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Tarea 2 Del Tercer Parcial

El documento describe dos modelos económicos que se han implementado en Latinoamérica: 1) El Modelo Primario Exportador (MPE), el cual impulsó la exportación de materias primas entre 1870-1910. Este modelo generó crecimiento pero también dependencia económica y desigualdad social. 2) El Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (MISI) entre 1950-1970, el cual promovió la industrialización interna para reemplazar importaciones y diversificar la economía. Ambos modelos tuvieron éxitos y limitaciones para el des
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Tarea 2 Del Tercer Parcial

El documento describe dos modelos económicos que se han implementado en Latinoamérica: 1) El Modelo Primario Exportador (MPE), el cual impulsó la exportación de materias primas entre 1870-1910. Este modelo generó crecimiento pero también dependencia económica y desigualdad social. 2) El Modelo de Industrialización por Sustitución de Importaciones (MISI) entre 1950-1970, el cual promovió la industrialización interna para reemplazar importaciones y diversificar la economía. Ambos modelos tuvieron éxitos y limitaciones para el des
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Campus: San Pedro Sula.

Carrera: ING Electrónica.

Docente: JOSE EUGDALDO DIAZ FERNANDEZ.

Alumno: José Ricardo Echeverría Banegas.

Numero de cuenta: (201820010403)

Tema: Modelos económicos en Latinoamérica.

Lugar: Puente Alto, Puerto Cortes.

Fecha: 02/08/2022

1
Introducción
Los efectos de los modelos de desarrollo han potenciado una crisis en

la gestión del cambio social, con graves consecuencias en la calidad de

vida de las personas y en los ritmos metabólicos del ecosistema. Pero

también la crisis es una oportunidad para cambiar de dirección, por ello

la definición de un horizonte de transformación social-ecológica es un

desafío de primer orden.

2
Modelos económicos en Latinoamérica.
 El Modelo Primario Exportador (mpe)

Es un modelo que impulsó la inserción internacional de países considerados no


desarrollados mediante la exportación de materias primas, con énfasis en los
productos agrícolas y minerales. Entre algunos factores de contexto que
favorecieron la consolidación del mpe se puede mencionar: a) la disposición
abundante de materias primas y de mano de obra barata en los países situados en
la periferia capitalista, b) la concurrencia de gobiernos dóciles que favorecían
(mediante concesiones leoninas y exenciones fiscales) la atracción de inversión
extranjera en el sector primario, c) los avances tecnológicos que permitieron a los
países desarrollados procesar masivamente y dar valor agregado a las materias
primas procedentes de colonias y excolonias, d) el aumento del poder adquisitivo y
de capacidad de consumo de vastos sectores obreros en Europa y Estados
Unidos, y e) los avances en el transporte marítimo que permitían a su vez reducir
el tiempo de traslado como aumentar la carga de materias primas y mercancías
finales comercializadas. En Latinoamérica el auge y consolidación de este estilo
de desarrollo se ubica aproximadamente entre 1870 y 19102 , sin perjuicio de
resaltar que representa una tendencia que se inició con el propio proceso de
colonización europea. El mpe contribuyó al crecimiento del pib en Latinoamérica,
con matices según el tipo de producto y las condiciones del mercado internacional.
Sin embargo, este crecimiento no favorecía la mejora generalizada del bienestar
de la población; por el contario, reprodujo y consolidó el carácter dependiente de
las sociedades latinoamericanas. Se configuró así un sistema productivo
heterogéneo y especializado, conformado por un sector “moderno” en la
producción y exportación de productos primarios, y un sector “atrasado” de
subsistencia. Este modelo carecía de un motor interno, ya que el dinamismo
económico dependía de la demanda de los centros capitalistas.

