Marx, Karl - Notas Marginales A Wagner y Manuscritos 61-63 (Versión Digital)
Marx, Karl - Notas Marginales A Wagner y Manuscritos 61-63 (Versión Digital)
Marx, Karl - Notas Marginales A Wagner y Manuscritos 61-63 (Versión Digital)
MANUSCRITOS (1861-1863)
Precedidos de:
Notas marginales al Tratado de
Economía Política de A. Wagner.
_______________________________
KARL MARX
Traducción de
ARICÓ, BLANCO, DI LISA.
Revisión de
DOS CUADRADOS.
1
Portada: Dos Cuadrados
Diseño interior y maquetación: JMF
Revisión del texto: 2Cuadrados
2
ÍNDICE
Advertencia. 9
Notas marginales al Tratado de economía política de A.
Wagner. 11
Notas del editor. 55
MANUSCRITOS (1861-1863). 63
3
ACLARACIÓN.
5
NOTAS MARGINALES AL TRATADO DE
ECONOMÍA POLÍTICA DE A. WAGNER
1879-1880
7
ADVERTENCIA.
9
demuestran la preocupación continua de Marx, incluso
en esta etapa tardía de su carrera, por algunos de los
problemas sobre los que había trabajado ya desde 1844,
es decir: ¿cuáles son los supuestos correctos con
relación al hombre, la vida social y el lenguaje, en un
estudio crítico de la economía política y de la vida en la
sociedad capitalista? ¿Cuál es la forma correcta de
entender estos conceptos básicos y categorías de la
economía política? ¿De qué manera están relacionados,
qué es lo que se "oculta" detrás de ellos? Algunas de
estas preguntas ya habían sido abordadas con cierta
extensión en la Introducción general a la crítica de la economía
política de 1857, y en los Grundrisse, sin embargo, en las
Notas marginales su trabajo no era ya una investigación
preliminar que sirviera de base para su crítica de la
economía política, sino un comentario sobre una obra
ya publicada, como era el primer tomo de El capital, y en
particular sobre aquellos primeros capítulos cruciales
que alguna vez definió como la "quintaesencia" de su
crítica.
PASADO Y PRESENTE
10
NOTAS MARGINALES AL TRATADO DE
ECONOMÍA POLÍTICA DE ADOLPH
WAGNER
11
entre el carácter concreto de cada trabajo y el gasto de
fuerza de trabajo común a todos estos tipos concretos
de trabajo [pp. 9, 10].
Incluso la mera administración de los bienes
con el fin de obtener una renta siempre necesita
actividades que entran en el concepto de trabajo,
y lo mismo ocurre con la utilización de la renta
obtenida en la satisfacción de necesidades [p.10,
nota 6].
Las histórico-legales <categorías> son, según
Wagner, las "categorías sociales" (nota 6, p.13) [3].
En particular influyen los monopolios
naturales de ubicación, sobre todo en las
relaciones urbanas [¡monopolio natural la
ubicación de la City de Londres!] y después, por
influencia del clima en la producción agrícola de
países enteros, hay monopolios naturales de la
fertilidad específica de la tierra, por ejemplo, las
viñas especialmente buenas, y ciertamente incluso
entre diferentes pueblos, por ejemplo en la venta
de productos tropicales a países de la zona
templada [Los derechos de exportación de
productos, que constituyen una contribución a
una suerte de monopolio natural, pagan im-
puestos que en muchos países (Europa meri-
dional, países tropicales) implican con seguridad
que se arrojarán sobre el consumidor extranjero
[nota 11, p. 15]. Cuando el señor Wagner deduce
de esto los derechos de exportación en los países
meridionales de Europa, demuestra que no sabe
nada de la "historia" de estos derechos] <de modo
que> cuando menos parcialmente son bienes
gratis por naturaleza, y al adquirirlos son pagados
en el máximo grado posible como bienes
puramente económicos [p.15] [4].
El terreno de intercambio regular (venta) de los
12
bienes es su mercado (p. 21).
Entre los bienes económicos <incluye
Wagner>: Las relaciones con personas y cosas (res
incorporales) cuyo aislamiento objetivo se basa en
una abstracción: a) fuera de comercio com-
pletamente libre: los casos de clientela, compañías,
etc., en que pueden adquirirse y venderse por
dinero relaciones ventajosas con otras personas,
formadas por actividad humana; b) en razón de
ciertas restricciones legales al comercio: derechos
comerciales exclusivos, derechos reales,
privilegios, monopolios, patentes, etc. [pp. 22, 23].
El señor Wagner subsume los "servicios" en los
"bienes económicos" [p. 23, nota 2 y p.28]. A lo que
sucumbe aquí realmente es a su afán de presentar al
Señor Consejero Privado Wagner como un "trabajador
productivo", porque, dice,
"la respuesta es prejudicial el juicio sobre todas
aquellas clases que ejercen servicios personales
profesionalmente, o sea sobre la servidumbre,
sobre miembros de las profesiones liberales y por
consiguiente también sobre los <servidores> del
estado. Sólo si los servicios se cuentan también
entre los bienes económicos son productivas, las
clases mencionadas, en sentido económico"
[p.24].
Lo que sigue es muy característico de la manera de
pensar de Wagner y consortes:
Rau había observado que depende de la "definición
de los patrimonios así como de la de los bienes
económicos" el que "los servicios también <les>
pertenezcan o no". Y a continuación <dice> Wagner
que habría de ser adoptada una definición tal de los
"patrimonios", que comprendiera los servicios entre los
bienes económicos [p. 28].
13
<Pero la> razón decisiva <sería> que los
medios de satisfacción no sólo podrían consistir
en bienes materiales, porque las necesidades no se
refieren sólo a éstos, sino también a servicios
personales (y en particular los del estado, como la
protección legal, etc.) [p. 28].
Patrimonio:
1. "En forma puramente económica... en un
momento dado la existencia de bienes econó-
micos como fondo real para la satisfacción de
necesidades" es "patrimonio en sí", "partes del
patrimonio nacional o total del país".
2. "Como concepto histórico-legal... existencia
en poder o propiedad de una persona de bienes
económicos", "posesión de patrimonio" [p. 32].
Esto último, "concepto histórico-legal relativo de
propiedad. La propiedad sólo da ciertas facultades
para disponer de y otras para excluir. La amplitud
de esta facultad cambia'' [quiere decir,
históricamente] [p. 34]. "Todo patrimonio en el
segundo sentido es un patrimonio individual, el
patrimonio de una persona física o jurídica" [loc.
cit.].
El patrimonio público,
en particular el patrimonio de la economía
controlada por la comunidad, o sea el patrimonio
del estado, de los distritos y de los municipios.
Este patrimonio <está> destinado a la utilización
general (por ejemplo carreteras, ríos, etc.) y su
propiedad... es asignada al estado, etc., a repre-
sentantes legales de la colectividad (los habitantes
del país, de la localidad, etc., o bien es el
patrimonio propio del estado y del municipio, en
particular los patrimonios de administración,
utilizados para los servicios del estado, y los
patrimonios financieros, utilizados por el estado
14
para adquirir rentas, como medios para la
realización de sus servicios [p. 35].
Capital, capitale, traducción de κεφάλαιο, con que se
designaba la deuda de una cantidad de dinero, para
distinguirla del interés (τόχος). En la Edad Media se
empleó capitale, caput pecuniae, como lo principal, lo
esencial, lo primordial [p. 37]. En alemán se empleaba la
palabra Hauptgeld [principal] [p. 37].
Capital, dinero invertido para obtener ganancias,
bienes que producen intereses; cantidad variable de
medios de adquisición. En cambio: dinero para uso:
cantidad de medios de consumo móviles en cualquier
sentido [p. 38, nota 2].
Capital circulante y fijo [p. 38, 2(a) y 2(b)].
Valor. Según el señor Wagner, la teoría del valor de
Marx es "la piedra angular de su sistema socialista"
[p.45]. Como yo no he construido jamás un "sistema
socialista", esto es una fantasía de los Wagner, Schäffle
e tutti quanti.
Además: según esto, Marx
encuentra la sustancia social común del valor
de cambio, el único a que aquí se alude, en el
trabajo, la medida de la magnitud del valor de
cambio en el tiempo de trabajo socialmente
necesario, etcétera.
Yo no hablo en parte alguna de "la sustancia social
común del valor de cambio"; lo que digo, por el
contrario, es que los valores de cambio (pues el valor de
cambio, sólo existe cuando hay por lo menos dos)
representan algo común a ellos, algo en absoluto
independiente "de sus valores de uso" (es decir, aquí, de
su forma natural), a saber: "el valor". Así, en el libro I
de El capital se dice: «Ese algo común que se manifiesta
en la relación de intercambio o en el valor de cambio de
las mercancías es, pues, su valor. En el curso de nuestra
15
investigación volveremos de nuevo al valor de cambio,
como expresión necesaria o forma de manifestarse
necesaria del valor, que por ahora estudiaremos
independientemente de esa forma» [p. 13] [5].
Yo no digo, por tanto, que "la sustancia social común
del valor de cambio" sea el "trabajo"; y como trato por
extenso, en un apartado especial de la forma de valor, es
decir, del desarrollo del valor de cambio, sería extraño
pretender reducir esta "forma" a "la sustancia social
común", al trabajo. El señor Wagner olvida también que
para mí no son sujetos ni el "valor" ni el "valor de
cambio", sino solamente la mercancía [6].
Otra cosa:
Esta teoría (la de Marx) no es tanto una teoría
general del valor como una teoría del costo,
inspirada en Ricardo [loc. cit.].
El señor Wagner habría <podido> darse cuenta, lo
mismo leyendo El capital que la obra del señor Sieber [7]
(si supiese ruso) de la diferencia que media entre mi
teoría y la de Ricardo, quien en realidad sólo se ocupa
del trabajo como medida de la magnitud del valor, sin
encontrar por tanto el nexo entre su teoría del valor y la
naturaleza del dinero.
Cuando el señor Wagner dice que ésta no es "una
teoría general del valor", tiene mucha razón desde su
punto de vista, ya que para él, formular una teoría
general del valor significa hacer elucubraciones en tomo
a la palabra "valor", lo que le permite quedarse en la
confusión, tradicional en los profesores alemanes, entre
"valor de uso" y el "valor", ya que ambos conceptos
tienen de común esta palabra. Pero cuando dice que se
trata de una "teoría del costo", se enfrenta a una
tautología: las mercancías, en la medida en que son
valores representan solamente algo social, trabajo, y en
la medida en que la magnitud de valor de una mercancía
se determina, según mi punto de vista, por la cantidad
16
de tiempo de trabajo que encierra, etc., o sea por la masa
normal de trabajo que cuesta producir un objeto, etc.; y
el señor Wagner prueba lo contrario, al asegurarnos que
esta teoría del valor no es "la general", porque no
responde al parecer del señor Wagner acerca de la
"teoría general del valor". O él dice una falsedad:
Ricardo (según Smith) confunde el valor y el costo de
producción; en mi Contribución a la crítica de la economía
política y en las notas a El capital hice notar de manera
expresa que los valores y los precios de producción (los
cuales no hacen sino expresar en dinero los costos de
producción) no coinciden. ¿Por qué no? Esto no se lo
he dicho al señor Wagner [8].
Además, dice que "procedo arbitrariamente" porque
reduzco
estos costos sólo a la llamada prestación de
trabajo, en su sentido más estricto. Esto
presupone siempre una prueba que hasta ahora
nadie ha suministrado, a saber: la de que el
proceso de producción puede desarrollarse sin la
mediación de esa actividad de los capitalistas
privados que crea e invierte el capital [p. 45].
En vez de echar sobre mí la carga de probar hechos
futuros, el señor Wagner tendría que probarnos a
nosotros que en las numerosísimas sociedades que
existieron antes de aparecer los capitalistas privados (en
las comunidades de la antigua India, en las colec-
tividades familiares de los países eslavos del Sur, etc.) no
existía un proceso social de producción, y no digamos
un proceso de producción general. Además, Wagner
sólo podía decir: la explotación de la clase obrera por la
clase capitalista, en suma, el carácter de la producción
capitalista, tal como Marx la presenta, es una realidad,
pero Marx se equivoca al considerar este régimen
económico como transitorio, al revés que Aristóteles, el
cual se equivocaba al no considerar como transitorio el
17
régimen esclavista [9].
Mientras no se aporte esa prueba [o, en otros
términos, mientras exista el régimen capitalista], la
ganancia del capital será también [aquí es donde
asoma la madre del cordero] en rigor, un elemento
"constitutivo" del valor y no, como quieren los
socialistas, algo que se le sustrae o se le "roba" al
obrero [pp. 45, 46].
"Sustracción al obrero", dice él; no sabemos si se
refiere a la sustracción del pellejo o a qué. Ahora bien,
yo no presento la ganancia del capitalista solamente
como una sustracción o un "robo" cometidos contra el
obrero. Por el contrario, considero al capitalista como
un funcionario indispensable de la producción
capitalista y demuestro bastante minuciosamente que no
se limita a "sustraer" o "robar", sino que lo que hace es
arranca la producción de plusvalor; es decir, que ayuda
a crear ante todo aquello que ha de "sustraer"; y
demuestro también por extenso que incluso en el
cambio de mercancías se cambian solamente equiva-
lentes y que el capitalista —siempre y cuando que pague
al obrero el valor real de su fuerza de trabajo— tiene
pleno derecho (dentro, naturalmente, del derecho que
corresponde a este modo de producción) a apropiarse
el plusvalor. Pero todo esto no convierte la "ganancia
del capital" en "elemento constitutivo" del valor, sino
que demuestra simplemente que en el valor, no
"constituido" por el trabajo del capitalista, hay una parte
que éste puede apropiarse "legalmente", es decir, sin
infringir el derecho que corresponde al cambio de
mercancías.
"Esta teoría considera de un modo demasiado
unilateral un único elemento en la determinación del
valor" [1. Tautología: la teoría es falsa porque Wagner
posee una "teoría general del valor" con la que ésta no
coincide y porque, por tanto, su "valor" se halla
18
determinado por el "valor de uso", como lo prueba, por
ejemplo, el sueldo de profesor; 2. El señor Wagner hace
pasar por el valor el "precio de mercado" en cada
momento o el precio de las mercancías, diferente de
aquél, lo cual es algo muy distinto del valor] "los costos,
pero no el otro, la utilidad, el provecho, el factor
necesidad" [es decir, no involucra el "valor" y el valor de
uso, para dar gusto a un confusionista innato como
Wagner].
No sólo no corresponde a la formación de los
valores de cambio en el comercio actual. [10]
[se refiere a la formación de los precios, la cual no
altera en lo más mínimo la determinación del valor: por
lo demás, en el comercio actual se operan, certainly
<evidentemente>, toda una serie de formaciones de
valores de cambio, como lo sabe todo aquel que funda
sociedades anónimas, todo especulador, etc., que nada
tienen que ver con la creación de valores, aunque no
pierdan de vista los valores "creados"; además, para
determinar, por ejemplo, el valor de la fuerza de trabajo,
yo parto del hecho de que se ha pagado realmente su
valor, que en la realidad no es así. El señor Schäffle, en
su obra Kapitalismus, etc., entiende que esto es algo
"magnánimo", o una cosa parecida. Pero sólo se está
refiriendo a un procedimiento científico necesario]
sino que, además, como Schäffle en su
Quintaesencia, y sobre todo en el Cuerpo social, ha
demostrado ya de un modo magnífico e
indudablemente definitivo (!) , no <corresponde>
a las condiciones que necesariamente tendrían que
darse en el estado social hipotético de Marx.
[Es decir, que el Estado social que el señor Schäffle
ha tenido la amabilidad de "plasmar" por mí se convierte
en el "Estado social de Marx" (no en el "estado social"
que atribuye a Marx la hipótesis de Schäffle).]
Esto puede probarse de un modo convincente
19
en el ejemplo del trigo y de otros artículos
semejantes, cuyo valor de cambio, dada la
influencia de las cosechas variables con una
demanda casi igual, en un sistema de "impuestos
sociales" tendría también que regularse
necesariamente de otro modo que por el simple
costo.
[Cada palabra, una tontería. En primer lugar, yo no
he hablado en parte alguna de "impuestos sociales", y
para investigar el valor me he atenido concretamente a
las condiciones burguesas, sin aplicar esta teoría del
valor a un "estado social" que nunca construí y que el
señor Schäffle hizo por mí. En segundo lugar, cuando
sube el precio del trigo a consecuencia de una mala
cosecha, sube en primer término el valor de ésta, ya que
una cantidad de trabajo se concreta ahora en una
cantidad menor de producto; y en segundo lugar, sube
aún más su precio de venta. ¿Qué tiene esto que ver con
mi teoría del valor? Precisamente cuanto más por
encima de su valor se venda el trigo [11], más por debajo
de su valor se venderán otras mercancías, ya sea en
especie o en forma de dinero, y esto aun cuando su
precio en dinero no descienda. La suma de valor sigue
siendo la misma aunque aumente la expresión de toda
esta suma de valor en dinero, o sea la suma de lo que el
señor Wagner considera la suma de "valor en cambio".
Tal acontece si suponemos que la baja de precio en la
suma de las otras mercancías no cubre el precio de
sobrevaloración (exceso de precio) del trigo. Pero en
este caso, el valor de cambio del dinero descenderá, por
debajo de su valor, pro tanto <en el mismo grado>; la
suma del valor de todas las mercancías no sólo sigue
siendo la misma, sino que incluso se mantiene igual en
su expresión en dinero, si se incluye el dinero entre las
mercancías. Además, en el "estado social" la subida del
precio del trigo por encima del aumento de valor que
20
supone la mala cosecha será, desde luego, más pequeña
de lo que es hoy con los especuladores. Aparte de que
el "estado social" se preocupará desde el primer
momento de organizar la producción de modo que el
rendimiento anual de trigo dependa en proporciones
mínimas de los cambios atmosféricos. El volumen de la
producción —con la oferta y la demanda—, será objeto
de una regulación racional. Finalmente, suponiendo que
las fantasías de Schäffle al respecto fuesen realidades,
¿qué puede probar el "impuesto social" en pro ni en
contra de mi teoría del valor? Tan poca cosa como las
medidas obligatorias adoptadas para racionar los
víveres, en caso de penuria, en un barco, en una plaza
sitiada o durante la revolución francesa, etc., en que no
se tomaba en cuenta para nada el valor; y lo más terrible
para el "estado social": infringir las leyes del valor del
"estado capitalista" (burgués) y por ende también ¡la
teoría del valor! ¡Cuentos para niños!]
El mismo Wagner cita, complacido, estas palabras de
Rau: "Para evitar equívocos, conviene definir lo que
entendemos por valor puro y simple, y en la
terminología alemana se acostumbra tomar este
concepto como sinónimo de valor de uso" [p. 46].
