Ley Potencial Ley de Kleyber vs1 Recopilaciones

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Ley potencial

Un ejemplo gráfico de ley potencial, usado para demostrar el ranking de popularidad. A la derecha se encuentra
la larga cola (muchos elementos individualmente poco populares),
y a la izquierda los pocos elementos que son más populares.
También se la puede utilizar en la discrepancia estereoscópica.

Una ley potencial o ley de potencias es un tipo especial de


relación matemática entre dos magnitudes M y m del tipo:
M = C.m p . Donde C es un número real y p otro número real
denominado exponente.

Estas dos cantidades pueden ser, o bien dos variables diferentes (por ejemplo, el metabolismo basal de una
especie y su masa corporal -de acuerdo a la llamada ley de Kleiber-, o el número de ciudades que produce un
determinado número de patentes), o bien una variable y su propia frecuencia. En estos últimos casos,
denominados leyes potenciales de rango-frecuencia, las frecuencias son proporcionales al valor de la variable
elevado a un exponente constante; por ejemplo, un terremoto de doble intensidad es cuatro veces más
improbable. Las leyes potenciales se encuentran tanto en la naturaleza como en ámbitos artificiales, y son
un campo de estudio activo por la comunidad científica.

Es una relación funcional entre dos cantidades, donde un cambio relativo en una cantidad resulta en un cambio
relativo proporcional en la otra cantidad, independientemente del tamaño inicial de estas cantidades.

Una relación en forma de ley potencial entre dos escalares x e y es aquella que puede expresarse como sigue:

y = a.x k

donde a (la constante de proporcionalidad) y k (el exponente de la potencia) son constantes. La ley potencial
puede interpretarse como una línea recta en un gráfico doble-logarítmico, ya que la ecuación anterior se puede
expresar de la forma:

log(y ) = k.log(x ) + log(a ) que es la ecuación de una línea recta: w = k .u + c donde se han realizado los
cambios oportunos de las variables.

Propiedades de leyes potenciales


Invariancia de escala

El principal interés de las leyes potenciales radica en su invariancia de escala. La función f (x ) = a.x k (donde

“a” y ”k” son constantes), satisface la relación:

para toda constante ”c”. Esto es, al multiplicar el argumento “x” por “c” únicamente estamos multiplicando la
ley potencial original por la constante ” ck “ . En este sentido, se dice que la función “ f(x)” es invariante de
escala. Esta propiedad hace que una ley potencial quede determinada por su exponente, formando las funciones
con el mismo exponente una clase de equivalencia. La invariancia de escala de la ley de potencias permite
realizar estadísticas sobre las diferentes escalas de observación, para estimar el exponente.

Carencia de media bien definida

Las leyes potenciales solo tienen una media bien definida para exponentes menores que (-2). De igual modo,
solo tienen una varianza finita cuando el exponente es menor que (-3). Esto hace que sea técnicamente
incorrecto aplicar las estadísticas tradicionales basadas en la varianza y desviación estándar (como el análisis de
regresión), siendo más adecuadas otras herramientas como el análisis costo-eficiencia. Por ejemplo, asumiendo
que en una determinada región la emisión contaminante de automóviles se distribuye según una ley potencial
(muy pocos automóviles contribuyen a la gran mayoría de la contaminación), sería suficiente eliminar una
pequeña proporción de automóviles (los más contaminantes) para reducir sustancialmente la contaminación
total.

¿Comen menos los que pesan más?

Los animales grandes utilizan la energía de manera más eficiente que los pequeños; por ejemplo, un
elefante es aproximadamente 200,000 veces más grande que un ratón, pero sólo necesita aproximadamente
10,000 veces más energía que el roedor en forma de calorías consumidas. Al parecer, cuanto más grande es
un animal, necesita menos energía por gramos de tejido para mantenerse con vida. Esto es un hecho bien
establecido en biología. En 1932, el fisiólogo suizo afincado
en California Max Kleiber (1893-1976) mostró que la tasa en
que un organismo produce energía para vivir a partir de las
calorías consumidas (tasa metabólica) es proporcional a la
masa de su cuerpo elevada a la potencia ¾. Hoy se sabe que
esta relación es cierta desde las bacterias hasta la ballenas
azules (más de 20 ordenes de magnitud en masa).

Esta ley, que podemos escribir como Y=Y0 Mb, es una ley
alométrica. La alometría estudia las relaciones entre el tamaño
del cuerpo con su forma, su anatomía, su fisiología y su
comportamiento último. En el caso de la tasa metabólica el
exponente de la ley es ¾, pero en biología hay decenas de leyes alométricas con diferentes exponentes. El
origen de esta ley todavía hoy no está claro, hay diferentes teorías que conviven en apasionada controversia. No
se acaba de entender que el denominador del exponente sea 4 y no 3, ya que nuestros cuerpos son
tridimensionales y resultaría más natural que la tasa metabólica se comportará creciendo con la masa elevada a
2/3, ya éste es el exponente con el que varia el área de la superficie de nuestros cuerpos, que es básicamente por
donde se pierde el calor metabólico, con el volumen del cuerpo, que determina cuánto calor metabólico puede
producir el organismo.

En 1997, un equipo multidisciplinar formado por el ecólogo de la Universidad de Arizona Brian Enquist, el
biólogo James Brown de la Universidad de Nuevo México y el físico teórico Geoffrey West de Los Álamos
National Laboratory propusieron un modelo que explicaba el exponente ¾ de la ley de Kleiber, basado en
cómo se distribuyen los nutrientes y otros recursos necesarios para la vida en los organismos.

La relación de Kleiber muestra que la tasa metabólica (en watios o en kcal/h) crece con la potencia ¾ de la
masa corporal (en kg).

Estos autores introdujeron un modelo que, por un lado


maximizara la eficiencia interna del transporte de los
nutrientes y, por otro, maximizara la capacidad
metabólica, incrementando el área por donde estas
sustancias son intercambiadas. Básicamente estudiaron las
relaciones de escala en las redes biológicas de distribución
de recursos en los seres vivos: los vasos sanguíneos y los
sistemas respiratorios en los mamíferos, el xilema que
transporta agua, sales minerales y otros nutrientes en las
plantas vasculares o los tubos traqueales que transportan
oxígeno a los tejidos de un insecto. La hipótesis de partida es
que la evolución determinada por la selección natural actúa
cumpliendo los requisitos de su modelo, maximizando el
área a través de la cual, los seres vivos pueden absorber y
liberar recursos y reduciendo al mínimo el tiempo y la
energía necesaria para el transporte de los nutrientes y otros
recursos a través del organismo. A la izquierda podemos ver
la fluorescencia de una hoja de limonero, donde se aprecia la estructura fractal del sistema vascular.

Además el modelo asume que el tamaño de las unidades terminales, como por ejemplo los capilares en el
sistema circulatorio, es constante e independiente del tamaño del cuerpo. Las redes biológicas que cumplen
estos criterios han de tener estructura fractal. Este modelo permitió a West, Brown y Enquist explicar la ley
de Kleiber, aunque conviene hacer notar que la comunidad científica está claramente dividida y otros autores
defienden modelos alternativos.

Ley de Kleiber
El botánico y fisiólogo suizo Max Kleiber (Zurich, 1893 - California, 1976) se preguntó, trabajando en 1932 en
la Universidad de California en Davis, por qué los animales y las plantas de mayor tamaño tienen vidas más
largas que los más pequeños, al tiempo que consumen, proporcionalmente, menores cantidades de alimentos.

