Bayarri Martí. Comunicación

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Jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la atenuante de

dilaciones indebidas
∼ M.ª Luisa Bayarri Martí∽
Abogada del Ilustre Colegio de Abogados de Valencia. Socia FICP.

Resumen.- El derecho a la tutela judicial efectiva no puede entenderse como algo desligado del tiempo, sino que
ha de otorgarse por los órganos judiciales dentro de los razonables términos temporales en que las personas
reclaman esa tutela judicial de sus derechos e intereses legítimos. La Constitución española así lo proclama en su
artículo 24.2, elevándolo a la categoría de derecho fundamental: Todos tenemos derecho a un proceso sin
dilaciones. En esta comunicación, se abordará la interpretación que la jurisprudencia ha dado a la atenuante de
dilaciones indebidas, incorporada al Código Penal por la reforma llevada a cabo por la Ley Orgánica 5/2010,
cuyo contenido concreto debe establecerse en cada caso, a la luz de determinados criterios que permiten
verificar, principalmente, si ha existido efectiva dilación y si ésta puede o no considerarse justificada.
Palabras clave.- Derecho fundamental; dilaciones indebidas; plazo razonable; justificación; reparación.

I. Introducción

En la exposición de motivos de la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, por la que se


modificaba la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre del Código Penal, se indicaba que,
en materia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, se había
considerado conveniente otorgar carta de naturaleza legal a la circunstancia atenuante de
dilaciones indebidas. La exposición continuaba explicando que, para su apreciación, es
necesario que el retraso en la tramitación tenga carácter extraordinario, que no guarde
proporción con la complejidad de la causa y que no sea atribuible a la conducta del propio
imputado. Así se recogían los elementos fundamentales de la jurisprudencia del Tribunal
Supremo, que había construido esta circunstancia como atenuante por analogía. 1Tras la
reforma, la circunstancia 6ª del artículo 21 quedó redactada del siguiente modo: La dilación
extraordinaria e indebida en la tramitación del procedimiento, siempre que no sea atribuible
al propio inculpado y que no guarde proporción con la complejidad de la causa.

Tras analizar conceptualmente la atenuante, en este trabajo se sistematizará el


tratamiento que la jurisprudencia ha dado a esta atenuante, con especial atención a los
criterios que deben seguirse para su apreciación.

II. La atenuante de dilaciones indebidas en el Derecho Penal español

Uno de los males que siempre se atribuyen a la Administración de Justicia es la lentitud.


Y así lo ha entendido desde siempre nuestro Tribunal Constitucional quien explicaba, en una

1
FERNÁNDEZ ROS, F. La atenuante de dilaciones indebidas tras la reforma del Código Penal de 2011.
www.noticiasjuridicas.com. Publicación 01/02/2011.

1
de sus primeras sentencias, que el derecho a la tutela judicial efectiva no puede entenderse
como algo desligado del tiempo, sino que ha de otorgarse por los órganos judiciales dentro de
los razonables términos temporales en que las personas reclaman esa tutela judicial de sus
derechos e intereses legítimos.2

De acuerdo con la redacción dada en el Código Penal a la atenuante de dilaciones


indebidas, y también en base a la Jurisprudencia del Tribunal Supremo anterior y posterior, se
exige la concurrencia de cuatro requisitos para poder apreciarla: 1) que la dilación sea
indebida, es decir injustificada; 2) que sea extraordinaria; 3) que no sea atribuible al propio
inculpado; y 4) que no guarde proporción con la complejidad de la causa, requisito muy
vinculado a que sea indebida.

La pérdida de derechos, es decir, el menoscabo del derecho fundamental a ser


enjuiciado en un plazo razonable o sin dilaciones indebidas, es considerada una pena natural,
que debe computarse en la pena judicialmente impuesta por el delito para mantener la
proporcionalidad entre la gravedad de la pena (la pérdida de bienes o derechos derivada del
proceso penal) y el mal causado por el autor.

Por ello, el derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas, que no es


identificable con el derecho procesal al cumplimiento de los plazos establecidos en las leyes,
impone a los órganos jurisdiccionales la obligación de resolver las cuestiones que les sean
sometidas, y también de ejecutar lo resuelto en un tiempo razonable. Se trata, por tanto, de un
concepto indeterminado que requiere para su concreción el examen de las actuaciones
procesales, a fin de comprobar en cada caso si efectivamente ha existido un retraso en la
tramitación de la causa que no aparezca suficientemente justificado por su complejidad o por
otras razones, y que sea imputable al órgano jurisdiccional y no precisamente a quien reclama.
En particular, debe valorarse la complejidad de la causa, el comportamiento del interesado y
la actuación de las autoridades competentes.

En ocasiones, se ha exigido que quien invoca las dilaciones haya procedido a


denunciarlas previamente en el momento oportuno, basándose para ello en que la vulneración
del derecho no puede ser apreciada si previamente no se ha dado oportunidad al órgano
jurisdiccional de reparar la lesión o evitar que se produzca, ya que esta denuncia previa

2
OUBIÑA BARBOLLA, S. Dilaciones indebidas. Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad. Nº 10, abril-
septiembre 2016, p.251.