Asimismo, los incrementos en la productividad del sector exportador no se


trasladaban al conjunto de la economía. La mayor parte del excedente generado
se transfería al exterior, mientras que de la porción restante que quedaba en la
región buena parte se destinaba al consumo suntuario –importado- de las
oligarquías. En suma, los altos niveles de concentración del ingreso prevalecientes
desde la Colonia se acentuaron durante la fase del mpe (Guillén, 2007). El mpe se
desplegó en forma diferenciada en Latinoamérica. Países del Cono Sur como
Argentina, Uruguay y Chile se incorporaron desde las primeras décadas del s.xix -
a partir del triunfo de los procesos independentistas- a los requerimientos del
capitalismo inglés. Estos países se especializaron en la producción de bienes de
amplia demanda como cueros, carnes y cereales. Por su parte, en países como
México, Brasil y los países centroamericanos, la inserción plena al nuevo orden
3
postcolonial cobró fuerza a partir de la segunda mitad del s. xix, una vez concluida
la Reforma Liberal. Hasta entonces se afianza el desarrollo del rubro del café en
Brasil, base de su economía en esa etapa. En México es entre 1867-1910 cuando
el país se consolida como exportador de: a) productos agrícolas (en los que
sobresale el algodón, el henequén y el café), y b) minerales (cobre) y luego
petróleo (Guillén, 2007). El mpe tornaba muy vulnerables a los países
exportadores de materias primas. Porque el desempeño de la economía dependía
en exceso de exportaciones muy sensibles al nivel de demanda externa; sin dejar
de mencionar que el régimen de acumulación favorecía la concentración de la
riqueza y la masiva transferencia del excedente a los países centrales. El papel de
los países latinoamericanos en la división internacional del trabajo implicaba un
progresivo deterioro de los transacciones comerciales por las continuas
fluctuaciones que afectaban los precios internacionales -ligados a las secuelas de
la primera guerra mundial y posteriormente la gran recesión de los años 30 y la
segunda guerra mundial. Esta situación, propiciadora de crisis recurrentes, con
notables efectos inflacionistas y recesivos, llevó a un cuestionamiento del modelo
por parte del empresariado emergente en el sector industrial, aliados con
movimientos obreros y liderazgos políticos. Estas alianzas tuvieron el mérito de
impulsar después opciones políticas más favorables a un replanteamiento de la
política económica, en aras de fortalecer los mercados internos y la capacidad
industrial de los países latinoamericanos. El mpe entraba en crisis, aunque por
supuesto su declive no significó en modo alguno su desaparición.

 Modelo de Industrialización por Sustitución

4
de Importaciones (misi)

Se define como un conjunto de políticas orientadas a estimular la industrialización


interna por la vía de desalentar las importaciones. Para ese fin, otorga al Estado
amplias facultades de promotor económico y gestor en la reproducción de las
condiciones sociales de la población trabajadora, con énfasis en el área industrial
urbana. Aunque se trata de una opción de política utilizada en otras épocas y
países, como por ejemplo la Unión Soviética e incluso en la etapa del
mercantilismo europeo de los s. xvi y xvii, es la cepal, desde 1948, la que
formaliza, perfecciona e impulsa el misi como un modelo de alcance amplio a
escala latinoamericana. En la región el auge de este enfoque de desarrollo se
puede centrar entre 1950 y 19703 , aunque con un desarrollo muy desigual entre
subregiones y países. Los mayores niveles de industrialización relativa fueron
alcanzados en ese momento por Brasil, México y Argentina, y en un segundo
bloque se podrían ubicar países como Chile, Colombia, Perú y Uruguay, que
intentaron dar pasos estratégicos en esa dirección, aunque con menor alcance
que el primer grupo de países. El modelo surge en contraposición al mpe, como
una crítica a la posición de los países latinoamericanos en la división internacional
del trabajo, que los encasillaba a producir bienes sin valor agregado y luego
importar manufacturas y bienes de capital que deterioraban en forma notable los
términos de intercambio. En torno a esa cuestión, Raúl Prebish enfatizó las
distorsiones en la relación CentroPeriferia. Sus argumentos rechazaban la premisa
del proceso de modernización lineal y convergente planteado por los teóricos de la
modernización. Desde el pensamiento Cepalino, el misi era el camino idóneo para
aumentar la productividad económica, acelerar el crecimiento del pib, absorber
sistemáticamente la mano de obra excedente de las zonas rurales, mejorar la
distribución del ingreso y reorientar el perfil de inserción latinoamericano en la
división internacional del trabajo. Entre los factores contextuales que favorecieron
la emergencia y consolidación del misi destacan: a) las crisis recurrentes a nivel
internacional que afectaron la demanda y los precios de las materias primas, y b)
la alianza de sectores políticos, movimientos sociales y fracciones de burguesía
emergente que coincidían en el desafío de ampliar los mercados internos y la
industrialización nacional. Desde la perspectiva del misi, un país tendría que
comenzar con la sustitución de bienes de escasa intensidad tecnológica y, según
avanzara su progreso técnico, podría ir sustituyendo bienes cada vez más
complejos. Por esta vía los países llegarían en algún momento a la exportación de
bienes con mayor valor agregado, lo que se concebía como una ulterior etapa de
industrialización hacia fuera. Al final, la política de sustitución de exportaciones
coadyuvó a diversificar la canasta de bienes industriales de la región y a atender
con producción interna sus necesidades de bienes de consumo y una parte de las
de bienes intermedios y de capital. Como resultado del misi, la región alcanzó