Derivación del concepto de valor (pp. 46 y ss.).
Según el señor Wagner, valor de uso y valor de
cambio han de derivarse d'abord del concepto de valor,
y no como yo hago, de un concretum de las mercancías, y
es interesante seguir este escolasticismo en la última
parte de sus Grundiegung[12].
"Es una tendencia natural en el hombre la de
poner la relación en que están los bienes
intrínsecos y extrínsecos con sus necesidades en
conciencia clara y entendimiento. Se realiza esto
mediante la estimación (estimación de valor) por
la cual se atribuye valor a los bienes, con respecto
a las cosas del mundo exterior, y se miden" [p. 46],
21
y en la página 12 dice: "Todos los medios para la
satisfacción de necesidades se llaman bienes”.
Si en la primera frase ponemos en lugar de la palabra
"bien" su contenido conceptual wagneriano, la primera
frase del trozo citado dirá:
"Es una tendencia natural en el hombre la de poner
la relación en que están los medios intrínsecos y
extrínsecos" para la satisfacción de sus necesidades "en
conciencia clara y entendimiento". Podemos simplificar
algo esta frase dejándonos de "medios intrínsecos" y
demás, como hace el señor Wagner "con respecto a" en
la frase que le sigue inmediatamente.
¿"El" hombre? Si se quiere decir aquí la categoría
"hombre", no tiene en general "ninguna" necesidad; si
es el hombre que se enfrenta individualmente a la
naturaleza, no hay que entenderlo como un animal
gregario; si es un hombre que se puede encontrar en
cualquier forma de sociedad —y esto es lo que da a
entender el señor Wagner, ya que para él "el" hombre,
aunque no sea un universitario, tiene de todos modos
lenguaje— ha de tomarse como punto de partida el
carácter determinado de este hombre social, o sea el
carácter determinado de la comunidad donde vive,
puesto que en este caso la producción, o sea su proceso
de ganarse la vida, ya tiene algún carácter social.
Pero para un señor profesor, las relaciones del
hombre con la naturaleza no son prácticas desde un
principio, quiero decir, relaciones fundamentadas por la
acción, sino teóricas, y en la primera frase hay
entrelazadas dos relaciones de este tipo.
En primer lugar: como en la frase siguiente los
"medios extrínsecos para la satisfacción de sus
necesidades" o "bienes extrínsecos" se transforman en
"cosas del mundo exterior", la primera relación
entrelazada toma la siguiente forma: el hombre está en
relación con las cosas del mundo exterior como con
22
medios para la satisfacción de sus necesidades. Pero los
hombres de ninguna manera empiezan por "estar en
esta relación teórica con las cosas del mundo exterior".
Empiezan, como todo animal, por comer, beber, etc.,
luego no "están" en una relación sino que se comportan
activamente para apoderarse de ciertas cosas del mundo
exterior mediante la acción y con el fin de satisfacer sus
necesidades. [Luego empiezan por la producción.] Con
la repetición de este proceso se graba en su cerebro la
propiedad que tienen esas cosas de "satisfacer sus
necesidades"; o sea que los hombres, como los animales,
aprenden también a distinguir teóricamente las "cosas
exteriores" que sirven para satisfacer sus necesidades de
todas las demás cosas. En cierto momento de su
evolución, después de haber ido aumentando y
desarrollando sus necesidades y las actividades que las
satisfacen, bautizan también lingüísticamente como
toda una clase estas cosas distinguidas por la experiencia
del resto del mundo exterior. Sucede esto necesa-
riamente por estar continuamente en el proceso de
producción —es decir, en el proceso de apropiación de
estas cosas— en relación activa entre ellos y con estas
cosas, y pronto tendrán que pelear con los demás por
esas cosas. Pero esta designación lingüística sólo expresa
una idea que la repetida comprobación en la experiencia
ha llevado a su consumación, cual es la de que a las
personas que viven en cierta relación social les sirven
ciertas cosas [presuposición necesaria por mor del
lenguaje] para satisfacer sus necesidades. Los hombres
dan a estas cosas sólo un nombre particular (genérico),
porque ya saben que sirven para satisfacer sus
necesidades, porque por su actividad más o menos
frecuente se apoderan de ellas y tratan de tenerlas en su
poder; unas veces quizá las llamen "bienes", otras de
otra manera, lo que denota que utilizan estas cosas con
un fin práctico, que esas cosas les son útiles, y
23
consideran propio de las cosas ese carácter de utilidad,
si bien a una oveja difícilmente podría parecerle una de
sus propiedades "útiles" el ser devorable por el hombre.
Por lo tanto, los hombres empiezan de hecho por
apropiarse ciertas cosas del mundo exterior como
medio de satisfacer sus propias necesidades, etc.;
después proceden a designarlas también lingüísti-
camente, como lo que son para ellos empíricamente, o
sea medios de satisfacer sus necesidades, cosas que los
"satisfacen". Si consideramos ahora la circunstancia de
que las personas no sólo tratan esas cosas en forma
práctica, como medio de satisfacer sus necesidades, y las
designan en su imaginación, y después en su lenguaje,
como cosas que satisfacen sus necesidades y por ende
"que los satisfacen a ellos mismos" [porque mientras la
necesidad del hombre no es satisfecha, está en conflicto
con ella, o sea consigo mismo] y si, "según la costumbre
del lenguaje alemán", les "atribuimos un valor", se
demuestra que el concepto general de "valor" se debe al
comportamiento del hombre con las cosas halladas en
el mundo exterior que satisfacen sus necesidades, y por
consiguiente, que esto es el concepto genérico de
"valor" y que todos los demás tipos de valor, por
ejemplo, la valencia de los elementos en química, sólo
son variedades del mismo 1.
Es una "tendencia natural" de un profesor alemán de
economía derivar la categoría económica "valor" de un
24
concepto, y lo logra rebautizando lo que en economía
política se llama vulgarmente "valor de uso", "según la
costumbre de nuestro lenguaje" y poniéndole "valor a
secas". Y en cuanto se ha hallado el "valor a secas", sirve
a su vez para derivar el "valor de uso" del "valor a secas".
Basta para ello tomar el aditamento "de uso" que se le
había quitado y ponérselo bonitamente al "valor a
secas".
De hecho es Rau [véase p. 88] [13] quien nos dice
sencillamente que "es necesario" [para los señores
profesores alemanes], "determinar lo que se ha de
entender por valor a secas" y añade ingenuamente: "y
por eso está de acuerdo con el uso de nuestro lenguaje...
escoger el valor de uso". [En química se llama valencia
de un elemento el número de combinaciones que
pueden hacerse de uno de sus átomos con los átomos
de otros elementos. Pero el peso combinado del átomo
también se llamaba equivalencia, valor equivalente de
diferentes elementos, etc. Por eso habría que definir
primero el concepto de "valor a secas", etc.].
Si el hombre se relaciona con las cosas como "medio
de satisfacer sus necesidades", se relaciona con ellas
como con "bienes", teste [atestigua] Wagner. Les coloca
el atributo "bueno"; el contenido de esta operación de
ninguna manera es alterado por el hecho de haberlo
rebautizado el señor Wagner al decir "atribuir valor". Su
propia embrollada conciencia pasa después "a entender"
en la siguiente frase: "Sucede esto por la estimación
(estimación del valor), por la cual se atribuye un valor a
los bienes, con respecto a las cosas del mundo exterior,
y se mide".
No queremos perder el tiempo con la derivación por
el señor Wagner de valor, a partir de estimación del
valor (él mismo añade a estimación la aclaración entre
paréntesis "del valor", para llevar la cosa "a la clara
conciencia y el entendimiento"). "El hombre" tiene la
25
"tendencia natural" a hacer esto, a "estimar" los bienes
como "valores", cosa que permite al señor Wagner
derivar el resultado por él prometido, del "concepto de
valor en general". Por algo introduce Wagner de
contrabando "con respecto a" en las "cosas del mundo
exterior". Parte de que el hombre "se relaciona" con las
"cosas del mundo exterior", que son los medios de
satisfacer sus necesidades, como "bienes". Estima estas
cosas precisamente relacionándose con ellas como
"bienes". Y ya hemos tenido para esta "estimación" la
anterior "paráfrasis", donde dice, por ejemplo: "El
hombre, ser necesitado, está en continuo contacto con
el mundo exterior que lo rodea, y descubre que en él hay
muchas condiciones de su vida y su bienestar" [p. 8].
Pero esto sólo quiere decir que "estima las cosas del
mundo exterior" hasta donde satisfacen a su "necesitado
ser", como medios de satisfacer sus necesidades, y por
eso, como nos dijeron antes, se relaciona con ellas como
"bienes".
Ahora podemos, sobre todo si sentimos el "natural"
"afán" profesoral de deducir el concepto de valor en
general, conceder a "las cosas del mundo exterior" el
atributo de "bienes" y "atribuirles valor'' o sea ponerles
nombre. También hubiéramos podido decir: puesto que
el hombre se relaciona con las cosas del mundo exterior,
que satisfacen sus necesidades, como "bienes", las
"aprecia", o sea que les pone "precio", y entonces la
derivación del concepto de "precio sin más" le quedaría
ready cut [14] al profesor germanicus mediante la meto-
dología "del" hombre. Todo cuanto el profesor no
puede hacer por sí mismo, hace que lo haga "el" hombre
que, repetimos, no es en realidad más que el hombre
profesoral, que cree haber entendido el mundo por
colocarlo en rúbricas abstractas. Pero en cuanto a
"atribuir valor" a las cosas del mundo exterior, sólo es
aquí una manera de decir ponerles el atributo de
26
"bienes" y por lo tanto no es de ninguna manera, como
trata de dar a entender Wagner, atribuido el "valor" a los
"bienes" mismos como una determinación diferente de
su "bondad". Sólo es poner en lugar de la palabra "bien"
la palabra "valor". [Como vemos, podría ponerse
asimismo la palabra "precio". También podríamos
poner la palabra "tesoro"; porque si "el" hombre marca
ciertas "cosas del mundo exterior" como "bienes", las
"atesora" y las considera un "tesoro" 2. Y así vemos de
un golpe las tres categorías económicas de valor, precio
y tesoro conjuradas de "la tendencia natural del
hombre" por el señor profesor Wagner, para que le
entreguen su tonto mundo conceptual imaginario como
por arte de magia]. Pero el señor Wagner tiene el
confuso apremio de huir de su laberinto de tautologías
y de lograr "otra cosa" o llegar a "algo más allá"
subrepticiamente. De ahí la frase "por lo cual se atribuye
valor a los bienes, con respecto a las cosas del mundo
exterior, etc." Puesto que marcar como bienes a las
"cosas del mundo exterior", o sea destacarlas y fijarlas
(en ideas) como los medios de satisfacer las necesidades
humanas, ditto <denominado> asimismo por el señor
Wagner: "atribuir valor a las cosas", entonces tiene tan
poca excusa al invocar esta atribución de valor a "los
bienes" mismos como la tendría si hablara de atribuir
valor al "valor" de las cosas del mundo exterior. Pero el
salto mortale se da en la expresión "atribuir valor a los
bienes respecto de las cosas del mundo exterior".
Wagner hubiera tenido que decir: el etiquetar ciertas
cosas del mundo exterior como "bienes" podría
también llamarse "atribuir valor" a esas cosas, y ésta es
la derivación wagneriana del "concepto de valor" puro
y simple o en general. El contenido no se altera por esta
27
alteración de la expresión verbal. Sigue siendo el acto de
señalar o fijar en ideas las cosas del mundo exterior, que
son los medios de satisfacer las necesidades humanas;
en realidad sólo es la percepción y el reconocimiento de
ciertas cosas del mundo exterior como medios de
satisfacer las necesidades "del" hombre ( que de todos
modos sigue padeciendo en los hechos de "necesidad
conceptual").
Pero el señor Wagner quiere hacer creer, a nosotros
o a él mismo, que en lugar de dar dos nombres a un
mismo contenido él ha procedido de la determinación
"bien" a una determinación, distinta y nacida de ella, de
"valor", y que esto se produce sencillamente poniendo
en lugar de las "cosas del mundo exterior" "respecto de"
la palabra "bienes", proceso nuevamente "oscurecido"
poniendo en lugar de "bienes", "respecto de" las "cosas
del mundo exterior". Su propia confusión logra
indefectiblemente confundir al lector. Podría también
haber invertido esta hermosa "derivación" del modo
siguiente: puesto que el hombre distingue las cosas del
mundo exterior, que son los medios de satisfacer sus
necesidades, como tales medios de satisfacción, de las
demás cosas del mundo exterior, y por eso las marca y
aprecia, les atribuye valor o les da el atributo de "valor";
esto puede expresarse también diciendo que les asigna
el atributo de "valor" como característica o que las
considera o estima como "bien". De este modo se
atribuye el concepto de "bien" a los "valores", respecto
de las cosas del mundo exterior. Y así del concepto de
"valor" se "deriva" en general el concepto de "bien". En
todas las derivaciones de este tipo se trata tan sólo de
alejarse de la cuestión que no se puede resolver 3.
Pero el señor Wagner aprovecha el viaje rápidamente
28
para sacar del "valor" de los bienes la "medida" de este
valor.
El contenido sigue absolutamente igual, salvo que se
ha introducido de contrabando la palabra valor. Podría
haberse dicho: puesto que el hombre pone a ciertas
cosas del mundo exterior el cuño de "bienes", va
comparando estos "bienes" unos con otros y, según la
categoría de sus necesidades, los pone en cierto orden
jerárquico o sea, si queremos darle este nombre, los
"mide". Wagner no dice una palabra de la formación de
la medida real de estos bienes, o sea de la evolución de
su medida de cantidad, porque esto recordaría al lector
con demasiada facilidad cuán poco se trata aquí de lo
que se entiende normalmente por "medida de valor".
[Como Rau, Wagner no sólo podía demostrar con el
"uso de nuestro lenguaje" que el distinguir (señalar) las
cosas del mundo exterior, que son los medios de
satisfacer las necesidades humanas, como "bienes"
también puede ser nombrado "atribuir valor" a esas
cosas, sino que tenemos la palabra latina dignitas = valía,
mérito, jerarquía, etc., que atribuida a las cosas también
significa "valor"; dignitas viene de dignus, y éste de dic,
señalar, mostrar 4, indicar; luego dignus significa pointed out
<señalado>; de ahí viene también digitus, el dedo con
que uno señala a una cosa, la indica; en griego tenemos
δείχ-νυμ, δάχ-τυλος; (dedo); en gótico: ga-tecta (dico); en
alemán: i; y podríamos todavía llegar a otras muchas
"derivaciones", teniendo en cuenta que δείχυμι o
δειχνΰω (hacer ver, poner de manifiesto, señalar) tiene
en común el radical δέχ (presentar, tomar) con δέχομαι].
El señor Wagner logra tanta banalidad, tanto enredo
tautológico, tanta pedantería, tanta tortuosidad y
malabarismos en menos de siete líneas.
29
Después de este artificio no es extraño que este
oscurantista (vir obscurus) prosiga con gran confianza en
sí mismo:
Este concepto de valor tan debatido, y encima
oscurecido por muchas investigaciones, con
frecuencia sólo aparentemente profundas, se
elucida simplemente (indeed <por cierto>) [rather
<más bien> se complica] si uno, como hasta
ahora ha ocurrido [sobre todo por Wagner] parte
de la necesidad y de la naturaleza económica del
hombre, llega al concepto de bien y le relaciona el
concepto de valor [p. 46].
Tenemos aquí la economía conceptual, cuya
supuesta elucidación por el vir obscurus lleva al "enlazar"
y en cierto modo al "desenlazar" 5.
Otra derivación del concepto de valor:
Valor subjetivo y objetivo. Subjetivamente y en el
sentido más general, el valor del bien <económico> es
igual a la importancia que "se le asigna al bien en razón
a su utilidad… no es ninguna cualidad de las cosas en sí,
aunque objetivamente tenga como premisa la utilidad de
una cosa [y por tanto, el valor "objetivo"]... En sentido
objetivo, se entiende por "valor" los "valores", así como
los bienes que poseen un valor, por donde (!) bien y
valor, bienes y valores se vuelven sustancialmente
conceptos idénticos" [pp. 46, 47].
Después de bautizar como ''valor en general" y
"concepto del valor" lo que solemos llamar "valor de
uso", Wagner no puede dejar de recordar que "el valor
así derivado" (¡vaya, vaya!) es el "valor de uso" (!). Una
vez que ha dado al "valor de uso" el nombre de
"concepto del valor" en general, de "valor por
30
antonomasia", descubre a posteriori que está divagando
pura y simplemente sobre el "valor de uso", es decir, que
ha "deducido" éste, puesto que para él el divagar y
deducir son "sustancialmente" operaciones discursivas
idénticas. Pero con este motivo descubrimos la tramoya
subjetiva que hay detrás de la anterior confusión
"objetiva" de conceptos del susodicho señor Wagner.
Éste nos descubre, en efecto, un secreto. Rodbertus le
había escrito una carta que podemos leer en la Tübinger
Zeitscluift, 1878, en la que le explica (Rodbertus) por qué
sólo hay "una clase de valor": el valor de uso [15].
Yo [Wagner] me he sumado a este criterio,
cuya importancia ya tuve ocasión de hacer resaltar
una vez, en la primera edición.
Y he aquí lo que opina Wagner de lo que dice
Rodbertus: "Es absolutamente exacto y necesario para
modificar la usual e ilógica 'división' del 'valor' en valor
de uso y valor de cambio, tal y como yo la presentaba
en el § 35 de la primera edición" [p. 48, nota 4].
Y el mismo Wagner me clasifica a mí (p. 49, nota)
entre aquellos para quienes el "valor de uso" debe ser
"desterrado" radicalmente "de la ciencia".
Todo esto no son más que "charlatanerías". De prime
abord <ante todo>, yo no parto de "conceptos", ni por
tanto tampoco del "concepto de valor", razón por la
cual no tengo por qué "dividir" en modo alguno este
"concepto". De donde yo parto es de la forma social
más simple en que se presenta el producto del trabajo
en la sociedad actual, y esta forma es la "mercancía".
