0% encontró este documento útil (0 votos)
64 vistas8 páginas

Elamoresunalargapaciencia Claudia Lopez Neglia 2

Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Descargar como pdf o txt
Está en la página 1/ 8

1

Centro Oro
Jornada Anual 2013:

El amor es una larga paciencia


Lic. Claudia López Neglia
Debes amar,
la arcilla que va en tus manos,
debes amar,
su arena hasta la locura
y si no,
no la emprendas
que será en vano.
Sólo el amor
alumbra lo que perdura,
sólo el amor
convierte en milagro el barro…
(Sólo el amor. Silvio Rodríguez)

El título que encabeza este escrito, vino a mí, como una repentina asociación
libre, cuando se definió el tema anual de esta jornada.
El título es una frase que rescaté de una paciente, y el que motivó el deseo de
trabajar sobre el amor.
Me pregunté cómo trabajar el amor, dentro de la lógica del deseo, y cómo
situar la paciencia, el tiempo de la espera, en un presente que pareciera estar
acorralado por la urgencia, lo inmediato.
La idea que fue ordenando qué transmitir, qué compartir, fue poder vincular el
amor de transferencia y el encanto, a través de algunas viñetas de un caso
clínico y la relación que encontré con el libro La elegancia del erizo (de Muriel
Barbery), cuya versión cinematográfica se tituló El encanto del erizo.
La primer pregunta que surge es ¿por qué el amor es una larga paciencia?
En qué momento, en qué tiempo del recorrido de su análisis, esta paciente que
llamaré Andrea, llega a esta conclusión? Esta emergencia subjetiva, que la
interroga, está dentro del tiempo lógico del inconciente que bascula entre el
instante de ver al momento de comprender. Pero aún no llegó su tiempo de
concluir.

Del caso clínico que expuse en las jornadas del Centro Oro, solo voy a tomar
para la publicación algunas pinceladas, para preservar la intimidad del mismo.

Andrea es una abogada, de 32 años, que está en análisis desde hace 5 años.
En el transcurso del mismo fue atravesando distintos momentos. El principio
estuvo ligado a desprenderse de vivir con sus padres para irse a vivir sola.
Tiempo de hacerse su lugar, coincidente con un vínculo amoroso. Comienzan
una serie de impulsos y la inquietud comienza a jugarle en contra, reprocha,
demanda. Se obsesiona, no hay día que no piense en él, y lo llame; está
dispuesta a darlo todo por amor.
Tiempo de frustración. Angustia. Luego puede ver, su obsesión: “Yo inventé
un noviazgo. Estaba loca”.
Salvo ese noviazgo, siempre tuvo relaciones ocasionales, y este intento fallido
de noviazgo al principio del tratamiento.
2

El tiempo que siguió, fue de estudio, una maestría, y el afianzamiento


profesional; pero no dejó de salir, divertirse, y conocer gente, siempre con la
característica de vínculos ocasionales, de una noche, y bastantes excesos.
Comienza a decirse, creo que no estaba preparada para enamorarme. Y se
pregunta: ¿Me podré enamorar? ¿Cómo es? ¿Y cómo me voy a dar cuenta?
Y en este último tiempo conoce a alguien, azarosamente. Se siente muy
atraída.
Un día viene a su sesión mal, muy angustiada, se siente extraña. No sé qué me
pasa, lo extraño, no sé qué le vi. No puedo manejar lo que siento, me da
vértigo, y bronca. Qué me hizo? Nunca me sentí así. Se desconoce.
Pero el vínculo dura pocas semanas, algo no pasó.
En las sesiones siguientes se entraman sueños y recuerdos. Aparece una
frase de la madre que se la escuchó desde chica: Todo por amor.
Y sabés qué pensé, que el amor era la locura. En mi casa lo único constante
era la locura, el amor era así, desparejo, desequilibrado. El amor me daba
miedo.
Y sabés qué, quiero que me pase algo a mí, que yo pueda sentir algo.
Ya no quiero soñar tanto con muertos, en mis sueños siempre llevo yo los
muertos, los muertos de otros los llevaba yo. Ahora quiero llevar a mis muertos,
los míos.
Hace dos años que estuve trabajando en un juicio de sucesión, finalmente
salíó, lo logré. Fue dificilísimo. Cuando terminé el juicio me dije, y ahora cómo
sigo?
Ahora me voy a ocupar de mí. Y estoy bien, la paso bien, estoy sola, pero
disfruto, estoy contenta.
Paciencia. El amor es una larga paciencia, no?

