1 - Ruin
1 - Ruin
1 - Ruin
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Julie
Naaati Julie
Anna Karol
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Sinopsis Capítulo 21
Prólogo Capítulo 22
Capítulo 1 Capítulo 23
Capítulo 2 Capítulo 24
Capítulo 3 Capítulo 25
Capítulo 4 Capítulo 26
Capítulo 5 Capítulo 27
Capítulo 6 Capítulo 28
Capítulo 7 Capítulo 29
Capítulo 8 Capítulo 30
Capítulo 9 Capítulo 31
Capítulo 10 Capítulo 32
Capítulo 11 Capítulo 33
Capítulo 12 Capítulo 34
Capítulo 13 Capítulo 35
Capítulo 14 Capítulo 36
Capítulo 15 Capítulo 37
Capítulo 16 Capítulo 38
Capítulo 17 Capítulo 39
Capítulo 18 Epílogo
Capítulo 19 Rush
Capítulo 20 Sobre la Autora
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Y el nuevo campeón mundial de los pesos pesados es...
Esas son las palabras que Zeus Kincaid ha estado esperando
escuchar desde que se puso por primera vez un par de guantes de
boxeo. Simplemente no pensó que vendrían con una tragedia que
cambiaría la forma en que veía el deporte para siempre.
Cameron Reed estaba en su segundo año en Juilliard cuando su
novio de la infancia, Zeus Kincaid, se alejó de ella. Unos meses después,
Cam se dio cuenta de que nunca cumpliría su sueño de bailar para el
Ballet de Nueva York.
Ahora que trabaja como bailarina en un club de lujo en
Manhattan, Cam se encuentra cara a cara con el hombre que una vez
amó. Y es su turno de alejarse de él.
Después de cinco años de extrañar a Cam, Zeus no está
preparado para dejarla ir de nuevo. Pero cuando se encuentra de pie en
la puerta de su casa a la mañana siguiente, las cosas no salen como él
esperaba...
Gods #1
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Traducido por Gesi
Corregido por Naaati
El estadio está lleno. Miles de personas están aquí para ver esta
pelea.
Para verme pelear.
Aquí es donde he llegado. El punto que he alcanzado en mi
carrera.
Todo lo que he tenido que hacer, soportar y sacrificar me trajo a
este momento.
Estoy esperando en los vestuarios con mi equipo, listo para salir.
Las cámaras de televisión están conmigo, preparadas para seguirme al
cuadrilátero.
Es una gran producción. A mi representante, Marcel Duran, le
gusta hacer un espectáculo de todo.
No me importa nada de eso.
Solo quiero pelear.
Eso es todo lo que sé. En todo lo que soy bueno.
Con veinticinco años, estoy invicto. Campeón olímpico. Campeón
mundial de peso pesado de la Federación Internacional de Boxeo y del
Comité Mundial de Boxeo.
Pero mi oponente, Kaden “el demonio canadiense” Scott, tiene el
título de la Organización Mundial de Boxeo, y lo quiero.
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Página
Me siento en el taburete.
Página
Y he ganado.
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derecho a tocarme.
Miro hacia abajo y veo un traje y una cabeza de cabello rubio con
ese aspecto recién liado que todo el mundo sabe que pasó horas
perfeccionando.
Me reúno con su mirada fija, y el signo revelador de demasiado
alcohol se ve en el brillo de sus ojos, bueno, eso y la botella de cerveza
que tiene en la mano, lo cual está prohibido en la pista de baile.
Alzo la mirada y exploro el área en busca de seguridad para
alertarlos, pero no veo a ninguno de ellos. Mis ojos se dirigen al bar,
pero está ocupado con los clientes, y no puedo captar a ninguno de los
camareros para que hagan contacto visual.
Por el amor de Dios. Parece que voy a tener que manejar esto yo
misma.
Manteniendo mi expresión amistosa, me agacho, poniéndome al
nivel de los ojos del borracho toquetón. En realidad, no está tan mal de
cerca. Sin embargo, aun así, no tiene derecho a tocarme.
Le doy un golpecito en la mano. —No se toca —le digo de forma
amable.
—Oh. Lo siento. —Quita su mano de mi tobillo.
¿Ven? ¿No fue eso fácil? No se necesita seguridad en absoluto.
—No hay problema. —Sonrío. Sintiéndome generosa con el chico,
le pregunto—: ¿Necesitabas algo?
Me devuelve la sonrisa, bueno, es más bien una mueca arrogante,
y luego dice: —Sí. A ti, desnuda y en mi cama, nena.
Ugh. Y mi buena impresión hacia él se evapora.
Resisto el impulso de poner mis ojos en blanco.
Si tuviera un dólar por cada vez que escuchara esa línea o una
parecida, estaría recostada en una tumbona en el jardín trasero de mi
mansión en Beverly Hills, tomando el sol junto a mi piscina de tamaño
olímpico, con alguien tipo Jason Momoa frotándome los pies mientras
me servía margaritas y atendía todo el día.
—Sí, no va a suceder, amigo. —Me río.
Me levanto, pero me jala la muñeca y me mantiene allí. Su agarre
es firme, y aunque estoy rodeada de cientos de personas, todavía siento
esa chispa momentánea de pánico, pero lucho contra ella.
Una cosa buena que hizo mi ex, además de darme a Gigi, fue
enseñarme a defenderme. El lado positivo de salir con un boxeador
durante cuatro años.
Lo miro directo a los ojos. —Suéltame el brazo.
—Oh, nena, no seas así. Solo estoy siendo amigable. —Curva sus
dedos alrededor de mi muñeca.
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¡No lo puedo creer! Zeus jodido Kincaid. ¡Amigo, eres increíble! Gané
dos grandes en tu última pelea. Oye, ¿puedo sacarte una foto? ¡Mis
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océano. Los miras fijamente, y no regalan nada más que hacerte sentir
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todo.
Puede ser físicamente impresionante a la vista, pero en su interior
hay una historia totalmente diferente.
Se acerca más. Su aroma me recubre, familiar pero desconocido.
Ha cambiado su loción para después de afeitar. Siempre utilizaba
Burberry Touch. Era mi favorito. Solía comprárselo.
Supongo que se libró de todo lo que yo representaba.
Incluyendo a su hija.
Algo parecido a un cuchillo se clava en mi corazón.
—Paloma, te hice una pregunta. ¿Qué estás haciendo aquí? —Su
agarre en mi brazo aumenta, sus cejas se fruncen con frustración.
Veo un indicio de ira en sus ojos. Y me devuelve a la vida.
¿Tiene el descaro de exigirme una respuesta después de lo que ha
hecho?
Que se joda.
Le quiero escupir con disgusto. Pero no lo hago. Mantengo mi
dignidad, a diferencia de la última vez que hablamos hace cinco años.
Lleno mis ojos con el desprecio que siento, los años de odio y
enojo, y grito: —No me llames así. Mi nombre es Cam ¿Y qué crees que
hago? Estoy trabajando, imbécil.
Suelto mi brazo de su agarre y me apresuro hacia la puerta de los
vestidores. Presiono el código en el teclado, abriendo la puerta. Paso
rápidamente, dejando que se cierre detrás de mí, con el sonido de su
voz diciendo mi nombre.
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Página
Traducido por Gesi
Corregido por Naaati
Dejó perfectamente claro que no quería tener nada que ver con
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Gigi o conmigo hace varios años, así que, ¿por qué se me acercó e
intentó hablarme?
Me siento aliviada de no tener que volver a verlo. Renunciaré a mi
trabajo. Probablemente no vuelva a aparecer en el club. Mis emociones
no pueden soportarlo.
Me siento… no sé cómo me siento. Furiosa. Herida. Furiosa.
Frustrada. ¿Mencioné furiosa?
Simplemente conseguiría trabajo en otro club. De todos modos,
no es mi principal fuente de ingresos. Tengo un trabajo diario. Trabajo
en la administración de la estación de policía.
Obtuve el trabajo en el club para poder bailar. Pongo el dinero
que gano en la cuenta de ahorros para cuando Gigi sea mayor y tenga
que pagar la universidad o la escuela de danza, sea lo que sea lo que
elija. Tiene el gusanillo del baile como su madre. Y sé que soy parcial,
pero es buena.
Por lo que dejarlo no será el fin del mundo.
Volver a ver a Zeus sí.
Tengo discusiones internas conmigo misma a lo largo de todo el
viaje hasta casa.
Una parte de mí piensa que debí haberle dicho más esta noche.
Que debería haberle dicho todas las cosas que quería decirle cinco años
atrás, pero nunca tuve la oportunidad. Mi lado inteligente sabe que hice
lo correcto, alejarme y no mirar atrás. Pero… no lo sé.
Solo sé que quiero llegar a casa y abrazar a mi hija.
No pasa mucho tiempo desde que pasé la señal de bienvenida a
Port Washington cuando las luces rojas y azules parpadean en mi
retrovisor.
Encendiendo mi señal de giro, desacelero y me detengo a un lado
de la carretera.
—Si esta es una broma de los chicos, voy a estar enfadada —
murmuro para mí misma.
Realmente podría prescindir de esto esta noche.
Observando por el retrovisor, a la oscuridad, veo al oficial bajar de
su auto y caminar hacia el mío.
Definitivamente no superé los límites de velocidad. Estoy segura.
Pero, si hice algo mal, créanme, ser la sobrina de la detective Redd no
me librará de la multa. No es que haya intentado jugar esa carta.
De acuerdo, bien, tal vez una o dos veces. Pero nunca funcionó.
Bajo la ventanilla y espero a ver quién es. Conozco a todos los
policías de esta ciudad. He vivido aquí por casi cinco años, pero trabajar
en la estación y tener a mi tía en las fuerzas significa que llegué a
conocerlos a todos.
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Conozco esa voz, y me trae una sonrisa a los labios. Algo que no
pensé que podría suceder esta noche.
Rich Hastings es un chico con el que salgo. Bueno, tal vez salir
sea la palabra equivocada. Pasamos el rato… juntos en la cama. A veces
en su ducha. O en la mesa de su cocina. De todos modos, tienen una
idea.
No estoy buscando una relación, y él tampoco.
Después de ser quemada por Zeus, dejar que un hombre entre en
mi vida, y en la de Gigi, no es algo que quiero hacer.
Gigi cree que Rich solo es un chico con el que mami trabaja. Y lo
es. También resulta que nos desnudamos juntos.
Lo que tengo con él funciona. Estamos en la misma página. Sexo
sin compromisos. Tenemos buena química. El sexo es genial. Es un
buen chico. Me hace reír. Nos divertimos juntos.
Inclino la cara. —Sí, estoy bien. Solo me sentía un poco cansada,
por lo que me fui temprano.
Se inclina y pone sus antebrazos en la puerta de mi coche, y miro
su encantadora cara.
Es caliente. No al nivel de Zeus. No creo que nadie pueda serlo.
Zeus está en un nivel diferente de todos los hombres. Odio eso.
Pero Rich es atractivo a lo chico estadunidense. Exactamente lo
opuesto a Zeus. Cabello rubio. Ojos verdes. Un metro ochenta y ocho.
Solía jugar al basquetbol en la universidad. Atlético… caliente. Y usa
uniforme, así que… ya saben, caliente.
Sus ojos descienden y se ensanchan cuando ve mi vestimenta, la
cual se muestra debajo de mi abrigo abierto.
Tengo que sofocar una risa. Los hombres son tan fáciles.
No me cambié a ropa casual como normalmente lo hago antes de
ir a casa. Tenía prisa por irme a causa de Zeus.
Mi atuendo consiste en botas Go-Go de PVC blancas, un top
ajustado fucsia y calzas cortas ajustadas a juego. Las vestimentas que
el club nos hace llevar no dejan mucho a la imaginación.
—Lindo atuendo —comenta arrastrando las palabras. Sus ojos
dilatados aterrizan en mis labios primero y luego en mis ojos—. ¿Por
qué no lo he visto antes?
—Porque nunca has estado en el club.
—Ah. Mi error. Uno que necesito rectificar de inmediato.
Me río, pero realmente no lo siento, y sé exactamente por qué.
Zeus.
20
Maldito Zeus.
Página
Sé por qué.
Zeus.
El idiota infiel me ha desquiciado.
Alza las cejas y apoya sus brazos en mi ventana. —¿Dices que
quieres que me acueste con otras mujeres?
