Criptomonedas Solo Especulación Que Acelera El Cambio Climático
Criptomonedas Solo Especulación Que Acelera El Cambio Climático
Criptomonedas Solo Especulación Que Acelera El Cambio Climático
Fuentes: Ganas de escribir
Las llamadas criptomonedas se están convirtiendo en una de las expresiones más fieles de la lógica y la
El número de todas las que existen en el mundo es ya impresionante. A última hora del 10 de este mes de
noviembre la web coinmarketcap.com registraba 13.969. Veinticuatro horas más tarde, ya registraba
14.055, 86 más.
El valor de todas ellas en los mercados tampoco para de crecer. En ese mismo periodo de un día, ha pasado
de 2,79 billones de dólares a 2,84 billones, según los datos de la misma web,. (aquí). Y hace justo un año el
valor total era de 440.000 millones, lo que quiere decir que en estos últimos doce meses se ha multiplicado
por 6,4.
Pero si es grande el número y el valor de las criptomonedas que se han creado y circulan por todo el
Dicho de la forma más elemental posible, las criptomonedas son anotaciones digitales obtenidas por
diferentes procedimientos, todos los cuales se basan en la utilización de cifras o códigos muy complejos
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Se dice que esas anotaciones digitales son dinero, lo mismo que lo es la anotación que los bancos hacen en
las cuentas de sus clientes, y por eso se denominan criptomonedas. Pero esta es una idea errónea porque no
es verdad que las criptomonedas estén desempeñando las funciones que siempre desempeña cualquier cosa
que sea utilizada como dinero: ser medio de pago de aceptación generalizada, unidad de cuenta y depósito
de valor.
El dinero es cualquier cosa que es generalizadamente aceptada como medio de pago, para saldar las deudas.
Y, al contrario, se puede decir que no es dinero lo que no haya sido aceptado generalizadamente para esa
función.
Si yo le debo a mi vecina 500 euros, puedo saldarle la deuda con una moneda del reinado de Isabel II de mi
propiedad que para ella tenga el valor de esos 500 euros. Sin embargo, aunque haya saldado una deuda con
ella, esa moneda no se puede considerar como dinero si no es aceptada como tal por todas las personas.
Ahora bien, si al día siguiente el Estado declarase que esas antiguas monedas de Isabel II pasan a ser de
curso legal, es decir, de obligada aceptación para saldar deudas, la moneda que le di a mi vecina sería ya
dinero. Por tanto, para que algo se convierta en dinero no basta que alguien lo acepte como pago de una
deuda. Es necesario que la aceptación sea generalizada, bien por imposición del Estado o por decisión
colectiva (eso es lo que ocurría en los campos de concentración, donde se aceptaban cigarrillos como medio
Las criptomonedas que se han creado hasta la fecha no son dinero por la sencilla razón de que su
aceptación no es generalizada para saldar deudas y, además, porque eso no ocurre debido a otras
Hoy día, la inmensa mayoría de la gente o de las empresas que necesitan disponer de medios de pago para
intervenir en los intercambios normales y corrientes de la vida económica no aceptaría como pago un axie
infinity, un quant, un ardor o un prometeus, por poner algunos ejemplos. Sencillamente, porque saben que
no es seguro que otras personas o empresas acepten esas criptomonedas como pago en otro momento o
intercambio; entre otras cosas, porque no sabrían ni a qué se refieren esos términos.
La segunda razón de por qué las criptomonedas actuales no se pueden considerar dinero es todavía más
decisiva: no se usan como medio de pago generalizado sencillamente porque no conviene usarlas para ello.
Su valor es tan volátil, incierto e inseguro que resultan materialmente inútiles como dinero. Nadie en su
sano juicio utilizaría hoy para pagar sus deudas una «moneda» que mañana puede tener mucho más valor,
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ni sabiendo que es posible que, en unas horas, puede perder gran parte de él. Nadie firmaría hoy un contrato
suscrito en alguna de esas criptomonedas porque sería como hacerlo a precio indeterminado.
Sea lo que sea que se utilice como medio de pago, para que pueda cumplir esa función debe tener un valor
La realidad es que el precio de las criptomonedas es muy volátil y esto también impide que puedan
desempeñar la otras dos funciones del dinero que he mencionado antes, la de depósito de valor y unidad de
cuenta. Usar cualquier de ellas para esto último sería como establecer como unidad de medida un metro de
extensión variable que cada vez que se usara tuviese una longitud diferente.
