SL4318 2021

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JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN

Magistrado ponente

SL4318-2021
Radicación n.° 77327
Acta 36

Bogotá, D. C., veintidós (22) de septiembre de dos mil


veintiuno (2021).

En cumplimiento de la sentencia CC SU-149-2021, del


21 de mayo de 2021, dictada por la Sala Plena de la Corte
Constitucional, mediante la cual se dejó sin efectos la
sentencia CSJ SL1730-2020, proferida por esta Sala el 3 de
junio de 2020, conforme a la orden impartida, se procede a
emitir nueva decisión frente a los recursos de casación
interpuestos por LUZ YANED RAMÍREZ RUIZ, en
representación de LAURA MARÍA ECHEVERRY RAMÍREZ
y MANUEL ALEJANDRO ECHEVERRY RAMÍREZ y
POSITIVA COMPAÑÍA DE SEGUROS S.A., contra la
sentencia proferida el 28 de septiembre de 2016, por la Sala
Laboral del Tribunal Superior del Distrito Judicial de
Medellín, dentro del proceso ordinario laboral que cursó
entre las partes, al que se vinculó como interviniente ad
excludendum a LUZ STELLA QUICENO.

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Radicación n.° 77327

I. ANTECEDENTES

Luz Yaned Ramírez Ruiz, en representación de Laura


María y Manuel Alejandro Echeverry Ramírez, demandó a
Positiva Compañía de Seguros S.A., pretendiendo que se
condenara al reconocimiento y pago de la pensión de
sobrevivientes de origen profesional, por la muerte del
afiliado Nelson Javier Echeverry López, a partir del 21 de
septiembre de 2007, así como al pago de los intereses
moratorios y/o de la indexación de las sumas adeudadas.

Como fundamento de sus pretensiones, afirmó que


Echeverry López fue asesinado el 21 de septiembre de 2007,
cuando laboraba como conductor del taxi de placas TPQ019
de propiedad de Luz Stella Quiceno, quien informó del
hecho a la Administradora de Riesgos Laborales del ISS, a
la que se encontraba afiliado el trabajador fallecido, cuyas
obligaciones fueron asumidas por la demandada; que el 26
de agosto de 2008, radicó reclamación administrativa para
el reconocimiento de la pensión de sobrevivientes de origen
profesional a favor de los hijos menores del fallecido, Laura
María y Manuel Alejandro Echeverry Ramírez; que a la
presentación de la demanda no había sido reconocida la
prestación, ni conocía acto administrativo que la negara; y
que la convocada a juicio incurrió en mora en el pago de las
mesadas pensionales y las sumas adeudadas se han
depreciado.

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Positiva Compañía de Seguros S.A., se opuso a la


prosperidad de lo pretendido; indicó que el accidente no
había sido valorado por las instancias de ley, ni
determinado como de origen profesional; y formuló la
excepción previa de falta de reclamación administrativa,
que en la oportunidad legal fue declarada no probada.

Luz Stella Quiceno, vinculada como interviniente ad


excludendum, se opuso a lo pretendido en la demanda
principal, solicitó se condenara al reconocimiento y pago de
la pensión de sobrevivientes a su favor y de intereses
moratorios. Como fundamento de lo pretendido, adujo que
convivió con Nelson Javier Echeverry López como
compañeros permanentes, durante más de cinco años,
desde principios del 2002 hasta la fecha de su muerte.
Además de lo afirmado en el libelo inicial, respecto a las
circunstancias en las que el afiliado falleció, señaló que éste
se encontraba en la jornada normal de trabajo; y que,
mediante el comunicado SAL 6684 de 2011, la demandada
desconoció el infortunio como accidente de trabajo.

La demandante principal, se opuso a lo pretendido por


la interviniente, y formuló como excepción la que denominó
inexistencia de prueba de la supuesta convivencia efectiva
dentro de los 5 años anteriores al deceso del señor
Echeverry López.

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II. SENTENCIA DE PRIMERA INSTANCIA

Mediante sentencia del 8 de septiembre de 2015, el


Juzgado Sexto Laboral de Descongestión del Circuito de
Medellín resolvió:

PRIMERO: DECLARAR que el señor NELSON JAVIER


ECHEVERRY LÓPEZ falleció el veintiún[o] (21) de septiembre
que Nelson Javier Echeverry López falleció a causa de un
accidente laboral, contingencia de la cual es responsable la
administradora de riesgos laborales.

SEGUNDO: DECLARAR que los jóvenes MANUEL ALEJANDRO


Y LAURA MARÍA ECHEVERRY ostentan la calidad de
beneficiarios de la prestación causada por la muerte de su
padre el señor NELSON JAVIER ECHEVERRY LÓPEZ.

TERCERO: CONDENAR a la SOCIEDAD POSITIVA COMPAÑÍA


DE SEGUROS S.A. a pagar a las (sic) beneficiarios de la
prestación causada por la muerte del afiliado ECHEVERRY
LÓPEZ los siguientes valores: MANUEL ALEJANDRO
ECHEVERRY RAMÍREZ: la suma de CUARENTA Y SIETE
MILLONES NOVENTA Y SEIS MIL SEISCIENTOS PESOS.
LAURA MARÍA ECHEVERRY RAMÍREZ LA SUMA DE OCHO
MILLONES OCHOCIENTOS SESENTA Y TRES MIL
SETECIENTOS PESOS.

CUARTO: CONDENAR a la SOCIEDAD POSITIVA COMPAÑÍA


DE SEGUROS S.A. a pagar a los jóvenes MANUEL
ALEJANDRO Y LAURA MARÍA ECHEVERRY los intereses por
el retardo en el pago de las mesadas pensionales desde el 27 de
octubre del año 2008 y hasta el pago de la obligación.

QUINTO: DECLARAR que la señora LUZ STELLA QUICENO no


ostenta la calidad de beneficiaria de la prestación causada por
la muerte del señor NELSON JAVIER ECHEVERRY LÓPEZ.

SEXTO: DECLARAR implícitamente resueltas las excepciones


propuestas en la contestación de la demanda.

SÉPTIMO: CONDENAR en AGENCIAS EN DERECHO serán a


cargo de la parte accionada ARP POSITIVA S.A. y a favor de los
jóvenes MANUEL ALEJANDRO ECHEVERRY RAMÍREZ y
LAURA MARÍA ECHEVERRY RAMÍREZ en la suma de 3
S.M.L.M.V.
Se condena a la señora LUZ STELLA QUINCENO (sic) a pagar
la suma de 1 S.M.L.M.V. a favor de la ARP POSITIVA S.A. [...].

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III. SENTENCIA DE SEGUNDA INSTANCIA

Por apelación de las partes, la Sala Laboral del


Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín,
mediante sentencia de 28 de septiembre de 2016, resolvió:

PRIMERO: Se CONFIRMA PARCIALMENTE la Sentencia de


Primera Instancia, de la fecha y procedencia conocidas,
REVOCÁNDOLA en cuanto absolvió a POSITIVA COMPAÑÍA
DE SEGUROS S.A., de la obligación de reconocer y pagar la
pensión de sobrevivientes de origen laboral a la
Interviniente Ad Excludendum, para en su lugar, condenar a
reconocer y pagar dicha pensión a la señora LUZ STELLA
QUICENO identificada con C.C. 43.003.798 en calidad de
compañera permanente del señor NELSON JAVIER
ECHEVERRY LÓPEZ, a partir del día 21 de septiembre de 2007;
pensión que será reconocida en su favor en proporción
equivalente al 50% de la pensión mínima legal y el restante
50%, a favor de sus hijos menores de edad MANUEL
ALEJANDRO ECHEVERRY RAMÍREZ y LAURA MARÍA
ECHEVERRY RAMÍREZ, quienes tendrán derecho a
percibirla hasta cuando subsistan las causas que la
generaron, dejándose condicionado el reconocimiento y
pago de la pensión entre los 18 y 25 años, a la acreditación
del requisito de estudios de conformidad con lo señalado en
la Ley 1574 de 2012; luego de lo cual acrecentará la del hijo
con requisitos y en últimas la pensión de la compañera LUZ
STELLA QUICENO, una vez ambos dejen de cumplir
requisitos para ser beneficiarios de la pensión de
sobrevivientes; de conformidad con lo explicado en la parte
considerativa de esta Sentencia.

SEGUNDO: Se CONDENA a POSITIVA COMPAÑÍA DE


SEGUROS S.A. a reconocer y pagar las siguientes sumas,
por concepto de retroactivo pensional:

a) A favor de Laura María Echeverry Ramírez: $4.431.850


(cuatro millones cuatrocientos treinta y un mil ochocientos
cincuenta pesos), causado entre el 21 de septiembre de 2007 y
el 17 de junio de 2010.

b) A favor de Manuel Alejandro Echeverry Ramírez:


$23.172.429 (veintitrés millones ciento setenta y dos mil
cuatrocientos veintinueve pesos), causado entre el 21 de
septiembre de 2007 y el 25 de enero de 2015.

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c) A favor de Luz Stella Quiceno: $27.676.562 (veintisiete


millones seiscientos setenta y seis mil quinientos sesenta y dos
pesos), causado entre el 21 de septiembre de 2007 y el 25 de
enero de 2015.

TERCERO: Se CONDENA a POSITIVA COMPAÑÍA DE


SEGUROS S.A. a reconocer y pagar a la señora LUZ STELLA
QUICENO, la indexación de los valores reconocidos por
concepto de pensión de sobrevivientes, sobre cada una de las
mesadas causadas, desde el 1º de octubre de 2007 y hasta la
fecha en que se haga efectiva su cancelación; de acuerdo a lo
expuesto en las consideraciones.

CUARTO: Se REVOCA la condena en Costas en Primera


Instancia, impuestas a la Interviniente Ad Excludendum Luz
Stella Quiceno, para en su lugar CONDENAR a éstas a cargo de
la parte demandada Positiva Compañía de Seguros S.A. y en
favor de la anterior señora, fijándose como agencias en derecho,
la suma equivalente a tres (3) S.M.L.M.V., esto es en la suma
de $2.068.362; conforme a lo indicado en la parte motiva.

QUINTO: Se condena en costas en esta Segunda Instancia a


cargo de la parte demandada Positiva Compañía de Seguros
S.A., fijándose las agencias en derecho en la suma de
seiscientos ochenta y nueve mil cuatrocientos cincuenta y
cuatro pesos ($689.454.oo) en favor de la interviniente Ad
Excludendum Luz Stella Quiceno; según lo explicado en la
parte motiva.

SEXTO: Se confirma la Sentencia en lo demás.

El Tribunal advirtió, en cuanto al origen de la pensión


de sobrevivientes, que para la fecha de la muerte, la norma
que definía el accidente de trabajo era el literal n) del art. 1º
de la Decisión n.º 584 de 2004 de la Comunidad Andina de
Naciones, por cuanto los art. 9º y 10º del Decreto 1295 de
1994, habían sido declarados inexequibles mediante
sentencia CC C-856-2006, y la Ley 1562 de 2012 fue
expedida el 11 de julio de 2012. Señaló que, para que el
evento que generara la muerte fuera considerado como
accidente de origen laboral, el trabajador debía encontrarse
desarrollando labores propias de su trabajo y en
cumplimiento de un mandato dado por su empleador, esto

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es, debía existir relación de causalidad entre el hecho y la


prestación del servicio, y producirse por causa o con
ocasión del trabajo.

Agregó que tal y como lo indicó esta Corporación en


sentencia CSJ SL 29582, 26 abr. 2007, cuando la muerte
se produce en hechos violentos y a manos de terceros,
cumpliendo el trabajador actividades en desarrollo del
contrato de trabajo, para la determinación del origen «[…] es
la entidad de riesgos profesionales la que tiene la carga de
probar la falta de causalidad entre el accidente y el oficio
desempeñado»; que se demostró que para el momento de su
muerte, el afiliado se encontraba ejerciendo su labor de
taxista, según el informe del presunto accidente de trabajo
del empleador, la constancia expedida por la jefe de
afiliaciones y registro de conductores de Tax Coopebombas,
el informe de la Fiscalía 239 Seccional y los contratos de
trabajo suscritos entre Nelson Javier y Luz Stella Quiceno;
que la ARL no demostró la ruptura del nexo causal, entre el
hecho victimizante y el oficio desempeñado, y no se
estableció que la muerte del afiliado tuviera origen en
situaciones personales, por motivos políticos o ideológicos,
ni la existencia de amenazas, persecución o enemigos que
quisieran atentar contra su vida.

