Hora Santa 2
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Julio. Oración de apertura: Dios todopoderoso y eterno, en Cristo tu Hijo, tú has mostrado tu gloria al mundo. Guía el
trabajo de tu Iglesia: ayúdale a proclamar tu nombre, a perseverar en la fe y a llevar tu salvación a la gente adondequiera.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.
AMÉN.
Armando. “La puerta de la fe,” que introduce en la vida de comunión con Dios y permite la entrada en su Iglesia, está
siempre abierta para nosotros. Se cruza ese umbral cuando la Palabra de Dios se anuncia y el corazón se deja plasmar por
la gracia que transforma. Atravesar esa puerta supone emprender un camino que dura toda la vida. Éste empieza con el
bautismo, con el que podemos llamar a Dios con el nombre de Padre, y se concluye con el paso de la muerte a la vida
eterna, fruto de la resurrección del Señor Jesús que, con el don del Espíritu Santo, ha querido unir en su misma gloria a
cuantos creen en él. Profesar la fe en la Trinidad – Padre, Hijo y Espíritu Santo – equivale a creer en un solo Dios que es
Amor: el Padre, que en la plenitud de los tiempos envió a su Hijo para nuestra salvación; Jesucristo, que en el misterio de
su muerte y resurrección redimió al mundo; el Espíritu Santo, que guía a la Iglesia a través de los siglos en la espera del
retorno glorioso del Señor. Oración Dios nuestro Padre, ábrenos la puerta de la fe para que podamos entrar en el misterio
de tu amor salvífico, hecho presente para nosotros en el don de la Eucaristía. Hacemos esta oración por Cristo nuestro
Señor.
AMÉN.
“Ahora bien, la fe es la garantía de los bienes que se esperan, la plena certeza de las realidades que no se ven. Por ella
nuestros antepasados fueron considerados dignos de aprobación. Por la fe, Abraham, obedeciendo al llamado de Dios,
partió hacia el lugar que iba a recibir en herencia, sin saber a dónde iba. Por la fe, vivió como extranjero en la Tierra
prometida, habitando en carpas, lo mismo que Isaac y Jacob, herederos con él de la misma promesa. Porque Abraham
esperaba aquella ciudad de sólidos cimientos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. También por la fe, Sara recibió el
poder de concebir, a pesar de su edad avanzada, porque juzgó digno de fe al que se lo prometía. Y por eso, de un solo
hombre, y de un hombre ya cercano a la muerte, nació una descendencia numerosa como las estrellas del cielo e
incontable como la arena que está a la orilla del mar. Por la fe, Abraham, cuando fue puesto a prueba, presentó a Isaac
como ofrenda: él ofrecía a su hijo único, al heredero de las promesas, a aquel de quien se había anunciado: de Isaac nacerá
la descendencia que llevará tu nombre”.
Oscar. Llamados a Vivir por la Fe (De Porta Fidei 13 Se lee despacio por uno y otro lector).
Oscar: Por la fe, María acogió la palabra del Ángel y creyó en el anuncio de que sería la Madre de Dios en la obediencia de
su entrega. En la visita a Isabel entonó su canto de alabanza al Omnipotente por las maravillas que hace en quienes se
encomiendan a Él. Con la misma fe siguió al Señor en su predicación y permaneció con él hasta el Calvario. Oremos con
fe: Señor, aumenta nuestra fe.
Oscar: Con fe, María saboreó los frutos de la resurrección de Jesús y, guardando todos los recuerdos en su corazón, los
transmitió a los Doce, reunidos con ella en el Cenáculo para recibir el Espíritu Santo. Oremos con fe: Señor, aumenta
nuestra fe.
Oscar: Por la fe, los Apóstoles dejaron todo para seguir al Maestro. Creyeron en las palabras con las que anunciaba el
Reino de Dios, que está presente y se realiza en su persona. Vivieron en comunión de vida con Jesús, que los instruía con
sus enseñanzas, dejándoles una nueva regla de vida por la que serían reconocidos como sus discípulos después de su
muerte. Oremos con fe: Señor, aumenta nuestra fe.
Oscar: Por la fe, fueron por el mundo entero, siguiendo el mandato de llevar el Evangelio a toda criatura y, sin temor
alguno, anunciaron a todos la alegría de la resurrección, de la que fueron testigos fieles. Oremos con fe: Señor, aumenta
nuestra fe.
Oscar: Por la fe, los discípulos formaron la primera comunidad reunida en torno a la enseñanza de los Apóstoles, la oración
y la celebración de la Eucaristía, poniendo en común todos sus bienes para atender las necesidades de los hermanos.
