LA FAMILIA ES LO PRIMERO Carnival Final Entregado
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LA FAMILIA ES LO PRIMERO Carnival Final Entregado
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Proverbios 14:1ª
La mujer que puede abocarse al maravilloso esfuerzo de defender su casa y
hacer todo lo posible por mantener su hogar, renunciando al egoísmo, a las
discusiones sin sentido, a las palabras hirientes y al mal humor, es inteligente.
Pero para llevar adelante una familia, no sólo es necesario el compromiso de
la mujer, sino que, también, es responsabilidad del hombre velar por el bien de
ella y de su casa.
Este pasaje cita uno de los errores en el que podemos caer los hombres: «Hay
hombres cuyas palabras son como golpes de espada».2
Cuando se cae en el enojo, resulta difícil controlar las emociones y también las
palabras. Estas pueden convertir nuestro hogar en un infierno o en un paraíso;
todo depende de nosotros, de la manera en que sepamos utilizarlas.
Estamos frente a un gran desafío. Este libro posee el propósito de señalarle
principios claves que le ayudarán en la tarea de cuidar y fortalecer los pilares
de su hogar. Si este es su anhelo, avancemos juntos en esta maravillosa
experiencia.
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Proverbios 12:18ª
Inicio
Lo primero es la familia
Observando la realidad
Mientras se escucha hablar, desde hace tiempo, sobre la crisis del concepto
tradicional de familia, y de la ampliación de esta noción, por medio de
adjetivos como «ensambladas» o «monoparentales», en varios países, sigue
siendo fuerte, como institución pilar de la sociedad, la familia tradicional.
En una reciente encuesta realizada en la Argentina, la consultora Gallup llegó
a las siguientes conclusiones:
Para el 80% de los argentinos, la familia fundada a través del matrimonio es el
eje en el que debería estar centrada la sociedad. Incluso, el 48% de las
personas opina que la solución de fondo para problemas sociales, como la
delincuencia juvenil, las adicciones y la violencia, se encuentra en que el
Estado adopte políticas que promuevan la vida familiar. Mientras que un 38%
mencionó, como segunda medida, el aumento de presupuesto destinado a
problema sociales.
Las conclusiones surgen de un estudio de opinión sobre Matrimonio y Familia
que la Universidad Austral encargó a la consultora Gallup, por segunda vez (la
primera fue en el año 2000). La muestra tiene carácter nacional y reúne la
opinión de mil adultos que fueron entrevistados.
Vivimos una paradoja: el mundo actual pareciera vivir patas para arriba,
donde todo está cambiado. Lo digo porque existen continuos movimientos que
resultan contradictorios. Por un lado, se encuentran las parejas heterosexuales
que luchan por leyes que les permitan divorciarse y, de esa manera, romper
sus compromisos; pero por otro lado, se encuentran las parejas homosexuales
que luchan por conseguir leyes que les permitan constituirse en una unión
matrimonial. En otro sentido, las parejas heterosexuales piden leyes que les
permitan abortar, y las homosexuales luchan por tener la aprobación de los
legisladores para conseguir el amparo jurídico y, así, lograr leyes de adopción.
Algo no está funcionando bien; si nuestros abuelos se levantaran de la tumba,
creo que, de la decepción, se vuelven a morir. ¿Qué nos está sucediendo?
Existe un dato de mucha relevancia y que no podemos desestimar: la única
institución con más de cinco mil años de existencia es la familia; ninguna otra
ha podido resistir el paso del tiempo y los diferentes avatares vividos. La
humanidad enfrentó diversas crisis y cambios, pero, así y todo, la familia ha
sido aprobada como la célula mínima que ha sustentado la sociedad y la vida
del ser humano.
Tengamos cuidado, no podemos atacar la familia, sin sufrir las consecuencias.
En el desempeño de mi trabajo, continuamente observo el valor fundamental
que tiene la familia, en lo íntimo de cada persona. Muchos han podido
sobreponerse a los momentos más difíciles de su vida, gracias a la fuerza que
su familia les dio, al permanecer, cada día, incondicionalmente, a su lado. Por
eso, sin dudar, podemos declarar: «¡Lo primero es la familia!».
Consejos prácticos para mantener una familia sana
Principio 2
Aprender a ser demostrativos
¿Iguales o distintos?