Analizo ésta, y lo hago fijándome ante todo en la forma
bajo la cual ella aparece. Y descubro que la "mercancía"
es, por una parte, en su forma natural, un objeto útil,
alias <dicho en otros términos> un valor de uso; y por
otra parte, portadora del valor de cambio y, desde este
punto de vista, "valor de cambio" ella misma. Un
análisis más profundo de este último me revela que el
31
"valor de cambio" no es más que una "forma
fenoménica", un modo especial de manifestarse el valor
contenido en la mercancía, en vista de lo cual procedo
al análisis de este último. De ahí que esto signifique
precisamente, p. 36, 2ª edición: "Si bien al comienzo de
este capítulo dijimos, recurriendo a la terminología en
boga, que la mercancía es valor de uso y valor de
cambio, esto, hablando con precisión, era falso. La
mercancía es valor de uso y objeto útil, y 'valor'. Se
presenta como ese ente dual que es cuando su valor
posee una forma de manifestación propia —la del valor
de cambio—, distinta de su forma natural", etc. [16]
Como se ve, yo no divido el valor en valor de uso y valor
de cambio, como términos antitéticos en los que se
descompone la abstracción "valor", sino que digo que la
forma social concreta del producto del trabajo, la
"mercancía", es por una parte valor de uso y por otra
parte "valor", no valor de cambio, puesto que éste es
una simple forma de aparecer (fenoménica) y no su
propio contenido.
En segundo lugar, solamente un vir obscurus que no
haya entendido ni una palabra de El capital puede
argumentar así: puesto que Marx, en una nota a la
primera edición de El capital, rechaza en general toda esa
cháchara profesoral alemana sobre el "valor de uso" y
remite a los lectores que quieran saber algo acerca de los
verdaderos valores de uso a las "guías merceológicas" [17],
el valor de uso no desempeña según él papel alguno. El
papel que no desempeña es, naturalmente, el del
término antagónico suyo, el "valor", que no tiene de
común con él más que una cosa: el que en la locución
"valor de uso" aparezca también la palabra "valor". Con
la misma razón hubiera podido decir que yo descarto el
"valor de cambio", por no ser más que una forma de
manifestarse el valor, pero no el "valor" mismo, ya que
para mí el "valor" de una mercancía no es ni su valor de
32
uso ni su valor de cambio.
Si se quiere analizar la "mercancía", la manifestación
económica más simple, hay que dejar a un lado todos
los aspectos que no guardan la menor relación con el
objeto que se analiza. Por eso yo he dicho en pocas
líneas lo que hay que decir de la mercancía en cuanto
valor de uso, pero haciendo resaltar por otra parte la
forma característica en la que aparece aquí el valor de
uso, el producto del trabajo; a saber: "Una cosa [18]
puede ser útil, y además producto del trabajo humano,
y no ser mercancía. Quien, con su producto, satisface su
propia necesidad, indudablemente crea un valor de uso
pero no una mercancía. Para producir una mercancía,
no sólo debe producir valor de uso, sino valores de uso
para otros, valores de uso sociales [p. 15] [19]. [Aquí es
donde está la raíz del "valor de uso social" de
Rodbertus]. Con esto, el valor de uso —como valor de
uso de la "mercancía"— posee por sí mismo un carácter
histórico-específico. En una comunidad primitiva en la
que, por ejemplo, se produzcan colectivamente los
medios de vida y se repartan entre los miembros de la
comunidad, el producto común satisface directamente
las necesidades de cada individuo, de cada productor; el
carácter social del producto, del valor de uso, radica aquí
en su carácter colectivo (comunal). [El señor Rodbertus,
en cambio, convierte el "valor de uso social" de la
mercancía en el "valor social de uso en general", lo cual
es ya charlatanería].
Como se deduce de lo anterior, sería pura
charlatanería si en el análisis de la mercancía —por el
hecho de que ella aparece por una parte como valor de
uso o bien, y por otra parte como "valor"—, se
aprovechara la ocasión para "empalmar" a esta
observación toda una serie de reflexiones triviales acerca
de los valores de uso o bienes que no entran en el
mundo de las mercancías, como ocurre con los "bienes
33
estatales", los "bienes comunales", etc., que es lo que
hacen Wagner y los profesores alemanes en general, o
acerca del bien "salud", etc. Allí donde el Estado mismo
es un productor capitalista, como ocurre en la
explotación de las minas, los bosques, etc., sus
productos son "mercancías" y poseen, por tanto, el
carácter específico de cualquier otra mercancía.
Por otra parte, nuestro vir obscurus no se ha dado
cuenta de que, ya al hacer el análisis de la mercancía yo
no me detengo en la doble modalidad bajo la que esta
se presenta, sino que paso inmediatamente a demostrar
que en esa doble modalidad de la mercancía se
manifiesta el doble carácter del trabajo del que aquella
es producto: del trabajo útil, es decir, de los modi
<modalidades> concretos de los distintos trabajos que
crean valores de uso y del trabajo abstracto, del trabajo
como gasto de fuerza de trabajo, cualquiera que sea el
modo "útil" como se gaste (en lo que luego se basa el
estudio del proceso de producción); que en el desarrollo
de la forma de valor de la mercancía, y en la última
instancia de su forma dinero, y por tanto del dinero, el
valor de una mercancía se manifiesta en el valor de uso
de otra, es decir, en la forma natural de la otra
mercancía; que el propio plusvalor se deriva del valor de
uso de la fuerza de trabajo, "específico" y exclusivo de
ella, etc., y por tanto que en mi obra el valor de uso
desempeña un papel importante, muy distinto del que
desempeña en toda la economía anterior, si bien,
téngase en cuenta, sólo se plantea allí donde se arranca
del análisis de un régimen económico dado y no de
especulaciones abstractas acerca de los conceptos y
locuciones "valor de uso" y "valor".
Por eso, en el análisis de la mercancía, ni aun a
propósito de su "valor de uso", no hay por qué
empalmar inmediatamente definiciones del "capital",
que necesariamente tienen que ser un puro
34
contrasentido mientras nos concretemos a analizar los
elementos de la mercancía.
Pero lo que al señor Wagner le preocupa (molesta),
en mi obra, es que yo no le dé el gusto de seguir la
"tendencia" profesoral y patriótica-alemana que con-
siste en confundir el valor de uso y el valor. Aunque muy
post-festum, la sociedad alemana, a pesar de todo, ha ido
pasando poco a poco de la economía natural feudal, o
por lo menos de su predominio, a la economía
capitalista, pero los profesores alemanes siguen todavía
con un pie en la vieja basura, como es natural. De
siervos de los terratenientes se han convertido en
siervos del Estado, vulgo, del gobierno. Así se explica
que nuestro vir obscurus, que ni siquiera se ha dado cuenta
de que mi método analítico, que no parte del “hombre”
sino de un período social económicamente dado, no
guarda ni la más remota relación con ese método de
entrelazamiento de conceptos que gustan de emplear los
profesores alemanes ("con palabras se disputa a gusto,
con palabras se arma un sistema" [20]), se explica que
diga:
En consonancia con el criterio de Rodbertus y
aun con el de Schäffle en cuanto al carácter de
valor de uso de todo valor yo antepongo y hago
resaltar la apreciación del valor de uso, tanto más
cuanto que la apreciación del valor de cambio es
sencillamente inaplicable a muchos de los más
importantes bienes económicos [¿qué le obliga a
buscar excusas?, ya sabemos que es su condición
de servidor del Estado lo que le obliga a confundir
el valor de uso y el valor]; por lo tanto, tampoco
al Estado y a sus actividades o a otras relaciones
económicas de la comunidad [p. 49, nota].
[Esto nos recuerda a los antiguos químicos, de antes
de la ciencia química: como la manteca de vaca, que en
el lenguaje corriente se llama sencillamente manteca
35
(siguiendo una costumbre nórdica), tiene una
consistencia blanda, dieron el nombre de materias
mantecosas a caldos butíricos como al cloruro, a la
manteca de zinc, a la de antimonio, etc.; se apegaron,
como el vir obscurus, al carácter mantecoso de todos los
cloruros y compuestos de zinc y antimonio.] El
verdadero sentido de la charlatanería es éste: como
ciertos bienes, principalmente el Estado (¡un bien, el
Estado!) y sus "servicios" (particularmente los servicios
de sus profesores de economía política), no constituyen
"mercancías", es preciso confundir los dos caracteres
antitéticos contenidos en las "mercancías" [que apa-
recen también manifiestamente en la forma de
mercancía del producto del trabajo]. Por otra parte, sería
difícil sostener que Wagner y consortes ganen más
cuando sus "servicios" se "estimaran" atendiendo a su
"valor de uso", a su "contenido" intrínseco, en vez de
"estimarse" con arreglo a su sueldo 6 (la "tasación social",
como dice Wagner), o sea a lo que les pagan.
[Lo único que aclararía un poco la tontería alemana
es que lingüísticamente las palabras valor <Wert> o valía
<Würde> se aplicaran en primer lugar a las cosas útiles
que llevaban ya largo tiempo de existencia, incluso
como "productos del trabajo", antes de convertirse en
mercancías. Pero esto guarda con la determinación
científica del "valor" de las mercancías exactamente la
misma relación que el hecho de que los antiguos
emplearan primero la palabra sal para designar la sal de
cocina, por cuya razón el azúcar, etc., figuran también
desde Plinio entre las especies de sal (indeed <como>
todos los cuerpos sólidos e incoloros solubles en el agua
y con sabor característico) y la categoría química "sal"
incluye asimismo el azúcar, etcétera.]
36
[Como la mercancía la adquiere el comprador no
porque tenga valor sino por ser "valor de uso" y
empleado con fines determinados, se entiende perfec-
tamente que, 1) los "valores de uso" son "estimados", o
sea que se investiga su cualidad (del mismo modo que
se mide, se pesa, etc. su cantidad); 2) que si diferentes
tipos de mercancías pueden sustituir uno a otro para el
mismo empleo útil, se dé la preferencia a éste o a aquél,
etc.]
En lengua gótica sólo hay una palabra para valor y
valía: vairths, τιμή [τιμάω —estimar, o sea apreciar;
determinar el precio o el valor; tasar; valorar
metaf(ísicamente); hacer precio y estimación, honrar,
distinguir. Estimación, de donde: determinación del
valor o precio, valuación, tasación o avalúo. Luego:
estimación de valor, y también valor, el precio mismo
(Herodoto, Platón), αί τιμαί —expensas o gastos en
Demóstenes. Luego: estimación de valor, aprecio,
honor, honra, respeto, consideración, cargo honorífico,
puesto de honor, etc. Griechisch-Deutsches Lexikon de
Rost.] [21]
Valor, precio (Schulze, Glossar) [22]; gótico: vairths, adj.,
άξιος, ίχανος; escandinavo, noruego antiguo: verdhr,
digno; verdh, valor, precio; anglosajón: veordh, vurdh;
inglés: worth, adj. y sust. Valor y valía, dignidad [23].
Medio alto alemán: wert, gen. werdes, adj. dignus
y asimismo pfennincwert [24].
—wert, gen. werdes, valor, valía, excelencia,
aestimatio, mercancía de valor determinado, por
ejemplo pfenwert, pennyworth.
—werde: meritum, aestimatio, dignitas, cualidad
valiosa. (Ziemann, Mittelhochdeutsches
Wörterbuch)[25].
Luego valor y valía están totalmente interrelacio-
nados según la etimología y el significado. Lo que oculta
37
la cosa es el inorgánico (falso) modo de flexión del valor
ahora usual en el nuevo alto alemán: Werth, Werthes en
lugar de Werdes, ya que al gótico th corresponde el alto
alemán d, no th = t, y tal es todavía el caso en el medio
alto alemán (wert, genitivo werdes, lo mismo). Según la
regla del medio alto alemán, la d al final de la palabra
tendría que haberse convertido en t, de donde wert en
lugar de werd, pero genitivo werdes.
Pero esto tiene tanto o tan poco que ver con la
categoría económica de "valor" como con la valencia de
los elementos químicos (atomicidad) o con los equi-
valentes químicos o valores equivalentes (pesos com-
puestos de los elementos químicos).
Además observamos que incluso en la relación
lingüística —si de la identidad original de valor y valía se
desprende, siguiendo la naturaleza de las cosas, que esta
palabra se aplica a cosas, a productos del trabajo en su
forma natural— después se transfirió directamente, sin
modificación, a los precios, o sea al valor desarrollado
en su forma de valor —es decir, el valor de cambio, que
tiene tan poco que ver con la cuestión como el que la
misma palabra se haya empleado mucho para la valía en
general, la dignidad, el cargo honorífico, etc. Por lo
tanto no hay aquí ninguna distinción lingüística entre
valor de uso y valor.
Pasemos ahora al fiador del vir obscurus, a Rodbertus
(cuyo estudio puede verse en la Tübinger Zeitschrift). Las
palabras de Rodbertus citadas por el vir obscurus son las
siguientes:
Página 48 del texto: "Sólo existe una clase de valor,
que es el valor de uso. Éste puede ser valor de uso
individual o valor de uso social. El primero tiene que ver
con el individuo y sus necesidades, sin guardar la menor
relación con una organización social".
[Y esto es ya una tontería (cf. El capital, p.171) [26],
donde se dice que el proceso de trabajo, como actividad
38
racional encaminada a la producción de valores de uso,
etc., "es común a todas las formas sociales (de la vida
humana) por igual, y es independiente de todas ellas".
En primer lugar, al individuo no está enfrentada la
locución "valor de uso" sino valores de uso concretos,
y cuáles de éstos se le "enfrenten" (ya que para estos
hombres todo "está", todo aparece "estático" 7),
depende pura y exclusivamente del grado del proceso
social de producción y por tanto no corresponde nunca
"a una organización social". Pero si Rodbertus quiere
limitarse a decir algo tan trivial como que el valor de uso,
que realmente se presenta al individuo como objeto de
uso, se le enfrenta como valor individual de uso para él,
formula una tautología banal o una falsedad, puesto que,
para no hablar de cosas como el arroz, el maíz o el trigo,
o de la carne (que para un hindú no tiene nunca el valor
de artículo alimenticio), la necesidad de un título de
profesor o de consejero de gobierno, o de una
condecoración, sólo puede planteársele a un individuo
dentro de una "organización social" muy concreta].
El segundo es el valor de uso que tiene un
organismo social formado por muchos
organismos individuales (o, en su caso,
individuos) [p. 48 del texto] [27].
¡Hermoso lenguaje! ¿De qué se trata aquí: del "valor
de uso" del "organismo social", de un valor de uso
poseído por un "organismo social" [como por ejemplo
la tierra en las primitivas formas comunitarias] o de la
forma "social" determinada del valor de uso en un
organismo social, como por ejemplo, allí donde la
producción de mercancías es el régimen dominante, el
valor de uso que suministra un productor es "valor de
39
uso para otros", y en este sentido, "valor de uso social''?
Con este confusionismo no se puede ir a ninguna parte.
Pasemos ahora a otra afirmación de este Fausto de
nuestro Wagner [28]:
El valor de cambio no es más que el ropaje, el
atributo histórico del valor de uso social de un
determinado período histórico. Al enfrentar el
valor de uso a un valor de cambio como
contraposición lógica, se opone a un concepto
lógico un concepto histórico, en contraposición
lógica, lo cual no es un procedimiento lógico
[p.48, nota 4]. "¡Eso es", jubelt ibídem Wagnerus
<exclama jubilosamente Wagner>, "totalmente
correcto"!
¿Y quién es el "hombre" que perpetra esto? No cabe
duda que Rodbertus apunta contra mí, puesto que según
R. Mayer, su famulus <sirviente> [29] ha redactado "un
voluminoso y denso manuscrito" contra El capital.
¿Quién es el que establece aquí una contraposición
lógica? El señor Rodbertus, para quien el "valor de uso"
y el "valor de cambio" son, por naturaleza, meros
"conceptos". En realidad, si tomamos una lista
cualquiera de precios vemos que en ella cada clase
concreta de mercancías incurre en este mismo proceso
ilógico, al distinguirse como bienes, como valores de
uso, como algodón, hilados, hierro, trigo, etc., de los
demás, al presentarse como "bienes" cualitativamente
distintos de los otros toto coelo <en todo sentido> pero
al mismo tiempo presentar sus precios como
cualitativamente iguales, como modalidades sólo
cuantitativamente distintas de la misma sustancia. A
quien la usa, cada clase concreta de mercancía se le
presenta en su forma natural específica, así como se le
presenta en su forma de valor enteramente diferente,
"común" a ella y a todas las demás mercancías, como
valor de cambio. Aquí sólo existe una contraposición
40
"lógica" para Rodbertus y los doctorales maestros de
escuela alemanes afines a él, que parten del "concepto"
del valor, y no de la "cosa social", de la "mercancía",
dejando que este concepto se divida (desdoble) por sí
mismo como si tuviese dos caras, para acabar
discutiendo ¡cuál de las dos quimeras es la que buscaban!
Ahora bien, en el oscuro fondo de estas frases tan
orondas está sencillamente el descubrimiento inmortal
de que, en cualquier situación, el hombre tiene que
comer, beber, etc. [y no cabe añadir vestirse, tener
cuchillo y tenedor, cama y vivienda, porque no ocurre
así en todas las situaciones]; en una palabra, que en todas
las situaciones tiene que encontrar en la naturaleza,
listos para su uso, los objetos exteriores precisos para la
satisfacción de sus necesidades, y adueñarse de ellos o
prepararlos con las materias que la naturaleza le
proporcione; por tanto, en este modo real de proceder
se relaciona siempre, en la práctica, con ciertos objetos
del mundo exterior como "valores de uso", es decir,
como objetos para su uso; de ahí que el valor de uso
para Rodbertus sea un concepto "lógico". ¿Que el
hombre necesita respirar? Pues el "respirar" es un
concepto "lógico", de ninguna manera "fisiológico".
Pero donde mejor se revela la superficialidad de
Rodbertus es en su contraposición de un concepto
"lógico" y otro "histórico". Él sólo enfoca el "valor" (el
económico, por oposición al valor de uso de la
mercancía) en su forma fenoménica, en el valor de
cambio, y como éste sólo se presenta allí donde una
parte por lo menos de los productos del trabajo, de los
objetos de uso, funcionan ya como "mercancías", y esto
no ocurre desde el primer momento sino sólo a partir
de una cierta fase social de desarrollo, o sea en un
determinado grado de desarrollo histórico, nos
encontramos con que el valor de cambio es un concepto
"histórico". Si Rodbertus hubiese seguido analizando —
41
más adelante diré por qué no ha podido verlo— el valor
de cambio de las mercancías, que únicamente se da allí
donde hay mercancías en plural, distintas clases de
mercancías, hubiera encontrado el "valor" detrás de esta
forma fenoménica. Y si hubiese seguido investigando el
valor habría visto que aquí el objeto, el "valor de uso",
aparece como mera objetivación del trabajo humano,
como gasto de la misma fuerza de trabajo humano, y
que por ello este contenido se representa como el
carácter objetivo de la cosa, como <carácter> que le
corresponde materialmente a ella misma, aunque esta
materialidad no aparezca en su forma natural [que es
precisamente por lo que hace falta una forma especial
de valor]. Habría descubierto, pues, que “el valor” de la
mercancía no hace más que expresar en una forma
históricamente progresiva lo que ya existía en todas las
demás formas históricas de sociedad, aunque bajo otra
forma, es decir, bajo la forma del carácter social del
trabajo, en cuanto gasto de la fuerza social de trabajo. Y
si el "valor" de la mercancía sólo es una forma histórica
concreta, algo que existe en todas las formas de
sociedad, ocurre lo mismo con lo que él llama el "valor
de uso social", o sea el "valor de uso" de la mercancía.
