Chang Rodríguez, E. (2018) - Víctor Raúl Haya de La Torre. Bellas Artes, Historia e Ideología

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Víctor Raúl Haya de la Torre:

Bellas artes, historia e ideología


EUGENIO CHANG-RODRÍGUEZ

VÍCTOR RAÚL
HAYA DE LA TORRE:
Bellas artes, historia e ideología
BIBLIOTECA NACIONAL DEL PERÚ
Centro Bibliográfico Nacional

324.285 Chang Rodríguez, Eugenio, 1924-


C52V Víctor Raúl Haya de la Torre : bellas artes, historia e ideología / Eugenio
Chang-Rodríguez.-- 1a ed.-- Lima : Pontificia Universidad Católica del Perú,
Fondo Editorial, 2018 (Lima : Tarea Asociación Gráfica Educativa).
224 p. : il., retrs. ; 21 cm.
Bibliografía: p. 211-224.
D.L. 2018-04656
ISBN 978-612-317-336-4
1. Haya de la Torre, Víctor Raúl, 1895-1979 2. Partido Aprista Peruano
3. Políticos - Perú - Siglo XX 4. Ideología política - Perú I. Pontificia Universidad
Católica del Perú II. Título
BNP: 2018-081

Víctor Raúl Haya de la Torre:


Bellas artes, historia e ideología
Eugenio Chang-Rodríguez
© Eugenio Chang-Rodríguez, 2018
De esta edición:
© Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2018
Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú
[email protected]
www.fondoeditorial.pucp.edu.pe
Diseño, diagramación, corrección de estilo
y cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP
Imagen de portada: Camino campestre, de Macedonio de la Torre.
Década de 1930. Colección privada de Diego de la Torre.
Primera edición: abril de 2018
Tiraje: 500 ejemplares
Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio,
total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.
Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2018-04656
ISBN: 978-612-317-336-4
Registro del Proyecto Editorial: 31501361800324
Impreso en Tarea Asociación Gráfica Educativa
Pasaje María Auxiliadora 156, Lima 5, Perú
Índice

Presentación 11

1. Introducción 21

2. Víctor Raúl Haya de la Torre: vida artística e ideológica 25


Deslinde 25
Infancia y juventud 25
Jornadas universitarias y obreras 31
El primer exilio (1923-1931) 40
La fundación en Lima del Partido Aprista Peruano 52
Las elecciones generales de 1931 54
La dictadura de Luis M. Sánchez Cerro (1931-1933) 56
La Gran Clandestinidad (1934-1945) 58
El Frente Democrático Nacional (1945-1948) 61
El «Ochenio» dictatorial de Manuel A. Odría (1948-1956) 64
El segundo exilio (1954-1957) 65
La «convivencia» con el gobierno de Manuel Prado (1956-1962) 66
El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas (1968-1979) 70
Presidente de la Asamblea Constituyente (1978-1979) 73
3. Antecedentes artísticos hispanoamericanos 77
Las bellas artes precolombinas 77
Las artes plásticas de la Colonia 78
La escuela cusqueña de pintura 80
La pintura limeña 81
Neoclasicismo, romanticismo y academismo 82
Del impresionismo al modernismo en la pintura 84
El arte como expresión de ideales sociales 85
El internacionalismo de posguerra 85
El abstraccionismo latinoamericano 87
Otros destacados pintores y escultores 87
La música precolombina 88
La música en la época virreinal 89
La música de los herederos del incanato 91
Reinterpretación de la cultura peruana 95
Los nuevos amerindios 97

4. Clío, la musa de la historia en el Perú 99


Génesis 99
Nuevos retoques filosóficos a su concepción de la historia 103
Ampliación de conceptos 107
Enunciación final de la tesis 113

5. Indianismo e indigenismo 117


Deslinde temático 117
El tema del amerindio de los siglos XV, XVI y XVII 117
Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566) 118
Aportes del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) 119
La crónica de Guaman Poma de Ayala (¿1538-1620?) 124
El tema indio en los siglos XVIII y XIX 125
El indigenismo remozado en el Perú del siglo XX 128
José Carlos Mariátegui y el indigenismo 130
El indigenismo de entreguerras y Haya de la Torre 133
La polémica del indigenismo 138
La redención del indio en el programa mínimo del PAP 145
Difusión del indigenismo de Haya de la Torre
y sus discípulos 150
Mayoría india y minoría blanca registradas en los censos nacionales 153

6. Los Estados Unidos Latinoamericanos, patria continental 157


La identidad nacional 158
Autoidentificación y unificación continental 160
Caracterización de la realidad latinoamericana 167
La tesis de Pueblo Continente 169
Observaciones finales 170

7. Legado humanístico 175


Deslinde preliminar 175
La histórica búsqueda de una nación continental 178
La ética en la política 181
La Federación Aprista Juvenil (FAJ) 182
La unión de los trabajadores manuales e intelectuales 184
Repercusión en Latinoamérica de las ideas
del otro Haya 185
El Proceso Haya de la Torre y los pedidos internacionales por su vida 187
Canciones y pinturas en la conciencia peruana 196

8. Conclusiones 205

Obras citadas 211


Presentación

En este año, el trigésimo sexto aniversario del fallecimiento de Víctor


Raúl Haya de la Torre, leo el manuscrito de Víctor Raúl Haya de la Torre:
Bellas artes, historia e ideología, que es un notable esfuerzo por compendiar,
explicar, y aun rescatar, los penetrantes y variados aportes del fundador de
la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en una importante
esfera de las humanidades que, en su caso, comprendió meditaciones
de filosofía política —plasmadas en el marco doctrinario que forjó la
ideología de aquella Alianza—, sus creaciones dramáticas y poéticas
juveniles, así como sus penetrantes interpretaciones de ensayos y obras
literarias de autores extranjeros y de nuestros más insignes pensadores y
escritores peruanos.
Este multifacético y exigente reto ha sido eficientemente resuelto por
Eugenio Chang-Rodríguez —uno de nuestros más respetados lingüistas y
estudiosos de la literatura y las ciencias sociales—, quien en estas páginas
sintetiza y ordena las diversas esferas intelectuales frecuentadas por el
líder trujillano a lo largo de una existencia intensa y sin tregua, tanto en
el espacio silencioso y solitario del pensamiento y el análisis, como en
el intensísimo de una acción política que conoció todo tipo de avatares:
la creación de un partido que es, por su continuidad, el más antiguo del
Perú y uno de los más influyentes en el ámbito latinoamericano; largos
exilios, la prisión en miserables condiciones, la persecución, la existencia

11
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

clandestina, el respaldo popular incondicional, el reconocimiento de


su valía intelectual por parte de escritores, académicos y políticos de
fama mundial, la lealtad casi religiosa de correligionarios que lucharon
y vivaron su nombre tanto en multitudinarias manifestaciones como
frente al pelotón de fusilamiento. Es decir, una vida excepcional, difícil
de asir, que desató fervores, pero también odios y enemistades, como
suele suceder en quienes no transcurren por la existencia consumiéndola
en quehaceres banales sino cumpliendo un destino. Y, en algunos casos,
padeciéndolo.
Pero la solución a este reto venía antecedida por una ventaja:
Chang-Rodríguez le ha dedicado durante décadas a Haya de la Torre
varios libros, ensayos y artículos que hacen de él uno de los académicos
que mejor conoce el pensamiento y la trayectoria del protagonista del
presente título. En efecto, para evidenciarlo mencionemos algunos de
ellos: su juvenil La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya
de la Torre (México, 1957), que fue prologado por el eminente escritor
colombiano Germán Arciniegas; Una vida agónica. Víctor Raúl Haya de
la Torre (Lima, 2007); Pensamiento y acción en González Prada, Mariátegui
y Haya de la Torre (Lima, 2012), a más de los capítulos por él escritos en
libros colectivos y las conferencias y ponencias presentadas en congresos
nacionales e internacionales. Inclusive la irradiación de sus ensayos hace
tiempo está trascendiendo las fronteras de nuestro continente, como es
el caso de su libro Latinoamérica: nación continental, traducido al chino
por Bai Fengsen, miembro de la Academia de Ciencias Sociales de la
República Popular China, y Zhao Deming de la Universidad de Pekín
(Pekín, 1990), título en que ocupa un espacio significativo el pensamiento
de Haya de la Torre y el de su compañero y amigo Antenor Orrego.
Es así que los ocho capítulos que componen Víctor Raúl Haya de
la Torre: Bellas artes, historia e ideología se constituyen, por su precisión
y madurez, en una de las obras mayores escritas sobre el líder aprista
por Chang-Rodríguez, a quien ha profesado una dedicación y fidelidad
admirables. En ese transcurso, desde su juventud, nuestro autor

12
Eugenio Chang-Rodríguez

mantuvo varias entrevistas y conversaciones con su paisano trujillano.


Lo mismo hizo con destacadas personalidades que lo conocieron bien y
compartieron las responsabilidades de la dirección del Partido Aprista
Peruano, especialmente durante las ausencias forzosas o voluntarias de
su fundador. A ello hay que agregar la acuciosa indagación en fuentes
bibliográficas, periodísticas y manuscritas que conservan informaciones
valiosas sobre aspectos poco conocidos de la vida del protagonista,
como es el caso de la obligada consulta de los diarios trujillanos de las
décadas de 1910 y 1920, y de las publicaciones partidarias aparecidas
en la clandestinidad.
Uno de los aspectos mejor logrados es el hecho de que el proceso
del pensamiento de Haya de la Torre sigue paralelamente los aconteci-
mientos políticos que ocurrieron en el Perú, todo ello informado con las
tendencias artísticas del momento, como es el caso del segundo capítulo
—«Víctor Raúl Haya de la Torre: vida artística e ideológica»— y, en
particular, en el primer tercio de aquella centuria, en la que transcurre la
niñez, adolescencia y juventud de Víctor Raúl. Chang-Rodríguez rescata
en esas páginas la infancia del líder cuando interpretaba composiciones
musicales al piano y al violín con su primo hermano Macedonio de la
Torre y como integrante de la estudiantina infantil que actuó en el Teatro
Municipal y otros escenarios de su ciudad natal. Se detiene asimismo en
la educación impartida por los padres lazaristas franceses de San Vicente
de Paul, en el colegio-seminario de San Carlos y San Marcelo, teniendo
por condiscípulos a Macedonio de la Torre, Alcides Spelucín, Félix Lóyer
Hoyle, Julio Gálvez Orrego y Álvaro Pinillos Goycochea, entre otros.
A la conclusión de la secundaria, en 1912, Haya de la Torre ingresó,
en abril de 1913, a la Universidad Nacional de Trujillo, donde conoció
a César Vallejo, a quien auspició su incorporación al Grupo Artístico
y Literario de la ciudad, llamado por el poeta Juan Parra del Riego
«La Bohemia de Trujillo», en un artículo por él publicado en la revista
Balnearios de Barranco, en octubre de 1916, y finalmente «Grupo Norte»,
por el periódico El Norte, que dirigiera Antenor Orrego a partir de 1923.

13
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Es en ese ambiente que aparece el joven Haya en calidad de crítico


de arte y poeta, que firmaba sus colaboraciones en La Reforma con el
seudónimo Juan Amateur.
Nos enteramos, por otro lado, de que Haya frecuentaba los recitales
de violín del argentino Andrés Dalmau y la pianista Mercedes Pedrosa,
y asistía a las actuaciones de la actriz dramática española Amalia de
Isaura en el Teatro Ideal de Trujillo, la misma artista que el 15 de abril
de 1916 pondría en escena la obra escrita por Haya de la Torre Triunfa
Vanidad, en la que defendió el honor de César Vallejo, de quien se
habían burlado unos frívolos de la ciudad. Al día siguiente apareció en
La Reforma un soneto cuya dedicatoria dice: «Para ti, Juan Amateur, por
tu valiente comedia estrenada ayer. Cariñosamente, César Vallejo». El
23 del mismo mes, siempre bajo el mismo seudónimo, Haya publicó
su poema «Hiperestesia», cuya dedicatoria dice: «Mis primeros versos
para César Vallejo».
En abril de 1917, Haya se trasladó a la Universidad Mayor de San
Marcos de Lima e intervino en las jornadas universitarias y obreras,
conoció en la Biblioteca Nacional a su director, el ilustre ensayista y poeta
Manuel González Prada, y trabó amistad con estudiantes sanmarquinos
que más tarde brillarían en diversas esferas de la vida nacional. Por otro
lado, fue esencial su estadía en el Cusco, a partir de agosto de 1917,
donde entabló amistad con el estadounidense Alberto Giesecke, rector de
la Universidad Nacional San Antonio Abad. Desde su cargo de secretario
del prefecto del Cusco conoció las provincias de ese departamento, así
como Arequipa, Puno y Apurímac, en los que constató directamente la
desgraciada situación del indígena. En mayo de 1918 retornó a Lima.
Hace bien Chang-Rodríguez en detallar la existencia de Haya
de la Torre en esos años juveniles pues desde ese período en adelante
empezará a desenvolverse la singular trayectoria del futuro líder que
realizaba un intenso e inicial aprendizaje de lecturas y de viajes que serían
fundamentales en su formación intelectual y política.

14
Eugenio Chang-Rodríguez

En efecto, tal como lo explica el autor a través de estas páginas, siendo


muy variada la herencia intelectual de Haya de la Torre, esta se asienta
principalmente sobre la filosofía política, la historia y las artes, principal-
mente la música y la literatura. Y en cómo, desde muy temprano, empezó
a cumplir un rol protagónico al presidir la Federación de Estudiantes del
Perú, en 1919, y el Congreso Nacional de Estudiantes en el Cusco, en 1920,
desde donde impulsó la reforma universitaria amanecida en Córdoba del
Tucumán en 1918. De igual modo, fue decisiva su intervención en mayo
de 1923, al organizar la jornada estudiantil que se opuso a la proyectada
reelección de Augusto B. Leguía que, el 9 de octubre de ese año, le costó
siete días de prisión, primero, y la deportación después.
Luego de este suceso, crucial en la vida política inicial de Haya de la
Torre, Chang-Rodríguez dedica buena parte del capítulo 2 a los sucesos
centrales de su vida, desde la fundación del Partido Aprista Peruano hasta
su elección, seis décadas más tarde, como presidente de la Asamblea
Constituyente, la firma que estampó en la Carta Magna el 12 de julio de
1979 y su fallecimiento el 2 de agosto de ese mismo año.
Por cierto, el mencionado capítulo es uno de los principales del
libro, no solamente por ordenar los sucesos vividos por Haya en esos
sesenta años, sino por la sutil y sagaz indagación que efectúa para
seguir el desenvolvimiento de su pensamiento filosófico-político a la
luz del marxismo y de la teoría de la relatividad de Alberto Einstein,
principalmente. No menos destacable es el capítulo 4, en que se explica
la revisión de las concepciones de la historia y la enunciación final de
la tesis hayista del Espacio-Tiempo histórico. Dicha noción empezó a
germinar en sus meditaciones desde la década de 1920, en que constata,
como bien señala Chang-Rodríguez, «que la filosofía de la historia
obliga a evolucionar, reajustar y corregir desde un «ángulo espacial» el
cumplimiento de las leyes condicionadas por la relatividad»; a la vez
corroborar, por otro lado, siguiendo el raciocinio de Federico Engels, que
la realidad no se inventa, sino que se descubre.

15
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Centralmente referido al Perú es el capítulo 5, que trata acerca del


indio en la literatura y las ciencias sociales, asunto básico, y hasta medular,
en el primer tercio del siglo pasado, que planta sus raíces en el marco
jurídico de las Leyes de Indias durante el Virreinato, prosiguiendo con
su carencia de protección legal durante el primer siglo de la República
y continuando con el pensamiento del siglo XX, en que destacan de
manera pionera Manuel González Prada —con los importantes aportes
de José Uriel García, José Carlos Mariátegui, Hildebrando Castro
Pozo, Luis Felipe Aguilar, José Antonio Encinas, Luis E. Valcárcel y
tantos otros—, así como las publicaciones y organizaciones sociales
que trataron sobre esta cuestión crucial. Es evidente que la experiencia
en el sur andino de Haya de la Torre contó de manera decisiva en las
posiciones indigenistas del aprismo. Precisamente sobre este asunto tuve
ocasión de conversar con Haya de la Torre una tarde de febrero de 1970
en Villa Mercedes, con motivo del septuagésimo quinto aniversario de
su natalicio, en que me confirmó la gran importancia de su experiencia
juvenil en la Ciudad Imperial. Junto con este tópico subrayamos el
asunto del capítulo 6 dedicado a la patria continental latinoamericana,
cuestión de primera importancia en las propuestas de Haya de la Torre
y los aportes de Antenor Orrego plasmados principalmente en su libro
Pueblo Continente (1939).
Por último, es notable el capítulo 7 pues podría decirse que este
contiene uno de los esfuerzos más logrados efectuados hasta el presente
por explicar y compendiar el legado intelectual y la herencia humanística
de Haya de la Torre forjados desde su primer destierro (1923-1931) hasta
su fallecimiento en 1979. En él se lee ordenadamente cómo Haya afianza
su concepción del proceso de la historia particular a cada pueblo, y cómo,
en contraposición a las tesis marxistas ortodoxas —aunque podría decirse
más bien dogmáticas—, postuló que para eliminar el subdesarrollo se
requiere pasar por el capitalismo de carácter productivo-promotor de la
industrialización y la modernización, agregando que al socialismo no se
llega eliminando el capitalismo, sino acelerándolo; y cómo las ideologías

16
Eugenio Chang-Rodríguez

deben «refrescar» periódicamente sus propósitos, teniendo en cuenta la


cambiante realidad. Aquí hay que destacar ese libro medular de Haya de
la Torre que es El antiimperialismo y el APRA, terminado de escribir en
México en 1928, pero que recién se editaría en 1936, y que ha merecido
varias reediciones y ha ejercido importante influencia en el continente.
Señala muy atinadamente Chang-Rodríguez el otro gran tema hayista,
como fue la patria continental, que hunde sus raíces primigenias en el
jesuita peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán —en su notable Carta
a los españoles americanos (1792)—, en los planteamientos del patriota
venezolano Francisco de Miranda, en la convocatoria del Congreso
Anfictiónico de Panamá (1824) por Simón Bolívar y su ministro peruano
José Faustino Sánchez Carrión, así como en remarcables pensadores
contemporáneos. Rescata el autor la sugerencia de Haya de la constitución
de un Congreso Económico Interamericano que adoptara, entre otras
reformas, la creación de un Mercado Común Latinoamericano, la
organización de un Banco de Exportación e Importaciones Interamericano,
la Unión Aduanera Interamericana y se abocara a una reglamentación de
las inversiones extranjeras en beneficio tanto de los inversionistas como
del país receptor. Por cierto, como señala Chang-Rodríguez, en estos
planteamientos Haya tuvo en cuenta los acuerdos de Bretton Woods
(1944), de los que surgió el Fondo Monetario Internacional (FMI), el
Banco Mundial y, más tarde, el Acuerdo General de Aranceles y Comercio
(GATT), que luego se convirtió en Organización Mundial de Comercio
(OMC); y, en el ámbito latinoamericano, la constitución del Mercado
Común del Sur (Mercosur) y otros bloques comerciales.
Completan el capítulo sustanciales análisis del pensamiento hayista
como el denominado «La ética en la política», tan clamorosamente actual,
cuando vemos la extensión de la corrupción en instancias decisivas del
Estado y la penetración creciente y peligrosísima del narcotráfico. En
este sentido, asombra comparar a las grandes personalidades del pasado
—Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés
Belaunde, Víctor Raúl Haya de la Torre— en el aspecto de la honestidad

17
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

y en sus respectivas formaciones culturales con la insondable ignorancia


de muchos de los actuales políticos. Es por ello necesario leer estas páginas
con detenimiento y extraer de ellas las conclusiones del caso acerca de
los peligros que cercan actualmente al sistema republicano —y a la
democracia— debido a la traición de algunos «políticos» de la hora actual
a los principios con los que nació la patria independiente.
A ello le siguen alcances puntuales sobre los planteamientos acerca de
la unión de los trabajadores manuales e intelectuales y la repercusión de las
ideas apristas en Latinoamérica. En este último rubro son muy destacables
las opiniones de excepcionales personalidades de nuestro continente que
declaran acerca de la influencia que ejercieron en ellos los planteamientos
hayistas en sus respectivas actividades políticas. Las páginas finales de este
capítulo se ocupan del valor social de la literatura según la perspectiva de
Haya de la Torre, así como de los aportes en las artes y la filosofía aprista.
En el aspecto literario hay que recordar sus perspicaces observaciones
sobre la obra de Ricardo Palma en relación con su visión del Virreinato,
que algunos comentaristas quisieron contraponer con la posición crítica
de Manuel González Prada acerca de ese largo período de nuestra historia.
Destaca apropiadamente nuestro autor que «aunque Víctor Raúl nunca
ofició de crítico literario, sus escritos han sido comentados por varios
estudiosos de la literatura política peruana y de la función social de la
literatura». No se entienden de otra forma las aseveraciones de Haya de la
Torre en la carta que le envió a José Carlos Mariátegui desde Londres, el
2 de noviembre de 1926, en la que le dice al Amauta: «notará usted que
en todo instante relaciono yo el movimiento intelectual con la política.
No debe extrañarle el hecho simplemente porque sepa usted que soy
estudioso de cuestiones políticas y económicas y obrero de una causa de
reivindicación social a cuyo programa he entregado mi vida». Y agregaba:
«No soy literato ni pretendo serlo, pero en mis cansancios de estudio
o en mis fatigas de lucha busco casi siempre reposo en cierta literatura
fundamental. Leyendo así lentamente he llegado a hacer pasar por mis ojos
muchos, muchísimos libros literarios y he llegado a formarme un juicio

18
Eugenio Chang-Rodríguez

“político” del valor de ella, o, explicándome mejor, he llegado a encontrar


que lo político en la literatura es uno de los más decisivos factores…».
O cuando vierte originales consideraciones sobre El ingenioso hidalgo
don Quijote de la Mancha, allí donde dice:
Don Quijote representa una tragedia de indisciplina, de dislocación
política, de desorganización y de desproporción: Don Quijote es un
político militante con un programa de justicia, de reivindicación, de
bien, de renovación y con un impulso revolucionario profundo. Don
Quijote se lanza a componer el mundo solo, con el individualismo
que España ostenta hasta hoy… La indisciplina de Don Quijote, su
falta de sentido realista, su programa político y su incapacidad para
encontrarle la verdadera técnica de aplicación, representa para mí
lo más fundamental, lo eterno de la tragedia de aquel inadaptado
luchador… cuya falta de realismo, cuyo anarquismo idealista lo lleva
a la derrota…

En conclusión, podemos aseverar que estamos ante un libro muy bien


informado, escrito con rigor e inocultable admiración por su protagonista.
Y no es para menos, pues Eugenio Chang-Rodríguez se considera un
discípulo de Haya de la Torre y es uno de los intelectuales más destacados
en el ámbito hispanoamericano, ya que ostenta grados académicos y
distinciones de universidades de los Estados Unidos, Latinoamérica y
del Perú.
Así pues, la sólida formación de Eugenio Chang-Rodríguez, y los
títulos que la reconocen, hacen que este volumen sea de lectura y consulta
obligada para la mejor comprensión de lo que fue el cultivo de la filosofía
política y de las humanidades en Haya de la Torre, quien, como otros
dirigentes de nuestro continente, hicieron de la conducción de los pueblos
una exigencia que pasaba por una firme e imprescindible formación
intelectual que brindaba altura y dignidad al debate de las ideas, se esté
o no de acuerdo con algunos de sus planteamientos y propuestas, o sus
decisiones en la acción política.

19
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Saludemos la aparición de estas páginas en estos tiempos turbulentos,


oscuros y ásperos en que se requiere con la mayor premura el rescate,
renovación y difusión de pensamientos serios y bien fundamentados
sobre el destino de la nación y de nuestro continente. Así como también
se precisa una evaluación serena, que el tiempo transcurrido facilita,
evaluación que permita vernos a nosotros mismos como una sociedad que
produjo mentalidades lúcidas equiparables a los más respetables espíritus
surgidos en otras latitudes, como los que se dan en los capítulos 2 y 3.

Luis Enrique Tord


Profesor honorario
Universidad Ricardo Palma

20
1. Introducción

Si para dilucidar la vida literaria peruana de fines del siglo XIX y las
dos primeras décadas del siglo XX es imprescindible tener en cuenta a
Manuel González Prada (1844-1918), para escribir sobre los aportes de
Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) a las bellas artes, la historia y la
filosofía debemos tener en cuenta el contexto cultural de los ocho últimos
decenios del siglo XX. Por eso, al redactar este libro he considerado tanto
los testimonios proporcionados por sus biógrafos como mis conversaciones
y extensa correspondencia con este histórico personaje. Este volumen trata
del interés y cultivo de las artes, la historia y la filosofía de Víctor Raúl
comenzando con su niñez en Trujillo del Perú, donde aprendió a tocar
piano y violín. A los 21 años de edad puso en escena una obra teatral
en honor de su caro amigo César Vallejo (1892-1938) y desde entonces
continuó practicando esas artes, volcándose a estudiar y a escribir obras
de historia y filosofía en el contexto del desarrollo cultural de las Américas
y del Viejo Continente. Víctor Raúl estrechó sus vínculos con el pensar
y sentir de la sociedad de su tiempo a sabiendas de que los movimientos
intelectuales y la expresión de los sentimientos se logran mejor en un
ambiente de libertad, categoría sine qua non en la Crítica de la razón
práctica, de Immanuel Kant.

21
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

De joven, Víctor Raúl admiró tanto las interpretaciones musicales


del violinista argentino Andrés Dalmau y de la pianista Mercedes Pedrosa
como la actuación dramática de la actriz española Amalia de Isaura en el
Teatro Ideal de Trujillo. El 15 de diciembre de 1916, la Compañía de Teatro
y Comedia de doña Amalia estrenó «Triunfa vanidad», comedia escrita por
Haya de la Torre para defender a César Vallejo, atacado injustamente por
varios señoritos aristócratas trujillanos que consideraban al joven bardo
como un poetastro bohemio. Al día siguiente, el periódico La Reforma
publicó el soneto de Vallejo «Triunfa vanidad», con la dedicatoria «Para
ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer. Cariñosamente,
César Vallejo». Por su parte, Víctor Raúl, usando el mismo seudónimo,
publicó en La Reforma del 23 de diciembre su poema «Hiperestesia», con
esta fraternal dedicatoria «Mis primeros versos para César A. Vallejo»,
como lo menciona Luis Enrique Tord en su «Presentación».
En este libro cubro las fases artísticas no atendidas por los autores
incluidos en la extensa bibliografía de la obra y pensamiento de Víctor
Raúl Haya de la Torre. Los estudiosos de su vida y obra tradicionalmente
se han concentrado en su ideario político sin percatarse del deslinde
que hizo nuestro personaje al cumplir los setenta años de edad, cuando
aclaró: «Quise limpiar la política del egoísmo y de la mezquindad, del
mercantilismo rastrero y subalterno, para elevarla a su misión poética, a
su más alta expresión de profecía, de dignidad, de altura. Y así, intenté
también ser poeta, sin escribir más versos» (Rivero-Ayllón, 1996,
pp. 50-58).
Tras esta «Introducción», ofrezco un resumen de la vida artística
e ideológica de Víctor Raúl Haya de la Torre, seguido por el capítulo
«Antecedentes artísticos hispanoamericanos», a fin de contextualizar el
interés de nuestro personaje en las artes, la historia y la filosofía. Le siguen
«Clío, la musa de la historia en el Perú», «Indianismo e indigenismo»
— centrado en las ideas expresadas por su precursor Manuel González
Prada y sus discípulos—, «Los Estados Unidos Latinoamericanos, patria
continental» y finalizo con su «Legado humanístico».

22
Eugenio Chang-Rodríguez

Si este trabajo sirve de estímulo a quienes se interesen en la trayectoria


vital e ideológica de este destacado pensador del siglo XX, consideraré
haber cumplido en mostrar críticamente los aportes intelectuales
complementarios al pensamiento político de Víctor Raúl Haya de la Torre.
Concluyo dejando constancia de mi agradecimiento a quienes me
han ayudado en la preparación del presente volumen, proporcionándome
libros, folletos, revistas, periódicos, recortes, cartas, consejos y sugerencias:
Armando Villanueva del Campo, Andrés Townsend, Luis Alberto Sánchez,
Manuel Vázquez Díaz, Carlos Manuel Cox Roose, Felipe Cossío del Pomar,
Enrique Cornejo Köster, Jorge Eliseo Idiáquez Ríos, Nerón Montoya,
Humberto Silva Solís, Nicanor Mujica Álvarez-Calderón, William (Bill)
Gaddy, Eudocio Ravines, Francisco Miró Quesada Cantuarias, Enrique
de la Osa y Perdomo, Luis Alva Castro, Ricardo Ñique, Hugo Vallenas
Málaga, Tito Livio Agüero, Oscar Morales Vega, Carmela de Orbegoso,
Alira Haya de Valencia, Rocío Valencia Haya, Marlene Polo Miranda,
André Samplonio, Roque Benavides Ganoza y mi esposa Raquel Chang-
Rodríguez. Asimismo, agradezco a Patricia Arévalo, directora del Fondo
Editorial de la PUCP, y a Sandra Arbulú, por el cuidado de la edición.
Igualmente les doy las gracias a Diana Pantac Li y a Melanie Pastor por
su asistencia en la tarea editorial. Gracias especiales van al doctor Johan
Leuridan Huys, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación,
Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres, por
sugerirme que preparara este volumen. Finalmente, agradezco a mi querido
amigo y colega recientemente fallecido, el gran escritor Luis Enrique Tord
(1942-2017), su autoría del prólogo.

Eugenio Chang-Rodríguez
Lima, 25 de marzo de 2018

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2. Víctor Raúl Haya de la Torre:
vida artística e ideológica

Deslinde
Así como para escribir acerca de la vida literaria peruana de fines del siglo
XIX y las dos primeras décadas del siglo siguiente es imprescindible tener
en cuenta a Manuel González Prada, al ocuparnos del cultivo de las bellas
artes, la historia y la filosofía por parte de Víctor Raúl Haya de la Torre,
debemos considerar los antecedentes artísticos hispanoamericanos desde
la época precolombina hasta el presente. Para ello me han sido muy útiles
tanto la información y los testimonios proporcionados por sus biógrafos,
como las muchas conversaciones y frecuente correspondencia que durante
varios decenios tuve con este histórico personaje, cuya biografía artística
e ideológica resumo a continuación.

Infancia y juventud
Víctor Raúl Haya de la Torre nació en Trujillo, departamento de La
Libertad, el 22 de febrero de 1895, hijo de los primos terceros Raúl
Edmundo Haya y de Cárdenas y Zoila María de la Torre y de Cárdenas,
ambos pertenecientes a familias aristocráticas venidas a menos1.

1
Sus biógrafos han documentado el parentesco de los Haya de la Torre con los González de
Orbegoso, Ganoza, De la Puente, De Cárdenas y otras familias de la aristocracia trujillana,

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

El siguiente 12 de julio, el primogénito de don Edmundo y doña Zoila2


fue bautizado por su tío abuelo materno José Antonio de Cárdenas,
deán de la Catedral de Trujillo. Apadrinaron el sacramento otros dos tíos
suyos: Carlos A. Washburn y Salas de la Torre (1854-1925) —futuro
ministro de Estado del primer gobierno (1904-1908) del presidente José
Pardo— y Ana Lucía de la Torre y de Cárdenas (1864-1948), quien en
1907 contrajo nupcias con el millonario Marcial Acharán (1838-1918),
filántropo chileno residente en Trujillo desde antes de la Guerra del
Pacífico (1879-1883).

Víctor Raúl Haya de la Torre tocando el violín y su madre


tocando la guitarra.

algunas de las cuales sufrieron fuertes pérdidas económicas durante la concentración de


tierras en el valle Chicama. Hacia 1895 la gran hacienda heredada por la madre y tíos
maternos de Víctor Raúl quedó reducida a unas pocas hectáreas. Raúl Edmundo Haya,
padre de Víctor Raúl, fue diputado por Trujillo en el Congreso del Perú (1904-1908).
2
Los hermanos de Víctor Raúl fueron José Agustín (casado con Clemencia de la Rosa),
Lucía (que casó con José Félix de la Puente Ganoza), Zoila (esposa de Óscar Leguía
Iturregui, hijo de Germán Leguía Martínez y Pachita Iturregui) y Edmundo Jesús (Piño),
casado con Inés Barr.

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Eugenio Chang-Rodríguez

Víctor Raúl Haya de la Torre en la infancia (derecha).

Víctor Raúl Haya de la Torre niño en escritorio.

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Víctor Raúl recibió la educación primaria y secundaria en el Seminario


de San Carlos y San Marcelo3, plantel dirigido por sacerdotes franceses
lazaristas de San Vicente de Paúl, donde su padre y abuelos habían
estudiado. Uno de sus maestros fue el sacerdote Emilio Lisson (1872-
1961), futuro arzobispo de Lima; y entre sus condiscípulos se encontraban
Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, Félix Lóyer Hoyle, Julio Gálvez
Orrego, Álvaro Pinillos Goicochea y varios jóvenes más, que destacarían
en la vida nacional y forjarían surcos en las auroras artísticas trujillanas.
Dos compañeros de grados de estudios más adelantados fueron Antenor
Orrego (1889-1960), futuro rector de la Universidad de Trujillo, y Eloy
E. Ureta (1892-1965), quien llegaría a ser mariscal del Ejército Nacional.
Actividades extracurriculares de Víctor Raúl fueron el deporte, el
piano, el violín y la lectura. El entusiasmo por las caminatas, los paseos al
campo y el fútbol lo guiaron a fundar y presidir el Club Deportivo Jorge
Chávez. En su adolescencia, Víctor Raúl frecuentaba la biblioteca de los
obreros anarcosindicalistas que izaban una bandera roja el Día del Trabajo
(Primero de Mayo), lo invitaban a sus conferencias y le contaban los abusos
en las haciendas de los valles de Chicama y Santa Catalina.
Víctor Raúl completó los estudios de secundaria en diciembre de 1912
y en abril de 1913 fue admitido a la Facultad de Letras de la Universidad
Nacional de La Libertad, donde estudiaba César Vallejo (1892-1938).
Inmediatamente ambos se hicieron grandes amigos, desde entonces
hasta el resto de sus vidas. En 1915, Víctor Raúl llevó a César Vallejo al
periódico La Reforma, cuyo jefe de redacción, Antenor Orrego, le publicó
varios poemas, reproducidos posteriormente en los periódicos El Guante
de Guayaquil, El Liberal de Bogotá y otras revistas latinoamericanas.
Poco después, Víctor Raúl auspició la incorporación de Vallejo al Grupo
Artístico-Literario de Trujillo (1915-1930), inicialmente conocido como
La Bohemia de Trujillo antes de recibir el nombre de Grupo Norte.

3
El Seminario de San Carlos y San Marcelo, fundado en 1625 por el obispo trujillano
Carlos Marcelo Corne (1564-1629), fue después regentado por religiosos de la orden de
San Vicente de Paúl, deportados por los anticlericales franceses.

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Eugenio Chang-Rodríguez

Víctor Raúl Haya de la Torre en el Club de Regatas Lima.


Archivo Alberto Vera La Rosa.

De joven, Víctor Raúl admiraba las interpretaciones musicales del violinista


argentino Andrés Dalmau, de la pianista Mercedes Pedrosa y la actuación
dramática de la actriz española Amalia de Isaura en el Teatro Ideal de
Trujillo. El 15 de diciembre de 1916, la Compañía de Teatro y Comedia
de doña Amalia estrenó Triunfa vanidad, comedia escrita por Víctor Raúl
para defender a César Vallejo, atacado injustamente por varios críticos
aristocráticos de Trujillo. Ramón Gutegellas, primer actor de la compañía,
desempeñó el papel de personaje principal. Al día siguiente, el 16 de
diciembre de 1916, La Reforma publicó el soneto «Triunfa vanidad» con
la dedicatoria «Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada
ayer. Cariñosamente, César Vallejo». Por su parte, Víctor Raúl, con el
seudónimo de Juan Amateur, publicó en La Reforma del 23 de diciembre
su poema «Hiperestesia», que lleva la fraternal dedicatoria «Mis primeros

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

versos para César A. Vallejo», como lo menciona Luis Enrique Tord en


su «Presentación»:
Mis versos son las cuerdas de un piano resonante
Que a rudos martillazos la vida hace vibrar
Me deleito escuchando la sonata inquietante
¡Que canta tu amargura de un íntimo pesar!
Ya es suave, dulce, rítmica como un «claro de luna»,
Ya con Chopin exalta mi loco fantasear,
O crece, se agiganta, resuena como una
Inmensa cabalgata wagneriana al trotar…

El Grupo de Trujillo, dirigido por José Eulogio Garrido (1888-1967)


y Antenor Orrego, se reunía regularmente para leer selecciones literarias
y organizar actividades culturales. Originalmente conformaban la peña,
además de Garrido y Orrego, Alcides Spelucín, los hermanos Víctor Raúl
y Agustín Haya de la Torre, César Vallejo, Óscar Imaña, Julio Gálvez
Orrego, Macedonio de la Torre, Carlos Valderrama, Federico Esquerre,
Eloy Espinosa, Daniel Hoyle y otros jóvenes cultivadores de las letras y las
artes. Años después, cuando el Grupo de Trujillo devino en Grupo Norte,
se incorporaron Manuel Vásquez Díaz, Juan Espejo, Carlos Manuel Cox
y Ciro Alegría, entre otros.
Los estudios universitarios y actividades intelectuales no le impidieron
al inquieto Víctor Raúl cumplir con el axioma mens sana in corpore sano.
Alternó los paseos campestres con la natación, la equitación, el boxeo y
la esgrima. Durante las vacaciones, participaba en excursiones a las ruinas
de Chan Chan y a los cercanos contrafuertes andinos, especialmente a los
cerros Campana, Peje Grande y Peje Chico. Veraneaba en Huanchaco,
balneario donde bogaba en los históricos caballitos de totora y emprendía
caminatas a los totorales vecinos, donde los aguateros, descendientes de
los mochicas, le aplacaban la sed con agua fresca de los pozos artesianos
y le contaban cómo los terratenientes voraces les arrebataban sus tierras
comunales.

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Eugenio Chang-Rodríguez

Ciudadela de Chan Chan.


https://blogcostamar.com/destinos/peru/ciudadela-de-chan-chan/

Jornadas universitarias y obreras


Tras completar los estudios de bachillerato en la Facultad de Letras de
la Universidad Nacional de La Libertad, Haya trasladó su matrícula a
la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, con el fin de
iniciar el 1 de abril de 1917 los estudios doctorales en Letras, a la vez que
cursaba Jurisprudencia, Ciencias Políticas y Administrativas en la Facultad
de Derecho4. La Federación de Estudiantes del Perú (FEP), establecida
en Lima en 1916, lo reconoció como delegado del Centro Federado de
la Universidad Nacional de Trujillo y lo eligió vicepresidente honorario

4
En Lima, Luis Varela y Orbegoso (1878-1930), tío de Víctor Raúl, que firmaba sus
artículos periodísticos con el seudónimo de Clovis, se encargó del traslado de la matrícula
a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de la FEP. Con este cargo, el 26 de abril de 1917, el joven trujillano se


apersonó al edificio de la Biblioteca Nacional para saludar a Manuel
González Prada, el director, y entregarle una carta de presentación y un
libro de un pariente suyo5.
En Lima, el mozo Víctor Raúl prefirió alojarse en una modesta
habitación alquilada, en vez de aceptar hospitalidad en la casona de un
pariente acaudalado. En San Marcos cambiaba ideas con Pablo Abril
de Vivero, Hernando de Lavalle, Manuel Rospigliosi, Rafael Belaunde,
Ismael Bielich, César Vallejo y otros compañeros de futuro prestigioso
internacional. Fuera del recinto universitario se reunía con Abraham
Valdelomar, José María Eguren, Jorge Guillermo Leguía, Luis Alberto
Sánchez, Alberto Hidalgo, Félix del Valle, Enrique Bustamante y Ballivián,
Ricardo Walter Stubbs, Ezequiel Balarezo Pinillos y otros escritores jóvenes.
Cuatro meses antes de terminar el primer año académico en San
Marcos, a fines de agosto de 1917, Víctor Raúl trasladó su matrícula a
la Universidad Nacional San Antonio Abad del Cusco, con cuyo rector,
Alberto Giesecke6, inició estrecha amistad. Viajó a la antigua capital incaica
como secretario del coronel César González Navarrete, nuevo prefecto
del Cusco y amigo de la familia Haya de la Torre desde el año en que

5
Confróntese Haya, 1925a, p. 329.
6
Alberto Giesecke (1883-1968), natural de Filadelfia, se licenció con el grado de Bachelor
of Arts de la Universidad de Pensilvania, estudió un año en Alemania, Suiza e Inglaterra
y se doctoró en Economía y Administración en la Universidad de Cornell. Después de
enseñar en estas universidades (1906-1908) y en la de Pensilvania (1908) se trasladó al
Cusco, contratado por el gobierno peruano para colaborar en la reforma educacional. Por
su eficiente labor, fue nombrado rector de la Universidad San Antonio Abad (1910-1923),
alcalde del Cusco (1920-1923), director general de Enseñanza en el Ministerio de Educación
(1924-1930), consultor de la Comisión Plebiscitaria de Tacna y Arica (1925-1926), director
del Instituto de Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (1931-1932)
y agregado civil de la Embajada de EE. UU. Se casó con Ester Matto, hermana de la autora
de Aves sin nido (1889), Clorinda Matto de Turner. Falleció en Lima dejando descendencia
peruana, como Margarita Giesecke, cuya tesis en la Universidad de Londres, asesorada por
el inglés Erick Hobsbawm, discute los antecedentes históricos del aprismo y la Revolución
de Trujillo de 1932 (Giesecke, 2010).

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Eugenio Chang-Rodríguez

el coronel había desempeñado el mismo cargo en Trujillo (1911-1912).


Durante los seis meses de trabajo en su nuevo empleo, Víctor Raúl recorrió
varias provincias de los departamentos de Cusco, Arequipa, Apurímac y
Puno (Sánchez, 1985; Soto Rivera, 2002, t. 1, pp. 61-65). En esa zona
andina lo conmovieron profundamente los abusos perpetrados contra
los amerindios.
En 1918 Víctor Raúl retornó a San Marcos para cursar el segundo año
de Jurisprudencia, mientras continuaba estudios doctorales en Letras. El
22 de julio de ese año falleció Manuel González Prada y al día siguiente,
el apenado trujillano cargó el ataúd del gran escritor.
Al agravarse su situación económica, Haya de la Torre aceptó el
empleo de amanuense en el bufete del abogado Eleodoro Romero y
Salcedo7, en vez de obtener mejor colocación mediante la influencia de
familiares encumbrados. Por entonces, el hermano de su madre, Agustín
de la Torre González, ex vicepresidente de la República, le escribió a Raúl
Edmundo para quejarse de que Víctor Raúl aspiraba a ser el Lenin peruano,
difundía sus ideas «en el bajo pueblo» y rehusaba «visitar gente rica» (De
Cárdenas, 1982). Lo cierto es que en el bufete donde trabajaba, el joven
rebelde releyó las obras de Marx y otros autores, a la vez que observaba de
cerca a los políticos ambiciosos y conspiradores. En una carta a Joaquín
García Monje, director de Repertorio Americano (San José, Costa Rica),
Haya le cuenta: «Ahí leí a Renán, a González Prada, a Sarmiento, a Marx y
a muchos otros» (Haya, 1928b, pp. 50-52)8, confidencia mal interpretada
por quienes lo acusaron de haber leído tardíamente a esos escritores (Planas,

7
Eleodoro Romero y Salcedo (1855-1931), primo hermano del presidente Augusto
B. Leguía. Hasta 1921, el estudiante Víctor Raúl laboró en ese bufete del profesor
sanmarquino, titular de la Cátedra de Historia del Derecho Peruano y ex decano del
Ilustre Colegio de Abogados de Lima.
8
Se trata de una carta autobiográfica dirigida al director de esa importante publicación
costarricense, con motivo de la polémica con el poeta arequipeño Alberto Guillén, que
lo había acusado de leguiista.

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

1986, p. 4)9. En esa oficina releyó los libros como lo hacían los jóvenes
ilustrados de su generación.
La noche de los lunes, Víctor Raúl frecuentaba la casa de Raúl
Porras Barrenechea para reunirse con sus compañeros del Conversatorio
sanmarquino (ver Agüero Vidal, 1999, pp. 69-83) y con otros jóvenes
intelectuales interesados especialmente en literatura e historia10. También
en 1918, mientras cursaba el segundo año de Jurisprudencia, el inquieto
trujillano organizaba tertulias académicas de universitarios y trabajadores,
tarea en la cual lo apoyaron Mariano Prado Heudebert y Emilio Elías
del Solar, entre otros. Esta experiencia le ayudó en la agitación por la
jornada de ocho horas que a fines de 1918 desembocó en una ofensiva
reivindicadora. Como la gendarmería maltrató a los participantes en la
manifestación obrera del 1º de enero de 1919, los trabajadores pidieron
ayuda a la Federación de Estudiantes del Perú, cuyo presidente nombró
a Víctor Raúl Haya de la Torre, Bruno Bueno de la Fuente y Valentín
Quesada Larrea como delegados universitarios ante la Comisión de Huelga.
Los obreros les encomendaron que gestionaran la jornada de ocho horas, el
25% de aumento en los salarios y la libertad de los trabajadores detenidos.
La misión tuvo éxito gracias a la tenacidad y valentía de Víctor Raúl,
factótum de los delegados estudiantiles. Presionado por los disturbios, el
presidente José Pardo decretó la jornada de ocho horas, pero mantuvo el

9
Es clara la distorsión de Planas al escribir la frase incompleta atribuida a Haya: «en labios
de obreros» (1986, p. 220), asignada equivocadamente. Haya dijo textualmente en 1925 en
«Mis recuerdos de González Prada», a quien él y sus colegas del Grupo de Trujillo habían
leído y comentado: «Nunca había oído algo de él sino en los labios de obreros. El silencio
premeditado que se hizo en torno de González Prada llegó a rodearle de cierto misterio
atractivo».
10
También frecuentaban estas reuniones los historiadores Jorge Guillermo Leguía
Iturregui y Jorge Basadre, el poeta Pablo Abril de Vivero, el periodista Ricardo Vegas
García, Carlos Moreyra y Paz Soldán, Luis Llosa Belaunde y José Quesada Larrea,
futuro candidato a la Presidencia de la República. Sobre el Conversatorio Universitario,
ver Basadre (1975, pp. 147-149).

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Eugenio Chang-Rodríguez

mismo salario11. De todas maneras, fue un triunfo laboral. Los obreros


se volcaron a la calle a celebrar la victoria y agradecer el apoyo brindado
por el diario El Tiempo y su periodista principal, José Carlos Mariátegui
(1894-1930). Al día siguiente del decreto, los delegados textiles, presididos
por Haya, se reunieron en el local de la FEP y fundaron la Federación
de Trabajadores de Tejidos del Perú (Martínez de la Torre, 1947-1949,
t. 1, p. 453). Su dinamismo le ganó la amistad de los dirigentes laborales
Arturo Sabroso (obrero textil), Fausto Posada (carpintero), Miguel Gárate
(tranviario), Samuel Vázquez (chofer), Samuel Ríos (carpintero), además
de Juan Guerrero Químper, Fausto Nalvarte, Guillermo Conde, Salomón
Ponce y varios más. Desde entonces el anarquista Adalberto Fonkén
comenzó a asesorar a Víctor Raúl en cuestiones gremiales12.
Durante esos meses de intensa actividad intelectual, Haya empezó a
contactarse con Alfredo Palacios (1880-1965), el primer diputado socialista
de Argentina y portavoz de la reforma universitaria, que el 2 de mayo de
1919 había llegado a Lima trayendo el mensaje de la izquierda argentina.
Por intermedio de Palacios trabó estrecha amistad con Gabriel del Mazo
(1897-1969)13, presidente de la Federación Universitaria Argentina, y
otros dirigentes de la Reforma Universitaria iniciada exitosamente en
la Universidad de Córdoba, Argentina, a mediados de 1918. El joven
trujillano estaba empeñado en una lucha democrática bifrontal: en los
claustros universitarios y en el campo laboral. Su identificación con la

11
El 16 de enero de 1919 La Prensa de Lima informó que el ministro de Fomento había
invitado a los delegados estudiantiles a su despacho para felicitarlos por su «sagaz y atinada
actuación al lado de los obreros, trabajando por la solución del conflicto».
12
Adalberto Fonkén, dirigente laboral de ascendencia china, fue para Víctor Raúl «un
verdadero hermano», según Luis Alberto Sánchez (1936, p. 101). A Víctor Raúl le brotaron
las lágrimas en Roma, en agosto de 1958, al contarme cómo los carceleros le inyectaron
a Fonkén bacterias de sífilis.
13
Así me lo confirmó Gabriel del Mazo durante nuestras conversaciones en Lima en agosto
de 1956, antes de ser nombrado primer ministro de Defensa de la Argentina. Fotos con
él y con Armando Villanueva tomadas antes de nuestras pláticas, se encuentran en mi
archivo en la Hispanic Society of America de Nueva York.

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

causa de los trabajadores volvió a manifestarse al ayudar al Comité Obrero


Pro Abaratamiento de las Subsistencias durante el paro general de Lima
que se realizó del 26 de mayo al 2 de junio de 1919.
Mientras tanto, el movimiento reformista universitario había tomado
nuevo impulso en la Facultad de Letras de San Marcos. Como el decano
Alejandro O. Deústua (1848-1945) rehusó recibir el pliego de reivin-
dicaciones estudiantiles, los sanmarquinos se declararon en huelga. El
gobierno clausuró la universidad a fines de junio de 1919. En circunstancias
en que la beligerancia estudiantil aumentaba, el 4 de julio siguiente el
presidente Pardo fue derrocado por Augusto B. Leguía. Para consolidarse
en el poder, el nuevo mandatario apoyó la Reforma Universitaria con el
fin de granjearse la simpatía del estudiantado y destituir de San Marcos
a los catedráticos civilistas opuestos a su gobierno.
La Asamblea Constituyente dictó leyes favorables al Manifiesto
estudiantil del Comité Revolucionario de Reforma al que Haya pertenecía:
1) cátedra libre; 2) abolición de la perpetuidad (tenure) de las cátedras;
3) asistencia libre a las clases que les permitieran a los estudiantes pobres
trabajar para sufragar sus gastos; 4) creación de becas para estudiantes
necesitados; 5) cogobierno (el tercio estudiantil en el gobierno de la
universidad); 6) concurso obligatorio para nombrar catedráticos; y
7) despido de diecisiete profesores tachados por los universitarios.
En reconocimiento de su actuación en la Reforma Universitaria, Haya
de la Torre fue elegido presidente de la FEP el 6 de octubre de 1919. Para
agradecerle al mandatario Leguía por haberle enviado a uno de sus edecanes
a felicitarlo, Víctor Raúl acudió al Palacio de Pizarro. Pocos días después el
ministro Alberto Salomón —antiguo compañero de Raúl Edmundo Haya
en la Cámara de Diputados— le ofreció una plaza en el Colegio Nacional
Nuestra Señora de Guadalupe. Víctor Raúl no aceptó; prefirió continuar
trabajando en el estudio Romero. Con el objeto de llevar los beneficios
de la Reforma Universitaria al resto del país, Víctor Raúl, ejerciendo sus
funciones de presidente de la FEP, organizó el Primer Congreso Nacional
de Estudiantes que se reunió en el Cusco del 11 al 20 de marzo de 1920,

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Eugenio Chang-Rodríguez

con la asistencia de delegados de las cuatro universidades oficiales del país.


