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SC4137 2021

El Tribunal Superior confirmó la sentencia que declaró que Alba Luz Gómez Montes y los herederos de Antonio Crescenzi deben perder y devolver doblados ciertos bienes, al encontrar que hubo ocultamiento doloso de estos por parte de Crescenzi y Gómez Montes. Gómez Montes interpuso recurso de casación, alegando que no se probó el elemento subjetivo del dolo. El Tribunal examinó la conducta durante los procesos sucesorios y concluyó que sí hubo intención dolosa de distraer los bien
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SC4137 2021

El Tribunal Superior confirmó la sentencia que declaró que Alba Luz Gómez Montes y los herederos de Antonio Crescenzi deben perder y devolver doblados ciertos bienes, al encontrar que hubo ocultamiento doloso de estos por parte de Crescenzi y Gómez Montes. Gómez Montes interpuso recurso de casación, alegando que no se probó el elemento subjetivo del dolo. El Tribunal examinó la conducta durante los procesos sucesorios y concluyó que sí hubo intención dolosa de distraer los bien
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OCTAVIO AUGUSTO TEJEIRO DUQUE

Magistrado Ponente

SC4137-2021
Radicación n° 08001 31 03 011 2015 00125 01
(Aprobado en sesión de julio veintidós de dos mil veintiuno)

Bogotá, D.C., treinta (30) de septiembre de dos mil veintiuno


(2021).

Decide la Corte el recurso de casación interpuesto por Alba


Luz Gómez Montes, frente a la sentencia de 26 de julio de 2018,
proferida por la Sala Civil Familia del Tribunal Superior del
Distrito Judicial de Barranquilla en el proceso verbal promovido
por Karen Mejía Franco y Dorian Mejía Franco, contra la
recurrente y herederos indeterminados de Antonio Crescenzi
D´Alessandro.

I.- ANTECEDENTES

Solicitaron los convocantes declarar que Alba Luz Gómez


Montes y los herederos indeterminados de Antonio Crescenzi,
deben perder y devolver doblados los siguientes bienes: i) 660
partes de interés social, que a la muerte de Rosa Franco de
Radicación: 080013103011-20150012501

Crescenzi poseía su cónyuge en la sociedad Mejía Franco


Limitada; ii) los cánones de arrendamiento que generaron
algunos inmuebles desde la muerte de la cónyuge hasta el mes
de junio de 2010; iii) el 33% de los frutos civiles que ha generado
la sociedad Mejía Franco Ltda. desde el fallecimiento de Rosa
Franco y, iv) la suma de $580.380.640, que Antonio Crescenzi
retiró de Corficolombiana el 5 de octubre de 2007.

Como sustrato fáctico se expuso que Rosa Franco y Antonio


Crescenzi contrajeron matrimonio el 11 de diciembre de 1984 por
virtud del cual se conformó entre ellos una comunidad de bienes.
Desde el fallecimiento de su esposa, el señor Antonio efectuó
maniobras fraudulentas para sustraer bienes de la sociedad
conyugal y específicamente, dentro del proceso sucesorio de
aquella que se adelanta ante el Juzgado Cuarto de Familia de
Barranquilla, en la etapa de inventarios y avalúos omitió
relacionar los bienes referidos en las pretensiones de la demanda,
de donde se infiere su actuar doloso y temerario.

Los aquí demandantes son los herederos de Rosa Franco y


convocaron por pasiva a Alba Luz Gómez Montes en su calidad
de adquirente a título universal de los derechos de María Rosario
Crescenzi, sobrina y heredera de Antonio Crescenzi.

2.- La enjuiciada se notificó personalmente del auto


admisorio, se opuso al éxito de las pretensiones, y como
excepciones de mérito alegó «inexistencia del derecho reclamado»,
«cosa juzgada», «prescripción de la acción», «falta de legitimación en
la causa por activa y por pasiva» (fls. 820 – 827, ib.).

El curador ad litem designado a los herederos


Radicación: 080013103011-20150012501

indeterminados del causante, manifestó atenerse a lo que resulte


probado (fl. 843- 844 ib.).

3.- El a quo accedió a las súplicas de la demanda (fls. 1097


– 1098 ib.).

4.- Contra esa determinación Alba Luz Gómez Montes


formuló recurso de apelación (fls. 1098 ib.).

5.- El Superior confirmó lo resuelto en primera instancia


(fls. 32 – 33, c. 19).

II.- FUNDAMENTOS DEL FALLO IMPUGNADO

En sustento de su decisión, el Tribunal acotó que, de


acuerdo con los motivos de la impugnación y las razones de la
sentencia, se debe resolver si se equivocó el juzgador de primera
instancia al declarar la sanción por ocultamiento o distracción de
bienes sociales incoada por los actores por cuanto no hubo dolo
u ocultación, o si la decisión se ajustó a derecho. En orden a
resolver esa cuestión, en síntesis, expuso:

El ordenamiento reprime aquella conducta dolosa del


cónyuge que busca defraudar al otro, y conforme al artículo 1824
del Código Civil, “aquel de los dos cónyuges o sus herederos que
dolosamente hubiera ocultado o distraído alguna cosa de la sociedad
perderá su porción en la misma cosa y será obligado a restituirla
doblada”. Dicha norma busca asegurar la exactitud y buena fe en
la confección del inventario, sancionando civilmente los fraudes
que en tal caso se cometan y para su aplicación se requiere que
la distracción u ocultación sea dolosa, es decir, que se ejecute
Radicación: 080013103011-20150012501

con el propósito o intención positiva de perjudicar al otro cónyuge


y a sabiendas de que el bien distraído u ocultado hace parte del
haber social.

La demandada impugnó la sentencia de primer grado


únicamente en lo atinente a las 660 cuotas de la sociedad Mejía
Franco y Cía. Ltda., aduciendo que no está acreditado el dolo
como condición sine qua non de esta acción, y además, porque al
encontrarse embargadas las referidas cuotas a solicitud de los
demandantes, aquellas estaban fuera del comercio y ese hecho
impedía materializar su traspaso a terceras personas y con ello
la sustracción de bienes, por lo tanto, esa inconformidad guiará
el análisis en esta instancia según lo prevé el artículo 328 del
Código General del Proceso.

No cabe duda que la carga de probar el dolo de Antonio


Crescenzi en la sucesión de su cónyuge recae en los accionantes,
de conformidad con el artículo 1516 del Código Civil. Revisado el
acervo probatorio, se evidencia que en el proceso de sucesión de
Rosa Franco de Crescenzi promovido por sus hijos Dorian, Karen
y Norman y su cónyuge Antonio Crescenzi ante el Juzgado Cuarto
de Familia se denunció la presencia de todos los bienes de la
causante cómo se observa a folio 763 relacionándose como social,
entre otros, las 660 cuotas que la pareja Crescenzi Franco tenía
en Mejía Franco y Cía. Ltda., por haber sido adquiridas el 13 de
noviembre de 1996, en vigencia del matrimonio celebrado entre
ellos el 11 de diciembre de 1984.

El señor Crescenzi a través de su apoderado judicial omitió


incluir tales bienes en la diligencia de inventarios y avalúos
efectuada el 9 de octubre de 2009 que se observa folios 738, y
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luego, según folio 66 del cuaderno principal, Alba luz Gómez


Montes en su calidad de cesionaria de los derechos herenciales
de la única heredera de Antonio Crescenzi, por intermedio del
mismo apoderado que representó al causante en la sucesión de
su cónyuge, incluyó esos bienes en la diligencia de inventario y
avalúo presentada el 10 de mayo de 2013 dentro del proceso de
sucesión que cursó en el Juzgado Segundo de Familia de
Cartagena, con la finalidad de que se le adjudicaran a su cedente
esas cuotas en su totalidad, como si se tratara de un bien propio,
desconociendo con ello la característica de social, así como la
lealtad y buena fe que el artículo 78 del Código General del
Proceso impone a las partes en todos sus actos procesales.

