Juzgado Civil 2

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Poder Judicial de la Nación

JUZGADO CIVIL 2

Buenos Aires, 08 de julio de 2022.-


Y VISTOS:
Estos autos caratulados “O, S c/ Majul, Luis Miguel y
otros s/ daños y perjuicios” Expediente nº 49.217/2017, en trámite
por ante este Juzgado a mi cargo, de los que
RESULTA:
a) A fs. 56/82 se presenta S O, por intermedio de
apoderado, promoviendo demanda por daños y perjuicios contra Luis
Miguel Majul, la producción del programa televisivo La Cornisa,
América TV y/o contra el periodista Daniel Pedro Santoro, por la
suma que estima en tres millones de pesos ($3.000.000) con más sus
intereses y costas del juicio.
Comienza diciendo que desde el año 2008 se encontraba
radicado junto a su familia en Ciudad del Este en la República del
Paraguay, sitio en el que, en sociedad con otra persona, había montado
un servicio de instalación y conexión de televisión satelital a internet,
actividad que le permitía llevar una vida apacible.
Precisa que el día 2 de agosto del año 2015 veía al
programa televisivo “PPT Periodismo para Todos” conducido por
Jorge Lanata, trasmitido por el Canal 13 de Argentina, en el que uno
de los temas centrales había sido el homicidio de tres individuos
conocido como el Triple Crimen de General Rodríguez y la supuesta
vinculación del asunto con el por entonces Jefe de Gabinete Aníbal
Fernández.
Explica que por el referido crimen, en el que habían sido
asesinados Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, fueron
condenados los hermanos Lanatta junto con otro individuo de apellido
Schillachi y se encontraba prófugo otro sujeto llamado Ibar Pérez
Corradi, sindicado como autor intelectual del hecho.
Continúa diciendo que trascurría el programa cuando, a
partir de una entrevista que se le hacía a una persona de apellido

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Salerno y ante la aparición de imágenes correspondientes a Ibar
Esteban Pérez Corradi, pudo reconocer de manera categórica que
aquel se correspondía con uno de sus clientes que vivía en Ciudad del
Este, a quien conocía por el nombre de Martín.
Afirma que, ante ello, comenzó a buscar información a
través de Internet, tomando conocimiento que el referido Pérez
Corradi tenía captura nacional, internacional e incluso por Interpol y
se ofrecía una jugosa recompensa para quien aportara los datos
necesarios y útiles para lograr su detención.
Asevera que, ante ese escenario, tomó la decisión de
comunicarse con las autoridades argentinas para aportar los datos que
conocía de quien era su cliente de modo de contribuir con su captura.
Dice que intentó comunicarse infructuosamente con la Fiscalía
interviniente de la localidad bonaerense de Mercedes pero que logró
contactarse con autoridades del Ministerio de Seguridad, quienes, a su
vez, a través de la jefatura de Personas Desaparecidas, lo enlazaron
con la Unidad Fiscal de Investigaciones Complejas del departamento
Judicial de Mercedes.
Revela que, tras diversos procedimientos, el día 5 de
agosto de 2015, se presentó ante la Unidad Especial de
Investigaciones y Procedimientos Judiciales de “Eldorado” de
Gendarmería Nacional Argentina, dependencia ante la cual aportó una
serie de datos, direcciones y demás antecedentes tanto familiares
como personales de Ibar Pérez Corradi.
Remarca que a partir de la declaración ante dicho
organismo nacional, su identidad quedaba garantizada en cuanto a su
resguardo y mantenimiento de secreto. Precisa que de conformidad
con los protocolos emanados de los procedimientos para la
implementación del Fondo de Recompensas se realizaron dos actas, la
primera donde consta la declaración jurimentada de la persona
aportante de los datos y una segunda llamada “Acta de Constancia”

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donde se consignan los datos filiatorios de aquel. Dice que el acta de


declaración testimonial -en la cual dejó constancia de la manera en
que se había anoticiado de Pérez Corradi y datos relativos a este
último y su entorno familiar- ingresó al legajo fiscal reservado como
actuaciones administrativas de trámite ante el Juzgado Federal n° 1 a
cargo de la Dra. María Romilda Servini de Cubria.
Indica que, a partir de ese momento, con excepción de
una comunicación vía e-mail que mantuvo con el Fiscal de la causa,
Dr. Bidone, no tuvo conocimiento alguno acerca de las tareas
investigativas llevadas a cabo para dar con el paradero del aludido
prófugo, respecto de quien él había aportado datos precisos y
significativos para su ubicación. Confiesa que la falta de respuesta por
parte del Estado Nacional en efectivizar la captura de Pérez Corradi le
generaba cierta perturbación en tanto se trataba de un sujeto acusado
de narcotráfico e imputado como autor intelectual de un triple
homicidio, todo lo cual le hacía suponer que contaba con cierta
protección especial.
Dentro de ese contexto, precisa que el 27 de diciembre de
2015 se produce la fuga de los hermanos Lanatta y Shillaci del penal
de General Alvear, circunstancia que vigorizó la búsqueda de Pérez
Corradi, quien -según las noticias del momento- se encontraba
“negociando” los términos de su entrega.
Asevera que por aquel entonces se encontraba inquieto,
afligido y temeroso de sufrir una represalia por parte del mentado
prófugo, pero que contaba con un elemento fundamental que era que
nadie más que las autoridades nacionales, conocía su identidad y que
por ende, su seguridad estaba resguardada.
Explica que de conformidad con el art. 5 de la ley 25.765
que crea el Fondo Permanente de Recompensas, así como la
Resolución 2318/2012, Decreto 2052/98 y sus modificatoria de la
provincia de Buenos Aires, Resolución Ministerial 885/14 y 61/14, en

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todas las expresiones normativas, se garantizaba que no se revelaría su
nombre y apellido. Incluso, define que el art 6 del decreto 2059/18
que crea el Sistema de Recompensas en la Provincia de Buenos Aires,
determina que la información en el art. 1° (que posibilite la captura
del prófugo en cuestión) y la identidad que la suministre será con
carácter confidencial.
Luego, reconoce que tras conocer la noticia acerca de la
captura de Pérez Corradi el 19 de junio de 2016, se sintió aliviado ya
que volvería a su vida habitual.
Empero, el día 17 de julio de ese año, durante la
trasmisión del programa televisivo “La Cornisa” conducido por Luis
Majul, en el que se trataba la denuncia que la legisladora Graciela
Camaño había efectuado contra el ex titular de la Agencia Federal de
Investigaciones (A.F.I.) Sr. Oscar Parrilli, en la que le imputaba haber
protegido a Pérez Corradi, el conductor y el periodista Santoro dieron
a conocer su identidad sin su consentimiento y no obstante estar
garantizada su reserva.
Explica que siendo las 21:10 fue el propio Majul quien
expresó que presentaría un tema que provocaría un “escándalo de
envergadura enorme” aludiendo a que el Juez Federal Ariel Lijo
dispondría la declaración indagatoria del ex número uno de la A.F.I.
Oscar Parrilli y al responsable de asuntos jurídicos de ese organismo
por considerar que encubrieron y protegieron a Esteban Ibar Pérez
Corradi, a quien calificó como el prófugo más buscado de la
Argentina.
Transcribe expresiones que atribuye al conductor del
programa aludido en tanto refirió que contaba con “información
precisa que le había provisto un testigo de apellido O” para pasar a
brindar otros datos significativos suyos y luego exhibir el acta de su
declaración testimonial brindada ante la Gendarmería Nacional que
era de carácter reservado. Agrega que el periodista indicó que O le

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había instalado internet y un servicio de televisión satelital a Pérez


Corradi, lo cual, a su entender, facilitaba que fuera ubicado.
Dice que tras haber sido referido como “O” en varias
oportunidades, minutos más tarde, el periodista invitado Daniel Pedro
Santoro exclamó que “el que se la jugó” era “S O”. Concluye
afirmando que en el aludido programa, tanto el conductor como los
panelistas y el invitado Santoro, revelaron directamente su identidad
frente a las cámaras de televisión, dejando en evidencia que debieron
haber tenido acceso a datos confidenciales de la causa judicial.
Señala que posteriormente, su nombre y apellido fueron
difundidos públicamente en diferentes medios de comunicación
audiovisuales, informáticos y gráficos, afectando con ello su derecho
a la intimidad de manera flagrante, con el agravante que se trataba de
un testigo de identidad reservada o protegido.
Se explaya finalmente acerca de la afección que el
accionar de los demandados le produjo y pide la reparación en
concepto de “daño moral” que cuantifica en la suma de tres millones
de pesos ($3.000.000).
Ofrece prueba, funda en derecho y solicita se admita la
acción, con costas.
b) A fs. 115/127 se presenta América T.V., por
intermedio de apoderado, contestando la acción instaurada. De
manera liminar, niega todos y cada uno de los hechos expuestos en el
escrito de inicio, excepto aquellos que especialmente reconoce.
Refiere que el programa “La Cornisa” que motiva la
presente acción fue producido por la empresa La Cornisa
Producciones S.A., tratándose de un supuesto de Producción
Independiente definido por la ley de Servicios de Comunicación
Audiovisual N°26.522 como “Producción Nacional destinada a ser
emitida por los titulares de los servicios de radiodifusión, realizada
por personas que no tienen vinculación societaria con los