Bajo la presidencia de Haya, se discutieron importantes temas y se acordó
la creación de universidades populares.
Tan pronto mi futuro profesor Juan Francisco Valega resultó elegido
nuevo presidente de la FEP en octubre de 1920, encomendó al presidente
cesante Haya de la Torre la organización de las universidades populares14.
El 22 de enero de 1921, Haya inauguró la primera de ellas, a la cual, el
18 de julio de 1922, fecha del cuarto aniversario del fallecimiento de don
Manuel, le dio el nombre de Universidades Populares González Prada. Sus
profesores y alumnos eligieron a Haya primer rector, en reconocimiento
de su labor fundadora y pedagógica. Entre los profesores, en su mayoría
estudiantes universitarios, se encontraban Raúl Porras Barrenechea, Jorge
Basadre, Óscar Herrera, Luis F. Bustamante, Enrique Cornejo Köster,
Luciano Castillo, Julio Lecaros. Más tarde se sumaron Luis E. Heysen,
Nicolás Terreros y, desde 1923, José Carlos Mariátegui, invitado por Haya.
Desde 1920, el joven trujillano frecuentaba la recién fundada
Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA)15 y trabajaba de profesor en el
Colegio Anglo-Peruano, dirigido por el doctor John A. Mackay, ministro

14
La primera Universidad Popular de Lima funcionó en el local de la FEP, en el Palacio de
la Exposición del Paseo Colón, donde hoy funciona el Museo de Arte Moderno de Lima.
El Senado de la República aprobó un voto de aplauso a esa nueva universidad. El 2 de
febrero de 1921 Haya estableció una universidad popular en Vitarte. Pocos días después
se fundaron otras en Arequipa, La Victoria (Lima), Trujillo, Salaverry, Chosica, Callao,
Barranco, Cusco y Chiclayo.
15
La Asociación Cristiana de Jóvenes, YMCA, por sus siglas en inglés (Young Men
Christian Association) se fundó en Londres en 1844 para promover la conducta y los valores
cristianos. Hacia 1851, la YMCA ya se había extendido a Canadá y Estados Unidos. A su
reunión mundial en París (1855) asistieron delegados de ocho países. Conforme amplió
sus objetivos cívicos, se fundaron ramas de la YMCA en 120 países, que involucraban a
unos 30 millones de personas de todos los credos y razas. Conocida en el Perú como «la
Guay», se fundó en Lima en 1920 y desde su inicio se destacó como centro deportivo y
cultural. Entre sus miembros destacados estaban Víctor Raúl Haya de la Torre, Julio C.
Tello, Víctor Andrés Belaunde, Isaac Lindley, Alberto Arca Parró y muchos más.

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

presbiteriano y futuro presidente del Instituto de Teología de Princeton16.


A principios de 1922, con adelantos de su modesto sueldo de profesor,
Haya viajó a los países del Plata, invitado por los universitarios reformistas.
Con credenciales de la FEP y de la Federación Obrera Local de Lima,
visitó Bolivia, Argentina, Uruguay17 y Chile. En los países del Plata,
visitó a Hipólito Irigoyen, presidente de la Argentina, y se vinculó con
José Ingenieros, Ricardo Rojas, Alfons Goldschmidt, Alejandro Korn,
Alfonsina Storni y otras personalidades.
Después de retornar a Lima a mediados de junio de 1922, Víctor Raúl
hizo declaraciones a favor de la amistad entre los pueblos de Chile y Perú,
cuyos gobiernos entonces no mantenían relaciones diplomáticas. Desde
el punto de vista de los conservadores peruanos, estas manifestaciones de
paz perjudicaban los deseos revanchistas oficiales; consecuentemente el
presidente Leguía envió a uno de sus edecanes con la misión de invitar a
Haya a conversar con él en el Palacio de Gobierno. Durante la cita, Haya
le rechazó cortésmente el ofrecimiento de un viaje de estudios a Inglaterra
y le expuso sus puntos de vista sobre el conflicto con Chile. Leguía le
comunicó su determinación de reprimir enérgicamente los desbordes del
«derrotismo». Esta fue la última vez que el rebelde estudiante se reunió
con el astuto gobernante nacionalista.
Sin responder a las calumniosas acusaciones de «vendido al oro
chileno», Haya continuó sus actividades culturales y aprovechó sus

16
En 1965 participé con John A. Mackay en una mesa redonda sobre América Latina en
el Church Center de las Naciones Unidas en Nueva York. Después de presentar nuestras
respectivas ponencias, conversamos largamente sobre su luenga asociación con Haya y
acerca de algunos de los datos incorporados en este volumen.
17
En marzo de 1922, Haya llegó por primera vez a Montevideo, donde pronunció discursos
en la Facultad de Medicina y ante la tumba de Rodó. Conoció al presidente Baltasar Brum
Rodríguez (1883-1933) y a otros prominentes uruguayos. En 1954, retornó a Montevideo
para asistir a la reunión de exiliados apristas y agradecerle al gobierno uruguayo el haberle
ofrecido asilo, pasaporte y «hasta un avión militar con los colores de Artigas» (Villanueva
Díaz, 2010). En julio de 1955 la República Oriental del Uruguay lo nombró su Cónsul
Honorario.

38
Eugenio Chang-Rodríguez

vacaciones para visitar Trujillo, de donde había salido hacía un lustro.


Algunos de sus viejos amigos habían dejado la ciudad en busca de nuevos
horizontes; otros, como Antenor Orrego y Alcides Spelucín, habían
fundado el diario progresista El Norte, en torno al cual se congregaban los
intelectuales y artistas de la ya mencionada Bohemia de Trujillo —desde
entonces comenzó a conocérsele como Grupo Norte—. En los teatros
Ideal y Popular de esa ciudad, con el auspicio del Grupo Norte y de
dirigentes obreros, Haya dictó un ciclo de conferencias acerca de la crisis
nacional, la oligarquía y el imperialismo. Como el prefecto departamental
le prohibió ofrecer más charlas en esos teatros, los estudiantes lo llevaron a
un auditorio de la Universidad Nacional de Trujillo para que continuara
dictando conferencias. En las siguientes semanas, se dedicó a adoctrinar
a grupos de artesanos en defensa de sus derechos, estableció un Centro
de Estudiantes y Obreros y asesoró a los trabajadores agrícolas del valle
de Chicama sobre sus periódicos reclamos a los hacendados18.
Terminadas sus actividades en Trujillo, Haya retornó a San Marcos
para terminar de escribir su tesis doctoral en la que comparaba a
Manuel González Prada con Ricardo Palma, escritor «tradicionista y no
tradicionalista»19. Empero, la objeción del profesor Luis Miró Quesada
de la Guerra (1880-1976) le impidió a Víctor Raúl concluir su último
año doctoral en la Facultad de Filosofía, Historia y Letras20. Por esta
época, con auspicio del arzobispo Emilio Lisson, el presidente Leguía
preparaba la consagración del Perú al Sagrado Corazón de Jesús con el fin
de influir en la reelección presidencial en los comicios de 1924. Contra la

18
Hay informes contradictorios sobre el conflicto laboral en los complejos agroindustriales
del valle de Chicama de 1921. Confróntese Curletti (1921); y Martínez de la Torre (1947-
1949, pp. 4; 200-231).
19
Confróntese Haya (1926c, pp. 3 y 8); y Rumichaca (1954, pp. 193 y 197).
20
Dato que me confirmó el gran filósofo Francisco Miró Quesada Cantuarias en 2007.
En Lima, en febrero de 2008, después del coloquio sobre Haya de la Torre organizado por
Richard Webb, director del Instituto del Perú de la Universidad San Martín de Porres, mi
amigo Mario A. Brescia Cafferata me hizo una atinada observación: «El que Víctor Raúl
no se doctorara en Letras, probablemente le negó al Perú tener un gran crítico literario».

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

maniobra político-religiosa, Haya organizó la jornada del 23 de mayo de


1923 que desbarató el plan oficial. Al no darse por vencido, el gobierno
trató de sobornar a Haya y le ofreció una considerable suma de dinero
y una buena pensión mensual a cambio del destierro voluntario. Víctor
Raúl rechazó la oferta y, burlando la vigilancia policial, fundó y dirigió
la revista Claridad, como «órgano de la juventud libre del Perú» y de las
«universidades populares». Poco después publicó Dos cartas de Haya de la
Torre (Haya, 1923) para expresar su anhelada revolución social.
En las programadas elecciones presidenciales de la FEP de 1923 se
inscribieron dos candidatos: Víctor Raúl Haya de la Torre y Manuel
Seoane. En la noche del 2 de octubre de ese año, mientras se realizaban
los comicios, se difundió la noticia de la prisión de Víctor Raúl. Los
estudiantes reaccionaron eligiendo por unanimidad a Haya de la Torre
presidente y a Seoane vicepresidente, encargado de la presidencia. Por su
parte, la Federación Obrera Local de Lima decretó un paro general y El
Obrero Textil, órgano laboral, publicó un mensaje de Haya a los estudiantes
y obreros, en el cual denunciaba su prisión y concluía con una declaración
de fe (Haya, 1927a, p. 22). Como siete días de huelga de hambre minaron
su resistencia física y, según diagnosticó el médico de la prisión, había peligro
de un síncope mortal por alteraciones cardíacas y pulmonares, el 9 de
octubre de 1923 el gobierno lo trasladó a un barco con la ropa ligera que
tenía puesta. Permaneció incomunicado en su camarote, vigilado hasta que
el barco salió de las aguas territoriales peruanas con destino a Panamá21.

El primer exilio (1923-1931)


Víctor Raúl comenzó su primer exilio haciendo escala en Panamá, a
mediados de octubre de 1923. Durante las dos semanas que estuvo
en ese país, colaboró en la fundación de la Universidad Popular Justo

21
De todas las protestas por la prisión y destierro de Haya, una de las más resonantes fue
la de los estudiantes de la Universidad Nacional de Trujillo, veintiséis de los cuales fueron
expulsados. Confróntese Sánchez (1978, p. 30) y Haya (1927a, pp. 33-34).

40
Eugenio Chang-Rodríguez

Arosemena y pronunció once conferencias auspiciadas por un grupo de


intelectuales. En el curso de una de ellas, le llegó la noticia del trabajo
que por recomendación de Gabriela Mistral le ofrecía José Vasconcelos,
secretario (ministro) de Educación de México.

Camino al primer destierro.

El 31 de octubre de 1923, Haya se embarcó con destino a la capital


mexicana vía Cuba. Llegó a La Habana durante el gobierno (1921-
1925) de Alfredo Zayas y Alfonso (1861-1934), en circunstancias en
que la situación política la agravaba la candidatura del general Gerardo
Machado y Morales (1871-1939). El peruano deportado se vinculó
con Julio Antonio Mella (1900-1929), presidente de la Federación de
Estudiantes de Cuba, con Antonio Guiteras y José Varona, con escritores
vinculados a la revista Avance —Jorge Mañach, Juan Marinello, Elías
Entralgo, Alejo Carpentier, Félix Lizaso, Francisco Ichazo y Alberto

41
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Arredondo—, y otros intelectuales, como Enrique de la Osa y Perdomo,


futuro fundador del Partido Aprista Cubano22. Mella resumió el sentir
de sus compañeros: «Haya de la Torre es el más genuino representante de
la juventud latinoamericana. Es el sueño de Rodó hecho carne: es Ariel»
(Mella, 1975b, p. 76). El homenajeado peruano presidió el acto inaugural
de la Universidad Popular José Martí y dictó varias conferencias acerca de
la reforma universitaria en la Universidad de La Habana. Después de poco
menos de dos semanas, el 12 de noviembre partió de la capital cubana
con destino a México.
En el Distrito Federal se alojó en casa de Gabriela Mistral (1889-1957)
hasta que comenzó a trabajar de secretario privado de José Vasconcelos.
Parte de su labor consistía en asesorar la edición de los libros clásicos
publicados por la Secretaría de Educación. El nuevo empleo le permitió
estrechar amistad con muchos intelectuales y artistas, especialmente con
Carlos Pellicer, Jaime Torres Bodet, Salvador Novo, Jesús Silva Herzog,
Daniel Cosío Villegas, Antonio Caso y Diego Rivera. Por su interés en el
proceso de la reforma agraria, asistió a los actos en memoria de Emiliano
Zapata, realizados en el estado de Morelos el 10 de abril de 1924 (Haya,
1927a, p. 59).
El miércoles 7 de mayo de 1924, en el Anfiteatro Simón Bolívar de la
Preparatoria de la Universidad Nacional de México23, Haya, en su calidad
de exiliado presidente de la Federación de Estudiantes del Perú, entregó
al presidente de la Federación de Estudiantes de México la bandera con

22
Confróntese Lores Rodríguez y otros (1997, pp. 209-267) y Alva Castro (1990). Tuve la
oportunidad de conversar con Enrique de la Osa y Perdomo (1909-1997) en el homenaje
a Haya en el Perú en agosto de 1995 y en su casa de La Habana al año siguiente.
23
Reconstituida y reabierta en 1910 por Justo Sierra, la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM), originalmente se fundó en 1551 con el nombre de Real Universidad
de México. Tras una serie de peripecias causadas por la Revolución y los debates entre
positivistas y antipositivistas del Ateneo de la Juventud, José Vasconcelos, rector de 1920 a
1921, modernizó la UNAM antes de juramentarse como primer secretario de Educación
(1921-1924).

42
Eugenio Chang-Rodríguez

el escudo de la Universidad Nacional de México24. El acto estudiantil del


24 de mayo de 1924 ha sido considerado por muchos como inaugural de
las actividades del APRA. El emblema vasconceliano, sin embargo, sirvió
de base para la bandera aprista: un fondo rojo donde resalta un círculo
dorado con el mapa de Indoamérica, desde el Río Bravo hasta el Cabo de
Hornos. A esta bandera del movimiento aprista pronto se le dio el lema:
«Por el Frente Único de Trabajadores Manuales e Intelectuales, contra el
imperialismo. Por la unión económica y política de Indoamérica. Por la
justicia social». Entre los muchos estudiantes asistentes al acto universitario
estuvo Adolfo López Mateos, futuro presidente de México de 1958 a 1964.
Como por entonces se organizaba un viaje de estudiantes presbiterianos
a Rusia, Víctor Raúl aceptó la ayuda financiera de Ann Graves, su colega
del Colegio Anglo-Peruano de Lima, para viajar con ellos portando unas
credenciales explicativas: «La Federación Obrera Local os presenta a Haya
de la Torre como un militante ardoroso y abnegado de la causa de la
redención y encarga a Haya la misión de investigar y estudiar la situación
rusa para informar más tarde sobre ella a los sindicatos de Lima agrupados
en este organismo» (Haya, 1976-1977, t. 3, p. 20). En ruta a Moscú, visitó
la Universidad de Texas, acompañando a José Vasconcelos, y continuó viaje
a Nueva York, donde en un muelle de Brooklyn abordó el barco Esthonia,
con destino a Polonia25. Su primer desembarco y la primera ciudad
europea que conoció Haya fue Copenhague, donde averiguó las últimas
noticias provenientes del Perú. En Danzig, transbordó a un barco inglés
que lo llevó a Riga, de donde siguió en tren hasta Moscú. En la capital
de la Unión Soviética asistió como «espectador visitante» al V Congreso

24
Por iniciativa de José Vasconcelos, en 1921 se aprobó la ley que estableció el escudo y
el lema de la UNAM: «Por mi raza hablará el espíritu», junto con la imagen del águila y
el cóndor alrededor del mapa que representa a la América Latina, desde la frontera norte
de México hasta el Cabo de Hornos.
25
Por coincidencia, en la mejor sección de ese barco, en primera, viajaba el príncipe Valdemar
de Dinamarca (1858-1939), hijo del Rey Cristian IX de Dinamarca y de su esposa, la
princesa Luisa de Hesse-Kassel. Ver Haya, 1976-1977, t. 2, pp. 417-419.

43
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de la Internacional Socialista (Komintern) y al Congreso Mundial de la


Juventud Comunista. Conoció a varias personalidades del firmamento
bolchevique: Trotski, comisario de Guerra, y a su sucesor, Michael Frunze;
a Kalinin, presidente de los soviets; a Anatoli Lunacharski, comisario de
Educación; a Bujarin; a Zinóviev; a la hija de Tolstoi y a otros importantes
dirigentes del régimen comunista. Informado de la admiración de Haya
por la Revolución Rusa, un alto dirigente soviético le ayudó a recorrer
el interior del país y trató infructuosamente de incorporarlo al Partido
Comunista.
Después de cuatro meses de intensa actividad, el frígido clima de la
Unión Soviética (Haya, 1932) hizo recrudecer en Víctor Raúl los efectos
de su huelga de hambre en el Perú y cayó enfermo. Le diagnosticaron un
inminente proceso tuberculoso que podría empeorar si no era atendido
inmediatamente en un sanatorio de Crimea. Poco después, el paciente
viajó a curarse en Villeneuve, Suiza. Antes de partir, Anatoli Lunacharski
le entregó una carta dirigida a Romain Rolland (1866-1944) —Premio
Nobel de Literatura de 1915, autoexiliado en Suiza y autor de la novela
Juan Cristóbal— y otra misiva para las Universidades Populares González
Prada (Haya, 1976-1977, t, 2, pp. 442-445). Víctor Raúl llegó a Suiza
en los primeros días de noviembre de 1924 e inmediatamente ingresó al
Sanatorio de Leysin. En su lecho de enfermo le escribió a Luis Alberto
Sánchez para felicitarlo por su gestión a favor de José Carlos Mariátegui,
a quien le acababan de amputar una pierna sana (Haya & Sánchez, 1982,
t. 1, pp. 25-26). Poco después, se relacionó con el pacifista Romain Rolland
y, unas semanas más tarde, la policía suiza, probablemente a pedido de
las autoridades peruanas, allanó el domicilio de Haya e incautó valiosos
documentos, entre ellos el borrador de un libro suyo sobre Rusia. Mientras
Romain Rolland y Salvador de Madariaga (1886-1978) protestaban por
el atropello, Víctor Raúl huyó de Suiza por la frontera sureña. Después de
visitar Florencia y otras ciudades italianas, llegó a París el 22 de febrero de
1925, día en que cumplía treinta años de edad. En la estación ferroviaria,
le aguardaba su amigo César Vallejo.

44
Eugenio Chang-Rodríguez

En junio de 1925, se difundió por el mundo la noticia de la inminente


intervención militar estadounidense a México, con el objetivo de impedir
la aplicación de los artículos de la Constitución Mexicana de 1917
sobre la reforma agraria y la nacionalización del subsuelo. En París, un
buen número de antiimperialistas de habla castellana se congregaron
en la Maison des Savants para apoyar a México y escuchar los discursos
de Eduardo Ortega y Gasset —hermano de José Ortega y Gasset—,
Miguel de Unamuno, José Ingenieros, Carlos Quijano, Eugenio D’Ors26,
Manuel Ugarte y Víctor Raúl Haya de la Torre.
Después de una breve estada en la Ciudad Luz, el joven Haya continuó
viaje a Inglaterra y se matriculó en la London School of Economics de la
Universidad de Londres. A fines de 1925, José Ingenieros nombró a Haya
secretario adjunto de la delegación argentina al Congreso Mundial de
Derecho Penal, que se reunía en Londres. Cumplidos sus compromisos,
Haya continuó sus estudios en la Universidad de Oxford. En diciembre de
1926, la revista The Labour Monthly publicó el artículo de Haya «What’s
the A.P.R.A.?», acerca del programa máximo de esa organización (Haya,
1926c, p.  756). A principios de 1927, Víctor Raúl interrumpió sus
estudios en Oxford para viajar a París a fin de continuar sus vínculos con
los estudiantes peruanos que compartían sus inquietudes y con miembros
de la Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos (AGELS). Con
ellos, el 12 de enero de 1927 se reunió en la Sala de Agricultores de la rue
Grenelle, para denunciar la intervención militar yanqui en Nicaragua.
Allí, pronunciaron discursos el poeta chileno Vicente Huidobro (gestor
del creacionismo), Sia Ting (miembro del Kuomintang), Haya de la Torre
y varios intelectuales de Haití, Santo Domingo y Nicaragua.

26
El escritor catalán Eugenio d’Ors i Rovira (1881-1954) destacó como periodista y crítico
de arte. Residió en París en varias oportunidades. En 1927 fue elegido miembro de la
Real Academia Española y volvió otra vez a París, donde publicó Paul Cézanne (1930),
Pablo Picasso (1930) y Du Baroque (1935) y le sorprendió la Guerra Civil española, en la
que sus tres hijos se alinearon con el ejército de Francisco Franco. En la década de 1940
Eugenio d’Ors representó al franquismo en los foros culturales europeos.

45
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

En París, el 22 de enero de 1927, aniversario de la fundación de las


Universidades Populares, Víctor Raúl Haya de la Torre, Felipe Cossío
del Pomar (1888-1981), César Vallejo, Rafael y Alfredo González
Willis, Gonzalo Gamarra, José Toribio Ochoa, Edgardo y Wilfredo
Rozas y otros peruanos fundaron oficialmente la Célula Aprista de
París, la primera de esta organización, que desde octubre de 1926 había
comenzado a organizarse alrededor de una mesa del Café de la Rivera
Izquierda de la capital francesa. Inició sus operaciones como un Centro
de Estudios Antiimperialistas del APRA, frente único de trabajadores
manuales e intelectuales de América Latina, al cual Haya de la Torre le
dio un fundamento ideológico sistemático conforme a los lineamientos
generales que trazó en su mencionado artículo del Labour Monthly. El
Centro de Estudios Antiimperialistas del APRA sesionaba en el taller
de Felipe Cossío del Pomar, en la buhardilla de Vicente Huidobro, o
en un café de la avenida Montparnasse, frecuentado por Miguel Ángel
Asturias, Miguel de Unamuno, Manuel Ugarte, Salvador de Madariaga
y Carlos Quijano.
Haya realizaba sus actividades parisinas en los días libres de sus
estudios en Oxford, donde seguía cursos en Antropología, Derecho
Constitucional, Política inglesa y Economía, con G. D. H. Cole, Clement
Attlee y otros renombrados catedráticos. En Oxford se vinculó con su
tutor Harold Joseph Laski27, con Ramsey MacDonald, Sidney Webb,
Bernard Shaw, Herbert George Wells, Bertrand Russell y otras lumbreras.
Durante su estancia en Gran Bretaña (1925-1927) el inquieto estudiante

27
El distinguido pensador británico Harold Joseph Laski (1893-1950) estudió en Oxford,
luego en Norteamérica enseñó en la McGill University (1914-1916), Harvard (1916-
1918) y The New School de Nueva York antes de ser profesor de la London School of
Economics desde 1920 hasta jubilarse. Se relacionó con sus colegas de la Fabian Society,
con Oliver Wendell Holmes Jr., presidente de la Corte Superior de Justicia de EE. UU., y
con su estudiante John F. Kennedy y otras personalidades. Laski llegó a presidir el Partido
Laborista de Inglaterra (1945-1946). Entre sus muchos libros se encuentran Karl Marx
(1921), A Grammar of Politics (1925) y The American Presidency (1940).

46
Eugenio Chang-Rodríguez

peruano no perdía ocasión para instalarse en la barra de la Cámara de los


Comunes y escuchar la esgrima verbal de sus dirigentes parlamentarios.
En una de esas pausas universitarias, Víctor Raúl integró la delegación
aprista al Congreso Internacional contra el Imperialismo y la Opresión
Colonial, celebrado en Bruselas en febrero de 1927, con el auspicio de
la III Internacional. A ese congreso concurrieron Madame Sun Yat Sen,
Ho Chi Minh, León Blum, Henri Barbusse, Nehru, Romain Rolland,
George Lansbury (1859-1940), Máximo Gorki, Albert Einstein,
Alfons Goldschmidt, José Vasconcelos y otras personalidades28. En una
de sus intervenciones, para incomodidad de Vittorio Codovilla, celoso
camarada argentino, Haya explicó las diferencias esenciales entre el APRA
y el comunismo, y polemizó con su otrora amigo Julio Antonio Mella,
ya ganado por la Internacional Comunista29.
En Oxford, a mediados de mayo de 1927, después de disertar
sobre el Canal de Panamá, Víctor Raúl fue nombrado representante de
la Universidad de Oxford, en el debate sobre la Doctrina Monroe con
la Universidad de Washington. En esa disputa estudiantil comenzó su
alegato usando la célebre frase shakesperiana de la segunda parte, quinto
acto, de Enrique IV: «First my fear/ then my courtesy/ last my speech».

28
También asistieron a este congreso el uruguayo Carlos Quijano, Eudocio Ravines y
Roger Baldwin (1884-1981). Este último, en 1920 fundó en Nueva York la American
Civil Liberties Union. De 1961 a 1981 fui colega de Roger Baldwin en los directorios de
la Liga Internacional de los Derechos Humanos y de la Asociación Interamericana por
la Democracia y la Libertad. Uno de esos días me contó cómo había intervenido para
que se invitara a Haya al Congreso Antiimperialista de Bruselas. Igualmente, Baldwin y
Frances R. Grant consiguieron el nombramiento de Haya como representante de la Liga
Internacional ante la ONU. Fueron los principales oradores en el homenaje póstumo a
Haya que organizamos con Armando Villanueva y Frances R. Grant en Nueva York, el
20 de setiembre de 1979.
29
El italiano trashumante Vittorio Codovilla, uno de los fundadores y jefe del Partido
Comunista Argentino, participó en el asesinato de Andrés Nin y de centenares de
revolucionarios durante la Guerra Civil en España; también orquestó la campaña estalinista
de calumnias sobre Trotski en América Latina con el fin de lograr su asesinato.

47
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

En el mes de agosto de 1927, Haya se embarcó en Liverpool para


los Estados Unidos, en ruta a México. Poco después de llegar a la Gran
Manzana, fundó en Nueva York la primera célula aprista de Estados
Unidos, tres años antes de que se fundara en Lima el Partido Aprista
Peruano. En la semana subsiguiente, participó en algunos foros sobre
América Latina. Dictó conferencias en el Instituto de Ciencias Políticas
de Williams College, Williamstown (Massachusetts) y en Harvard. En
un almuerzo en Boston, al que concurrieron varios escritores de la revista
The New Republic, conoció al novelista socialista Upton Sinclair (1878-
1968). De regreso a Nueva York, Víctor Raúl disertó en la Universidad
de Columbia.
Invitado por la Universidad Nacional Autónoma de México a dictar
un ciclo de conferencias, Víctor Raúl viajó a la capital azteca; ya llevaba
bajo el brazo un ejemplar de su primer libro, Por la emancipación de
la América Latina, editado por Gabriel del Mazo en Buenos Aires en
1927. En la universidad azteca, Haya pronunció ocho conferencias sobre
Europa e Indoamérica. Luego, en diciembre de 1927, organizó la Célula
Aprista del Distrito Federal —la cuarta del APRA, después de las de
París, Buenos Aires y Nueva York—, fundó la revista Indoamérica y, en
las primeras semanas del año siguiente, disertó en otros lugares del país.
En esas circunstancias, los ataques antiapristas se intensificaron.
Julio Antonio Mella, por ejemplo, publicó «¿Qué es el ARPA?» (1928),
folleto cuyo título altera las letras de la sigla APRA para convertirla en
ARPA, nombre de un instrumento musical. Haya, por su parte, comenzó
a redactar El antiimperialismo y el APRA y así refutar los argumentos de
su antiguo amigo habanero. Este, como se sabe, fue asesinado por orden
del autócrata Gerardo Machado —¿o de un celoso comunista?—, y, por
tanto, la primera edición impresa de ese volumen se postergó ocho años 30.

30
En la primera edición de El antimperialismo y el APRA (1936), el sustantivo «antimpe-
rialismo» es usado en vez del más universalmente aceptado «antiimperialismo», registrado
en el DRAE. Fue publicado en 1936 «tras una frustrada primera edición de 1935». Ver
Sánchez (1994, p. 12).

48
Eugenio Chang-Rodríguez

En el Museo de Mérida (Yucatán, México), 1928.

Mientras sucedía lo anterior, el 22 de enero de 1928, sétimo aniversario


de la fundación de las Universidades Populares en Lima, los apristas de
México formularon un plan de quince puntos para establecer la democracia
en el Perú mediante la participación del APRA con el nombre de Partido
Nacionalista Libertador. Entre febrero de 1928 y abril de 1929, el mal
interpretado «Plan de México» resintió las relaciones amigables entre
Haya y Mariátegui, y generó una crisis de gran repercusión en la izquierda
política peruana dentro y fuera del país.
Dado que en estas circunstancias se intensificaba la campaña a
favor del guerrillero nicaragüense Augusto Sandino (1895-1934),
Haya se dirigió a Centroamérica con el fin de coordinar un programa
internacional de apoyo al patriota centroamericano y al plan aprista para
el Perú. Invitado por intelectuales y obreros de Guatemala, el fundador
del APRA arribó a la capital de ese país el 14 de julio de 1928. Durante
mes y medio dictó veinticuatro conferencias acerca del imperialismo

49
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

yanqui y la unidad latinoamericana en la Universidad de San Carlos


y otras instituciones culturales. En Quetzaltenango fundó una célula
aprista el 5 de agosto de 1928. Empero, diecisiete días después, el invitado
peruano fue súbitamente expulsado a El Salvador, probablemente por
instigación de diplomáticos estadounidenses y peruanos en colaboración
con funcionarios de la United Fruit. En la Universidad Nacional de San
Salvador, el revolucionario itinerante ofreció conferencias sobre temas
culturales, hizo amistad con el renombrado escritor Alberto Masferrer
(1868-1932) y con la ayuda de varias damas fundó un Comité Femenino
Salvadoreño del APRA. En setiembre de 1928, ayudado por su amigo, el
expatriado peruano Felipe Iparraguirre —capitán instructor del Ejército
de El Salvador—, Haya ultimó el mencionado proyecto insurreccional
en el Perú. El plan se frustró en parte por la falta de cooperación de los
marxistas peruanos. Pronto, el líder del APRA se asiló en la Legación
de México cuando Alberto Masferrer y otros amigos descubrieron un
siniestro complot para secuestrarlo en El Salvador y transportarlo a
Nicaragua, donde la Guardia Nacional se encargaría de asesinarlo. José
Santos Chocano intervino a su favor (Haya, 1928b, p. 200).
A mediados de setiembre de 1928, Víctor Raúl se trasladó a Costa
Rica, donde permaneció casi tres meses, dictando conferencias, fundando
asociaciones y estrechando su amistad con escritores como Joaquín
García Monge, director de la famosa revista Repertorio Americano. Luego,
continuó viaje a Panamá para tomar un vapor que lo retornara a México,
pero cuando el 15 de diciembre el barco llegó a Balboa (Panamá),
no lo dejaron desembarcar y lo obligaron a continuar viaje hasta Bremen
(Alemania), el próximo puerto de escala.
Como había pasado seis meses en la cálida Centroamérica, Víctor
Raúl, a principios de enero de 1928, arribó a Alemania vestido con ropa
de verano en pleno invierno. Por carecer de visa, fue detenido, hasta que
unos amigos lo ayudaron a librarse del percance. Con sus papeles en
orden, se estableció en Berlín, en el barrio de Charlottesville en la casa de
la familia Hoehler, grandemente afectada tanto por el crack financiero de

50
Eugenio Chang-Rodríguez

Nueva York como por el antisemitismo de Hitler. Algunos han especulado


vínculos amorosos de Víctor Raúl con Alice Hoehler, hija de la familia
que lo hospedaba (Díaz, 2007).
El refugiado peruano trabajó en Berlín, en la biblioteca del economista
Alfons Goldschmidt, a quien había conocido en Argentina seis años antes.
Cuando lo presentaron a Albert Einstein en casa de Goldschmidt, el padre
de la teoría de la relatividad le recordó a Haya que en 1926 ambos habían
publicado sus artículos en el número de Liber Amicorum en homenaje a
Romain Rolland, preparado por Máximo Gorki y Stephan Zweig (Haya,
1926a, pp. 202-206) y que habían asistido al Congreso Antiimperialista
de 1927). Desde entonces, el joven Víctor Raúl concurrió semanalmente
a la rotonda de la Academia de Ciencias para escuchar el debate entre
Einstein y Max Plank (1858-1947) sobre los problemas de la teoría de la
relatividad y los quanta.
En Berlín, en 1930, Haya de la Torre asistió a una velada de caridad
en la sinagoga mayor de Monbijoustrasse, donde Einstein tocó violín. En
los días libres de sus labores en el archivo del Instituto Iberoamericano, el
joven exiliado estudiaba filosofía y teoría política, revisaba el manuscrito
de El antiimperialismo y el APRA y observaba de cerca el rápido avance del
nazismo. Su dinamismo proselitista lo guió para mantener la unidad de sus
partidarios ante la polémica con José Carlos Mariátegui, empeorada por las
intrigas de Eudocio Ravines (1897-1969) y el discutido plan revolucionario
del mencionado Partido Nacionalista. Entre sus contertulios peruanos en
la capital alemana sobresalieron Luis E. Heysen —ingeniero graduado
en la Universidad de La Plata—, el puneño Rómulo Meneses —estudiante
de Economía— y Francisco Mansén —universitario de ascendencia china,
procedente de Laredo, Trujillo—31.
En Berlín, Víctor Raúl recibió la noticia del derrocamiento del
presidente Leguía, ocurrido el 24 de agosto de 1930, y la subsecuente

31
Concluidos sus estudios en Alemania, Francisco Mansén se casó con una germana y se
radicaron en Laredo, cerca de Trujillo.

51
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

instalación de una fugaz Junta de Gobierno presidida por el comandante


Luis M. Sánchez Cerro, quien tampoco permitió que los desterrados
apristas retornaran a su patria. Unos meses más tarde, una nueva Junta
de Gobierno, esta vez presidida por el doctor David Samanez Ocampo
(1866-1947), autorizó el regreso de los peruanos deportados. Entonces,
el desterrado Haya se embarcó con destino al Perú, a fines de junio
de 1931. Al hacer escala en Londres, visitó a Alfredo González Prada,
recientemente nombrado ministro plenipotenciario del Perú en Gran
Bretaña, y continuó viaje a Nueva York, de donde tomó un barco de la
Grace para llegar a Talara.

La fundación en Lima del Partido Aprista Peruano


Derrocado en Lima el gobierno autoritario de Augusto B. Leguía el 25
de agosto de 1930, los apristas repatriados y liberados de las prisiones,
dirigidos por Alcides Spelucín, se reunieron con otros compañeros para
fundar la Sección Peruana del APRA el 21 de setiembre de 1930. Setenta
ciudadanos firmaron el acta fundacional32. El número de apristas había
aumentado desde el establecimiento de su primera célula en París en 1926,
cuando todos sus partidarios, como el número inicial de comunistas en
Rusia, «cabían en un sofá», si se nos permite usar tan manida frase de Lenin.

32
En 2007, Armando Villanueva del Campo (1915-2013) me mostró en su casa esa
Acta fundacional de la Sección Peruana del APRA que contemplaba publicar. Ocho años
después, la Fundación Armando Villanueva, en el marco de la conmemoración del primer
centenario de su nacimiento (25 de noviembre de 2015), publicó El libro rojo en dos
tomos. El primero, El libro rojo, propiamente titulado, contiene el origen de la Sección
Peruana de la Alianza Popular Revolucionaria Americana, un pequeño volumen en pasta
roja donde se registran las actas de las primeras sesiones del Partido Aprista fundado en
1930. El segundo tomo, titulado Los inicios, da cuenta de antecedentes documentados
del aprismo con información inédita de la correspondencia entre personajes de la historia
política de la primera mitad del siglo XX: Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis Heysen,
Carlos Manuel Cox, José Carlos Mariátegui, Eudocio Ravines, Luis Bustamante, y otros.
Al final aparece en facsímile la revista APRA.

52
Eugenio Chang-Rodríguez

Constituida en Lima la primera base orgánica de la recién fundada


organización aprista, se fortaleció en noviembre de 1930 con el retorno de
los exiliados Carlos Manuel Cox y Manuel Seoane. Entonces, la Sección
Peruana del APRA se transformó en el Partido Aprista Peruano (PAP)33,
cuyo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) lanzó la candidatura de Víctor
Raúl Haya de la Torre a la Presidencia de la República el 23 de febrero
de 1931 y también dispuso que sus comités departamentales organizaran
congresos regionales y deliberaran sobre el programa por adoptarse en
el Primer Congreso Nacional del PAP, convocado a reunirse en agosto
de 1931. El 16 de mayo de 1931, cuando Haya todavía se encontraba
desterrado, circuló en Lima el diario La Tribuna, fundado y dirigido por
Manuel Seoane, quien, durante su exilio en Buenos Aires, había adquirido
experiencia periodística en el diario La Crítica. Franciscanamente
nació La Tribuna «con cien soles de capital y un millón de esperanzas».
Conformaban su cuerpo de redacción Luis Alberto Sánchez, Serafín
Delmar (nom de plume de Reynaldo Bolaños), Arturo Sabroso, Manuel
Solano Rodríguez y otros jóvenes redactores que inicialmente trabajaron
ad honorem, hasta que el buen manejo administrativo de Fernando Rosay
y el rápido aumento del tiraje a 35 000 ejemplares, les permitieron percibir
un sueldo modesto34. El sorprendente crecimiento del nuevo partido lo
reveló la inscripción en sus filas de centenares de miles de peruanos.

33
La literatura aprista consigna el 21 de setiembre como el día de la fundación del
PAP. Sánchez (1994, p. 146), señalan que en esa fecha se fundó la «sección peruana del
APRA», la cual se transformó en el PAP «en marzo de 1931». Confróntese Planas (1986,
pp. 110-112).
34
Entre los reporteros y colaboradores de La Tribuna estuvieron el escritor Óscar Bolaños
—hermano de Serafín del Mar—, Bernardo García Oquendo —futuro Comandante
de Milicias en la Guerra Civil española— y el novelista José Diez Canseco. La Tribuna
fue clausurada seis veces. Durante las persecuciones dictatoriales se publicaron ediciones
clandestinas de este periódico que circuló con el nombre de Pan Caliente, impreso
precariamente en hojas mimeografiadas.

53
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Las elecciones generales de 1931


Tras ocho años de exilio, Haya nuevamente llegó a Nueva York el 1º de
julio de 1931, esta vez en ruta al Perú, para participar como candidato
presidencial del PAP en los comicios generales programados para el 11 de
octubre de ese año. Se detuvo algunos días en Panamá para ofrecer varias
conferencias, en ninguna de las cuales mencionó sus amargas experiencias
en el istmo en 1928. El 12 de julio de 1931 desembarcó en el puerto de
Talara35, donde una muchedumbre lo recibió entonando «La Marsellesa
aprista», la canción principal del partido, escrita por Arturo Sabroso sobre
la base de la música del himno de la Revolución Francesa, como lo habían
hecho los anarquistas y lo harían después los socialistas chilenos.
Haya de la Torre inició la campaña electoral con discursos dirigidos
principalmente a los trabajadores manuales e intelectuales. Continuó
su gira electoral por Tumbes y Piura, ciudad natal del comandante Luis
M. Sánchez Cerro, candidato presidencial de la Unión Revolucionaria
(UR), que consideraba «las minas de bronce» [sic] la principal riqueza
nacional. Después de visitar Chiclayo, Haya hizo su entrada triunfal en
Trujillo, el 26 de julio de 1931. Le dio la bienvenida Antenor Orrego,
ante millares de personas de todas las edades. Tras recorrer unas cuantas
ciudades de los colindantes departamentos de La Libertad, Cajamarca y
Áncash, el candidato Víctor Raúl Haya de la Torre llegó a Lima el 15 de
agosto de 1931.
La campaña electoral lo llevó a la selva y a otras regiones del país no
visitadas antes por candidatos presidenciales. Mientras tanto, Antenor
Orrego convirtió el diario El Norte en un órgano oficioso del PAP, con un
enfoque especial en los problemas de la región y sus posibles soluciones.
Haya retornó a Trujillo cuando ya se había consolidado la alianza de

35
Haya viajó de Nueva York a Talara en un barco en el que también navegaba el conocido
sociólogo y economista francés André Siegfried (1875-1959), autor de libros tan
importantes como Amérique latine (1934), traducido y anotado por Luis Alberto Sánchez
en 1935; y Tableau des États-Unis (1954).

54
Eugenio Chang-Rodríguez

los trabajadores manuales e intelectuales. En esta ciudad se reunió el


primer Congreso Aprista Regional, con la asistencia de los delegados
de La Libertad y de los departamentos contiguos. El cónclave formuló
los 89 puntos del primer programa específico del PAP que enfocaba los
principales problemas económicos y sociales del norte del país. Los 78
delegados de Trujillo llevaron este programa al Primer Congreso Nacional
del PAP, reunido en el Teatro Lima de la capital del país el 20 de agosto de
1931, cinco días después de la llegada de Haya a esa ciudad. El Programa
Mínimo, o Plan de Gobierno del Partido Aprista Peruano, aprobado por
este congreso, incluyó la mayor parte de lo pautado por el Primer Congreso
Regional de Trujillo. Incorporó, además, el Código de Ética redactado
por José Antonio Genit, organizador de las brigadas de disciplina para
defender al PAP de las agresiones del lumpenproletariat sanchezcerrista. El
23 de agosto de 1931, ante miles de sus compañeros, reunidos en la Plaza
de Toros de Acho, Haya pronunció un conmovedor discurso en el cual
explicó las bases principales del aprismo y del Programa Mínimo o Plan
de Acción Inmediato del PAP; este enfatizaba, entre otras propuestas, el
acceso a la educación para todas las etnias del país.
En Trujillo, como en el resto del país, los apristas multitudinariamente
desfilaban entonando su Marsellesa y otras canciones partidarias. El PAP
era un partido dirigido por jóvenes: Carlos Manuel Cox, de 28 años de
edad, presidía el primer Comité Ejecutivo Nacional (CEN), integrado por
Víctor Raúl y Arturo Sabroso (los dos de 36 años), Manuel Seoane, Luis
Alberto Sánchez (ambos de 30), Magda Portal (de 29), Luis E. Heysen
y Serafín Delmar (ambos de 27) y Antenor Orrego, el único de 38 años
de edad.
La violencia preelectoral causó muchas bajas en las filas apristas. La
oligarquía y el Ejército lograron la adhesión al campo sanchezcerrista del
hampa y de los oportunistas de siempre, a quienes azuzaron para atacar a
los apristas. Alfonso Copello, candidato del PAP a una representación por
Lima, murió víctima de una pedrada en la cabeza que recibió en el distrito
de Surco. El día de su sepelio, la muchedumbre fúnebre cantó por primera

55
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

vez «La marcha a los caídos», compuesta por el tranviario Lucas Cabello:
«Hombres que sufren cruento dolor / a formar del APRA su legión /... /
¡Marchar, con fervor / que el APRA siempre, siempre triunfará!».
En estas circunstancias, el éxito de la campaña electoral aprista
fue reconocido por muchos observadores imparciales como el escritor
norteamericano Carlton Beals, quien afirmó que el consenso general
había pronosticado el triunfo del PAP en las elecciones generales de ese
año (Beals, 1934, pp. 236-246)36. Pero tan pronto los primeros cómputos
oficiales reconocieron que los candidatos apristas aventajaban en voto
en todo el país, sus opositores cuestionaron los resultados en algunas
provincias, hasta conseguir la anulación de los votos escrutados en el
departamento de Cajamarca, cuya población era mayoritariamente aprista.
El resultado anunciado por el Jurado Nacional de Elecciones sorprendió a
la mayoría de los nacionales y también a los estudiosos extranjeros: Sánchez
Cerro, 152 060 votos; Haya de la Torre, 106 007; José de la Jara, 21 921
y Arturo Osores, 19 653.

La dictadura de Luis M. Sánchez Cerro (1931-1933)


Proclamado ganador de las elecciones presidenciales, Sánchez Cerro fue
investido del mando el 8 de diciembre de 1931. Ese mismo día comenzó
el reino de terror oficial para «exterminar al APRA». Los sanchezcerristas
asesinaron a centenares de apristas en Lima y en otros lugares del país.
El mismo día en que Sánchez Cerro inició su mandato como presidente
de la República, Haya pronunció en la Casa del Pueblo de Trujillo un
discurso histórico:
Este no es un día triste para nosotros... A Palacio llega cualquiera,
porque el camino que conduce a él se compra con oro o se conquista

36
En 1931 votaron los varones alfabetos de 21 años o más. Fueron las primeras elecciones
generales peruanas con voto secreto. Las mujeres pudieron votar a partir de 1956; los
mayores de 18 años, en 1978; y los analfabetos, en 1980 (aunque el voto de los analfabetos
sí se reconocía en el siglo XIX, con limitaciones, en algunos procesos electorales).

56
Eugenio Chang-Rodríguez

con fusiles... la misión del aprismo es llegar a la conciencia del pueblo


antes que llegar a Palacio. Y a la conciencia del pueblo no se llega con
oro ni con fusiles. A la conciencia del pueblo se llega, como hemos
llegado nosotros, con la luz de una doctrina, con el profundo amor
de una causa de justicia, con el ejemplo glorioso del sacrificio. ¡Solo
cuando se llega al pueblo se gobierna: desde abajo o desde arriba! Y el
aprismo ha arraigado en la conciencia del pueblo. Por eso, mientras
los que conquistaron el mando con el oro y con el fusil creen mandar
desde el Palacio, nosotros continuaremos gobernando desde el pueblo
(Haya, 1976-1977, t. 5, pp. 87-88).

En cumplimiento del plan oficial de asesinar a Haya, el 24 de diciembre


de 1931, mientras el país celebraba la Noche Buena, la policía atacó el local
del Comité Aprista de Trujillo, lo que causó la muerte de varias personas,
incluso la de Domingo Navarrete, integrante de la guardia personal de
Haya y padre de Clemente Navarrete Moreno, mi futuro condiscípulo en
el Colegio Nacional de San Juan. Poco después, esgrimiendo una Ley de
Emergencia, aprobada solo por la minoría sanchezcerrista de la Asamblea
Constituyente, la dictadura intensificó la persecución de los opositores al
régimen dictatorial. Brutalmente se clausuraron los locales del PAP, sus
órganos de prensa, las universidades populares, y se apresó y desterró a los
representantes apristas elegidos a la Asamblea Constituyente.
En febrero de 1932, los dirigentes apristas obligaron a Haya a
refugiarse en la casa de Carlos Plenge-Kast de Cossío (avenida Pardo
360, Miraflores), casado con Cristina Washburn, hija de Carlos Alberto
Washburn Salas de la Torre, tío y padrino del perseguido. Desde su refugio,
Haya lanzó un «Manifiesto a la Nación» y dirigió los hilos invisibles de la
resistencia clandestina. En estas trágicas circunstancias, José (Pepe) Arnaldo
Melgar Márquez, joven de 19 años de edad, después de enviar una carta
de renuncia al PAP, intentó asesinar al dictador el 6 de marzo de 193237.
El frustrado tiranicidio intensificó la búsqueda policial del fundador del

37
Durante la década de 1980 conversé con Pepe Melgar Márquez en su casa de Washington,
D. C. y en mi residencia en Nueva York. Me contó, emocionado, algunos detalles de los

57
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

aprismo, hasta lograr capturarlo en la madrugada del 6 de mayo de 1932.


Seguidamente, el gobierno de Sánchez Cerro rompió sus relaciones con
México. Se acusó a Juan Cabral, embajador de México, de proteger a
los apristas y de ayudar a Haya a través del jardín de su embajada que
colindaba con el chalet de los Plenge.
La noticia de la prisión y maltrato de Haya produjo insurrecciones en
diferentes lugares del país; todas debeladas sin misericordia alguna. La más
fuerte protesta la realizaron los marineros de los cruceros Grau y Bolognesi.
Aplastada esta revuelta naval, Luis A. Flores, ministro de Gobierno, mandó
fusilar sumariamente a ocho marineros acusados de estar comprometidos38.
Paralelamente, se intensificaron las torturas carcelarias al fundador del
aprismo. En esta coyuntura histórica, entró en escena Manuel Barreto
Risco —cariñosamente llamado Búfalo—, para dirigir el asalto aprista al
Cuartel O’Donovan39, acto inicial de la Revolución de Trujillo de julio de
1932, sobre la cual se han publicado excelentes libros y ensayos.

La Gran Clandestinidad (1934-1945)


El 30 de abril de 1933, el presidente autócrata Luis M. Sánchez Cerro
fue asesinado por Abelardo Mendoza Leiva, de veinticinco años de
edad40. El mismo día del magnicidio, el Congreso Constituyente eligió

luctuosos acontecimientos políticos peruanos aquí narrados. La prisión y el destierro


realzaron su memoria.
38
Luis A. Flores, fundador del partido Unión Revolucionaria, que proclamó la candidatura
presidencial de Sánchez Cerro, se declaró «fascista por temperamento y convicción» y
desfiló con su estado mayor ataviado con camisa negra.
39
La revolución comenzó con el ataque al cuartel, cuyo nombre honraba al teniente
coronel trujillano Ricardo O’Donovan (1836-1880), que colaboró con el capitán de navío
Miguel Grau en la fundación del Puerto de Salaverry (1870) y murió heroicamente junto
al coronel Francisco Bolognesi, en la defensa del Morro de Arica (1880) contra las fuerzas
invasoras chilenas.
40
Abelardo Mendoza Leiva, después de disparar contra Sánchez Cerro, fue inmediatamente
ultimado, probablemente por los altos oficiales que deseaban impedir que se descubriera
quiénes habían planeado el magnicidio.