Analizada objetivamente la conducta procesal descrita, es


obvio que, contrario a lo afirmado por la recurrente, se vislumbra
la intención dolosa tanto del finado Antonio Crescenzi, como de
la cesionaria de derechos herenciales, de distraer esos bienes de
la sociedad conyugal en desmedro de los intereses de los
herederos de Rosa Franco de Crescenzi, «pues a sabiendas de que
las mismas correspondían a un bien social lo relacionaron como propio
en la sucesión del señor Antonio Cresenci», trámite en el que,
además, omitieron vincular a los herederos de la esposa del
finado a fin de que no se hicieran parte y aunque con
posterioridad aquellos intervinieron, esa circunstancia no
disminuye la advertida conducta fraudulenta de la accionada.

El hecho de que las mencionadas cuotas sociales no se


encuentren registradas a nombre de la demandada por estar
embargadas por orden de autoridad judicial, no implica que la
defraudación de bienes en el trámite de las sucesiones de la
pareja Crescenzi Franco no se materializara como erróneamente
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afirma la recurrente, pues «lo que se sanciona no es el acto jurídico


del que se haya servido el respectivo cónyuge para sustraer el bien
perteneciente a la sociedad conyugal, sino la intención dolosa con que
éste actuó para lograr tal efecto, que como se dijo en el párrafo que
antecede, se encuentra debidamente acreditada en este caso ». En ese
sentido, puede consultarse CSJ SC1° abr. 2009 y SC 2379-2016.

De los lineamientos jurisprudenciales expuestos se infiere


la exigencia de la demostración del dolo durante el estado de
indivisión de la sociedad conyugal, elemento que se encuentra
acreditado en este evento, pues la actuación de la cesionaria de
reportar en el trámite de la sucesión de Antonio Crescenzi un bien
social como si fuera propio con la conciencia o intención de
engañar a los herederos del otro integrante de la pareja para que
no tuvieran participación en la totalidad de los bienes del haber
social y así menoscabar sus derechos legítimos, sin duda alguna
es una conducta dolosa que ha de ser sancionada conforme lo
establece el artículo 1824 del Código Civil.

Los reparos referidos a la diferencia en el último apellido de


la demandada o alteración del orden de los mismos no encuadran
en ninguna causal de invalidación de lo actuado, toda vez que,
de acuerdo con el poder otorgado con su documento de identidad,
se determina que se trata de la misma persona aquí demandada.

Acreditado el elemento subjetivo para que opere la sanción


que prevé la citada disposición para la ocultación o la distracción
intencional de bienes de la sociedad conyugal, la sentencia
impugnada está ajustada a derecho y se confirmará.

III.- DEMANDA DE CASACIÓN


Radicación: 080013103011-20150012501

Se formularon dos cargos, con soporte en las causales


segunda y quinta del artículo 336 del Código General del Proceso
(fls. 19 – 38, c. 10). Mediante auto de 13 de julio de 2020 se
declaró inadmisible el segundo y se admitió el primero (fls. 47 –
54, ib.).

IV.- CARGO ÚNICO

Se acusó la sentencia de ser violatoria en forma indirecta de


los artículos 1824 y 1516 del Código Civil, como consecuencia de
error de hecho manifiesto y trascendente en la apreciación de las
pruebas, por «falso juicio de existencia» de medios probatorios y
suposición.

El Tribunal no indicó objetivamente de qué elementos


demostrativos obtuvo la plena prueba de la ocultación o
sustracción de las 660 cuotas y del dolo de la demandada, como
componentes inexorables de la acción prevista en el artículo 1824
del Código Civil. De ese modo, le confirió ese alcance al actuar
simple y llano de concurrir Antonio Crescenzi, por un lado, a la
sucesión de su esposa, y Alba Luz Gómez, a presentar una
demanda de sucesión en ejercicio de la compra de derechos
herenciales.

El sentenciador falló sin pruebas que acreditaran los


supuestos del artículo 1824 del Código Civil, respecto a la pérdida
de la cosa o el perjuicio a los demandantes y el dolo en los
términos del artículo 1516 de la misma obra, pues se limitó a
referir que la primera disposición «busca asegurar la exactitud y
buena fe en la confección del inventario», creando así una regla
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ajena a la norma, para realizar una adecuación típica de la


afirmación efectuada en la demanda.

Desconoció el ad quem que de la literalidad del artículo 1824


se desprenden tres situaciones fácticas, a saber: i) calificación
del sujeto activo, ii) ocultamiento y el perjuicio o daño, y iii) el
dolo. En este caso ninguna de ellas se acreditó. La primera,
porque Alba Luz Gómez Montes, no es cónyuge ni heredera, sino
cesionaria de derechos herenciales, y por lo mismo, no sustituye
a los herederos; sobre la segunda, era menester acreditar que en
realidad se perdieron u ocultaron 660 cuotas partes y quien
sufrió perjuicio por ese hecho; y la tercera, pese a que es el
elemento determinante, en el fallo no se mencionaron los medios
de convicción de los que se dedujo.

En este caso es evidente que “nada se perdió”, “nada se


ocultó”, no se causó perjuicio alguno, pues los ahora
demandantes como «víctimas del ocultamiento», desde el primer
momento al solicitar la apertura de la sucesión de Rosa Franco
de Crescenzi, incluyeron en el inventario de bienes de la difunta
las 660 cuotas partes que tenía su esposo en la sociedad Mejía
Franco y Cía. Ltda., y allí pidieron su embargo seis (6) años antes
del inicio de este proceso.

Es notorio que no hubo ocultamiento, porque el accionante


Dorian Enrique Mejía Franco, ha sido siempre representante
legal de Mejía Franco y Cía. Ltda.; Norman Mejía era heredero y
socio de la misma compañía y Karen Mejía, fue quien le vendió
las cuotas a Antonio Crescenzi, por tanto, ninguno de los
herederos de Rosa Franco ignoraba que Antonio Crescenzi tenía
esa participación en la mencionada sociedad.
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Aunque el juzgador no señaló en qué consiste el «acervo


probatorio», al que aludió en su exposición, se advierte que el folio
763 corresponde a un segmento de la demanda presentada el 1°
de agosto de 2008 para la apertura de la sucesión de Rosa Franco
ante el Juzgado Cuarto de Familia. Allí se relacionó como partida
quinta «660 cuotas partes que el señor Antonio Crescenzi, posee en la
sociedad Mejía Franco Ciía & Ltda. (sic)»; y a continuación, en el folio
764 se refirieron como bienes propios dos inmuebles ubicados en
Cartagena, más no las 660 cuotas de Antonio Crescenzi.

El sentenciador concluyó que por haberse omitido incluir en


el inventario dichas cuotas, ello equivale a que se consideró como
un bien propio, pasando por alto que «en ningún momento se
aprecia a folio 738, que el apoderado de Antonio Crescenzi, haya
mencionado la palabra bienes propios». Tampoco tuvo en cuenta el
escrito de inventarios y avalúos presentado el 9 de octubre de
2009, en cuyo capítulo «aclaraciones al inventario presentado», se
indicó: «[l]os activos correspondiente a las partidas (...) son las
propiedades de las sociedades Kador y Manga, que fueron el esfuerzo
industrial de la sociedad conyugal; que los hijos de la difunta se
transfirieron en una forma indebida, que hoy son objeto de investigación
penal y civil, para la restitución de la propiedad a sus antiguos
propietarios, es decir a los esposos Antonio Crescenzi y Rosa Franco de
Crescenzi (q.e.p.d) para que se pueda efectuar una real y verdadera
liquidación», y en la parte final se agregó que dicho inventario de
bienes, «se presenta sin perjuicio que se pueda adicionar otros bienes,
que lleven a la partición adicional», y con desconocimiento de esta
prueba, concluyó lo contrario a lo que de ella emerge, pues la ley
no indica que los bienes propios son aquellos que no se
relacionan en el inventario.
Radicación: 080013103011-20150012501

Además, pasó por alto que en aquel proceso en tres


ocasiones el Juzgado aplazó la diligencia de inventario y avalúos
por inasistencia de las apoderadas de los demandantes, y que si
bien con posterioridad a la misma, ellas formularon recursos, no
realizaron ningún reproche sobre las 660 cuotas de Antonio
Crescenzi, ni pidieron su inclusión por ninguna vía legal. De ahí,
que no exista prueba para demostrar sustracción ni ocultamiento
de esos bienes.

