crea un ambiente que fomenta los
chismes y los ataques personales, se ignoran cuestiones que son clave para el éxito del
equipo porque son conflictivas, y se pierde mucho tiempo y energía en conflictos personales
y luchas internas. En contraposición, cuando hay conflictos productivos, se conocen y
exploran las opiniones de todos, se resuelven los problemas rápidamente y los problemas
importantes se ponen sobre la mesa para ser discutidos.
El líder no debe tener miedo cuando se produce una discusión aunque sienta que pierde el
control. Debe dejar que las cosas se resuelvan naturalmente e intervenir solo cuando la
discusión se convierte en un ataque personal.
La inexistencia de los pedidos de rendición de cuentas mutuos suele bajar los estándares
de desempeño. La rendición mutua de cuentas es una práctica muy sana. Se refiere a la
voluntad de los miembros del equipo de exigirle a los demás que cumplan los compromisos
asumidos y que eviten los comportamientos que pueden dañar al equipo. Para ello, hay que
estar dispuesto a tolerar la incomodidad personal que implica y a superar el miedo a dañar
la relación personal. El hecho de exigir a los demás debe entenderse como el hecho de que
uno tiene grandes expectativas respecto del trabajo de sus compañeros. Si no hay presión
mutua, los estándares de rendimiento serán pobres.
Cuando no se ejerce esta práctica, todo el control recae en los hombros del líder, se crea
resentimiento entre los miembros del equipo que tienen distintos estándares de
rendimiento y se alienta la mediocridad. Cuando el equipo se acostumbra a esta práctica,
se identifican conflictos potenciales muy rápidamente, se establece un clima de respeto
entre los miembros del equipo y se aseguran las acciones correctivas
La desatención por los resultados colectivos es fruto del ego de cada uno de los miembros.
Esta disfunción se produce cuando la energía se aplica a los objetivos individuales. Algunas
personas se conforman con pertenecer a algún equipo determinado por una cuestión de
estatus, pero no están dispuestos a esforzarse demasiado para conseguir los objetivos.
En occidente, existe una tendencia cultural a privilegiar la carrera individual sobre los
intereses del equipo. Hay equipos que no se enfocan en los resultados. Solo buscan
sobrevivir. Si no existe el deseo de obtener resultados, lo demás deja de tener sentido
Cuando el foco se pone en los intereses colectivos, se retiene a los mejores empleados, se
minimizan los comportamientos individualistas, se disfruta colectivamente de los éxitos, se
sufren los fracasos sin necesidad de pasar facturas y el logro de los objetivos del equipo
termina siendo muy positivo para las carreras individuales de sus miembros. El aporte del
líder, en este caso, consiste en poner énfasis en los resultados colectivos. Debe mantener
la objetividad y reforzar solo aquellos comportamientos que impliquen contribuciones
reales al logro de los objetivos del equipo.
Los equipos exitosos son los que mejor administran su tiempo. Gestionar las reuniones de
manera productiva no solo permite ganar tiempo, sino también se convierte en un factor
dinamizador y motivador. Es fundamental fijar reglas claras de funcionamiento. La
construcción conjunta de un código interno del equipo suele ser una práctica que da muy
buenos resultados. Algunas de esas normas internas (no deberían ser demasiadas) pueden
estar vinculadas a los requisitos de presencia, apertura de información a los demás,
confidencialidad acerca de lo que se discute en el ámbito del equipo, claridad respecto de
las contribuciones individuales y vocación para discutir en forma abierta y respetuosa, entre
otras.
Otra práctica que hemos observado en los equipos exitosos consiste en respetar el
alineamiento entre los estilos personales de los miembros y la tarea que desarrollan. La
idea es aprovechar al máximo el talento de cada integrante y evitarle, en la medida de lo
posible, que tenga que realizar tareas que no coinciden con sus preferencias. Es muy
importante mantener al equipo enfocado y ayudarlo a desarrollarse, desafiándolo
permanentemente con información pertinente que ayude a resolver problemas técnicos o
que simplemente sea objeto de discusión.
La evaluación de desempeño debe ser individual, pero el foco tiene que estar puesto en los
aportes que la persona hizo para el equipo. El hecho de establecer recompensas grupales
fortalece el concepto de equipo.