Unidad 1 / Escenario 2
Lectura fundamental
Dimensiones éticas y políticas en
algunas tradiciones del pensamiento
filosófico
Contenido
1 Introducción
2 El vínculo entre ética y política en la antigüedad clásica
3 La teoría política en el estado moderno
4 La política y las formas de ser en común en la filosofía política contemporánea
Palabras clave: ética, política, acción, Estado, derecho.
1. Introducción
En la Unidad anterior definimos dos asuntos centrales del pensamiento filosófico: de qué manera
conocemos y cuáles son los elementos constitutivos del ser. En el marco de estas dos preguntas
profundizamos en dos dimensiones de la filosofía, la epistemología y la ontología. Ahora bien, en esta
segunda Unidad nos detendremos en las dimensiones éticas y políticas del pensamiento filosófico, en
las cuales se configura la relación del hombre consigo mismo y con los otros. A modo de introducción,
podemos decir que la ética, palabra que se deriva del griego êthos , significa carácter o
perteneciente al carácter. La ética es el campo de estudio que indaga por la manera en que vivimos y
actuamos en un momento histórico determinado. La política, por su parte, viene del griego politikós
, que significa de los ciudadanos o del Estado, y es el campo de estudio que se pregunta
por la relación de un individuo con otros en un espacio común.
La filosofía ha articulado una reflexión sobre las dimensiones éticas y políticas como dos elementos
fundamentales para pensar nuestras prácticas cotidianas y la construcción de relaciones para habitar
el mundo con otros. Las preguntas filosóficas por nuestras acciones, la definición de las instituciones
políticas, la manera en que pensamos nuestra relación con las leyes o establecemos reglas para vivir
en sociedad, están presentes en nuestra vida cotidiana. Precisamente en este punto es donde una
perspectiva filosófica interviene para comprender cómo hemos conceptualizado y construido estas
instituciones o nuestras formas de actuar en un horizonte común. En otras palabras, la filosofía
penetra en las dimensiones éticas y políticas para reflexionar sobre su historicidad, sus relaciones
enunciativas y los impactos que tienen en nuestra concepción de la sociedad en general. Este
ejercicio, como se dijo en la Unidad anterior, está en constante reelaboración y es un terreno de
agudas controversias.
Cuando pensamos en una reflexión ética y política, debemos reconocer su carácter de pluralidad. La
historia del pensamiento filosófico ha mostrado la existencia de distintas teorías sobre la organización
de la sociedad y las diferentes respuestas que se han ofrecido a las preguntas por cómo vivir en un
momento específico, y cómo vivir y relacionarnos con otros en un horizonte de vida compartido.
Teniendo en cuenta este carácter plural para pensar el vínculo entre ética y política, en esta Unidad
explicaremos tres perspectivas filosóficas que han propuesto una relación entre ética y política.
Primero, en la teoría política clásica de la antigüedad clásica, ética y política están estrechamente
ligadas, pues la política es algo inherente al hombre, a sus maneras de vivir y a sus prácticas y a la
vida en comunidad en la ciudad estado (polis). Segundo, en la teoría política moderna, a partir de los
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planteamientos de filósofos como Hobbes y Rousseau, en los que esta relación entre ética y política
se enmarca en la instancia legítima de un poder soberano en el cual se crea un pacto de cada uno
con respecto al pueblo como un todo. Tercero, en las teorías políticas más contemporáneas que
problematizan la comprensión del estado moderno para pensar lo político no solamente en el ejercicio
del Estado, sino en sus fronteras y formas de construcción de lo común más allá del marco de las
instituciones políticas formales. Acá el lugar de los movimientos sociales, las formas de organización
en defensa del territorio, las redes y modos de construir alternativas democráticas tienen un lugar
central. Veamos entonces cada una de estas teorías inspiradas en la filosofía política.
