Unidad 2
Unidad 2
Unidad 2
YO E IDENTIDAD
Yo e identidad en el contexto histórico
El yo es, históricamente, una idea relativamente nueva. En la sociedad medieval las relaciones
sociales eran fijas y estables, y eran legitimadas en términos religiosos. Las vidas y las identidades
de las personas estaban estrechamente delineadas según su posición social por atributos visibles.
Todo comenzó a cambiar en el siglo XVI, y el cambio ha cobrado impulso desde entonces. Las
fuerzas de cambio fueron las siguientes:
Secularización: la idea de que la realización ocurría en la otra vida fue reemplazada por la idea de
que se debía buscar activamente la realización personal en esta vida.
Industrialización: las personas eran consideradas cada vez más como unidades de producción que
se trasladaría de lugar en lugar para trabajar, y así tendrían una identidad personal portátil que no
estaba encerrada en estructuras sociales estáticas.
Ilustración: la gente comenzó a sentir que podía organizarse y construir identidades y vidas
diferentes, mejores, para ellos mismos desechando sistemas de valores ortodoxos y rechazando
regímenes opresivos.
Psicoanálisis: La teoría de Freud sobre la mente humana cristalizó el concepto de que el yo era
incomprensible porque acechaba en las profundidades sombrías del inconsciente.
En conjunto, éstos y otros cambios sociales, políticos y culturales hicieron que la gente pensara que
el yo y la identidad son sumamente complejos y problemáticos. Las teorías del yo y la identidad se
propagaron en suelo fértil.
Yo colectivo
En los primeros tiempos de la psicología social, las cosas eran muy diferentes. La psicología social
de Wundt se ocupaba de fenómenos colectivos, como el lenguaje, la religión, las costumbres y los
mitos, que no podían, según Wundt, ser comprendidos en términos de la psicología del individuo
aislado. El concepto de que el yo toma sus propiedades de los grupos es compartido por muchos
otros de los primeros psicólogos sociales.
En los últimos años, la teoría de la identidad social ha elaborado con cierto detalle el concepto de un
yo colectivo.
Yo interaccionista simbólico
Otro giro de la idea del yo colectivo es el reconocimiento de que el yo emerge y es modelado por la
interacción social. Las personas tienden a reconstruir lo que son sin estar conscientes de haberlo
hecho (Greenwald, 1980), y en general (aunque pueden estar conscientes de quiénes son en
términos de sus actividades y preferencias) no saben cómo llegaron a ese conocimiento.
La gente sí tiene un sentido de "mí" y, según el interaccionismo simbólico (Teoría sobre cómo
emerge lo propio de la interacción humana, que implica el intercambio de símbolos (a través del
lenguaje y los gestos) que suelen ser consensuales y representan propiedades abstractas más que
objetos concretos), el yo surge de la interacción humana. La interacción efectiva también se basa en
ser capaz de asumir el papel de la otra persona, lo que implica, por supuesto, verse a uno mismo
como los otros lo hacen: como un objeto social, "mí", más que como un sujeto social, "yo". Como los
demás nos suelen ver como representantes de una categoría, es probable que "mí" sea considerado
más a menudo como un "mí" colectivo; podríamos pensarlo, incluso, como un "nos". Las
representaciones consensuales del mundo a nivel de la sociedad se cambian por la interacción
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simbólica. Para hacer esto de modo efectivo necesitamos adoptar el papel del otro y así vernos a
nosotros mismos como otros lo hacen (en última instancia, la sociedad). De esta manera,
construimos un autoconcepto que refleja la sociedad en la que vivimos; estamos socialmente
constituidos.
Una implicación de la idea de que las personas no nos vemos a nosotros mismos como otros lo
hacen sino como creemos que otros nos ven es que en realidad no adoptamos el rol del otro al
construir un sentido del yo.
Conciencia de sí mismo
La gente no pasa todo su tiempo pensando acerca de sí misma. La conciencia de uno mismo va y
viene por diferentes razones y tiene una serie de consecuencias.
La mayoría de las personas tienen un autoconcepto complejo con una cantidad bastante grande de
autoesquemas separados.
Los autoesquemas influyen en el procesamiento de la información y en la conducta de una manera
muy similar a la de los esquemas sobre otra gente.
La conciencia de nosotros mismos nos puede hacer sentir bien cuando los estándares respecto de
los cuales nos comparamos no son demasiado exigentes.
Lo opuesto de ser objetivamente conscientes de nosotros mismos es un estado de menos
autoconciencia objetiva. Como la elevada conciencia de uno mismo puede ser estresante o causar
aversión. Asimismo se ha identificado que la menor conciencia de uno mismo es un componente
clave de la desindividuación (o desindividualización).
Autoesquemas
La información acerca de otra agente es almacenada en forma de esquemas (estructura cognitiva
que representa el conocimiento acerca de un concepto o un tipo de estímulo, incluidos sus atributos
y las relaciones entre esos atributos). La información acerca del yo se almacena como modos
independientes específicos de contexto, de manera tal que diferentes contextos activan distintos
nodos y, así en efecto, diferencian aspectos del yo.
Las personas tienden a tener conceptos claros de ellas mismas (es decir, autoesquemas) en algunas
dimensiones pero no en otras: es esquemática en algunas, pero no en otras. Las personas son
autoesquemáticas en dimensiones que les resultan importantes, en las que piensan que son
externas y en las que están seguras de que lo contrario no es válido. La información esquemática es
advertida con más facilidad, está sobrerrepresentada en al cognición y se asocia con un tiempo de
procesamiento más prolongado.
Yo real: cómo somos en realidad;
Yo ideal: cómo nos gustaría ser:
Yo "que debería ser": cómo pensamos que debemos ser.
Estos dos últimos son "autoguías" que movilizan diferentes tipos de conducta relacionadas con el yo.
Identidad social e identidad personal
Los teóricos de la identidad social han sugerido que hay dos clases amplias de identidad, que
definen tipos diferentes de yo: 1) la identidad social, que define el yo en términos de grupos de
pertenencia y 2) la identidad personal, que define el yo en términos de relaciones personales y
rasgos idiosincráticos. La identidad social se asocia con comportamientos grupales e intergrupales.
La identidad personal se asocia con relaciones interpersonales estrechas positivas y negativas, y con
la conducta personal idiosincrástica. Tenemos tantas identidades sociales como grupos a los que
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sentimos que pertenecemos, y tantas identidades personasles como relaciones interpersonales en
las que estamos involucrados y conjuntos de atributos idiosincrásticos que creemos poseer. La
identidad social puede ser un aspecto muy importante de nuestro autoconcepto.
Motivos internos
Como el yo y la identidad son puntos de referencia tan críticos para la vida adaptativa, la gente está
muy motivada para asegurar el conocimiento de sí mismo. Hay toda una industria basada en esta
búsqueda.
Los psicólogos sociales han identificado 3 áreas que pueden interactuar e influir en la
autoconstrucción y la búsqueda del autoconcimiento: autoevaluación en la búsqueda de validez,
autoverificación en búsqueda de coherencia y automejoramiento (autprealce) en búsqueda de la
favorabilidad.
Autoevaluación y autoverificación
El primer motivo es un simple deseo de contar con información exacta y válida sobre uno mismo: la
autoevaluación [Motivación para buscar información nueva acerca de nosotros mismos a fin de
descubrir qué clase de persona somos en realidad] (p. ej., Trope, 1986). Pero a las personas
también les agrada emprender una búsqueda de confirmación: para confirmar lo que ya saben sobre
sí mismas, buscan información autocoherente a través del proceso de autoverificación [Motivación
para buscar información que verifique y confirme lo que ya sabemos sobre nosotros mismos].
Automejoramiento
Por encima de todo, las personas desean saber cosas sobre sí mismas que echen una luz favorable
sobre el yo. Las personas buscan nuevos conocimientos favorables acerca de sí mismos, y también
maneras de revisar otros conceptos preexistentes pero desfavorables. Son guiadas por el
automejoramiento [Motivación para desarrollar y promover una imagen faorable de uno mismo.
Potenciación o realce de la autoestima]. La teoría de la autoafirmación [Teoría según la cual la
gente reduce el impacto de la amenaza al concepto de sí mismo concentrándose y afirmando su
competencia en alguna otra área] describe una manifestación de este motivo. Las personas se
esfuerzan por afirmar claramente aspectos positivos de quiénes son.
Autoestima
¿Por qué la gente está tan intensamente motivada a pensar bien de sí misma? Hay mucho aval
empírico de que a la gente le agrada, de hecho, pensar bien de sí misma. La investigación indica que
las personas suelen tener un sentido optimista del yo: se ven o tratan de verse a sí mismos a traves
de "cristales teñidos de rosa".
Cabe destacar que la búsqueda de la autoestima [Conjunto de sentimientos y evaluaciones sobre
uno mismo] tiene cierta generalidad transcultural.
Autoestima e identidad social. La autoestima está estrechamente vinculada con la identidad social:
al identificarse con un grupo, el prestigio y el estatus de ese grupo en la sociedad se anexa al
autoconcepto.
Búsqueda de la autoestima. ¿Por qué la gente busca elevar su autoestima? Una razón interesante,
y algo lúgubre, de por qué la gente busca elevar su autoestima es que lo hace para superar su temor
a la muerte Greenber, Pyszczynsky y Solomon desarrollaron esta idea en su teoría del manejo del
terror. Argumentan que el conocimiento de la inevitabilidad de la muerte es la amenaza más
fundamental que enfrentan las personas y, por lo tanto, es el factor más motivador de la existencia
humana. La autoestima forma parte de una defensa contra esa amenaza. La autoestima elevada
hace que las personas se sientan bien sobre sí mismas: se sienten inmortales y positivas y exitadas
respecto de la vida.