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licenciatarios o autorizados”. En función de ello, niega que exista
responsabilidad alguna de su parte respecto del contenido del
programa “La Cornisa” debido a que el mismo fue creado por una
productora independiente, por lo cual no se encuentra obligada a
responder y a la que, además, debe cederle cuota de pantalla por
imposición legal.
Argumenta además como fundamento de su postura que
operó como un medio de difusión de los dichos de un tercero por el
cual no tiene la obligación de responder y a los cuales, debe respetar y
garantizar los derechos constitucionales de la libertad de prensa y la
libertad de pensamiento y expresión.
En particular, desconoce expresamente el contenido del
programa La Cornisa indicado en el escrito liminar e impugna la
cuantía y procedencia de la partida indemnizatoria reclamada.
Cita jurisprudencia, ofrece prueba, deja planteada la
Reserva de Caso Federal y pide que oportunamente, se rechace la
demanda, con costas.
c) A fs. 137/157 comparecen Luis Miguel Majul y La
Cornisa Producciones S.A., por intermedio de apoderado, a contestar
la demanda promovida. De manera liminar, realizan una negativa
pormenorizada de los hechos expuestos en el escrito de inicio así
como de la documental acompañada.
Con relación al suceso que nos ocupa, dicen que el actor
acciona por el hecho de que en el programa televisivo sindicado se lo
haya identificado por su nombre y apellido, siendo que en rigor de
verdad, el único participante del programa que lo identificó por
nombre y apellido había sido el invitado y periodista Daniel Santoro.
Aseguran que Majul sólo lo nombra por el apellido, que es de los más
comunes en el país.
No obstante ello, explican que la aludida edición se
centró en un tema de evidente y notorio interés público, ya que trataba

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el llamado a indagatoria del Sr. Parrilli, ex Director de la Agencia


Federal de Inteligencia, por haber presuntamente incurrido en el delito
de encubrimiento respecto del Sr. Pérez Corradi, al no haber
impulsado su detención a pesar de contar con los datos
proporcionados por el actor en su declaración ante las autoridades
provinciales. Detallan que se encontraban invitados al programa la
Diputada Nacional que había realizado la denuncia que dio origen a la
causa, Graciela Ocaña, y el periodista que se había ocupado de cubrir
esa información para el diario Clarín, Daniel Santoro.
Relatan que la declaración del actor se encontraba en el
centro mismo de la noticia, dado que a los fines de evaluar la
actuación de la Agencia Federal de Inteligencia y del imputado,
resultaba de relevancia valorar la credibilidad de la misma. Es por ello
que dicen que, contrariamente a lo que sostiene el accionante en su
demanda, a los fines de que la ciudadanía estuviese suficientemente
informada sobre la forma en que se condujo la referida dependencia
en este caso, era necesario conocer detalles del testimonio que había
brindado O, tal como lo había hecho la justicia federal al resolver
sobre la situación de Parrilli.
Concluyen afirmando entonces que dada la relevancia
institucional del asunto, resultaba necesario que la ciudadanía
conociera qué datos habían sido puestos en conocimiento de la
Agencia Federal de Inteligencia, es decir, el contenido de la
declaración del actor.
Aluden a jurisprudencia acerca de la libertad de
expresión, información de interés público, protección de la
investigación periodística y de la confidencialidad de las fuentes de
información.
Ofrecen prueba y solicitan el rechazo de la acción, con
costas.

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d) A fs. 202/209 hace lo propio Daniel Pedro Santoro,
quien comparece por derecho propio a contestar la demanda
promovida. Practica una negativa genérica de los hechos expuestos
por el accionante en su presentación constitutiva de la acción.
En líneas generales, adopta la misma postura
argumentativa que los últimos accionados que se presentaran,
haciendo hincapié en la entidad y trascendencia del asunto puesto a
conocimiento de la audiencia a través del programa televisivo al que
concurrió en carácter de invitado. Hace mención además a elementos
tenidos en consideración por el Magistrado interviniente en la causa
en la que se dispone el procesamiento de Parrilli así como
argumentaciones de la Cámara Criminal y Correccional Federal al
disponer su falta de mérito.
Ofrece prueba, efectúa reserva del Caso Federal y pide se
desestime la pretensión, con costas.
e) Fracasada la instancia conciliatoria prevista por el art.
360 del ordenamiento procesal, a fs. 238/239 se recibe la causa a
prueba, proveyéndose los medios probatorios ofrecidos por los
litigantes.
f) En fecha 08/07/21 se clausura el período probatorio,
poniéndose los autos en los términos del art. 482 del ordenamiento
procesal, facultad de la cual hizo uso la parte actora a fs. 347/349 y la
co demandada América T.V. S.A.
g) Con fecha 20/05/22 se dicta el llamamiento de autos
para sentencia, providencia que a la fecha se encuentra debidamente
consentida.
CONSIDERANDO:
I. Inicia el actor la demanda tendiente a obtener el
resarcimiento de los daños y perjuicios que le habría ocasionado la
difusión de su nombre y apellido en el programa televisivo
denominado La Cornisa emitido el día 17 de julio del año 2016 por el

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canal América T.V. en el marco de la investigación periodística


realizada respecto de la situación procesal del ex titular de la Agencia
Federal de Inteligencia Sr. Oscar Parrilli y otros funcionarios en la
causa que se instruyera en la Justicia Federal por la presunta comisión
del delito de encubrimiento.
A su turno, el conductor del mentado segmento y la
empresa productora afirman que Majul se refirió al actor sólo por su
apellido, atribuyendo al periodista invitado Daniel P. Santoro -también
demandado en autos- la expresión completa de su nombre. No
obstante ello, los sindicados explican que la identificación del
accionante resultaba necesaria para, de ese modo, ilustrar a la
ciudadanía acerca de la veracidad de la denuncia formulada contra el
funcionario aludido en el párrafo que antecede.
Por su parte, la restante demandada América T.V. niega
que exista responsabilidad alguna de su parte en tanto afirma que el
contenido del programa “La Cornisa” fue creado por una productora
independiente, por quien no tiene obligación alguna de responder.
II. Previo a adentrarme a la cuestión litigiosa, en razón de
la entrada en vigencia del Código Civil y Comercial de la Nación
(artículo 7 de la ley 26.994, modificado por ley 27.077), encuentro
necesario aclarar que la controversia que aquí se ventila habrá de ser
dirimida de conformidad con la legislación vigente, a poco que se
tenga en cuenta la fecha de emisión del programa televisivo
(17/07/16) que opera como el hecho generador de los derechos cuyo
reconocimiento se pretende.
III. Luego, habré de señalar que no es obligación de los
jueces hacerse cargo de la totalidad de las alegaciones formuladas,
pudiendo desechar aquéllas que considere innecesarias o
inconducentes en relación con el objeto del proceso (conf. C.S.J.N.,
fallos 250:36; 302:253; 304:819, entre muchos otros; Palacio –

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Alvarado Velloso, “Código Procesal …”, Rubinzal Culzoni, Santa Fe,
1996, tomo 4 página 406 y sus citas, entre otros).
El artículo 386 segunda parte del Código Procesal
establece “No tendrán los jueces el deber de expresar en la sentencia
la valoración de todas las pruebas producidas, sino únicamente de las
que fueren esenciales y decisorias para el fallo de la causa”. Mediante
una interpretación conceptual, se denota que existe la facultad de
valorar únicamente las pruebas que fueren esenciales y decisivas. Ello
también significa que puede hacerse una comparación y un cotejo de
los elementos para arribar a una fuerza convictiva.
IV. Ante todo, reviste fundamental importancia establecer
los derechos que están en juego, porque de ello dependen las reglas a
seguir para decidir la controversia.
El actor refiere que el hecho de haberse revelado su
identidad, dándose a conocer su nombre y apellido y demás datos
personales en el programa televisivo referido en la demanda,
identificándoselo como el testigo que aportara los datos para lograr la
detención del prófugo Pérez Corradi en la causa conocida como “El
triple crimen de General Rodríguez” le produjo un daño irreparable,
en tanto ello afectó su tranquilidad, libertad individual e incluso su
honor.
Los periodistas demandados y la productora del programa
centran su postura exculpatoria en la trascendencia institucional del
asunto discutido en el programa televisivo y su consecuente interés
público. Entienden que, dado el tenor de lo acontecido, era necesario
conocer los datos que habían sido puestos en conocimiento de la
Agencia Federal de Inteligencia para que la ciudadanía tuviera un
conocimiento adecuado de la forma en que funcionaron las
instituciones públicas.
Por su parte, la emisora América T.V. S.A. niega haber
tenido injerencia alguna en el contenido del programa televisivo

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motivo de esta litis, en tanto afirma que se trata de una productora


independiente, por la cual no debe responder en modo alguno.
V. Demarcado así el escenario sobre el que bascula el
caso, entiendo que la responsabilidad de los accionados debe ser
examinada a la luz de los estándares fijados por la Corte Suprema de
la Nación Argentina para las hipótesis de colisión entre el derecho a la
intimidad y el derecho a la libertad de expresión, prensa e
información.
Se ha dicho recientemente que el derecho a la intimidad
tiene por objeto garantizar al individuo un ámbito reservado, que
sustrae del conocimiento de los demás. Se trata de una de las
prerrogativas estrechamente vinculadas con el respeto a la dignidad de
la persona (art. 51 Cód. Civ. y Comercial). Por tal motivo, el titular
dispone de un poder jurídico sobre la publicidad de esa información,
con independencia de aquello que se procura mantener al abrigo del
conocimiento público.
La tutela de la privacidad está establecida en diversos
tratados internacionales incorporados a la Constitución Nacional por
conducto del art. 75 inc. 11. Así, la Convención Americana sobre
Derechos Humanos, establece que: 2. “Nadie puede ser objeto de
injerencias arbitrarias o abusivas en su vida privada, en la de su
familia, en su domicilio o en su correspondencia, ni de ataques
ilegales a su honra o reputación. 3. Toda persona tiene derecho a la
protección de la ley contra esas injerencias o esos ataques” (arts. 11.1
y 11.3). A su vez los artículos 17 del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y 12 de la Declaración Universal de Derechos
Humanos contienen un texto similar. Por su parte, el art. 5 de la
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre
incluye la expresión “ataques abusivos” para referirse a las agresiones
prohibidas contra la vida privada de las personas.