2. El vínculo entre ética y política en la antigüedad clásica
Desde la perspectiva de la filosofía política clásica, la política es algo inherente al hombre y a la vida
en comunidad, y se despliega en la ciudad estado (polis). En este contexto del pensamiento político
occidental, Aristóteles se destaca como el fundador de la ciencia y el análisis político, principalmente
a través de su obra Política. Desde las primeras líneas de esta obra, Aristóteles da algunas luces de lo
que se entiende por polis, y señala que este término significa comunidad política (koinonía politiké),
esto es, una comunidad que tiene como fin la acción política. No obstante, para que la política se
constituya como comunidad que busca el bien supremo, los ciudadanos deben ejercer en la práctica
sus acciones de forma virtuosa. Es decir, que los individuos se hacen virtuosos mediante el ejercicio
práctico de sus hábitos y acciones cotidianas, y estas acciones se constituyen en el fundamento de la
vida política.
Es precisamente en la Ética a Nicómaco donde Aristóteles plantea el vínculo entre ética y política, y
plantea la búsqueda del fin último o el bien realizable por las acciones del hombre. Para Aristóteles,
la ética es fundamentalmente un hábito, un modo de actuar, una práctica que está moldeada por
diversos factores que darán a sus inclinaciones y deseos un orden distinto que procura el justo
medio. Los hombres se hacen virtuosos por naturaleza, por hábito o por educación, pero es la razón
la que permite una preparación adecuada del alma para ordenar sus pasiones o deseos desordenados
(Aristóteles, 1942, p. 290). Son los hombres virtuosos los que pueden ejercer la justicia en el marco
de la polis griega, y la justicia es la que permite pensar este vínculo entre ética y política, como lo
veremos enseguida.
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En el libro V de la Ética a Nicómaco, dedicado al estudio de la justicia (dikaiosyne), Aristóteles señala
que esta no es una parte de la virtud, sino la virtud en su totalidad. La justicia es aquella virtud por
la cual se dice que el justo es capaz de realizar lo justo por elección, e igualmente, que es apto para
distribuir lo justo para sí mismo en comparación con otros. La justicia es aquella virtud máxima o
completa que nos inclina a pensar en las acciones de los hombres, en sus prácticas y hábitos, pero a
la vez es mediante el ejercicio de la justicia que se produce y preserva la felicidad en el marco de la
comunidad política. Es mediante la justicia que se expresa el vínculo entre la pregunta por cómo vivir y
la pregunta acerca de cómo vivir en comunidad.
Teniendo en cuenta lo anterior, el orden que debe reinar en la polis es un orden de justicia política que
se da únicamente en las relaciones de los hombres que conviven en la comunidad política. La justicia
es la encargada de perfeccionar la naturaleza sociopolítica del hombre y representa la virtud más alta
entre las virtudes éticas, pues es mediante la justicia que el individuo problematiza la relación entre
su forma de vivir éticamente y la manera como esa forma de vivir tiene que ver con los otros, con
quienes comparte un horizonte común. Practicar la justicia es practicar la virtud perfecta, porque esta
tiene como fundamento centrar la atención no en sí mismo, sino en el otro. La justicia tiene como
misión ejercer una ética siempre productiva en la relación con los demás, lo que pone en evidencia el
vínculo indisociable entre ética y política. Un buen gobernante en la polis griega era aquel que ejercía
la justicia para todos los ciudadanos.
En suma, la teoría política en la antigüedad plantea que la conformación de la polis como comunidad
política depende del ejercicio de la justicia, tanto de aquella justicia que es dada por las costumbres
de los hombres como por aquella que es dada por las leyes que producen los gobernantes. No
obstante, para Aristóteles es claro que la justicia solo puede existir en el espacio político de la polis y se
puede decir incluso que la política es condición necesaria para la justicia, la amistad, la concordia y la
felicidad. Es en el espacio político público donde se ejerce la virtud cívica y la ética de los individuos.
¿Sabía qué...?
El ágora era el centro de la vida social, política y comercial en la antigua
Grecia, en donde se congregaban los ciudadanos de la polis para discutir
y debatir los principales temas de la ciudad. Es en el ágora donde se
fundamenta la justicia entendida como la virtud suprema.