2
constituye una colaboración del interesado en la tarea judicial de la eficaz tutela a la que
obliga el art. 24.1 de la Constitución, mediante la cual se le da oportunidad y ocasión al
órgano judicial de remediar la violación de la que se le acusa.

Sin embargo, en otras ocasiones, se ha rechazado dicha exigencia porque, en esta


materia, no deben extremarse los aspectos formales. En primer lugar, porque en el proceso
penal y, sobre todo, durante la instrucción, el impulso procesal es un deber del órgano
judicial. Y, en segundo lugar, porque el imputado no puede ser obligado sin más a renunciar a
la eventual prescripción del delito que se podría operar como consecuencia de dicha
inactividad. Esto marca una diferencia esencial entre el procedimiento penal, en lo que se
refiere a la posición del imputado, y otros procesos que responden a diversos principios. El
derecho a ser juzgado sin dilaciones indebidas está configurado en el artículo 24 de la
Constitución sin otras condiciones que las que surgen de su propia naturaleza.

Esta falta de unanimidad en la exigencia de la denuncia previa fue resuelta con la Ley
Orgánica 5/2010, ya que no constituye un requisito ineludible para apreciar la atenuante, pues
la norma no lo exige, sin perjuicio de que pueda valorarse judicialmente en el ámbito del
comportamiento del imputado, a los efectos de apreciar el carácter indebido (es decir,
procesalmente inexplicable) de la demora3.

Existe acuerdo en que el concepto de dilación indebida es un concepto abierto o


indeterminado que requiere, en cada caso, una específica valoración acerca de si ha existido
efectivo retraso (elemento temporal)4 y, junto a la no justificación del retraso y la no
atribución del mismo a la conducta del imputado, debe determinarse que se han derivado del
mismo consecuencias gravosas, ya que aquel retraso no tiene que implicar dichas
consecuencias de manera inexorable. Y es que, sin daño, no cabe reparación, debiendo
apreciarse un específico perjuicio más allá del inherente al propio retraso. Debe constatarse
una efectiva lesión, bien por causa de las circunstancias personales del autor del hecho, bien
por reducción del interés social de la condena, que haga que la pena a imponer resulte
desproporcionada. Si los hechos concretos perseguidos revisten especial gravedad, se reduce
la relevancia del tiempo transcurrido en relación con la necesidad de pena, que deberá

3
RUBIO EIRE, J.V. Las dilaciones indebidas en el procedimiento penal. Un estudio desde el punto de vista del
reo y de la víctima del delito. Lefebre/el Derecho. www. elderecho.com
4
RAMÍREZ ORTIZ, J.L. Derechos fundamentales y derecho penal: La circunstancia atenuante de dilaciones
indebidas. Editorial Aranzadi. Derecho y Proceso Penal nº 27/2012-1, p.32.

3
subsistir en su integridad.5

III. Jurisprudencia del Tribunal Supremo sobre la atenuante de dilaciones indebidas

A continuación, se van a relacionar las sentencias dictadas por la Sala Segunda del
Tribunal Supremo en los últimos siete años –desde la entrada en vigor de la Ley Orgánica
5/2010- que, a criterio de la comunicante, resultan más interesantes para comprender la línea
interpretativa que sigue nuestro Alto Tribunal para la aplicación o inaplicación de esta
atenuante, haciendo especial hincapié en las más recientes. Analicemos a continuación dichas
sentencias, que se han agrupado por temas tratados en las mismas:

1.- Alegación de la atenuante como cuestión nueva:

Sentencia del Tribunal Supremo nº 286/2017, de 3 de febrero.- En la exposición del


motivo, alega el recurrente la infracción del derecho fundamental a un proceso sin dilaciones.
Manifiesta que ha habido un periodo de paralización superior a dos años desde que por el
Juzgado de Instrucción se dictó Decreto remitiendo las actuaciones a la Audiencia Provincial
de Granada, el día 17 de Enero de 2014 --folio 645-- hasta la efectiva celebración del juicio
oral, que tuvo lugar el día 21 de Enero de 2016, inactividad a la que es totalmente ajeno el
recurrente. Nada se alegó en fases procesales anteriores sobre esta cuestión y, por tanto, sobre
ella no pudo pronunciarse el Tribunal de instancia.

La cuestión plantada "per saltum" en la casación ha sido tratada repetidamente por esta
Sala --SSTS 136/2015, de 18 de Marzo y 71/2016, de 9 de Febrero, entre otras--, señalando
que la alegación de esta atenuante como cuestión nueva no constituye un obstáculo insalvable
para su apreciación, dada la naturaleza de garantía constitucional que tiene el derecho a un
juicio sin dilaciones; pero la dificulta, entre otras razones, porque no se ha podido producir un
debate previo sobre la concurrencia o no de periodos de paralización del procedimiento y,
ordinariamente, la ausencia de este debate se traduce en que dichos periodos no constan en el
relato fáctico.