5
importantes niveles de crecimiento económico que superaron su ritmo histórico.
Pero no se pudo avanzar hacia la exportación consistente de bienes con mayor
complejidad tecnológica. Este esfuerzo industrializador fue muy importante para la
modernización y diversificación de las economías latinoamericanas, aunque tuvo
las limitaciónes de: concentrar su radio de acción en las principales ciudades,
promover masivos flujos de migración campesina y precarios procesos de
urbanización, debilitar las capacidades de producción agropecuaria e iniciar la
tendencia de  informalización  de empleo urbano. En todo caso se destaca que
durante su influencia es cuando se dieron los esfuerzos más importantes por
alcanzar la universalización de ciertas políticas sociales. Al final la región, por
diferentes razones, no pudo siquiera acercarse a los umbrales de los Estados de
Bienestar que prevalecían en Europa, aunque destaca el nivel alcanzado en
países como Uruguay y Costa Rica antes de la arremetida de las políticas
neoliberales. Cuando el proceso de industrialización quiso dar el salto para
producir bienes de mayor complejidad, la capacidad de maniobra y de control de
los países se debilitó, no pudo alterar el perfil de su participación en las cadenas
globales de valor. Al no contar la región con suficiente capital propio ni, por ende,
con suficiente absorción y difusión tecnológica, se tuvo que abrir el paso a las
empresas transnacionales, sobre todo las de ee.uu., las cuales se convirtieron en
las principales fuentes de inversión, controlando las áreas más dinámicas de la
industria, fenómeno al que Cardoso y Faletto (1977) llamaron “internacionalización
del mercado interno”. Los límites y contradicciones del misi fueron evidenciados
por la crítica que varios autores hacían desde la llamada Teoría de la
Dependencia4 , que en síntesis planteaba los siguientes argumentos (Diez, 2012):
a) la imposibilidad de universalizar el desarrollo industrial desde el capitalismo,
debido a los obstáculos deliberados que los centros imponían a las periferias, b) la
necesidad de cambios radicales en el perfil de los vínculos externos, ya que los
centros tendían a subordinar a la periferia a través de las empresas trasnacionales
y del entramado de intereses de los grupos dominantes del centro y grupos
similares en la periferia y, c) la ausencia en la explicación del subdesarrollo
latinoamericano de las causas que estaban detrás de las graves asimetrías
sociales, pues se ignoraba en el análisis la existencia de intereses contrapuestos
entre las clases dominantes y las clases oprimidas5 . La crítica de la teoría de la
dependencia se completaba al señalar que los Estados en Latinoamérica
oscilaban entre Estados corporativos, patrimonialistas y autoritarios, que
conducían la explotación capitalista (Flores, 2012). El misi empezó a mostrar
síntomas de debilidad o de desviación, según se analice. A finales de los años
sesenta se observó un menor dinamismo industrial, luego se sumaron los shocks
externos como el derivado de la crisis mundial de los precios del petróleo y el
exceso de liquidez internacional en el primer lustro de los años setenta. En esa
misma década, varios factores confluyeron para la pérdida de autoridad de las