En esta síntesis del tránsito por diferentes momentos de su análisis, dejo


indicadas algunas cuestiones en relación al encuentro, lo azaroso, cierto
encanto descubierto, y algo a perder o dejar, mediado por un tiempo de espera,
donde vinculo al amor de transferencia, que iré retomando a través del hallazgo
literario y cinematográfico, la elegancia, o el encanto del erizo. Elocuente título,
que parece revelar detrás de la máscara de un erizo, un brillo especial.

Dice la reseña del libro: En el número 7 de la calle Grenelle, un inmueble


burgués de París, nada es lo que parece. Dos de sus habitantes esconden un
secreto, Renée, la portera, lleva mucho tiempo fingiendo ser una mujer común.
Paloma tiene doce años y oculta una inteligencia extraordinaria. Ambas llevan
una vida solitaria, mientras se esfuerzan por sobrevivir y vencer la
desesperanza. La llegada de un hombre misterioso al edificio propiciará el
encuentro de estas dos almas gemelas.
Paloma: he tomado una decisión y, pese a mi certeza de que la vida es una
farsa, no creo que pueda resistirme hasta el final… Por muy inteligente que yo
sea, no sé cuánto tiempo aún podré luchar. Cuánto entre el mundo de los
adultos seré todavía capaz de hacer frente al sentimiento de lo absurdo? No lo
creo, por eso he tomado una decisión: al final de este curso, el día que cumpla
13 años, el próximo 16 de junio me suicidaré… Lo importante no es morir ni a
qué edad se muere, sino lo que uno está haciendo en el momento de su
muerte…
3

La Sra Michelle o Renée: portera desde hace 27del edificio donde vive
Paloma, viuda hace 15 años, dice de ella: La idea de luchar en un mundo de
pudientes, yo, la hija de un don nadie, sin belleza ni encanto, sin pasado ni
ambición, sin don de gustos ni esplendor, me fatigó antes incluso de intentarlo.
Yo solo deseaba una cosa, que me dejaran en paz, sin exigirme demasiado, y
poder disfrutar, unos instantes al día, de la libertad de saciar mi hambre.
Ozu Kakuro: es un oriental, japonés, que llega a vivir al edificio. Es un hombre
fino, delicado, y con la paciencia de quien puede percibir lo invisible en lo
visible.
Será el Sr. Kakuro quien descubrirá, al conocer a Paloma y la Sra. Renée, algo
especial en ellas, que las une. Y sin quererlo, o sin saberlo, oficiará de lazo.
Las invitará, por separado, a probar algo, a compartir algo, desde una charla,
un te, o exquisitos sashimis, hasta la magia de una lengua compartida como el
japonés en el caso de Paloma, o la lengua de la poesía y el cine con Renée.
Paloma irá descubriendo en la portería donde vive Renée, su escondite, allí no
la encontrarán. También descubrirá detrás de ese mal humor que caracteriza a
la portera, a alguien que la invita a tomar su té, a comer el chocolate amargo
con el que se entrega diariamente a vivir sus libros de novelas, a soñar sus
películas favoritas. Y mientras tanto la escucha, se escuchan, se confiesan,
comparten sus soledades de distintos tiempos. Renée la aloja, la abraza
amablemente, y Paloma se refugia en una confianza sin precedentes. Un
vínculo más fuerte que el de la sangre.
Casualmente con la llegada del Sr. Kakuro, se entretejen estos lazos, que
preservan la intimidad de artistas secretos.
Recorto un fragmente del libro, el momento que Kakuro la invita a Renée a
cenar:
Dice Renée: A lágrima viva de felicidad, lágrima cálida hermosa, mientras a mi
alrededor el mundo se sume en el abismo y no deja más sensación que la
mirada del hombre en cuya compañía me siento alguien y que tomándome con
dulzura de la mano, me sonríe con una calidez infinita.
-Gracias -logro murmurar con un hilo de voz.
-Podemos ser amigos, dice. E incluso todo lo que queramos.
Y al día siguiente Renée piensa: Ahora sé lo que hay que vivir antes de morir.
Bien, se lo puedo decir. Lo que hay que vivir antes de morir es un aguacero
que se transforma en luz.
… Sin previo aviso, de manera sorprendente un gran sentimiento de serenidad
cae sobre mí como un chaparrón. Qué ha ocurrido. Una mutación. No veo otra
explicación; a algunos les crecen branquias, a mí me sobreviene la sabiduría.
Me dejo caer sobre la silla y la vida retorna su curso.