En cuanto al dolo, en la sentencia impugnada se infiere su


demostración de la «jurisprudencia citada», desconociendo que la
jurisprudencia es apenas un criterio auxiliar y no un medio
probatorio. De esa manera, la deducción acerca de la actuación
dolosa de Alba Luz Gómez Montes contradice el artículo 1516 del
Código Civil, conforme al cual el dolo no se presume, sino que
hay que demostrarlo, y en este caso no hay prueba de la
inferencia respecto de que «a sabiendas» de tratarse de un bien
social, las cuotas en cuestión se relacionaron e inventariaron
como propias, pues en el inventario presentado ante el Juzgado
Segundo de Familia de Cartagena el 10 de mayo de 2013, que
posteriormente fue anulado por el Juez, no se mencionó la
expresión «bienes propios», por lo que se trata de una mera
suposición del juzgador, carente de respaldo probatorio.

El artículo 600 del Código de Procedimiento Civil, que regía


para la época de la demanda, regula lo concerniente a las
inconsistencias en los inventarios y avalúos en la liquidación de
una sucesión, a manera de objeciones que permiten incluir o
excluir bienes no relacionados, y además prevé la posibilidad de
efectuar diligencias adicionales de esa índole.
Radicación: 080013103011-20150012501

En el trámite de inventarios y avalúos realizada el 10 de


mayo de 2013 en el Juzgado de Familia de Cartagena (fl. 267), sí
se incluyeron las 660 cuotas partes de Antonio Crescenzi en la
mentada sociedad, y en la partida novena tras señalar «660
acciones de su propiedad correspondiente al 33% que tiene dentro de la
sociedad Mejía Franco & Cía Ltda.», se aclaró que los bienes que
compone esta sociedad «se encuentran relacionados en la demanda
principal que aparecen como propietarios iniciales las sociedades
Inversiones Kador Ltda. e Inmobiliaria Manga Ltda. sin embargo esta
venta se encuentra demandada por nulidad absoluta ante el Juzgado
Tercero Civil del Circuito de Barranquilla mediante radicado No. 2009-
0055». Además, aquellas se incluyeron en el trabajo de partición
presentado el 25 de septiembre de 2013 (fl. 275), que no tuvo
efecto jurídico porque se declaró su nulidad.

En suma, el concepto de bien propio nunca fue pronunciado


ni concebido por Alba Luz Gómez Montes, y se descarta por el
solo hecho de que las cuotas sí fueron incluidas en el inventario
de bienes, pues a la luz del numeral 3° del artículo 600 del Código
de Procedimiento Civil, «no se incluirán en el inventario, los bienes
propios del conyugue supérstite». El Tribunal desconoció la prueba
contenida en los folios 267 y 275 del cuaderno de la sucesión de
Antonio Crescenzi ante el Juzgado Segundo de Familia de
Cartagena, que da cuenta de la inclusión de las cuotas partes
que él tenía en Mejía Franco y Cía. Ltda., de haberlo hecho, otro
hubiese sido el sentido del fallo con la interpretación adecuada y
objetiva del contenido real de la prueba.

También carece de respaldo la aseveración concerniente a


que la demandada omitió «vincular a los herederos de la esposa del
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finado a fin que no se hicieran parte en dicho proceso »". Ello, por
cuanto de conformidad con el artículo 589 del Código de
Procedimiento Civil, el emplazamiento es el medio eficaz para
vincular a los interesados al proceso sucesorio de una persona, y
éste se ordenó por el Juez Segundo de Familia de Cartagena por
auto del 5 de marzo de 2013, respecto de «los que se crean con
derechos de intervenir en la sucesión » (fl. 64), además, desconoció
que en el hecho séptimo de la demanda de sucesión de Antonio
Crescenzi se refirió que al momento de su fallecimiento «se
encuentra abierta una liquidación de la sucesión de su esposa Rosa
Franco de Crescenzi. y de la sociedad conyugal formada con el
matrimonio efectuado el 23 de diciembre de 1984 en la ciudad de
Barranquilla, proceso que cursa en el Juzgado Cuarto de Familia de
Barranquilla». De ahí, que no pueda endilgarse a Alba Luz Gómez
Montes, omisión de vincular a los herederos de la esposa del
finado Antonio Crescenzi, menos aún, cuando la decisión de
intervenir dependía exclusivamente de los interesados

Otro yerro evidente en el razonamiento del Tribunal


consistente en que «el hecho de que las mencionadas acciones no se
encuentren registradas a nombre de la demandada por estar
embargadas por orden de autoridad Judicial no implica que la
defraudación de bienes en el trámite de la sucesiones de la pareja
Crescenzi-Franco por parte de la demandada no se materializara como
erróneamente afirma la recurrente, pues a consideración de esta
corporación lo que se sanciona no es el acto jurídico del que se haya
servido el respectivo cónyuge para sustraer el bien perteneciente a la
sociedad conyugal sino la intención dolosa con que este actuó para
lograr tal efecto». En efecto, si no es con la posesión, el haber
recibido dividendos de la sociedad o con el registro a nombre Alba
Luz Gómez, no podía materializarse la defraudación, por lo
mismo, la deducción del ad quem en punto a la pérdida de las
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cuotas sociales, su ocultamiento o el perjuicio causado a los


herederos, en realidad corresponde a una suposición que
conllevó a una condena gravemente injusta contra la opugnante.

Por último, la afirmación referente a que lo que se sanciona


no es el acto jurídico del que se haya servido el respectivo cónyuge
para sustraer el bien perteneciente a la sociedad conyugal sino la
intención dolosa, contraviene el artículo 1516 del Código Civil,
pues el dolo no se deduce, sino que debe ser demostrado por
cualquier medio probatorio. La «intención dolosa», comporta un
elemento subjetivo que debe aparecer manifiesto en el mundo
exterior, esto es, la voluntad de dañar o de causar perjuicio y en
la sentencia, como exigencia imprescindible de toda resolución
judicial, se ha debido indicar con exactitud cuál es el medio
probatorio que sirvió de sustento a esa conclusión, lo que se echa
de menos.

V.- CONSIDERACIONES

1.- En la definición de este asunto, pese a que la actuación


se inició en vigencia del anterior estatuto procesal, se tendrán en
cuenta las normas del Código General del Proceso por haber sido
las aplicadas al momento en que se profirió el fallo impugnado, a
tono con las reglas de tránsito de legislación previstas en el canon
625 ibídem.

Por otra parte, se precisa que, así como el recurso de


apelación quedó circunscrito a la inconformidad con las
condenas relacionadas con la pérdida de la porción conyugal y
devolución del valor doblado de las 660 cuotas sociales que
Antonio Crescenzi tenía en Mejía Franco y Cía. Ltda., a estos
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mismos aspectos se contrae el estudio de este recurso


extraordinario, dando por sentado que los demás puntos del fallo
de primer grado quedaron en firme, al no haber sido cuestionados
ante el superior funcional del a quo.

2.- El artículo 1824 del Código Civil prevé la consecuencia


jurídica por el ocultamiento o distracción mal intencionados de
los bienes de la sociedad conyugal, al disponer que «[a]quel de los
dos cónyuges o sus herederos, que dolosamente hubiere ocultado o
distraído alguna cosa de la sociedad, perderá su porción en la misma
cosa, y será obligado a restituirla doblada». Del tenor de esta
disposición se extraen varias exigencias que deben concurrir para
el buen suceso de la acción promovida con sustento en ella.

En primer lugar, es claro que el supuesto normativo


consagra dos elementos de naturaleza subjetiva, en la medida
que la infracción solo puede provenir del otro cónyuge o de sus
herederos, cuya actuación, además, debe ser de carácter doloso,
es decir, con un claro fin defraudatorio, pues conforme al canon
63 ibídem, el dolo consiste en “la intención positiva de inferir injuria
a la persona o propiedad de otro”. Y objetivamente, es menester
demostrar que los bienes hacen parte de la masa de la sociedad
conyugal y que, en efecto, han sido ocultados o distraídos de
aquella, por ese actuar artificioso o amañado del otro cónyuge o
de sus herederos.

