Criticas Ley 20.720
Criticas Ley 20.720
Criticas Ley 20.720
Es aquí donde a esta quiebra, que se le ha dado un tinte de “solución” para los
problemas de la gente, me genera dudas de su bondad.
Dos ejemplos básicos: en primer lugar el deudor sin patrimonio (sin vehículo, dinero
en bancos, ni bienes raíces), en este caso, puede efectivamente negociar con su
acreedor, ya que el peso de una demanda en nada lo amedrentará. Este claramente
tendrá cómo negociar y a sus acreedores posiblemente les interesará. Y, en segundo
lugar, el deudor con patrimonio: ¿qué motiva a los acreedores a negociar y no a
simplemente decir NO, y ejecutarlo? Nada, aun más, ¿cómo logro convencer a todos
mis acreedores si en ellos hay algunos con garantías y otros con nada?
Por último, las variaciones de la economía van a ser preponderantes en las decisiones
de los acreedores. Hoy en día, sin necesidad de pedir la quiebra, se puede negociar
con bancos en situaciones ventajosas, incluso sin interés y en muchos meses, pero en
situaciones de bonanza económica el banco no tendrá ninguna intención de renegociar.
Perdóneme la sinceridad, pero si hay asociaciones de acreedores celebrando la ley es
porque habrá incautos recurriendo a este nuevo procedimiento, pensando en una
bondad del acreedor, que no es tal. Esta ley protege al crédito, no al deudor, y por
tanto, antes de usarla, consulte a un experto. ¿Le digo algo más? ¡Toda prescripción
en favor del deudor se suspende!
LA TERCERA
Las autoridades de gobierno la defienden, pero los expertos son más críticos respecto
de los efectos y alcances de la iniciativa legal que debutó ayer y que, entre otros
cambios, permite a las personas naturales declararse en quiebra.
Con el foco eminentemente ciudadano debutó ayer la Ley 20.720, más conocida como
de Insolvencia y Reemprendimiento, y que reemplazó a la de quiebras, que databa de
octubre de 1982.
El ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, visitó los matinales para explicar en
detalle los alcances de la misma, y su punto más novedoso: la creación de un
procedimiento especial para la renegociación de deuda de las personas naturales, que
permite llegar a acuerdo con sus acreedores, siempre que sus deudas sumen más de $
1.960.000 y tener dos o más obligaciones vencidas por 90 días o más. La persona
podrá renegociar su deuda o incluso liquidar bienes para el pago de sus acreencias
pendientes.
Un segundo foco es el salvataje de empresas que pueden ser viables, para las cuales
se elaboró un procedimiento especial para su reorganización, que les permitiría llegar a
un acuerdo con sus acreedores en cuatro meses.
El ministro Céspedes indicó que la ley “constituye uno de los cambios legislativos más
esperados por los diversos actores, dada su importancia para el desarrollo económico
de nuestro país”. Agregó que el enfoque “está dado por comprender el fenómeno de la
insolvencia como un hecho natural dentro del ciclo económico y que, en consecuencia,
debe ser abordado de manera oportuna para no afectar el funcionamiento general de
la economía”.
De hecho, Awad dijo que se deberán analizar con cuidado las garantías, “en términos
de cómo se aplica cuando el activo es declarado como principal. Qué pasa, por
ejemplo, con la hipoteca de un inmueble cuando es declarado como activo principal. En
el tema de la marcha blanca tendrá que definirse”.
Para el caso de las personas, Puga enfatizó que salvo quienes tengan bienes de valor,
como casas o autos, el resto en su mayoría va a recurrir al sistema de liquidación,
“porque es mucho más sencillo y exime todas las obligaciones de una vez”.
Este punto es justamente el que complica al retail financiero, ya que podría tener
serias consecuencias en los niveles de morosidad y recuperación del crédito, indicó el
presidente del Comité de Retail Financiero, Claudio Ortiz.
Ortiz agregó que un punto que se solicitó a las autoridades fue subir el plazo de
impagos para postular a la renegociación de 90 a 120 días, “porque con gente con 60 a
90 días de morosidad, tenemos un altísimo porcentaje de posibilidad de recuperar esos
dineros por la vía bilateral de cobro”. El presidente del Comité de Retail Financiero
enfatizó que al ingresar a un esquema de múltiples acreedores, “lo más probable es
que pasemos a ser un acreedor minoritario”.
