Bayarri Martí. Comunicación
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dilaciones indebidas
∼ M.ª Luisa Bayarri Martí∽
Abogada del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia. Socia FICP.
Resumen.- El derecho a la tutela judicial efectiva no puede entenderse como algo desligado del tiempo, sino que
ha de otorgarse por los órganos judiciales dentro de los razonables términos temporales en que las personas
reclaman esa tutela judicial de sus derechos e intereses legítimos. La Constitución española así lo proclama en su
artículo 24.2, elevándolo a la categoría de derecho fundamental: Todos tenemos derecho a un proceso sin
dilaciones. En esta comunicación, se abordará la interpretación que la jurisprudencia ha dado a la atenuante de
dilaciones indebidas, incorporada al Código Penal por la reforma llevada a cabo por la Ley Orgánica 5/2010,
cuyo contenido concreto debe establecerse en cada caso, a la luz de determinados criterios que permiten
verificar, principalmente, si ha existido efectiva dilación y si ésta puede o no considerarse justificada.
Palabras clave.- Derecho fundamental; dilaciones indebidas; plazo razonable; justificación; reparación.
I. Introducción
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FERNÁNDEZ ROS, F. La atenuante de dilaciones indebidas tras la reforma del Código Penal de 2011.
www.noticiasjuridicas.com. Publicación 01/02/2011.
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de sus primeras sentencias, que el derecho a la tutela judicial efectiva no puede entenderse
como algo desligado del tiempo, sino que ha de otorgarse por los órganos judiciales dentro de
los razonables términos temporales en que las personas reclaman esa tutela judicial de sus
derechos e intereses legítimos.2
2
OUBIÑA BARBOLLA, S. Dilaciones indebidas. Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad. Nº 10, abril-
septiembre 2016, p.251.
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constituye una colaboración del interesado en la tarea judicial de la eficaz tutela a la que
obliga el art. 24.1 de la Constitución, mediante la cual se le da oportunidad y ocasión al
órgano judicial de remediar la violación de la que se le acusa.
Esta falta de unanimidad en la exigencia de la denuncia previa fue resuelta con la Ley
Orgánica 5/2010, ya que no constituye un requisito ineludible para apreciar la atenuante, pues
la norma no lo exige, sin perjuicio de que pueda valorarse judicialmente en el ámbito del
comportamiento del imputado, a los efectos de apreciar el carácter indebido (es decir,
procesalmente inexplicable) de la demora3.
3
RUBIO EIRE, J.V. Las dilaciones indebidas en el procedimiento penal. Un estudio desde el punto de vista del
reo y de la víctima del delito. Lefebre/el Derecho. www. elderecho.com
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RAMÍREZ ORTIZ, J.L. Derechos fundamentales y derecho penal: La circunstancia atenuante de dilaciones
indebidas. Editorial Aranzadi. Derecho y Proceso Penal nº 27/2012-1, p.32.
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subsistir en su integridad.5
A continuación, se van a relacionar las sentencias dictadas por la Sala Segunda del
Tribunal Supremo en los últimos siete años –desde la entrada en vigor de la Ley Orgánica
5/2010- que, a criterio de la comunicante, resultan más interesantes para comprender la línea
interpretativa que sigue nuestro Alto Tribunal para la aplicación o inaplicación de esta
atenuante, haciendo especial hincapié en las más recientes. Analicemos a continuación dichas
sentencias, que se han agrupado por temas tratados en las mismas:
La cuestión plantada "per saltum" en la casación ha sido tratada repetidamente por esta
Sala --SSTS 136/2015, de 18 de Marzo y 71/2016, de 9 de Febrero, entre otras--, señalando
que la alegación de esta atenuante como cuestión nueva no constituye un obstáculo insalvable
para su apreciación, dada la naturaleza de garantía constitucional que tiene el derecho a un
juicio sin dilaciones; pero la dificulta, entre otras razones, porque no se ha podido producir un
debate previo sobre la concurrencia o no de periodos de paralización del procedimiento y,
ordinariamente, la ausencia de este debate se traduce en que dichos periodos no constan en el
relato fáctico.