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española l, el


vocablo «ocultar», significa «esconder, tapar, disfrazar, encubrir a la
vista», o «callar advertidamente lo que se pudiera o debiera decir, o
disfrazar la vedad», mientras que «distraer», guarda relación con
«apartar, desviar, alejar» y en especial, «apartar la atención de alguien
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del objeto a que la aplicaba o a que debía aplicarla». A partir de estos


conceptos, y en orden a desentrañar la hermenéutica del artículo
1824 del Código Civil, vale precisar que, tratándose de los bienes
pertenecientes a la sociedad conyugal, su ocultamiento concierne
a las conductas de uno de los cónyuges o de sus herederos que
propendan por esconderlos del otro miembro de la pareja o de
sus causahabientes, o de mantener su existencia por fuera del
ámbito del conocimiento de aquellos, con la intención mal
intencionada de que no ingresen en la partición; mientras que la
distracción, en tanto busca alejar la atención respecto de algunos
bienes, generalmente va más allá del simple ocultamiento y se
traduce en verdaderos actos dispositivos, al amparo de la
prerrogativa de la libre administración y disposición «tanto de los
bienes que le pertenezcan al momento de contraerse el matrimonio o que
hubiere aportado a él, como de los demás que por cualquier causa
hubiere adquirido o adquiera» (art. 1° Ley 28 de 1932), con la
idéntica finalidad de impedir su incorporación a la masa partible,
que en esa medida queda disminuida por un acto defraudatorio.

Al respecto, en CSJ SC 14 dic. 1990, puntualizó la Sala,

La sanción prevista en el precepto transcrito es la condigna de una


intención fraudulenta o dolosa atribuida a uno de los cónyuges,
orientada a hacer que el otro no tenga o se le dificulte tener - lo que le
corresponda a propósito de la liquidación de la sociedad conyugal. Ese
proceder se refleja en la ocultación o distracción de alguna cosa
perteneciente al haber social. (…).

Atendida, pues, la regla de hermenéutica consistente en que "las


palabras de la ley se entenderán en su sentido natural y obvio, según el
uso general de las mismas palabras” -art. 28 C. C.-, se infiere - que la
sanción de la que se trata está destinada a reprimir aquella conducta
dolosa del cónyuge con la que se busca defraudar al otro con desmedro
de sus intereses en la partición de los bienes sociales valiéndose ya de
actos u omisiones que se acomodan al significado de la ocultación, u ora
distrayendo bienes, esto es, alejándolos de la - posibilidad de ser
incorporados en la masa partible, como se puede considerar todo acto de
disposición de los mismos que conduzca a disminuir la masa de bienes
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sociales o a hacer dispendiosa o imposible su recuperación por parte del


cónyuge afectado. (Subraya intencional).

No llama a duda que cuando la controversia jurídica se


sustenta en pretensiones dirigidas a que se aplique la referida
sanción, a tono con la literalidad de la norma que la consagra, de
capital importancia resulta la acreditación del dolo evidenciado
en la acción u omisión del demandado encaminada a defraudar
al otro cónyuge, siendo ese el presupuesto sine qua non para abrir
la compuerta de una pena de ese calado. Al respecto, en SC 1°
abr. 2009, exp. 2001-13842-01, se indicó que, no basta «que el
encubrimiento tenga ocurrencia, sino que aflora indispensable el
ingrediente subjetivo, razón por la cual es necesario probar la ocultación
o la distracción intencional de bienes pertenecientes a la sociedad
conyugal». Y en sentido similar, en SC 10 ago. 2010, exp. 1994-
04260-01, la Corte acotó,

La disposición, cuya ratio legis, se orienta a preservar y tutelar la


plenitud, igualdad e integridad de los cónyuges en lo atañedero a sus
derechos en la sociedad conyugal formada por el vínculo matrimonial,
sanciona el acto doloso de ocultamiento o distracción de los bienes
sociales celebrado o ejecutado por uno de ellos o por sus herederos, y
presupone para su aplicación la plena demostración fáctica, clara e
inequívoca con pruebas oportunamente allegadas al proceso y sujetas a
contradicción, no sólo de la calidad jurídica del sujeto, del bien social y
de la ocultación o distracción, sino del dolo, o sea, el designio de
defraudar, perjudicar o causar daño, y éste igualmente debe probarse
porque sólo se presume en los casos expresamente disciplinados por el
ordenamiento (artículo 1516 Código Civil).

Es menester, en consecuencia, la diáfana conciencia en el cónyuge o sus


herederos sobre la naturaleza social de la cosa, esto es, la pertenencia
del bien, derecho o interés a la sociedad conyugal, así como su intención
de generar un daño o perjuicio al otro consorte con el acto de ocultación
o distracción, más aún si se procura “reprimir aquella conducta dolosa
del cónyuge con la que se busca defraudar al otro con desmedro de sus
intereses en la partición de los bienes sociales, valiéndose ya de actos u
omisiones que se acomodan al significado de la ocultación, u ora
distrayendo bienes, esto es, alejándolos de la posibilidad de ser
incorporados en la masa partible, como se puede considerar todo acto de
disposición de los mismos que conduzca a disminuir la masa de bienes
sociales o a hacer dispendiosa o imposible su recuperación por parte del
cónyuge afectado” (cas. civ. sentencia de 14 de diciembre de 1990), y
Radicación: 080013103011-20150012501

por ello “es necesario probar la ocultación o la distracción intencional de


bienes pertenecientes a la sociedad conyugal” (cas. civ. sentencia de 1°
de abril de 2009, exp. 11001-3110-010-2001-13842-01).

3.- En forma muy general el dolo puede describirse como


«todo complejo de malas artes, contrario a las leyes de la honestidad e
idóneo para sorprender la buena fe ajena, generalmente en propio
beneficio»1. El artículo 1516 del Código Civil consagra la regla
general en punto a la demostración del dolo al señalar que éste
«no se presume sino en los casos especialmente previstos por la ley »,
mientras que «[e]n los demás debe probarse». Esta disposición
armoniza con el postulado de la presunción de buena fe
consagrado en el artículo 83 de la Carta Política y en el artículo
769 del Código Civil, último conforme al cual «[l]a buena fe se
presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción
contraria. En todos los otros, la mala fe deberá probarse».

Así mismo, es claro que, salvo en aquellos eventos en los que


a la presunción general de la buena fe se impone la del dolo, vr.
gr., los consagrados en los preceptos 1025 (num. 5), 1358 y 2284
ibídem2, quien alegue el dolo debe probarlo, efecto para el cual
rige el principio de libertad probatoria, por lo que deberá valerse
de los distintos medios de convencimiento admitidos legalmente
para cumplir dicha carga.

1 Diez - Picazo, Luis. Fundamentos del Derecho Civil Patrimonial. Vol. I, ed.
5°, Madrid, 1996, pág. 170.
2 CÓDIGO CIVIL. Artículo. 1025. Son indignos de suceder al difunto como

heredero o legatarios: (…) 5. El que dolosamente ha detenido u ocultado un


testamento del difunto, presumiéndose dolo por el mero hecho de la detención u
ocultación.
Artículo 1358: Se prohíbe al albacea llevar a efecto ninguna disposición del
testador, en lo que fuere contraria a las leyes, so pena de nulidad, y de
considerársele culpable de dolo.
Artículo 2284. Hay dolo en el que hace la apuesta, si sabe de cierto que se ha de
verificar o se ha verificado el hecho de que se trata.
Radicación: 080013103011-20150012501

Desde esa perspectiva, comoquiera que el artículo 1824 del


Código Civil no consagra ninguna presunción respecto del dolo,
quien por la vía jurisdiccional alegue que el otro cónyuge o sus
herederos ocultaron o distrajeron bienes pertenecientes a la
sociedad conyugal en desmedro de sus intereses, para sacar
avante sus aspiraciones queda compelido a probar el actuar
doloso que les endilga.

4.- El casacionista edificó su censura sobre la hipótesis de


estructuración de violación indirecta de la ley sustancial, por
error de hecho manifiesto y trascendente en la apreciación
probatoria. Sobre esta modalidad de yerro, con insistencia la Sala
ha dicho que acontece cuando el juzgador supone, omite o altera
el contenido de los medios demostrativos, siempre y cuando
dicha anomalía tenga incidencia en la solución de la controversia,
al punto que, de no haberse presentado, el resultado habría sido
distinto, todo lo cual debe aparecer evidenciado en forma clara y
contundente.

A propósito de los requisitos del ataque por error de hecho


en la apreciación probatoria, resulta muy ilustrativo lo afirmado
en CSJ SC 15 abr. 2011, exp. 2006-00039-01,

Se trata de una crítica a la percepción material, a la apreciación física o,


si se quiere, a la contemplación objetiva de las pruebas, siempre que ello
lleve al juzgador a adoptar una decisión contraria a las normas de
derecho sustancial que han debido gobernar el caso sometido a su
consideración.