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Otra tazón por la que la gente busca elevar su autoestima es que ésta es un muy buen índice, o
monitor interno, de aceptació y pertenencia social. En este aspecto, la autoestima ha sido
denominada un "sociómetro".
Diferencias culturales del yo y la identidad
En cuanto a lo que concierne al yo y a la identidad, hay un hallazgo generalizado. Las culturas
occidentales, como Europa occidental, Norteamérica y Australia, tienden a ser individualistas,
mientras que la mayoría de las demás culturas como las de Asia, Sudamérica y áfrica son
colectivistas.
Markus y Kitayama (1991) describen cómo la gente de culturas individualistas tienden a tener un yo
independiente, mientras que la de las culturas colectivistas tienen un yo interdependiente. Si bien en
ambos casos la gente busca un sentido consistente de quién es, el yo independiente se basa en un
concepto autónomo el yo, separado de otras personas y revelado a través de los pensamientos y
sentimientos internos de uno. El yo interdependiente se basa en la conexión y las relaciones de uno
con otra gente. Se expresa a través de los roles y las relaciones. Yo [...] se define por las relaciones
que rodean a una persona, que suelen derivar de redes de parentesco y son avaladas por valores
culturales.
En coincidencia con nuestro análisis histórico de las concepciones del yo al comienzo de este
capítulo, la explicación más plausible sobre los orígenes de las culturas individualistas y colectivistas,
y los autoconceptos independientes e interdependientes asociados se da quizás en términos
económicos.
EL YO EN UN MUNDO SOCIAL
Lo más importante para nosotros y para nadie más somos nosotros mismos. Este efecto centro del
universo significa que propendemos a vernos en el centro del escenario y, por lo tanto,
sobrestimamos de manera positiva la magnitud en que la atención de los demás se nos dirige.
Somos conscientes de nuestras propias emociones, pero a menudo padecemos una ilusión de
transparencia (sobreestimamos la capacidad de otros para captar nuestros propios
pensamientos , emociones , sentimientos). En realidad podemos ser más opacos de lo que
creemos.
También sobrestimamos la visibilidad de nuestra torpeza social y los errores mentales públicos. Los
demás no se enfocan tanto en nuestras personas como lo hacemos nosotros mismos.
El efecto centro del universo y la ilusión de transparencia relacionada no son sino dos de muchos
ejemplos de la interacción entre nuestro sentido del yo y nuestros mundos sociales, entre lo que está
sucediendo en nuestra cabeza y el entorno que nos rodea.
El entorno social afecta la autoconciencia. Como individuos en un grupo dentro de una cultura, raza
o género distintos, notamos en qué diferimos y cómo reaccionan los demás ante nuestra diferencia.
La preocupación por uno mismo motiva el comportamiento social. Revisamos el comportamiento y
las expectativas de los demás, y ajustamos nuestra conducta de acuerdo con ellos. La preocupacion
por la autoimagen dirige gran parte de nuestro comportamiento.
Las relaciones sociales ayudan a definir nuestro yo.
Nuestras ideas y sentimientos acerca de nuestra persona afectan la manera en que interpretamos
los acontecimientos, cómo los recordamos y la forma en que respondemos a los otros. A su vez,
ellos ayudan a moldear nuestro sentido del yo.
Nuestro sentido del yo organiza los pensamientos, sentimientos y acciones. Permite que recordemos
nuestro pasado, evaluemos nuestro presente y proyetemos nuestro futuro y, por lo tanto, nos
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comportemos de manera adaptativa.
AUTOCONCEPTO: ¿QUIÉN SOY?
Como criatura única y compleja, usted tiene muchas formas para completar el enunciado "yo soy…"
En el centro de nuestros mundos: nuestro sentido del yo
Los elementos su autoconcepto, las creencias específicas con las que se define, constituyen sus
esquemas de sí mismo. Los esquemas son patrones mentales por medio de los cuales
organizamos nuestros mundos. Los esquemas del yo, es decir, las percepciones de nosotros,
afectan enormemente la forma en la que procesamos la información social. Influye cómo percibimos,
recordamos y evaluamos a las demás personas y a nosotros mismos.
Los papeles que adoptamos
Cuando presentamos un nuevo papel, al inicio nos sentimos muy conscientes de nosotros mismos.
Sin embargo, de manera gradual, lo que inicia como una actuación en el teatro de la vida se absorbe
en nuestro sentido del yo.
Identidad social
El autoconcepto -el sentido de quién uno es- no sólo contiene la identidad personal (el sentido de los
atributos personales), sino también la social. Esta definición de quién es uno -raza, religión, género,
especialidad académica, etc. - implica un concepto de quién no se es. El círculo que incluye a
"nosotros" excluye a "ellos".
Cuando formamos parte de un pequeño grupo que está rodeado de uno más grande, a menudo
somos conscientes de nuestra identidad.
Autorreferencia
Es la manera como el yo afecta a la memoria: este fenómeno es conocido como efecto de
autorreferencia: cuando la información es relevante para nuestro autoconcepto, la procesamos con
rapidez y la recordamos bien. Los recuerdos se forman alrededor de nuestro interés principal:
nosotros mismos. Cuando pensamos algo en relación con nuestras personas, lo almacenamos mejor
en nuestra memoria.
Posibles yos
El autoconcepto no incluye únicamente los esquemas de nosotros mismos acerca de quiénes somos
en este momento, sino también en quién nos podríamos convertir, es decir, en nuestros posibles
yos. Nuestros posibles yos incluyen la imagen del yo que deseamos ser.. Estos posibles yo, nos
motivan con metas específicas .
Desarrollo del yo social
El autoconcepto se ha convertido en un tema principal de la psicología social, porque ayudará a
organizar nuestro pensamiento y a guiar nuestro comportamiento social. ¿Qué determina nuestro
autoconcepto?
Los papeles que adoptamos,
Las identificaciones sociales que formamos,
Las comparaciones que hacemos con los demás,
Nuestros éxitos y fracasos,
La manera en que otras personas nos juzgan, y
La cultura que nos rodea.
Autoconocimiento
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"Existe una cosa, y solamente una en todo el universo, de la que conocemos más de lo que
podríamos aprender de la observación externa ", señaló C. S Lewis (1952 pp. 18-19). "Esa
cosasomos [nosotros mismos]. Por decirlo de una forma, tenemos información interna; formamos
parte del conocimiento". Y así es. Sin embargo, en ocasiones pensamos que sabemos, pero nuestra
información interna es incorrecta- Ésta es la conclusión inevitable de algunas investigaciones
fascinantes.
El autoconocimiento se construye de una forma muy similar a la empleada para construir
representaciones de otra gente y utiliza muchos de los mismos procesos.
CREENCIAS Y JUICIOS SOCIALES
¿Cómo nos explicamos el comportamiento de los demás?
Las personas se preocupan por explicar a los demás, y los psicólogos sociales se dedican a
esclarecer estas interpretaciones. Entonces ¿cómo -y con qué precisión- la gente explica el
comportamiento de los otros? La teoría de la atribución sugiere ambas respuestas.
Atribución de la casualidad: a la persona o a la situación
Analizamos y discutimos, de manera interminable, por qué las cosas suceden de cierta forma,
especialmente cuando experimentamos algo negativo o inesperado.
La teoría de la atribución analiza la manera en que explicamos el comportamiento de la gente. Sus
variantes comparten algunos supuestos comunes. Jeider concluyó que la gente tiende a imputar el
comportamiento de alguien a causas internas (por ejemplo, a la disposición) o externas (por ejemplo,
algo sobre la situación de la persona).
Esta diferencia entre causas internas (disposiciones) y externas (situacionales) a menudo provoca
confusiones, ya que las circunstancias exógenas producen cambios endógenos. Los psicólogos han
descubierto que acostumbramos atribuir el comportamiento de los demás tanto a su disposición
como a la situación.
ACTITUDES
ESTRUCTURA Y FUNCIÓN DE LAS ACTITUDES
El término "actitud" forma parte de nuestro lenguaje común. Hace muchos años, el psicólogo social
Gordon Allport se refirió a la actitud como el concepto más indispensable de la psicología social.
Según Allport, una actitud es:
Un estado mental y nervioso de preparación, organizado a través de la experiencia, que ejerce una
influencia directiva o dinámica sobre la respuesta del individuo a todos los objetos y situaciones con
los que está relacionada.
Durante la década de los ochenta las actitudes volvieron a convertirse en un centro de atención para
la psicología social, lo que fue bastante estimulado por la psicología cognitiva.
Modelos de estructuras
Un componente: Thurstone prefería un modelo de actitud de un componente [Modelo teórico por
medio del cual se sostiene que una actitud consiste en efecto hacia el objeto o evaluación de éste] y
definió una actitud como "el afecto hacia un objeto psicológico o contra ese".
Dos componentes: otro enfoque, que se origina en la teoría de Allport, favoreció un modelo de
actitud de dos componentes [Modelo teórico por el cual se sostiene que una actitud consiste en
una preparación mental para actuar y que guía repuestas (juicios) de evaluación]. Desde esta
perspectiva, una actitud es un estado de preparación mental, o una predisposición implícita, que
ejerce una influencia generalizadora y uniforme sobre las respuestas evaluadoras (de juicio). Por lo
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tanto, una actitud es un evento privado inobservable externamente, y cuya existencia sólo se puede
inferir.
Tres componentes: Modelo teórico que representa la actitud con componentes cognitivos, afectivos
y conductuales. Esta división en tres tiene una herencia antigua, que pone el acento en el
pensamiento, el sentimiento y la acción como factores básicos de la experiencia humana. Cada
actitud está formada, entonces, por un conjunto de sentimientos, gustos y desagrados, intenciones
conductuales, pensamientos e ideas.