Un elefante, por ejemplo, tiene una masa 200 000 veces mayor que la de un ratón y, sin embargo, solo necesita
alrededor de 10 000 veces más energía que el ratón. Esto lleva a pensar que cuánto más grande es un animal
menos energía por gramo de tejido necesita para mantener su homeostasis. Como Kleiber se había
especializado en nutrición y energía, estableció que la tasa en que un organismo produce energía para vivir a
partir de las calorías consumidas (la tasa metabólica) es proporcional a la masa de su cuerpo elevada a la
potencia ¾, lo que llevaría a una disminución exponencial progresiva. Kleiber definió alométricamente esta ley
con la fórmula Y = Y0 x Mb, que encontró su mejor utilización, años después, en la traspolación de dosis
medicamentosas de experimentos en ratones a seres humanos. Los estudios posteriores han demostrado que, en
general, esta relación se cumple desde los hongos y bacterias hasta las sequoias y ballenas azules. Pero también,
muy pronto comenzaron a aparecer críticas acerca del concepto de eficiencia, precisamente en relación con la
duración de la vida. Se comprobó que la masa total de los organismos aumenta más que lo que disminuye su
capacidad metabólica con el correr del tiempo. Esto explicaría por qué el peso de un ser humano normal tiende
a aumentar con el correr de los años, aun después de terminado el proceso de crecimiento. Eso nos llevaría a
postular que los seres vivos serían cada vez más eficientes para generar estructura con la cada vez más exigua
energía que disipan por unidad de masa, postulado que se conoce como principio de Margalef. Se entiende que
esta brevísima exposición solo debe verse como un simple acercamiento a un problema extraordinariamente
complejo y en proceso de estudio por diversos investigadores, no solo médicos, en todo el mundo.

La ley de Kleiber, las matemáticas detrás del diseño


de la vida
 ¿Por qué el corazón de un ratón late alrededor del mismo número de veces en su
vida que el de un elefante, aunque el roedor vive cerca de un año y el paquidermo
ve llegar e irse 70 inviernos?
 ¿Por qué las plantas y animales pequeños maduran más rápido que los grandes?
 ¿Por qué ha elegido la naturaleza formas radicalmente diferentes como la belleza
desgarbada de un árbol o la simetría de un tigre?»

Estas preguntas han intrigado a los científicos desde la antigüedad y ahora un equipo
interdisciplinario de investigadores de la Universidad de Maryland (EE.UU.) y la de Padua
(Italia) propone una respuesta a la reflexión sobre las formas geométricas de la vida basada en
una famosa fórmula matemática que ha sido aceptada como verdadera durante generaciones, pero que nunca ha
sido completamente entendida. En un artículo publicado en la revista las Actas de la Academia Nacional de
Ciencias (PNAS), el equipo ofrece un replanteamiento de la fórmula conocida como Ley de Kleiber: el
metabolismo es igual a la masa elevada a la potencia de tres cuartos. El equipo sugiere que plantas y animales
evolucionaron en paralelo en formas muy diferentes, como fórmulas idóneas de resolver el problema de cómo
utilizar la energía de manera eficiente.
La ley de Kleiber se llama así por el biólogo suizo Max Kleiber, quien la formuló en la década de 1930. Este
principio generalmente aceptado en la biología, aunque también hay detractores que ponen de relieve sus
excepciones, muestra que a medida que los seres vivos se hacen más grandes, su metabolismo y su esperanza de
vida se incrementa en tasas predecibles. Se utiliza, entre otras muchas cosas, para calcular la dosis humana
correcta de un medicamento probado en ratones.

En este nuevo trabajo, los investigadores proponen que las formas de plantas y animales evolucionaron en
respuesta a los mismos principios matemáticos y físicos. «Las geometrías de plantas y animales han
evolucionado más o menos en paralelo», dice el botánico Todd Cooke, de la Universidad de Maryland. «Las
primeras plantas y los animales tenían cuerpos simples y bastante diferentes, pero la selección natural ha
actuado en los dos grupos de forma que las geometrías de los árboles y los animales modernos muestran,
sorprendentemente, eficiencias energéticas equivalentes. Ambos son igualmente aptos . Y eso es lo que Kleiber
de Ley nos muestra».

Los investigadores ponen como ejemplo un árbol y un tigre.

En términos evolutivos, el árbol tiene la tarea más fácil: convertir la luz solar en energía y moverse dentro de un
cuerpo más o menos estable. Para hacer esta tarea lo más eficiente posible, el árbol dispone de una forma de
ramificación con muchas superficies, sus hojas. «El área de superficie del árbol y el volumen de espacio que
ocupa son casi los mismos -subraya el físico Jayanth Banavarr, decano de la Facultad de Informática,
Matemáticas y Ciencias Naturales de la Universidad de Maryland-. Los nutrientes del árbol fluyen a una
velocidad constante, independientemente de su tamaño». Con estas variables, el equipo calculó la relación entre
la masa de las diferentes especies de árboles y sus metabolismos y encontró que la relación se ajustaba a la Ley
de Kleiber.

El caso del tigre es distinto. Para nutrir su masa, un animal necesita combustible. La quema de combustible
genera calor. El animal tiene que encontrar una manera de deshacerse del exceso de calor corporal. La manera
obvia es enfriando su superficie. Pero debido a que la superficie del tigre es proporcionalmente menor que su
masa, la superficie no está a la altura. La piel de la criatura tendría un calor ardiente y su pelaje podría estallar
en llamas.

A medida que los animales se hacen más grandes en tamaño, su metabolismo debe aumentar a un ritmo más
lento que su volumen, o no serían capaces de deshacerse del exceso de calor. Si la superficie fuera lo único que
importara, el metabolismo de un animal aumentaría cuando su tamaño aumenta, a razón de su masa a la
potencia de dos tercios. Pero la ley de Kleiber dice que la tasa real es la masa a la potencia de tres cuartos.

Los investigadores encuentran evidente que hay un factor que falta, y los científicos han estudiado
minuciosamente los datos, en un intento de averiguar lo que es. Algunos han propuesto que la parte faltante de
la ecuación tiene que ver con el espacio ocupado por los órganos internos. Otros se han centrado en el fractal, o
ramificación , forma que es común a las ramas del árbol y los vasos sanguíneos de los animales, pero añaden en
las nuevas hipótesis el volumen de los líquidos contenidos en esas redes fractales.

Un corazón en marcha

Los investigadores de UMD y la Universidad de Padua sostienen que una variable crucial ha sido pasada por
alto: la velocidad a la cual los nutrientes son llevados por todo el cuerpo de los animales y se eliminan por el
calor. Así que los miembros del equipo calcularon la velocidad a la que el corazón de los animales bombea
sangre y encontraron que la velocidad del flujo sanguíneo era igual a la masa de los animales a la potencia de
una doceava parte.

«La información estaba allí todo el tiempo, pero su importancia se pasó por alto -apunta el hidrólogo Andrea
Rinaldo, de la Universidad italiana de Padua y la Escuela Politécnica Federal de Suiza-. Los animales necesitan
para ajustar el flujo de nutrientes y el calor a sus cambios de masa para mantener la mayor eficiencia energética
posible. Es por eso que los animales necesitan un surtidor, el corazón, y los árboles no». Al incluir esa
información en su ecuación, los expertos encontraron que habían alcanzado una explicación completa de la ley
de Kleiber.
La relación entre la tasa metabólica y la masa
corporal no es una ley de potencias en mamíferos

Los elefantes son 200 000 veces más grandes en masa que los ratones pero requieren sólo 15 000 veces más
energía diaria. Kolokotrones et al. han mostrado que no hay una ley de potencias que relacione la tasa
metabólica y la masa corporal en mamíferos. (C) Nature.