Pero la tragedia se hace presente. A la mañana siguiente, cuando Renée sale


a la vereda para dejar la basura, se encuentra con el loco del vecindario que
está en el medio de la calle, y por ayudarlo para que se corra, no ve que viene
el camión de la lavandería, y la atropella. Muere al instante.
Será Kakuro el encargado de darle la triste noticia a Paloma.
Pensamiento de Renée en el instante de su muerte: Paloma, hija mía. No he
tenido hijos… Pero de haber tenido una hija habrías sido tú. Y con todas mis
fuerzas hago una súplica para que tu vida esté a la altura de lo que prometes…
¿Cómo se decide el valor de una vida? Lo que importa, me dijo Paloma un día,
4

no es morir, sino lo que uno hace en el momento que muere. Qué hacía yo?
Había conocido al otro y estaba dispuesta a amar.
Pensamientos de Paloma después de la muerte se Renée: Pienso que quería
morir para hacer sufrir a Colomb, a mamá, y a papá, porque todavía no había
sufrido de verdad…Pero ahora y por primera vez he sentido dolor, tanto
dolor…Entonces es así? De golpe, ¿todos los posibles se apagan? Una vida
llena de proyectos, de conversaciones apenas empezadas, de deseos que ni
siquiera se ha realizado, ¿se apagan en un segundo y ya no hay mas nada, ya
no hay nada que hacer, ya no se puede volver atrás?
Por primera vez en mi vida, he sentido el significado de la palabra nunca…No
sabemos lo que decimos antes de habernos enfrentado a un verdadero nunca
más… Por mucho que me dijera estas últimas semanas que pronto me iba a
suicidar, ¿de verdad lo creía?...En absoluto. Me hacía sentir mi poder de
decidir… Pero cuando alguien a quien se quiere muere… entonces de verdad
les digo que uno siente lo que significa…

Y entonces ha ocurrido algo. Cuesta creerlo por lo triste que es este día…He
acompañado a Kakuro a la portería de la Sra. Michelle (quiero decir Renée),
para llevar algo de su ropa a la morgue del hospital… Parecía cansado, más
cansado que triste…Al cruzar el patio nos hemos parado en seco los dos a la
vez; alguien se había puesto a tocar el piano, y se oía muy bien lo que tocaba.
Era algo de Satie, creo… “Pienso que a Renée le habría gustado este
momento”, ha dicho Kakuro. Y nos hemos quedado ahí unos minutos,
escuchando la música. Yo estaba de acuerdo con él. Pero ¿Por qué?
Me digo que al fin de cuentas quizás sea eso la vida: mucha desesperación
pero también algunos momentos de belleza donde el tiempo ya no es igual. Es
como si las notas musicales hicieran una suerte de paréntesis en el tiempo,
una suspensión, otro lugar aquí mismo, un siempre en el jamás…
No tema Renée, no me suicidaré... Pues por usted, a partir de ahora buscaré
los siempres en los jamases.
La belleza en este mundo.

Ahora retomo las ideas de esta articulación, entre el caso y la ficción artística.
Hay entre Andrea, Paloma y Renée algo en común? Aventuro que sí. Podemos
pensar que cierta urgencia subjetiva se va manifestando en cada una. Andrea
se desconoce, siente vértigo frente al encuentro amoroso, y miedo a
enamorarse por su creencia de un amor loco, narcisista; Paloma no se
reconoce en ninguna creencia, en ninguna cultura familiar…Y si ella es el
síntoma de la contradicción familiar, por lo tanto la que tiene que desparecer es
ella. Renée se refugia en su soledad, construye una apariencia de erizo, que la
mantiene a salvo de los otros, y el único vínculo que construye es satisfacer
algunas demandas ajenas, sin comprometerse en un lazo afectivo.
Creo que ninguna puede perder ese lugar, dejar de ser el objeto en el fantasma
del Otro.
Hará falta tiempo para decir, el tiempo que hace falta, el tiempo que reinscribe
la falta. El tiempo de la espera, como nombre de la castración.
En las tres falta el amor; el obstáculo es el amor. En principio se observa la
dificultad del amor como construcción, como lazo que propicia la apertura del
deseo.
Lacan plantea en relación a El Banquete: la función de la falta como centro de
5