Función de las actitudes
Si las actitudes tienen una estructura, también deben tener una función. Los enfoques que hemos
considerado hasta ahora presumen, por lo menos de manera implícita, un propósito.
Conocimiento,
Instrumentalidad (medios para alcanzar un fin u objetivo),
Defensa del yo (protección de la autoestima),
Expresión de valores (permitir a las personas que presenten los calores que las identifican y definen
de manera singular.)
Una actitud ahorra energía, pues no tenemos que averiguar "desde cero" cómo debemos
relacionarnos con el objeto o la situación en cuestión. Por lo tanto, una actitud nos permite maximizar
nuestras probabilidades de tener experiencias positivas y de minimizar las desagradables.
Fazio (1989) argumentó más tarde que la principal función de cualquier clase de actitud es utilitaria:
la apreciación de un objeto. La mera posesión de una actitud es útil porque proporciona a la persona
una orientación hacia el objeto.
Las actitudes pueden ser útiles para predecir qué hará la gente: tal vez si cambiamos las actitudes
de las personas seamos capaces de cambiar su conducta.
No es posible predecir con exactitud todas las clases de coportamiento social a partir de actitudes
expresadas verbalmente. Ahora consideramos algunos desarrollos teóricos recientes que arrojan
nueva luz sobre las dificultades para obtener una correspondencia directa entre actitudes y conducta.
Creencias, intenciones y conducta
La mejor predicción depende de tener en cuenta la interacción entre actitudes, creencias, opiniones
e intenciones conductuales, y las conexiones de todas éstas con las acciones anteriores.
En esta ecuación debemos establecer qué tan fuerte y valoradas son las creencias de una persona:
algunas creencias pesan más que otras en relación con el acto final. Sin esta información, intentar
predecir un resultado para un individuo dado puede ser una cuestión librada al azar.
La fuerza de la creencia (o expectativa) tiene una estimación de probabilidad qe varía de 0 a 1
respecto de la verdad.
Actitudes específicas: Ajzen y Fishbein creían que el éxito para predecir la manera en que nos
comportamos, se determina preguntando si llevaríamos a cabo un determinado acto o serie de actos.
La clave reside en formular preguntas que sean bastante específicas en lugar de generales.
Ajzen y Fishbein argumentaron que muchas investigaciones previas sobre actitud habían cometido el
error de intentar predecir conductas específicas a partir de actitudes generales, o viceversa, de
manera que eran esperables correlaciones bajas.
Actitudes generales: Fishbein y Ajzen (1975) también argumentaron que podemos decir el
comportamiento a partir de actitudes más generales, pero sólo si adoptamos un criterio de
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múltiples actos. Este ciriterio es un índice conductual general basado en un promedio o una
combinación de diversas conductas específicas. En general las actitudes generales predicen criterios
de múltiples actos mucho mejor que actos aislados, porqe éstos suelen verse afectado por muchos
factores.
Acción razonada [Modelo de Fishbein y Ajzen de las relaciones entre actitud y conducta. Una
característica importante es la proposición de que la mejor manera de predecir una conducta es
preguntar si la persona tiene la intención de realizarla]: Las ideas reseñadas hasta ahora se
integraron en un modelo general que considera los ínculos entre actitud y conducta. El modelo
comprendía tres procesos generales de creencias, intención y acción, y tenías los siguientes
componentes:
Norma subjetiva: Un producto de lo que el individuo percibe respecto de las creencias de otros. Las
personas importantes para cada uno (otros significativos) representanuna guía acerca de "qué es
correcto hacer".
Actitud hacia la conducta: un producto de las creencias del individuo acerca de una conducta
determinada y de cómo se evalúan esas creencias u opiniones.
Intención hacia la conducta: un producto de las creencias del individuo acerca de una conducta
determinada y de cómo se evalúan esas creencias u opiniones.
Intención conductual: una declaración interna para actuar.
Conducta: la acción realizada.
En general se llevará a cabo una acción si (1) la actitud de la persona es favorable y (2) la norma
social también es favorable.
Conducta planificada: el papel de la volición: La teoría de la acción razonada (TAR) pone el
acento no solo en la racionalidad de la conducta humana, sino también en el concepto de que la
conducta está bajo el control consiente de la persona.
En consecuencia, el modelo básico fue ampliado por Ajzen (1989) para enfatizar el papel de la
volición. El control conductual percibido es el grado de facilidad o dificultad para realizar una acción
percibido por la persona. El proceso de llegar a una decisión de este tipo incluye la consideración de
experiencias pasadas, así como los obstáculos actuales que la persona puede vislumbrar.
Ajzen ha argumentado que el control conductual percibido puede actuar sobre la intención
conductual o directamente sobre la propia conducta. Denominó a este modelo modificado teoría de
la conducta planificada (TCP)
FORMACIÓN DE LAS ACTITUDES
Las actitudes se aprenden como parte integral el proceso de socialización y se pueden desarrollar a
través de experiencias directas o indirectamente por interacciones con otros, o ser el producto de
procesos cognitivos. En general los psicólogos sociales han limitado su trabajo a conocer los
procesos psicológicos básicos que subyacen en la formación de la actitud más que en cómo se
desarrollan clases particulares de actitud. El estudio de estos procesos suele implicar experimentos
de laboratorio más que la investigación de encuestas o resultados de la opinión pública.
CONCEPTOS RELACIONADOS CON LAS ACTITUDES
Valores
Conceptos de orden superior que se considera que aportan una estructura para organizar actitudes.
En general los valores y las actitudes se miden de diferente manera. Hemos visto que las actitudes
reflejan diversos grados de favorabilidad hacia un objeto, mientras que los valores se califican por su
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importancia como principios de guía en la vida
Rokeach (1973) sugirió más tarde que los valores se deben concebir menos en términos de
intereses o actividades y más como objetivos preferidos (estados finales). Distinguió entre valores
terminales (p. ej. igualdad y libertad) y valores instrumentales (p. ej. honestidad y ambición). Un
valor es un concepto de orden superior que tiene amplio control sobre actitudes más específicas de
un individuo. Por ejemplo, medir los valores puede ayudar a predecir las actitudes de la gente.
Medición de las actitudes
Escalas de actitud
Si vamos a medir una actitud, ¿debemos hacerlo explícita o implícitamente? Algunas formas de
medición de las actitudes pueden ser bastante explícitas: en ocasiones, sólo se pide a la gente que
coincida o no con diverdad afirmaciones acerca de sus creencias u opiniones.
Ya hemos visto que psicólogos prestigiosos de la década de los treinta declararon que las actitudes
no sólo eran el concepto central de la psicología social, sino que también podían ser medidas.
El resultado fue un florecimiento de los cuestionarios de actitud dirigidos e innumerables temas
sociles. Thurstone, Likert, Gutman y Osgood crearon varias escalas, técnicamente sofisticadas para
la época.
Representaciones sociales
Los investigadores que trabajan en una tradición de representaciones sociales tienen una
perspectiva algo diferente sobre las actitudes. Las representaciones sociales [Explicaciones
elaboradas colectivamente de fenómenos no familiares y complejos, que los transformen en una
forma familiar y simple] hacen referencia a la manera en que la gente elabora conocimientos
simplificados y compartidos de su mundo a través de la interacción social.
Desde la perspectiva de la actitud, el punto importante es que las actitudes están enmarcadas e
incluídas en estructuras de representación más amplias, que están basadas, a su vez, en grupos
sociales. En este sentido, las actitudes están socialmente construidas y tienden a reflejar la sociedad
o los grupos en los que la gente transcurre su vida.
Las representaciones sociales pueden influir en el tono evaluador de actitudes "anidadas" dentro de
ellas.
¿Los valores pueden predecir la conducta? Si la conducta estudiada es un acto específico, es muy
improbable que se pueda predecir porque un valor es un concepto aún más general que una actitud.
Ideología
La ideología [Conjunto sistemáticamente relacionado de creencias y opiniones cuya función primaria
es la explicación. Limita el pensamiento, lo que dificulta que quien la sostiene escape de su molde]
se superpone en cierto grado con el término "valor". Connota un sistema de creencias integrado y
ampliamente compartido, en general, con una base política o social, que cumple una función
explicativa. Las más familiares para nosotros son las ideologías religiosas y sociopolíticas. Las
ideologías tienen una tendencia a hacer que las cosas nos parezcan naturales, a fin de justificar o
legitimar el status quo y de aumentar las relaciones sociales jerárquicas. Las ideologías también
enmarcan valores, actitudes e intenciones conductuales más específicos. Las ideologías pueden
variar en función de 2 características:
Pueden asignar prioridades diferentes a determinados valores.
Algunas ideologías son pluralistas y otras monísticas. Una ideología pluralista puede tolerar un
conflicto de valores. Una ideología monística será bastante intolerante respecto del conflicto y verá
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los problemas en términos absolutamente simplistas.
Una diferencia entre los enfoques cognitivos y conductuales es el peso relativo que cada uno da a
los eventos internos frente a los principios de reforzamiento.
Un enfoque interesante con matices tanto conductistas como perceptuales es la teoría de la
autopercepción de Bem (1972) [Idea de Bem de que obtenemos conocimientos sobre nosotros
mismos solo efectuando autoatribuciones: por ejemplo, inferimos nuestras propias actitudes de
nuestra propia conducta].
PERSUASIÓN Y CAMBIO DE ACTITUD
Actitudes, argumentos y conducta
Consideramos cómo cambian las actitudes con el tiempo y concentramos nuestra atención en qué
clases de intervención podría provocar este cambio y el carácter de los procesos involucrados.