Cuando nos enamoramos, nos parece tocar el cielo con las manos, y tenemos
la sensación de que justamente mi otra mitad cuenta con aquellas cualidades
que a mí me faltan; por eso, en un primer momento, se experimenta esa
impresión de sentirse completo. Mas a medida que el tiempo transcurre, esa
sensibilidad o espontaneidad que me impactó puede llegar al punto de
cansarme o desilusionarme.
Se dice que la mujer es perceptiva y el hombre racional; en determinado
momento, estas diferencias nos atraen; pero luego, por alguna razón, se tornan
en puntos de conflicto.
¡Qué bueno es poder concentrarse en las cualidades positivas y, no, en las
aristas negativas! Todos tenemos un lado positivo y otro negativo. Si sabemos
que no somos perfectos, esto nos ayudará a no ser tan exigentes con nuestro
cónyuge.
En una oportunidad, un hombre encontró a su amigo soltero llorando
desconsoladamente; inmediatamente, le preguntó:
—¿Qué es lo que te sucede?
Su amigo le contestó:
Acabo de encontrar a la mujer perfecta.
—¿Y cuál es el problema? —le replicó.
—Es que se acaba de ir con el hombre perfecto.
De una u otra manera, debemos darnos cuenta de que no somos perfectos.
Para lograr tener un matrimonio estable, debemos tener en claro que existen
marcadas diferencias entre el hombre y la mujer. Un breve repaso nos ayudará
a situarnos:
*La mujer es más intuitiva. Interiormente, es como si tuviera una brújula que
le permite estar orientada. Por lo general, es ella quien ve venir los problemas.
En lo referido a las relaciones, tiene mayor certeza sobre lo que sucede, se da
cuenta inmediatamente de si los demás están bien o no. En su rol de madre
esto es fundamental; por eso será que los niños, en la primera etapa, necesitan
tanto de ellas. ¡Nadie como ellas para discernir qué precisan!
En las relaciones interpersonales, la mujer percibe con mayor claridad las
intenciones de los demás.
El hombre, por el contrario, es más racional. Tiene la capacidad de ser más
preciso, a la hora de tomar decisiones; no se enreda en los detalles, sino que va
al grano de la cuestión. No se distrae en los aspectos menos importantes, sabe
distinguir lo prioritario de lo secundario.
*La mujer es más sensible. Con esto, no digo que el hombre carezca de
sensibilidad; sólo digo que las mujeres tienen una capacidad mayor de ver las
necesidades de las personas y suelen expresar sus emociones con mayor
facilidad.
Al hombre le cuesta mucho más manifestar sus sentimientos y saber
interpretar las necesidades de quienes lo rodean. Por eso él debe trabajar en
esta área.
*Físicamente.
Quizás, esta es la parte más visible para todos nosotros. La contextura física es
distinta. La mujer posee huesos más pequeños, hombros menos anchos, menor
fuerza física; su piel es más delicada, y utiliza ambos hemisferios cerebrales,
tanto el izquierdo como el derecho; por lo tanto, combina lo racional con lo
intuitivo.
El hombre posee huesos más grandes, hombros más anchos, mayor fuerza
física, y utiliza con mayor frecuencia uno de los dos hemisferios, lo cual lo
hace más lógico.
El secreto de la felicidad
En mi función de consejero, durante las charlas previas al casamiento, suelo
preguntarle al novio:
—¿Por qué deseas casarte?
Rápidamente, el joven me contesta:
—Porque quiero ser feliz.
El problema sucede cuando le hago la misma pregunta a la novia y obtengo
igual respuesta: ella también quiere ser feliz. Note que el acento está puesto en
uno mismo, en como cada uno busca su propia felicidad.
Nos equivocamos cuando el énfasis lo fijamos en nuestra propia persona, nos
convertimos en seres egoístas.
El secreto del éxito de la relación radica en querer hacer feliz al otro. El amor
es aquel que nos lleva a pensar primero en la persona que amamos y, luego, en
nosotros.
Nos encontramos con un serio problema, cuando como personas nos sentimos
incompletas y, en ese estado, salimos en búsqueda de una relación de pareja.
La dificultad se presenta en que pretenderemos que el otro sea el encargado de
satisfacer nuestras necesidades personales, ya que por nuestra cuenta no
logramos sentirnos completos.
Esto me recuerda a un insecto llamado garrapata. Conocí su existencia
cuando era niño. Resulta que, por ese tiempo, tenía un perro al que amaba
mucho y con el que pasaba momentos divertidos. Pero, en una oportunidad, él
estaba muy molesto y se negaba a seguir jugando conmigo. Lo llevé al
veterinario para saber qué le sucedía. Él lo revisó y luego me dijo que el
problema era que tenía garrapatas. Yo no entendía de qué se trataba, y
entonces el veterinario me explicó que estos insectos se fijan en la piel del
perro y su objetivo es extraerles la sangre; es decir, que la garrapata vive del
perro. Para que el animal continúe con su vida de manera normal, hay que
sacárselos.
