Los Cuatro Caminos
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Todos los caminos, más o menos largos, más o menos duros, se esfuerzan por conducir al hombre hacia
una misma dirección que es la autorrealización.
Todo el camino del fakir está hecho de ejercicios físicos increíblemente penosos. Se mantienen de pie en
la misma posición, sin movimiento, algunos, durante horas, días, meses y años; o bien, sentados sobre
una piedra desnuda bajo un sol implacable, bajo la lluvia, en la nieve, etc.; mantiene los brazos extendidos
por tiempo indefinido o bien se torturan con fuego o con un hormiguero en el que ponen sus piernas
desnudas, y así sucesivamente. Si el fakir no se muere en rígidas disciplinas, desarrolla en él lo que puede
llamarse voluntad física, pero esto no significa la creación del cuerpo de voluntad consciente o cuerpo
causal.
Además sus funciones emocionales, intelectuales, etc., permanecen sin desarrollo. Ha desarrollado
efectivamente, su voluntad física, pero no tienen en que poderla aplicar, no puede hacer uso de ella para
adquirir el conocimiento o perfeccionarse a sí mismo. Por lo general este tipo de individuos está
demasiado viejo para iniciar un nuevo trabajo.
Algunos de ellos no siguen este camino por sentimientos religiosos o porque comprendan las diferentes
posibilidades de desarrollo interior, sino por simple imitación causada por el impresionismo al ver a otros
fakires. Muchos de ellos se entregan a un ascetismo fanático por que quieren pagar con dolor sus malas
acciones o su incapacidad de vencer las tentaciones; para ello se flagelan sin misericordia, aman el dolor
por el dolor mismo, ignoran que el cuerpo físico es el templo del Dios vivo. Nadie se realiza con el dolor,
por que el dolor es el yo.
Bien vale la pena además, comentar lo que al respecto dice el Bhagavad-Gitâ, el canto del Señor, libro
sagrado Indostánico: “Los hombres que practican severas austeridades no recomendadas por las
escrituras, sólo por ostentación o egoísmo, esos apegados y concupiscentes, desprovistos de sensatez,
torturan a todos los órganos del cuerpo, y a mi también que moro dentro del cuerpo. ¡Conócelos, son de
propósitos demoníacos!”.
El trabajo del monje se concentra en sus sentimientos, sometiendo sus otras funciones a la fe.
AEGAC
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Tengamos en cuenta que la fe en sí misma y por si misma es conciencia despierta. Existen dos tipos de fe:
Una, que mueve un estado de emoción basado en la creencia; otra, la que se basa en las experiencias
místicas directas, por ello no se necesita creer ni dudar.
En cuanto al camino del monje se refiere, éstos desarrollan la voluntad sobre sus emociones, pero sus
demás facultades pueden quedar sin desarrollo. Para que la fe sea un puente seguro hacia la liberación,
deben también cultivarse las capacidades físicas e intelectuales, lo que se realizará a base de nuevos
sacrificios y austeridades. “Un monje tiene que llegar a ser un yogui y un fakir”.
Son muy escasos los monjes que llegan lejos; más escasos aún los que triunfan sobre todas las
dificultades que impone el camino real; pues la iniciación la da la diosa Isis (la divina madre), el
fundamento alquimista que enseña a profundidad la doctrina gnóstica.
Tenemos el Bhakti-yoga, o sea el yoga de la devoción. Este desarrolla la parte mística, la devoción
elevada, y puede darnos iluminación, mas no lleva a la autorrealización intima del ser.
Encontramos también el Raja-yoga. Objetivo de ese yoga es el desarrollo de los chakras, de los poderes
ocultos, etc. Se logra cierto desarrollo, no hay duda, pero eso no es Autorrealización.
Por la naturaleza de las prácticas empleadas por los yogis no hay duda de que desarrollan ciertos poderes
psíquicos como relajación mental, concentración (es muy sabido el poder de la telequinesia, es decir,
mover objetos a distancia con la fuerza metal), telepatía, poderes hipnóticos, etc. Pero si se olvidan de la
doctrina de los muchos yoes, esto puede conducir a la paranoia o delirios de grandeza, sienten que han
alcanzado la auténtica maestría, mas esto sólo conduce al desarrollo de siddhis o poderes inferiores.
El yogui trabaja en el conocimiento de la dualidad de la mente y no hay duda de que alcanza estados
sublimes, pero esto no significa la creación del legítimo mental.
Existe lo que podríamos llamar Agni-yoga o yoga del fuego interior, o Kundalini-yoga. Este nos lleva a las
puertas mismas del cuarto camino.
Más el cuarto camino, el camino del hombre equilibrado, conduce a la perfección y armonioso desarrollo
de todos los centros de la máquina humana, a través del despertar de la conciencia, trabajando con el
cuerpo físico simultáneamente con las emociones y los pensamientos.
Así el cuarto camino enlaza y resume el trabajo con los otros tres en perfecto equilibrio.
El cuarto camino es la senda del matrimonio perfecto, la vía del ser inteligente, del que estudia la cábala
y la alquimia empleándolas en la realización armoniosa de todas sus infinitas posibilidades, quedando
sintetizadas en el despertar de la conciencia, basado en la desintegración del yo psicológico.
El cuarto camino se fundamenta en la transmutación de las energías creadoras logrando el desarrollo del
fuego interior, el avance esta determinado por la disolución del ego y el sacrificio por la humanidad.
Este camino no exige que la persona se retire del mundo, o que abandone todo contacto con los seres, las
cosas y los eventos, sino que requiere una preparación adquirida en el gimnasio psicológico de la vida
práctica. Esta vía comienza mucho más lejos que la del yogui. Su centro de gravedad reside directamente
en la conciencia o esencia anímica.
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Es necesario estar preparado para entrar al cuarto camino. El hombre que quiere seguir este sendero tiene
que reunir en su vida condiciones favorables al trabajo, o por los menos aquellas que no lo hagan
imposible; porque es necesario convencerse de que tanto en la vida exterior como en la interior, ciertas
condiciones pueden constituir barreras infranqueables para el cuarto camino. Este camino es mucho
menos conocido que los otros tres tradicionales.
El cuarto camino es muy exacto y mucho más perfecto que los otros tres.