Esperamos mostrar que las discrepancias entre actitudes y conducta, más que ser una dificultad
para la teoría de la actitud, involucran procesos cruciales a través de los cuales puede haber un
cambio de actitud [Cualquier modificación significativa de la actitud de un individuo. En el proceso
de persuasión esto involucra al comunicador, la comunicación, el medio utilizado y las características
del público. También puede haber un cambio de actitud por inducir a alguien a realizar un acto que
se opone a una actitud existente].
Dados los muchos cientos de estudios que han tratado el tema del cambio de actitud y la variedad de
perspectivas que se han tomado para interpretar los resultaos, nos concentramos en 2 enfoques
generales que han guiado la investigación.
El primero es una orientación que se centra en la utilización de argumentos por la gente para
convencer a otros de que se requiere un cambio de mentalidad y quizás de conducta. Las áreas de
aplicación evidentes están relacionadas con la propaganda política y la publicidad.
La segunda orientación apunta a la participación activa de la persona. Al hacer que la gente lleve a
cabo ciertas actividades, en realidad podemos estar intentando cambiar sus actitudes de base. Este
camino al cambio de actitud es el centro de la disonancia cognitiva [Estado de tensión provocado
por tener dos cogniciones opuestas]. Esta orientación elimina el razonamiento. Simplemente
persuade a otros para que actúen de una manera diferente.
Comunicaciones persuasivas
En un nivel más cotidiano, la investigación de la psicología social sobre la relación entre
comunicación persuasiva [Mensaje dirigido a cambiar una actitud y las conductas relacionadas de
un público] (mensaje persuasivo) y cambio de actitud tiene un enfoque más estrecho, y tiene una
fuerte asociación con la publicidad.
La teoría de las comunicaciones moderna en mercadotecnia y publicidad, Hovland, Janis y Kelly
preguntaron "¡Quién dice qué a quién y con qué efecto?" y estudiaron 3 variables generales
involucradas en la persuasión:
el comunicador o la fuente (quién);
la comunicación o mensaje (qué);
el público (a quién).
Hovland y cols. Identificaron 4 pasos distintos del proceso de persuasión: la atención, la
comprensión, la aceptacióny la retención.
La mayoría de los psicólogos sociales contemporáneos consideran el proceso de persuasión como
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una serie de pasos. No siempre coinciden sobre cuáles son los pasos importantes, pero sí en que el
público debe, por lo menos, prestar atención al mensaje del comunicador, comprender su contenido
y pensar acerca de lo que se dijo.
Los pensamientos del público son cruciales en este proceso; el mensaje finalmente será aceptado si
despierta pensamientos favorables, mientras que será rechazado si los receptores argumentan
firmemente contra él en sus mentes.
En las 3 secciones siguientes, consideramos cada uno de los 3 eslabones de la cadena de
persuasión: el comunicador, el mensaje y el público. Hay que destacar que en cualquier contexto
dado actúan los 3.
El comunicador
Hay un grupo de variables relacionadas con las características de la fuente (comunicador) que
pueden ejercer efectos significativos sobre la aceptabilidad de un mensaje dirigido a un público. Un
alto nivel de idoneidad, buen aspecto físico y amplias actitudes interpersonales y verbales vuelven
más eficaz a un comunicador.
Credibilidad de la fuente: La variable comunicador afecta la aceptabilidad del mensaje persuasivo.
Otras características de la fuente qe desempeñan un papel en la aceptación o el rechazo de un
mensaje persuasivo por los receptores son el atractivo, la afabilidad y el parecido. El atractivo de la
fuente es explotado sin piedad por al industria publicitaria.
Con respecto al parecido, como tendemos a que nos agraden las personas que son similares a
nosotros, somos persuadidos más por fuentes similares que disímiles.
Ya hemos visto que ninguna variable de comunicación se puede tratar en forma aislada, y que lo que
mejor funciona en el proceso de persuasión es una interacción de las 3 categorías de variables:
La fuente [Punto de origen de una comunicación persuasiva] (emisor): ¿De quién proviene la
comunicación?
El mensaje [Comunicación de la fuente dirigida al público] (señal): ¿Qué medio se emplea, y qué
clase de argumentos están involucrados?
El público [Objetivo deliberado de una comunicación persuasiva] (receptor: ¿Quién es el objeto).
El mensaje
Una idea importante que no es comunicada de una manera persuasiva es como no tener ninguna
idea en absoluto (Bernbach, 2002).
Se ha investigado intensivamente el poder relativo de muchas variables del mensaje para producir
un cambio de actitud.
Por lo general, el tema de la repetición del mensaje invita a considerar la manera en que se procesa
la información y en que funciona la memoria. Algo más sorprendente es un hallazgo de Arkes,
Bohern y Xu (1991) de que la simple repetición de una afirmación le hace parecer verdadera. La
exposición reiterada a un objeto aumenta con claridad la familiaridad con ese objeto. La repetición de
un nombre puede hacer que éste parezca famoso.
Otra variable que ha recibido gran cantidad de atención, debido a la manera en la que ha sido usada
por los medios de comunicación para inducir a la gente a cumplir la ley o a cuidar de su salud es el
temor.
El medio y el mensaje.
Marco del mensaje: La manera de enmarcar o sesgar el mensaje puede ejercer efectos sutiles
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sobre su significado y, por lo tanto, sobre su aceptación. En su revisión sobre cómo promover la
conducta relacionada con la salud, Rothman y Salovey (1977) observaron que el marco del mensaje
que tiene un papel importante.
El efecto durmiente: Un mensaje persuasivo debe tener su máxima repercusión inmediatamente
después de presentado. Va en contra de la intuición pensar que su poder podría aumentar con el
transcurso del tiempo, y sin embargo, esto es precisamente lo que sugiere el efecto durmiente [La
influencia de un mensaje persuasivo pueda aumentar con el tiempo cuando ya no se puede recordar
una señal que permita descartarlo].
El público
Autoestima: En sus estudios de la década de los cincuenta, Hovland y cols. habían observado que
un público distraído es persuadido con más facilidad que uno totalmente atento, siempre que el
mensaje sea simple; y que aquellos con baja autoestima son más susceptibles que los que tienen
alta autoestima.
Mujeres y hombre: otro resultado uniforme pero más controvertido es que las mujeres son
persuadidas más fácilmente que los hombre (Cooper, 1979; Eagly, 1978). Crutchfield (1955) fue el
primero en publicar este efecto cuando vio que las mujeres aceptaban más que los hombres la
influencia social y eran más susceptibles a ella.
Diferencias individuales: La investigación de diferencias individuales en la posibilidad de ser
persuadido se ha enfocado en la necesidad de cognición o de comprensión, la necesidad de cierre o
clausura cognitiva y la preferencia por la consistencia. También se han detectado diferencias
individuales en la importancia de la actitud.
Edad: Visser y Krosnick (1998), y Tyler y Schuller (1991) han sugerido 5 hipótesis acerca de una
relación entre la edad y la susceptibilidad al cambio de actitud:
Persistencia creciente: La susceptibilidad a cambiar de actitud es alta en los primeros años de la vida
adulta, pero disminuye gradualmente durante la vida; las actitudes reflejan la acumulación de
experiencias relevantes (una línea negativa).
Años impresionales: Las actitudes, los valores y las creencias u opiniones básicas se cristalizan
durante un período de gran plasticidad en los primeros años de la vida adulta.
Etapas de la vida: hay una alta susceptibilidad durante la edad adulta joven y en etapas ulteriores de
la vida, pero menor susceptibilidad durante toda la vida adulta media (una curva en U).
Apertura o campechanía de por vida (lifelong openness): algunos individuos son susceptibles al
cambio de actitud durante toda la vida.
Persistencia: la mayor parte de las posiciones fundamentales de n individuo se afirmas firmemente
durante la socialización preadulta; de ahí en adelante, la susceptibilidad al cambio de actitud desde
ese momento es baja.
Otras variables: Hay por lo menos otras 2 variables respecto del público relacionadas con el
proceso de persuasión:
Las creencias u opiniones previas incideen en la posibilidad de ser persuadido. Hay evidencia de un
sesgo de disconformidad o prejuicio de desconfirmación [Tendencia a advertir, refutar y considerar
como débiles los argumentos que contradicen nuestras creencias u opiniones previas] en la
evaluación de argumentos. Los argumentos que son incompatibles con creencias previas se analizan
más, se los somete a análisis de refutación más extensos y se los considera más débiles que los
argumentos compatibles con creencias previas. Además, la magnitud y la forma de un sesgo de
disconformidad son mayores si las creencias previas se acompañan de convicción emocional. Aun si
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los argumentos contienen sólo hechos, las creencias previas influyen en si se va a considerar dicha
información fáctica.
Los sesgos cognitivos son importantes tanto en la formación como en el cambio de actitud
Para finalizar, destacamos que las 3 categorías principales de variables tratadas -fuente, mensaje y
público - interactúan en la práctica.
PREJUICIOS
Concepto. Prejuicio negativo y positivo
El prejuicio es básicamente un sentimiento, favorable o desfavorable, con respecto a una persona o
cosa, sea anterior a una experiencia, sea sin tenerla en cuenta, o generalizando sobre sus
resultados. Este concepto abarca prejuicios negativos anteriormente indicados, que justifican, en
general los estudios, pensar sobre cierta categoría en general, o actuar frente a ellos.
El prejuicio étnico puede ser negativo (caso general) o positivo (cuando se acepta por bueno a
alguien como integrante de una comunidad estimada, valiosa sin tener en cuenta lo que surge de la
conducta específica de sus miembros: históricamente, la "flematicidad" del inglés, la "finura" del
francés, el "carácter firme y ordenado del alemán, etc.)