la relación de amor. Allí donde hay amor, el erastés no sabe lo que le falta, el
eromenós no sabe lo que tiene escondido, y no hay acuerdo: lo que le falta a
uno no es lo que está escondido en el otro. (Izaguirre, 2013, p.203)
En el seminario 8, La transferencia, Lacan comenta “El Banquete” de Platón.
Lo que destaca es que se refiere a un objeto que hay detrás y que introduce
semejante vacilación del sujeto. En relación a ese objeto lo que está en juego
es una palabra griega que va a tomar del texto que está comentando:
agalma… Tiene valor de enigma y da inmediatamente los términos con los
cuales puede traducirse: ornamento, adorno…En los diccionarios se
encuentra como una acepción del verbo parer , toma un sentido específico: lo
que embellece, lo que da valor a algo…(Izaguirre, 2013, p.207-208)

Pero cómo se irá transformando, trasmutando, la dificultad en construcción.


Y acá viene a ocupar el centro, la transferencia.
Andrea, Paloma y Renée no se han podido apropiar de eso que en cada quien
da un valor propio, su belleza, ese brillo, que en estos casos se encuentra
opacado.
En el capítulo XIX del seminario XI, Lacán trabajará la transferencia
pensándola a partir del sujeto a quien se le supone el saber.
“…Se supone que sabe eso de lo que nadie escapa una vez formulado: simple
y llanamente la significación. Esta significación implica, … el que no pueda
rehusarse a ella ( y por eso suscité antes que nada la dimensión del deseo).
Este punto privilegiado es el único al que podemos reconocerle el carácter de
punto absoluto sin saber alguno. Es absoluto por no ser ningún saber, por ser
más bien el punto de empalme entre su propio deseo y la resolución de lo que
hay que revelar.
El sujeto entra en juego a partir del siguiente soporte fundamental – al sujeto se
le supone saber, por el mero hecho de ser sujeto del deseo. Pero entonces
¿qué ocurre? Ocurre algo que en su aparición más común se denomina efecto
de transferencia. Este efecto es el amor…
…Lo que surge en el efecto de transferencia se opone a la revelación. El amor
interviene en su función aquí revelada como esencial, la del engaño…
…En consecuencia, podemos decir que detrás del amor llamado de
transferencia está la afirmación del vínculo del deseo del analista con el deseo
del paciente. Es lo que Freud dijo… después de todo, no es más que el deseo
del paciente. Sí, es el deseo del paciente, pero en su encuentro con el deseo
del analista…” (pgs. 261, 262)

Hubo apuestas, hubo tiempo de espera, el necesario para que se produzca esa
apertura que da la medida del instante de ver, de ubicar alguna falta. Pero
trabajar desde esa carencia del ser, resulta vital a la hora de emprender el
camino de la pregunta por el ser, implicación subjetiva que se irá bordeando
desde su urgencia, topándose con la angustia; angustia que le llevará a cada
quien realizar un trabajo de duelo por el objeto perdido (el a), y en un momento
fantasmático distinto: Paloma se asoma a la adolescencia, Andrea a la juventud
y Renée a la madurez.
La elaboración de un duelo le permitirá al sujeto, después de un tiempo,
reubicarse en el camino de su deseo. "Pero el sujeto deberá apurarse, no es
inmortal, y no dispone de un tiempo carente de escansión. Sin el duelo estaría
siempre pendiente de la hora del Otro... El acto analítico permitirá dejar caer la
6

consistencia que eso le brindaba ( el lugar imaginario con el que obturaba la


falta en el Otro), soportando el dolor de ya no ser." (Rivadero, 2012, pg. 126)