Entonces, en el error de hecho la equivocada experiencia de


contemplación de la prueba, lleva al juzgador a suponer su existencia,
cuando nada registra el expediente, o a negar aquella que ciertamente
se manifiesta en los autos, o a cambiarle el sentido material a las que
contempla objetivamente, todo, claro está, en perjuicio de una
reconstrucción fidedigna y convincente sobre los eventos sucedidos, que
Radicación: 080013103011-20150012501

sirva por lo tanto al propósito de desatar correctamente la contienda.

Para ponerlo en otros términos, a la hora de verificar si los enunciados


fácticos propuestos por las partes son veraces, el juez realiza varias
actividades, subsecuentes y complementarias. Primero, desde una
perspectiva meramente ontológica, percibe los elementos de juicio que
por iniciativa de las partes o de oficio arribaron al proceso y, luego, toma
la información que de ellos emerge y la analiza, con el fin de darle un
sentido que consulte los postulados de la sana crítica, para, ahí sí, llegar
a una conclusión razonable y convincente sobre la ocurrencia efectiva de
un hecho. Puestas de ese modo las cosas, el error de hecho se presenta
sólo en el primero de esos pasos, es decir, en el momento en que el juez
se hace a la imagen de lo que efectivamente obra en el expediente, ya
sea porque esa imagen se queda corta, porque es excesiva o porque, en
todo caso, está distorsionada, casos todos en los cuales no hay una
correspondencia con la realidad. Entonces, la irregularidad ha de
buscarse en el juicio de existencia objetiva de la información que emerge
del proceso, y no en su valoración.

5.- En el asunto sometido a escrutinio, las conductas de


defraudación del haber social atribuidas en el libelo
demandatorio a la parte accionada, se refirieron de la siguiente
manera:

Antonio Crescenzi D’Alessandro desde el fallecimiento de su esposa


efectuó maniobras fraudulentas para sustraer de la masa de bienes de
la sociedad conyugal, bienes que tenían esas características por haber
sido adquiridos durante la existencia de la sociedad conyugal (…) por lo
que ya se impetró una demanda ordinaria para obtener la devolución
doblada de bienes diferentes a los que aquí se pretende, por lo que se
demuestra que estamos frente a una conducta dolosa.

El señor Antonio Crescenzi D’Alessandro, en su condición de cónyuge


supérstite de la señora Rosa Franco de Crescenzi, la cual le había sido
reconocida dentro del proceso de sucesión de su esposa (…) que cursa
en el Juzgado Cuarto de Familia de Barranquilla, cuando correspondió
la etapa procesal de inventarios y avalúos de los bienes sociales por
intermedio de su apoderado (…) actuando de mala fe y con temeridad,
omitió incluir en ellos los siguientes bienes: (…) Seiscientas sesenta (660)
cuotas en la sociedad Mejía Franco Ltda. (…).

Más adelante, en orden a hacer ver la mala fe del señor


Crescenzi, se afirmó que éste con posterioridad a la muerte de su
esposa, le vendió un inmueble de la sociedad conyugal a Roberto
Ávila Serrano e incluyó bienes de Mejía Franco Ltda., para que
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fueran reconocidos como sociales en el Juzgado Cuarto de


Familia de Barranquilla, lo que demuestra que tanto él como su
abogado «conocían la existencia de la sociedad Mejía Franco Ltda.», en
la cual tenía cuota parte adquirida durante la vigencia de la
sociedad conyugal con Rosa Franco y, por lo tanto, «su no inclusión en
la diligencia de inventario y avalúos, constituye una conducta de mala
fe, con el ánimo de sustraerlas de la sociedad conyugal».

Adicionalmente, se le achaca al abogado que promovió el


proceso de sucesión de Antonio Crescenzi, que manifestó
desconocer a otros herederos, dejando así de lado los derechos
de los causahabientes de Rosa Franco respecto de los bienes de
la sociedad conyugal, pese a que existen otros procesos entre las
mismas partes. Y seguidamente, se afirmó, que, «para hacer más
temeraria la conducta punible del doctor Horta Orozco» en la demanda
de sucesión de Antonio Crescenzi hizo «afirmaciones y solicitudes
fraudulentas, que confirman su interés en apropiarse de las acciones
que pertenecen a la sociedad conyugal y no al fallecido», en especial,
en la partida sexta, al pedir la adjudicación del 33% que tenía en
Mejía Franco. De modo que, «no solo oculta los bienes en la relación
de inventario y avalúo presentada ante el Juzgado Cuarto de Familia
de Barranquilla (…), sino que pretende que se le adjudique a su nueva
cliente el 33% de unas acciones de propiedad de una sociedad conyugal
disuelta pero no liquidada y sobre el cual solo podría adjudicarse el
50%»

Del sustrato fáctico reseñado, emerge que, en estrictez, los


impulsores no le endilgaron a Alba Luz Gómez Montes ninguna
conducta dolosa, sino que lo hicieron respecto del fallecido
Antonio Crescenzi y del apoderado que la representó en la
sucesión de éste último y, a su vez, lo había agenciado como
Radicación: 080013103011-20150012501

cónyuge supérstite en el sucesorio de Rosa Franco.

Por otra parte, según puede advertirse, la imputación


efectuada en el libelo inicial no se inscribe en la figura de la
«distracción» de bienes, sino en su «ocultamiento»,
particularmente y para los fines que interesan en esta sede, de
las 660 cuotas partes que en la sociedad Mejía Franco y Cía.
Ltda., tenía Antonio Crescenzi, por cuanto al haberse solicitado
su adjudicación total a la cesionaria de su heredera, se
presentaron tales bienes como propios, cuando en realidad
hacían parte de la masa de la sociedad conyugal conformada por
él y la también fallecida Rosa Franco.

En la sentencia de primera instancia, el a quo a tono con la


tesis de aquellos, concluyó que las referidas cuotas al no ser
incluidas en el haber social de la pareja Crescenzi – Franco «fueron
ocultadas», por lo que estimó viable dar aplicación al artículo 1824
del Código Civil, sin realizar ningún análisis concreto del dolo
advertido en esa conducta, y en la parte resolutiva les ordenó a
los accionados «devolver doblado (…) el valor de los bienes que se
sustrajeron de la sociedad conyugal», entre ellos, de las 660 cuotas.
El Tribunal al resolver el recurso de alzada, modificó esa
inferencia y emitió su veredicto desde la óptica de la «distracción
de esas acciones de la sociedad conyugal en desmedro de los intereses
de Rosa Franco de Crescenzi», sin explicar por qué se alejaba del
planteamiento de los promotores en ese sentido, que fuera el
acogido por el a quo.

El anterior recuento se pone de relieve solo para significar


la falta de claridad y concreción en que incurrió el Juzgador de
segunda instancia, al momento de identificar el problema jurídico
Radicación: 080013103011-20150012501

a resolver, de cara a los supuestos que debe acreditar quien


promueva la acción prevista en el artículo 1824 del Código Civil,
que según se reseñó en precedencia, desde el punto de vista
subjetivo, atañen a la calidad de los infractores -cónyuge
supérstite o herederos-, así como al dolo que puede predicarse de
su conducta, y desde el ámbito objetivo, a que el bien sea de
carácter social y haya sido «ocultado» o «distraído» de la masa de
bienes de la sociedad conyugal, acepciones que, como se anotara
en otro segmento de este proveído, obedecen a diferentes
situaciones fácticas, aunque al tamiz de la norma en mención, el
efecto de su ocurrencia sea el mismo.

6.- En el descrito panorama, pronto se advierte la


pertinencia de los reproches de la opugnante, que dejan ver el
grave y trascendente desatino en que incurrió el Tribunal en la
contemplación objetiva de algunos de los medios probatorios, por
omisión, suposición y cercenamiento.

