Una Perla de Gran Valor

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una

Perla

de gran valor
También es semejante el reino de los cielos
al caso de un mercader que anda buscando perlas finas.
Cuando encuentra una perla de gran valor, va, vende
todo lo que tiene y la compra (Mt 13, 45).
una Perla
de gran valor

Compartir los frutos de la meditación


iniciando un grupo

LAURENCE FREEMAN OSB


Publicado por primera vez en 2002 en Catalina, Arizona, USA por
Medio Media con el título “A Pearl of Great Price”.

La edición original de esta traducción fue publicada en inglés en 2013


en Singapur por Medio Media.
www.mediomedia.com

© The World Community for Christian Meditation 2013

Esta traducción fue publicada en España por WCCM España.


www.wccm.es

Traducido al castellano por una muy querida meditadora que prefiere


permanecer en el anonimato. Todo nuestro agradecimiento y cariño.

Impreso en España por


La Imprenta, C.G.
Índice

Introducción 7

La llamada de Jesús 10
Todos somos contemplativos 12
La importancia de los grupos de meditación 15
John Main 18
Una disciplina de fe simplificada 21
Compartir los frutos 24
Primeros pasos. Primeros obstáculos 27
Hacer correr la voz 34
¿Dónde? 36
¿Cuándo? 38
¿Cuántos? 40
¿Qué hacer en el grupo? 42
Conoce la enseñanza esencial 46
Otras formas de oración 50
Otras confesiones 51
¿Soy la persona más indicada? 53
Cómo Meditar 55
Recursos Disponibles 56
Esquema para un Curso Introductorio de 57
Seis Semanas

Modelos de Anuncios para Grupos de Meditación 62

APÉNDICES
1. La Comunidad Mundial para la Meditación 64
Cristiana
2. Relación con otras Comunidades Contemplativas 66
3. Contemplación y Unidad: Declaración Ecuménica 69

v
Introducción

N
o hay nada más simple que la meditación. No hay que
dominar teorías complejas ni sobresalir en habilidades
técnicas. Sólo se requiere ser fiel y ser fiel a la simplicidad.
Pero como sabe todo aquel que lo ha probado, simple no quiere
decir fácil. Necesitamos todo el apoyo e inspiración a nuestro
alcance para perseverar en una disciplina simple pero exigente.
Ahora bien ¡qué exigencia tan maravillosa y qué grandes sus
beneficios!
Esta es la razón por la cual el grupo de meditación es tan
valioso: para ayudarnos a arrostrar el desafío y después
compartir los frutos de la práctica. El grupo de meditación
semanal es un fenómeno espiritual de nuestro tiempo y una
fuente de gran esperanza para afrontar las numerosas crisis
(económicas, sociales, religiosas, políticas y medioambientales) a
las que nos enfrentamos. El hecho de que pequeños grupos de
personas se reúnan semanalmente en más de cien países con el
sólo propósito de meditar juntas y dar sostén a su práctica
personal diaria puede que no acapare los titulares de prensa. Sin
embargo, es una señal significativa respecto del tipo de sociedad
al que nos estamos acercando. Para muchos, el grupo de
meditación constituye hoy un rayo de esperanza en un escenario
tantas veces desolador.
Los grupos de meditación se reúnen en ámbitos muy
diversos –casas particulares, iglesias, cárceles, escuelas,
universidades, hospitales y lugares de trabajo– a fin de
compartir el silencio y la quietud que nos conectan con la fuente
INTRODUCCIÓN

de vida que es común a todos. Un grupo de meditación


contribuye a acercar a sus miembros –y a aquellos en cuyas
vidas están implicados– a la paz que necesitamos para
desarrollarnos como seres humanos. Después de meditar juntos,
los miembros del grupo vuelven a la vida ordinaria cargados con
la energía de la fe que fluye de la experiencia de estar en
presencia de Aquel que prometió permanecer con quienes se
abren a él: “Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo, en medio de ellos” (Mt 18,20).
El grupo de meditación no es una novedad. Los seres
humanos se han reunido para orar y adorar desde los albores de
la historia. Pero sí es radicalmente nuevo por la profunda
interioridad que en él se experimenta. La meditación ha sido
acogida de forma generalizada por la conciencia colectiva y
nunca en la historia ha habido tanta gente interesada y ávida de
saber algo acerca de ella.
Como decía John Main, la meditación crea comunidad. El
grupo de meditación es la expresión contemporánea de la
intuición mística que resuena en el corazón de la vida cristiana.
Para el meditador cristiano es posible decir que es una
comunidad de amor. Para muchas otras personas, el grupo de
meditación es también la respuesta a uno de los mayores anhelos
espirituales de nuestro tiempo: la necesidad que todos tenemos de
compartir de forma profunda y auténtica. No es de sorprender,
pues, que la Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana
se haya convertido en las dos últimas décadas, desde que fue
bautizada y fundada, en una familia espiritual global que surge
de la experiencia unificadora de meditar juntos. Desde entonces
sus miembros han alcanzado un alto grado de sabiduría en lo
relativo a cómo compartir los frutos de la meditación.
8
INTRODUCCIÓN

Este libro se nutre de esa experiencia y sabiduría colectivas.


Por mi parte, es mucho lo que aprendo de los grupos de
meditación y de sus miembros por todo el mundo. Las preguntas
que formulan y las percepciones que han alcanzado me han
enriquecido en mis viajes alrededor de nuestro ‘monasterio sin
muros’. He aprendido que, si bien hay que ser valiente para
iniciar un grupo (y uno puede sentirse nervioso al respecto),
nadie se siente nunca solo si sabe que está en una comunidad.
Compartimos la meditación a través de un grupo y en el ámbito
de una comunidad de grupos. Esta comunidad ha generado
abundantes recursos para que iniciar un nuevo grupo resulte
más fácil y tenga más éxito.
¿Quién inicia y dirige estos grupos –pequeños pero fieles– de
meditación semanal? Gente corriente que no precisa de ningún
talento extraordinario, sólo fe para empezar y el apoyo de los que
ya empezaron con anterioridad. Así pues, este pequeño libro ofrece
estímulo y sugerencias prácticas sobre cómo iniciar un grupo y
también sobre la mejor manera de sostenerlo y animarlo. Confío
en que se comprenda lo que representa para nuestro tiempo un
grupo de meditación pequeño y fiable. Es una tarea de suma
importancia.
Que cambien las personas que meditan juntas también
contribuye a que cambie el mundo. Nuestro mundo y nuestros
hijos necesitan que el poder silencioso de la contemplación esté
entretejido con todas las instituciones sociales. Debemos moderar
nuestro estilo de vida frenético y despilfarrador. Tenemos sed del
poder sanador y transformador que sólo el Espíritu puede ofrecer.

LAURENCE FREEMAN OSB. Meditatio House. London.


v

9
La llamada de Jesús
Estamos llamados a enseñar como Él
enseña y que así crezca no sólo nuestra
relación con Él sino también nuestra
semejanza a Él.
Llegar a ser alter Christus: otro Cristo.

‘P ero Jesús se inclinó y se puso a escribir con el dedo en la


tierra’ (Jn 8,6). Este pasaje del Evangelio de San Juan tiene
lugar después de dispersarse una multitud que ha estado a
punto de apedrear a una mujer y ésta se queda a solas con Jesús.
Como todos los grandes maestros espirituales en todas las
tradiciones, Jesús vive lo que predica. Predica mediante el
ejemplo de su conducta. Aquí es su silencio el que actúa.
Una y otra vez le vemos enseñar mediante el silencio y la
transmisión directa como cuando hizo llegar su enseñanza a un
joven rico, que tenía dificultades para renunciar a sus bienes, con
una mirada directa y amorosa: “Jesús, fijando en él su mirada,
con cariño” (Mc 10,21). Al enfrentarse a la contradicción, la
injusticia y la violencia, como acontece en el calvario, Jesús
guarda un silencio puro y veraz.
Presencia compasiva, atención amorosa y silencio veraz son
todavía elementos esenciales del modo en que encontramos y
LA LLAMADA DE JESÚS

conocemos a Jesús como amigo y maestro. Nos urge y nos da


fuerzas para que compartamos con él la tarea de transmitir la
buena noticia. Estamos llamados a enseñar como él enseña y que así
crezca no sólo nuestra relación con él sino también nuestra
semejanza a él. Llegar a ser alter Christus: otro Cristo.
Los atributos de presencia y silencio que vinculan al
discípulo con un maestro son verdades intemporales del camino
espiritual. Evidentemente, nuestra personalidad individual,
como la cultura que nos configura, hace del camino emprendido
por cada cual una historia única. Pero la búsqueda humana
esencial, los retos y frutos de la meditación son los mismos para
todos en toda circunstancia.
En este pequeño libro vamos a explorar estos misterios de fe
a la luz de un fenómeno sencillo y maravilloso: el grupo de
meditación cristiana. Veremos de qué manera iniciar un grupo
en el que las personas pueden aprender a meditar y recibir
ayuda para perseverar es un modo de enriquecer y profundizar
nuestro propio camino.

11
Todos somos
contemplativos
Jesús nos llamó a cada uno a ‘ser
perfectos’ como su Padre en el amor y la
compasión, a dejar atrás el yo, a
liberarnos del estrés y la ansiedad
materialista, a descubrir, aceptando su
yugo, el ‘descanso’ de la contemplación.

