El Vuelo de Las Aves
El Vuelo de Las Aves
El Vuelo de Las Aves
su caballo, luego caminó ansioso y pensativo por el jardín y esperó con ansias la
Desde allí, como era costumbre llamó cariñosamente a Julia, su grito viajó con el
historia se avecinaba. Julia, quien era su inspiración desde hacía muchos años,
lo esperaba orgullosa e inquieta y salía como todas las veces a su encuentro con
consumía sin detención una de sus bebidas favoritas, ella, usando sus pantalones
largos y zapatos cerrados se paseaba cual niña juguetona por el jardín, sin decirle
una sola palabra, esperaba que este iniciara la marcha hacia aquel árbol de flores
blancas, de copa ancha y densa, de tronco grueso y sin espinas, y que llevaba allí
más de un siglo; así en silencio, aguardaba Julia la salida hacía el gran Samán.
caminó entre pasillos hasta llegar al salón, una vez allí, descolgó una pintura que
llevaba puesta en aquella pared de color pastel hacía mucho tiempo, justo
después de que su madre muriera, la cubrió con una manta blanca y caminó en
busca de Julia que estaba en el jardín. Julia a pesar de sus años y su amplia
más historias de independencia? Ella, con el tono más dulce, siempre le decía: ya
mujeres, que motivadas por una tradición oral se complacían con narraciones bien
sus historias con simpáticas anécdotas, unas veces evocando las caídas de
Canela, su mula arriera y otras tantas sus salidas con Julia al mercado, sin
de un cuadro que conservaba consigo desde que era un infante y que todas las
noches luego de que Julia caía en sueño, bajaba al salón y allí pasaba horas
contemplándolo, conocía cada trazo, cada línea, todas sus dimensiones, pero
lo seguía y allí parada desde una esquina del salón lo espiaba, y mientras él
Ella, Julia, siempre fue su musa bajo el Samán, y cuando en noches tristes la luz
oyentes encantaba mientras que a Julia así versaba ¡Oh Julia… ¡Enséñame a
quererte, para quererte más! y así pronunciaba lo que para muchos serían
historias de amor, mientras que para Julia que bien lo conocía, este era su canto
dialéctico.
Esa noche no sería Julia la musa, pero ella quien caminaba de lado a lado por el
jardín, con sus manos entrelazadas que casi parecía hacer ruegos, no lo sabía. Y
nombre.
Aquella noche no era una noche cualquiera, Francisco tomó en una mano a la
enigmática obra mientras que con la otra sujetaba lo que para él ya era una
mano lo dirigía hacía lo que ese día era su destino y donde una vez allí, lo sentaba
en sus piernas e iniciaba sus relatos, recordó con admiración como su abuela le
infundía el amor por las letras, por la vida, por los otros, por la paz, por la justicia,
palabras. Alguna vez ella le enseñó hacer panes y le contó que para hacer panes
y juntos a galope le contaba una y otra vez las historias que él ahora cuenta. Pocos
le marco su infancia y toda su vida; y cada vez que en sus historias lo enunciaba
Mientras Francisco caminaba hacia aquel árbol hundido en sus recuerdos que
siempre eran su presente, Julia con su mirada inquieta y con su sonrisa triunfante
hacia la vida, contaba los pasos como todas las noches y pronto supo que habían
sentó a Julía a su lado en un pequeño taburete que ella misma había hecho con
luego y por primera vez en toda su vida tomo la pintura y la puso al descubierto
miraban entre sí y murmuraban a baja voz frases que Francisco nunca escuchó.
había en aquella pintura que a todos asombró? ¿Acaso ellos descifraron lo que a
y sin afán se sintió tranquilo y pensó que esa noche acabaría su angustia, así que
no se afanó y decidió narrar una historia ya vivida. Esta vez se trataba de una
quemar su luz, las estrellas cayeron sobre ellos, la luna llena dio su mejor
Inició su relato diciendo: Ella tenía tan sólo trece años, cuando su padre le dijo
que a sus quince se casaría con el hijo de Don Vicente, un joven de clase alta de
dieciocho años que la había visto un par de veces en la Iglesia, ella que había
y que mejor sería ir a la escuela, pero él con un tono de voz frío e indiferente le
obedecerás; estas palabras retumbaron en sus oídos una y otra vez durante los
apropiado para cautivar a su público, Miranda, una niña de unos diez años se
su obra, así que detuvo su narrativa, fijo su mirada en ella a la espera de que se
pronunciara, pero aquella niña sin dejar de ver el cuadro sólo preguntó: ¿y por qué
ella tenía que casarse?... Francisco que en ese momento se sentía ansioso, volvió
sus ojos al público, se levantó y continuó diciendo con voz apasionada y
persistente que hasta las ramas del Samán se contoneaban emocionadas como
que más le gustaba era ser mujer. Pero su padre que estaba entrado en años y
ordenado que se casaría a sus quince años para mantener el status que la familia
guardaba, a la vez que debía continuar con una tradición moral, social y religiosa
que por la época se figuraba. La adolescente que era extrovertida y nada sumisa
En pie, frente de la pintura y con la mirada puesta en ella, estaba Miranda, quien
casaría el día que así lo quisiera, no era su prioridad ni mucho menos su mayor
sueño, pero al escuchar la historia, supo al instante que ella sería la gobernante
taburete de madera bajo el Samán la observaba Julia, quien desde que Miranda
cada expresión, cada movimiento, cada gesto, y casi pudo adivinar lo que Miranda
Ahora ya no era Miranda la que contemplaba el lienzo; era Julia la que perdida en
sonreía, se enorgullecía y con una expresión triunfante viajaba por la línea del
tiempo, fácilmente recordó cuando aprendió a subir los árboles, cuando sus
amigas se enojaban con ella porque no compartía sus opiniones sobre el rol de la
tejado para ver las estrellas y la luna e imaginaba el mundo que la esperaba;
recordó también sus libros de infancia, los que había encontrado deshojados y
con los que aprendió a leer y escribir. Se detuvo en su adolescencia y estando allí
carruaje como era la costumbre, estando allí recordó una vez más las palabras
que hacía dos años su padre le había dicho y antes de entrar al templo dio media
la iglesia.