6
ideas Keinesianas que habían prevalecido desde la (ii postguerra mundial). Como
era de esperarse, este hecho terminó afectando la aplicación del misi en América
Latina. En lugar de aprovechar la crisis para dar un giro de timón y ajustar el
modelo -lo que hubiese implicado: propiciar una mejor redistribución del ingreso,
lograr un mayor encadenamiento y articulación del sistema productivo, así como la
revisión selectiva de los esquemas de protección- los gobiernos de la región
continuaron acentuando las distorsiones, con el agravante de que se recurrió al
endeudamiento como vía preferencial para ajustar los desequilibrios externos y
presupuestarios. La deuda externa dio paso a principios de los ochenta a una
crisis de mayor magnitud al elevarse las tasas internacionales de interés, lo que
volvió prácticamente inviable el pago de una deuda externa que, dicho sea de
paso, no fue debidamente invertida en los países latinoamericanos (Guillén, 2007).
Los factores precedentes fueron mermando el volumen de formación de capital y
de absorción y difusión tecnológica, fenómeno al que se le denominó
“industrialización trunca”. Así se fue debilitando la base social y política que
respaldaba al misi, sin dejar de mencionar el poder creciente de las Empresas
Transnacionales (que, salvo excepciones, habían controlado los sectores más
pujantes del sector industrializado) y que no estaban interesadas en profundizar
los grados de autonomía de la región latinoamericana. Además de los problemas
concretos que enfrentó el misi, es importante recordar que la teoría estructuralista
de la cepal y la propia teoría de la dependencia perdieron alcance explicativo en el
último cuarto del siglo xx, ya que por la reconfiguración del sistema productivo al
influjo de la globalización, la dicotomía centro-periferia no bastaba para dar cuenta
de las relaciones de dominación económica. No es que la globalización haya
traído un desarrollo capitalista horizontal; por el contrario, se han ampliado las
desigualdades. Lo que ha cambiado es que las referencias estatal-nacionales
pierden centralidad y el mundo entero es visto como una plataforma en red para
asignar las funciones de producción según convenga a los intereses del capital,
saltándose hasta donde sea posible las barreras legales y territoriales que impiden
su expansión, incluyendo las que existen en los países centrales. Surge entonces
la categoría de semiperifería para aludir a los territorios que se convierten en las
nuevas “fábricas” mundiales y que, por sus ventajas (incluyendo la disposición de
fuerza de trabajo barata en términos relativos), sustituyen como locus ciertos
ciclos de la producción que dejan de realizarse en los viejos países
industrializados (Martínez, 2010).

 El Modelo Neoliberal (mn)