Al ubicar como denominador común el amor de transferencia, siendo una de


ellas una paciente, y las otras dos una ficción literaria, quién encarnaría en
estas últimas la función deseo del analista?
Será ese personaje enigmático, como describe el libro, el Sr Kakuro, quien al
ofrecer con su escucha y su mirada, el poder de transformar con su magia que
el amor logre condescender el goce al deseo? Aventuro que sí.
Y recupero una frase del seminario XI de Lacan: “… No hace mucho tiempo
una niña me decía gentilmente que ya era hora de que alguien se ocupase de
ella para parecer amable ante sus propios ojos. Así delataba inocentemente el
mecanismo que opera en el primer tiempo de la transferencia. El sujeto tiene
una relación con su analista cuyo centro es ese significante privilegiado
llamado ideal del yo, en la media en que, desde ahí, se sentirá tan satisfecho
como amado…” (pg. 264)
No operó desde ahí el Sr Kakuro, tanto en Paloma como en Renée?
“…No es la agalma, ese brillo, esa engalanadura, ese adorno, en tanto objeto
del deseo, que sitúa la cuestión del amor de otro modo que la idea de un objeto
que fascina?… Como es un objeto situado en un interior , es necesaria la
presencia de otro, de un tercero que pueda sancionar desde otro lugar la
atracción de ese objeto…Nos encontramos con un objeto, en este caso
escondido, con un sujeto que se desvanece, se embaraza ante la presencia de
semejante signo y con alguien que puede leer ese signo. Esta terceridad
necesaria permite desvincular el amor de la prisión dual del narcisismo…”
(Izaguirre, 2013, pg. 212-213).
Queda articulado en esto, la entrada de la dimensión del amor, que parte de lo
inconciente, de lo no sabido, como lo que puede percibir Kakuro, lo invisible en
lo visible, “dirigiéndose a un sujeto que se desvanece, que se borra ante la
emergencia de un objeto, que de este modo, se constituye en el fantasma. Tres
lugares, tres posiciones, la necesidad de la emergencia de un tercero para
introducir la cuestión del amor”. (Izaguirre, 2013, pg.214).
Pienso que Andrea tuvo que transitar varias veces por ese lugar de captura
imaginaria, atrapada en las urgencias maternas y los emblemas paternos de
frialdad, cordura y razón, que le permitían hacer frente desde chica a la
amenaza constante de suicidio de su madre, y encargarse de ella como en el
nombre del padre. A la hora de preguntarse por ella, pasada su adolescencia,
no encontró algo propio en su femineidad que le diera recursos en el encuentro
amoroso, y se entregaba con todo, mecánicamente, fríamente, en excesos que
lejos de propiciar un vínculo, la reducían a un objeto apasionado. El todo por
amor, sentenció su ser en el fantasma, y el deshacerlo llevó mucho tiempo;
perder la coraza imaginaria de la razón y la insensibilidad, con la que sostenía
el estudio y el trabajo, lo sintió como un vértigo y un desconocimiento, pero
habilitó un nuevo ropaje. Lentamente aparecieron preguntas sobre su
apariencia, recuerdos infantiles, sueños, y el giro tomo un brillo inédito. Por
primera vez el encanto de una cita, la magia de las palabras y las miradas; se
descubría un velo en su análisis y se cubría de otra apariencia, pero alguien la
invitaba a descubrirse. Función del tercero que concluirá con el corte pero en
construcción.
7

Cuando pensé el nombre para hablar de mi paciente se me ocurrió Andrea, y


siguiendo la tradición freudiana, que no descansa en lo azaroso, fui a buscar su
etimología, que en griego significa fuerza viril, masculinidad.
El trabajo analítico con esta paciente corroboró la causa de invención del
nombre de ficción que elegí para ella.

Y es el momento de concluir, de este escrito.


