Psicología en El Siglo XXI 2021 PDF
Psicología en El Siglo XXI 2021 PDF
Psicología en El Siglo XXI 2021 PDF
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Artículo de revisión
Resumen
El enorme avance en el desarrollo científico-tecnológico característico de las últimas décadas ha
ocasionado grandes cambios en el pensamiento cotidiano y en la aproximación a los problemas
teóricos. El que más ha afectado a la Psicología es la posibilidad de explicar los procesos psicológicos
en términos neurobiológicos. Ya desde el nacimiento mismo de la disciplina en 1864, con los trabajos
de Paul Broca, según algunos, o en 1879, con la creación del primer laboratorio de Psicología por
Wilhelm Wundt, según otros, hubo una tímida tendencia a la adopción de posiciones materialista-
monistas para el estudio de los fenómenos psicológicos. Pero solo hasta hace relativamente poco se
comenzaron a dar pasos certeros en esta dirección, pues no existían las herramientas tecnológicas,
matemáticas e informáticas necesarias para la integración teórica de los datos obtenidos en la
experimentación. En este escrito se hace inicialmente una breve contextualización del origen de
la Psicología, intentando definir sus problemas principales y las metodologías propuestas en
un comienzo y a continuación se ofrecen algunos ejemplos de la forma en que los desarrollos
tecnológicos en neurociencia se han venido integrando al campo de la Psicología; por último, se
plantea que el futuro de la disciplina parece estar construyéndose a partir de la inclusión de sus
problemas, preguntas y metodologías en el marco de la neurociencia.
Citación: Cárdenas P. F. Psicología en
Palabras clave: Psicología; Psicobiología; Ciencia natural; Comportamiento; Neurociencia
el siglo XXI. Rev. Acad. Colomb. Cienc. comportamental.
Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-
septiembre de 2021. doi: https://doi. Abstract
org/10.18257/raccefyn.1432
The enormous progress in scientific and technological development characteristic of the last
Editor: Rubén Ardila decades has brought about major changes in everyday thinking and in the approach to theoretical
Correspondencia:
problems. One that has most affected psychology is the possibility of explaining psychological
Fernando Cárdenas P.; processes in neurobiological terms. From the very birth of psychology in 1864, with the work of
[email protected] Paul Broca, according to some, or in 1879, with the founding of the first Psychology laboratory by
Wilhelm Wundt, according to others, there was a timid tendency to adopt a materialistic-monistic
Recibido: 13 de marzo de 2021
approach to the study of psychological phenomena. But it is only until recently that we have begun
Aceptado: 3 de julio de 2021
Publicado: 17 de septiembre de 2021
to advance in this direction because the technological, mathematical, and computer tools required
for the theoretical integration of the data from experimentation were not yet available. Here I offer
a brief contextualization of the origin of psychology seeking to define its main problems and the
methodologies initially proposed. Then, I give some examples of the integration of technological
developments in neuroscience with knowledge in psychology, and finally, based on this integration I
explain how the future of the discipline would develop from the insertion of its problems, questions,
Este artículo está bajo una licencia de and methodologies within the framework of neuroscience.
Creative Commons Reconocimiento- Keywords: Psychology; Psychobiology; Natural sciences; Behavior; Behavioral neuroscience.
NoComercial-Compartir Igual 4.0
Internacional
651
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Introducción
El 2020 será recordado como uno de los años en que fue necesario afrontar los más grandes
cambios sociales, políticos, ideológicos y económicos, cuya incidencia en el ámbito per-
sonal, las rutinas diarias, la percepción del propio lugar en el contexto social, y el cues-
tionamiento de la propia valía, ha sido mayúscula. Todo esto, aunado indiscutiblemente
al sentimiento general de peligro de contagio, se ha traducido en el aumento de casos de
estrés, ansiedad y depresión.
Dicha situación ha dejado en evidencia la falta de un conocimiento claro sobre los
mecanismos cerebrales que median en procesos que van desde la percepción de las situa-
ciones externas hasta los cambios neuroquímicos responsables de los estados emocionales
de ansiedad, desasosiego, pérdida de la sensación de control, depresión, etc.
Naturalmente, el vacío en la explicación de tales fenómenos no se debe a falta de
conocimientos sobre el funcionamiento nervioso, pues es mucho lo que hoy sabemos de la
actividad cerebral, ni tampoco a falencias en la descripción de los procesos psicológicos
implicados, sino, al parecer, y principalmente, a la ausencia de esfuerzos para integrar
decidida y explícitamente los campos de la neurociencia y la Psicología. Desafortunada-
mente, esta falta de interés es más evidente entre los profesionales de la Psicología, ya que
aún hoy hay quienes temen que su campo y objeto de estudio se diluyan en el conocimiento
de la neurociencia y declaran abiertamente que la neurociencia y la Psicología son dos
disciplinas diferentes, separadas y sin marcos comunes.