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En el orden interno, el art. 1770 del Cód. Civ. y
Comercial -al igual que el art. 1071 bis de la legislación derogada-
aprehende de manera simplemente enunciativa, algunas de las vías
por las que puede lesionarse la intimidad de las personas. Dicha
norma dispone: “El que arbitrariamente se entromete en la vida ajena
y publica retratos, difunde correspondencia, mortifica a otros en sus
costumbres o sentimientos, o perturba de cualquier modo su
intimidad, debe ser obligado a cesar en tales actividades, si antes no
cesaron, y a pagar una indemnización que debe fijar el juez, de
acuerdo con las circunstancias...” (CNCiv., sala M, 19/11/2021. - M.,
M. G. c. N., M. M. s/ daños y perjuicios).
Desde lo doctrinario según Santos Cifuentes “el derecho
a la intimidad es el derecho personalísimo que permite sustraer a la
persona de la publicidad o de otras turbaciones a la vida privada, el
cual está limitado por las necesidades sociales y los intereses
públicos”. La Corte Suprema de Justicia de la Nación sostuvo que el
derecho a la intimidad contenido en el artículo 19 de la Constitución
ampara la autonomía individual integrada por sentimientos, hábitos,
costumbres, relaciones familiares, posición económica, creencias
religiosas, salud mental y física y todos los hechos y datos que
integran el estilo de vida de una persona que la comunidad considera
reservadas al individuo y cuyo conocimiento o divulgación significa
un peligro para la intimidad.
En decir el derecho a la intimidad es la facultad que le
reconoce el estado al hombre de mantener reservada la información
que considere no comunicable. Entonces el hombre decide cuales son
los datos que debe limitar a su saber y el Derecho es el que se encarga
mediante sus leyes de evitar la intromisión de terceros a dicha
información.

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Ocurre que en determinados supuestos se produce una


tensión entre el derecho a la privacidad y el de dar y recibir
información, tal como sucede en esta contienda.
Nuestro más alto tribunal ha destacado reiteradamente el
rol preponderante que cumple la prensa libre en una sociedad
democrática, a tal punto que, sin su debido resguardo existiría tan solo
una democracia desmedrada o puramente nominal. Es que, si bien el
derecho a publicar las ideas y opiniones por la prensa se enuncia
como el amparo de derechos meramente individuales, no es dudoso
que, por su intermedio, se tutela -fundamentalmente- la propia esencia
democrática. De modo que no se trata de un derecho individual más,
sino que goza de un lugar preeminente en el marco de nuestras
libertades constitucionales.
Basta citar el fallo Balbín, entre sus considerandos
podemos destacar “En primer lugar, se proclama que el derecho de
publicar ideas por la prensa no es absoluto en cuanto a las
responsabilidades que el legislador puede determinar a raíz de los
abusos producidos mediante su ejercicio, sea por la comisión de
delitos penales o de actos ilícitos civiles”. El tribunal admite
acertadamente la aplicación de la teoría del abuso del derecho en
materia ius informativa. Libertad de prensa no significa, pues,
impunidad de quien utiliza a la prensa como un medio para delinquir.
Si bien la libertad de expresión es uno de los derechos
que cuenta con mayor entidad y con la máxima tutela jurisdiccional en
tanto constituye un elemento esencial en todo sistema democrático
(CSJN, Fallos 315:1943, J.A. 1992-IV-18), su ejercicio, exento en
principio de la censura previa, se encuentra sujeto sin embargo a
responsabilidades ulteriores. Es que, pese a ocupar la libertad de
prensa un lugar preferente en el rango constitucional, ello no supone
que el periodismo sea ajeno al deber de reparar los daños causados
por la difusión de noticias falsas o erróneas, o bien que -como se

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invoca en el caso de autos- invadan la privacidad, pues dicha libertad
no significa impunidad (Fallos 269:189, 306:1892, 310:508). En ese
orden de ideas ha resuelto la Corte Suprema que, como los demás
derechos, la libertad de expresión no es absoluta (CSJN, Fallos
257:275, 258:267; 262:205) pues todos deben actuarse conforme a las
leyes que reglamentan su ejercicio, atendiendo a su razón de ser
teleológica y al interés que protegen (CSJN, Fallos 255:293, 262:302,
263:460).
Y lo expuesto en los párrafos que anteceden con relación
al derecho a la libertad de expresión, vale destacar, ha sido refrendado
recientemente por nuestro Máximo Tribunal en la causa “Denegri”
(CSJN, 28/06/2022, “Denegri, Natalia Ruth c/ Google Inc. s/ derechos
personalísimos: Acciones relacionadas. N° 50016/2016).
VI. No se controvierte en el caso que el día 17 de julio
del año 2016, el programa televisivo denominado La Cornisa
-conducido por el periodista Luis Miguel Majul- trató entre otros
asuntos de actualidad y trascendencia para la sociedad, la
investigación periodística llevada a cabo con relación a la causa
judicial en trámite por ante el Juzgado Federal en lo Criminal y
Correccional n°4, promovida a raíz de la denuncia efectuada por la
por entonces diputada nacional Graciela Camaño acerca del presunto
encubrimiento por parte de autoridades de la Agencia Federal de
Inteligencia del prófugo Ibar Pérez Corradi, sobre quien pesaba una
orden de captura nacional e internacional dispuesta en la causa
conocida como la del “Triple Crimen”.
En efecto, del primero de los archivos que contiene el
disco identificado como “17-7-16 La Cornisa” que fuera objeto de la
orden de secuestro dispuesta en los autos seguidos entre las mismas
partes sobre diligencias preliminares Expte. n° 61726/2106 que
tuvieran trámite por ante esta dependencia judicial a mi cargo, surge el
anuncio del programa por parte de su propio conductor minutos

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previos a su comienzo -siendo las 20:43 hs. precisamente- a modo de


“avances” o de anticipo (43´34´´de la grabación).
Tampoco está discutida la participación del periodista
invitado al piso esa noche, Daniel Santoro, siendo que se trataba de un
programa en vivo tal como fuera anunciado y afirmado también por
los testigos V P G C y L A F, ambos productores de América T.V. e,
incluso el deponente Hugo Ariel Machiavelli, quien además de prestar
servicios profesionales en su carácter de periodista de investigación
para la productora demandada, integraba el panel como columnista en
elprograma televisivo que aquí nos ocupa.
VII. Dicho esto, considero oportuno adelantar desde este
mismo momento, que poco interesa para resolver esta controversia
indagar acerca de la veracidad y gravedad de los antecedentes y
litigios penales que fueron la causa de la declaración del actor, pues
eso ha sido materia de estudio en otros juicios, y la valoración de las
decisiones tomadas por los magistrados en esas oportunidades no ha
sido, siquiera, sugerida por las partes en esta causa.
VIII. Vuelvo entonces a la reproducción del referido
disco que, como dije, constituye parte del material secuestrado en el
expediente antes mencionado. De allí se extrae que Majul comienza
anunciando los temas que iban a ser tratados en la edición y menciona
la presencia en el piso de Graciela Ocaña, denunciante de una causa
“escandalosa por su envergadura” (sic).
Transcurriendo los primeros minutos del programa (10
´20´´) el conductor expresa “el Juez Ariel Lijo acabada de disponer la
declaración indagatoria del ex número uno de la AFI, Agencia Federal
de Inteligencia, Oscar Parrilli, y de su responsable de asuntos
jurídicos, un militante de la Cámpora Emiliano Rodríguez, por
considerar que encubrieron y protegieron al entonces prófugo Esteban
Ivar Pérez Corradi, el prófugo más buscado de la Argentina” (sic).

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Explica que el aludido magistrado interpretó que Parrilli y Rodríguez
a pesar de haber recibido la orden de dos fiscales de investigar y
capturar a Pérez Corradi, cuando ya tenían información precisa que
les había aportado un testigo de apellido O (la proporcionó el martes 4
de agosto de 2015) la habrían mandado a confirmar tarde y luego de
corroborarla, no le avisaron a la Justicia, permitiendo así que Pérez
Corradi continuara prófugo. Afirma que el testigo que había aportado
la precisa y valiosa información ante la Unidad Especial de
Investigaciones y Procedimientos Judiciales de Eldorado, Misiones,
había dado los datos exactos dos días después del programa de Lanata
que nombró por primera vez a Pérez Corradi.
En el “primer anticipo”, se explica que La Cornisa tuvo
acceso a un documento (que se exhibe) en el que un ciudadano
argentino “cuya identidad debemos preservar” (sic, la negrita me
pertenece), había declarado conocer el lugar donde vivía el prófugo e
incluso los domicilios anteriores donde le había instalado servicios de
internet y televisión satelital, que habían cinco direcciones distintas,
en los cuales Pérez Corradi había vivido durante cuatro años.
Seguidamente a la explicación compacta del asunto,
Majul retoma el tema refiriendo por segunda vez al testigo de apellido
O, aludiendo que había brindado la información en agosto del 2015.
En el segundo anticipo, se explica que el declarante, dos días después
de haber visto el programa PPT (2 de agosto del año 2015) en el que se
menciona que Pérez Corradi seguía prófugo, se dirigió hacia las
autoridades argentinas y dio detalles acerca de este último (4 de
agosto de 2015) y que, pese a que las autoridades contaban con esa
información, no la corroboraron en la Justicia para “no perder las
elecciones”.
Tras las precisiones que brinda Graciela Ocaña acerca de
los hechos que motivaran la denuncia que efectuara ante la Justicia
Federal, el periodista invitado Daniel Santoro comenta el tema,