Si dedicas 5 minutos a leer este blog, gastarás unos 350 J/kg, julios de energía por kilogramo de masa corporal.
Un ratón consumiría 3000 J/kg en el mismo tiempo y un elefante africano de 4 toneladas sólo 200 J/kg. Los
animales más grandes consumen menos energía y requieren, proporcionalmente, menos alimento. Todo el
mundo lo sabe. Pero, ¿cuál es la relación matemática exacta entre tasa metabólica y masa corporal? Desde hace
casi 200 años se ha estudiado teórica y empíricamente esta relación y la propuesta estándar es una ley de
potencias. Kolokotrones et al. publican en Nature un nuevo análisis que muestra que para los mamíferos una ley
de potencias no es adecuada (el exponente no es constante, crece con el tamaño). Además, proponen
modificaciones en la teoría de la red fracal de distribución de nutrientes que se utiliza para entender el por qué
la tasa metabólica no varía en proporción directa con la masa corporal. Nos lo cuenta Craig R. White,
“Physiology: There is no single ” News and Views, Nature 464: 691-693, 1 April 2010, haciéndose eco del
artículo técnico de Tom Kolokotrones, Van Savage, Eric J. Deeds, Walter Fontana, “Curvature in metabolic
scaling,” Nature 464: 753-756, 1 April 2010.

La relación entre tasa metabólica y masa corporal fue estudiada por primera vez en los 1830 por Sarrus y
Rameaux, en una serie de conferencias en la Academia Real de Medicina de París. Como el calor corporal
producido por el metabolismo debe ser disipado al medio ambiente a través de la piel, la tasa metabólica debe
ser proporcional a la superficie corporal y no al volumen (o masa corporal). Rubner lo demostró empíricamente
en 1883 utilizando perros. En 1916, el Premio Nobel de Medicina August Krogh propuso el uso de una ley de
potencias para describir la relación entre tasa metabólica (T) y masa corporal (m), es decir, T=A mp. Para
animales de sangre caliente, como pájaros y mamíferos, Rubner sugirió que la potencia p es próxima a 2/3, pero
que para animales de sangre fría es cercana a 1. Sin embargo, en 1932 Kleiber, e independientemente Brody y
Proctor, encontraron empíricamente un exponente p cercano a 3/4, que se llama ley de Kleiber. Hemmingsen en
1960 descubrió que esta ley es válida tanto para animales de sangre caliente como fría. Sin embargo, en los
últimos años se han publicado varios estudios que contradicen la universalidad de la ley de Kleiber. La
explicación actual de esta ley es la teoría de la red de distribución fractal, que predice que el exponente
suponiendo que la red que suministra nutrientes en el cuerpo tiene una geometría fractal.
Kolokotrones et al. aportan dos contribuciones importantes. Primero, demuestran empíricamente que la ley de
Kleiber no es aplicable a mamíferos. Esencialmente, el valor del exponente p crece con el tamaño corporal: la
tasa metabólica crece más rápido con la masa corporal en mamíferos grandes que en los pequeños. Este
resultado confirma definitivamente la evidencia reportada por múltiples estudios en mamíferos en los últimos 3
años. Segundo, introducen modificaciones en las hipótesis en la teoría de la red de distribución fractal que
justifican la variación del exponente p que han encontrado en mamíferos.

Rev. argent. endocrinol. metab. vol.48 no.3 Ciudad Autónoma de Buenos Aires jul./set. 2011

El peso metabólicamente activo: entre la ley de Kleiber y la


segunda ley de la termodinámica
Sánchez S.1, Barragán J.1

RESUMEN

Al plantear que los seres vivos utilizan la energía que disipan para generar su propia estructura, el Principio de Margalef
relaciona la capacidad metabólica con la generación de masa corporal. El estudio de la Tasa Metabólica Basal (TMB) y
el peso corporal, pueden ayudar a observar la relación propuesta. La capacidad de disipar energía contribuye a generar
una creciente estructura, a la vez que declina con el tiempo. En ese marco, la precisión del concepto de peso
metabólicamente activo es fundamental. La dinámica de la relación entre estas dos variables, puede colaborar en la
comprensión de ciertos aspectos fundamentales de los seres vivos. Y la adecuada definición del peso metabólicamente
activo puede influir sobre aspectos clínicos de esta relación.

Palabras clave: Masa corporal; Metabolismo basal; Ley de Kleiber; Segunda ley de la termodinámica

INTRODUCCIÓN

El Principio de Margalef(1,2): "los seres vivos son sistemas físicos integrados por un sistema disipativo
asociado a uno autoorganizativo que recupera la energía disipada, como información", resume y
proyecta más allá de la biología(3) la obra de quien fue el último gran naturalista contemporáneo.
En el curso de sus investigaciones, Margalef estudió en diferentes ecosistemas (4,5) el destino que los
seres vivos dan a la energía que disipan(6,7): los seres vivos utilizan la energía que disipan, en
generar y mantener su propia estructura.
Ello implica el concepto de "autopoiesis"(8): lo que constituye a los seres vivos como tales, son las
particulares relaciones de producción que se generan entre sus componentes, y no las propiedades
de sus componentes en sí. Los seres vivos producen su propia estructura, con la energía que
disipan.
Margalef estudió con precisión las diferentes tasas de renovación de ambos sistemas (disipativo y
autoorganizativo)(4). Verificar el Principio de Margalef en humanos, y describir de manera adecuada
los parámetros que intervienen en el mismo, puede ser de interés(1).
Tan solo con la finalidad de acotar el estudio, es que se ha realizado el presente estudio solo con
datos procedentes de mujeres sanas de diferentes edades. Para una descripción adecuada de los
parámetros que intervienen, se deben considerar que el porcentaje de agua decae con el curso de la
vida(9,10). Y teniendo en cuenta que el agua es un residuo de la actividad metabólica, parece claro
que la actividad metabólica decrece con el avance de la edad (11,12).
El peso seco (libre de agua) deviene entonces, en masa metabólicamente activa, capaz de disipar
energía. El nombre de Peso Seco (PS), o masa real, permite diferenciarlo de la masa aparente, total,
o peso vivo (PV), que incluye el porcentaje de agua presente en el organismo. Sin embargo, la masa
metabólicamente activa también puede definirse como Peso Vivo Metabólico (PVM), en términos de
peso vivo elevado al exponente de Kleiber (0.75). Este concepto, es el más utilizado, incluso en
estudios sobre obesidad. Pero consideramos importante contrastarlo con el concepto de peso seco
(PS), o masa real.
Cuando en el curso del presente se hace referencia a la capacidad disipativa, ello implica la
capacidad metabólica. Del mismo modo que, cuando se hace referencia a la capacidad de generar
estructura, se hace alusión a la generación de masa corporal. De ésto resulta que, tablas que
consideren la evolución del peso y la tasa metabólica basal (TMB), lucen aptas para evaluar la
relación entre estas variables(13).
Queda por considerar que siguiendo a Margalef, el término "estructura" se refiere a las proteínas(1). Y
como la información se expresa en la generación de estructura, es claro que las proteínas son
estructurales porque son el resultado de la expresión de la "información" genética, y la "función" que
la codifica(14).
Los objetivos del presente estudio son:

• Describir la evolución del PS y el PVM, durante el curso de la vida.