P ara comprender el significado de la meditación y del grupo


de meditación necesitamos comprender lo que significa la
contemplación. En la antigüedad la ‘vida contemplativa’
representaba una vida de privilegios. Sólo aquellos que tenían
formación y figuraban en la cima de la escala social podían
disfrutar de tiempo y ocio para la contemplación. En el
cristianismo primitivo, la vida contemplativa devino más
democrática: cualquiera dentro de la iglesia podía abrazarla
como un elemento esencial de su vida. Más tarde, sin embargo, se
interpretó de manera más restrictiva. Pasó a significar el
abandono de las vocaciones ordinarias al matrimonio y al
trabajo mundano en favor de una vida monástica célibe y
enclaustrada. La contemplación seguía siendo un don que Dios
TODOS SOMOS CONTEMPLATIVOS

sólo concedía a una élite espiritual. Quedó marginada y hasta se


profesionalizó. Los monasterios y eremitorios tenían la exclusiva
de la contemplación.
Muchos piensan que todo comenzó en el siglo XII con el
divorcio entre teología y oración, cuando la teología pasó a ser
materia universitaria y la oración profunda exclusividad de los
monjes. Durante la Reforma esta situación se agravó cuando los
católicos comenzaron a desconfiar de la contemplación porque el
énfasis que se ponía en la experiencia personal y la relación sin
mediación con Dios se les antojaba demasiado protestante. Y los
protestantes recelaban de ella porque les parecía demasiado
católica y demasiado afín al elitismo de los monasterios.
Es curioso cómo en el curso de los siglos la enseñanza
universal de Jesús (‘Decía a todos…’ Lc 9,23) se fue
fragmentando y algunos de sus elementos esenciales quedaron
restringidos a unos pocos. Jesús nos llamó a todos a ‘ser
perfectos’ (Mt 5,48) como su Padre en el amor y la compasión, a
dejar atrás el yo, a liberarnos del estrés y la ansiedad
materialista, a descubrir, aceptando su yugo, el ‘descanso’ de la
contemplación. Pero la trascendencia universal de su
enseñanza fue olvidada, reprimida o negada. A la mayoría, los
territorios más profundos de la oración les parecían fuera de su
alcance o irrelevantes.
Los primeros cristianos lo vieron con más claridad.
Prestaron oídos a la voz genuina del Evangelio que les decía: “Orad
constantemente” (1Tes 5,17). La contemplación exige que
incorporemos algunas disciplinas específicas a la vida. Su influjo
se deja sentir en la misma vida ordinaria y en la existencia
cotidiana. Las iglesias primitivas tuvieron que hacer frente a
muchas contrariedades pero comprendieron que la contemplación
13
TODOS SOMOS CONTEMPLATIVOS

–la capacidad de vivir el momento presente entrando en los niveles


más profundos de la realidad– forma parte de la condición
humana.
La contemplación no pone en entredicho la vida activa del
trabajo diario y la intendencia doméstica. Marta y María vienen
a simbolizar estas dos dimensiones de la acción y la
contemplación. Son hermanas que viven en la misma casa, pero
representan dos dimensiones complementarias de la persona, no
dos tipos definidos de personalidad. Sin la quietud de María en el
centro, escuchando sentada a los pies del Maestro, nos volvemos
como Marta: irritables, quejumbrosos, insatisfechos, estresados y
distraídos. Y al final no somos ni siquiera productivos en nuestro
trabajo. En realidad, tanto Marta como María están
‘trabajando’, una interiormente y la otra exteriormente.
La contemplación no es una huida ni de los problemas
personales o laborales ni de las responsabilidades familiares o
sociales. La meditación es la tarea de la contemplación y, en
tanto que práctica diaria, se vuelve parte de nuestro quehacer.
Nos ayuda a realizar la otra parte, la activa, de forma más
productiva y apacible. Marta y María son como dos aspectos de
un mismo corazón. No solo se complementan; se necesitan
mutuamente para alcanzar la plenitud de vida.

14
La importancia
de los grupos
de meditación
La meditación crea comunidad porque
revela cómo estamos todos conectados y
cómo nos desarrollamos de forma
interdependiente. El grupo de meditación
ilustra esta verdad.

D e la misma manera que en cualquier proyecto activo


interdependently we develop. The
solemos necesitar un equipo que nos brinde apoyo gracias
meditation group illustrates this truth.
a los diversos talentos de sus miembros, así también en el
trabajo contemplativo necesitamos de la comunidad para
ponernos en marcha y perseverar. La meditación, como sabía
John Main, crea comunidad porque revela cómo estamos todos
conectados y cómo nos desarrollamos de forma interdependiente.
El grupo de meditación ilustra esta verdad. No hay nada nuevo
en que los cristianos se reúnan para rezar. Es una práctica que se
renueva constantemente. Solía decirse de la pequeña iglesia de
Jerusalén que se formó después de la muerte y resurrección de
Jesús que ‘todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo
LA IMPORTANCIA DE LOS GRUPOS DE MEDITACIÓN

espíritu’ (Hch 1,14).


Podemos observarlo en los grupos de meditación actuales.
En las últimas décadas se ha producido una transformación
espiritual del panorama religioso, una revolución silenciosa, una
revolución en silencio. No ha sido liderada por unos cuantos
enclaustrados sino por hombres y mujeres corrientes que viven
en el mundo intentando llegar a fin de mes y que trabajan y
sacan adelante a sus familias. Por tanto, no estamos ante un
hallazgo académico.
La práctica de la meditación ha despertado en muchas
personas la conciencia de que la dimensión contemplativa de la
oración está abierta a todos y de que todos la necesitamos, tanto
los religiosos como los no religiosos. El acceso no está restringido.
Es un privilegio de gracia concedido a todos por el Espíritu. Pero
como ocurre con todos los dones del Espíritu, tenemos que poner
de nuestra parte.
La contemplación es un don y, como todos los dones, tiene
que ser aceptado. Si queremos vivir nuestra vocación particular
en la vida diaria con profundidad y sentido debemos recibir
activamente el don de nuestro potencial para la contemplación,
cuidándolo con devoción humilde y fidelidad cotidiana.
No es ninguna novedad que el cristianismo está viviendo
una turbulenta transición de una mentalidad medieval a una
moderna. Si sólo escucháramos a los medios de comunicación y a
los sociólogos, hasta podríamos concluir que su declive es
irreversible. Ciertamente, sus estructuras y actitudes están
atravesando un proceso de muerte pero en la visión cristiana de
la muerte hay una esperanza cierta de resurrección. El grupo de
meditación cristiana es una de esas señales positivas y
esperanzadoras de vida renovada, una señal silenciosa, con
16
LA IMPORTANCIA DE LOS GRUPOS DE MEDITACIÓN

autoridad, de que el Espíritu prevalece sobre el caos y la


descomposición y trae consigo una armonía y un orden nuevos.
La meditación es una práctica universal que va más allá de
las palabras, los pensamientos y las imágenes hasta ese vacío
colmado de fe y de presencia, la pobreza de espíritu, al que
llamamos silencio de Dios. Lo particularmente cristiano es la
conciencia de que, por fe, somos introducidos directamente en la
oración del mismo Jesús. Esto significa que ella nos conduce al
descubrimiento transformador de su presencia inmanente: ‘el
Cristo en ti’.
Cuando participamos de la conciencia humana de Jesús,
que se abre simultáneamente a cada uno de nosotros y a Dios,
comenzamos verdaderamente a abrirnos unos a otros. Podemos
crear y experimentar la unión evolutiva de personas a la que
llamamos comunidad. Tan pronto como aparecen los frutos del
Espíritu –amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad,
fidelidad, dulzura y templanza– también lo hace la gracia de
reconocer a Jesús en nuestro ser más profundo y en el prójimo.

17
John Main
A medida que leía la tradición monástica
a la luz de la meditación, se dio cuenta de
que allí había un tesoro escondido, una
perla de gran valor, que la Iglesia estaba
llamada a recuperar y mostrar.

U no de los maestros espirituales de oración más influyentes


de nuestro tiempo es el monje benedictino irlandés John
Main. Nació en Inglaterra en 1926 y murió en Canadá
cincuenta y seis años después. El padre Bede Griffiths escribió al
poco tiempo de su muerte que fue el “guía espiritual más
importante de la Iglesia actual”.
Cuando era un joven diplomático católico destinado en el
lejano Oriente, John Main fue iniciado en la meditación por un
sabio y compasivo monje hindú. Sin renunciar nunca a su fe
cristiana, John Main pronto reconoció el valor de la oración del
corazón para profundizar y enriquecer todas las otras formas de
oración que ya practicaba. Pero no fue hasta algunos años más
tarde cuando comprendió profundamente hasta qué punto esta
oración silenciosa del corazón estaba enraizada en la tradición
cristiana.
JOHN MAIN

Vio con ojos nuevos el acento contemplativo de las


enseñanzas de Jesús sobre la oración. A medida que leía la
tradición monástica a la luz de la meditación, especialmente las
vívidas descripciones de los primeros monjes cristianos –los
Padres y Madres del Desierto– a cargo del maestro del siglo V,
Juan Casiano, se dio cuenta de que allí había en verdad un tesoro
escondido, una “perla de gran valor” (Mt 13,46), que la Iglesia
estaba llamada a recuperar y mostrar. Comprendió cómo los
primeros monjes practicaban y enseñaban, mediante el ejemplo,
la verdad de que la esencia de la oración no son sólo nuestras
intenciones personales sino la atención del corazón, de toda la
persona.
Ellos enseñaban que el camino de la atención pasa por una
disciplina simple, la recitación de una palabra, lo que Casiano
denominó “la grandiosa pobreza del versículo”. Comprobaron
cuán eficazmente esta disciplina del mantra ayuda a superar las
distracciones que constantemente ocupan nuestra mente de
forma más evidente durante el periodo de oración.
En el mantra (‘fórmula’, lo llamaba Juan Casiano), John
Main, como Juan Casiano con anterioridad, descubrió el camino
hacia esa quietud (hesychía, según los cristianos orientales), o
bien oratio pura, oración pura, que es el significado del “adorar
en espíritu y verdad” (Jn 4,24) de Jesús. Comprobó cómo la
disciplina del mantra purifica el corazón de sus deseos
contradictorios y nos integra física, psicológica y
espiritualmente. El lugar de esta unidad es el corazón donde
descubrimos la orientación más profunda y natural hacia Dios
como nuestra fuente y meta personal. Comprendió que el mantra
nos lleva a la pobreza de espíritu, a esa ausencia de apego que

19
JOHN MAIN

Jesús sitúa como primera bienaventuranza y condición


primordial de la felicidad humana.
Reanudada su práctica de meditación, John Main pronto
aprendió que la disciplina de meditar por la mañana y por la
tarde equilibra todo el día, cada uno de los días, con una paz y un
gozo cada vez más profundos. Y cada vez percibía mejor la
conexión entre su experiencia de paz y alegría interior y una fe
cristiana vivida. La oración se le reveló ahora como algo más que
oración mental, algo más que hablar con o pensar en Dios.
Comprendió que la oración es estar con Dios.