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aludiendo expresamente al testigo “S O, que fue el que realmente se


jugó y quien debería cobrar la recompensa de
$2.000.000 ... a O le llamaba mucho la atención que este señor
compraba muebles, equipos satelitales, computadoras, se los
ponía en un departamento en Ciudad del Este y después se iba y
abandonado todo” (21´46´´).
VIII.i. Hasta aquí en apretada síntesis lo que a mi modo
de ver resulta relevante para resolver el caso, en el que se debe
determinar si, en ejercicio de su libertad de información, actuaron los
demandados de manera lícita, o si traspusieron el límite, al revelar
detalles personales del actor, que recordemos se trataba además de un
testigo de identidad reservada.
No se encuentra en discusión que el formato del
programa televisivo cuestionado responde a los llamados “periodismo
de investigación y periodismo de denuncia” cuyo objetivo es tratar de
sacar a la luz conductas reñidas con la moral pública y la ley -entre
otras irregularidades o ilícitos- siendo evidente por un lado el interés
de los ciudadanos de conocer los distintos tipos de fraudes o
conductas ante las que pueden encontrarse expuestos por afectación
de sus legítimos intereses. Tampoco puede desconocerse que el
resultado de esa investigación puede aportar información no sólo
sobre el hecho sino sobre el accionar -y aún la identidad- de
eventuales autores. Los medios de difusión producen actualmente el
llamado “periodismo de investigación” en formato similar al llamado
“periodismo de denuncia” en virtud de los cuales se brinda al
espectador una programación donde el periodista o conductor procede
a entrevistar, pide opiniones al público, emite videos de cámaras
ocultas, lee opiniones expresadas por el público en redes de Internet o
se limita a ceder el espacio a personas que declaran o denuncian
hechos delictivos -o que eventualmente podrían serlo- o que
constituyen atentados a la ética y a la moral pública. Programas que

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en definitiva involucran a personas físicas o jurídicas, particulares,
funcionarios o agentes públicos, sobre aspectos que son considerados
por los medios como de interés público y/o interés general (CNCiv,
Sala I, “M., A. A. c/ AMERICA TV y otros s/ daños y perjuicios; B.,
F. J. c/ AMERICA TV y otros s/ daños y perjuicios”, 4/3/15).
Se tiene dicho que “La primacía del interés general se
decide desde una perspectiva objetiva, por los valores que implica
para la comunidad, y no porque, simplemente, sea fruto de la
curiosidad del público. Por ello, se exige la mediación de un sano
interés público” (Zavala de González, Matilde, Resarcimiento de
Daños, Hammurabi, Buenos Aires, 1996, T 2 d, págs. 186/187;
Mosset Iturraspe, Jorge, ―Daño a los Derechos de la personalidad,
JA, 1971-346).
Así se ha sostenido que toda transgresión al honor, la
intimidad e imagen de una persona por los medios masivos de
comunicación debe ser reputada como antijurídica, salvo que medie
causa de justificación. En rigor, sólo cuando en el caso concreto exista
un interés público prevaleciente, podrá considerarse justificada la
intromisión en la intimidad por los medios de prensa y regular, en
consecuencia, el derecho a informar. Pero la carga de la prueba de
dicha circunstancia debe pesar, primordialmente, sobre el medio, dado
el carácter excepcional que debe asumir este tipo de intrusiones (Conf.
CNCiv Sala B, 9/ 3/2022 Expte N° 31.783/2017; CNCiv. Sala J, R., T.
c/ Telearte, 04/04/2022) extremo que, a mi criterio, no se verificó en
autos.
Es que, analizadas las constancias obrantes en autos,
adelanto que coincido con el actor en tanto refiere en el escrito liminar
“No hubiera habido ningún reproche y la presentación de la nota
hubiera sido intachable, si directamente no lo nombraban, ni
mostraban el acta” (v.fs. 74). Es que tal como allí se señala, a mi
modo de ver, no resultaba necesario aportar los datos personales del

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testigo -aquí actor- para informar a la ciudadanía de manera acabada


como, sin duda alguna, debe suceder en una república democrática;
empero, considero que bastaba con dar a conocer el contenido de la
denuncia para ilustrar acera de los elementos que habían sido
valorados por la justicia federal para citar a indagatoria a los
funcionarios que investigaba en el marco de la denuncia iniciada por
el delito de presunto encubrimiento que se había instado en su contra.
Insisto. El accionar de los accionados hubiera sido
inobjetable si, omitiendo la individualización del testigo, hubieran
dado a conocer con precisión y detalle los datos aportados por el
declarante. En rigor de verdad, alcanzaba con reproducir el contenido
de dicha declaración para informar a la ciudadanía acerca de temas de
indudable interés público. Tal es así que, fue el propio Machiavelli (v.
acta de fs. 314 y video filmación de su declaración) periodista y
columnista del programa La Cornisa, quien preguntado acerca del
programa emitido el 17 de julio del año 2016, contestó que se trató
una investigación judicial por el posible encubrimiento del prófugo
Pérez Corradi por parte de diversos funcionarios. Expresó que la
declaración del actor había sido el punta pie de aquel proceso, porque
era quien efectivamente había aportado los datos a la Justicia para
ubicar a Pérez Corradi en Paraguay. Preguntado que fue acerca de si
conocía que O tuviera alguna calificación especial en su calidad de
testigo, contestó que había declarado en Gendarmería como testigo de
identidad reservada o alguna calificación similar, que eso lo supo
porque lo vio en la causa judicial. Explicó que en las reuniones diarias
que habían tenido en la semana previa a la emisión dominical del
programa, se consideró que “no era necesario mencionar a la persona
porque el hecho, no tiene que ver con el sino con lo dicho por él”
(sic).
Sin embargo, ello no sucedió. Considero relevante
destacar la opinión expresada por el mentado deponente en tanto

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afirmó que lo importante “era contar el posible encubrimiento, que era
lo que estaba investigando la Justicia”. Dijo también que la
declaración efectuada por el actor en Gendarmería Nacional formaba
parte de la causa judicial y que “la importancia estaba en el relato de
alguien que ve a este prófugo, el contenido era importante” y que no
recordó quién tomó la decisión de exhibirla en el programa.
Interrogado que fue acerca de la “reserva de identidad”
de la que gozaría O, puntualmente señaló que esa cuestión estaba
vinculada a la decisión que habían tomado en la semana de no
mencionarlo, decidieron no mencionar a la persona porque no lo
consideraban relevante, la importancia estaba dada en lo que la
persona había dicho, la persona no era la noticia. Reiteradamente
refirió que, en la semana, en las reuniones de “sumario”, habían
decidido no mencionar a la persona, porque que se trataba de alguien
desconocido, que había aportado información para ubicar a un
prófugo, como podía haber permanecido prófugo, si había contado
con apoyo local, y que a partir de eso había una causa judicial, que
eso era lo importante. Explicó que las personas son mencionadas
cuando cumplen una función pública, que cuando no lo son, no tienen
la misma responsabilidad frente a la opinión pública, en el caso de O
no cumplía ninguna de esas funciones, no era el eje de la información,
la importancia radicada en lo que él había contado, no enél.
Repreguntado luego por la parte actora acerca de las
implicancias de la calificación de un testigo como de identidad
reservada, contestó que “va de suyo que su identidad debe ser
resguardada y que supone que el motivo de ello radica en razones de
seguridad”.
A propósito de esto último, no puedo pasar por alto que
tal como consta en la declaración testimonial de S O brindada el día 5
de agosto del año 2015 ante el Segundo Comandante D Rubén

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Ariel Caballero, Jefe de la Unidad Especial de Investigaciones y


Procedimientos Judiciales “Eldorado” de Gendarmería Nacional
Argentina, del Departamento de Eldorado, provincia de Misiones (v.
contestación remitida por el Juzgado Criminal y Correccional Federal
n°1 reservada que en este acto tengo a la vista), tras haber dado
detalles del paradero de Ibar Esteban Pérez Corradi y demás datos que
le fueran preguntados, expresó puntualmente “(..) respecto a toda la
información que acabo de brindar, lo que necesito es que no se
divulgue mi identidad por ningún motivo y además solicito que se me
dé la seguridad que merezco como testigo del paradero de un prófugo
de la justicia. Y como último, y no tan importante como la seguridad,
solicito que se tenga en cuenta que hay una recompensa para quien
aporte información del prófugo a lo cual les digo que cuando lo
encuentren quiero el dinero que me corresponde”.
No tengo la más mínima duda en afirmar que los
accionados tenían conocimiento del contenido de los dichos de O, es
que no sólo habían tenido acceso a la aludida documental, sino que
efectivamente fue la exhibida en el informe periodístico. Esta
circunstancia de por sí sola, justificaba un obrar prudente por parte de
los periodistas accionados, máxime si se tiene en cuenta que, tal como
quedó dicho, habían tenido acceso a la causa por fuentes judiciales.
Mal pueden aducir que ignoraban ese recaudo. Se imponía el
resguardo de la identidad del accionante, incluso así había sido
anunciado por la voz en off al explicar los detalles de la información.
Pero, por el contrario, primeramente Majul identificó al testigo por su
apellido “O” y luego, Santoro lo hizo por su nombre completo “S O”.
Sobre la base de todo lo expuesto, considero que
corresponde admitir la acción promovida contra los periodistas y la
productora demandados a resarcir los daños y perjuicios ocasionados
al accionante, toda vez que se encuentra acreditada la intromisión en