Estaba en este pensamiento cuando Francisco notó que Julia al igual que Miranda
escrito, fue que su público no era el de siempre, esta vez había hombres y
mujeres, niños y niñas, adolescentes, novios, parejas, solteros, viudos, esa noche
su público era nuevo y eso lo emocionó. Caminó pausadamente rodeándolos sin
decir una sola palabra y poco a poco fue percibiendo como de las mejillas de
Luego se detuvo justo al final y debajo de una de las ramas del Samán y estando
allí fijo su mirada en un hombre que sostenía en sus brazos a su pequeña de dos
conservaba consigo aquella pintura. La noche, las estrellas, la luna llena y aquel
veinte años recordó cuando su abuela le obsequió el enigmático cuadro; para ese
entonces él tenía diez años, ya iba a la escuela, sabía hacer pan y conocía muy
bien el Samán. Al igual que ese día, era un 8 de Marzo, su abuela sentada en
un taburete lo puso sobre sus piernas, rodeó su cintura con una de sus manos,
contar desde hace varios años historias de mi vida, te he narrado como llegue a
divertirme con mis amigas, las cuales eran más bien pocas, pero hoy quiero que
sepas el motivo por el cual desde que era una adolescente decidí ser la dueña de
siempre a su sombra, sin poder opinar más que sobre las labores de la casa y la
crianza de sus hijos, sometida y con gran desesperanza mi madre veía trascurrir
los días y los años cumpliendo con el rol que desde niña le obligaron; a mi madre
nunca le enseñaron a leer o escribir, nunca trabajó, nunca supo que fue galopar
un caballo, nunca entendió la política, aun así mi madre siempre soñó con pintar
y también deseó todo lo que nunca tuvo – tener los mismos derechos que los
y como criar los hijos. Ella anhelaba ser escuchada, que sus opiniones fueran
abuela -: Francisco fui la única mujer de seis hermanos y mientras yo veía como
mi padre los involucraba en sus asuntos, les enseñaba a trabajar y les hablaba de
virilidad, mi madre me preparaba para ser esposa, para ser madre y para seguir
la tradición, pero nunca para ser mujer, y aunque en el fondo deseaba que yo
alcanzara todo lo que ella no había logrado, no sabía cómo hacer para que así
ocurriera; bastó con que me dijera que las aves vuelan sólo hasta donde quieren
llegar y que las alas son el medio para hacer el viaje, para que yo entendiera cual
era mi destino. Mientras su abuela contaba a Francisco esa parte de su vida, este
con entusiasmo, sentado en sus piernas la escuchaba sin quitar la mirada del
lienzo. Continuó su abuela: Este cuadro lo pintó mi madre, fue el único que pintó
en toda su vida, lo hizo mucho tiempo después de que mi padre muriera y de que
mis hermanos se casaran, justo cuando supo que yo había ido a la universidad y
que estaba comprometida con tu abuelo, a quien amé intensamente, pero de quien
me alejé cuando vi que su compañía no era buena. Este cuadro lleva conmigo
mucho tiempo, desde antes de que tu madre naciera y ahora quiero que lo
conserves. Es claro que ella no conocía de técnicas, pero aun así lo pintó.
vida, más que parir, mi madre pintó justo el momento en el que yo siendo una
de mi padre, estaba mi madre con una sonrisa que nunca más borró de sus
mejillas; y detrás de todos ellos, justo ahí, un sacerdote y a su lado un joven, quien
desde la puerta de una Iglesia observaba como su prometida al igual que las aves
levantaba el vuelo.
segura le dijo: Ahora nunca más seré tu abuela, para mí siempre serás Francisco,
mientras que, para ti, Julia siempre seré. Con este recuerdo Francisco volvió a su