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Por todas, Sentencia del Tribunal Supremo, Sala Segunda, nº 849/2013, de 12 de noviembre
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excepciones --STS 657/2012, de 19 de Julio--. La regla general consiste en que el ámbito de
la casación, y en general de cualquier recurso, ha de ceñirse al examen de los temas o
pretensiones que fueron planteados formalmente en la instancia. No pueden introducirse "per
saltum" cuestiones diferentes, hurtándolas al debate contradictorio en la instancia y a una
respuesta en la sentencia impugnada que podría haber sido objeto de impugnación por las
demás partes. Es consustancial al recurso de casación circunscribirse al examen de los errores
legales que pudo cometer el Tribunal de instancia al enjuiciar los temas que las partes le
plantearon y no otros --SSTS 545/2003 de 15 de Abril, 1256/2002 de 4 de Julio, 344/2005 de
18 de Marzo, 157/2012 de 7 de Marzo y 861/2014 de 2 de Diciembre--.
La STS 777/2016, de 9 de Febrero recuerda que dicha regla general admite excepciones.
En primer lugar la alegación de infracciones de rango constitucional que puedan acarrear
indefensión; y, en segundo lugar, la vulneración de preceptos penales sustantivos favorables
al reo cuya procedencia fluya de los hechos probados, como sucede con la apreciación de una
atenuante cuyos presupuestos constan de modo manifiesto en el relato fáctico de la sentencia
impugnada.
Después de promulgarse la actual redacción del artículo 21.6 del Código Penal en el año
2010, la Jurisprudencia ha tratado de definir el alcance de los presupuestos típicos de dilación
extraordinaria de la tramitación del procedimiento y del carácter indebido de la misma, así
como ausencia de atribuibilidad al inculpado y relación con la complejidad de la causa. En la
STS 598/2014, de 10 de julio, puede leerse lo siguiente:
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para toda duración meramente diversa de la duración legalmente prevista para cada trámite
(SSTS 199/2012 de 15 de marzo; y 1158/10 de 16 de diciembre). En este particular, ya puede
observarse una cierta diversidad de consecuencias por la diversidad de fundamento entre el
derecho constitucional y la atenuante. Así en la STS 990/2013, de 30 de diciembre, se decía
que, ciertamente, una tal interpretación puede suponer un cierto reduccionismo sobre
interpretaciones más acordes a la dimensión constitucional de la garantía o de la establecida
en textos internacionales, como las estructurales que expliquen las tardanzas, lo que no
alcanza a justificar el incumplimiento estatal de dispensar tutela judicial en plazo razonable.
Pero quizás no sea indiferente que, cuando la reparación exigible por razón de la dilación sea
la disminución de la pena imponible, las exigencias vayan más allá de las reclamables cuando
se trata de acudir a otros remedios de la vulneración constitucional.
c) De manera muy concreta, entre esas circunstancias deberá valorarse cuál ha sido, no
solo el comportamiento del poder jurisdiccional, sino el comportamiento del propio acusado
provocando las dilaciones.
d) Procesalmente es carga del que pretende la atenuante, al menos , señalar los períodos
de paralización , justificar por qué se consideran "indebidos" los retrasos y/o indicar en qué
períodos se produjo una ralentización no justificada, siquiera en ocasiones concretas se haya
huido de un rigor formalista en esta exigencia (STS 126/2014 de 21 de febrero).
La sentencia justifica perfectamente las razones por las cuales aprecia la existencia de
una atenuante de dilaciones indebidas, pero también por qué esas dilaciones no tienen el
carácter tan relevante que supongan tal conceptuación, pues al margen de que las razones de
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la paralización de la causa han obedecido a deficiencias estructurales de la administración de
justicia, lo cierto es que la duración total de la tramitación no cabe considerarla excesiva.
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Sentencia del Tribunal Supremo nº 85/2011, de 7 de febrero.- Los requisitos para su
aplicación son: a) que la dilación sea indebida; b) que sea extraordinaria; y c) que no sea
atribuible al propio inculpado. El requisito de que la dilación no guarde proporción con la
complejidad de la causa se halla comprendido realmente en el de que sea indebida, toda vez
que, si la complejidad de la causa justifica el tiempo invertido en su tramitación, la dilación
dejaría de ser indebida en el caso concreto, que es lo verdaderamente relevante.