Obran en el expediente copias de los expedientes de las


sucesiones de Rosa Franco de Crescenzi, iniciado en el Juzgado
Cuarto de Familia de Barranquilla y de Antonio Crescenzi
D’Alessandro conocido por el Juzgado Segundo de Familia de
Cartagena, los cuales posteriormente fueron acumulados en el
primer despacho judicial (fls. 740 – 741, c. 16), y más adelante,
reasignados al Juzgado Quinto de Familia de Barranquilla (fl.
763, c. 16). Al cotejar la sentencia recurrida con lo que emerge de
esas probanzas, queda al descubierto que el ad quem no las tuvo
en cuenta en su integridad y que se limitó a referir en forma
aislada algunas piezas procesales, en un evidente cercenamiento
de esos medios de convencimiento, que lo condujo a conclusiones
contraevidentes, según se expone a continuación:
Radicación: 080013103011-20150012501

6.1.- Sucesión de Rosa Franco de Crescenzi. Fue


adelantada por su hijo Dorian Mejía Franco (fls. 374 – 383, c. 14),
ante el Juzgado Cuarto de Familia de Barranquilla.

- En la relación de bienes contenida en el libelo, se incluyó


como partida cuarta, «660 cuotas partes que el señor Antonio
Crescenzi posee en la sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda. Estas
acciones fueron adquiridas mediante compra efectuada a la
señora Karen Mejía Franco el 13 de noviembre de 1996».

- El 12 de noviembre de 2008, compareció Antonio


Crescenzi, para hacer valer su condición de cónyuge
sobreviviente dentro de ese trámite (fl. 428, c. 14).

- Mediante auto del 3 de diciembre de 2008, el juzgado


decretó medidas cautelares, entre ellas, el «embargo e inscripción
en la cámara de comercio de las cuotas partes que el señor Antonio
Crescenzi posee en la sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda.» (fl. 439,
c. 14), medida que fue perfeccionada el 6 de marzo de 2009,
mediante oficio 245 del 17 de febrero de 2009, tal y como se
advierte en la anotación visible en el certificado de existencia y
representación de dicha compañía (fl. 926, c. 1-4).

- Solicitud de acumulación a este trámite de la sucesión de


Antonio Crescenzi que se adelantaba en el Juzgado Segundo de
Familia de Cartagena (fl. 402, ib.), a lo que el despacho accedió
por auto del 27 de octubre de 2016 (fl. 731 – 732, ib).

- En la diligencia de inventario y avaluó, solamente allegó


escrito en ese sentido el apoderado del cónyuge Antonio
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Crescenzi (fls. 41 – 51, c. 9), los herederos de Rosa Franco no


comparecieron, pero objetaron el presentado por su opositor.
Tales objeciones fueron resueltas en las providencias de primera
y segunda instancia, emitidas el 24 de noviembre de 2009 y 1° de
octubre de 2010, respectivamente, confiriéndole razón a los
inconformes.

- Mediante memorial presentado el 13 de septiembre de


2017, las apoderadas de los herederos de Rosa Franco,
solicitaron llevar a cabo «diligencia de inventario adicional» de la
cuota parte que poseía Antonio Crescenzi en Mejía Franco y Cía.
Ltda. que hacían parte de los bienes de la sociedad conyugal (fl.
764, c. 16).

6.2.- Sucesión de Antonio Crescenzi. Fue promovida por


Alba Luz Gómez Montes aduciendo su calidad de «heredera
sustituta por haber comprado los derechos herenciales y litigiosos» de
María del Rosario Crescenzi (fl. 595, c. 15).

- El proceso de sucesión fue abierto mediante auto del 5 de


marzo de 2013 (fl. 761, c. 15); En la relación de bienes no se
incluyeron las 660 cuotas partes de la sociedad Mejía Franco y
Cía. Ltda. (fls. 595 – 607, c. 15). En el hecho sexto se afirmó que
la demandante «no conoce herederos con mejor derecho, distinta de la
sobrina María del Rosario Crescenzi» y en el séptimo que, al
momento del fallecimiento del causante, «se encontraba abierta una
liquidación de sucesión de su esposa Rosa Franco de Crescenzi y de la
sociedad conyugal formada por el matrimonio (…) proceso que cursa en
el Juzgado Cuarto Promiscuo de Familia de Barranquilla».

- Relación de inventario y avalúo de bienes, presentada el


Radicación: 080013103011-20150012501

10 de mayo de 2013 (fls. 793 – 795, c. 15). En la partida novena,


se relacionan 660 cuotas de su propiedad correspondiente al 33%
que tiene en la sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda.

- A folio 768- 769 c. 15 obra memorial presentado por el


apoderado de la demandante el 25 de septiembre de 2013,
referido al «trabajo de partición» en el que expresamente se indicó:

Al momento de realizar este trabajo nos encontramos que todos los


bienes relacionados en la diligencia de inventario y avalúo, hacen parte
de la sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda., donde el difunto es propietario
del 33% de las acciones (…) y ese porcentaje se encuentra embargado
por el Juzgado Cuarto de Familia de Barranquilla, según oficio 245 del
17 de febrero de 2009, siendo que dichos bienes cuando son objeto de
medida cautelar se encuentran fuera del comercio y no se pueden partir
ni adjudicar.

- Mediante auto del 15 de octubre de 2013 el Juzgado


Segundo de Familia de Cartagena, resolvió: i) No tener en cuenta
el trabajo de partición presentado; ii) declarar la invalidez del
auto del 1 de agosto de 2013, por el cual se decretó la partición y
se designó como partidor al apoderado de la demandante; iii) no
aprobar el inventario y avalúo presentado el 10 de mayo de 2013
y, iv) señalar el 31 de octubre de 2013 para llevar a cabo
diligencia de inventario y avalúo, en la que «las partes deberán
presentarlo por escrito y acompañar todos los documentos y pruebas
tendientes a acreditar la existencia y titularidad de los bienes en cabeza
del causante» (fls. 772 – 774, c. 15).

- En memorial presentado el 12 de noviembre de 2013,


Dorian Mejía Franco, actuando en nombre propio y como
representante legal de Mejía Franco y Cía. Ltda., confirió poder a
una profesional del derecho para que lo representara en el
proceso sucesoral de Antonio Crescenzi (fl. 762, c. 15), a quien le
Radicación: 080013103011-20150012501

fue reconocida personería para el efecto el 20 de noviembre


siguiente (fl. 805, ib.)

- El 27 de enero de 2014, los apoderados de la demandante


y de Mejía Franco y Cía. Ltda., acudieron a la diligencia de
inventarios y avalúos convocada de nueva cuenta por el Juzgado,
sin embargo, la misma no se realizó porque allí se puso de
presente la viabilidad de acumular los procesos de sucesión de
los dos cónyuges fallecidos, debido a que «coinciden todos los
bienes» relacionados en las dos causas y se procedió en
consecuencia (fl. 806, ib.).

6.3.- Las reseñadas pruebas documentales fueron omitidas


en parte por el Tribunal. Obsérvese que en el segmento de su
providencia que destinó a referir los elementos demostrativos que
lo condujeron a resolver la apelación del modo que lo hizo, acotó3:

(…) revisado el acervo probatorio que reposa en el plenario, se evidencia


que no obstante que en el proceso de sucesión de la señora Rosa Franco
de Crescenzi promovido por sus hijos Dorian, Karen y Norman y el
cónyuge Antonio Crescenzi ante el Juzgado Cuarto de Familia radicado
con el número 0330 de 2008 se haya denunciado la presencia de todos
los bienes de la causante cómo se observa a folio 763 relacionándose
como social, entre otros, las 660 acciones que la pareja Crescenzi Franco
tenía en la sociedad Mejía Franco limitada por haber sido adquirida el
13 de noviembre de 1996, vale decir en vigencia del matrimonio
celebrado entre ellos el 11 de diciembre de 1984, sobre cuyo hecho no
existe discusión alguna, el señor Crescenzi a través de su apoderado
judicial doctor Jorge Luis Horta Orozco omitió incluir tales bienes en la
diligencia de inventarios y avalúos llevada a cabo por dicho despacho
judicial el 9 de octubre de 2009 que se observa folios 738 y luego, según
folio 66 del cuaderno principal, la señora Alba Luz Gómez Montes en su
calidad de cesionaria de los derechos herenciales de la única heredera
del señor Antonio Crescenzi, por intermedio del mismo apoderado que
representó al causante en la sucesión de su cónyuge, incluyó esos bienes
en la diligencia de inventario y avalúo presentada el 10 de mayo de 2013
dentro del proceso de sucesión que cursó en el Juzgado Segundo de
Familia de Cartagena, con la finalidad de que se le adjudicaran a su

3 Reanudación audiencia de sustentación y fallo. Hora: 0:4:45


Radicación: 080013103011-20150012501

cedente esas cuotas en su totalidad, como si se tratara de un bien propio,


desconociendo con ello la característica de social y la lealtad y buena fe
que el artículo 78 del Código General del Proceso impone a las partes
deben tener en todos sus actos procesales.