El señor Rodbertus toma de Ricardo la medida de la
magnitud del valor, pero, al igual que Ricardo, no ha
investigado ni comprendido la sustancia misma del
valor; por ejemplo, el carácter "común" del <proceso de
trabajo> en las comunidades primitivas como
organismo colectivo de las fuerzas de trabajo asociadas,
y por tanto el <carácter colectivo> de su trabajo, o sea
la aplicación de estas fuerzas.
Huelga seguir examinando aquí las charlatanerías de
Wagner.
Medida de la cantidad de valor. El señor Wagner me
incluye aquí, pero sintiéndolo mucho descubre que yo
he "eliminado" el "trabajo de la formación de capital"
42
(p.58, nota 7).
En un comercio regulado por órganos sociales,
la determinación de los valores estimados o de los
precios estimados tiene que efectuarse con la
debida consideración de este momento de costo
[así llama él al cuanto de trabajo gastado, etc. en la
producción], como ocurrió en principio también
en la tasación primera por la autoridad y después
por el comercio, y volvería a ocurrir con otro
nuevo sistema de estimación, sea cual sea [¡quiere
decir con uno socialista!]. Pero en el comercio
libre, los costos no son la base exclusiva de
determinación de los valores de cambio y los
precios, ni podrían serlo en ningún estado social
imaginable. Porque independientemente de los
costos, siempre habrá fluctuaciones de valor de
uso y de demanda, cuya influencia en el valor de
cambio y los precios (precios de contrato y precios
estimados) [30] modificará y tendrá que modificar
la influencia de los costos (etc., pp. 58, 59). La
perspicaz corrección [precisamente ésta] de la
doctrina socialista de los valores... se la debemos a
Schäffle (!), quien dijo en Socialer Korper, III, p.278:
Con ninguna clase de influencia social de las
demandas y las producciones se puede impedir
que todas las demandas estén en equilibrio,
cualitativa y cuantitativamente, cada una con las
producciones. Pero si es así, los cocientes sociales
de valor de costos no pueden considerarse
proporcionalmente al mismo tiempo como
cocientes sociales del valor de uso [p.59, nota 9] [31].
De que esto sólo equivalga a la trivialidad del subir y
bajar de los precios de mercado por encima y por debajo
del valor <de una mercancía> y a la presuposición de
que su <de Marx> teoría del valor, creada para la
sociedad burguesa, es normativa en el "estado social
43
marxiano", da testimonio la frase de Wagner:
Ellos [los precios] divergen a veces más o
menos [de los costos]; suben con los bienes cuyo
valor de uso se ha vuelto mayor, y bajan con
aquellos cuyo valor de uso se ha vuelto menor.
Sólo a la larga se irán haciendo los costos más y
más aplicables como regulador decisorio, etcétera
[p.59].
Derecho. Para la fantasía del vir obscurus sobre la
influencia económicamente creadora del derecho basta
un trozo, aunque él no deje de chapotear una y otra vez
en este punto de vista intrínsecamente absurdo:
El sistema económico individual tiene a su
cabeza, como órgano de la actividad técnica y
económica, y en calidad de sujeto legal y
económico... una persona. Tampoco es ésta un
fenómeno puramente económico, sino que al
mismo tiempo depende de la forma de la ley, que
es la que determina quién es considerado persona
y quién puede estar a la cabeza de un sistema
económico [etc., p. 65).
Comunicación y transporte (pp. 75-76) p. 80 (nota).
De p. 82: el "cambio en las componentes (naturales) de
la masa de bienes" [32] [de una empresa, bautizado por
Wagner "intercambio de bienes" y para Schäffle
declarado —cuando menos un caso del mismo—
"intercambio social de material"; pero yo también he
empleado la palabra para el proceso "natural" de
producción como el intercambio material entre hombre
y naturaleza] lo toma de mi propia obra, donde el
intercambio material aparece por primera vez en el
análisis del M-D-M <mercancía-dinero-mercancía> y
las interrupciones del cambio de forma son calificadas
también ulteriormente cambio de material [33].
Además, lo que dice el señor Wagner sobre el
"cambio interno" de los bienes que se hallan en una
44
rama de la producción (él dice en "un sistema
económico individual") refiriéndose en parte a su "valor
de uso" y en parte a su "valor", lo estudio en el análisis
de la primera fase de M-D-M, o sea en M-D, con el
ejemplo del tejedor de lino (El capital, pp.85, 86-87) [34]
cuya conclusión es ésta: "Nuestros poseedores de
mercancías descubren, pues, que la misma división del
trabajo que los convierte en productores privados
independientes, hace que el proceso de producción, y
las relaciones suyas dentro de ese proceso, sean
independientes de ellos mismos, y que la independencia
recíproca entre las personas se complemente con un
sistema de dependencia multilateral y propio de cosas"
(El capital, p. 87).
Los contratos para la adquisición comercial de los
bienes. El oscurantista (vir obscuros) pone lo mío y lo suyo
cabeza abajo. Con él primero está el derecho y después
el comercio; en la realidad ocurre al revés: primero
tenemos el comercio, y de ahí se va formando después
un orden jurídico. Al analizar la circulación de
mercancías he expuesto cómo en el comercio desa-
rrollado de intercambio, los que intercambian se
reconocen mutua y tácitamente como personas iguales
y dueños de los bienes que van a intercambiar; y lo
hacen al ofrecerse los bienes y ponerse de acuerdo para
comerciar. Esta relación práctica, que se efectúa por y
en el intercambio, recibe después la forma jurídica del
contrato, etc.; pero esta forma no crea ni su contenido,
que es el intercambio, ni la relación en él existente entre
las personas, sino a la inversa. Por el contrario con
Wagner: "Esta adquisición [de los bienes por el
comercio] presupone necesariamente un determinado
orden jurídico, sobre cuya base (!) se efectúa el
comercio" [etc., p. 84] [35].
El crédito. En lugar de considerar la aparición del
dinero como medio de pago, Wagner hace del proceso
45
de circulación, hasta donde se realiza en la forma de que
los dos equivalentes no son opuestos simultáneamente
en M-D, directamente la "práctica de crédito" (pp.85 y
s.), por donde es "conectado" <el hecho> de que esto
se combina frecuentemente con el "rédito"; también
sirve para establecer la "otorgación de confianza", y con
ella la "confianza" misma, como base del "crédito".
Sobre la concepción jurídica de los "bienes" de
<Georg Friedrich> Puchta [36], etc., a que pertenecen
también, según eso, las deudas como partes
constituyentes negativas [p. 86, nota 8].
El crédito es "crédito consuntivo" o "crédito pro-
ductivo" (p.86). El primero predomina en el nivel
cultural inferior y el segundo en el "superior".
Sobre las causas del endeudamiento [causas del
pauperismo: fluctuaciones en las cosechas, servicio
militar, competencia de los esclavos] en la Roma
antigua. [Jhering, 3ª ed., p.234, II, 2, Geist des römischen
Rechts] [37].
Según el señor Wagner, en el "nivel inferior" domina
<el> "crédito consuntivo" entre las clases "bajas,
sojuzgadas" y las "altas y despilfarradoras". De hecho:
en Inglaterra y los Estados Unidos predomina en
general el "crédito consuntivo", ¡con formación del
sistema de bancos de depósito!
En particular, el crédito productivo… resulta
ser un factor económico de la economía nacional
basada en la propiedad privada de terrenos y en
capitales móviles, y que permite la libre
competencia. Está en relación con la posesión de
patrimonios, no con los bienes como categoría
puramente económica, y por eso sólo es una
categoría histórico-jurídica (!) [p. 87].
Dependencia del sistema económico individual y de
los patrimonios respecto de los efectos del mundo
46
exterior, sobre todo de la influencia de la coyuntura en
la economía nacional.
1. Alteraciones en el valor de uso: en algunos casos
mejora con el paso del tiempo, como condición de
ciertos procesos naturales (vino, cigarros puros.
violines, etcétera).
En la inmensa mayoría de los casos hay
empeoramiento… <los valores de uso> se
descomponen en sus componentes materiales, en
accidentes de todo género. La "alteración" del
valor de cambio en la misma dirección, "aumento
de valor" o "disminución de valor" corresponde
<a esto> [pp. 96, 97]. Véase el contrato de
arrendamiento de casas en Berlín [p.97, nota 2] [38].
2. Diferente conocimiento por el hombre de las
propiedades de los patrimonios; de ahí, en el caso
positivo, el "aumento del patrimonio". [Empleo del
carbón de piedra para fundir el hierro en Inglaterra, allá
por 1620, porque la disminución de los bosques ponía
en peligro la continuación de los talleres metalúrgicos;
descubrimientos químicos, como el del yodo (utili-
zación de los yacimientos de sal yodada). La fosforita
como fertilizante. La antracita como combustible. El
material para gas del alumbrado y para la fotografía.
Descubrimiento de colorantes y sustancias curativas.
Gutapercha, caucho. Marfil vegetal (de Phytelephas
macrocarpa). Creosota. Velas de parafina. Utilización del
asfalto, de las agujas de pino (lana de agujas de pino
silvestre), del gas en altos hornos, alquitrán de hulla para
preparar anilinas, trapos de lana, aserrín, etc.] En el caso
negativo, disminución de la utilidad y por ende del valor
(como después del descubrimiento de la triquina en la
carne de cerdo, de los venenos en las materias
colorantes, las plantas, etc.) [pp. 97, 98]. Descubri-
miento de productos minerales en la tierra, de nuevas
propiedades útiles en sus productos; el descubrimiento
47
de nuevas aplicaciones para ellos incrementa el
patrimonio del terrateniente [p. 98].
3. Coyuntura.
Influencia de todas las "condiciones externas", que
codeterminan sustancialmente ''la elaboración de bienes
para el comercio, su demanda y oferta"... y por ende su
"valor de cambio", así como el "bien acabado
individual...; <esto es> total o primordialmente
independiente" del "sujeto económico'' o del "dueño"
(p. 98). La coyuntura se convierte en el "factor decisivo
en el sistema de la libre competencia" [p. 99]. Una
persona adquiere así —por medio del principio de la
propiedad privada— lo que no se "ganó", y otra padece
"daños", "pérdidas que económicamente no se
merecía".
Sobre la especulación [nota 10, p. 101]. Precio de la
vivienda [p. 102, nota 11]. Industria del carbón y
siderurgia (p. 102, nota 12]. Muchas modificaciones de
la técnica reducen el valor de los productos industriales,
como el de los instrumentos de producción (pp. 102,
103].
Con la "economía nacional que progresa en
población y bienestar predominan... las perspec-
tivas favorables, aunque haya también retrocesos
y fluctuaciones temporales y locales ocasionales,
en la propiedad de la tierra, en particular en las
ciudades (grandes ciudades)" [p.102].
"Y así la coyuntura genera ganancias, en
particular para el dueño de tierras" [p.103]. "Estas,
como otras muchas ganancias en valor de la
coyuntura... sólo <son> ganancias puramente
especulativas", a las que corresponden "pérdidas
especulativas" [p. 103].
Igualmente con el "comercio de cereales" (p. 103,
nota 15).
48
Y así "hay que reconocer francamente... la
situación económica del individuo o de la familia"
es también "esencialmente un producto de la
coyuntura" y esto "debilita necesariamente el
significado de la responsabilidad económica
personal" [pp. 104, 105].
De ahí que "la actual organización de la economía
nacional y la base jurídica" (!) y "de ahí que la propiedad
privada en tierras y capital", etc., "es un arreglo, en
general inalterable", de modo que después de mucho
vacilar, no hay manera "de combatir... las causas" [y las
malas condiciones que de ahí se desprenden, como
siempre, estancamiento del mercado, crisis, desempleo,
reducción de los salarios, etc.], ''luego no <hay lucha
contra> el mal mismo", mientras que el señor Wagner
trata de combatir los "síntomas", las "consecuencias del
mal", puesto que castiga las "ganancias especulativas"
con "impuestos", y las "pérdidas económicamente
inmerecidas", el producto de la coyuntura, con un
"sistema racional de seguro" (p. 105).
Esto, dice el vir obscurus, es el resultado, si tomamos
el modo de producción actual con su "base jurídica"
como "inalterable"; pero su investigación, que ahonda
más que el socialismo, llegará al meollo de "la cosa
misma". Nous verrons <veremos>, ¿cómo?
Momentos principales individuales que forman la
coyuntura.
l. Fluctuaciones en el rendimiento de las cosechas de
los principales alimentos, por influencia de las
relaciones meteorológicas y políticas, como
perturbaciones del cultivo por la guerra. Esto influye en
productores y consumidores [p. 106]. [Sobre negociantes en
cereales: Tooke, History of Prices; para Grecia: Böckh,
Staatshaushalt der Athener, 1, l, § 15 [39]; para Roma:
Jhering, Geist, p.238. Mayor mortalidad actualmente en
los estratos inferiores de la población a cada pequeño
49
aumento en los precios, "con seguridad, prueba de cuán
poco excede el salario promedio, para la masa de la clase
trabajadora, la cantidad de dinero absolutamente
necesaria para la vida (p. 106, nota 19).] Las mejoras en
los medios de comunicación ["al mismo tiempo", dice
la nota 20, "la premisa más importante de un comercio
especulativo de los cereales con precios igualados"], los
métodos modificados de la agricultura ["rotación de
cosechas", mediante el cultivo de productos diferentes,
favorecidos o perjudicados por los cambios meteoro-
lógicos]; de ahí las pequeñas oscilaciones en el precio del
grano dentro de pequeños espacios de tiempo en
comparación "con la Edad Media y la Antigüedad".
Pero las fluctuaciones son ahora mucho mayores (véase
nota 22, p. 107; los hechos están ahí).
2. Modificaciones en la tecnología. Nuevos métodos
de producción. Acero Bessemer en lugar de hierro, etc.,
p. 107 [y además nota 23]. Introducción de máquinas en
lugar del trabajo manual.
3. Modificaciones en los medios de comunicación y
transporte, que influyen en el movimiento geográfico de
personas y mercancías: y así concretamente... son
afectados el valor de la tierra y los artículos de valor
específico menor; ramos enteros de la producción han
de efectuar el difícil paso a otros métodos de gestión
(p.107). [A propósito de esto, nota 24, ibíd. Aumento
del valor de la tierra situada cerca de buenas
comunicaciones, debido a la mejor salida de los
productos allí obtenidos; facilitación de la acumulación
demográfica en las ciudades, de donde el enorme
aumento del valor de los terrenos citadinos y del valor
en las inmediaciones de esos lugares. Facilitación de la
exportación desde regiones con precios hasta ahora más
baratos de los cereales, para otras materias primas
agrícolas y forestales, <y> para productos minerales a
regiones de precios más altos; de ahí la difícil situación
50
económica de todos los elementos de la población con
ingresos fijos en las primeras regiones, y en cambio
protección de los productores y en particular de los
terratenientes en las mismas. Opera a la inversa la
introducción (¡importación!) facilitada de granos y otros
materiales de valor específico bajo. Consumidores
protegidos y productores desfavorecidos en el país
adonde se lleva; necesidad imperiosa de cambiar a otras
producciones, como en Inglaterra del cultivo de cereales
a la producción de carne en 1840-1850, debido a la
competencia de los cereales baratos del oriente europeo
en Alemania. Difícil situación para los agricultores
alemanes (actuales) a causa del clima, y después, de los
recientes y grandes aumentos salariales, que no pueden
aplicar a los productos tan fácilmente como los
industriales, etcétera].
4. ¡Modificaciones del gusto! Modas, etc. que suelen
agotarse rápidamente.
5. Cambios políticos en el comercio nacional e
internacional (guerra, revolución, etc.); la confianza y la
desconfianza que producen <se hacen> cada vez más
importantes con la creciente división del trabajo, el
mejoramiento del comercio internacional, etc., los
efectos del factor crédito, las imponentes dimensiones
de la guerra moderna, etcétera [p. 108].
6. Cambios en la política agraria, industrial y
comercial. (Ejemplo: reforma de las leyes inglesas de
cereales).
7. Modificaciones en la distribución geográfica y la
situación económica general del conjunto de la
población, como la emigración del campo a las ciudades
[pp. 108, 109].
8. Modificaciones en la situación social y económica
de los distintos estratos de la población, como por la
otorgación de libertad de coalición <a los
trabajadores>, etc. [p. 109]. [Los 5 mil millones
51
franceses [40], nota 29, ibíd.]
Costos de la empresa individual. Del "trabajo"
productor de "valor" en que se resuelven todos los
costos, en particular debe tomarse "trabajo" en el
debido sentido lato en que "comprende todo cuanto es
necesario para las actividades humanas consciente-
mente dirigidas a la obtención de una ganancia", luego
también en particular "el trabajo mental del director y la
actividad por la cual se forma y emplea el capital", "de
ahí que" la "ganancia de capital" que reporta esta
actividad forme también parte de los "elementos
constitutivos de los costos". "Este modo de ver está en
contradicción con la teoría socialista de valor y costos y
la crítica del capital" [p. 111].
El vir obscurus me atribuye falsamente <la idea de>
que el plusvalor producido sólo por los trabajadores es
sustraído indebidamente por el empresario capitalista
[nota 3, p. 114]. Pero yo digo exactamente lo contrario:
que la producción de mercancías necesariamente se
orienta en cierto punto hacia la producción "capitalista"
de mercancías, y que según la ley del valor que la rige, el
"plusvalor" corresponde al capitalista y no al trabajador.
En lugar de ceder a semejante sofistería se demuestra el
carácter de socialista de cátedra del oscurantista por la
siguiente trivialidad, de que
"los enemigos incondicionales de los socia-
listas" "pasan por alto los abundantes casos de
relaciones de explotación en que el beneficio neto
no se divide como es debido (!), los costos de
producción del patrón para una empresa indivi-
dual disminuyen en contra de los trabajadores (a
veces también de los capitalistas prestatarios) y en
favor de los que ponen el trabajo" [loc. cit.].
Renta nacional en Inglaterra y Francia [p. 120, χ-ϕ].
El producto anual bruto de una nación:
52
l. Totalidad de los bienes nuevos producidos en un
año. Las materias primas del país a ordenar en su
totalidad según su valor; los objetos derivados de ellas y
de material extranjero [para evitar la repetición en la lista
de las materias primas] para la cuantía del aumento de
valor logrado por el trabajo de fábrica; las materias
primas y los productos semifabricados [41] vendidos y
transportados en el comercio <a ordenar> según la
cuantía del aumento de valor así obtenido.