Además, hay que tener en cuenta que la oferta de criptomonedas es fija (de bitcoin se emitirán 21 millones
de unidades y ya se han creado 18,6 millones) y, su precio, además, fácilmente manipulable por pocos
poseedores (a finales de 2020 los 100 mayores poseedores de bitcoins cash disponían del 13% de los que
circulan). Eso hace que no se pueda garantizar ni su disponibilidad en un momento dado, ni su estabilidad,
ni su posible utilización para corregir los desequilibrios de la economía, como puede hacer y es necesario
Por último, el procedimiento tecnológico y algorítmico que ha de seguirse para producirlas y controlar su
circulación hace que sea prácticamente imposible que alcancen la capacidad que sería necesaria para hacer
El sistema de funcionamiento del bitcoin, por ejemplo, impide que pueda llevar a cabo más de 7
transacciones por segundo, lo que supone un máximo de 220 millones al año. Una cifra ínfima comparada
con los 700.000 millones de pagos digitales que se efectúan en el sistema financiero global anualmente. O
Las criptomonedas son hoy día registros digitales de los que solo conviene o interesa disponer para obtener
beneficios gracias a las variaciones de su precio, es decir, para especular con ellas. Pero no porque
convenga utilizarlos como medios de pago habituales o unidades de cuenta, es decir, no porque sean dinero.
Esta es la primera razón por la que dije al principio que las criptomonedas se han convertido en una de las
expresiones más fieles de la naturaleza del capitalismo de nuestros días, basado preferentemente en la
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Las criptomonedas no sirven hoy día nada más que para especular con ellas, para ganar dinero
comprándolas y vendiéndolas sin realizar ninguna de las actividades productivas que satisfacen necesidades
humanas.
Es posible que dentro de un tiempo alguna de las criptomonedas actualmente existentes se haya ganado la
confianza de los sujetos económicos, que se utilice generalizadamente porque su valor se haya estabilizado
y que las limitaciones técnicas actuales que he señalado hayan desaparecido. No niego que, entonces,
pudieran ser consideradas como dinero. Aunque, en todo caso y si llegaran a serlo, sería a costa de un gasto
de energía tan desorbitado que cuesta mucho creer que fuese posible asumirlo.
Es así porque la creación y control de todas estas criptomonedas necesita que haya miles de ordenadores
dedicados a realizar continuamente operaciones muy complejas que requieren mucha electricidad y ser
renovados, como media, en unos 18 meses. Los datos que lo demuestran producen escalofrío.
Se estima que la huella anual de carbono que genera la producción de bitcoin (más o menos la mitad del
valor de todas las criptomonedas) equivale a la de un país como Chile; su consumo de electricidad anual
(116,7 TWh, según el Indice de Cambridge) está entre el de Países Bajos (111 TWh) y el de Argentina
(121,1 TWh) y es la mitad del que realiza España (233 TWh); y los residuos electrónicos que genera
La ineficiencia de las criptomonedas y el despilfarro que conllevan se perciben todavía más claramente si
se considera el gasto de energía que lleva consigo realizar una sola transacción con el bitcoin: produce una
huella de carbono equivalente a la de 2 millones de transacciones con tarjetas VISA y requiere la misma
cantidad de electricidad que 1,2 millones de esas transacciones. Y el desecho de material electrónico que
lleva consigo una sola transacción de bitcoin es el mismo que producen 1,69 iPhones de últimaa generación
Hasta ahora y según el cálculo que realiza la Universidad de Cambridge, el 61% de la energía que consume
la producción y control de las criptomonedas procede de energías no renovables es decir, de las más
costosas y contaminantes.
Es cierto que hay un acuerdo internacional para lograr en 2025 que el 100% de la energía que consuman
sea renovable, pero se trata de una previsión que ni es realista ni positiva. No es realista porque las energías
renovables son de provisión normalmente intermitente mientras que las criptomonedas necesitan un
suministro constante. Y, por otra parte, es inevitable que su demanda de electricidad siga creciendo
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exponencialmente para poder suministrar criptomonedas (de 2015 a marzo de 2021, el consumo de energía
de Bitcoin aumentó casi 62 veces). Por tanto, aunque toda esa nueva demanda procediera de energías
renovables, lo cierto es que supondría un gasto en producción de energía despilfarrador, sobre todo, si se
tiene en cuenta que solo sirve para multiplicar la especulación que debilita la actividad económica
productiva y destroza los incentivos que pueden hacer que los sujetos se dediquen a crear empleo y riqueza.
En resumen, las criptomonedas solo son una pieza más del «gran casino» financiero, como lo llamaba el
gran economista liberal francés Maurice Allais, en que se ha convertido el capitalismo de nuestros días.
Son pura especulación financiera, despilfarro que impulsa el incremento de la deuda y destruye la
economía productiva y una de las principales responsables del desastre climático de nuestros días. Además
de servir, para colmo, como una una vía por la que pueden transitar los grandes criminales del planeta para
En los años sesenta, viendo venir el desastre que iba a provocar la especulación financiera que se abría
paso, James Tobin propuso «echar arena en las ruedas de las finanzas internacionales» para, al menos,
frenarla. No se le hizo caso y hemos pagado las consecuencias: casi seis décadas de menos actividad
económica, más desempleo, más deuda y crisis económicas y financieras recurrentes. Si no se quiere seguir
por ese camino, se debería desinflar cuanto antes la burbuja financiera de las criptomonedas y evitar el
Fuente: https://juantorreslopez.com/criptomonedas-especulacion-acelera-desastre-climatico/