En orden a verificar las únicas pruebas tomadas en


consideración por el juzgador para establecer las conductas
constitutivas de ocultamiento o distracción de bienes, así como
del dolo de la demandada, se tiene que el folio 763 corresponde a
una de las páginas de la copia de la demanda presentada por
Dorian Mejía Franco, para la apertura del proceso de sucesión de
Rosa del Socorro Franco Méndez, en el acápite correspondiente a
la relación de bienes sociales de la causante, así: «partida quinta.
Las 660 cuotas partes que el señor Antonio Crescenzi posee en la
sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda. Estas acciones fueron adquiridas
mediante compra efectuada a la señora Karen Mejía Franco el 13 de
noviembre de 1996, mediante escritura pública No. 1736, ante la
Notaría Sexta de Barranquilla»; el folio 738, hace parte de la «relación
de inventarios de bienes pertenecientes a la sociedad conyugal
conformada por Rosa Franco de Crescenzi (q.e.p.d.) y Antonio
Crescenzi» presentada el 9 de octubre de 2009 por el apoderado
judicial del cónyuge supérstite, en cuyo activo no se incluyeron
las 660 cuoas de Mejía Franco y Cía. Ltda., pero se precisó que
dicho inventario se elaboraba «sin perjuicio de que se puedan
adicionar otros bienes, que lleven a la partición adicional».

Desde esa perspectiva, emerge que el Tribunal pasó por alto


que los herederos de Rosa Franco, pese a que en el pliego
demandatorio denunciaron las 660 cuotas como bienes sociales
de la pareja Crescenzi Franco, en la oportunidad señalada por el
Juez del conocimiento, omitieron allegar el inventario y avalúo,
limitándose a objetar posteriormente el presentado por la parte
contraria, y que, por auto del 24 de noviembre de 2009 (fls. 448
Radicación: 080013103011-20150012501

- 449, c. 16), el juez de primera instancia les concedió la razón al


excluir las partidas primera a cuarta, así como la integrante del
pasivo, determinación que fue confirmada por la Sala Civil
Familia del Tribunal Superior de Barranquilla (fls. 558 – 564, c.
16).

La alusión al folio 66 del cuaderno principal, concierne a la


«Relación de inventarios y avalúos de bienes» presentada al Juzgado
Segundo de Familia de Cartagena el 10 de mayo de 2013, por el
apoderado judicial de Alba Luz Gómez Montes dentro del proceso
de sucesión de Antonio Crescenzi, en cuya partida novena se
incluyeron «660 acciones de su propiedad correspondiente al 33% que
tiene dentro de la sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda.». No obstante,
tal y como se reseñó en precedencia, por auto del 15 de octubre
de 2015, el juzgado del conocimiento, entre otras
determinaciones, resolvió no aprobar el inventario y avalúo
presentado el 10 de mayo de 2013 y señalar nueva fecha para
llevar a cabo diligencia, en la que «las partes deberán presentarlo
por escrito y acompañar todos los documentos y pruebas tendientes a
acreditar la existencia y titularidad de los bienes en cabeza del
causante» (fls. 772 – 774, c. 15). De ahí, que esa probanza como
tal tampoco podía considerarse en forma aislada, pues su eficacia
ya estaba descartada en el proceso originario.

La contemplación segmentada de la documental en


referencia, le impidió al ad quem percatarse de que la existencia
de las tantas veces mencionadas cuotas sociales, era plenamente
conocida por los herederos de Rosa Franco, al punto que ellos
mismos las relacionaron en la demanda incoativa del juicio
sucesorio de su causante, por lo mismo, no era factible el
ocultamiento atribuido al cónyuge por el hecho de no haberlas
Radicación: 080013103011-20150012501

incluido en el posterior inventario. Es más, pese a la desidia del


apoderado de dichos herederos al abstenerse de participar en
dicha diligencia, objetó con éxito la mayoría de las partidas
incluidas por su oponente, y aunque en esa oportunidad ninguna
disconformidad planteó por la no inclusión de las 660 cuotas que
el cónyuge supérstite tenía en Mejía Franco y Cía. Ltda., con
posterioridad, valiéndose de la prerrogativa legal que se lo
permitía, solicitó llevar a efecto «diligencia de inventario adicional»,
con relación a las mentadas cuotas por hacer parte del
patrimonio social (fl. 764, c. 16).

En refuerzo de lo anterior, fluye con nitidez que el


sentenciador omitió el certificado de existencia y representación
de Mejía Franco y Cía. Ltda. (fls. 922- 927, c. 1 – 4), conforme al
cual, el gerente de dicha compañía es Dorian Enrique Mejía
Franco; Karen del Socorro Mejía Franco funge como socia y allí
mismo obra la anotación referente a que mediante oficio 245 del
17 de febrero de 2009, se inscribió el embargo de las cuotas de
Antonio Crescenzi, decretado por el Juzgado Cuarto de Familia
de Barranquilla, todo lo cual permite establecer que los
impulsores no solo eran conocedores de la existencia de las
cuotas, sino también de su carácter social y que las mismas
estaban por fuera del comercio con ocasión del embargo
decretado por su propia iniciativa, lo que permite descartar
conductas tanto de ocultamiento como de distracción de aquellas
por parte de los accionados.

Emerge de lo expuesto, que ciertamente, el juez colegiado


supuso las pruebas del ocultamiento de esas cuotas a los
herederos de Rosa Franco, y ante la falta de acreditación de ese
supuesto, se tornaba innecesario incurrir en el estudio del
Radicación: 080013103011-20150012501

elemento subjetivo relacionado con la actuación dolosa del


cónyuge sobreviviente o sus herederos, cuya demostración le
incumbía a quien alegó el dolo.

Por otra parte, la aseveración del Tribunal referente a que


en este caso «se vislumbra la intención dolosa tanto del finado Antonio
Crescenzi, como de la cesionaria del derecho herencial de distraer esas
acciones de la sociedad conyugal en desmedro de los intereses de los
herederos de la señora Rosa Franco», igualmente emana de una
suposición. Nótese, que el juzgador no especificó cuál fue el acto
de apropiación o de disposición de tales bienes para beneficio
propio del cónyuge o de sus causahabientes en desmedro de la
masa de bienes sociales, y por ende, de los derechos de los
herederos de la esposa fallecida, que encuadraba en el concepto
de distracción de bienes, cuyo análisis, necesariamente, tendría
que haber involucrado los efectos jurídicos del embargo que
pesaba sobre dichas cuotas, por virtud del cual, desde el 6 de
marzo de 2009 estaban fuera del comercio (fl. 28 vto. c.1).

En síntesis, la omisión de algunos medios de prueba y el


cercenamiento de otros, guiaron al Juzgador de segunda
instancia a emitir una decisión que contradice lo que realmente
emerge del estudio ponderado de los medios de convicción, en
especial, por haberle conferido valor de plena prueba del
ocultamiento doloso de un bien social, al hecho de no haberlo
incluido en el inventario de bienes de la sucesión de Rosa Franco,
con total desconocimiento tanto de las vicisitudes que se
presentaron en los procesos de sucesión que posteriormente
fueron acumulados -algunas de cuyas copias procesales fueron
omitidas por completo-, como de las conductas procesales que
allí adoptaron los aquí demandantes. Así mismo, refulge la
Radicación: 080013103011-20150012501

trascendencia del yerro advertido, por cuanto de no haberse


cometido, la decisión sería completamente diferente, de modo que
convergen los elementos constitutivos de la violación indirecta de
normas sustanciales por error de hecho.

En conclusión, el cargo prospera. De conformidad con el


numeral 1° del artículo 365 del Código General del proceso no
habrá lugar a condena en costas por el recurso extraordinario, y
este mismo proveído se proferirá fallo de reemplazo.