• Observar la evolución de la TMB, por kg de PS, y por kg de PVM, a diferentes edades.
• Comparar la relación entre el PVM y la TMB/kg de PVM, con la relación entre el PS y la TMB/
kg de PS, a lo largo de la vida.

MATERIALES Y MÉTODOS

Se procederá al análisis de datos promedio de tablas de peso y tasa metabólica basal, para
diferentes grupos de edad en mujeres sanas. Tabla 1. Para verificar la relación entre masa y TMB,
se aplicará el test de Pearson.

TABLA 1. Se aprecia el curso del peso total expresado en Kg, y la TMB expresada en Kcal/día. Ambas columnas
verifican incremento con la edad

Una primera vista a los datos muestra que la TMB/día se incrementa con la edad, lo que podría
generar la falsa impresión de que la capacidad disipativa aumenta con el correr del tiempo. Pero
como ningún sistema físico escapa a la segunda ley de la termodinámica, la eficiencia para disipar
energía solo puede decaer.
Un rápido vistazo a los datos sobre el peso de la masa corporal a diferentes edades, evidencia que
éste ha ido en aumento. Si la TMB ha aumentado con la edad, es solo porque con la edad, también
se incrementó la masa corporal. Se impone entonces calcular la TMB por unidad de masa (TMB/kg
de PV), y verificar su reducción en la medida que aumenta la edad. Tabla 2. Sin embargo, aún
calculada por kg de P V, la TMB aumenta en los primeros 3 años de vida. Luego se presenta una
caída de la misma, que persiste a lo largo del resto de la vida. ¿Cómo explicar el transitorio aumento
de la TMB/ kg de peso, durante los primeros tres años de vida?
TABLA 2. La TMB/Kg (última columna) muestra incremento hasta los 3 años de vida, apreciable en las tres primeras
filas de la tabla (las primeras tres categorías). Luego declina

Para no tener la falsa impresión de que en algún momento se transgrede la segunda ley de la
termodinámica, se debe reparar en la constitución del organismo a diferentes edades. En particular,
se debe tener en cuenta el porcentaje de agua. Una vez generada la columna con los datos acerca
del porcentaje de agua a diferentes edades, se aprecia que el mismo decae a lo largo de la vida.
Pero no lo hace de manera constante: aproximadamente el 10 % del agua corporal se pierde en el
curso de los primeros 3 años de vida. Luego debe transcurrir lo que le quede de vida hasta la
ancianidad, para perder el 10 % restante. Tabla 3.

TABLA 3. La 5ª columna, muestra el curso del porcentaje de agua del organismo a lo largo de la vida. El principal
residuo de la actividad metabólica (el agua), disminuye en forma continua con el aumento de la edad

La composición corporal, cambia dramáticamente durante los 3 primeros años de vida.


Veamos: si un organismo de 6 kg de PV total, cuyo porcentaje de agua es 76 %, presenta un
TMB/día de 320 Kcal, debemos tener en cuenta que de los 6 kg de PV total, solo el 24 % es peso
seco. Esto significa que la masa metabólicamente activa, la que genera las 320 Kcal del TMB, es 1,4
kg. El resto de los 6 kg es agua, que es el resultado de la actividad metabólica, pero no la causa de
la misma. Así las cosas, tenemos que si 1,4 kg disipan 320 Kcal/día, entonces el TMB/kg seco es
228 Kcal. Tabla 4.
TABLA 4. La 4ª y 7ª columnas muestran la evolución del PS y la TMB/kg de PS. Es claro que mientras el PS aumenta, la
TMB/kg de PS decae

Haciendo tal consideración, nada luce extraño ni causa falsas impresiones. La TMB/kg seco
declinará inexorablemente a lo largo de la vida. La capacidad disipativa por unidad de masa real,
disminuye con el aumento de la edad.
Si consideramos el PVM, la tabla generada muestra la misma inconsistencia con la segunda ley de
la termodinámica observada en la relación TMB/kg de P V. Tabla 5. La capacidad para disipar
energía parece incrementarse en el sistema durante los primeros tres años de vida, si se la estima
como TMB/kg de PVM. Se trata de una severa inconsistencia con la segunda ley de la
termodinámica.

TABLA 5. La evolución de la TMB/kg de PVM es inconsistente con la segunda ley de la termodinámica, ya que la
capacidad disipativa aumenta, y ello no es atribuible al aumento de la masa, pues el cálculo se realiza por unidad de
masa (kg de PVM)

Las consideraciones sobre la evolución de la masa corporal, son menos complejas: tanto el P V,
como el PS y el PVM se incrementan a lo largo de la vida.

RESULTADOS

Si tomamos las columnas de evolución de PS y PVM, así como las de TMB/kg de PS y TMB/kg de
PVM, se pueden generar con facilidad los gráficos que permiten su adecuada descripción.
La evolución de la disipación de energía para las diferentes categorías puede graficarse como se
observa en las figuras 1 y 2, mientras que la evolución de la generación de estructura, puede
observarse en el gráfico de las figuras 3 y 4.
Figura 1. El gráfico permite observar la continua declinación que sufre el sistema disipativo. La TMB/kg seco disminuye
durante toda la vida. No ocurre lo mismo si se considera la TMB/kg, o la TMB/PVM.

Figura 2. La disipación de energía en términos de TMB/kg de PVM muestra un extraño comportamiento, ya que la
disipación aumenta al principio, y luego decae. Al no tratarse de masa total (PV), sino de una unidad de masa, entra en
contradicción con la segunda ley de la termodinámica. La disipación debe declinar. Si no lo hace, es porque el PVM no
considera adecuadamente la variación del porcentaje de agua organismo.

Figura 3. La evolución del PS por categoría de edad, evidencia un incremento continuo, que solo se detiene en la etapa
senil.
Figura 4. La evolución del PVM por categoría de edad, también evidencia un aumento continuo, que solo se detiene al
envejecer.

La verificación de la correlación entre PS y TMB/kg de PS, así como la correlación entre PVM y
TMB/kg de PVM, se evaluó con el test de Pear-son, con un resultado de r= - 0,77 para la relación
entre PVM y TMB, y un r= - 0.98 para la relación entre PS y TMB/kg de PS. La correlación entre PS
y TMB/ kg de PS es significativamente mayor que la correlación entre PVM y TMB/ kg de PVM,
como se puede apreciar en los gráficos de escala doble logarítmica de las figuras 5 y 6.

Figura 5. La relación entre la evolución de la masa corporal y el metabolismo basal expresada como relación entre PS y
TMB/kg de PS, muestra un alto grado de correlación.

Figura 6. La relación entre la evolución de la masa corporal y el metabolismo basal expresada como relación entre PVM
y TMB/kg de PVM, muestra un grado de correlación significativamente menor.

DISCUSIÓN
A la luz de los resultados del presente estudio, puede apreciarse que cuando menor es la masa del
sistema, mayor es su capacidad disipativa(15,16). Sin embargo, su masa irá en progresivo aumento
con la edad; y a su vez, la capacidad disipativa declinará(17,18).
Aunque la capacidad para disipar energía declina siempre (ver TMB/kg de PS), en algún momento
de nuestras vidas somos capaces de generar cada vez más estructura (19,20), aún con nuestro
sistema disipativo en "caída libre". Si al envejecer, nuestra capacidad para mantener la estructura
también declina(21,22), es difícil suponer que ello se deba a la decreciente evolución del sistema
disipativo, ya que con el mismo en franca declinación, en algún momento fuimos capaces de generar
una creciente organización.
Expresar la TMB en términos de TMB/PV total, o de TMB/kg de P V, o bien como TMB/kg de PS, o
TMB/kg de PVM, es igualmente válido desde el punto de vista de la relación entre TMB y masa
corporal. Sea cual sea la expresión utilizada, en todas se aprecia que la energía disipada se utiliza
en generar la propia estructura.
Pero no todas las expresiones son válidas desde el punto de vista de la segunda ley de la
termodinámica. Solo la TMB/kg de PS es consistente con ella, y luce por lo tanto, como la expresión
más adecuada. El mayor grado de correlación entre el PS y la TMB/kg de PS (respecto de la
correlación entre PVM y TMB/kg de PVM) podría significar una mayor comprensión de las variables
y sus relaciones, permitiendo una descripción más precisa de las mismas.