Como señala la STS 861/2014, de 2 de Diciembre, la prohibición de suscitar en


casación cuestiones que antes no hayan sido planteadas en la instancia, obedece a la necesidad
de salvaguardar el principio de contradicción y se apoya en la exigencia de buena fe procesal -
-art. 11 LOPJ--. Esta doctrina jurisprudencial se formula como una regla general, pero admite

5
Por todas, Sentencia del Tribunal Supremo, Sala Segunda, nº 849/2013, de 12 de noviembre

4
excepciones --STS 657/2012, de 19 de Julio--. La regla general consiste en que el ámbito de
la casación, y en general de cualquier recurso, ha de ceñirse al examen de los temas o
pretensiones que fueron planteados formalmente en la instancia. No pueden introducirse "per
saltum" cuestiones diferentes, hurtándolas al debate contradictorio en la instancia y a una
respuesta en la sentencia impugnada que podría haber sido objeto de impugnación por las
demás partes. Es consustancial al recurso de casación circunscribirse al examen de los errores
legales que pudo cometer el Tribunal de instancia al enjuiciar los temas que las partes le
plantearon y no otros --SSTS 545/2003 de 15 de Abril, 1256/2002 de 4 de Julio, 344/2005 de
18 de Marzo, 157/2012 de 7 de Marzo y 861/2014 de 2 de Diciembre--.

La STS 777/2016, de 9 de Febrero recuerda que dicha regla general admite excepciones.
En primer lugar la alegación de infracciones de rango constitucional que puedan acarrear
indefensión; y, en segundo lugar, la vulneración de preceptos penales sustantivos favorables
al reo cuya procedencia fluya de los hechos probados, como sucede con la apreciación de una
atenuante cuyos presupuestos constan de modo manifiesto en el relato fáctico de la sentencia
impugnada.

2.- Criterios a tener en cuenta para determinar si se han producido o no dilaciones


indebidas:

Sentencia del Tribunal Supremo nº 181/2017, de 19 de enero.- Los criterios a tener


en cuenta para determinar si se han producido o no dilaciones indebidas pueden ser variados,
recogiéndose como tales: a) la naturaleza y circunstancias del litigio, singularmente su
complejidad, debiendo prestarse tratamiento equitativo a los litigios del mismo tipo; c) la
conducta procesal correcta del demandante, de modo que no se le pueda imputar el retraso; d)
el interés que en el proceso arriesgue el demandante y consecuencias que de la demora se
siguen a los litigantes y e) la actuación del órgano judicial que sustancia el proceso y
consideración de los medios disponibles.

Después de promulgarse la actual redacción del artículo 21.6 del Código Penal en el año
2010, la Jurisprudencia ha tratado de definir el alcance de los presupuestos típicos de dilación
extraordinaria de la tramitación del procedimiento y del carácter indebido de la misma, así
como ausencia de atribuibilidad al inculpado y relación con la complejidad de la causa. En la
STS 598/2014, de 10 de julio, puede leerse lo siguiente:

a) La nota de lo extraordinario en el retraso se configura de naturaleza totalmente


empírica y como algo que no cabe un concepto meramente normativo que implique atenuante

5
para toda duración meramente diversa de la duración legalmente prevista para cada trámite
(SSTS 199/2012 de 15 de marzo; y 1158/10 de 16 de diciembre). En este particular, ya puede
observarse una cierta diversidad de consecuencias por la diversidad de fundamento entre el
derecho constitucional y la atenuante. Así en la STS 990/2013, de 30 de diciembre, se decía
que, ciertamente, una tal interpretación puede suponer un cierto reduccionismo sobre
interpretaciones más acordes a la dimensión constitucional de la garantía o de la establecida
en textos internacionales, como las estructurales que expliquen las tardanzas, lo que no
alcanza a justificar el incumplimiento estatal de dispensar tutela judicial en plazo razonable.
Pero quizás no sea indiferente que, cuando la reparación exigible por razón de la dilación sea
la disminución de la pena imponible, las exigencias vayan más allá de las reclamables cuando
se trata de acudir a otros remedios de la vulneración constitucional.

b) En cuanto a la exigencia típica de que la dilación sea indebida, ya se dijo en la citada


STS 990/2013 que debe entenderse en el sentido de injusto o ilícito. Es decir no justificable.
Para establecer tal conclusión, ha de atenderse a las circunstancias concurrentes en cada caso.
Así será indebida si resulta desproporcionada para la complejidad de la causa. Y ésta puede
derivar de la multiplicidad de sujetos intervinientes que obliga a la multiplicación de los
trámites. O de la dificultad para establecer la estrategia investigadora adecuada. O de otras
circunstancias que deberán ser valoradas sin que quepa remitirse meramente al transcurso
del tiempo. La falta de justificación no debe considerarse como correlato ineludible con
eventualidades responsabilidades profesionales de los sujetos del procedimiento. Como
tampoco cabe excluir la nota de indebida por la mera alusión a deficiencias estructurales de la
organización del servicio judicial.

c) De manera muy concreta, entre esas circunstancias deberá valorarse cuál ha sido, no
solo el comportamiento del poder jurisdiccional, sino el comportamiento del propio acusado
provocando las dilaciones.

d) Procesalmente es carga del que pretende la atenuante, al menos , señalar los períodos
de paralización , justificar por qué se consideran "indebidos" los retrasos y/o indicar en qué
períodos se produjo una ralentización no justificada, siquiera en ocasiones concretas se haya
huido de un rigor formalista en esta exigencia (STS 126/2014 de 21 de febrero).