Pienso en eso. No diría que pensar en él con otras mujeres me
hace explotar de celos, pero tampoco me hace sentir particularmente
bien.
Sacudo la cabeza y sonríe.
—¿Necesito preguntar por otros chicos?
Eso me hace reír. —Apenas tengo tiempo para mí misma, así
que… no, no necesitas preguntar por otros chicos.
Excepto por el que vi esta noche.
Rich no sabe quién es el padre de Gigi. Solo algunas personas lo
saben. Y va a seguir de ese modo.
—Debería llevarte a una cita.
Eso me desconcierta. ¿Qué sucede esta noche con los hombres y
sus ganas de sorprenderme?
—No, no deberías.
Mi sonrisa es tensa, y asiente con comprensión.
Se aparta de mi auto, irguiéndose. —Ponte eso el miércoles. —Sus
ojos se mueven hacia mi atuendo.
—Solo si te pones eso. —Inclino mi cabeza hacia su uniforme.
—Trato. —Se aleja de mi coche—. Nos vemos el miércoles, Cam.
—Nos vemos. Oh, y, Rich, también ten las esposas listas. —Le doy
una sonrisa sexy.
—Sí, señora. —Me guiña un ojo e inclina un sombrero imaginario
en mi dirección.
Alejo mi auto del lado de la carretera con una sonrisa en el rostro.
Entonces, la maldita radio decide pasar “Umbrella” de Rihanna, y la
sonrisa desaparece mientras me catapulta de vuelta nueve años atrás.
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Página
Traducido por -queen-ari- & Umiangel
Corregido por Naaati
—Perdón.
Siento un golpecito en el hombro y miró para ver a un grupo de
tres chicas que están detrás de mí en la fila de la rueda de la fortuna.
Se ven de mi edad. Y son lindas de esa manera delicada que
nunca seré. Soy alta para mi edad, con piernas y brazos largos. Perfecto
para el ballet. No es tan perfecto para una adolescente desesperada por
encajar.
Queriendo hacer nuevos amigos en este lugar al que me acabo de
mudar, sonrío y digo: —Hola. ¿Todo bien?
Una de ellas, que supongo que es la líder del grupo, se acerca un
poco más cerca de mí. —¿Vas a hacer esto sola?
Mis mejillas se calientan. Porque voy a ir a la atracción sola. No
porque sea una perdedora total, sino porque nos acabamos de mudar a
Coney Island desde Baltimore. Mi tía Elle es oficial de policía, y le
ofrecieron un ascenso, y eso nos trajo aquí. He vivido en Baltimore toda
mi vida, por lo que ha tomado un poco de tiempo acostumbrarse a la
mudanza. Vale, mucho. Pero la tía Elle ha hecho mucho por mí, me crió
después de que mi madre murió cuando tenía tres años, así que cuando
me habló del ascenso, le dije que lo aceptara.
Se encuentra en el trabajo ahora, por lo que pensé que saldría a
explorar mi nuevo hogar en lugar de sentarme en la casa, buscando en
Facebook lo que hacían mis amigos allá.
Así que, por supuesto, llegué a la famosa feria. Y me encanta la
23
Se ríe. Pero no siento que se ría de mí, como si pensara que soy
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una completa boba. Más bien piensa que soy divertida, en el buen
sentido.
Y eso le hace algo gracioso a mi estómago.
—No tienes que preocuparte por tu cara —dice y me da esa media
sonrisa de nuevo.
Algo se abalanza y revolotea en mi pecho.
Me siento mareada y ligera.
Maldita sea, es bonito.
—¿Dónde están tus amigos? —pregunto, flotando en una nube de
él.
—¿Cómo supiste que estaba aquí con mis amigos?
Ah. Mierda.
—Yo, um... bueno, te vi antes. Estabas en este juego, y yo estaba
allí. Pero no te acechaba ni nada. Solo te vi, eso es todo.
Estoy muriendo. Jesús. Mátenme ahora.
Se ríe bajo y profundo, lo siento desde las raíces del cabello en mi
cabeza hasta las puntas de mis dedos.
—También te vi —me dice.
Guau.
Sí... solo guau.
—Entonces, ¿qué vas a hacer ahora? —me pregunta.
Voy a donde sea que vayas.
—Vuelvo a casa —digo.
—¿Por qué?
—No tengo ni idea. —Estoy bastante segura de que ni siquiera
puedo recordar mi propio nombre en este momento.
—Entonces, deberías quedarte.
—¿Por qué? —Me escucho preguntando.
Esa sonrisa que me convierte en gelatina se desliza de nuevo en
su cara.
—Buena pregunta. ¿Quieres la verdad?
—Siempre.
Él da un paso más cerca de mí. Su aroma es picante y algo
completamente masculino, y me abruma de la mejor manera posible.
—Porque te encuentro interesante. Y normalmente no me interesa
nada más que el boxeo. Pero tú me interesas.
—¿Por qué? —Aparentemente, esa palabra es ahora dos tercios de
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mi vocabulario.
Página
pregunta.
Sacudo la cabeza, sin querer decir que deseaba hacerlo, pero no
lo hice por un par de chicas malas.
—Bueno, no puedes venir a la feria y no ir a la noria. Es como la
ley de Coney Island.
—¿En serio? —Levanto una ceja escéptica.
—No. —Sonríe como un niño, y me río—. Pero tienes que subir en
la noria. Vamos. —Extiende su mano hacia mí.
—Um... —Dudo, y lo ve.
—¿No te gustan las norias?
—No. Digo, sí, me gustan. Solo... bueno, sin sonar como niña de
preescolar, me encontraba en la fila para subir, y… unas chicas fueron
malas conmigo. Y, después de eso, ya no tenía muchas ganas de subir.
—¿Qué tan malas fueron?
—No puedo creer que te esté diciendo esto. —Ruedo mis ojos para
mí misma, exhalando un suspiro.
Pero no dice nada. Solo espera.
Así que digo: —Me dijeron que era una perdedora porque iba sola
en la noria.
—¿Y te importa lo que piensen?
—Sí. Digo, no. Más o menos. Es estúpido. Soy estúpida.
—No, no lo eres. Mira, las personas así son una mierda porque se
sienten inseguras, y necesitan hacer sentir mal a los demás para que
sentirse mejor consigo mismos.
—¿Estás hablando por experiencia?
—No. Solo soy inteligente. —Sonríe, y hago lo mismo—. Mira, no
dejes que unas chicas groseras te desanimen de hacer algo que quieres
hacer.
Lo miro fijamente. No muchos chicos me hacen sentir pequeña y
femenina, pero él lo hace.
—Tienes razón —digo.
—Lo sé. Por lo general, la tengo. —Otra media sonrisa—. Y, de
todos modos, esta vez no estarás sola. Estaré contigo.
Mis ojos se estrechan un poco. —No intentarás asesinarme en la
noria, ¿verdad?
Otro estallido de risa de su parte.
—No se encuentra en mi agenda para esta noche, tranquila. —
Sus ojos brillan y parpadean como llamas azules.
31
Asiento.
Página
—¿Qué dijo?
—Me preguntó qué estaba haciendo ahí.
Frunce el ceño. —¿En el club?
—Sí.
—¿Y qué le dijiste?
—Dije que estaba trabajando.
—¿Preguntó por…? —Señala con la cabeza en dirección a la
puerta por donde Gigi acaba de desaparecer hace unos minutos.
Suspiro pesadamente y bajo mi taza. —No.
Sus ojos se vuelven llamaradas y sus fosas nasales se ensanchan.
—¡Ese hijo… de… uta… idiota! —susurra ferozmente.
Aquí somos una zona libre de maldiciones. Gigi tiene los oídos de
un murciélago y la caja de voz de un loro. Escucha y repite todo. Y me
refiero a todo.
—No estoy sorprendida, tía Elle. Tú tampoco deberías estarlo.
Dejó sus sentimientos perfectamente claros hace cinco años.
—Lo sé, pero aun así… —Aprieta los dientes. Su mandíbula se
flexiona con furia.
—No importa. Él no importa.
—No, no importa. Tú y Gigi lo han hecho bien sin él —agrega.
—Sí —coincido. Pero Gigi no debería haber tenido que hacerlo,
agrego silenciosamente.
Coloca un poco de pan en la tostadora.
—¿Puedes poner una rebanada para mí? Voy a juntar sus zapatos
de ballet y alistarla para irnos.
—Seguro.
Me detengo en la puerta de la cocina. —¿Quieres salir a cenar
esta noche? —pregunto—. Tú, Gigi y yo. ¿Noche de chicas?
—¿No irás a trabajar en el club?
—No. Creo que voy a renunciar. Solo en caso de que… ya sabes.
Su rostro se suaviza. —Lo sé. Y me encantaría salir a cenar con
mis chicas. ¿Dónde estabas pensando?
—¿DiMaggio? —sugiero.
—La comida italiana siempre es buena. —Sonríe.
—Oh, y necesito pedirte un favor. ¿Podrías cuidar a Gigi por
algunas horas el miércoles a la noche?
—Seguro. No hay problema. ¿Verás a Rich?
39
Solo necesito hablar con el nuevo cartero, eso es todo, así que la abuela
Elle te llevará a clase.
Página
tanto no haber estado allí, Cam. No haber estado aquí durante los
Página
derrame cerebral. Por lo que leí por última vez, estaba paralizado en el
lado derecho de su cuerpo y tenía problemas para hablar. Actualmente
Página
los Lions.
Página
pecho. Observo cómo su mirada se llena con ese nivel de emoción que
solo tu hijo puede hacerte sentir.
Pone la mano sobre la cabeza de ella y se aclara la garganta. —De
nada, Gigi. —Su voz suena como grava.
Gigi lo suelta, su expresión es de absoluta alegría. —¿Puedo
llevadla al palque conmigo, mamá?
—No sé. Es un juguete caro, Gigi.
—Seré cuidadosa, lo plometo. Pol favor, mami —ruega con esos
hermosos ojos suyos.
—¿Qué tal esto? Puedes llevarla contigo. Pero, cuando lleguemos
al parque, la princesa Twilight Sparkle se quedará con mamá hasta que
termines de jugar.
—¡Yupi! Mamá, ¡eres la mejor! —Rebota en el lugar.
—Déjame poner esto adentro —Señalo las flores— y luego
podemos irnos.
Entro, dejando a Gigi en el porche con Zeus. Rápidamente lleno el
fregadero con agua, colocando las flores en él. Las pondré en jarrones
cuando regrese.
Agarro mi bolso y las chaquetas de Gigi y mía.
Cuando vuelvo al porche, Gigi y Zeus se encuentran sentados en
un escalón, y ella le da a Zeus una descripción completa de todos los
nombres de los personajes de Mi Pequeño Pony. Él la mira fijamente,
absorbiendo cada palabra que dice.
Siento un dolor en el pecho por él, porque se ha perdido cuatro
años de ella.
—¿Listos? —digo.
Ambos giran, y Zeus se pone de pie. Gigi salta para levantarse.
—¿Dónde está el parque? —pregunta Zeus.
—Es una caminata de quince minutos. Pero podemos conducir
hasta ahí si quieres. Pensaba que podríamos almorzar después en el
restaurante favorito de Gigi, si quieres. —Quiero que tengan una buena
cantidad de tiempo juntos.
—Suena perfecto. —Sonríe ampliamente—. Puedo llevarnos ahí.
Tengo un auto.
—Gigi necesita un asiento para auto —digo.
—Todo cubierto. —Sale de nuestro porche y baja por el sendero
del jardín, hacia un Audi A7—. Auto de alquiler. Les pedí que pusieran
un asiento para niños.
Me siento cálida al saber que pensó en eso.
68
recuerdos del tiempo pasado en la vieja camioneta Chevy que Zeus solía
conducir.
Cuando mi mirada se fija en sus fuertes manos en el volante, mis
recuerdos se mueven hacia otro territorio, y siento que me sonrojo.
Es como si pudiera leer mis pensamientos. Su mirada se dirige
hacia la mía y se sostienen por una fracción de segundo, pero el calor
en sus ojos es inconfundible.
—Vine por ti.
Aparto los ojos y miro por la ventana del pasajero, con el corazón
saliéndome del pecho.
70
Página
Traducido por Jadasa
Corregido por Naaati
—Sí. Es este.
Página
Mierda.
Página
tratando de...
—Olvídalo —lo corto.