CONCLUSIÓN

La observación de la TMB/kg seco, muestra una declinación continua durante toda la vida. Se trata
de un hecho esperable en el marco de la segunda ley de la termodinámica, ya que la capacidad para
disipar energía no puede hacer más que declinar en cualquier sistema físico. Sin embargo, sería
apresurado pretender que un fenómeno como el envejecimiento encuentre sus razones en tal
declinación. Es apresurado porque la descripción de la evolución de la masa (tanto real como
aparente), evidencia un curso creciente a lo largo de la vida. Ello implica que el sistema
autoorganizativo es capaz de generar organización creciente, aún en plena declinación del sistema
disipativo.
Es claro que existe una fuerte correlación entre la evolución del sistema disipativo, y la del sistema
autoorganizativo, lo que confirma una vez más la validez del Principio de Margalef en diferentes
sistemas físicos biológicos.
En cuanto a la forma de expresar la relación entre la TMB y la masa corporal, el PS y la TMB/ kg de
PS se revela como la más adecuada, ya que presenta el más alto grado de correlación. Además,
como ya se dijo, resulta la única consistente con la segunda ley de la termodinámica.

BIBLIOGRAFÍA

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Una explicación termodinámica para la ley de Kleiber generalizada


La ley de Kleiber (1932) afirma que el metabolismo basal (B) en mamíferos sigue una ley de potencia con su
masa (M) de exponente 3/4, es decir, B = c.M3/4. En muchos organismos, como aves e insectos, la ley falla y
se requiere un exponente entre 2/3 y 1. Fernando J. Ballesteros (Univ. València, España) y varios colegas
generalizan en Scientific Reports esta ley mediante una suma de dos leyes de potencia, B = a M + b M2/3. Su
idea es interpolar la disipación calórica pasiva, el término alométrico B = b M2/3, y el gasto energético mínimo
por célula, el término isométrico B = a M. La ventaja de la nueva ley generalizada es que da cuenta de la
curvatura observada en ciertos estudios empíricos.
El metabolismo basal B (kJ/h, kilojulios por hora)
es la energía mínima que consume un organismo
para mantenerse vivo; la ley de Kleiber lo relaciona
con la masa M (g, gramos).

Esta figura muestra los datos estimados por McNab


para 637 mamíferos (B. K. McNab, “An analysis of
the factors that influence the level and scaling of
mammalian BMR,” Comparative Biochemistry and
Physiology A—Molecular & Integrative
Physiology 151: 5-28 (2008). En esta figura la ley
de Kleiber es la curva verde, la ley cuadrática
propuesta por Kolokotrones et al. en 2010 es la
curva azul y la nueva ley de Ballesteros et al. es la
curva roja. Como puedes observar el ajuste entre
estas dos últimas es bastante bueno, luego la nueva ley incorpora el efecto de la curvatura publicado por
Kolokotrones et al. en Nature.

Parte de esta energía se usa para el funcionamiento del organismo y parte se disipa en forma de calor. Si toda
esta energía se transformara en calor, el organismo sería una estufa con B = b M2/3. Si las células consumieran
toda esta energía con una eficiencia máxima, el consumo sería proporcional a su número, es decir, su masa, B =
a M. En la práctica los organismos interpolan entre ambos extremos, B = f k M + (1−f) k‘ M2/3, donde k y k‘ son
los coeficientes de Meeh. Estos coeficientes varían según los organismos y el artículo estudia cómo varía el
cociente b/a ∝ (1 − f)/f entre mamíferos desérticos y polares, entre mamíferos, aves e insectos, y entre
animales y plantas.
Se propone un modelo termodinámico para estimar los coeficientes de Meeh. En concreto, k‘ = d (hR+hC) ΔT
ρ−2/3, donde d es un parámetro adimensional que depende de la geometría del cuerpo, hR y hC son los
coeficientes de transferencia térmica por radiación y convección, resp., ΔT = Ts  − Te es la diferencia entre la
temperatura del cuerpo Ts y la del entorno Te, y ρ es la densidad del cuerpo; un valor típico para mamíferos es
k’ ≈ 0,1, que como b = k’ (1 − f) ≈ 0,079, resulta f ≈ 0,21 (luego k = a/f ≈ 0,0076 kJ/hg). Este valor es
razonable ya que se estima que solo el 42% de la energía almacenada en una molécula de glucosa se captura en
forma de ATP (el 58% se disipa en forma de calor), el coeficiente f ≤ 0,42, y que el 50% del ATP se consume
en reacciones biológicas, luego se espera f ≈ 0,21.

Ballesteros et al. usa un método de estimación sesgado (regresión lineal mediante mínimos cuadrados aplicada
al logaritmo de los datos). Este método produce resultados poco robustos, que cambian mucho bajo pequeñas
modificaciones de los datos (en especial bajo datos espurios).

Si se hubiera aplicado a los datos B/M = a + b M−1/3 el método propuesto en Rudolf Hanel, Bernat Corominas-
Murtra, …, Stefan Thurner, “Fitting power-laws in empirical data with estimators that work for all exponents,”
PLoS ONE, 28 Feb 2017. Por otro lado, sustituir una ley de potencias por una suma de dos leyes de potencia
introduce grandes dificultades en la interpretación estadística de los datos (la suma de leyes de Pareto no es una
ley de Pareto y no debe ser interpretada en los mismos términos.

Velocidad / Potencia Aeróbica Máxima

En Metabolismo Aeróbico y VO2max comentamos la importancia del consumo de oxígeno (VO2) como
medida de la energía generada por el metabolismo aeróbico, si analizamos los mecanismos involucrados
podemos observar que el VO2 depende de factores “centrales” y “periféricos”:

• el transporte de oxígeno atmosférico hasta la musculatura activa


• la capacidad oxidativa de lo musculatura propiamente dicha

La siguiente figura, atribuída al profesor Frank Katch en el artículo What is VO2 Max? del recomendable sitio
Master Athlete Physiology & Performance editado por el Dr. Stephen Séller, nos muestra en forma esquemática
el proceso:

Una elevada capacidad de generación aeróbica de


energía, condición necesaria para obtener buenos resultados en pruebas de resistencia, requiere un buen
desarrollo de ambos factores.

Actualmente existe un razonable consenso que, en atletas de alto rendimiento, son los factores “centrales” los
que limitan la potencia aeróbica máxima pero en personas con menor nivel de entrenamiento los factores
periféricos pueden ser limitantes; esta consideración sustentaría las prácticas propuestas por entrenadores como
A. Lydiard desde la década del ’60 en el sentido de la conveniencia de posponer el entrenamiento específico de
esta capacidad a etapas avanzadas del plan de entrenamiento dado que en etapas tempranas puede ocurrir que
las limitaciones periféricas impidan estimular el sistema cardiorrespiratorio a su máxima capacidad.