Respecto al requisito de convivencia, contrario a lo


sostenido por la a quo y la tesis de esta Corporación,
consideró que, tratándose de afiliado fallecido no
pensionado, el tiempo de convivencia que debía demostrar
quien reclama en calidad de compañera permanente, es de

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dos (2) años, conforme a los principios que definen el


contenido constitucional de la pensión de sobrevivientes,
establecidos en la sentencia CC C-1035-2008, el principio
de progresividad (sentencias CC C-556-2009 y CSJ SL
35319, 8 may. 2012), y lo previsto en los artículos 53 de la
Constitución Política y 46 y 47 de la Ley 100 de 1993,
modificados por los artículos 12 y 13 de la Ley 797 de 2003,
último según el cual:

[…] para ser beneficiario de la pensión de sobrevivientes, de


causante afiliado no pensionado, se debe tener la calidad de
cónyuge ó compañero (a) permanente del finado; distinto si se
trata de pensionado ó de afiliado pero con vínculo conyugal
vigente, con separación de hecho, caso en el cual -a partir
de la vigencia de la Ley 797 de 2003- se requiere haber
convivido con el causante por lo menos cinco (5) años
continuos, antes del fallecimiento del causante.

Citó las consideraciones de la sentencia CC C-1094-


2003, respecto a la convivencia mínima de cinco (5) años
prevista en la Ley 797 de 2003, en la que, dijo, se precisó
que tal requisito solo es para el caso de causante
pensionado; la sentencia CSJ SL 24445, 10 may. 2005, en
la que, adujo, se señaló que antes de la reforma de la Ley
797 de 2003, el requisito de dos (2) años de convivencia
contenido en el artículo 47 de la Ley 100 de 1993, se refería
al pensionado y no al afiliado; así como las sentencias CSJ
SL 42631, 5 jun. 2012 y CSJ SL 40309, 3 may. 2012, que
indicaron que tanto la cónyuge como la compañera
permanente, debían acreditar convivencia efectiva de cinco
(5) años, con afiliado o pensionado.

Concluyó que el requisito de convivencia de cinco (5)


años, es solo para el caso de pensionado fallecido, no así

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para el afiliado; que la convivencia efectiva al momento de


la muerte es un criterio material para determinar quién es
beneficiario de la pensión, tratándose de compañero (a) un
mínimo de dos (2) años de convivencia, conforme al artículo
10 del Decreto 1889 de 1994, lo que no constituye un trato
discriminatorio, sino el mecanismo para acreditar la
estabilidad (sentencia CC C-840-2010); y, encontró
acreditada la convivencia de Luz Stella Quiceno con el
causante, como compañeros permanentes, durante los 3
años anteriores a la muerte, desde mayo de 2004 hasta el
21 de septiembre de 2007, teniendo en cuenta lo resuelto
en primera instancia, el contrato de servicios exequiales del
20 de mayo de 2004, la hoja de vida del causante y la
prueba testimonial practicada.

Finalmente, por la apelación de la parte demandante,


con la que se pretendió que al hijo Manuel Alejandro le
fuera reconocida la pensión hasta los 25 años de edad, si
acreditaba sus estudios, advirtió el Tribunal que había
lugar a modificar la sentencia, para ordenar el
reconocimiento de la prestación a favor de los hijos, entre
los 18 y los 25 años de edad, previa acreditación en debida
forma de la calidad de estudiantes, conforme a lo previsto
en la Ley 1574 de 2012; a solicitud de la parte demandada,
quien adujo errores de cálculo de la prestación respecto al
mismo beneficiario, por cuanto en la sentencia se indicó
que se liquidaría hasta la mayoría de edad, cumplida el 25
de enero de 2015, pero se contabilizaron dos mesadas
pensionales en ese año, advirtió el ad quem que corregiría la
inconsistencia al realizar la nueva liquidación, en la que

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incluyó la proporción correspondiente a la beneficiaria Luz


Stella Quiceno, en calidad de compañera permanente del
causante; y, consideró procedente la condena por intereses
moratorios a favor de los hijos del causante, la indexación
de las sumas adeudadas a la compañera, así como las
costas en su favor y a cargo de la demandada.

IV. RECURSO DE CASACIÓN PARTE DEMANDADA

Interpuesto por Positiva Compañía de Seguros S.A.,


concedido por el Tribunal y admitido por la Corte, se
procede a resolver inicialmente, por la incidencia de lo
pretendido en el recurso formulado por la parte
demandante.

V. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case la sentencia


del Tribunal, para que, en sede de instancia, revoque la
decisión proferida por el a quo, y en su lugar, la absuelva de
lo pretendido.

Con tal propósito formuló dos cargos, por la causal


primera de casación laboral, que fueron objeto de réplica y
serán analizados conjuntamente, por cuanto las normas
denunciadas y la demostración se complementan.

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VI. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia de violar, por la vía directa, en la


modalidad de interpretación errónea, el literal n) del
artículo 1º de la Decisión 584 de la Comunidad Andina de
Naciones.

Para la demostración del cargo, afirma que se equivocó


el Tribunal en la aplicación de la norma, que de haberla
aplicado correctamente habría concluido que la muerte no
tenía relación con el trabajo, por cuanto no se cumplió
ninguno de los presupuestos requeridos para considerar el
evento como de origen laboral; que en su correcta
inteligencia, la norma exige que el suceso repentino e
imprevisto, sobrevenga o se enmarque directa (por causa) o
indirectamente (con ocasión) del riesgo ocupacional creado
por el empleador, lo que fue desconocido por el Tribunal, al
aplicar equivocadamente la norma, sin el análisis necesario
relativo al riesgo creado, teoría según la cual «[…] la causa u
ocasión debe estar ligada, necesariamente, al trabajo o a
órdenes del empleador […]».

Advierte que no basta con que el accidente ocurra en


el lugar y horario de trabajo, para ser considerado como
laboral; que se requiere el nexo causal entre el hecho súbito
y el daño que recibe el trabajador; que el Tribunal le dio un
alcance diferente a la norma, al pretender su utilización en
un supuesto no contemplado en ella, brillando por su
ausencia el nexo causal que, en la adecuada interpretación

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de la norma aplicable, necesariamente debe estar presente


para considerar el siniestro como de origen laboral.

VII. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia de violar, por la vía directa, en la


modalidad de infracción directa, los artículos 8, 12 inc. 1º y
56 del Decreto Ley 1295 de 1994.

Para la demostración del cargo, arguye que el Tribunal


debió aplicar el artículo 8º del Decreto 1295 de 1994, para
encontrar que la muerte del afiliado no se enmarcó dentro
de la definición allí contenida, toda vez que el trabajador
falleció en un hecho violento, que no tiene relación directa
con la labor para la que fue contratado; que la norma exige
la presencia de «[…] un hecho súbito, imprevisto y externo
que tenga consecuencia directa con el trabajo o la labor
desempeñada, esto es, que tenga relación de causalidad con
el riesgo creado por el empleador»; que de haber aplicado la
norma, habría concluido la inexistencia de un riesgo laboral
y la necesaria aplicación del inciso 1º del artículo 12 del
mismo decreto, contentivo de una presunción que omitió el
Tribunal, que se rompe con la demostración del nexo de
causalidad.

Finalmente, agregó que de haber aplicado el inciso 3º


del artículo 56 del Decreto 1295 de 1994, el ad quem habría
concluido que los hechos por los que falleció el afiliado, no
constituían un riesgo creado por su empleadora; que al
inaplicar la norma, amplió la cobertura a riesgos no creados

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por el empleador, rompiendo el equilibrio financiero del


sistema; y que, en este caso, operaría el Sistema General de
Pensiones, al tratarse de una muerte que se presume de
origen común.

VIII. RÉPLICAS

Luz Yaned Ramírez Ruiz sostiene que al estar


encauzados los cargos por la vía directa, quedan incólumes
las conclusiones fácticas y probatorias, esto es, que la
muerte del trabajador ocurrió cumpliendo actividades en
desarrollo del contrato de trabajo y no tuvo origen en
situaciones personales, por lo que no lograría derruir el
censor las conclusiones medulares de la decisión; que el
Tribunal sí tuvo en cuenta el elemento normativo «por causa
o con ocasión del trabajo»; y que con ello, el nexo causal
quedó establecido, por lo que no incurrió en la violación
legal denunciada en los cargos.

Luz Stella Quiceno advierte que, por la vía elegida, el


análisis probatorio y las conclusiones fácticas de la
sentencia deben quedar inmaculadas, por cuanto no fueron
atacadas, de ahí que es claro que la muerte se dio por un
hecho violento mientras el afiliado laboraba como conductor
y se encontraba en ejecución de su trabajo; y que, el
Tribunal no hizo ninguna hermenéutica errada de la
disposición referida para inferir que se trató de un
accidente de trabajo.

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IX. CONSIDERACIONES

Tal como lo adujo la réplica, dada la orientación de los


cargos, las conclusiones fácticas y probatorias del Tribunal,
no son objeto de controversia, esto es, en lo que interesa al
recurso, que (i) Nelson Javier Echeverry López celebró varios
contratos de trabajo con Luz Stella Quiceno, para la
prestación de servicios personales como conductor de
vehículo de servicio público de taxi; (ii) el 21 de septiembre
de 2007, el trabajador fue asesinado con arma de fuego,
cuando se encontraba ejerciendo su labor de taxista, en el
vehículo de propiedad de Luz Stella Quiceno y en la jornada
de trabajo; (iii) la investigación penal no estableció la
autoría de la muerte, ni móvil político o ideológico, ni se
acreditaron razones de índole personal para el ataque
violento.

Para la Sala, el ad quem no incurrió en desatino


alguno en la intelección de las normas aplicadas, según
acusa la censura, ni omitió ninguna de las que regulan el
asunto, al concluir que, conforme a los supuestos fácticos
establecidos, el hecho violento que desencadenó en la
muerte del afiliado constituía un accidente de origen
laboral.

Contrario a lo expresado por el recurrente, el Tribunal


no desconoció que, para ser calificado como de origen
laboral, el hecho debía enmarcarse de manera directa o
indirecta en el riesgo ocupacional creado por el empleador,

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esto es, que debía sobrevenir por causa o con ocasión de la


actividad laboral, lo que constituye el nexo causal para la
calificación del origen, que advirtió acreditado, pues
justamente ese análisis efectuó en las consideraciones de la
decisión, para concluir acertadamente que, como el afiliado
se encontraba ejecutando la actividad laboral para la que
fue contratado, en el horario habitual de trabajo, bajo la
autoridad de su empleadora, el infortunio tuvo origen
profesional, sin que la ARL demostrara la ruptura del nexo
causal, esto es, una causa u origen distintos.

Lo anterior, encuentra apoyo en el precedente de esta


Corporación, entre otras, en las sentencias CSJ SL 29582,
26 abr. 2007 y CSJ SL 34511, 28 may. 2009, citadas por el
Colegiado, CSJ SL11970-2017, CSJ SL14280-2017, CSJ
SL2582-2019, última en la que, en un asunto de similares
matices al que es objeto de estudio, se señaló:

Pues bien, el Colegiado de instancia estimó que en el sub lite, el


siniestro que le ocasionó la muerte al trabajador fue con
ocasión del trabajo, puesto que aconteció en el sitio de
prestación del servicio y cuando aquel se encontraba bajo la
subordinación del empleador; además, porque la relación de
causalidad que se dio con el entorno laboral, no fue desvirtuada
por Positiva Compañía de Seguros S.A. en cuanto omitió
demostrar que existían circunstancias que permitían desligarlo
del mismo. En síntesis, con fundamento en las sentencias de
esta Corporación que mencionó, estimó que existía
responsabilidad objetiva imputable a la administradora de
riesgos laborales accionada.

De entrada advierte la Sala que tal razonamiento no es errado.