Un breve viaje por la historia de la Psicología es suficiente para ilustrar los dos puntos
centrales que guían este artículo: primero, que la Psicología hace parte integral del pensa-
miento humano en todas las épocas y, por lo tanto, los intentos de explicación de los fenó-
menos que le son propios siempre han estado en consonancia con el momento histórico, y,
segundo, que su campo de estudio y su problemática deben abordarse enteramente desde
la lógica de las ciencias naturales, porque, en principio, somos organismos biológicos,
regidos por las leyes aplicables a otras especies, con muchas de las cuales compartimos los
principios anatómicos y fisiológicos básicos. Incluso aspectos que antaño considerábamos
“exclusivamente humanos”, como la consciencia, la moral, la ética, el sentido de justicia,
la cooperación o la autopercepción, se han podido evidenciar ya en muchas otras especies
(de Waal, 2021, 2019; Webb, et al., 2017; Buttelmann, et al., 2017; Krupenye, et al.,
2016; León & Cardenas, 2011).
En este sentido, cabe mencionar que el estudio de los problemas clásicos de la Psi-
cología a la luz de la teoría de la evolución, tanto en sus versiones darwinistas iniciales
como en los actuales desarrollos en genética molecular y epigenética, permite una visión
más amplia, compleja y realista. Para acceder a un panorama completo sobre la forma en
que la teoría evolucionista influyó en la Psicología, se recomienda la lectura de “Darwin
y la Psicología” publicado por Ardila (1977). Como lo menciona Papini (2011), una
de los grandes aportes de las ideas de Darwin a la Psicología fue la posibilidad de
contemplar el comportamiento humano desde una perspectiva evolutiva y como parte de
un continuum filogenético.
En este marco, el objetivo del artículo no fue hacer una revisión de la historia de la
Psicología científica, para lo cual el lector interesado puede consultar el artículo de Ardila
(2007), sino ofrecer una breve contextualización de los inicios del pensamiento científico
en Psicología para comprender mejor ese pasado desde el cual sea dable proyectar un
posible futuro.
652
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
653
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
La integración
Los inicios del 2020 también serán recordados tristemente por la pérdida de una gran
figura en el campo de la filosofía: Mario Bunge, filósofo y físico argentino, reconocido
por ser uno de los principales proponentes del realismo científico (Vargas, 2018) y por
su preocupación constante en torno al muy famoso “problema mente-cerebro”. En 1987
Mario Bunge y Rubén Ardila escribieron un libro, Filosofía de la Psicología, de inmenso
valor para los estudiosos de los fundamentos filosóficos (ontológicos, gnoseológicos o
epistemológicos) de la Psicología y, en general, para cualquier persona interesada en la
disciplina. Según los autores, tres momentos históricos caracterizan el crecimiento de la
Psicología desde su estado inicial (inmaduro), denominado “protocientífico”, hasta su
estado adulto, o “científico”. El estado protocientífico se caracterizó por teorías de tipo
654
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
655
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
656
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Consciencia y cognición
Indudablemente, el pensamiento y la consciencia son dos de los temas que por excelencia
han definido el área de estudio de la Psicología. Desde hace mucho tiempo la mente se ha
concebido como la parte “espiritual” del ser humano, intangible y en contacto con reali-
dades supranaturales. Por ello resultaba imposible, no ya ponerla en igualdad de condicio-
nes con los demás objetos del universo, sino siquiera intentarlo, pues si había alguna forma
de conocer esa mente, ésta pertenecía al ámbito de la filosofía o de la religión. Natural-
mente, desde esta perspectiva los argumentos se fincaban en la autoridad y el dogma y se
aceptaban como verdades incuestionables.
En ese contexto, la posibilidad de llevar la mente al laboratorio resultaba revolucio-
naria y peligrosa. Por ello fue tan difícil para la naciente Psicología de finales del siglo XIX
abrirse paso a través de este cerco filosófico y religioso. En un escenario tal, claramente era
más sencillo para la fisiología o para la medicina lograr avances más veloces, libres como
estaban del freno de las ideologías dogmáticas con las que debió lidiar tradicionalmente
la Psicología.
La integración entre los dos mundos, ya perfilada desde la presentación del caso
de Leborgne, fue adquiriendo forma y nutriéndose de una constelación de evidencias
provenientes principalmente de la neuroimagenología, traspasando las fronteras del len-
guaje y llegando a terrenos como el de la adopción de decisiones (Camerer & Mobbs,
2017; Ramakrishnan & Murthy, 2013), los estilos cognoscitivos (Hao, et al., 2014;
Miller, et al., 2012), la ejecución de tareas mentales (Nishimura, et al., 2020), senti-
mientos como el amor (Zeki, 2007), el odio (Zeki & Romaya, 2008) o el remordi-
miento (Duan, et al., 2020; Takahashi, et al., 2004), aspectos como la religiosidad o
espiritualidad (Dobrakowski, et al., 2020; Bouso, et al., 2015), la empatía (Weisz &
Zaki, 2018; Bernhardt & Singer, 2012), la imaginación (Fulford, et al., 2018), la ética
y la moral (Eslinger, et al., 2009; Moll, et al., 2002), y la autoconsciencia (Lou, et al.,
2017; Hameroff, 2001).