El consumo de oxígeno está relacionado con el gasto cardíaco y la diferencia de contenido de Oxígeno entre la
sangre arterial y la sangre venosa central, el gasto cardíaco se puede expresar como el producto entre la
frecuencia cardíaca y el volumen de eyección por latido, conformando la ecuación de Fick en honor al fisiólogo
Alemán enunciara este principio en 1870:

VO2 (ml/min) = FC (1/min) x VE(l) x [CaO2(ml/l) – CvO2(ml/l)]


Es importante destacar que lo que parece una relación lineal entre VO2 y FC solo es tal si el producto entre el
volumen de eyección y la diferencia de oxígeno arterio-venosa se mantienen constantes, lo que en general no es
cierto excepto en condiciones muy restringidas.

VO2max y Velocidad/Potencia Aeróbica Máxima


La determinación del VO2max generalmente se realiza mediante pruebas de intensidad creciente en la
modalidad de ejercicio que se quiere evaluar con medición directa del VO2 hasta llegar al punto en el cual este
valor deja de aumentar en correspondencia con el aumento de la intensidad de ejercicio, ese valor sería el
VO2max y la velocidad (carrera/natación) o la potencia (ciclismo) a la cuál esto ocurre se la denomina
velocidad o potencia aeróbica máxima.En el caso en que además de la velocidad de carrera se aumente la
pendiente la velocidad aeróbica máxima (VAM o vVO2max) se obtiene por extrapolación de la curva de
economía (Velocidad vs VO2) hasta el VO2max, como se puede ver en la siguiente figura:

En general se considera que la carrera a pié con inclinación


permite llevar a todos los individuos hasta su VO2max, otras formas de ejercicio como la carrera en llano, el
ciclismo o la natación pueden mostrar valores menores que suelen denominarse VO2pico, en triatletas suele
ocurrir que los valores obtenidos en natación sean menores que en ciclismo y estos a su vez menores que en la
carrera, pero especialistas en ciclismo pueden llegar a su VO2max en su especialidad.

El VO2max se puede expresar en valores absolutos (l/min) o relativos al peso del atleta (ml/min/kg), los
triatletas de elite suelen tener valores que superan los 70ml/min/kg y si bien en una población relativamente
homogénea en este aspecto no es un buen predictor del rendimiento, un VO2max elevado se considera una
condición necesaria para el alto rendimiento, tanto el valor inicial como su entrenabilidad tienen una fuerte
componente genética.

Pruebas de Campo
Si bien la determinación precisa de estos parámetros requiere la medición directa del consumo de oxígeno, es
posible estimar la velocidad o potencia al VO2max utilizando pruebas de campo, para la carrera se puede
utilizar la prueba de pista de la Universidad de Montreal An indirect continuous running multistage field test:
the Université de Montréal track test., una prueba incremental que comienza a velocidades muy bajas (8,5km/h
en la versión original) y se va incrementando la velocidad de carrera en 1km/h cada 2’ hasta que la velocidad no
se puede incrementar más o no se puede mantener durante los 2’, la velocidad promedio más elevada a la que se
pudo realizar el último intervalo completo de 2’ tiene una elevada correlación con la VAM (ver por ej. Validity
of the Université de Montréal Track Test to assess the velocity associated with peak oxygen uptake for
adolescents.) Esta prueba es sencilla de realizar en una pista o utilizando un reloj con GPS o Acelerómetro.

Esta prueba se puede adaptar a la natación comenzando a una velocidad muy suave (por ej. 2min/100m) e
incrementándola a razón de 5”-10”/100m cada 2’, en el caso del ciclismo es necesario un medidor de potencia y
el incremento utilizando es de 20vatios cada 2’ comenzando desde los 150/200 vatios, según el nivel del atleta.

Una variante más sencilla y razonablemente útil consiste en realizar una prueba máxima de unos 5'-7' de
duración y utilizar la velocidad o potencia media alcanzada durante la prueba como una estimación de la
VAM/PAM, la justificación de esta práctica son los valores típicos de la máxima duración que se puede
sostener la VAM/PAM tal como muestra este estudio de Billat, et al: A comparison of time to exhaustion at
VO2 max in élite cyclists, kayak paddlers, swimmers and runners. Esta metodología, utilizando la velocidad
promedio en un test máximo de 5', ha sido validada experimentalmente con corredores, ver por ej. A 5-min
running field test as a measurement of maximal aerobic velocity y Maximal aerobic velocity measured by the 5-
min running field test on two different fitness level groups.

Es importante recalcar que, en todos los casos, estamos hablando de estimar la velocidad o potencia mínima
necesaria para alcanzar el VO2max y no el VO2max en sí, intentar estimar el VO2max requiere hacer una
hipótesis sobre la eficiencia/economía del atleta, si bien esta hipótesis puede tener una buena base estadística de
manera que -en promedio- los resultados puedan ser aproximados, si el atleta que evaluamos tiene una
eficiencia/economía superior a la media considerada estaremos subestimando su VO2max y viceversa.

Conclusiones
La VAM/PAM integran el VO2pico alcanzado en la disciplina que se evalúa en conjunto con la Eficiencia y
Economía del atleta en esa misma disciplina y tienen aplicación práctica en el entrenamiento dado que:

• se considera que la VAM/PAM es una intensidad apropiada para entrenamientos por intervalos
orientados a la mejora del VO2max
• la relación entre la VAM/PAM y el Umbral Funcional permitiría tomar decisiones sobre prioridades del
entrenamiento

Ampliaremos estos temas en una nota futura sobre entrenamientos de Nivel 5/VO2max pero, por ahora, es
interesante ver que se pueden obtener estimaciones aceptables para estas finalidades de la VAM/PAM mediante
pruebas de campo sin medición directa del consumo de oxígeno.

Fuente: http://www.amtriathlon.com/2009/10/velocidad-potencia-aerobica-maxima.html#ixzz5P0WUQ2Nj

Ejemplos de relaciones potenciales

• La ley de Stefan-Boltzmann
• La ley de Gompertz de mortalidad
• La corrección gamma: relación entre los flujos de incidente y emitido.
• La ley de Kleiber que relaciona el metabolismo de un animal con su tamaño
• Los exponentes críticos involucrados en las transiciones de fase.
• la criticalidad autorganizada, que explica la frecuencia de eventos o efectos de distinta magnitud en
múltiples campos, por ejemplo la ley de Gutenberg-Richter para evaluar la magnitud de los terremotos.
• La curva de aprendizaje.
• En teoría de redes, las redes complejas libres de escala, donde la distribución de la conectividad está
dada por una ley potencial.
• El espectro diferencial de energía de los núcleos de rayos cósmicos.
• Progreso a través de un crecimiento exponencial y la difusión de innovaciones exponenciales
• Distribución de Pareto.

Ejemplos de ley potencial

• Distribución de probabilidad.
• Distribución Pareto.
• Distribución Weibull.
• Función del olvido según Wickelgren (1974)
• Ley de Zipf.
Estos casos parecen ajustar fenómenos tan dispares como la popularidad de una red en Internet, la riqueza de
las personas (distribución de Pareto) y la frecuencia de las palabras en un texto.

La naturaleza de lo Natural -Ley constructal


Ley constructal

En la búsqueda de un soporte que explicara lo común en la gran diversidad de distribuciones que responden a
las diferentes Power Laws PZM, tan frecuentes en la naturaleza, y como bien solicitara Winiwarter, es que
llegamos a una novel teoría sobre procesos mecánicos en donde intervienen flujos, llamada: Teoría Constructal,
desarrollada por el ingeniero rumano-americano Adrian Bejan.