La sentencia justifica perfectamente las razones por las cuales aprecia la existencia de
una atenuante de dilaciones indebidas, pero también por qué esas dilaciones no tienen el
carácter tan relevante que supongan tal conceptuación, pues al margen de que las razones de

6
la paralización de la causa han obedecido a deficiencias estructurales de la administración de
justicia, lo cierto es que la duración total de la tramitación no cabe considerarla excesiva.

La parte recurrente se ocupa de ilustrarnos al respecto. Los hechos ocurren en


noviembre de 2009, dictándose Auto de incoación de Procedimiento Abreviado por el
Juzgado Instructor con fecha 20 de Abril de 2010 (Folio 1002). Esto es, se trata de una causa
que se instruye en un plazo muy razonable, inferior al año. Califica el Ministerio Fiscal en
mayo, dictándose Auto de apertura de Juicio Oral en Julio de 2010. Los escritos de defensa se
formulan, tras el dictado del auto de apertura de juicio oral, durante el segundo semestre de
2010, dictándose diligencia de ordenación por el Juzgado de Instrucción, remitiendo la causa
a la Audiencia Provincial con fecha 1 de marzo de 2011. Y, desde esa fecha hasta el 12 de
Febrero de 2014 en la que se dicta el Auto previsto en el artículo 785 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, no hay causa ni razón alguna de dicha paralización (3 años), toda
vez que en el Rollo de Sala, previo al citado Auto, sólo se resuelven cuestiones relativas a
devoluciones de vehículos o excusas de firmas apud acta.

En consecuencia, el plazo referido de tres años supone una paralización extraordinaria,


que debe compensarse con la estimación de la atenuante de dilaciones indebidas, sin que
exista razón alguna para dotar de mayor entidad a la paralización referida. Los hechos
ostentan complejidad y la concurrencia de multitud de acusados ha de tomarse también en c
consideración, razón por la cual el motivo no puede prosperar.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 2073/2014, de 27 de noviembre.- En cuanto a la


atenuante de dilaciones indebidas, la nueva redacción del art. 21.6 del CP exige la
concurrencia, al menos, de tres requisitos para la apreciación de la atenuante: a) el carácter
extraordinario e indebido de la dilación; b) su no atribuibilidad al propio inculpado; c) la falta
de proporción con la complejidad de la causa. De acuerdo con la STS de 21/02/2011, para la
apreciación de la atenuante de dilaciones indebidas, se ha de constatar que el periodo que se
computa a los efectos de determinar la extensión temporal, ha sido extraordinario e indebido.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 184/2011, de 17 de marzo.- La "dilación


indebida" es, por tanto, un concepto abierto o indeterminado, que requiere, en cada caso, una
específica valoración acerca de si ha existido efectivo retraso verdaderamente atribuible al
órgano jurisdiccional, es el mismo injustificado y constituye una irregularidad irrazonable en
la duración mayor de lo previsible o tolerable ( Ss. del TC 133/1988, de 4 de Junio , y del TS
de 14 de Noviembre de 1994, entre otras).

7
Sentencia del Tribunal Supremo nº 85/2011, de 7 de febrero.- Los requisitos para su
aplicación son: a) que la dilación sea indebida; b) que sea extraordinaria; y c) que no sea
atribuible al propio inculpado. El requisito de que la dilación no guarde proporción con la
complejidad de la causa se halla comprendido realmente en el de que sea indebida, toda vez
que, si la complejidad de la causa justifica el tiempo invertido en su tramitación, la dilación
dejaría de ser indebida en el caso concreto, que es lo verdaderamente relevante.

3.- Plazo razonable:

Sentencia del Tribunal Supremo nº 958/2016, de 19 de diciembre.- El segundo


motivo del recurso interpuesto por ambos condenados alega dilaciones indebidas. Se
argumenta que los hechos ocurrieron en julio de 2010, que la tramitación era sencilla y de
hecho se juzgaron y sentenciaron en julio de 2011, con resolución absolutoria, habiéndose
prolongado indebidamente la causa durante cinco años más, hasta el 2016, como
consecuencia de los recursos de casación formulados que dieron lugar en dos ocasiones a la
anulación de las sentencias dictadas. El motivo debe ser estimado. En el caso presente debe
apreciarse la concurrencia de dilaciones muy cualificadas, pues si bien es cierto que la
tramitación ordinaria de los recursos previstos en las leyes no puede valorarse como dilación
alguna, también lo es que lo sucedido en esta causa es anómalo y excepcional, dado que por
dos veces este Tribunal tuvo que acordar la nulidad de la sentencia dictada. En la primera
ocasión se anuló la sentencia absolutoria por resolución casacional de esta Sala de 8 de junio
de 2012 que apreció incoherencias y contradicciones entre los hechos probados de la
sentencia y su motivación y fallo, acordándose que por los mismos Magistrados se dictase
nueva sentencia subsanando los vicios procesales que determinaron su nulidad. Pese a que el
dictado de la nueva sentencia no requería tramitación alguna, se demoró hasta el 27 de mayo
de 2014, es decir casi dos años. Esta sentencia, en la que se corrigió exclusivamente el relato
fáctico, fue nuevamente anulada por este Tribunal Supremo, por sentencia de 20 de marzo de
2015, por estimar vulnerado el derecho a la tutela judicial efectiva de la acusación, al
considerarla irrazonable e ilógica en su argumentación, ordenando la celebración de nuevo
juicio por un Tribunal distinto. Juicio que dio lugar a la sentencia condenatoria ahora
recurrida, dictada con fecha 12 de febrero de 2016. El art 21 6º CP reformado por Ley
Orgánica 5/20110, de 22 de junio, reconoce como circunstancia atenuante: "La dilación
extraordinaria e indebida en la tramitación del procedimiento, siempre que no sea atribuible al
propio inculpado y que no guarde proporción con la complejidad de la causa". Su aplicación
exige cuatro requisitos: 1) que la dilación sea injustificada; 2) que sea extraordinaria; 3) que

8
no sea atribuible al propio inculpado; y 4) que no guarde proporción con la complejidad de la
causa. La apreciación como muy cualificada requerirá de una paralización superior a la
extraordinaria, o bien que, dadas las concretas circunstancias de la acusada, de la causa y de la
pena impuesta, pueda apreciarse que la dilación ha ocasionado un perjuicio superior al
ordinariamente atribuible a la dilación constitutiva de la atenuante simple, de forma que la
apreciación de la atenuación ordinaria carezca de efectividad suficiente para compensar el
daño ocasionado por la demora. En el caso actual concurren circunstancias que justifican la
apreciación de la atenuante como muy cualificada. En efecto, la causa era extremadamente
sencilla: un solo hecho delictivo, dos acusados, un delito flagrante, una instrucción que solo
requería el análisis de la sustancia ocupada y unas declaraciones fáciles de obtener y practicar,
hasta el punto de que los hechos fueron sentenciados inicialmente en un año. Por ello es
manifiestamente injustificado que el procedimiento se prolongase más de seis años, con
períodos de paralización absoluta superiores a un año, lo que se debió a las dilaciones
derivadas del resultado de los recursos. Si bien es cierto, como ya se ha señalado, que la
tramitación ordinaria de los recursos previstos en las leyes no puede valorarse como dilación
alguna, también lo es que lo sucedido en esta causa es anómalo y excepcional, dado que por
dos veces este Tribunal tuvo que acordar la nulidad de la sentencia dictada. Y en la primera
ocasión, cuando se anuló la primera sentencia absolutoria, acordándose que por los mismos
Magistrados se dictase nueva sentencia subsanando los vicios procesales que determinaron su
nulidad, lo que no requería tramitación alguna, esta segunda sentencia se demoró casi dos
años, período de paralización extraordinario, que unido a la reiteración de la irracionalidad de
la motivación que obligó a una nueva anulación, con nombramiento de otro Tribunal
sentenciador y reiteración de juicio, acabó determinando una duración del procedimiento
superior a seis años.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 175/2015, de 31 de marzo.- Las “dilaciones


indebidas” implican la proscripción de retardos en la tramitación, que han de evaluarse con el
análisis pormenorizado de la causa y los lapsos temporales muertos en la secuencia de dichos
actos procesales. Por el contrario, el "plazo razonable" es un concepto más amplio, que se
refiere al derecho de todo justiciable a que su causa sea vista en un tiempo prudencial, y que
ha de tener como índices referenciales la complejidad de la misma y los avatares procesales
de otras de la propia naturaleza, junto a los medios disponibles en la Administración de
Justicia. En cualquier caso un requisito esencial para la aplicación de la atenuante consiste en

9
que la dilación no sea atribuible al propio inculpado, tal y como destaca la STS núm.
385/2014, de 23 de abril”.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 159/2015, de 18 de marzo.- La Sala no puede


incluir en el concepto de normalidad procesal la constatación de que, tras incoar el Juez de
instrucción procedimiento abreviado - auto de 12 de septiembre de 2007-, el Fiscal llegó a
encadenar 6 peticiones sucesivas de diligencias de investigación que –desde el año 2008 hasta
el año 2013- conllevaron una inaceptable ralentización del procedimiento. En efecto, como
destaca el propio Fiscal del Tribunal Supremo, el Ministerio Fiscal solicitó, casi un año
después de la incoación del procedimiento abreviado por el Juez, nuevas diligencias con
fecha 24 de octubre 2008. Transcurrido ese término se le dio nuevo trasladó y volvió a pedir
renovadas diligencias en las fechas 10 noviembre 2009, 1 de julio de 2010, 21 de diciembre
de 2011, 5 de octubre de 2012 y 4 de marzo de 2013.