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no sea atribuible al propio inculpado; y 4) que no guarde proporción con la complejidad de la
causa. La apreciación como muy cualificada requerirá de una paralización superior a la
extraordinaria, o bien que, dadas las concretas circunstancias de la acusada, de la causa y de la
pena impuesta, pueda apreciarse que la dilación ha ocasionado un perjuicio superior al
ordinariamente atribuible a la dilación constitutiva de la atenuante simple, de forma que la
apreciación de la atenuación ordinaria carezca de efectividad suficiente para compensar el
daño ocasionado por la demora. En el caso actual concurren circunstancias que justifican la
apreciación de la atenuante como muy cualificada. En efecto, la causa era extremadamente
sencilla: un solo hecho delictivo, dos acusados, un delito flagrante, una instrucción que solo
requería el análisis de la sustancia ocupada y unas declaraciones fáciles de obtener y practicar,
hasta el punto de que los hechos fueron sentenciados inicialmente en un año. Por ello es
manifiestamente injustificado que el procedimiento se prolongase más de seis años, con
períodos de paralización absoluta superiores a un año, lo que se debió a las dilaciones
derivadas del resultado de los recursos. Si bien es cierto, como ya se ha señalado, que la
tramitación ordinaria de los recursos previstos en las leyes no puede valorarse como dilación
alguna, también lo es que lo sucedido en esta causa es anómalo y excepcional, dado que por
dos veces este Tribunal tuvo que acordar la nulidad de la sentencia dictada. Y en la primera
ocasión, cuando se anuló la primera sentencia absolutoria, acordándose que por los mismos
Magistrados se dictase nueva sentencia subsanando los vicios procesales que determinaron su
nulidad, lo que no requería tramitación alguna, esta segunda sentencia se demoró casi dos
años, período de paralización extraordinario, que unido a la reiteración de la irracionalidad de
la motivación que obligó a una nueva anulación, con nombramiento de otro Tribunal
sentenciador y reiteración de juicio, acabó determinando una duración del procedimiento
superior a seis años.
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que la dilación no sea atribuible al propio inculpado, tal y como destaca la STS núm.
385/2014, de 23 de abril”.
Es aquí donde radica la quiebra del derecho a un proceso sin dilaciones y es aquí donde,
a la vista del contenido del art. 780.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se generó una
desviación respecto de los principios que legitiman el proceso penal y el ejercicio de la
función jurisdiccional. (…) Este precepto no puede ver alterada su funcionalidad, encaminada
a la preparación del juicio oral, y pasar a convertirse en un expediente que permita al Fiscal
instar una petición encadenada de diligencias cuya práctica se prolongue durante más de un
lustro. (…) Sea como fuere, lo verdaderamente importante es que la posición del Fiscal en el
proceso penal, de modo singular en la fase de investigación, no se asemeje a la de un órgano
distante, que sigue las vicisitudes del sumario por una suerte de control remoto, que le habilita
para, durante más de cinco años y después de 6 traslados distintos, ir instando diligencias
hasta completar una investigación que habría podido culminar con una mayor proximidad a la
causa. De haberse producido ésta, habría evitado, a buen seguro, la necesidad de abrir
paréntesis temporales tan contrarios a un elemental principio de celeridad. (F. J. 1º)
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peticiones de diligencias, que se mostraron totalmente innecesarias, por parte del Ministerio
Fiscal. 2. En sentencias como la STS 948/2005, de 19 de julio ha dicho esta Sala que el
derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas, que aparece expresamente en el
artículo 24.2 de la Constitución, no es identificable con el derecho al cumplimiento de los
plazos establecidos en las leyes procesales, pero impone a los órganos jurisdiccionales la
obligación de resolver las cuestiones que les sean sometidas, y también la de ejecutar lo
resuelto, en un tiempo razonable. El artículo 6.1 del Convenio para la Protección de los
Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, se refiere expresamente al derecho de
toda persona a que su causa sea oída dentro de un plazo razonable. Se trata de un concepto
indeterminado cuya concreción se encomienda a los Tribunales. Para ello es preciso el
examen de las actuaciones concretas, a fin de comprobar en cada caso si efectivamente ha
existido un retraso en la tramitación de la causa que no aparezca suficientemente justificado
por su complejidad o por otras razones, y que sea imputable al órgano jurisdiccional y que no
haya sido provocado por la actuación del propio acusado. En particular debe valorarse la
complejidad de la causa, el comportamiento del interesado y la actuación de las autoridades
competentes (STEDH de 28 de octubre de 2003, Caso González Doria Durán de Quiroga c.