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su intimidad y vida privada, al identificar y difundir públicamente por
su nombre y apellido como el testigo clave que había aportado los
datos para lograr la detención del prófugo de la justicia Pérez Corradi.
En rigor de verdad, no pueden los accionados fundar su intromisión
con el argumento de que la ciudadanía debía conocer detalles precisos
de la causa para así conocer los motivos de la denuncia efectuada por
la diputada Graciela Ocaña por presunto encubrimiento por parte de
las autoridades de la Agencia Federal de Inteligencia.
Los demandados pudieron haber dado a conocer la
noticia sin colocar el nombre del actor, bastaba incluso con iniciales;
sin embargo, allí apareció su nombre de manera tal que permita
identificarlo. Es cierto que su nombre es común, en el sentido de que
muchas personas se llaman de la misma forma, pero no lo es menos
que no fue solo su apellido el que se dio a conocer, se lo identificó
textualmente como “S O” y se especificó además cuál era su
ocupación, aportando de ese modo datos que facilitaban incluso su
localización. El ocultamiento de ese dato no desvirtuaba el propósito
de la nota; tampoco le restaba entidad. No hacía al caso.
Ha quedado demostrado que tanto en las reuniones
previas a la emisión del programa que se habían llevado a cabo en el
transcurso de la semana en el marco de la producción y/o preparación
del informe dominical, se había consensuado dar a conocer la
información acerca del contenido de la declaración del actor en la
Unidad Especial de Investigaciones y Procedimientos Judiciales de
“Eldorado” de Gendarmería Nacional Argentina en la provincia de
Misiones, dado que su aporte había sido fundamental para ubicar a
Pérez Corradi y que, según afirmaran, la “confirmación” de esa
información había sido postergada por funcionarios de la Agencia
Federal de Inteligencia. Esto último, tal como venimos diciendo, no es
susceptible de reproche alguno; muy por el contrario, formaba parte
de la información que en el marco de un programa periodístico podía,

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e incluso debía darse a la ciudadanía en caso de considerar al asunto


objeto de la investigación como de trascendencia institucional. Lo que
debió haberse hecho, y no se hizo, era preservar la identidad del actor,
dado que dar a conocer su nombre y apellido, no tenía implicancia
alguna en la información.
VIII.ii. Como señala Orgaz, el ser humano requiere para
el desenvolvimiento de su vida personal, en su dimensión espiritual,
de un ambiente de respeto por el honor, de dignidad, que si es
menoscabado hace nacer el derecho y la acción para restituir ese
respeto ("Personas individuales", p. 277; Llambías, J.J., "Tratado de
Derecho Civil. Parte General", I, p.283). Además, hay que tener
presente que el concepto del honor no depende tan solo de la opinión
ajena, sino también de la autoestima (v. Cifuentes, S., "Derechos
personalísimos", p.281; De Cupis, A., "I diritti della personalitá",
Milano, 1959, p.93, cit. por Pizarro, "Responsabilidad civil de los
medios masivos de comunicación", p.195). Nadie pone en duda la
importancia fundamental que la libertad de prensa posee para nuestro
sistema democrático, razón por la cual su reconocimiento es uno de
los que cuenta con mayor entidad y con la máxima tutela
jurisdiccional (Fallos: 315:1943), pero el hecho de ocupar un lugar
preferente en el rango constitucional no significa que el periodismo
sea ajeno al deber de reparar, en ciertas ocasiones, los daños causados,
pues como surge de la jurisprudencia y de la opinión de la mayoría de
los autores, dicha libertad no significa impunidad (Fallos: 269:189;
306:1892; 310:508). Como los demás derechos, no es absoluto
(Fallos: 257:275; 258:267; 262:205), pues todos deben actuarse
conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio, atendiendo a su
razón de ser teleológica y al interés que protegen (Fallos: 255:293;
262:302; 263:460). Sostuvo la Corte Suprema en el caso "Campillay
c/La Razón", el 15/5/86, que "la función primordial que en toda
sociedad moderna cumple el periodismo supone que ha de actuar con

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la más amplia libertad, pero el ejercicio del derecho de informar no
puede extenderse en detrimento de la necesaria armonía con los
restantes derechos constitucionales, entre los cuales se encuentran el
de la integridad moral y el honor de las personas -arts. 14 y 33 CN-"
(Fallos: 308:789). Ante todo, para que el derecho a informar o
expresar las ideas legitime el daño a la integridad personal, es
menester que el ejercicio de aquel derecho tienda a satisfacer un
interés general. Pero ello no basta, ese interés debe ser prevaleciente
en el caso particular, ya que también existe interés comunitario en la
preservación de los bienes espirituales de la persona (Matilde Zabala
de González “Resarcimiento de Daños a la Persona”, T° 2d., p. 243).
Y aún de mediar un interés general prevaleciente para
divulgar un acontecimiento en que interviene una persona, el hecho es
antijurídico si la revelación de los datos identificatorios del declarante
era como quedó dicho, superflua para el fin general de que se trate.
Por otro lado, el artículo 19 de la Constitución Nacional
consagra la protección de la intimidad. Dicha garantía constitucional
fue reglamentada por el art. 1071 bis del Código Civil antes vigente y
actualmente prevista por los arts. 51, 52, 53 y concordantes del
Código Civil y Comercial, y tiene por finalidad preservar cierta esfera
personal del conocimiento generalizado de terceros. Se trata de una
“zona de reserva personal, propia de la autonomía del ser humano,
dentro de la cual podemos excluir las intrusiones ajenas y el
conocimiento generalizado por parte de terceros” (cf. Bidart Campos,
Tratado elemental de derecho constitucional argentino, T. I, 1993, pág.
370). Tal como señaló la Corte Suprema en “Ponzetti de Balbín”
(Fallos 306:1092), el derecho a la intimidad protege un ámbito de
autonomía individual constituida por sentimientos, hábitos y
costumbres, las relaciones familiares, la situación económica, las
creencias religiosas, la salud mental y física y, en suma, las acciones,
hechos o datos que, teniendo en cuenta las formas de vida aceptadas

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por la comunidad, están reservadas al propio individuo y cuyo


conocimiento y divulgación por los extraños significa un peligro real
o potencial para la intimidad. Cuando la obtención y difusión de datos
se vincula, como en el caso, con la faz patrimonial de una persona, la
doctrina se encuentra dividida. Se ha sostenido por un lado que los
ingresos, los pasivos y los tributos que se abonan, son aspectos de la
actividad de las personas que no deben ser apropiados por terceros,
salvo que medien intereses superiores. Es que si se admite que el
patrimonio es emanación de la personalidad -teoría de Aubry y Rau-,
la protección de ella hace extensible el concepto a la privacidad
patrimonial (conf. Cifuentes, Santos, Derechos personalísimos,
Astrea, 1995, p. 558 y doctrina allí citada). Otros, sin embargo, han
entendido que la privacidad se funda sólo en la dignidad de la persona
humana (conf. Novoa Monreal, Derecho a la vida privada y libertad
de información. Un conflicto de derechos, p. 78, nota 15, citado por
Cifuentes, op. cit., p. 557).
Se ha dicho que la libertad de información es el derecho
que asiste a todo hombre de dar noticias, de comunicar a los demás,
sin restricciones, los hechos, las opiniones o las ideas que se
confunden con la libertad de expresión, como también el derecho que
asiste a todo hombre a conocer, estar enterado, tener acceso a las
informaciones con imparcialidad, veracidad, de una manera objetiva
no tendenciosa ni deformada (Conf. Madueño, Raúl, “De la libertad
de expresión al derecho a la información”, en LL 151-884).
La libertad de información puede y debe ejercerse sin
lesionar otros intereses personalísimos. La protección de la integridad
espiritual de la persona opera como límite de la difusión del
pensamiento. Así como el ejercicio de esa facultad no autoriza
indiscriminadamente la afectación de los bienes personalísimos,
tampoco cabe amordazar indiscriminadamente la libertad informativa

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(Conf. Zavala de Rodríguez, Matilde, “Daños a la persona (Integridad
espiritual y social)”, págs. 213 y sigs.).
Por ello, la libertad de expresión no puede ser irrestricta
cuando la publicación afecta intereses individuales de las personas.
No se la puede priorizar en desmedro de los derechos de terceros
gravemente agredidos, pues de darse esa situación, se saca quicio una
libertad que, por muy importante que sea y por más que esté exenta de
censura previa, debe reencausarse cuando su ejercicio se desmanda,
mediante sanciones posteriores, para funcionar equilibradamente
dentro de una sociedad democrática (Conf. Bidart Campos, Germán,
"Otra vez el sensacionalismo periodístico", en ED, 138-454).
La noticia difundida, en tanto asoció el nombre de la
persona a un dato que, configura un dato personal a los efectos de la
aplicación de las normas relativas a su tratamiento y difusión, importó
un obrar negligente por parte de los periodistas y productora
demandados, que los obliga a responder por los daños y perjuicios
generados por ello. Poco importa según mi entender, si el actor había
sido calificado como de “identidad reservada”; en rigor de verdad,
llego a la misma solución haya o no haya tenido esa calificación,
puesto que como quedó antes dicho, los periodistas no desconocían la
particularidad con la que se titulaba el asunto “SECRETO” y en todo
caso, presuponer las repercusiones que ello podía generar en un sujeto
ajeno a la función pública como lo es el actor.
Tal como lo explica el Dr. Kiper, en materia de
responsabilidad civil, se configura un daño cuando se produce un
menoscabo o un agravio a un derecho subjetivo o a un interés que
pueda ser objeto de tutela, que debe ser indemnizado de acuerdo a los
principios generales. La ilicitud resulta de la contrariedad del acto con
el derecho objetivo considerado en su totalidad (Orgaz, A., "La
ilicitud", ps. 17/8; Pizarro, R.D., "Responsabilidad civil de los medios
masivos de comunicación", ps. 143 y ss.). En forma expresa, el art.