20
Una disciplina
de fe simplificada
Respondemos a la llamada de la gracia no
mediante una mera técnica sino con una
disciplina de fe. San Ireneo decía que “el
principio es fe, el final es amor y la unión
de ambos es Dios”.

J ohn Main también observó que la calidad de nuestras


de ambos es Dios”.
relaciones es la verdadera prueba de fuego del progreso en la
meditación. Este progreso es un logro de la gracia, no de la
técnica. Pero debemos poner de nuestra parte para recibir el don.
Necesitamos disciplina, perseverancia y fidelidad. Nos falta
dedicación y tiempo. Respondemos a la llamada de la gracia con
una disciplina de fe, no mediante una mera técnica. De este
modo, pronto descubrimos el misterio del amor que opera en
nuestra meditación. San Ireneo decía que “el principio es fe, el
final es amor y la unión de ambos es Dios”.
Para John Main, como para la tradición secular cristiana
desde la cual él hablaba, una disciplina libremente elegida es el
sendero hacia la libertad y el crecimiento. La alternativa a una
disciplina liberadora es permanecer esclavizados por el ego. La
UNA DISCIPLINA DE FE SIMPLIFICADA

disciplina espiritual es necesaria si queremos liberarnos de la


tiranía del egoísmo, la adicción, el miedo, las compulsiones, el
autoengaño y la obsesión con nosotros mismos.
John Main siempre tuvo claro que la meditación es un
camino de fe, que es algo muy simple, y que requiere una
práctica diaria. El compromiso es procurar llegar eventualmente
a meditar por la mañana y por la tarde. Participar en un grupo
de meditación una vez a la semana ayuda enormemente y es
otra disciplina –externa– que John Main recomendaba. La
disciplina interna es la repetición fiel y continua del mantra
durante la meditación. La mayoría nos iniciamos en la práctica
con entusiasmo pero pronto nos desaniman las distracciones o la
ausencia de las experiencias que esperábamos. El grupo nos
ayuda a perseverar. Aunque la disciplina es exigente, no es
fanática sino compasiva y amable, y permite que cada uno
aprenda a su ritmo. Lo habitual es empezar, dejarlo, retomarlo, a
menudo de forma reiterada. Requiere tiempo, para algunos
incluso años, incorporar a la vida diaria la práctica de dos
meditaciones al día.
Esta es precisamente la razón por la cual el grupo de
meditación es tan valioso. Como ocurre con el Espíritu, el grupo
“viene también en ayuda de nuestra flaqueza” (Rom 8,26). Para
muchos de nosotros la autodisciplina no es nuestro fuerte.
Adquirir un buen hábito requiere tiempo, camaradería y
estímulo constante. Con el apoyo y el ejemplo de otros, llegamos
a intuir por experiencia propia que la meditación es sencilla pero
no fácil; da vida, no la niega; se encarna, no es abstracta; y, por
encima de todo, es una forma de amor. Por todo ello, John Main
anima a quienquiera que desee meditar a beneficiarse de los

22
UNA DISCIPLINA DE FE SIMPLIFICADA

frutos que se derivan de compartir el camino de la oración con


una comunidad.
De ahí la existencia de más de dos mil grupos de oración
que se reúnen semanalmente en casas, parroquias, oficinas,
hospitales, residencias de ancianos, cárceles, facultades, colegios
y universidades, favellas y albergues para personas sin hogar.

23
Compartir los frutos
En un momento dado de nuestra
práctica de meditación, la Marta que
hay en nosotros deja de quejarse de
María. Comprendemos que el ser precede
al hacer. El siguiente paso es compartir
este don con los demás.

E

n un momento dado de nuestra práctica de meditación nos
percatamos de que, efectivamente, hemos encontrado una
perla de gran valor. La Marta que hay en nosotros deja de
quejarse de María. Por muy ocupados que estemos,
comprendemos que meditar es hacer un buen uso del tiempo.
Comprendemos que el ser precede al hacer y confiere al hacer el
espíritu del amor.
No obstante, puede que nos sintamos indecisos y cautelosos
respecto del siguiente paso que es compartir este gran regalo con
los demás. A fin de cuentas, podemos decir: “No soy un gurú.
Tampoco sé mucho de meditación y, para colmo, no se me da
nada bien. Así que ¿cómo voy a dar lecciones a otros?”. Estas
dudas son un buen indicador de que probablemente estamos
preparados para compartir el regalo. Será el siguiente paso de
COMPARTIR LOS FRUTOS

nuestro camino y contribuirá a profundizar en nuestra práctica.


Pero ¿cómo daremos ese paso?
Lo primero es sentirnos cómodos a la hora de dar
testimonio de lo que nos aporta la práctica, por imperfecta que
pueda parecer. ¿Por qué medito y deseo seguir meditando?
Enseñar a otros se reduce básicamente a aclarar estas dos
cuestiones.
No damos la vara con la meditación a las personas que nos
encontramos insistiendo en que ellos también deberían meditar.
Pero, a veces, nos encontramos con alguien con quien
profundizamos en cuestiones espirituales y, entonces, podemos
llegar a exponer lo que la meditación representa para nosotros. A
algunas personas les puede incomodar abrirse así pero
mencionarlo puede ser liberador para nosotros y beneficioso
para la persona con la que estamos. O quizás alguien percibe que
hemos cambiado últimamente y quiere saber por qué parecemos
más pacientes y serenos en situaciones de estrés o resulta más
fácil vivir a nuestro lado. Explícales la razón. O bien estamos
pasando un fin de semana en casa de amigos y necesitamos
retirarnos media hora antes de la cena para meditar. ¿Por qué no
decir sencillamente “voy a meditar, vuelvo enseguida”? El asunto
pide discreción, desde luego, pero la meditación propicia la
discreción y el buen juicio.
Iniciar un grupo es el paso siguiente y el más generoso.
Puede que estemos aún indecisos. “Si sólo soy un principiante”,
decimos. John Main decía que todos somos siempre principiantes.
“Es que yo no soy maestro”, decimos. De acuerdo. Pero Jesús es el
Maestro. Sólo debe preocuparnos ser un buen discípulo, no
convertirnos en un gurú. Vernos a nosotros mismos como
aprendices, como discípulos del Cristo que nos enseña meditando
25
COMPARTIR LOS FRUTOS

con, por y en nosotros, es la mejor credencial para seguir


adelante. Jesús alentaba a todos sus discípulos a enseñar
“invocando mi nombre” (Mc 9,39), con su espíritu y en su
presencia.
Para arrancar, sólo debemos ser humildes y liberarnos del
miedo a quedar mal. En todo caso, no iniciamos un grupo con
nuestros solos recursos. Contamos con el apoyo y la ayuda de
una comunidad y una tradición.

26
Primeros pasos
Primeros obstáculos

Iniciamos un grupo de meditación


allí donde estamos y tal como somos.
Por tanto, es una decisión espiritual que
profundiza nuestro camino espiritual.

A
sí pues, iniciamos un grupo de meditación allí donde
estamos y tal como somos. Por tanto, es una decisión
espiritual que profundiza nuestro recorrido espiritual. Si
perteneces a una parroquia o comunidad orante, empieza por
ahí. Habla con el sacerdote, el párroco o con otros feligreses
acerca de la meditación como un modo de oración que has
descubierto. Explícales lo que representa para ti. A lo mejor
tienes suerte y recibes una respuesta positiva. Pero prepárate
también para una cierta incomprensión, tensión o incluso
desconfianza.
Recuerda que algunas personas, cuando oyen hablar de
meditación por primera vez, pueden sentir que es algo nuevo y
extraño, en el mejor de los casos, o, en el peor, que es algo
completamente ajeno y amenazante. Algunos dirán: “¡Eso es
budista!” Otros, que es peligroso. Mantén la calma y no te
PRIMEROS PASOS. PRIMEROS OBSTÁCULOS

desanimes por estas respuestas decepcionantes. Intenta


responder a la objeción o resistencia concreta. Conviene
prepararse para responder a los malentendidos más frecuentes
en materia de meditación. He aquí algunos:

La meditación no es Cristiana
A saber, es ‘importada’ del Budismo o del Hinduismo. Explica lo
mejor que puedas que la meditación es una disciplina espiritual
universal, que existe en la mayoría de las religiones,
especialmente en las anteriores al Cristianismo. Pero el camino
de la oración silenciosa está también profundamente enraizado
en la tradición cristiana desde una perspectiva histórica,
teológica y bíblica. Pertenece a lo que se conoce como el
encuentro silencioso apofático con Dios por el cual dejamos de
lado palabras, pensamientos e imágenes y sencillamente oramos
con atención silenciosa. El acercamiento que la mayoría de los
cristianos ha practicado desde la infancia es el catafático, en el
que hablamos con Dios o acerca de Dios. Pero estos dos
acercamientos son complementarios.
Familiarizarte con la tradición que John Main transmitió,
especialmente en sus libros Una Palabra hecha Silencio y El
Camino de la Meditación. Momento de Cristo, te servirá de
ayuda. Compartir fragmentos breves de estos libros te puede
ayudar a establecer relaciones de confianza y ayudar también a
otros a comprender que la meditación es, en efecto, cristiana, un
camino de fe y oración profundamente arraigado en nuestra
tradición. Otros dos recursos eficaces para que otros sitúen la
meditación decididamente en un ámbito cristiano son el libro de
bolsillo Meditación Cristiana. Nuestra Práctica Diaria y el DVD

28
PRIMEROS PASOS. PRIMEROS OBSTÁCULOS

Pilgrimage (Peregrinaje). Este DVD, editado en once idiomas,


presenta la enseñanza de forma sencilla y narra la historia de la
Comunidad Mundial a través de los testimonios de meditadores
de todo el mundo.