Entre los descubrimientos más importantes que han fortalecido la integración de
la neurociencia y la Psicología pueden mencionarse los estudios de algunos síndromes
neuropsicológicos que sitúan de forma clara los procesos psicológicos en determinadas
regiones cerebrales.
Los qualia
Dos de los síndromes neuropsicológicos más característicamente relacionados con la
percepción subjetiva del mundo, la acromatognosia (pérdida del reconocimiento del
color sin alterar su percepción) y la acromatopsia (pérdida de la percepción del color),
cuestionan profundamente el concepto de qualia (plural de quale), tradicionalmente usado
en la filosofía como ejemplo de la subjetividad de la consciencia, de la imposibilidad
de estudiar los fenómenos perceptuales y de la imposibilidad de llevar lo subjetivo al
escrutinio reductivo y profundo del materialismo fisicalista (Dennet, 1988/1991). En
este sentido, los experimentos realizados por David Hubel y Torsten Wiesel en 1959
(por los cuales obtuvieron el premio Nobel en 1981), sobre la percepción visual en el
córtex visual de los gatos (Hubel & Wiesel, 2004/2012, 2012), y la propuesta de Vernon
Mountcastle sobre la organización cortical modular de la corteza cerebral (Mountcastle,
1997), abrieron una línea de trabajo de mucha relevancia y grandes implicaciones. Una
de las más notables era la posibilidad de extrapolar esta organización modular de los
sistemas perceptuales a los sistemas cognitivos. Este cambio en la forma de comprender
los fenómenos perceptuales llevó el problema de los qualia un paso más allá: generar
percepciones en ausencia de objeto significa inducir deliberadamente qualia, diríamos,
inducir subjetividad de forma controlada. Esto representó el inicio de la expulsión de
los qualia del terreno de lo inherentemente íntimo de la subjetividad, idea que está en la
base de muchos estudios de neurocibernética en los que se ha demostrado la posibilidad
de inducir no solo percepciones sino, incluso, aprendizajes en ausencia de la experiencia
(Nicolelis, 2014; Pais-Vieira, et al., 2013).
657
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
La consciencia inconsciente
La percepción visual se define como el proceso por medio del cual tomamos conscien-
cia de nuestro alrededor y generamos comportamientos acordes y adecuados. En este
sentido, el fenómeno del blindsight, o visión ciega, es decir, la pérdida de la percepción
visual consciente por lesión (o remoción) de la corteza visual primaria, resulta de gran
interés. En esta condición el paciente presenta ausencia de visión, es decir, su percepción
subjetiva es que está ciego. Sin embargo, existen remanentes muy importantes de visión,
a tal punto que es capaz de desplazarse sin problemas por un recinto en el que han
sido colocados varios objetos en el piso, esquivándolos. La persona incluso puede alzar
el brazo para atrapar en el aire algún objeto que le es lanzado, subir una escalera y
realizar otras acciones que requieren de la percepción visual (Tamietto, et al., 2010).
Cuando se le pregunta al paciente – inconsciente de que es capaz de hacer estas cosas
–acerca de cómo las hizo, arguye que son golpes de suerte, pues se sabe ciego e incapaz
de responder visualmente. Estas evidencias obligaron a modificar la manera en que
definimos la percepción, a tal grado que hoy se plantea la existencia de diversos tipos de
percepción en varios niveles (medular, mesencefálica, diencefálica o subcortical, etc.),
de manera que se han allegado nuevos datos al problema de la génesis cerebral de la
consciencia (Weiskrantz, 1995).
La personalidad
Otro ejemplo de cómo el conocimiento en neurobiología desplazó viejas explicaciones
sobre la autoconsciencia, es el estudio del denominado “síndrome prefrontal”, asociado a
la lesión de las regiones anteriores del lóbulo frontal.
El estudio de pacientes con lesiones en dichas regiones cerebrales permitió ver que
funciones y atributos tales como el autocontrol, el monitoreo del comportamiento propio,
el libre albedrío, la autodeterminación, la volición, la adopción de decisiones, la antici-
pación, la planeación, la introyección de normas de comportamiento social y, en últimas,
el concepto de “personalidad”, están localizados en esa estrecha región cerebral (Adrián-
Ventura, et al., 2019; Hiser & Koenigs, 2018; Ardila, et al., 1982). La lesión de esta
región deja a la persona, diríamos, “vacía de sí misma” pero conservando sus habilidades
de lenguaje, pensamiento matemático, inteligencia, percepción corporal, visión, audición,
etc. Es casi como si se le retirase solamente la parte de humanidad que la define. De
hecho, es común que pacientes con este síndrome se presenten como personas sin normas
y con comportamientos divergentes con respecto a lo socialmente esperado (Anderson,
et al., 2020).
