Contribuciones de Freud A La Psicoterapia Infantil

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Contribuciones de Freud a la psicoterapia infantil

Dentro de las obras de Freud sobre el desarrollo y conflictos de la infancia destacan, Análisis de la fobia
de un niño de cinco años (1909), Tres ensayos sobre la teoría sexual (1905), y Los dos principios del
funcionamiento mental (1911).

En el primer texto, publicado posteriormente con el título de Historia de Juanito (1909), informó acerca
de un tipo de psicoterapia infantil que todavía hoy se emplea, especialmente en niños pequeños; es
decir el tratamiento del niño enfermo a través de sus padres. Freud vio al niño una sola vez, pero habló y
mantuvo contacto epistolar con su padre, quien también era médico. Como era un observador atento e
inteligente, le informaba periódicamente acerca del desarrollo y la conducta de su hijo, el cual
presentaba una fobia a los caballos. De esta manera, Freud deducía sus consejos terapéuticos de la
interpretación del comportamiento y de los juegos del niño (Bierman, 1973).

El propio Freud reconoció la importancia fundamental de los conocimientos de psicología profunda para
la educación de los niños, pero no estaba preparado para deducir las correspondientes consecuencias
terapéuticas. Si bien de manera esporádica llevó a cabo psicoterapias con menores, éstas le confirmaron
sus teorías, deducidas retrospectivamente a partir de los análisis de adultos, en especial acerca de la
sexualidad infantil (Bierman, 1973).

En 1908 aparecieron sus Tres ensayos sobre una teoría sexual, en los que postulaba una importante
actividad sexual en el niño y definía una serie de fases en su desarrollo, que estaba caracterizada por
diferentes zonas erógenas. Una etapa fundamental de esta evolución está marcada por el conflicto –al
que llamó Complejo de Edipo– en la que se producen complejas relaciones de atracción y rechazo
respecto a los propios padres; del éxito relativo en la superación del conflicto depende el desarrollo de
una vida sexual normal, o bien, el de perversiones sexuales. A pesar del escándalo que provocaban sus
teorías en esa época, a partir de 1900 se formó un grupo de investigadores y alumnos alrededor de él –
el cual en 1908 se denominó Sociedad Psicoanalítica de Viena–, cuya vida estaría caracterizada por las
rupturas y los cismas, en especial las de Adler y Jung. En 1916, publicó Introducción al psicoanálisis, obra
en la que ampliaba y clarificaba su teoría al definir el Ello, el Superyó y el Yo, en los cuales se dirimía la
relación entre los principios del placer y de realidad; aunque más tarde superpondría en parte a éstos el
eros (principio de vida) y el thanatos (principio de muerte).

La segunda parte del libro sobre los Tres ensayos para una teoría sexual, consiste en una exposición de
las variantes de la sexualidad infantil. La Teoría de la Libido, sirvió también para esclarecer el complejo
de castración, la envidia del pene y finalmente la noción de estadio (oral, anal, fálico, genital), tomada
de la biología evolucionista.

Consideraba que en la energía libidinal de las pulsiones sexuales se encuentra la base de las etapas de
desarrollo que recorre el niño en el transcurso de su maduración. Cada una de esas facetas corresponde
a la primacía de una zona erógena -sucesivamente oral, anal, fálica y genital- y determina un tipo
particular de relación con el objeto que se vuelve a encontrar en el adulto. En 1900, en La interpretación
de los sueños Freud propuso una diferenciación de tres niveles del aparato psíquico el Consciente, el
Preconsciente y el Inconsciente. A partir de 1920, completó su teoría apelando a las nociones de Ello, de
Yo y de Superyó. Estas nociones no serían ignoradas por ninguno de sus seguidores o detractores
posteriores y marcaron todo el pensamiento científico, intelectual, cultural y cotidiano contemporáneo.
El tercer ensayo es un estudio de la pubertad, y por lo tanto del pasaje desde la sexualidad infantil a la
sexualidad adulta, a través del Complejo de Edipo y la instauración de una elección de objeto basada en
general en la diferencia de los sexos. A este texto se le sumó un capítulo sobre la libido, redactado en
varias etapas entre 1905 y 1924. Allí expone la tesis del monismo sexual, subrayando que la libido es de
naturaleza y esencia masculina. Esta tesis, propuesta en 1905 y desarrollada sobre todo en 1915, sería
impugnada por los representantes de la escuela inglesa, en el marco del gran debate de la década de los
veinte sobre la sexualidad femenina. A estas tres partes Freud añade una recapitulación, en la cual
expone los efectos sobre la sexualidad de la represión, la herencia, la sublimación y la fijación (Rosak
2005).

La tesis que finalmente va del reconocimiento de una sexualidad infantil hasta su semejanza con la
sexualidad adulta, la cual se va modificando a través de las sucesivas ediciones de los Tres ensayos para
una teoría sexual, es aquella donde de acuerdo con una idea de tiempo cronológico, sitúa al niño en el
primer peldaño de una escala evolutiva que madura hasta llegar a la edad adulta y se constituye
definitivamente en el encuentro de un objeto apropiado a su sexo. Más allá del reconocimiento de una
sexualidad infantil, Freud propone una idea diferente para entender lo que es un niño y, en definitiva,
para pensar acerca de la constitución psíquica del sujeto.

Ninguna teoría acerca del funcionamiento y estructura de la mente ha ejercido tanta influencia ni ha
adquirido un estatus tan preponderante como la doctrina psicoanalítica; sus categorías y explicaciones
no tardaron en convertirse en núcleo de un modo radicalmente nuevo de entender la realidad psíquica
que marcó de forma notable el siglo XX. El psicoanálisis, que tanto en su teoría como en su práctica se
ocupó de las perturbaciones y trastornos sufridos por los pacientes en su infancia, finalmente también
se dedicó al tratamiento de las neurosis infantiles.

Freud trasmitió su interés y conocimientos a sus discípulos, quienes en sus trabajos expresaron sus
puntos de vista acerca de los problemas de la psicología infantil. Pronto se puso de manifiesto la
importancia decisiva de los modelos parentales en la educación del niño. La psicoterapia infantil se
desarrolló en dos direcciones o escuelas: la vienesa y la suiza, las cuales tuvieron una relevante
influencia en la evolución ulterior de esta disciplina (Bierman, 1973).

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