De hecho, la Corte ha elaborado una profusa línea
jurisprudencial (CSJ SL 17429, 19 feb. 2002, CSJ SL 21629, 29
oct. 2003, CSJ SL 23202, 29 ag. 2005, 25986, 4 abr. 2006, CSJ
SL 24924, 12 sep. 2006, CSJ SL 28841, 5 jun. 2007, CSJ SL
29156, 4 jul. 2007, CSJ SL 36922, 16 mar. 2010, CSJ SL351-
2013 y CSJ SL417-2018), según la cual, la responsabilidad que

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se establece al empleador frente a los infortunios que ocurren


en su esfera, o la administradora de riesgos laborales que
asume ese mismo riesgo, es objetiva; que la causalidad que
debe haber entre el siniestro y la actividad laboral contratada,
puede ser directa (con causa del trabajo) o indirecta (con
ocasión del trabajo), y que no se rompe por un hecho del
trabajador, de un tercero o por fuerza mayor o caso fortuito.

[…]

De este modo, no tiene sentido la diferencia que hace la


recurrente entre riesgo creado o de la empresa y
responsabilidad objetiva, porque, en esencia, ambas son
objetivas y hacen referencia al riesgo profesional, de modo que
no se trata de discutir cuál de tales teorías prevalece al
momento de calificar el accidente; lo realmente relevante, es que
este se presente en el ámbito laboral.

Adviértase, además, que el accidente que ocurre con causa del


trabajo, se refiere a una relación directa derivada del desarrollo
de la labor para la cual se contrató al trabajador y las
actividades relacionadas con la misma; mientras que con
ocasión del trabajo, plantea una causalidad indirecta, es decir,
un vínculo de oportunidad o de circunstancias, entre el hecho y
las funciones que desempeña el empleado.

Ahora, la Corte no desconoce que existen casos en los que se


dan circunstancias externas que pueden romper el nexo de
causalidad que debe establecerse entre el siniestro y el ámbito
laboral, pero estas deben ser acreditadas en el proceso.

Así mismo, de manera reiterada ha precisado esta


Corporación, entre otras, en las providencias CSJ SL654-
2018 y CSJ SL2582-2019, que ante los efectos de la
sentencia CC C-858-2006, que declaró inexequible el art. 9º
del Decreto 1295 de 1994, diferidos al 20 de junio de 2007,
a partir de esa fecha y hasta la expedición de la Ley 1562
del 11 de julio de 2012, debía acudirse a la definición de
accidente de trabajo prevista en la Decisión 584 de 2004, de
la Comunidad Andina de Naciones - CAN, pues sus
mandatos no contrarían la reglamentación interna; norma
que regula esta controversia, por cuanto el accidente que
produjo la muerte del afiliado ocurrió el 21 de septiembre

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de 2007, y a la que el Tribunal dio aplicación, según lo


hasta aquí expuesto, teniendo en cuenta su cabal sentido e
intelección, lo que lo llevó a concluir, que la muerte ocurrió
como consecuencia de un accidente que sobrevino con
ocasión del trabajo desempeñado por el afiliado.

Respecto a lo dispuesto en los artículos 8º, 12 (inc. 1º)


y 56 del Decreto 1295 de 1994, que acusó la censura de
infringidos, en consideración de la Sala no eran las normas
directamente llamadas a resolver este asunto, por lo que no
fueron desconocidas por el Tribunal, por cuanto el primero
establece de manera general, cuáles son los riesgos
profesionales, debiendo acudirse a la norma específica que
prevé qué se considera como accidente de trabajo, esto es, a
su definición legal, para el caso y por las razones ya
expuestas, la contenida en la referida decisión de la CAN; el
segundo, establece una presunción legal que fue
desvirtuada en el proceso, por cuanto el colegiado
determinó que se trataba de un accidente con ocasión del
trabajo, esto es, de origen profesional, lo que hace
inoperante la presunción; y, el último, determina la
responsabilidad del empleador en la prevención de los
riesgos, lo que no fue objeto del litigio.

Por lo expuesto, los cargos se desestiman.

Costas en el recurso extraordinario a cargo de la


recurrente, como quiera que hubo oposición. Se fijan como
agencias en derecho la suma de $8.480.000 m/cte., que se
incluirán en la liquidación que se practique conforme lo

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Radicación n.° 77327

dispuesto en el artículo 366 del Código General del


Proceso. 

X. RECURSO DE CASACIÓN DEMANDANTE

Interpuesto por Luz Yaned Ramírez Ruiz, concedido


por el Tribunal y admitido por la Corte, se procede a
resolver.

XI. ALCANCE DE LA IMPUGNACIÓN

Pretende la recurrente que la Corte case parcialmente


la sentencia del Tribunal, para que, en sede de instancia,
confirme la decisión proferida por el a quo, en cuanto negó
el derecho a la pensión de sobrevivientes a la interviniente
ad excludendum.

Con tal propósito formuló dos cargos, por la causal


primera de casación laboral, que fueron objeto de réplica y
se analizarán de manera conjunta, por su identidad en la
proposición jurídica, demostración y finalidad.

XII. CARGO PRIMERO

Acusa la sentencia de violar, por la vía directa, en la


modalidad de interpretación errónea, el artículo 47 de la
Ley 100 de 1993, modificado por el artículo 13 de la Ley
797 de 2003, en armonía con el artículo 46 de la Ley 100.

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Radicación n.° 77327

Para la demostración del cargo, afirma que no discute


la conclusión del Tribunal, respecto a que Luz Stella
Quiceno convivió con el afiliado fallecido de mayo de 2004 a
septiembre de 2007; que aquel consideró al interpretar las
normas citadas, que para el caso de un afiliado no
pensionado, la convivencia mínima que se exige al
compañero permanente es de dos (2) años; que si bien en
una interpretación fría, literal y descontextualizada de la
norma, ésta solo alude al requisito de cinco (5) años
anteriores a la muerte del pensionado, en una correcta
exégesis del precepto, razonadamente debe entenderse que
tal convivencia se exige también al beneficiario del afiliado
fallecido.

Advierte que no puede haber diferencia de trato, por el


hecho de que el causante sea afiliado o pensionado; que el
artículo 12 de la Ley 797 de 2003 prevé como beneficiarios
de la pensión, a los miembros del grupo familiar, tanto del
pensionado como del afiliado fallecido, de manera
indistinta; que «conforme a una interpretación teleológica,
armónica y recta del precepto», la convivencia mínima de
cinco (5) años anteriores al deceso es exigible así se trate de
un afiliado, por tratarse de «[…] un elemento temporal
objetivo, razonable y necesario que permite deducir el
derecho a la pensión de sobrevivientes […]», debiendo existir
en ese lapso «[…] un vínculo actuante, dinámico y serio que
de cuenta de la solidaridad y acompañamiento permanente
[…]», que ante el deceso, genere la «[…] privación afectiva,
moral, económica, espiritual del otro compañero, que es lo
que la Ley quiere amparar […]».

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Radicación n.° 77327

Cita apartes de las consideraciones de las sentencias


CC C-336-2014, CSJ SL18574-2016 y CSJ SL793-2013,
conforme a las cuales la exigencia de convivencia en los
cinco (5) años anteriores a la muerte, es igualitaria para
afiliado o pensionado; que tal ha sido la interpretación
pacífica y reiterada de esta Corporación; y que ello «[…]
evidencia el desvío hermenéutico en que incurrió el
Colegiado, pues de haber realizado una recta interpretación
de la norma acusada, hubiere concluido que tanto para el
caso del afiliado como del pensionado fallecido, se requiere
acreditar […] una convivencia mínima de cinco (5) años
anteriores al deceso»

XIII. CARGO SEGUNDO

Acusa la sentencia de violar, por la vía directa, en la


modalidad de aplicación indebida, el artículo 47 de la Ley
100 de 1993, modificado por el artículo 13 de la Ley 797 de
2003, en armonía con el artículo 46 de la Ley 100 de 1993.

Sustenta el cargo con idénticos argumentos que los


expuestos en el anterior, pero acusando la indebida
aplicación de las normas que componen la proposición
jurídica y señalando cómo es su recta aplicación, en los
mismos términos en los que refirió en el primer cargo, su
recta interpretación.

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Radicación n.° 77327

XIV. RÉPLICA

Luz Stella Quiceno sostiene que la demanda adolece


de indebida representación, por cuanto, a partir de la
mayoría de edad, los demandantes no pueden ser
representados por su madre y no han otorgado poder, por lo
que no tiene validez lo actuado en el recurso extraordinario.

Señala que, del tenor literal de la norma aplicada, se


extrae que el legislador previó la exigencia de una
convivencia mínima de cinco (5) años, cuando la pensión de
sobrevivientes se causa por muerte del pensionado; que
antes de la Ley 797 de 2003, la Ley 100 de 1993
consagraba una exigencia mayor de convivencia en caso de
pensionado, justificada en el interés de evitar uniones
maritales y matrimonios fraudulentos; que el artículo 10 del
Decreto 1889 de 1994 no fue derogado ni expresa ni
tácitamente. Por último, solicita que, en sede de instancia,
de casarse la decisión, se resuelva favorablemente su
recurso de apelación, por cuanto acreditó la convivencia por
periodo superior a 5 años y hasta la muerte del afiliado.

Positiva Compañía de Seguros S.A. aduce que la


demanda incurre en un error de técnica, por cuanto la
argumentación es idéntica en ambos cargos, pese a acusar
la violación directa en dos modalidades distintas,
interpretación errónea y aplicación indebida; que en el
segundo ataque, se evidencia que la norma acusada sí era
aplicable al caso concreto, mencionando aspectos
eminentemente hermenéuticos, sin explicar las razones por

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Radicación n.° 77327

las cuales la norma no resultaba aplicable, por lo que debe


desecharse; del primer cargo, advierte que en efecto no le
correspondía ningún derecho a la interviniente, por no
cumplir con lo dispuesto en el artículo 13 de la Ley 797 de
2003, para ser beneficiaria de la prestación.

XV. CONSIDERACIONES

En la referida sentencia CC SU-149-2021, la Sala Plena


de la Corte Constitucional dispuso:

PRIMERO. REVOCAR la sentencia proferida el 25 de agosto de


2020 por la Sala de Decisión de Tutelas No. 1 de la Sala de
Casación Penal de la Corte Suprema de Justicia que negó la
protección de los derechos fundamentales al debido proceso y a
la igualdad invocados por Positiva Compañía de Seguros S.A.
En su lugar, CONCEDER el amparo promovido, por las razones
expuestas en esta providencia.

SEGUNDO. DEJAR SIN EFECTOS la sentencia del 3 de junio


de 2020, proferida por la Sala de Casación Laboral de la Corte
Suprema de Justicia, en la cual decidió no casar el fallo emitido
por la Sala Laboral del Tribunal Superior de Distrito Judicial de
Medellín el 28 de septiembre de 2016, dentro del proceso
promovido por Luz Yaned Ramírez Ruiz contra Positiva
Compañía de Seguros S.A.

TERCERO. ORDENAR a la Sala de Casación Laboral de la


Corte Suprema de Justicia que, en el término de treinta (30)
días hábiles contados a partir de la notificación de esta
providencia, profiera una nueva sentencia en la cual observe el
precedente adoptado por la Corte Constitucional, en el sentido
de que, en los términos del artículo 47, literal a) de la Ley 100
de 1993, modificado por el artículo 13 de la Ley 797 de 2003, la
convivencia mínima requerida para ostentar la calidad de
beneficiario de la pensión de sobrevivientes, tanto para el
cónyuge como para el compañero o la compañera permanente,
es de cinco (5) años, independientemente de si el causante de la
prestación es un afiliado o un pensionado.

Aduce esa Corporación, en las consideraciones de su


decisión, que esta Sala interpretó de manera «irrazonable» el

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Radicación n.° 77327

artículo 13 de la Ley 797 de 2003, en «contraposición con los


principios de igualdad y de sostenibilidad financiera del
sistema pensional que además produce resultados
desproporcionados respecto de la protección de la familia y las
finalidades de la pensión de sobrevivientes»; que desconoció
el precedente constitucional, que estima es la sentencia CC
SU-428-2016, sin cumplir con la carga de transparencia, por
no exponer que se apartaba de esa providencia, en la que
afirma se «fija una regla jurisprudencial que es aplicable al
caso», en tanto se ordenó el reconocimiento de la pensión de
sobrevivientes «una vez se constató que la compañera
permanente demostró la convivencia exigible de acuerdo con el
artículo 13 de la Ley 797 de 2003», es decir, por un mínimo
de 5 años; y, en el acápite conclusiones y órdenes para
proferir, señaló:

65. Le correspondió a la Corte analizar el amparo promovido


por Positiva S.A. contra la sentencia del 3 de junio de 2020 de
la Sala de Casación Laboral de la Corte Suprema de Justicia,
que no casó la providencia del 28 de septiembre de 2016 del
Tribunal Superior del Distrito Judicial de Medellín, por estimar
que, para ser considerado beneficiario de la pensión de
sobrevivientes en condición de cónyuge o compañero(a)
permanente supérstite del afiliado, no es exigible ningún tiempo
mínimo de convivencia. A juicio de la entidad, tal sentencia
desconoció sus derechos al debido proceso y a la igualdad, al
incurrir en violación directa de la Constitución,
desconocimiento del precedente y defecto sustantivo.