España y STEDH de 28 de octubre de 2003, Caso López Sole y Martín de Vargas c. España ,
y las que en ellas se citan). En el examen de las circunstancias de la causa también el TEDH
ha señalado que el periodo a tomar en consideración en relación al artículo 6.1 del Convenio
empieza desde el momento en que una persona se encuentra formalmente acusada o cuando
las sospechas de las que es objeto tienen repercusiones importantes en su situación, en razón a
las medidas adoptadas por las autoridades encargadas de perseguir los delitos. (STEDH de 28
de octubre de 2003, Caso López Sole y Martín de Vargas c. España). Además de lo anterior,
se ha exigido en ocasiones que quien denuncia las dilaciones haya procedido a denunciarlas
previamente en el momento oportuno, pues la vulneración del derecho, como recordábamos
en la STS nº 1151/2002, de 19 de junio , "no puede ser apreciada si previamente no se ha dado
oportunidad al órgano jurisdiccional de reparar la lesión o evitar que se produzca, ya que esta
denuncia previa constituye una colaboración del interesado en la tarea judicial de la eficaz
tutela a la que obliga el art. 24.1 de la Constitución mediante la cual poniendo la parte al
órgano Jurisdiccional de manifiesto su inactividad, se le da oportunidad y ocasión para
remediar la violación que se acusa (Sentencias del Tribunal Constitucional 73/1992 ,
301/1995 , 100/1996 y 237/2001 , entre otras; STS 175/2001, 12 de febrero)". Sin embargo,
como hemos dicho también en la STS nº 1497/2002, de 23 septiembre , "en esta materia no se
deben extremar los aspectos formales" La STS 360/2014 , de 21 de abril , con abundante cita
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jurisprudencial, explica que la "dilación indebida " es considerada por la jurisprudencia como
un concepto abierto o indeterminado, que requiere, en cada caso, una específica valoración
acerca de si ha existido efectivo retraso verdaderamente atribuible al órgano jurisdiccional, si
el mismo resulta injustificado y si constituye una irregularidad irrazonable en la duración
mayor de lo previsible o tolerable. Se subraya también su doble faceta prestacional -derecho a
que los órganos judiciales resuelvan y hagan ejecutar lo resuelto en un plazo razonable-, y
reaccional -traduciéndose en el derecho a que se ordene la inmediata conclusión de los
procesos en que se incurra en dilaciones indebidas -. En cuanto al carácter razonable de la
dilación de un proceso, ha de atenderse a las circunstancias del caso concreto con arreglo a los
criterios objetivos consistentes esencialmente en la complejidad del litigio, los márgenes de
duración normal de procesos similares, el interés que en el proceso arriesgue el demandante y
las consecuencias que de la demora se siguen a los litigantes, el comportamiento de estos y el
del órgano judicial actuante. Por lo demás, en la práctica, la jurisdicción ordinaria ha venido
operando para graduar la atenuación punitiva con el criterio de la necesidad de pena en el caso
concreto, atendiendo para ello al interés social derivado de la gravedad del delito cometido, al
mismo tiempo que han de ponderarse los perjuicios que la dilación haya podido generar al
acusado. Así, son dos los aspectos que han de tenerse en consideración a la hora de interpretar
esta atenuante. Por un lado, la existencia de un "plazo razonable", a que se refiere el artículo 6
del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, que reconoce a toda persona el «derecho a que la causa sea oída dentro de un
plazo razonable», y por otro lado, la existencia de dilaciones indebidas, que es el concepto
que ofrece nuestra Constitución en su art. 24.2. En realidad, son conceptos confluyentes en la
idea de un enjuiciamiento sin demora, pero difieren en sus parámetros interpretativos. Las
dilaciones indebidas son una suerte de proscripción de retardos en la tramitación, que han de
evaluarse con el análisis pormenorizado de la causa y los lapsos temporales muertos en la
secuencia de tales actos procesales. Por el contrario, el "plazo razonable" es un concepto