La energía en la mesa es horrible, así que la rompo preguntándole
a Gigi sobre su foto. Es lo único que se me ocurre decir. Mi cerebro está
demasiado lleno de púas que quiero dispararle a Zeus en este momento.
—Cam —dice una voz reconocible a mi lado.
Giro la cabeza para ver a Rich parado allí con su uniforme. —Hola
—digo—. ¿Qué estás haciendo aquí? —pregunto amablemente.
—Vine a recoger una orden para mí y algunos de los muchachos
en la estación. Hola, Gigi. —La saluda con la mano.
—Hola, Rich. —Le devuelve el saludo, sonriendo.
Al mencionar el nombre de Rich, veo a Zeus endurecerse en mi
periférico. Si no hubiéramos tenido la situación de Megan, me sentiría
incómoda por la presencia de Rich aquí. Ahora, no tanto.
Los ojos de Rich van curiosamente hacia Zeus, el reconocimiento
los inunda.
Zeus lo mira abiertamente.
Oh, mierda.
Bueno, tal vez me siento un poco incómoda.
Sabiendo que tengo que presentarlos, digo: —Rich, este es Zeus
Kincaid. Zeus, este es Rich Hastings.
—Sé quién eres —dice Rich a Zeus, extendiendo una mano para
sacudir la de Zeus—. Soy un gran admirador.
Zeus mira su mano extendida como si estuviera infectada con el
virus del ébola, y luego, de mala gana, le da la mano. Duro, basándome
en la manera en que Rich flexiona sus dedos después de su apretón de
manos.
—Siempre es bueno conocer a un admirador —dice Zeus. Y estoy
bastante segura de que detecto sarcasmo en su voz.
—Entonces, ¿cómo se conocen? —pregunta Rich.
—Zweus es un viejo amigo de mamá —dice Gigi amablemente.
—Fuimos a la escuela juntos —aclaro, dejando de lado la parte de
que fue mi primer amor, mi primer todo—. Zeus está en la ciudad, así
que nos estamos poniendo al día.
—¿Qué te trae a Port Washington? —pregunta Rich.
—Familia. —Zeus me mira fijamente, y me retuerzo en mi asiento.
—¿Puedes darnos un minuto? —digo a Zeus—. Solo necesito
hablar con Rich. Está relacionado con el trabajo.
Zeus resopla, pero no dice nada.
81
siguiéndome.
Me detengo cuando estamos fuera del alcance del oído de las
personas y me dirijo a Rich.
Antes de que tenga la oportunidad, dice en voz baja: —Él es su
padre —afirmándolo, sin preguntar.
—¿Cómo? —pregunto, atónita.
—Bueno, soy policía. Es mi trabajo notar cosas como esas. Pero,
honestamente, son sus ojos, Cam. Ella se parece a ti. Pero tiene sus
ojos. Son un claro indicio.
Confío en Rich. Él no es un chismoso.
Pero aún digo: —Por favor, no se lo digas a nadie. Gigi no lo sabe
todavía.
—Puedes confiar en mí, Cam. Pero, ¿cómo demonios no sabe Gigi
quién es su padre?
—Es una larga historia.
—Tengo tiempo.
—Ahora no. En otro momento —digo.
—¿Sigue en pie lo del miércoles?
Dudo. —Es difícil en este momento...
—Está bien —dice, pasándose una mano por su cabello—. Tengo
libre el fin de semana después del próximo. ¿Qué tal si salimos el
viernes por la noche?
—No hacemos eso.
—Creo que deberíamos. Me gustas, Cam.
—¿Lo estás preguntando por Zeus? —pregunto y lo lamento de
inmediato.
Frunce el ceño. —No. Te lo he preguntado desde hace un tiempo,
Cam. Mucho antes de que Zeus Kincaid apareciera.
Echo un vistazo a mis zapatos. —Mira... me gustas, Rich. En
serio. Pero Gigi... pronto descubrirá quién es su padre. Simplemente no
es el momento adecuado para comenzar cualquier cosa con alguien.
—Hemos estado en esto por un tiempo.
—Hemos estado acostándonos —digo en voz baja—. Una relación
es un juego de pelota totalmente distinto.
Sostiene mi mirada. —Vale, lo entiendo. Dejaremos lo nuestro así
hasta que las cosas se calmen. Pero salgamos el próximo viernes, solo
como amigos. Parece que podrías necesitar uno ahora mismo.
Dejo escapar un suspiro, cediendo. —Está bien. Lo consultaré con
tía Elle y veré si está de acuerdo con cuidar a Gigi. Te enviaré un
82
comienzo a hablar: —Creo que hoy te fue bien con Gigi. —A nosotros, no
Página
lleva ese juguete a todas partes. Creo que es en parte porque siempre
quiso una. Pero más aún porque Zeus se lo compró.
Me encuentro en la cocina, preparando la cena. Vamos a comer
macarrones con queso. Nada demasiado lujoso. Zeus se queda a comer,
como lo ha hecho todas las noches. Esta noche, no está la tía Elle, ya
que trabaja en la estación. No ha estado en casa mucho últimamente.
Tiene un caso importante en marcha.
Pero dijo que cuidaría a Gigi mañana por la noche, así puedo salir
a tomar una copa con Rich.
Supongo que le podría haber pedido a Zeus que la cuidara por mí,
pero me hubiera sentido rara, pidiéndole que la cuidara mientras salía
con Rich. A pesar de que Rich es solo un amigo. Sé que Zeus tiene un
problema con él. Entonces, no vale la pena la molestia.
Es difícil, estar tan cerca de Zeus. Nuestra relación es tensa, pero
somos cordiales el uno con el otro. Es casi como si bailáramos uno
alrededor del otro. Intercambiamos cortesías. Sí y no. Por favor y
gracias. Pero no hay una conversación auténtica.
Si soy sincera, sigo teniendo muchísima ira y resentimiento por
cómo terminó nuestra relación. Pero lo tengo que enterrar, por el bien
de Gigi. Tengo que fingir. Que nunca lo amé. Que nunca me rompió el
corazón.
Es difícil.
Todavía quiero respuestas que nunca obtuve.
Las principales preguntas son: ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué me
engañó?
Si ya no estaba enamorado de mí, ¿por qué no terminó las cosas
conmigo antes de sumergir su pene en otra persona?
Quiero decir, habría estado desconsolada si hubiera terminado
las cosas conmigo porque no me amaba. Pero saber que tuvo relaciones
sexuales con otra mujer… me destruyó.
Y nunca he llegado a aceptar esos sentimientos. Porque, meses
más tarde, descubrí que estaba embarazada de Gigi y me hicieron creer
que él no quería tener nada que ver con ella, por lo que mi ira por él se
convirtió en odio. Lo odiaba por abandonar a su hija.
Ahora que sé que nunca fue así, mi ira y mi resentimiento
volvieron a lo que me hizo.
Y, sinceramente, me ha sido cada vez más difícil ignorarlo y fingir
que no me siento así cuando estoy cerca de él.
Vierto los macarrones y el queso en un plato y tomo la cuchara.
Los llevo al comedor.
88
—La cena está lista —los llamo cuando paso por el pasillo.
Página
acostarte.
Página
Traducido por Julie
Corregido por Naaati
—Lo sé. Eres una gran madre, Cam. Gigi es una niña increíble. Y
Página
—Bueno. —Sonrío.
Página
en mi pecho.
Frunce el ceño ante mi retroceso, pero continúa. —Todavía te
amo, Cam. Nunca dejé de hacerlo.
—No. Ni lo pienses. No puedes venir a hacer esto. Terminamos,
Zeus. Terminamos hace mucho tiempo —En el momento en que metiste
tu pene dentro de alguien más—. Lo único entre nosotros ahora es la
niña que está durmiendo en el segundo piso.
Sacude la cabeza lentamente, con sus ojos en los míos. —No
hemos terminado. Nunca seguí adelante y tú tampoco.
Aprieto los dientes. La furia corre por mis venas. —Seguí adelante
hace mucho tiempo.
—No, Paloma, no lo hiciste. Y te estás mintiendo a ti misma si
crees lo contrario.
¡¿Cómo se atreve?! ¡¿Cómo mierda se atreve?!
—¡Me engañaste! —grito—. ¡Te acostaste con otra mujer a mis
espaldas y luego me lo dijiste por teléfono cuando estabas a miles de
kilómetros! ¡Me rompiste el corazón, Zeus! Y no te he visto ni he sabido
de ti en cinco años. ¿Ahora qué has vuelto, crees que simplemente
puedes aparecer aquí y decir esas cosas, decir que todavía me amas?
Bueno, ¡no puedes hacerlo!
—No te engañé.
Me detengo. —¿Qué dijiste?
Sus ojos sostienen los míos mientras sacude la cabeza. —No te
engañé, Paloma.
—Pero dijiste…
—Mentí.
102
Página
Traducido por MadHatter
Corregido por Naaati
¿Lo hice?
Página
—Gracias.
—Aún no me des las gracias. Primero veamos cómo va mañana.
Página
—Está bien.
Página
les contó sobre ella. Los detuvo todo lo que pudo, pero finalmente se
derrumbó bajo presión.
Página
Dije: —Nada.
Respondió: —Mentira.
Luego, me dijo que no tenía nada de qué preocuparme y se
dispuso a tranquilizarme.
A veces, odio que me conozca tan bien.
Eso hace que todo sea mucho más difícil.
He estado tratando de procesar lo que me dijo. Que nunca me
engañó. Que sigue enamorado de mí.
A decir verdad, no sé qué hacer con eso.
No ha dicho nada más sobre eso desde esa noche, y me alegro por
eso porque no es algo que quiera enfrentar ahora.
Amo a Zeus. Siempre lo he hecho Es el padre de Gigi. Siempre voy
a sentir algo por él. Y, por supuesto, me atrae. Es Zeus, por el amor de
Dios. El hombre es el epítome andante del sexo.
Pero no confío en él.
Confío en él al cien por cien con Gigi. Sé que la protegería con su
vida.
No confío en él con mis sentimientos.
Zeus Kincaid me ha lastimado una vez. No estoy buscando una
repetición.
Y, honestamente, me estoy empezando a preguntar si las palabras
de despedida de esa noche le resonaron. Que no me quiere como piensa
porque nunca luchó para estar conmigo.
Y, si es el caso... pues, tampoco sé cómo me siento al respecto.
Dios, ¿no soy una mezcla de emociones en este momento?
Y todo es por ese hombre que actualmente está sentado en mi
sala de estar.
Pero hoy se trata de Gigi. Ella es mi principal prioridad. Mi única
prioridad.
—¿Gigi todavía sigue en la sala de estar con Zeus? —pregunto a
tía Elle, que comenzó a ayudarme a envolver los platos de sándwiches.
Pero, antes de que pueda contestar, suena el timbre. Hay un
chillido emocionado desde la sala de estar y luego el sonido de Gigi y
Zeus dirigiéndose hacia la puerta principal.
—Supongo que son ellos. —Suavizo mi vestido con las manos.
Pensé que sería algo bueno arreglarme, así que me puse mi mejor
vestido de día: un maxi floral blanco.
—Llegó la hora, niña. —Tía Elle me guiña un ojo y sonríe.
118
abierta, Gigi está de pie allí con Zeus, y en nuestro porche están Ares,
Lo y Missy. Todos sonriendo a mi chica.
Han pasado cinco años desde que los he visto.
Ares se ve igual, solo que mayor. Siempre ha sido grande, como
Zeus. Ambos son similares pero diferentes, también. Tienen los mismos
ojos. Todos tienen esos llamativos ojos azules, que deben provenir de su
madre, ya que los de Brett no son así. Pero donde el cabello de Zeus
siempre ha sido corto, Ares mantiene el suyo largo. Todavía lo tiene así.
Lo lleva atado en uno de esos bollos de hombre, y tiene bastante barba
en la cara.
Lo tenía dieciséis años la última vez que lo vi. Era alto entonces,
pero ahora, tiene veintiún años y es tan alto como Zeus, pero no tan
musculoso. Más de aspecto atlético.
Y Missy es impresionante. Era una niña bonita antes, pero se ha
convertido en una joven hermosa. Alta, como sus hermanos, está cerca
de mi altura y, mirándola ahora, puedo ver algo de Gigi en ella, o
viceversa.
Zeus levanta a Gigi, así que está a la altura de ellos. Y me quedo
con la tía Elle a una distancia segura, observándolos.
—Gigi, este es tu tío Ares —indica Zeus.