Tanto Juan Esteban Puga como Claudio Ortiz coinciden en que la ley puede traer
perjuicios para los consumidores.
Puga afirmó que es probable que existan listados de los clientes que entraron al
esquema de renegociación o quiebra, “y en consecuencia, los bancos y casas
comerciales van a tener la información y cada acreedor podría ver el riesgo de darle un
nuevo crédito a esa persona”.
Puga dice que una buena ley de quiebras “protege al crédito, no al deudor. Protege al
deudor en tanto optimizar los activos del deudor para que los acreedores tengan el
mejor resultado”, manifestó.
DIARIO CONSTITUCIONAL
Conforme al ranking Doing Businnes 2013 del Banco Mundial, en el ítem referido a
clima de negocios, Chile se ubicaba en el lugar 37 de los 185 países que lo integran.
Respecto a la resolución de la insolvencia, el mismo ranking del año 2013 nos situaba
en el lugar 98, ya para el 2014 hemos caído al 102.
Como bien señala el mensaje del proyecto de Ley, la realidad nos ha demostrado que
no todos los emprendimientos están destinados a prosperar, y no todas las
experiencias exitosas se perpetúan en el tiempo. Según ha indicado el Banco Mundial,
el proceso de quiebras en Chile es doloroso, largo, costoso y con una tasa de
recuperación de un 30%, a diferencia de E.E.U.U. que alcanza el 80%.
Como bien señala el Profesor GÓMEZ BALMACEDA, “el nivel de recuperación de los
créditos… depende de la suficiencia de los bienes que comprenda la masa del activo y
de la conducta que hubiese observado el deudor en el período que precede a la
declaración de quiebra…”[1]. Sin embargo, debemos acotar que la tardanza con que
operen las instituciones de la insolvencia será directamente proporcional al nivel de
activo con que cuente la empresa para responder de sus deudas.
Existen críticas doctrinarias que apuntan a señalar que, si bien es cierto que dentro del
primer año se suelen liquidar los activos de las empresas y pagar a los acreedores, en
la medida de lo posible, lo que finalmente demora la estadística, ello ocurre más bien
por la tardanza del síndico de quiebras en la presentación de las cuentas formales y
detalladas, además de otros trámites. Sin embargo, se debe tener en consideración
que éstas críticas representan el espíritu de la anterior legislación, en que se pretendía
cerrar empresas y liquidar, sin importarles ni hacerse cargo del tiempo que debía
transcurrir para que el empresario fallido pudiera volver a levantarse e iniciar un nuevo
emprendimiento.
En promedio, entre el año 2006 y 2013 se declararon 140 quiebras anuales, lo que
repercutía en una pérdida de 2.831 empleos/año[4].
El anterior proceso resultaba lento, sin plazos establecidos legalmente y sin tribunales
especializados. Esto provoca además que los empresarios que fracasan no vuelvan a
levantarse, debido a los engorrosos y lentos procedimientos y por la cruz que deben
cargar por el fracaso.
La antigua Ley de Quiebras no se encuentra acorde con los tiempos actuales, y esto se
refiere principalmente a lo que hemos señalado anteriormente respecto de su enfoque,
la legislación anterior data de la década del 80 y propende a liquidar y repartir, en
circunstancias que la tendencia mundial en la materia se centra en reorganizar, y sólo
en el evento que ello fracase se procede a liquidar.
De la misma manera, la necesidad de entregar herramientas adecuadas para la
restructuración societaria se fundamenta en que se reconocieron y establecieron una
serie de deficiencias del sistema de convenios establecidos por la anterior legislación,
los que principalmente se traducen en que el procedimiento existente no motivaba a
los deudores a reconocer su mala situación económica en forma oportuna (lo que
incide directamente en el porcentaje de recuperación de créditos a que nos hemos
referido anteriormente).
Sin duda Chile ha dado un gran paso actualizando su legislación e instituciones, lo que
va en el camino correcto de modernización y agilidad que la economía requiere.