El mantra no es Cristiano
Otro argumento del temor de que la meditación no es cristiana
sería la desconfianza que suscita el mantra, tanto por lo que se
refiere al término en sí como por el ‘trabajo’ de ‘dejar de lado los
pensamientos’ tal y como enseña la tradición. Es valioso tener
unos conocimientos básicos de la tradición del mantra en el
cristianismo. Para ello no hace falta que seas historiador o
erudito. Las magníficas Conferencias IX y X sobre la oración de
Juan Casiano lo explican muy bien. El mantra no consiste en
‘dejar la mente en blanco’ o en practicar la negación de uno
mismo. Consiste en adentrarse en la pobreza de espíritu en el
aposento del corazón. La recitación fiel de lo que, en latín,
Casiano llama “el simple versículo” o “fórmula” ayuda a
mantener la atención en el Señor en lugar de en nosotros
mismos. La obra maestra espiritual del siglo XIV, La nube del no
saber, llama al mantra la “palabrita” que nos ayuda a desviar la
atención de la distracción y volverla al misterio silencioso de
Dios.
John Main optó por llamar “mantra” a la palabra sagrada
porque era un término que a muchos ya les era familiar y porque
sugiere un vínculo entre la tradición cristiana y la sabiduría
universal. Resulta que “mantra” es también una palabra
española, según el Diccionario de la Real Academia Española, si
bien es triste que actualmente se utilice sobre todo … ¡para

29
PRIMEROS PASOS. PRIMEROS OBSTÁCULOS

describir las trilladas promesas de los políticos! En sánscrito, la


lengua madre de la mayoría de las lenguas europeas, “mantra”
significa breve versículo de las Escrituras o palabra sagrada
usada repetidamente para intensificar la quietud mental y la
atención. El Padrenuestro, el Rosario, el ordinario de la misa, las
bendiciones y todas las oraciones familiares que recitamos son,
en este sentido, ‘mantras’ cristianos. Y, por supuesto, contamos
con la autoridad personal de Jesús que nos dice: “Ahora bien,
cuando oréis, no charléis mucho, como los paganos, que se
figuran que por su palabrería van a ser escuchados” (Mt 6,7). Por
el contrario, nos recomienda: “Entra en tu cuarto y, después de
cerrar la puerta” (Mt 6,6), ora en comunión con el Espíritu. Como
dice Casiano, rezamos más profundamente no con los labios sino
en silencio, al “buscador, no de palabras, sino de corazones”.

La meditación es peligrosa
Esto lo suelen afirmar algunos cristianos, en ocasiones
fundamentalistas, o bien aquellos con una formación estrecha de
miras. Con frecuencia se acercan de forma literal a las Escrituras
porque parece ofrecerles una certeza más absoluta. Ocurre que
las personas con estas actitudes padecen altos niveles de miedo e
incluso de represión. Así que pueden reaccionar airadamente si
sienten amenazado su punto de vista. A menudo dicen: “Cuando
te abres a los demás o dejas la mente en blanco, entra el diablo”.
Lo más probable, suelo replicarles, es que el diablo salga. Los
sentimientos negativos y las fuerzas oscuras remiten cuando se
disipa la represión.
La literatura contemplativa cristiana ofrece muchas
descripciones de este proceso de integración personal así como

30
PRIMEROS PASOS. PRIMEROS OBSTÁCULOS

consejos para abordarlo. La meditación practicada con fe y


moderación no es peligrosa. Más peligroso que meditar es estar a
merced de temores inconscientes. La meditación no consiste en
dejar la mente en blanco sino en ser pobre de espíritu y estar
abiertos a la presencia que nos habita. Los cristianos que creen en
la resurrección y en la presencia “de Cristo entre vosotros, la
esperanza de la gloria” (Col 1,27), deberían sin duda sentirse
cómodos con la meditación en cuanto camino interior.

La meditación es egoísta
Esto es seguramente lo que también pensó Marta cuando
censuró a su hermana por no hacer nada. Sin embargo, Jesús
dijo que María había elegido la “mejor parte”. El relato
evangélico de su vida nos lo muestra equilibrando los momentos
de ministerio activo con tiempos de retiro y silencio. Mirarse el
ombligo es egoísta. La meditación, en cambio, es una labor
desinteresada que desvía la atención de nosotros mismos y de la
agenda del yo. Al principio el ejercicio resulta arduo y extraño.
Con la práctica, resulta familiar y placentero. Paulatinamente se
va convirtiendo en un buen hábito, una forma de vida, de tal
forma que el trabajo de los periodos de meditación recorre todas
las áreas de nuestra vida interior y exterior. Progresivamente
vamos descubriendo que la oración no es una alternativa a la
acción sino su fundamento. Descubrimos la relación entre ser y
hacer y que nuestra vida es tan buena y profunda como lo es
nuestra oración. “Dime cómo rezas y te diré cómo vives”, según
los primeros cristianos.
Si la meditación no se traduce en frutos de mayor amor y
compasión, habría motivos –y válidos– para hacerse unas

31
PRIMEROS PASOS. PRIMEROS OBSTÁCULOS

cuantas preguntas serias a uno mismo. En la tradición cristiana,


la única medida verdadera de la meditación es preguntarse:
“¿Crece mi capacidad de amar?”.

La meditación es sólo una técnica de relajación


En los medios de comunicación se habla de la meditación sobre
todo como una manera de reducir el estrés, reforzar el sistema
inmunológico y tratar el dolor, la ansiedad y la depresión. La
investigación médica y psicológica ha demostrado que la
meditación nos hace bien tanto física como emocionalmente.
Nosotros, sin embargo, enseñamos a meditar como una
forma de oración, como un ejercicio espiritual, no como una
técnica terapéutica al uso. En cualquier caso, estos beneficios
fisiológicos son dignos de mención. Muestran que la gracia actúa
en la naturaleza. Aun así, nosotros ponemos el acento en los
frutos espirituales que no son tan fácilmente mensurables como
el colesterol pero más relevantes por lo que respecta a la calidad
y el significado de nuestra existencia. Nos relajamos para
meditar. No meditamos para relajarnos.
Sean cuales fueren las objeciones que te puedan plantear
cuando planifiques empezar un grupo, tenlas en cuenta. Intenta
averiguar de dónde proceden. Ten una respuesta para cada
objeción. No te pongas a la defensiva ni entres a argumentar.
Recuerda que la mayor parte de los sacerdotes no fueron
iniciados en una práctica de oración contemplativa durante su
formación. Es muy humano comprender que puede
desconcertarles que un laico les hable acerca de la
contemplación. Y recuerda que tú no estás diciendo –y la
tradición no lo enseña– que la meditación es el único modo de

32
PRIMEROS PASOS. PRIMEROS OBSTÁCULOS

orar. Intenta compartir que, desde tu experiencia, la meditación


no viene a suplir sino a respaldar otro modo de oración personal
y comunitaria. La meditación alimenta la vida cristiana en todas
sus dimensiones y hace que las personas vuelvan a la verdad
viva del Evangelio con ojos y sentimientos nuevos.
Si tu sugerencia de iniciar un grupo se encuentra con una
respuesta negativa, ¡responde a la objeción de manera
contemplativa! Te hará más fuerte. Considera si no deberías
esperar antes de intentarlo de nuevo o baraja si puedes explorar
otras vías, otros espacios u otras comunidades.
Pero esta negativa sería el peor escenario posible. Lo más
probable es que te encuentres con una respuesta positiva y
agradecida. ¿Cuál es entonces el siguiente paso?

33
Hacer correr la voz

La publicidad no significa marketing.


Significa no esconder la luz bajo el
celemín. En palabras de John Main:
no se enseña, más bien se contagia.

L
a publicidad no significa marketing. Significa no esconder la
luz bajo el celemín. No quiere decir que tengas que vender la
meditación como si fuese un producto. En palabras de John
Main: no se enseña, más bien se contagia.
La manera más obvia de comenzar es ofrecer una
introducción a la meditación cristiana que comprenda una breve
charla seguida de una meditación comunitaria. Puedes hacer la
introducción tú mismo, sobre todo si has tenido ocasión de asistir
a un encuentro de nuestra Escuela de Meditación. O puedes
invitar al responsable de algún grupo cercano ya existente o a tu
coordinador regional o nacional. La introducción puede repetirse
a intervalos a lo largo del camino y organizarse de suerte que se
acomode a cada circunstancia: iglesia, casa particular, escuela o
empresa.
Sirviéndote de ejemplos disponibles en la Escuela de
Meditación así como de otros folletos y circulares de la
Comunidad, prepara en un folio una descripción sencilla de los
elementos esenciales de la sesión introductoria que estás
HACER CORRER LA VOZ

diseñando: qué, por qué, cuándo (y cuánto tiempo), dónde y


quién.
Describe los puntos clave de forma breve y sencilla. La
combinación de las palabras ‘meditación’ y ‘cristiana’ habla por
sí sola. Esta hojita puede servir simplemente como un folleto
para que circule a nivel local o por correo electrónico. Te servirá
también para conservar junta la información relevante con
vistas a otro tipo de comunicaciones: llamadas telefónicas,
correos electrónicos, avisos breves en las correspondientes
publicaciones internas como el boletín parroquial o la newsletter.
Dondequiera que des la sesión introductoria, avisa a tus
amigos. Puede que asistan para darte apoyo. Anímalos a hacer
correr la voz. Por último, si en tu diócesis hay una comisión de
espiritualidad, ponte en contacto con ella. Tenga lugar o no la
introducción o reunión de grupo en un contexto eclesial, puede
que haya miembros del grupo de espiritualidad que te brinden
apoyo moral así como sugerencias útiles para darle publicidad.
v

35
¿Dónde?
Todo lo que se requiere para transformar
un lugar ordinario en uno sagrado es, en
la mayoría de los casos, una simple vela,
un poco de música y que el responsable
de grupo llegue con antelación para
acondicionar la sala.