El punto central del prejuicio es la hostilidad (o la aceptación incondicionada) hacia ciertas personas
sobre la base de la pertenencia a un grupo.
Categorías de prejuicios
Podemos referirnos por lo menos a los siguientes:
a) Rechazo de comunidades enteras (étnicas, religiosas, nacionales). Ejemplos del rechazo étnico
fueron el de los españoles a los indios americanos durante la conquista y colonización, el prejuicio de
los blancos contra los negros en todos los países colonizados del África, y el de los países con
antiguas culturas esclavistas hasta la época contemporánea, que justificó todo tipo de prácticas
discriminatorias. Ejemplo del segundo (prejuicio religioso) es el trato dado por los cristianos a los
judíos durante toda la Edad Media. Ejemplos del tercero (nacionales) son los que se prodigaron
mutuamente norteamericanos y soviéticos durante la Guerra Fría, atribuyéndose las peores
características en cuanto "imperialistas" o "comunistas".
b) Rechazo a otras categorías de personas definidas por status adscriptos (Mujeres o ancianos,
discapacitados, personas intelectualmente disminuidas, enfermos mentales o con males
"infamantes": lepra hasta los siglos XVI y XVII, tuberculosis y sífilis en el XVIII y XIX, sida en el XX,
etc). Nótese que muchas palabras que inicialmente definieron discapacidades se utilizan hasta hoy,
en el lenguaje coloquial, como injurias.
c) Rechazo a categorías definidas por status adquiridos, que pueden generar prejuicios negativos
(delincuentes, ex presidiarios), positivos (médicos u otros profesionales), o mixtos, es decir,
favorables o desfavorables según la ideología y el nivel sociocultural del que categoriza
(homosexuales, alcohólicos, drogadictos).
Categorizados como lo hace ALLPORT (1971: 108), los tipos de agrupamientos contra los que se
han estudiado prejuicios reconocen no menos de catorce clases:
1) Raza.
2) Sexo.
3) Niveles de edad.
4) Agrupamientos étnicos.
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5) Agrupamientos lingüísticos.
6) Regiones.
7) Religiones.
8) Ideologías.
9) Castas.
10) Clases sociales.
11) Ocupaciones.
12) Niveles educativos.
13) Grupos de interés.
14) Naciones.
Pero a estros grupos falta agregar:
15) Enfermos y discapacitados mentales y físicos.
16) Otros "desviados", "enfermos" o "diferentes"
17) Portadores de atributos físicos que se alejan de la excelencia pautada.
18) Procesados.
19) Condenados privados de la libertad.
20) Excarcelados.
Todos ellos tienen en común el desvío de la norma que marca la conducta debida, que el prejuicio de
un modo expreso o tácito define.
En general, con excepción de la actividad científica, que también abarca limitadas interacciones en
épocas y lugares también específicos, las exigencias para decidir rápidamente sobre los otros es tal
que desde siempre se ha decidido si los objetos son buenos o malos por categorías superficialmente
consideradas. La resistencia al prejuicio (considerado como un modo de pensar o de sentir) es
patrimonio de quien, por un condicionamiento específico de socialización o educación, se niega a
emitir opiniones sobre bases estrechas. Aun así es dudoso que lo consiga. La dificultad de la
objetividad científica muestra que aun proponiéndose ser neutral en ciencia, y con adiestramiento
suficiente, la posibilidad de errar en cuanto a las categorías de discriminación es amplia. No cabe
duda de que pocos podrían decir con seriedad de sí mismo que no incurren con frecuencia en
discursos prejuiciosos a partir de categorías presuntamente homogéneas que definen "patrones de
conducta inexorables".
Cuanto más lejanos a la experiencia personal sean os miembros del grupo en cuestión, más facilidad
existirá para incurrir en prejuicios sobre ese grupo. La ignorancia y la falta de interacción suelen ser
parejas, y determinan igualmente la posibilidad de discriminar un grupo completo, o aceptarlo
totalmente.
Prejuicio y pre-juicio.
El punto central es si las personas están dispuestas a revisar sus concepciones erróneas frente a
nuevas experiencias, o si son inmunes a ellas: en el primer caso, se hablará de "pre-juicio",
rectificable si se acepta que fue apresurado y erróneo. En el segundo, de "prejuicio", o estereotipo
caracterizado por la inflexibilidad y la no aceptación de argumentos que contradigan la
generalización formulada. Los elementos que se oponen a esa idea serán rechazados, en general
emotivamente.
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Expresiones y niveles del prejuicio
La inserción del prejuicio en la cultura surge de la conformidad con creencias predominantes en cada
una de ellas, recibidas en el proceso de socialización. Nadie nace prejuicioso: se hace, y de
conformidad con los elementos discriminantes siempre presentes en la propia cultura. Estos pueden
ser de diversos tipos, y han sido ordenados en la siguiente secuencia creciente (ALLPORT, 1971:
67):
a) Rechazo verbal, esto es, referirse peyorativamente al grupo.
b) Evitación del contacto personal o familiar.
c) Discriminación activa o segregación.
1) Exclusión de zonas de residencia (modelo norteamericano sureño)
2) Exclusión de lugares públicos -baños, restaurantes, medios de transporte-.
3) Exclusión de lugares de recreación. Más común ha sido la reiterada exclusión de los lugares
bailables a jóvenes, por su ropa, color de la piel o su aspecto general.
4) Exclusión de empleos. Se practicó con los judíos en muchas profesiones, con las mujeres e otras.
5) Privación de derechos civiles (educacionales, privación de capacidad para contratar). En la
Argentina existió para las mujeres en la legislación anterior a la ey 11.357 de 1926, que les reconoció
los derechos civiles, aunque ello no constituyó equiparación total, que se completa con la ley 17.711
de 1968 y la 23.515 de 1987.
6) Privación de derechos políticos.
La discriminación puede surgir no solo de las leyes, sino también de las costumbres. En muchos
casos, vedada por las primeras, se practica de acuerdo con las segundas. Así ocurre con la llamada
estigmatización, rechazo activo por atribución de características desacreditadas a la colectividad de
la cual la persona forma parte, real o supuestamente.
La discriminación informal (por costumbre) existe en el área laboral en forma larvada cuando se
funda en el sexo. También en la discriminación por edad, color de piel o los variados criterios de
"buena presencia".
d) Agresión física. Violencia personal y ataques contra símbolos (cementerios, objetos rituales o
valiosos para las colectividades discriminadas).
e) Exterminio. Destrucción programada o sin programación de la colectividad odiada: pogroms,
linchamientos en masa, extensión y sistematización.
En ciertas condiciones, las etapas del prejuicio son sucesivas por crisis económicas o generadas
políticamente.
En condiciones "normales" el prejuicio entre comunidades no pasa del primero y segundo nivel. El
primero se encuentra involucrado en muchos chistes que denigran o burlan a as colectividades.
El tercero puede requerir, según los niveles, institucionalización política, tal como el caso de los
Estados Unidos, en buena parte de su historia con la colectividad negra.
La legislación nacional previene ampliamente los actos de discriminación en estos grados por ley
23.592 de 1988 (prohibición de actos discriminatorios determinados por raza, religión, nacionalidad,
ideología, opinión política y gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos).
Pero aunque la prohibición de la discriminación conste en leyes o códigos, se la puede practicar en
lo laboral, recreativo o en espacios públicos a espaldas de la ley, seleccionando a partir de criterios
prejuiciosos no confesables públicamente.
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El grado cuatro se genera esporádicamente en lugares donde los conflictos étnicos se encuentran
controlados, pero no superados, como ocurre en Estados Unidos.
Los ejemplos del grado cinco en la época actual aparecen sólo amparados por guerras. El elemento
distintivo es que no se han encarado como combates contra enemigos políticos o territoriales, sino
como exterminio sistemático de "bastardos raciales".
Prejuicio, socialización y educación.
Por ello, al constituir un fenómeno cultural con vinculaciones clares con otros hechos sociales, la
erradicación del prejuicio no depende de un modo lineal de la educación sistemática, salvo cuando
ésta pueda prevalecer sobre el proceso de socialización espontáneo y no afecte directamente los
intereses de ciertas categorías o grupos sociales: un niño que reciba educación escolar favorable a
la integración cultural de su comunidad, será influido mucho más débilmente por tales mensajes, que
por su familia y sus amigos discriminantes; éstos practican una conducta con referencias mucho más
potentes que las educacionales, a partir de normas informales (usos, costumbres) que definen sus
creencias, sus emociones, sus intereses de clase.
Prejuicio hacia categorías y hacia personas.
La sociología del prejuicio comprende los casos de discriminación sobre bases genéricas, adscriptas,
y no sobre la base de conductas concretas y específicas atribuidas a personas determinadas. Sin
embargo, se incluyen en este estudio los casos en que ciertas conductas conocidas de una persona
la hacen sospechosa en su totalidad, y por lo tanto induce el rechazo por generalización.
La idea de "raza" y el prejuicio.
Una de las ideologías discriminatorias más intensas ha provenido de la idea de "raza", de gran
fuerza en el inicio del desarrollo de las ciencias sociales, y todavía utilizada como concepto válido
para definir diferencias sustanciales entre humanos en algunos medios socioculturales.
El estudio de las variedades humanas (razas) es una rama de la zoología (LINTON, 1967: 33). El ser
humano está regido por las mismas leyes biológicas que los demás mamíferos, y sus vacilaciones
actuales se produjeron en razón de procesos evolutivos similares. La variabilidad actual de nuestra
especie es similar, y en muchos casos menor, que la existente en otras especies de mamíferos.