Es aquí donde radica la quiebra del derecho a un proceso sin dilaciones y es aquí donde,
a la vista del contenido del art. 780.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se generó una
desviación respecto de los principios que legitiman el proceso penal y el ejercicio de la
función jurisdiccional. (…) Este precepto no puede ver alterada su funcionalidad, encaminada
a la preparación del juicio oral, y pasar a convertirse en un expediente que permita al Fiscal
instar una petición encadenada de diligencias cuya práctica se prolongue durante más de un
lustro. (…) Sea como fuere, lo verdaderamente importante es que la posición del Fiscal en el
proceso penal, de modo singular en la fase de investigación, no se asemeje a la de un órgano
distante, que sigue las vicisitudes del sumario por una suerte de control remoto, que le habilita
para, durante más de cinco años y después de 6 traslados distintos, ir instando diligencias
hasta completar una investigación que habría podido culminar con una mayor proximidad a la
causa. De haberse producido ésta, habría evitado, a buen seguro, la necesidad de abrir
paréntesis temporales tan contrarios a un elemental principio de celeridad. (F. J. 1º)

4.- Apreciación de la atenuante en la modalidad de muy cualificada

Sentencia del Tribunal Supremo nº 946/2016, de 15 de diciembre.- El cuarto motivo


se formula por infracción de ley, al amparo del art. 849.1 LECrim., por indebida aplicación
del art.21.6ª CP. 1. Para el recurrente se evidencia la procedencia de la atenuante de dilaciones
indebidas, ajenas al acusado, a través del dato de la comisión del hecho en 15 y 16 de
septiembre de 2012, llevándose a cabo el acto del juicio los días 14 y 20 de abril de 2016, no
tratándose de una causa compleja, que, si no se concluyó pronto, fue por las continuas

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peticiones de diligencias, que se mostraron totalmente innecesarias, por parte del Ministerio
Fiscal. 2. En sentencias como la STS 948/2005, de 19 de julio ha dicho esta Sala que el
derecho fundamental a un proceso sin dilaciones indebidas, que aparece expresamente en el
artículo 24.2 de la Constitución, no es identificable con el derecho al cumplimiento de los
plazos establecidos en las leyes procesales, pero impone a los órganos jurisdiccionales la
obligación de resolver las cuestiones que les sean sometidas, y también la de ejecutar lo
resuelto, en un tiempo razonable. El artículo 6.1 del Convenio para la Protección de los
Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, se refiere expresamente al derecho de
toda persona a que su causa sea oída dentro de un plazo razonable. Se trata de un concepto
indeterminado cuya concreción se encomienda a los Tribunales. Para ello es preciso el
examen de las actuaciones concretas, a fin de comprobar en cada caso si efectivamente ha
existido un retraso en la tramitación de la causa que no aparezca suficientemente justificado
por su complejidad o por otras razones, y que sea imputable al órgano jurisdiccional y que no
haya sido provocado por la actuación del propio acusado. En particular debe valorarse la
complejidad de la causa, el comportamiento del interesado y la actuación de las autoridades
competentes (STEDH de 28 de octubre de 2003, Caso González Doria Durán de Quiroga c.
España y STEDH de 28 de octubre de 2003, Caso López Sole y Martín de Vargas c. España ,
y las que en ellas se citan). En el examen de las circunstancias de la causa también el TEDH
ha señalado que el periodo a tomar en consideración en relación al artículo 6.1 del Convenio
empieza desde el momento en que una persona se encuentra formalmente acusada o cuando
las sospechas de las que es objeto tienen repercusiones importantes en su situación, en razón a
las medidas adoptadas por las autoridades encargadas de perseguir los delitos. (STEDH de 28
de octubre de 2003, Caso López Sole y Martín de Vargas c. España). Además de lo anterior,
se ha exigido en ocasiones que quien denuncia las dilaciones haya procedido a denunciarlas
previamente en el momento oportuno, pues la vulneración del derecho, como recordábamos
en la STS nº 1151/2002, de 19 de junio , "no puede ser apreciada si previamente no se ha dado
oportunidad al órgano jurisdiccional de reparar la lesión o evitar que se produzca, ya que esta
denuncia previa constituye una colaboración del interesado en la tarea judicial de la eficaz
tutela a la que obliga el art. 24.1 de la Constitución mediante la cual poniendo la parte al
órgano Jurisdiccional de manifiesto su inactividad, se le da oportunidad y ocasión para
remediar la violación que se acusa (Sentencias del Tribunal Constitucional 73/1992 ,
301/1995 , 100/1996 y 237/2001 , entre otras; STS 175/2001, 12 de febrero)". Sin embargo,
como hemos dicho también en la STS nº 1497/2002, de 23 septiembre , "en esta materia no se
deben extremar los aspectos formales" La STS 360/2014 , de 21 de abril , con abundante cita