La Sala encontró que la acción de tutela cumplió todos los


requisitos generales de procedencia del amparo constitucional
contra providencias judiciales proferidas por las Altas Cortes. Al
analizar el asunto de fondo, concluyó que, en efecto, la
providencia emitida por la Corte Suprema de Justicia incurrió
en violación directa de la Constitución, desconocimiento del
precedente de la Corte Constitucional y en defecto sustantivo.

Sobre la violación directa de la Constitución, la Sala sostuvo


que se desconoció el principio de igualdad con la interpretación
del requisito de convivencia previsto en el artículo 13 de la Ley
797 de 2003. La distinción introducida por la Corte Suprema de

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Radicación n.° 77327

Justicia, al disponer que la exigencia al cónyuge o la compañera


o compañero permanente de acreditar el mínimo de cinco años
de convivencia anteriores al fallecimiento del causante solo era
aplicable cuando estos fueran pensionados, mas no en el caso
de los afiliados, no armoniza con los propósitos de la pensión de
sobrevivientes ni con los del requisito de convivencia. Así
mismo, esa diferenciación carece de una justificación objetiva
que atienda al principio de igualdad, por lo que resulta
arbitraria.

La violación directa de la Constitución también se presentó por


desconocimiento del principio de sostenibilidad financiera del
sistema pensional. Este precepto se desconoce cuando se
reconocen derechos pensionales sin el cumplimiento de los
requisitos legales vigentes. Esto ocurrió en el presente caso al
dejar en firme la providencia que ordenó el reconocimiento
pensional a la compañera permanente, pese a no demostrar la
convivencia de cinco años exigida en la ley. A esta razón se
suma, que la regla sentada por la Corte Suprema de Justicia
incrementaría en un número importante el número de personas
que se harían acreedoras de la pensión de sobrevivientes en
forma vitalicia y el pasivo pensional aumentaría en 461% según
estimaciones aportadas por el Ministerio de Hacienda en sede
de revisión. Así, al no tenerse en cuenta el requisito de
convivencia de la peticionaria con el afiliado, se omite el criterio
de distribución de recursos escasos que es necesario para evitar
una afectación desproporcionada a las finanzas del Sistema
General de Pensiones, lo que redunda en la vulneración de los
principios de universalidad y sostenibilidad financiera.

Asimismo, la Sala Plena determinó que en la decisión de la Sala


de Casación Laboral se configuró un defecto sustantivo por
interpretación irrazonable del precepto legal aplicable al caso
analizado. Sostuvo que la lectura acogida por la Corte Suprema
de Justicia partía de una hermenéutica plausible del artículo
47, literal a) de la Ley 100 de 1993, modificado por el artículo
13 de la Ley 797 de 2003. No obstante, en concordancia con lo
expuesto sobre la violación directa de la igualdad y la
sostenibilidad financiera del sistema pensional, dicha
interpretación contradecía principios constitucionales y
conducía a resultados desproporcionados respecto de la
desprotección del grupo familiar ante reclamaciones
pensionales ilegítimas y en relación con la finalidad de la
pensión de sobrevivientes, que es amparar a la familia del
fallecido.

Por último, para verificar la configuración del desconocimiento


del precedente, la Sala determinó que el precedente aplicable en
la materia es la Sentencia SU-428 de 2016. La Sala de
Casación Laboral se apartó indebidamente de esa decisión pues
no cumplió con las cargas de transparencia y suficiencia de la
argumentación. No mencionó explícitamente su apartamiento

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Radicación n.° 77327

del precedente fijado por la Corte Constitucional ni mucho


menos expuso en forma adecuada las razones por las cuales su
postura divergente garantizaba de mejor modo los principios y
valores constitucionales involucrados. Esto a pesar de que se
trataba de un fallo de unificación que determinaba, con carácter
vinculante, el contenido y alcance del derecho a la seguridad
social ante el problema jurídico materia de decisión en el asunto
de la referencia.

Resulta necesario advertir que, para esta Sala, en


ninguna interpretación irrazonable ni desproporcionada del
literal a) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003 se incurrió en
la decisión que se dejó sin efectos por la Corte
Constitucional; por el contrario, la intelección dada se
acompasa perfectamente con los supuestos establecidos en
la disposición en comento, y más aún, con la clara finalidad
del legislador al prever las condiciones para ser beneficiario
de la pensión de sobrevivientes, en calidad de cónyuge o de
compañero (a) permanente, de afiliado (a) o de pensionado
(a), y la protección de su núcleo familiar, sin que se
produzcan los resultados desproporcionados aducidos,
respecto a la finalidad de la pensión de sobrevivientes, ni que
se esté en contraposición con el principio de sostenibilidad
financiera del sistema, que valga acotar, en materia de
pensión de sobrevivientes tiene un alcance y naturaleza
distinta.

Lo anterior, si se tiene en cuenta que esta prestación,


así como la de invalidez, se financia en el sistema pensional,
no solo con los aportes de los afiliados, sino con la suma
adicional a cargo de las aseguradoras, en el régimen de
ahorro individual y; en el sistema de riesgos profesionales, la
financiación está dada por las normas propias de los

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Radicación n.° 77327

seguros, en virtud de la ocurrencia de los respectivos


siniestros, lo que no tiene la virtualidad de afectar en modo
alguno la sostenibilidad financiera del sistema pensional.

Y, en manera alguna se violentó el principio de


igualdad, en tanto que, como lo ha precisado de manera
reiterada la misma Corte Constitucional, ésta solo puede
predicarse entre iguales, y la diferenciación establecida por el
legislador, encuentra plena justificación en las discrepancias
entre uno y otro supuesto, persiguiendo una finalidad que
esa misma Corporación consideró legítima en la sentencia
CC C-1094-2003, al analizar la constitucionalidad de la
regulación que la consagra, declarando en esa oportunidad la
exequibilidad de la disposición.

Tampoco se desconoció el precedente constitucional,


pues no evidencia esta Sala un verdadero acierto en la
afirmación efectuada respecto a que, en la sentencia CC SU-
428-2016, se fijó una regla jurisprudencial aplicable al caso,
esto es, de convivencia mínima de cinco años tratándose de
muerte de pensionado o de afiliado, tema al que se hizo
referencia de manera tangencial, entre los otros que fueron
puestos a consideración del órgano de cierre constitucional,
advirtiéndose al respecto la necesidad de ser miembro del
grupo familiar del causante al momento de su muerte, y de la
convivencia real y efectiva, para lo cual se remitió al
precedente de esta Corporación, sin que esa consideración
riña con la precisión jurisprudencial que fuera invalidada.

En todo caso, tal decisión constitucional lo que hace es

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Radicación n.° 77327

adaptar las consideraciones de las providencias CC C-336-


2014 y CC C-1176-2001, como justificación de ese mínimo
tiempo de convivencia, mediante la cita de apartes que se
encuentran referidos específicamente a la protección del
pensionado y su familia, sin análisis y justificación alguna
respecto de la extensión de tales exigencias para cuando
muere un afiliado al sistema pensional, caso en el que el
legislador no previó ese mínimo; y es de ahí justamente, de
donde se deriva que, en verdad, no constituye el precedente
específicamente aplicable, ni podía dar lugar al defecto
sustantivo por su desconocimiento, ni a la imputación de
incumplimiento de las cargas de transparencia y
argumentativa, en tanto que la precisión jurisprudencial
justamente se sustentó en las consideraciones de la Corte
Constitucional en asuntos y materias que sí guardan
estrecha identidad con la que fue objeto de debate,
atendiendo particularmente a las argumentaciones
expuestas en la sentencia de constitucionalidad, que analizó
el mencionado requisito y la diferenciación legislativa legítima
prevista.

Empero, en acatamiento a lo ordenado en la sentencia


CC SU-149-2021, se casará la decisión emitida en segunda
instancia por el Tribunal, en cuanto revocó la absolución a
Positiva Compañía de Seguros, del reconocimiento y pago de
la pensión de sobrevivientes de origen laboral a la
interviniente ad excludendum Luz Stella Quiceno, en calidad
de compañera permanente del afiliado fallecido, y en su
lugar, condenó a la demandada al pago del 50% de la
prestación, indexación y costas a su favor, y modificó el

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Radicación n.° 77327

porcentaje de la pensión reconocida a los hijos del


causante, en lo demás se mantendrá incólume la decisión.

Lo anterior, por cuanto en los términos de la sentencia


de unificación que se acata, la reclamante requería una
convivencia mínima de 5 años con anterioridad a la muerte
del afiliado causante de la prestación, sin que aquella fuera
establecida en las instancias, incurriendo por tanto el
juzgador en el yerro jurídico endilgado, teniendo en cuenta
que ordenó el reconocimiento, con la acreditación de
únicamente 3 años de convivencia.

Sin costas en el recurso extraordinario.

XVI. SENTENCIA DE INSTANCIA

En sede de instancia, se remite la Sala a las


consideraciones y órdenes impartidas en la sentencia CC SU-
149-2021.

Así mismo, a fin de resolver la apelación de la


interviniente Luz Stella Quiceno, se precisa que la juez de
primera instancia, previa referencia al valor probatorio y
sana crítica del testimonio, así como a la libre formación del
convencimiento prevista en el artículo 61 del CPTSS y la
apreciación de las pruebas en el artículo 187 CPC, desestimó
la declaración de la testigo Ruth López, por cuanto «[…] no es
congruente, seria, responsiva ni mucho menos espontánea,
toda vez que observó en la diligencia esta titular que la

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Radicación n.° 77327

absolvente se mostraba poco clara en sus exposiciones,


tratando de acomodar hechos y momentos dentro de espacios
temporales distintos que se tendían a excluir»; concluyó de la
«misiva» del 7 de octubre de 2002, de la documental de folios
224, 235 y 249, y de los testimonios de María Ofelia
Gutiérrez y Javier Nicolás Morales, que la apelante y el
causante «convivieron con la intensión (sic) de permanencia y
cuidado mas no durante los 5 años que exige la norma, sino
por un término inferior a éste, pues la relación como tal tuvo
un lapso de 5 años pero no durante todo ese tiempo se dio la
convivencia».

Por su parte, en la sustentación de recurso, se


argumenta que el juez dio mayor valor a la afiliación a la
Funeraria San Vicente y a la hoja de vida del causante, de
mayo y julio de 2004, respectivamente, tomándolos como
inicio de la convivencia, cuando de ellos lo que se deriva es
que en esa época, ya la «pareja tenía el ánimo de convivencia
y permanencia como esposos»; que la prueba testimonial, en
relación con la documental analizada por el a quo, da cuenta
de la convivencia desde mayo de 2002, hasta la fecha del
fallecimiento del afiliado; y cuestiona la desestimación de la
declaración de la madre del causante.

Verificada la prueba documental aducida, encuentra la


Sala que obran en el expediente copias de contratos de
trabajo suscritos entre Luz Stella Quiceno y Nelson Javier
Echeverry, el primero de ellos con fecha de inicio el 1º de
julio de 2004 (f.º 226), cada uno acompañado de formatos
diligenciados de hoja de vida del trabajador, el de folio 227 de

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Radicación n.° 77327

la misma fecha, en ellos se anuncia como cónyuge de aquel a


Luz Stella Quiceno, y como su dirección, la que corresponde
a ésta en otros de los documentos incorporados al plenario
(f.º 237, 240, 247, entre otros).