Aplicaciones de este conocimiento llevaron al uso de la tristemente célebre técnica
desarrollada por el portugués Egas Moniz, la lobotomía prefrontal o leucotomía (Marshall
& Magoun, 1998). La lobotomía prefrontal se conoce con el nombre de “psicocirugía” por
tratarse, justamente, de una forma quirúrgica de amputar parte del universo psicológico de
la persona. Entre las psicocirugías figura también la cingulectomía – igualmente prohibida
hoy en día en muchos países –, que fuera utilizada ampliamente y de forma exitosa en
el control de algunas alteraciones del comportamiento como, por ejemplo, las conductas
delincuenciales asociadas con la adicción a drogas (Brotis, et al., 2009).
El libre albedrío
Desde los albores de la humanidad, la capacidad de ejercer la propia libertad interna para
decidir es uno de los aspectos que mejor ha definido lo que se considera humano. La
volición se ha considerado siempre como el atributo más importante de la mente y en ella
se fundan conceptos de gran complejidad como la libertad humana, la libre decisión y el
libre pensamiento. Por esta razón, no es de extrañar que uno de los temas que ha despertado
mayor interés en la integración entre neurociencia y Psicología haya sido justamente el
libre albedrío. Benjamin Libet demostró en un famoso experimento que el momento en
que una persona toma consciencia de la decisión de llevar a cabo una acción es posterior al
inicio de tal acción. Sus resultados (replicados, enriquecidos y criticados por muchos otros
658
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
659
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Hoy en día es indiscutible que el diálogo permanente entre el hombre y su entorno social
es en todo similar a la forma en que se da cualquier otro proceso, pues lo realiza el mismo
cerebro mediante los mismos procesos fisiológicos. De hecho, la neurociencia social, de
la cual John Cacioppo fue uno de los principales proponentes y desarrolladores, ofrece un
amplio y preciso contexto neurocientífico a los fenómenos sociales (Cacioppo, et al., 2002).
Dado este panorama, es casi imposible que actualmente, o en el futuro, el estudio
científico de cualquier proceso psicológico pueda pensarse desde un marco diferente al psi-
cobiológico (neurocientífico), so pena de caer en la descripción en lugar de la explicación
de los fenómenos.
Haciendo una analogía de la propuesta de Jean Piaget durante la XII Conferencia de
la UNESCO, en la que abogó por borrar las distinciones entre lo psicológico y lo social,
ya que, según su argumentación, los fenómenos sociales dependen claramente de los fenó-
menos humanos, podemos ahora abogar por borrar las distinciones entre lo psicológico y
lo fisiológico, pues tal distinción es insostenible a la luz del conocimiento actual. Todos
los fenómenos humanos son resultado de procesos cerebrales y, por tal motivo, pueden ser
abordados explicativamente y de forma objetiva con las herramientas que le son propias a
las ciencias naturales.
En las últimas tres décadas del siglo XX fue notoria la tendencia a construir y apoyar
las hipótesis y afirmaciones sobre los procesos psicológicos en la evidencia obtenida con
diversas técnicas como la tomografía axial computarizada, la electroencefalografía digi-
tal, los potenciales evocados o relacionados a eventos, la resonancia magnética, la reso-
nancia magnética funcional, las tomografías por emisión de positrones o de fotones, la
magnetoencefalografía, la espectroscopía por emisiones cercanas al infrarrojo, y otras.
La utilización de estas técnicas ha permitido acercarse más a la tan añorada objetividad
en la medición de las funciones psicológicas y contribuye cada vez más a resolver pre-
guntas centrales de la Psicología que, en realidad, reflejan la curiosidad del ser humano:
¿dónde queda la mente?; ¿puede la consciencia permanecer tras la muerte del cerebro?;
¿es posible la consciencia extrabiológica?; ¿por qué la consciencia del sueño es diferente
de la consciencia durante la vigilia?, y muchas más.
El avance tecnológico continúa, por lo tanto, es apenas natural prever que, cada vez
más, se dispondrá de mejores herramientas para analizar con mayor precisión espacio-
temporal los procesos psicológicos, con lo cual se seguirá acumulando el conocimiento
sobre la unicidad de mente y cerebro.
La normal tendencia de los eventos permite avizorar el desarrollo de la Psicología
en lo que resta del siglo XXI y, claramente, en los siglos por venir. Incluso si en el futuro
deja de llamarse Psicología, la disciplina descansará sobre la aplicación de nuevas técnicas
que hoy se encuentran en su fase experimental, como el ultrasonido focalizado de alta
intensidad, el ultrasonido funcional (cuya utilización en la creación de interfaces cerebro-
máquina será inconmensurable), el desarrollo de nanocomponentes (nanobots, nano-
partículas de polímeros para la modificación neuroquímica precisa, nanofarmacología,
etc.), la optogenética, la edición genética (por repeticiones palindrómicas cortas agrupadas
y regularmente interespaciadas o CRISPR), el implante o la supresión de recuerdos o
constelaciones de conocimientos por estimulación cerebral profunda, la transformación de
la actividad electroencefalográfica en información visual, el uso de la inteligencia artificial
para el diagnóstico y la toma de decisiones terapéuticas, la potenciación de la memoria, tanto
en pacientes aquejados de alteraciones como en personas normales que deseen aumentar
sus capacidades mnémicas, mediante microestimulación eléctrica profunda dirigida,
así como la transmisión a distancia de imágenes mentales, y otras muchas aplicaciones.