—Hola, Gigi. —Ares le sonríe—. Es bueno conocerte finalmente.
He escuchado muchas cosas de ti.
—Papá me dijo que juegas fubol —dice ella.
—¿Te gusta el fútbol? —pregunta.
—Está bien, supongo. Pero me gusta bailar.
—Sí, y he oído que eres muy buena en eso.
Le sonríe. —Estoy platicando todo el tiempo.
—Gigi, este es tu tío Lo y tu tía Missy.
—Oye, Gigi —dicen al mismo tiempo.
—¿También juegas fubol? —pregunta a Lo.
Él se ríe y sacude la cabeza. —No, le dejo los deportes a tu papá y
al tío Ares.
—Mira lo hermosa que es, Z. —Missy se acerca a Gigi—. Tiene los
ojos de mamá. Dios, estoy tan feliz de conocerte, Gigi. ¿Está bien si te
abrazo?
Gigi mira a Zeus en busca de consentimiento, y él asiente con la
cabeza.
Missy se acerca y la abraza mientras las piernas de Gigi siguen
pegadas a las caderas de Zeus.
119
algo que Ares acaba de decir. Sus ojos sonrientes se encuentran con los
míos, y algo tira dolorosamente en mi pecho.
Página
mechones, tirando.
Gruñe en mi boca, haciéndome sonreír por el poder que tengo
sobre él.
Tomo su labio inferior entre mis dientes y muerdo.
Suelta un sonido que he extrañado oír.
Me encuentro con sus ojos cargados de sexo mientras lamo el
lugar donde lo mordí.
Sus dedos se clavan en mi culo y crea un camino de besos por mi
cuello hasta la curva de mis pechos.
Estamos cubiertos por una espesa niebla sexual, y no puedo ver
nada fuera de ella.
Todo lo que puedo ver es a él.
Todo lo que quiero es a él.
Sus caderas se presionan contra las mías. Lo siento, caliente y
duro, a través del material de mis bragas, y gimo con fuerza.
—Shh. Tenemos que estar en silencio.
Gigi.
Y ese es el golpe de regreso a la tierra que necesito. Su nombre es
como si me lanzaran encima un balde de agua fría.
No puedo hacer esto. No puedo arriesgarme a hacer esto con él y
que termine mal.
No quiero que Gigi salga lastimada.
Ni yo.
No puedo apostar mi corazón por Zeus Kincaid otra vez.
—Detente. —Empujo su pecho con mi mano.
Se aparta, luciendo confundido. Deslizo mis piernas al suelo.
—¿Paloma?
—No puedo hacer esto contigo.
Su confusión se vuelve dolor. Lo veo quemar en sus ojos.
Retrocede. Lleva los dedos a su cabello, uniendo las manos sobre
su cabeza.
—Cam…
—Necesito que te vayas.
Me mira fijamente por un largo momento hasta que ya no puedo
soportarlo. Aparto la vista, mirando hacia el pasillo.
127
habían sido las cosas entre nosotros. Cuán excitados solíamos estar
uno por el otro. Lo increíble que siempre me hizo sentir. Lo fácil que
eran las cosas entre nosotros cuando éramos más jóvenes y estábamos
enamorados.
Ahora nada es fácil entre nosotros.
Sé que necesitamos hablar de lo de anoche, aclarar las cosas.
Pero la cobarde en mí lo quiere evitar.
Pero no puede ser.
Va a pasar a dejar a Gigi más tarde.
Así que simplemente voy a tener que ponerme mis bragas de niña
grande, hacerme responsable y hablar como una persona adulta.
Lo puedo hacer.
Creo.
Ugh.
Solo necesito café y la cosa desabrida que hace la máquina de la
estación no va a servir.
Empujo hacia atrás la silla de mi escritorio y cierro mi portátil.
Voy a hacer un viaje rápido a la cafetería. Me toca un descanso,
de todas formas.
Tomo mi bolso y salgo de la estación.
—Cam —llama una voz familiar.
Me giro para ver a Rich. Está vestido con unos jeans y una polera,
y lleva un bolso deportivo sobre el hombro. Debe haber recién acabado
su turno.
—Hola. —Sonrío, viendo cómo baja corriendo los escalones de la
estación, viniendo hacia mí.
—Oye, extraña —dice cuando me alcanza.
No lo he visto desde nuestra salida fallida. No porque lo haya
estado evitando, simplemente no nos hemos cruzado en el trabajo. Nos
hemos mensajeado un par de veces. Bueno, él me ha mensajeado para
preguntarme cómo estoy y yo le he respondido, pero nada más que eso.
Está respetando el hecho de que tengo muchas cosas en mi vida ahora
mismo y lo aprecio más de lo que podría imaginarse.
—¿Te vas? —pregunta.
—No. —Sacudo la cabeza—. Dije que trabajaría unas horas extras
para ponerme al día con el trabajo atrasado que tenemos, pero necesito
café y el de la máquina de la estación es terrible.
—Sabes que el capitán lo planeó así para que confiesen más
130
rápido, ¿verdad? Haz que el café sea como la mierda y dáselo a los
culpables. Un trago de eso y están rogando decir la verdad para que no
Página
“No”.
Eso fue todo.
Simplemente no.
No un: Tengo que irme ahora, pero podemos hablar más tarde. O:
No tengo ganas de hablar ahora, Cam. Incluso: Estoy molesto contigo, y
no quiero hablar, hubiera sido mejor. Bueno, mejor no. Pero una gran
mejora a “No”.
No voy a mentir; me dolió cuando dijo eso. Y, después, cuanto
más lo pensaba, empezaba a sentirme un poco molesta. Vale, muy
molesta.
Me acabo mi café y tiro la taza de papel a la basura.
Aun sintiéndome fatal, tomo algo de cambio de mi bolso y me
dirijo a la máquina expendedora para comprar un poco de chocolate
con la esperanza de que el azúcar me anime.
Estoy caminando por el pasillo hacia la máquina cuando veo a
Rich viniendo hacia mí. Si no lo supiera, diría que, por la expresión de
su cara, soy la última persona en la tierra que quiere ver hoy.
Pero no soy paranoica, así que no pensaré eso en absoluto.
Está bien, tal vez lo piense un poco.
—Dos veces en dos días. La gente empezará a hablar —me burlo.
Entonces, me doy cuenta de la terrible broma que fue en la situación
actual. Ya saben, el tipo con el que solía tener sexo ocasionalmente,
pero se detuvo cuando el ex-amor de mi vida y padre de mi hija hizo
una reaparición.
Patético, Cam. Realmente patético.
Rich sonríe cuando se detiene frente a mí, pero es una sonrisa
débil. No puedo decir que lo culpo después de eso.
—Lo siento. —Hago un gesto de dolor—. Eso fue terrible. Bórralo
de tu memoria. Mi cerebro no funciona bien hoy. No dormí bien anoche.
—¿Por qué? ¿Has hablado con Zeus? —dice de la nada.
Esto me llama la atención de inmediato, provocando que mi señal
interna de advertencia empiece a parpadear a un ritmo constante.
—No desde que dejó a Gigi en casa anoche. ¿Por qué? —pregunto,
mientras mi sospecha aumenta.
—Por nada. Solo me lo preguntaba. —Trata de encogerse de
hombros y fracasa.
—Rich, ¿qué está pasando?
Suspira con cansancio. —Mira, sé que tú y yo no estamos —Sus
134
ahora solo somos amigos. Pero quiero ser sincero contigo. Me gustas,
Cam. Y ya quería más de ti... antes de que Zeus volviera a aparecer en
tu vida. Quería estar contigo. Y no voy a negarte que me decepcionó
cuando me pediste que retrasáramos las cosas... bueno, que dejáramos
de hacer eso y que fuéramos amigos hasta que se calmara todo con
Zeus y Gigi. Pero todavía tenía la esperanza de que, de cara al futuro,
volviéramos a estar juntos e hiciéramos algo al respecto. Pero, ahora,
después de pensar las cosas, creo que sería mejor que sigamos siendo
amigos.
Un momento. ¿Me está abandonando el tipo con el que ya no me
acuesto?
Bueno, si eso no es un golpe al ego, no sé lo que es.
—Vale... —digo, aun sintiéndome un poco confundida por sus
divagaciones.
Rich exhala un sonido aliviado. Y mi señal de advertencia sube la
velocidad de destellos.
—Genial. Bueno, me alegro de que hayamos tenido esta charla. Te
veré por ahí, Cam.
Se mueve para seguir de largo, y lo detengo con la mano en el
brazo.
—Rich, antes de irte... ¿por qué me preguntaste si había hablado
con Zeus?
—¿Pregunté eso?
—Sí.
No dice nada, pero puedo ver su cerebro trabajando detrás de sus
ojos. Está sopesando la situación, pensando qué hacer ahora, como
haría cualquier buen policía.
Pero fui criada por una policía que nunca deja de cavar hasta que
obtiene la respuesta que buscaba.
—Rich... —insisto, usando la voz de madre, la que uso con Gigi
para que confiese cuando sé que ha hecho algo malo.
Se lleva una mano a la cabeza y se pasa los dedos por el pelo,
rascándose la cabeza.
—Mira, no iba a decir nada porque no quería ser ese tipo.
—Honestamente, me conformaré con que seas el tipo que me diga
qué diablos está pasando.
Se detiene durante mucho tiempo, y estoy a punto de golpear mi
pie con impaciencia cuando dice: —Tuve una visita anoche.
—¿Y?
135
—Fue Zeus.
Oh. Mierda.
Página
—Zeus…
—Eres mía. Siempre lo has sido. Siempre lo serás.
—Pero es eso. ¡No soy tuya! ¡Te encargaste de eso cuando me
dejaste!
—Cam... tienes que empezar a perdonarme, o esto nunca va a
funcionar.
—Quizás no quiero que funcione entre nosotros. ¿Alguna vez has
pensado en eso? —Cruzo los brazos sobre mi pecho.
—Deja de mentirte a ti misma, Cam. Cuanto antes admitas que
aún me amas, antes podremos dejar de jugar y estar juntos.
—¡Vete a la mierda! —pronuncio las palabras y agarro la manija
de la puerta.
Pero es más rápido.
Lo siguiente que sé, mi espalda está contra la puerta, mis brazos
sobre mi cabeza.
—Oh no, no te irás. No vas a alejarte de esto, Cam. Te lo dije
antes. Tenemos que resolver esto de una vez por todas. Llevo mucho
tiempo andando con cuidado. Ahora, lo resolvemos. ¿Qué se necesita
para que vuelvas a confiar en mí?
—Jamás volveré a confiar en ti. Ahora, suéltame —grité.
—Puedes hacerlo. Y lo harás. Porque todavía me amas.
Dejo escapar una risa amarga. —Tan seguro de ti mismo.
—No, Paloma. Estoy seguro de ti. Te conozco mejor de lo que te
conoces a ti misma.
—Vete al infierno.
—Ya he estado allí durante los últimos cinco años. No busco
volver. Ahora dime que me amas.
—Te odio. —Estoy furiosa. Lo odio a él, a mí y todo sobre nosotros
en este momento.
—Ahora, estamos llegando a alguna parte.
—¿Estás loco? Acabo de decirte que te odio, ¿y crees que estamos
llegando a algún lado?
—El odio es la emoción más cercana al amor. Hay una delgada
línea entre los dos. Entonces, el hecho de que digas que me odias me
dice que tus sentimientos por mí todavía están ahí.
—Te equivocas.
140
Tiene razón.
—Entonces, dime que ya no me amas más y dilo con sinceridad,
Página
Paloma. Hazlo, y nunca más te molestaré. Estaré allí para Gigi. Pero te
dejaré en paz para que puedas seguir con tu vida.
Abro mis labios para hablar.
Dilo, Cam. Solo di las palabras, y te dejará en paz.
—Yo…
¿Por qué no puedo decirlo?
Porque todavía lo amas, idiota. Siempre lo has amado.
Cierro mis ojos con fuerza. La frustración hace que me ardan.
—Yo... no puedo —susurro, derrotada.
—Eso es lo que pensé —dice en voz baja.
Lo siguiente que sé es que su boca está cubriendo la mía, y por
segunda vez en dos días, Zeus me está besando.
141
Página
Traducido por Monse C.
Corregido por Naaati
foto.
¿Eh?
Página
hablar contigo.
Me tiene ahí. Pero aun así…
—Mira, no estoy tratando de ser una perra o difícil, Zeus. Es solo
que...