Si bien es cierto tales instrumentos son indicativos de la


relación de pareja y conformación de una familia entre el
causante y la interviniente, en la fecha referida, no permiten
determinar la efectiva convivencia entre ellos, ni la época en
la que aquella inició. Lo mismo ocurre con el contrato de
prestación de servicios exequiales (f.º 247), del 20 de mayo de
2004, en el que se encuentra incluido el afiliado fallecido,
como esposo de la tomadora Luz Stella Quiceno. Y con el
escrito visible a folio 260, de fecha 7 de octubre de 2002, del
que tan solo se advierte la existencia de una relación de tipo
sentimental desde 6 meses atrás, mas no se desprende de
allí la convivencia en el marco de esa relación.

Allí se expresó: «Mi amor… llegaste a mi vida tan de


repente que todo en mi cambió y llegó la felicidad que siempre
había añorado. Amor son seis meses los que llevamos juntos,
son los mejores momentos que he vivido … eres una gran
dama, mujer, madre y compañera, que has estado hasta en
los momentos tanto felices como tristes de mi vida». Contrario
a lo aducido por la apelante, de la expresión «compañera»
incluida en ese contexto, no se deriva que estuviera referida a
«compañera permanente», ni la existencia de unión marital de
hecho, de convivencia efectiva y conformación de una familia,
en esa época, menos aún desde 6 meses anteriores a la
misma.

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Radicación n.° 77327

Por otra parte, del análisis de la prueba testimonial


practicada, referida en la sustentación de la alzada, tampoco
es posible establecer la convivencia mínima de 5 años en
unión marital de hecho, puesto que, si bien coinciden los
declarantes en afirmar que la mencionada convivencia inició
“en el año 2002”, esto es, María Ofelia Gutiérrez Loaiza (f.º
328 a 330), Javier Nicolás Morales Castro, e incluso, de Ruth
Morelia López Muñoz (f.º 332 a 335), en declaración que fue
desestimada por la a quo, ninguno de ellos da cuenta
siquiera, de manera aproximada, del día o cuando menos el
mes, si a principios, a mediados o a finales de ese año, o
alguna referencia que permitiera establecer la época del año
2002 en la que inició la vida en común entre Luz Stella
Quiceno y Nelson Javier Echeverry, razón por la cual, a lo
sumo podría tenerse como acreditada desde el último día de
ese año, es decir, desde el 31 de diciembre de 2002, y como
la muerte ocurrió el 21 de septiembre de 2007, se concluiría
que solo fueron acreditados un total de 4 años 8 meses y 22
días, tiempo inferior al mínimo de 5 años requerido conforme
a la sentencia CC SU-149-2021 a la que se está dando
cumplimiento.

Lo anterior sin contar con que, en ninguna de esas


declaraciones se verifica espontánea ni precisa la afirmación
respecto al momento en el que inició la convivencia. Para la
Sala resulta extraño que la testigo María Ofelia afirmara
haber conocido al afiliado como esposo de Stella Quiceno en
el año 2002, cuando llegó a vivir como vecina de ellos, que en
el año 2004 él empezó a trabajar en el taxi de propiedad de la

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Radicación n.° 77327

interviniente, pero que no recuerde el año en el que aquél


falleció, máxime tratándose de una época más cercana a la
fecha de recepción de la declaración, respecto a las otras
fechas por ella referidas, es decir, no recordó en qué año
murió el afiliado pero si en qué año empezó la convivencia, lo
que resta credibilidad a la espontaneidad de sus dichos.

Javier Nicolás, afirmó que conoció al causante en el


año 2002 como esposo de Stella, que aquel en ese entonces
era vigilante y después empezó a trabajar con los carros de
ella, que «al ser el esposo de ella vivía y trabajaba con ella»,
sin embargo, las pruebas documentales y demás testimonios,
permiten inferir que Nelson Javier Echeverry empezó a
trabajar con Luz Stella Quiceno en el año 2004, siendo así,
se observa inconsistencia entre unas y otras afirmaciones,
esto por cuanto habría de esclarecerse en este punto, si todo
el tiempo que fue su esposo el causante trabajó con Luz
Stella Quiceno, y en ese orden, si la convivencia inició en
2004 y no en 2002, como se afirmó.

Resulta vaga e imprecisa la razón que dio este testigo de


su dicho, cuando se le interrogó respecto a por qué
recordaba con exactitud que fue en el año 2002 que conoció
a Nelson Echeverry, pues contestó «Porque yo vivo en la
comuna 13 y en ese entonces fue la guerra dura en la comuna
13 y yo había veces que me debía quedar hospedado allá a
donde doña ESTELLA»; lo anterior, teniendo en cuenta que, el
escenario álgido de guerra y conflicto en la Comuna 13 de
Medellín tuvo lugar entre los años 2001 y 2003, tal como da
cuenta el informe del Grupo de Memoria Histórica de la

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Radicación n.° 77327

Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación


(https://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/in
formes2011/
informe_comuna13_la_huella_invisible_de_la_guerra.pdf), sin
que a partir de tal referencia resulte posible ubicarse de
manera acertada y precisa, en un año y época específica,
como aquí se requería.

Finalmente, advierte la Sala que, aunque la testigo Ruth


Morelia López Muñoz sea la madre del causante, y esa
calidad le permitiera cercanía con el mismo y la hiciera
presuntamente conocedora de los pormenores de su
situación familiar, según las afirmaciones propias del
recurrente en la sustentación de la apelación, que si bien son
plausibles, no son necesarias, pues varían de acuerdo al tipo
de relación familiar, tales circunstancias no resultan
concluyentes en cuanto a la valoración del testimonio, la
veracidad de sus dichos, la credibilidad de la testigo, que en
este caso fue desestimada por la a quo, con argumentos que
a juicio de la Sala resultan válidos, si se tiene en cuenta que,
en virtud del principio de inmediación en la práctica de las
pruebas, fue justamente la juez quien escuchó a la testigo, y
pudo percibir y observar en su exposición esa falta de
claridad y de espontaneidad, que la llevó a restar credibilidad
a sus afirmaciones, y dar mayor peso a las otras pruebas
practicadas, para arribar a la convicción de la insuficiencia
del tiempo de convivencia establecido en el proceso, para la
procedencia de la pretensión a favor de la interviniente; y, en
todo caso, se observa la misma imprecisión en esa
declaración, advertida ya respecto de los otros testigos, y es

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Radicación n.° 77327

que, no se determina ni es posible determinar en forma


alguna, la época del año 2002 en la que presuntamente inició
la convivencia.

Corolario de lo expuesto, no es posible tener por


acreditada la convivencia mínima de 5 años hasta la
muerte, razón por la cual, se confirmará el numeral quinto
de la sentencia de primera instancia, así como la condena
en costas a cargo de Luz Stella Quiceno y a favor de la
demandada Positiva, y el reconocimiento del 100% de la
prestación a favor de los hijos del afiliado.

Igualmente, con ocasión de lo anterior, pese a que se


mantuvo en lo demás la decisión del Tribunal, que modificó
el valor liquidado por concepto de retroactivo pensional a
favor de los hijos del causante y hasta su mayoría de edad,
con la advertencia de que tendrían derecho a percibir la
prestación hasta cuando subsistan las causas que la
generaron, dejando condicionado el pago entre los 18 y los
25 años a la acreditación del requisito de estudios de
conformidad con lo señalado en la Ley 1574 de 2012, como
fue liquidado sobre la base del 50% del valor total de la
pensión, equivalente a un salario mínimo legal mensual
vigente para cada anualidad, se hace necesario modificar el
cálculo de tal retroactivo, tomando el 100% del valor de la
mesada pensional para los hijos, en igual proporción para
cada uno, a partir del 21 de septiembre de 2007, que para
L. M. E. R. hasta el 17 de junio de 2010, fecha en la que se
extinguió su derecho, asciende a la suma de $9.082.036, y
para M. A. E. R., acrecentada a partir del 18 de junio de

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Radicación n.° 77327

2010 y hasta el 25 de enero de 2015, asciende a


$46.267.496, como se aprecia en los siguientes cuadros:

Sin costas en las instancias.

XVII. DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de


Justicia, Sala de Casación Laboral, administrando justicia
en nombre de la República y por autoridad de la ley, CASA
la sentencia proferida el veintiocho (28) de septiembre de
dos mil dieciséis (2016), por la Sala Laboral del Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Medellín, en el proceso
ordinario laboral promovido por LUZ YANED RAMÍREZ
RUIZ, en representación de sus hijos, hoy mayores de edad,
LAURA MARÍA ECHEVERRY RAMÍREZ y MANUEL
ALEJANDRO ECHEVERRY RAMÍREZ, contra POSITIVA
COMPAÑÍA DE SEGUROS S.A., al que fue vinculada como

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

interviniente ad excludendum LUZ STELLA QUICENO, en


cuanto a que, condenó al reconocimiento y pago de la
pensión de sobrevivientes en un 50%, indexación y costas a
favor de esta última, y modificó el porcentaje de la
prestación reconocido a los hijos del causante, en lo demás,
se mantiene incólume la decisión.

En sede de instancia, resuelve:

PRIMERO: CONFIRMAR el numeral QUINTO de la


sentencia proferida el ocho (8) de septiembre de dos mil
quince (2015) por el Juzgado Sexto Laboral de
Descongestión del Circuito de Medellín.

SEGUNDO: MODIFICAR el numeral TERCERO de la


sentencia apelada, en cuanto a que el retroactivo causado
hasta el cumplimiento de la mayoría de edad, a favor de
Laura María Echeverry Ramírez asciende a nueve millones
ochenta y dos mil treinta y seis pesos ($9.082.036), y a
favor de Manuel Alejandro Echeverry Ramírez a cuarenta y
seis millones doscientos sesenta y siete mil cuatrocientos
noventa y seis pesos ($46.267.496), dejándose condicionado
el reconocimiento y pago de la pensión entre los 18 y los 25
años, a la acreditación del requisito de estudios conforme a
lo previsto en la Ley 1574 de 2012. Se confirma en lo
demás.

Costas como se dijo en la parte motiva.

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36
Radicación n.° 77327

Notifíquese, publíquese, cúmplase y devuélvase el


expediente al tribunal de origen.

OMAR ANGEL MEJÍA AMADOR 


Presidente de la Sala 
ACLARO VOTO
 
 
 
GERARDO BOTERO ZULUAGA 
ACLARO VOTO
 

 
FERNANDO CASTILLO CADENA 
 ACLARO VOTO

AUSENCIA JUSTIFICADA
LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ 

 
IVAN MAURICIO LENIS GÓMEZ 
 ACLARO VOTO

  
 
 
JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN 
ACLARO VOTO

SCLAJPT-10 V.00
37
Radicación n.° 77327

ACLARACIÓN DE VOTO

JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN


Magistrado ponente

Radicación n.° 77327

LUZ YANED RAMÍREZ RUIZ y otros contra


POSITIVA COMPAÑÍA DE SEGUROS S.A., interviniente
LUZ STELLA QUICENO.

De conformidad con lo manifestado en la sesión en la


que se debatió el asunto de la referencia, nos permitimos
aclarar el voto respecto de la decisión adoptada, toda vez
que esta providencia se profirió única y exclusivamente en
acatamiento de lo dispuesto en el fallo CC SU-149-2021,
proferido por la Sala Plena de la Corte Constitucional.

En torno a la fuerza vinculante del precedente


constitucional, es menester recordar lo asentado por esta
Sala, de manera unánime, en sentencia CSJ SL1938- 2020.
La Corte Constitucional ha definido el precedente judicial
como aquel antecedente del conjunto de sentencias previas
al caso que se habrá de resolver y que, por su pertinencia
para la resolución de un problema jurídico constitucional,
debe considerar necesariamente un juez o una autoridad
determinada al momento de dictar sentencia.

SCLAJPT-10 V.00
38
Radicación n.° 77327

Asimismo, ha precisado que su precedente tiene fuerza


vinculante, puesto que no existe duda respecto a que la
jurisprudencia es una fuente formal del derecho y la
hermenéutica que elaboran las autoridades judiciales que
poseen la facultad de unificarla y otorgar comprensiones a
normas superiores, precisamente contribuye a determinar
el alcance de disposiciones jurídicas y a desarrollar
principios básicos del Estado Constitucional, como el de
seguridad jurídica; además, permite materializar el respeto
de los principios de la igualdad, la supremacía de la Carta
Política, el debido proceso y la confianza legítima (C-539-
2011).

No obstante, también ha diferenciado entre las


decisiones derivadas del control abstracto de
constitucionalidad, es decir, aquellos fallos que determinan
el contenido y alcance de la normativa superior, y el
precedente en vigor, esto es, el que deriva de las
providencias de acciones de tutela.

