La Diplomacia

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1.

Identificar los procesos diplomáticos que permitieron la consolidación de la época

feudal, sus características distintivas, aportes y representantes.

Identifica las figuras diplomáticas de la antigüedad, que han servido como base o

antecedente para la consolidación de las Relaciones Internacionales de nuestros

tiempos.

Diplomacia del Periodo de consolidación de la Monarquía feudal.

3.1. Sacro Imperio Romano y el Papado de fines del siglo XI.

En la Europa feudal existía una anarquía por parte de los señores feudales. Los

feudales que no eran suficientemente fuertes o considerados poderosos acudían a

medidas a la explotación de los campesinos por todos los medios, sin importar que tan

bajos fueran, con el fin de esclavizar y explotar a las clases bajas, es decir, obreros y

campesinos. Las aspiraciones de centralización existentes imperaban en medio del

caos feudal, a medida que se incrementaban las fuerzas productivas y los vínculos

económicos, existía una lucha de clases que se desarrolla cada vez con más

precisión, manifestándose también los perfiles de agrupaciones políticas más o menos

grandes sobre la base de las cuales habían de formarse posteriormente los Estados

nacionales.
Las orientaciones de la vida político-social de Occidente van cambiando poco a poco la

faz del mundo feudal de Europa. Son de gran influencia la formación del sacro Imperio

Romano y las campañas de los emperadores en Italia, el robustecimiento del papado y

su lucha con el Imperio, las cruzadas, el incremento del comercio y de las ciudades, el

movimiento libertador de las comunidades urbanas, el robustecimiento del poder real y

la formación de Estados feudales centralizados.

El sacro imperio Romano, ´´restablecido´´ por Otón I en 962, fue desde el comienzo

mismo, una formación política monstruosa. Incapaces de establecer orden alguno en

una Alemania que se iba desintegrando sin cesar. Los reyes de las dinastías de

Sajonia (919-1024), de Franconia (1024-1125) y de Schwab (1137-1254), con el apoyo

de determinados círculos de señores alemanes, se lanzaron sobre Italia, entonces

dividida e impotente y que, a la vez, les atraía por la riqueza de sus ciudades. Casi

cada nuevo rey empezaba por someter a los levantiscos duques alemanes para luego

lanzarse sobre Italia con sus bandas de bárbaros que saqueaban el desgraciado país,

dejando un rastro de muertes y de violencia, hasta que el rey llegaba a Roma, donde el

Papa le hacía entrega de la corona imperial.

A menudo, luego de los saqueos el nuevo ´´emperador romano regresaba a Alemania

con el botín capturado en Italia para proseguir entre él y sus duques la lucha en la que

se disputaban el derecho a despellejar al pueblo alemán. La iglesia era en Alemania

cómplice del emperador.


En este tiempo se consolida LA MONARQUIA FEUDAL, ya que a mediados del siglo XI

comienza a crecer rápidamente la influencia del papado en Occidente. Gracias a las

condiciones políticas y económicas generales de la Europa feudal, la Iglesia católica

sufre diversas transformaciones que fortalecieron las posiciones morales y materiales

de las instituciones eclesiásticas. A partir de la segunda mitad del siglo XI ya los

emperadores alemanes no pueden designar los papas a su antojo para gobernar e

influir en la santa sede. Para esta época el papado ya era una fuerza organizada, con

poder y también interesada en penetrar en el corazón mismo del sacro Imperio

Romano.

Resalta en esta época Hildebrando, fue monje de Cluny que luego fue papa con el

nombre de Gregorio VII (1073-1035), quien dirigía todos los asuntos de la Iglesia y por

medio de quien se establece un nuevo procedimiento para la elección del Papa, que es

entregada al colegio cardenalicio, con lo que el emperador no puede hacer pesar su

influencia. Se implementa el celibato eclesiástico, que además de asegurar el debido

prestigio a la Iglesia convertía al clero en un instrumento obediente en manos del papa,

puesto que ninguna preocupación familiar podía apartarle del cumplimiento de sus

deberes religiosos. En Italia, Hildebrando concluyó una alianza con el marquesado de