Diferencias tales como tamaño y forma de cráneo, matices o tonos de color de piel, estatura, tipo de
cabello y proporción de los miembros son diferencias secundarias; en lo básico, estructura genética,
esqueleto, órganos, musculatura, capacidad intelectual, son similares.
En todos casos, la superioridad o inferioridad racial estaba presente en la hipótesis. La hibridación
era señal de degeneración o decadencia. Este discurso fundó muchas concepciones sociales de
gran fuerza en el siglo anterior y las primeras décadas de éste.
Se trata de la subordinación de lo cultural a lo racial y el postulado de la excelencia de algunos tipos
puros. La idea de ciertos caracteres propios de una especie, inexorables y que configuran tipos
inamovibles; y las consecuencias de considerar las razas diferentes como dueñas de patrimonios
intransferibles ocasionó luchas todavía existentes.
Raza y etnia
La fundamental confusión es la existente entre raza y etnia, por la cual se atribuyen de modo
inevitable a ciertos caracteres físicos (color de la piel, sexo), ciertos datos culturales, pero no como
tales, sino como derivados de la misma constitución genética.
No es necesario remontarse mucho en el tiempo para encontrar textos de todo tipo que tratan de la
"herencia de la sangre" y las aterradoras consecuencias degenerativas de las "mezclas" en la
descendencia. En todos los casos se confunden los caracteres hereditarios, que pueden configurar
16
el color de la piel, la estructura y desarrollo físico, con los culturales, que determinan la conducta de
las personas en sociedad. Se menosprecia la dimensión de lo ambiental, y se otorga máximo valor a
lo genético, con independencia del proceso de aprendizaje, que es el único mediatizador de las
conductas sociales de las personas. Jamás se ha podido demostrar inferioridad racial alguna de
unos grupos respecto de otros en la especie humana; si, profundas diferencias culturales, producto
de divergentes procesos de socialización, tradiciones y modos de vida.
En la idea de "raza" la elementalidad surge de su definición por rasgos superficialmente observables,
esto es, por la apariencia, que fue la primera y que todavía hoy se mantiene: blanca, negra, amarilla,
parda, roja; por la forma del cráneo, estatura y tipo de cabello. La raza en rigor define la mínima
parte de la herencia. Hace décadas se sabe que los genes que determinan el color de la piel no
tienen relación alguna con la capacidad intelectual o con otros rasgos de la personalidad, formada
por la interacción con la cultura y el medio social de desarrollo.
Discriminación sexual.
Si las configuraciones raciales o de sangre" resultan tan erróneas como míticas y emotivas, no es
menor la inconsistencia teórica de la discriminación sexual, Si bien un par de cromosomas distinguen
al hombre de la mujer, la mayor proporción de rasgos físicos y psicológicos no están ligados al sexo,
salvo por la socialización diferencial y por los papeles diversos que han debido cumplir por imperio
de las culturas, más allá de los biológicos en la reproducción. Éstos no justifican la gran diferencia
que ha existido y que existe en la posición social de unos y otras en todas las sociedades, explicable
en la necesidad de otorgar una base simple a la división poblacional. El reconocimiento jurídico
proviene en especial de la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las
formas de discriminación contra la mujer, de 1979, ratificada por ley nacional en 1985.
En resumen, sobre la base de ciertas diferencias biológicas visibles (color de la piel, sexo), u otras
culturales (religión, etnia), se han derivado por economía del pensamiento, excesivas consecuencias,
y de este modo se han simplificado las valoraciones que permiten la atribución de posiciones, la
división del trabajo y la estructura social. La adscripción de posiciones resulta, entonces, un dato
cultural y no biológico. La alteración de las posiciones sociales no derivará del cambio genético sino
de las normas y de los modelos culturales.
PREJUICIO Y DISCRIMINACIÓN
Naturaleza y dimensiones del prejuicio
El prejuicio (actitud desfavorable hacia un grupo social y sus miembros) y la discriminación son dos
de los problemas más grandes que enfrenta la humanidad. Cuando un grupo de personas odia a otro
grupo de personas tan profundamente que puede torturar y matar niños y bebés, tenemos un serio
problema en nuestras manos. Como el prejuicio y la discriminación permanecen directamente en el
camino de la iluminación, el conocimiento de las causas y las consecuencias del prejuicio es uno de
los grandes desafíos de la humanidad.
Uno de los aspectos terribles del prejuicio es que involucra la deshumanización (acto mediante el
cual se despoja a las personas de si dignidad y humanidad) de un grupo. Si se puede ver a las
personas como menos humanos, entonces las atrocidades contra ellos no son esencialmente
diferentes de matar un insecto.
El prejuicio es responsable de gran parte del dolor y el sufrimiento humano en el mundo, y vas desde
la limitación de las oportunidades y de los horizontes hasta la violencia física y el genocidio
(expresión extrema del prejuicio que deriva en la exterminación de todo un grupo social). Siempre ha
estado con nosotros, y deprime pensar que puede permanecer con nosotros como parte fundamental
de la condición humana.
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La mayoría de las personas de las sociedades democráticas liberales consideran el prejuicio un
aspecto particularmente desagradable de la conducta humana y usan los términos “racista” e
“intolerantes” como insultos. Casi todos experimentamos prejuicios de una forma u otra, que van
desde suposiciones relativamente sin importancia que las personas hacen sobre otros hasta una
intolerancia extrema, cruel y ofensiva, o la violencia.
Actitudes prejuiciosas y conducta discriminatoria
Como el término “prejuicio” significa literalmente “juicio previo” (del latín prue y judicium), es habitual
considerar el prejuicio como una actitud en el que el objeto de actitud es un grado social. Un punto
de vista tradicional del prejuicio es que tiene 3 componentes:
1. Cognitivo: creencias sobre el objeto de actitud
2. Afectivo: sentimientos fuertes (habitualmente negativos)sobre el objeto de actitud y las
cualidades que creemos tiene.
3. Conativo: intenciones de comportarse de ciertas formas hacia el objeto de actitud (el
componente conativo es la intención de actuar de cierta manera, no la acción en sí)
Blancos de prejuicio y discriminación
El prejuicio no conoce límites culturales ni históricos: por cierto no es ámbito exclusivo de personas
de mediana edad, blancos, heterosexuales o varones. Los seres humanos son muy versátiles y
pueden convertir a cualquier grupo social en blanco de prejuicio. Sin embargo, ciertos grupos son
víctimas permanentes del prejuicio porque están formados por categorizaciones sociales que son
vívidas, omnipotentes y socialmente funcionales, y los propios grupos objetivo ocupan posiciones
inferiores de poder en la sociedad. Estos grupos son aquellos basados en la raza, el grupo étnico, el
sexo, la edad, las preferencias sexuales y la salud física y mental. La investigación muestra que de
éstos el sexo, la raza y la edad son las bases más prevalentes de la estereotipación.
Sexismo: Casi toda la investigación sobre el sexismo se enfoca en el prejuicio y la discriminación
contra las mujeres. Esto es porque las mujeres históricamente sufrieron más como víctimas de
sexismo, primariamente por su posición inferior de poder en relación con los hombres en los
negocios, el gobierno y el empleo. Sin embargo, debemos señalar que los roles sexuales pueden
haber persistido porque, si bien proporcionan a los hombres un poder estructural le han dado a las
mujeres un poder diádico o interpersonal. Y por supuesto, en la medida en que las mujeres tienen
poder sobre los hombres, son igualmente tan capaces de discriminación contra los hombres.
Estereotipos sexuales. La investigación sobre los estereotipos sexuales ha puesto de manifiesto
que tanto hombre como mujeres creen que los hombres son competentes e independientes, y que
las mujeres son cálidas y expresivas.
El conocimiento de estos estereotipos (imagen de evaluación ampliamente compartida y
simplificada de un grupo social y sus miembros) no se asocia inevitablemente con una creencia
personal consistente con el estereotipo acerca del grupo objetivo. De hecho, parece que esta
correspondencia entre el conocimiento y la creencia personal ocurre sólo ente los individuos más
prejuiciosos.
Aunque existen estereotipos sexuales (genéricos) de hombres y mujeres, las personas tienden a
representar los sexos en términos de subtipos. La investigación occidental identifica cuatro subtipos
femeninos dominantes (ama de casa, mujer sexy, mujer de carrera y feminista/atleta/lesbiana), lo
que enfatiza las dimensiones interpersonal versus la de competencia. El hombre típico está entre los
dos polos. En términos generales, la investigación muestra que tanto los hombres como las mujeres
ven a las mujeres como un grupo más homogéneo que el de los hombres.
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Presumiblemente, la competencia, la independencia, la calidez y la expresividad son todos atributos
humanos muy deseables y valorados. Si esto fuera cierto no habría ninguna connotación evaluadora
diferencial del estereotipo. Sin embargo, la investigación más antigua sugería que los rasgos
estereotípicos de la mujer son significativamente menos valorados que los rasgos estereotípicos del
hombre.
Conducta y roles. ¿Podrían los estereotipos sexuales reflejar con precisión las diferencias entre los
sexos en las personalidades y las conductas? ¿Tal vez los hombres y las mujeres realmente tienen
diferentes personalidades? Tradicionalmente, hombres y mujeres han ocupado diferentes roles
sexuales (conducta que se estima estereotípicamente apropiada para el género [sexo]) en la
sociedad, y, como vimos los roles fuerzan la conducta de acuerdo con los requerimientos del rol. Las
diferencias por sexo, si existen, pueden simplemente reflejar loa roles y no los sexos, y la asignación
de los roles puede ser determinada y perpetuada por el grupo social que tiene más poder. Un
argumento alternativo podría ser que hay diferencias intrínsecas de personalidad entre los hombres y
las mujeres que hacen que los sexos se adapten a los diferentes roles: es decir, existe un imperativo
biológico subyacente a las asignaciones de roles.