7
Los aportes teóricos neoliberales adquieren auge académico en los años 70, pero
tendrían que esperar hasta las décadas siguientes para obtener amplio respaldo
político. El mn logró hegemonizar varias regiones del planeta sobre todo a partir
de la disolución del extinto bloque socialista. Ahora bien, fue en Latinoamérica
donde tuvo mayor difusión y consolidación, desplazando los arreglos
institucionales construidos en torno al misi. El neoliberalismo se concentró en la
estabilización macroeconómica y en el ajuste estructural orientado hacia la
liberación de los mercados y la apertura externa. Con la estabilización se buscaba
lograr equilibrios macroeconómicos: una inflación contenida, déficits públicos y
externos reducidos, así como la “pretensión” de una deuda externa sostenible. Su
campo de acción era el de la política macroeconómica: la política monetaria para
represar la inflación, la fiscal para contener el déficit presupuestario y la del tipo de
cambio para intentar ajustar el desequilibrio externo. El ajuste estructural, por su
parte, tuvo lugar en el ámbito microeconómico. Se trataba de reducir las
distorsiones de incentivos introducidos por la intervención estatal o por la ausencia
de mercados competitivos en economías tradicionales: revertir el sesgo anti-
agrícola y anti-exportador, elevar la productividad industrial, privatizar las
empresas públicas, atraer inversión extranjera, mejorar el desempeño de los
mercados y reorientar la estructura productiva conforme a las ventajas
comparativas de los países de la región (Escribano, 2003). Entre los principales
factores que facilitaron la emergencia y posterior consolidación del mn puede
citarse: a) la crisis de la deuda a principios de los años ochenta que marcó en la
región el fin del msi y el tránsito al mn, b) las restricciones internas y externas que
obstaculizaron la acumulación de capital endógeno y mayor control en las cadenas
de valor en la segunda fase del misi, y c) el pacto político entre el gobierno de los
ee.uu., Organismos Financieros Internacionales y las elites latinoamericanas para
adoptar un marco de política comúnmente llamado Consenso de Washington.

Hay que cautelar, en todo caso, que en Latinoamérica pueden identificarse


antecedentes tempranos del modelo durante los primeros años de la dictadura de
Pinochet en Chile, y en la dictadura militar argentina (1976-1983). Estos dos
países sirvieron de fase experimental a las políticas neoliberales que después
serían aplicadas por el gobierno de Reagan en ee.uu. y Margaret Thatcher en el
Reino Unido (Guillén, 2007). En el campo macroeconómico, el mn logró en
general ajustar ciertos indicadores, como la inflación, aunque a un costo social
muy alto. Asimismo, se promovieron múltiples incentivos para atraer inversión
extranjera directa, aunque a costa de: a) reducir de modo drástico la capacidad de
captación de excedente económico por parte de los Estados, y b) fomentar la
destrucción de tejidos productivos de alcance nacional que se vieron desplazados
por las economías de escala de las Empresas Transnacionales. Las estrategias
para corregir el sesgo anti exportador que introdujo el mn no fueron homogéneas

8
en la región. Según el peso de los productos más dinámicos, el tamaño de la
población, la extensión y la ubicación territorial, se observaron dos estrategias
para apuntalar las exportaciones como eje en la producción de excedentes
(apelando al principio clásico de las ventajas comparativas): a) Exportación de
materias primas: minerales e hidrocarburos, principalmente, pero también
productos agrícolas como la soja. Esto es más evidente en los países andinos y
los del Cono Sur (aunque en estos se observó una complementación de ambas
estrategias). b) Manufacturas de escasa intensidad tecnológica: para la
exportación a Estados Unidos y donde la maquila textil ha ocupado un lugar
predominante. Es el caso de Centroamérica, República Dominicana y también de
México (sin perjuicio de que este país también exporta petróleo). De cualquier
forma, ambas estrategias en su conjunto llevaron a procesos de
desindustrialización y de eliminación de cadenas productivas internas7 . Como es
lógico deducir, en muchos sentidos, el mn se parece al mpe, ya que ambos
carecen de motor interno y dependen de la demanda externa. El progreso técnico
concentrado en los sectores exportadores más dinámicos no se vincula al resto
del sistema productivo, anulando la posibilidad de cimentar un núcleo endógeno
de acumulación de capital (Guillén, 2007). Una de las principales promesas del mn
fue que permitiría eliminar la llamada restricción externa, definida como la
insuficiencia de capital y tecnología para el desarrollo de las sociedades
latinoamericanas. El supuesto decía que al cambiar la orientación productiva
“hacia fuera” se superaría el sesgo anti exportador que había dejado el misi, por lo
que a través del comercio exterior se obtendrían las divisas que permitirían
generar motores internos de crecimiento. Esto daría lugar a una base endógena
de acumulación de capital y de financiamiento. En la práctica sucedió justamente
lo opuesto: se profundizó la dependencia respecto de las importaciones. Es así
que el coeficiente de importaciones en la región pasó del 15.9% del pib en 1981 a
22.3% en 2000 (Guillén, 2007). En conjunto las economías latinoamericanas
crecieron menos durante los últimos veinte años del s.xx que lo exhibido en las
décadas anteriores8 . Además, varios países de la región enfrentaron crisis
severas a raíz de la aplicación del mn. Sirvan como ejemplo los episodios de
inestabilidad en México (1994), Brasil (1999) y Argentina (2001). También
conviene señalar que incluso países que mostraron un rápido crecimiento
económico hacia fines de los 80 y los 90 –Chile, Argentina, Costa Rica, Panamá y
Perú–, obtenían magros resultados en reducir la pobreza, al tiempo que se
profundizaban los niveles de desigualdad (Arenas, 2012). La promesa de generar
empleos de calidad también se quedó trunca. La aplicación de las medidas
neoliberales no creó el nivel de empleo que se anunció y más bien amplió la
magnitud de la economía informal. Este fenómeno incidió de manera determinante
en el deterioro de los salarios reales, la concentración de los ingresos y el
aumento de la pobreza. Esto refuerza la tesis de que la acumulación de capital no