2. Importación de dinero y mercancías del extranjero
del título de los ingresos por derechos exigibles del país,
de operaciones de crédito o de inversiones de capital de
los ciudadanos residentes en el extranjero.
3. El transporte por los armadores nacionales en
comercio exterior y mutuo mediante la importación de
bienes extranjeros.
4. Moneda o mercancía importadas del extranjero en
calidad de remesas para extranjeros residentes.
5. Importación de regalos no compensados, como el
tributo continuo del extranjero al país, la continua
inmigración y por ende, <la entrada> regular de los
bienes de los inmigrantes.
6. Exceso de valor debido a la importación de dinero
y mercancías a consecuencia principalmente del
comercio internacional [42], [pero entonces, a deducir, 1,
la exportación al extranjero].
7. Cantidad de valor <recibido> de la utilización de
propiedades (como casas habitación, etc.) [pp.121, 122].
A deducir para el producto neto y otras cosas, la
"exportación de bienes como pago del transporte por
armadores extranjeros" [p. 123]. [La cosa no es tan
sencilla: precio de producción (nacional) + transporte
de carga = precio de venta. Si el país exporta sus
mercancías en buques propios, el extranjero paga el
precio del transporte, si el precio de mercado
53
prevaleciente, etcétera.]
Junto con los tributos continuos es preciso contar
los pagos regulares a súbditos extranjeros en el
extranjero (dádivas, como de los persas a los griegos),
sueldos a sabios extranjeros con Luis XIV, el dinero de
San Pedro [43] [431 [p. 123, nota 9].
¿Por qué no los subsidios que los príncipes alemanes
recibían regularmente de Francia e Inglaterra?
Véanse los ingenuos tipos de partes del ingreso de
<personas> privadas, que consisten en "servicios del
estado y la iglesia" [44] [p. 125, nota 14].
Estimación de valor, individual y nacional.
En su obra Recherches sur les príncipes mathématiques de la
théorie des richesses [45], 1838, dice Coumot que la
destrucción de una parte de las existencias de
mercancías para vender el resto más caras es "une véritable
création de richesse dans le sens commercial du mot" <Una
verdadera creación de riqueza en el sentido comercial de
la palabra> [p. 127, nota 3].
Comparación de la disminución de las existencias
para consumo de las personas privadas o, como dice
Wagner, su "capital de uso", en nuestro período cultural,
sobre todo en Berlín, p. 128, nota 5, p. 129, notas 8 y
10; para eso hay demasiado poco dinero o capital propio
de trabajo en el mismo negocio de producción, p. 130 y
en la misma página, nota 11.
Importancia relativamente mayor del comercio
exterior en nuestros días, p. 131, nota 13, p. 132, nota 3
[46].
54
NOTAS DEL EDITOR
55
póstumamente por Wagner.
Friedrich Albert Lange (1828-1875): economista y
filósofo miembro del Comité permanente de la Liga de
las asociaciones obreras alemanas desde 1864 hasta
1866; en su condición de miembro de la I Internacional
participó en 1867 como delegado al congreso de
Lausana. De orientación filosófica neokantiana, escribió
una obra vastamente difundida en los medios socialistas,
Geschichte des Materialismus und Kritik seiner Bedeutung in der
Gegenwart [Historia del materialismo y crítica de su importancia
en los tiempos presentes; en esp., Juan Pablos Editor,
México, 1975]. Sus concepciones político-sociales,
formuladas, entre otras obras, en la que lleva
precisamente por título Die Arbeiterfrage (1865), están
bajo la influencia preponderante de John Stuart Mill y
expresan el punto de vista social reformista
característico de la democracia radical. Véase sobre
Lange las apreciaciones críticas hechas por Marx en su
carta del 27 de junio de 1870 a Kugelmann (K. Marx,
Cartas a Kugelmann, Barcelona, Ediciones Península,
1974, pp. 115-116).
Albert Friedrich Eberhard Schäffle (1831-1903):
profesor de economía política en Tubinga. Su obra Die
Quintessenz des Sozialismus, publicada en 1874, constituye
una apología del capitalismo de estado en cuanto que
vía abierta hacia el socialismo. Curiosamente, esta obra
fue considerada en los medios radicales de izquierda
como una exposición imparcial del socialismo y fuera de
Alemania fue utilizada como una introducción al
conocimiento de dicha doctrina.
[3] Wagner escribe: "La distinción entre 'bienes
económicos' y 'libres' aquí introducida es una
consecuencia de la división de lo puramente económico
o puramente natural y de lo histórico-legal, respecto de
las categorías sociales", Wagner, Allgemeine oder
theoretische Volkswirthschaftslehre, cit., p. 13, nota 6.
56
[4] Marx transcribió mal las palabras de Wagner
sustituyendo "constituye un ejemplo" (Belegfall bilden)
por "constituye una contribución" ('Beitrag bilden), y
"colocándolos en" (zu wälzen) por "arrojándolos sobre"
(zu werfen). Véase Wagner, op. cit., p. 15, nota 11, y
también p. 42.
[5] Véase El capital, México, Siglo XXI, 1975, 1/l, p.
47. Las referencias de página de Marx corresponden a la
segunda edición alemana de 1872 del tomo primero de
El capital.
[6] En El capital, Marx afirma: "Ahora bien, si
ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las
mercancías, únicamente les restará una propiedad: la de
ser productos del trabajo. No obstante, también el
producto del trabajo se nos ha transformado entre las
manos. Si hacemos abstracción de su valor de uso,
abstraemos también los componentes y formas
corpóreas que hacen de él un valor de uso. Ese producto
ya no es una mesa o casa o hilo o cualquier otra cosa
útil. Todas sus propiedades sensibles se han esfumado.
Ya tampoco es producto del trabajo del ebanista o del
albañil o del hilandero o de cualquier otro trabajo
productivo determinado. Con el carácter útil de los
productos del trabajo se desvanece el carácter útil de los
trabajos representados en ellos y, por ende, se
desvanecen también las diversas formas concretas de
esos trabajos; éstos dejan de distinguirse, reduciéndose
en su totalidad a trabajo humano indiferenciado, a
trabajo abstractamente humano", op. cit., I/1, pp.46-47.
[7] Nikolái Ivánovich Sieber (o Ziber) (1844-1888):
profesor de economía política en la Universidad de
Kiev. Autor de Teoriia tsennoi i kapitala D. Ricardo [La
teoría de David Ricardo sobre el valor y el capital] elogiada por
Marx en el epílogo a la segunda edición del tomo 1 de
El capital (1/l, p. 16 de la edic. cit.). Sobre Sieber véase
también las amplias referencias en K. Marx-N.
57
Danielsón-F. Engels, Correspondencia 1868-1895, México,
Siglo XXI, 1981, pp. 43-44, 47, 86-87, 93, 167, 184.
[8] Marx comenta en El capital: "La forma del precio,
sin embargo, no sólo admite la posibilidad de una
incongruencia cuantitativa entre magnitud del valor y
precio, o sea entre la magnitud del valor y su propia
expresión dineraria, sino que además puede albergar una
contradicción cualitativa, de tal modo que, aunque el
dinero sólo sea la forma de valor que revisten las
mercancías, el precio deje de ser en general la expresión
del valor. Cosas que en sí y para sí no son mercancías,
como por ejemplo la conciencia, el honor, etc., pueden
ser puestas en venta por sus poseedores, adoptando así,
merced a su precio, la forma mercantil. Es posible, pues,
que una cosa tenga formalmente precio sin tener valor.
La expresión en dinero deviene aquí imaginaria, como
en ciertas magnitudes matemáticas. Por otra parte, la
forma imaginaria del precio -como por ejemplo el
precio de la tierra no cultivada, que no tiene valor alguno
porque en ella no se ha objetivado ningún trabajo
humano- puede contener una efectiva relación de valor
o una relación derivada de ésta", op. cit., 1/l, p. 125.
[9] Aristóteles, La Política, 1254b39-1255a2, etcétera.
[10] En el texto de Wagner se dice "comercio libre
actual"; cf. op. cit., p. 45.
[11] En el manuscrito de Marx se dice
equivocadamente "el precio del trigo". Cf. MEW, vol.
19, p. 361.
[12] Recuérdese que es ése precisamente el título que
Wagner da a la primera parte de su tratado.
[13] Karl Heinrich Rau (1792-1870): economista
alemán mentor de Wagner. Difundió en Alemania las
teorías de Adam Smith y de David Ricardo, del cual
aceptaba sin cambio alguno su concepción de la renta
del suelo. Autor de Lehrbuch der politischen Ökonomie
58
(Heidelberg, 1826-1837), del que se hicieron numerosas
reediciones. En su carta a Engels del 7 de mayo de 1861
Marx se refirió a él como "Rau-Rau —el Say [Jean
Baptiste] alemán", y apuntó que sus ideas "figuraban"
en la edición de 1860 del volumen primero del
Lehrbuch de Rau. La referencia de página de Marx
corresponde a dicha obra.
[14] Marx utiliza las palabras inglesas ready cut que
significan "al corte, a la medida" refiriéndose posible-
mente a la confección de vestimenta o manufactura
textil en general.
[15] Adolph Wagner, "Einiges von und über Rodbertus-
Jagetzow'', en Zeitschrift für die gesamte Staatswissenschaft,
xxx1v, Tubinga, 1878, pp. 199-237.
[16] K. Marx, El capital, cit., 1/l, p. 74.
[17] Marx hace referencia aquí a su Contribución a la
crítica de la economía política publicada en 1859 como
primera parte de El capital. Algunas partes de esta obra,
previa revisión, fueron incorporadas por el autor al
tomo I de El capital. Marx cita aquí ligeramente mal la
expresión "Anweisungen zur Warenkunde" ("conoci-
mientos o enseñanzas de la merceología") como
"Anleitungen zur Warenkunde" ("guías merceológicas o
comerciales"); cf. Karl Marx, Contribución a la crítica de la
economía política, México, Siglo XXI, 1980, p. 10.
[18] Los editores de las MEW sugieren que se lea
"cosa" por "producto'' en el manuscrito. Véase MEW,
vol. 19, p. 370.
[19] K. Marx, El capital, cit., 1/l, p. 50.
[20] Goethe, Faust, I, versos 1997-1998. Mefistófeles
hablando al estudiante.
[21] Valentin Christian Friedrich Rost, Deutsch-
Griechisches Worterbuch. La décima edición fue publicada
en Gotinga en 1874. Cf. MEW, vol. 19, pp. 595, 645.
[22] Emst Schulze, Gothisches Glossar, Magdeburgo,
59
1848. Cf. MEW, vol. 19, p. 595.
[23] Marx discute el significado del término "valor''
en Theorien über den Mehrwert, vol. 3 (cuarta edic.,
Stuttgart, 1921), p. 355 n. Cf. MEA, 1, p. 397, nota 2.
[24] Pfennigwert en MEA, I, p. 397.
[25] Adolf Ziemann, Mittelhochdeutsches Worterbuch
zum Handegebrauch, Quedlimburgo, 1838. Cf. MEW, vol.
19, pp. 597 y 650. Ver también Wagner, op. cit., p. 46.
[26] K. Marx, El capital, cit., 1/l, p. 215.
[27] Wagner cita aquí a Rodbertus.
[28] La alusión es al Fausto de Goethe, allí donde el
personaje Wagner sirve de ropaje u oropel para el héroe;
Marx sugiere que Adolph Wagner es el pedante asistente
de Rodbertus.
[29] Rudolph Hermann Meyer (1839-1899):
economista alemán biógrafo de Rodbertus. Autor de
Der Emancipationskampf des vierten Standes, a cuyo tomo I
(Theorie des Socialismus. Der katholische Socialismus. Die
lnternationale. Deutschland. Schulze. Lassalle. Marx. Die
Gewerkvereine. Die Socialconservativen. Die Arbeiterpresse,
Berlín, 1874) hace referencia Engels en prólogo al tomo
II de El capital. Meyer fue, además, el editor de las Briefe
de Rodbertus. Véase también MEW, vol. 19, p. 641. En
el Faust, II, Famulus es el sirviente de Fausto.
[30] El paréntesis es de Wagner.
[31] Marx comete aquí algunos pequeños errores al
transcribir este pasaje: Bedürfnis por Bedarfs,
Bestimmungsgrund por Bestimmgrund, sozialen por
gesellschaftlichen, eintreten por stattfinden; véase Wagner, op.
cit., pp. 58-59; MEW, vol. 19, p. 376; MEA, 1, p. 401,
notas 2 y 3.
[32] Wagner escribe: "La operación del sistema
económico conduce necesariamente a un cambio
continuo, de hecho análogo al intercambio material
natural en las componentes (naturales) de la masa de
60
bienes que están a disposición del sistema económico
en un momento determinado." Véase Wagner, op. cit.,
p. 82; también MEA, I, p. 402, nota l.
[33] K. Marx, El capital, cit., 1/l, pp. 127-139.
[34] Ibíd., p. 131.
[35] Wagner prosigue: "Para comenzar debemos
reconocer aquí un derecho de propiedad del sistema
económico en los bienes económicos producidos por él,
y en conexión con, o como consecuencia de ello, un
derecho económico... el derecho de contrato", Wagner,
op. cit., p. 84.
[36] Georg Friedrich Puchta (1798-1846): jurista
alemán, autor de diversas obras sobre el derecho
romano.
[37] Rudolph von Jhering, Geist des römischen Rechts auf
den verschiedenen Stufen seiner Entwicklung, Leipzig, 1852-
1878. Cf. MEW, vol. 19, pp. 592, 636. Marx: ha tomado
la referencia de Wagner, op. cit., p. 87, nota 10.
[38] Wagner escribe: "Hay en los contratos de venta
de las grandes ciudades modernas un ejemplo
característico de la ficción legal y económica de la
igualdad de las partes en la conclusión del contrato, por
ejemplo, en Berlín, donde esto es habitual. 'El arren-
datario tiene la responsabilidad de los daños al
alojamiento, en especial las ventanas dañadas por
vendavales, tormentas u otros eventos naturales
inevitables'", Wagner, op. cit., p. 97, nota 2.
[39] Thomas Tooke (llamado William Newmarch).
History of prices from 1793 to the present time, 6 vols.,
Londres, 1838-1857.
August Böckh, Die Staatshaushaltung der Athener, 3
vols., 2ª edic., Berlín, 1851. Cf. MEW, vol. 19, pp. 596,
648, 588, 629.
[40] Reparaciones (en francos) pagadas por Francia
a Alemania luego de su derrota en 1a guerra franco-
61
prusiana de 1870-1871.
[41] Marx: escribió "semi-manufacturado"
[Halbfabrikate] por "manufacturado" [Fabrikate]. Cf.
Wagner, op. cit., p. 121, nota 3; MEW, vol. 19, p. 382.
[42] Riazánov comenta que Marx escribió
equivocadamente "tierra adentro" por "internacional".
Cf. Wagner, op. cit., p. 122; MEW, vol. 19, p. 382.
[43] Contribución anual de los católicos al Papado;
originariamente un penique de plata de parte de cada
familia el día de la fiesta de San Pedro. Cf. MEW, vol.
19, p. 582.
[44] Wagner escribe: "...los servicios de la iglesia y del
estado se anotan corno parte de los ingresos de personas
privadas... esto en un sentido aparece corno una
consecuencia de la inclusión de servicios corno bienes
económicos".
[45] Augustin Coumot, Recherches sur les príncipes
mathématiques de la théorie des richesses, París, 1838. Cf.
MEW, vol. 19, pp. 588 y 631.
[46] La nota 13 sigue en la página 132. La referencia
es al punto 3 de la nota. Véase MEA, I, p. 408, nota 4.
62
PROGRESO TÉCNICO Y DESARROLLO
CAPITALISTA
MANUSCRITOS (1861-1863)
63
CUADERNO V. LAS MAQUINAS
65
devorar tiempo de trabajo ajeno, y —hasta que no
interviene la legislación— la jornada laboral, en vez de
ser acortada, se prolonga más allá de sus límites
naturales y, en consecuencia, se prolonga no sólo el
tiempo de plustrabajo relativo sino también el tiempo
de trabajo general; examinaremos este fenómeno en el
capítulo III.
[V-196] «Sin embargo, paralelamente al incremento
del número de horas, ha aumentado la intensidad del
trabajo. El trabajo de quienes se ocupan en los procesos
fabriles es actualmente tres veces mayor que cuando se
iniciaron tales operaciones. La maquinaria, no cabe
duda, ha ejecutado una tarea que remplaza los tendones
y músculos de millones de hombres, pero también han
aumentado prodigiosamente el trabajo de los hombres
regidos por su terrible movimiento» (Ten hours Factory
Bill. Lord Ashley's Speech, Londres, 1844, p. 6).
[V-190] Sólo en algunos casos particulares, con la
introducción de la maquinaria el capitalista tiene como
mira la directa reducción del salario, si bien esto sucede
cada vez que él, en lugar de trabajo cualificado, utiliza
trabajo simple y, en vez del trabajo de hombres adultos,
el trabajo de mujeres y de niños. El valor de la mercancía
está determinado por el tiempo de trabajo socialmente
necesario que ésta contiene. Con la introducción de
nueva maquinaria, mientras que la masa de la
producción continúa todavía basada en los viejos
medios de producción, el capitalista puede vender la
mercancía por debajo de su valor social, aunque la venda
por encima de su valor individual, vale decir por encima
del tiempo de trabajo que es necesario para su
fabricación en el nuevo proceso de producción. En este
caso parece, pues, que el plusvalor proviene de la venta,
del hacer pagar más caro a los otros poseedores de
mercancías, de la elevación del precio de la mercancía
por encima de su valor, mas no de la disminución del
66
tiempo de trabajo necesario ni de la prolongación del
tiempo de plustrabajo. Pero ésta es sólo la apariencia.