E

s importante encontrar un lugar en el que podáis reuniros
regularmente todas las semanas. Debería ser lo más
silencioso posible y ser de un tamaño suficiente. Andar de
acá para allá cada semana resulta problemático. Que en la sala
contigua ensaye un coro o suene un televisor puede ser en
ocasiones un excelente test de disciplina pero, si ocurre todas las
semanas, ya tiene menos gracia. Utiliza tus habilidades
negociadoras para asegurarte un lugar fijo. Lo ideal sería
conseguir una sala o espacio designado de forma permanente
sólo para meditación, pero rara vez es posible y tampoco es
necesario. Lo que puedes hacer es crear un espacio cada semana
que sea especial. Todo lo que se requiere para transformar un
lugar ordinario en uno sagrado es, en la mayoría de los casos,
una simple vela, un poco de música y que el responsable del
grupo llegue con antelación para acondicionar la sala.
¿DÓNDE?

En una ocasión medité en la cripta de una iglesia situada


en el corazón del distrito financiero de Londres. Un núcleo
asiduo de personas, empleadas en las oficinas cercanas, se reunía
todas las semanas durante la pausa del almuerzo. El responsable
del grupo llegaba antes que el resto para disponer las sillas en
círculo alrededor de una vela. También traía un reproductor de
música. La gente llegaba silenciosamente mientras sonaba la
música. Comenzaban a la hora, escuchaban o leían una charla
de John Main, meditaban, compartían unas palabras y volvían
al trabajo. Se apagaba la vela, se recogían las sillas y, en un
santiamén, no quedaba rastro –salvo por el dinamismo de la
paz– del grupo de meditadores que acababa de reunirse en tal
quietud y silencio.
Grupos como este se reúnen hoy por hoy en casas
particulares, bloques de pisos, colegios, iglesias, casas
parroquiales, monasterios y conventos, comunidades, centros de
meditación cristiana, capillas, universidades, cárceles,
ministerios, grandes almacenes, residencias de ancianos y
fábricas.

37
¿Cuándo?
A culturas diferentes, horarios
diferentes.
Respeta las costumbres locales.
Horarios diarios o semanales diferentes
atraerán a distintos tipos de personas.

L

a mayoría de los grupos se reúnen por la tarde o a última
hora cuando los meditadores vuelven a casa del trabajo o
incluso después de la cena. A culturas diferentes, horarios
diferentes. Respeta las costumbres locales. Para las personas
empleadas por cuenta ajena, la última hora de la tarde es a
menudo el mejor momento, al margen de los grupos que se
reúnen a la hora del almuerzo cerca de su lugar de trabajo. Para
los jubilados, amas de casa, madres con niños pequeños o
enfermos, puede ser mejor un rato por la mañana o a media
tarde. Horarios diarios o semanales diferentes atraerán a
distintos tipos de personas. En algunas comunidades hay grupos
de meditación que se reúnen varias veces a la semana o a diario,
en horarios diferentes, para responder a las situaciones diversas
de cada uno. Algunas iglesias hasta tienen un grupo de
meditación todas las noches.
Elige el momento que mejor cuadre con tu agenda dado que
tu presencia habitual es crucial en el comienzo. Más adelante,
¿CUÁNDO?

puedes delegar o compartir la responsabilidad. Es importante que


el responsable del grupo sea fiel, especialmente los primeros meses
o durante el verano, cuando la asistencia decae. Si no puedes
acudir, encárgate de que alguien te reemplace. Busca a quien
pueda reemplazarte. Aseguras la continuidad del grupo y
contribuyes a que otros miembros del grupo descubran su
potencial de liderazgo.
Asegúrate de comenzar y terminar a la hora convenida. Una
reunión de grupo puede llegar a término en aproximadamente
una hora. El tiempo compartido genera confianza y estabilidad.

39
¿Cuántos?
En la meditación descubrimos que la
repetición no es mecánica sino fiel. El
tipo de crecimiento que nos concierne en
los grupos de meditación es espiritual,
no numérico.

N o midas el éxito del grupo por el número de participantes.


El tamaño del grupo realmente no importa. Incluso dos o
tres meditadores fieles constituyen un buen grupo de
meditación. Como dijo en una ocasión C.S. Lewis durante un
congreso de clérigos: “El Señor dijo apacentad mis ovejas, no que
las contáramos”. No obstante, la tendencia a valorar el éxito en
función de los números está profundamente arraigada en
nosotros. Al menos sé consciente de ello cuando lo hagas.
Normalmente un grupo se reduce en número una vez que
pasa la corriente de entusiasmo inicial. Hazte a la idea y céntrate
en fortalecer a los que se quedan. Este es el punto esencial en el que
una comunidad de fe empieza a forjarse. Algunos de los alejados se
habrán enriquecido gracias al breve encuentro con el grupo. Y
algunos estarán meditando por su cuenta. Otros, quizás, vuelvan
cuando vean, pasados uno o dos años, que el grupo se sigue
reuniendo y que su ejemplo de fidelidad constante es una
inspiración para retomarlo.
¿CUÁNTOS?

En la meditación descubrimos que la repetición no es


mecánica sino fiel. La fidelidad posibilita la creatividad ya que la
práctica de empezar y liderar un grupo es un trabajo creativo. Por
ello no deberíamos enjuiciar este tipo de trabajo con estándares
empresariales. El tipo de crecimiento que nos concierne en los
grupos de meditación es espiritual, no cuantitativo.
Del crecimiento en profundidad se seguirá probablemente,
con el tiempo, una expansión en número, si no en tu grupo en
concreto, sí en la escisión de nuevos grupos que se formen en
distintos momentos y lugares. Si queremos medirnos con un
objetivo cuantitativo, entonces contar con un pequeño grupo de
meditación en cada parroquia puede ser un objetivo de referencia.
De vez en cuando, puedes volver a dar publicidad a otra serie
introductoria de charlas. O bien rediseñar el ya familiar anuncio
que has colocado en un poster o en una circular. Incluso si el grupo
sigue siendo pequeño, el sentimiento de pertenecer a la comunidad
nacional y mundial en su conjunto puede fortalecerlo.

41
¿Qué hacer
en el grupo?

Simplifica.
Reduce las palabras al mínimo.
Haz que el silencio sea lo fundamental.
Todo lo demás ya irá encajando.

L os tres elementos esenciales de un grupo de meditación


cristiana son:
LA FORMACIÓN
LA MEDITACIÓN
EL COLOQUIO

Simplifica. Reduce las palabras al mínimo. Que sea lo que


es: un grupo de meditación y no un grupo de discusión o un
grupo de terapia o un grupo de oración. El elemento esencial es el
periodo de meditación. Haz que el silencio sea lo fundamental y
todo lo demás ya irá encajando. Aquí te dejamos algunas
sugerencias prácticas para asegurar un ambiente contemplativo
y una experiencia lo más significativa posible para todos.
¿QUÉ HACER EN EL GRUPO?

La preparación
A medida que las personas vayan llegando, hazles sentir que son
bienvenidas pero también deja claro, con amabilidad, que están
entrando en un tiempo y un espacio sagrados. Diez minutos
antes del inicio, pon algo de música suave, enciende una vela e
insta delicadamente a que se deje de hablar. En general, hay que
alentar a las personas en este sentido porque temen parecer poco
sociables si no charlan con los demás. Llegada la hora de inicio,
apaga la música y da la bienvenida a todos.

Los principiantes
Da una bienvenida especial a los principiantes y orienta la
enseñanza de grupo de ese día hacia ellos. Una charla
introductoria redundará en su beneficio y también afianzará a
los otros miembros. Después del encuentro de grupo, ten una
palabra en privado con los nuevos asistentes y ofréceles tu apoyo
personal si desean consultarte algo o hacer preguntas más tarde.

La formación
Una forma ideal de impartir formación en el grupo es a través de
las “Enseñanzas” y “Lecturas”, ya traducidas al castellano. La
comunidad cuenta con cinco ciclos anuales de estas Enseñanzas
y Lecturas. Los grupos pueden optar por leerlas directamente en
el grupo o traerlas leídas para abrir un diálogo tras una breve
presentación por parte del coordinador del grupo.
Esta formación constituye una rica introducción a la
tradición contemplativa a la que pertenece la meditación
cristiana.

43
¿QUÉ HACER EN EL GRUPO?

La meditación
Tras la formación se debe guardar silencio mientras se atenúan
las luces. El periodo de meditación como tal puede introducirse
con unos minutos de música apropiada, algo suave de Margaret
Rizza o alguna otra pieza sosegada.
El periodo de meditación dura normalmente entre 20 y 30
minutos. Si el grupo es de principiantes, puedes empezar con 20
minutos y aumentar el tiempo gradualmente. El responsable u
otro miembro del grupo es el encargado de controlar los tiempos
y puede indicar el inicio y el fin de la meditación mediante el
suave sonido de una campanilla o de un cuenco de oración. Hay
otras maneras de indicar el fin de la meditación procurando no
sobresaltar a nadie. Puedes utilizar una alarma silenciosa o una
que contenga una breve pieza musical al principio y al final de
un periodo de tiempo programado. En nuestra página web
encontraras una aplicación que contiene cronómetro, oración y
música.
Preparar y encuadrar el periodo de meditación como un
tiempo de quietud y silencio es un cometido importante del
responsable de grupo.

El coloquio
Después del periodo de meditación cabe hacer una lectura breve,
preferentemente para repetir algún punto clave de la formación
preliminar o bien para hacerse eco de la misma con un breve
pasaje de la Escritura. El tramo final del encuentro de grupo es la
puesta en común o el coloquio. No importa si algunas semanas a
nadie le apetece hablar. A menudo ocurre que, tras un rato de
sentada en silencio, surge una reflexión o una pregunta.

44
¿QUÉ HACER EN EL GRUPO?