58
Eugenio Chang-Rodríguez

presidente provisional de la República al general Óscar R. Benavides41.


Para neutralizar al PAP, mientras se resolvía el candente conflicto con
Colombia, Benavides proclamó un régimen de «Paz y Concordia» y
adoptó algunas de las medidas propuestas por los apristas: estableció el
seguro social obrero, construyó viviendas y comedores populares y amplió
el plan de protección de la salud de los trabajadores. El 10 de agosto de
1933 liberó de la prisión a Víctor Raúl, y al mes siguiente promulgó la
Ley de Amnistía. La etapa de «Paz y Concordia», sin embargo, duró solo
hasta noviembre de 1934. Durante este corto tiempo de varios meses, la
legalidad limitada fue aprovechada por el PAP para recuperarse. A su paso
por Lima, Alberto Lleras Camargo, José María Velasco Ibarra, presidente
electo del Ecuador, y otras personalidades se entrevistaron con Haya.
Ramiro Prialé, Armando Villanueva del Campo, Andrés Townsend
Ezcurra, Nicanor Mujica Álvarez-Calderón, Humberto Silva Solís, Luis
Rodríguez Vildósola y otros mozos apristas fundaron la Federación Aprista
Juvenil (FAJ) el 7 de enero de 1934. Bajo la presidencia de Armando
Villanueva, pronto la FAJ se convirtió en la espina dorsal del Partido,
tanto por su código de honor, como por su organización y fomento de
actividades culturales. Posteriormente, con los «fajistas» más dinámicos y
prometedores, Haya formó el «Buró de Conjunciones» para capacitarlos
como futuros dirigentes, mientras enlazaban las diversas secretarías y
brigadas del partido entre sí y con la jefatura. Mas la tregua política,
como se ha dicho, duró poco, cuando Benavides, afianzado en el poder,
reinició la persecución del PAP, empujándolo a un nuevo y largo período
de clandestinidad (Villanueva & Thorndike, 2004).

41
Siendo ministro plenipotenciario del Perú en Gran Bretaña, Benavides había conversado
sobre una fórmula pacífica para resolver el conflicto peruano-colombiano, con Alfonso
López Pumarejo, candidato a la presidencia de Colombia por el Partido Liberal. Poco
después de retornar a Lima en marzo de 1933, Benavides fue nombrado jefe de la Defensa
Nacional; conspiró para derrocar a Sánchez Cerro y firmar un acuerdo decoroso con
Colombia.

59
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Al acercarse los comicios presidenciales de 1936, los apristas


proclamaron la candidatura de Víctor Raúl Haya de la Torre, pero el Jurado
Nacional de Elecciones declaró al PAP «partido internacional», prohibido
de participar en la vida política del país. En estas circunstancias, el recién
establecido Partido Social Democrático lanzó la candidatura del doctor
Luis Antonio Eguiguren (1887-1967). Este político prometió democracia
plena en el Perú, a cambio del voto aprista. Al no tener otra opción, el PAP
apoyó su candidatura. Cuando los escrutinios indicaban que Eguiguren
vencía, la Asamblea Constituyente, para impedir el triunfo indirecto del
PAP, anuló las elecciones, prorrogó el mandato de Benavides por tres años
más y se autodisolvió. A continuación, el gobierno autocrático intensificó
la persecución de los apristas, desterró, apresó y torturó a sus dirigentes.
Una de esas víctimas fue el exconstituyente Manuel Arévalo Cáceres
(1903-1937), detenido el 2 de febrero de 1937 en la base clandestina de
la avenida Mansiche de Trujillo, donde editaba el periódico Chan-Chan.
Después de ser torturado, fue conducido en automóvil policial hacia la
capital del país y asesinado en Colorado Chico, gran pampa cercana al
mar, entre Huarmey y Pativilca, a unos 275 kilómetros al sur de Lima.
Al general Benavides le sucedió el banquero Manuel Prado Ugarteche.
Durante su primer período presidencial, de 1939 a 194542, Haya de la
Torre continuó en la clandestinidad, dirigiendo la lucha de resistencia,
publicando La defensa continental (1942), artículos y otros libros,
entrevistándose con escritores extranjeros y escapando de las celadas
policiales. Una dramática emboscada ocurrió en una avenida adyacente
al Bosque Matamula, en Lima, a altas horas de la noche del 12 de junio
de 1941. Gracias a la serenidad y sagacidad de Haya, los perseguidos
apristas, entre los cuales se encontraban Jorge Eliseo Idiáquez (1906-2000),
quien iba en el timón, escaparon ilesos. Desafiando el cerco represivo, en
1942 se realizó subrepticiamente una Convención Nacional aprista; esta

42
Manuel Prado, hermano de Jorge Prado Ugarteche, conspiró con Benavides en el
derrocamiento del régimen constitucional de Guillermo Billinghurst en 1914, según
señala Luis Alberto Sánchez (1981, pp. 3-31).

60
Eugenio Chang-Rodríguez

aprobó el «Plan para la afirmación de la democracia en América» que


propugnaba la tesis del «Interamericanismo democrático sin Imperio».
Esta tesis de Haya proponía cerrar filas contra las fuerzas agresoras del
Eje nazi-nipón y condenaba a los gobiernos dictatoriales de América por
su política profascista.
La implacable persecución policial, sin embargo, se interrumpió el 15
de mayo de 1945, al emerger el PAP de las catacumbas. Debido la euforia
universal de los ideales democráticos de posguerra que deseaba poner fin
a los gobiernos autocráticos, creencia compartida por la mayoría de los
peruanos, varias organizaciones políticas asociadas con el PAP organizaron
un Frente Democrático Nacional. Tras varios acuerdos tácticos partidistas,
el frente postuló la candidatura de José Luis Bustamante y Rivero (1894-
1989) a la Presidencia de la República en las elecciones generales de 1945.
Pocas semanas antes de las elecciones generales de 1945, el 20 de mayo,
tuvo lugar en Lima una gran manifestación política. En el Campo de
Marte se reunieron cien mil apristas de diferentes lugares del país, para
luego desfilar hasta la plaza San Martín, donde, desde uno de los balcones
de una casa cercana al aristocrático Club Nacional, Haya reapareció en
público, después de diez años, cinco meses y veinticinco días de resistencia
clandestina, para pronunciar uno de sus más elocuentes discursos.

El Frente Democrático Nacional (1945-1948)


Gracias a la votación decisiva de los apristas, el candidato presidencial
de transacción del Frente Democrático Nacional triunfó en junio de
1945. El PAP, con el nombre de Partido del Pueblo, arbitrariamente
impedido de postular su propio candidato presidencial, obtuvo mayoría
en la Cámara de Diputados y una substancial minoría en el Senado. El
consenso era que el nuevo régimen frentista gobernaría por un período
de transición de cinco años, al final del cual se establecería en el Perú
una democracia más representativa.

61
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Inaugurado el régimen frentista, Haya de la Torre se consagró a


actividades integracionistas. Viajó a Chile en 1946 para participar en
el Segundo Congreso de Partidos Socialistas y Populares de América
Latina, convocado por el Partido Socialista Chileno liderado por Salvador
Allende. En Santiago, dictó conferencias y se entrevistó con importantes
personalidades del país43. En setiembre de 1946 aceptó las invitaciones
de Alberto Lleras Camargo (presidente saliente de Colombia) y Mariano
Ospina Pérez (presidente electo de Colombia) y de Rómulo Betancourt
(presidente de Venezuela), para dictar conferencias en varias ciudades
de sus países y recibir el doctorado honoris causa de las universidades
nacionales de Colombia y Venezuela. Posteriormente, viajó a Panamá,
donde la Universidad Nacional de ese país también le confirió dicho
grado, el cuarto que recibió en el extranjero ese año44. Luego visitó Costa
Rica como huésped oficial del gobierno; y Guatemala, como invitado
del presidente Juan José Arévalo.
A fines de octubre de 1946, Haya regresó a Lima, donde la situación
política se había deteriorado. El presidente Bustamante no recibía a sus
tres ministros apristas. En ese clima de desasosiego, el 7 de enero de
1947 se produjo el asesinato de Francisco Graña Garland, miembro
del directorio de La Prensa, diario empecinado en atacar al APRA. Los
ultraconservadores culparon a tres apristas trujillanos: al diputado Alfredo
Tello y sus coterráneos Héctor Pretell Cabosmalón y Manuel López
Obeso. Para ayudar a esclarecer el crimen, los tres ministros apristas
dimitieron y La Tribuna ofreció una fuerte recompensa pecuniaria a
quien identificara a los asesinos. Entonces, el presidente Bustamante
nombró un nuevo gabinete ministerial conformado por conocidos
antiapristas, entre ellos, el general Manuel A. Odría, que ocupó la cartera

43
Para entonces, ya habían circulado varias opiniones como «El aprismo es la filosofía
política más notable que ha producido la América Latina» (Humphrey, 1946, p. 23).
44
Antes, en 1946, la Universidad Nacional de La Libertad le había otorgado el doctorado
honoris causa. En la ceremonia, el rector Antenor Orrego hizo la laudatio y Haya agradeció
con un memorable discurso.

62
Eugenio Chang-Rodríguez

de Gobierno y Policía. En esta coyuntura, Bustamante se distanció


completamente de los apristas y sus aliados. Como en la Cámara
de Diputados predominaban los partidarios del PAP, los senadores
antiapristas se abstuvieron de asistir a su Cámara para impedir el normal
funcionamiento del Congreso por falta de cuórum. El Poder Ejecutivo
no convocó a elecciones municipales y reprimió manifestaciones obreras
y estudiantiles. La situación empeoraba día a día.
Durante el gobierno de Bustamante, Víctor Raúl publicó Y después
de la guerra, ¿qué? (1946) y a principios de 1947 viajó a los Estados
Unidos para participar en el foro anual organizado por el New York
Herald Tribune. En esa oportunidad, se entrevistó con Albert Einstein en
Princeton, visita recordada en una muy difundida foto. Al siguiente año,
invitado por varias universidades, volvió a viajar a los Estados Unidos en
febrero de 1948 y disertó en Columbia y Harvard. Posteriormente, dictó
conferencias en Los Ángeles, se reunió con los cuáqueros en Farmingdale
(Long Island) y disertó en Darmouth College, en el Council of World
Affairs de Cleveland y en Ohio State University45. El 23 de mayo de
1948 retornó a Lima para clausurar el Primer Congreso Nacional de
la Juventud Aprista Peruana (JAP), inaugurar el II Congreso del PAP y
publicar su libro Espacio-tiempo histórico (1948).
Frente a la grave crisis política producida por la actitud desleal de
Bustamante y Rivero y para prevenirse contra un golpe de militares
reaccionarios, varios oficiales de la flota anclada en el Callao, apoyados
por apristas no vinculados con el Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del
PAP, se apoderaron de varias naves de guerra y algunos establecimientos

45
Las conferencias de Haya en Ohio las gestioné con la ayuda de mis amigos en ese
estado, como consta en mi correspondencia conservada en la Hispanic Society de Nueva
York. Sobre este período, ver mis artículos «La opinión pública y la Checoslovaquia de
América», La Tribuna (Lima), 13 de abril de 1948; «Expectación en Nueva York por la
serie de conferencias de Haya de la Torre», La Tribuna (Lima), 14 de abril de 1948); y
«Einstein, Toynbee y Haya», La Tribuna (Lima), 20 de mayo de 1948.

63
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

militares del puerto46 el 3 de octubre de 1948. Al siguiente día, el


presidente Bustamante declaró al PAP fuera de la ley y ordenó la clausura
de sus locales y la prisión de sus dirigentes. Al iniciarse un nuevo período
autocrático, miles de apristas fueron apresados. El 27 de octubre de 1948,
el general Manuel A. Odría se pronunció en Arequipa contra el gobierno
constitucional de Bustamante y Rivero, ya divorciado de su principal
apoyo civil47. Dos días más tarde, Odría ingresó triunfante en Lima y se
impuso como presidente de una Junta Militar, y así dio fin al régimen
civil de apenas tres años y dos meses de duración.

El «Ochenio» dictatorial de Manuel A. Odría


(1948-1956)
El dictador Odría aceleró la persecución del PAP, al que impuso una nueva
y prolongada clandestinidad. El 4 de noviembre se restableció la pena de
muerte por delitos políticos y se ordenó la captura de Haya de la Torre,
vivo o muerto. Centenares de apristas fueron asesinados, mientras otros
lograron exiliarse. Como el cerco del ideólogo del APRA se cerraba más y
más, el Comité Ejecutivo Nacional del PAP le ordenó a Haya asilarse en
una embajada. Víctor Raúl escogió la de Colombia, a la cual logró ingresar
el 3 de enero de 1949, ayudado por varios partidarios y simpatizantes,
entre ellos nuestro amigo norteamericano William (Bill) Gaddy, quien lo
había amparado en su casa. El embajador de Colombia, Carlos Echeverri
Cortés, solicitó un salvoconducto para su asilado; el presidente Odría
rehusó concedérselo y así comenzó el casus celebre de la Corte Internacional
de Justicia en La Haya. Varios gobiernos, congresos, intelectuales, hombres
de ciencia, instituciones y universidades intercedieron a favor del «Señor
Asilo». Ante el impasse, en 1949 la Liga Internacional de los Derechos

46
Sobre el frustrado alzamiento en el Callao hay abundante literatura; sobresale la obra
de Chanduvi (1988).
47
El coup d’état del general Manuel A. Odría de 1948 fue decididamente maquinado por
la oligarquía dirigida por Pedro Beltrán.

64
Eugenio Chang-Rodríguez

del Hombre, órgano consultivo de las Naciones Unidas, lo nombró su


representante ante ese organismo mundial y solicitó al gobierno peruano
que se le permitiera a Víctor Raúl viajar a Nueva York. El dictador hizo
caso omiso a la solicitud48. El Tribunal Internacional de Justicia rechazó
las imputaciones del gobierno de Lima contra el derecho de asilo y expidió
dos fallos (contradictorios e insuficientes) el 20 de noviembre de 1950 y
el 13 de junio de 1952.

El segundo exilio (1954-1957)


Diversos sectores de opinión de las Américas y Europa se pronunciaron a
favor del salvoconducto para el asilado en la Embajada de Colombia en
Lima, y cuando la X Conferencia Panamericana (reunida en Caracas) iba
a adoptar la misma decisión, la Cancillería peruana llegó a un acuerdo
con la de Colombia para otorgar el salvoconducto de salida y terminar
así el asilo de cinco años, tres meses y cuatro días, sobre el cual se han
escrito numerosos artículos, varios libros y una tesis doctoral en la UNAM
(Zavala, 1952). A las 5 de la tarde del 6 de abril de 1954, Haya de la Torre
salió de la Embajada de Colombia con destino al aeropuerto de Limatambo
para abordar el avión que lo conduciría a México, «expulsado» y despojado
de su nacionalidad peruana por un decreto dictatorial49. Numerosos
amigos y admiradores lo recibieron en la capital mexicana. Allá, con motivo
del trigésimo aniversario de la fundación del APRA, varios expresidentes
y distinguidos intelectuales latinoamericanos le rindieron un fervoroso
homenaje el 7 de mayo de 1954, trigésimo aniversario de la entrega de
la bandera indoamericana en la UNAM, considerada por muchos como
el acto fundacional del APRA. A los pocos días, Haya de la Torre me

48
Ver «Haya de la Torre... fails to get exit permit to attend United Nations Commission
on Human Rights...». The New York Times, 3 de abril de 1949, p. 8.
49
De la extensa bibliografía sobre la casus celebre de derecho internacional generado por
el asilo, destaca «My five-year exile in my own country» (Haya, 1954), artículo, ilustrado
con varias fotos.

65
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

telefoneó varias veces a la Universidad de Washington y ampliar detalles


de nuestra correspondencia acerca de las invitaciones de universidades
norteamericanas que gestionaba con la ayuda de Harry Kantor, profesor
de Ciencias Políticas de la Universidad de La Florida. Por la urgencia de
asistir a las sesiones de la Reunión de Desterrados Apristas en Montevideo,
Haya postergó su viaje a los Estados Unidos50.
Terminada su visita al Uruguay, viajó al Brasil en ruta a Europa, con la
finalidad de visitar Bélgica51, Francia, Italia, Alemania, Inglaterra, los países
escandinavos y Finlandia, ante cuyos gobiernos la República Oriental del
Uruguay lo nombró cónsul ad honorem en julio de 1955. En todos estos
países, Haya ofreció conferencias y se dedicó a escribir artículos y libros.
Asimismo, mantuvo una abundante correspondencia con sus partidarios
y amigos. Muchas de sus misivas al Perú me las enviaba adjuntas a las
cartas que regularmente me escribía. Me complacía retransmitir sus misivas
dirigidas a enlaces en el Perú (Cóndor, 1987) en sobres con el membrete
de la Universidad de Washington, donde yo enseñaba y estudiaba para
un doctorado en Lingüística52. Durante este segundo destierro, Haya
publicó Treinta años de aprismo (1956a), Mensaje de la Europa nórdica
(1956b) y Toynbee frente a los panoramas de la historia, espacio tiempo
histórico americano (1957).

La «convivencia» con el gobierno de Manuel Prado


(1956-1962)
A fines de 1955 un alzamiento popular en Arequipa, dirigido por los
recién organizados demócratas cristianos, obligó al gobierno autocrático
de Odría a convocar elecciones generales para realizarse en 1956. Manuel

50
Según me explicó Haya telefónicamente, desde México antes de viajar a Uruguay.
51
En la Hispanic Society of America de Nueva York se conserva la carta que Haya me
escribió y fechó en Bruselas, el 15 de julio de 1955. La he incorporado al manuscrito
de mi libro sobre la correspondencia de Víctor Raúl Haya de la Torre y otros dirigentes
apristas que eventualmente publicaré.
52
Ver mi Prólogo en Alva Castro (2010, pp. xxiii-xxiv).

66
Eugenio Chang-Rodríguez

Prado, candidato de una coalición de fuerzas política, se comprometió a


no investigar las irregularidades e inmoralidad del «Ochenio» y legalizar
los partidos políticos. Odría respetó su triunfo electoral obtenido con la
ayuda de gran parte del electorado aprista. Prado fue declarado vencedor
al reconocérsele 45,48 % de los votos válidos, un porcentaje superior al de
sus dos rivales siguientes: Fernando Belaunde, con 36,69 % y Hernando
de Lavalle, con 17,83 %.
En 1957, Haya de la Torre en el exilio decidió aceptar la cuestionada
«convivencia» con Manuel Prado, considerada como arreglo «táctico»
aprobado por los dirigentes limeños pero lesivo a los principios del PAP,
según la mayoría aprista. Consciente de la crítica candente, Víctor Raúl
volvió al Perú de vez en cuando por breves períodos. En su segundo retorno
definitivo del exilio —primero forzado y después voluntario— repitió en
gran parte la travesía de su primer destierro. Como en 1931, desembarcó
en Talara el 20 de julio de 1957. Pese a sus sesenta y dos años de edad,
conservaba su fe revolucionaria, aunque su lenguaje se había moderado.
Su itinerario de visitas incluyó Piura, Lambayeque, Chiclayo y Trujillo.
En su ciudad natal dedicó tres días a pronunciar cuatro discursos, honrar
a los miles de mártires apristas fusilados en Chan Chan, y visitar pueblos
y caseríos aledaños. Llegó a Lima el 25 de julio. En la noche de ese día,
una compacta muchedumbre enfervorizada lo ovacionó y escuchó sus
palabras en la plaza San Martín53. A los tres días, presidió el Tercer
Congreso Nacional del Partido, y poco tiempo después, continuó las
visitas a ciudades y pueblos costeños, serranos y selváticos. La Casa del
Pueblo de Lima se constituyó en el eje de su vida. Dos veces a la semana
se reunía con los dirigentes del partido y con los militantes jóvenes; y una
vez a la semana dictaba clases a los obreros en la Universidad Popular

53
En 1988 preparé en la City University of New York un video sobre Víctor Raúl Haya de
la Torre que muestra escenas de esta visita y de su subsiguiente residencia en Italia, donde
durante varias semanas recorrimos ese país. En 1989 deposité copia de este video en la
Hispanic Society of America de Nueva York y en el Centro de Divulgación de Historia
Popular (CEDIP) de Pueblo Libre, Lima.

67
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

González Prada, cuyo rector era Eugenio Chang Cruz (1930-1998),


quien, con los años, sería elegido constituyente, diputado y senador de
la República, y cuyo hijo, José Antonio Chang Escobedo, fue ministro
de Educación y presidente del Consejo de Ministros durante el segundo
régimen presidencial de Alan García (2006-2011).
Dado a que el período de transición era severamente criticado, el
fundador del APRA decidió retornar a Europa para concentrarse en la
preparación de sus obras mientras esperaba un verdadero y libre proceso
electoral. En enero de 1957 fue a saludar a Gilbert Murray, su profesor en
la universidad de Oxford de 1926 a 1927. El anciano helenista, que había
ocupado la Cátedra Regius de Griego, lo recibió en su casa de Oxford54.
En Londres, en febrero de 1957, Víctor Raúl conversó con Lord Russell
sobre la idea de crear un Parlamento Mundial. Hasta 1961, Haya de la
Torre continuó sus recorridos por Europa, Asia y Latinoamérica. Volvió
al Perú en breves ocasiones, especialmente para el Día de la Fraternidad
(22 de febrero). En esos años continuó publicando artículos en diarios y
revistas, participó en conferencias internacionales y dictó charlas en varias
universidades. Fue declarado huésped de honor en México, Uruguay,
Puerto Rico, Israel, India, Yugoslavia, Islandia y otros países.
Como informó La Tribuna de Lima en setiembre de 1958, Víctor
Raúl Haya de la Torre, Betty Flower y el autor de esta biografía fuimos
nombrados delegados de la Universidad de Pensilvania al XII Congreso
Internacional de Filosofía, reunido en Venecia a principios de setiembre
de 1958, bajo los auspicios de la Federación Internacional de Sociedades

54
George Gilbert Aimé Murray (1866-1957), natural de Australia, el más importante
experto en estudios helénicos, traductor en verso de dramas griegos clásicos, ocupó la
Cátedra Regius (Regius Professorship) de Griego en la Universidad de Oxford de 1908
a 1936. Haya de la Torre fue uno de sus estudiantes en 1926 y 1927 y le oyó explicar las
ideas pacifistas que desarrolló afectado por los horrores de la Primera Guerra Mundial. La
Cátedra de Griego es una de las cinco cátedras Regius establecidas en 1541 por Enrique
VIII en Oxford y en la Universidad de Cambridge. Las otras cuatro son en Medicina,
Derecho Civil, Divinidad y Hebreo.

68
Eugenio Chang-Rodríguez

Filosóficas. A este cónclave también concurrieron delegados de muchos


países del mundo. De Latinoamérica llegaron José Vasconcelos y otros
distinguidos intelectuales. Las sesiones del XII Congreso Internacional
de Filosofía fueron sumamente fructíferas. Víctor Raúl identificó tres de
las mejores ponencias: las de J. F. Staal, D. M. Mackay y Alonzo Church
(Staal, 1958; Mackay, 1958; Church, 1958).
Durante el segundo período presidencial de Manuel Prado Ugarteche
(1956-1962) la crisis económica se acentuó. Algunos apristas opuestos
a la «convivencia» preferimos autoexiliarnos y otros renunciaron a las
filas del PAP. La errónea política colaboracionista hizo perder al PAP
su hegemonía en las universidades y en los sindicatos laborales porque
rechazaron la política partidaria de la dirigencia aprista defensora de
la supuesta estrategia «táctica» para garantizar el triunfo electoral del
PAP en 1962. La dirigencia expulsó de las filas del aprismo a Luis de
la Puente Uceda, Carlos Malpica, Javier Valle Riestra, Luis Olivera,
Ezequiel Ramírez Novoa y otros disidentes. Algunos de ellos formaron
el «APRA Rebelde», pronto convertido en el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria que desencadenó acciones guerrilleras en 1965.
En esos años, el PAP no tuvo representación en el Parlamento y
solo seis de sus dirigentes fueron nombrados a cargos diplomáticos
temporales durante el segundo período presidencial de Prado55. La anormal
«convivencia» coadyuvó al surgimiento de nuevas fuerzas políticas que
trataron de ocupar el espacio de oposición abandonado por la dirigencia
nacional aprista. Entonces surgieron Acción Popular, Partido Demócrata
Cristiano, Movimiento Social Progresista y el APRA Rebelde.

55
Manuel Seoane, embajador, primero en Holanda (1957-1961) y después en Chile (1961-
1962); Luis Barrios Llona, embajador en Costa Rica (1957-1961); Carlos Manuel Cox
y Andrés Townsend Ezcurra, miembros de la delegación peruana durante las asambleas
generales de las Naciones Unidas, de setiembre a diciembre de 1956 a 1961; Luis de
las Casas Grieve y Manuel Vázquez Díaz fueron delegados peruanos en la Conferencia
convocada por el Consejo Permanente de la OEA en Punta del Este, Uruguay (1961).

69
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

En 1962, Víctor Raúl retornó al Perú para participar como candidato


presidencial del PAP en las elecciones generales, en las cuales resultó
victorioso con el 32,98% de los votos válidos, pero sin obtener —por
maquinaciones antiapristas— la mayoría constitucional (33%), para la
cual le faltaban apenas cinco mil votos. Correspondía al Congreso, con
decisiva presencia aprista en ambas cámaras, elegir al presidente. Empero, las
Fuerzas Armadas emitieron un pronunciamiento contra el fallo del Jurado
Nacional de Elecciones. El 4 de julio de 1962, Víctor Raúl pronunció el
memorable «discurso del veto», con el que renunciaba con hidalguía a
su condición de presidente virtualmente electo. Para evitar la posibilidad
de que el APRA llegara al poder constitucionalmente, un golpe militar
depuso a Manuel Prado el 18 de julio, pocos días antes de que culminara su
período presidencial de seis años. La Junta Militar de Gobierno convocó a
elecciones generales a realizarse en 1963. Ellas dieron el triunfo al candidato
presidencial Fernando Belaunde Terry, quien obtuvo el 39% de los votos,
mientras que a Haya de la Torre le reconocieron el 34%, dejándolo en
segundo lugar. El APRA, sin embargo, consiguió una fuerte representación
en ambas cámaras del Congreso. Los apristas y los odriistas constituyeron la
mayoría del Congreso. La convergencia de ambas fuerzas en una Coalición
permitió que muchas iniciativas parlamentarias del PAP fueran aprobadas,
como la Ley de Reforma Agraria del 31 de mayo de 1964, y la convocatoria
a la creación del Parlamento Latinoamericano, el 7 de diciembre del mismo
año. La lamentable coalición con las fuerzas parlamentarias odriistas,
desaprobada por numerosos apristas, duró hasta el derrocamiento del primer
régimen constitucional de Fernando Belaunde Terry en 1968.

El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas


(1968-1979)
Nuevamente, ante el temor de un posible gobierno constitucional aprista,
un grupo de militares del Ejército, en su mayoría coroneles con experiencia
en el Servicio de Inteligencia, dirigidos por el general Juan Velasco Alvarado,

70
Eugenio Chang-Rodríguez

derrocó al régimen constitucional de Fernando Belaunde en la madrugada


del 3 de octubre de 1968. Se instaló el Gobierno Revolucionario de las
Fuerzas Armadas, presidido por el general Velasco Alvarado, asesorado por
los coroneles, que pronto fueron ascendidos a generales: Jorge Fernández
Maldonado, Leonidas Rodríguez Figueroa, Enrique Gallegos Venero,
Rafael Hoyos Rubio, Aníbal Meza Cuadra, Pedro Richter Prada, José
Graham Hurtado, entre otros. La mayoría de ellos conformó el Comité
de Asesoramiento de la Presidencia (COAP), creado especialmente para
coordinar las acciones revolucionarias y proponer decretos mediante la
implementación del programa Plan Inca, diseñado con posterioridad para
dar coherencia al proceso de transformación nacional.
Tradicionalmente, los gobiernos peruanos (constitucionales, golpistas
o autoritarios) no han tenido dificultad en reclutar legiones de colabo-
radores. El gobierno militar que comenzó en 1968 no interrumpió esta
nefasta tradición. Apenas se instaló en el poder, se pusieron a su servicio
millares de militantes y exmilitantes de todas las agrupaciones políticas,
particularmente del Partido Comunista Peruano-Unidad (PCP-U), del
Movimiento Social Progresista, del Partido Demócrata Cristiano (PDC)
y de esa masa civil amorfa, convenientemente autoproclamada «apolítica».
Afortunadamente, el gobierno militar también contó con la colaboración
de buen número de egresados de universidades nacionales e instituciones
extranjeras. A ellos se sumaron algunos trotskistas, como Ismael Frías;
exapristas, como Carlos Delgado Oliveira, Luis Felipe de las Casas Grieve
(nombrado embajador del Perú en Venezuela), Virgilio Roel Pineda y
Ezequiel Ramírez Novoa («Mosquito»). La mayoría de ellos sirvió efi-
cientemente. Carlos Delgado, por ejemplo, destacó como director general
del Sistema Nacional de Apoyo a la Movilización Social (SINAMOS) y
fue redactor de los discursos presidenciales; el filósofo social-progresista
Augusto Salazar Bondy ejerció el cargo de máximo consejero del Ministerio
de Educación; Alberto Ruiz Eldredge tuvo el papel de abogado defensor
de los intereses del Estado y luego fue nombrado embajador en el Brasil;
Alfonso Benavides Correa sirvió de procurador ad hoc en la Corte Suprema

71
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de Justicia para abogar por el primer estatuto de libertad de prensa auspi-


ciado por los militares; Héctor Cornejo Chávez fue nombrado director del
diario El Comercio incautado; y Virgilio Roel Pineda se desempeñó como
asesor del Ministerio de Industrias. Empero, los funcionarios civiles estu-
vieron siempre subordinados a altos oficiales militares y debían demostrar
su adhesión a la heterogénea ideología abrazada por el régimen militar.
Ninguno de ellos fue nombrado ministro de Estado56.
Cuando me encontraba en Lima en 1967, invitado por Luis Alberto
Sánchez, rector de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, para
dictar un ciclo de conferencias en mi alma máter peruana, Víctor Raúl
me pidió que ofreciera una charla en la Escuela de Dirigentes de Casa del
Pueblo. Allí hablé sobre lingüística computacional y mi libro publicado en
Europa (Juilland & Chang-Rodríguez, 1964), cuyas reseñas en alemán,
francés, inglés e italiano habían impresionado al fundador del aprismo.
Víctor Raúl deseaba que explicara a sus alumnos de la Escuela de Dirigentes
y del Bureau de Conjunciones este volumen que, según dijo sonriendo,
«para entenderlo, requiere la ayuda de un abogado de Filadelfia»57. Durante
el debate dirigido por Haya, destacó Alan García Pérez, quien entonces
era un estudiante de dieciocho años de edad.
A despecho de la política de acoso y provocación al aprismo
—impuesta por el gobierno del general Velasco Alvarado—, Haya de la
Torre, al frente de su partido, exigió continuamente un diálogo creador y
efectivo, destinado a considerar, democráticamente, los cambios necesarios
para superar los viejos problemas estructurales del país. El 22 de febrero
de 1972, Día de la Fraternidad, propuso una Asamblea Constituyente
que sentara las bases de una verdadera democracia. Las contradicciones

56
Tello (1983) estudia la heterogeneidad ideológica de los militares en el poder.
57
«Abogado de Filadelfia» es la expresión popular para nombrar al abogado entendido y
sagaz que explica el caso y gana fácilmente los juicios. El primero en recibir este nombre
fue Andrew Hamilton quien, en 1735, con rotundo éxito, defendió al impresor y editor
alemán John Peter Zenger, acusado de difamación y absuelto en el sonado caso de libertad
de prensa en Nueva York y Nueva Jersey coloniales.

72
Eugenio Chang-Rodríguez

generadas por el experimento de cambios estructurales del gobierno del


general Velasco Alvarado, conocido como Primera Fase del Gobierno Revo-
lucionario de las Fuerzas Armadas (1968-75), produjeron un movimiento
de autorrectificación que el 29 de agosto de 1975 llevó al poder al general
Francisco Morales Bermúdez. Este nuevo gobernante buscó, en el curso
de la autodenominada Segunda Fase (1975-1980), dar una solución a la
grave crisis económica e institucional de esos años.
Durante esta Segunda Fase gubernamental, Haya de la Torre viajó
a Venezuela en dos oportunidades: en mayo de 1976, para asistir como
invitado de honor a la Reunión de Dirigentes Políticos de Europa y
América Latina en pro de la Solidaridad Democrática Internacional; y el
1 de setiembre de 1977, para recibir la Gran Cruz de la Orden de Francisco
de Miranda. Poco tiempo después viajó a Hamburgo, por razones médicas.

Presidente de la Asamblea Constituyente (1978-1979)


Presionado por la opinión pública peruana e internacional, el presidente
Morales Bermúdez convocó a elecciones para una Asamblea Constituyente
en 1978, en las que por primera vez ejercerían el derecho al sufragio los
jóvenes de 18 años, como lo proponía el PAP. En los comicios de ese año,
Haya de la Torre, no obstante sus 83 años de edad, aceptó encabezar la lista
de su partido. El sistema del voto preferencial, aplicado por primera vez,
dio a Haya de la Torre el mayor número de votos jamás obtenido antes
por un candidato al Parlamento. El PAP obtuvo una amplia victoria con
35,39% de los votos, que le dio 37 de los cien asientos en la Asamblea
Constituyente, que eligió a Víctor Raúl como su presidente58. El jefe

58
En las elecciones nacionales de 1978, el Partido Popular Cristiano (PPC) conquistó
23,78% de los votos; el tercer lugar lo consiguió el Frente Obrero, Campesino, Estudiantil
y Popular (FOCEP), con 12,34%; el Partido Socialista Revolucionario (PSR) del
expresidente Juan Velasco, 6%; el Partido Comunista Peruano (PCP), 6% también.
Individualmente, Haya fue el candidato más votado en la historia del Perú hasta entonces:
1 038 516 votos.

73
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

máximo del APRA desempeñó el alto cargo con espíritu tolerante y


democrático, según reconocieron todos los sectores políticos. Contribuyó
con muchas propuestas a la redacción de la nueva Constitución y abogó
ante los militares miembros del Poder Ejecutivo por el respeto de los
derechos humanos.

Haya de la Torre como presidente de la Asamblea Constituyente en 1978.

74
Eugenio Chang-Rodríguez

Tributo de Haya de la Torre, presidente de la Asamblea Constituyente,


al Señor de los Milagros.

En enero de 1979 Víctor Raúl sufrió un repentino decaimiento de salud


que se agravó el 20 de febrero —justo antes de la celebración del Día de la
Fraternidad— y no le permitió reincorporarse a sus labores en el Congreso.
El 10 de marzo los médicos lo llevaron a Houston, donde se confirmó
el avance irreversible de un cáncer pulmonar. Al conversar con él por
teléfono desde Nueva York, noté su voz apagada, aunque hacía esfuerzos
por inyectar entusiasmo a sus recomendaciones para mis investigaciones
en la Biblioteca del Congreso. Fue la última vez que me comuniqué
directamente con Víctor Raúl.
Cuando Haya retornó a Lima en abril, se vio obligado a permanecer
bajo estricto cuidado médico en Villa Mercedes, a diez kilómetros al oeste
de Lima, propiedad de su prima hermana Mercedes de la Torre Collard
de Ganoza. El 12 de julio de 1979 firmó el original de la nueva Carta
Magna y dos días después recibió la condecoración de la Orden del Sol en
su máximo grado. Armando Villanueva, que estuvo a su lado hasta el final,

75
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

el 2 de agosto de 1979, anunció con voz apesadumbrada: «¡Víctor Raúl ha


muerto! ¡Viva Víctor Raúl Haya de la Torre!». Su sepelio multitudinario
fue el más imponente en la historia del Perú. El féretro fue conducido en
conmovedora procesión, desde Lima hasta Trujillo, deteniéndose de pueblo
en pueblo, a lo largo de los 561 km del trayecto. Los restos mortales de
Haya se sepultaron en su ciudad natal en una tumba cuyo epitafio dice:
«¡Aquí yace la Luz!».
Haya de la Torre vivió y murió en sobriedad económica. Consoló
la tristeza de sus discípulos con el convencimiento de que, como el Cid,
ganaría batallas después de muerto. Además de ofrecer una vida ejemplar,
sintetizó sus ideas en Teoría y táctica del aprismo (1931) El antiimperialismo
y el APRA (1936, reeditado varias veces) y otros trece volúmenes, trece
folletos y un centenar de artículos, la mayoría de los cuales fueron incluidos
en los siete tomos de sus Obras completas (1976-1977), con su magnífico
prólogo. Su pensamiento y acción signaron su intachable vida sin tregua. Se
cumplió así la temprana profecía de César Vallejo: el «Pichón de Cóndor»
voló muy alto y llegó muy lejos.

76
3. Antecedentes artísticos hispanoamericanos

Las bellas artes precolombinas


Las artes plásticas en el Perú precolombino no se desarrollaron tanto como
las artes manuales menores aplicadas ni como las artes vinculadas con la
industria textil. La escultura, por ejemplo, tuvo menos importancia que en
Mesoamérica precolombina. Las piezas de escultura precolombina peruanas
de piedra, como la de Tiahuanaco, han sido halladas principalmente en
la sierra porque la árida costa carece de suficiente material para esculpir.
Estas esculturas revelan escasa imaginación e insuficiente dominio artístico
y nos llevan a concluir que la escultura precolombina peruana no se
comparaba en calidad estética a su joyería, cerámica y tejidos (Bonavia,
1982). En cambio, la industria textil de los antiguos peruanos sobresalió
en capacidad creadora, mucho más que en otras partes del Nuevo Mundo,
y se concentró principalmente en la región de Paracas, a 245 kilómetros al
sur de Lima. Algunas de sus telas todavía no han sido superadas en la mayor
parte del mundo. La diversidad textil de los peruanos precolombinos
incluye telas simples, dobles y complejas; encajes y gasas, con decoraciones
superpuestas fijas hechas de algodón, lana de alpaca, llama, vicuña y fibras
de varias plantas. Los colores más usados fueron: rojo, amarillo, pardo
oscuro, azul, púrpura, verde, blanco y negro. Cada color básico aparece
en varios matices. Los motivos empleados en las decoraciones fueron

77
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

tomados principalmente de la naturaleza y representan tanto a la flora y


la fauna, así como actividades humanas y motivos geométricos. A veces
las representaciones realistas están muy estilizadas; otras veces muestran
juegos geométricos, líneas, círculos y pirámides escalonadas1. El arte de la
ornamentación de los tejidos se repite en las decoraciones arquitectónicas.
La industria textil incaica, heredera de miles de años de tradición
preincaica, estaba dedicada a Aksu Mama, diosa de los textiles, en cuyo
honor se ofrendaban preciosos tejidos. Continuó la tradición milenaria de
usar el hilo de los camélidos y otras fibras de la región para hacer ponchos,
alfombras y tapices de diferentes tamaños y diseños. Los productos de esa
industria también sirvieron para fortalecer el comercio y los lazos políticos
y sociales2. Otra actividad industrial fue la cerámica mochica, quizás la
más desarrollada del Nuevo Mundo, es sorprendentemente variada y
realista, enriquecida con representaciones antropomórficas provenientes
de una amplia gama de actividades: pesca, caza, combate, castigo, actos
sexuales y muestras de religiosidad. La expresión artística mochica es
meticulosamente informativa de los tipos humanos, sus rasgos faciales y
corporales, además de dar detalles arquitectónicos de templos, pirámides,
palacios y viviendas de su sociedad.

Las artes plásticas de la Colonia


En el período colonial hispánico la arquitectura continuó siendo el arte
por excelencia, pero se produjo un cambio significativo desde el siglo
XVI, cuando la pintura superó en calidad a la escultura. Durante los
tres siglos del coloniaje —XVI, XVII y XVIII—, los artistas blancos,
mestizos e indios pintaron cerca de un millón de cuadros, la mayoría de
ellos destinados a las setenta mil iglesias hispanoamericanas. La mayoría
de los templos lucían entre diez y cien cuadros, aunque muchas iglesias

1
Confróntese Chang-Rodríguez, 2008, cap. «Las grandes civilizaciones precolombinas».
2
Confróntese http://www.tiwanakuarcheo.net/13_handicrafts/textiles_tec.html consulta
del 19 de junio de 2017.

78
Eugenio Chang-Rodríguez

poseían alrededor de cien. En Quito y Cusco, por ejemplo, se llegaron a


producir lienzos en serie para satisfacer las necesidades artísticas. Después
de siglos de exportación y cese de esa dinámica actividad pictórica, en el
Cusco todavía se encuentra un gran número de pinturas coloniales en sus
edificios públicos y en mansiones particulares.
Al comienzo del período colonial, los artistas europeos, pertenecientes
a gremios vedados a los amerindios, cultivaron la pintura. La ilustración
de los códices, sin embargo, fue encomendada a artistas indígenas. Más
tarde aparecieron pintores mestizos y finalmente se permitió a los indios
ingresar al gremio artístico. Todos pincelaban obedeciendo normas
europeas permeadas del espíritu religioso después modificado por el gusto
hispanoamericano. Con el correr de los años, en Hispanoamérica colonial
sobresalieron cuatro importantes centros artísticos: México, Quito, Cusco
y Potosí. Los dos primeros denotan cierto intelectualismo pictórico,
mientras que los dos últimos muestran un poderoso sentido decorativo y
a la vez gran vuelo imaginativo.
Cuando en el siglo XVI los españoles arribaron a la capital del
Tahuantinsuyo encontraron una significativa actividad plástica que
pervivió en los siguientes siglos en la pintura y en la fabricación de queros,
ceramios y tejidos. En las primeras décadas de la evangelización, el arte
estuvo firmemente vinculado a la difusión del cristianismo. Esta inicial
utilización del arte por la Iglesia católica virreinal recibió un considerable
impulso con la implementación de los decretos del Concilio de Trento3,
que en el Perú fueron difundidos por disposición de Felipe II en 1565. En
el Cusco del siglo XVI, el arte pictórico fue considerablemente influido por
las pinturas y grabados flamencos, así como por la pintura española. En
1583 llegó a la ciudad imperial peruana el hermano jesuita Bernardo Bitti

3
El Concilio de Trento fue un cónclave ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en
períodos discontinuos durante veinticinco sesiones entre los años 1545 y 1563 con el
objetivo principal de frenar el protestantismo. Tuvo lugar en Trento, una ciudad del norte
de la Italia actual, que entonces era una ciudad imperial libre, regida por un príncipe-
obispo.

79
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

(1548-1610), quien a lo largo de más de un siglo representó la figura


humana con gracia y delicadeza propias de un espíritu contemplativo.
Sus cuadros se encuentran en varias iglesias y casas particulares de Cusco
y regiones vecinas como Juli. Le sucedió Diego de la Puente, otro pintor
jesuita de gran mérito cuyas obras adornaron iglesias de Lima, Trujillo,
Cusco y Juli.
Los tres siglos de influencia artística ibérica en el Virreinato del Perú
se manifestaron en la arquitectura, retablería, escultura, orfebrería y
pintura mestizas, especialmente durante la segunda mitad del siglo XVII
y todo el siglo XVIII. A estos logros plásticos mestizos se los agrupa en
la escuela cusqueña.

La escuela cusqueña de pintura


La escuela cusqueña de pintura produjo íconos religiosos de raíces
autóctonas basados en la religiosidad nativa. Las piezas más representativas
muestran aves, plantas, alimentos y decoración característica de la ideología
ancestral del Tahuantinsuyo. El culto a la Pachamama (Madre Tierra)
se reflejó en la representación de las imágenes de la Virgen María o de
personajes femeninos identificados con montañas o apus. A finales del siglo
XVI, la pintura colonial estuvo muy influenciada por la escuela flamenca
y el manierismo. En el siglo XVII, en cambio, predominan los pintores
autóctonos, lo que expresa la simbiosis cultural hispanoamericana. En su
período de auge sobresalieron los grandes artistas Diego Quispe Tito, Juan
de Santa Cruz Pumacallao, Juan Zapata Inca, Mateo de Sinchi Roca, Juan
Espinoza de los Monteros, Martín de Loayza y Marcos Rivera, entre otros.
La escuela cusqueña ha legado a la posteridad numerosos óleos
religiosos. Muchos de ellos revelan cierta originalidad en la perspectiva
y una versión indianizada de los modelos europeos, sobre todo de Jesús
crucificado. El Señor de los Temblores llegó a ser una de las imágenes más
reproducidas, especialmente después del terremoto en Lima en 1651.
También se pintó a la Virgen y al niño Jesús rodeado de ángeles gorditos.

80
Eugenio Chang-Rodríguez

En la parte inferior de los cuadros solían aparecer pintados los devotos


que habían pagado por la ejecución de la obra. Algunos óleos no religiosos
muestran príncipes y nobles incaicos; otros se concentran en animales y
aves (guacamayos de colores subidos y camélidos). Algunos lienzos grandes
ofrecen representaciones históricas como el sitio del Cusco durante la
guerra civil entre los conquistadores. Juan Espinosa de los Monteros, uno
de los más distinguidos pintores cusqueños activo entre 1638 y 1669,
adoptó el estilo barroco del español Francisco de Zurbarán.
Algunos ingenuos bien intencionados todavía repiten monótonamente
que, en el Perú, como en el resto de Hispanoamérica, desde el período
colonial hasta el siglo XXI el prejuicio racial es en realidad social y no
étnico. No es difícil probar la falsedad de la afirmación hecha por quienes
confunden tolerancia étnica con ausencia de prejuicios raciales para
sustentar una especie de leyenda blanca: la inexistencia de prejuicio racial
en el Perú y el resto de Latinoamérica. Esa interpretación es una especie
de mentira piadosa, fácil de refutar si no olvidamos que el prejuicio racial
durante la Colonia se manifestó hasta en el terreno de las bellas artes.
En Quito, por ejemplo, las cofradías de escultores no admitían a artistas
negros ni indios. Solo en el siglo XVIII el despotismo ilustrado de las
autoridades borbónicas permitió que las cofradías abrieran sus puertas a
todos los escultores de la región.

La pintura limeña
Muy influyente en la pintura de la capital peruana fue el maestro italiano
Angelino de Medoro. Aunque no salió de Lima, su gravitación se canalizó
a través de sus discípulos, entre los que destacó Luis de Riaño. Su arte
reúne todas las características del estilo barroco: figuras alargadas, escorzos
acentuados, colores fríos y tornasoles. Otro pintor y grabador italiano
influyente fue Mateo Pérez de Alesio o Alessio (llamado también Matteo
de Lecce; Roma, 1547-Lima, c. 1616). Perteneció al círculo de seguidores
de Miguel Ángel y su obra se sitúa en el tránsito del manierismo al barroco.

81
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

En 1585 se trasladó a España, donde pintó el fresco de San Cristóbal en


la catedral de Sevilla. En 1588 llegó a Lima, donde pintó varias series de
paisajes y cuadros de composición original. Sobresalió en Lima durante
veintiséis años. Fue el pintor más importante e influyente, pese a que
practicó su arte solo en esta ciudad.
Durante la segunda mitad del siglo XVIII la pintura limeña floreció,
especialmente en sus iglesias. De esa época proviene la serie de la Vida de
San Pedro Nolasco que Julián Jayo (1760-1811) pintó para el Claustro
del Convento de La Merced. La mayor parte de las obras de ese período
fueron de tema religioso, pero hacia fines de ese siglo surgió una nueva
tradición pictórica relacionada con el gran retrato de la corte virreinal.
De los maestros limeños del XVIII se conserva un importante lienzo del
pintor Cristóbal Lozano (¿?-1776), su «Éxtasis de San Camilo de Lelis»,
que resume el estilo del barroco tardío. Uno de los últimos artistas de
este período fue José del Pozo, que nació en Sevilla alrededor de 1757 y
falleció en Lima, cerca de 1830. Aunque destacó como retratista de los
últimos integrantes de la corte virreinal, su obra marcó la transición entre
el período colonial y el republicano.

Neoclasicismo, romanticismo y academismo


El neoclasicismo representó la influencia estilística más poderosa al
comenzar la revolución por la independencia latinoamericana. La actitud
revolucionaria fue romántica en su forma exterior, pero los modelos
impuestos y adoptados en las nuevas repúblicas fueron neoclásicos. Este
espíritu predominante en el mundo intelectual se extendió al terreno de
las artes.
El espíritu libertador de los padres de la emancipación y las
corrientes literarias adoptadas por los escritores revolucionarios tuvieron
su equivalente en las bellas artes. El romanticismo francés triunfante en
Europa a principios del siglo XIX también repercutió en Latinoamérica.
La escuela pictórica romántica vino al Nuevo Mundo con los pintores

82
Eugenio Chang-Rodríguez

europeos no académicos, encargados de anotar detalladamente gentes y


paisajes americanos para satisfacer la curiosidad de los interesados en las
expediciones científicas de Humboldt, Bonpland y Darwin. Sus imitadores
iberoamericanos representaron la flora, la fauna, el paisaje y las violentas
acciones políticas de una manera algo diferente a la de sus maestros
europeos. Sobresalieron en el período inicial republicano y durante el resto
del siglo XIX los pintores que idealizaron a los héroes de la Independencia y
pincelaron escenas de corte costumbrista de la vida de los gauchos, criollos,
mestizos costeños y vendedores en los mercados de la sierra y la costa, y
en los claustros y haciendas. Muchos cuadros de esta etapa son anónimos
o todavía no han podido ser identificados. Los pintores más destacados
fueron probablemente los que se dedicaron a la caricatura social, como lo
hizo el peruano Pancho Fierro (1807-1879), cuyas acuarelas revelan la vida
y costumbres de su época, particularmente en múltiples escenas limeñas.
La colección más conocida de sus pinturas perteneció a Ricardo Palma,
cuyos herederos la entregaron a la Municipalidad de la capital peruana y
hoy se exhibe el Museo de Arte de Lima.
Como a partir de 1875 los latinoamericanos se interesaron en el
estilo académico, muchos de los artistas jóvenes se dirigieron a París a
estudiar técnicas europeas. El resultado de esta búsqueda de una nueva
expresión artística lo encontramos en los cuadros que muestran una
técnica pulida, desconocida hasta entonces. Los óleos de la época muestran
retratos, escenas de batallas y escenas narrativas. La influencia francesa se
manifestó fuertemente en numerosos pintores de renombre, la mayoría
de los cuales siguieron el arte tradicional y conservador o cultivaron el
más riguroso academismo. Entre los primeros, destaca Ignacio Merino
(1817-1876), uno de los primeros artistas latinoamericanos que sobresalió
en los prestigiosos salones oficiales de París al iniciar una nueva manera de
entender la pintura. Nacido en Piura en 1817, en el seno de una familia
aristocrática trujillana, Merino viajó a muy temprana edad a París, donde
definió su vocación de pintor intelectual y cosmopolita, siguiendo el ideal
de las academias europeas. Al regresar al Perú en 1838, dirigió la escuela

83
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

pública de dibujo de Lima, desde donde fomentó esta nueva concepción


estética entre sus alumnos. Durante los doce años de su estadía en Lima,
influyó de forma decisiva en los pintores de su época y marcó un precedente
en el desarrollo de este arte en el Perú. Merino constituye un punto de
quiebre real frente a las antiguas tradiciones artísticas virreinales y por
ello es considerado el primer gran maestro de la pintura peruana. Con su
legado testamentario, el pintor piurano sentó las bases de lo que tiempo
después sería la Pinacoteca Municipal de Lima, que lleva su nombre.4
Después de Merino, dos peruanos mantuvieron la tradición pictórica
romántica francesa: Daniel Hernández (1856-1932), muy popular en
la sociedad de Nueva York, y Carlos Baca-Flor (1867-1941); ambos se
dedicaron a pincelar cuadros de ricos aristócratas. Igualmente sobresalieron
pintores que representaron el paisaje. El academismo se mantuvo hasta
las primeras décadas del siglo XX, aunque tuvo que competir con otros
movimientos y escuelas. En 1919, pese al avance de las otras corrientes,
Daniel Hernández fue nombrado primer director de la Escuela Nacional
de Bellas Artes de Lima.