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3. La teoría política en el estado moderno
Los fenómenos asociados con la temprana modernidad fueron definiendo un cambio en las
reflexiones filosóficas sobre la política. En 1513, Nicolás Maquiavelo publicó el libro El Príncipe,
con el que se inaugura un conjunto de reflexiones nuevas sobre el hombre y la vida pública. Desde
la perspectiva del pensador italiano, el hombre aparece como sujeto de la historia con capacidad
de acción que se despliega en el marco de lo público. Además de esta distinción entre la acción
del hombre y lo público, Maquiavelo formuló una seminal conceptualización sobre el Estado. De
manera más precisa, ofreció una reflexión sobre su organización, sobre las formas de racionalizar sus
prácticas y sobre la formación de un personal especializado que asuma la administración del Estado.
La importancia de esta exploración radica en que nuevos sujetos y categorías son recuperadas para
pensar estas formas más o menos inéditas de la organización política.
Los siglos XVI y XVII fueron escenarios importantes en los que la filosofía política encontró un nuevo
terreno para elaborar nuevos conceptos y categorías. En estos siglos aparecieron nuevas formas de
pensar las relaciones con los otros y los mecanismos mediante los cuales se constituye el Estado. El
contractualismo, que es una tradición filosófica que reflexiona sobre las teorías del contrato social,
agrupó de manera notable algunas de estas reflexiones alrededor de las siguientes preguntas: ¿cómo
establecer una asociación política que no perpetúe las relaciones de guerra e independencia entre
unos y otros?, ¿cómo configurar un estado civil que preserve la vida de los individuos y su libertad?,
¿cómo pensar una nueva ciencia política que contribuya a dar el paso de la guerra a la paz? A la vista
de estas preguntas podemos decir que el punto de partida para pensar el estado moderno es el estado
de naturaleza. Mientras para Hobbes este estado de naturaleza significa que los individuos están en
una constante guerra de todos contra todos, en Rousseau todos tenemos una piedad natural que se
ve afectada por unas relaciones de dependencia y desigualdad entre unos y otros.
En el marco de estas relaciones sociales que reproduce formas de violencia, guerra y desigualdad,
tanto Hobbes como Rousseau se proponen pensar una nueva teoría política que permita pasar
de este estado de naturaleza a la constitución de un Estado soberano que garantice la libertad
de los individuos en ausencia de relaciones de dependencia entre unos y otros. Para salir de este
estado de naturaleza es entonces necesario establecer un pacto voluntario a través del cual los
sujetos transfieren su libertad natural para instituir un poder común. Los individuos, mediante un
acto voluntario, transfieren al poder soberano el uso de su libertad frente a los otros, y renuncian
a su derecho natural mediante el cual hacen uso de su libertad y voluntad con el fin de preservar y
proteger su vida. Mediante esta renuncia de su derecho natural los sujetos éticos reciben a cambio la
protección de su vida y adquieren un compromiso con el bien común.
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Es mediante este compromiso de los individuos y mediante la constitución de un pacto en el que
ceden su libertad natural, que los hombres conforman el Estado como una instancia legítima de
un poder soberano que garantiza a los individuos una libertad política. El estado moderno es una
asociación política legítima en el que se despliega un tipo de dependencia personal de todos con
respecto al poder soberano. El hombre en el Estado adquiere una libertad política que es legítima en
la medida en que se trata de la representación de una voluntad general.
Sobre el soporte de estas teorías contractualistas se levanta el enfoque liberal en la filosofía política.
Esta perspectiva de la filosofía política pone el acento en el individuo sobre cualquier otra entidad,
bien sea el Estado, los partidos políticos, la nación o un grupo religioso. Siguiendo esta línea analítica,
los seres humanos no son esencialmente ciudadanos, sino que son agentes libres que buscan
satisfacer sus intereses propios. Esta visión modifica algunas comprensiones sobre el Estado, como
las interpretaciones clásicas que consideraban el Estado como un hecho natural. En oposición a
esto, la filosofía política liberal postula que “la función primordial del Estado es la protección de
los ciudadanos y sus derechos naturales, no la de ejercer ninguna forma de tutoría moral sobre los
sujetos” (Hoyos, 2004, p. 27)
De esta comprensión se desprende un elemento importante para el análisis del Estado: este no puede
imponer ninguna concepción moral o forma de ver el mundo y los individuos pueden elegir de manera
autónoma sus creencias; el Estado debe, en este caso, salvaguardar esta elección. El enfoque liberal
de la filosofía política propone, entonces, una comprensión de lo político centrada en el individuo,
en el que se pone el bien individual por sobre las razones de Estado o los intereses de cualquier otro
grupo. El Estado cumple una función muy precisa de proteger las aspiraciones de los ciudadanos; de
la capacidad que tenga para defender este principio se deriva la construcción del consentimiento de
los ciudadanos y por esta vía su legitimidad.