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13.2 del Pacto de San José de Costa Rica -que ostenta jerarquía
constitucional- establece que el ejercicio del derecho de publicar ideas
por la prensa sin censura previa puede estar sujeto a responsabilidades
posteriores (CNCiv. Sala H, “L., M. del P. C/ Producciones
Publiexpress S.A. y Otros S/Daños y Perjuicios” Expte. N°
84591/2017, 14/04/2021).
Considero que el derecho a la intimidad involucra un
aspecto pasible de ser resarcido, en tanto la difusión de una noticia
vinculada a la privacidad de una persona tenga aptitud para afectar su
integridad espiritual.
Por ello, deberán responder en el caso los periodistas y la
productora demandados por las consecuencias dañosas derivadas de
su obrar antijurídico.
VIII.iii. Resta analizar la postura esgrimida por la
restante accionada América T.V. S.A en tanto sostiene que los titulares
de licencias o autorizaciones para prestar servicios de comunicación
audiovisual están obligados a transmitir contenidos de producción
local independiente, conforme al cupo que a tal efecto asigna la propia
ley (art. 65, punto 2.c.) y que no puede haber responsabilidad respecto
del contenido del programa “La Cornisa” cuando el mismo había sido
creado por una productora independiente, por la cual su mandante no
se encuentra obligada a responder y a quien por la norma misma está
obligada a ceder una cuota de su pantalla. Agrega que no hay
responsabilidad legal objetiva en la actividad al haber realizado
América T.V. S.A. sólo el transporte y la distribución de su señal
televisiva. Alega que se encuentra en la imposibilidad de ejercer
cualquier tipo de censura previa la cual, cuando así ocurre, padece una
fuerte presunción de inconstitucionalidad a lo que se suma que no
existió posibilidad material para su parte de saber -antes de la emisión
del programa- si el informe podía afectar al actor.

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Aluden además a los términos del convenio suscripto con
La Cornisa Producciones S.A. en virtud del cual, entre otras
consideraciones, esta última se obliga a mantener indemne a El Canal
(América T.V. S.A.) por cualquier reclamo de terceros judicial,
extrajudicial o del AFSCA con relación al contenido de notas que
incluyeran en el programa La Cornisa. Explica que esa cláusula
deviene de que la productora tiene a su cargo, dirección y
responsabilidad, la creación, edición y producción de todo el
contenido del programa.
De manera liminar, cabe referir que el convenio
denunciado por América T.V. en cuanto la productora del programa La
Cornisa asumió íntegramente la responsabilidad por cualquier reclamo
de terceros relacionado con el contenido del programa, le cabe la
aplicación del principio Res inter alios acta. Es decir que un contrato
no puede afectar a un tercero que no ha sido parte en el mismo. Los
efectos jurídicos del mismo se limitarían, por tanto, a los derechos y
obligaciones entre las partes que lo pactaron, razón por cual, en el
caso puntual de autos, cualquier acuerdo celebrado en tal sentido por
el elenco demandado no le resulta oponible al actor.
Dicho convenio mal puede serle opuesto a la actora, que
es una tercera perjudicada por la emisión de un programa que
lesionara su intimidad, sin que la circunstancia de que se trate de un
programa “en vivo” sea relevante, y sin perjuicio de los derechos que,
en su caso, pueda hacer valer contra sus cocontratantes y en base al
convenio suscripto.
Tampoco encuentro relevante a los fines de determinar la
responsabilidad de América T.V. S.A. por las repercusiones que pudo
haber generado el programa La Cornisa, si tuvo o no injerencia en su
producción o participación en los contenidos de la emisión.
Con relación a este aspecto, tenía dicho la jurisprudencia
del fuero que “tampoco puede sostenerse la irresponsabilidad de la

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apelante sobre la base de que no sería posible verificar el contenido de


la totalidad de las notas que se realizan en programas “en vivo”. Ello,
por cuanto siendo titular del canal y -supuestamente- locataria de los
contratos que se celebran con la productora para la puesta en el aire de
los programas que difundieron la correspondencia -que tampoco
fueron acompañados-, no puede eximirse de responder por los daños
producidos a terceros, en virtud de lo normado por el art. 43 Cód.
Civil -actualmente regulado en el art. 160 del CCyC-. Frente a la
víctima, los convenios que pudieron celebrar las partes no le resultan
oponibles, en función de lo previsto por el art. 1197, 1199 y
concordantes del Cód. Civil (CN. Civ., sala L, “Sucesores C., H. A. y
otros c. . V., L. A. s/ daños y perjuicios” del 01/10/2014, Publicado en:
RCyS 2014-XII, 172, LA LEY 15/12/2014, Cita online:
AR/JUR/50032/2014).
Bajo otra línea argumentativa, se ha expresado que “la
responsabilidad de un canal de televisión debe juzgarse también
conforme a la idea del aprovechamiento económico, porque es justo
que quien obtiene beneficios que comparte con el productor, soporte
también los riesgos inherentes. Si el “dueño” del espacio optó por una
programación y asumió los riesgos implícitos en toda la emisión en la
que la posibilidad de contralor o vigilar se torna muy dificultosa, no se
advierte la razón por la cual deba excluirse su responsabilidad
respecto de hechos cuya ocurrencia no era imprevisible, ni se ha
probado que fueran inevitables, de haberse adoptado algún método de
contralor especial” (CNCivil, sala A, voto de la Dra. Ana María
Luaces en Libre n° 38.752 del 03/04/1989 y voto del Dr. Li Rosi, “A.
M. C. c. América T.V. y otros s/ daños y perjuicios, 01/09/2015) sin
que ello implique, de modo alguno, que corresponda aplicar un
régimen de responsabilidad objetivo.
Finalmente, como recordara la Corte Suprema de Justicia
nacional, el licenciatario del servicio debe evitar que las emisiones

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que difunde por su frecuencia perturben la intimidad de las personas o
comprometan su buen nombre y honor (art. 16, ley 22.285) (C.S.J.N.,
29/09/1998, “Cancela”, consid. 16).
En esta misma tónica, se ha expresado “En relación a la
queja referida por parte de la codemandada que el único accionar
atribuido a su parte, fue poner al aire una señal televisiva y que su
contenido fue producido por un tercero por quien no debe responder,
lo reiteradamente sostenido por esta Excma. Cámara, que en el
supuesto en que un canal de televisión, previendo la organización de
determinado tipo de programa, cede el espacio respectivo a una
productora para que lo lleve a cabo, si durante el transcurso de la
programación se comete un hecho que hiere la dignidad de una
persona, dando lugar al resarcimiento del daño moral, esta situación
debe ser encuadrada dentro de las previsiones del entonces vigente art.
1113 del Cód. Civil -1757 y 1758 del actual CCyC- que consagra la
responsabilidad refleja del propietario de la cosa, cuando el daño ha
sido causado con ella (CN Civ. sala L, 11/1072011, “Costich Olga c.
América TV S.A. s/ daños y perjuicios” Cita: MJJUM69952”) siendo
entonces tanto el propietario el guardián o agente del daño
responsables frente a la víctima, por lo que no puede serle opuesto a
ella como causal exculpatoria, el contrato alegado entre la quejosa y la
productora demandada.
Frente a la víctima, (perjudicada por la emisión del
programa en cuestión) los convenios que pudieron celebrar las partes
no le resultan oponibles, en función de lo previsto por el art. 959,
1021 y concordantes del Código Civil y Comercial. Los terceros
quedan así, al margen de las consecuencias de los contratos y no
pueden ser perjudicados por ellos, por lo que la defensa esgrimida
carece de sustento alguno, sin perjuicio de señalar la justicia de la
solución pues la propiedad de una canal de televisión confiere una
serie de derechos, que merecen la más enérgica protección, pero

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también apareja responsabilidades, entre las que cabe computar la de


responder por los daños causados al honor de las personas por la
difusión de noticias falsas o agraviantes, a través de los equipos
periodísticos que allí se desempeñen.
Asimismo, en las cuestiones atinentes a la
responsabilidad por daños derivados de la actividad de medios
masivos de comunicación, frente a la víctima responden quienes
generan y controlan la gestión informativa que realizan tales medios.
De este modo responde el director, el editor, el empresario del medio,
el periodista o colaborador permanente u ocasional, el autor de la
publicación agraviante, el productor del programa radial o televisivo,
etc. (conf. CN Civ., Sala D, “R., P. A. c. Arte Radiotelevisivo Arg.
S.A. y otros, publicado en el diario LA LEY del 4 de agosto de 2008,
pág. 11 y bibliografía allí mencionada, Ídem sala L, 17/10/2014
“Sucesores C. H. A. y otros c. Ventura Luis Antonio y otros s/ daños y
perjuicios”, idem sala A, 01/09/2015, “Alvarega Miñarro Celina c.
America T.V. y otros s/ daños y perjuicios”).
La idea de seguridad o garantía, es la que preside la
responsabilidad indistinta, situación en que no son oponibles al
tercero las relaciones contractuales que hubieren vinculado a la
emisora y productora, en la medida en que no esté a su alcance
conocerlas. Pero aun cuando se admitiera la posibilidad de que el
“dueño” pudiera liberarse de su culpa acreditando que ha transferido
bien la guarda, es igualmente a cargo de la emisora de televisión la
prueba de que ha tomado las providencias necesarias para que no se
causen daños, impartiendo las respectivas instrucciones para el uso
del espacio, y advirtiendo de las consecuencias (CN Civ. sala L,
11/1072011, “Costich Olga c. América TV S.A. s/ daños y perjuicios”
Cita: MJJUM69952AR, MJJ69952, MJJ69952”).
La emisora de televisión es responsable por el daño
ocasionado al actor con motivo de las expresiones vertidas en un