El responsable de grupo puede generalmente dirigir el


coloquio con delicadeza haciendo alusión a algún punto clave
mencionados en la charla o compartiendo alguna que otra
reflexión. No es momento para la cháchara, el debate o la
argumentación teológica. Tampoco es momento para analizar
problemas personales u otros asuntos existenciales. Hay otros
momentos y foros más apropiados para ello.
Los responsables de grupo no tienen por qué asumir que
tienen respuesta para cada una de las preguntas que pueden
surgir. Otros miembros pueden hacer alguna aportación y,
además, las preguntas no tienen por qué responderse sobre la
marcha. Los responsables pueden volver sobre ellas en privado o
en la sesión sucesiva, después de reflexionar más detenidamente,
intercambiando puntos de vista con alguna persona de la
comunidad. Si alguna pregunta parece no tener respuesta, a lo
mejor es así y, por tanto, no trates de responderla. Deja también
espacio para el misterio.
Dedicar un tiempo a compartir pensamientos y sentimientos
relativos a la práctica de la meditación –sin incurrir en analizar lo
acaecido durante la misma– ayuda a fomentar un espíritu
solidario entre los diferentes talentos, edades y personalidades que
hacen que un grupo sea una comunidad.
Acto seguido, conviene que la reunión concluya en silencio y
los asistentes se despidan.

45
Conoce la enseñanza
esencial
La meditación es tan natural al espíritu
como la respiración al cuerpo.
Profundamente arraigada en la tradición
cristiana, es una antigua disciplina
espiritual, un camino sencillo
hacia la unión con el espíritu de Cristo.

E l componente de formación del encuentro semanal es esencial


pero es la propia experiencia la que enseña lo que realmente
revela el silencio. Es importante iniciar cada sesión con una
enseñanza. Es asimismo importante que el responsable de grupo se
sienta cómodo impartiendo la formación esencial con sus propias
palabras y estilo. Sin duda hay muchas maneras de transmitir la
misma verdad, siempre y cuando se ponga de relieve la simplicidad
esencial de la meditación. He aquí algunos elementos esenciales que
deberían compartirse y afianzarse en el grupo semanal.
La meditación es tan natural al espíritu como la
respiración al cuerpo. Profundamente arraigada en la tradición
cristiana, es una antigua disciplina espiritual, un camino sencillo
hacia la unión con el espíritu de Cristo. La tradición no dice que
la meditación sea el único o ni tan siquiera el mejor modo de
orar. Simplemente comunica la sabiduría, a la vez práctica y
CONOCE LA ENSEÑANZA ESENCIAL

sagrada, de la oración silenciosa diaria. Transmite la enseñanza


esencial de la oración contemplativa, articulada primero en la
Iglesia primitiva a través de las enseñanzas de los Padres y
Madres del Desierto y difundida en nuestro tiempo con especial
claridad y profundidad por John Main.
Esta tradición recomienda la sencilla práctica que
exponemos a continuación:

Elige un lugar tranquilo.


Siéntate de forma cómoda con la espalda erguida.
Cierra los ojos suavemente.
Permanece lo más quieto posible.
Respira con naturalidad, manteniéndote a la vez
relajado y alerta.
Comienza a repetir el mantra, lenta e interiormente.
El mantra que recomendamos es maranata, una
antigua plegaria cristiana en la lengua de Jesús, el
arameo, que significa ‘Ven, Señor’.
Repite la palabra con cuatro sílabas iguales, ma-ra-
na-ta.
Escucha la palabra mientras la dices.
Centra en ella toda tu atención.
No pienses en su significado.
Repítela sin cesar, suave y fielmente, durante todo el
periodo de meditación.
Vuelve a ella en cuanto seas consciente de que has
dejado de recitarla.

47
CONOCE LA ENSEÑANZA ESENCIAL

Mantén la misma palabra durante la meditación y


día tras día.
Medita dos veces al día, preferiblemente por la
mañana temprano y a última hora de la tarde.
Medita entre 20 y 30 minutos.
No evalúes el resultado.

La raíz de toda distracción es la excesiva autoconsciencia.


En la meditación ‘dejamos el yo atrás’. Las distracciones
vendrán. No trates de reprimirlas o de luchar contra ellas.
Déjalas pasar, sin más. Cuando percibas que un pensamiento se
ha quedado enganchado en tu atención, limítate a volver con fe
al mantra. Este es ‘el cometido de la palabra’. Si alcanzas un
determinado grado de paz y claridad y piensas ‘no tengo
pensamientos’, ya estas pensando. Así pues, sigue repitiendo el
mantra y deja que se haga más fino y sutil a medida que vas
profundizando.
Una vez iniciados en la práctica diaria, hay algunas pautas
respecto de la actitud que debemos mantener y que nos
ayudarán a profundizar. Se deberían compartir con los nuevos
miembros del grupo y volver sobre ellas de vez en cuando.
En primer lugar, no evalúes tu progreso. La sensación de
fracaso –o de éxito– es quizás la mayor de las distracciones
posibles. No esperes o busques ‘experiencias’ en la meditación. No
tienes que sentir que algo debería estar sucediendo. Esto puede
resultar extraño al principio siendo la experiencia de la
meditación tan desconocida y tan ajena a nuestra cultura. No
estamos acostumbrados a ser simples. Sin embargo, el silencio, la
quietud y la simplicidad tienen un propósito. En una de las
parábolas del Reino, Jesús compara el Reino con una semilla que

48
CONOCE LA ENSEÑANZA ESENCIAL

alguien planta en la tierra. Esa persona sigue con su vida


ordinaria mientras la semilla crece silenciosamente en la tierra
“sin que él sepa cómo” (Mc 4,27).
Lo mismo nos ocurre a nosotros a medida que la palabra va
calando cada vez más profundamente en nuestros corazones.
Igual que en la parábola, con el tiempo habrá señales de
crecimiento. No siempre las descubrirás en la meditación pero sí
en tu vida. Comenzarás a cosechar los frutos del espíritu.
Advertirás que creces en amor.
Y si alguna vez dejas la práctica de la meditación, sea por
un día, un mes o un año, vuelve sencillamente a ella con
confianza en la infinita generosidad del Espíritu que habita en y
entre nosotros.

49
Otras formas de
oración
La meditación no reemplaza otras
formas de oración. Estas otras prácticas
espirituales son elementos
irremplazables de una vida vivida en el
seguimiento del Evangelio. Pero las
formas serán diversas.

L
a meditación –con frecuencia denominada ‘oración pura’–
no reemplaza otras formas de oración. Lo que estas otras
prácticas espirituales representen en la vida de los
diferentes miembros del grupo dependerá del temperamento, la
vocación y el modelo de tradición cristiana en el que hayan sido
educados. La lectura de las Escrituras, la oración comunitaria y
la adoración, así como la plegaria que se expresa en actos de
compasión y obras de caridad, son todos elementos
irremplazables de una vida vivida en el seguimiento del
Evangelio. Pero las formas serán diversas. La práctica de la
meditación es fundamento vivo de estas formas, no un sustituto
de las mismas. John Main dijo en una ocasión que la mejor
preparación para y el mejor fruto de la meditación son ‘los
pequeños actos de bondad’.
v
Otras confesiones
La experiencia contemplativa es esencial si
queremos que madure el diálogo
interreligioso. El grupo de meditación
cristiana es, por instinto, ecuménico en el
sentido más amplio del término. Sus
encuentros están abiertos a cualquier
buscador genuino y se debe atender a todos
de forma cálida y hospitalaria.

L
. a actitud de los cristianos respecto de otras confesiones ha
experimentado en nuestro tiempo un giro histórico bajo el
influjo del Espíritu Santo. La mayoría de los cristianos ya
no rechaza con arrogancia otras confesiones. Es capaz de
venerar lo que de verdadero, bueno y sagrado hay en ellas. El
diálogo con estas confesiones nos ayuda a buscar nuevos modos
de expresar la experiencia cristiana desde la teología. La
experiencia contemplativa es esencial si queremos que madure el
diálogo interreligioso.
El grupo de meditación cristiana es, por instinto, ecuménico
en el sentido más amplio del término. Sus encuentros están
abiertos a cualquier buscador genuino. Debemos atender a todos
de forma cálida y acogedora. Aunque no es un grupo
interreligioso como tal, acoge a personas de otras confesiones o a
los que buscan la fe, si se acomodan a meditar con cristianos.
OTRAS CONFESIONES

Tener a Cristo por maestro nos inspira a imitar su verdad y


apertura.
Si el grupo está de acuerdo –tal vez cuando haya
madurado– se puede entrar en contacto con otros grupos
religiosos a nivel local y organizar de tanto en tanto una tarde de
meditación interreligiosa conjunta.

52
¿Soy la persona más
indicada?
Iniciar un grupo de meditación cristiana
es dar un paso de fe. Recuerda siempre
que no se espera que seas una persona
experta o un meditador consumado, sólo
alguien comprometido.
El Maestro está en nuestro interior.
.

I niciar un grupo de meditación cristiana es dar un paso de fe.


Es una responsabilidad enriquecedora. Lo que damos lo
recibimos multiplicado. Recuerda siempre que no se espera
que seas una persona experta o un meditador consumado, sólo
alguien comprometido. El Maestro está en nuestro interior. Un
grupo hace de canal de su presencia no sólo para sus miembros
sino también para aquellos con cuyas vidas interactúan durante
la semana.
Como todo lo demás en la vida del Evangelio, el grupo de
meditación no existe sólo para sí mismo. No hemos pues de
ponernos nerviosos ni estar preocupados por el número de
asistentes. Descubrirás que esta pequeña comunidad de fe
contemplativa –en comunión con muchas otras por todo el
mundo– nutre el itinerario espiritual de cada uno de sus
miembros. Y en un mundo en el que el ruido hace que cada vez
¿SOY LA PERSONA MÁS INDICADA?

sea más difícil escuchar, el grupo es una ventana de silencio al


misterio divino en nuestro alrededor.