Cada una de estas técnicas abre infinidad de posibilidades de utilización práctica y de
redefinición teórica, cuya discusión excede claramente el alcance del presente artículo,
razón por la cual solo se enuncian.
El advenimiento de estas técnicas y de muchas más que aún están en la fase explora-
toria hará que el papel del psicólogo sea cada vez más complejo y llegue a muchas esferas
de la sociedad, sobre todo la educación para el desarrollo de una sociedad mejor preparada
660
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
para el día a día. Posiblemente uno de los roles que habrá de cumplir el psicólogo del
siglo XXI gire alrededor de la necesidad de equilibrar el conocimiento popular con la
realidad científica y tecnológica, pues esta distancia es una de las mayores causas de atraso
y desadaptación personal, y está en la base de la baja productividad de las sociedades y del
mantenimiento de estructuras sociales que han probado su ineficacia sobradamente.
En este sentido, la característica más notoria es que la integración deberá darse no solo
en el nivel de la construcción teórica sino, principalmente, en el de la formación interdis-
ciplinaria del propio psicólogo y de sus grupos de trabajo. Con el desvanecimiento de los
límites entre las disciplinas, se logrará un conocimiento científico mucho más real, preciso,
amplio y fidedigno, sobre el cual será relativamente seguro construir las nuevas concepcio-
nes del hombre como entidad natural y de su lugar en el cosmos.
Quizá este cambio de perspectiva ya iniciado lleve a que el concepto actual de la
humanidad acerca de sí misma se modifique y nos permita tomar consciencia de nuestro
papel como otra más de las especies animales del ecosistema, para que así podamos superar
el peligroso momento en que nos encontramos y escapemos a la extinción que nos amenaza.
Conflicto de intereses
El autor declara que no tiene conflicto de intereses en relación con este artículo.
Referencias
Adrián-Ventura, J., Costumero, V., Parcet, M. A., Ávila, C. (2019). Linking personality and brain
anatomy: a structural MRI approach to Reinforcement Sensitivity Theory. Social, Cognitive
and Affective Neuroscience. 14 (3): 329-338. Doi: 10.1093/scan/ns011
Alexander, P., Schlegel, A., Sinnott-Armstrong, W., Roskies, A. L., Wheatley, T., Tse, P. U.
(2016). Readiness potentials driven by non-motoric processes. Consciousness and Cognition.
39: 38-47. Doi: 10.1016/j.concog.2015.11.011
Anderson, S. W., Bechara, A., Damasio, H., Tranel, D., Damasio, A. R. (1999). Impairment
of social and moral behavior related to early damage in human prefrontal cortex. Nature
Neuroscience. 2 (11): 1032-1037. Doi: 10.1038/14833
Anderson, S. W., Damasio, H., Tranel, D., Damasio, A. R. (2000). Long-term sequelae of prefrontal
cortex damage acquired in early childhood. Developmental Neuropsychology. 18 (3): 281-
296. Doi: 10.1207/S1532694202Anderson
Annese, J., Schenker-Ahmed, N., Bartsch, H., Maechler, P., Sheh, C., Thomas, N., Kayano,
J., Ghatan, A., Bresler, N., Frosh, M. P., Klaming, R., Corkin, S. (2014). Postmortem
examination of patient H.M.’s brain based on histological sectioning and digital 3D
reconstruction. Nature Communications. 5: 3122. Doi: 10.1038/ncomms4122
Ardila, A. & Rosselli, M. (2019). Neuropsicologia clínica. Manual Moderno. México. pp. 2-6.
Ardila A., Moreno, C., Gempeler, J. (1982). Síndrome prefrontal y asimetría cerebral. Neurología
en Colombia. 6: 53-58.
Ardila, R. (1977). Darwin y la psicología. En Ardila, R. Investigaciones psicológicas (pp. 147-161).
Bogotá: Siglo XXI Editores.
Ardila, R. (2007). Psicología en el contexto de las ciencias naturales, comportamiento y evolución.
Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. 31 (120): 395-403
Arias, G. & Walter, L. (2018). La frenología y sus implicancias: un poco de historia sobre un
tema olvidado. Revista Chilena de Neuro-psiquiatría. 56 (1): 36-45. Doi: 10.4067/s0717-
92272018000100036
Beltrán, C. (2009). Desde el nacimiento de la neuropsicología hasta la obra de A. R. Luria.
MedUNAB. 12 (3): 113-115
Bernhardt, B. C. & Singer, T. (2012). The neural basis of empathy. Annual Review of Neuroscience.