Gracias a la excepcional fuerza productiva que el trabajo
obtiene aquí, por oposición al trabajo medio en el
mismo ramo de la industria, se convierte, en relación
con éste, en trabajo superior, de tal suerte que, por
ejemplo, una hora de su trabajo es igual a 5/4 de hora
laboral de trabajo medio, trabajo elevado a una potencia
superior. Pero el capitalista lo paga como [pagaría] el
trabajo medio. Un número menor de horas de trabajo
se convierte de ese modo en igual a un número mayor
de horas de trabajo del trabajo medio. Él lo paga como
trabajo medio y lo vende por lo, que es, trabajo superior,
del cual una determinada cantidad es — a una cantidad
superior de trabajo medio. Dentro de esta hipótesis,
para producir el mismo valor el obrero debe trabajar, en
consecuencia, sólo un tiempo más corto respecto del
obrero [V-191] medio. Por lo tanto él trabaja efecti-
vamente un tiempo de trabajo menor —respecto del
obrero medio— para producir el equivalente de su
salario o de los medios de subsistencia necesarios para
la reproducción de su capacidad de trabajo. Por
consiguiente entrega al capitalismo un número mayor de
horas de trabajo como plustrabajo y es sólo este
plustrabajo relativo que entrega a este último, en el
momento de la venta, el que proporciona el excedente
de precio de la mercancía que sobrepasa su valor. Él
traduce en realidad este tiempo de plustrabajo o, lo que
es lo mismo, este plusvalor no se origina en la venta,
sino en la reducción del tiempo de trabajo necesario y
en consecuencia del relativo aumento del tiempo de
plustrabajo. Aunque el capitalista que introduce la nueva
maquinaria pagase un salario más elevado que el salario
medio, el excedente realizado por él por encima del
plusvalor normal, del plusvalor obtenido por los otros
capitalistas en el mismo ramo de actividades, provendría
67
sólo del hecho de que el salario no se aumenta en la
misma proporción que aquella en la que este trabajo se
eleva por encima del trabajo medio, del hecho de que
por lo tanto siempre tiene lugar un aumento relativo del
tiempo de plustrabajo. En consecuencia, también este
caso se subsume bajo la universal: plusvalor = plustra-
bajo.
La maquinaria (que cuando comienza a emplearse
capitalísticamente no se encuentra más en su fase inicial,
en la cual por lo demás no es sino un potente
instrumento del trabajo artesanal) presupone la
cooperación simple, y ésta precisamente aparece, tal
como se verá a continuación, como un momento
mucho más importante en ella que en la manufactura
basada en la división del trabajo. En esta última la
cooperación simple adquiere su valor sólo en el
principio de los múltiples, es decir no sólo en el hecho
de que distintas operaciones se reparten entre distintos
trabajadores sino que se dan relaciones numéricas en las
cuales un determinado número de trabajadores es
dividido toda vez en grupos y asignados a operaciones
particulares, respecto de las cuales se subordinan. En el
taller mecánico, la forma más desarrollada del empleo
capitalista de la maquinaria, es esencial que muchos
hagan la misma cosa. Es, además, su principio
fundamental. El empleo de la maquinaria presupone
además originalmente, como condición de existencia, la
manufactura basada en la división del trabajo, ya que la
misma fabricación de la máquina —y en consecuencia
la existencia de la máquina— se basa sobre un taller en
el que se aplica plenamente el principio de la división del
trabajo. Sólo en un estudio ulterior de desarrollo la
misma fabricación dela máquina se realiza sobre la base
de la maquinaria, a través del taller mecánico. «En la
infancia de la mecánica un taller de construcción ofrecía
a la vista la división de los trabajos en sus numerosas
68
gradaciones: la lima, el taladro, el torno tenían cada uno
sus obreros de acuerdo a su habilidad; pero ahora la
maestría del limador y del taladrador es sustituida por la
limadora, por la máquina para hacer los acanalados de
los árboles para colocar las cuñas, y por el taladro
mecánico; y la de los torneadores de hierro y de cobre
por el torno automático» (Ure, op. cit., t. 1, pp. 30-31).
La división del trabajo que se ha desarrollado en la
manufactura se repite por un lado dentro del taller
mecánico, si bien en una medida reducida; por el otro,
como se verá a continuación, el taller mecánico tira por
la borda los principios esenciales de la manufactura que
descansa en la división del trabajo. Finalmente el
empleo de la maquinaria aumenta la división del trabajo
dentro de la sociedad, la multiplicación de las ramas de
actividades particulares y de las esferas de producción
independientes.
Su principio fundamental es la sustitución del trabajo
cualificado con el trabajo simple; y por lo tanto también
la reducción de la masa del salario al salario medio, o sea
la reducción del trabajo necesario del trabajador al
mínimo medio y la reducción de los costos de
producción de la capacidad de trabajo a los costos de
producción de la capacidad de trabajo simple.
[V-192] El aumento de la fuerza productiva a través
de la cooperación simple y de la división del trabajo no
le cuesta nada al capitalista. Ellas son fuerzas naturales
gratuitas del trabajo social en las formas determinadas
que éste asume bajo el dominio del capital. El empleo
de la maquinaria, a diferencia del trabajo de cada
individuo, no pone en juego solamente las fuerzas
productivas del trabajo social. Transforma en potencias
del trabajo social simples fuerzas de la naturaleza como
el agua; el viento, el vapor, la electricidad, etc. Esto
independientemente de la utilización de las leyes
mecánicas que actúan en la parte que verdaderamente
69
trabaja (es decir en la parte de la máquina que
transforma directamente la materia prima con un
procedimiento mecánico o químico). Sin embargo, esta
forma de aumento de las fuerzas productivas, y por lo
tanto del tiempo de trabajo necesario, se diferencia por
esto: una parte de la simple fuerza natural que se emplea
es, en esta forma suya utilizable, producto del trabajo,
como la transformación del agua en vapor. Allí donde
la fuerza motriz, como por ejemplo el agua, se encuentra
ya en la naturaleza como cascada o algo que se le parezca
(entre paréntesis, es sumamente característico que los
franceses durante el siglo XVIII dejaran correr el agua
en forma horizontal, mientras que los alemanes le
interrumpieran siempre el curso artificialmente, el
medio por el cual su movimiento se transmite a la
maquinaria propiamente dicha, por ejemplo la rueda de
agua, es un producto del trabajo. Pero esto vale
exactamente también para la maquinaria que transforma
de manera inmediata la materia prima. Por lo tanto la
maquinaria, a diferencia de la cooperación simple y de
la división del trabajo en la manufactura, es fuerza
productiva producida; cuesta; entra como mercancía
(directamente en tanto que maquinaria, o en forma
indirecta en tanto que mercancía que debe consumirse
para dar a la fuerza motriz la forma exigida) en la esfera
de producción en la que actúa como maquinaria, como
una parte del capital constante. Como toda parte del
capital constante, la maquinaria agrega al producto el
valor que ella misma contiene, vale decir lo encarece con
el tiempo de trabajo que era requerido para su propia
producción. Si bien nuestras observaciones en este
capítulo estarán dirigidas exclusivamente a la relación
del capital variable con la magnitud de valor en la cual
se reproduce (en otras palabras, la relación entre el
tiempo de trabajo necesario empleado en una esfera
productiva y el plusvalor, por lo tanto excluimos
70
intencionalmente la consideración de la relación del
plusvalor con el capital constante y con la suma global
del capital anticipado), el empleo de la maquinaria
impone que junto con la parte del capital anticipada en
salario, se considere también la otra parte del capital. En
efecto, el principio según el cual el empleo de los medios
permite el aumento de la fuerza productiva, aumen-
tando el tiempo excedente relativo y con ello el
plusvalor relativo reposa sobre la disminución del
precio de las mercancías; por lo tanto la reducción del
tiempo de trabajo necesario para la reproducción de la
capacidad de trabajo deriva de los dispositifs que permiten
el aumento de la fuerza productiva, o sea que el mismo
número de obreros produce más valores de uso en el
mismo intervalo de tiempo. Sin embargo, en el caso del
empleo de la maquinaria este resultado se logra sólo a
través de mayores desembolsos de capital, a través del
consumo de los valores disponibles, a través de la
introducción de un elemento que aumenta, por
consiguiente, la magnitud de valor del producto, la
mercancía, con el aumento de su propio valor.
Por lo que se refiere, ante todo, a la materia prima,
su valor sigue siendo naturalmente el mismo, indepen-
dientemente del modo en que sea trabajada —el valor,
quiero decir, con el cual entra en el proceso de
producción. [V-193] Además, el empleo de la
maquinaria reduce la cantidad de trabajo que absorbe
una determinada materia prima, aumenta la cantidad de
materia prima transformada en producto en un
determinado tiempo de trabajo. Considerando estos dos
elementos, la mercancía producida con el auxilio de la
maquinaria contiene menos tiempos de trabajo que
aquella producida sin ella, representa una menor
magnitud de valor, es más barata. Pero este resultado se
logra sólo mediante el consumo industrial de las
mercancías —de las mercancías existentes en la
71
maquinaria— cuyo valor entra en el producto.
Puesto que el valor de la materia prima es el mismo,
ya sea que se emplee o no la maquinaria; puesto que la
cantidad de tiempo de trabajo que transforma una
determinada cantidad de materia prima en producto, y
por lo tanto en mercancía, se reduce con el empleo de
la maquinaria, la disminución del precio de las
mercancías producidas mediante la maquinaria depende
sólo de una única circunstancia: del hecho de que el
tiempo de trabajo contenido en la misma maquinaria es
menor que la cantidad de tiempo de trabajo contenido
en la capacidad de trabajo que ésta ha sustituido; que el
valor de la maquinaria que entra en la mercancía es
menor —vale decir = a menos tiempo de trabajo— que
el valor del trabajo que sustituye. Pero este valor es = al
valor de las capacidades de trabajo, cuyo empleo
disminuye numéricamente gracias a [el empleo de] la
maquinaria.
En la medida en que la maquinaria sale de su estadio
infantil se diferencia de las dimensiones y del carácter
del instrumento artesanal que originariamente sustituye,
se hace más voluminoso y más caro, exige más tiempo
de trabajo para su producción, su valor absoluto sube,
aunque deviene relativamente más barato, vale decir
aunque la maquinaria más eficiente cuesta menos, con
relación a su eficiencia, que la menos eficiente; o sea
aunque la cantidad de tiempo de trabajo que cuesta su
producción aumente en una proporción mucho menor
que la cantidad de tiempo de trabajo que sustituye. En
todo caso, sin embargo, su alto costo absoluto sube
progresivamente, y por lo tanto agrega a la mercancía
que produce un valor en absoluto mayor, especialmente
en comparación con las herramientas artesanales o
inclusive con los instrumentos simples y que se basan
sobre la división del trabajo, que la maquinaria sustituye
en el proceso de producción. Que ahora la mercancía
72
producida con un instrumento de producción más caro
sea más barata que aquella producida sin él; que el
tiempo de trabajo contenido en la misma maquinaria sea
menor que el que sustituye, depende de dos
circunstancias:
1] Cuanto más grande es la eficiencia de la
maquinaria más aumenta ésta la fuerza productiva del
trabajo, y más se acrecienta, en la proporción en la cual
rinde un obrero capaz de realizar las tareas de muchos
obreros, la masa de los valores de uso y por lo tanto de
las mercancías producidas con la ayuda de la maquinaria
en el mismo tiempo de trabajo. Se amplía de ese modo
el número de las mercancías en las cuales reaparece el
valor de la maquinaria. El valor total de la maquinaria
reaparece sólo en la totalidad de la mercancía en cuya
producción ha participado como medio de trabajo; este
valor global se reparte en partes alícuotas entre las
mercancías singulares cuya suma constituye la masa
global. Por lo tanto, cuanto mayor es esta masa global,
tanto menor es el componente de valor de la maquinaria
que reaparece en la mercancía individual. No obstante
la diferencia de valor entre la maquinaria y la herra-
mienta artesanal o el simple instrumento de trabajo, en
la mercancía entrará una parte componente de valor
menor por la maquinaria que por el instrumento de
trabajo y por la capacidad de trabajo que la máquina
sustituye, en la misma proporción en la cual el valor de
la máquina se reparte en una suma global mayor de
productos, de mercancías. Una máquina de hilar que
absorbiera el mismo tiempo de trabajo en 1000 libras de
algodón, en cada libra de hilo reaparecería como cuota
de valor de sólo 1/1000, en tanto que, si en el mismo
tiempo contribuyera a hilar sólo 100 libras, en cada una
de las libras de hilo reaparecería 1/100 de su valor, y por
lo tanto en este caso costaría diez veces más tiempo de
trabajo, diez veces más valor, sería diez veces más caro
73
en el primer caso. [V-194] La maquinaria puede por lo
tanto ser empleada (sobre una base capitalista) sólo en
las condiciones en las cuales en general sea posible una
producción de masa, una producción en gran escala.
[V-201] «La división del trabajo y el empleo de
máquinas de gran potencia sólo son posibles en
establecimientos que ofrecen trabajo a todas las clases
de trabajadores y que arrojan grandes resultados.
Cuanto más considerable es el producto, tanto menos
elevado es el gasto proporcional en máquinas e
instrumentos. Si dos máquinas de la misma fuerza
producen, en el mismo lapso de tiempo, una 100.000
metros y la otra 200.000 metros de la misma tela, se
puede decir que la primera cuesta el doble de la segunda,
que en una de las dos empresas se ha empleado un
capital doble respecto del que es empleado en la otra»
(Rossi, Cours.d'Econ. Politique, p. 334).
[V-194] 2] Tanto en la manufactura que se basa en la
división del trabajo, como en la actividad artesanal o por
el estilo, se encuentra que los instrumentos de trabajo
(como cualquier otro componente de las condiciones de
trabajo, como por ejemplo los edificios) entran en el
proceso laboral en, toda su amplitud, ya sea
directamente como los medios de trabajo, o bien
indirectamente como las condiciones (tipo los edificios)
que son necesarias para que se desenvuelva el proceso
laboral. Pero ellos entran sólo por partes, por porciones,
en el proceso de valorización, o sea sólo por la amplitud
con que son utilizados en el proceso laboral, donde su
valor de cambio está también consumido al mismo
tiempo que su valor de uso en el proceso laboral. El
valor de uso que le es propio en cuanto medio de trabajo
entra por entero en el proceso laboral, pero se conserva
por un periodo que abarca una suma de procesos
laborales en los cuales ellos sirven repetidamente para la
producción de un mismo tipo de mercancía, vale decir
74
que sirven siempre de nuevo como medio de trabajo de
nuevo trabajo para la elaboración de nuevo material. El
valor de uso que les es propio en cuanto medios de
trabajo se consuma totalmente sólo en el final de un
periodo, más o menos largo, en el cual el mismo proceso
laboral se repite siempre de nuevo. El valor de cambio
por lo tanto reaparece por entero sólo en la suma global
de las mercancías en cuya producción han servido
durante un determinado periodo, durante el periodo
completo, desde su entrada en el proceso laboral a su
salida del proceso. Por esta razón en cada mercancía
entra solamente una determinada alícuota de su valor. Si
el instrumento sirviese durante 90 días, en las
mercancías que se producen cada día reaparecería el
1/90 de su valor. Aquí interviene necesariamente un
cálculo medio ideal, ya que el valor del instrumento
reaparece completamente sólo en el periodo completo
de procesos laborales en los cuales ha sido consumido
completamente; por lo tanto en la suma total de las
mercancías en cuya producción ha servido durante ese
periodo. Se calcula por lo tanto como si cada día fuese
consumada una parte alícuota de su valor de uso de tal
entidad (ésta es la ficción) y por esto una parte alícuota
de su valor de tal entidad reapareciera en el producto de
este día solo.
Con la introducción de la maquinaria, con la cual los
medios de trabajo asumen grandes dimensiones de valor
y se representan en voluminosos valores de uso, crece
esta diferencia entre proceso laboral y proceso de
valorización y ésta deviene un momento significativo en
el desarrollo de la fuerza productiva y en el carácter de
la producción. Por ejemplo, un taller de telares
mecánicos que funciona durante 12 años: el desgaste de
la maquinaria, etc., durante el proceso laboral de un día
es insignificante, y por lo tanto la parte de valor de la
maquinaria que reaparece en las mercancías individuales
75
o inclusive en el producto de todo un año resulta
relativamente insignificante. El trabajo pretérito,
objetivado, entra aquí en grandes cantidades en el
proceso laboral, mientras sólo una parte relativamente
insignificante de esta parte del capital se consuma en el
mismo proceso laboral, entra, por lo tanto, en el
proceso de valorización y por esa ella reaparece como
parte de valor en el producto. Por esto,
independientemente de lo conspicuo de la magnitud de
valor representada por la maquinaria que entra en el
proceso laboral y por los edificios, etc., en el proceso
cotidiano de [V-195] valorización, por lo tanto en el
valor de la mercancía, entra siempre sólo una parte
relativamente pequeña si se compara con esta masa
global de valor. Esta parte encarece relativamente la
mercancía, pero sólo en una medida insignificante y en
todo caso mucho menos de cuanto la habría encarecido
el trabajo manual sustituido por la maquinaria. En
consecuencia, por más grande que pueda parecer la
parte del capital anticipada en maquinaria respecto de la
parte anticipada en trabajo vivo, de la cual esta
maquinaria sirve como medio de producción. esta
proporción resulta muy pequeña si la parte de valor de
la maquinaria que reaparece en las mercancías
individuales se compara con el trabajo vivo absorbido
en la misma mercancía y la parte de valor agregada por
ambos —maquinaria y trabajo— al producto individual
resulta pequeña en relación al valor de la misma materia
prima.
Es sólo con la maquinaria que la producción social
en gran escala adquiere la fuerza para hacer entrar
íntegramente en el proceso laboral, íntegramente en
tanto que medios de producción, de productos que
representan un gran quantum de trabajo pretérito, por
lo tanto de grandes masas de valor, mientras que
solamente una parte alícuota relativamente pequeña de
76
ellas entra en el proceso de valorización que se
desarrolla durante el proceso laboral singular. El capital
que de esta forma entra en cada proceso laboral es
grande, pero la proporción de desgaste, de consumición
de este valor de uso durante este proceso laboral y cuyo
valor debe ser sustituido, es relativamente pequeña. La
maquinaria actúa en su totalidad como medio de
trabajo, pero agrega valor al producto sólo-en la medida
en la cual el proceso laboral lo desvaloriza, desvalo-
rización que está determinada por el grado de desgaste
de su valor de uso durante: el proceso laboral.
Las condiciones enumeradas en los puntos 1] y 2],
de las cuales depende el hecho de que la mercancía
producida con el instrumento más caro sea más barata
que aquella producida con el instrumento más
económico, o sea que el valor contenido en la misma
maquinaria sea inferior al valor de la capacidad de
trabajo que sustituye, dan, por consiguiente, lugar a esto:
la primera condición es una producción de masa;
depende la magnitud de la masa de mercancías que el
trabajador puede producir en el mismo tiempo de
trabajo en comparación con lo que produciría sin la
maquinaria. En otros términos, del grado en el cual el
trabajo es sustituido por la maquinaria, y por
consiguiente [del grado en el que] la masa de capacidad
de trabajo que es utilizada con relación a la masa del
producto se reduce lo más posible, la máxima cantidad
posible de capacidad de trabajo se sustituye por la
maquinaria y la parte del capital anticipado en trabajo
resulta relativamente pequeña respecto de la parte de
capital anticipada en maquinaria. Pero en segundo lugar:
por más grande que sea la parte de capital consistente
en maquinaria, la parte de valor de la maquinaria que
reaparece en cada una de las mercancías, por lo tanto la
parte de valor que la maquinaria agrega a cada
mercancía, es pequeña respecto de las partes de valor de
77
trabajo y materia prima contenidas en la misma
mercancía, y precisamente porque en un determinado
tiempo de trabajo toda la maquinaria entra en el proceso
laboral, pero sólo una parte relativamente insignificante
de la misma entra en el proceso de valorización; toda la
maquinaria entra en el proceso laboral, pero entra sólo
una parte alícuota de la cantidad de valor de la
maquinaria.