Oremos con fe: Señor, aumenta nuestra fe.
Edith: Por la fe, los mártires entregaron su vida como testimonio de la verdad del Evangelio, que los había trasformado y
hecho capaces de llegar hasta el mayor don del amor con el perdón de sus perseguidores. Oremos con fe: Señor, aumenta
nuestra fe.
Edith: Por la fe, hombres y mujeres han consagrado su vida a Cristo, dejando todo para vivir en la sencillez evangélica la
obediencia, la pobreza y la castidad, signos concretos de la espera del Señor que no tarda en llegar. Oremos con fe: Señor,
aumenta nuestra fe.
Edith: Por la fe, muchos cristianos han promovido acciones a favor de la justicia, para hacer concreta la palabra del Señor,
que ha venido a proclamar la liberación de los oprimidos y un año de gracia para todos. Oremos con fe: Señor, aumenta
nuestra fe.
Edith: Por la fe, hombres y mujeres de toda edad, cuyos nombres están escritos en el libro de la vida, han confesado a lo
largo de los siglos la belleza de seguir al Señor Jesús allí donde se les llamaba a dar testimonio de su ser cristianos: en la
familia, la profesión, la vida pública y el desempeño de los carismas y ministerios que se les confiaban. Oremos con fe:
Señor, aumenta nuestra fe.
Edith: También nosotros vivimos por la fe: para el reconocimiento vivo del Señor Jesús, presente en nuestras vidas y en la
historia. Oremos con fe: Señor, aumenta nuestra fe.
Jorge. Lectura del Santo Evangelio según San Juan Juan 6:19-29 “Cuando habían remado unos cinco kilómetros, vieron a
Jesús acercarse a la barca caminando sobre el agua, y tuvieron miedo. El les dijo: «Soy yo, no teman». Ellos quisieron
subirlo a la barca, pero esta tocó tierra en seguida en el lugar adonde iban. Al día siguiente, la multitud que se había
quedado en la otra orilla vio que Jesús no había subido con sus discípulos en la única barca que había allí, sino que ellos
habían partido solos. Mientras tanto, unas barcas de Tiberíades atracaron cerca del lugar donde habían comido el pan,
después que el Señor pronunció la acción de gracias. Cuando la multitud se dio cuenta de que Jesús y sus discípulos no
estaban allí, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm en busca de Jesús. Al encontrarlo en la otra orilla, le preguntaron:
«Maestro, ¿cuándo llegaste?». Jesús les respondió: «Les aseguro que ustedes me buscan, no porque vieron signos, sino
porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento perecedero, sino por el que permanece hasta la Vida
eterna, el que les dará el Hijo del hombre; porque es él a quien Dios, el Padre, marcó con su sello». Ellos le preguntaron:
«¿Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?». Jesús les respondió: «La obra de Dios es que ustedes crean en
aquel que él ha enviado»”.
Oración Dios nuestro Padre, siempre danos la gracia para hacer tu trabajo creyendo en el que tú has enviado, nuestro
Señor Jesucristo, que vive y reina por siempre.
AMÉN.
AMÉN.
Letanía de Alabanza.
Rufino. Dios Padre del Cielo, Creador del mundo, fuente de toda bondad;
Padre, la primera Persona de la Santísima Trinidad;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre del Hijo Primogénito;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre e Hijo, de quienes procede el Espíritu Santo;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre de la belleza y de la sabiduría;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre eterno, infinita majestad y santidad;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Padre todopoderoso, lleno de misericordia y de toda compasión;
R. Ábrenos la puerta de la fe
Oremos: Oh Dios, que en este admirable sacramento nos dejaste la memoria de tu Pasión y de tu muerte, concédenos
venerar de tal manera los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu Sangre, que experimentemos siempre en nosotros los
frutos de tu Redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
Bendición Eucarística Si un sacerdote o diácono es el que preside, se da la Bendición Eucarística. Siguiendo los pasos
acostumbrados.
Alabanzas finales:
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo nombre.
Bendito sea Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre.
Bendito sea el nombre de Jesús.
Bendito sea su sacratísimo Corazón.
Bendita sea su preciosísima sangre.
Bendito sea Jesús en el santísimo sacramento del altar.
Bendito sea el Espíritu Santo consolador.
Bendita sea la excelsa madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su santa e inmaculada concepción.
Bendita sea su gloriosa asunción.
Bendito sea el nombre de María, virgen y madre.
Bendito sea san José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
Canto final