9
garantiza el incremento de los salarios reales, debido en buena parte a la
existencia de una vasta oferta de fuerza de trabajo. En ese sentido, la economía
informal no es tan solo el ámbito que confina a quienes no encuentran sitio en la
economía formal, también se convierte en el piso del valor de la fuerza de trabajo.
Como resultado, en Latinoamérica el mn acentuó y volvió más compleja tanto la
heterogeneidad estructural del sistema económico como la estratificación social
(Guillén, 2007). No puede pasarse por alto que los costos sociales del mn fueron
distribuidos de manera injusta entre los diferentes sectores de la sociedad. En la
mayoría de países la apertura financiera y el ingreso masivo de capitales llevaron
a la sobrevaluación de las monedas y a un nuevo ciclo de la deuda externa,
acentuando la vulnerabilidad y fragilidad financiera. Mientras los inversionistas han
obtenido en general beneficios de las reformas puestas en marcha, el aumento del
desempleo, la merma de los servicios sociales y la contracción de los salarios
reales afectaron de manera sustantiva a los grupos más vulnerables (Sierra, 2012;
Guillén, 2007; Papa, 2004). Desde un punto de vista sistémico, podría decirse que
los dos grandes efectos del neoliberalismo han sido el peso sobre dimensionado
de la financierización de la economía y la precarización de las relaciones de
trabajo. Es decir, hegemonía del capital financiero bajo su forma especulativa y,
por otra parte, expropiación de derechos laborales (Sader, 2008)9 . Estos efectos
provocaron condiciones que fueron aumentando un malestar social que se
expresó en todos los países, con diferentes niveles de intensidad y capacidad
reivindicativa. Ya en el primer lustro del s.xxi, las correlaciones de poder en buena
parte de los países latinoamericanos marcaban el paso de proyectos políticos que
rechazaban el núcleo de políticas duras del neoliberalismo.

 El Enfoque Postneoliberal (epn)