11
jurisprudencial, explica que la "dilación indebida " es considerada por la jurisprudencia como
un concepto abierto o indeterminado, que requiere, en cada caso, una específica valoración
acerca de si ha existido efectivo retraso verdaderamente atribuible al órgano jurisdiccional, si
el mismo resulta injustificado y si constituye una irregularidad irrazonable en la duración
mayor de lo previsible o tolerable. Se subraya también su doble faceta prestacional -derecho a
que los órganos judiciales resuelvan y hagan ejecutar lo resuelto en un plazo razonable-, y
reaccional -traduciéndose en el derecho a que se ordene la inmediata conclusión de los
procesos en que se incurra en dilaciones indebidas -. En cuanto al carácter razonable de la
dilación de un proceso, ha de atenderse a las circunstancias del caso concreto con arreglo a los
criterios objetivos consistentes esencialmente en la complejidad del litigio, los márgenes de
duración normal de procesos similares, el interés que en el proceso arriesgue el demandante y
las consecuencias que de la demora se siguen a los litigantes, el comportamiento de estos y el
del órgano judicial actuante. Por lo demás, en la práctica, la jurisdicción ordinaria ha venido
operando para graduar la atenuación punitiva con el criterio de la necesidad de pena en el caso
concreto, atendiendo para ello al interés social derivado de la gravedad del delito cometido, al
mismo tiempo que han de ponderarse los perjuicios que la dilación haya podido generar al
acusado. Así, son dos los aspectos que han de tenerse en consideración a la hora de interpretar
esta atenuante. Por un lado, la existencia de un "plazo razonable", a que se refiere el artículo 6
del Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades
Fundamentales, que reconoce a toda persona el «derecho a que la causa sea oída dentro de un
plazo razonable», y por otro lado, la existencia de dilaciones indebidas, que es el concepto
que ofrece nuestra Constitución en su art. 24.2. En realidad, son conceptos confluyentes en la
idea de un enjuiciamiento sin demora, pero difieren en sus parámetros interpretativos. Las
dilaciones indebidas son una suerte de proscripción de retardos en la tramitación, que han de
evaluarse con el análisis pormenorizado de la causa y los lapsos temporales muertos en la
secuencia de tales actos procesales. Por el contrario, el "plazo razonable" es un concepto
mucho más amplio, que significa el derecho de todo justiciable a que su causa sea vista en un
tiempo prudencial, que ha de tener como índices referenciales la complejidad de la misma y
los avatares procesales de otras de la propia naturaleza, junto a los medios disponibles en la
Administración de Justicia. También nos recuerda esta STS 360/2014 que la Sala tiene
establecido en resoluciones precedentes que la atenuante de dilaciones indebidas ha de
acogerse unas veces en la condición de simple y otras en la de especialmente cualificada,
atendiendo al dato concreto de que el plazo de duración total del proceso se extendiera
durante más de cinco años, plazo que de por sí se consideraba, en principio, irrazonable y

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susceptible de atenuar la responsabilidad penal por la vía del art. 21.6ª del C. Penal . Y así se
consideraron plazos irrazonables: nueve años de duración del proceso penal (SSTS 655/2003,
de 8 de mayo; y 506/2002, de 21 de marzo); ocho años (STS 291/2003, de 3 de marzo); 7
años (SSTS 91/2010, de 15-2 ; 235/2010, de 1 de febrero ; 338/2010, de 16 de abril ; y
590/2010, de 2 de junio); 5 años y medio (STS 551/2008, de 29 de septiembre); y 5 años
(SSTS 271/2010, de 30 de marzo ; y 470/2010, de 20 de mayo). 3. En nuestro caso, la sala de
instancia, ajustándose a los parámetros jurisprudenciales expuestos, explica que "el tiempo de
demora del IMELGA (en el que repara especialmente) es normal en estos casos. Un supuesto
como el presente (con una petición fiscal de 20 años de prisión), con numerosas periciales
muy especializadas y varias testificales practicadas durante la instrucción, en modo alguno
puede reputarse como dilatado en el tiempo cuando unos hechos cometidos en septiembre de
2012 son enjuiciados en abril de 2016. El mero examen de la causa pone de manifiesto que no
ha habido interrupción alguna en su normal tramitación y es la ordinaria en los órganos
judiciales de A. Coruña." Ciertamente, no siendo una causa compleja, ha sido precisa la
práctica de una serie de periciales, algo frecuente en este tipo de delitos, a fin de conocer los
efectos del mismo en la víctima, así como el examen de los restos biológicos encontrados. No
es la falta de celeridad lo que determina la vulneración del derecho a un proceso sin
dilaciones, sino los retrasos injustificados y extraordinarios en la tramitación de la causa, y
estos creemos que en el presente caso no se han producido.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 771/2014, de 19 de noviembre.- Para ponderar la


aplicación de la atenuante de dilaciones indebidas en la modalidad de muy cualificada, tiene
establecido esta Sala que ha de partirse de la premisa de que no es suficiente con que las
circunstancias particulares del caso permitan hablar de una dilación del proceso
extraordinaria, sino que ha de tratarse de una dilación especialmente extraordinaria o
superextraordinaria, a tenor de la redacción que le ha dado el legislador en el nuevo art. 21. 6ª
del Código Penal. Si, para apreciar la atenuante genérica o simple se requiere una dilación
indebida y extraordinaria en su extensión temporal, para la muy cualificada siempre se
requerirá un tiempo superior al extraordinario; esto es, supuestos excepcionales de dilaciones
verdaderamente clamorosas y que se sitúan muy fuera de lo corriente o de lo más frecuente
(SSTS 739/2011, de 14-7; 484/2012, de 12-6; 554/2014, de 16-6).