El primero tiene una fuerza vinculante especial y


obligatoria en razón de sus efectos erga omnes y su
desconocimiento significa una trasgresión a las
disposiciones de la Constitución Política (C-083-1995,
C836-2001, C-335-2008 y C-539-2011); mientras que el
segundo, aunque también tiene fuerza vinculante, le
permite al juez apartarse de sus postulados, siempre que
cumpla con el deber de trasparencia y argumentación
suficiente, en armonía con los derechos y los principios

SCLAJPT-10 V.00
39
Radicación n.° 77327

constitucionales; ello, debido a los efectos inter partes que


produce la jurisprudencia en estos casos (SU611-2017).

En este contexto, teniendo en cuenta que los


principios constitucionales no son absolutos y que su
aplicación debe ser proporcional –a fin de no quebrantar
otros bienes jurídicos superiores valiosos para los
individuos y la sociedad-, respecto de la sentencia de
unificación proferida por la Corte Constitucional, CC SU-
428-2016, citada como sustento del defecto sustantivo en el
que supuestamente incurrió esta Sala, según se concluyó
en el fallo que dejó sin efecto la decisión inicialmente
proferida al desatar el recurso de casación en este asunto,
la Sala considera oportuno reiterar, que allí no se fijó en
forma alguna una regla jurisprudencial aplicable al caso,
esto es, de convivencia mínima de cinco años tanto
tratándose de muerte de pensionado como de afiliado.

En esa decisión, la convivencia fue tratada de forma


tangencial y general, junto con la necesidad de ser miembro
del grupo familiar del causante, al momento de la muerte, así
como de convivencia real y efectiva y, en todo caso,
remitiéndose al precedente de esta Corporación, empero, a
más de considerar la condición de beneficiaria de la
prestación de la accionante, por la acreditación de la
convivencia durante más de 5 años con anterioridad a la
muerte del causante, no se efectuó allí ningún tipo de
razonamiento, intelección o precisión, respecto a la correcta
hermenéutica de lo dispuesto en el literal a) del art. 13 de la
Ley 797 de 2003, y a la falta de validez constitucional de la

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

diferenciación contenida en esa disposición.

En esa sentencia de unificación tan solo se adaptan la


consideraciones de las providencias CC C-336-2014 y CC C-
1176-2001, como justificación de ese mínimo tiempo de
convivencia, mediante la cita de apartes que se encuentran
referidos específicamente a la protección del pensionado y su
familia, sin análisis y sustento alguno respecto a la extensión
de tales exigencias para cuando muere un afiliado al sistema
pensional, caso en el que el legislador no previó ese mínimo,
por lo que no constituye el precedente aplicable, que diera
lugar al defecto sustantivo por su desconocimiento.

Ahora, la precisión jurisprudencial contenida en la


sentencia CSJ SL1730-2020, justamente se sustentó en las
consideraciones de la Corte Constitucional en asuntos y
materias que sí guardan estrecha identidad con la que fue
objeto de debate, atendiendo particularmente a las
argumentaciones expuestas en la sentencia de
constitucionalidad, que analizó el mencionado requisito y la
diferenciación legislativa legítima prevista (CC C-1094-2003),
a la norma superior pertinente (art. 48 CN), la exposición de
motivos del literal a) del art. 13 de la Ley 797 de 2003, y a
otras decisiones constitucionales, que igualmente soportaron
la revisión de la hermenéutica dada a la disposición objeto de
debate, así:

El Sistema de Seguridad Social Integral propende por la


obtención de condiciones de vida dignas, mediante la protección
de las contingencias que afectan a las personas y a la
comunidad. En armonía con lo dispuesto en el art. 48 de la
Constitución Política, la seguridad social es un servicio público

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

obligatorio, que se presta en los términos y condiciones


previstas en la ley, con sujeción a los principios de eficiencia,
universalidad y solidaridad; de ella, hace parte el Sistema
General de Pensiones, instituido con la finalidad específica de
amparar de las contingencias derivadas de la vejez, la invalidez
y la muerte.

Tal como lo recordó el Tribunal, para definir el contenido


constitucional del derecho a la pensión de sobrevivientes, la
Corte Constitucional ha desarrollado una serie de principios,
condensados en la sentencia CC C-1035-2008, así:
 
1. Principio de estabilidad económica y social para los allegados
del causante: Desde esta perspectiva, ha dicho la Corte que “la
sustitución pensional responde a la necesidad de mantener para
su beneficiario, al menos el mismo grado de seguridad social y
económica con que contaba en vida del pensionado fallecido, que
al desconocerse puede significar, en no pocos casos, reducirlo a
una evidente desprotección y posiblemente a la miseria”
 
2. Principio de reciprocidad y solidaridad entre el causante y sus
allegados: En el mismo sentido, la Corte ha concluido que la
sustitución pensional busca impedir que sobrevenida la muerte
de uno de los miembros de la pareja, el otro se vea obligado a
soportar individualmente las cargas materiales y espirituales,
por lo cual “el factor determinante para establecer qué persona
tiene derecho a la sustitución pensional en casos de conflicto
entre el cónyuge supérstite y la compañera o compañero
permanente es el compromiso de apoyo afectivo y de
comprensión mutua existente entre la pareja al momento de la
muerte de uno de sus integrantes[”
 
3. Principio material para la definición del beneficiario: En la
sentencia C-389 de 1996
 
“(...) la legislación colombiana acoge un criterio material -esto es
la convivencia efectiva al momento de la muerte- como elemento
central para determinar quien (sic) es el beneficiario de la
sustitución pensional, por lo cual no resulta congruente con esa
institución que quien haya procreado uno o más hijos con el
pensionado pueda desplazar en el derecho a la sustitución
pensional a quien efectivamente convivía con el fallecido”

Por otra parte, al analizar la constitucionalidad del aparte de la


disposición que ocupa la atención de la Sala, en la sentencia CC
C-1094-2003, la referida Corporación señaló:

2.3. Requisitos y beneficiarios de la pensión de


sobrevivientes

Esta Corporación se ha pronunciado acerca de la finalidad y


legitimidad de los requisitos de índole temporal o personal que

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

señale el legislador para el reconocimiento de la pensión de


sobrevivientes. Según lo expuesto en la sentencia C-1176 de
2001, es razonable suponer que las exigencias consignadas
en los artículos demandados buscan la protección de los
intereses de los miembros del grupo familiar del
pensionado que fallece, ante la posible reclamación
ilegítima de la pensión por parte de individuos que no
tendrían derecho a recibirla con justicia. Igualmente
suponer que el señalamiento de exigencias pretende favorecer
económicamente a matrimonios y uniones permanentes de
hecho que han demostrado un compromiso de vida real y
con vocación de permanencia; también se ampara el
patrimonio del pensionado, de eventuales maniobras
fraudulentas realizadas por personas que sólo persiguen
un beneficio económico con la sustitución pensional. Por
esto, dijo la Corte, con el establecimiento de tales requisitos
se busca desestimular la ejecución de conductas que
pudieran dirigirse a obtener ese beneficio económico, de
manera artificial e injustificada.
 
La jurisprudencia constitucional ha resaltado también que el
artículo 48 de la Constitución otorga un amplio margen de
decisión al legislador para configurar el régimen de la seguridad
social.
 
En ejercicio de esta atribución y de acuerdo con las disposiciones
demandadas, las cuales guardan una estrecha relación material
entre sí, el legislador distingue entre requisitos exigidos en
relación con las condiciones de causante al momento de su
fallecimiento (art. 12) y calidades de los beneficiarios de la
pensión de sobrevivientes (art. 13).

[…]

2.5. Constitucionalidad del artículo 13 de la Ley 797


 
Los literales a) y b) del artículo 13 en referencia consagran las
condiciones para que el cónyuge o compañero o compañera
permanente supérstite sea beneficiario de la pensión de
sobrevivientes. De ellas, los accionantes impugnan tres aspectos
en particular: i) el requisito de convivencia con el fallecido por
no menos de 5 años continuos con anterioridad a su
muerte; ii) el reconocimiento en forma vitalicia o en forma
temporal del derecho a la pensión de sobrevivientes, en
consideración a la edad del cónyuge o compañero supérstite;
y iii) el reconocimiento en forma vitalicia o en forma temporal
del derecho a la pensión de sobrevivientes, en consideración al
hecho de haber tenido hijos o no con el causante.
 
Como se indicó, el legislador, de acuerdo con el ordenamiento
constitucional, dispone de una amplia libertad de configuración
frente a la pensión de sobrevivientes. Además, según lo tiene

SCLAJPT-10 V.00
43
Radicación n.° 77327

establecido esta Corporación, el señalamiento de exigencias de


índole personal o temporal para que el cónyuge o compañero
permanente del causante tengan acceso a la pensión de
sobrevivientes “constituye una garantía de legitimidad y justicia
en el otorgamiento de dicha prestación que favorece a los demás
miembros del grupo familiar”.
 
En relación con los cargos formulados, la Corte encuentra que, en
principio, la norma persigue una finalidad legítima al fijar
requisitos a los beneficiarios de la pensión de sobrevivientes, lo
cual no atenta contra los fines y principios del sistema. En
primer lugar, el régimen de convivencia por 5 años sólo se
fija para el caso de los pensionados y, como ya se indicó,
con este tipo de disposiciones lo que se pretende es evitar
las convivencias de última hora con quien está a punto de
fallecer y así acceder a la pensión de sobrevivientes.
 
Además, según el desarrollo de la institución dado por el
Congreso de la República, la pensión de sobrevivientes es
asignada, en las condiciones que fija la ley, a diferentes
beneficiarios (hijos, padres y hermanos inválidos). Por ello, al
establecer este tipo de exigencias frente a la duración de la
convivencia, la norma protege a otros posibles beneficiarios de la
pensión de sobrevivientes, lo cual está circunscrito dentro del
ámbito de competencia del legislador al regular el derecho a la
seguridad social. (Subraya y negrilla fuera de texto)

Para la Sala, dada la nueva revisión del alcance de la norma


acusada, las anteriores consideraciones deben permanecer
incólumes, ante lo expuesto por la misma Corte Constitucional
en la sentencia CC C-336-2014, aducida por la censura, en la
que tangencialmente equiparó el requisito de convivencia
mínima, en el caso de afiliado y pensionado, y acto seguido citó
la sentencia CC C-1176-2001 y la anteriormente referida, en
cuanto al límite temporal exigido a los beneficiarios del
pensionado y su legítimo fin; empero, el análisis de
constitucionalidad efectuado se encontraba dirigido en esa
oportunidad, a otros supuestos contenidos en la norma, esto es,
el aparte final del último inciso del literal b) del art. 13 de la Ley
797 de 2003, por lo que no tiene la virtualidad de modificar lo
considerado en la sentencia CC C-1094-2003, además de no
constituir el objeto de este recurso.

Y es que, de la redacción del precepto legal, se itera, el literal a)


del art. 13 de la Ley 797 de 2003, que modificó el art. 47 de la
Ley 100 de 1993, se advierte con suma claridad y contundencia
que la exigencia de un tiempo mínimo de convivencia de 5 años
allí contenida, se encuentra relacionada únicamente al caso en
que la pensión de sobrevivientes se causa por muerte del
pensionado; una intelección distinta, comporta la variación de
su sentido y alcance, toda vez que, no puede desconocerse tal

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44
Radicación n.° 77327

distinción, que fue expresamente prevista por el legislador en la


norma acusada, así:

Son beneficiarios de la pensión de sobrevivientes:

a) En forma vitalicia, el cónyuge o la compañera o compañero


permanente o supérstite, siempre y cuando dicho beneficiario, a
la fecha del fallecimiento del causante, tenga 30 o más años de
edad. En caso de que la pensión de sobrevivencia se cause
por muerte del pensionado, el cónyuge o la compañera o
compañero permanente supérstite, deberá acreditar que estuvo
haciendo vida marital con el causante hasta su muerte y haya
convivido con el fallecido no menos de cinco (5) años continuos
con anterioridad a su muerte; (subraya y negrilla fuera de texto)

Adicionalmente, en la exposición de motivos de la Ley 797 de


2003, cuando se procedió a la sustentación de los preceptos del
proyecto de ley, en lo concerniente al artículo 17
«BENEFICIARIOS DE LA PENSIÓN DE SOBREVIVIENTES», se
precisó que “Se regulan los beneficiarios de la pensión de
sobrevivientes estableciendo uniformidad entre los regímenes de
prima media y de ahorro individual con solidaridad.
Adicionalmente se establece que el cónyuge o compañero
permanente debe haber convivido con el pensionado por lo
menos cuatro años antes de fallecimiento con el fin de
evitar fraudes” (subraya y negrilla fuera de texto).