10
El espacio postneoliberal se ubica más como una plataforma en construcción,
cohesionada por el interés en revertir los efectos más drásticos de la
desregulación del mercado, la reducción de las funciones estatales y el
debilitamiento de la política social. El postneoliberalismo es una categoría
descriptiva que incluye diferentes grados de rechazo al neoliberalismo, que
supone la posibilidad de distintos proyectos políticos que buscan mejorar las
condiciones de vida de la población, sin llegar a configurar en estricto sentido un
nuevo modelo. Se trata entonces de un enfoque basado en un concepto
polisémico. Posee a priori la ventaja de dejar abiertas múltiples alternativas al
neoliberalismo pero, a contrapelo, prevalece la incertidumbre sobre su peso
cohesionador y su capacidad explicativa. El abanico de posibilidades incluye: a)
alternativas de reforzamiento del capitalismo, b) construcción de vías de salida del
capitalismo a partir de las propias instituciones capitalistas, y c) búsqueda de
modos colectivos de concebir y llevar a la práctica organizaciones sociales no
capitalistas (Ceceña, 2011). Como contrapunto, es importante resaltar que el epn
cuenta con un periodo de observación muy breve. Su apogeo ha sido entre 2005 y
2012, mostrando a partir de este último año un estancamiento debido al desgaste
de los proyectos políticos que lo han abanderado, agravado en mucho por el
impacto de los shocks externos que han disminuido las divisas provenientes de la
exportación de materias primas. Quizás en el futuro el espacio postneoliberal
llegue a verse más como una fase de transición que como un enfoque en sí
mismo, pero hoy es pertinente perfilar su ocurrencia en la región, en tanto factor
de contrapunto a varias prácticas neoliberales que han deteriorado la convivencia
social. Entre los principales factores contextuales que en su momento favorecieron
la emergencia del epn se puede mencionar: a) el desplazamiento relativo, en su
momento, de la prioridad geopolítica de los ee.uu. hacia otras zonas del planeta,
en especial Medio Oriente y Asía Pacífico, b) el aumento de la demanda de
materias primas de las economías emergentes, sobre todo de China, y c) el
desgaste prematuro de los gobiernos de orientación neoliberal que produjeron
altísimos costos sociales, malestar ciudadano y nuevas fuerzas políticas con
capacidad de ganar elecciones. Mientras el neoliberalismo obtuvo una vigencia
casi absoluta en Latinoamérica –sin perjuicio de la variación de intensidad en cada
país–, el epn se ha concentrado en Sudamérica, aunque todavía sin mayores
márgenes de posibilidad en Perú y Colombia.10 Puede decirse que los alcances y
dinámicas del postneoliberalismo varían según: a) características del Estado
preexistente a los gobiernos de izquierda y/o progresistas que han predominado
en el sur del continente, b) perfil económico (dependencia cuasi absoluta en la
exportación de materias primas o una cierta combinación de competitivos sectores
primarios, industriales y de servicios, y c) acumulación de fuerzas de los bloques
políticos que llegaron al poder para revertir el núcleo duro de las políticas
neoliberales. Los factores anteriores sitúan a los países andinos –Venezuela,

11
Bolivia y Ecuador– con proyectos postneoliberales que desde el perfil de
gobiernos con fuerte concentración de poder presidencial han desafiado en mayor
medida el statu quo precedente. Por otra parte, países como Argentina, Brasil,
Uruguay y todavía menos en Chile, muestran aplicaciones del epn más limitadas,
debido en parte a la existencia de una correlación de fuerzas políticas más
equilibrada y por arreglos institucionales previos que se han consolidado en la
esfera de las políticas públicas. En todo caso, cabe hacer notar que las
experiencias observadas del epn no necesariamente revierten a fondo el llamado
Consenso Washington. La lucha se ha centrado en devolver al Estado cierto rol
regulador y de captura puntual de una parte del excedente económico,
acompañado de una re-priorización del gasto público para reducir la desigualdad
así como fortalecer las infraestructuras que permitan el desarrollo económico. En
el campo de las relaciones internacionales, el epn ha intentado apostar hacia una
mayor autonomía regional, de ahí los esfuerzos en reconfigurar las instituciones
regionales. Se han visto intentos para redefinir o transcender los vínculos
meramente comerciales, así como para la adaptación a un contexto signado por la
crisis global y el desplazamiento del dinamismo económico hacia la zona Asia-
Pacífico (Arenas, 2012). Si bien las tasas de desempleo y de pobreza mostraron
una tendencia a la baja durante el periodo de apogeo del epn, la brecha de la
desigualdad se mantiene casi intacta (Gráficos 1 y 2). Latinoamérica continúa
siendo, junto al África Subsahariana, una de las dos regiones con mayor inequidad
en la distribución de la riqueza, en un mundo ya de por sí muy desigual (Gráfico
3). Reducir las brechas de inequidad es una tarea que requiere una comprensión
global sobre cómo opera la acumulación de riqueza en el sistema capitalista. Tal
como lo explica Piketty (2014), desde los años ochenta el sistema económico
dominante recobró su inercia y fundamento: maximizar las ganancias del capital y
reducir la participación de los salarios en el conjunto de la riqueza. Este fenómeno
de orden global repercute por consiguiente en la región latinoamericana y, como
puede deducirse, las inversiones intensivas en capital, la especulación financiera,
la baja tributación sobre el capital, la flexibilidad laboral el empleo precario y el
desempleo no son meras externalidades, son consecuencias de una intención
deliberada de aumentar la concentración del capital.