La investigación en psicología social indica que hay una pequeña cantidad de diferencias
sistemáticas entre los sexos, pero que no son muy diagnósticas: entre otras palabras, conocer la
posición de alguien en una de estas dimensiones no es un predictor fiable del sexo de esa persona.
En general, los estereotipos sexuales son más un mito que un reflejo de la realidad.
Un razón de porqué persisten los estereotipos sexuales es que persiste la asignación de roles de
acuerdo al género (sexo). El género son aquellos atributos estereotípicos del sexo de una persona.
Ciertos roles pueden ser típicos del sexo, y sugiere la posibilidad de que a medida que las mujeres
adopten cada vez más roles masculinos exista un cambio sustancial en los estereotipos sexuales.
Sin embargo, lo inverso también puede ocurrir a medida que un rol tradicionalmente masculino sea
ocupado cada vez más por mujeres, el rol puede volverse menos valorado.
Un análisis de las relaciones intergrupales entre los sexos no debe perder de vista el hecho de que
aún en general los hombres tienen más poder sociopolítico que las mujeres para definir el estatus
relativo de los diferentes roles en la sociedad. No es sorprendente que las mujeres puedan hallar
difícil ganar acceso a roles/ocupaciones masculinas de mayor estatus. Las cosas han cambiado
mucho en los últimos 25 años, de modo que sería muy alarmante encontrar esta forma de
discriminación ostensible en las universidades occidentales modernas.
Sin embargo, estos cambios han sido más lentos y menos extensos fuera del ambiente progresivo
de las universidades, y las mujeres aún pueden hallar difícil alcanzar posiciones de3 liderazgo
máximas en las organizaciones grandes (un fenómeno llamado techo de cristal, el cual implica una
barrera invisible que impide que las mujeres y las minorías alcancen posiciones superiores de
liderazgo).
Racismo: La discriminación basada en la raza o el grupo étnico es responsable históricamente de
algunos de los actos más atroces de inhumanidad en masa. Mientras el sexismo es responsable de
la práctica aún existente del infanticidio selectivo, por la que se asesinan a recién nacidos (y fetos)
de sexo femenino, esta práctica está limitada, en gran parte a un grupo de países en vías de
desarrollo. El genocidio es universal: en años recientes se ha llevado a cabo, por ejemplo, en
Alemania, Iraq, Bosnia y Ruanda.
La mayor parte de la investigación sobre racismo se ha enfocado en las actitudes y las conductas
contra los negros en los Estados Unidos.
Nuevo racismo. Así pues, ¿Debemos concluir que el prejuicio racial está muriendo en las naciones
industrializadas occidentales? Probablemente no. El estereotipo ha cambiado pero no ha
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desaparecido. Además, cuando un grupo de racistas manifiesto se une, las reglas sociales más
amplias de respeto y tolerancia se mantienen poco, y es frecuente la expresión pública de actitudes
racistas.
Como el racismo explicito, y ostensible (los estereotipos despectivos, el otorgamiento de nombres o
el etnofaulismo, el abuso, la persecución, la agresión y la discriminación) es ilegal y, por lo tanto,
está socialmente censurado, ahora es más difícil hallarlo. La mayoría de las personas en la mayoría
de los contextos no se comportan de esta forma. Sin embargo el racismo puede no sólo (o
simplemente) haber pasado a ser “subterráneo”; puede de hecho haber cambiado en su forma. Esta
idea reside en el corazón de algunas teorías del nuevo racismo o racismo moderno. Las personas
aún pueden ser racistas de corazón, pero de una forma diferente: pueden representar y expresar el
racismo de modo diferente, tal vez más sutilmente.
Esta nueva forma de racismo ha sido llamado racismo aversivo, racismo simbólico y racismo
ambivalente. Aunque existen diferencias entre estas teorías, todas comparten el punto de vista de
que las personas experimentan un conflicto entre una antipatía emocional profunda hacia algunos
exogrupos raciales y ciertos valores igualitarios modernos que ejercen presión para que todos nos
comportemos de una forma no prejuiciosa.
En general, las formas modernas o sutiles de racismo reflejan el modo en que las personas
resuelven la antipatía subyacente en la raza con una creencia de la igualdad entre los grupos. Esto
se logra evitando y negando el racismo: vidas separadas, no tocar el tema de la raza, negar que uno
es prejuicioso, negar la desventaja racial, y por último, oponerse a la acción afirmativa u otras
medidas para tratar la desventaja racial.
Detección del racismo. El desafío de la psicología social, entonces, es poder detectar el nuevo
racismo. Varias escalas analizan las formas modernas y sutiles de racismo. Sin embargo, en general
se requieren medidas discretas y poco notorias para detectar el racismo; de otro modo las personas
pueden responder de una forma socialmente conveniente. Una forma de medir el prejuicio es en
término de la distancia social; cuan próxima psicológica o físicamente, las personas desean estar
entre sí.
Otro contexto en el que el prejuicio subyacente puede emerger es cuando la conducta prejuiciosa no
se ve obviamente como un prejuicio.
El prejuicio también puede surgir inadvertidamente en la cognición relativamente automática de las
personas.
Los estereotipos pueden ser generados automáticamente por categorización, y la categorización
puede surgir automáticamente de imprimaciones o improntas de categorías. Si las improntas o las
categorías no son conscientes, entonces las personas pueden tener poco control del estereotipo.
La idea de automatismo está relacionada con la idea de que las categorías y sus atributos
estereotípicos están implícitamente ligadas a la memoria. Por lo tanto, el prejuicio oculto puede ser
detectado por medidas discretas que ponen de manifiesto asociaciones estereotípicas subyacentes.
La investigación ha demostrado cómo el racismo puede estar introducido muy sutilmente y de
manera no intencional en las palabras que utilizamos, la forma en la que nos expresamos y la forma
en la que nos comunicamos con otros grupos raciales y hablamos sobre ellos.
Finalmente, aunque a menudo tenemos cierto control sobre lo que decimos, tenemos menos control
sobre los canales de comunicación no verbales; éstos pueden ser un rico indicador de las emociones
y los prejuicios subyacentes.
Los prejuicios raciales y étnicos son bastante penetrantes si, como casi siempre sucede, hemos sido
criados en sociedades en las que estos prejuicios han prevalecido. La mayoría de nosotros están
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conscientes de los estereotipos relevantes, y la tarea es resistir conscientemente las reacciones
estereotípicas automáticas (parecería ser que las personas menos prejuiciosas son más adeptas a
esto)
Aunque el racismo y el prejuicio étnico manifiesto son ilegales y moralmente condenados, y la
mayoría de las personas piensan y actúan en concordancia, no se puede hacer caso omiso tan
fácilmente a una larga historia de estos prejuicios. Los gérmenes del racismo aún persisten, y el
racismo puede detectarse en distintas sutiles formas. El resentimiento y la parcialidad raciales y
culturales están al acecho debajo de la superficie: relativamente dormidos, pero listos para ser
activados por un ambiente social que podría legitimar la expresión del prejuicio.
Un punto importante final a tener en mente es que, si bien la investigación sugiere que la
discriminación manifiesta puede estar disminuyendo en muchas de las democracias occidentales,
esto no significa que las consecuencias sociales de décadas e incluso siglos de racismo cambien tan
rápidamente.
FORMAS DE DISCRIMINACIÓN
Renuencia a ayudar. La renuencia a ayudar a otros grupos a mejorar su posición en la sociedad, al
omitir pasiva o activamente la ayuda de sus esfuerzos, es una forma de asegurarse de que se
mantenga en desventaja esta estrategia pueden usarla individuos, las organizaciones o la sociedad
como un todo. La renuencia a ayudar también puede ser un sello del racismo aversivo: la
combinación de ansiedad y antipatía racial, combinada con la idea de que la magnitud de la
desventaja está sobreafirmada, estimula a las personas a no ofrecer ayuda.
Tokenismo. Es un acto positivo relativamente pequeño o trivial, una señal, hacia los miembros de un
grupo minoritario. La acción es invocada entonces en repudio de las acusaciones de prejuicio y como
una justificación por rehusarse a participar en actos positivos más grandes y más significativos o por
participar posteriormente en la discriminación (“No me moleste, ¿No he hecho lo suficiente?”) El
tokenismo puede ser utilizado por las organizaciones y por la sociedad en su totalidad.
Discriminación inversa o positiva. Una forma más extrema de tokenismo es la discriminación
inversa o positiva. Las personas con actitudes prejuiciosas residuales a veces pueden favorecer a
miembros de un grupo contra de los cuales sienten prejuicios más que a los otros miembros de otros
grupos.
Como la discriminación inversa favorece a un miembro de un grupo minoritario, puede tener efectos
beneficiosos a corto plazo. Sin embargo, a largo plazo puede tener algunas consecuencias nocivas
para sus receptores, y hasta ahora no existe ninguna prueba de que la discriminación inversa
produzca abolición de los prejuicios profundos del discriminador. La discriminación inversa es una
forma eficaz de ocultar los prejuicios, pero también puede reflejar ambivalencia, el deseo de parecer
igualitario, o sentimientos genuinos de admiración y respeto.
CULTURA
El contexto cultural
La cultura es un constructo omnipresente pero escurridizo. Se la ha examinado, investigado,
presionado, negociado matado, revivido y materializado hasta el infinito”. Se habla mucho de la
cultura, de las diferencias culturales, de la sensibilidad cultural, del cambio cultural, del choque
cultural, de las subculturas y del contacto entre culturas, ¿pero qué es precisamente la cultura, y
cuánto y a través de qué procesos afecta a las personas, y cómo a su vez se ve afectada por las
personas?