35: 1-23. Doi: 10.1146/annurev-neuro-062111-150536
Boring, E.G. (1950). Historia de la psicología experimental. México: Trillas. pp. 386-392.
Bouso, J. C., Palhano-Fontes, F., Rodríguez-Fornells, A., Ribeiro, S., Sanches, R., Crippa, J.
A., Hallak, J. E., de Araujo, D. B., Riba, J. (2015). Long-term use of psychedelic drugs
is associated with differences in brain structure and personality in humans. European Neuro-
psychopharmacology: The Journal of the European College of Neuropsychopharmacology. 25
(4): 483-492. Doi: 10.1016/j.euroneuro.2015.01.008
661
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Breitmeyer, B. G. (2002). In support of Pockett’s critique of Libet’s studies of the time course of
consciousness. Consciousness and Cognition. 11 (2): 280-307. Doi: 10.1006/ccog.2002.0555
Brotis, A. G., Kapsalaki, E. Z., Paterakis, K., Smith, J. R., Fountas, K. N. (2009). Historic
evolution of open cingulectomy and stereotactic cingulotomy in the management of medically
intractable psychiatric disorders, pain and drug addiction. Stereotactic and Functional
Neurosurgery. 87 (5): 271-291. Doi: 10.1159/000226669
Bunge, M. & Ardila, R. (1987). Philosophy of psychology. New York: Springer. Caps. 3, 5, 6 y 7.
Buttelmann, D., Buttelmann, F., Carpenter, M., Call, J., Tomasello, M. (2017). Great apes
distinguish true from false beliefs in an interactive helping task. PloS one. 12 (4): e0173793.
Doi: 10.1371/journal.pone.0173793
Cacioppo, J., Bernston, G., Taylor, S., Schacter, D. (2002). Foundations in social neuroscience.
New York: Bradford.
Camerer, C. & Mobbs, D. (2017). Differences in behavior and brain activity during hypothetical and
real choices. Trends in Cognitive Sciences. 21 (1): 46-56. Doi: 10.1016/j.tics.2016.11.001
Caparrós, A. (1976). Historia de la psicología. Vol. 1. Barcelona: Círculo Editor Universo. p.22.
Cárdenas, F. P. & Corredor, K. (2018, 12 de diciembre). ¿Modificar o no modificar genéticamente
un organismo? El Espectador. Fecha de consulta: 6 de mayo de 2021. Recuperado de:
https://www.elespectador.com/noticias/ciencia/modificar-o-no-modificar-geneticamente-un-
organismo-articulo-828739
Cattaneo, Z. (2020). Neural correlates of visual aesthetic appreciation: insights from non-invasive
brain stimulation. Experimental Brain Rresearch. 238 (1): 1-16. Doi: 10.1007/s00221-019-
05685-x
Chandler, D. J., Waterhouse B. D., Gao, W. J. (2014). New perspectives on catecholaminergic
regulation of executive circuits: evidence for independent modulation of prefrontal func-
tions by midbrain dopaminergic and noradrenergic neurons. Frontiers in Neural Circuits. 8
(53): 8-53. Doi: 10.3389/fncir.2014.0005
Cohen, M. S. (1996). Functional MRI: A Phrenology for the 1990’s? Journal of Magnetic Resonance
Imaging. 6: 273-274.
Crick, F. (1995). Astonishing hypothesis: the scientific search for the soul. New York: Simon and
Schuster. p. 228.
Damasio, A. (2007). Neuroscience and ethics: Intersections. The American Journal of Bioethics:
AJOB. 7 (1): 3-7. Doi: 10.1080/15265160601063910
de Waal, F. (2019). Fish, mirrors, and a gradualist perspective on self-awareness. PLoS Biology. 17
(2): e3000112. Doi: 10.1371/journal.pbio.3000112
de Waal, F. (2021). How animals do business. Philosophical Transactions of the Royal Society of
London. Series B, Biological Sciences. 376 (1819): 20190663. Doi: 10.1098/rstb.2019.0663
Dennett, D. C. (1988). Quining qualia. En Marcel, A., & Bisiach, E. (eds.). Consciousness in modern
science. New York: Oxford University Press. pp. 381-414.
Dennett, D. C. (1991). Consciousness explained. Boston: Little, Brown and Company.
Díez, A. & Soutullo, C. (2013). Tratamiento no farmacológico del trastorno por déficit de atención
e hiperactividad. En Rodríguez Hernández P. J. TDAH en Pediatría. Madrid: Science
Communications. pp. 101-115.