En síntesis...
La filosofía política articula sus reflexiones tomando como punto
de partida al individuo y el lugar del Estado en la defensa de esta
individualidad. Esta perspectiva se distancia de las interpretaciones clásicas
sobre el Estado, que lo consideran como una condición natural que,
además, asume una función sobre la moral de los ciudadanos.
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4. La política y las formas de ser en común en la filosofía política
contemporánea
La filosofía política se ocupa de la vida política en cuanto dimensión de la existencia humana. Esto
significa que ubica en su reflexión los fenómenos que tienen que ver con el Estado, el derecho, los
movimientos sociales, la ley, los partidos políticos, la guerra, etc. (Hoyos, 2004). Si tomamos como
punto de partida el dictum aristotélico que señala que “todos los hombres son políticos”, podemos
considerar que el ejercicio de lo político parece ser una condición de todos los seres humanos. Sin
embargo, la manera en que el pensamiento filosófico ha pensado el ejercicio de intervención de los
sujetos en la vida pública y en particular la manera en que aparecen ciertas instituciones o marcos
normativos, varían a partir de las respuestas que se les den a las preguntas de quiénes, cómo y de qué
manera se interactúa en la vida pública.
Como hemos señalado, el trabajo filosófico consiste en capturar los conceptos centrales con los que
pensamos la política para tratar de entender el sentido y significado que adquieren estos enunciados
en contextos precisos, y los presupuestos teóricos con los que son elaborados. En este trabajo
de reelaboración y con estas categorías claves para entender lo político, es en donde la filosofía
política contemporánea piensa una serie de propuestas que desestabilizan los presupuestos que han
predominado en la filosofía política occidental. En otras palabras, la filosofía política contemporánea
cuestiona la manera en que otras tradiciones del pensamiento filosófico han pensado el sujeto, la
acción política, los escenarios donde se despliega lo común y la manera en que el lenguaje articula
estas dimensiones. Así, esta perspectiva abre nuevos horizontes de sentido para pensar la acción
política en el mundo contemporáneo.
Además, la filosofía política contemporánea insiste en la necesidad de pensar la acción política más
allá de la figura del Estado o de su control. Para estas perspectivas los nuevos sujetos que irrumpen
en el espacio público dotan de sentido sus acciones políticas y éticas más allá de las nociones
tradicionales de la representatividad. Así, este campo de reflexión que inaugura la filosofía política
contemporánea propone dos movimientos teóricos y analíticos simultáneos. Por un lado, pensar de
otra manera las relaciones entre sujetos y la construcción de las instituciones políticas; por otro lado,
los procesos de subjetivación ética y política en el que los sujetos piensan de otro modo las formas de
ser en común. Veamos rápidamente en qué consisten cada una de estas dimensiones.
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En primer lugar, cuando la filosofía política contemporánea plantea la política más allá de la estructura
del Estado, no está pensando en que el Estado como institución de la modernidad desaparezca, sino
que existen otros escenarios en donde la acción política se pone en juego. Dentro de este marco de
análisis propone, por ejemplo, pensar de forma más adecuada el Estado. Sobre este punto distintas
tradiciones del pensamiento político han planteado nuevas y sugerentes formas de pensar las
instituciones políticas en una relación conflictiva y contradictoria. Por ejemplo, algunas tradiciones
postmarxistas, que recuperan el pensamiento político de Antonio Gramsci, prefieren pensar el Estado
a partir de la relación dominación/hegemonía, en la que se mezclan mecanismos de coerción con el
liderazgo moral y cultural de una clase social específica. La hegemonía sería desde esta perspectiva el
consenso relativo que una clase social impone sobre otra alrededor de los derroteros de un proyecto
de sociedad.