Después de esto es necesario corregir la siguiente
crítica de Ricardo.
Ricardo habla de «una parte del trabajo del ingeniero
en la construcción de las máquinas» que está contenida,
por ejemplo, en un par de medias «no obstante que el
trabajo total que ha producido cada par de medias, si de
un solo par de medias se está hablando, comprende
todo el trabajo del ingeniero, no sólo una parte, ya que
una máquina hace muchos pares, ninguno de los cuales
habría podido hacerse sin una parte cualquiera de la
máquina» (Observations on Certain Verbal Disputes in Pol.
Ec., Londres, 1821, p. 54).
[V-196] Respecto de la parte anticipada en salario, la
parte de capital anticipada en la materia prima aumenta
mucho más velozmente que con la simple división del
trabajo. Luego se agrega aún la masa nueva y
proporcionalmente importante de capital anticipado en
medios de trabajo, maquinaria etc. Con el progreso de
la industria crece contemporáneamente la parte auxiliaire
del capital con relación a la anticipada en trabajo vivo.
[V-197] Una de las primeras consecuencias de la
introducción de nueva maquinaria, antes de que la
misma se convierta en dominante en su ramo de
producción, es la prolongación del tiempo de trabajo de
los trabajadores que continúan trabajando con los viejos
e imperfectos medios de producción. La mercancía
producida con la maquinaria, aunque se vende por
encima de su valor individual, es decir por encima de la
78
cantidad de tiempo de trabajo contenido en ella, se
vende por debajo del precedente valor social general del
mismo género de producto. El tiempo de trabajo
socialmente necesario para la producción de esta
mercancía determinada ha disminuido pero no para los
obreros que trabajan con los viejos instrumentos de
producción. Por lo tanto, si 10 horas de tiempo de
trabajo son suficientes para la reproducción de su
capacidad de trabajo, su producto de 10 horas no
contiene más 10 horas de tiempo de trabajo necesario,
es decir de tiempo de trabajo necesario para la
fabricación del producto en las nuevas condiciones
sociales de producción, sino quizá sólo 6 horas. En
consecuencia, si él trabaja 14 horas, estas 14 horas suyas
representan sólo 10 horas de tiempo de trabajo
necesario, y en ellas se realizan solamente 10 horas de
tiempo de trabajo necesario. Consecuentemente tam-
bién el producto tiene sólo el valor de un producto de
10 horas de trabajo social general necesario. Si se tratara
de un trabajador autónomo, debería prolongar el tiempo
de trabajo. Si él trabaja como asalariado, por
consiguiente [trabaja] necesariamente también un
tiempo excedente, entonces, a pesar de toda prolon-
gación del tiempo de trabajo absoluto —el plustrabajo
medio para el capitalista se producirá sólo si su salario
cae por debajo del salario medio precedente, es decir del
mayor número de horas que trabaja— él mismo se
apropia de un número menor no porque su trabajo se
haya convertido en más productivo sino porque se ha
convertido en más improductivo, no porque produzca
la misma cantidad de producto en un menor tiempo de
trabajo sino porque la cantidad que le corresponde se ha
reducido.
El plusvalor = plustrabajo —tanto absoluto como
relativo— que el capital produce gracias al empleo de la
maquinaria no se origina en la capacidad de trabajo que
79
la maquinaria sustituye sino en la capacidad de trabajo
que la maquinaria utiliza. Según Baines «no se puede
construir, llenar de maquinaria y dotar con máquinas a
vapor e instalaciones de gas una industria algodonera de
primera calidad con menos de 100.000 £. Una máquina
a vapor de 100 caballos hará girar 50.000 husos, que
producirán 62.500 millas de hilo fino de algodón al día.
En una fábrica de este tipo 1000 personas hilarán la
misma cantidad de hilo que podrían hilar 250.000 que
trabajasen sin maquinaria» (S. Laing, The National
Distress, Londres, 1844, p. 75). En este caso el plusvalor
del capital no deriva del trabajo ahorrado de 250
personas sino de una persona que las sustituye; no de las
250.000 personas sustituidas sino de la 1000 ocupadas.
Es el plustrabajo de éstos el que se realiza en plusvalor.
No es el valor de uso de la máquina (y su valor de uso
es su sustitución de trabajo humano) lo que determina
su valor sino el trabajo exigido para su propia
producción. Y este valor suyo, que posee antes de su
empleo, antes de entrar en el proceso de producción, es
el único valor que ella, en tanto que maquinaria, agrega
al producto. Este valor el capitalista lo ha pagado al
adquirir la máquina.
Presuponiendo que las mercancías se venden a su
valor, el plusvalor relativo que el capital crea mediante
la maquinaria, así como el empleo de todos los recursos
que aumenta la fuerza productiva del trabajo y por lo
tanto disminuyen el precio de cada producto, consiste
simplemente en esto: que las mercancías necesarias para
la reproducción de la capacidad de trabajo resultan
baratas, que por lo tanto el tiempo de trabajo necesario
para la reproducción de la capacidad de trabajo, que es
sólo un equivalente del tiempo de trabajo contenido en
el salario, es reducido; en consecuencia [V-198] a igual
duración de la jornada laboral global, resulta prolongado
el tiempo de plustrabajo. (Se verifican algunas
80
circunstancias que modifican la situación, de las cuales
hablaremos enseguida). Esta reducción del tiempo de
trabajo necesario es un resultado que beneficia a la
producción capitalista en su conjunto y disminuye los
costos de producción de la capacidad de trabajo en
general porque, según lo presupuesto, en su
reproducción en general entra la mercancía producida
por la maquinaria. Sin embargo, esto no es un motivo,
para el capitalista individual, para introducir la
maquinaria (un resultado general que no resulta
particularmente conveniente).
En primer lugar: la introducción de la maquinaria, ya
sea que sustituya la industria artesanal (como por
ejemplo en la hilandería); y por consecuencia someta a
la producción capitalista sólo un ramo de actividad en
general; ya sea que revolucione (como en la fábrica
mecanizada) una manufactura precedentemente basada
en la simple división del trabajo; ya sea, en fin, que
suplante maquinaria precedente con maquinaria
perfeccionada y extienda el empleo de la maquinaria en
un taller a sus operaciones parciales que preceden-
temente no preveían el empleo de la maquinaria; en
todos estos casos prolonga, como se ha observado más
arriba, el tiempo de trabajo necesario para los obreros
aún baja el viejo modo de producción y prolonga su
jornada laboral global. Pero, por otra parte, reduce
relativamente el tiempo de trabajo necesario en los
talleres en los cuales se introduce por primera vez. Si
dos horas laborales del tejedor a mano luego de la
introducción del telar mecánico son ya iguales sólo a una
hora de trabajo socialmente necesario, ahora 1 hora de
trabajo del tejedor con telar mecánico, antes que el telar
mecánico se introduzca en la generalidad de este tipo de
tejidos, es mayor respecto de la hora de trabajo
necesario. Su producto tiene un valor superior al de una
hora de trabajo. Es como si fuera trabajo simple a una
81
potencia superior, o como si en ella se realizara trabajo
de tejeduría de calidad superior. Esto, en la medida en
la cual el capitalista que usa el telar mecánico vende el
producto de una hora de trabajo por debajo el nivel de
la vieja hora laboral, por debajo de su anterior valor
socialmente necesario pero por encima de su valor
individual, vale decir por encima del tiempo de trabajo
que él ha empleado para su fabricación con la ayuda del
telar mecánico. El obrero debe, en consecuencia,
trabajar menos horas para la reproducción de su salario,
su tiempo de trabajo necesario es reducido en la medida
en la cual su trabajo se ha convertido, en el mismo ramo,
en trabajo superior; por lo tanto el producto de una hora
de trabajo suya se vende por encima del producto,
digamos, de dos horas de trabajo del taller donde
domina todavía el viejo modo de producción. Si la
jornada laboral sigue siendo la misma —igualmente
larga— aquí el tiempo de plustrabajo aumenta a la par
que el tiempo de trabajo necesario disminuye. Este
mismo fenómeno sucedería en el caso de un aumento
de salario, siempre sobre la base del presupuesto de que
en las nuevas condiciones el obrero no emplee una parte
alícuota de la jornada igualmente grande que antes para
la sustitución de su salario o para la reproducción de su
capacidad de trabajo. Esta reducción del tiempo de
trabajo necesario es naturalmente temporaria y desapa-
rece apenas la introducción general de la maquinaría en
este ramo reduce el valor de la mercancía al tiempo de
trabajo contenido en ella. Sin embargo esto es al mismo
tiempo un estímulo para que el capitalista eleve, a través
de la introducción de nuevas y pequeñas mejorías, el
tiempo empleado por él por encima del nivel del tiempo
de trabajo generalmente necesario en la misma esfera
productiva. Esto es válido en cualquier ramo de la
producción en el que se emplee la maquinaria, y es
independiente del hecho de que las mercancías que se
82
producen entren en el consumo del mismo obrero.
En segundo lugar. La experiencia común nos
muestra que apenas la maquinaria se emplea capitalís-
ticamente —es decir apenas sale del estadio infantil, en
el cual originariamente aparece en numerosos ramos, o
sea como forma simplemente más productiva que el
viejo instrumento artesano, que sin embargo es todavía
usado en el viejo tipo de empresas [V-199] por
trabajadores independientes y por sus familiares—,
apenas ésta se autonomiza como una forma del capital
frente al trabajador, la jornada laboral global —el
tiempo de trabajo absoluto— no se reduce sino que se
prolonga. La consideración de este caso se hace en el
capítulo III. Pero aquí es necesario indicar los puntos
principales. Es necesario distinguir dos cosas. Primero,
las nuevas condiciones en las cuales se encuentra el
trabajador y que permiten a los capitalistas prolongar
violentamente el tiempo de trabajo. Segundo, los
motivos que impulsan al capital a realizar esta
operación.
Ad. 1] En primer lugar la forma transformada del
trabajo, su aparente ligereza, que vuelca sobre la
maquinaria todo esfuerzo muscular así como también la
habilidad. Por esta razón, antes que nada, la prolon-
gación no alcanza la imposibilidad física; en segundo
lugar se quiebra la oposición del obrero, a quien su
maestría aún dominante en la manufactura, pero ahora
quebrantada, no le permite más rebelarse; por el
contrario, esto permite al capitalista la sustitución de
obreros hábiles con obreros menos hábiles y por lo
tanto más sujetos a su control. Enseguida la nueva clase
de obreros que interviene como elemento determinante
transforma el carácter de todo el taller y, por su
naturaleza, es más dócil al despotismo del capital. Este
elemento es el trabajo de las mujeres y de los niños. Si a
través de la tradición la jornada laboral ha sido una voz
83
prolongada forzosamente, es necesaria una generación,
como en Inglaterra, antes de que los obreros sean
capaces de reconducirla a los límites normales. De este
modo, la prolongación de la jornada más allá de sus
límites naturales, el trabajo nocturno, es un resultado del
sistema de fábrica. «Las largas horas laborales, es
evidente, tienen su origen en la circunstancia de que se
recibió un número tan grande de niños desvalidos
procedentes de las distintas zonas del país (las
workhouses)8, que los patrones no dependían ya de los
obreros; en la circunstancia de que una vez que
establecieron la costumbre gracias al mísero material
humano que había obtenido de esa manera, la pudieron
imponer a sus vecinos con mayor facilidad» (J. Fielden,
The Curse of the Factory System, Londres, 1836, p. 11).
«El señor E., un fabricante, me informó que para
manejar sus telares mecánicos empleaba exclusivamente
mujeres; daba preferencia, decididamente, a las mujeres
casadas, y en especial a las que tenían en su casa
familiares que dependían de ellas; son más atentas y
dóciles que las solteras y están obligadas a los esfuerzos
más extremos para procurarse el sustento. De este
modo las virtudes, las virtudes peculiares del carácter de
la mujer, se desnaturalizan en detrimento de ella; así
todo lo que es más moral y tierno en su naturaleza se
convierte en medio para esclavizarla y atormentarla»
(Ten hours Factory Bill. The Speech of Lord Ashley, Londres,
1844, p. 201).
Fielden dice: «A medida que la maquinaria se ha ido
perfeccionando, la codicia de los patrones ha impulsado
a muchos de ellos a extraer de la mano de obra mucho
más trabajo del que por naturaleza está en condiciones
de realizar» (Fielden, op. cit., p. 34).
La avidez insaciable de trabajo ajeno (plustrabajo) no
84
es específicamente propia de quienes emplean la
maquinaria sino que es el motivo propulsor de toda la
producción capitalista. Ya que el manufacturero se
encuentra ahora en una mejor condición para seguir este
impulso, él lo deja todo, naturalmente, a su libre curso 9.
Sin embargo, se agregan aún circunstancias parti-
culares que le dan a este impulso un incentivo
completamente particular en el caso del empleo de la
maquinaria.
[V-200] La maquinaria, etc., se valoriza en un
periodo más largo, en el cual el mismo proceso laboral
se repite continuamente para la producción de nueva
mercancía. Este periodo se determina según un cálculo
medio, en base al cual el valor global de la maquinaria se
transfiere al producto. Mediante la prolongación del
tiempo de trabajo más allá de los límites de la jornada
laboral normal se reduce el periodo en el cual la
producción global sustituye al capital anticipado en la
maquinaria. Supongamos que el periodo sea de 10 años,
y de 12 horas de trabajo por día. Si se trabajan 16 horas
al día, es decir si la jornada se prolonga en 1/4, entonces
en una semana se tiene 1 día y 1/4 = 18 horas. Según lo
presupuesto: 90 horas por toda la semana. 18/90 = 1/5
de semana. Y de ese modo en 10 años se ahorraría 1/5;
por lo tanto 2 años. En consecuencia, en 8 años el
capital anticipado en maquinaria se habría amortizado.
O bien ésta se desgasta efectivamente en el tiempo.
Entonces el proceso de reproducción se acelera. En el
caso contrario —en el caso de que todavía sea capaz de
trabajar— aumenta la relación del capital variable con el
85
constante, porque este último contribuye todavía al
trabajo, sin tener que entrar, sin embargo, nuevamente
en el proceso de valorización. Por esta razón aumenta,
si bien no el plusvalor (que en general ya ha aumentado
como consecuencia de la prolongación del tiempo de
trabajo), ciertamente sí la relación de este plusvalor con
la suma total del capital adelantado, y por lo tanto la
ganancia. Además: con la introducción de la nueva
maquinaria se suceden las mejorías unas tras otras. Por
lo tanto una gran parte de la vieja maquinaria se
desvaloriza continuamente o resulta inutilizable del
todo antes de haber terminado su periodo de
circulación, es decir antes de que su valor reaparezca en
el valor de las mercancías. Cuando más reducido es el
periodo –de la reproducción, tanto menor es este
peligro y tanto mayor es la posibilidad para el capitalista,
luego que el valor de la maquinaria le retorna en un
término más breve, de introducir nueva maquinaria
perfeccionada y vender la vieja a buen precio, la cual
puede ser utilizada beneficiosamente por otro capita-
lista, ya que desde el comienzo entra en su producción
como representante de una menor magnitud de valor.
(En este sentido, se darán más detalles en el análisis del
capital fijo, donde deben también citarse los ejemplos
de Babbage).
Todo lo que se ha dicho no vale sólo para la
maquinaria sino también para todo el capital fijo, que
implica necesariamente el empleo de la maquinaria.
Sin embargo no se trata simplemente para el
capitalista de recuperar lo más rápido posible la masa de
valor anticipada en el capital fijo, de prevenir su
desvalorización y de poseerla nuevamente en una forma
disponible; se trata sobre todo del empleo provechoso
de este capital (de la gran masa de capital incorporado
en una forma en la cual, hasta que no se pone en
contacto con el género de trabajo vivo del cual
86
constituye el capital fijo, se degrada así en tanto que
valor de cambio que él deviene inútil en tanto que valor
de uso). Puesto que la parte de capital anticipada en el
salario se ha reducido mucho respecto del capital global,
y también especialmente respecto del capital fijo, y ya
que la seguridad de plusvalor depende no sólo de su tasa
sino también del número de las jornadas laborales
empleadas simultáneamente, mientras que la ganancia
depende de la relación de este plusvalor con relación al
capital total, se produce entonces una disminución de la
tasa de ganancia. Naturalmente, el medio más simple
para impedir esta reducción consiste en prolongar al
máximo el plusvalor absoluto mediante la prolongación
de la jornada de trabajo y hacer del capital fijo un medio
para apropiarse de la mayor cantidad posible de trabajo
no pagado. Si la fábrica queda inactiva, el fabricante
considera este hecho como si los obreros le robaran, ya
que en el capital fijo su capital ha recibido una forma en
la cual depende directamente del trabajo ajeno. Todo
esto lo expresa muy ingenuamente el señor Senior,
quien todavía en el año 1837 creía que [V-201], con el
desarrollo de la maquinaria, la jornada de trabajo —y
por tanto el tiempo de trabajo absoluto— debía
necesariamente crecer y aumentarse.
Senior, agregando al respecto una referencia a la
autoridad de Ehren-Ashworth, dice:
«La diferencia entre las horas de trabajo usuales en
las hilanderías de todo el mundo y en otras ocupaciones
deriva de dos razones: 1] la gran preponderancia del
capital fijo, en proporción al capital circulante, hace
deseable una larga jornada laboral» (Senior, Letters on the
Factory Act etc., Londres, 1837, p. 11). Con el continuo
aumento del capital fijo respecto del capital circulante
«Se intensifican los estímulos para prolongar la jornada
de trabajo que serán mayores, ya que es éste el único
medio para volver lucrativa una gran masa de capital
87
fijo. “Cuando un trabajador agrícola deja la pala —me
ha dicho el señor Ashworth— vuelve inútil durante ese
periodo un capital de peniques. Cuando uno de nuestros
hombres deja la fábrica, vuelve inútil un capital que ha
costado 100.000 £”» (ibid., p. 14), ¡Volver inútil! La
maquinaria existe justamente —tan grande es el capital
en ella anticipado —para estrujar trabajo. En efecto, ¡él
comete un gran delito respecto de un capital que ha
costado 100.000 £ sólo saliendo de la fábrica! Aquí se
origina el trabajo nocturno; «a continuación nuestras
fábricas han trabajado comúnmente 80 horas a la
semana» (ibid.).