En el seminario X La Angustia, Lacan menciona la dimensión de la espera,
como un modo diferente de la presentación de la angustia. Introduce esta
dimensión de la espera, la dimensión temporal del análisis. Lo que suscita la
espera es el deseo del analista, lo que es un modo de situar a la espera en
relación con la angustia. Entonces lo que suscita la espera en la angustia, es
el deseo del analista.
El amor es una larga paciencia, una espera, que apuesta, a “movernos en la
experiencia psicoanalítica, entre el juego de una lógica modal: la demanda y su
insistencia en el síntoma, lo posible de la construcción del dispositivo analítico,
la contingencia del amor y la imposibilidad de la respuesta del Otro…
Como ya lo había señalado Freud, para el analista la transferencia también
juega su partida, ahí donde el amor, que hay que buscar en la función del
deseo, muestra reiteradamente que no hay correspondencia”(Izaguirre, 2013,
pg.333).
Lacan no trata de encontrar una definición del amor, ni una teoría, sino de
plantear cuál es su verdad, su función. En sus seminarios recorre algunas
figuras del amor, por ejemplo el amor cortés, el amor puro, el amor narcisita, y
otros. No son infinitas estas figuras, aunque sí innumerables. Los caminos del
amor de transferencia son también innumerables, y los podemos ver
desarrollarse en la trama transferencial.
Como por ejemplo un amor apasionado en Andrea, o en Paloma un amor
narcisita, y en Renée un amor sublimación?
“El amor antes del amor, da forma al vacío de origen… El tiempo previo de
carencia se vincula con la invención, dicha vecindad no es sin borde: es
esencial lo que el amor es capaz de inventar para lograr, de lo que es pura
pérdida, un encuentro. El amor entonces, aunque implicará inevitablemente un
desencuentro, es en verdad un encuentro que, aunque falle, es el único
posible” (Couso, 2012, pg. 156)
“Como si el amor fuera el primer nombre del vacío sin nombre que nos
constituye” (Ob.cit, pg,157).
Ante la de definición de Lacan sobre el amor: dar lo que no se tiene, un
psicoanalista agrega: “El amor es una promesa que sabe de su falla, por la
que logra evocar la carencia que lo determina” (Ob.cit, pg.158).
“El amor intenta suplir ese hueco, esa distancia, ese desencuentro. Es una de
las pasiones del alma necesarias para que se despliegue un análisis, adonde
se entra por el lado de la ignorancia, no sé qué me pasa, se organiza en la
suposición del saber que sostiene la transferencia. Usted sabe de mí, para dar
lugar a la caída del analista de la posición de sujeto supuesto saber; Qué va a
saber usted de mí, y terminar arreglándoselas solo con su síntoma en un
tiempo sin Otro que soportaba un saber frente a la ignorancia, un ideal frente al
amor. Atravesar la transferencia, recorrer un análisis, implica encontrarse con
que no hay Otro.” (Izaguiree, 2014, pg. 335)
8

“Es así que cada analista pone en juego, en los análisis que conduce, su propio
deseo que permite la entrada del amor que se dará siempre bajo alguna de sus
figuras. Esa o esas figuras serán desplegadas mientras la magia de la
transferencia se sostenga. Es magia porque se trata de una causa eficiente.
Pero con el correr de los dichos del analizante emergerá el acontecimiento del
amor, de tal modo que la producción del significante, causa material, dará lugar
a la constitución de un análisis”. (Izaguirre, 2013, pg. 336).

Elijo como últimas palabras de cierre, la cita de un fragmento de Miguel


Hernandez, que rescata un analista, para ubicar que el amor puede ser ligado a
la constitución misma, a los tiempos de un sujeto:

Con tres heridas viene


la de la vida
la del amor
la de la muerte

Referencias bibliográficas:

-Barbery, Muriel,(2011) La elegancia del erizo, Buenos Aires, Seix Barral.


-Couso, Osvaldo, (2005) El amor, el deseo, el goce, Buenos Aires, Editorial Lazos.
-Izaguirre, Guillermo, (2013) Figuras del amor, transferencia psicoanalítica, Buenos
Aires, Ediciones CPN.
-Lacan, Jacques, (2003) El seminario 8. La Transferencia, Buenos Aires, Editorial
Paidós.
-Lacan, Jacques, (2006) El seminario 10. La angustia. Buenos Aires, Editorial Paidós.
-Lacan, Jacques, (1992) El seminario 11. Los cuatro conceptos fundamentales del
psicoanálisis, Buenos Aires, Editorial Paidós.
-Rivadero, Stella Maris, (2008) Fracasos del amor. Impedimentos del deseo y enclaves
del goce. Buenos Aires, Letra Viva.

También podría gustarte