Pensar la política más allá de la conformación del Estado liberal es también uno de los principales
aportes de Michel Foucault a las corrientes de la filosofía contemporánea. Para este autor, el poder
no procede de una asociación política centralizada en la forma de un poder soberano, sino que se
constituye en un conjunto de relaciones de poder que se despliegan en las prácticas cotidianas. El
poder, desde esta perspectiva, no lo detenta un soberano como lo vimos en la conformación del
estado moderno, sino que es mediante el ejercicio de los distintos poderes cotidianos, la red de
relaciones de poder precisas y específicas, como se constituyen los sujetos.
En segundo lugar, la filosofía política contemporánea recupera las dimensiones subjetivas de los
individuos para pensar allí procesos de transformación éticos, estéticos y políticos. Esta perspectiva
piensa la acción política como un constante proceso de subjetivación en el que se ponen en cuestión
las identidades fijas y establecidas, heredadas de la modernidad. Algunas de estas acciones ya no se
desplieguen en las instituciones del Estado, pues su forma de acción atiende a las prácticas cotidianas
en las que los sujetos conforman sus identidades y subjetividades. En este sentido, la filosofía política
contemporánea trata de pensar los nuevos sujetos y ciudadanías que aparecen en los escenarios de
definición de lo común, como los movimientos ambientalistas, feministas, LGTBI, inmigrantes, etc.
Una síntesis de estas perspectivas la ofrece el filósofo francés Jacques Rancière, quien ha definido
la subjetivación política como un espacio de “polémica, de litigio, de desacuerdo, con el propósito de
convocar y confrontar las identidades” (Galvis, 2016, p. 33).
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¿Sabía qué...?
La filosofía política contemporánea define la subjetivación como un
proceso de constante transformación de sí, mediante la cual el hombre se
resiste a la producción de una identidad determinada, fijada o establecida.
La pregunta por la ética y la política que formula la filosofía fue el objeto del análisis de esta Unidad.
Como hemos podido ver existen fuertes vínculos entre las reflexiones sobre nuestras formas de ser
con los otros (ética) y las formas de habitar lo común (política). El recorrido por tres de los enfoques
de la filosofía política (clásico, contractualistas-liberal y contemporáneo) nos permite identificar
algunos desplazamientos conceptuales sobre las nociones de Estado, ciudadanía, justicia, derecho
y acción política. Los desplazamientos teóricos también están asociados a fenómenos históricos
precisos, como la aparición de las ciudades estado en la antigüedad; la modernidad, en donde se
intenta pensar la justificación que tiene el Estado para otorgar protección, centralizar impuestos o
defender o negar la adquisición de alguna propiedad; hasta las nuevas formas de acción más allá de
las instituciones del Estado, que aparecen con algunos movimientos sociales contemporáneos. Es
importante señalar que aquí solo se han presentado algunas tradiciones que han ofrecido respuestas
provisionales sobre estos asuntos y que la filosofía política en la actualidad sigue renovando su caja de
herramientas teóricas, recuperando presupuestos de estas tradiciones descritas de manera general.
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Referencias
Aristóteles (1942). Ética a Nicómaco. Alianza Editorial.
Hoyos, L. E. (Ed.) (2004). Estudios de filosofía política. Universidad Nacional de Colombia y
Universidad Externado de Colombia.
Galvis, E. (2016). La subjetivación política más allá de la esfera pública: Michel Foucault, Jacques
Rancière y Simone Weil. Ideas Valores, 65(160), 29-48.
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INFORMACIÓN TÉCNICA
Módulo: Filosofía
Unidad 1: Introducción a algunos problemas filosóficos
Escenario 2: Ética y política
Autor: Edgar Andrés Caro Peralta
Asesor Pedagógico: Claudia Yaneth Mora
Diseñador Gráfico: Diego Calderón
Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.
Prohibida su reproducción total o parcial.
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