Del impresionismo al modernismo en la pintura


La moda impresionista vino al Perú, como al resto de Latinoamérica,
directamente de Francia. Los discípulos de esta escuela imitaron
apasionadamente a sus maestros europeos. Transcurrió mucho tiempo
antes de que pintaran cuadros originales. La primera etapa impresionista
fue demasiado artificial, de poca imaginación y de caprichoso despliegue
de colores. El impresionismo más visual que imaginativo no prosperó en
el Perú ni en otros países de Hispanoamérica, probablemente en parte
porque se prefirió el derroche de colores más propio de esta corriente. A
partir de 1920, variedades del modernismo europeo se difundieron en
Latinoamérica. Uno de los más importantes cultivadores de esta corriente

4
Desde su inauguración oficial en mayo de 1925, esta institución constituye una de las
colecciones de pintura republicana más valiosas del Perú.

84
Eugenio Chang-Rodríguez

fue el uruguayo Pedro Figari (1861-1938), abogado, catedrático, diputado


y escritor, que comenzó a pintar a los 47 años de edad. Una serie de sus
cuadros está dedicada al paisaje de la pampa con sus gauchos, costumbres
y bailes; otra serie registra el interior doméstico del hogar uruguayo de
alrededor de 1840; y otra está dedicada a los uruguayos descendientes de
esclavos afro-brasileños cuyo mundo inmortalizó con técnica parecida a la
del franco-peruano Paul Gauguin. El impresionismo de Figari es a veces
superior al de sus maestros franceses y mucho más apreciado que el de
Teófilo Castillo (1857-1922), su contemporáneo peruano.

El arte como expresión de ideales sociales


En el período de entre guerras, los latinoamericanos se interesaron en el
arte con contenido social. Aunque la orientación política y la protesta social
suelen filtrarse en las artes hispanoamericanas desde el movimiento por la
independencia, es probablemente con la Revolución mexicana cuando la
connotación político-social llega casi a dominar las artes, especialmente
la pintura. La pintura con significado social, en particular la de tema
indigenista, también fue cultivada en el Perú. Su mejor exponente fue
José Sabogal (1888-1956), fundador de una escuela neocostumbrista
popular y director de la Escuela de Bellas Artes de Lima. Sus compañeros
de escuela fueron Julia Codesido (1883-1979), Camilo Blas (José Alfonso
Sánchez Urteaga, n. 1910-1985), Enrique Camino Brent (1909-1960) y
Jorge Vinatea Reynoso (1900-1931).

El internacionalismo de posguerra
Desde fines de la Segunda Guerra Mundial, el arte latinoamericano tiende
a internacionalizarse y subordinar a un segundo plano de importancia
artística el localismo, lo pintoresco, el nativismo y el indigenismo. Desde
entonces, se acepta la riqueza del mundo fenomenal, limitada solamente
por la unidad de la obra de arte en sí misma y por su organización
expresiva. La primera dirección que tomó el internacionalismo artístico

85
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

fue la del concretismo constructivista, arte no objetivo. La tradición


constructivista llegó a Latinoamérica de Europa algo tardíamente. Esta
corriente, sumamente teórica en sus orígenes, estaba muy vinculada con
la arquitectura y la tipografía, sometida a la exigente disciplina de la
metodología y los valores del purismo universal.
Otra forma del ansia artística de universalidad se manifiesta en el
informalismo, nombre latinoamericano del internacionalismo pictórico
interesado en la amplia libertad y abstracción intuitiva. En nuestras
tierras el entusiasmo por el informalismo ha sido superior al obtenido
por otras escuelas de pintura importadas por esa época. El informalismo
es básicamente un expresionismo que permite exteriorizar emociones
personales sin inhibiciones. Entre los más sobreslientes informalistas
latinoamericanos se encuentra el peruano Fernando de Szyszlo (1925-2017).
Fue extremadamente individualista, esotérico e impulsivo. Sus métodos
variados satisfacen ampliamente la inclinación latinoamericana a las
metáforas poéticas y el abigarramiento de formas artísticas. En el Perú,
el internacionalismo por medio del cubismo lo cultivó Carlos Quizpez
Asín (1900-1983), compañero de estudios de Salvador Dalí en la Real
Academia de Bellas Artes de San Fernando en la Madrid de los años
1920, introductor del muralismo renacentista en Lima y severo crítico
del indigenismo, como el cultivado por su compatriota Pedro Azabache
(1918-2012). Quizpez Asín fundó en 1962 la Escuela de Bellas Artes
Macedonio de la Torre en la ciudad de Trujillo y la dirigió por muchos
años. Se destacaron por cultivar un surrealismo modernista los peruanos
Ricardo Grau (1907-1970) y Sérvulo Gutiérrez (1914-1961).
Por su parte, el existencialismo pictórico de posguerra ha llevado a los
artistas a recalcar los aspectos groseros del hombre moderno y a ofrecer seres
deformados, desesperanzados y ridículos para así protestar lo absurdo de
la existencia humana. De la década de 1960 en adelante surge un nuevo
tipo de arte figurativo también crítico de la sociedad y deseoso de captar
sus partes más deformantes. Entre los cultivadores de esta tendencia se
destaca, en Colombia, Fernando Botero (n. 1932), quien ha desarrollado

86
Eugenio Chang-Rodríguez

un estilo especial pintando figuras de militares y políticos con caras y


cuerpos de una redondez satírica.

El abstraccionismo latinoamericano
El interés en lo abstracto y en otras corrientes modernas de las artes
plásticas y pictóricas no siempre ha encontrado fieles discípulos,
imitadores de las tendencias europeas y norteamericanas. Algunos pintores
latinoamericanos, sobre todo donde existe una fuerte tradición indigenista
y mucho interés en la protesta social, han usado las nuevas técnicas y
corrientes para continuar una forma muy estilizada del nacionalismo
continental. Han tratado de universalizar el americanismo artístico con
una nueva metodología y filosofía estética. Sus interpretaciones cubistas
y expresionistas de la realidad americana muestran hasta qué punto se
puede ser internacionalista sin abandonar las fuertes raíces nacionales.
Se han destacado en este moderno abstraccionismo de formas y técnicas
contemporáneas para expresar la identidad cultural latinoamericana:
Alejandro Obregón (1921-1992), de Colombia; Oswaldo Guayasamín
(1919-1999), del Ecuador; Rodolfo Abularach (n. 1933), de Guatemala;
y el ya mencionado peruano Fernando de Szyszlo, quien se inspira en la
cerámica precolombina y utiliza una técnica especial para captar la luz en
forma plástica, añadiendo a sus cuadros arena y mármol molido. Además,
ha aplicado la técnica del expresionismo abstracto a la representación
simbólica de la mitología incaica. En 1983, el embajador de Italia en Lima
anunció que el autorretrato de Fernando de Szyszlo iba a ser incorporado
en la colección de la Galería Uffizi de Florencia (Ades, 1989).

Otros destacados pintores y escultores


Además de los pintores ya mencionados, debemos considerar a quienes
la crítica internacional elogió por su originalidad en el empleo especial de
una o más técnicas modernas: los peruanos Teófilo Castillo Guas (1857-
1922) —pintor impresionista formado en Francia e Italia—, su hijo

87
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Carlos A. Castillo Gaubeka (1913-2000), Víctor Humareda (1921-1987),


José Milner Cajahuaringa (1922-2017), Tilsa Tsuchiya (1936–1984) y
Gerardo Chávez (n. 1936). Tilsa Tsuchiya (hija de una sino-peruana) y
Venancio Shinki (1932-2016), de ascendencia japonesa, sobresalieron
entre los pintores peruanos por emplear especiales combinaciones de
colores suaves y distorsionar el cuerpo humano, especialmente el femenino,
en una angustiosa búsqueda de las esencias. José Milner Cajahuaringa ha
mantenido la misma línea cromática con el repetido uso de tonos claros,
ligeros y luminosos, especialmente cuando pinta el cielo campestre.
Entre los pintores y escultores más destacados de las últimas décadas se
encuentra el peruano Víctor Delfín (n. 1927), que se vale de gran variedad
de materiales para crear composiciones, producto de la más alta artesanía
y la pura escultura. Hay, por supuesto, muchos más cultivadores de las
artes plásticas, como el pintor peruano Carlos Revilla (n. 1940), cuya obra
es profundamente clásica. En esta nada queda al azar en fondo y forma,
porque sus conceptos metafísicos surgen por doquier.

La música precolombina
Aunque la música en América precolombina estuvo vinculada con casi
todas las actividades humanas (religiosa y secular, militar y civil), las
fuentes de información acerca de ella son limitadas a causa de la ausencia
de material escrito. La música amerindia más antigua impresa la hizo
en 1578 el francés Jean de Léry en su Histoire d’un voyage fait en terre
du Brésil (Historia de un viaje al Brasil), al incluir cinco melodías de los
tupinambás que vivían cerca de la región donde hoy se encuentra Río
de Janeiro. También son importantes los frescos aztecas y mayas y la
cerámica precolombina sudamericana que muestran a los músicos y sus
instrumentos. Las crónicas coloniales tienen valor relativo si se tienen en
cuenta los esfuerzos iniciales de los conquistadores para obliterar la música
nativa. De la música precolombina peruana nos informan los huacos de
las culturas mochica y nasca de la costa que dan cuenta gráficamente sobre
sus músicos e instrumentos. En la cerámica mochica aparecen dioses,

88
Eugenio Chang-Rodríguez

hombres y esqueletos humanos tocando flautas de Pan, flautas parecidas


a la quena y trompetas. Las excavaciones en las huacas han desenterrado
sonajeros, campanas, tambores, tamborines, antaras, pitos y trompetas de
caña, arcilla, hueso, concha o madera.
Los arqueólogos, antropólogos y musicólogos han formulado hipótesis
después de examinar la poca evidencia disponible. Los conquistadores y
colonizadores europeos encontraron instrumentos musicales amerindios
principalmente de percusión y de viento. Ni ellos ni sus descendientes
descubrieron si los precolombinos usaron instrumentos de cuerda además
del arco musical, cuya cuerda era golpeada con dos flechas para producir
sonidos que resonaban en una gran calabaza. Hoy día se sabe que hubo
semejanza entre los instrumentos musicales usados por los amerindios
y los de la China antigua, algunos de los cuales se emplearon en otras
partes de Asia, así como en Oceanía y la América bañada por el Pacífico.
Hasta hace poco se había generalizado la tesis que sostiene que la música
precolombina se basaba en la escala pentatónica, pero recientemente
algunos estudiosos la disputan con argumentos tendientes a probar el
empleo de mayor número de tonos y semitonos.

La música en la época virreinal


En el siglo XVI, España era una de las naciones más desarrolladas de
Europa en el terreno musical. El instrumento peninsular predilecto era
la guitarra y no el laúd, como en el resto del Viejo Mundo. Las cuatro
cuerdas de la primera guitarra poco a poco fueron aumentando a cinco,
seis y hasta siete. Por esa época los músicos españoles tuvieron destacada
actuación en Italia, adonde llegaron a ocupar importantes posiciones. Los
primeros músicos europeos que vinieron al Nuevo Mundo estuvieron
incorporados a las expediciones militares españolas. Algunos de ellos fueron
españoles, como los que llegaron en la expedición de Pedro de Mendoza
a Buenos Aires (1536), llevando consigo trompetas, flautas, tambores y
timbales. Además de la guitarra, el instrumento musical más difundido
en Sudamérica, especialmente entre los indígenas, ha sido el arpa.

89
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Los jesuitas la introdujeron en el Paraguay y desde entonces es el


instrumento predilecto de ese país. Actualmente tiene allá tanta
importancia como la marimba en Guatemala.
Las necesidades de las misiones y los servicios católicos determinaron
el temprano establecimiento de escuelas de música. En 1524, a los tres
años de la ocupación de Tenochtitlán, fray Pedro de Gante fundó una
escuela musical en Texcoco para enseñar a los indígenas a copiar y cantar
música polifónica religiosa, además de manufacturar y tocar instrumentos
y componer villancicos y cantos para las misas.
Todas las manifestaciones artísticas importadas experimentaron en el
Nuevo Mundo fuertes modificaciones y la versión criolla de la canción
popular peninsular cambió de nombre. Durante el siglo XVII la música
criolla ya tenía sus características definidas y era tan apreciada que, a
contrapelo, llegó a influir en la Península. La música barroca y renacentista
religiosa se cultivaba en las iglesias, conventos, monasterios y misiones;
pero también la música popular —como la seguidilla, el fandango, la
jota y las sevillanas— se extendía por todas partes con modificaciones
(Carpentier, 1988).
En el Nuevo Mundo rara vez se usaron las castañuelas, aunque en
algunos bailes folclóricos, como en el pericón de la Argentina y la zamacueca
del Perú, los bailarines levantan la mano que sostiene un pañuelo, como
si fuera un gesto pantomímico del empleo de las castañuelas.
Centros musicales importantes durante la época colonial fueron
México, Lima y Caracas. Les seguían, Cusco, Chuquisaca, Bogotá, Quito,
La Habana y Buenos Aires. A este último lugar a veces llegaban orquestas
de indígenas de las misiones a ofrecer conciertos públicos. En los siglos
XVI y XVII, y hasta durante el siglo XVIII, se representaron comedias
españolas, a menudo acompañadas de música escrita en América, como
sucedió con la compuesta en Lima para las obras de Calderón. Las famosas
zarzuelas contribuyeron desde el siglo XVIII a difundir ampliamente la
música secular española, base inicial del tango argentino que después
recibió la influencia de la versión cubana de la contradanza.

90
Eugenio Chang-Rodríguez

Tomás de Torrejón y Velasco (1644-1728), un compositor, músico y


organista español afincado en el Perú, uno de los más grandes maestros
del barroco americano, puso en escena en Lima (1701) La púrpura de
la rosa, basada en una obra de Calderón. Fue la primera representación
operática en el Nuevo Mundo. En cambio, en México se presentó la ópera
por primera vez en 1730, cinco años antes que en Charleston, Carolina
del Sur. En el siglo XVIII, las comedias y los sainetes del peruano Pedro
de Peralta se representaron en la capital virreinal acompañados de música.

La música de los herederos del incanato


La introducción de los instrumentos musicales de cuerda, la modulación,
los medios tonos y la armonía europeos revolucionaron la música de
los países andinos. Tuvieron especial valor el arpa, que con su escala
diatónica es capaz de llegar a las cinco octavas, y la mandolina que,
reducida en tamaño, se convirtió en el charango de los quechuas y aimaras
contemporáneos. La guitarra y el violín llegaron algo más tarde y su
difusión se hizo más pronunciada entre los mestizos.
Como se sabe, los esfuerzos españoles para extirpar la música
precolombina lamentablemente tuvieron éxito; así, las manifestaciones
más puras de la música precolombina no sobrevivieron el impacto de la
Conquista. Lo que en la actualidad se conoce con el nombre de música
indígena, es una mezcla de melodías y ritmos nativos con fuerte influencia
española. Por su parte, la llamada música criolla de la región es mestiza, y en
ella predominan los elementos hispanos sobre los indígenas. Curiosamente
el huaino, el yaraví y el sanjuanito son caracterizados como «indios»,
mientras que la marinera y el vals criollo se juzgan mestizos. Aunque en
todo el Perú se oye la música del huaino, tocada y bailada principalmente
en el centro y el sur del país, su origen es desconocido. Solo se sabe que
en el siglo XVII ya era popular entre los indígenas aimaras de la región
del lago Titicaca. La mayoría de los estudiosos cree que es una adaptación
colonial del antiguo baile quechua kashwa mencionado por los cronistas
de la Conquista. El grado de influencia española varía de región en región.

91
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

En muchas partes, el huaino es cantado con letra en quechua; sin embargo,


las versiones favoritas de los mestizos son más hispanizadas y tienen letra
en castellano. El tiempo de la mayoría de los huainos es 2/4. El huaino
más antiguo conservado en el valle de Jauja lo bailan hombres y mujeres
tomados de la mano, formando un círculo. La versión cusqueña la bailan
parejas que al final forman un corro o círculo alrededor de los músicos.
Durante el baile, los mestizos levantan y agitan el pañuelo en lo alto; los
indígenas agitan una borla de lana.
El yaraví es una canción amorosa melancólica, cuyo nombre
probablemente se deriva de la palabra quechua harawek (melodía triste).
Parece que llegó a adquirir su forma actual alrededor del siglo XVIII,
durante la revolución de Túpac Amaru II. Por coincidencia histórica, el
poeta Mariano Melgar (1791-1815), fusilado por los realistas españoles,
fue el autor de la letra de buen número de los yaravíes más populares. La
mayoría de ellos, sin embargo, son anónimos. La ciudad peruana donde
más se los aprecia es Arequipa, la tierra natal del patriota Melgar.
La música de la marinera es alegre y su letra picaresca y de doble sentido.
Es esencialmente una creación mestiza de la costa. Apareció en el siglo
XX y hasta la Segunda Guerra Mundial era principalmente una canción
norteña. Hoy, con los nuevos medios de comunicación y transporte, se ha
popularizado en todo el país y en el extranjero. En cambio, el vals criollo es
probablemente la composición musical más popular del Perú del siglo XXI.
Son pocos los compositores e intérpretes de música peruana destacados
fuera de su patria. En el siglo XIX sobresalieron José Bernardo Alcedo
(1788-1878) y Carlos Enrique Pasta (1855-1898). El primero compuso
el himno nacional peruano, varios villancicos y siete misas y escribió
una Filosofía elemental de la música (1869). El segundo se destacó por su
ópera Atahualpa (1877). En el siglo XX fueron importantes José María
Valle-Riestra (1859-1925), autor de Ollantay (1901), la primera ópera
compuesta por un peruano. Continuó su nacionalismo musical, Teodoro
Valcárcel (1902-1942), autor del ballet-ópera Suray-Surita y numerosas
canciones indigenistas. Otros compositores nacionalistas han sido Carlos
Valderrama (1888-1950) y Ernesto López Mindreau (1892-1972).

92
Eugenio Chang-Rodríguez

Valderrama consiguió fama internacional con su ópera Inti Raymi (Fiesta


del Sol) y por sus composiciones indohispánicas: La pampa y la puna y Las
vírgenes del Sol. López Mindreau, animador del arte musical en Trujillo,
dejó entre otras obras la ópera Cajamarca. Posteriormente brillaron, entre
otros: Daniel Alomía Robles (1871-1942), quien alrededor de 1916 arregló
una antigua melodía para componer la zarzuela El cóndor pasa, declarada
en Lima en 1993 «patrimonio cultural de la nación»; Chabuca Granda
(1920-1983), compositora de «La flor de la canela», «José Antonio» y
otros muy difundidos valses populares. Dos grandes peruanos destacados
más recientemente en música son el compositor Celso Garrido Lecca (n.
1926) y el tenor Juan Diego Flórez (n. 1973).
Celso Garrido Lecca nació en Piura en 1926 y estudió composición en
el Conservatorio Nacional de Música del Perú. Tras completar sus estudios
en Santiago de Chile ingresó al Instituto del Teatro de la Universidad de
Chile como compositor y asesor musical. Durante sus diez años en Chile,
ingresó al Departamento de Composición de la Facultad de Ciencias y
Artes Musicales de la Universidad de Chile, y ocupó posteriormente el
cargo de jefe de dicha sección. En 1964 recibió una beca para estudiar
con Aaron Copland en Tanglewood, Estados Unidos. Regresó al Perú en
1973, asumió la cátedra de composición del Conservatorio Nacional de
Música y posteriormente lo dirigió hasta 1979.
Juan Diego Flórez Salom, nacido el 13 de enero de 1973, en Lima,
es hijo del cantante y guitarrista de música criolla peruana Rubén Flórez
—acompañante de la célebre cantautora Chabuca Granda— y de María
Teresa Salom. Comenzó como cantante de música popular, interpretando
desde huainos hasta canciones de Elvis Presley. En 1990 ingresó al
Conservatorio Nacional de Música (Lima) y después fue miembro del
Coro Nacional del Perú. Entre 1993 y 1996 estudió en el Instituto Curtis
de Filadelfia, Estados Unidos, donde comenzó a cantar en producciones de
ópera estudiantiles. En 1994, el tenor peruano Ernesto Palacio lo invitó a
Italia, a participar en una grabación de la ópera bufa de Vicente Martín y
Soler, Il tutore burlato (Venecia, 1774), y seguidamente se hizo maestro y
mentor de Flórez. Su debut profesional ocurrió en el Rossini Festival de

93
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Pesaro en 1996, cuando reemplazó por enfermedad al tenor principal. Su


presentación causó sensación; y también otras veces cuando, en similares
circunstancias, reemplazó a otros tenores. Estas experiencias facilitaron
su debut en el Teatro de La Scala de Milán, en el Royal Opera House, en
el Covent Garden (ambos en 1997), en la Ópera Estatal de Viena (2000)
y en la Ópera del Metropolitan (2002), como el Conde de Almaviva en
El Barbero de Sevilla. Por todos estos éxitos ha recibido varios galardones
internacionales. El 8 de abril de 2008, el tenor español Plácido Domingo
dijo que Juan Diego Flórez es el más grande tenor ligero de todos los
tiempos, el máximo de su categoría.
Por su parte, Andrés Sas (1900-1967) y Rudolf Holzmann (1910-
1992), importantes compositores y musicólogos europeos residentes
en el Perú, instruyeron rigurosamente a una generación de músicos
peruanos y así enriquecieron el panorama musical del país, como lo
han hecho también sus compatriotas entrenados en Estados Unidos y
Europa en técnicas musicales avanzadas y experimentales. Entre estos se
han distinguido: Enrique Iturriaga (n. 1918), Enrique Pinilla (n. 1927),
César Bolaños (n. 1931) y Edgar Valcárcel (n. 1932). A partir de la última
guerra mundial Leopoldo la Rosa (n. 1931), Francisco Pulgar Vidal
(n. 1929) y Armando Sánchez Málaga (n. 1929), se encuentran entre los
más destacados compositores.
En las últimas décadas se ha difundido en Latinoamérica la música
revolucionaria que expresa la convulsa realidad social. Basándose en la
premisa de que no hay arte sin ideología, en ella el interés en la lucha popular
predomina sobre lo estético. La música revolucionaria latinoamericana ha
producido cantatas en favor de la paz, poemas sinfónicos al trabajador en
la fábrica, himnos y marchas revolucionarios, canciones de lucha para los
obreros en huelga, composiciones para celebrar la memoria de guerrilleros
como el Che Guevara y Camilo Torres, y, sobre todo, canciones-protesta.
Apristas, comunistas, tupamaros, montoneros, sandinistas y otros
revolucionarios tienen sus compositores y cantantes. Como para ellos la
música debe utilizar sus conquistas para corregir la alienación del hombre,
convierten su guitarra, mandolina o cualquier instrumento musical

94
Eugenio Chang-Rodríguez

popular en su arma de batalla. En el Perú se popularizaron piezas como «La


Marsellesa Aprista», «Marcha de los Búfalos», «Marcha Aprista», «Marcha a
los Caídos»; en Chile, las canciones en defensa de los oprimidos de Violeta
Parra y Víctor Jara; en la Argentina, las interpretaciones de Atahualpa
Yupanqui —nombre adoptado por el mestizo argentino Héctor Roberto
Chavero (1908-1992)— y Mercedes Sosa (1935-2009); y en Brasil, la
música rebelde de Geraldo Vandré (n. 1937) y de Chico Buarque de
Holanda (n. 1944) —poeta, músico, compositor, dramaturgo y novelista
brasileño de padre holandés—. Finalmente, debemos reconocer las
contribuciones de la Nueva Trova Cubana y de Soledad Bravo (venezolana
afincada en España) a la Nueva Canción latinoamericana.

Reinterpretación de la cultura peruana


La historia ha mostrado cómo una nueva cultura reemplaza paulatinamente
la cultura de los conquistadores. Cuando en el Perú, se aflojaron los
eslabones de la dependencia de España, se lograron expresiones más
originales, fundadoras de la cultura nacional. Sus manifestaciones
indigenistas, africanas y occidentales se evidenciaron en la literatura,
las artes plásticas y la música. La historia muestra cómo en los países
tradicionalmente más dependientes se desarrolla con el tiempo un
panorama multicultural. Por eso la cultura peruana es un arcoíris formado
por los colores de las etnias coexistentes en esta nación indoafrohispana
(indígena, hispana, afroperuana y mestiza). Su relativa unidad en la
multiplicidad ha creado la interdependencia y ha puesto en evidencia que
en una sociedad multicultural existen aisladamente los diversos elementos
que la conforman. La dinámica histórica y social los vincula y obliga a
influirse mutuamente hasta confluir y comenzar a integrarse en distintos
grados, conforme lo permiten las barreras económicas y políticas. En
el Perú el orden estructural no ha emergido de modo sistemático y está
condicionado por los desafíos históricos y ambientales. Es evidente que
en algunos rincones aislados del país las condiciones semifeudales han
mantenido por mucho tiempo la yuxtaposición étnica. Pero aun en esos

95
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

lugares, con el correr del tiempo, las tendencias ancestrales y las condiciones
especiales favorecen la mutua modificación cultural y dan lugar a cierta
homogeneidad en la heterogeneidad de los núcleos competidores y
convergentes (Ades, Fraser & Geis, 2005).
No obstante, a pesar del fuerte imperialismo cultural occidental y de
los esfuerzos conscientes e inconscientes de intentar modificar antiguos
modos de vida, no se ha logrado desintegrar a las culturas amerindias.
Como resultado de este fenómeno, en áreas rurales han surgido desafíos
muy distintos de los procesos de integración en los centros urbanos. En
estos últimos se ha arraigado mejor el sincretismo. En muchas zonas estas
actitudes de resistencia surgen como rebelión contra la dependencia y
responden a una actitud defensiva.
Para reflexionar sobre la integración peruana es importante tener
en cuenta la concepción de identidad nacional implícita en ese plan.
Después de todo, la cultura determina la cosmovisión y el sistema de
símbolos, valores y actitudes. El cambio vertiginoso de las condiciones de
la vida humana, el rápido desarrollo de la informática, el progreso en el
transporte, la explosión demográfica y la mayor participación de la mujer
en la vida nacional, marcan la concepción identitaria en este siglo de nueva
globalización. Deslindar esta identidad implica hallar su personalidad
individual, desmitificar el carácter nacional y despejar generalizaciones no
fundamentadas. En la presente encrucijada histórica, cuando este proceso
de integración cultural se acelera por doquier, surge un nuevo desafío. La
dependencia económica y política está obligando al peruano a enfrentarse
con la cultura euroangloamericana difundida insistentemente mediante
nuevas tecnologías de comunicación masiva facilitadas por la globalización.
El pueblo peruano ha atravesado experiencias históricas únicas que
han afectado sus rasgos culturales acumulados. Frente al desafío histórico
y ecológico, el peruano culto responde intentando crear una cultura que
ya no es ni occidental ni indígena ni africana, sino una mezcla original de
ellas en diversos estados de sincretismo según las regiones y conforme a los
estadios de desarrollo. Resultante de este fenómeno ha sido la emergencia

96
Eugenio Chang-Rodríguez

de desafíos culturales con su secuela de competencia en algunas áreas


rurales, pero de integración en los centros urbanos. En estos últimos se
han arraigado mejor el sincretismo y el deseo de revitalizar la propia etnia.
En tal contexto, estas actitudes emergen en el Perú y otros lugares de
América Latina como rebelión contra la dependencia; como en otras áreas
del tercer mundo revolucionario, es una actitud defensiva del patrimonio
ecológico y cultural. Sin embargo, en la fragmentada Latinoamérica
contemporánea, el nacionalismo estrecho, de patria chica, a veces se
contrapone al nacionalismo continental y dificulta el establecimiento de los
Estados Unidos de Latinoamérica soñados por Bolívar, San Martín, Martí,
Haya de la Torre y otros pensadores ilustres. Los intentos de integración
centroamericana, gran colombiana y peruano-boliviana, los esfuerzos
por establecer mercados comunes en el Caribe, Centro y Suramérica, así
como la fundación de la Corte Interamericana de Derechos Humanos y
el Parlamento Latinoamericano son manifestaciones del deseo latente de
unificación continental.

Los nuevos amerindios


La actual cultura indígena de la mayor parte del Perú, especialmente de la
región andina, es una amalgama de elementos precolombinos modificados
por lo hispánico durante los cinco siglos de contacto. Así como en general
la cultura peruana es mestiza con tronco ibérico, la que actualmente se
conoce en otros países como cultura indígena es también, hasta cierto
punto, mestiza, con tronco precolombino.
En el caso peruano, el desafío del choque cultural no contrapone lo
occidental a lo indígena o a lo africano sino a sus productos mutuamente
modificados en contacto secular. Actualmente en el país se está llevando
a cabo un proceso de mestizaje acelerado, mediante el cual ciertas
capas de la población aborigen campesina trocan elementos indígenas
tradicionales por elementos del mestizaje urbano, a partir de lo cual se
elabora una subcultura de transición diferente de las dos culturas en

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Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

contacto. El nuevo estadio cultural les permite cambiar significativamente


de ocupación, vestimenta, lenguaje y educación. Por tanto, mientras que,
en su antigua condición, su ocupación básica era la agrícola, ahora el
nuevo amestizado cultural asume una variedad de ocupaciones laborales,
artesanales, comerciales y electromagnéticas que no practicaba antes. Su
vestimenta también cambia: abandona prendas consideradas típicamente
nativas—algunas en realidad españolas de los siglos XVI y XVII— para
adoptar, a su manera, la ropa occidental. Su lenguaje se modifica: emplea
en la calle un castellano influido por la lengua vernácula, mientras que en
casa o durante sus intensos estados emocionales recurre a la lengua nativa.
Su escolaridad —especialmente la de sus hijos— aumenta: deja de ser
analfabeta para adquirir algunos años de educación básica.
En la actualidad, el CIA World Fact Book5 revela los siguientes datos
acerca de la población del Perú: amerindios: 45%; mestizos: 37%; blancos:
5%; otras razas (africana y asiática): 3%. En realidad, estas cifras dependen
de quiénes admiten su etnia y, sobre todo, de quiénes los censan. De
todas maneras, cualesquiera que sean las formas de conteo empleadas, los
cálculos reconocen que los indígenas y mestizos constituyen la mayoría
de la población peruana, alrededor del 82% de la actual población de
28 millones de peruanos, concentrados en porcentajes significativos
principalmente en los Andes y barrios marginales de Lima, que ya tienen
alrededor de nueve millones de habitantes. Sin embargo, se admite también
que la población peruana indígena está disminuyendo proporcionalmente
aun en la región andina conocida como sierra, donde antes constituían
abrumadora mayoría, pero hoy, con el incremento de la mestización, el
porcentaje de los amerindios netos disminuye con los años. El fenómeno
de la aculturación o transculturación, tanto como el de la mezcla de razas,
está muy relacionado con este decrecimiento.

5
https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/

98
4. Clío, la musa de la historia en el Perú

Génesis
Desde la niñez, además de cultivar las bellas artes, Víctor Raúl Haya
de la Torre también mostró su interés en Clío, la musa de la historia,
cuando recorrió las ruinas de Chan Chan, la ciudad de barro más grande
de las Américas (originalmente de 20 km2), capital de la cultura Chimú
(1200-1480 d.C.), situada a cinco kilómetros de la actual Trujillo, su
ciudad natal. Tanto la visión impresionante de las ruinas precolombinas,
como los adornos de plata, utensilios de bronce, primorosas piezas de
cerámica, raras conchas rosadas y finos tejidos de brillantes colores —
extraídos de sepulturas por huaqueros y arqueólogos— suscitaron en el
inquieto joven trujillano su primer gran deslumbramiento estudiantil:
Chan Chan no estaba ubicada cronológicamente dentro del esquema de
los cursos de historia del Seminario de San Carlos y San Marcelo. Esos
objetos se encontraban lejos de la cronología historiográfica europea.
El mozo trujillano no podía comprender por qué la historia del Nuevo
Mundo tiene por referencia básica el año de 1492 y no otra fecha.
Los testimonios precolombinos le sugirieron al joven Víctor Raúl otra
dimensión de tiempo, diferente de la delineada en los textos de estudio.
Después de todo, el «descubrimiento» de Colón fue un evento europeo en
el siglo XV en el continente precolombino de los taínos, mayas, aztecas,

99
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

chibchas, incas y otras antiguas civilizaciones americanas. La llegada de


los españoles desquició la trayectoria evolutiva de las culturas aborígenes,
pero no alteró su pasado. Y así como no se ha podido responder quién
descubrió a quién, muchas preguntas quedan en el horizonte histórico del
llamado Nuevo Continente, una de ellas referente a la cronología europea
impuesta a América.
La historia explica cómo la disrupción artística y socioeconómica
obligó a buen número de los aborígenes a amoldarse al nuevo orden
impuesto por la espada de los conquistadores de ultramar, a conformarse
con la filosofía de la historia y la historiografía europeas reinantes. Empero,
el testimonio precolombino le sugirió al joven Víctor Raúl otra dimensión
de tiempo que no era nueva desde su ángulo de mira y le hizo esbozar
ideas que permanecieron latentes en su subconsciente: «La interrogante
quedó en pie: ¿dónde ubicar las civilizaciones americanas dentro de una
cronológica clasificación europea que no entrara en conflicto con la
realidad vivida en el proceso de su propia Historia?» (Haya, 1948, pp. ix-x).
Desde 1918, cuando trabajaba de amanuense mientras estudiaba en
la Universidad de San Marcos, Haya estudió el desarrollo y las formas en
las cuales los seres humanos crean la historia y especuló con la existencia
de un fin u objetivo filosófico de la historia y se preguntó si hay un
diseño, propósito, principio rector o finalidad en el proceso de creación
de la historia. Ello lo condujo a leer sobre las teorías económicas de Marx
y el relativismo de Einstein. El 11 de mayo de 1923, en el periódico
El Tiempo (Lima), cuestionó la creencia en las verdades intocables y
los principios eternos «en esta hora de profunda revolución científica
y de incontenible corriente relativista, precursora de nuevas y distintas
afirmaciones fundamentales en todo orden» (Haya, 1948, p. xvi). Los
trascendentes cambios de esos años y los siguientes generados por la teoría
de la relatividad de Einstein contribuyeron a la formación ideológica del
joven Haya y a su interés en la filosofía de la historia.
Durante la primera etapa de su primer destierro a Europa (1924-
1927), Víctor Raúl leyó con ahínco obras filosóficas alemanas,

100
Eugenio Chang-Rodríguez

especialmente la Enciclopedia de las ciencias filosóficas (1817), de Georg


Hegel (1770-1831)1. Constató cómo la interpretación hegeliana, ubicada
en el espacio europeo, no consideraba el mundo americano y concluía
que «el universo nace, crece y muere». De Hegel, padre de la dialéctica
occidental moderna, tomó las ideas más aprovechables: 1) «la filosofía de
la historia es la consideración pensante de la Historia», 2) «La historia
propiamente dicha de un pueblo comienza cuando este pueblo se eleva a
la conciencia», y 3) «la individualidad histórica de cada pueblo, su espíritu,
se separa en el Espacio y en el Tiempo, en los que actúa la conexión entre
lo espiritual y lo natural».
Basado en esas ideas innovadoras, el inquisitivo trujillano formuló sus
propias reflexiones sobre la relación de la conciencia histórica de un pueblo
como conciencia de su Espacio y de su Tiempo. La nueva formulación de
estos conceptos aportados por el relativismo científico a la filosofía ayudó
a Víctor Raúl a esbozar el primer intento de su tesis del Espacio-Tiempo
histórico, inseparable del movimiento evolutivo de cada pueblo dentro de
su campo gravitacional o escenario de su historia (Haya, 1948, pp. xii-xiii).
Haya de la Torre aprovechó la segunda etapa de su destierro en Europa
(1928-1931) para ordenar sus ideas sobre la filosofía de la historia. Durante
meses consecutivos se dedicó a estudiar el desarrollo de la filosofía europea.
En Berlín sostuvo constantes conversaciones con el profesor Alfons
Goldschmidt, a quien había conocido en Buenos Aires en 1922 y ahora
era su compañero de trabajo en el Wirtschaft-Institut-Lateinamerika. Por
intermedio de Goldschmidt conoció a Einstein en 1929. Desde entonces,
intensificó el estudio de la teoría de la relatividad y siguió las actividades
del sabio judío-alemán. A fines de ese año, el exiliado peruano se preguntó:
«¿Ha de traer el relativismo nuevas formas de pensamiento humano?».

1
En sus últimas lecciones de alrededor de 1830, G. Hegel postula que el pensamiento
está subordinado al ser, a lo dado, haciendo de este su base y su guía; y que a la filosofía
se le atribuyen pensamientos propios y se construye a priori una historia. Varias de las
obras de Hegel sobre la filosofía de la historia, religión, estética y la historia de la filosofía
fueron recopiladas de los apuntes de sus estudiantes y publicadas póstumamente.

101
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Se hizo además otras preguntas que probablemente el mismo Einstein no


podría haber respondido: «fuera de la pauta euclidiana y tridimensional,
¿hallará el hombre nuevas expresiones y nuevas concepciones? ¿Nos acerca
el sistema de Einstein a una síntesis egregia de la oposición de la tesis y
la antítesis?».
El joven Víctor Raúl aún no se atrevía a contestar. Sabía cómo el
mundo había vivido varios siglos de filosofía tridimensional y cuán
rígidas habían sido la noción de la geometría euclidiana, las concepciones
filosóficas y hasta la tradición dogmática religiosa; y por eso notó que la
cuarta dimensión no ha sido tenida en cuenta y que el espacio y el tiempo
nada significan en una concepción espacial infinita y eterna. Todos estos
principios evolucionan con la teoría de la relatividad de Einstein, que
plantea nuevas bases para una concepción física del universo. Así fue como
el estudioso mozo trujillano se percató de que el científico de Múnich
había negado y superado a Newton:
El relativismo, todavía en su etapa primera, esclarece ya otros rumbos
a los que la filosofía no podrá ser extraña. Cuando el relativismo defina
y complete sus principios y la concepción de Euclides no sea sino
un punto de partida para una sucesión de negaciones como las de
Heráclito o Platón, el pensamiento humano ¿no se expandirá también
como el universo de Einstein y la visión del mundo no suscitará un
grado de conciencia y un modo social de vivir que ahora, solo intuimos
o solo sospechamos2? (Chang-Rodríguez, 1987, pp. 1-13).

Víctor Raúl dedica los meses siguientes a una acuciosa investigación.


Lee las obras de Alfons Goldschmidt sobre América: Argentinien (1923),
Mexiko Auf den Spuren der Azteken (1925) y Die Dritte Eroberung Amerikas
(1929) (Haya, 1935b, p. 37). Visita a menudo a Karl Kautzky (1854-
1938), quien había conservado los papeles de Marx, asiste a cursos de

2
Las últimas oraciones del penúltimo párrafo del artículo «¿Todo relativo?», escrito en
Berlín en diciembre de 1929, se encuentran en Haya (1936, pp. 223-227).

102
Eugenio Chang-Rodríguez

historia y filosofía en la Universidad de Berlín3, concurre a diversas charlas


sobre el tema y escucha atentamente a un biógrafo de Lenin. En julio de
1930, una de las conferencias de Einstein lo motiva a escribir un artículo
sobre cómo su deslumbrante nueva interpretación del Espacio añade
la cuarta continuidad dimensional llamada Espacio-Tiempo. Este es el
concepto que Haya de la Torre necesitaba para formular su propia teoría.
Felipe Cossío del Pomar cuenta cómo su amigo Víctor Raúl concibió por
primera vez la tesis del Espacio-Tiempo histórico y a los pocos días se la
dio a conocer a su colega del Wirtschaft-Institut-Latein Amerika:
Goldschmidt cree que Marx puede ser rectificado en una de sus
conclusiones económicas y él mismo mantiene siempre un punto
de discrepancia con el marxismo ortodoxo y clásico en un aspecto
particular que ofrece desarrollar en una obra que está preparando.
Cuando Haya le expone por primera vez su punto de vista, lo discute
mucho. «Debe ahondarla más porque es interesante», concluye al fin el
Herr Professor. Y Haya de la Torre le promete estudiarla y repensarla
más a fondo sin apresurarse. «La idea está conmigo y me la llevo
como un leit-motiv» escribirá a su amigo desde Nueva York, cuando
va rumbo al Perú como candidato a la Presidencia de la República
(Cossío 1969, p. 2).

Nuevos retoques filosóficos a su concepción


de la historia
Desde que el candidato presidencial Haya de la Torre desembarcó en
Talara el 12 de julio de 1931 hasta que cayó preso en Lima el 5 de mayo
del año siguiente, las múltiples ocupaciones no le permitieron dar forma

3
Karl Kautsky, teórico marxista alemán, fundó en Stuttgart la revista Die Neue Zeit,
órgano oficial del partido socialdemócrata alemán. Su posterior pacifismo lo llevó a
rechazar la violencia para alcanzar el poder, tendencia denunciada por Lenin. En 1917,
Kautsky coadyuvó a la fundación del partido socialdemócrata independiente y se opuso
a la Revolución soviética.

103
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

final a su tesis del Espacio-Tiempo histórico. Sin embargo, el siguiente


22 de mayo, durante su declaración instructiva en el Panóptico, Víctor
Raúl reiteró sus puntos de vista personales al contestar la pregunta del juez
ad hoc sobre la lucha de clases. No vaciló en responder: «El capitalismo
es, evidentemente, una etapa necesaria del progreso humano. Todos los
pueblos en el camino de la civilización tienen que pasar esa etapa, pero
no en todos los pueblos es simultánea esa evolución». Y después de aclarar
cómo varía el desarrollo del capitalismo en los diversos países del orbe,
afirmó que la lucha entre el capitalismo y el proletariado no tiene un
sentido mundial sino relativo, porque: «Cobra diversos aspectos, plantea
diversos problemas, impone distintas soluciones»4.
En esos quince meses de prisión, Haya continuó leyendo libros
en alemán e inglés y siguió reflexionando sobre la forma final de su
propia teoría de la filosofía de la historia. Después, en la corta primavera
democrática subsecuente, así como en los siguientes años de persecución
(La Gran Clandestinidad), prosiguió hilvanándola hasta lograr completar
el fundamento filosófico de su tesis. Al fin, en 1935 la revista Claridad
de Buenos Aires publicó la tesis en un artículo de divulgación, en el cual
aclaró conceptos, repitió definiciones y citó el Anti-Dühring (1878), de
Engels, donde postula que la dialéctica es la ciencia de las leyes generales
del movimiento, de la evolución de la sociedad humana y del pensamiento.
Luego, Víctor Raúl fundamenta sus normas de metodización filosófica
en el enunciado dialéctico de la negación de la negación. Reconoce así el
principio universal del eterno movimiento como un proceso constante
de contradicciones, negaciones y continuidad, pero reconoce también
en el marxismo una escuela filosófica sujeta a la misma ley descubierta y

4
Consta en la foja 72 de la «Instructiva» que el juez le preguntó: «¿No cree Ud. que
nuestro problema sea el problema que mundialmente se ha presentado de lucha entre
el capitalismo y el proletariado?» Ver el acta del 22 de mayo de 1932 en Partido Aprista
Peruano, 1933, pp. 39-40.

104
Eugenio Chang-Rodríguez

perfeccionada por el mismo marxismo5. Trajo a colación que Engels había


dicho en su Anti-Dühring que negar en dialéctica no consistía en anular
o suprimir. Para el pensador peruano, el método dialéctico de negaciones
es positivo porque afirma, cambia y hace que el pensamiento progrese.
Partiendo de la concepción cuatridimensional del espacio-tiempo de
Einstein, enunció su propia concepción del Espacio-Tiempo histórico
que interpreta el devenir histórico:
Diríase que hay también un «Espacio-Tiempo histórico», integrado
por el escenario geográfico (campo objetivo) y por el «tiempo
subjetivo» (Ich-Zeit), que el hombre concibe con relación a ese espacio;
y ambos a su vez con un ritmo dado de tiempo objetivo o económico
que socialmente deviene «Tiempo histórico». El escenario geográfico,
base del concepto «Espacio histórico», está condicionado por todas
las características físicas que ofrece cada una de las regiones habitables
del planeta, pero, además de éstas, por la distancia entre una y otra
región, especialmente por las que median entre las menos civilizadas
y aquellas que han avanzado más en su evolución y que marcan el
índice máximo de progreso. Esta distancia ya no es sólo espacial, es
también distancia en el «Tiempo histórico», que no se mide por relojes,
vale decir, lapso en su «longitud», «que es completamente relativo»
(Haya, 1948, pp. 8-9).

Víctor Raúl sostuvo que el determinismo histórico de Marx no puede


aplicarse a todas las latitudes. Esgrimiendo el principio relativista del
espacio-tiempo histórico, reconoció que la estimativa de cada proceso
social, dentro de su escenario geográfico dado, debiera relacionarse con el
proceso de otros grupos, siempre teniendo como referencia el ritmo de los
de mayor avance, de «velocidad máxima». De allí coligió: «en la filosofía
de la historia hay que tener muy presente el ángulo espacial desde el que
se le ve y se le estudia». Para Haya, las leyes históricas no tienen aplicación

5
La tesis, publicada originalmente en 1935 en la revista Claridad de Buenos Aires, apareció
también al principio del libro Espacio-tiempo histórico (Haya, 1945, pp. 3-13).

105
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

universal porque están condicionadas por la relatividad del punto de


observación, y, por ende, la historia del mundo vista con lentes europeos
no puede ser la misma que la historia vista desde el espacio-tiempo histórico
indoamericano. Luego volvió a insistir en que, si el imperialismo es en
Europa la «última o suprema» etapa del capitalismo, en Indoamérica es
la primera (Haya, 1948, p. 12).
En un artículo escrito en la clandestinidad en agosto de 1942, el autor
de la tesis histórica recordó que el aprismo toma del antecedente marxista
la dialéctica hegeliana como motor vital de la historia: todo se niega, todo
pasa, todo fluye y se transforma, incluso el marxismo. Esta ideología no
es una excepción de la fatídica ley:
Vale decir, que, así como el primer hombre que formuló el consciente
veredicto de que «todo ser humano tiene que morir» murió también,
así Hegel y Marx, descubridores de la dialéctica como sistematización
esclarecedora de la Historia, no pueden escapar a sus negaciones. El
marxismo negó el hegelianismo por continuidad dialéctica. Hoy,
el marxismo es negado también, por las mismas motivaciones de
dinámica histórica (Haya, 1948, p. 127).

El articulista sostuvo que estas negaciones no eran absolutas sino


superaciones «relativizadas» —neologismo con significado científico-
filosófico contemporáneo y sustancial—; recordó que la nueva concepción
del Espacio-Tiempo histórico ayuda a apreciar mejor el acontecer social
como uno o varios fenómenos inseparables de su escenario y su momento;
insistió en que la democracia se transforma por un encadenamiento de
negaciones dialécticas. La evolución del mundo capitalista, según Haya,
culmina con la Primera Guerra Mundial, que marca la separación abismal
de dos grandes etapas de la historia: el mundo capitalista y anticapitalista
de ayer opuestas a nuevas formas de oposición de los contrarios (Haya,
1946, p. 165).
En agosto de 1942, el inquieto trujillano terminó un ensayo con la
siguiente conclusión: si es verdad que el marxismo también tiene una

106
Eugenio Chang-Rodríguez

razón de ser histórica, también es irrebatible el hecho de que la concepción


filosófica del siglo XIX no puede avanzar más lejos del límite fijado por
los descubrimientos y conclusiones científicas de su tiempo. Por ello,
el marxismo no puede cerrar los caminos directos a las negaciones y
superaciones del futuro, en que la ciencia y la filosofía avanzan cada vez
más lejos (Haya, 1948, p. 78). En cambio, el aprismo, según su fundador,
aplica el nuevo concepto científico y filosófico relativista del espacio-
tiempo a la filosofía de la historia; se basa en él para examinar la realidad
indoamericana e interpretar su devenir histórico; refuta como concepción
europea, inválida en Indoamérica, la división de la historia universal en
Edad Antigua, Edad Media y Tiempos Modernos. Las antiguas culturas del
continente no tienen cabida en esa división eurocéntrica; la edad antigua
americana no coincide con la edad antigua europea:
Cada Espacio-Tiempo histórico forma un sistema de coordenadas
culturales, un escenario geográfico y un acaecer histórico que
determina la relación de pensamiento y de devenir inseparables de
la concepción espacial y de la mediación cronológica. Cada Espacio-
Tiempo es expresión de un grado de conciencia colectiva capaz de
observar, comprender y distinguir como dimensión histórica su
propio campo de es envolvimiento social. Y si un pueblo sólo llega a la
adultez cultural cuando alcanza la conciencia de su peculiar proceso de
desarrollo económico y social, ella sólo es completa cuando descubre,
con el acaecer de su historia, la categoría intransferible e indesligable
de su propio Espacio-Tiempo (Haya, 1948, pp. 76-77).

Con las frases anteriores, Haya resumió la esencia de su tesis, a partir


de la interpretación histórica de Indoamérica.