—¿Qué?
—Nunca he estado lejos de Gigi —admito—. No he pasado una
noche lejos de ella desde el momento en que nació.
Su expresión se vuelve tierna. —Hay tres entradas, Paloma.
—¿Qué?
—Reservé para ti, para mí y para Gigi, para que todos vayamos
juntos.
—Oh. —Oh—. Espera. ¿También has reservado para mí?
Bueno, si eso no me molesta un poco.
Asiente, mirándome cuidadosamente.
—¿Y es para este fin de semana?
—Son tres noches en realidad. Nos vamos el viernes.
—Trabajo el viernes. —Doblo los brazos sobre mi pecho, sintiendo
que es de alguna manera, inoportuno que hiciera esto sin más.
—No, este viernes no.
—¿Quién lo dice?
—Tu jefe. Hice que Elle pidiera unos días de descanso en tu
nombre. Todo ha sido arreglado.
—¿Tía Elle? —Dejo escapar.
—Sí. Le dije que quería sorprenderlas a ti y a Gigi. Estaba más
que feliz de ayudarme, consiguiéndote unos días libres del trabajo.
Y, al parecer, ahora la tía Elle es una traidora.
—Gigi tiene preescolar —contrarresto.
—Son solo unos días, Cam. —Suspira, claramente frustrado por
mi renuencia.
Mis ojos van al techo. Gigi tiene que ir a Disney; de lo contrario,
estará devastada. Y no disfruto la idea de estar lejos de Gigi durante
cuatro días y tres noches. Entonces, parece que voy a ir a Disney World
con ellos.
—No hice esto para hacerte enojar —dice amablemente—. Solo
quería hacer algo bueno por Gigi. Quiero pasar tiempo con ella... y
contigo.
156
—No —advierto, volviendo mis ojos hacia él—. Si quieres que los
acompañe, lo haré con una condición.
Página
—Dila.
—Tienes que prometer dejar de molestarme. Nada de hablar de
que volvamos a estar juntos mientras que estemos en Disney. Estas
vacaciones son para Gigi. No para nosotros.
—De acuerdo —dice—. No mencionaré ni una sola cosa sobre
nosotros en todo el tiempo que estemos allí. Palabra de explorador.
Suelto una risotada. —¿Tú, un niño explorador? Difícilmente.
Sonríe. —Soy un miembro honorario hoy en día.
—Claro que sí, Zeus.
Me rio de nuevo. También lo hace él.
Sus ojos centelleantes atrapan los míos. En el momento en que se
traban con los míos, se ponen serios. Mi respiración se detiene.
—Te extraño —dice en voz baja, acercándose.
Mi cuerpo reacciona al instante. Mis pezones se endurecen. Sus
ojos bajan a mi pecho, como si pudiera verlos a través de mi sostén y
blusa.
Sus ojos vuelven a los míos antes de vagar hacia mi boca. —Aún
puedo saborearte. —Su voz es un gruñido bajo.
Muerdo mis labios inconscientemente.
—Todavía puedo sentirte alrededor de mi pene, Paloma. No puedo
dejar de pensar en eso... en estar dentro de ti. He estado duro durante
una semana, nena. Toda una jodida semana.
—Lo acabas de prometer —tartamudeo, mi cuerpo temblando de
necesidad por él—. Dijiste que te detendrías.
Se inclina y me susurra al oído: —Dije que me detendría mientras
estuviéramos en Disney World. Aún no estamos allí.
El sonido de Gigi saltando por las escaleras es un maldito alivio
porque tenerlo tan cerca me hace querer agarrarlo y besarlo como
nunca.
Zeus se aparta de mí sin problemas. Está instantáneamente
tranquilo y sereno.
Yo... pues, soy un revoltijo de nervios, tratando desesperadamente
de recomponerme después de que me redujera a una idiota temblorosa
en cuestión de segundos.
Zeus: 1.
Cam: 0.
—Tengo el libro, mami. —Lo empuja en mi dirección y mi mano
temblorosa lo toma—. Papi, ¿nos vamos a quedar en un hotel? ¿Tiene
piscina? —Le lanza.
157
pequeña, y sí, tiene piscina y vista a Magic Kingdom. —Sus ojos van a
los míos—. Conseguí una suite. Con dos dormitorios.
Su mirada me atraviesa y mi interior se estremece con fuerza.
Desencadenando un latido incesante entre mis piernas.
Estoy tan jodida.
Me tiene arrinconada en una esquina. El rincón más extraño
porque, ahora, quiero que el viaje a Disney llegue rápidamente, para
poder descansar de Zeus y tratar de recuperarme después de que me
engañara para pasar tiempo con él mientras duermo en la misma suite
de dos habitaciones.
¿Confundidos? Sí, yo también.
¿Recuerdan lo que dije antes de que era una gacela y Zeus un
león?
Sí, bueno, el león me acaba de atrapar en un callejón sin salida, y
ni siquiera lo vi venir.
Mi única salvación es que ha prometido no hablar de nosotros
mientras estemos allí. Y, si no habla de nosotros ni usa su sensualidad
como un arma en mi contra, entonces estaré bien.
Totalmente bien.
Y, también, Gigi estará con nosotros, y no puede pasar nada
cuando tienes a tu hija de cuatro años, que está muy emocionada por
Disney, ¿verdad?
158
Página
Traducido por Anna Karol
Corregido por Naaati
Incorrecto.
Zeus podría no estar diciendo nada, pero las miradas que no deja
de darme... Dios, las miradas solas son suficientes para hacerme ceder.
Y no sé si se roció con feromonas sexuales o si solo es por verlo
aquí con Gigi, adorándola y simplemente siendo un padre increíble, o si
se siente como si fuéramos una unidad familiar, pero está provocando
explosiones en mis ovarios y poniéndome cachonda.
Solo yo me podría excitar estando en Disney World.
Me iré directo al infierno.
La suite en la que nos hospedamos está en el hotel Bay Lake
Tower, que está justo al lado del Magic Kingdom y tiene vista al parque.
Es bonito.
Y tiene dos dormitorios.
Uno para mí y Gigi. El otro para Zeus.
Dijo que intentó obtener una suite de tres habitaciones, pero no
había ninguna disponible.
Sin embargo, no me importa. Alojarse con mi belleza no es ningún
problema.
Es la bestia con la que tengo que tener cuidado de no meterme en
la cama.
Otra cosa que tenemos mientras estamos aquí es la seguridad.
A veces olvido lo famoso que es Zeus.
159
Y puede que no esté posando para las fotos, pero la gente todavía
las está tomando.
Como descubrí recientemente, hay una página de Instagram que
se llama “Papás sexys de Disney”. Y, por supuesto, Zeus apareció en él
el primer día que estuvimos aquí. Una foto de él con Gigi en sus brazos.
Estaba vestida con su nuevo traje de Rapunzel que Zeus le compró, y se
sentía cansada, así que la levantó para llevarla. Se ve muy atractivo en
la foto. Solo lleva pantalones vaqueros negros, zapatillas y una camiseta
blanca con cuello en V, pero es tremendamente guapo.
Hay muchos comentarios en la foto. La mayoría de las personas
comentan que no sabían que tenía una hija. Tampoco él hasta hace
unos meses. Y que tal vez no sea su hija. Tal vez sea la hija de su
amiga. Entonces, la gente dice que escucharon que está de vacaciones
con su familia.
Tal vez deberíamos haber pensado en lo que Steve y Donovan le
contaron a la gente, pero supongo que ya es demasiado tarde.
Puedo ver el aumento de la especulación, y honestamente me
hace sentir incómoda. Algo en mi instinto no se siente bien al respecto.
Pero no voy a dejar que arruine nuestras vacaciones, así que ahora
mismo, lo ignoro y disfruto de mi tiempo aquí.
Actualmente estamos en la calle principal, esperando que inicien
los fuegos artificiales. No los vimos anoche, ya que Gigi estaba cansada
del vuelo y de su primer día en Disney, que consistió en ir a cada tienda
y montar en cada viaje posible. Cayó rendida tan pronto como llegamos
a nuestra habitación, y yo también. Me acosté con ella y cuando abrí los
ojos de nuevo, era de mañana.
Pero estamos aquí para verlos. Son las once de la noche, y Gigi
nunca se ha quedado despierta tan tarde. Está flaqueando un poco,
pero inquieta por verlos. Y, sinceramente, también quiero verlos. Luego,
Zeus la pone sobre sus hombros, cargándola, y estamos parados en la
calle, esperando que empiece, con Steve y Donovan cerca.
—¡Mamá! ¡Papi! ¡Miren! —Gigi señala el espectáculo de luces que
está sucediendo en el cielo—. ¡Qué helmoso! —dice.
Le sonrío. —No tan hermoso como tú —digo.
Me sonríe antes de que sus ojos vuelvan al cielo.
Vemos el espectáculo, con exclamaciones de oohh y aahhh en los
fuegos artificiales y música y espectáculo de luces. Es absolutamente
impresionante. Y reconfortante.
Y eso me hace sentir toda confusa por dentro.
Supongo que es el efecto Disney.
Gigi aplaude con emoción. Cuando alcanzamos la mitad del
espectáculo, empieza la parte de Enredados. Los efectos de las linternas
161
los hombros de Zeus. Tiene que sujetarla con un brazo sobre su pecho,
sosteniendo sus piernas allí.
—¡Enledados! ¡Mira, mami! ¡Papi! ¡Está Enledados! ¡Rapunzel y
Flynn! ¡Me encanta Flynn! —Comienza a cantar en voz alta junto a la
canción.
Le sonrío cuando veo que los labios de Zeus se mueven a lo largo
de la canción con ella.
Sonrío. El grande y duro Zeus Kincaid está cantando una canción
de Disney. Y, por dentro, me estoy derritiendo.
Y me cansé de luchar contra desearlo.
Zeus me atrapa mirándolo. Muestra esa hermosa sonrisa suya, y
mi estómago se revuelve.
Mi mano se mueve, sin ser vista, buscando la suya.
Lo encuentro, cálido y fuerte. Deslizo mi palma contra la suya.
Sus ojos parpadean con sorpresa.
Mantengo mis ojos en él. Con el labio inferior atrapado entre mis
dientes, enlazo mis dedos entre los suyos, sin dejarle ninguna duda de
lo que tengo en mente.
Su expresión cambia, volviéndose oscura, seria y deseosa.
Estoy jugando a algo peligroso. Lo sé.
Pero lo quiero.
No voy a luchar más esta noche.
Mañana, volveré a luchar.
Pero, esta noche, voy a bajar los guantes.
162
Página
Traducido por Julie
Corregido por Naaati
acostaría.
Página
calzoncillos.
Entonces, está gloriosamente desnudo.
Página
Y tengo razón.
Me estoy moviendo. Me voltea sobre mi estómago. Con el culo en
el aire. Piernas abiertas. Y está de vuelta dentro de mí.
Con las manos agarrando mis nalgas, los dedos clavando en mi
piel, embiste dentro y fuera de mí. Piel golpea contra la piel de la forma
más deliciosa. El sonido me excita aún más.
—Mierda —dice—. Te extrañé tanto.
Yo también te extrañé.
Su brazo viene por debajo de mí, y me levanta. Sentada en sus
caderas, con su pene dentro de mí, me pone en su regazo. De espaldas
a su pecho.
—Móntame —susurra a mi oído.
Así que, lo hago.
Con su boca y su lengua en mi cuello. Sus manos en mis pechos,
pellizcando mis pezones. El sudor empaña mi piel. Se resbala contra la
suya.
Una mano deja mi pecho y se desliza entre mis muslos.
Sus dedos encuentran mi clítoris, y empieza a burlarse de mí
hasta el punto de volverme loca.
Me tiemblan las piernas. Mi corazón se acelera.
Pero continúo follándolo, cada vez más fuerte, hasta que me
desmorono en sus brazos.
Apenas he terminado de correrme cuando me quita de encima, y
mi espalda golpea el colchón. Un segundo después, el cuerpo de Zeus
choca contra el mío. Un segundo más y vuelve a estar dentro de mí. Y,
esta vez, no está jugando.
Esto es sexo puro y animal.
Llega al borde, listo para caer. Lo puedo ver en sus ojos.
Necesita esto. Me necesita.
Engancho mis piernas sobre sus caderas, pasándolas alrededor
de su espalda. Presiono mis manos contra su pecho. En su tatuaje.