Al conversar con muchas parejas me he dado cuenta de que se casan,
buscando que el otro supla todas sus necesidades de personas. Es como si
dijeran: «para esto me he casado, acá estoy, hazme ese hombre feliz que he
soñado, o hazme esa mujer feliz que siempre quise ser». Simplemente, hay
reclamos: «¿Qué vas a hacer para que sea feliz?».
Cuando en una pareja ambos se sienten incompletos, serán entonces como dos
garrapatas; pero, entiéndalo bien, dos garrapatas sin perro. Es allí cuando uno
le toca el timbre al otro y le demanda: «¡Hazme feliz!», sin saber que el otro
tampoco tiene nada para ofrecer, y que él también está insatisfecho y vacío.
Antes de comenzar una relación de pareja, debemos estar maduros y
completos como personas, y sólo el acercarnos a Dios nos proveerá el sentido
de valor y de realización. Al acercarnos a Dios, encontramos la felicidad y no
tendremos que salir a buscar ninguna otra cosa ni persona que nos provea la
plenitud. Con él, lo tenemos todo. De esta forma, no caerá en el error de
buscar en su pareja lo que solamente Dios puede brindarle. Amigo, ¡sólo Dios
le permitirá sentirse totalmente feliz!, y, cuando esto sucede, su matrimonio se
convierte en un lugar para compartir lo que cada uno posee y, ya no, para
demandar.
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Génesis 2:24
Principio 4 Parte 1
Aprendan a pedirse perdón y a perdonar
Elija perdonar
El enojo nunca será la correcta manera de solucionar una diferencia, la ira
terminará consumiéndonos. Así lo dice el libro de Job 5:2: «Al necio lo mata
la ira».
También, el mismo escritor, con sabiduría, agrega: «Te despedazas en tu
furor» (Job 18:4). El enojo incontrolable se convertirá en nuestro peor
enemigo y terminará carcomiéndonos interiormente, como las termitas a la
madera, hasta destruirla por completo.
Muchas veces, el éxito de hablar para solucionar diferencias depende de elegir
los momentos correctos. No lo haga cuando esté cansado o luego de una
jornada agotadora, o en momentos en que, seguramente, lo podrán
interrumpir. Busque el momento adecuado, tampoco lo haga delante de sus
hijos; ellos no podrán entender lo que sucede, y les afectará emocionalmente.
La clave es elegir los lugares correctos. No intente solucionar los conflictos
por teléfono, esto muchas veces los agrava.
Por el otro lado, debemos evitar ir a acostarnos sin haber solucionado el
motivo de la discusión. Al tratar de hallar la salida, tenga en cuenta el punto
de no perder el equilibrio: no se desgaste hasta llegar al agotamiento. Aun en
los conflictos armados suele existir lo que se denominan treguas, las cuales
buscan garantizar un período de cese del fuego para buscar soluciones. Este
principio puede ayudarle en hallar remedio a su problema.
La primera tentación que sufrimos al intentar resolver un conflicto es querer
hacer una lista de todo lo que debo decirle; allí estará cada detalle, cada mal
acto, cada equivocación, cada vez que se olvidó de mí, cada vez que no me
llamó por teléfono; en esa lista estarán los detalles de todos sus errores, sin
olvidarme de ninguno de ellos.
Me ha tocado oficiar como mediador en muchos conflictos matrimoniales. En
muchos de ellos, recuerdo cómo cada uno sacaba su lista de errores —pero,
entiéndame bien—, no, los propios, sino los del otro. Los agravios podían
remontarse a muchos años atrás, aun a períodos donde todavía ni siquiera se
habían casado, cuando simplemente eran novios. ¡Qué difícil es permanecer
ileso en medio de una verdadera balacera de disparos de fuegos, en la que la
munición cada vez aumenta de calibre!
¡Qué fácil es ver los errores en los demás! No en vano el Evangelio, en
palabras de Jesús, dice: «¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?». 4 Cabe recordar
que una viga puede llegar a tener 40 centímetros o más, pero una paja,
prácticamente, es milimétrica. ¡Qué increíble! Así es nuestra naturaleza.
