La Verdadera Unidad Cristiana

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Capacitación Ministerial 2020

LA VERDADERA UNIDAD CRISTIANA


(Juan 17)

Introducción
Un predicador del siglo XVII dijo que esta “es la oración más grande que se haya
pronunciado en la Tierra, y vino a continuación del sermón más grande que se haya
predicado en la Tierra”.
Podemos discernir tres focos de atención en las peticiones del Señor:

 En los versículos 1 al 5, Jesús ora por Sí mismo;


 En los versículos 6 al 19, ora por los apóstoles.
 Sus discípulos inmediatos; y a partir del versículo 20 intercede por aquellos
que habrían de creer en Él a través de los siglos, es decir, Su familia universal.
El Señor quería que Sus discípulos escucharan esta oración y luego Juan pudiera
preservarla por escrito bajo la inspiración del Espíritu Santo; por eso oró audiblemente
(vers. 13).
Él quería que Sus discípulos conocieran lo que había en su corazón, ahora que está a
punto de ir a la cruz y concluir Su ministerio terrenal; y es obvio que una de Sus principales
preocupaciones en este momento era la unidad de los Suyos (vers.11, 20-23).

I. LA NATURALEZA DE LA UNIDAD CRISTIANA:


No debemos avanzar ni un solo paso en el estudio de nuestro tema sin antes determinar
cuál es el tipo de unidad que Cristo tenía en mente al orar por Sus discípulos, porque
podemos caer en el error de promover una agenda distinta a la Suya.

“Cristo oró para que todos los cristianos sean uno”. Pero ¿se estaba refiriendo
el Señor a ese tipo de unidad que el ecumenismo promueve, donde no importa lo que uno
crea acerca de las doctrinas cardinales de la Biblia, siempre que uno clame ser cristiano?
¿Tenía Cristo en mente una organización eclesiástica mundial, sin mucha definición
doctrinal para que pudiera agrupar al mayor número de personas posibles? Por supuesto
que no. La unidad por la que Cristo ora en este pasaje es eminentemente espiritual,
similar a la que tienen las tres personas de la Trinidad:

 Vers. 11: “Padre santo, a los que me has dado, guárdalos en tu nombre, para que
sean uno, así como nosotros”
 Vers. 21,22,23: “como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno
en nosotros, La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como
nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad”

Iglesia Bautista Bíblica “EBENEZER” 1


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 El Señor nos está enseñando aquí que el tipo de relación que existe entre los
creyentes en algún sentido es análoga a la relación de las tres personas de la
Trinidad.
 Por supuesto, esta analogía no es absoluta. Las tres Personas de la Trinidad
disfrutan de un tipo de relación que no solo es incomprensible para nosotros, sino
también irrepetible: El Padre es Dios, el Hijo es Dios y el Espíritu Santo es Dios,
pero al mismo tiempo no hay tres dioses, sino un solo Dios. Ese es el gran misterio
de la Trinidad.
 Con la Iglesia ocurre algo similar a lo que sucede en el matrimonio. El hombre y la
mujer vienen a ser uno a través del vínculo matrimonial, pero no todas las parejas
reflejan en el mismo grado esa realidad. Pues lo mismo pasa en la Iglesia.
 Ya somos uno en Cristo, estamos unidos por un vínculo espiritual sumamente
poderoso que nadie puede deshacer
 Somos uno, pero esa unidad no solo debe ser cuidadosamente preservada, sino
también perfeccionada.

II. EL “YA” Y EL “TODAVÍA NO” DE ESTA UNIDAD:


 Miren una vez más el vers. 23: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en
unidad”
 Por un lado, el Señor expresa una realidad: “Yo estoy en ellos y tu estás en Mi”.
Eso es algo que ya es así. Y si Cristo está en nosotros, y el Padre está en Cristo,
entonces todos nosotros ya somos uno en El.
Pero aun así El pide que esa unidad sea perfeccionada. Comentando acerca de
esto, dice Donald Carson: “Como sucede con la santificación, esta unidad es algo
que ya se ha conseguido y, simultáneamente, algo que necesitamos perfeccionar”.
 Así como el Padre y el Hijo “disfrutan una unidad perfecta en amor, en propósito,
en santidad y en verdad”, el Señor quiere que en una medida cada vez mayor
seamos uno en amor, uno en propósito, uno en santidad y uno en verdad.
 No se trata de una unidad meramente organizativa. El punto no es que ahora
cerremos todas las iglesias en Tarija y hagamos una sola mega iglesia que agrupe a
todos y cada uno de aquellos que profesen ser cristianos, sin importar cuáles sean
sus doctrinas. No.
 Lo que Cristo está pidiendo por los Suyos es una medida creciente de aquella
unidad de mente, corazón y voluntad que existe entre las tres Personas divinas.
 Todos sabemos que ese ideal nunca será logrado de este lado del cielo, porque
personas imperfectas no pueden tener entre sí una comunión perfecta. Pero el
Señor espera que aquí y ahora avancemos hacia esa meta, a pesar de los
obstáculos y dificultades que seguramente encontraremos en el camino.
 Y esto nos lleva a nuestro tercer encabezado: Los peligros que amenazan esta
unidad.