Luego, me inclino y le doy un beso.
Se queda quieto.
Echo la cabeza hacia atrás. Sus ojos están en los míos, y la
mirada en ellos hace que me duela el corazón.
Toma mi cara en sus manos y se inclina para besarme.
Lo abrazo y le devuelvo el beso.
170
hacer el amor.
Pero no puedo cambiar el punto en el que estamos.
Quiero estar aquí demasiado.
Siento que mi segundo orgasmo comienza a crecer rápidamente.
—Te vendrás de nuevo, paloma. —No es una pregunta. Es un
hecho.
Zeus sabe lo que puede hacer. Igual que sé lo que puedo hacerle.
—Sí —respiro mientras le pongo las uñas sobre los hombros.
Él gruñe y empuja fuerte contra mí, su pelvis me golpea en el
punto justo.
—Otra vez —jadeo.
Y me da lo que quiero. Y sigue dando hasta que me corro, y es
intenso, apretando su pene con mis músculos internos.
—Mierda... —jadea, con su cabeza enterrada en mi cuello.
Se le escapa un sonido áspero, y lo siento sacudirse dentro de mí
cuando se empieza a venir.
Nos quedamos aquí tumbados, nuestra respiración irregular es el
único sonido.
Zeus levanta la cabeza de mi hombro. Sus ojos se encuentran con
los míos. Su mirada es ardiente.
Lleva su boca a la mía y me besa suavemente.
Tiene la intención de retroceder, pero no estoy lista para dejarlo
ir, así que persigo su boca con la mía. Con las manos en su cabello, lo
beso, diciéndole con mis labios que todavía no quiero terminar este
momento, y él está más que feliz de complacer.
Nos besamos como adolescentes besándonos por primera vez,
recordándome otra vida.
Me permito el lujo de hacerlo. Hasta que sepa que es hora de
dejarlo ir.
—Debería limpiarme —digo.
Me mira fijamente durante un rato y luego dice: —Quédate ahí.
Cuando sale y va al baño, es como si el hechizo se hubiera roto.
La realidad ha vuelto con una venganza. Y es como un frío sobre mi
piel.
Acabo de deslizar mis piernas sobre el costado de la cama cuando
aparece de nuevo en toda su gloria desnuda con un paño en la mano.
Se me acerca y lo presiona entre mis piernas, limpiándome.
Luego, se inclina y me da un beso suave en los labios.
171
Cierto.
—Sí, bueno, no soy tú. No rompo por teléfono.
Es su turno de fruncir el ceño. —No sabía que estábamos juntos
para que rompieras conmigo.
—Mira —Levanto una mano, deteniéndonos antes de comenzar—.
No vine aquí para pelear verbalmente contigo. Solo vine a decirte que
necesitamos hacer otros arreglos, así no tengo que verte todos los días.
Escucho el parloteo de personas acercándose y miro por encima
de mi hombro, pero no veo a nadie.
—Entra —dice Zeus.
No discuto porque no quiero que nuestros asuntos sean de
conocimiento público.
Entro a su sala de estar y me detengo en un gabinete de madera
que tiene algunos de sus trofeos de boxeo. Me doy la vuelta para mirar
a Zeus, que se halla de pie frente a mí. Apoyo mi trasero contra el
gabinete y me rodeo el pecho con mis brazos.
—Entonces, ¿qué dices? —pregunto.
—No. —Cruza los brazos sobre su pecho enorme, imitándome.
—¿No? —repito.
—Eso no va a funcionar para mí —dice.
—¿Qué? —Parpadeo.
Deja caer sus brazos y se acerca a mí, bajando los párpados sobre
sus ojos oscuros. —Dije que eso no va a funcionar para mí.
—Bueno, ¡esto no es sobre ti y lo que funciona para ti! —Levanto
mis brazos al aire—. ¡Es sobre mí! Y pensé que te alegrarías de no tener
que vernos. Me estuviste ignorando desde Disney World.
—No lo manejé bien. Me sentía herido. Y supongo que pensé que
quizá, si te trataba con frialdad durante unos días, podría hacerte notar
algunas cosas.
—¿Como qué?
—Como que... todavía me amas. Que quieres estar conmigo.
Me di cuenta de eso hace días. Ese no es el problema.
—¿Estabas jugando?
Sacude la cabeza, sus ojos nunca dejan los míos. —Lucho por ti,
Paloma.
—Sí, bueno, ¿por qué no ahorras energía y dejas de luchar por mí
177
y vas a ver a Mindi, tu animada tenista? No tendrás que luchar por ella
en absoluto, si hay que guiarse por su sexteo.
Página
cara con sus manos. —Tiene que haberlo porque te amo tanto, joder. —
La emoción cruda en sus ojos y su voz me llena de lágrimas—. Sé que
me amas, Cam. Sé que no estoy solo en esto. Lo nuestro es algo sincero.
Nuestro amor es lo que la mayoría de las personas pasan toda la vida
buscando y nunca encuentran. No nos descartes, por favor.
—No nos descarto —susurro entrecortadamente—. Tú lo hiciste.
—Joder, Cam. —Presiona su frente contra la mía—. Lo siento. Lo
siento mucho. Perdóname, por favor. Porque no puedo pasar mi vida sin
ti.
Está rodeándome. Su olor, su calor, su emoción.
Apenas puedo respirar, y mucho menos pensar con claridad.
Salgo de su agarre, necesitando espacio.
Sus manos caen a los costados. Su cabeza baja. Se ve golpeado.
Me envuelvo con mis brazos. —¿Le respondiste? —susurro.
Sus ojos se elevan a los míos. —Sí.
Un sonido de angustia se me escapa.
—Le dije que mis circunstancias cambiaron —se apresura a
decir—. Dije que ya no podía verla.
Me molesta el alivio que siento. —¿Por qué?
—¿Por qué crees?
Levanto mis palmas hacia arriba.
—Porque no estoy disponible, Paloma. No lo he estado desde que
tenía diecisiete años.
Una dolorosa risa se me escapa. —Sin embargo, tuviste sexo con
ella hace cinco meses.
—Te acostaste con el comisario imbécil.
—¡Porque me dejaste! —grito.
Y seguimos sin parar.
Zeus se pasa la mano sobre su cabeza, bajándola hasta la parte
posterior de su cuello, y suspira. —Estaba solo —dice en voz baja—.
Trataba de llenar tu vacío. No es que alguna vez haya funcionado. Pero
eso es todo lo que siempre fue. Todo lo que podía ser. Porque nunca
podría olvidarte.
El anhelo y el dolor en sus ojos es demasiado para mí.
Me doy la vuelta y camino hacia el trofeo ahora roto. Me agacho a
su lado y lo levanto, dándome cuenta al instante de qué trofeo rompí.
Su primer trofeo de boxeo.
179
mi corazón.
Nunca conseguí recuperarlo del mismo modo.
Página
esperando.
Todo lo que dice es maravilloso y perfecto. Pero estoy asustada.
Mi pulso está acelerado. Mi corazón persiguiéndolo.
—Cam…
Parpadeo hacia él. —Tengo miedo —confieso.
El dolor inunda sus ojos. —Odio haberte hecho esto. —Aprieta los
ojos con fuerza y presiona sus labios contra mi frente—. Lo siento
mucho. —Besa mi sien—. Nunca te haré daño otra vez. Lo juro. —Un
beso en la mejilla—. Solo déjame entrar, y prometo pasar el resto de mi
vida cuidando de ti y de Gigi. Déjame arreglar lo nuestro.
—¿Qué pasa si no puedes? —Mi voz es inestable.
No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que me quita las
lágrimas con los pulgares.
—Esa no es una opción, nena. Arreglaré lo nuestro. Y volverás a
confiar en mí.
Aprieto los ojos, pensando, no con mi mente temerosa, sino con
mi corazón. Quien lo ha amado durante nueve años.
—Está bien —susurro, abriendo los ojos.
—¿Está bien?
—Estoy dispuesta a intentarlo. Tú y yo.
Su rostro está tan lleno de felicidad en este momento que no
puedo evitar sonreír.
—¿De verdad?
—De verdad. Pero nos tomaremos las cosas con calma, y Gigi no
lo sabrá hasta que estemos absolutamente seguros de que lo haremos
funcionar.
—Lo haremos funcionar, mi amor.
Entonces, agarra mi cara y me besa con tanta seguridad como
sus palabras. Es difícil no sentir su felicidad y emoción a pesar de que
todavía estoy preocupada, deseando sentir el mismo nivel de confianza
que él de que lo haremos funcionar.
—Te amo, joder —dice sobre mis labios.
—Yo también te amo —digo por primera vez en mucho tiempo. Da
miedo decirlo, pero también es un maldito alivio. Desde hace tanto
tiempo que no podía decirle esas palabras.
Se aleja de mí, mirándome a los ojos, brillando con una emoción
que me aprieta el pecho. —Dilo otra vez.
Trago nerviosamente y me lamo los labios. Sus ojos caen a ellos.
185
—Te amo.
Página
bailes.
—Estaba bailando, en el club. —Hasta que renuncié cuando él
reapareció en mi vida.
—Sabes que no me refiero a eso. —Sus ojos se oscurecen—. Odio
que te hayas detenido por mi culpa.
—Me detuve porque estaba embarazada. Si hubieras estado allí o
no, todavía lo habría tenido que abandonar.
—Pero podías haber regresado si yo hubiera estado allí para
apoyarte.
Sacudo la cabeza —No habría vuelto. ¿Qué sentido hubiese
tenido? Tenía a Gigi y ella era lo más importante para mí. Ya sabes
cómo es el ballet. Es agotador, muchas horas. No iba a pasar ese tiempo
lejos de ella.
Sus ojos van al techo. Suspira. —Aun así, debí haber estado
presente.
No digo nada. Porque tiene razón. Debió haber estado allí. Puedo
culpar a Marcel de que Zeus no estuviese para Gigi. Pero no porque
Zeus no estuviese para mí. En eso tiene la culpa él.
Sus ojos decididos y firmes, vuelven a los míos. —Las compensaré
a ambas. Te lo juro, Paloma.
Deslizo mi mano hacia su cara, presionando mi palma contra su
mejilla. —Ya los estás haciendo con el simple hecho de estar aquí ahora
mismo.
Pero conozco la mirada en sus ojos. Sé que piensa que debería
estar haciendo más. De ahí, la compra de esta casa.
—Zeus... no tenías que comprar esta casa, lo sabes.
Sé que no tiene problema en cuanto al dinero, pero todavía es
responsable de la universidad de Lo y Missy, además apoya de forma
financiera a su padre. Tiene dinero, pero ese dinero también le tendrá
que durar cuando su carrera de boxeo finalmente llegue a su fin.
Sus cejas se juntan. —Sí, tenía que hacerlo. Necesitas saber que
estoy aquí para quedarme. Y haré todo lo que sea necesario para
demostrártelo.
—Solo... Sé que tienes dinero. Simplemente no quiero que lo
malgastes.
La frustración alinea sus ojos. —Nada de lo que gaste en ti o en
Gigi es un desperdicio. Estoy bien en cuanto al dinero, Cam. No te
preocupes por eso.
—Entonces, ¿por qué es tan importante la lucha de Dimitrov?
190
que vino hasta aquí para decirme que se va, lo cual es una estupidez.
Sé que me ama y está aquí para quedarse.
Página
para ganarme la vida... lo que soy para ellos. Lo que significa que
retorcerán cualquier cosa que puedan para hacer que una historia
Página
—Quieres decil, cuando Apil toma los juguetes con los que estoy
jugando, y eso me enoja.
—Sí, algo así, nena.
—¿Papá se llevó algo tuyo?
Mi corazón. Mi virtud. Sí. Definitivamente tomó algunas de mis
cosas y nunca me las devolvió.
—No es que se llevara algo. Solo estábamos en desacuerdo en un
tema.
Zeus se me acerca por detrás, me toca el hombro con su mano
grande y pone la carita de Gigi en la otra mano. —Mamá y papá se
enfadaron un poco el uno con el otro, y gritamos. Y lo sentimos.
—¿Se han dicho que lo sienten? Polque la señorita Maple dice que
debemos disculpalnos cuando nos gritamos.
La mano de Zeus en mi hombro se desliza hacia un lado de mi
cabeza, y presiona sus labios contra mi cabello. —Lo siento, Paloma. No
debería haber perdido los estribos.
Vuelvo mis ojos a los suyos. —Yo también lo siento.