Desde la expedición de la Ley 100 de 1993, ha sido clara la


intención del legislador al establecer una diferenciación entre
beneficiarios de la pensión de sobrevivientes por la muerte de
afiliados al sistema no pensionados, y la de pensionados, esto
es, la conocida como sustitución pensional, previendo como
requisito tan solo en este último caso, un tiempo mínimo de
convivencia, procurando con ello evitar conductas fraudulentas,
«convivencias de última hora con quien está a punto de fallecer y
así acceder a la pensión de sobrevivientes», por la muerte de
quien venía disfrutando de una pensión.

La evidente y contundente distinción efectuada por el legislador


en el precepto que se analiza, comporta una legítima finalidad,
que perfectamente se acompasa con la principal de la
institución que regula, la protección del núcleo familiar del
asegurado o asegurada que fallece, que puede verse afectado
por la ausencia de la contribución económica que aquel o
aquella proporcionaba, bajo el entendido de la ayuda y soporte
mutuo que está presente en la familia, que ya sea constituida
por vínculos naturales o jurídicos, que en todas sus
modalidades se encuentra constitucionalmente protegida, como
núcleo esencial de la sociedad (art. 42 CN).

En este punto resulta necesario precisar, que conforme al


análisis hasta aquí efectuado, de lo dispuesto en el literal a)

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Radicación n.° 77327

del art. 13 de la Ley 797 de 2003, para ser considerado


beneficiario de la pensión de sobrevivientes, en condición de
cónyuge o compañero o compañera permanente supérstite del
afiliado al sistema que fallece, no es exigible ningún tiempo
mínimo de convivencia, toda vez que con la simple acreditación
de la calidad exigida, cónyuge o compañero (a), y la
conformación del núcleo familiar, con vocación de permanencia,
vigente para el momento de la muerte, se da cumplimiento al
supuesto previsto en el literal de la norma analizado, que da
lugar al reconocimiento de las prestaciones derivadas de la
contingencia, esto es, la pensión de sobrevivientes, o en su
caso, la indemnización sustitutiva de la misma o la devolución
de saldos, de acuerdo al régimen de que se trate, y el
cumplimiento de los requisitos para la causación de una u otra
prestación.

[…]

Con lo anterior, la Sala fija el verdadero alcance de la


disposición acusada, a la luz del precepto constitucional de
favorabilidad, in dubio pro operario, esto es, que la convivencia
mínima de cinco (5) años, en el supuesto previsto en el literal a)
del art. 13 de la Ley 797 de 2003, solo es exigible en caso de
muerte del pensionado.

Por último, se precisa que, aunque aparentemente la


diferenciación implícita en la disposición analizada surge
discriminatoria, a la luz de lo dispuesto en el art. 13 de la CN
ello no puede entenderse así, por cuanto la igualdad solo puede
predicarse entre iguales, debiendo justamente establecerse para
salvaguardar ese principio, la diferencia de trato entre
desiguales.

En este caso, el elemento diferenciador lo constituye la


condición en la que se encuentra el asegurado causante de la
prestación, de un lado, el afiliado que está sufragando el seguro
para cubrir los riesgos de invalidez, vejez y muerte, que no tiene
un derecho pensional consolidado, pero se encuentra en
construcción del mismo, y para dejar causada la pensión de
sobrevivientes requiere el cumplimiento de una densidad
mínima de cotizaciones prevista en la ley.

Por otra parte, el pensionado, que con un derecho consolidado,


deja causada la prestación a los miembros de su núcleo familiar
con el solo hecho de la muerte, circunstancia en la que adquiere
relevancia la exigencia de un mínimo de tiempo de convivencia,
se itera, para evitar fraudes al sistema pensional, proteger su
núcleo familiar de reclamaciones artificiosas y contener
conductas dirigidas a la obtención injustificada de beneficios
económicos del Sistema, cuya sostenibilidad debe
salvaguardarse de tales actuaciones, precisamente para que sea
posible el cumplimiento de los fines para los cuales fue previsto.

SCLAJPT-10 V.00
46
Radicación n.° 77327

Se mantiene la Sala en las consideraciones expuestas


en la sentencia que fue dejada sin efecto por la Corte
Constitucional, y que ahora se reemplaza en cumplimiento
de la sentencia CC SU-149-2021, criterio reiterado en las
sentencias CSJ SL2820-2021, CSJ SL1905-2021, CSJ
SL3626-2020, entre otras, por considerar que dicho criterio
jurisprudencial fijado por esta Corporación respecto a la
debida intelección del literal a) del art. 13 de la Ley 797 de
2003, resulta completamente razonable, ajustada al principio
de igualdad y al espíritu de la ley, no contraría la
sostenibilidad financiera del sistema pensional, ni produce
efectos desproporcionados en la protección a la familia, y
tampoco desconoce el precedente constitucional, como en
nuestro sentir, equivocadamente lo valoró la Corte
Constitucional.

En los anteriores términos dejamos consignada


nuestra aclaración de voto.

Fecha ut supra

OMAR ANGEL MEJÍA AMADOR 


Presidente de la Sala 
 
 
 
GERARDO BOTERO ZULUAGA 
 

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

 
FERNANDO CASTILLO CADENA 
 
 

AUSENCIA JUSTIFICADA
LUIS BENEDICTO HERRERA DÍAZ 

  
  
 
 
JORGE LUIS QUIROZ ALEMÁN 

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

ACLARACIÓN DE VOTO

Demandante: Luz Yaned Ramírez Ruiz y Otros


Demandado: Positiva Compañía de Seguros S.A.
Radicación: 77327
Magistrado ponente: Jorge Luis Quiroz Alemán.

Como lo expresé en la sesión en la que se debatió el asunto


y lo he planteado en oportunidades anteriores, me aparto de las
consideraciones de la mayoría cuando pese a dar cumplimiento
al fallo CC SU-149-2021, reitera que para ser beneficiario de la
pensión de sobrevivientes de la Ley 797 de 2003, en calidad de
cónyuge, compañero o compañera permanente supérstite de la
persona afiliada que fallece, no es exigible ningún tiempo
mínimo de convivencia.

Las razones de mi disenso las dejé consignadas con


ocasión de la sentencia SL1730-2020, de 30 de junio de 2020 y
que en esta ocasión reitero, las cuales transcribo a
continuación:

El cambio de jurisprudencia se fundó en los siguientes


argumentos: (i) la garantía de los principios establecidos por la
jurisprudencia constitucional en materia de pensión de
sobrevivientes (C-1035-2008); (ii) que dicha corporación a través
de la sentencia C-1094-2003 precisó que la convivencia solo se
fijó para el caso de pensionados a fin de evitar convivencias de
última hora con quien está a punto de fallecer, y si bien en la
decisión C-336-2014 se equiparó tangencialmente el requisito de
convivencia mínima entre afiliado y pensionado, no modificó lo
que aquella estableció previamente, pues su estudio se enmarcó
en el supuesto regulado en el apartado final del último inciso del
literal b) del artículo 13 de la Ley 797 de 2003; (iii) en la
exposición de motivos de dicha ley se hizo alusión únicamente a
la convivencia en el caso de pensionados para evitar fraudes; (iv)
el extender la convivencia a los casos de afiliados sería variar el
sentido y alcance de la norma; (v) las uniones familiares
constituidas por vínculos naturales o jurídicos no están sujetas a

SCLAJPT-10 V.00
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Radicación n.° 77327

una convivencia mínima, de modo que solo se requiere acreditar


la calidad de cónyuge y ‘la conformación del núcleo familiar, con
vocación de permanencia, vigente para el momento de la muerte’;
(vi) el Decreto 1889 de 1994, en especial su artículo 10, continúa
rigiendo en vigencia de la Ley 797 de 2003, y (vii) no se
transgrede el principio de igualdad al exigir dicho requisito solo
para casos de pensionados.

Pues bien, respecto a dichos argumentos me permito manifestar


lo siguiente:

(i) y (ii) El cambio jurisprudencia no responde a los principios que


le dan contenido, alcance y finalidad a la pensión de
sobrevivientes ni se ajusta a la jurisprudencia constitucional
vigente

La jurisprudencia de la Sala ha defendido que la causación del


derecho pensional no solo ocurre si el afiliado satisface el número
de semanas exigido en la ley, sino, de forma prevalente, cuando
entre el (la) cónyuge o compañero (a) permanente existió una
verdadera convivencia de vida.

Así, se había adoctrinado que tal presupuesto brindaba los


insumos fácticos para determinar que la pareja decidió
conformar un proyecto de vida común, en el que ambos
centraban sus esfuerzos físicos y mentales en la construcción de
bienes jurídicos para enfrentar las contingencias de la vida, tales
como los efectos económicos y afectivos que puede generar la
muerte de uno de ellos. Hasta hoy, no había discusión acerca
que la convivencia «es el elemento central y estructurador del
derecho» (CSJ SL1399-2018).

A través del fallo que discrepo, la Corte se aleja de esta


fundamentación teórica y, si bien en su argumento parece
sostener una armonía con la jurisprudencia de la Corte
Constitucional, en realidad no lo es así.

En primer lugar, los principios que condensa la jurisprudencia


constitucional son: (i) estabilidad económica y social para los
allegados del causante; (ii) reciprocidad y solidaridad entre el
causante y sus allegados, y (iii) el material para la definición del
beneficiario. En ese sentido, nótese que absolutamente todos se
realizan, optimizan y maximizan en «el compromiso de apoyo
afectivo y de comprensión mutua existente entre la pareja», factor
determinante que no podría configurarse en un concepto distinto
que el de la convivencia, tal como de hecho lo fija de forma
textual la definición del último mandato –material-: «la
convivencia efectiva al momento de la muerte».

De modo que la decisión mayoritaria es contradictoria, pues


alude a principios que son transversales al presupuesto de
convivencia.

SCLAJPT-10 V.00
50
Radicación n.° 77327

En segundo lugar, contrario a lo que sugiere la Sala, en la


sentencia CC C-1094-2003 no se resolvió en estricto rigor la
problemática jurídica concerniente a si la convivencia debe
exigirse únicamente al pensionado y no al afiliado. Téngase en
cuenta que en esa oportunidad los cargos formulados argüían
que la norma era inconstitucional pues exigía un requisito de
convivencia pura y simple y ello la hacía más gravosa que las
reglas previstas en la legislación civil para conformar una unión
familiar matrimonial o de hecho.

A raíz de lo anterior, la Corte Constitucional señaló que [debía]


partir de la literalidad de la norma e indicar que tal requisito
perseguía una finalidad legítima en tanto pretendía evitar
fraudes al sistema, pero no efectuó reflexión alguna acerca de si
la no exigencia de convivencia en el caso de los afiliados se
ajustaba o no a los propósitos de la ley de seguridad social.

De modo que la referencia a que la convivencia solo se fijó para


pensionados fue, a lo sumo, un dicho de paso en el fallo -obiter
dictum- que no constituye su razón principal -ratio decidendi- ni
puede establecerse como un precedente estrictamente obligatorio
en ese tema.

Ahora, tal precisión no es novedosa, pues ya había sido


advertida por esta Corporación en la sentencia CSJ SL5046-
2018, en la que explicó:

“(...) esa realidad no puede verse alterada por lo dispuesto en la


sentencia de la Corte Constitucional C 1094 de 2003, como se
alega en el tercer cargo, pues allí nunca se estableció la regla
jurídica reivindicada por la censura, con fuerza de cosa juzgada
constitucional, en virtud de la cual el presupuesto de la
convivencia es exigible únicamente en los casos de fallecimiento
del pensionado, pues, por el contrario, allí se destacó la libertad
con la que cuenta el legislador para determinar quiénes son los
beneficiarios de la pensión de sobrevivientes y qué requisitos le
son exigibles, entre otros, el de un tiempo mínimo de
convivencia”.