Dobrakowski, P., Blaszkiewicz, M., Skalski, S. (2020). Changes in the electrical activity of the
brain in the alpha and theta bands during prayer and meditation. International Journal of
Environmental Research and Public Health. 17 (24): 9567. Doi: 10.3390/ijerph17249567
Domanski, C. W. (2013). Mysterious “Monsieur Leborgne”: The mystery of the famous patient in
the history of neuropsychology is explained. Journal of the History of the Neurosciences. 22
(1): 47-52. Doi: 10.1080/0964704X.2012.667528
Duan, L., Feng, Q., Xu, P. (2020). Using functional near-infrared spectroscopy to assess brain
activation evoked by guilt and shame. Frontiers in Human Neuroscience. 14: 197. Doi:
10.3389/fnhum.2020.00197
Eslinger, P. J., Robinson-Long, M., Realmuto, J., Moll, J., de Oliveira-Souza, R., Tovar-Moll,
F., Wang, J., Yang, Q. X. (2009). Developmental frontal lobe imaging in moral judgment:
Arthur Benton’s enduring influence 60 years later. Journal of Clinical and Experimental
Neuropsychology. 31 (2): 158-169. Doi: 10.1080/13803390802298064
Ferrari, C., Nadal, M., Schiavi, S., Vecchi, T., Cela-Conde, C. J., Cattaneo, Z. (2017). The
dorsomedial prefrontal cortex mediates the interaction between moral and aesthetic valuation:
a TMS study on the beauty-is-good stereotype. Social Cognitive and Affective Neurosciences.
12 (5): 707-717. Doi: 10.1093/scan/nsx002 PMID: 28158864 PMCID: PMC5460046
662
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
663
Cárdenas P. F. Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Marx, M. & Hillix, W. (1980). Teorías y sistemas psicológicos contemporáneos. Buenos Aires:
Paidós. pp. 77-100.
Mesulam, M. M. (1990). Large-scale neurocognitive networks and distributed processing for
attention, language and memory. Annals of Neurology. 28: 597-613.
Miller, M. B., Donovan, C. L., Bennett, C. M., Aminoff, E. M., Mayer, R. E. (2012). Individual
differences in cognitive style and strategy predict similarities in the patterns of brain activity
between individuals. NeuroImage. 59 (1): 83-93. Doi: 10.1016/j.neuroimage.2011.05.060
Miry, O., Li, J., Chen, L. (2021). The quest for the hippocampal memory engram: From theories
to experimental evidence. Frontiers in Behavioral Neuroscience. 14: 632019. Doi: 10.3389/
fnbeh.2020.632019
Moll, J., de Oliveira-Souza, R., Bramati, I. E., Grafman, J. (2002). Functional networks in
emotional moral and nonmoral social judgments. NeuroImage. 16 (3 Pt 1): 696-703. Doi:
10.1006/nimg.2002.1118
Mountcastle V. B. (1997). The columnar organization of the neocortex. Brain: A Journal of
Neurology. 120 (pt 4): 701-722. Doi: 10.1093/brain/120.4.701
Nicolelis, M. A. (2014). Brain-to-brain interfaces: When reality meets science fiction. Cerebrum: the
Dana forum on brain science. 13: 1-14.
Nishimura, K., Aoki, T., Inagawa, M., Tobinaga, Y., Iwaki, S. (2020). Mental rotation ability
and spontaneous brain activity: a magnetoencephalography study. Neuroreport. 31 (13): 999-
1005. Doi: 10.1097/WNR.0000000000001511
Pais-Vieira, M., Lebedev, M., Kunicki, C., Wang, J., Nicolelis, M. A. (2013). A brain-to-brain
interface for real-time sharing of sensorimotor information. Scientific reports. 3: 1319. Doi:
10.1038/srep01319
Papini, M. R. (2011). Continuidad (y discontinuidad) mental (y neural). En Gutiérrez, G. & Papini,
M. R. (Eds.). Darwin y las ciencias del comportamiento (pp. 99-114). Bogotá: Universidad
Nacional de Colombia y Colegio Colombiano de Psicólogos.
Parés-Pujolràs, E., Kim, Y. W., Im, C. H., Haggard, P. (2019). Latent awareness: Early conscious
access to motor preparation processes is linked to the readiness potential. NeuroImage. 202:
116140. Doi: 10.1016/j.neuroimage.2019.116140
Park, S., Kramer, E. E., Mercaldo, V., Rashid, A. J., Insel, N., Frankland, P. W., Josselyn, S. A.
(2016). Neuronal allocation to a hippocampal engram. Neuropsychopharmacology: Official
Publication of the American College of Neuropsychopharmacology. 41 (13): 2987-2993.
Doi: 10.1038/npp.2016.73
Pavlov, I. P. (1927). Conditioned reflexes: An investigation of the physiological activity of the
cerebral cortex. London: Oxford University Press.
Posner M. I. & Petersen S. E. (1990). The attention system of the human brain. Annual Review of
Neuroscience. 13: 25-42.
Ramakrishnan, A. & Murthy, A. (2013). Brain mechanisms controlling decision making and motor
planning. Progress in Brain Research. 202: 321-345. Doi: 10.1016/B978-0-444-62604-
2.00017-4
Ramírez, S., Liu, X., Lin, P. A., Suh, J., Pignatelli, M., Redondo, R. L., Tonegawa, S. (2013).