Hasta Bejan, la termodinámica clásica había obviado preocuparse por las formas o por las estructuras en donde
se llevaban a cabo esas transformaciones.

“Es importante reconocer que la ley constructal es diferente a (es decir, complementaria a) las demás leyes de
la termodinámica. La ley constructal fue propuesta como adicional a las leyes de la termodinámica.[…]La
primera ley establece que la energía del sistema permanece constante. La segunda ley da cuenta que: para las
observaciones que se describen como una tendencia en el tiempo, cuando los cambios que se producen en el
interior de los sistemas, todos los flujos actúan de una misma y única manera, de mayor a menor.
Analíticamente, esta tendencia denota que la entropía del sistema aumenta durante cada cambio.”

“La primera y segunda ley hablan de una caja negro, sin geometría. No dicen nada acerca de las
configuraciones (los dibujos, los mapas, las rutas) de las cosas que fluyen.”[…]“La generación de la
configuración del flujo es un fenómeno totalmente diferente de la física, que no está representado ni por la
primera ni por la segunda ley. La secuencia temporal de los dibujos que el sistema de flujo exhibe a medida
que evoluciona, es el fenómeno cubierto por la ley constructal.”

Esta es su definición:

“El fenómeno nuevo es de cómo cada cosa adquiere arquitectura en la dirección del tiempo: las
configuraciones existentes sobreviven cuando su cambio en el tiempo se hace hacia configuraciones de flujo
más fácil (la ley constructal).”

“La ley constructal también establece que, si el sistema cambia su morfología libremente, entonces va a
evolucionar, (por ejemplo, como una secuencia constante de estados), tal que su configuración se desarrolle y
que sus corrientes fluyan más y más fácilmente. ¿Qué cambia en las propiedades y en los flujos del sistema de
una configuración a otra? Depende de lo que está fijo, por ejemplo: lo que impulsa los flujos a través del
sistema. En cualquier caso, fluir más y más fácil quiere decir que a nivel global la configuración del sistema
posee cada vez menos y menos resistencia, y que la tasa de generación de entropía tiende en una sola
dirección: hacia abajo o arriba, dependiendo de qué tipo de forzamiento se fija"

"Todos los ejemplos, desde la alometría los animales a leyes de escala geofísicas, obedecen a lo conocidos y
aceptados principios de la física. El hecho de que todos ellos exhiban "desdideño" es el "algo más", que no está
cubierto por los conocidos y aceptados principios."

El tamaño de las ciudades y todas las distribuciones PZM se originan en la evolución de un diseño multiescala
de los sistemas de flujo que conectan un punto con un área o un punto con un volumen, por lo que si tenemos
una distribución de Zipf de el uso de palabras en una lengua debe tener que ver con el modo en que la
información fluye entre un punto y un área o un punto y un volumen y en esto tiene que ver la otra distribución
de este tipo, la de Dunbar, donde los flujos de información provenientes del neocortex del cerebro se dirigen
hacia la comunidad. La información, ya sea por impulsos electroquímicos, como por el habla es el flujo en
cuestión que deberá evolucionar hacia formas mas permeable para que ese flujo de información se haga mas
fluido y que las formas de la comunicación de la información adquieran cada vez menos y menos resistencia a
su paso.

Vale la pena detenerse en esto por un momento, Bejan establece básicamente dos entidades: un punto y un
volumen o superficie, uno fijo o moviendose relativamente al otro, el fluido debe viajar en un sentido y si el
volumen o la superficie que debe atravesar es lo suficientemente versátil como para que permita su deformación
en el tiempo, la evolución de la forma de este volumen (superficie) será en el sentido que facilite al fluido fluir
con mayor facilidad. Hay que aclarar que esta ley se cumple no solo para los procesos termodinámicos sino
para todos los procesos en donde intervenga un cuerpo (superficie) y un flujo que lo atraviese.

Las redes, en este sentido, pueden representar los volúmenes o las superficies en cuestión y pueden actuar de
dos maneras. Como punto hacia el exterior, cuando intercambia materia y energía con el medio y hacia adentro
de la red cuando un nodo emite un mensaje y lo quiere propalar a toda la red. En este último caso la circulación
del flujo es interno a la red.

Objetos artificiales que evolucionan como animales,


para evitar su propia extinción
Un estudio demuestra que el diseño de aviones y de pájaros sigue las
mismas leyes físicas y matemáticas
La ley de Kleiber, de los años 30 del siglo XX, ya estableció que la evolución de las formas
vivas respondía a leyes físicas y matemáticas. Ahora, un científico de la Universidad de Duke
(EEUU) ha constatado que también la física marca la evolución del diseño de los aviones
comerciales. En ambos casos, la finalidad de la evolución es la misma: ganar en eficiencia y
en posibilidades de supervivencia. Por Yaiza Martínez.

Un estudio demuestra que el diseño de aviones y de pájaros sigue las mismas leyes físicas y matemáticas.
Fuente: ImageAfter.
Según la ley de Kleiber, de los años 30 del siglo XX, las geometrías (o formas) y el funcionamiento de los seres
vivos han evolucionado -y evolucionan- siguiendo leyes físicas y matemáticas.

Esta ley reza que “la tasa en que un organismo produce energía para vivir a partir de las calorías consumidas es
proporcional a la masa de su cuerpo elevada a la potencia ¾”. Es decir, señala que las formas de animales y
vegetales propician que estos tengan una eficiencia energética máxima.

El año pasado, científicos de la Universidad de Maryland (EEUU) y la Universidad de Padua (Italia) añadieron
un factor a la ley de Kleiber, completándola: el de la velocidad a la cual los nutrientes son transportados por
todo el cuerpo de los animales, calentándolo.

Según estos investigadores, este fenómeno de organización merced al cual los organismos evolucionan: “Es lo
que se denomina evolución convergente” y, sorprendentemente, “es propiciado por física y matemáticas
subyacentes”.

Más sorprendente, sin embargo, podría parecernos que las mismas leyes propicien la evolución del diseño de
objetos artificiales (o quizá no debiera parecérnoslo). Este punto es lo que estudia, desde mediados de la década
de 1990, un científico de la Universidad de Duke, en EEUU, llamado Adrian Bejan.

La evolución que atañe a lo artificial


Bejan se ha centrado, en concreto, en el análisis de la evolución del diseño de los aviones. En 1996, el
investigador ideó una teoría, denominada “teoría o ley constructual”, para seguir dicha evolución, e incluso para
predecir cómo podrían ser los aviones en el futuro, informa Sinc.

Según esta teoría, “para que un sistema de tamaño finito sobreviva, debe evolucionar de tal forma que
proporcione el mejor acceso a las corrientes que fluyen por él" (la relación con la ley de Kleiber parece obvia).

En la naturaleza, esto se manifiesta en patrones de flujo con forma de árbol, como las cuencas de los ríos o las
redes neuronales, los relámpagos. Pero, ¿cómo se produce en los aviones?

El estudio de Bejan, que se publica en el Journal of Applied Physics, señala que, en el caso de los aviones
comerciales, los diseños han evolucionado para transportar más gente y mercancías. Esto se ha traducido en que
las aeronaves han adoptado tamaños cada vez mayores.

Así, los turbohélices de comienzos del siglo XX, como el Farman F60 Goliath y el Douglas DC-3, eran mucho
más pequeños que los que vinieron después; y los aviones actuales son gigantes como el Airbus A380 y el
Boing 747.