—Ahora pueden sel los mejores amigos —anuncia Gigi como si
estuviera oficiando, y me hace sonreír.
—Pero eres mi mejor amiga —digo, fingiendo fruncir el ceño.
—No seas tonta. Eres mi mamá. No puedes ser mi mejol amiga. —
Se ríe, y mi corazón se llena de nuevo.
—Oye, Gigi. —La tía Elle viene y me la quita de los brazos,
llevándola—. ¿Quieres ayudarme a hacer el desayuno? Se me ocurrió...
waffles y tocino.
—¿Y jarabe de arce?
—Y jarabe de arce —accede tía Elle.
—Eres la mejol, abuela Elle. Podemos hacel waffles y tocino para
mamá y papá también.
—Por supuesto, Gigi.
Las veo entrar. Dejando la puerta principal abierta para nosotros.
Zeus me gira para enfrentarme. Le miro a los ojos.
—Lo siento —dice de nuevo—. Soy un imbécil.
—Sí, lo eres —concuerdo—. Pero yo también.
—No. —Sacude su cabeza—. Estás herida, asustada y lo manejé
mal. Metí la pata otra vez.
Las lágrimas me llenan los ojos. Me acuna la cara en sus manos.
—Pero arreglaré esto, Paloma. Cueste lo que cueste. Sea quien sea
203
a quien tenga que derribar. Haré lo que sea necesario para que esto
desaparezca.
Página
Traducido por Bells767
Corregido por Naaati
Pero no desaparece.
No es que Zeus no lo intentara, porque lo hizo. Pharos eliminó la
historia al día siguiente, después de que Zeus los amenazara con
demandarlos. Pero no sirvió de nada, porque ahora está en todos los
otros sitios de farándula conocidos por el hombre.
Él hizo que su publicista pusiera una declaración en sus redes
sociales, dando a conocer los hechos, pero excluyendo la participación
de Marcel. Odio que el imbécil pueda salir tan fácilmente de esta, pero
Zeus me aseguró que no lo haría. Tampoco puede culparlo de forma
pública por apartarlo de nosotras, no sin una pelea desastrosa. Y, ya
que está ligado a él por contrato hasta la pelea con Dimitrov, todo es
mucho más difícil. Entonces, la declaración salió, diciendo qué hechos
atenuantes jugaron un papel en el hecho de que Zeus no conociera la
existencia de su hija hasta hace poco, pero que no era de ninguna
forma mi culpa. Y que no soy stripper. Pero no le importó a la prensa.
Unos pocos sitios pequeños de deportes publicaron su declaración, pero
no es jugoso en cuanto a lo que querían las redes, así que no llegó a los
titulares importantes y simplemente cayó en el resto de las cosas sin
importancia.
Que yo sea stripper y una madre terrible es mucho más jugoso.
Zeus cree que todo esto es su culpa. Cree que por no protegerme
de esto o no ser capaz de arreglarlo, de alguna forma él es un fracaso.
Le he dicho que no puede protegerme de todo.
La gente puede creer que él es un dios, pero no lo es. Es humano.
Sangra como el resto de nosotros.
204
bebé? —pregunté
—Bueno, en el reckeo, Bentley Parsons me dijo que escuchó a su
Página
Marcel junto con cada jodido periodista que ha dicho algo malo sobre ti.
Fue cada arrepentimiento y error que he cometido contigo. Fue los cinco
Página
—No. —Le beso el pelo—. Solo está ayudando a Rich con algunas
preguntas; eso es todo. Nada de qué preocuparse.
Página
Marcel se ríe y se pone de pie. Suena como una risa que soltaría
Santa. Pero el hombre se encuentra muy alejado de ser Santa. Más bien
como satán. —Cariño, no necesité hacerle creer nada. Él no podía
esperar más para alejarse de ti y entregarse a todos los coños que le
esperaban.
En serio vi rojo. No sabía que eso existía. Al parecer, sí. Quiero
sangre. En especial, la de Marcel Duran.
Hago un movimiento para arremeter contra él, pero Zeus me
atrapa por la cintura, previniendo que vaya a cualquier lugar. Soy como
una gata peleando para ser liberada.
—Cam, detente —me susurra Zeus al oído, trayéndome de vuelta
al presente.
Marcel se ríe, y es el sonido más condescendiente que he oído.
—Necesitas mantener a tu mujer bajo control, Zeus. Este siempre
ha sido el problema. Demasiado emocional. Afectando tu cabeza todo el
tiempo. Distrayéndote y arruinándote.
—El único que me arruinó fuiste tú. —Zeus lo mira.
—¿Arruinarte? Yo te creé, Kincaid. Harías bien en recordarlo. Si
no fuera por mí, estarías peleando en salas de billar con una audiencia
que podría contar con los dedos de mis manos, pasando tus días aún
trabajando en esa fábrica de mierda para llegar a final de mes.
Es el turno de Zeus para reírse. —Sigue diciéndote eso, Duran.
¿Ya olvidaste que ya era un campeón Olímpico y tenía una victoria en
los Guantes de Oro debajo de mi cinturón cuando viniste a tocar a mi
puerta?
—No tenías nada. Una medalla de oro y un título de boxeo para
principiantes es una mierda en el mundo actual del boxeo. Te puse
donde estás, Zeus, no lo debes olvidar.
—¡No hiciste nada! ¡Yo estaba en el cuadrilátero, ganando cada
pelea! Yo entrené cada puto día. ¡Sudor, sangre y jodido dolor! —Se
golpea el pecho con una mano—. ¡Fui el que sacrificó a la persona más
importante para mí porque me hiciste creer que era la única forma! ¡Fue
por ti que me perdí los primeros cuatro años de la vida de mi hija!
En verdad Marcel tiene la audacia de suspirar y poner los ojos en
blanco. —Tienes a tu hija ahora, ¿cuál es el gran problema? Te hice un
favor al no decirte que la habías embarazado. Si lo hubieras sabido,
habrías corrido de vuelta hacia ella, y no estarías donde estás ahora.
—¿Dónde estoy? —Zeus se ríe con incredulidad—. Ahora mismo,
estoy aquí, peleando para recuperar a mi familiar, todo por el daño que
tú causaste.
222
—¿Cuál es?
Página
tú!
Zeus frunce el ceño, tomando mis palabras como un insulto.
Como si pensara que es débil. No creo que sea débil. Pero creo que
Dimitrov es impredecible. He leído y escuchado las historias sobre él.
—No se acercará a mí —rechina Zeus.
—Es un animal, que no tiene concepto de las reglas. Debería estar
en una jaula. No en un ring de boxeo.
Zeus toma mi cara entre sus manos. —No se acercará a mí —
enuncia—. Nunca he perdido una pelea. En todos estos años, nadie se
ha acercado a hacerme daño.
Señalo la cicatriz en su frente. —El tipo que hizo eso se acercó,
mucho, a lastimarte.
—Una pelea de bar con una botella de vidrio es muy diferente a
dos tipos enguantados en un ring de boxeo.
Suspiro, sabiendo que su mente está decidida, y nada de lo que
diga o haga le hará ver las cosas de manera diferente.
—Paloma —Me cubre la barbilla con la mano—, prométeme que
no te preocuparás por esto.
Muevo mis ojos a los suyos. —No puedo prometer eso.
—Cam…
Me salgo de su agarre. —No me pidas que no me preocupe por ti,
¿vale? Te amo. Viene con el territorio. Entiendo por qué necesitas hacer
esto, por qué sientes que necesitas pelear con ese loco de Dimitrov, pero
eso no significa que me tenga que gustar. Solo… necesito algo de tiempo
para calmar mi cabeza, así que —Retrocedo un poco—, voy a volver al
trabajo. Mi pausa para el almuerzo casi ha terminado de todos modos.
Me inclino y le doy un beso rápido y superficial en la mejilla.
Luego, cruzo la habitación y levanto mi bolsa del suelo, colgándola en
mi hombro.
—Paloma…
Me detengo en la puerta y lo miro.
—¿Vamos a estar bien? —pregunta en voz baja.
Le doy una pequeña sonrisa. —Vamos a estar bien —digo.
Porque es verdad. No somos nosotros lo que me preocupa. Es
saber que va a meterse en ese ring con Dimitrov lo que me hace correr
asustada.
228
Página
Traducido por Beatrix
Corregido por Naaati
—¿Lo plometes?
—Lo prometo.
Página
Cuando éramos más jóvenes, esto era algo que Zeus siempre solía
decir que quería lograr.
Recientemente le pregunté si esta era una de las razones por las
que quería hacer la pelea además del dinero. Pero dijo que no.
No sé si siente que debería decir eso debido a la culpa que alberga
sobre Kaden.
Toneladas de celebridades están aquí para ver la pelea. Ni
siquiera puedo emocionarme porque Jake Wethers y Tom Carter de The
Mighty Storm estén sentados a tres asientos de mí porque estoy muy
nerviosa.
Tal vez, cuando Zeus gane, enloquezca por ellos.
Pero en lo único que puedo pensar ahora es en Zeus, rezando
para que salga bien de esto.
Vi todas las peleas de Zeus en los años que estuvimos juntos.
Siempre me sentí nerviosa en ese entonces, pero honestamente no
puedo decir nada que se compare con lo que siento ahora.
Me siento mal.
Presiono la mano contra mi estómago.
Tengo miedo de que salga herido. Gravemente herido.
Sabía de Dimitrov por las noticias. Pero me ocupé de ver algunas
de sus peleas. No le dije a Zeus porque él no quería que me preocupara.
Estoy preocupada.
El hombre es un animal.
Piensa en Mike Tyson drogado con crack.
Ese es Roman Dimitrov.
No creo que le importe una mierda si mata a alguien.
Y Zeus se está metiendo en el ring con ese lunático.
Zeus es grande, y es fuerte. Él está en su mejor forma física.
Como siempre. Y las últimas seis semanas de entrenamiento intenso lo
han llevado a donde necesita estar.
Pero Dimitrov también se encuentra en gran forma.
Aunque Zeus tiene la ventaja en peso y altura, no hay mucha
diferencia entre ellos.
Me vuelvo a mirar a Zeus cuando sé que está cerca del ring.
Sus ojos me encuentran enseguida. Su expresión podría estar
endurecida, pero sus ojos... ahora mismo, son todo para mí.
Alcanza el ring y sube los escalones.
234
de pie.
La campana suena.
Página
Es la hora.
No hay duda. Zeus está en el centro del ring de inmediato,
intimidando y dominando. Y los golpes empiezan a volar.
Zeus no deja tranquilo a Dimitrov.
Se mueve tan rápido, esquivando cada puñetazo que Dimitrov
lanza, dejándolo golpeando el aire.
Puedo ver el aumento de la frustración en la cara de Dimitrov.
Y, por lo que vi de sus peleas anteriores, si las cosas no van a su
manera, como un mal perdedor, comienza a pelear sucio.
Suena la campana, lo que indica el final del primer asalto, y cada
uno vuelve a su esquina.
Pero no puedo relajarme. Estoy en el borde de mi asiento. Solo
necesito que Zeus noquee a Dimitrov, para que esto termine, y pueda
llevarlo a casa y retenerlo por el resto de la noche. Y el resto de la
eternidad.
La campana señala el segundo asalto.
Dimitrov sale a pelear y le da un puñetazo a Zeus.
Aspiro profundamente, cerrando los ojos ante el impacto. Pero no
por mucho tiempo porque necesito saber que Zeus está bien.
Lo está. El golpe ni siquiera le rompió el ritmo. En todo caso, lo
ha puesto en marcha.
Bang. Bang. Bang.
Tiene a Dimitrov contra las cuerdas.
El árbitro los separa. Entonces, vuelve a estar en marcha.
Sigue de esta manera por tres asaltos.
Y he encontrado mi voz, gritando de aliento a Zeus junto con
Ares, Lo, y Missy. Mi garganta estará ronca al final de la noche, pero no
me importa.
Quiero que Zeus sepa que estoy de su lado.
Sexto asalto.
Hay un cambio en la dinámica. Es casi como si Dimitrov hubiera
consumido una dosis de coca porque viene de esa esquina como un toro
salido de una jaula. Va hacia Zeus, puñetazo tras puñetazo, y éste
bloquea solo la mitad de ellos.
La espalda de Zeus golpea las cuerdas, y el árbitro las separa.