Una de las principales críticas a las políticas del epn es la insistencia en el patrón
de acumulación primarioexportador-extractivista, financiado sobre todo por capital
transnacional. Como lo señala Stolowics (2011; pp. 12-13), este patrón está
basado en “vastos monocultivos transgénicos; en minería (sobre todo a cielo
abierto); en la explotación de energéticos como petróleo, gas, hidroelectricidad; en
la expropiación de biodiversidad; y en la construcción de un sistema multimodal de
transporte y comunicación para abaratar su extracción. Actividades, todas, que
exigen el control del territorio, con el despojo a pueblos, campesinos, pequeños

12
propietarios y comunidades indígenas.” Queda en evidencia que los gobiernos
llamados progresistas y que defienden los proyectos de corte postneoliberal
siguen, pese a los discursos en contrario, procurando el crecimiento económico a
partir de la exportación de recursos naturales y la atracción de inversiones
extranjeras, apoyando la ampliación del consumo popular y aplicando medidas
compensatorias dirigidas a los sectores más pobres. Son gobiernos que han
redefinido algunos criterios en la relación con el capital, lo que representa un logro
notable, y en la mayoría de los casos han logrado capturar una porción
significativa del excedente de algunos rubros extractivistas. Sin embargo muestran
serias limitaciones para avanzar hacia la diversificación productiva y para alterar el
papel de la región en la división internacional del trabajo (Gudynas, 2015). De
hecho, Latinoamérica -con matices según la subregión o países específicos- sigue
dependiendo en buena manera de productos de bajo valor agregado para
sostener su oferta exportadora (Gráfico 4). En general los paises
Latinoamercianos fueron capaces de sacar ventaja durante la época de altos
precios de las materias primas y de crisis en las naciones industrializadas; esto les
permitió mayor margen de maniobra y crecer económicamente, pero no parecen
tan preparados para afrontar el declive de los precios de los bienes que exportan
(Gráfico 5). He ahí el riesgo que enfrentan mientras las élites afectadas por la
nueva correlación de fuerzas al interior de cada país aprovechan la oportunidad
para resurgir como opción ante el electorado. Los proyectos postneoliberales se
enfrentan a la amenaza de no poder sostener el aumento de la inversión y del
gasto social, con lo que aumenta a su vez la presión por avanzar en la frontera
extractiva, aunque esto suponga mayor destrucción de los ecosistemas11,
despojo territorial y conflictos socio-ambientales. También esta coyuntura es una
valiosa oportunidad para situar este momento como un período de transición hacia
un horizonte de transformación que dé cabida a las distintas dimensiones de las
necesidades humanas y a los requerimientos del entorno natural del que se forma
parte.

13
Conclusiones

Las políticas raciales y discriminativas a las que ha sido sometida la mayoría de


los países latino americano nos posicionan como países tercermundistas.

Se han enriquecido con nuestra mano de obra y nuestros recursos naturales.

14

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