mucho más amplio, que significa el derecho de todo justiciable a que su causa sea vista en un
tiempo prudencial, que ha de tener como índices referenciales la complejidad de la misma y
los avatares procesales de otras de la propia naturaleza, junto a los medios disponibles en la
Administración de Justicia. También nos recuerda esta STS 360/2014 que la Sala tiene
establecido en resoluciones precedentes que la atenuante de dilaciones indebidas ha de
acogerse unas veces en la condición de simple y otras en la de especialmente cualificada,
atendiendo al dato concreto de que el plazo de duración total del proceso se extendiera
durante más de cinco años, plazo que de por sí se consideraba, en principio, irrazonable y
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susceptible de atenuar la responsabilidad penal por la vía del art. 21.6ª del C. Penal . Y así se
consideraron plazos irrazonables: nueve años de duración del proceso penal (SSTS 655/2003,
de 8 de mayo; y 506/2002, de 21 de marzo); ocho años (STS 291/2003, de 3 de marzo); 7
años (SSTS 91/2010, de 15-2 ; 235/2010, de 1 de febrero ; 338/2010, de 16 de abril ; y
590/2010, de 2 de junio); 5 años y medio (STS 551/2008, de 29 de septiembre); y 5 años
(SSTS 271/2010, de 30 de marzo ; y 470/2010, de 20 de mayo). 3. En nuestro caso, la sala de
instancia, ajustándose a los parámetros jurisprudenciales expuestos, explica que "el tiempo de
demora del IMELGA (en el que repara especialmente) es normal en estos casos. Un supuesto
como el presente (con una petición fiscal de 20 años de prisión), con numerosas periciales
muy especializadas y varias testificales practicadas durante la instrucción, en modo alguno
puede reputarse como dilatado en el tiempo cuando unos hechos cometidos en septiembre de
2012 son enjuiciados en abril de 2016. El mero examen de la causa pone de manifiesto que no
ha habido interrupción alguna en su normal tramitación y es la ordinaria en los órganos
judiciales de A. Coruña." Ciertamente, no siendo una causa compleja, ha sido precisa la
práctica de una serie de periciales, algo frecuente en este tipo de delitos, a fin de conocer los
efectos del mismo en la víctima, así como el examen de los restos biológicos encontrados. No
es la falta de celeridad lo que determina la vulneración del derecho a un proceso sin
dilaciones, sino los retrasos injustificados y extraordinarios en la tramitación de la causa, y
estos creemos que en el presente caso no se han producido.
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solo se aplica cuando hay una duración extraordinaria del procedimiento en su totalidad, sino
cuando hay paralizaciones de especial importancia.
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la eventual prescripción del delito que podría operarse como consecuencia de dicha
inactividad. Además, y en este punto hay unanimidad, no basta la genérica denuncia al
transcurso del tiempo en la tramitación de la causa, sino que se debe concretar los periodos y
demoras producidas. Para su aplicación como atenuante muy cualificada, se requiere la
concurrencia de retrasos de intensidad extraordinarios, casos excepcionales y graves.
Conclusiones
Hay que atender a cada caso concreto para valorar su concurrencia, no solo como
simple, sino también en su modalidad de muy cualificada.
Bibliografía.
FERNÁNDEZ ROS, JF.: La atenuante de dilaciones indebidas tras la reforma del Código penal de 2011.
www.noticiasjuríridcas.com. Publicación 01/02/2011
OUBIÑA BARBOLLA, S.: Dilaciones Indebidas. Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad, nº 10, abril-
septiembre 2016, pp.250-264 ISSN 2253-6655
RAMÍREZ ORTIZ, JL.: Derechos fundamentales y derecho penal: La circunstancia atenuante de dilaciones
indebidas. Editorial Aranzadi. Derecho y Proceso Penal nº 27/2012-1
RUBIO EIRE, JV.: Las dilaciones indebidas en el procedimiento penal. Un estudio desde el punto de vista de la
víctima y el delito. Lefrebvre/El derecho. www.elderecho.com
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