54
Cómo Meditar
JOHN MAIN

P ara meditar debemos aprender a permanecer quietos. La


meditación es perfecta quietud de cuerpo y espíritu. La
quietud corporal la adquirimos sentándonos inmóviles. Así
que, cuando empieces a meditar, dedica unos instantes a adoptar
una postura cómoda. La única regla esencial es mantener la
columna lo más erguida posible. Por tanto, lo primero que hay
que aprender es a sentarse quieto. Debes mantener los ojos
ligeramente cerrados.
Después viene la quietud de espíritu. El modo de alcanzar
esa quietud es decir silenciosamente, en la profundidad de tu
espíritu, una palabra o frase breve y repetirla una y otra vez. La
palabra que te recomiendo utilizar es la palabra aramea
maranata. Recita el mantra con cuatro sílabas igualmente
acentuadas: ma-ra-na-ta. Recítalo silenciosamente. No muevas
los labios. Recítalo interiormente. Repite el mantra de principio a
fin de la meditación. Deja a un lado los pensamientos, las ideas,
y la imaginación. No reflexiones. No uses palabras que no sean
tu palabra (maranata). Limítate a decir, a hacer resonar, la
palabra en la profundidad de tu espíritu. Centra en ella toda tu
atención: ma-ra-na-ta. Es todo lo que tienes que hacer.
En el librito Simplicidad. Meditación para todos, John
Main ofrece más detalles sobre este peregrinaje. Puedes
descargarte un pdf gratuito de nuestra web.
v
Recursos Disponibles
Tal y como John Main nos recomienda en el librito Simplicidad,
todo lo que tenemos que hacer es empezar y seguir empezando
continuamente. No hay complejas teorías que dominar o técnicas
que perfeccionar. De hecho, tenemos que librarnos, en primer
lugar, del perfeccionismo y de las ideas del progreso y del éxito.
Por muy sencilla que sea la meditación, exige de una
disciplina. En la Comunidad Mundial para la Meditación
Cristiana contamos con una gran variedad de recursos para
ayudarte a mantener la práctica o volver a retomarla cuando la
hayas dejado. De todos estos recursos puedes escoger aquellos que
mejor se adecúan a tus circunstancias.
Nuestra web ofrece acceso a una comunidad global de otros
meditadores, retiros y seminarios, lecturas y enseñanzas diarias y
semanales, noticias trimestrales, grupos de meditación en más de
100 países, una app con un reloj y tres sonidos de gongs, y una
gran fuente de libros, CD, DVD, y vídeos.

Si deseas encontrar un grupo o bajarte una charla, la web de la


Comunidad te ofrece los recursos necesarios:
En España, www.wccm.es
En Latinoamérica, www.meditacioncristiana.net
En Inglés, www.wccm.org

Para consultar cualquier cuestión, por favor, escríbenos a:


[email protected] en España.
[email protected] en Latinoamérica.
v
Esquema para un
Curso Introductorio
de Seis Semanas

El siguiente esquema tiene como objeto ayudarte a presentar la


meditación a los principiantes durante un periodo de seis
semanas. También te permitirá ayudar a otros meditadores a
perseverar lo suficiente para que recorran ellos mismos su propio
camino.
Puedes utilizar este esquema de forma continuada o
periódica a lo largo del año o a modo de recordatorio con
meditadores más experimentados.
Puedes encontrar material adicional específico para el curso
de seis semanas, incluyendo recursos audiovisuales y ejemplos de
las charlas, a través de la página web de la Escuela de Meditación:
www.wccm.org.

Bienvenida a los principiantes


Sé especialmente acogedor con los recién llegados a los que el
silencio del grupo les puede resultar un poco extraño. Siempre
que sea posible, ten un encuentro personal con ellos y explícales
los fundamentos básicos sobre cómo meditar.
Hazles saber que pueden plantear cualquier pregunta ya
sea a ti personalmente o al grupo. Al principio, puede ser de
ayuda ofrecerles hacer una ‘revisión’ contigo de carácter
mensual. Hazles comprender que la importancia del encuentro
ESQUEMA PARA UN CURSO INTRODUCTORIO DE SEIS SEMANAS

semanal es afianzar su práctica diaria y ayudarles a alcanzar


una comprensión más profunda del camino de la meditación.
Recuérdales que se requiere tiempo para que una práctica
regular se consolide en su vida diaria y que han de perseverar. Si
llegan a rendirse, no pasa nada. Lo retoman de nuevo.
Describe la estructura general del encuentro semanal y el
carácter central del periodo de meditación conjunta. Ayúdales a
suscribirse a las Enseñanzas y Lecturas semanales en castellano
a través de nuestra página.

Semanalmente
• Haz hincapié en la simplicidad de la meditación.
• Repasa los principios básicos de ‘cómo meditar’.
• Presenta el gran tema de la semana y haz un breve resumen
de las lecturas que vais a leer.
• Ten a la venta algunos libros esenciales.
• Recomienda lecturas específicas.
• Fomenta que al finalizar haya preguntas, que puedes
responder tú o bien otros miembros del grupo.

PRIMERA SEMANA
El gran tema es ¿Qué es la meditación?
Explica que la meditación es una práctica universal también
presente en nuestra tradición cristiana. Es una disciplina, no una
mera técnica. No requiere dominar teorías o técnicas difíciles.
Pon el acento en la quietud corporal y en la importancia de la
doble práctica diaria. Prepara a los participantes para el
encuentro con la ‘mente mono’ (monkey-mind). Recuérdales que

58
ESQUEMA PARA UN CURSO INTRODUCTORIO DE SEIS SEMANAS

la meditación es la oración del corazón de suerte que todos los


pensamientos, incluso los más santos, deben dejarse a un lado.
- Recomienda el libro de John Main, Simplicidad y el de
Laurence Freeman, Meditación Cristiana. Nuestra Práctica
Diaria.
- Lectura sugerida del Nuevo Testamento: Mt 6, 5-6.

SEGUNDA SEMANA
El gran tema es John Main
Brevemente, con tus propias palabras, cuenta la historia de su
vida. Descubrió la meditación en Oriente. Después la
redescubrió en la tradición monástica cristiana y más tarde pasó
a enseñarla a personas laicas. Este recorrido derivó en la
fundación de la Comunidad Mundial para la Meditación
Cristiana, de la que es parte el grupo en el que estás meditando.
La meditación crea comunidad. La tradición es un
descubrimiento personal. Cada uno de nosotros tenemos que
redescubrirla ‘por experiencia propia’.
- Recomienda el libro de John Main, Meditación Cristiana: las
conferencias de Getsemaní.
- Lectura sugerida del Nuevo Testamento: Mt 6, 7-15.

TERCERA SEMANA
El gran tema es Las raíces de nuestra tradición
Retoma el redescubrimiento de John Main del mantra en la
Décima Conferencia de Juan Casiano y el significado de pobreza
de espíritu, a saber, soltar. Explica cómo Casiano, al igual que La
nube del no saber y la tradición ortodoxa de la Oración de Jesús

59
ESQUEMA PARA UN CURSO INTRODUCTORIO DE SEIS SEMANAS

en La Filocalia, subraya la repetición incesante de la palabra.


Dejemos pasar las distracciones, sin luchar contra ellas o
reprimirlas. Así llegamos paulatinamente al momento presente.
Es una forma de disciplina pero su fruto es la libertad de espíritu.
- Recomienda el libro de John Main, Una Palabra hecha Silencio.
- Lectura sugerida del Nuevo Testamento: Mt 6, 25-34.

CUARTA SEMANA
El gran tema es La rueda de la oración
Como el grupo lleva meditando un cierto tiempo ya conoce la
oración del corazón, una novedad para la mayoría. Así pues,
pregunta ‘¿qué es la oración?’ a la luz de esta experiencia. Todas
las formas de oración son válidas y la meditación no las
reemplaza, si bien, como todo lo demás en la vida, puede
simplificarlas. En la tradición cristiana toda oración conduce a
la oración del Espíritu en el corazón. Mi oración, por si sola, da
paso a Su oración.
- Recomienda una relectura del libro de Laurence Freeman,
Meditación Cristiana. Nuestra Práctica Diaria.
- Lectura sugerida del Nuevo Testamento: Ro 8, 26-27 .

QUINTA SEMANA
El gran tema es Dejar atrás el yo

Lo que en realidad estamos haciendo cuando meditamos es


librarnos del martilleo incesante del yo. Todas las tradiciones
espirituales la describen como la manera más elemental de
descubrir quiénes y por qué somos. La meditación es una
búsqueda personal y universal de la verdad. Dejar atrás el yo no

60
ESQUEMA PARA UN CURSO INTRODUCTORIO DE SEIS SEMANAS

es un proceso violento o represivo. Es sencillamente aprender a


ser y a liberarnos del deseo y del miedo.
- Recomienda el libro de John Main, El camino de la meditación.
Momento de Cristo.
- Lectura sugerida del Nuevo Testamento: Mt 7, 13.

SEXTA SEMANA
El gran tema es La meditación como forma de vida

Los primeros cristianos decían que se reza como se vive. Los


frutos de la práctica diaria se manifiestan en las situaciones y
relaciones cotidianas cuando vivimos desde un centro interior
más profundo. Nuestra tradición cobra también nueva vida y
aumenta el respeto por otras tradiciones religiosas. La sabiduría
y la compasión son los mayores dones.
- Recomienda el libro de John Main, El camino de la meditación.
Momento de Cristo.
- Lectura sugerida del Nuevo Testamento: Flp 2, 1-11.

Contempla la posibilidad de organizar un evento especial


después de este sexto encuentro para celebrar la clausura del
curso introductorio y recuerda a todos que todos somos, siempre,
principiantes.