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III. LOS PELIGROS QUE AMENAZAN ESTA UNIDAD:


El Señor está consciente de que esta unidad por la que El está pidiendo no será obtenida
sin enfrentar conflictos y problemas. Noten una vez más Su petición en el vers.

 Cristo pide al Padre que los proteja de todas aquellas cosas que puede amenazar la
unidad entre ellos. ¿Cuáles son esas cosas?
 Bueno, ya dijimos que lo que el Señor está pidiendo es una medida creciente de
unidad en amor, en propósito, en santidad y en verdad.
 Si esto es así, entonces, como dice Donald Carson, lo que Cristo pide al Padre es
que proteja a los Suyos de todos aquellos peligros que intenten destruir esa unidad
de amor, propósito, santidad y verdad.

 ¿Qué cosas pueden poner en riesgo la unidad en amor?


Los celos, la envidia, el aislamiento arrogante, el egoísmo, la amargura, la falta de
perdón, la lengua chismosa y detractora.

 ¿Qué puede poner en riesgo la unidad de propósito?


La auto promoción (el no procurar la gloria de Dios, sino la propia gloria), la falta de
un espíritu enseñable, la impaciencia (que no tolera los errores y por eso prefiere
no asociarse con nadie, sino hacer las cosas por sí solo).Luego siguen todos los
pecados que atentan contra la santidad, tanto personal como colectiva; y
terminamos la lista con todos aquellos pecados que atentan contra la verdad: No
solo las mentiras y el engaño, sino también el error y las falsas doctrinas.
 Y ¿cómo podemos ser protegidos de todas estas amenazas?

IV. LAS MURALLAS QUE PROTEGEN LA UNIDAD DE


LOSCREYENTES:
Hay dos cosas que el Señor repite una y otra vez en esta oración, dos cosas que a final de
cuentas no pueden ser separadas la una de la otra: el Nombre de Dios y la Palabra de Dios.
Vers. 6, 8, 11-12, 14, 17, 20, 26.
Como hemos visto ya, el Nombre de Dios es la revelación de Su carácter, la revelación de
todo cuanta Él es.
De manera que cuando Cristo pide al Padre que guarde a los Suyos en Su Nombre; en
otras palabras: “Guárdalos para que sigan siendo fieles a la revelación que Yo les he dado
sobre ti”. Jesucristo es la revelación final de Dios (comp. Jn. 1:1, 18; 14:8-11).
En la misma medida en que nos mantengamos apegados a lo que Cristo ha revelado
acerca del Padre, en esa misma medida creceremos en unidad los unos con los otros.

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Una vez más cito a Martyn Lloyd-Jones: “La oración de nuestro Señor es que estos
cristianos sean guardados en ese conocimiento y en ese entendimiento (que tienen de
Dios y que Cristo les ha revelado)… que sigan conociendo y comprendiendo a través de su
relación con Dios lo que Dios es para ellos y lo que ellos son para Dios. Ese es el sentido de
esta oración, que sean guardados en el nombre que Dios les ha dado, el nombre de Dios
mismo que el Señor había venido para revelar, la revelación especial de Dios que se halla
únicamente en nuestro bendito Señor Jesucristo y a través de El”.
Por eso es que esta unidad no puede fortalecerse a expensas de la Palabra: “No importa lo
que tu creas o lo que yo crea, lo importante es que amemos a Jesús”.
Pero ¡eso qué significa! ¡A cuál Jesús es que supone que debemos amar y cómo! En el
discurso del aposento alto, que precede esta oración, el Señor dijo a Sus discípulos:
“El que me ama, mi Palabra guardará; y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos
morada con él” (Jn. 14:23)
¿Ven el punto? El creyente puede experimentar una medida cada vez mayor en Su
comunión con Dios. ¿Cómo? Guardando Su Palabra.
Y mientras más cerca estemos de Dios por medio de la Palabra, más cerca estaremos los
unos de los otros.
Pero ahora llegamos a un punto crucial. ¿Cuál es la razón de ser de esta petición de Cristo
por la unidad de los Suyos? ¿Por qué el Señor está tan interesado en este asunto? Eso nos
lleva a nuestro último encabezado: El propósito final de esta unidad.

V. EL PROPOSITO FINAL DE ESTA UNIDAD:


Vers. 20-21 y 23. El propósito final es la gloria de Dios. El mundo debe ver en nosotros tal
unidad que sean llevados a entender que hay algo extraño en medio nuestro, algo que no
es común.
Vivimos en un mundo profundamente dividido. Los hombres se han encargado de levantar
grandes barreras que nos separan unos de otros: barreras sociales, económicas, raciales,
étnicas. Pero eso es precisamente lo que hace de la unidad de los creyentes un argumento
tan poderoso e impactante en favor del evangelio. En medio de todas estas luchas y
conflictos, la unidad de la Iglesia no puede pasar desapercibida.
El problema es que Satanás sabe eso; él sabe cuán saludable llegará a ser una Iglesia
unida, y el poderoso testimonio que esa Iglesia será para el mundo del poder del
evangelio de Cristo. Por eso intentará, con todos sus ardides infernales, socavar y destruir
la unidad y la armonía entre los hermanos.
Pero nosotros ya somos uno, y tenemos a la mano los recursos que necesitamos para
continuar siendo uno, incluso en una medida cada vez más creciente.

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