Ampliación de conceptos
Al declararse disuelta la Tercera Internacional por la presión que las
democracias aliadas ejercieron sobre el Kremlin, Haya de la Torre, en
Incahuasi (su refugio clandestino en Lima), acosado por la policía, escribió

107
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

en mayo de 1943 el artículo interpretativo «El ‘rompan filas’ de la Tercera


Internacional». Lo redactó durante circunstancias muy precarias para la
democracia en el Perú, cuando sus enemigos habían hecho varios intentos
de asesinarlo. Asimismo, en Europa y en Asia la guerra seguía favoreciendo
a los totalitarios nazi-fascistas y era difícil predecir el desenvolvimiento de
la contienda. Sin embargo, en esos momentos angustiosos, el otro Haya
reconoció que la Segunda Guerra Mundial constituía, sin duda alguna, la
mayor de las revoluciones de la historia; la consideraba, en efecto, como
«la revolución de la revolución»; es decir, como la negación de lo que hasta
ahora considerábamos como expresión máxima del pensamiento y de la
acción revolucionarios. Y precisamente porque se había producido tan
grandiosa y rápida transformación en el mundo, ya no había lugar para
la Tercera Internacional Comunista: «Las voces de orden de 1917 carecen
de vigencia presente. Si repitiéramos hoy los lemas insurreccionales de
hace veinticinco años, correríamos serios riesgos de aparecer anacrónicos
y, acaso, reaccionarios» (Haya, 1946, pp. 187-191).
Al año siguiente, otra vez en Incahuasi escribió el ensayo «La dialéctica
marxista se cumple con el marxismo», en el cual observó que la revolución
democrática está encaminada a resolver la injusticia social sin sacrificar la
libertad y que, en este sentido, la revolución de la revolución de nuestros
días es la más universal de todas las revoluciones de la historia. Además,
predijo los dolores de posguerra:
Y como ha habido imperios antes de que hubiera capitalismo
—sistema económico que aparece solo entre los siglos XIV y XV de
esta era— puede haberlos de nuevo sin que el capitalismo sea necesario.
Pero la primera consideración histórica de Stalin y sus hombres es que,
de la presente Guerra Mundial, Rusia insurge ante el mundo como
un grande y poderoso Imperio. Y como tal hay que considerarlo,
comprenderlo y gobernarlo (Haya, 1946, p. 195).

En 1945, mientras en el Perú se libraba la batalla electoral en medio


de un clima de optimismo, pero también de constante alerta, nuestro
autor publicó un nuevo e importante ensayo sobre su tesis (Haya, 1945).

108
Eugenio Chang-Rodríguez

En este trabajo, recogido después en su libro de 1948, amplió conceptos,


aclaró puntos controvertibles, dilucidó problemas no resueltos en sus
ensayos anteriores y rechazó interpretaciones antojadizas; recalcó la estrecha
relación que existe entre la historia y la política, recordando la frase del
jurista francés Jean Bodin6, quien en Les Six Livres de la République había
afirmado: «la première utilité de l’histoire est de servir à la politique». El
peruano no solamente vio en la Historia la memoria del mundo, sino
algo más: su propia conciencia. «No es solo recuerdo acucioso y detallado,
catalogado e inerte, sino expresión inteligente y creadora, plasma vital de
nuevos organismos sociales, devenir». Precisó que su teoría tiene como
primera norma la aplicación de la relatividad a la historia. Este nuevo
modo de interpretar los acontecimientos humanos se reduce a verlos como
una vasta coordinación universal de procesos inseparables de su propio
espacio-tiempo y movimiento. Advirtió que espacio y tiempo separados
o conjuntados, con sus clásicas acepciones, producen el espacio-tiempo
histórico, cuyos ingredientes son inseparables y están siempre unidos en el
continuum descrito por Einstein y Toynbee. Para el pensador trujillano, el
espacio histórico no es únicamente el espacio geográfico o la influencia de la
geografía, sino «la constante relación telúrica de la tierra y el hombre. Mejor
dicho, es la relación del espacio con el grupo pensante que ha desarrollado
su conciencia histórica en dicho territorio. El espacio histórico es, pues, la
suma total de la geografía, el hombre, la tradición, la composición étnica
y la interpretación de ellos con el alma, conciencia o espíritu del pueblo».
En suma, el Espacio histórico es todo lo que nos suelda y atrae consciente
y funcionalmente a determinada región. El tiempo histórico, en cambio,
no es un término cronológico: «Es, subjetivamente, la intuición y sentido
del tiempo individual y social vinculados consciente y funcionalmente
al modo de vivir, trabajar, pensar y desenvolverse de los pueblos»; marca

6
Jean Bodin (1530-1596), legislador francés, considerado padre de la ciencia política,
abrigó simpatías calvinistas (hugonote). No obstante su reputación de sanguinario por
recomendar la tortura —aun de los niños acusados de brujería— en su famosa obra Six
livres de la République (1576), denunció la monarquía absoluta.

109
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

el grado de su evolución económica, política y cultural, determinada por


las formas de producción y por el desarrollo social que ellas motivan o
que influyen en el pueblo.
Precisamente, debido a estas características, el tiempo histórico se
convierte en inseparable de su espacio y de su movimiento y con ellos
integra una «continuidad dinámica», que el político peruano llama
Espacio-Tiempo histórico o cuarta dimensión histórica (Haya, 1948,
pp.  17-28)7. Este ensayo de 1945 también es importante porque
recogió las ideas centrales de Antenor Orrego en su original libro El
pueblo-continente8. Haya de la Torre sostuvo que los Espacio-Tiempo
históricos, por un proceso de expansión política del mundo social,
devienen expresiones continentales circunscritas a la conciencia histórica
de los pueblo-continentes. Así tenemos el Espacio-Tiempo histórico
indoamericano, norteamericano (de EE.UU. y Canadá), chino, ruso,
australiano, etcétera. En otro ensayo de esa época, publicado con el
seudónimo de Luis Pachacutec, el perseguido aprista definió al pueblo-
continente de la siguiente manera:
es el Espacio-Tiempo y Movimiento históricos considerados como
conciencia social, indesligable de su existencia y acontecer. O reite-
rando este mismo enunciado en otros términos, no es solo calidad
existencial o vegetativa de un grupo o grupos sociales de un área dada,
sino conciencia histórica y cultural de raison d’être. Vale decir: relación
pensante del Espacio-Tiempo y Movimiento como permanente
dinámica social de su evolución histórica (Luis Pachacutec [seudónimo
de Haya], 1945, p. 11).
En el ensayo publicado en Cuadernos Americanos en 1947, el fundador
del aprismo amplió el concepto Espacio-Tiempo histórico, distinguiéndolo
de las nociones aisladas de espacio y tiempo. Ahí nuevamente estableció

7
Compárense estas ideas de Haya con las que Américo Castro ofrece en España en su
historia: cristianos, moros y judíos (1948).
8
Ver «Comentarios sobre Pueblo-Continente y su autor» (Chang-Rodríguez, 2004,
pp. 385-406).

110
Eugenio Chang-Rodríguez

las diferencias existentes entre «distancia espacial» y «distancia histórica»


para subrayar enseguida la descripción de velocidad y dirección en el
espacio-tiempo histórico, valiéndose de varios ejemplos (1948, pp. 57-66).

Orrego saluda a Haya de la Torre alrededor de 1945.

Esa experiencia le ayudó a formular las ideas que ofrece en su libro Espacio-
tiempo histórico. Cinco ensayos y tres diálogos (Lima: Editorial de La Tribuna,
1948). El volumen se divide en dos partes. La primera comprende un
prólogo sin fecha y tres ensayos previamente publicados: el primero, en
Claridad (Buenos Aires, 1935)9 y los otros dos en Cuadernos Americanos,
de México (Haya, 1945; 1947). Los dos ensayos restantes, hasta entonces
inéditos, resumen las conferencias sobre el tema dictadas de 1945 a 1946
en las universidades nacionales de Arequipa, Trujillo y Cusco; y en las
universidades de Santiago de Chile, Nacional de Colombia en Bogotá,

9
Víctor Raúl firmó con el seudónimo Luis Pachacutec el ensayo «Dialéctica y aprismo»
en Claridad, 14(293), (setiembre de 1935).

111
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Caracas y San Carlos de Guatemala. Integran la segunda parte tres


«Diálogos para el esclarecimiento», redactados conforme al modelo de
Platón. En los diálogos escritos por Haya intervienen dos interlocutores
ficticios: Fidel y Telésforo, cuyas intervenciones evidencian las limitaciones
del marxismo respecto de los nuevos descubrimientos científicos y del
cambiante horizonte del relativismo de la física formulada por Albert
Einstein.
Pocos meses antes de que se produjera el nuevo golpe de Estado que
impondría otra ola de terror gubernamental, nuestro autor logró publicar
en 1948 su mencionado libro Espacio-tiempo histórico (Chang-Rodríguez,
1987, pp.  62-63 y 116-117). En él insistió en que ninguna doctrina
filosófica tiene reservación en la eternidad; todas las filosofías son válidas
en su época y tienen vigencia solo hasta que una nueva teoría las niegue y
reemplace. Recordó que Marx negó a Hegel, Hegel negó a Fichte y a Kant,
y así sucesivamente podemos remontarnos a los principios de la filosofía
occidental; señaló que lo fundamental en el marxismo es la negación:
el fluir, el pasar y declinar de todas las creaciones del pensamiento del
hombre y de sus acciones hacen de todas las filosofías verdades temporales,
válidas para su época porque ninguna encierra la verdad definitiva. Por
medio de esta dialéctica marxista, Haya concluyó afirmando que el
marxismo no puede escaparse de esta regla porque tiene que ser superado.
En uno de los diálogos puestos al final de su tesis, se entrevé su apreciación
del período revolucionario de esos días:
La revolución que está viviendo el mundo no es solo económica, social
y política. Es una revolución cultural y técnica, y, más lejos que eso:
es una radical revolución cosmológica. Es decir, que esta revolución
abarca hasta las raíces mismas del conocimiento humano, porque
ella nos trae la negación de grandes verdades científicas hasta ahora
irrecusadas, sobre las cuales habíamos erigido nuestra concepción
del mundo, de la naturaleza, del cosmos, del tiempo y del espacio
(Haya, 1948, p. 87).

112
Eugenio Chang-Rodríguez

En el último diálogo, uno de los interlocutores sostiene que ya no hay


únicamente una gravitación histórica universal, «un paralelismo absoluto
euclídeo, fatal, para todos los procesos de la Historia». Luego se refiere a los
«espacios gravitacionales» y constata que, así como ocurre en los fenómenos
físicos, los fenómenos históricos varían según el ángulo de observación.
Es decir, el autor del diálogo cree en la existencia de lo que, en su Study of
History, Arnold Toynbee llama la «perspectiva del historiador».

Enunciación final de la tesis


En la Embajada de Colombia en Lima, el asilado Víctor Raúl prosiguió
con sus investigaciones para pulir los ensayos publicados en Cuadernos
Americanos (México) a partir de 1950. En ellos aplicó su tesis a la
interpretación de problemas históricos específicos. En uno de los ensayos,
al comentar la teoría de «reto-respuesta» de Toynbee, Haya de la Torre
explica cómo todo reto-respuesta que enfrenta una ciudad primitiva o una
civilización plantea un espacio geográfico dado y supone un condominio
entre el hombre —o grupo social— y el espacio que le sirve de escenario
en el desarrollo de su existencia (quieta o primitiva, dinámica o civilizada).
Este condominio determina en el hombre —o grupo social— la formación
de una progresiva conciencia del Espacio ganado, que resulta de las acciones
y reacciones entre el hombre y el medio. Luego, el pensador peruano
introdujo una cuarta dimensión que llamó el Tiempo. Ella es indispensable
en el análisis interpretativo de las civilizaciones, «viene a ser como la escala
y diapasón cada vez más precisos, de la velocidad variable que las mutuas
influencias del hombre y la tierra imponen al proceso de una sociedad
primitiva o de una civilización» (en Pulgar Vidal, 1950b, pp.108-109)10.

10
Debido a las restricciones impuestas por el dictador Manuel A. Odría, durante su asedio
en la Embajada de Colombia de Lima, Haya publicó sus artículos utilizando el nombre
de un destacado compañero de lucha. Las ideas resumidas arriba aparecieron firmadas
por Javier Pulgar Vidal (1950a y 1950b).

113
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Poco después de salir de la Embajada de Colombia para ser deportado


del Perú, publicó dos ensayos de gran difusión: uno en México y otro en
Colombia (Haya, 1956). En el primero, Haya de la Torre declaró: «Mi
tesis es la siguiente: que, así como hay un “Espacio-Tiempo físico”, tanto
objetivo como subjetivo, o sea tanto de perspectiva cuanto de conciencia
o mente, del mismo modo hay un “Espacio-Tiempo histórico” objetivo
y subjetivo; vale decir, de perspectiva y de conciencia» (Haya, 1956,
p.  12). Para ilustrar las diferentes perspectivas históricas, el pensador
aprista ofreció los casos de George Washington y Simón Bolívar, en su
época considerados traidores respectivamente en Inglaterra y en España
mientras que en América se los reconocía como libertadores. Más adelante,
el pensador peruano consideró al aprismo como negación y superación
filosófica del marxismo; explicó que la negación se produce utilizando
la misma dialéctica marxista y su propia interpretación relativista de
la historia, resumida en su tesis del espacio-tiempo-histórico. El autor
consideró que la era atómica había negado científicamente al marxismo.
Frente al apotegma comunista «La violencia es partera de la historia»,
Haya replicó: «la violencia atómica, las armas termonucleares, creadas
por la nueva ciencia, ya no serán parteras sino sepultureras de la Historia»
(Haya, 1956, p. 12). Además, nuestro autor ofreció ejemplos adicionales
sobre lo que Toynbee llamó «la perspectiva del historiador». Señaló las
diversas interpretaciones históricas que le han dado al padre Hidalgo, la
injusticia histórica que se ha perpetrado con Túpac Amaru, precursor de la
independencia americana, la invasión e influencia de Alejandro el Magno
en la India, la conquista de España por los árabes. Partiendo de la idea de
Toynbee de que «cada sociedad o civilización depara un campo inteligible
del estudio de la historia», Haya llegó a la conclusión de que cada sociedad
o civilización tiene su propio proceso, ínsito ritmo, su peculiar devenir;
vale decir, su intransferible «Espacio-Tiempo». Basándose en el mismo
concepto del historiador inglés y en la observación de Einstein acerca de
los «campos gravitacionales» de la física, el trujillano forjó su idea sobre
los «campos gravitacionales históricos». Finalmente, después de evaluar el

114
Eugenio Chang-Rodríguez

progreso angloamericano y de analizar el «encuentro» del hombre europeo


anglosajón con la naturaleza norteamericana y de diferenciarlo con el
reto que el blanco latino encontró en América —ya sea al enfrentarse a la
geografía, al hombre americano o a ambos—, el portaestandarte del APRA
llegó a la conclusión de que «Estados Unidos ha logrado unificar su campo
cuatridimensional de Espacio-Tiempo con su velocidad correlativa. En
Indoamérica coexisten, se yuxtaponen, diversos estadios de la evolución
social y diversos ritmos» (Haya, 1956b, p. 3).
Esto es, pues, en resumen, lo que Víctor Raúl Haya de la Torre escribió
sobre su tesis del Espacio-Tiempo histórico. Al fin, el político y pensador
trujillano pudo responderse satisfactoriamente a la pregunta que se hizo
frente a las ruinas de Chan Chan, durante su inquieta adolescencia:
¿dónde ubicar en un esquema lógico de la Historia al mundo americano,
su pasado y su presente, para avizorar su destino? Por supuesto, la
tesis del Espacio-tiempo histórico es elogiada por unos y criticada por
quienes no la entienden a cabalidad, especialmente por los intelectuales
ultraconservadores y ultraizquierdistas que coinciden en su rechazo.

115
5. Indianismo e indigenismo

Deslinde temático
Historiar el indigenismo en Hispanoamérica suscita álgidas polémicas,
especialmente cuando se usa el término como sinónimo de indianismo
sin tenerse en cuenta que el indigenismo es un movimiento posterior.
Ambos términos representan corrientes ideológicas y artísticas acerca del
amerindio, diferenciadas en su manera de enfocar el tema. Si el indianismo
trata románticamente al aborigen americano como figura decorativa y
folclórica, el indigenismo lo enfoca con realismo como ser de carne y
hueso con el fin de redimirlo de su postergación social.

El tema del amerindio de los siglos XV, XVI y XVII


El tema del amerindio se cultiva en Hispanoamérica desde 1492 en
torno a las explicaciones iniciales de su racionalidad y capacidad hasta
el comentario sobre sus aspiraciones y papel en la sociedad. La inicial
temática evidente en las cartas de relación y primeras crónicas de Indias de
los conquistadores europeos evolucionó en los siglos XVI y XVII, cuando
se difundieron tanto los sermones de fray Antonio de Montesinos (¿1480?
-1540) como las ideas del dominico Francisco de Vitoria (1486-1546) y
los reclamos del padre Bartolomé de las Casas, fray Toribio de Benavente

117
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

(Motolinía, 1490-ca.1568) y Vasco de Quiroga (¿1468? -1565). A sus


escritos que circularon en forma manuscrita, acudieron en el siglo XVII
los defensores de la población indígena y amerindios y mestizos letrados,
quienes más tarde leyeron con orgullo los Comentarios reales (1609; 1617),
del Inca Garcilaso de la Vega y otras obras sobre la condición social de los
originarios habitantes del Nuevo Mundo.

Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566)


Recién graduado por la Universidad de Salamanca y deseoso de
enriquecerse como encomendero, Bartolomé de las Casas llegó a La
Española en 1502. Ocho años más tarde el joven encomendero se adhirió
a la defensa de los amerindios. De las Casas renunció públicamente a sus
encomiendas en 1514 y empezó a predicar en contra de ese sistema de
explotación de los nativos. Tras ingresar a la Orden Dominica en Santo
Domingo en 1522 y dedicar los siguientes seis años al estudio de teología,
patrística y Sagrada Escritura, escribió cartas al Consejo de Indias, en las
que denunció la mortífera trata de naturales. Las cartas generaron la ley
de 1530 que prohibía la esclavitud de los amerindios. En 1535, De las
Casas partió hacia el Perú, pero su barco naufragó cerca de las costas de
Nicaragua. Desde este territorio denunció el envío de esclavos indios al
Perú y se enfrentó al gobernador Rodrigo de Contreras.
El padre De las Casas dedicó el resto de su vida a laborar, predicar y
escribir obras históricas y memoriales que primero circularon en la corte
y entre sus seguidores en forma manuscrita y después se publicaron.
Brevísima relación de la destrucción de las Indias (Sevillla, 1552), una
detallada y reiterada relación de los abusos contra los indígenas, es su obra
más conocida, vilipendiada por unos y admirada por otros. En ella dedica
varios capítulos a la historia del Tahuantinsuyo y la explotación de sus
súbditos por los europeos. Su tesonera labor contribuyó a la promulgación
de las famosas Leyes Nuevas de Indias. Basados en que esas leyes fueron
mal recibidas por las autoridades del Nuevo Mundo, sus enemigos en la

118
Eugenio Chang-Rodríguez

metrópoli acusaron a fray Bartolomé de las Casas de ser antipatriota, gestor


de la Leyenda Negra. Sus admiradores, por su parte, consiguieron que lo
eligieran obispo de Cusco, cargo que rehusó, aduciendo que solo obraba
para servir a Dios y no en busca de mercedes. Poco después se le obligó a
aceptar el nombramiento de obispo de Chiapas y fue consagrado en 1544
en Sevilla. Hostilizado y amenazado de muerte por sus enemigos, el padre
Las Casas renunció en 1547 e intentó armar una frustrada expedición
evangelizadora al Perú. Su obra más ambiciosa, Historia de las Indias
iniciada en 1520, fue finalmente publicada en Madrid en 1875.
En 1550 y 1551 fray Bartolomé de las Casas debatió con el teólogo
Juan Ginés de Sepúlveda acerca de la conquista del Nuevo Mundo y la
manera de tratar y evangelizar al amerindio1. Fray Bartolomé de las Casas
falleció a los 82 años en el convento de Atocha (Madrid) en 1566, después
de haber dedicado medio siglo a defender a los amerindios.

Aportes del Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616)


El primer gran escritor mestizo de las Américas, Gómez Suárez de Figueroa,
conocido con el nombre de Inca Garcilaso de la Vega, nació el 12 de abril de
1539, «ocho años después que los españoles ganaron mi tierra» (Garcilaso,
1985, I, cap. XIX). En su traducción de los Diálogos de amor, de León
Hebreo (Lisboa, 1590)2, Gómez Suárez de Figueroa se autodenominó

1
Se denominó Junta de Valladolid a los dos célebres debates llevados a cabo de 1550 a
1551 en el Colegio de San Gregorio de Valladolid. Esta polémica acerca de los naturales
o indios enfrentó dos formas antagónicas de concebir la conquista de América. Fray
Bartolomé de las Casas defendió a los indígenas americanos desempeñando el papel de
pionero en la lucha por los derechos humanos. Su contendor, Juan Ginés de Sepúlveda,
defendió el derecho al dominio de España y a la evangelización de los amerindios por la
fuerza. No hubo una resolución final. La Junta de Valladolid no debe confundirse con la
Conferencia de Valladolid de 1527 acerca del erasmismo.
2
León Hebreo nació con el nombre de Judah Abravanel (c. 1460-c.1521), hijo de Isaac
Abravanel, comentador bíblico, consejero áulico en Portugal y proveedor de los ejércitos
castellanos durante la guerra de Granada. Desde 1483, su familia se refugió en España
hasta la expulsión de los judíos en 1492. A fines de este año, viajó con su padre a Nápoles.

119
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

«indio antártico». Orgulloso de pertenecer a la familia de los gobernantes


del Tahuantinsuyo, firmó esa traducción como Inca Garcilaso de la Vega,
nombre que siguió usando en sus libros posteriores. En la partida del
bautismo en que actuó como padrino en 1594, firmó Garcilaso de la Vega
Inga y clarificó que el nombre Inca [o Inga] no significa más antepuesto
que pospuesto, ya que la palabra colocada después del apellido paterno
ocupa el lugar del apellido materno, a la usanza hispánica.
Además, en el proemio de La Florida del Inca, su segundo trabajo
literario (escrito alrededor de 1603 y publicado en Lisboa en 1605) se
dirigió «a todos los indios, mestizos y criollos del Perú» (Garcilaso, 1956,
p. 10). En la primera parte de los Comentarios reales (Lisboa, 1609), su
autor llama patria «a todo el Imperio que fue de los Incas» (Garcilaso,
1985, p. 407). Con el tiempo, su concepto de patria abarcará al virreinato
peruano, que de 1544 a 1732 comprendía a toda Sudamérica no lusitana.
Hizo lo mismo en el «Prólogo» a la segunda parte de los Comentarios,
publicada póstumamente con el nombre de Historia general del Perú, «A los
indios, mestizos y criollos de los reinos y provincias del grande y riquísimo
Imperio del Perú, el Inca Garcilaso de la Vega, su hermano compatriota y
paisano, salud y felicidad» (Garcilaso, 1962, t. 1, p. 55).
Exiliado en España, el Garcilaso peruano se consoló satisfaciendo la
urgencia de reconciliar los dos polos de su herencia sanguínea y cultural,
a la vez que amenguaba el dolor de no ser reconocido por la sociedad
española en un plano de igualdad3. Sustentó sus reminiscencias tanto con
información de otros cronistas y pláticas con compatriotas e indianos,

En 1535 se publicó en Roma su libro en italiano florentino: Dialoghi di amore (Diálogos


de Amor), una gran enciclopedia que recoge el mejor saber de su tiempo, artísticamente
organizada en tres diálogos entre Sofía (la Sabiduría) y Filón (el Amante). En esta obra
maestra, León Hebreo interpretó el neoplatonismo renacentista y destacó su carácter
armonizador.
3
El reconocimiento anhelado por el Inca Garcilaso descansa en la idea renacentista de
que «el hombre es hijo de sus obras, y no el beneficiario de la honra y fama ganada por
sus ascendientes. Garcilaso encuentra la idea apta para cuestionar desde ella el sistema de
jerarquización social, que está cerrado para él» (Jákfalvi-Leiva, 1984, p. 35).

120
Eugenio Chang-Rodríguez

como con datos provenientes de la correspondencia con familiares y


amigos del hogar lejano. Max Hernández ha insinuado que el Inca escribió
siguiendo el ejemplo de San Agustín, quien en una de sus cartas confesó:
«Crezco conforme escribo, escribo conforme crezco» (Hernández, 1993,
p. 144).
La estrategia discursiva del Inca autodidacta, fundamentada en lo
mejor de la historiografía renacentista, legó a la posteridad los símbolos
de su doble herencia. Dijo mucho, pero calló otro tanto4. En La Florida
del Inca (1605), basada en el testimonio oral de Gonzalo Silvestre y en
documentos escritos por veteranos de las expediciones a La Florida5, el
Inca Garcilaso narra los acontecimientos desde una cuádruple perspectiva
conceptual y cultural: 1) la renacentista europea, 2) la del amerindio del
actual sur estadounidense, 3) la mestiza, y 4) la incaica. Para beneficio de la
censura, el autor en sus escritos calla tanto como revela al historiar en dos
planos: uno textual y otro subyacente. Su discurso, tal vez condicionado
por la censura peninsular, contiene disimulos y digresiones críticas de
los conquistadores. Con todo, la obra garcilasiana en el período colonial
contribuyó a la toma de conciencia de la identidad peruana; y, durante la
etapa republicana, a la identificación hispanoamericana en sus variados
matices.
El Inca Garcilaso explicó «A los hijos de español y de india, o de
indio y española, nos llaman mestizos, por decir que somos mezclados

4
Las reminiscencias del Inca Garcilaso tienen tantos recuerdos reveladores como olvidos
encubridores. Sobre un intento de psicoanalizar la vida y obra de este cronista, ver
Hernández (1993).
5
El Inca explica que consultó dos relaciones inéditas preparadas por dos sobrevivientes
de la expedición de Hernando de Soto a La Florida: 1) la de Alonso Carmona, de ocho
pliegos y medio, que cubre los hechos más notables, «sin orden de tiempo… y sin
nombrar provincias»; y 2) la de Juan Coles, «el cual escribió otra desordenada y breve
relación (Proemio de La Florida) en diez pliegos. Además, el Inca consultó La relación
y comentarios (1555), de Álvar Núñez Cabeza de Vaca; la Historia general de las Indias
(1552), de Francisco López de Gómara, y la Historia natural y moral de las Indias (1589),
del padre José de Acosta, entre otras crónicas.

121
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de ambas naciones; por ser nombre impuesto por nuestros padres y por su


significación, me lo llamo yo a boca llena y me honro con él» (Garcilaso,
1985, p. 373). El Garcilaso peruano recuerda que nació el año en que
se inició la expedición de Hernando de Soto a La Florida (1539-1543),
costeada con parte del oro del rescate de Atahualpa. Estos y otros recuer-
dos de su vida en el Perú son ejemplos de cómo emplea frecuentemente
elementos autobiográficos, aunque se ocupe de sucesos ocurridos en tie-
rras que nunca visitó. Añade a su narración bellos pasajes literarios en los
cuales mezcla historia y ficción, donde la síntesis histórica sustituye a la
trama, mientras los pasajes biográficos, relatos y hechos aislados establecen
una compleja intertextualidad. Con el propósito implícito de definir la
singularidad cultural, el Inca individualiza y dilata algunos conceptos
de su herencia indígena para forjar un rico discurso histórico, diferente
de las crónicas escritas por autores provenientes de una sola tradición.
Su singular experiencia le da una perspectiva privilegiada que le permite
describir un proceso histórico por medio del cual afirma artísticamente
su doble identidad. Como su testimonio histórico oscila entre la creación
literaria y la verdad histórica, el Inca ofrece un metadiscurso caracterizado
por glosas internas, paralelas a lo narrado. Como sabemos, el texto del
Inca conlleva varios significados: explícito, ulterior y subyacente. Las
codificaciones retóricas, a veces subrepticias, revelan a un escritor cuyo
discurso se mueve en dos niveles de comunicación: uno tácticamente
ambivalente y otro subtextual; por medio de ambos expresa sutilmente
su realidad mestiza, su identidad americana.
El Inca proyecta en la narración histórica la dualidad de su herencia,
pues dedica la primera parte de los Comentarios a su madre (la patria
incaica); y la segunda parte, a su padre (el Virreinato del Perú). Así, el
Garcilaso peruano intentó reconstruir la historia, vida y costumbres del
Imperio incaico para desmentir a otros cronistas que tergiversaron los
hechos, sea por su modo de ver el mundo, por conveniencia, por ignorancia
o por justificar los desmanes contra los amerindios. Al autor de los
Comentarios reales le ayudó el tener como fuentes principales la tradición

122
Eugenio Chang-Rodríguez

oral cusqueña y las relaciones y cartas que le enviaron sus parientes,


amigos y condiscípulos, como lo admite en diferentes capítulos de su obra
maestra6. Otras fuentes importantes son manuscritos «desconocidos» que
accidentalmente llegaron a sus manos —los papeles de Blas Valera, por
ejemplo—. Armado de ese bagaje cultural, el Inca Garcilaso enmienda
datos ofrecidos por otros cronistas, como cuando, al ocuparse de su prima
Cusi Huarcay, corrigió a Diego Fernández, «El Palentino», por haber
afirmado que era hija de Huáscar Inca en vez de decir nieta. Cumplió
aquí, y en muchos otros capítulos, su propósito de servir «de comento y
glosa» («Proemio» a los Comentarios) y de matizar las versiones históricas
de sus antecesores o entresacar de ellas relatos y anécdotas que engalanan
su discurso.
Evidentemente la dimensión autobiográfica es fundamental en la
estrategia discursiva de la obra maestra del Inca Garcilaso; no es incidental
ni periférica, como en las Cartas de relación, de Hernán Cortés7, o en la
Historia verdadera, de Bernal Díaz del Castillo. Nuestro Inca Garcilaso
aumenta el número de citas y alusiones, tanto al desarrollar el proceso
histórico como al explorar la dimensión imaginativa. La dimensión
crítica es, a veces, directa; otras veces, adrede ambigua, a fin de reelaborar
estéticamente la historia de su patria. De este modo establece un importante
precedente. Este tipo de cruce discursivo probablemente contribuyó a que
Octavio Paz identificara en la literatura hispanoamericana un diálogo
continuo, hecho de oposiciones, separaciones, bifurcaciones y negaciones.

6
Confróntese Comentarios reales de los incas, (Garcilaso de la Vega, 1985, I. I, cap. XIX
y I, IX, cap. XXIX.
7
Son cinco las cartas de relación remitidas por Hernán Cortés de 1519 a 1526. La Segunda,
Tercera y Cuarta fueron impresas a medida que llegaban a España. Jacobo Cromberger
publicó la Segunda relación, en Sevilla el 9 de octubre de 1522 y la Tercera, el 30 de marzo
de 1523. Gaspar de Ávila imprimió la Cuarta relación, en Toledo, el 20 de octubre de
1525. Después, por real cédula de marzo de 1527, se prohibió en el imperio español la
venta e impresión de las relaciones de Cortés. Con el descubrimiento de la Primera (Carta
de Veracruz) y de la Quinta, al fin en el siglo XIX se publicaron las cinco relaciones en
castellano en Viedra (1852, t. 1, pp. 1-153). Ver Delgado Gómez (1993, pp. 73-89).

123
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Para el ensayista mexicano «La literatura es un tejido de afirmaciones y


negaciones, dudas e interrogaciones. La literatura en Hispanoamérica no
es un mero conjunto entre esas obras. Cada una de ellas es una respuesta,
declarada o tácita, a otra obra escrita por un predecesor, un contemporáneo
o un imaginario descendiente» (Paz, 1977, pp. 21-24.).
Garcilaso, orgulloso de su mestizaje proclamado «a boca llena», intentó
volver al Perú en 1563 y se le concedió el permiso. No se sabe por qué
decidió no efectuar el viaje. Siglos después el Consejo de Indias prohibió
la circulación de los Comentarios reales después de la sublevación de Túpac
Amaru II (1781), porque intentaba rescatar las glorias del Incario que los
peninsulares ansiaban obliterar.

La crónica de Guaman Poma de Ayala (¿1538-1620?)


Felipe Guaman Poma de Ayala también se apropió de la lectoescritura
traída por los conquistadores españoles para transmitir su mensaje andino.
En su Primer nueva corónica i buen gobierno8 analizó el estado social del
indio despojado de sus tierras y abusado por el gobernador, el cura y el juez;
es decir, las autoridades política, religiosa y jurídica: la odiosa trinidad sobre
la que se ocuparán dos siglos más tarde José T. Itolarrares, Manuel González
Prada y Clorinda Matto de Turner. Por considerar, como los chinos, que
una imagen vale mil palabras, Guaman Poma dibuja numerosas escenas
para ilustrar el cobro de los tributos, la expoliación en la mina, así como
los castigos y las torturas.
De noble alcurnia, Guaman Poma reveló el mundo colonial andino
de su época. Conocedor de la historia del incanato, como lo demuestra

8
Este extenso estudio de gran valor histórico y social fue escrito con el propósito de que lo
leyera el rey Felipe III de España e instituyera reformas. Aparentemente el manuscrito no
llegó a manos del soberano español y estuvo extraviado hasta que Richard Pietschmann lo
encontró en la Biblioteca Real de Copenhague. Paul Rivet lo dio a conocer por primera vez
en una edición facsimilar en 1936 y lo reeditó en 1968. De las muchas ediciones posteriores,
la mejor está en http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/info/es/frontpage.htm.

124
Eugenio Chang-Rodríguez

en la primera parte de la obra, recomendó el retorno del indio a un sistema


comunal parecido al incásico, administrado por la nobleza hereditaria
indígena. Sobre todo, reclamó justicia social para todos. Con toque
moralista, Guaman Poma de Ayala esbozó ciertas reformas y estableció
castigos para los infractores de la ley. Rechazó a los borrachos y coqueros.
Adelantándose a otros reformadores, pidió la reducción del tiempo de
trabajo a diez horas diarias. Su crónica no fue producto de la improvisación.
Para escribirla comenta haber recorrido el virreinato por treinta años a fin
de presenciar in situ los crímenes contra sus hermanos amerindios, como si
deseara asumir el título de «sentenciador de ojos». Su extenso manuscrito
es uno de los testimonios más notables de la época virreinal.
La dualidad sociocultural de muchos defensores del amerindio se
registró con nitidez en las crónicas americanas. En ellas se distingue
el complejo proceso de percepción mutua, el deslumbramiento y el
esfuerzo de comprensión de los dos mundos en colisión. Muestran el
acercamiento y la separación, la conjunción y la disyunción, la articulación
y la desarticulación, la ignorancia y la educación mutuas. Pese a estar
dirigidas no al indio sino al lector occidental, a quien le endilga su discurso
interpretativo, condicionado por su propio trasfondo social e ideológico,
la arenga del autor refleja intereses culturales, sociales, económicos y
políticos por medio de una literatura compleja y susceptible de varias
interpretaciones.

El tema indio en los siglos XVIII y XIX


Que el sentimiento proindio se mantuvo vivo en el siglo XVIII lo revela el
hecho de que entre 1770 y 1780, ante Túpac Amaru, se puso en escena el
drama incaico Ollantay en traducción castellana. Fue esta representación
escénica una manifestación cusqueña de los escritores quechuahablantes
que en ese siglo cultivaban el arte dramático popular. Inspirados en
costumbres indígenas y en temas de leyendas incaicas, esos autores
utilizaban la técnica dramática española de los autos sacramentales y de las

125
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

comedias de capa y espada. Los dramaturgos de entonces se esforzaban por


mostrar algunas notas características de las canciones líricas de los antiguos
poemas épicos. La mejor manifestación de esta restauración indígena
expresada en la lengua nativa es Ollantay, drama escrito en quechua, cuya
primera copia la dio a conocer y la representó el clérigo Antonio Valdez9,
a quien algunos consideran autor del drama. Este se valió de una antigua
leyenda indígena acerca de la sublevación de la tribu de los antis. Su
forma externa es a todas luces española, especialmente la versificación, el
desarrollo de la trama de las escenas y la caracterización de los personajes.
Los críticos han cuestionado si era un drama precolombino o la simple
transcripción de un cantar dramático conservado por la tradición oral.  Se
publicó por primera vez en 1857 por Johann Jakob von Tschudi, en
quechua y alemán. La primera versión en español es de 1868; apareció
en Lima editada por José Sebastián Barranca quien agregó el siguiente
subtítulo: Los rigores de un padre y la generosidad de un rey;. Los estudios
lingüísticos de Middendorf y otros documentos históricos han probado
que el quechua del Ollantay corresponde al siglo XVIII.
El interés en el tema indio entre los defensores de la causa
independentista continuó hasta la Batalla de Junín (1824), cantada
por el neoclásico José Joaquín de Olmedo (1780-1847). Los criollos se
habían contagiado del fervor revolucionario de amerindios y mestizos y
por eso el movimiento redentor del aborigen americano adquirió otro
carácter. En la literatura del período de la Emancipación se hallan dos
notas fundamentales: asimiento a la tradición americanista y optimismo
exultante acerca del futuro de Hispanoamérica (Meléndez, 1934, p. 61).
Cuando Bolívar declaró en el Congreso de Angostura en febrero de
1819 «somos una raza nueva», reconoció la existencia de una «raza morena»
integrada por indios, mestizos, blancos y negros, que en tierras americanas

9
Nacido en Urubamba del siglo XVIII, el cura Antonio Valdez se doctoró en filosofía por el
Seminario de San Antonio Abad, donde fue nombrado Catedrático de Latinidad y Filosofía.
Porque simpatizaba con el partido indio en la revolución de Túpac Amaru II, Antonio
Valdez escribió para sus feligreses dramas en quechua basados en leyendas indígenas.

126
Eugenio Chang-Rodríguez

habían desarrollado características diferentes a las de sus antepasados.


Esta nueva raza de nuevos hombres libres y diversos en el color de piel,
estaba marcada por parecidos sentimientos y anhelos. Desde el principio,
el Libertador defendió ardientemente al indio e intentó incorporarlo en
la patria americana. El 10 de febrero de 1825 declaró ante el Congreso
Peruano que el Ejército Libertador les había devuelto a los hijos de Manco
Cápac la libertad que les quitó Pizarro. Hacía bien el Libertador al pedir la
redención del indio porque el ejército que le dio gloria estaba constituido
de indios, negros y mestizos comandados principalmente por oficiales
criollos. El indigenismo bolivariano tiene un sello peculiar: defendió el
derecho de los nativos a la integridad de sus comunidades. La primera ley
que estableció el carácter intangible de las tradicionales tierras comunales
la dio Bolívar con el «decreto de consolidación de la propiedad agrícola»,
promulgada el 8 de abril de 1824 en Trujillo del Perú. La gaceta oficial
expone los criterios bolivarianos sobre el tema y su enfoque del problema
indígena.
Narciso Aréstegui (1824-1869) escribió, con mucho romanticismo y
algo de realismo, una novela de variada temática, El padre Horán. Escenas
de la vida del Cuzco. En ella revela interés en la redención del indio a
quien presenta agobiado por el tributo, el pongaje y el reclutamiento
forzado. También muestra la crisis que entonces vivía el Cusco y narra
dramáticamente la miseria de los artesanos textiles desocupados por la
competencia de los paños importados. La novela fue publicada como
suplemento del diario El Comercio de Lima en 1848. Su trama se basa en
un hecho verdadero: el asesinato en 1836 de una joven por su confesor, un
sacerdote cusqueño, quien después se suicida. Pese a su deficiencia artística,
la obra —considerada como la primera novela con tema indigenista— vale
tanto por su contenido político y económico como por su denuncia social.
Definitivamente Aréstegui fue un precursor del indigenismo de Manuel
González Prada, Clorinda Matto de Turner, José Carlos Mariátegui, Ciro
Alegría y José María Arguedas.

127
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Extraído del libro Pensamiento y acción en González Prada, Mariátegui


y Haya de la Torre.

El indigenismo remozado en el Perú del siglo XX


El movimiento indigenista remozado se difundió en el Perú poco después
de la Primera Guerra Mundial (1914-1917), particularmente entre los
intelectuales y artistas. La mirada retrospectiva al pasado, el interés en las
raíces de la nación y la redención del indio estimularon especialmente a la
inquieta juventud de posguerra a estudiar la tragedia del pueblo aborigen,
denunciar las causas de los abusos y participar en la solución del problema.
Enfocado el problema del indigenismo en los discursos y ensayos de
Manuel González Prada, uno de sus discípulos, Pedro S. Zulen (1889-
1925), joven filósofo sinoperuano, propuso en 1909 la problemática
indígena como tema de «conversaciones» del Centro Universitario de San
Marcos (Zulen, 1909a, 1909b). En una de esas conversaciones, Zulen
conoció personalmente a la escritora germanoperuana Dora Mayer (1858-
1959). Poco después, el 24 de abril de 1909, ella recomendó la creación
de una sociedad defensora de los derechos del indio. Su idea cristalizó el
siguiente 20 de noviembre, cuando los dos instalaron la Asociación Pro-
indígena en una ceremonia presenciada por Alfredo González Prada, Víctor

128
Eugenio Chang-Rodríguez

Andrés Belaunde, José de la Riva-Agüero y Alberto Ulloa y Sotomayor,


entre otros. Según su vocero mensual, El Deber Pro-indigenista, fundado
en 1912 y dirigido por Dora Mayer, la junta directiva de la asociación
sesionó puntualmente todos los viernes hasta 1915, gracias a la abnegada
labor de los fundadores. Pese a numerosas dificultades, la revista indigenista
continuó publicándose hasta diciembre de 1917. Informaba sobre las
actividades de la Asociación, daba noticias sobre las condiciones de los
indios del interior, denunciaba abusos, reprodujo documentos acusatorios
contra los gamonales, historiaba las sublevaciones indígenas y recogía
trabajos literarios acerca del amerindio. Por todo ello, la asociación y su
vocero centralizaron la labor indigenista en el Perú de 1909 a 1917.
La vigorización del interés en el tema indio en varias esferas en la
subsecuente década del siglo XX desbordó hacia la literatura nativista,
como se aprecia en la publicación del poemario Los heraldos negros
(1918), de César Vallejo (1892-1938)10, y Cuentos andinos (1920), de
Enrique López Albújar (1872-1966). Este, dejando el paisaje a un lado,
estudió los problemas íntimos del amerindio y auscultó su psicología
incluyendo la compleja trama de emociones, aspiraciones y sensaciones.
Posteriormente surgieron otros escritores que enfocaron el tema, influidos
por el socialismo y la técnica de aplicar la interpretación materialista de
la historia a la problemática india, como ocurrió con el cusqueño Luis
E. Valcárcel (1891-1987), autor de La vida incaica (1925), Del ayllu al
imperio (1926) y Tempestad en los Andes (1927), escritas en prosa clara.
A estos ensayistas los superaría José Carlos Mariátegui —recién llegado

10
Vallejo conoció a Mariátegui en 1918, unos meses antes de que José Carlos partiera a
Europa. En 1922 el vate norperuano lanzó Trilce, poemario vanguardista acerca de los
infortunios humanos (pobreza, hambre, persecución, incomprensión, violencia, soledad e
injusticia) que sufren sus hermanos mestizos, indios y demás seres humanos. Con sencillez
y metáforas inusitadas, reveló su dolor. En junio de 1923 Vallejo también se trasladó a
Europa, de donde nunca pudo retornar a su patria. Desde allá, escribió para Amauta. Su
indigenismo entreteje realidad y mito (Paoli, 1970, p. 342).

129
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de Europa—, con una nueva visión política y original interpretación de


la realidad peruana.

José Carlos Mariátegui y el indigenismo


A mediados del período entre las dos guerras mundiales (1917-1939),
varios acontecimientos guiaron a José Carlos Mariátegui (1994-1930)
a reflexionar sobre el tema indígena. A los dos años de retornar a Lima
de Europa, donde había consolidado sus conocimientos acerca del Perú
mientras escribía casi exclusivamente sobre el Viejo Mundo, se inició
como indigenista el 9 de diciembre de 1924, con su ensayo «El problema
primario del Perú» en el cual vinculó el indigenismo con el socialismo.
Porque consideraba que el país era predominantemente agrario en busca de
modernidad, Mariátegui adoptó las conclusiones indigenistas de González
Prada: 1) el problema indio afecta a millones de peruanos, las tres cuartas
partes de la población total del país; 2) la redención del indio mediante
medios pedagógicos es una especulación de quienes no tienen en cuenta
cómo las condiciones republicanas, peores que las virreinales, mantienen al
amerindio más pauperizado; y 3) sin el indígena —cimiento de la nación
peruana— no hay peruanidad posible; por tanto la solución del problema
del indio debe ser social (Mariátegui, 1924c). Al año siguiente, Mariátegui
amplió sus reflexiones sobre el tema en artículos en torno al «Regionalismo
y centralismo» (1925a), en los cuales vinculó el problema del indio a la
tenencia de la tierra y sostuvo que la descentralización administrativa, en
vez de resolver el problema nacional, aumentaba el poder de los gamonales
(terratenientes explotadores de los nativos).
La conversión de Mariátegui al indigenismo tuvo lugar cuando el
Perú experimentaba una eclosión nativista generada principalmente por
cinco factores: 1) la vigencia de la prédica de Manuel González Prada;
2) el nuevo objetivo nacionalista de incorporar al indio a la sociedad
peruana, anhelado por la mayoría de los intelectuales progresistas; 3) la
clarificación teórica de las bases de la literatura peruana en debate desde

130
Eugenio Chang-Rodríguez

que el conservador José de la Riva-Agüero y Osma (1885-1944) defendió


su tesis para optar al grado de bachiller en letras en la Universidad de San
Marcos: «Carácter de la literatura del Perú independiente» (1905); 4) el
deseo de trocar el cosmopolitismo y el exotismo modernistas expresado
por algunos liberales defensores de un localismo matizado con léxico
quechua; y 5) el desarrollo de las corrientes literarias vanguardistas. Estos
factores convencieron a La Sierra, Amauta y Labor en Lima, así como al
Boletín Titikaka en Puno y a otras publicaciones periódicas, a promover
calurosamente el indigenismo.
La Sierra —órgano de la Juventud Renovadora Andina— apareció
como revista mensual de enero de 1927 hasta mayo de 1929 (29 números).
Después, continuó publicándose trimestralmente hasta el número 34
(abril/junio de 1930). La revista difundió las opiniones de los escritores
y artistas de provincias acerca de los problemas nacionales. Entre sus
colaboradores principales destacaron Víctor Raúl Haya de la Torre, Luis
Alberto Sánchez, Jorge Basadre, Luis E. Valcárcel, Nazario Chávez Aliaga,
Uriel García, Nicanor de la Fuente, Rafael Larco Herrera, Enrique López
Albújar, Esteban Pavletich, Magda Portal y Atilio Sivirichi.
Boletín Titikaka es el nombre que, de diciembre de 1928 a 1930
(números 25 al 34), recibió el periódico literario Boletín-Editorial Titikaka,
cuyos números del 1 al 14 (julio de 1926 a noviembre de 1928) tuvieron
ese primer nombre. Lo dirigieron los hermanos puneños: Arturo Peralta
Miranda (1898-1969) y Alejandro Peralta Miranda (1899-1973). Arturo
adoptó el seudónimo de «Gamaliel Churata» y vivió de 1917 a 1964 en
Bolivia, donde recibió el Premio Nacional de Cultura. Alejandro publicó
los poemarios vanguardistas Ande (1926) y El Kollao (1934)11. El Boletín
Titikaka se adhirió al indigenismo vanguardista y al indoamericanismo

11
El primer poemario es rico en secuencias de imágenes surrealistas y bucólicas que intentan
antropomorfizar y zoomorfizar fenómenos naturales con el propósito de acceder a la moder-
nidad; el segundo poemario contiene muchos giros quechuas y aimaras, así como alusiones
a la música amorosa tradicional. Ambos textos comparten construcciones lingüísticas y
onomatopéyicas, y carecen de puntuación. Confróntese Peralta (2006, pp. 36, 41 y 93).

131
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

continental; se opuso al imperialismo norteamericano y al colonialismo


económico y cultural; revaloró la herencia amerindia con óptica nativista;
postuló la utopía andina de la reivindicación ideológica; e intentó legitimar
lo autóctono, basado en la tradición nativista insertada en la modernidad
universal. Además de predicar la confluencia de las dos vertientes de la
vanguardia (artística y sociopolítica), la revista intentó fusionar la cultura
indígena con la mestiza sobre la base de la recuperación del pasado mile-
nario y la cultura popular indígena contemporánea a través del desarrollo
de la educación intercultural y la integración. Esta publicación no abrazó
plenamente ni el socialismo ni el aprismo12.
Durante el último quinquenio de la década de 1920, la mayoría de
los poetas indigenistas se expresaban con estética y técnica vanguardistas;
suprimían la preceptiva, la métrica y la rima, y disponían las letras
mayúsculas y minúsculas para impresionar visualmente. Curiosamente,
gran parte de los autores indigenistas eran mestizos, cuyos discursos,
dirigidos a las personas cultas y a los opresores de todas las razas, no
entendía la mayoría defendida.
Ganado por el indigenismo, Mariátegui recogió en Amauta, desde el
primer número (setiembre de 1926), ensayos, historias, cuentos, poemas,
dibujos y pinturas sobre la mayoría amerindia. A partir del quinto número
(enero de 1927), comenzó la sección «El proceso del gamonalismo,
Boletín de defensa indígena», destinado a documentar los crímenes y
abusos de los gamonales, con el doble propósito de iluminar la conciencia
pública y aportar una nueva serie de testimonios sobre la conducta de los
terratenientes.
Gran parte de los indigenistas mestizos predicaban su mensaje redentor
tanto a los blancos y mestizos opresores como a los mestizos e indios
cultos. Sus llamadas a la rebelión, sin embargo, no eran tan claras como
las de González Prada. Al respecto, Luis Monguió observó acertadamente:

12
En 2004 la Universidad San Agustín de Arequipa publicó una edición facsimilar de El
Boletín Titikaka.

132
Eugenio Chang-Rodríguez

Quizás también la imprecisión que se nota en los términos de


las incitaciones a la revolución que llenan la literatura y la poesía
indigenista fuera debida a que lo que íntimamente quisieran los
escritores fuese más bien la revolución hecha contra el criollo (étnico,
social o económico) sobre la base de una multitud india (pobre) pero
con una dirección mestiza (clase media). Refuerzan estas sospechas
el hecho de que Mariátegui y sus amigos marxistas fueran objeto de
la repulsa de los indigenistas (64) cuando plantearon el problema
como una cuestión descarnada, básica y revolucionariamente
social y económica (65). Y las sospechas indicadas se hacen más
vehementes todavía al observar que la virada del nativismo peruano,
del indigenismo hacia el «cholismo», es casi simultánea en el tiempo
con la aparición de un movimiento —el aprismo— esencialmente
de clase media mestiza (y vocabulario «indoamericano») con vistas a
la conquista del Estado (1954, p. 107)13.