Física para eludir la extinción

"Demostramos que los aviones más grandes son más rápidos, más eficientes y con mayor autonomía", señala
Bejan en declaraciones recogidas de nuevo por Sinc, y añade: "La masa del motor es proporcional a la del
cuerpo, una característica de diseño que es igual en animales, donde la masa de los órganos motores –como el
músculo, el corazón o los pulmones– es proporcional a la masa corporal".

Los investigadores también han demostrado que las aeronaves, sean grandes o pequeñas, muestran una
proporción entre su envergadura y longitud de su fuselaje, y también entre la carga de combustible y el tamaño
total.

"De nuevo, esto es similar a lo que vemos entre las criaturas voladoras en la naturaleza, lo que demuestra que
en los aviones convergen las reglas de diseño de arquitectura que los unen con sus homólogos vivientes",
apunta Bejan, que también compara la ‘extinción’ del Concorde –con bajo ratio de masa y velocidad– con el de
algunas aves, como el dodo.

El investigador confía en que este nuevo artículo ayude a ‘desmitificar’ la evolución como un proceso que
ocurre a lo largo de mucho tiempo o que se aplica solo a la naturaleza: "Es mucho más que solo la evolución
biológica y definitivamente pertenece al ámbito la física".

También destaca en su artículo que, aunque la opinión predominante es que no podemos presenciar la
evolución biológica, ya que se produce en una escala de tiempo inmensamente mayor que nuestro tiempo de
vida, "sí que podemos ser testigos de la evolución"... en nuestras máquinas voladoras.

De hecho, estas han ido variando asombrosamente desde que, el nueve de octubre de 1890, Clément Ader
creara Éole, la primera aeronave que logró despegar y mantenerse en el aire, aunque solo durante 50 metros.
Hoy día, los aviones comerciales más avanzados pueden alcanzar una autonomía de más de 10 mil kilómetros.

De la paleontología a la aeronáutica, obtener ideas de diseño


analizando animales voladores extintos
En toda la historia biológica conocida de la Tierra, no han existido nunca animales voladores más grandes que
los pterosaurios. Estas fascinantes criaturas surcaron los cielos durante 160 millones de años, mucho más
tiempo que el que lleva volando cualquier especie de ave moderna. A pesar de sus capacidades aeronáuticas
únicas, estos antiguos seres voladores han sido pasados por alto en la búsqueda de tecnologías de vuelo
inspiradas en estructuras biológicas. Unos investigadores esbozan ahora los argumentos básicos de por qué y
cómo la fisiología de los animales voladores fósiles podría proporcionar soluciones que la Naturaleza ya
encontró hace mucho tiempo para problemas de vuelo modernos, como la estabilidad aérea y la capacidad de
los drones para iniciar su vuelo con un salto desde cualquier superficie.

"Hay muchas cosas realmente geniales en el registro fósil que no se exploran porque los ingenieros no suelen
recurrir a la paleontología cuando buscan inspiración para cuestiones aeronáuticas ", señala agudamente Liz
Martin-Silverstone, paleontóloga en la Universidad de Bristol en el Reino Unido. "Si solo miramos a los
animales modernos para inspirarnos, nos estamos perdiendo una gran parte de la morfología generada y
estamos ignorando muchas opciones que creo que podrían ser útiles".

Hasta ahora, los ingenieros aeronáuticos en busca de inspiración biológica para diseñar tecnología destinada a
drones y otras aeronaves se han centrado en gran medida en la fisiología de los pájaros e insectos modernos; no
se les ha ocurrido examinar fósiles. Es verdad que estos, por su naturaleza, están a menudo incompletos; sin
embargo, Martin-Silverstone argumenta que hay unos pocos fósiles de pterosaurio selectos que proporcionan
una información extraordinariamente profunda de la anatomía de sus alas, lo que resulta esencial para
comprender sus capacidades de vuelo.

Reconstrucción del pterosaurio gigante Hatzegopteryx saltando para despegar, justo después de que sus
extremidades delanteras hayan dejado el suelo. (Imagen: Mark Witton)

"Hay dos o tres fósiles de pterosaurio asombrosamente bien conservados que permiten ver las diferentes capas
dentro de la membrana del ala, dándonos una idea detallada de sus componentes fibrosos. Además, algunos
fósiles se conservan lo suficiente como para mostrar las uniones alares bajo la cadera", explica Martin-
Silverstone. "Aunque no se conoce exactamente la forma del ala, conociendo las uniones de la membrana se
puede modelar la efectividad de las diferentes formas de ala y determinar cuál habría funcionado mejor en
condiciones naturales". Al analizar la morfología de estas antiguas criaturas y la mecánica de vuelo deducible a
partir de dicha morfología, se ha conseguido sacar a la luz estrategias de vuelo que no existen en los animales
voladores modernos.

Pasar de una superficie al medio aéreo es un ejemplo. El despegue mediante un salto es lo habitual en todo el
reino animal. Sin embargo, un animal grande necesitará correr antes del despegue, a fin de ganar suficiente
impulso para pasar al medio aéreo. En cambio, parece que los pterosaurios desarrollaron un método para
despegar con un salto desde una posición estacionaria, a pesar de que algunos ejemplares pesaban casi 300
kilogramos. Una hipótesis, propuesta por Mike Habib, del Museo de Historia Natural del Condado de Los
Ángeles (Estados Unidos), sugiere que las membranas alares y las robustas uniones musculares en las alas
permitieron a los pterosaurios generar un salto de alta potencia desde sus codos y muñecas, dándoles la altura
suficiente para despegar.

"Hoy en día, aeronaves como los drones requieren una superficie plana para su despegue y afrontan bastantes
limitaciones en cuanto al modo en que pueden llegar al medio aéreo. La singular fisiología de los pterosaurios
para el despegue podría ayudar a resolver algunos de estos problemas", razona Martin-Silverstone.

El análisis de fósiles de pterosaurios también puede proporcionar información sobre cómo prevenir la
inestabilidad del vuelo una vez se está en el aire. A diferencia de lo que les ocurre a las velas al volverse
inestables ante un viento fuerte, los pterosaurios desarrollaron estrategias para resistir las ondulaciones o
vibraciones en sus amplias alas. Hasta ahora, la comunidad aeronáutica se ha esforzado para diseñar
componentes que puedan resistir las presiones del vuelo, pero, tal como indica Martin-Silverstone, si los
ingenieros logran entender cómo lo hicieron los pterosaurios, por ejemplo, estudiando cómo se estructuró
realmente la membrana de sus alas, entonces esa información se podrá utilizar para responder preguntas de la
ingeniería aeronáutica acerca del vuelo de vehículos modernos.

Estos elementos fisiológicos únicos no se limitan a los pterosaurios. Otros animales voladores del pasado
lejano, como el Microrraptor, tenían alas emplumadas en sus brazos y piernas, mientras que el Yi qi (un
dinosaurio recientemente descubierto) tenía alas que combinaban plumas con una membrana parecida a la de un
murciélago, una estructura corporal de vuelo que nunca se ha repetido en la Naturaleza desde la extinción de
ese animal. Por todo ello, cada vez hay más expertos que creen que muchas estrategias de vuelo aún no han sido
exploradas adecuadamente.

Martin-Silverstone defiende, en definitiva, que si combinamos el conocimiento sobre animales voladores vivos
con el conocimiento acerca de los extintos, tendremos muchas más posibilidades de superar los obstáculos que
aún dificultan algunos aspectos del vuelo artificial humano. En cambio, si nos limitamos a buscar inspiración en
los animales modernos, entonces nos estaremos perdiendo una gran diversidad que podría resultarnos útil.
(Fuente: NCYT Amazings).

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