Toscana. Se trasladó personalmente al sur del país, donde los mormados se habían

establecido, y en Capua, en nombre del Papa Nicolás II, firmo una alianza con el conde

normando, Ricardo, En 1059, este y Roberto Guiscardo, duque de Apulia, jefe de todos

los conquistadores normados, se declararon vasallos del Estado pontificios: se

comprometían a entregar todos los años un tributo al Papa y prestarle ayuda militar y a
defender el nuevo sistema de las elecciones pontificas. En el norte de Italia,

Hildebrando consiguió someter a la autoridad del Papa a los fuertes e independientes

arzobispos de Milán, sosteniendo para ello el movimiento de los patarines, que iban

contra los grandes señores feudales y contra el arzobispo milanés, en quien velan un

protegido del emperador.

De este modo, Hildebrando consiguió unificar bajo la soberanía pontifica una gran parte

de Italia. Fue elegido Papa en 1073, Hildebrando poseía una voluntad de hierro y un

fanatismo furibundo. Pero este fanático era también un excelente diplomático. Su

elocuencia exaltada tenía freno. Al propio tiempo, sabia orientarse hábilmente en las

situaciones políticas más complejas, maniobrar inteligentemente en un medio peligroso

y hostil. Más aun, en ocasiones, Gregorio VII, si ello le acercaba al logro de sus fines

normados, y más tarde, entre los emperadores y las ciudades italianas entre los

Güelfos y los Gibelinos, los Capetos y los Plantagenets. El papa supo también ponerse

a la cabeza de la coalición de fuerzas políticas italianas contra el soberano extranjero y

llamar a Italia a monarcas extranjeros cuando así le convenía.

Los papas, como políticos, tenían una inmensa superioridad por la organización y

disciplina de la Iglesia católica.

Bajo Gregorio VII adquiere gran impulso el envió de legados pontificios, los cuales se

convierten en uno de los principales instrumentos de la administración pontifica y de su

diplomacia. Aparecen en todas partes, intervienen en todo, destituyendo a los obispos y


dictan castigos eclesiásticos contra los soberanos. El Papa ordena que los legados

sean obedecidos como si se tratase de él mismo, aunque, a su vez, les exigía un

informe de su misión y comprobaba todas sus disposiciones.

No tenemos necesidad de entrar en los detalles de la diplomacia de Gregorio VII en su

lucha con Enrique IV. El Papa reclamaba obstinadamente el derecho a designar los

obispos y, de este modo, intervenir en los asuntos más importantes del imperio ;

perseguía la simonía (venta de los cargos eclesiásticos por los emperadores) y la

investidura civil, o nombramiento de los obispos por el emperador, Enrique IV defendía

con todas sus fuerzas estos derechos no solo en cuanto a Alemania, sino para la

totalidad del sacro Imperio Romano. Mientras que Gregorio atribuía al Papa el derecho

a destronar a los emperadores al Papa en la Dieta de Worms del año 1076, En esta

ocasión le envió un mensaje que determinaba con un enérgico ¨ ¡vete!¨ Un mes más

tarde, en el concilio de Letrán, Gregorio deponía a Enrique y eximia a ¨ todos los

cristianos¨ del juramento de fidelidad al emperador, prohibiendo ¨servirle como rey¨.

3.2 Las Cruzadas y las Relaciones Internacionales del siglo XII.

El papado buscaba lograr prestigio, y los beneficios económicos a través abundantes

recaudaciones que deberán afluir de todas partes de Europa, esas aspiraciones

buscaban una ocasión favorable para, poniéndolas en juego, levantar al Occidente

católico a la guerra santa y así incrementado sus arcas.


Se implementaron las cruzadas, que fueron una serie de expediciones militares

impulsadas por el papado de la Iglesia Católica durante esta época de la Edad Media

para reconquistar Tierra Santa de las manos de los musulmanes. La Primera Cruzada,

lanzada en 1095, fue exitosa, aunque mas adelante podremos ver que al final fueron un

fracaso rotundo. Siria y Palestina fueron finalmente destruidos en 1291. Aun así, las

constantes derrotas hizo que muchos optaran por no embarcarse en estas

expediciones; por el contrario, las cruzadas se expandieron para enfrentar a otros

enemigos del papado.