El indigenismo de entreguerras y Haya de la Torre


A principios de 1927 se fundó la primera célula de la Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA) en París, cuyo programa máximo,
publicado en Inglaterra a fines de 1926, declaraba su solidaridad con
todos los pueblos oprimidos. Los fundadores de las primeras células
y comités apristas de Europa y las Américas tuvieron en su haber una
rica experiencia de lucha proindigenista. Cumpliendo las funciones de
secretario del prefecto del Cusco, el joven Víctor Raúl Haya de la Torre
había vivido ocho meses, entre 1917 y 1918, en las serranías del sur del
Perú, donde observó conmovido los crímenes contra los indios y estudió
quechua para explorar la castigada conciencia del aborigen explotado.

13
En esta cita el paréntesis (64) es una nota que da tres ataques tomados de La Sierra
(Lima) del 4 de abril de 1927 (pp. 4-5) y del 1º de enero de 1927 (p. 4); el paréntesis
(65) corresponde a la nota que menciona «El problema primario del Perú» y la polémica
de Mariátegui con Luis Alberto Sánchez.

133
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Al volver a Lima en mayo de 1918, Víctor Raúl le contó a su tío


Amador del Solar sus amargas experiencias en las sierras peruanas y la
urgencia de resolver el drama del indio. Ante la inesperada declaración, el
tío aristocrático respondió alarmado: «No digas estas cosas, sobrino, el Perú
no podrá resolver en muchos años este problema. Ten cuidado, tú puedes
llegar a ser un gran político, pero no provoques resistencias» (Cossío del
Pomar, 1946, pp. 76-78). Siete años más tarde, en 1925, desde Europa,
Víctor Raúl, en una carta a Julio R. Barcos14, de Buenos Aires, le reveló
que su estada en el Cusco fue decisiva en su vida porque presenció con
horror el sufrimiento del indio y lamentó que el problema fundamental de
la nación jamás hubiera sido tratado con justicia por ningún gobernante:
El gamonalismo es en el Perú un crimen organizado y legalizado. Yo he
vivido ocho meses en el Cusco, conozco Cajamarca, Apurímac y otros
puntos de la sierra peruana. Usted no puede imaginarse los horrores
que allí se cometen. He visto indios con las carnes tajadas por las
vergas con que les azotan. En un resumen que publicará la Biblioteca
Europea y Asiática de Suiza, hago un relato de mis recuerdos, de lo
que he visto en la sierra peruana. Hualpaldo (caldo de gallina) le
llaman al látigo los gamonales. Con él destrozan las carnes de esos
desgraciados. Les matan, les roban, les incendian las chozas, les violan
las mujeres y las hijas, con una frialdad sin paralelo. Pero el «gamonal»
es el diputado, es el senador, es el ministro, es el presidente. Cuando
pasé por Tumbes, supe que, en la hacienda costeña de Plateros, de
que es propietario Leguía, se castigaba a los trabajadores poniéndolos
desnudos, atados, con las espaldas al sol. Tumbes está en el trópico.
Aquellos suplicios son bien conocidos en la costa y la sierra del Perú
(Haya, 1927b, pp. 99-100; 1976-1977, t. 1, pp. 67-68).

14
Julio R. Barcos (1883-1960), anarquista, codirector de la revista anarco-bolchevique Cua-
simodo, publicó varios de los primeros poemas de Jorge Luis Borges en diciembre de 1921
y fue autor de La doble amenaza. Réplica a Lugones (1923). Es recordado por sus vínculos
con la Unión Cívica Radical y por haber publicado Política para intelectuales, cuya «Presen-
tación» la escribió Gabriela Mistral (Buenos Aires, 1931), y por haber editado y anotado,
por primera vez en 1961, El civilizador, obra inédita de Domingo Faustino Sarmiento.

134
Eugenio Chang-Rodríguez

Y precisamente porque le impresionó profundamente el dolor de


los amerindios, Haya escogió el Cusco como sede del Primer Congreso
Nacional de Estudiantes de 1920. Esa reunión proclamó el deber de la
nueva generación peruana de reivindicar a los indígenas. Al organizar
las universidades populares, Haya no solamente las bautizó con los
apellidos de Manuel González Prada, sino que también se concentró en
impartir educación a los trabajadores manuales de Lima, mestizos e indios
principalmente, a quienes invocó a enorgullecerse de su sangre.
Cuando fundó el APRA, Víctor Raúl incluyó la nacionalización de
las tierras como uno de los cinco puntos substanciales de su programa
máximo. Como Mariátegui, Haya vinculó el problema de la tierra con
el indio y lo situó entre los principales asuntos nacionales. Además, el
fundador del aprismo a Latinoamérica la llamó Indoamérica, nombre
significativo que justificó en varios ensayos y conferencias, para lo cual
ofreció ecuaciones entre la nomenclatura americana y los períodos
históricos del continente:
Hispanismo o Iberoamericanismo = Colonia
Latinoamericanismo = Independencia y República
Panamericanismo = Imperialismo
Indoamericanismo = Revolución Social

Adujo que los términos coexisten porque también conviven en


Latinoamérica las diferentes formas de organización social y los diversos
grados de evolución económica; dentro de las fronteras del continente y de
cada país coexisten salvajismo, barbarie, civilización y agricultura comunal
primitiva, feudalismo, industrialismo, capitalismo e imperialismo15. En
una carta a un amigo argentino de Gabriela Mistral, fechada en mayo de
1927, Haya explicó cómo la causa del problema del indio era más social

15
Acerca del nombre Indoamérica Víctor Raúl ya había escrito en 1926, 1927 y 1928.
Su mejor trabajo sobre el tema lo redactó en Berlín, en octubre de 1928: «A propósito de
un prólogo de don Luis Jiménez de Asúa», Repertorio Americano 20(5) (1º de febrero de
1930), pp. 73-75.

135
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

que racial por lo que se debe redimir al indio, no solo por ser indio,
sino porque en su gran mayoría es explotado. Concordó con González
Prada en que el problema indígena es una cuestión socioeconómica más
que pedagógica16. En esta misiva al amigo argentino le repitió algunos
conceptos sobre el amerindio que él había emitido en París el 23 de
setiembre de 1926: el latifundio representa la conquista, la invasión,
porque sus opresores pertenecen a la clase dominante que les arrebató
el poder a los incas. La comunidad indígena, en cambio, representa la
tradición social del Perú, la vértebra económica del Incario. Como desde
la llegada de los conquistadores el conflicto económico ha sido planteado
por estas dos instituciones económicas, Haya trajo a colación la frase de
Plinio el Viejo sobre cómo el latifundio fue la perdición de la antigua
Italia17. En vista de que la lucha entre el latifundio y la comunidad indígena
no puede resolverse por decretos y leyes que no se cumplen, Víctor
Raúl recomendó una completa transformación social que incluyera la
devolución de las tierras arrebatadas a los amerindios. El problema indígena
es eminentemente internacional por pertenecer a toda Hispanoamérica
desunida (Haya, 1933, pp.104-113).
En el Instituto de Ciencias Políticas de Williamstown, Massachusetts,
a mediados de 1927, al ocuparse del subconsciente indio del blanco
contemporáneo de las Américas, Víctor Raúl coincidió con las
observaciones sobre el tema hechas por el sicólogo suizo Carl Gustav
Jung (1875-1961) y el filósofo alemán Hermann Keyserling (1880-1946)
(Haya, 1933, p. 11) acerca de la idea de barbarie técnica heredada por
muchos sectores blancos de las Américas. En su visita a Centroamérica
de 1928, el fundador del aprismo constató que, en el Istmo, como en
otras partes del Nuevo Mundo, la ausencia física india en el último siglo

16
Nótese la influencia de M. González Prada en «El problema del indio» en Construyendo
el Aprismo (Haya, 1933, p. 105).
17
Plinio el Viejo, Cayo Plinio Cecilio Segundo (23-79), en su Naturalis historia (1460),
lamentó amargamente la decadencia de la agricultura en Italia (xviii, 21 y 35) escribiendo
la muy citada frase «latifundia perdidere Italiam», citada por Haya.

136
Eugenio Chang-Rodríguez

curiosamente oculta la influencia indígena. Al comprobar el acento y la


entonación mayas en el habla de yucatecos y guatemaltecos, Haya afirmó
en Costa Rica: «No han muerto entre nosotros ni las virtudes ni los defectos
del indio» (1933, pp. 11-12).
En 1927 Víctor Raúl retornó a América de Europa aferrado a su
indoamericanismo. Lo prueba su carta al director de La Sierra, a quien le
confió: «prefiero mil veces que miremos hacia nosotros con exageración
a que nos perdamos en un internacionalismo simplista y necio o en un
europeísmo de remedo, vicio de nuestros intelectuales, barniz de nuestras
mediocridades. Soy indoamericanista porque creo con Engels que la
realidad social no se inventa, se descubre»18. En su libro doctrinario El
antiimperialismo y el APRA analizó la realidad económico-social del Perú
y el papel histórico del ayllu, unidad económica antitética del latifundio
(Haya, 1936, p. 177-180).
En su recorrido por Centroamérica, Víctor Raúl dictó conferencias
tanto en ciudades pobladas de mestizos y blancos como en los pueblos
indios del interior. En esos lugares, instó a su auditorio a que se
enorgulleciera de su etnia, sicología y pasado histórico, y también le
recomendó que estudiaran sus problemas para obtener su completa
independencia social. Aun en Costa Rica, país predominantemente blanco,
habló sobre las masas explotadas indígenas y comparó su situación con
la de los antepasados del Incario. Su visita impulsó a buen número de
centroamericanos blancos a abrazar el indigenismo.
Forzado otra vez a vivir desterrado en Europa varios años más,
Haya continuó ampliando sus estudios sobre la realidad americana y el
indigenismo. En Berlín, a mediados de 1930, en un artículo les recuerda
a los intelectuales latinoamericanos europeizados la fórmula de Simón

18
Esta carta dirigida a J. Guillermo Guevara, director de Sierra, revista editada en Lima
con redactores provincianos, Haya la fechó en México, D. F., el 29 de marzo de 1928.
Se publicó en Repertorio Americano, 17(1) (7 de julio de 1928), pp. 6-7, con el título de
«Del Cusco salió el nuevo verbo y del Cusco saldrá la nueva acción», frase central de su
misiva reproducida en Construyendo el aprismo (1933, pp. 99-103). La cita corresponde
a la p. 7 de Repertorio Americano y a la p. 102 de Construyendo el aprismo.

137
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Rodríguez (1769-1864), maestro de Bolívar, escrita en su primer cuaderno


de Sociedades americanas: «En lugar de pensar en medos, persas y egipcios,
pensemos en los indios» (Haya, 1930, p. 164).
Después del derrocamiento del régimen autocrático de Augusto B.
Leguía (1930) y la instalación en 1931 de la junta de gobierno provisoria
presidida por David Samanez Ocampo, los desterrados apristas retornaron
a su patria, determinados a continuar la lucha por la democracia y la solución
del fundamental problema de la redención del indio. En su conferencia
prohibida, pero publicada en 1931, con el título «Nuestros fines», Manuel
Seoane, al reflexionar sobre la problemática indígena, sostuvo que todos los
problemas nacionales se entrecruzan y constituyen uno solo e indivisible.
Coincidió con Haya de la Torre y Mariátegui en que esa cuestión estaba
íntimamente ligada al asunto agrario, puesto que la principal ocupación
del amerindio es la agricultura. Seoane denunció a las fuerzas opresoras del
aborigen en un lenguaje claro y directo (1931b, pp. 32-33).

La polémica del indigenismo


En un ambiente cargado de inquietudes intelectuales, en 1927 se desarrolló
principalmente en la revista Mundial de Lima una sonada polémica sobre el
indigenismo, cuyos principales contendores fueron José Carlos Mariátegui
y Luis Alberto Sánchez. Antecedentes inmediatos fueron: a) el ensayo
crítico de Enrique López Albújar (1872-1966), «Sobre la psicología del
indio», publicado en el cuarto número de Amauta (diciembre de 1926);
b) dos artículos de Mariátegui acerca de «El indigenismo en la literatura
nacional», insertados en Mundial (3 y 26 de enero de 1927); y c) «Nosotros,
los indios...» de José Escalante, artículo publicado en La Prensa (Lima),
el 3 de febrero de 1927.
El ensayo de López Albújar se ensañó contra el indio huanuqueño,
a quien calificó de «esfinge de dos caras, la primera le sirve para vivir
entre los suyos; la segunda para tratar con los extraños». A «Cuando besa
una mano es cuando más cerca está de morderla»; el vigésimo segundo,
«Es sobrio en su mesa y voraz en la ajena». Y así, con la misma tónica,

138
Eugenio Chang-Rodríguez

continuó dando las demás opiniones, todas ellas, aparentemente basada


en su experiencia de juez de amerindios delincuentes.
En el mencionado primer artículo sobre «El indigenismo en la literatura
nacional», Mariátegui explicó cómo ese movimiento se encontraba en un
período de germinación sin haber dado todavía sus flores y frutos, y lo
comparó con el «mujikismo» de la literatura rusa prerrevolucionaria. En el
segundo artículo, exageró las diferencias existentes entre el costeño criollo
y el serrano indígena. Sostuvo, además, que el auténtico indigenismo
involucra una obra económica y política de reivindicación y no de
restauración ni de resurrección. Para Mariátegui, el movimiento anunciaba
una profunda transformación nacional. Quienes lo consideraban como
una artificial corriente literaria, destinada a agotarse en una declamación
pasajera, no percibían lo hondo de sus raíces ni lo universal de su savia:
Se cumple un complejo fenómeno espiritual, que expresan distinta pero
coherentemente la pintura de Sabogal y la poesía de Vallejo, la inter-
pretación histórica de Valcárcel y la especulación filosófica de Orrego,
en todos los cuales se advierte un espíritu purgado del colonialismo
intelectual y estético. Por los cuadros de Sabogal y Camilo Blas y los
poemas de Vallejo y Peralta circula la misma sangre. En los apóstrofes
de Valcárcel, de Haya de la Torre y de Gamaliel Churata se encuentra
idéntico sentimiento. Los identifica hasta cierta entonación mesiánica19.

Teniendo en cuenta los artículos anteriores y otros escritos sobre el


tema, Ángel Escalante (1883-1965) —diputado gobiernista y propietario
del diario El Comercio, de Cusco— publicó «Nosotros, los indios», un
artículo que reactivó la controversia en Mundial. En este trabajo, Escalante
acusó a los indigenistas de socavar las bases del régimen de Augusto B.
Leguía , cuya política a favor del indio «ya estaba resolviendo el problema».
Belicosamente dijo que no pueden ni deben escribir sobre el indio los
costeños, cuya literatura indigenista no pasaba de ser una corriente

19
Reproducido en «El proceso del gamonalismo» de 7 ensayos de interpretación de la realidad
peruana (1959b [1928]).

139
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

pintoresca, cargada de frases hechas, lugares comunes y desconocimiento


del amerindio y sus problemas. Al resumir algunos juicios negativos de los
antiindigenistas, calificó el catálogo de opiniones de López Albújar como
«axiomas que nadie discute y todos aceptan». Con buenos argumentos,
Escalante rebatió cada uno de los juicios negativos y mencionó la obra
ejemplar de Pedro S. Zulen:
Cuando el alma pía y luminosa de Zulen emprendió la primera
cruzada en favor del aborigen ¡qué de resistencias, de odios y de
dificultades no se echó encima! Fue excluido, pospuesto y rechazado
como un pestoso. Hoy no. Nuestra voz se alza altiva y confiada, porque
estamos amparados por una ideología gubernamental distinta, por una
concepción nueva de los problemas nacionales (La Prensa, Lima, 3 de
febrero de 1927. En Aquézolo, 1976, pp. 9-10).

Estos preliminares de la polémica impulsaron a Sánchez a escribir


en Mundial (11 de febrero de 1927) el artículo «Un insensato anhelo de
demolición», para comentar la «idolatría reinante» (Aquézolo, 1976, p. 10)
y la retórica de algunos indigenistas. A la semana siguiente, Sánchez publicó
en Mundial «Batiburrillo indigenista», en el que rechazó «las crueles y
demoledoras apostillas de López Albújar»; elogió el indigenismo de Pedro
Zulen, «hombre abnegado, desinteresado, fervoroso y tenaz como pocos,
y en cuyo nombre se calumnia mucho»; y criticó a Mariátegui por oponer
colonialismo a indigenismo y amparar en Amauta las aseveraciones de
López Albújar (Aquézolo, 1976, pp. 69-73).
Mariátegui respondió a Sánchez con el artículo «Indigenismo y
socialismo: intermezzo polémico», publicado en el siguiente número de la
misma revista (25 de febrero de 1927). Lo acusó de mezclar y confundir
las expresiones positivas y negativas del movimiento, sin distinguir las
expresiones teóricas de las estéticas ni de las prácticas; pero, en cambio,
estaba listo a exigir perfecta congruencia entre especulaciones críticas,
afirmaciones doctrinarias e imágenes poéticas. Le recordó que el estudio
de López Albújar era «sobre la psicología del indio huanuqueño» y estaba
precedido por una advertencia sobre la dualidad psíquica y que la mayor

140
Eugenio Chang-Rodríguez

parte de las observaciones correspondían a la actitud del indio ante el


blanco. Terminó diciéndole, «no me llame ‘nacionalista’, ni ‘indigenista’,
ni ‘pseudo-indigenista’…llámeme, simplemente socialista». En el número
siguiente de Mundial (4 de marzo de 1927), Sánchez publicó su «Respuesta
a José Carlos Mariátegui», donde se declaró nacionalista peruanista y le
increpó el haber dado cabida en Amauta a artículos de la más variada
índole, así como haber publicado escritos de los más encontrados matices,
distantes de su ideología, en contradicción con lo prometido en la
«Presentación» de esa revista. Sánchez no concordó con que se exaltara solo
al indígena serrano, al cholo y al criollo, y concluyó con la pregunta «¿No
podría acordar un movimiento de reivindicación total y no exclusivista?»
(Aquézolo, 1976, p. 81).
A la semana siguiente, Mariátegui publicó también en el semanario
Mundial su «Réplica a Luis Alberto Sánchez», donde definió tanto el
nacionalismo europeo como el de los pueblos coloniales y calificó al
primero de reaccionario y antinacionalista, y al segundo de revolucionario y
confluyente con el socialismo. A continuación, observó: «Yo me contentaré
con aconsejarle que dirija la mirada a la China, donde el movimiento
nacionalista del Kuomintang recibe del socialismo chino el vigoroso
impulso». Luego añadió, «el socialismo es un método y una doctrina, un
ideario y una praxis defensora de la integridad nacional y la reivindicación
de las clases trabajadoras, sin distinción de Costa ni de Sierra, de indio
ni de cholo». En este artículo, Mariátegui también sostuvo que el primer
manifiesto del Grupo Resurgimiento del Cusco se había encargado de
contestarle a Escalante. Como en realidad ese primer manifiesto no
había mencionado a Escalante y se había aprobado y circulado antes
de «Nosotros, los indios», era obvio que Mariátegui estaba evitando
responderle directamente a ese «político avisado». Por coincidencia o por
decisión del director de Mundial, en el mismo número del 11 de marzo de
1927 publicó, junto al texto anterior, el breve ensayo de Sánchez «‘Ismos’
contra ‘ismos’», en el que aclaró que dentro del indigenismo se agrupan
«los anhelos nacionalistas, el acercamiento al pueblo, el desdén por las

141
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

aristocracias sociales, la afición a lo autóctono, el espíritu revolucionario».


También afirmó que la lucha no era entre colonialismo e indigenismo,
sino entre exotistas y autoctonistas (Aquézolo, 1976, pp. 97-100).
Dos semanas más tarde, Sánchez dio a conocer «Más sobre lo mismo»,
en Mundial (25 de marzo de 1927), donde expresó el deseo de poner
punto final al debate y observó cómo uno de los problemas más difíciles
de resolver era la explotación del indio por el indio mismo, cuando era
tinterillo, abogado o sargento convertido en «el principal exprimidor de su
raza». Además, el joven escritor reiteró su deseo de ver una cooperación de
todas las fuerzas vivas del Perú integradas e iluminadas por la educación.
Sus conclusiones provisionales fueron:
1. Que la comunidad indígena no ha llenado su finalidad, la de
fortalecer la situación del indio y ponerle a salvo de las acechanzas
de sus explotadores.
2. Que conviene desconfiar del terrateniente como del indígena o misti
culto. El gamonalismo no comporta necesariamente el latifundio,
es algo espiritual, psíquico, personal. Gamonal es el que explota y
maltrata y abusa del indio, tenga tierras o no.
3. Que en los latifundios existen grandes zonas no cultivadas,
fácilmente redimibles si se aplica una ley previsora y severa (Aquézolo,
1976, pp. 94-96).

Este artículo del futuro rector de la Universidad de San Marcos, aunque


publicado en Mundial el 25 de marzo de 1927, debió haberse redactado
antes, porque desde la semana anterior, Mariátegui había iniciado en esa
misma revista una serie semanal de catorce artículos sobre «El problema
de la tierra». En el primero de ellos (del 18 de marzo de 1927), su autor
insiste en que la problemática agraria peruana se presenta ante todo como
el problema de la liquidación de la feudalidad. La identidad surge porque
la antigua clase feudal, disfrazada de burguesía republicana, conserva sus
posiciones y latifundios. De acuerdo con esta tesis, las expresiones de la
feudalidad sobreviviente son latifundio y servidumbre; consecuentemente,

142
Eugenio Chang-Rodríguez

no se puede liquidar la servidumbre de la raza indígena sin destruir el


latifundio. En el segundo de los artículos de la serie (publicado el 25 de
marzo de 1927), Mariátegui comenzó así:
El problema de la tierra esclarece la actitud vanguardista o socialista,
ante la supervivencia del Virreinato. El «perricholismo» literario no
nos interesa sino como signo o reflejo del colonialismo económico.
La herencia colonial que queremos liquidar no es fundamentalmente,
la de «tapadas» y celosías sino la del régimen económico feudal, cuyas
expresiones son el gamonalismo, el latifundio y la servidumbre...no
renegamos, propiamente, la herencia española; renegamos la herencia
feudal (Mariátegui, 1959b [1928], p. 85).

A continuación, explicó cómo el problema indígena está subordinado


al de la tierra. De esta manera, Mariátegui intentó terminar el debate
publicando su artículo «Polémica finita», en Amauta (marzo de 1927). Ahí
refutó la acusación de Sánchez de no haber obrado en consonancia con
su programa ni con sus ideas al dar cabida a artículos de la más variada
índole. Mariátegui explicó que había actuado así porque Amauta era
una revista de doctrina-social, económica, política, de arte, de literatura,
etcétera. Afirmó que la presencia «subsidiaria o solo episódica» de un
intelectual sin posición combatiente no le resta sustancia ni energía a la
revista, pues son admitidos sin peligro para su integridad y homogeneidad
como accidentales compañeros de viaje: «Que Amauta rechace todo lo
contrario a su ideología no significa que lo excluya sistemáticamente de
sus páginas, imponiendo a sus colaboradores una ortodoxia rigurosa»
(Mariátegui, 1969a, pp. 225-228).
Conviene tener en cuenta que, en el curso del debate, el director
de Amauta esclareció cómo el auténtico indigenismo involucra una
obra económica y política de reivindicación y no de restauración ni de
resurrección; y cómo la cuestión del indio, por ser económica, como los
demás problemas básicos del país, la resolvería la revolución socialista.
Sánchez, por su parte, amplió los horizontes del indigenismo para abarcar

143
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

al cholo y postuló la reivindicación de todos los explotados (Aquézolo, 1976,


p. 81). Mariátegui no simpatizó con el indigenismo meramente evocativo,
como el propugnado por Luis E. Valcárcel en Tempestad en los Andes , porque
distorsionaba la realidad histórica precolombina con fines interesados.
Mariátegui prefería el indigenismo beligerante, de reivindicaciones y
transformaciones concretas, en vez del movimiento propugnador de una
restauración antihistórica y antidialéctica. Por eso observó:
La literatura indigenista no puede darnos una visión rigurosamente
verista del indio. Tiene que idealizarlo y estilizarlo. Tampoco puede
darnos su propia ánima. Es todavía una literatura de mestizos. Por eso
se llama indigenista y no indígena. Una literatura indígena, si debe
venir, vendrá a su tiempo. Cuando los propios indios estén en grado
de producirla (Mariátegui, 1959b [1928], p. 265).

Evidentemente Mariátegui supeditó su concepción del indigenismo al


ideario comunista. Interpretó el problema del indio con criterio marxista
propio. Después de considerar las posibles opciones suscitadas por el
tema en diversos campos, el Amauta esbozó su planteamiento en el cual
dejó de mencionar la existencia de una dicotomía nacional: costa criolla-
versus sierra indígena. Hizo bien porque la costa no es toda criolla ni la
sierra es completamente india. La naturaleza nacional no es bimembre,
bipolar, dicotómica ni antinómica; es multiforme, con gran diversidad de
componentes en sus aspectos sustantivos y adjetivos. El indio no es sino
parte del Perú multicultural y multilingüe. La tesis mariateguiana sobre las
razas explica mejor esta pluralidad. La delegación de su partido asistente
como observadora al Primer Congreso Comunista Latinoamericano de
1929, la defendió contra las objeciones del Comintern. A Mariátegui le
afectó mucho recibir la noticia traída por los delegados peruanos de cómo
la Internacional Comunista había propuesto en las reuniones del Río de la
Plata auspiciar la creación de un Estado quechua y otro aimara, basándose
en el principio de la autodeterminación y la supuesta arbitrariedad de las
fronteras peruanas y bolivianas.

144
Eugenio Chang-Rodríguez

Para Mariátegui, la cuestión del indio, como los demás problemas


básicos peruanos, gira alrededor de la economía, consecuentemente la
revolución socialista puede resolverlos aniquilando la feudalidad. Su
indigenismo no es antihispánico, sino antigamonal. Como González
Prada, cuando defiende al indio no agredió al blanco. Su oposición al
servilismo afecta al patrón, sea criollo, blanco, mestizo o indio. La reflexión
de Mariátegui es económica y no exclusivamente étnica. Cuando elaboró
su última tesis tuvo en cuenta los diferentes componentes nacionales que
percibió con criterio dialéctico consonante con un socialismo abierto,
receptor de los aportes positivos de sus compatriotas a quienes debate
y enseña, pero de quienes también aprende. Su política editorial en
Amauta y en Labor demuestra que la prédica indigenista debe llevarse
a cabo utilizando todos los vehículos y campos de expresión posibles:
económico, político, sociológico, histórico, artístico y literario. Así se
crea una conciencia propicia a la solución del problema, pues en último
análisis, este tiene su origen en las dislocaciones económicas incrustadas en
el mundo nativo por fuerzas extrañas. Este legado de Mariátegui influirá
decisivamente en escritores indigenistas posteriores, sobre todo en dos de
sus más destacados exponentes: Ciro Alegría (1909-1967) y José María
Arguedas (1911-1969). Ambos comenzaron a publicar novelas y cuentos
en 1935, apenas un lustro después de la muerte del Amauta.

La redención del indio en el programa mínimo del PAP


El Primer Congreso Nacional del Partido Aprista Peruano (agosto-
setiembre de 1931), al que asistieron muchos delegados indígenas, incluyó
una sección sobre la «Redención del Indio» en el Programa Mínimo del
PAP aprobado. Los principales lineamientos de esa sección fueron:
1. Incorporaremos al indio a la vida del país;
2. Legislaremos en pro de la conservación y modernización de la
comunidad indígena;

145
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

3. Protegeremos también a la pequeña propiedad;


4. Fomentaremos las pequeñas industrias indígenas;
5. Fomentaremos el arte indígena;
6. Estableceremos las causas específicas que determinen la revisión de
los pactos y contratos celebrados por los indígenas y terratenientes;
7. Respetaremos las peculiaridades de cada región indígena, dentro del
plan general y rumbo unificador de la educación;
8. Formaremos maestros indígenas; estableceremos la Escuela Rural
Indígena;
9. Educaremos al indio usando su propio idioma, además del castellano;
10. Introduciremos el cooperativismo agrario entre los proletarios
indígenas de tierras;
11. Emprenderemos una enérgica campaña contra el abuso del alcohol y
la coca.
12. Crearemos el Hogar Agrícola Indígena20.

Además, en las otras secciones del Plan de Acción Inmediata sobre


los problemas nacionales se incluyeron medidas favorables al indio:
la expropiación de tierras ociosas, varios proyectos de irrigación, la
promulgación de un código de agricultura, el fomento de las estaciones
experimentales agropecuarias, la organización del seguro agrícola integral
y otras medidas beneficiosas para el agricultor. Al expresar el propósito de
defender al trabajador doméstico, tan vilipendiado y explotado en el Perú,
el programa mínimo se refirió especialmente al empleado doméstico de
raza india, mayoritario en todo el Perú. En cuanto al sistema de educación
nacional, el aprismo puso especial énfasis tanto en el nivel elemental como
en la necesidad de establecer institutos de estudios superiores en las diversas
regiones del país, acordes con sus necesidades específicas. Se recalcó,
igualmente, la higiene y la asistencia social y se propuso la construcción

20
Debido a las dictaduras imperantes, el capítulo sobre la redención del indio tuvo que
ser nuevamente aprobado en el II Congreso Nacional del PAP, reunido en 1948.

146
Eugenio Chang-Rodríguez

de hospitales regionales, casas de salud, dispensarios y sanatorios en las


diferentes áreas de concentración indígena. Asimismo, el PAP planteó la
ampliación del cuerpo médico del Estado con el fin de beneficiar a las
más apartadas localidades del interior del Perú.
En vista del complejo factor económico del llamado problema indio,
Haya de la Torre señaló la urgente necesidad de devolverles sus derechos a
los amerindios. Teniendo en cuenta el innato socialismo precolombino y la
organización social basada en el ayllu, el PAP abogó por la modernización
de la estructura económica incaica y recomendó convertir al ayllu en
base fundamental de la nueva organización cooperativa indígena. El
sindicato de ingenieros apristas consiguió que el Primer Congreso del PAP
aprobara una serie de medidas para defender y ampliar las comunidades
indígenas. La mayoría de las mociones no aprobadas en el Congreso del
PAP fueron propuestas después por legisladores no apristas, cuando el
PAP era perseguido durante los regímenes autocráticos. Mencionemos
algunas de ellas:
13. Creación de la Dirección de Asuntos Indígenas;
14. Nombramiento de comisiones integrales para resolver los litigios
territoriales y definir la propiedad comunal;
15. Valorización y catastro de la propiedad comunal;
16. Delimitación y amojonamiento de la propiedad comunal;
17. Revisión de los títulos de propiedad de los presuntos usurpadores de
bienes comunales;
18. Expropiación de latifundios colindantes a propiedades comunales,
cuando a juicio del Gobierno sea necesario para satisfacer las
necesidades de las comunidades21.

Precisamente porque consideraba afianzar la comunidad indígena


mediante la reforma agraria, el PAP consiguió que sus aliados en la

21
Consúltese lo escrito por Alfredo Saco Miró Quesada, uno de los participantes en el
Congreso del PAP (Saco, 1946, pp. 18-24).

147
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Asamblea Constituyente de 1931-1932 incorporaran en la Constitución de


1933 los puntos de vista de los veintitrés diputados apristas desaforados y el
título XI sobre «Comunidades Indígenas» fue incluido en la Constitución:
Art. 207. Las comunidades de indígenas tienen existencia legal y
personería jurídica.
Art. 208. El Estado garantiza la integridad de la propiedad de las
comunidades. La ley organizará el catastro correspondiente.
Art. 209. La propiedad de las comunidades es imprescriptible e
inajenable, salvo el caso de expropiación por causa de utilidad pública,
previa indemnización. Es, asimismo inembargable.
Art. 210. Los Concejos Municipales, ni corporación o autoridad
alguna intervendrán en la recaudación ni en la administración de las
rentas y bienes de las comunidades.
Art. 211. El Estado procurará de preferencia dotar de tierras a las
comunidades de indígenas que no las tengan en cantidad suficiente
para las necesidades de su población, y podrá expropiar, con tal
propósito, tierras de propiedad particular, previa indemnización.
Art. 212. El Estado dictará la legislación civil, penal, económica,
educacional y administrativa, que las peculiares condiciones de los
indígenas exigen22.

A Víctor Raúl no le preocupó que los artículos de la Constitución


de 1933 y otras leyes posteriores aprobadas durante gobiernos despóticos
no fueran reconocidos como iniciativas de inspiración aprista porque
su interés esencial era legislar a favor del indio y el cumplimiento de
las leyes, aunque no se reconociera al autor o autores de las iniciativas.
Desgraciadamente no sucedió así. Las administraciones autocráticas de
turno dictaron leyes a favor de los amerindios solo como gesto demagógico
o barniz democrático y no implementaron esas leyes.

22
La Constitución Política del Perú, promulgada el 9 de abril de 1933, fue incluida en el
Almanaque «La Tribuna» (1948, pp. 70-86). El título Xl aparece en la p. 84 (ver Haya de
la Torre, 1931).

148
Eugenio Chang-Rodríguez

En su Manifiesto a la Nación, emitido en febrero de 1932, durante


la persecución desencadenada por el gobierno del general Sánchez Cerro,
Haya de la Torre recordó que el PAP había recogido la frase «peruanicemos
al Perú», pero luego se cercioró de la imposibilidad de peruanizar al
Perú si no se acometía humana y científicamente la redención del indio,
independizándolo del coloniaje económico y político (Haya, 1933b,
pp. 125-126).
El general Benavides, sucesor del asesinado presidente Sánchez Cerro,
percatado de su impopularidad, aprobó algunas medidas apristas con el fin
de conquistar la simpatía de la ciudadanía. En 1937, mediante la ley 8547,
estableció la Dirección de Asuntos Indígenas en el Ministerio de Salud
Pública, Trabajo y Prevención Social; y el 9 de mayo de 1939 decretó la
creación de las Brigadas de Culturización Indígena. El presidente siguiente,
Manuel Prado, durante su primer período gubernamental, ordenó la
fundación de seis escuelas normales rurales en la república el 7 de febrero de
1940, a las cuales los estudiantes de ascendencia indígena tendrían acceso.
No obstante la política «proindigenista» de los gobiernos dictatoriales,
la realidad era diferente. El indio siguió sumido en el pauperismo,
sometido a la más vil explotación, engañado y abusado diariamente por
los gamonales, parientes de muchos de los que irónicamente aprobaban
las leyes indigenistas en el Congreso23.

23
Inaugurado el régimen de J. L. Bustamante y Rivero en 1945, gracias a los votos
apristas, el PAP recibió infinidad de solicitudes, reclamos, memoriales y peticiones de las
comunidades indígenas sobre la falta de interés gubernamental en sus problemas comunales
y la desatención a los juicios ventilados en la Dirección de Asuntos Indígenas, acusándola de
numerosas irregularidades, extorsiones, exacciones y gran variedad de abusos para inscribir
a las comunidades. La Comunidad de Paiján, cerca de Trujillo, por ejemplo, desde 1935
había solicitado su reconocimiento legal, y hasta 1946, cuando el diputado aprista por
Puno, Rómulo Meneses, llevó la queja hasta su Cámara, todavía no la habían inscrito. Léase
su discurso pronunciado en la Cámara de Diputados el 13 de marzo de 1946, publicado
con el título «El drama de las comunidades indígenas» (Meneses, 1946, p. 4, 15).

149
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Difusión del indigenismo de Haya de la Torre


y sus discípulos
Durante la lucha de resistencia conducida desde la ilegalidad, los apristas,
desde el escondite acechado o desde el destierro, siguieron predicando
la incorporación de las masas amerindias a la vida nacional. Muchos de
ellos continuaron su labor a favor del amerindio expandiéndola al terreno
literario. Publicaron numerosos poemas, cuentos, novelas y dramas
indigenistas tanto en el extranjero como en el Perú, sin permiso de la
censura. El indigenismo aprista se extendió a la sociología, la economía,
la educación y las artes plásticas. En su patria, dieron rienda suelta a su
vocación democrática pese al sofocante clima político imperante.
La producción literaria indigenista de los apristas alcanzó resonancia
internacional y justo reconocimiento en concursos literarios realizados
particularmente en Chile y en los Estados Unidos. Los triunfos apristas
ahogaban los aislados gritos antiindianistas de los pontífices literarios
mayores del civilismo. El aprismo reaccionó con formas estéticas
exquisitas a los ataques de los conservadores que despreciaban al indio y
lo consideraban indigno de la atención nacional. Uno de ellos, Alejandro
Deústua (1848-1945), afirmó que «la esclavitud de la conciencia del indio
es irremediable»; y con todo cinismo aseveró: «El Perú...debe su desgracia
a esa raza indígena, que ha llegado, en su disolución síquica, a obtener la
rigidez biológica de los seres que han cerrado definitivamente el ciclo de
su evolución y no han podido trasmitir al mestizaje las virtudes propias
de razas en el período de progreso» (Deústua, 1937, pp. 60, 88). Otro
prestigioso escritor conservador declaró: «La instrucción media secundaria
es la semicultura inconveniente y perniciosa…hay que disminuir el
número de colegios de instrucción media» (Belaunde, 1940, p. 83). En
cambio, escritores apristas publicaron novelas indigenistas aclamadas
por doquier. En Santiago de Chile, en 1935, el desterrado aprista Ciro
Alegría publicó La serpiente de oro, acerca de los indios en las márgenes
del río Marañón. En 1938, el mismo autor consiguió un nuevo triunfo

150
Eugenio Chang-Rodríguez

con Los perros hambrientos, obra sobre la vida de los ovejeros del norte del
Perú, que consumían su vida miserable en íntima relación con las fuerzas
de la naturaleza y acompañados de sus perros pastores. En 1941 se editó
su obra maestra: El mundo es ancho y ajeno24. Ese mismo año, otro aprista,
el poeta Julio Garrido Malaver, dio a conocer La guacha, importante obra
de ficción indigenista25.
A la par que se publicaban obras en prosa impregnadas de indigenismo
literario, cargado de protesta social, apareció una pléyade de jóvenes poetas
apristas estrenando una estética nativista de vena indigenista. El orientador
de estos escritores era Antenor Orrego Espinoza. Desde sus ensayos de
1925, en Repertorio Americano y Atenea, y luego en su libro El pueblo-
continente (1939), Orrego desarrolló una interpretación de lo americano
en relación con la cultura y la literatura. Para este ideólogo aprista, en
Indoamérica los hombres tienen el mismo pulso y la misma acentuación
vitales, la misma pulsación cósmica determinante de su destino histórico
(Orrego, 1935, p.  II). Como es el americano quien crea una cultura
original, el excesivo prurito indigenista es regresivo y antihistórico, y el
prurito europeísta es antibiológico y absurdo (Orrego, 1939, pp. 31-34).
Negó que el cholo y lo cholo sean lo único peruano porque otras etnias
también contribuyen a su cultura, fuertemente influidas por el crisol
telúrico y la historia. El mestizo y el criollo son etapas transitorias hacia el
nuevo hombre indoamericano. El mestizaje, sin embargo, es un camino
de los pueblos, pero no un objetivo y una meta. El mestizo es un puente
o un eslabón, o un estado transitivo, pero nunca una forma estable de
vida (Orrego, 1936, pp.  230-231; 1937, p.  39). Empero, el proceso

24
La bibliografía del aprista Ciro Alegría (1908-1967) incluye dos trabajos que escribió
en colaboración con Alfredo Saco Miró Quesada: «Japanese Spearhead in the Americas»
(1942); y «30,000 japoneses forman la quinta columna del Perú» (1942).
25
Julio Garrido Malaver (1909-1997) soportó destierros y prisiones por su ideal; la
Universidad de Concepción (Chile) lo coronó, en 1937, «Poeta de la Juventud». Después
de ser elegido al Congreso de la República dos veces diputado y dos veces senador, fue
nombrado director del Instituto Regional de Cultura de Trujillo. Su bibliografía incluye
14 poemarios y 9 obras en prosa.

151
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de desintegración y descomposición, según Orrego, está casi terminado en


América; se encuentra en su última etapa porque ya se sienten los síntomas
del proceso de integración, de síntesis, que convertirá a la América en
un continente virgen, lleno de juventud rebosante de vida y esperanza
(Orrego, 1936, pp. 230-231).
El ensayista aprista desechó el ethos indianista, tanto como el europeísta
y el mesticista, porque ninguno de ellos puede servir de sustento de la
americanidad. La base del nuevo macrocosmos americano está, según él,
en la elaboración de un ethos original que provenga del carácter del suelo
novomundano: América es el vaso que da forma a la realidad, el continente
que impone forma al contenido (Orrego, 1944, pp. 5-8). La influencia
de Orrego se sintió más en los poetas clasificados por Luis Monguió
como pertenecientes a la segunda generación del aprismo: Julio Garrido
Malaver, Guillermo Camero Hoke, Felipe Arias Larreta y Mario Florián
(Monguió, 1954, p. 124).
El indigenismo aprista sobrepasó las fronteras literarias escritas
para volcarse en la plástica, particularmente en la pintura. Un artista
sobresaliente en esta forma de expresión fue el aprista sinoperuano
Apu-Rímak, seudónimo de Alejandro González Trujillo (1900-1985),
nacido en Abancay, hijo de Tan Foyang, comerciante chino de piedras
preciosas que castellanizó su nombre a Pascual González, y la apurimeña
Francisca Trujillo Pérez. Alejandro decidió desde joven su vocación de
pintor. A los catorce años de edad se inscribió en la Academia Concha,
estudió en el Colegio Guadalupe como discípulo de Teófilo Castillo y
años después fue uno de los primeros alumnos de la Escuela de Bellas
Artes, donde uno de sus profesores fue Daniel Hernández. Durante
quien por varios años integró las comisiones técnicas de los museos de
arqueología para acompañar a Julio C. Tello y a Luis E. Valcárcel en sus
pioneras expediciones arqueológicas. En 1936 concurrió a la Exposición
de Artes y Técnicas de París, donde exhibió sus obras y completó su
entrenamiento plástico. Varias pinturas suyas se mostraron en una
exposición internacional en Bruselas. Al retornar al Perú mostró su interés

152
Eugenio Chang-Rodríguez

en la vanguardia a sus estudiantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes.


Como su padre era miembro del Kuomintang y ávido lector de su vocero
Man Shingpo, Alejandro y sus hermanos militaron en al Partido Aprista
Peruano, y él trabajó como dibujante gráfico de La Tribuna. Las principales
características de las pinturas de Apu-Rímak son el costumbrismo, la
innovación y la planimetría que fusiona rasgos culturales quechuas, chinos
y occidentales. Para su amigo Luis Alberto Sánchez, Apu-Rímak, Camilo
Blas y Carlos Quizpez Asín «formaban el coro de una alegría sin reveses,
de un entusiasmo sin crepúsculo, de una fe sin sombra de duda, de un
batallar riendo, de una jubilosa epifanía» y Alejandro González «perseguía
imágenes como quien persigue ninfas. Dibujaba al carbón con precisión
estupenda, y empezaba a pintar al óleo con un vigor espléndido» (Sánchez,
1988, pp. 94-97). González Trujillo falleció en 1985.

Mayoría india y minoría blanca registradas


en los censos nacionales
En medio del fragor de la polémica, las cifras oficiales dieron la razón a
los indigenistas, particularmente a los apristas. El primer informe oficial
del censo de 1940 arrojó los siguientes datos estadísticos respecto a los
integrantes de las diferentes razas coexistentes en el Perú.

Raza Número de habitantes Porcentaje

Blanca y mestiza 3 283 360 52,89%


India* 2 847 196 45,86%
Amarilla 41 945 0,68%
Negra 29 054 0,47%
No declarada 6412 0,10%
* La cifra para la raza india no incluye a la población de la selva, la cual, estimada en 350 000, debe
considerarse, casi en su totalidad, amerindia.

153
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Este censo, pese a las notorias deficiencias en su preparación, confirmó el


hecho innegable de que el Perú es esencialmente indio y mestizo, y que la
mayoría de la población permanece al margen del negocio público, sujeta
al desgobierno de esa pequeña minoría blanca. Pese a sus deficiencias, el
censo de 1940 proporcionó datos acerca del estado económico de los
habitantes, sus condiciones de vida, su ubicación en la pirámide social,
datos que justificaban a Haya cuando, en 1927, insistió en «la salvación de
los indios, no por ser indios sino porque son explotados» (Haya, 1933a,
p. 105). Observó que, si se persiste en usar la palabra indio como sinónimo
de abusado o explotado, entonces se debe incluir igualmente al mestizo y
al blanco que viven como los indios, tal como sucede en los departamentos
de Cajamarca, La Libertad y Áncash, donde hay blancos de ojos azules que
visten, viven y se expresan como indios. Por consiguiente, ese sustantivo
o adjetivo no debe ser usado como sinónimo de explotado, teniendo en
cuenta que no todos los explotados son indios ni todos los indios son
explotados. Como el PAP está formado por la alianza de trabajadores
manuales e intelectuales de todas las razas, el partido no hace distingos
étnicos. Combate al explotador —sea blanco, mestizo, indio o negro— y
defiende al explotado. Haya afirmó claramente: «la causa del indio es causa
social, no racial» (Haya, 1933a, p. 105), haciendo eco al indigenismo de
su maestro Manuel González Prada y rebatiendo el predominante racismo
general del peruano medio.
El resultado del censo de 1940 sobre la mayoría indomestiza de la
población peruana se ha mantenido en los censos posteriores, hasta el
último de 2007. Por lo dicho se colige que el indigenismo aprista es parte
consubstancial de su programa de acción inmediata. La interpretación
indigenista del APRA tiene raíz histórica, respaldada por su doctrina
democrática. En el Perú, la mayoría de sus dirigentes son provincianos,
especialmente de Trujillo, situado junto a la gigantesca ciudad de Chan
Chan, antigua capital del reino de los chimú; de Cusco, antigua capital del
Imperio incaico; de Arequipa, la altiva ciudad andina; de Huancayo, ciudad
indígena de Junín; de Chiclayo, de rica tradición legendaria indígena;

154
Eugenio Chang-Rodríguez

de Puno, capital del departamento aimara, que bordea al lago Titicaca;


y de las demás regiones andinas del Perú. Los militantes apristas creen
firmemente en la redención de los millones de sus hermanos indígenas, sin
necesidad de retornar hacia las formas culturales aborígenes precolombinas
y negar a los demás compatriotas el derecho a la igualdad política, civil,
económica y social. Para ellos, el indigenismo no debe ser una expresión
de odio ni de castigo, sino de justicia social, de aculturación democrática.
Liberado el hombre de complejos etnocéntricos de superioridad, comienza
a desarrollar el respeto y la admiración de formas culturales diferentes de
la suya. Una vez que todos los integrantes étnicos contribuyan al crisol
democrático, sus diversas herencias culturales, adaptadas a su espacio-
tiempo histórico propio, lograrán su integración continental y reclamarán
para sí el lema E pluribus unum (De muchos, uno).
El indigenismo aprista contribuyó a la consolidación del PAP en
los departamentos andinos peruanos, particularmente en Cajamarca,
el centro y sur del país, pese a que algunos críticos consideraban esta
última región como zona de más influencia comunista que aprista. Esta
conclusión ha sido cuestionada por estudiosos estadounidenses como
Jaymie Patricia Heilman, de la Universidad de Wisconsin-Madison,
en un artículo publicado en una revista británica (Heilman, 2006).
Sin embargo, algunas manifestaciones antigubernamentales y resultados
electorales  en  el siglo  XXI evidenciaron que efectivamente en varias
regiones del centro y el sur andino el nacionalismo izquierdista radical
es superior en fuerza al aprismo. Esta nueva situación obliga al PAP
a considerar en sus convenciones y congresos revisar y actualizar su
postulado indigenista, especialmente si se tiene en cuenta que el último
Censo Nacional del Perú realizado en 2007 registró una población total
de 28 millones de habitantes divididos étnicamente en amerindios: 45%
(hablantes de 51 lenguas propias), mestizos: 37% (mayoritariamente
hispanohablantes) y blancos: 15% (en su totalidad castellanoparlantes).

155
6. Los Estados Unidos Latinoamericanos,
patria continental

La multifacética influencia intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre


descansa en gran parte en su empeño por unificar a la América Latina. Son
abundantes las aportaciones del líder peruano al proyecto de integración
continental, inicialmente propugnado por Juan Pablo Viscardo y
Guzmán1, Francisco de Miranda2, Simón Bolívar3, José Martí4 y otros
precursores. Sus escritos y esfuerzos revelan su interés en crear una patria
grande, democrática, antiimperialista y moderna.

1
El arequipeño Juan Pablo Viscardo y Guzmán fue expulsado por las autoridades españolas
de Hispanoamérica Colonial en 1767, junto con otros cinco mil jesuitas. Asilado en Europa,
Viscardo y Guzmán escribió Carta a los españoles americanos, publicada póstumamente en
Filadelfia y París y difundida clandestinamente por el venezolano Francisco de Miranda,
por su contribución a la independencia y unificación hispanoamericana.
2
El criollo venezolano Francisco de Miranda (1750-1816) propuso en 1790 la creación
de Colombia, un gran estado hispanoamericano cuya extensión abarcaría desde el Río
Misisipi al norte hasta Cabo de Hornos por el sur.
3
En 1815 Simón Bolívar (1783-1840) propuso en su Carta de Jamaica crear la
confederación de Hispanoamérica e insistió en ese proyecto muchas veces después hasta
1826, cuando se reunió el Congreso Anfictiónico de Panamá (1826) de los representantes
de la Gran Colombia, Perú, Bolivia, México y las Provincias Unidas del Centro de América
(Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, y Costa Rica).
4
El cubano José Martí (1853-1895), héroe máximo de la independencia de Cuba, anticipó
su unión con los demás países de «Nuestra América», a algunos de los cuales (Uruguay,
Paraguay y Argentina) representó como cónsul en los Estados Unidos.