VI.- SENTENCIA SUSTITUTIVA

1.- Con soporte en el artículo 1824 del Código Civil, Dorian


y Karen Mejía Franco, como hijos y herederos de Rosa Franco de
Crescenzi, demandaron a Alba Luz Gómez Montes como
adquirente de los derechos herenciales de María Rosario
Crescenzi en la sucesión de Antonio Crescenzi D’Alessandro y a
los herederos indeterminados de éste último, quien fuera el
cónyuge sobreviviente de la madre de los accionantes, con miras
a que se declarara que deben «perder y devolver dobladas», entre
otros bienes, las 660 partes de interés social que al momento de
la muerte de Rosa Franco de Crescenzi poseía su cónyuge en la
sociedad Mejía Franco y Cía. Ltda.

2.- Mediante sentencia proferida el 27 de febrero de 2018,


el Juzgado Once Civil del Circuito de Barranquilla accedió a las
súplicas de la demanda, y entre otras decisiones, condenó a Alba
Luz Gómez Montes y los herederos indeterminados de Antonio
Crescenzi a «perder la porción conyugal a que tenía derecho el finado
sobre el 50% de los siguientes bienes: 1. 660 cuotas de la sociedad
Mejía Franco Ltda. (sic)», y además, les ordenó «devolver doblados a
Radicación: 080013103011-20150012501

tal sociedad, el valor de los bienes que se sustrajeron de la sociedad


conyugal (…) la cual es la siguiente (…) 3. $10.282.851.836» (fls. 1097-
1098, c. 1 -4). c. 1).

En sustento, señaló que cuando Antonio Crescenzi adquirió


las 660 cuotas ya estaba casado con Rosa Franco, por lo que
ingresaron al haber social al no existir capitulaciones. Y a
continuación, (hora: 1.02.24 y ss.) acotó que los presupuestos de
esta clase de procesos se determinaron con certeza puesto que se
estableció la existencia de la sociedad conyugal conformada por
Antonio Crescenzi y Rosa Franco desde el 11 de diciembre de
1984 hasta la fecha del fallecimiento de ésta el 5 de octubre del
2007; qué esa sociedad estaba disuelta por la muerte de la
esposa; que existieron bienes adquiridos por los cónyuges
durante la vigencia de la sociedad, «lo último de los requisitos es que
se hayan enajenado los bienes sin liquidarse la sociedad conyugal», y
«no se establecieron la existencia de las 660 acciones de las cuales
estaban en cabeza del señor Crescenzi y que debían entrar al haber
social». En cumplimiento de estos requisitos,

(…) se puede determinar que dichos bienes no fueron incluidos y fueron


ocultados por lo tanto se aplica lo dispuesto en el artículo 1824 del
Código Civil que dispone aquel que los dos cónyuges o sus herederos que
dolosamente hubiera ocultado o distraído alguna cosa de la sociedad
perderá la porción de la misma y será obligado a restituirla doblada por
lo que de acuerdo a los razonamientos anteriormente expuestos se
deberá condenar a los demandados esto es a la señora Alba luz Gómez
Méndez en su calidad de cesionaria de los derechos herenciales del
señor Antonio Crescenzi y a las personas indeterminadas que hagan
parte de la de la porción que le corresponde al mencionado señor a perder
el 50% que la ley le corresponde en los en la sucesión. Igualmente, se les
impondrá devolver estos dineros doblados en este sentido se establece
que son 660 cuotas de la sociedad Mejía Franco limitada avaluada cómo
quedó establecido aquí por el señor perito en la suma de
$5.141.425.918.

3.- La demandada Gómez Montes refutó por vía de apelación


Radicación: 080013103011-20150012501

la sentencia de primer grado, únicamente en lo que respecta a la


condena impuesta por concepto de las 660 cuotas partes en Mejía
Franco y Cía. Ltda.

Entre los argumentos esgrimidos para sustentar su


desacuerdo, enfatizó en que no había interés jurídico para
promover esta acción por cuanto no hubo daño, toda vez que las
«acciones» siguen siendo y están dentro de la sociedad Mejía
Franco y Cía. Ltda., de la que también son socios los actores, por
lo que había imposibilidad de sustraerlas y la diligencia de
inventario y avalúo de bienes presentado ante el Juzgado
Segundo de Familia de Cartagena no nació a la vida jurídica,
porque el juez declaró su nulidad el 15 de octubre de 2013.

Agregó, que como cesionaria no ha ostentado la posesión de


las partes de interés social y no existe ninguna anotación en el
certificado de la Cámara de Comercio en sentido contrario; no se
da el presupuesto de la generación de un perjuicio a los herederos
demandantes; en el proceso no se probó la sustracción de bienes
y menos la intención dolosa de la demandada; no se tuvo en
cuenta que las cuotas estaban embargadas por cuenta del
Juzgado Cuarto de Familia de Barranquilla y no se violó el
artículo 1824 del Código Civil, porque esa disposición exige como
condición que se demuestre el dolo, el cual ni siquiera fue
analizado en la sentencia recurrida.

4.- En orden a resolver el referido recurso vertical, por


economía procesal se dan por reproducidos los razonamientos
expuestos para deducir la prosperidad del cargo alegado en
casación, que, en síntesis, se concretan a que en este asunto no
se acreditó ocultamiento o distracción de las 660 cuotas parte
Radicación: 080013103011-20150012501

que Antonio Crescenzi tenía en Mejía Franco y Cía. Ltda., por


cuanto los herederos de Rosa Franco eran conocedores de su
existencia y de que no habían salido del patrimonio del
adquirente, pues, según quedó acreditado, Dorian Mejía Franco
al promover el juicio sucesoral de su ascendiente, las incluyó
entre los bienes sociales de los cónyuges; y de acuerdo con el
certificado de existencia y representación, él es el gerente de la
compañía y aquellas se encuentran embargadas para la sucesión
de Rosa Franco de Crescenzi desde el 6 de marzo de 2009.

Puestas de ese modo las cosas, teniendo en cuenta que los


promotores no cumplieron con la carga de demostrar el
ocultamiento o la distracción de las 660 cuotas que Antonio
Crescenzi D’Alessandro poseía en Mejía Franco y Cía. Ltda., que
por haber sido adquiridas en vigencia del vínculo matrimonial
con Rosa Franco constituían bienes de la sociedad conyugal de
la pareja Crescenzi – Franco, ni conducta dolosa alguna de la
demandada Alba Luz Gómez Montes orientada a ese propósito,
su reclamo de tutela jurisdiccional para que se impusiera a la
convocada la pena prevista en el artículo 1824 del Código Civil,
estaba conminado al fracaso.

En conclusión, se revocará parcialmente la sentencia de


primera instancia, en lo que respecta a la condena impuesta a la
recurrente en relación con las cuotas partes que su causante
ostentaba en Mejía Franco y Cía. Ltda., con la consecuente
reducción de la condena en costas, de conformidad con el
numeral 5 del artículo 365 del Código General del Proceso.

VII.- DECISIÓN
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En mérito de lo expuesto, la Sala de Casación Civil de la


Corte Suprema de Justicia, administrando justicia en nombre de
la República de Colombia y por autoridad de la ley, RESUELVE:

Primero: Casar la sentencia proferida por la Sala Civil


Familia del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Barranquilla el 26 de julio de 2018, en el proceso verbal
promovido por Karen Mejía Franco y Dorian Mejía Franco, contra
Alba Luz Gómez Montes y herederos indeterminados de Antonio
Crescenzi D´Alessandro. Sin costas por el recurso extraordinario.

Segundo: Actuando como Juez de segunda instancia,


revocar parcialmente los ordinales primero y segundo, de la
sentencia emitida el 27 de febrero de 2018, por el Juzgado Once
Civil del Circuito de Barranquilla. En su lugar, se niegan las
pretensiones en lo que respecta a las 660 partes de interés social
del fallecido Antonio Crescenzi D´Alessandro en la sociedad Mejía
Franco y Cía. Ltda.

Tercero: Dadas las resultas del proceso, las costas fijadas


por el Juez de primer grado se reducen en un 80%. Liquídense
en su oportunidad.

Devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

Notifíquese

FRANCISCO TERNERA BARRIOS


Presidente de Sala
Radicación: 080013103011-20150012501

ALVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

HILDA GONZÁLEZ NEIRA

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

LUIS ALONSO RICO PUERTA

OCTAVIO AUGUSTO TEJERO DUQUE

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA

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