Por eso, al querer solucionar un problema en el matrimonio, será esencial y
condición sine qua non reconocer mis errores. Imagínese qué fácil sería si,
frente al conflicto, cada uno, en primer lugar, hiciera esto. Así, los problemas
se solucionarían sencillamente.
Deponiendo el orgullo
El libro de Proverbios de Salomón está lleno de consejos sabios. Nos dice:
«La blanda respuesta aplaca la ira».5 Al iniciar una conversación, en búsqueda
de solucionar un conflicto, ¿pensó alguna vez la respuesta que originaría si, en
vez de defenderse, comenzara admitiendo su parte del error? La otra persona
espera que usted le grite; y, en cambio, usted inicia la conversación en un
tono suave y reconociendo su ofensa. ¿Se imagina la sorpresa? ¡Qué reacción
distinta generaríamos!
Mas allá de descolocar a su esposa u esposo, le revelará su amor y el deseo
sincero de buscar una solución. El egoísmo nos lleva a un solo camino, el de
la auto justificación y la destrucción de nuestro matrimonio y hogar. La
manera de vencerlo será asumiendo, simplemente, mis errores y pidiendo
perdón.
Recordábamos las palabras del rey Salomón: «La blanda respuesta aplaca la
ira».6 Luego agrega: «Mas la palabra áspera hace subir el furor».
Es prácticamente imposible querer apagar un incendio con nafta. La blanda
respuesta es siempre mejor que las palabras irónicas o sarcásticas.
En resolver conflictos, no sólo es importante lo que se diga, sino es definitivo
CÓMO SE DIGA.
Si lo que uno dice es ofensivo, se recibirá una respuesta defensiva.
Nuevamente, Salomón aporta su sabiduría al decir: «El sabio de corazón es
llamado prudente, Y la dulzura de labios aumenta el saber».7
4
Mateo 7:3
5
Proverbios: 15:1
6
Proverbios 15:1
7
Proverbios 16:21
Todos contamos con un arsenal de armas a las que debemos renunciar si
deseamos sinceramente recomponer las relaciones. Destruir las armas que
tenemos es una condición. Son armas de condenación, palabras sarcásticas y
ofensivas.
«El perdón es la llave que abre la puerta del resentimiento y las esposas del
odio. Es un poder que rompe las cadenas de la amargura y los grillos del
egoísmo» (William Arthur Ward).
Principio 4 PARTE 2
Aprendan a pedirse perdón y a perdonar
La causa de la infelicidad
Si tengo una actitud madura, los problemas no tendrán la oportunidad de
producir amargura.
Se cuenta que un hombre de negocios viajaba de una ciudad a otra en un
elegante tren. En el coche comedor, se sentó cerca de un matrimonio que, a
juzgar por sus ropas y por su vocabulario, era de una buena posición
económica. La mujer vestía lujosamente, pero experimentaba uno de los
momentos más desagradables consigo misma. En voz alta, manifestaba su
disconformidad con todo y todos. Al esposo, por el contrario, se lo notaba de
buen humor. Ambos hombres comenzaron a dialogar. El hombre de negocios
se sentía un tanto incómodo por la actitud de la mujer, que no cesaba de
manifestar su descontento. En la conversación, el esposo le preguntó a su
compañero de viaje a qué se dedicaba y luego le comentó que él era abogado.
Luego, con una sonrisa, miró a su esposa y dijo:
—Mi esposa es fabricante.
Esto era sorprendente porque la mujer no tenía el aspecto de ser una industrial.
De manera que el hombre le preguntó:
—¿Qué fabrica?
—Infelicidad —contestó—, fabrica su propia infelicidad.
Es una situación incómoda pero no deja de ser cierta; muchas veces, con
nuestras actitudes y formas de enfrentar la vida, lo único que construimos es
nuestra propia infelicidad.
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Eclesiales 4:9-12
La vida está llena de oportunidades para amargarnos o para vencerlas con una
actitud distinta. Frente al odio y la ira, existe una alternativa: el perdón. Los
conflictos en el matrimonio son oportunidades para generar roces,
confrontación y desgaste. En cambio, el perdón es el camino para sanar las
heridas y acortar las distancias.
4) Modelos equivocados
Si en su familia sus padres no desarrollaron una buena comunicación en el
momento del conflicto, seguramente a usted le costará resolver los
problemas con su cónyuge. Un padre que, frente al problema, sólo gritaba,
o una madre que respondía con indiferencia, seguramente no serán
modelos aconsejables para seguir. Pero, en realidad, uno tiende a volver a
cometer los mismos errores bajo los cuales vivió en su etapa de formación.