Federico Barbarroja se consideraba heredero de los césares romanos monarca

legítimo de occidente y de oriente. El Imperio bizantino era para él algo así como un

vasallo insumiso. Por su parte el emperador de Bizancio llamaba a Barbarroja rey de

Alemania. el Papa Alejandro III organizó la resistencia de la mayor parte de Italia

contra el emperador germano. La reconciliación con el papa y con las ciudades

italianas desataba a Barbarroja las manos para las aventuras de Oriente, ya que casi

podía hacer lo que quisiera. Federico quiso enfrentar a Serbia y Bulgaria. En los

últimos años de su reinado, Barbarroja alcanzó una importante victoria diplomática.


Los pueblos de Occidente tuvieron conflictos con los países del Oriente musulmán y

del Imperio. Al mismo tiempo, las cruzadas influyeron en gran manera en las relaciones

entre las potencias occidentales. Fue una prolongada lucha en la que Venecia, el reino

de Sicilia, Francia, Inglaterra y el Sacro Imperio Romano se disputaban la dominación

del Mediterráneo. Los Estados de Occidente y Oriente se ven incorporados El

Occidente feudal val asimilando los método de la diplomacia oriental y bizantina.

Además, se realiza la formación de Estados.

3.3 El Imperio y el Papado de los siglos XII y XIII.

El Papado se mantiene en una constante lucha por ostentar la ventaja en el poderío

universal. Tras las disputas historiográficas del escolasticismo (siglos XII-XIII), los

humanistas ofrecen nuevas interpretaciones sobre los inicios del Sacro Imperio a partir

de preguntas como si la potestad imperial romana desapareció, si permanece aun

intacta en Bizancio o el Papado.

El escenario se agudiza aún más cuando Enrique IV (1084-1105) ordena el destierro

de Gregorio VII o Enrique V (1111-1125) planea secuestrar a Gelasio II (1118- 1119).

Este capítulo de la historia se conoce como Querella de las Investiduras (1073-1122),


concluida gracias al concordato de Worms firmado por el Emperador y Calixto II (1119-

1124).

Dicho conflicto tan solo fue el inicio de una rivalidad o lucha de poderes entre el

Imperio y el Papado por su supremacía. Las ciudades septentrionales son, en su

mayoría soberanas, aunque rinden pleitesía al emperador, algo que no consideran

reñido con su devoción al Papado. Sin embargo, con el enfrentamiento entre las partes

proliferan los enfrentamientos civiles, organizándose la aristocracia simpatizante con el

Imperio en torno al partido gibelino y la partidaria del Papado en el güelfo. Se

establecen ligas regionales con objeto de combatir enemigos comunes.

El enfrentamiento entre Felipe IV de Francia (1285-1314) y Bonifacio VIII (1294-1303)

y tras la expedición de las bulas Clericis laicos (1296), que amenaza con la excomunión

a los clérigos que recauden impuestos para el rey francés,

3.4 La agresión de los señores alemanes en el Este entre los siglos IX al XV.

Esta fue una de las partes más oscuras de la historia de las relaciones internacionales

del período feudal. Se hace referencia a la agresión alemana en el este, en donde los

señores alemanes no se valieron solamente, en su ofensiva por obtener las tierras de

los esclavos occidentales, de la fuerza de las armas sino que aún peor, recurrieron a

todo género de felonías diplomáticas en donde no solo procuraron a sangre y fuego


lograr sus objetivos, sino también urdieron mentiras, denigrándoles, para lograr sus

propósitos, poniéndolos incluso a unos en contra de otros, usando sobornos y

poniendo a la jerarquía eclesiástica y aún administrativa en la misma situación.

Los alemanes se valieron de todo tipo de estrategias para lograr derribar a los

dirigentes y a las personas más poderosas. También se apoderaron de ciudades. En

cuanto el país se alzó contra la dominación alemana, el rey quiso sofocar el

levantamiento. Uno de los métodos que los alemanes empleaban para introducirse en

las tierras esclavas y para justificar ideológicamente esta penetración, era la conversión

al cristianismo.

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