—¡Vamos, mi amor! —grito—. ¡Golpea al bastardo hasta que caiga
236
sonríe.
—¿Qué?
—Nada —Sonríe—. Solo tengo recuerdos de las primeras peleas
de Zeus. Siempre tuviste una boca sucia.
—Solo le muestro mi apoyo. —Sonrío inocentemente.
—Me alegra que te tenga de vuelta —dice en voz más baja.
Mi sonrisa se suaviza. —Yo también. —Presiono mi mano contra
su brazo y le doy un suave apretón.
El sonido negativo de la multitud hace que mis ojos vuelvan a
Zeus. Lo veo como si ocurriera en cámara lenta, el puño de Dimitrov se
retrae de la cara de Zeus. Éste retrocede un paso y luego se cae de
rodillas.
—¡Noooo! —Lloro, mi corazón cae con fuerza, mientras corro hacia
las barandillas que separan a la multitud del ring, queriendo saltar
sobre ellas e ir con él.
Missy está ahí a mi lado. Su brazo me rodea. Entonces, Ares y Lo
también se acercan. Están gritando, pero no puedo escuchar lo que
dicen. La sangre ruge en mis oídos.
Dimitrov está caminando alrededor del ring, con los brazos en
alto, como si hubiera ganado.
El árbitro está de rodillas, al lado de Zeus, con la boca en su
oreja, hablando con él.
Levántate, bebé, por favor.
Un segundo después, Zeus vuelve a ponerse de rodillas. El árbitro
se para. Y luego Zeus se pone de pie.
Y vuelvo a respirar.
El árbitro se mueve hacia el centro del ring. Zeus y Dimitrov están
a punto de entrar de nuevo, pero suena la campana.
Zeus se vuelve hacia su esquina, y hay sangre corriendo por su
mejilla.
No.
—Está herido —le digo a Ares.
—Es solo un corte. Estará bien.
—¿Ha pasado esto antes? —pregunto.
En las peleas de Zeus que observé cuando éramos más jóvenes,
nadie se acercaba tanto como para golpearlo lo suficiente para cortarlo.
Le rompieron la nariz. Pero nunca he visto su piel partida por un golpe,
excepto por esa vez en el club, y ese tipo usó una botella.
237
alto y claro.
—Se rompió la nariz en la pelea con Scott, pero fueron once
asaltos.
Solo vamos seis y ya está sangrando.
Mierda. Mierda. Mierda.
Mis ojos se dirigen a Zeus, que está en el taburete de su rincón,
atendiendo su ojo. Se está frotando vaselina alrededor de la herida para
frenar la hemorragia. Un miembro de su equipo le arroja agua a la boca.
La campana suena
Séptimo asalto.
Zeus entra, ardiendo.
Golpea a Dimitrov con su cuerpo desde la izquierda. Un puñetazo
en la cabeza con su derecha. Otro. Y otro.
Golpea a Dimitrov, forzándolo a volver a las cuerdas.
—¡Sí! ¡Dale, nene! ¡Golpéalo!
Dimitrov envuelve sus brazos alrededor del cuello de Zeus. El
árbitro los separa a la fuerza.
Pero Zeus vuelve, golpeando a Dimitrov. El cuerpo. La cara. Golpe
tras golpe.
Dimitrov retrocede.
Zeus balancea el puño con fuerza, conectando con su cabeza.
El golpe es tan audible, que parece hacer eco en todo el estadio.
Dimitrov cae.
Zeus va a por él otra vez, pero el árbitro lo detiene, bloqueándolo.
Dimitrov intenta levantarse pero no puede.
El árbitro se mueve sobre él. Levante el brazo, terminando la
pelea.
—¡Siiiiiiiiiii! —grito.
Los equipos inundan el ring.
Quiero entrar al ring. Quiero a Zeus.
Miro a Ares, y él debe verlo en mi cara cuando me agarra y me
levanta por encima de la barrera.
Corro al ring, subiendo los escalones.
—¡Zeus! —Lloro.
Su cabeza se gira hacia mí. Me da esa hermosa y arrogante
238
sonrisa suya.
Y yo sonrío tan grande, que mi cara podría quebrarse.
Página
quedarme exactamente donde estoy, así que espero que Marcel reciba el
mensaje de que no es bienvenido, y desaparezca.
Página
Ilusiones, lo sé.
Pero la lucha está terminada. Zeus ya no tiene una obligación
contractual con él.
—¿Qué quieres, Marcel? —ladra Zeus.
—Vine a felicitarte por la victoria. Nos has hecho ganar mucho
dinero esta noche.
—No eres bienvenido —responde Zeus secamente.
Pero las palabras simplemente rebotan en Marcel. El chico tiene
la piel de un rinoceronte.
—Zeus, vamos. Sé que recientemente hemos tenido diferencias.
Pero ambos somos lo suficientemente hombres para ver más allá de eso
cuando hay cosas más grandes en juego. Ahora que tienes todos los
títulos de campeonato, tu valor se ha disparado. Si te quedas conmigo,
las peleas que puedo conseguir te harán más rico que Mayweather.
Zeus se ríe, sin una pizca de humor. —Paso, gracias.
Marcel mira a Zeus como si no entendiera las palabras que acaba
de decir.
—Hemos terminado aquí, Duran.
—Zeus, no seas estúpido. Estamos hablando de cientos de
millones de dólares.
—No estoy siendo estúpido, sino inteligente.
Los ojos de Marcel parpadean hacia mí y luego de vuelta a Zeus.
—Estás cometiendo un gran error, Zeus. No lucharás de nuevo sin mí.
Me aseguraré de eso.
Zeus inclina la cabeza hacia un lado. —¿Quién dijo que quería
volver a pelear?
Marcel ríe condescendientemente. —¿Qué vas a hacer? Quedarte
sentado, siendo su perra, todo el día mientras ella te desangra. Estás
siendo un idiota, Kincaid.
Espero que Zeus se enoje. Pero no lo hace. Solo se queda mirando
a Marcel.
Luego, empieza a reír. Y es una risa genuina, como si se estuviera
riendo de una broma que solo él conoce.
—¿De qué diablos te ríes? —dice Marcel, sonando nervioso.
Zeus levanta el hombro, la risa sigue retumbando dentro de su
pecho. —Supongo que pronto lo descubrirás.
—¿Qué diablos se supone que significa eso? —Los ojos pequeños
240
Hay dos reglas en la vida. La primera es, nunca dar toda la información.
Recuerdo que Marcel le dijo esas palabras exactas a Zeus hace
seis semanas en su apartamento, y una sonrisa aparece en mi cara
porque tengo la sensación de que Zeus sabe algo de lo que no habla.
Anteriormente me dijo que estaba haciendo algo con respecto a
Marcel. Tal vez eso está sucediendo finalmente.
—Joder, te has vuelto loco —grita Marcel mientras se dirige a la
puerta—. Demasiados golpes en la cabeza te han hecho aún más tonto
de lo que ya eras.
—Ajá —dice Zeus, sonriendo—. Un consejo para ti, Marcel. No te
agaches en la ducha.
¿Eh? ¿No te agaches en la ducha?
Las cejas de Marcel se chocan entre sí. —Eres un puto rarito. Ten
una buena vida con tu bastarda y tu stripper —comenta Marcel antes
de desaparecer de la habitación.
Zeus gruñe mientras trata de apartarme y bajar de la mesa de
examen para llegar a Marcel, pero no me muevo.
—Zeus, no vale la pena —le digo, agarrándole los brazos—. No
importa lo que diga.
Las cejas de Zeus están ceñidas por la ira.
—Solo lo dijo para que te enfades. Si vas tras él, le estarías dando
exactamente lo que quería.
Exhala un sonido de pura frustración. —Tienes razón. Sé que
tienes razón. Pero lo odio, maldita sea, pensando que puede decir lo que
quiera de ti y salirse con la suya.
—Pero no se va a salir con la suya, ¿verdad?
Los ojos de Zeus vienen a los míos, y hay una sonrisa en ellos.
—¿Qué has hecho?
—No es lo que he hecho. Es lo que ha estado haciendo él.
Lo miro con confusión.
—Arreglo de peleas —me dice en voz baja.
—No —jadeo.
—Sí —asiente.
—¿Cuándo? ¿Durante cuánto tiempo? ¿Qué luchadores? ¿Y cómo
lo sabes?
—Son muchas preguntas, Paloma. —Ríe—. Y lo sé porque Marcel
no es el único que se mete en los asuntos de los demás. Durante años,
he oído cosas sobre él haciendo cosas no tan legales. Peleas, arreglos,
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¿En serio?
Lo miro fijo, y definitivamente no lo entiende.
—¿Te golpearon más fuerte de lo que pensé al principio?
—Eres graciosísima. ¿Pero por qué nueve meses? Y qué tiene que
ver que Elle no tenga otro dormitorio con... Oh.
Ding, ding, ding, y se da cuenta.
Me está mirando, y mi corazón cae a mi estómago.
Sé que Zeus dijo que quería tener más hijos conmigo, pero lo hizo
cuando trataba de recuperarme. No hemos hablado de eso desde ese
momento. Y no hemos estado juntos por mucho tiempo.
Sus ojos bajan a mi estómago. Luego, regresan a mi cara.
—¿Estás embarazada? —susurra.
—Ajá. —Asiento, mordiéndome nerviosamente el labio.
—¿Un bebé?
—Espero que sí, porque no estoy muy interesada en la idea de dar
a luz a un elefante.
—Muy graciosa.
—Lo sé.
—¿En serio estás embarazada, Paloma?
—En serio estoy embarazada, Zeus.
Sus ojos están fijos en mí, pero no sé qué piensa o si está feliz, así
que siento la necesidad de decirle: —Estaba tomando la píldora. No me
pasé por alto ninguna. Igual que cuando me quedé embarazada de Gigi.
No sé cómo sucedió. Cómo sigue sucediendo.
—No me importa cómo sucedió. Solo que pasó.
—¿Estás feliz por esto?
—Paloma, estoy jodidamente eufórico.
Toma mi cara en sus manos, y me besa.
—Vamos a tener un bebé —murmura, con su frente pegada a la
mía.
—Vamos a tener un bebé —repito en confirmación.
—Y tengo súper esperma.
La risa burbujea en mi garganta y se me escapa, el alivio y la
felicidad llenan mi pecho.
Inclino mi cabeza hacia atrás. Mirándolo fijamente a los ojos, le
pregunto: —¿Súper esperma?
—Te embaracé dos veces mientras estabas tomando la píldora.
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Soy un Dios.
—Oh, Jesús —me quejo.
Página
Me río.
Lo la mira con enfado. —Ares, dile a nuestra hermana cuántos
números telefónicos recibí anoche.
—Recibió muchos —le cuenta Ares a Missy.
Lo mira a Missy como diciendo “te lo dije”.
—¿Ya llamaste a alguna? —pregunta ella.
—No. —Él le da una mirada horrorizada—. No quiero parecer
desesperado.
—Lo único por lo que parecerás desesperado es por una pizza o
un taxi cuando empieces a llamar a todos esos números falsos que te
dieron.
La risa me sale a borbotones. Lo dije, mis hormonas están por
todas partes.
La mirada en la cara de Lo me hace reír más. Es una mezcla de
molestia con un parpadeo de: mierda, ¿tiene razón?
—Vas a revisar esos números ahora, ¿verdad? —Missy le da un
codazo, dándole cuerda.
—Eres una... —Lo hace una pausa, buscando lo que supongo que
es una replica apta para los niños—. Perro hembra.
—¡Perro hembra! —Missy se ríe, y yo también.
Dios, amo a estos chicos.
—Bien, suficientes, niños. —Zeus toma a Gigi de Ares y la pone
sobre sus hombros—. ¿Podemos dejar de hablar de la vida amorosa de
Lo frente a mi impresionable hija? Y enciendan estas linternas antes de
que pase el atardecer.
Hay un extraño silencio entre ellos, y luego todos saltan a la
atención con un coro de...
—¡Sí, por supuesto!
—¡Está bien, vamos a movernos!
—¡Todos, muévanse al muelle!
Mientras sostengo la mano de Zeus, caminamos por el muelle,
Gigi todavía sobre sus hombros. Con todos siguiéndonos detrás, nos
detenemos en la cabecera del muelle.
Zeus enciende una linterna con su encendedor y me la da. Luego,
enciende la suya.
—¿Están todos listos? —pregunta.
Y escuchamos un coro de “Sí”.
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