Creating a false memory in the hippocampus. Science. 341 (6144): 387-391. Doi: 10.1126/
science.1239073
Ríos-Lago, M., Muñoz-Céspedes, J. M., Paúl-Lapedriza, N. (2007). Alteraciones de la atención
tras daño cerebral traumático: evaluación y rehabilitación. Revista de Neurología. 44 (5):
291-7.
Rivas, M. (2008). Procesos cognitivos y aprendizaje significativo. Inspección de Educación. Madrid:
Documentos de trabajo, 19.
Robertson, L. T. (2002). Memory and the brain. Journal of Dental Education. 66 (1): 30-42
Sechenov, I. M. (1863/1972). Los reflejos cerebrales. Barcelona: Fontanella.
Shiffrin, R. M. & Schneider, W. (1977). Controlled and automatic human information processing:
II. Perceptual learning, automatic attending and a general theory. Psychological Review. 84
(2): 127.
Sweis, B. M., Mau, W., Rabinowitz, S. & Cai, D. J. (2020). Dynamic and heterogeneous neural
ensembles contribute to a memory engram. Current Opinion in Neurobiology. 67: 199-206.
Advance online publication. Doi: 10.1016/j.conb.2020.11.017
Takahashi, H., Yahata, N., Koeda, M., Matsuda, T., Asai, K., Okubo, Y. (2004). Brain activation
associated with evaluative processes of guilt and embarrassment: an fMRI study. NeuroImage.
23 (3): 967-974. Doi: 10.1016/j.neuroimage.2004.07.054
664
Rev. Acad. Colomb. Cienc. Ex. Fis. Nat. 45(176):651-665, julio-septiembre de 2021 Psicología en el siglo XXI.
doi: https://doi.org/10.18257/raccefyn.1432
Tamietto, M., Cauda, F., Corazzini, L. L., Savazzi, S., Marzi, C. A., Goebel, R., Weiskrantz, L.,
de Gelder, B. (2010). Collicular vision guides nonconscious behavior. Journal of Cognitive
Neuroscience. 22 (5): 888-902. Doi: 10.1162/jocn.2009.21225
Tan, H. L., Chiu, S. L., Zhu, Q., Huganir, R. L. (2020). GRIP1 regulates synaptic plasticity and
learning and memory. Proceedings of the National Academy of Sciences. 117 (40): 25085-
25091. Doi: 10.1073/pnas.2014827117
Tang, Y., Shimizu, E., Dube, G., Rampon, C., Kerchner, G., Zhuo, M., Liu, G., Tsien, J.
(1999). Genetic enhancement of learning and memory in mice. Nature. 401: 63-69. Doi:
10.1038/43432
Thompson, R. F. & Kim, J. J. (1996). Memory systems in the brain and localization of a memory.
Proceedings of the National Academy of Sciences. 93 (24): 13438-13444. Doi: 10.1073/
pnas.93.24.13438
Vargas, E. (2018). El “realismo científico” a la luz de Xavier Zubiri. Ideas y Valores. 67 (167):
177-198.
Webb, C. E., Romero, T., Franks, B., de Waal, F. (2017). Long-term consistency in chimpanzee
consolation behaviour reflects empathetic personalities. Nature Communications. 8 (1): 292.
Doi: 10.1038/s41467-017-00360-7
Weiskrantz L. (1995). The problem of animal consciousness in relation to neuropsychology.
Behavioural Brain Research. 71 (1-2): 171-175. Doi: 10.1016/0166-4328(95)00042-9
Weisz, E. & Zaki, J. (2018). Motivated empathy: A social neuroscience perspective. Current
Opinion in Psychology. 24: 67-71. Doi: 10.1016/j.copsyc.2018.05.005
Yamamoto, N., Marks, W. D., Kitamura, T. (2021). Cell-type-specific optogenetic techniques
reveal neural circuits crucial for episodic memories. Advances in Experimental Medicine and
Biology. 1293: 429-447. Doi: 10.1007/978-981-15-8763-4_28
Young, L., Camprodon, J. A., Hauser, M., Pascual-Leone, A., Saxe, R. (2010). Disruption of
the right temporoparietal junction with transcranial magnetic stimulation reduces the role
of beliefs in moral judgments. Proceedings of the National Academy of Sciences. 107 (15):
6753-6758. Doi: 10.1073/pnas.0914826107
Zeki, S. (2007). The neurobiology of love. FEBS Letters. 581 (14): 2575-2579. Doi: 10.1016/j.
febslet.2007.03.094
Zeki, S. & Romaya, J. P. (2008). Neural correlates of hate. PloS one. 3 (10): e3556. Doi: 10.1371/
journal.pone.0003556
665
Copyright of Revista de la Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales is
the property of Academia Colombiana de Ciencias Exactas, Fisicas y Naturales and its
content may not be copied or emailed to multiple sites or posted to a listserv without the
copyright holder's express written permission. However, users may print, download, or email
articles for individual use.