157
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

La identidad nacional
Para reflexionar sobre la integración latinoamericana ayuda a tener en cuenta
la concepción de la identidad nacional implícita en ese plan. Después de
todo, la cultura determina la cosmovisión y sistema de símbolos, valores
y actitudes del latinoamericano. El cambio vertiginoso de las condiciones
de la vida humana, el rápido desarrollo de la informática, el progreso en el
transporte, la explosión demográfica y la mayor participación de la mujer
en la vida nacional marcan la concepción identitaria en este siglo de
nueva globalización. Deslindarla implica hallar su personalidad individual
propia, desmitificar el carácter nacional y despejar generalizaciones no
fundamentadas. El desconocimiento de cuándo históricamente comenzó
ese modo particular de vivir y sentir nos invita a preguntar cuándo el
latinoamericano se percató de su auténtica personalidad, cuándo hizo
suyo el mundo donde vive.
En mi opinión, la conciencia nacional como manifestación de la
identidad y aceptación del mestizaje cultural se registró durante el período
de las exploraciones y colonización del Nuevo Mundo en el siglo XVI. El
fuerte choque cultural experimentado por los conquistadores desquició
su tradicional concepción patriótica. Los habitantes, fauna y flora
novomundanas modificaron la manera de sentir y pensar de los foráneos.
Como sostuvo Waldo Frank en la Universidad de México de la década
de 1920, el europeo se transforma en América desde el siglo XV, como el
asiático en Europa desde hace milenios.
Un caso revelador de cómo el conquistador es conquistado y cuándo
tomó conciencia de su transformación ocurrió en la isla de Cozumel, en el
ámbito cultural maya. En 1516, la vanguardia de Hernán Cortés encon-
tró en Cozumel a dos españoles que habían convivido con los indígenas
durante ocho años, después de naufragar el navío que los llevaba de Darién
a Santo Domingo. Uno de ellos, Jerónimo de Aguilar, no dudó en plegarse
a las huestes colonizadoras en calidad de intérprete del maya al castellano y
viceversa. El otro, Gonzalo Guerrero, ganado por su experiencia yucateca y
consciente de su transformación sicológica, decidió quedarse con su esposa

158
Eugenio Chang-Rodríguez

india, sus hijos mestizos y compañeros mayas con quienes había convivido
tanto tiempo. Creo que ya no se sentía español, pero tampoco se había con-
vertido en indio: era un hombre nuevo, tal vez un protohispanoamericano.
Por su parte, el Inca Garcilaso de la Vega llamó patria «a todo el
Imperio que fué de los Incas» (1985, p. 407), pero pronto su concepto de
patria abarcó al Virreinato del Perú, que, desde 1544 a 1732, comprendía
a Sudamérica hispánica. Indudablemente, el primer gran escritor mestizo
peruano esbozó en sus escritos la valoración de patria que va más allá
del lugar de nacimiento. Su concepción de patria es afirmativa; no es
cuestionamiento ni búsqueda: es hallazgo consciente. Se basa en aportes
culturales indígenas e hispánicos. Su conciencia identitaria incluye lo
incaico y lo español; es una supraconciencia influida por la sangre y la
geografía y orientada por la voluntad.
Después del Inca Garcilaso, la identidad nacional latinoamericana
llegó a descansar en la pluralidad étnica, lingüística y cultural. La
percepción de patria continental deviene en el anverso de la lealtad a lo
local, que a veces conduce al chauvisnismo regionalista peruano, argentino,
chileno, mexicano, cubano, guatemalteco o colombiano. Rezagos de las
milenarias fuerzas centrífugas, aunadas con las heredadas corrientes
anticentrípetas peninsulares, atizaron en Latinoamérica el egoísmo
castrense que causó la desmembración regional posterior a la emancipación.
Entonces, para aproximarse a la conciencia de la peruanidad, mexicanidad,
argentinidad y cubanidad, es menester entender cómo se forja la
conciencia del patriotismo continental y cómo la entendieron sus antiguos
promotores y sus sucesores como Miguel Hidalgo5, José de San Martín6 y

5
El sacerdote criollo mexicano Miguel Hidalgo (1753–1811), con el título de
Generalísimo de las Américas y lanzando vivas por «nuestra América», firmó en Guadalajara
en 1810 el decreto de emancipación de los esclavos.
6
El general argentino José de San Martín (1778-1850) dirigió las campañas militares
decisivas para las independencias de Argentina, Chile y Perú. Algunos historiadores lo
consideran como uno de los prohombres de la integración latinoamericana, tema que
probablemente examinó con Simón Bolívar en la famosa Entrevista de Guayaquil (julio
de 1822).

159
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Eugenio María de Hostos7. En medio de las luchas fratricidas del siglo


pasado, el tema de autonomía intelectual y artística rebasó la estética y
abrazó la política. Manuel González Prada advirtió en su momento de los
peligros del colonialismo ideológico y lo combatió. Sus discípulos Víctor
Raúl Haya de la Torre y Antenor Orrego continuaron la lucha contra el
colonialismo y la dependencia cultural, a la vez que intentaron darle nuevo
sentido a la idea de patria y nación continental.

Autoidentificación y unificación continental


En la búsqueda de la identidad indoamericana8, Haya auspició un
itinerario para su plan unificador de largo aliento; quería acortar la
distancia hacia la meta de ampliar y modernizar el frustrado proyecto
bolivariano de confederar la Gran Colombia, Centroamérica, Perú,
Bolivia y México. A la educación popular como factor de consolidación
de ese antiguo unionismo, añadió medidas económicas proteccionistas.
Exiliado en México, Víctor Raúl sentó los cimientos de la Alianza Popular
Revolucionaria Americana (APRA) el 7 de mayo de 1924, al entregar
a la Federación de Estudiantes de esa nación hermana el estandarte de
la «Nueva generación hispanoamericana», que serviría de modelo a la
bandera de su partido. Con frases precisas, el orador rescató lo esencial
del ideal bolivariano y expresó su deseo de una Latinoamérica unida y
justa9. Unos dos meses después, en el borrador de un artículo inédito
escrito en Moscú en julio de 192410, Haya resaltó la importancia del

7
El puertorriqueño Eugenio María de Hostos (1893-1903) no solo luchó por la
independencia y federación de las Antillas, también escribió una serie de artículos a favor
de la unidad de América Latina.
8
Como se sabe, Haya de la Torre solía llamar Indoamérica a Latinoamérica, neologismo
de reivindicación integral y afirmación emancipadora.
9
Confróntese Haya (1976-1977, pp. 2. 7-8) y Alva Castro (1996, pp. 59-63).
10
Durante su estancia en Rusia como corresponsal de la Federación Obrera de Lima (FOL)
entre julio y setiembre de 1924, Haya redactó «América Latina y el imperialismo de los
Estados Unidos», artículo que nunca publicó. Más de sesenta años después el manuscrito

160
Eugenio Chang-Rodríguez

movimiento, especialmente su idea de «unir a los veinte estados dispersos


en una federación latinoamericana que haga el frente unido al peligro
imperialista». Por entonces, este anhelo revolucionario carecía aún de
orientación económica (Alva Castro, 1996, pp. 62-63).

Haya de la Torre en México (1924).

fue hallado en los archivos de la ex-Unión Soviética por mediación de Luis Alva Castro.
Ver el facsímil del manuscrito en Alva Castro (1999, pp. 47-57).

161
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Saliendo de la oficina de correos en México (1929).

Poco antes de fundar en París la primera célula del APRA, Haya remitió
a The Labour Monthly, órgano oficial del Partido Laborista Inglés, su
artículo «What is the A.P.R.A?», firmado en octubre de 1926 y publicado
en Londres dos meses después11. Este ensayo doctrinal tiene como segundo

11
Ver Haya de la Torre: «What is the A.P.R.A.?» en The Labour Monthly, 8(12), 75-76.
Recogido en Haya (1927a, pp. 187-195), Haya (1935b) y Haya (1976-1977, pp. 4,
11-229). El título del ensayo da las iniciales de la Alianza Popular Revolucionaria Americana
con cada mayúscula seguida de punto (A.P.R.A.). Pronto los apristas lo reemplazaron con
el acrónimo APRA que, al incorporarse al léxico general, siguió la regla de escribirse con
minúsculas: apra, a menudo con mayúscula inicial: Apra. Las cuatro formas son correctas.

162
Eugenio Chang-Rodríguez

objetivo el programa máximo aprista: «la unidad política de América


Latina».
Del 10 al 15 de febrero de 1927 se reunió en Bruselas el Congreso
Internacional contra el imperialismo y la opresión colonial, convocado
por el partido socialista belga y apoyado por la Comintern12. La Reso-
lución sobre la América Latina, adoptada el 14 de febrero de 1927, fue
redactada principalmente por Haya de la Torre13, quien incorporó su tesis
de los cuatro sectores del imperialismo en Latinoamérica14 y el lema para
la acción práctica contra el imperialismo basado en la unión política y
económica de Latinoamérica.
Mientras estaba perseguido por la dictadura, Haya, en junio de 1940,
escribió en Incahuasi —su refugio clandestino en la capital peruana— un
artículo en el que reiteraba su propuesta de unir a América Latina para
defenderla del imperialismo totalitario nazi-fascista, que dominaba la
mayor parte del continente europeo y amenazaba al resto del mundo,
particularmente al Hemisferio Occidental. Entonces, modificó su
proyecto unionista para proponer un «interamericanismo democrático
sin imperio», usando un lenguaje político que implicaba no una «fusión
o incorporación al imperio norteamericano, meta del ‘panamericanismo’,

12
La Internacional Comunista (o Tercera Internacional, cuya abreviatura en ruso Komintern
y en inglés y castellano Comintern) fue fundada en marzo de 1919, por iniciativa de Lenin
y el Partido Comunista de Rusia (Bolchevique). La Comintern agrupaba a los Partidos
Comunistas del mundo. Su objetivo era luchar por la superación del capitalismo, el
establecimiento de la Dictadura del Proletariado y de la República Internacional de los
Soviets, la completa abolición de las clases y la realización del socialismo, como primer
paso a la sociedad comunista, según sus primeros estatutos
13
En Europa y Norteamérica conversé con Haya, y en los EE.UU. con Roger Baldwin
y Eudocio Ravines, delegados al Congreso, sobre sus impresiones de esa famosa reunión
internacional (Chang-Rodríguez, 2005, pp. 134-135, 283-288-302, 420-421, y Chang-
Rodríguez, 2007, p. 276, n. 12).
14
Considerando sus relaciones con el imperialismo, esos cuatro sectores latinoamericanos
fueron para Haya: el Caribe, las repúblicas bolivarianas, el Cono Sur y el Brasil. Ver la
resolución del Congreso Antiimperialista de Bruselas publicada por la revista Machete
(México, D. F.), 1ª quincena de abril de 1927.

163
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

sino una alianza con los 48 Estados Unidos del Norte —de esa época—,
previa federación de los veinte Estados Desunidos del Sur». Haya de la
Torre propuso «Cooperar, no inmolándose a un nuevo imperio, sino
formando previamente una sólida unión, bloque, anfictionía o federación
indoamericana para pactar en condiciones de equilibrio y de coordinación
eficiente con la federación norteamericana que debe ser nuestra aliada —no
nuestra dueña— en esta empresa de libertad común» (Haya, 1976-1977,
pp. 1. 254).
La prédica integracionista de Haya tuvo una parcial confirmación
práctica en enero de 1960, cuando los gobiernos de México y países
sudamericanos firmaron el Tratado de Montevideo para constituir la
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC). Así se inició un
proceso de reciprocidad comercial y compensación arancelaria favorable a
la integración. El 12 de agosto de 1980, un nuevo Tratado de Montevideo
convirtió la ALALC en la Asociación Latinoamericana de Integración
(ALADI), integrada por Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia,
Cuba, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela, doce
países miembros que en conjunto tienen veinte millones de kilómetros
cuadrados y más de quinientos millones de habitantes.
Otro paso importante en la integración latinoamericana tuvo lugar
en Managua, Nicaragua cuando los gobiernos de Guatemala, El Salvador,
Honduras y Nicaragua, el 13 de diciembre de 1960, crearon el Mercado
Común Centroamericano (MCCA), con el fin de acelerar la integración
económica e impulsar el desarrollo regional. A este convenio le siguió la
«Carta de Punta del Este» de 1967, cuando los países signatarios acordaron
coordinar los proyectos de desarrollo hemisférico. Efectivamente, los presi-
dentes de los estados latinoamericanos, juntos con el presidente de Estados
Unidos y el primer ministro de Trinidad y Tobago, reunidos en Punta del
Este, Uruguay, del 12 al 14 de abril de 1967, resolvieron crear en forma
progresiva, a partir de 1970, el Mercado Común Latinoamericano, con el
apoyo del gobierno de Washington. Además, declararon que las exigencias
del desarrollo económico y del progreso social hacían necesario aplicar a

164
Eugenio Chang-Rodríguez

estos fines el máximo de los recursos disponibles en la América Latina, y


consecuentemente expresaron su intención de limitar los gastos militares.
Para entonces, la Célula Parlamentaria Aprista ya había dado el
primer paso efectivo para convocar a una reunión de personeros de todos
los cuerpos legislativos de Latinoamérica. Del 7 al 10 de diciembre de
1964 se reunió esa primera asamblea, cuya resolución fundamental creó
el Parlamento Latinoamericano y sentó las bases para la constitución de
una Comunidad de Naciones, «que sin desmedro de los valores propios
de cada país y su intransferible mensaje, permita presentar a la faz del
mundo: una América Latina unida, solidaria, progresista y fuerte», sobre
las bases de su integración política, económica y cultural15.
Agitando la bandera de la Gran Patria Continental, Haya visitó la
mayoría de los países latinoamericanos para difundir su programa efectivo
y práctico de consolidación política. Expandió el antiguo concepto
de patria chica a patria continental, denunciando a los atizadores del
divisionismo, tradicionales promotores de caducos chauvinismos y
guerras fratricidas. Según el pensador peruano, la soberanía nacional
se basa en el libre ejercicio de la soberanía popular. Para expresar la
soberanía popular continental los latinoamericanos deben conocerse
mutuamente: «el primer paso…hay que darlo en la prensa, en las escuelas,
en los partidos. Cada diario o revista, grande o pequeño, debería hacer
propaganda didáctica sobre los países “indoamericanos”» (Haya, 1976-
1977, t. 4, p. 250). El fundador del aprismo recomendó la publicación y
difusión de mapas, planos, fotografías, artículos breves y bien informados
sobre todos los países latinoamericanos. Señaló la importancia de la
enseñanza de la historia de los estados hermanos integrantes de la gran
nación continental y sugirió a los partidos políticos que reiteraran en
sus programas un profundo y tenaz sentido latinoamericanista, porque
una política nacional sin un espíritu continental no es una política

15
Diario de Debates de la Cámara de Diputados, diciembre de 1964; Declaración de Lima
(Lima: Publicaciones de la Secretaría General del Parlamento Latinoamericano, Palacio
Legislativo, IA/1).

165
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

verdaderamente patriótica (Haya, 1976-1977, t. 4, p. 250). Otro paso


significativo en la ruta hacia la coordinación unionista es la Comunidad
Andina de Naciones (CAN), creada en el Acuerdo de Cartagena el 26
de mayo de 1969, por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y
Chile, cuya sede está en Lima. Venezuela fue miembro hasta 2006 y
Chile se retiró en 1976, durante el régimen militar de Augusto Pinochet,
pero el 20 de setiembre de 2006 se reintegró como miembro asociado.
Las recomendaciones de Haya de la Torre se concretaron con sus
propuestas para plasmar la ciudadanía, la organización económica y financiera
continental, una moneda común y el Banco Continental Latinoamericano
de Inversiones. En los esfuerzos para intentar solucionar  los problemas
financieros e industriales, el ideólogo peruano propuso la reunión de un
congreso económico en cada país con la presencia de representantes de las
fuerzas vitales: capital y trabajo, comercio e industria, agricultura y minería,
transporte y comunicación. Cada congreso nacional investigaría los recursos
económicos y la capacidad productiva de cada estado miembro y plantearía
conclusiones concretas acerca de su desarrollo (Haya, 1976-1977, t.  4,
p. 337), convirtiéndose en Consejos o Cuerpos Consultivos permanentes
para proponer al Ejecutivo y al Parlamento de cada Estado las medidas
necesarias para impulsar la organización económico-social nacional con
miras a su ampliación regional y continental. Corolario inmediato de estos
intercambios sería la reunión de un Congreso Económico Interamericano.
Este último, basado en las resoluciones adoptadas en cada país y con miras a
la coordinación interamericana, acordaría un plan general con las siguientes
reformas: 1) delimitación de los dos campos económicos de las Américas y de
su función de intercambio y cooperación; 2) creación de un tipo de moneda
indoamericana; 3) organización del Banco de Exportación e Importaciones
Interamericano en cada Estado de las Américas como organismo director
y organizador de inversiones productivas, de comercio balanceado y de un
sistema de garantías y seguridades que mantengan la estabilidad del cambio,
la dinamización y extensión metódica de créditos, el impulso del comercio
entre los Estados Unidos y Latinoamérica y el de estas repúblicas entre sí;

166
Eugenio Chang-Rodríguez

4) establecimiento y organización de la Unión Aduanera Interamericana;


5) impulso y abaratamiento del transporte y las vías de comunicación;
6) nivelación de tarifas de tránsito en el canal de Panamá para todos los
Estados de ambas Américas; 7) estudio del cooperativismo, de la protección
y mejoramiento económico de los trabajadores, del impulso tecnificado
de la agricultura y de la capacidad de máxima absorción intercontinental
de productos; y 8) adoptar resoluciones complementarias para evitar todos
los excesos de la hegemonía económica de los más poderosos, haciendo del
capital invertido un factor de cooperación con el Estado y no de explotación
(Haya, 1976-1977, t. 4, p. 237).
Para el fundador del aprismo, el Mercado Común era el paso necesario
hacia la unión económica del pueblo-continente latinoamericano. En
suma, solo unidos podrán los países reglamentar y controlar eficazmente
las inversiones extranjeras, impulsar la industrialización y conseguir
la independencia económica definitiva. Solo unidos, los latinoamericanos
serán capaces de acrecentar su poderío económico y explotar plenamente
las riquezas naturales para lograr la ansiada justicia social y darle al pueblo
«pan con libertad».

Caracterización de la realidad latinoamericana


Al examinar el panorama social de Latinoamérica, Haya de la Torre
encontró en ella la coexistencia de diversas etapas de desarrollo societal
(Haya, 1976-1977, t. 4, p. 202). Descubrió que la realidad económica
es básicamente agrícola o agrícola-minera. Esgrimiendo su tesis de los
cuatro sectores, señaló diversas formas de desarrollo económico social
que a la vez determinan el desarrollo político estatal. El dirigente aprista
veía las fronteras políticas de Latinoamérica como fronteras económicas
arcaicas, demarcadas por la clase criolla heredera del poder. Ellas no
corresponden a una delimitación económica moderna antifeudal, y
menos a una delimitación revolucionaria y científica (Haya, 1976-1977,
t. 4, p. 204-205).

167
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

En Latinoamérica, según Haya, la depredación imperialista, la


corrupción administrativa, las dictaduras y la explosión demográfica han
empobrecido su realidad económica16. En su mensaje de patriotismo
continental, propició la reforma de la Organización de los Estados
Americanos (OEA), la fundación de una Corte de Justicia Interamericana,
la creación del Mercado Común y la aplicación de un régimen de
tarifas preferenciales para los productos básicos latinoamericanos. La
unificación continental, por cierto, daría al mundo un extenso nuevo
Estado. Desde 1931, casi todos los Congresos del Partido Aprista Peruano
(PAP) han ratificado y añadido recomendaciones para su consecución.
Así, el Primer Congreso Nacional del PAP, reunido el 20 de agosto de
1931, aprobó su «Programa Oficial de Gobierno», también conocido como
«Plan de Acción Inmediata» y «Programa Mínimo». En él se puntualizó:
«Defenderemos la ciudadanía peruana declarando que esta no se pierde
por la naturalización en el extranjero; y propugnaremos la ciudadanía
continental latinoamericana» (Peláez, 1977, p. 353).
En su «Declaración de Lima», el Parlamento Latinoamericano, reunido
en la capital peruana en el centésimo cuadragésimo aniversario de la
invitación bolivariana al Congreso de Panamá y de la Batalla de Ayacucho,
exactamente el 10 de diciembre de 1964, señaló la necesidad de la
integración latinoamericana. En sus acuerdos sobre «Integración Política»,
el quinto párrafo declara que «los países de América Latina procurarán
que en sus legislaciones se consagre la nacionalidad latinoamericana para
los naturales de estas naciones a fin de facilitar la unidad política entre
todos ellos» (Peláez, 1977, p. 396). El decimosétimo párrafo recomendó
el estudio de la creación de una Corte de Justicia Latinoamericana,
tomando en consideración los proyectos presentados dentro del marco

16
Ese empobrecimiento fue estudiado también por Josué de Castro, médico brasileño,
quien publicó en 1947 Geografía del hambre, obra que tuvo una formidable acogida en
los círculos científicos y políticos preocupados por el problema de la alimentación de la
humanidad. En dicho libro se describe con criterio médico y geográfico el hambre en
Brasil.

168
Eugenio Chang-Rodríguez

de la OEA y las bases que figuran en las ponencias de las delegaciones


de Argentina, Paraguay, Perú y El Salvador (Peláez, 1977, p. 399). En
cuanto a integración cultural, el Parlamento Latinoamericano recomendó
la homologación de los planes de enseñanza latinoamericanos en todos
los niveles, adoptando para el efecto los adecuados procedimientos de
coordinación y cooperación, tanto de intercambios de experiencias
educativas, de estudiantes y maestros, como la libre circulación de libros
y revistas (Peláez, 1977, p. 403).

La tesis de Pueblo Continente


La aproximación a la identidad latinoamericana de Haya se enriqueció
con las ideas de Antenor Orrego acerca de cómo los Estados Desunidos de
Latinoamérica integrarían un pueblo continente, uno de los siete estados
continentales del mundo. Así unificada, Indoamérica se mantendría por
la armonía de los elementos diferenciadores de sus partes constitutivas,
supeditados por los abrumadores rasgos comunes. Orrego postuló la
tesis en Pueblo continente, libro publicado originalmente en 1939. Haya
recogió las ideas de su compañero de lucha y las amplió en varios artículos
y ensayos que culminaron en el libro Espacio-tiempo histórico (Orrego,
1957; Haya, 1948). Por su parte, Orrego compartió las ideas de Haya
sobre la artificialidad de las fronteras:
de París a Berlín o a Londres hay más distancia sicológica que de
México a Buenos Aires, y hay más extensión histórica, política y
etnológica que entre el Río Bravo y el Cabo de Hornos. Mientras en
Europa, la frontera es, hasta cierto punto, natural, porque obedece a
un determinado sistema orgánico y biológico, en América Latina es
una simple convención jurídica, una mera delimitación caprichosa
que no se ajusta ni a las conveniencias y necesidades políticas, ni a
las realidades espirituales y económicas de los Estados. Mientras en
Europa, con frecuencia, los pueblos originan y construyen los Estados,
en América, el pueblo es una gran unidad y los Estados son meras
circunscripciones artificiales (Orrego, 1957, pp. 73-74).

169
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

El pensador aprista también se ocupó del nacionalismo. A su juicio,


en el Nuevo Mundo, el nacionalismo parroquial es extranjero, ilógico,
antinatural y redundante; y, por ende, es un retroceso de la historia misma,
un paso regresivo: «es la escurraja o el material de acarreo, que el calor
irracional y servil de la vida europea nos impuso». Este nacionalismo
artificial surge por ignorar que los indoamericanos constituyen el primer
pueblo continente de la historia, por tanto, su patriotismo y nacionalismo
tienen que ser continentales (Orrego, 1957, p. 75).
Otro punto fundamental de coincidencia entre Orrego y Haya se
encuentra en el fundamento marxista del aprismo:
No se puede plantear hoy la revolución, cualquiera que sea hoy el
pueblo de la tierra, desde el punto de vista contemporáneo, sino dentro
de los marcos teóricos y prácticos del marxismo, así como no se puede
plantear, para la ciencia astronómica ningún problema que no parta
de la concepción heliocéntrica del Universo. Las ciencias sociales y
económicas han superado ya sus antiguas concepciones y, por eso, el
marxismo es el camino y el método científico de la revolución...Pero, el
marxismo no es cartabón rígido, ni receta congelada, sino instrumento
flexible y elástico que rebasa toda fórmula o plantilla cortada a patrón
y medida geométrica (Orrego, 1957, p. 117).

Observaciones finales
Tras examinar cuidadosamente la realidad social y económica de
Indoamérica y reflexionar sobre ella, Víctor Raúl ubicó al aprismo dentro
del marxismo (Haya, 1976-1977, t. 4, p. 150), pero «no del marxismo
dogmático... sino del “marxismo dialéctico, universal y dinámico”» (1976-
1977, t. 4, p. 213). Consciente de que la doctrina aprista no es completa ni
perfecta, Haya presentó un panorama detallado del futuro revolucionario
y posrevolucionario para hacer realidad los proyectos. Por eso recomendó
organizar la producción conforme a un programa mínimo aplicable
a las circunstancias del medio y acorde con la doctrina aprista (1976-1977,
t. 4, pp. 216-217).

170
Eugenio Chang-Rodríguez

El punto de partida para desentrañar la realidad latinoamericana actual


es la naturaleza del imperialismo, que el pensador peruano describe así:
El imperialismo es esencialmente un fenómeno económico que se
desplaza al plano político para afirmarse. En Europa el imperialismo
es «la última etapa del capitalismo», —lo que vale decir, la culminación
de una sucesión de etapas capitalistas—, que se caracteriza por la
emigración o exportación de capitales y la conquista de mercados y
de zonas productoras de materias primas hacia países de economía
incipiente. Pero en Indoamérica lo que es en Europa «la última
etapa del capitalismo» resulta la primera. Para nuestros pueblos, el
capital inmigrado, o importado, plantea la etapa inicial de su edad
capitalista moderna. No se repite en Indoamérica, paso a paso, la
historia económica y social de Europa. En estos países la primera forma
del capitalismo moderno es la del capital extranjero imperialista. Si
examinamos la historia económica indoamericana, descubriremos esta
característica: con el capital inmigrado se insinúa en nuestros pueblos
agrícola-mineros la era capitalista (Haya, 1976-1977, t. 4, p. 89).

La tesis de Haya es clara: la primera forma de capitalismo en


Latinoamérica es la imperialista. No emerge como desarrollo independiente
de la sociedad latinoamericana sino como producto de la injerencia
imperialista. Tal fenómeno impone dos estructuras económico-sociales
que se yuxtaponen: una nacional y otra extranjera. El carácter dual de su
economía emerge cuando el imperialismo impone «dos intensidades, dos
ritmos, dos modos de producción —la nacional retrasada y la imperialista
acelerada—» (1976-1977, t. 4, p. 24).
Para el Haya de la Torre revolucionario, el sistema capitalista, «del
que el imperialismo es máxima expresión de plenitud», representa un
modo de producción y un grado de organización económicos superiores
a todos los que el mundo ha conocido anteriormente; y, por ende, «la
forma capitalista es paso necesario, período inevitable en el proceso de
las civilizaciones contemporáneas» (1976-1977, t. 4, p. 18). Y como para
Haya el capitalismo no es un sistema eterno porque lleva en sí mismo

171
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

contradicciones esenciales entre sus métodos antitéticos de producción y


apropiación, tampoco puede estar ausente en la evolución de la sociedad
moderna:
Consecuentemente para que el capitalismo sea negado, abolido,
superado, debe existir, madurar y envejecer con mayor o menor
aceleración, pero su presencia no puede suprimirse del actual cuadro
histórico del desenvolvimiento humano. Las estupendas conquistas
que sobre la naturaleza han conseguido la ciencia, los descubrimientos
y la técnica al servicio del gran industrialismo y la obra emancipadora
que está llamada a realizar la fuerza social que su sistema plasma y
organiza el proletariado, son los legados de la era capitalista. Con
ellos deber alcanzarse la estructuración de un nuevo orden económico
(Haya, 1976-1977, t. 4, p. 18).

De todo esto, infiere que la abolición radical del sistema capitalista no


puede cumplirse sino donde este ha llegado al punto cenital de su curva: los
países industriales y no en los países coloniales o semicoloniales que viven
su primera etapa capitalista (1976-1977, t. 4, p. 20). Consecuente con
esta tesis, el fundador del aprismo señala que el objetivo de la revolución
es la independencia económica de América Latina, como estado previo a
la socialización. Asimismo, constató cómo la burguesía latinoamericana,
sujeta al imperialismo e incapaz de crear una fuerza de trabajo sin
ataduras serviles, no ha logrado establecer un mercado nacionalmente
unificado que elimine los rezagos semifeudales ni tampoco superar las
trabas precapitalistas que dificultan la libre circulación de mercancías.
Las ambiciones y objetivos egoístas de esa burguesía han impedido la
unificación político-económica de sus países. Para romper el impasse,
Haya de la Torre propuso que las fuerzas motrices de la revolución
establecieran el Estado antiimperialista, condición sine qua non para
unificar Latinoamérica y cumplir el itinerario de la patria continental.
Para terminar, permítanme mencionar la importancia de la V cumbre
ALC-UE, reunida en Lima del 14 al 16 de mayo de 2008. Esta mostró que
la integración latinoamericana es fundamental en la plena participación

172
Eugenio Chang-Rodríguez

de las ventajas de la globalización. Este evento ayudó a redefinir el proceso


integracionista conducente a la incorporación de nuevas prioridades
acordes con la redistribución, la inversión, el comercio, la ecología y los
conflictos socioeconómicos desestabilizadores. Una secuela del cónclave
transcontinental ocurrió el 23 de mayo de 2008, cuando los gobiernos de
Brasil, Venezuela, la Comunidad Andina, el Cono Sur (Argentina, Chile,
Uruguay y Paraguay), Guyana y Surinam firmaron el Acta Constitutiva
de la Unión de Naciones de Suramérica (UNASUR) para fortalecer la
unidad de América Latina y el Caribe. El nuevo organismo creado por
los doce Estados tiene como objetivo «construir, de manera participativa
y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social,
económico y político entre sus pueblos; otorgando prioridad al diálogo
político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura,
el financiamiento y el medio ambiente, entre otros». Estructuralmente,
la UNASUR estará conformada por el Consejo de Jefes de Estado, que
se reunirá anualmente; el Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores,
con encuentros semestrales; el Consejo de Delegados, que se reunirá
bimestralmente, y la Secretaría General, con sede en Quito, Ecuador. El
secretario general permanecerá dos años en sus funciones; las decisiones
se tomarán por consenso. La mandataria chilena Michelle Bachelet fue
elegida presidenta pro tempore de la UNASUR. Este acontecimiento
histórico nos ha acercado más a la meta de unificación continental
propuesta por Bolívar y Haya de la Torre, cuyo pensamiento unificador,
como lo he resumido, está plenamente vigente.

173
7. Legado humanístico

Deslinde preliminar
El multifacético legado intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre
descansa principalmente en sus aportaciones a las bellas artes, la historia
y la filosofía, que hizo antes, durante y después de sus contribuciones a
democratizar y unificar Latinoamérica. Desde finales de la segunda década
del siglo XX, sus partidarios y contendores reconocieron su inteligencia y
elocuencia, especialmente cuando presidió la Federación de Estudiantes
del Perú (1919) y el Congreso Nacional de Estudiantes en el Cuzco
(1920), hitos históricos en los cuales reveló visión social, interés en los
problemas nacionales y optimismo en el futuro. La Reforma Universitaria
lo tuvo como uno de sus mejores promotores. Durante su visita a Lima en
1919, el socialista argentino Alfredo Palacios, al conocer al joven Víctor
Raúl, le predijo que sería uno de los gestores de la reforma universitaria
peruana. No se equivocó. Elegido dirigente del movimiento estudiantil,
el joven sanmarquino organizó la jornada del 23 de mayo de 1923 contra
el proyecto político-clerical para reelegir al presidente Augusto B. Leguía.
El universitario Víctor Raúl desbarató el plan gubernamental, pero fue
apresado siete días y deportado el 9 de octubre de 1923.
En su primer destierro (1923-1931), Haya de la Torre se percató de
que la filosofía de la historia nos obliga a evolucionar, reajustar y corregir

175
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

los hechos históricos, desde un «ángulo espacial», en cumplimiento de


las leyes condicionadas por la relatividad, y nos muestra cómo el punto
de observación no tiene aplicación universal. Además, el mundo visto
con lentes europeos no es el mismo cuando lo observamos desde la
perspectiva indoamericana. Por eso, Víctor Raúl postuló que para liquidar
el subdesarrollo se necesita pasar por el capitalismo productivo, promotor
de la industrialización y la modernización. Para Haya, el socialismo no
se obtiene eliminando el capitalismo, sino acelerándolo. Concordó con
Hegel en que la nueva sociedad se construye, lenta pero inexorablemente,
superando la tesis y antítesis para obtener la síntesis. Esta, una vez
consolidada, se impone como nueva tesis para ser superada a su vez
dialécticamente en el curso de la historia. Consecuentemente, el desarrollo
social se realiza en función del desarrollo de la técnica. En la antigüedad,
los esclavos —primero— y los siervos —después— fueron manumitidos
debido a las necesidades técnicas emergentes. Desde el siglo XX, millones
de trabajadores manuales de los países desarrollados son reemplazados
por la robótica, la informática, los ordenadores e internet. Teniendo en
cuenta los cambios acelerados contemporáneos, Haya de la Torre redactó
sus libros fundamentales recogidos en sus Obras completas (1976-1977);
estas lamentablemente no incluyen muchos de sus discursos, epístolas
iluminadoras de sus aportes a la filosofía, la historia y las bellas artes.
Según Víctor Raúl, las ideologías deben refrescar periódicamente
sus grandes propósitos y enriquecerlos conforme cambia la realidad.
Los pueblos llegan a la madurez cultural cuando tienen conciencia de
su peculiar proceso de desarrollo humanístico y descubren en la historia
la categoría intransferible e «indesligable» de su propio espacio-tiempo.
Para Haya, la aplicación de la relatividad a la historia permite ver los
acontecimientos humanos como una vasta coordinación universal de
procesos inseparables de su propio espacio-tiempo y movimiento. En
último análisis, lo que cohesiona y atrae consciente y funcionalmente a
determinada región es el espacio histórico. Debido a sus características
especiales, el tiempo histórico se convierte en inseparable de su espacio

176
Eugenio Chang-Rodríguez

y de su movimiento; integra una «continuidad dinámica» conforme a su


«Espacio-Tiempo histórico o cuarta dimensión histórica» (Haya, 1976-
1977, t. 4, pp. 411-419). Cada área geográfica vive dentro de su propio
tiempo histórico, condicionado por todos los factores que se combinan
1
para afectar su vida societal : cada pueblo desarrolla su propio ritmo o
espíritu determinado por las influencias del medio.

Víctor Raúl Haya de la Torre de perfil (1923), fotografía tomada por la casa E. Courret.
Archivo de Alberto Vera La Rosa.

1
Usamos aquí el adjetivo inglés ‘societal’ ya usado en castellano por muchos sociólogos,
pero todavía no registrado en el Diccionario de la Lengua Española (sucesor del DRAE).
En http://es.thefreedictionary.com/societal se lo define así: «adj. SOCIOL. Relativo a la
sociedad considerada en su conjunto». Diccionario Enciclopédico Vox 2009.

177
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Víctor Raúl pensó al Perú en sus múltiples dimensiones temporales,


desde el pasado hasta el siglo XX, para de ahí colegir el futuro. Fue un
intelectual extraordinario, un teórico precursor de ideas en diversos
campos artísticos y filosóficos. Muchos lo consideraron como un mesías,
predicador de la justicia. Fundó y dirigió revistas para ponerlas al servicio
de las mayorías ciudadanas, para informar sobre acontecimientos culturales
y convertirlas en voceras de esas mayorías. También editó periódicos de
circulación libre y clandestina, a los que dotó de eficiencia y capacidad
informativa para ampliar su circulación entre simpatizantes y adversarios
a sus planteamientos. En ellos iluminaba con ideas progresistas, propias
y ajenas, a múltiples sectores, a la vez que ampliaba conceptos filosóficos
y artísticos ignorados o descuidados por otros medios de comunicación.
Conforme a él, la noticia debe ofrecerse con un punto de vista respetuoso
del tiempo y del espacio, por eso aconsejó interpretar los hechos en su
contexto, discurriendo dialécticamente. Su examen crítico se evidencia en
artículos, discursos, libros, entrevistas y pláticas. De todos los géneros que
cultivó, el ensayo fue la forma de expresión central de su método dialéctico;
es un elemento vertebral en la estructura de sus escritos y oratoria. En sus
ensayos se deslinda cómo sigue a Hegel y lo supera.

La histórica búsqueda de una nación continental


Desde joven, Haya de la Torre abrigó el deseo bolivariano de la unión de
los países latinoamericanos en una patria grande y poderosa y se opuso
a los sentimientos chauvinistas de usar el conflicto limítrofe para desviar
la atención del pueblo a las medidas gubernamentales impopulares.
En conferencias y artículos, abogó por la fraternidad chileno-peruana y
el abandono del «odio de nuestros abuelos», como lo recalcó cuando
visitó la patria de O’Higgins en 1922 y lo repitió en La Crónica de
Lima el 27 de junio de ese mismo año. Al poco tiempo insistió en la
fraternidad con los vecinos chilenos en su carta abierta a Joaquín García
Monge de noviembre de 1926 (Haya, 1926b, p. 286) y en el artículo

178
Eugenio Chang-Rodríguez

«Desenmascaremos a los demagogos del chauvinismo» (Haya, 1927a,


pp. 85-87). Entre 1932 y 1933, durante el diferendo con Colombia por
la ocupación de Leticia, Haya, desde la prisión, y otros dirigentes apristas,
desde el exilio o la clandestinidad, calificaron ese conflicto fronterizo
como una maniobra desviacionista del gobierno dictatorial del general
Luis M. Sánchez Cerro. Asesinado el autócrata, se impuso la tesis de
Haya de la Torre a favor de la solución pacífica del diferendo peruano-
colombiano. Más tarde, durante la Gran Persecución, Víctor Raúl pidió
que el conflicto con el Ecuador se resolviera pacíficamente, porque otra
vez el litigio territorial era manipulado por militaristas uniformados y
civiles traficantes de patriotismo opuestos a la acción unificadora de las
nuevas generaciones.
Como Engels, Haya recordó que la realidad no se inventa: se
descubre. Agitando la bandera de la Gran Patria Continental, visitó los
países latinoamericanos para predicar su doctrina unificadora. Desde
entonces, la retórica de la fraternidad continental dio paso a un programa
efectivo y práctico de consolidación; el pensador trujillano le inyectó
especial contenido sociopolítico a lo que antes había sido un vago anhelo
y una expresión verbal en banquetes oficiales. Es evidente que, si los
latinoamericanos siguen divididos, continuarán siendo presas de los más
fuertes, de los atizadores de las divisiones temporales y de los promotores
de caducos chauvinismos, conflictos fratricidas y carrera armamentista en
detrimento del desarrollo.
Haya de la Torre expandió el antiguo concepto de patria chica a patria
continental. Para él, la soberanía nacional se basa en el libre ejercicio
de la soberanía popular, y para que se exprese a nivel continental es
imprescindible el conocimiento mutuo mediante estudios sincrónicos y
diacrónicos de los países hermanos, sustentados con estadísticas, mapas,
planos y fotografías. El conocimiento de la historia del gran pueblo-
continente indoamericano ayuda a los partidos políticos a desarrollar un
profundo sentido latinoamericanista y a crear una política nacional con
espíritu continental (Haya, 1976-1977, t. 4, p. 250). Entre los pasos para

179
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

cristalizar la ansiada unificación, recomendó la inmediata reorganización


financiera y la consolidación de la ciudadanía común latinoamericana.
Con el fin de solucionar los problemas económicos, propuso la
reunión de un Congreso Económico de representantes de las fuerzas
económicas vitales: capital y trabajo, comercio e industria, agricultura
y minería, transporte y comunicación. Ese congreso debe investigar los
recursos económicos y la capacidad productiva del país para plantear
conclusiones concretas acerca de su desarrollo (Haya, 1976- 1977, t. 4,
p. 337). Cumplida esta misión, el Congreso Económico debe convertirse
en Consejo o Cuerpo Consultivo permanente para proponer al Ejecutivo
y al Parlamento las medidas convenientes y necesarias para impulsar
la organización económico-social nacional, con miras a su ampliación
regional y continental. Corolario inmediato de los congresos económicos
nacionales y conferencias regionales sería la reunión de un Congreso
Económico Interamericano para discutir las resoluciones adoptadas en
cada país, con miras a la adopción de un plan general que incluya, entre
otras reformas: 1) la creación de una moneda latinoamericana, 2) la
organización del Banco de Exportación e Importaciones Interamericano,
3) el establecimiento de la Unión Aduanera Interamericana, y 4) la
reglamentación de las inversiones extranjeras que beneficien tanto a los
inversionistas como al país receptor.
Haya tuvo en cuenta que el proceso de apertura de fronteras económicas
internacionales se inició con los acuerdos de Bretton Woods (1944) que
fijaron las bases del Fondo Monetario Internacional (FMI) y crearon el
Banco Mundial. Continuó con el Acuerdo General de Aranceles y Comercio
(General Agreement on Tariffs and Trade, GATT, 1947), reemplazado
en abril de 1994 por la Organización Mundial de Comercio  (OMC),
nueva institución que comenzó a administrar el GATT. Después del
fallecimiento de Víctor Raúl, el 2 de agosto de 1979, otros dos hitos de
relevancia para la economía mundial ocurrieron: 1) la caída del Muro
de Berlín (9 de noviembre de 1989) y la rápida transición de los países
comunistas europeos hacia la economía capitalista; y 2) el reciente desarrollo

180
Eugenio Chang-Rodríguez

de las economías emergentes en Asia y Latinoamérica, que expande las


transacciones comerciales e inicia intercambios de toda índole. En este
contexto es pertinente señalar los cambios del neoimperialismo, de la
globalización, especialmente en la forma de producción —deslocalización
productiva, disminución de los costos productivos, altos costos sociales,
constitución de zonas francas y maquilas—, en el terreno comercial
—desaparición del GATT a partir de la constitución de la OMC— y en
el campo financiero —aparición de un nuevo capital financiero mundial,
guiado por una racionalidad económica especulativa y rentista—.
El postulado hayista definió los dos campos económicos en que estaban
divididos los países del Nuevo Continente: Angloamérica industrializada y
Latinoamérica productora de materias primas. La orientación económica
de ambos pueblos-continente determina sus ritmos socioeconómicos,
sus dos maneras de ser y trabajar, de producir y consumir, que generan
dos niveles económicos, financieros y políticos. La defensa hayista de
la unidad político-económica de Latinoamérica es consistente con los
bloques latinoamericanos ya creados y con las recientes propuestas hacia la
unidad económica subregional dentro de Latinoamérica. En este sentido,
el establecimiento del Mercado Común del Sur (Mercosur) ha sido un
importante logro. La propuesta de Víctor Raúl era formar una zona de libre
comercio entre el Mercosur y otros bloques comerciales latinoamericanos
para después negociar con los Estados Unidos de América.

La ética en la política
Para Haya de la Torre, la ética debe ser la columna vertebral del ciudadano,
cuya honradez lo compele a la acción desinteresada y al sacrificio. La ética
transforma al hombre espiritualmente, redobla su energía y lo impulsa a
renovar los cimientos sociales. La paciente labor y escritos de Haya de la
Torre revelaron el interés en acentuar los valores morales de la conducta
cívica. Les exigió a sus discípulos que recuperaran los valores del espíritu
y el respeto a los derechos humanos. Les hizo ver la urgencia inaplazable

181
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de poner fin al desborde de la corrupción desenfrenada. Su insistencia en


la ética cívica aquilata su legado espiritual afincado en la supervivencia
de un sistema axiológico reñido con los intereses particulares y sesgadas
pasiones económico-políticas. Deseaba que sus discípulos constituyeran
una escuela de educación cívica.

La Federación Aprista Juvenil (FAJ)


Acatando los consejos del fundador del aprismo, centenares de miles de
jóvenes peruanos se organizaron en poderosas asociaciones nacionales,
como la Federación Aprista Juvenil (FAJ), instaurada en enero de 1934 por
105 jóvenes apristas menores de 21 años. Su Código de Acción comenzó
con una invocación: «Prepárate para la acción y no para el placer. Esta es tu
ley». Le siguieron 48 artículos divididos en seis partes: Ética, Solidaridad,
Pugnacidad, Acción Cultural, Normas de Vida y Normas Sanitarias.
El primer artículo revivió el saludo incaico: «Ama sua, ama llulla, ama
quella» (No robes, no mientas, no seas perezoso). Los siguientes artículos
exigían austeridad en la vida, amor al estudio, dedicación al trabajo y
ejemplo generoso, porque «la FAJ es escuela de moralidad, de energía y
de preparación integral para la vida»; consecuentemente, sus miembros,
por doquier, debían ser misioneros de la moral aprista. Además, el código
impuso resolución, actividad, responsabilidad, sinceridad, amor a la
verdad, puntualidad y otras virtudes tan escasas en los pueblos oprimidos
(Partido Aprista Peruano, 1934, pp. 4-8).
La prensa de sus partidarios (La Tribuna, APRA, Barricada, Adelante,
Boletín de la FAJ, FAJ, etcétera) difundió la cruzada moral de la organización
juvenil. Nunca se había visto tanta actividad juvenil en el país. Se crearon
centros de enseñanza moral, escuelas de entrenamiento cívico, grupos de
gimnastas; equipos de oradores, de lectores, de dibujantes, de coros, de
excursionistas, en constante actividad. Como en el Medioevo español y
durante la Segunda República en España —gracias a la dedicación de
Federico García Lorca—, los jóvenes seguidores de la prédica hayista

182
Eugenio Chang-Rodríguez

fundaron compañías teatrales para representar comedias españolas y piezas


folclóricas incaicas. Esta disciplina férrea y moralidad ejemplar se pusieron
a prueba durante la Gran Clandestinidad (1934-1945). La ilegalidad
desafió la fortaleza de las organizaciones culturales, pero las células de sus
partidarios continuaron reuniéndose cautelosamente en los colegios y
universidades. Sus boletines circularon clandestinamente; niños, jóvenes y
veteranos militantes continuaron en la brega: miles de ellos se incorporaron
a las montoneras y guerrillas. La prensa gobiernista reconoció el éxito de
la resistencia revolucionaria popular y se alarmó al constatar que el 80%
de los estudiantes del país estaba enrolado en las filas apristas. Los que
cayeron presos demostraron su vocación por la liberad (Bermann, 1946,
p. 159; Townsend, 1935a, 1935b; Mujica, 1935).
Haya de la Torre dio el ejemplo de resistencia física y espiritual ante
las torturas porque ansiaba ser «el primero en el honor del sacrificio».
Al salir de su segundo encarcelamiento —de quince meses y cuatro días
en una celda estrecha y sin servicios higiénicos— pidió a los tribunales
que levantaran el juicio a sus torturadores entablado por sus abogados y
amigos. Explicó su generosidad así: «Nuestra causa es más grande que
todas esas miserias. Aquellos hombres son víctimas de su anormalidad o
de su educación inferior, que no pueden dominar las pasiones primitivas...
Nosotros debemos convertir nuestros dolores en una gran energía
renovadora y ejemplarizante» (Haya, 1935b, p. 312). Desde entonces, cada
vez que sus discípulos tuvieron los medios para castigar a los torturadores,
soplones y perseguidores, Víctor Raúl impuso el perdón y el olvido porque
«La venganza del aprismo debe ser salvar al Perú».
Por el mismo interés en mejorar las costumbres e inculcar los hábitos
para mantener la buena salud, Haya indagó las buenas costumbres de
los pueblos que visitó. En sus largos viajes captó los principios éticos de
los habitantes de los países visitados. En Inglaterra le impresionaron el
fair play, la caballerosidad, el valor de la palabra empeñada y el respeto
a contendores políticos o competidores comerciales, a quienes no se les
consideraba enemigos ni se les sometía a triquiñuelas o traiciones. Las gratas

183
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

impresiones y lecciones aprendidas en la Gran Bretaña permanecieron vivas


en su mente. El 6 de abril de 1948, en el hotel Belmont de Nueva York
nos habló a un grupo de latinoamericanos sobre las fuerzas morales de los
británicos, la higiene física y moral de los estudiantes de Oxford y recitó
algunas de las reglas impresas en papeles pegados junto a las camas de los
universitarios, memorizados hacía más de veinte años.

La unión de los trabajadores manuales e intelectuales


Siguiendo el consejo de Manuel González Prada, Víctor Raúl Haya de la
Torre emprendió la tarea de unir a los trabajadores manuales e intelectuales
del país. En varias ciudades peruanas estableció personalmente gremios
de trabajadores para adoctrinarlos. Una de sus primeras contribuciones
a la educación de los obreros fue la fundación de centros de extensión
cultural a los que se les dio el nombre de Universidades Populares González
Prada. En ellas, buen número de universitarios e intelectuales voluntarios
impartieron educación gratuita a trabajadores de varias etnias. Con el
correr del tiempo, algunos profesores y estudiantes de estas universidades
populares llegaron a ser importantes conductores, fieles al pensamiento de
Haya de la Torre, el mentor de su formación ideológica. Otros destacaron
como poetas, prosistas, críticos literarios y periodistas: persistieron en la
labor partidaria en el destierro o en las catacumbas, sobresalieron en las
décadas de 1920 y 1930, organizados alrededor de la Liga de Escritores
Revolucionarios del Perú y la revista APRA, su principal vocera. Entre
ellos, estuvieron Luis Alberto Sánchez, Antenor Orrego Espinoza, Manuel
Seoane, Alberto Hidalgo, Serafín Delmar, Alcides Spelucín, Magda Portal,
Felipe Cossío del Pomar, Carlos Manuel Cox, Nicanor de la Fuente,
Juan José Lora, Guillermo Mercado, Américo Pérez Treviño, Nazario
Chávez Aliaga y Ciro Alegría.

184
Eugenio Chang-Rodríguez

Repercusión en Latinoamérica de las ideas


del otro Haya
La labor pionera por la justicia y la democracia emprendida por el otro
Haya y sus discípulos en el Perú y en el exterior pronto ganó el aplauso
y la adhesión internacional de muchos ciudadanos de todas las edades y
ocupaciones. Varios conocidos intelectuales de países hermanos se plegaron
a las filas del APRA y se identificaron con su programa máximo, imitando
a la uruguaya Juana de Ibarbourou (1895-1979) y al salvadoreño Alberto
Masferrer. La notable poeta uruguaya —proclamada «Juana de América»—
publicó en Renovación de Buenos Aires su «Profesión de fe», reproducida
en el Repertorio Americano de San José de Costa Rica2. Citemos uno de
sus párrafos:
… vengo ahora espontáneamente a ponerme bajo las banderas de ese
grupo juvenil que lucha y sufre por la autonomía real e ideológica de
América (APRA). Nunca he sido combativa, siempre el ensueño me ha
tenido presa en su red. En realidad, no sé, compañero Seoane, de qué
pueda servirles una mujer que no tiene el espíritu ni la voz hechos para
el combate. Pero el impulso de estar junto a ustedes es incontenible;
un recio convencimiento de corazón y de conciencia me empuja al
lado de ustedes. Háganme un lugar en las filas. Ya veremos luego en
que forma he de ser útil y de qué modo me ganaré el lugar que pido
a los trabajadores manuales e intelectuales de América» (Ibarbourou,
1928, p. 291).