61
Modelos
Modelos
Modelos
de Anuncios
de Anuncios
de Anuncios
parapara
Grupos
para
Grupos
deGrupos
Meditación
de Meditación
de Meditación
GRUPO DE MEDITACION CRISTIANA
GRUPO DE MEDITACION CRISTIANA
GRUPO DE MEDITACION CRISTIANA
Un nuevo
Un nuevo
grupo
Un nuevo
grupo
de Meditación
grupo
de Meditación
de Cristiana
Meditación
Cristiana
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(ciudad,
(ciudad,
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(ciudad,
parroquia,
dirección)
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GRUPO DE MEDITACIÓN CRISTIANA
GRUPO DE MEDITACIÓN CRISTIANA
GRUPO DE MEDITACIÓN CRISTIANA
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Todos
sois bienvenidos
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Un grupo Un grupo
Meditación
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Cristiana
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Cristiana
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Calle
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La meditación
La meditación
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tradición
cristiana.
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La meditación,
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cada
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Las reuniones
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Para más
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contactar
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MODELOS
MODELOS
DEMODELOS
ANUNCIOS
DE ANUNCIOS
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MEDITACIÓN
MEDITACIÓN
MEDITACIÓN
EN LA
EN LA
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TRADICIÓN CRISTIANA
TRADICIÓN CRISTIANA
TRADICIÓN CRISTIANA
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Meditación
grupo
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Meditación
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Todos sois
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Todos
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al grupo
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Esta forma
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y detalles
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APÉNDICE
APÉNDICE
1APÉNDICE
1 1

63 63 63
APÉNDICE 1

La Comunidad Mundial para la Meditación


Cristiana

La Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana, World


Community for Christian Meditation en inglés, es una
comunidad ecuménica de fuerte dimensión interreligiosa que
desea difundir la meditación en su tradición cristiana, a través
de las enseñanzas de John Main, con el espíritu de servir a la
unidad universal.
La Comunidad fue fundada en 1991, inspirada por la
intención de John Main de enseñar a meditar con el objeto de
recuperar la dimensión contemplativa de la vida cristiana y del
conjunto de la sociedad. La Comunidad es una familia global de
comunidades nacionales –un monasterio sin paredes-. Su base
espiritual es la práctica diaria de la meditación y el desarrollo de
grupos locales de meditación. Personas con todo tipo de bagaje y
en cualquier etapa de sus vidas comparten semanalmente su
práctica en grupos que se reúnen en colegios, universidades,
iglesias, hogares, oficinas, hospitales y prisiones en más de 100
países.

Meditatio es la editorial de la Comunidad y su enlace con


la sociedad. Comparte los frutos de la meditación en todo el
mundo y enfoca la sabiduría de la meditación hacia los
problemas y crisis de nuestro tiempo, manteniendo un diálogo
APÉNDICE 1: LA COMUNIDAD MUNDIAL PARA LA MEDITACIÓN CRISTIANA

tanto con el mundo secular como con el científico y con


diferentes tradiciones de fe desde la base común que facilita la
sabiduría universal de la meditación. Sus programas de
desarrollo se extienden a la educación, al mundo empresarial, a
la salud, al diálogo interreligioso, a la ciencia, y a la justicia
social.

65
APÉNDICE 2

Relación con
otras Comunidades Contemplativas
La tradición de oración contemplativa cristiana es muy rica y
amplia con expresiones en muchas y distintas escuelas de
espiritualidad y confesiones cristianas. Meditar en la tradición
que enseña la Comunidad Mundial es estar enraizado en esta
magnífica viña.
La amistad y colaboración con otras comunidades que
encarnan aspectos diferentes de esta misma tradición es un fruto
natural de la meditación y también una señal de la paz que ésta
genera. Entre ellas cabe mencionar la estrecha amistad con la
red Extensión Contemplativa, como lo atestigua esta declaración
de Laurence Freeman y Thomas Keating.

Declaración conjunta de la Comunidad Mundial


y Extensión Contemplativa
Las comunidades contemplativas Extensión Contemplativa y la
Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana tuvieron
inicios independientes –aunque vinculadas por la tradición
apostólica– hace ahora unos veinticinco años.
Ambas comunidades surgieron del legado contemplativo
apofático cristiano. Por consiguiente, tenemos en común un
especial respeto por la tradición monástica primitiva
representada, por ejemplo, por Juan Casiano, los hesicastas de la
tradición ortodoxa y los místicos medievales tales como el autor
de La nube del no saber. Creemos que estas tradiciones son
APÉNDICE 2: RELACIÓN CON OTRAS COMUNIDADES CONTEMPLATIVAS

corrientes vivas con un valor significativo y apremiante para la


vida cristiana hoy, para la renovación de todas las iglesias y
para resaltar el sentido de lo sagrado en el mundo
contemporáneo.
Nos parece que el Espíritu está despertando la vida
contemplativa en el pueblo de Dios más allá de las categorías
laicas o eclesiásticas. También promueve una experiencia de
comunión más allá de las fronteras confesionales. El mismo
Espíritu nos está recordando los tesoros olvidados de nuestro
patrimonio cristiano. Asumir la contemplación como una
dimensión de la oración y de un estilo de vida personal y
descubrir un camino contemplativo que se ha inculcado en
nuestra propia tradición es con frecuencia un descubrimiento
bien recibido por muchos cristianos. Creemos que este
descubrimiento y su influjo creciente deben ser alentados por
todos los líderes cristianos.
La oración contemplativa crece con la fe y la perseverancia
y, al objeto de sustentarlas, nace la comunidad. Para ambas
comunidades, los pequeños grupos locales personifican este
crecimiento, tanto en profundidad como en número. Propiciamos
la amistad y este compartir la fe entre estos grupos que se han
comprometido a ser abiertos, hospitalarios y ecuménicos.
Creemos que este crecimiento irá en aumento si los grupos de
cada comunidad tienen encuentros periódicos para compartir el
silencio de Cristo y su Palabra.
Las diferencias de criterio respecto a la práctica diaria,
especialmente en lo que atañe a asuntos como el mantra o el
símbolo sagrado, son expresiones sutiles de la riqueza de la
tradición cristiana, no divisiones. No obstante, la sabiduría y la
experiencia aconsejan que la persona persevere en la misma
67
APÉNDICE 2: RELACIÓN CON OTRAS COMUNIDADES CONTEMPLATIVAS

práctica una vez emprendida. Vivir la sabiduría del camino


contemplativo es un asunto de fe activa en el amor, no de
técnicas espirituales. La contemplación es esencialmente
práctica, no teoría. De ahí que requiera fidelidad a un método o
disciplina. Si bien reconocemos unas fuentes comunes y el fin
último de la contemplación cristiana, también aceptamos que
interpretaciones y recomendaciones diferentes relativas a la
práctica puedan ser igualmente válidas. Cuando se respetan las
diferencias y se comparten las semejanzas, nos abrimos a una
verdadera unidad y libertad de espíritu.
De la experiencia cada vez más profunda de la
contemplación nacen los frutos del Espíritu con formas siempre
nuevas. La caridad, la compasión, la tolerancia, la consecución
de la paz y la valentía en pro de la justicia social definen la
contemplación cristiana que viven los individuos y las
comunidades. Una mejor apreciación y comprensión del diálogo
interreligioso es también un fruto de la práctica de nuestras dos
comunidades.
Ambas comunidades son, en el designio de la historia, muy
jóvenes todavía. Estamos aún descubriendo nuestra vocación
plena en el Cuerpo de Cristo. Mediante nuestra comunión
espiritual, y aprendiendo los unos de los otros, rezamos para ser
fieles al camino contemplativo y a la tarea de compartir su
riqueza espiritual con el mundo.

LAURENCE FREEMAN OSB THOMAS KEATING OCSO


Comunidad Mundial para la Extensión Contemplativa
Meditación Cristiana
v

68
APÉNDICE 3

Contemplación y Unidad:
Declaración Ecuménica

Consideramos que se han producido recientemente encomiables


progresos en lo relativo a superar las antiguas divisiones entre
las iglesias cristianas. El poder del Evangelio ha quedado a
menudo velado por la incapacidad de los cristianos de amarse
los unos a los otros y de celebrar la diversidad como un signo de
la riqueza de la unidad que hay en Cristo. Consideramos, no
obstante, que se está abriendo una nueva era. En estos tiempos
hay menos demanda de palabras y ceremonias y más
necesidad del conocimiento espiritual auténtico que emerge del
silencio de la contemplación.
El hambre espiritual y la desconfianza generalizada hacia
la religión en nuestra sociedad orientan firmemente a los
cristianos hacia esta dimensión profunda de su fe común. La
dimensión contemplativa del Evangelio no es una especialidad
de iglesias o grupos particulares. Pertenece a todos y nos
convoca a todos, a través de los signos de los tiempos, a
recuperarla. Y tampoco debe identificarse esta dimensión
contemplativa de la fe con la vocación de algunos a la soledad y
el silencio. Se aplica asimismo a la vida de las buenas obras, la
protesta profética contra las injusticias y la tarea paciente en
favor de la paz. En realidad, la integridad y el vigor de la vida
cristiana y de su testimonio en el mundo dependen del maridaje
de contemplación y acción en la experiencia plena del misterio
APÉNDICE 3: CONTEMPLACIÓN Y UNIDAD: DECLARACIÓN ECUMÉNICA

de Dios que sobrepasa todo entendimiento pero que se revela


íntimamente en gestos cotidianos de bondad.
Si no comprendemos el silencio de Cristo, no seremos
capaces de comprender sus palabras, según afirmaba un
maestro del cristianismo primitivo. Precisamente porque
estamos convencidos de la urgente necesidad de recuperar la
dimensión contemplativa en nuestra oración, nuestro culto y
nuestros ministerios, nos hemos comprometido con la búsqueda
de formas en que ésta pueda ser mejor apreciada por los
cristianos y por la sociedad en su conjunto. Invitamos a
nuestros hermanos y hermanas de todas las iglesias a
reflexionar sobre esta urgente necesidad y a sumarse a este
quehacer contemplativo y así enriquecer su perspectiva desde
sus propias intuiciones y tradiciones.
Consideramos igualmente que, en esta época de violencia
y terror, la amistad de las religiones del mundo es fundamento
indispensable del trabajo en favor de la paz y la justicia
universal. Para que esta amistad sea sincera y transformadora
debe asimismo estar enraizada en esa experiencia de silencio,
quietud y simplicidad que es el terreno común de la
contemplación.
Si de este modo logramos una armonía más plena entre
contemplación y acción, sin duda daremos cumplimiento al
más alto deseo de Cristo, a saber, que ‘todos seamos uno’.

EL HONORABLE REVERENDO RICHARD CHARTRES


Obispo de Londres
DOM LAURENCE FREEMAN OSB
Director, Comunidad Mundial para la Meditación Cristiana

70
APÉNDICE 3: CONTEMPLACIÓN Y UNIDAD: DECLARACIÓN ECUMÉNICA

CARDINAL CORMAC MURPHY O’CONNOR


Arzobispo de Westminster
REVERENDO DR LESLIE GRIFFITHS
Superintendente, Ministro de la Capilla de Wesley

71

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