¡Rompa su modelo defectuoso!
Crezca en la comunicación
En un primer acercamiento con un desconocido, nos vinculan frases
simples, tales como: «¡Qué lindo está el día! o ¡Qué calor hace hoy!».
Cuando el vínculo es un poco más cercano, solemos comenzar a expresar
hechos. Estos son como informes de cosas que suceden, por ejemplo:
«¡Perdí el tren para ir al trabajo!».
Existe un nivel más que nos lleva a expresar lo que pensamos. Aquí hemos
crecido en nuestro horizonte de intimidad, ya que no a cualquiera le
diremos nuestras ideas sobre diferentes temas.
Sin embargo, podemos avanzar un poco más y llegaremos al momento en
que, debido a la seguridad, podemos expresar al otro lo que sentimos: este
es un nivel muy importante ya que esto sólo se lo decimos a aquellos en los
cuales confiamos.
Pero aún existe un lugar más íntimo en la relación, y es cuando abrimos las
puertas de nuestro corazón y revelamos la intimidad de lo que nos sucede.
¿En qué nivel está usted?
Siempre se puede crecer y profundizar la relación un poco más. Póngalo en
práctica.
Principio 7
Mantenga la llama encendida
Amor es compromiso
Muchas veces, se confunde el amor con un sentimiento fugaz que carece de
profundidad. El amor es compromiso. Esta palabra no es muy vendible, hoy
en día. En un mundo donde todos quieren sentir y disfrutar, a nadie le interesa
tener que pagar el precio que representa hacer frente al compromiso.
Básicamente, el amor no es un sentimiento, sino una decisión: la decisión de
amar otra persona. Luego, por encima del compromiso, vendrá el sentimiento.
Un amor sólo basado en el sentimiento será como un río sin su cauce:
solamente producirá una gran inundación, pero no llegará a ninguna parte.
Únicamente, el río que posee abundante agua y cuenta con un cauce profundo
podrá llegar lejos, en el camino de la vida.
Es el amor el que sustenta el matrimonio, el amor comprometido. Y este amor
se materializa en un pacto de matrimonio.
Es esencial comprender que el matrimonio se sustenta sobre un pacto de amor.
¿Por qué pacto? Es que el pacto habla de un compromiso asumido sin límite
alguno. Hoy, en vez de hablar de matrimonio, se habla de contrato. La gran
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Cantares 8:7
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Cantares 8:6
diferencia es que éste es limitado, tiene restricciones, no es incondicional.
Pero el matrimonio se funda en la entrega del 100% de cada cónyuge. Si
quieres formar una maravillosa familia, debes entregarlo todo por completo.
¿Cuál es su propósito?
La vida sin propósito carece de significado. Dios anhela una salida feliz para
usted. El momento decisivo se produce cuando el hombre se pregunta a sí
mismo: «¿Qué haré con mi vida?».
Recordaba el relato de aquella vez que Martin Luther King fue invitado a
pronunciar el discurso de graduación a un colegio de nivel secundario. Al
recorrer la escuela, se encontró con uno de los estudiantes y entabló con él el
siguiente diálogo:
—Roberto, ¿cuáles son tus planes para el futuro? —fue su primera pregunta.
—Por ahora, deseo entrar a la facultad de Derecho.
—¿Y después? —inquirió el predicador.
—Me propongo establecerme sólidamente en mi profesión de abogado, luego
casarme y tener una familia —respondió el joven.
—¿Y qué más? —insistió el predicador.
—Debo decirle francamente, que me propongo ganar mucho dinero, para no
tener que retirarme demasiado tarde y poder viajar para ver diversas partes
del mundo —replicó el joven.
Con insistencia, el predicador continuaba preguntando. Pero llegó un
momento cuando el muchacho le dijo:
—Pues, estos son todos mis planes.
Entonces, con una actitud que denotaba compasión, el predicador le dijo:
—Roberto, tus planes son muy cortos. Lo más que pueden durar son setenta o
cien años. Debes hacer planes bastante amplios que comprendan a Dios y que
alcancen a la eternidad.
Estimado amigo, ¿cuál es su plan para el futuro? No son los logros ni el
conocimiento lo que decidirá su destino, sino cuánto involucra a Dios en sus
decisiones.
Dada la gran necesidad de miles de personas de poder recibir cada dia una
palabra clara de parte de Dios, hemos organizado un envío de Reflexiones
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