Alfonso Ugarte Nació en La Ciudad de Iquique
Alfonso Ugarte Nació en La Ciudad de Iquique
Alfonso Ugarte Nació en La Ciudad de Iquique
Su partida de bautismo,
según consertertertetta en el libro N.º siglo 26 de la parroquia de San Lorenzo de Tarapacá, está
fechada el 13 de julio de 1847. Como en esta partida no se menciona el tiempo transcurrido desde
su nacimiento, se supone que nació ghghfghgfhgfhgfhgfh de 1870) de la Compañía de Bomberos
de Iquique,gfdfgdfgdfg una de las más antiguas del Perú, llegando a ser tercer teniente de la
misma.
Al inicio de la Guerra del Pacífico, Ugarte se encontraba en preparativos para viajar a Europa por
asuntos de negocios de la firma Ugarte Zeballos y Compañía que él mismo había creado. Sin
embargo, decidió quedarse en su ciudad natal para contribuir personalmente en su defensa.
Organizó un batallón con su propio dinero, batallón integrado por obreros y artesanos de Iquique,
al que nombró como el Batallón "Iquique N.º 1". Este batallón estaba conformado por 429
soldados y 36 oficiales, cuyo mando Ugarte asumió.
Participó en la batalla de Tarapacá. En ésta, tras poner en fuga a la caballería chilena con el fuego
de su batallón, fue herido de bala en la cabeza. A pesar de estar herido siguió combatiendo y
recorrió el campo para evitar que se cometiera el repase de los caídos. Tras la victoria se negó a
ser conducido a Arequipa para su curación; cuando contrajo el paludismo tampoco quiso pedir
licencia por salud. Se replegó junto con el ejército peruano y la población Tarapaqueña hacia Arica.
En la plaza de Arica asumió como Comandante de la Octava División del Ejército del Sur y participó
en las dos Juntas de Guerra que convocó el coronel Francisco Bolognesi, en las que se tomó el
acuerdo de defender la plaza «hasta quemar el último cartucho».
Ugarte arrojándose del Morro de Arica. Pintura realizada por Lodovico Agostino Marazzani
Visconti.
Murió combatiendo denodadamente en la batalla de Arica. Varios relatos señalan que se lanzó
montado en su caballo desde la cima del Morro, llevando consigo la bandera del Perú, para evitar
que el enemigo la tomara como trofeo, muriendo estrellado entre las rocas. Como prueba de lo
temprana de esta versión, el 21 de junio de 1880, a solo 15 días de la batalla de Arica, el diario
limeño La Patria describía así la muerte de Ugarte:
El último acto de la corta pero interesante carrera de Alfonso Ugarte revela cuanto era capaz esa
alma verdaderamente grande. Acosado por innumerables enemigos, vencido ya en la cumbre del
Morro histórico, presenciando la mutilación de los caídos, la profanación de esas reliquias
sagradas del heroísmo, quiso sustraerse a las manos enemigas y clavando las espuelas en los ijares
de su caballo, se lanzó al espacio desde aquella inmensa altura para caer despedazado sobre las
rocas de la orilla del mar.
Este testimonio debió ser transmitido por testigos oculares y se dice también que durante muchos
días quedó a la vista la osamenta de un caballo desbarrancado al pie del morro. El historiador
Clements R. Markham consigna también esta versión en su obra histórica sobre la guerra del
Pacífico. Sin embargo, si bien en los partes peruanos sobre la batalla de Arica se menciona a
Ugarte como uno de los caídos en el morro al lado del coronel Bolognesi, en ninguno de ellos se
habla de su lanzamiento al mar a caballo. No obstante, se debe tener en cuenta que por entonces
no se acostumbraba en los partes a dar detalle de la forma de la muerte de un combatiente.
Un testigo del hecho fue un oficial chileno que combatió en el morro de Arica, quien, en una carta
que el autor chileno Pascual Ahumada publicó en su libro Guerra del Pacífico: documentos
oficiales, afirma que Alfonso Ugarte, como enemigo le pareció que huía, ya que no daba batalla y
que lo vio despeñarse.
Inmediatamente que se restableció la tranquilidad, fuimos en ayuda del 4.º, que atacaba el Morro,
pues en el otro fuerte el enemigo hizo muy poca resistencia y se replegó a aquél; pero en el Morro
la resistencia fue floja por el desaliento que se había apoderado de nuestros enemigos, así en
pocos momentos quedó en poder del 4.º es formidable obra de la naturaleza. Ahí pereció el bravo
Bolognesi, el comandante Moore, el coronel Ugarte, que al huir se despeñó. Por casualidad escapó
herido el coronel argentino Sáenz Peña y el coronel La Torre.
Carta de un oficial chileno del 3.º combatiente en el morro de Arica, publicado por Pascual
Ahumada.2
Con fecha 17 de diciembre el dictador [Piérola] había dispuesto asimismo que a la fortaleza de
Miraflores mas vecina al mar se le diese el famoso nombre de Alfonso Ugarte, en memoria del
bizarro mozo que, como La Rosa en Iquique, se habia despeñado al océano desde la cumbre del
morro de Arica.
El cadáver de Ugarte fue hallado al pie del Morro, tal como lo consignó el párroco de Arica, José
Diego Chávez, en el libro de entierros, con fecha del 15 de junio de 1880, siendo colocado el
cuerpo en un nicho del panteón local.
El cuerpo identificado como el del coronel Alfonso Ugarte fue traído a Lima en 1890, junto con los
restos de otros combatientes caídos en la guerra. En la edición del 10 de julio de 1890 del diario
limeño El Comercio, se menciona que antes de la repatriación, su cajón fue abierto en Arica y «se
encontraron fracciones del cuerpo y un calcetín de hilo con la marca de su nombre». Un grupo de
ilustres tarapaqueños llevaron los restos en fúnebre cortejo hasta el mausoleo del mariscal Ramón
Castilla.
Años más tarde, dichos restos fueron depositados en el mausoleo familiar que había construido la
madre del héroe en el cementerio de Lima. Posteriormente fue trasladado a la Cripta de los
Héroes de la Guerra de 1879, en el Cementerio Presbítero Maestro, donde reposa actualmente, en
el tercer nivel, dentro de un sarcófago.
Intentando dilucidar la controversia sobre el cadáver del héroe, Geraldo Arosamena Garland logró
en 1979 –en su calidad de presidente del Centro de Estudios Histórico-Militares del Perú– la
autorización de abrir la supuesta tumba de Alfonso Ugarte, encontrando, efectivamente, sus
restos y parte de su uniforme envueltos en una bandera peruana. Estaban en buen estado, sobre
todo el cráneo y la cara.[cita requerida]
Testamento