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programa de televisión respecto de su persona, pues aunque niegue su
relación con los periodistas y la productora, lo cierto es que los
programas mediante los cuales se agravió fueron emitidos y
difundidos por su canal, lo que implica su responsabilidad por los
hechos ilícitos que se cometen a raíz de la difusión por su medio de
comunicación (CN Civ., Sala M, 27/10/2004, in re “R., H c. Arte
Radiotelevisivo Argentino S.A.”, La Ley Online).
Desde otro ángulo de análisis, se señala que la
responsabilidad de un canal de televisión, por el daño moral causado
en un programa por la difusión de una noticia, debe juzgarse
conforme la idea del aprovechamiento económico, pues es justo que
quien obtiene beneficios que comparte con el productor del mismo,
soporte también los riesgos inherentes (conf. Prevot, Juan Manuel:
“Daños y perjuicios”, p. 594 y jurisprudencia allí citada).
Si el “dueño” del espacio optó por una programación y
asumió los riesgos implícitos en toda la emisión en la que la
posibilidad de contralor o vigilancia se torna muy dificultosa, no se
advierte la razón por la cual deba excluirse su responsabilidad
respecto de hechos cuya ocurrencia no era imprevisible, ni se ha
probado que fueran inevitables de haberse adoptado algún método de
contralor especial. (CN Civ., Sala “A” abril 4/1989, “Alvelo
Hernández de Montes, J c. Canal 13 Río de la Plata T.V. y otro s/
daños y perjuicios”, extraído de la Base de datos de la Cámara Civil,
B 151, doc. 536).
En ese orden de ideas, cabe señalar que la misma
desarrolla una actividad lucrativa, lucra con el alquiler de espacios,
lucra con publicidad directa o indirecta, lucra con todo otro modo de
comercialización de su señal. En forma más general, se trata una
institución comercial, una empresa basada en la búsqueda de un
beneficio económico. Es una sociedad comercial; maneja recursos
humanos y bienes en tarea empresarial de finalidad lucrativa (ver

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Ghersi, C.A., JA, 1990I251). En consecuencia, puede decirse que


existe un factor autónomo de responsabilidad “actividad económica
empresaria”, plenamente aplicable a esa codemandada. Por tanto, la
atribución autónoma de responsabilidad deriva de la noción de riesgo
provecho, que nutre a su vez la concepción de riesgo de empresa de la
doctrina italiana (Alterini, A.A.: “Responsabilidad objetiva...” en
“Derecho de Daños”, 2ª parte, ed. La Rocca, pág. 546) (Conf CNCiv
sala L 873/2010. Expte. n° 69.937 “Ortega, Ramón Bautista y otro c.
Telearte S. A. y otros s/ daños y perjuicios”).
En virtud de las consideraciones vertidas sea que la
responsabilidad de la empresa resulte por aplicación del deber legal de
garantía por los daños que causan los dependientes en ejercicio de sus
funciones o fundada en la condición de licenciataria de la señal,
dedicada a la explotación de un canal de televisión de aire, en el
marco de dicha actividad, no puede excusar su responsabilidad frente
al contenido lesivo emitido en la entrevista en cuestión.
Su evidente conducta negligente, infringiendo el deber de
contralor que estaba a su cargo, refleja un obrar culpable en
oportunidad de la emisión del programa en cuestión o en todo caso, no
haber fijado premisas básicas o “estándares objetivos” como pudo
haber sido en el caso: “No dar a conocer el nombre ni identificar con
nombre y apellido a un testigo, que además no se trataba de una
personalidad pública, de identidad reservada en una causa judicial”.
Tal omisión conlleva la obligación de reparar los daños ocasionados
por su negligencia o imprudencia y, por ende, admitir también la
acción instaurada en su contra, debiendo responder de manera
concurrente con las restantes accionadas.
En este sentido, se ha expresado la jurisprudencia del
fuero, sosteniendo “frente a la víctima responden, de manera
´concurrente´, quienes generan y controlan la actividad informativa
que realizan los medios masivos de comunicación, entre quienes se

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menciona al director, editor, empresario propietario del medio, el
periodista o colaborador permanente u ocasional, autor de la
publicación agraviante, el productor de un programa radial o
televisivo, etcétera, y también las agencias informativas, nacionales o
extranjeras, que hayan generado o difundido la información a otros
medios (Ramón Daniel Pizarro “Responsabilidad civil de los medios
masivos de comunicación- Daños por noticias inexactas o
agraviantes”, p. 524, nº 102, Hammurabi, Bs. As. 1999, 2ª. edición
actualizada y ampliada; conc. CNCiv, Sala “D”, marzo 28/2008
“Ramírez, Pablo Alejandro c/ Arte Radiotelevisivo Argentino SA
(ARTEAR SA) y otros s/ daños y perjuicios” y sus acumulados
“Carrica, Karina Noemí c/ Arte Poder Judicial de la Nación USO
OFICIAL Radiotelevisivo Argentino SA (ARTEAR SA) y otros s/
daños y perjuicios”, “Torres Zavaleta, Isabel c/ Arte Radiotelevisivo
Argentino SA (ARTEAR SA) y otros s/ daños y perjuicios” y “Zungri,
Axel Norberto c/ Arte Radiotelevisivo Argentino SA (ARTEAR SA) y
otros s/ daños y perjuicios”, Sumario n° 18568 de la Base de Datos de
la Secretaría de Jurisprudencia de la Cámara Civil) … en cada caso
deberá determinarse si su participación personal, sea por acción o por
omisión, ha generado o no ha impedido, pudiendo hacerlo, la
publicación de noticias inexactas o agraviantes, o que afectan la
intimidad o que utilizan ilegítimamente la imagen de quien invoca ser
afectado, produciendo daños a terceros …” (CNCiv. Sala F, abril 27/
2004, “R., S.J. c/ Arte Gráfico EditoR. Argentino S.A. y otro s/ daños
y perjuicios”, L. 291011, elDial.com-AA2073, voto del Dr. Posse
Saguier)” (conf. esta Sala, “Asociación Civil Lineamiento Universal
Superior c/ Gosman, Eleonora s/ daños y perjuicios”, expte n°
12.492/06, del 30 de noviembre de 2.012).
En este sentido, América T.V., debió ejercer -por sí o a
través de terceros- el deber de controlar y supervisar la información
que se difundía masivamente; cuenta con amplia autonomía para

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evitar determinadas notas periodísticas y si se omite el control de


cuestiones que afectan a la intimidad de una persona, su condena a
resarcir debe ser concurrente con los demás codemandados.
IX. Corresponde ahora entrar al análisis de la
procedencia de los daños y perjuicios reclamados en la demanda en
función de la relación de causalidad con el hecho ilícito y determinar
los montos por los que prosperan, cuya cuantía se establece a valores
actuales.
El actor reclama la suma de tres millones de pesos
($3.000.000) en concepto de daño moral. Asegura que su vida se
convirtió en un calvario a partir de que su identidad fuera develada en
el programa televisivo; explica que tuvo dificultades con su pareja a
punto tal que la relación concluyó en tanto ésta lo acusó de haber
puesto en riesgo su vida y la de su hijo, perdió su actividad laboral,
recibió amenazas, tuvo que mudarse de Ciudad del Este, entre otros
padecimientos.
Se tiene dicho “que el daño moral no afecta sino a la
esfera inmaterial, invisible, de los pensamientos y de los
sentimientos” (ver. Mazeaud, H. L., Tunc, A., Tratado Teórico y
Práctico de la Responsabilidad Civil Delictual y Contractual”,
Traducción de la quinta edición por Luis Alcalá Zamora y Castillo,
Volumen I, Ediciones Jurídicas Europan América,
Buenos Aires, 1977, pág. 424).
Nosotros podemos definir al daño moral (denominado en
el artículo 1741 del Código Civil y Comercial de la Nación como
“consecuencias no patrimoniales”) como la lesión de un interés no
patrimonial de la víctima que produce consecuencias de la misma
índole. La consecuencia resarcible, en estos casos, consiste en una
modificación disvaliosa del espíritu, en el desenvolvimiento de su
capacidad de entender, querer o sentir, que se traduce en un modo de
estar diferente de aquel en el que se hallaba antes del hecho, como

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consecuencia de este y anímicamente perjudicial (Pizarro, Ramón D.,
en Daño moral. Prevención. Reparación. Punición. El daño moral en
las diversas ramas del derecho, citado por Picasso y Saénz, en
“Código Civil y Comercial de la Nación, Comentado”, T° IV, p. 460.
Dir. Caramelo, Picasso y Herrera, Infojus C.A.B.A., 1ª ed., año 2015).
En tanto, a los fines de la fijación del quantum debe
tenerse en cuenta el carácter resarcitorio de este rubro, la índole del
hecho generador de la responsabilidad y la entidad del sufrimiento
causado, que no tiene necesariamente que guardar relación con el
daño material, pues no se trata de un daño accesorio a éste (Fallos:
308:698; 318:1598; 321:1117; 326:847).
Tenemos incorporada a fs. 335/41 la pericia psicológica
efectuada por la perito desinsaculada por el Tribunal a tal efecto,
Licenciada Silvia Beatriz Ucha, quien tras entrevistar al actor,
considera que efectivamente su aparato psíquico se vio alterado en su
funcionamiento debido a los hechos descriptos en autos. Refiere que
el Sr. O presenta indicadores de un estado de ansiedad aguda y de
stress postraumático, tiene ideas persecutorias, trastornos del sueño,
irritabilidad y se siente amenazado. Agrega que se lo percibe afectado
en las esferas afectiva, intelectual y volitiva y que padece un estado de
ansiedad aguda.
El testigo Rojas -cuya declaración video filmada en el
marco del “Proyecto Piloto de Oralidad Filmada” puede visualizarse
en la solapa de “documentos digitales”- se ha expresado en el mismo
sentido; dijo conocer al actor por haber hecho trabajos juntos con
temas relacionados con instalaciones satelitales y de Internet desde el
año 2009 y que después a raíz de la publicación del programa no lo
hicieron más, el Sr. S tuvo que mudarse a Córdoba, que se le hacía
difícil ubicarlo y que estaba muy preocupado. Expresó que su vida
cambió, tuvo que mudarse, lo veía muy pocas veces y que esas pocas
veces que lo vio, estaba muy mal a punto tal que la relación