Sentencia del Tribunal Supremo nº 416/2013, de 26 de abril.- Para apreciar la


atenuante con el carácter de cualificada, es necesario que los retrasos sean de una intensidad
extraordinaria y especial, dilaciones verdaderamente clamorosas y fuera de lo corriente. No

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solo se aplica cuando hay una duración extraordinaria del procedimiento en su totalidad, sino
cuando hay paralizaciones de especial importancia.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 484/2012, de 12 de junio.- En un delito contra la


salud pública, el proceso duró más de cinco años contados hasta el dictado de la sentencia de
primera instancia sin que fuera causa compleja, por lo que se aplica la atenuante como muy
cualificada.

5.- Apreciación de la atenuante en su modalidad de simple

Sentencia del Tribunal Supremo nº 428/2012, de 6 de junio.- En un procedimiento


por delitos de administración desleal y apropiación indebida, desde la presentación de la
querella hasta que se dicta sentencia, transcurrieron 828 días no consecutivos de inactividad
procesal, es decir, 2 años y 4 meses aproximadamente, por lo que se aprecia la atenuante
simple de dilaciones indebidas.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 957/2010, de 2 de noviembre.- En un


procedimiento por delito de robo con violencia e intimidación, en concurso ideal con un delito
de detención ilegal, el procedimiento desde su iniciación hasta el dictado de la sentencia duró
seis años, por lo que se aplica la atenuante simple de dilaciones indebidas.

Sentencia del Tribunal Supremo nº 1199/2009, de 23 de noviembre.- En un delito


contra la salud pública, y en una causa con poca complejidad, se ha tardado más de tres años
en concluir la causa, dándose la particularidad, además, de que ha habido una dilación de más
de diez meses en dictar sentencia desde la celebración de la vista, por lo que se aplica la
atenuante con carácter simple.

6.- No necesidad de previa denuncia

Sentencia del Tribunal Supremo nº 739/2011, de 14 de julio.- La atenuante de


dilaciones indebidas no es identificable con el derecho procesal al cumplimiento de los plazos
establecidos en las leyes, e impone a los órganos jurisdiccionales la obligación de resolver las
cuestiones que les sean sometidas, y también ejecutar lo resuelto, en un tiempo razonable.
Para su aplicación, el órgano jurisdiccional debe valorar la complejidad de la causa, el
comportamiento del interesado y la actuación de las autoridades competentes. En ocasiones se
ha exigido que quien denuncia las dilaciones haya procedido a denunciarlas previamente en el
momento oportuno. Sin embargo, sobre este punto se ha dicho en ocasiones que “en esta
materia no se deben extremar los aspectos formales” porque el impulso procesal es un deber
procesal del órgano judicial y porque el imputado no puede ser obligado sin más a renunciar a

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la eventual prescripción del delito que podría operarse como consecuencia de dicha
inactividad. Además, y en este punto hay unanimidad, no basta la genérica denuncia al
transcurso del tiempo en la tramitación de la causa, sino que se debe concretar los periodos y
demoras producidas. Para su aplicación como atenuante muy cualificada, se requiere la
concurrencia de retrasos de intensidad extraordinarios, casos excepcionales y graves.

Conclusiones

La atenuante de dilaciones indebidas regulada en el artículo 21.6 del Código Penal


recoge la doctrina jurisprudencial hasta la reforma de la Ley Orgánica 5/2010, teniendo su
fundamento en la compensación destructiva de la culpabilidad, como consecuencia del mal
funcionamiento de la justicia.

Se trata de un concepto indeterminado, complejo y casuístico, que se contextualiza


según las circunstancias concretas habidas en la tramitación de la causa, no pudiendo
entenderse exclusivamente como el no cumplimiento de los plazos procesales.

Hay que atender a cada caso concreto para valorar su concurrencia, no solo como
simple, sino también en su modalidad de muy cualificada.

Bibliografía.
FERNÁNDEZ ROS, JF.: La atenuante de dilaciones indebidas tras la reforma del Código penal de 2011.
www.noticiasjuríridcas.com. Publicación 01/02/2011
OUBIÑA BARBOLLA, S.: Dilaciones Indebidas. Eunomía. Revista en Cultura de la Legalidad, nº 10, abril-
septiembre 2016, pp.250-264 ISSN 2253-6655
RAMÍREZ ORTIZ, JL.: Derechos fundamentales y derecho penal: La circunstancia atenuante de dilaciones
indebidas. Editorial Aranzadi. Derecho y Proceso Penal nº 27/2012-1
RUBIO EIRE, JV.: Las dilaciones indebidas en el procedimiento penal. Un estudio desde el punto de vista de la
víctima y el delito. Lefrebvre/El derecho. www.elderecho.com

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