El sociólogo Franz Boas creía que la cultura era fundamental para la ciencia social y que el estudio
dela influencia de la cultura sobre las personas es la definición de la disciplina de la psicología
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social. Wundt, el fundador de la psicología como ciencia experimental, creía que la psicología social
eran todos los fenómenos colectivos como la cultura; una posición compartida con Durkheim, uno de
los fundadores de la sociología.
Los psicólogos transculturales y algunos psicólogos sociales han proporcionado evidencias de la
considerable variación cultural en una serie de comportamientos humanos bastante básicos y
procesos psicológicos sociales. La mayor parte de la investigación identifica una diferencia general
entre las culturas orientales y occidentales; en efecto, el debate contemporáneo en psicología social
acerca dela cultura está limitado sobre todo a este contraste, o más precisamente al contraste entre
colectivismo (oriental) e individualismo (occidental).
Los pensamientos y las acciones individuales influyen en las normas y las prácticas culturales ya que
evolucionan en el tiempo, y estas normas y prácticas influyen en los pensamientos y en las acciones
de los individuos.
Definiciones
Boas definió la cultura como “los hábitos de una comunidad”, y Smith y Bond, como “sistemas de
significados compartidos”. Estos elementos, actividad compartida y significado compartido, deben
incluirse en una definición de cultura, según Greenfield y cols.
Aunque las definiciones varían, tienden a compartir el punto de vista amplio de que la cultura es un
producto persistente de la interacción humana y la influencia sobre ella. En línea con esta
perspectiva amplia, consideramos a la cultura como el grupo de cogniciones y prácticas que
identifican a un grupo social específico y lo distinguen de otros. En la misma línea, Hofstede (2001)
se refiere a la cultura como la programación colectiva de la mente que distingue a los miembros de
un grupo o categoría de personas de otro. Esencialmente, la cultura es la expresión de las normas
grupales nacionales, raciales y étnicas.
CULTURA, COGNICIÓN Y ATRIBUCIÓN
La cultura es lo que nos permite hacer una atribución que sea apropiada para el contexto: no
prestarle atención a la cultura podría tener consecuencias “interesantes” para el desafortunado
espectador que saca conclusiones sin estar advertido. También vimos que existen culturales en el
estilo atributivo, y se pueden suceder errores extremos de atribución (tendencia a atribuir el mal
comportamiento de los que no son miembros del grupo [exogrupo] y buen comportamiento del grupo
[endogrupo] a actores internos, y el buen comportamiento del exogrupo y mal comportamiento del
endogrupo a factores externos); y errores fundamental de atribución (riesgo de atribuir la conducta
de otro a causas internas más que a causas situacionales).
Los procesos que subyacen a la atribución y la cognición social están conectados, y saber más
sobre esto puede ayudarnos a comprender mejor la contribución de la cultura. La tradición
intelectual de las culturas colectivistas ha evolucionado para ser más holística y orientada a las
relaciones, mientras que las culturas individualistas como grupo son más analíticos y lineales en su
pensamiento.
Cultura y socialización
Para la década de los años ´30 los antropólogos en la Columbia University (Boas, Benedict, Mead)
habían establecido que el desarrollo infantil estaba inextricablemente ligado a las normas sociales.
Se han incluido exploraciones de la estructura y los valores de las familias, y qué tipo de valor se
impone en los niños de diferentes culturas y cómo interactúan con la economía de una sociedad.
Estas cuestiones centradas en la familia afectan el modo en que una persona se relaciona con los
demás y cómo se desarrolla el yo: ¿un individuo se volverá más independiente o interdependiente?
CULTURA, NORMAS E IDENTIDAD
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Hemos visto que el medio ambiente físico puede tener un impacto sobre muchos aspectos del modo
en que las personas viven y cómo están organizadas las familias de la comunidad. Para que una
cultura entera florezca, necesitará una red de sistemas de apoyo, legal, político y económico. A
veces los dogmas religiosos y la historia de una nación se combinan para justificar el uso de la
fuerza a través de códigos de legitimación y de ideología de antagonismo hacia algunos exogrupos.
También podemos abordar la cultura desde una perspectiva psicológica social: la cultura no solo
influye en los procesos psicológicos sociales, sino que también es un producto de esos procesos.
Nuestra cultura nos brinda una identidad y un conjunto de atributos que definen esa identidad. La
cultura influye en lo que pensamos, en cómo nos sentimos, cómo nos vestimos, qué y cómo
comemos, cómo hablamos, qué valores y principios morales sostenemos, cómo interactuamos entre
nosotros y cómo comprendemos el mundo que nos rodea. La cultura invade casi todos los aspectos
de nuestra existencia. Tal vez por esto la cultura a menudo es el trasfondo aceptado de antemano
de nuestras vidas cotidianas, y sólo podemos realmente tomar conciencia de las características de
nuestra cultura cuando encontramos otras culturas o cuando nuestra propia cultura se ve
amenezada. La cultura, al igual que otros sistemas normativos arraigados, sólo puede ponérsenos
de manifiesto por la exposición intercultural o por conflicto intercultural.
Una característica clave de los atributos culturales es que están estrechamente integrados en una
forma lógica que hace que nuestras vidas y el mundo que vivimos tengan un significado. En este
sentido, la cultura tiene algunos de los atributos de las atribuciones sociales. A nivel cognitivo,
nuestra propia cultura podría estar representada esquemáticamente como un prototipo bien
organizado y compacto.
Como la cultura hace que el mundo tenga significado, podríamos esperar que haya renovaciones
culturales en condiciones de incertidumbre social. Como la cultura la identidad, también
esperaríamos renovaciones culturales cuando el prestigio o la distintividad de nuestra cultura se ven
amenazados por otros grupos culturales; en estos aspectos, debería esperarse que la cultura
obedezca los principios de comportamiento intergrupal descritos por el enfoque de la identidad
social.
Otra clave de los atributos culturales es que son compartidos entre los miembros de la cultura, y se
diferencian entre ellas: son normativos, y por lo tanto, obedecen a los principios generales de las
normas. Las formas culturales pueden emerger y ser sostenidas o modificadas por la interacción
humana.
CONTACTO ENTRE CULTURAS
Los grupos culturales no viven aisladamente: entran en contacto entre sí, lo que aumenta con cada
década que pasa. El contacto intercultural debe ser una experiencia enriquecedora, una fuerza para
el bien y para el cambio beneficioso, pero puede ser también una olla de presión, en la que las
amenazas percibidas y antiguas animosidades hierven hasta entrar en conflicto. La mayor parte del
contacto intercultural no dura lo suficiente como para producir un cambio permanente en el
comportamiento o en las actitudes de las personas de otro grupo cultural
Comunicación, lenguaje y estilo discursivo. Hemos visto que las sociedades multilingües y por lo
tanto multiculturales, en general tienen un grupo dominante de alto estatus. En consecuencia, una
barrera para el lenguaje puede ser un obstáculo importante para un encuentro intercultural cómodo.
Incluso el acento y la forma de hablar presentan un problema. Los nativos pueden ser menos atentos
con las personas con acento extranjero.
La magnitud de la diferencia cultural percibida puede influir en el contacto intercultural. La medida en
la que una cultura es percibida como diferente a la nuestra puede afectar la interacción intercultural.
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El uso de reglas de expresión es evidencia de la importancia de la cultura en la comunicación de los
estados emocionales a través de las expresiones faciales. Asimismo, la cinesia proporciona indicios
del origen cultural de una persona, al igual que las variaciones en el tacto y en la distancia
interpersonal.
Lenguaje y comprensión
El lenguaje por sí solo plantea un problema. La traducción directa de palabras de una lengua a otra
no preserva necesariamente el significado. Los idiomas tienen muchas expresiones idiomáticas que
no deben ni pueden traducirse de manera literal a otra lengua porque se alteraría su significado.
Además de la búsqueda de palabras o de frases idiomáticas para comunicar un significado preciso
entre las diferentes culturas, un idioma puede plantear un problema mayor cuando las palabras o la
forma en que se usan las palabras matizan ciertos conceptos culturalmente específicos.
Aculturación y cambio de cultura.
Cuando las personas emigran es casi imposible evitar el contacto estrecho con miembros de la
cultura anfitriona y con otros grupos culturales de inmigrantes. El contacto prolongado siempre
produce cambios en el comportamiento y el pensamiento entre los nuevos inmigrantes. El proceso
de internalización de las reglas de comportamiento características de otra cultura es la aculturación,
y cuando se aplica a un grupo en su totalidad tenemos un cambio de cultura a gran escala. Sin
embargo, los grupos de inmigrantes tienen cierta elección acerca de la forma en que tienen lugar
estos cambios: la elección más fuerte es entre asimilación y separatismo. Debemos destacar que el
cambio de cultura no sólo se limita a los inmigrantes también se aplica las personas indígenas.
Un individuo en aculturación puede tener identidades dobles. Un concepto similar, identidad
bicultural.
Los inmigrantes enfrentan un dilema:¿Mantendrán su identidad social definida por la identidad de la
cultura en su hogar , o será definidos por la cultura del anfitrión?
Dejando de lado la cuestión del aprendizaje de la lengua, el camino más popular para los
inmigrantes es la integración: aquel que se asocia con menos estrés acultural. Un factor clave en
reducción del estrés es la disponibilidad de una red de apoyo o de contención social, al igual que lo
es cuando se enfrenta la separación de una relación íntima. Sin embargo, la elección de integrarse
es un proceso que lleva considerable tiempo, y en muchos casos compite con el énfasis de
asimilación de la cultura del anfitrión.
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