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laboral que tenían entre ellos se terminó, supo que se separó de su


pareja, se sentía muy perseguido porque tenía temor a que lo
estuvieran buscando.
El informe remitido por el Servicio de Atención Médica
Integral para la Comunidad de Puerto Iguazú, de la provincia de
Misiones, da cuenta de la atención psicológica recibida por el actor
desde el mes de julio de 2016, inmediatamente posterior a la fecha de
la emisión del programa televisivo motivo de las presentes
actuaciones.
En fin, debo señalar en este punto que las pruebas
reseñadas inducen a pensar que, en rigor de verdad, se pretende
demostrar el daño psicológico que detentaría el actor, más allá de la
indemnización pedida bajo el rubro “daño moral”.
Ello impone memorar que las demandas deben tener una
estructura y de ello resulta fiel explicitación el art. 330 del Código
Procesal. Se ha señalado así que nuestro ordenamiento ritual impone
como recaudo ineludible que la demanda contenga una exposición
circunstanciada de los hechos configurativos de la relación jurídica en
que se funda la pretensión para agregarse que en el tipo de proceso
escrito, la prolija fundamentación fáctica de la sentencia viene
impuesta por el principio de preclusión que obsta el ulterior
perfeccionamiento o modificación de la pretensión (Palacio, Derecho
Procesal Civil, Buenos Aires, 1977 y. IV, n°385-3° pág.294).
Digo esto porque pese a la detenida y atenta lectura del
escrito introductorio de la instancia, no vislumbro que se haya
deducido otro reclamo más allá del daño moral. En consonancia con
ello y por cuanto me está vedado proceder de otro modo, es que solo
fijaré el monto comprensivo del aludido perjuicio.
En orden a lo estipulado para el caso por los arts. 52,
1716, 1724, 1725, 1737, 1738, 1740, 1741 y concordantes del Código
Civil y Comercial de la Nación; haciendo uso de las facultades

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conferidas en el art. 165 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación; considerando la entidad de la lesión a la intimidad sufrida por
el accionante, así como su edad al momento de la generación del daño
y demás condiciones personales que surgen de autos, fijo esta partida
en la suma de dos millones de pesos ($ 2.000.000).
X. Costas.
En cuanto a las costas, corresponde imponerlas a los
accionados que resultaron vencidos, por cuanto no encuentro
configurado justificativo alguno que permita apartarse del principio
objetivo de la derrota (art. 68 del ordenamiento procesal).
XI. Intereses.
La suma por las que prospera la condena devengará
intereses, los que comenzarán a correr a partir de la fecha de la
emisión del programa televisivo. Se liquidarán a la tasa activa cartera
general -préstamos- nominal anual vencida a treinta días del Banco de
la Nación Argentina por aplicación de la doctrina plenaria establecida
en los autos “Samudio de Martínez, Ladislao c/ Transportes
Doscientos Setenta S.A. s/ Daños y Perjuicios” (conf. C.N.Civ. en
pleno, abril 20-2009), que resulta de aplicación obligatoria en los
términos del artículo 303 del ordenamiento procesal, dada su actual
vigencia. Con relación a los intereses que corresponde aplicar a partir
del 1º de agosto del 2015, tratándose de consecuencias no producidas
al momento de su entrada en vigencia, corresponde aplicar las
previsiones del nuevo ordenamiento de fondo, que, en su artículo 769
establece que debe estarse a lo que acuerden las partes, lo que
dispongan las leyes especiales y, en subsidio, por tasas que se fijen
según las reglamentaciones del Banco Central. Empero, nada se ha
fijado aún la máxima autoridad monetaria del dictado de esta
sentencia, por lo que, hasta tanto ello no ocurra, continuarán las pautas
vigentes, esto es, la aplicación del plenario al que hice referencia.
XII. Honorarios.

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Con relación a la regulación de los honorarios de los


profesionales intervinientes, cabe señalar que la Corte Suprema de
Justicia de la Nación ha dicho que “en el caso de los trabajos
profesionales el derecho se constituye en la oportunidad en que se lo
realizan, más allá de la época en que se practique la regulación
(fallos: 321:146; 328:1381; 329:1066; 3148, entre otros), por lo tanto,
por lo tanto, a la labor desarrollada en autos por los profesionales
intervinientes efectivizada bajo la vigencia de la ley 21.839,
corresponde dicha normativa mientras que a los realizados a partir de la
entrada en vigencia de la ley 27.423, será aplicable ésta última norma
(CSJN 04/09/2018, “Establecimientos Las Marías S.A.C.I.F.A. c/
Misiones, Provincia 0de s/ acción declarativa”; 26/04/2022, “All, Jorge
Emilio y otro s/sucesión ab-intestato” Expte. 315118/1988).
Por todo ello, juzgando, en definitiva, FALLO: I.
Haciendo lugar parcialmente a la demanda promovida. En
consecuencia, condeno a Luis Miguel Majul, La Cornisa
Producciones S.A., Daniel Pedro Santoro y América T.V. S.A. a
abonar al actor S O, la suma de dos millones de pesos ($2.000.000),
en el plazo de diez días de quedar firme este pronunciamiento, con
más los intereses que deberán ser calculados de la manera que se
especifica en el considerando correspondiente y las costas del juicio
(artículo 68 del ordenamiento procesal). II. Teniendo en consideración la
naturaleza del asunto, el mérito de la labor profesional, apreciada por la
calidad, la eficacia y extensión de los trabajos realizados, las etapas
procesales cumplidas, el resultado obtenido, la trascendencia jurídica
del pleito, el monto del juicio aquí admitido
-comprensivo de capital e intereses- y lo normado por los arts. 1, 6, 7, 9,
10, 11, 19, 33, 37, 38 y conc. de la ley 21.839, su modificatoria ley
24.432 y arts. 1, 6, 11, 16, 19, 20, 21, 22, 24, 29, 51y 52 de la ley
27.423 y Acordada 12/2022, regulo los honorarios del letrado
apoderado de la parte actora, Daniel Adalberto Straga, en la suma de

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cuatrocientos setenta y siete mil pesos ($477.000), con más 80 UMAs,
equivalentes a la suma de setecientos veinte mil ochenta pesos
($720.080); los del letrado apoderado de América T.V. S.A., Dr. Tomás
Pérez Virasoro, en la suma de trescientos veinte mil pesos ($320.000),
con más 80 UMAs, equivalentes a la suma de setecientos veinte mil
ochenta pesos ($720.080); los de la Dra. Andrea Teresa Silva Ehman, en
idéntico carácter, por su participación en la audiencia preliminar, en 2
UMAs, equivalentes a la suma de dieciocho mil dos pesos ($18.002);
los del Dr. Santiago M. Felgueras, por su intervención como letrado
apoderado de Luis Miguel Majul y La Cornisa Producciones S.A. hasta
su renuncia de fs. 193, en la suma de trescientos veinte mil pesos
($320.000); y los de la Dra. Silvina Alejandra Martínez, en igual
carácter a partir de fs. 201 y en su calidad de letrada patrocinante del
codemandado Santoro, en la suma de doscientos treinta mil pesos
($230.000), con más 60 UMAs, equivalentes a la suma de quinientos
cuarenta mil sesenta pesos ($540.060). Dada la extensión y
problemática de los puntos periciales propuestos regulo los honorarios
de la perita psicóloga, Licenciada Silvia Beatriz Ucha, en 38 UMAs,
equivalentes a la suma de trescientos cuarenta y dos mil treinta y ocho
pesos ($342.038). Por su parte, se fijan los honorarios de la mediadora
interviniente, Dra. Graciela Liliana Cordero, en 88 UHOMs,
equivalentes a la suma de ciento treinta y seis mil cuatrocientos pesos
($136.400). Los honorarios de los profesionales intervinientes deberán
ser abonados dentro del mismo plazo establecido para la condena y
deberá añadirse en su caso, el importe correspondiente al I.V.A. Hágase
saber a los letrados que quedan a su cargo la notificación de sus
honorarios a sus clientes a los domicilios reales, atento el criterio
mayoritario adoptado por las salas integrantes de la Excma. Cámara
Nacional de Apelaciones del fuero. Por último, intímese a los
interesados para que dentro de los cinco (5) días contados a partir de
que sus honorarios firmes se encuentren impagos, soliciten las medidas

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necesarias a los fines de asegurar la percepción de sus créditos, bajo


apercibimiento de tenerlos en lo sucesivo por prestada la conformidad
requerida por el art. 10 de la ley 27.423. III. Regístrese, notifíquese a las
partes por Secretaría y, oportunamente, archívese.
María Eugenia Nelli – Juez

Signature Not Verified


Digitally signed by MARIA
EUGENIA NELLI
Date: 2022.07.08 10:18:55 ART

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