Y en contraste, nótese que en la sentencia C-336-2014 la Corte


Constitucional indicó expresamente que:

“La pensión de sobrevivientes prevista para los regímenes de


prima media y de ahorro individual persigue la protección del
núcleo familiar del afiliado o pensionado que fallece, frente a las
adversidades económicas ocasionadas con su muerte. Es por ello
que el Legislador, como mecanismo de protección a los miembros
del grupo familiar, instituyó el requisito de la convivencia durante
los últimos cinco años anteriores a la muerte para el compañero o
cónyuge supérstite [...]” (subrayo).

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Y más recientemente, en la sentencia C-34-2020 la [Corte


Constitucional] lo precisó así:

“De otro lado, los miembros de la familia del afiliado o


pensionado fallecido deben acreditar la condición de
beneficiarios legales. [...]

“A su vez, el legislador estableció unos límites en cada uno de los


tipos de beneficiarios de la mencionada prestación, como fue el
requisito de convivencia en caso de los esposas o esposos así
como compañeros o compañeras permanentes, la fijación de una
edad límite de los hijos e hijas junto con condiciones de estudio,
la exigencia de dependencia económica para los padres y la
calidad de inválido del hermano. En Sentencia C-066 de 2016,
se sintetizaron el orden y requisitos de acceso de la siguiente
manera:
 
“a) Cónyuge o compañero o compañera permanente o supérstite,
de forma vitalicia o permanente dependiendo de la edad (30
años), si procrearon hijos e hicieron vida marital con el causante
hasta su muerte y no menos de cinco (5) años continuos con
anterioridad a su muerte; [...] (resaltado agregado).

“Aunque ninguna de las providencias mencionadas tuvo como eje


temático central el que se discutió en la sentencia de la que me
aparto, es claro que la jurisprudencia constitucional, a la par de
la de esta Sala de la Corte, era coincidente en que el requisito de
convivencia debía exigirse tratándose de un causante afiliado o
pensionado, y así puede advertirse en otras decisiones (CC T-
128-2016 y T-017-2018)”.

(iii) y (iv) Alcance de la norma a partir de los antecedentes


legislativos y su literalidad

En mi opinión, el hecho que en la exposición de motivos de la Ley


797 de 2003 se manifestara que el requisito de convivencia
procuraba evitar fraudes, en modo alguno excluye esa exigencia
en el caso de los afiliados.

En efecto, si bien de esa finalidad legislativa -evitar fraudes- no


escapan los casos en que el causante era afiliado del sistema, el
objetivo del legislador fue el establecimiento de un requisito que
permitiera determinar que el beneficiario del derecho ha sufrido
las afecciones materiales e inmateriales propias de un proyecto
de vida común, estable y duradero.

Justamente ese fue el enfoque que imprimió la Corte


Constitucional en la citada sentencia C-1094-2003, que al
amparo de las consideraciones de la decisión C-1176-2002,
explicó que la imposición de los requisitos de semanas y
convivencia buscaban “la protección de los intereses de los
miembros del grupo familiar del pensionado que fallece, ante la

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Radicación n.° 77327

posible reclamación ilegítima de la pensión por parte de


individuos que no tendrían derecho a recibirla con justicia”, así
como “favorecer económicamente a matrimonios y uniones
permanentes de hecho que han demostrado un compromiso de
vida real y con vocación de permanencia (...)”.

Por otra parte, a mi juicio, la redacción de la norma no permite


que el método de interpretación hermenéutica sea el gramatical,
dado que es necesario ahondar en la finalidad para la cual fue
expedida y así darle un sentido, coherencia y contenido en el
sistema jurídico. Nótese que de emplearse una lectura textual,
podrían surgir conclusiones injustas como que el (la) compañero
(a) permanente del causante con sociedad conyugal anterior no
disuelta y derecho a percibir la pensión de sobrevivientes,
únicamente tendría derecho a una cuota parte de esta prestación
si el fallecido es pensionado, pero no si es afiliado a pesar que se
acredite el requisito de convivencia (inciso 1.º literal b), lo que no
tendría sentido.

Tampoco habrían tenido lugar reglas jurisprudenciales no


insertas explícitamente en la norma, pero que reclamaban una
respuesta de la justicia por tratarse de personas en igual
situación social y jurídica que no podían ser excluidas del
amparo de la legislación de la seguridad social, so pretexto de
incurrir en un acto discriminatorio.

En esa dirección, por ejemplo, se han precisado reglas sobre


convivencias plurales entre compañeros(as) permanentes, bajo el
argumento que si el legislador admitió la posibilidad de
convivencia simultánea entre cónyuge y compañero(a), no habría
razón lógica para negarla si tal simultaneidad se dio entre
compañeros(as) permanentes (CSJ SL402-2013, CSJ SL18102-
2016 y CSJ SL1399-2018).

Adviértase que en esos eventos se ha realizado un juicio


analógico a partir de los últimos incisos del literal b) del artículo
13 de la Ley 797 de 2003, que regulan las convivencias
simultáneas y sucesivas, y que aquí el legislador no distinguió
entre pensionado o afiliado, pues simplemente se refirió al
causante que (i) haya mantenido una convivencia simultánea en
los últimos cinco años con un cónyuge y un(a) compañero(a)
permanente, o (ii) que no desarrolló convivencia simultánea sino
sucesiva, esto es, que al momento de la muerte convivía con
un(a) compañero(a) permanente, pero con anterioridad también
había forjado una unión marital con un cónyuge y conservó el
contrato matrimonial.

En todos estos casos, incluidos los de convivencias plurales entre


compañeros(as) permanentes que no reguló expresamente la ley,
se exige inexcusablemente que compañero(a) o cónyuge deben
acreditar que convivieron con el causante por lo menos 5 años, el

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Radicación n.° 77327

primero con anterioridad inmediata al deceso y el segundo en


cualquier tiempo.

Así, podría argüirse que solo en estos eventos de convivencias


plurales el legislador previó expresamente que el cónyuge o
compañero(a) permanente sí debían acreditar una convivencia
mínima para acceder al derecho pensional; sin embargo, en tal
caso no advierto una razón constitucionalmente admisible que
permita exigirle una convivencia mínima al compañero(a)
permanente que se une con una persona que tiene contrato
matrimonial vigente y no cuando [esta] ha disuelto el vínculo civil
o nunca lo tuvo; menos aún, si el fin de la norma, insisto, simple
y llanamente es proteger las uniones maritales sólidas y
duraderas en el marco del tiempo mínimo de convivencia
precisado por el legislador.

(v) Las uniones familiares constituidas por vínculos naturales o


jurídicos no están sujetas a una convivencia mínima, de modo
que únicamente se requiere demostrar la calidad de cónyuge y la
conformación de la unión marital de hecho

No discuto que para conformar una unión familiar la ley no


establece un tiempo mínimo de convivencia, pues ciertamente
basta la decisión de constituirla de forma natural o jurídica y con
vocación de permanencia. Así, es claro que una unión marital de
hecho existe desde el momento en que la pareja toma la
determinación de crear una familia estable, duradera, etc.,
contrario a mantener un encuentro esporádico, de pernoctación
pasajera y sin ánimo de edificar una comunidad de vida
permanente.

También es claro que una cuestión distinta es el momento en que


surge la sociedad patrimonial de hecho, para lo cual sí se
estipula un término en el artículo 2.º de la Ley 54 de 1990 y esto
no impide que la unión nazca desde que se determinó
constituirla.

Lo que no comparto es que, para la mayoría, es suficiente que se


acredite la conformación de la unión familiar con vocación de
permanencia a efectos que el beneficiario(a) sea destinatario(a)
de una pensión de sobrevivientes. Se confunde así, en mi
opinión, que la intervención de la seguridad social no surge en el
momento en que las personas deciden crear una familia, sino
cuando en su desarrollo los beneficiarios más cercanos del
afiliado sufren las contingencias propias que genera la muerte de
un integrante del grupo familiar.

En efecto, la contingencia de desamparo por muerte que afecta al


compañero(a) permanente o al cónyuge solo se produce si
ocurrido el riesgo es verificable una convivencia que tenía
vocación de estabilidad, apoyo mutuo, con propósitos comunes y
planes de vida duraderos, de modo que la ausencia física de uno

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Radicación n.° 77327

de sus integrantes haga que el otro deba sobrevivir sin los


aportes económicos, físicos, intelectuales o espirituales que
complementaban su existencia; y es bajo esta perspectiva que la
ley de seguridad social contempló una hipótesis normativa que
prevé un tiempo mínimo de convivencia -5 años- que presupone
como probable la generación de tales condiciones materiales de
existencia, y en lo cual el legislador tiene amplia configuración
legislativa.

Por tanto, el ordenamiento jurídico distingue los requisitos que


configuran (i) las contingencias protegidas por la seguridad social
y (ii) los que regulan la conformación de las uniones maritales, de
modo que no podían ser ignorados por la Sala y considerar que
con lo segundo era suficiente para adquirir el derecho pensional.

Por otra parte, tampoco puede confundirse ni limitarse la


finalidad de la pensión de sobrevivientes con actos concretos que
pueden efectuarse en el marco de una unión familiar. Ello porque
es apenas razonable que si dos personas deciden constituir una
familia en los términos indicados y solo uno de ellos tiene la
capacidad económica de contribuir al sistema, este entonces
pueda afiliar a su pareja como beneficiaria sin que tengan que
esperar el término de dos años que la ley estipula en un ámbito
estrictamente económico o patrimonial de la relación.

Sin embargo, tal hecho y los demás que pueden evidenciarse


desde el comienzo de la conformación natural o jurídica de un
hogar, no garantizan que el vínculo marital perdurará por el
tiempo establecido en la ley como parámetro para derivar las
contingencias protegidas por la seguridad social.

Precisamente, no puedo dejar de advertir la dificultad probatoria


que puede surgir si no se exige una convivencia mínima, pues
bastaría con que se demuestre que los integrantes de una familia
recién conformada tenían la intención de desarrollarla con
vocación de estabilidad, durabilidad, etc., sin que en la realidad
se haya corroborado.

vi) La pertinencia del artículo 10 del Decreto 1889 de 1994

Contrario a lo que había establecido la jurisprudencia de la


Corte, ahora se señala que las reglas previstas en el artículo 10
del Decreto 1889 de 1994 también cobijan las modificaciones
contempladas en la Ley 797 de 2003, siempre que no resulten
contrarias a ellas. Dicho precepto, en lo que interesa, estipula
que tendrá la calidad de compañero(a) permanente la última
persona que haya hecho vida marital con el causante durante un
lapso no inferior a dos años, y en el caso del pensionado quien
cumpla los requisitos exigidos en el literal a) de los artículos 47 y
74 de la Ley 100 de 1993.

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Es evidente que estas previsiones, a lo sumo, podían ser


compatibles con las del artículo 47 en su texto original, pues
ambas exigían una convivencia mínima de dos años antes de la
muerte; mas en modo alguno encaja con la Ley 797 de 2003, en
la que el legislador estimó un tiempo mayor de convivencia.

Por otra parte, considero que es contradictorio que la Sala integre


en sus argumentos la pervivencia jurídica de una norma que
prevé la existencia de la unión marital de hecho tras dos años de
convivencia, y al tiempo indique que el derecho pensional se
adquiere con la conformación de dicha familia pura y simple, sin
más requisitos que la misma sea con vocación de estabilidad y
permanencia.

(vii) En cuanto al principio de igualdad

En este punto considero que el patrón de igualdad no residía en


las calidades de afiliado o pensionado del causante, sino entre
los beneficiarios que deben probar la convivencia mínima de 5
años dependiendo de si su pareja posea alguno de aquellos
estatus o si conservaba o no un contrato matrimonial vigente o,
nunca lo tuvo.

Es allí donde se advierte una diferenciación entre personas que


están en la misma situación jurídica, que no parece estar
constitucionalmente justificada en tanto no se aviene a los fines
de la seguridad social y, como se explicó, tampoco es el propósito
de la norma, que reitero, exige para todos los eventos que
compañero(a) permanente y cónyuge cumplan una convivencia
mínima de 5 años con anterioridad a la muerte del causante; y
en el caso del segundo en cualquier tiempo si hay separación de
hecho con contrato matrimonial vigente.

Dejo así sustentada mi aclaración de voto en el presente


asunto.

Fecha ut supra.

IVÁN MAURICIO LENIS GÓMEZ


Magistrado

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