Por su parte, Alberto Masferrer, prestigioso escritor salvadoreño, dio


a conocer, el 26 de octubre de 1928, su declaración titulada «La misión
de América»:
Aprista soy: es decir, soldado de la Independencia Americana, sirviendo
en las mismas filas en que sirven Alfredo Palacios, Manuel Ugarte,

2
Este es uno de los 50 artículos sobre Haya de la Torre o el APRA que el Repertorio
Americano publicó de 1924 a 1930.

185
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Juana de Ibarbourou, Julio R. Barcos, toda la juventud argentina, Haya


de la Torre, Esteban Pavletich, Magda Portal, Gabriela Mistral…,
la juventud de México, Joaquín García Monge, Froylán Turcios y
Augusto Sandino (Masferrer, 1929, pp. 4-5).

A los escritores anteriores los imitaron muchos jóvenes intelectuales


de Hispanoamérica: el cubano Alberto Arredondo3 y el hondureño
Froylán Turcios (1772-1943), por ejemplo. Víctor Raúl constantemente
los alentó por medio de cartas personales, mensajes, declaraciones de
prensa, artículos, ensayos, folletos y libros. En el curso de los años, Haya
de la Torre fundó varias publicaciones: Claridad y APRA, en Lima; e
Indoamérica, en México. En otros lugares apoyó la fundación de voceros del
partido: Atuey, en La Habana; Trinchera Aprista, en México; y Trinchera,
en Trujillo del Perú. Además, contribuyó con artículos a El Universal
Gráfico (México), Crítica (Buenos Aires), Bohemia (La Habana), El Diario
de Cuba (Santiago de Cuba), El Diario de Yucatán (Mérida), La Capital
(Rosario), Claridad (Buenos Aires), Folha Acadêmica (Río de Janeiro); Hoy
(Santiago de Chile), Atenea (Concepción), La Nueva Democracia (Nueva
York), Ibérica (Nueva York), Repertorio Americano (San José de Costa Rica);
Cuadernos Americanos (México), etcétera. La extensa bibliografía de sus
publicaciones incluye trabajos editados en revistas extranjeras como The
Labour Monthly, The Socialist Review y The Lansbury Weekly, de Inglaterra;
la revista Europe, de Francia; y The Nation, Free World, Living Age, Modern
Review, Bulletin of the Pan-American Union, United Nations World y Life,
de los Estados Unidos.
Haya de la Torre fundó gremios de trabajadores y los adoctrinó en sus
locales y en las aulas de las Universidades Populares González Prada, donde
los estudiantes universitarios y otros intelectuales jóvenes de izquierda

3
Alberto Arredondo (1912-1968), economista cubano, sirvió en los gobiernos de su
patria en las décadas de 1930 a 1950 en asuntos agrícolas y desarrollo industrial hasta
que se exilió en los Estados Unidos, donde circularon sus numerosos ensayos, artículos y
conferencias.

186
Eugenio Chang-Rodríguez

impartían educación gratuita. Muchos de esos profesores y estudiantes


se afiliaron al partido aprista. Por su parte, los desterrados continuaron
su labor proselitista en el extranjero y, como ya mencionamos, no pocos
destacaron como poetas, prosistas, críticos literarios y periodistas.
En diversas ocasiones Haya de la Torre fue elogiado por prominentes
hombres de letras y ciencias de muchos países. Cuando en 1928 lo
apresaron y expulsaron de Guatemala, voces de aliento le llegaron de
varios lugares del mundo. Desde Niza, Manuel Ugarte (1875-1951) le
envió un elocuente mensaje: «Con entusiasmo y admiración inclino como
una bandera, mis veinte años de lucha, en víspera de la acción que ha de
reunirnos muy pronto. Usted que tan noblemente ha ganado el prestigio
que lo rodea, será el intérprete de mis sentimientos de compañerismo y
fraternidad continental». Cuando en El Salvador se concibió el plan de
capturar a Haya y remitirlo a una muerte segura en Nicaragua, José Santos
Chocano despachó un telegrama en el que demandaba la libertad de Haya,
«cuyas ideas políticas no es el caso discutir, pero cuya sinceridad dentro
de ellas nadie puede negarle». En esa ocasión, José Ingenieros también
intercedió y declaró en su telegrama: «Cuidemos todos la vida de Haya
de la Torre porque es necesaria para la libertad de América» (Cossío del
Pomar, 1946, pp. 176-177).

El Proceso Haya de la Torre y los pedidos


internacionales por su vida
Numerosas adhesiones le llegaron cuando estuvo preso de 1932 a 1933.
La vida de pocas personalidades de América preocupó tanto como la
de Víctor Raúl. Las treinta y tres últimas páginas del Proceso Haya de
la Torre informan sobre los pedidos procedentes de numerosos países
enviados para interceder por su vida y libertad. Desde España protestaron
y pidieron la libertad del peruano las siguientes personalidades: Julián
Baleiro, presidente de las Cortes de la República; José Ortega y Gasset,
Miguel de Unamuno, Luis Jiménez de Asúa y Gregorio Marañón. Entre

187
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

quienes se hicieron oír de Francia, sobresalió Romain Rolland (Premio


Nobel de Literatura de 1915), fiel amigo pacifista. Al cablegrafiarle al
gobierno peruano le recordó que Haya de la Torre honraba al pensamiento
del mundo ibérico y terminaba: «Je vous demande respecter sa personne».
Por su parte, George Lansbury se apresuró a protestar desde Londres:
«Atónito y avergonzado estoy con las horribles medidas de venganza
contra obreros y estudiantes en el Perú. Confío en que las noticias sean
infundadas, porque vuestra República cubriría de vergüenza su nombre
si se le quitara la vida a Haya de la Torre, que tiene tantos amigos entre
nosotros y comparte nuestros ideales». De otra parte, más de sesenta
escritores y catedráticos argentinos enviaron un conmovedor mensaje en el
que reconocían las cualidades «intelectuales y éticas» de Haya y pedían que
le permitieran salir de la prisión para que viajase a la Argentina, donde lo
recibirían como a uno de los suyos. Entre los firmantes del documento se
encontraban Ricardo Rojas, Alfredo L. Palacios, Alejandro Korn, Gabriel
del Mazo, Julio R. Barcos y Gregorio Bermann. La Cámara de Diputados
de la Argentina aprobó por unanimidad la moción de que se solicitara la
libertad de Haya.
Un cablegrama del Brasil resumió el sentir de sus amigos de ese país:
«El Comité Hispanoamericano de Sociedades Intelectuales Independientes
del Brasil, coaligada con estudiantes y obreros, solicitan al Presidente de
Perú la libertad de la prestigiosa figura continental Haya de la Torre».
En México intercedieron por la vida de Haya importantes representantes
de las letras, la política y el periodismo: Antonio Caso, Jesús Silva Herzog,
Moisés Sáenz, Daniel Cossío Villegas, Samuel Ramos, Mariano Azuela,
Enrique Gonzáles Martínez y Carlos Pellicer, entre otros. Asimismo, la
Cámara de Diputados y el Senado de Colombia pidieron al gobierno
peruano que respetase la vida de Haya. En esa línea, invocaron el
sentimiento de solidaridad americana y exigieron la libertad de Haya
un buen número de intelectuales y políticos colombianos: Jorge Eliécer
Gaitán, Eduardo Santos, Baldomero Sanín Cano, Alberto Lleras
Camargo, Germán Arciniegas, Luis Eduardo Nieto, Darío Samper y

188
Eugenio Chang-Rodríguez

muchos otros. De los mensajes que llegaron de Cuba, destacó el de


Enrique José Varona: «Haya de la Torre es un hombre continental,
pertenece a América. En nombre de los intelectuales cubanos, me dirijo
al Gobierno del Perú pidiéndole su vida». En el Ecuador, la Cámara de
Diputados y prestigiosos escritores, como Benjamín Carrión, Jacinto
Jijón y Caamaño, César Carrera Andrade, J. Roberto Páez, Pío Jaramillo
Alvarado, pidieron al gobierno peruano la libertad de Haya de la Torre.
Hicieron lo mismo destacados escritores de Chile y Panamá; la Cámara
de Diputados de México, la Asamblea Nacional de Panamá, el Congreso
de Costa Rica y el Senado del Uruguay (Partido Aprista Peruano, 1933,
pp. 145-183).
Albert Einstein telegrafió al presidente Sánchez Cerro: «Suplícole
preservar vida Haya de la Torre honroso exponente pensamiento América
Latina» (Cossío del Pomar, 1946, p. 193). Lo imitaron varios ganadores
del Premio Nobel de Literatura, entre ellos el alemán Gerhart Hauptmann
(1862-1946, Premio Nobel de 1912), el indio Rabindranath Tagore
(1861-1901, Premio Nobel de 1913), Bernard Shaw (1856-1950, Premio
Nobel de 1925) y algunas personalidades que recibirían ese galardón
en años venideros, como Gabriela Mistral (Premio Nobel de 1945) y
Bertrand Russell (1872-1970, Premio Nobel de 1950). Remitieron
mensajes parecidos George Duhamel, John Dewey, Hubert Haring, Paul
Kellogg, Waldo Frank, Enrique Larreta, Arturo Capdevila, Ricardo Rojas,
Federico  de Onís y otros respetados escritores de Europa y América4.
Quienes elogiaron la ideología y acción de Haya de la Torre tuvieron en
cuenta su defensa de los países víctimas del imperialismo, como la de
setiembre de 1925, cuando protestó contra los abusos perpetrados por
Francia en Marruecos5. Como Manuel Ugarte, Víctor Raúl comprobó que

4
Léase el apéndice intitulado «Clamor mundial por la vida y libertad de Haya de la Torre»,
que sus compañeros argentinos y peruanos de Buenos Aires insertaron al final del libro
que publicaron al cumplirse los 400 días de su prisión (Haya, 1933a, pp. 224-238).
5
Léase su artículo de elogio al bereber marroquí Abd-el-Krim (1882-1963) por su
resistencia contra el invasor francés (Haya, 1925b, pp. 98-99).

189
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

los mejores auditorios para predicar las ideas antiimperialistas se encuentran


en los Estados Unidos. Víctor Raúl fue escuchado con entusiasmo en las
universidades de Columbia, Harvard, Oklahoma, Ohio, California, en
el Instituto de Ciencias Políticas de Williams College (Williamstown,
Massachusetts) y en la convención de la Liga de la Reconciliación
(Fellowship of Reconciliation) en Asbury Park6. Además, periodistas,
escritores y profesores universitarios norteamericanos viajaron al Perú
para entrevistarlo, sondear su pensamiento y escuchar personalmente su
mensaje: Hubert Haring, Ernest Gruening, Carleton Beals, John Gunther,
William G. Fletcher, Albert E. Carter, John Lear, Edward Tomlinson,
John Whittaker, Roy Josephs, entre otros.
En un artículo en Foreign Affairs, Carleton Beals (1893-1979)
afirmó que Haya era «el hombre clave de la política peruana». Después
de analizar la ideología aprista, sostuvo que el aprismo era un movimiento
de masas de gran potencialidad, cuyos dirigentes estaban imbuidos de un
fervor místico y tenían el mismo espíritu de los mártires. Llamó puritana la
disciplina aprista y predijo que Haya determinaría el desarrollo de la América
Latina en las décadas siguientes (Beals, 1935, pp. 245-246). Más tarde, al
escribir America South, pronto traducido al castellano, Beals explicó cómo
Haya de la Torre no solo había inflamado la imaginación de su propio
pueblo, sino también la de un continente y medio. Sostuvo, además,
que el fundador del aprismo representaba una tendencia política que,
con diferentes nombres, estaba abriéndose paso en Latinoamérica y que
Haya de la Torre era un líder brillante e influyente en el pueblo-lector de
sus copiosos escritos por su aureola de martirio a causa de su prolongado
exilio y encarcelamiento por su programa de amplio significado social
(Beals, 1940, pp. 357-358).

6
En una carta abierta a un aprista costarricense, Haya le cuenta en 1930 que mientras en
la América Latina le han impedido hablar contra el imperialismo, en los Estados Unidos
ha hablado con entera libertad y recuerda las universidades norteamericanas en las que
había hablado hasta entonces (Haya, 1930, p. 150).

190
Eugenio Chang-Rodríguez

El profesor William G. Fletcher, de la Universidad de Yale, escribió


en 1941 agudas observaciones sobre el fundador del aprismo (Fletcher,
1941, p. 15). John Gunther, en su libro más importante sobre el «drama»
de los diversos continentes, consideró a Haya de la Torre como «uno de
los hombres más notables de las Américas» (Gunther, 1941, pp. 201, 208,
212; 1942, pp. 193, 199, 203). En 1948, Ray Josephs resumió en una
difundida revista norteamericana su apreciación sobre el jefe del APRA,
después de explicar su gran influencia: 1) el fundador del aprismo es el
único pensador que ha podido organizar y atraer a su causa a los millones
de indios y mestizos explotados de Indoamérica, devolviéndoles mucho
del antiguo orgullo de sus antepasados; 2) su pensamiento y oratoria
han conseguido la adhesión de destacados estadistas e intelectuales de
la América Latina, como Einstein, que incluyó a Haya entre quienes
verdaderamente habían comprendido bien la teoría de la relatividad,
y como Toynbee, quien reconoció a Haya entre los que mejor habían
reevaluado los conceptos revolucionarios de Tiempo y Espacio (Josephs,
1948, p. 62).
Otros escritores europeos también escribieron libros, ensayos y
artículos sobre los mismos temas. René Marchand, en el capítulo «L’effort
democratique en Amérique Latine et le mouvement apriste», de su libro
L’effort democratique du Mexique (1938), explicó elocuentemente la
magnitud de la influencia intelectual de Víctor Raúl Haya de la Torre. Algo
parecido se dice en las páginas del libro The Republics of South America,
publicado por The Royal Institute of Foreign Affairs en 1937. Cuando su
vida estuvo en capilla en el Panóptico de Lima, el prisionero recibió un
mensaje de la Argentina que decía: «La generación peruana que hemos
aprendido a estimar y admirar en sus diversos matices y de la que Ud. es
una de las cabezas visibles, recuerda la nuestra de Sarmiento y Alberdi, de
Mitre y Echeverría» (Anónimo, 1933, p. 295). Joaquín García Monge y
Rómulo Betancourt le hicieron llegar esta declaración:

191
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Es justicia que hacemos al reconocer en usted, Haya de la Torre, a


uno de los mejores hombres de hoy en la América de Bolívar y de
Martí. Ha agitado usted la conciencia hacia la justicia, cumpliendo su
profesión de fe de San Lorenzo. Ha despertado usted inquietudes de
superación, anhelos de bien colectivo, dormidas actitudes de defensa,
en nacionalidades sordas a los peligros del vasallaje. Ha librado usted
cien batallas por América autónoma, sin déspotas criollos y sin tutores
extranjeros. Por todo esto los hombres de estas latitudes estamos con
usted, alentando sus labores dentro del Perú con solidaria simpatía7.

Aunque se le impidió doctorarse en Letras en la Universidad de San


Marcos, Víctor Raúl no ofició de crítico literario; sin embargo, sus escritos
han sido comentados por varios estudiosos de la literatura política peruana
y la función social de la literatura. Edith Palma, al prologar en 1952 la
segunda edición de la obra completa de su abuelo don Ricardo Palma,
elogió la interpretación original de las Tradiciones peruanas que hizo Haya
de la Torre en su tesis para el doctorado en Letras en San Marcos, que no
pudo defender por las desavenencias con uno de sus catedráticos. Años
más tarde, en una carta dirigida al grupo director de Sagitario de Buenos
Aires, Haya resumió sus ideas sobre el movimiento intelectual peruano
incluidas en su tesis sobre Palma:
Personalmente, creo que Palma fue tradicionista y no tradicionalista.
Creo que Palma hundió la pluma en el pasado para luego blandirla
en alto y reírse de él. Ninguna institución u hombre de la Colonia y
aun de la República escapó de la mordedura tantas veces certera de la
ironía, el sarcasmo y siempre el ridículo de la jocosa crítica de Palma.
Bien sabido es que el clérigo católico tuvo en la literatura de Palma un
enemigo y que sus «tradiciones» son el horror de frailes y monjas. Pero
por una curiosa paradoja, Palma se vio rodeado, adulado y desvirtuado
por una «troupe» de «gente distinguida», intelectuales católicos, niños
bien y admiradores de apellidos sonoros que, fustigados por la palabra

7
El mensaje, «Pro Haya de la Torre», fechado en San José de Costa Rica en agosto de
1931, vio la luz en la principal publicación de ese país: Repertorio Americano, 23(12), 192.

192
Eugenio Chang-Rodríguez

de oro de González Prada, fueron a refugiarse bajo la levita de este y


a empujarla contra él8.

Este es el párrafo que alabó, citó con encomio y reconoció la nieta


de Palma a Víctor Raúl Haya de la Torre, por la valoración social de la
obra de su abuelo. El mismo punto de vista del escritor político lo adoptó
más tarde José Carlos Mariátegui, al glosarlo agudamente en su ensayo
«El proceso de la literatura». Ambos escritores coincidieron en rescatar
la obra de Palma (Palma, 1952, p. XXV). En Bolivia, Pedro Rumichaca
corroboró, en 1953, esta tesis al proporcionar numerosos ejemplos de las
mal cotizadas ideas liberales del tradicionista peruano9.
Otra contribución literaria de Haya de la Torre es la carta que le
envió a Mariátegui desde Londres el 2 de noviembre de 1926, en la cual
le presenta sus ideas sobre el valor político de la literatura:
Notará usted que en todo instante relaciono yo el movimiento
intelectual con la política. No debe extrañarle el hecho simplemente
porque sepa usted que soy estudioso de cuestiones políticas y
económicas y obrero de una causa de reivindicación social a cuyo
programa he entregado mi vida.
No soy literato ni pretendo serlo, pero en mis cansancios de estudio
o en mis fatigas de lucha busco casi siempre reposo en la literatura,
particularmente en cierta literatura fundamental. Leyendo así
lentamente he llegado a hacer pasar por mis ojos muchos, muchísimos
libros literarios y he llegado a formarme un juicio «político» del valor
de ella, o, explicándome mejor, he llegado a encontrar que lo político
en la literatura es uno de los más decisivos factores...10

8
La carta, fechada en Londres el 10 de setiembre de 1925, la reprodujo en su libro Por
la emancipación de la América Latina (Haya, 1927a, p. 139).
9
Léase su interesante artículo publicado al año siguiente (Rumichaca, 1954, pp. 193,
197). En 1955 circuló en México una separata de este artículo en 11 páginas.
10
Mariátegui publicó la carta con el título «Nuestro frente intelectual», en Amauta 4
(diciembre de 1926), pp. 3 y 8. Fue reproducida en Haya (1927a, pp. 171-172).

193
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Al comentar la aserción de Bernard Shaw de que el periodismo puede


reclamar el derecho de ser la forma más alta de la literatura, Haya opinó
que el periodismo es fundamentalmente político:
Me parece que la Ilíada y la Odisea, por ejemplo, están basadas
en hechos políticos que es preciso demostrar; me parece que en la
literatura griega encontramos ese valor político, ya simbólica, ya
concretamente expresado, muy frecuentemente. Pasando a saltos,
hallo en La Divina Comedia ese mismo factor político, muy profundo.
Dante, como proscrito de un partido, escribe toda aquella obra
maravillosa con un sentido y una inspiración política, sin duda. En
el Quijote como en El Alcalde de Zalamea, en La Estrella de Sevilla,
en todo lo más grande y eterno de la literatura clásica española,
desde el Poema de Mio Cid encontramos un nuevo factor político.
Don Quijote —ya lo había insinuado en una carta a la juventud
dominicana— representa una tragedia de indisciplina, de dislocación
política, de desorganización y de desproporción: Don Quijote es un
político militante con un programa de justicia, de reivindicación, de
bien, de renovación y con un impulso revolucionario profundo. Don
Quijote se lanza a componer el mundo solo, con el individualismo
que España ostenta hasta hoy… La indisciplina de Don Quijote, su
falta de sentido realista, su programa político y su incapacidad para
encontrarle la verdadera técnica de aplicación, representan para mí
lo más fundamental, lo eterno de la tragedia de aquel inadaptado
luchador… cuya falta de realismo, cuyo anarquismo idealista lo lleva a
la derrota. Don Quijote es loco, no por los fines de justicia y de corregir
los entuertos del mundo que perseguía, sino por su irrealidad para ver
dónde debía atacar y cómo debía atacar (Haya, 1927a, pp. 175-176).

Víctor Raúl creía que El Alcalde de Zalamea y La Estrella de Sevilla


resucitaron la tragedia política del poder real y del poder popular. En las obras
de Shakespeare encontró simbolismo y eternidad política: «Richard III es
superior a Macbeth porque su interpretación política es mejor. El Mercader
de Venecia, Julio César y El rey Juan tienen «un simbolismo político actual
que se siente vivir en nosotros». Igualmente vio en la literatura de Tolstói,

194
Eugenio Chang-Rodríguez

Gorki, Dostoievski y Pushkin el reflejo de la tragedia rusa. Sobre los


escritores del siglo XX que se expresaron con emoción política, sostuvo:
Anatole France es un literato político. Sus obras están hechas todas
sobre problemas políticos más o menos actuales. Rolland es otro
gran literato político, amén de militante. Lo mismo Wells; y Shaw,
«periodista», como él se llama, es eminentemente político, sin duda
alguna, y el más político de todos. Recordemos César y Cleopatra, sátira
maravillosa contra el imperialismo inglés; recordemos Androcles y el
León, La otra isla de John Bull11, El inca de Jerusalén, Santa Juana, Vuelta
a Matusalén, Hombre y Superhombre, y recordemos que las obras de
Shaw menos políticas, como La profesión de Mrs. Warren —censurada
por cuarenta años—, no despiertan tan inmenso interés como aquellas
(Haya, 1927a, pp. 177-178).

La interesante carta de Haya concluye con una invocación a su amigo


Mariátegui y a sus compañeros del Perú para que reivindiquen la literatura
y el arte peruanos, así como la historia y las masas oprimidas, sin olvidarse
de los escritores y de los artistas provincianos, abusados por el «civilismo
oficial intelectual».
En cuanto a su influencia en el terreno filosófico, recordemos la
introducción a La filosofía del marxismo y el señor Haya de la Torre, escrita
por Rodney Arismendi (1913-1989), dirigente y teórico comunista
uruguayo, quien, después de negar la obvia influencia del aprismo, terminó
por reconocerle su difusión internacional (Arismendi, 1946, p. 18).
Debido al gran arraigo que han tenido las ideas de Haya en el Perú y
en otros países hispanoamericanos, varios gobiernos, cámaras legislativas
y muchas personalidades científicas y literarias, así como prominentes
políticos de casi todas las tendencias, gremios nacionales e internacionales
intercedieron para que el autócrata general Manuel A. Odría le concediera
salvoconducto para dejar la Embajada de Colombia, que lo asiló desde

11
Ver Bernard Shaw, La otra isla de John Bull (1950) Buenos Aires, Ed. Editorial
Sudamericana.

195
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

enero de 1949 hasta abril de 1954. De todos los honores que le confirieron
después de salir del asilo diplomático, el más significativo se le ofreció
en Bogotá, en la Universidad de América, el 15 de mayo de 1954. EI
Consejo Directivo de esa institución, presidido por el rector Baldomero
Sanín Cano (1861-1957), resolvió:
Exaltar el nombre de Víctor Raúl Haya de la Torre como ejemplo
para las juventudes de América;
– Conferirle el título de Doctor Honoris Causa en la Especialidad
de Humanidades, de acuerdo con los estatutos y acuerdos de la
Universidad, y celebrar en acto público la conferencia de este título12.

Haya de la Torre fue uno de los pensadores latinoamericanos más


conocidos internacionalmente. Romain Rolland resumió la misión
histórica de Víctor Raúl al afirmar que es «hijo del Sol», por estar animado
de «la pasión por la verdad y la pasión acezante por la humanidad sostiene
la desdicha del pueblo peruano caído en el fondo de la noche».

Canciones y pinturas en la conciencia peruana


Entre los documentos sobre la difusión de la ideología hayista en el Perú
destacan las canciones, pinturas y las obras en prosa y verso generadas por
sus discípulos desde 1926, pero sobre todo en las décadas de 1930, 1940
y 1950: «La Marsellesa aprista», «La marcha a los caídos», los poemas
dedicados a los ocho marineros fusilados en San Lorenzo (Callao) y a los
miles de ejecutados en la Revolución de Trujillo 1932 y los elogios a Víctor
Raúl Haya de la Torre, como el poema de Alberto Guillén y la oración
por el poeta del pueblo Gustavo Valcárcel. La solidaridad aprista cumplió
con el lema de su canción primordial que proclama a su partido como
«la nueva religión». Los apristas, como los cristianos de las catacumbas,

12
Publicado por El Tiempo (Bogotá), 25 junio 1954, y reproducido por Repertorio
Americano, 48(15), 232.

196
Eugenio Chang-Rodríguez

cantaban o recitaban poemas en sus locales partidarios o en sus hogares


sobre las proezas del aprismo y sus mártires.
Los discípulos y admiradores de Víctor Raúl Haya de la Torre celebran
el 22 de febrero de cada año el «Día de la Fraternidad», con el propósito
de recordar en el aniversario de su nacimiento su legado ideológico y
ejemplo cívico. En los programas culturales de esa fecha conmemorativa
se evalúa la resonancia continental del ideario aprista. En ese día, sus
discípulos renuevan su fe comprometiéndose a recuperar los valores del
espíritu y el respeto a la ley. En muchas de esas reuniones conmemorativas
se discute la toma de conciencia de la urgencia de terminar el desborde de
la corrupción. Para honrar su ideología y praxis, se presentan ponencias
en simposios dedicados a tratar principalmente las dos áreas de la fecunda
labor del fundador del aprismo: la ética cívica y la unidad continental, a
fin de aquilatar su legado espiritual.
Ya en la cuarta década del siglo XX irrumpieron en el firmamento
literario peruano los llamados Poetas del Pueblo vinculados con el PAP
y cultivadores de la poesía social: Gustavo Valcárcel, Eduardo Jibaja,
Julio Garrido Malaver, Mario Florián, Felipe Arias-Larreta, Abraham
Arias-Larreta, Luis Carnero Checa, Guillermo Carnero Hocke, Antenor
Samaniego, Ricardo Tello Neira, Juan Gonzalo Rose, Manuel Scorza y
Felipe Neira13.
A mediados de 1997 un grupo de periodistas europeos eligió a
Winston Churchill como «el hombre del siglo en Europa», a la vez que
propuso a Víctor Raúl Haya de la Torre como «el hombre del siglo en el
Perú», justificando su elección de la siguiente manera:
Haya de la Torre es el primero de nuestra lista en términos del
tremendo impacto de su actuación política e intelectual, desde inicios

13
Posteriormente los Poetas del Pueblo se dispersaron y algunos cambiaron de filiación
política. Permanecieron en el PAP, Samaniego, los hermanos Arias-Larreta, Garrido
Malaver, entre otros; varios se alejaron del aprismo, pero después volvieron, como Jibaja;
otros trataron de volver (Carnero Hoke, Scorza, etcétera), mientras que lo abandonaron
definitivamente Valcárcel, Scorza, Rose y Florián.

197
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

de los años veinte hasta su muerte en 1979, es decir, durante casi


sesenta años. Más allá de cualquier distancia ideológica o política,
es difícil ubicar a un compatriota cuyo quehacer haya influido y
modificado dramáticamente la vida del Perú en este siglo tanto como
el fundador del aprismo, cuyo influjo se proyectó aun después de su
desaparición (Forsyth, 1997).

Dos años después, a finales del siglo XX, tuvo rotundo éxito el
concurso para elegir a la mejor personalidad latinoamericana del milenio.
El certamen se realizó entre amplios sectores de la opinión pública de
Latinoamérica. La BBC de Londres y sus emisoras asociadas en América
Latina emitieron en directo el programa especial de fin de año el 31 de
diciembre de 1999, para anunciar que Víctor Raúl Haya de la Torre se
encontraba entre los más votados, después de Rubén Darío, Simón Bolívar,
Augusto César Sandino, Ernesto «Che» Guevara, el papa Juan Pablo y
Fidel Castro. Haya de la Torre obtuvo más votos que Gabriel García
Márquez, Cristóbal Colón, Francisco de Miranda y otras prestigiosas
personalidades históricas. ¿Por qué escogieron al pensador peruano en los
dos casos mencionados? Indudablemente porque Víctor Raúl Haya de la
Torre destaca en la literatura política latinoamericana por sus aportes a la
innovación ideológica y artística.
En el siglo XX, el uruguayo Alberto Zum Felde (1954, pp. 489-494)
y los estadounidenses Robert G. Mead (1959, pp. 123-124) y Martin S.
Stabb (1966, pp. 124-127 et passim) fueron los primeros críticos literarios
en reconocer a Víctor Raúl Haya de la Torre como un importante escritor
de ensayos, la mayoría de los cuales fueron reunidos en 1977 en los
siete tomos de sus Obras completas, editadas por Juan Mejía Baca. Estos
críticos explicaron cómo la doctrina de este pensador trujillano responde
a las condiciones de la realidad americana y por qué esa perspectiva les
otorga una significación diferente a los factores socioeconómicos de otros
continentes.
Desde los años aurorales, los apristas se adhirieron a la vertiente
democrática del marxismo, desechando la vía política y autoritaria hacia

198
Eugenio Chang-Rodríguez

el socialismo. Se tuvo en cuenta que Marx, en una de sus contradicciones,


planteó que el capitalismo sería superado en el futuro por su propia
evolución paulatina continuada. En consonancia con esta observación,
Haya sostuvo que el socialismo no llega por la abolición del capitalismo,
sino por su aceleración. De modo dialéctico mantuvo que históricamente
en el seno de la colectividad se va formando lenta pero inexorablemente
la nueva sociedad: de la tesis se pasa a la antítesis para luego terminar en
la síntesis que, una vez consolidada, se impone como nueva tesis para
ser superada a su vez dialécticamente en el curso de la historia. En este
contexto, es evidente que el desarrollo social se realiza en función del
desarrollo de la técnica.
Hoy en día, los apristas mantienen vivo el pensamiento de Haya;
evocan su lucha infatigable por la democracia y la modernización
socioeconómica de Latinoamérica. Reflexionan en los postulados básicos
de la ideología aprista. Para ellos, el aprismo es una escuela de educación
cívica y política. La modernización del aprismo superará la crisis de la
mayoría de los partidos políticos latinoamericanos al cuestionarse su
existencia y relevancia contemporánea. Rivalidades políticas, discrepancias
teóricas, cambios bruscos de estrategia y práctica han atomizado a algunos
partidos inadaptados a los cambios sociales de las últimas décadas. Los
cambios muestran la pauperización de las clases populares y medias,
mientras los pequeños sectores pudientes se enriquecen más y prospera la
economía marginal, informal. De este desbarajuste económico, agravado
por las migraciones internas, se aprovechan los políticos inescrupulosos
y demagogos para aliarse con parte de las fuerzas armadas para imponer
gobiernos autocráticos perjudiciales a las mayorías nacionales. Ante esta
realidad se necesita recordar que Haya concordó con Montesquieu en
considerar que los regímenes tiránicos «son el producto de un estado de
conciencia colectiva» y consecuentemente «lo que importa no es el tirano,
que es su consecuencia, sino el estado de conciencia, que es su origen».
Tuvo razón el fundador del aprismo al mostrar que los partidos políticos
tradicionales generan esa pésima conciencia colectiva.

199
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Desde su retornó al Perú de su primer largo exilio, Haya inició en 1931


el reajuste de su doctrina y praxis a la cambiante realidad internacional y
nacional. El imperialismo estadounidense en Latinoamérica comenzaba a
modificarse con la política del «Buen Vecino» de Roosevelt. En el terreno
mundial, el imperialismo se organizó a partir de la Gran Depresión en
torno a poderosos conglomerados transnacionales, basados en la expansión
industrial de los Estados Unidos y Europa y la limitada industrialización
en los países dominados por su economía. Tras el paréntesis de la Segunda
Guerra Mundial, especialmente a partir del éxito obtenido por la
reconstrucción de Europa con el Plan Marshall y la revitalización industrial
japonesa, el imperialismo descansa sobre la base de sus corporaciones
financieras y de la economía global. Además, la era atómica y la revolución
científico-técnica han modificado la naturaleza del imperialismo. Los
grandes centros de poder inician un período postindustrial en el que
adquieren un papel preponderante las industrias de servicio, la informática
y la cibernética; así como el dominio del crédito, de las inversiones, del
transporte, del comercio, de los mercados, tanto como el manipuleo de
la deuda externa y el traslado de la gran fábrica a los países de mano de
obra menos costosa. La cambiante faz del imperialismo obligó a Haya a
reajustar y actualizar su tesis antiimperialista.
Haya de la Torre anticipó el desmantelamiento de la Unión Soviética y
las repúblicas populares del Este de Europa, porque en ellas el capitalismo
de Estado y el control de las tierras e industrias por el Estado no rendían
los resultados previstos por los teóricos de la revolución. En los Estados
en transición al socialismo los objetivos revolucionarios eran saboteados
por la burocracia. Al percatarse de este desenvolvimiento a nivel mundial,
Haya reajustó su agenda político-económica a la cambiante realidad
universal. Se concentró en ayudar a esbozar el programa mínimo, el
plan mínimo de acción aprista: no por táctica, como se lo malinterpretó,
sino para reajustarlo a la realidad cambiante. Haya se percató de que la
posesión del conocimiento científico-tecnológico y de las finanzas es más
importante que la tenencia directa de las tierras e industrias. Como se

200
Eugenio Chang-Rodríguez

domina principalmente con la ciencia, la tecnología y las finanzas, aquellas


nacionalizadas no pueden producir si no se controla el capital, la técnica
y los insumos. Quien provee estos últimos controla a las primeras.
Como el conde Hermann Keyserling (1880-1946), autor de
Meditaciones sudamericanas, Haya creía en el despertar del espíritu en
Indoamérica14. Según el fundador del aprismo, facilitarían ese despertar
el bienestar económico general y la estabilidad política. Esta se sustenta
en el consenso de las colectividades sociales del campo y de la ciudad, la
tecnocracia, los industriales, los gremios, las fuerzas armadas y los partidos
políticos. La concertación de las diferentes fuerzas socioeconómicas
ayudaría inmensamente a la ejecución del proyecto de desarrollo hayista.
El mantenimiento del consenso político a partir de las colectividades
sociales garantizaría la estabilidad democrática y disiparía la tentación
por la dictadura en cualquiera de sus formas y disfraces. Al constatar que
en Europa y Estados Unidos la democracia se desarrolló tras un vigoroso
proceso de crecimiento económico, Haya dedujo que la continuidad del
sistema democrático requiere integrar el sistema político a los distintos
grupos de interés económico-social.
Sus interlocutores siempre apreciamos su devoción a los principios
democráticos y a la moralidad. El 4 de abril de 1928, desde México y en
papel con membrete de Indoamérica, publicación del APRA de esa ciudad,
le escribió a un aprista de Buenos Aires sobre la necesidad de predicar
en Latinoamérica disciplina y moralidad. Conforme a Haya, la misión
fundamental para hacer la revolución latinoamericana es identificar su
naturaleza económica y social, punto de partida de su quehacer político.
No hay que buscarla en Europa, ni en Norteamérica, sino en la misma
Indoamérica, como los apristas prefieren llamar al pueblo-continente
situado al sur de los Estados Unidos.

14
Confróntese la versión inglesa, South American Meditations (1932) con la versión española
Meditaciones sudamericanas (1931).

201
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Víctor Raúl fue consciente de que su doctrina no es completa ni per-


fecta; tampoco presenta un panorama detallado del futuro revolucionario
y posrevolucionario con el que debería coincidir la realidad. Además, es
dable —nos dijo— presentar un plan económico minucioso sobre la
organización de la circulación o reparto de la riqueza, sin saber cómo va
a organizarse la producción dentro del programa que se pretende realizar.
Observó que las modalidades de aplicación de esos programas están supe-
ditadas a los programas mínimos por dictarse en cada parte constitutiva de
Indoamérica y también sujetas a las condiciones objetivas insospechables
que ofrezcan los medios en los cuales la transformación se produzca. El
mismo Haya de la Torre postuló la necesidad de la modernización de los
objetivos de su partido, como se puede constatar en sus escritos, coloquios
y entrevistas. Recordemos algunas declaraciones suyas:
Yo quiero que el aprismo continúe su andadura sin mí y más allá
de mí. Esta será la obra de la nueva hornada de dirigentes jóvenes,
como Uds. y como tantos mozos que me garantizan la perennidad
de nuestra causa y de su apremio […] Como Moisés, solo miraré la
Tierra Prometida a la distancia, desde una lejanía que va acortando
su término. Pero estarán ustedes con el timón y la brújula del Partido,
cuando mi memoria se haya esfumado como el último lampo de una
luz que ardió en su hora y se apagó en su hora, sin apurar ni retardar
el paso, para luego emprender su vuelo a las estrellas (Campos, 1965,
pp. 106, 150).

Estas declaraciones confirmaban el aserto de su opus magnum al afirmar


que, para el aprismo, la realidad económico-social de Latinoamérica es el
punto de partida de su acción política, porque descubrir la realidad es su
primera misión revolucionaria.
Para nosotros todavía mantienen su vigencia los principios esenciales
de la doctrina de Víctor Raúl Haya de la Torre. Lo demuestran numerosos
documentos. Ese abundante material pone en evidencia la actualización
del ideario hayista, pese a los desafíos planteados por la informática,
las comunicaciones y la metamorfosis del capitalismo monopólico,

202
Eugenio Chang-Rodríguez

realizada por el imperialismo al experimentar grandes mutaciones en


áreas productivas, comerciales y financieras. Ante la cambiante realidad
latinoamericana, Haya de la Torre renovó su teoría y praxis. Fue un maestro
ejemplar, paladín de la democracia, fiel continuador del pensamiento
revolucionario de Manuel González Prada.
Desde que Víctor Raúl Haya de la Torre fundó la primera célula
del APRA en París en 1927, en el Perú han aparecido y desaparecido
partidos y organizaciones políticas que en sus inicios prometían una larga
permanencia. Se desvanecieron sin dejar huella significativa, salvo la estela
en el mar de la historia de fugaces gobiernos y caudillos fundadores. El
Partido Aprista Peruano fundado en Lima en 1931, con el pensamiento
político-filosófico del gestor del aprismo, sigue manteniendo su vigencia en
el siglo XXI, a pesar de los errores y flaquezas de algunos de sus dirigentes
de los últimos quinquenios y de ataques de los adversarios gratuitos del
PAP en este dramático país. Contra todas las predicciones interesadas, el
partido subsiste porque se basa en los valores de su fundador que lo ponen
al resguardo de las conocidas debilidades que hacen que las instituciones
pierdan vigencia y desaparezcan. Si bien el tiempo ha sido en el Perú
sepulturero de la mayoría de sus partidos políticos, el legado de Víctor
Raúl Haya de la Torre continúa vigente.

203
8. Conclusiones

El aporte ideológico y el legado intelectual de Víctor Raúl Haya de la


Torre es vasto. Sus escritos circulan en las Américas, Europa y Asia,
apreciados por su originalidad y aporte al Nuevo Perú en formación. En
Asia se lo considera un Sun Yat-sen latinoamericano1. En 1971, un grupo
de intelectuales, encabezados por Miguel Ángel Asturias (Premio Nobel
de Literatura de 1967) y otras eminentes personalidades, promovieron la
candidatura de Haya de la Torre al Premio Nobel de la Paz. En mayo de
1979, el Consejo Federal de la Federación de Periodistas del Perú acordó
apoyar dicha candidatura. Ese año, Víctor Raúl, a los 84 años de edad,
presidía la Asamblea Constituyente. Entre los muchos reconocimientos

1
El doctor Sun Yat-sen (1866-1925), natural de Cuiheng, provincia de Guangdong
(Cantón), es reverenciado en China continental y Taiwán por sufrir décadas de exilio en
Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón hasta derrocar al emperador manchú y fundar la
república. En 1878 su hermano mayor lo llevó a vivir con él a Hawái, donde lo matriculó
en el mismo colegio en el cual años más tarde estudiaría Barack Obama. En 1883 viajó a
Hong-Kong. Allá recibió el doctorado en Medicina y poco después inició sus actividades
revolucionarias contra el emperador manchú. Perseguido, el doctor Sun se trasladó a Estados
Unidos para difundir sus ideales. En Honolulu en 1904, sin renunciar a su ciudadanía
china, obtuvo la nacionalidad estadounidense e intensificó su labor revolucionaria con la
ayuda de los chinos de ultramar. Al fin, el 10 de octubre de 1911 la última dinastía manchú
fue derrocada y Sun Yat-sen fue proclamado primer presidente de la naciente república.
Lamentablemente, desde 1912, el país experimentó una serie de cambios gubernamentales.
Sun Yat-sen falleció en Beijing en 1925, después de fundar el Kuomintang y diseñar la
doctrina de los tres principios del pueblo: nacionalismo, democracia y bienestar social.

205
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

internacionales que recibió se encuentra la orden Francisco de Miranda


otorgada por Venezuela en 1977.
Al reflexionar sobre el fundador del aprismo en el siglo XXI es
pertinente recordar su visión profética de la globalización y reemergencia
de China como gran potencia mundial como lo fue por milenios antes
de ser víctima del imperialismo occidental en el siglo XIX. Desde joven,
Víctor Raúl identificó experiencias históricas parecidas entre China y el
Perú. Ambas naciones, creadoras de civilizaciones originales, estuvieron
sometidas por el imperialismo. Ambas experimentaron el feudalismo
y la fragmentación sociopolítica y los desmembramientos territoriales.
En El antiimperialismo y el APRA, Haya de la Torre volvió a ofrecer el
ejemplo de China y Sun Yat-sen para explicar los alcances del Frente
Único de los trabajadores manuales e intelectuales y el rol de las clases
medias. Citémoslo:
En varias oportunidades he aludido a la semejanza del movimiento
antiimperialista chino con el movimiento antiimperialista nuestro.
En un discurso pronunciado durante la cena conmemorativa de la
revolución china en Londres, el 11 de octubre de 1926, hice hincapié en
que el único Frente Antiimperialista semejante en su origen al chino es
el indoamericano y el único Partido Antiimperialista del tipo que tuvo
el Kuomintang al fundarse es el APRA. El Kuomintang no fue fundado
como partido de clase sino como un bloque o Frente Único de obreros,
campesinos, clases medias, organizado bajo la forma y disciplina de
partido, con programa y acción política concretos y propios. Sun Yat-
sen, uno de los más ilustres espíritus creadores de nuestros tiempos,
vio bien claro en su época que no era posible establecer en China un
partido puramente de clase —socialista— o exclusivamente comunista
más tarde. Lo admirable de la concepción política de Sun Yat-sen estuvo
en su realismo genial (Haya, 1936, pp. 68-69).

En su obra maestra El antiimperialismo y el APRA, Haya aplicó el


principio dialéctico de la «negación de la negación» a fin de confrontar
la realidad indoamericana con las tesis que Marx había postulado para

206
Eugenio Chang-Rodríguez

Europa (1936b, p. 117) e incorporar el relativismo metodológico a su


propio análisis. La «negación de la negación» está contenida en la Ley de
la Contradicción, uno de los cuatro principios de la dialéctica hegeliana
—junto a la Ley del Cambio o del movimiento continuo, la Ley de la
Acción Recíproca o del encadenamiento de los procesos y la Ley de la
Transformación de la Cantidad en Calidad o del progreso por saltos—.
La «negación de la negación» es el movimiento que contiene la vida y, al
mismo tiempo, su antítesis, la muerte. Es la aplicación a la política del
principio filosófico del Yin y del Yang. Décadas después de publicado
El antiimperialismo y el APRA2, Den Xiaoping aplicó a la nueva realidad
de la República Popular China el principio dialéctico de la «negación
de la negación» para resolver el desafío marxista de la Contradicción,
probablemente sin saber que Haya de la Torre se le había adelantado
teóricamente hacía más de medio siglo.

Haya de la Torre con Eugenio Chang-Rodríguez.


Archivo de Eugenio Chang-Rodríguez.

2
La primera edición de este libro fundamental se publicó con el título de El antimperialismo
y el APRA, las siguientes con el título de El antiimperialismo y el APRA, con la palabra
antiimperialismo con dos letras i.

207
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

Haya de la Torre, por su parte, analizó el proceso histórico chino y su


desarrollo en su espacio-tiempo histórico, desde la aparición de Sun Yat-sen
y el establecimiento de la república hasta la ascensión de Deng Xiaoping.
Para Haya, el proceso histórico en China es dialéctico, cuya complejidad
refleja las condiciones de tensión extrema entre las tendencias en pugna.
Víctor Raúl tuvo presente el gigantesco objetivo de Sun Yat-sen anunciado
en su Discurso Programa de 1921, en el cual explicó los Tres Principios
del Pueblo (Sān Mín Zhûyì): Nacionalismo, Democracia y Justicia Social.
En ese documento, el Dr. Sun advirtió que los tres se encuentran influidos
por el confucionismo y por la filosofía de un «gobierno del pueblo, por el
pueblo y para el pueblo», también esbozado por Abraham Lincoln en su
histórico discurso de Gettysburg, Pensilvania, el 19 de noviembre de 1863.
El primero de los Tres Principios del Pueblo prescribía terminar con
las concesiones extranjeras, los injustos tratados portuarios y esferas de
influencia y establecer un gobierno de la mayoría Han con representación
de las minorías manchú, tibetana, tártara y mongol, simbolizadas en los
cinco colores de la primera bandera de la república china (1911-1928).
El segundo principio (Minquán) señalaba una convocatoria a elecciones
legislativas para una Asamblea Nacional, proclamaba el derecho de
revocatoria de autoridades electas, y la realización de un referéndum y una
iniciativa legislativa por acción popular. El tercero (Minsheng) demandaba
la redistribución de la riqueza y el protagonismo central, no del Estado,
ni del individuo ni de las asociaciones, sino de la familia.
Otra visión profética de Haya desde el punto de vista económico
fue lo que hoy llamamos globalización, el advenimiento de una nueva
fase del capitalismo signado por la profundización de los principios del
libre mercado y de las leyes que universalizan la dialéctica capitalista. La
globalización es el proceso que integra las distintas economías nacionales
en un único mercado capitalista mundial, a la vez que expande las
fronteras del movimiento de capitales, la circulación de las personas, la
cultura, la informática, los conocimientos y las técnicas. El proceso de la
globalización no es reciente: comenzó en 1492 con la conquista europea

208
Eugenio Chang-Rodríguez

de América y la mundialización del imperialismo, pero se ha acelerado en


los últimos años. La globalización sigue siendo uno de los mayores retos
para los países desarrollados, en vías de desarrollo y el llamado Tercer
Mundo. Para poder explotar plenamente el potencial de crecimiento de
este fenómeno y garantizar el mejor reparto de sus beneficios, la Unión
Europea procura establecer un modelo de desarrollo sostenible mediante
un convenio multilateral a fin de reconciliar el crecimiento económico,
la cohesión social y la protección del medio ambiente.
Culturalmente hablando, la globalización desemboca dialécticamente
en actitudes antitéticas: tolerancia e intolerancia, agnosticismo y
fundamentalismo, cosmopolitismo y xenofobia, inmigración y diáspora,
integración y desintegración, asociación y ruptura, inclusión y exclusión,
homogenización y radicalismo, espiritualismo y materialismo, expansión
y contracción. Ayudada por las comunicaciones instantáneas propiciadas
por la tecnología, la globalización mediatiza peligrosamente e influye en
acontecimientos de repercusión universal, como la guerra en Afganistán
y Siria, los millones de refugiados en los Estados vecinos y en Europa. La
globalización es un reto-respuesta. Para algunos, es la «fase inicial» del fin
del capitalismo y antesala de un nuevo orden económico mundial (Haya,
1956b, p.  153); para otros, es la mundialización de los imperialismos
cooperantes.
Por otra parte, Haya refutó a Hegel cuando afirmó de manera categó-
rica que «Europa es absolutamente, el término de la Historia Universal»
(Haya, 1948, p.  189). Demostró que no hay una sola Historia y que
Occidente no es la meta final de las aspiraciones humanas: «En lugar de
tener por bárbaras las culturas no europeas, empezaremos a respetarlas
como estilos de confrontación con el cosmos equivalente al nuestro. Hay
una perspectiva china tan justificada como una perspectiva occidental»
(Ortega y Gasset, 1923)3. En efecto, medio siglo después, Deng Xiao-
ping, probablemente sin conocer todavía las ideas de Haya de la Torre,

3
Citado en Haya (1966, p. 205, n. 5).

209
Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología

puso en marcha una política de modernización de la República Popular


China no anticipada por los teóricos del comunismo y aplicó gran parte
de lo que había adelantado Víctor Raúl, de quien le informó Luis Alva
Castro durante la década de 1980 en su entrevista con él, guiado por
Huang Minhui, futura embajadora de la República Popular China en el
Perú en el 2015.
Por su parte, Felipe Cossío del Pomar consigna la respuesta que Haya
le dio a un periodista estadounidense que le preguntó «¿A qué se asemeja
el APRA?»:
Probablemente […] por medio de una comparación es posible
comprender mejor nuestro movimiento… se parece al Kuomintang.
Estamos en el período crítico de la transición que ha experimentado
China. La revolución china lleva a cabo la transformación dialéctica
de las normas. Son normas adquiridas a través del desarrollo gradual
de cinco mil años. De hecho, lo que hace Sun Yat-sen es designar
el rumbo de los nuevos ideales; se trata de una nueva cultura, cuyo
principio es un nuevo nacionalismo que considera todos los estados
soberanos como formas semifinales de la sociedad humana (Cossío
del Pomar, 1939, pp. 136-137).

Felipe Cossío del Pomar (1888-1081), en su libro Haya de la Torre. El


Indoamericano (1939) explica cómo la doctrina de Víctor Raúl se difunde
en el horizonte de América. Por mi parte he intentado mostrar el interés en
las bellas artes del fundador del aprismo y cómo este conforma su ideario.

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