«Una máquina de vapor o de otro tipo, que no
trabaja durante algunas horas o durante algunos días a
la semana, son fuerzas perdidas. Si trabajan todo el día
producen más, y más todavía si trabajan día y noche» (J.
G. Courcelle-Seneuil, Traité theorique et pratique des
entreprises industrielles, etc., 2da. ed., París, 1857, p. 48).
«Las primera máquinas para la fabricación del tul
resultaban muy caras en la primera adquisición de 1000
a 1200 £. Los poseedores de esta máquina compren-
dieron que ella fabricaba más. Pero como el tiempo de
trabajo de los obreros estaba limitado en 8 horas, él no
podía luchar, con relación al precio, con el viejo modo
de fabricación. Esta desventaja derivaba de la
considerable suma que costaba la primera instalación de
la máquina. Pero rápidamente los fabricantes observa-
ron que con el mismo desembolso de capital original y
un pequeño agregado (cuota suplementaria) a su fondo
para gastos podría hacer trabajar las mismas máquinas
durante 24 horas» (Babbage, op. cit., p. 279).
[V-206] «Es de todo punto de vista evidente que con
las alzas y bajas del mercado y las expansiones y
contracciones alternadas de la demanda, constante-
mente se darán ocasiones en que el fabricante podrá
emplear capital circulante adicional sin que tenga que
88
emplear capital fijo [...] siempre que se puede elaborar
cantidades adicionales en materia prima sin gastos
adicionales en edificios y maquinarias» (S. Torrens, On
Wages and Combination, Londres, 1839, p. 64).
Esto en general es una ventaja ligada .al
prolongamiento del tiempo de trabajo, sin necesidad de
efectuar un gasto adicional en edificios y maquinarias.
[V-201] En tercer lugar. En la medida en que el
empleo de la maquinaria reduce el tiempo de trabajo en
el cual se puede producir la misma mercancía, ella
disminuye el valor de la mercancía y torna al trabajo más
productivo, porque suministra más producto en el
mismo tiempo. Hasta aquí la maquinaria afecta
solamente la fuerza productiva del trabajo normal. Pero
una determinada cantidad de tiempo de trabajo se
presenta tanto antes como después en la misma
magnitud de valor. Por esta razón, apenas la
competencia ha reducido a su valor el precio de la
mercancía producida con la maquinaria, el empleo de la
maquinaria puede aumentar el plusvalor, la ganancia [V-
202] del capitalista, en la medida en que, por la
disminución del precio de la mercancía, se reduce el
valor del salario, o sea el valor de la capacidad de trabajo,
o el tiempo necesario para su reproducción.
Sin embargo aquí se agrega la circunstancia gracias a
la cual, aun sin la prolongación de la jornada de trabajo,
el empleo de la maquinaria aumenta el tiempo de trabajo
absoluto y por lo tanto el plusvalor absoluto. Esto
sucede, por decirlo así, a través de la condensación del
tiempo de trabajo, ya que cada fracción de tiempo se
ocupa con más trabajo; la intensidad del trabajo crece;
mediante el empleo de la maquinaria no sólo aumenta la
productividad (y por lo tanto la calidad) del trabajo sino
también la cantidad de trabajo en un determinado
intervalo de tiempo. Por decirlo de alguna manera, los
poros del tiempo se constriñen por la comprensión del
89
trabajo. A causa de esto 1 hora de trabajo representa
quizá la misma cantidad de trabajo que 6/4 de hora de
trabajo medio en el cual no se emplea ninguna máquina,
o no se emplea una maquinaria de la misma perfección.
En efecto, allí donde la maquinaria ha [sido] ya
introducida, a las mejorías que reducen el número de
obreros en relación a la masa de las mercancías
producidas y a la maquinaria empleada le acompaña la
circunstancia de que el trabajo del obrero individual, que
sustituye 1 o 2, aumenta con el perfeccionamiento de la
maquinaria; en consecuencia la maquinaria lo pone en
condiciones de hacer, solo, lo que antes hacían 2 o 3,
obligándolo a aumentar su trabajo y a llenar de trabajo
más intensamente cada fracción de tiempo. La
capacidad de trabajo se desgasta de ese modo más
rápidamente en la misma hora de trabajo.
Véase sobre todo cómo en los distintos periodos los
autores de los informes sobre el trabajo de fábrica
hablan del aumento del trabajo que acompaña al
mejoramiento de la maquinaria. Esto deriva, de un lado,
de la mayor velocidad de la máquina a la cual el obrero
está obligado a seguir; del otro, de la mayor cantidad de
trabajo realizado por las máquinas que cada trabajador
debe vigilar, como por ejemplo cuando se aumenta el
número de los husos de una mule se agregan doble fila
de husos (double decking), o un tejedor debe controlar 2 o
3 telares mecánicos en vez de 1.
«Comparado con lo que ocurría antes, el trabajo que
se ejecuta en las fábricas se ha acrecentado
considerablemente a causa de la atención y actividad
mayores exigidas al obrero por la mucho mayor
velocidad de las maquinarias que deben vigilar niños, en
comparación con la de 30 o 40 años atrás» (J. Fielden,
The Curse of the Factory System, Londres, 1836, p. 32). Esta
anotación es por lo tanto de 1836. John Fielden era, él
mismo, un fabricante.
90
Lord Ashley (ahora conde Shaftesbury) afirmó en su
discurso del 15 de marzo de 1844 sobre la ley de las 10
horas:
«El trabajo de quienes se ocupan en los procesos
fabriles es actualmente tres veces mayor que cuando se
iniciaron tales operaciones. La maquinaria, no cabe
duda, ha ejecutado una tarea que remplaza los tendones
y músculos de millones de personas, pero también ha
aumentado prodigiosamente el trabajo de los hombres
regidos por su terrible movimiento» (op. cit., p. 6).
«El trabajo consistente en seguir el vaivén de un par
de mules durante 12 horas, para hilar hebra núm. 40,
exigía en 1815 recorrer una distancia de 8 millas. En
1832 la distancia que se debía recorrer siguiendo un par
de mules durante 12 horas, para hilar el mismo número,
ascendía a 20 millas y a menudo más. Pero la cantidad
de trabajo realizado por el obrero que sigue las mules no
se limita sólo a la distancia recorrida. En 1835 el
hilandero, durante las 12 horas, tenía que hacer 820 de
descarga en cada mules, lo que daba para las separaciones
un total de 1640. En 1832 el hilandero, durante su
jornada laboral de 12 horas, estaba obligado a hacer 2
200 de esas operaciones en cada mule, o sea en total
4400; en 1844, según un resumen suministrado por un
hilador experto, el obrero cumple en el mismo periodo
de tiempo 2400 separaciones por mules: por un total de
4800 separaciones en el [V-203] curso de la jornada; en
algunos casos la cantidad de trabajo exigido es inclusive
mayor» (pp. 6-7).
«Tengo aquí un documento firmado por 22 obreros
hiladores de Manchester, en el cual afirman que 20
millas es el mínimo de la distancia recorrida y afirman
que ha sido aún mayor. Tengo aquí, en mis manos, otro
documento de 1842, en el que se demuestra que el
trabajo está progresivamente aumentando, y no sólo
porque debe recorrerse una distancia mayor, sino
91
porque se aumenta la cantidad de mercancías
producidas mientras que decrece proporcionalmente el
número de la mano de obra, y además porque ahora
suele hilarse algodón de calidad inferior, que exige más
trabajo» (ibid., pp. 8-9).
«En el taller de cardado se verifica también un gran
aumento del trabajo. Un hombre hace: ahora la labor
que antes estaba repartida entre dos. En la tejeduría,
donde están atareadas gran cantidad de personas,
principalmente mujeres [...], el trabajo ha aumentado
holgadamente en un 10%, en virtud de la mayor velo-
cidad de la maquinaria. En 1838 se hilaban semanal-
mente un número de 18.000 hanks [madejas]; en 1843
ese guarismo ascendía 2.210.00. Y mientras que en 1819
el número de picks [lanzadas] en el telar de vapor era de
60 por minuto, en 1842 esa cantidad ascendía a 140, lo
que revela un gran incremento del trabajo, porque para
el mismo se exigen más cuidado y atención» (ibid., p- 9).
Mientras la maquinaria permite al fabricante vender
la mercancía por encima de su valor individual, es válido
lo que sigue, que demuestra que también en este caso el
plusvalor deriva del acortamiento del tiempo necesario,
lo que en este caso es una forma de plusvalor relativo:
«La ganancia de una persona no depende de su
disposición del producto del trabajo de los otros, sino
de su dominio sobre el trabajo mismo. Si (con el
aumento de los precios monetarios de la mercancía)
puede vender sus bienes a un precio más alto, mientras
que el salario de sus obreros permanece invariado,
claramente obtiene un beneficio del aumento, ya sea que
suban o no los demás bienes. Para poner en movimiento
el trabajo es suficiente una menor proporción de lo que
produce y una proporción mayor, en consecuencia,
queda para él” (Queélines of Polit,. Economy [de un
malthusiano]. etc., Londres, 1832, pp. 49-50).
Los Factory Reports demuestran que en los ramos de
92
la industria que (hasta abril de 1860) estaban sujetos a
las Act las fábricas, en las cuales, por lo tanto, el trabajo
semanal se había reducido por ley a 60 horas, los salarios
no disminuyen, sino en general aumentan (en 1859
comparado con 1839), mientras que seguramente
disminuyeron en las fábricas en las cuales todavía “el
trabajo de los niños, de los jóvenes y de las mujeres no
estaba sometido a limitaciones”. Aquí se trata de
“trabajo de impresión, blanqueo y tintura, en los que
hasta 1860 las horas de trabajo siguen siendo las mismas
que hace 20 años, en las cuales las personas protegidas
por las disposiciones de las Act sobre las fábricas son
empleadas a veces por 14 o 15 horas al día” 10. En las
fábricas del primer tipo la producción ha aumentado
proporcionalmente más que antes y, al mismo tiempo,
como demuestra la rápida extensión de las fábricas
[aumentó], la ganancia del fabricante.
«Los grandes perfeccionamientos introducidos en
máquinas de todo tipo han acrecentado considera-
blemente su fuerza productiva. Para estos perfecciona-
mientos, sin ninguna duda, ha dado un estímulo,
especialmente en lo que se refiere a la mayor velocidad
de las máquinas en un determinado tiempo, la limitación
de los horarios de trabajo. Estos perfeccionamientos y
la aplicación más precisa que los obreros son capaces de
dar han tenido este efecto [...], que en un tiempo más
corto se realizara tanto trabajo como el que se realizaba
anteriormente en horarios más largos» (Factory Reports.
For the half year ending October 31, 1852, p. 10. Véase
Reports for-the half year ending 30th April 1860, pp. 30ss.).
[V-204] El fenómeno por el cual la ley de las diez
93
horas no ha reducido la ganancia del fabricante inglés, a
pesar de la reducción de la jornada de trabajo, se explica
por dos motivos:
1] Que la hora laboral inglesa es superior a la del
continente, que en relación con ésta ella representa
trabajo más complejo (por lo tanto la relación del
fabricante inglés con el extranjero equivale a la relación
de un fabricante que introduce nueva maquinaria con su
competidor). «Si todas las demás cosas se mantienen
igual, el fabricante inglés puede ejecutar en un tiempo
dado una cantidad considerablemente mayor de trabajo
que un fabricante extranjero, lo bastante para compen-
sar la diferencia entre las jornadas laborales, aquí de 60
horas por semana y en otras partes de 72 a 80; y los
medios de transporte en Inglaterra permiten al
fabricante cargar las mercancías sobre los trenes casi en
el mismo lugar donde surge la fábrica, donde pueden
exportarse por mar casi directamente» (Reports of Insp. of
Factories. 31 Oct. 1855, Londres, 1856, p. 65).
94
condensada tiene sus límites. Es dudoso que la masa de
trabajo que ahora se suministra en las fábricas sometidas
a la ley de las diez horas sería en general posible, por 12
horas por ejemplo, con la misma intensidad.
«Los patrones no retendrían, sin necesidad, dos
turnos de niños menores de 13 años. Hoy en día un
grupo de fabricantes, los de hilo de lana, de hecho raras
veces emplean niños de menos de 13 años, esto es, de
los que trabajan media jornada. Han introducido
diversos tipos de maquinaria nueva y perfeccionada, la
cual hace totalmente innecesaria la utilización de niños;
por ejemplo. Para ilustrar, gracias a la adición a las
máquinas existentes de un aparato llamado máquina de
añadir, un muchacho puede ejecutar el trabajo de 6 o 4
de los que trabajan media jornada, según las
particularidades de la máquina [...] el sistema de la media
jornada ha cumplido un papel para estimular la
invención de la máquina de añadir» (Factory Reports of the
half year ending 31 Oct. 1858, Londres, 1858, pp. 42-43).
En todo caso, este efecto de la disminución del
tiempo de trabajo absoluto nos muestra cómo los
fabricantes proyectan medios para prolongar el tiempo
de plustrabajo relativo y abreviar el tiempo necesario.
Simultáneamente nos muestra cómo la maquinaria no
solamente permite a uno solo hacer el trabajo de
muchos sino que aumenta [también] el volumen de
trabajo que se le exige, atribuyendo por lo tanto a la hora
de trabajo un valor superior y disminuyendo así el
tiempo relativamente necesario para el obrero mismo a
los fines de la reproducción del salario.
[V-205] Esto sucede, como se ha dicho, gracias al
aumento de la velocidad de la máquina y a la mayor
cantidad de maquinaria en funcionamiento que cada
trabajador debe vigilar. Este resultado se logra porque
—en parte a través de una distinta construcción de la
máquina que produce la fuerza motriz— una máquina
95
del mismo peso, con costos relativa y con frecuencia
absolutamente reducidos, pone en movimiento, y en un
movimiento más veloz, una masa más grande de
maquinaria.
«Los hechos verificados por el último informe de
1856 son que el sistema fabril se expande a gran
velocidad; que aunque en relación a la potencia se
emplea el mismo número de brazos que se empleaba en
periodos precedentes; en proporción a la maquinaria ha
decrecido el número; que la máquina de vapor, gracias a
la economía de fuerza y a otros métodos, impulsa un
peso mayor de máquinas y que se efectúa una cantidad
mayor de labor debido a las mejoras introducidas en las
máquinas de trabajo, los métodos de fabricación
perfeccionados, la mayor velocidad de la maquinaria y
otras muchas causas» (Factory Reports for the half year ending
31st Oct. 1856, p. 20). «En el Report para octubre de 1852,
el Sr. Horner cita [...] una carta del Sr. Jas I. Nasmyth, el
afamado ingeniero civil de Paticraft, cerca de
Manchester, que explica la naturaleza de los recientes
perfeccionamientos aportados a la máquina a vapor, que
logran que la misma máquina realice más trabajo con
menos consumo de combustible [...] “Sería muy fácil
obtener un informe forzado del aumento de la
prestación o del trabajo hecho por las mismas máquinas
a las cuales se les ha incorporado todos estos
perfeccionamientos o algunos de ellos; tengo confianza,
sin embargo, que si pudiéramos tener un informe exacto
el resultado demostraría que de la maquinaria a vapor
del mismo peso obtenemos ahora en media por lo
menos el 50% de trabajo de más y que [...] en muchos
casos las mismas máquinas a vapor que en los tiempos
de la limitada velocidad de 220 pies al minuto
desarrollaban 50 caballos de fuerza, hoy desarrollan más
de 100”».
«El informe de 1838 —dice Horner (Report. 31 Oct.
96
1856)— daba el número de las máquinas a vapor y de
ruedas hidráulicas, con la cantidad de caballos vapor
empleados. En ese tiempo los cálculos representaban
una estimación de la potencia efectivamente empleada
mucho más precisa de lo que logran los informes de
1850 o de 1856. Las cifras dadas en los Informes son
todas cifras de la potencia nominal de las máquinas y de
las ruedas, no de la potencia efectivamente empleada o
posible de ser empleada. La moderna máquina a vapor
de 100 caballos es posible de ser accionada con una
fuerza mucho mayor que la de tiempo atrás, debido de
los perfeccionamientos aplicados en su construcción, en
su capacidad y en la construcción de calderas, etc., y de
ese modo la potencia nominal de una moderna máquina
a vapor para manufacturas no puede considerarse más
que como un índice a partir del cual se deben calcular
sus verdaderas posibilidades» (op. cit., pp. 13-14).
En cuarto lugar: sustitución de la cooperación simple
por la maquinaria.
La maquinaria, así como elimina o revoluciona la
cooperación que se ha desarrollado por la división del
trabajo, de la misma manera elimina o revoluciona en
muchos casos la cooperación simple. Por ejemplo,
cuando operaciones como la siega, la siembra, etc., que
exigen el empleo simultáneo de muchos brazos, se
sustituyen por máquinas sembradoras o segadoras. Lo
mismo sucede con la uva, cuando la prensa mecánica
sustituye a las pisadas con los pies. No ocurre otra cosa
cuando la máquina a vapor se emplea para levantar los
materiales de construcción hasta el techo del edificio, o
en los lugares altos donde deben ser utilizados [V-206].
«La huelga de los obreros de la construcción de
Lancashire (1833) introdujo una curiosa aplicación de la
máquina a vapor. Esta máquina se emplea ahora en
algunas ciudades, en lugar del trabajo manual, para
levantar los distintos materiales de construcción hasta la
97
parte más alta de los edificios donde se los quiere
utilizar» (Character, Object and Effects of Trades Union etc.,
Londres, 1834, p. 109).
En quinto lugar. Invención y utilización de la
maquinaria contra huelgas, etc., contra las reivindi-
caciones de aumento de salarios. Las huelgas se realizan
para esto: para impedir la reducción del salario, para
lograr un aumento del salario o para fijar los límites de
la jornada laboral normal. En ellas se trata siempre de
contener dentro de ciertos límites la masa absoluta o
relativa del tiempo de plustrabajo o de lograr que el
trabajador mismo se apropie de una parte suya. Contra
esto el capitalista utiliza la introducción de la
maquinaria. Aquí la máquina aparece directamente
como medio para abreviar el tiempo de trabajo
necesario; aparece también como forma del capital —
medio del capital— poder del capital—sobre el tra-
bajo— para reprimir toda prestación de autonomía por
parte del trabajo. Aquí la maquinaria entra en escena
también intencionalmente como forma del capital hostil
al trabajo. Los selfactors, en la hilandería las wool-combing
machines, el condenser en lugar de la slubbing machine
accionada a mano (incluso en el tejido de la lana), etc.,
son todas máquinas inventadas para reprimir las
huelgas.
[V-207] Igualmente el aparato automático para las
operaciones de tintura y de enjuague descubierto “bajo
el influjo opresor de estas mismas confederaciones
despóticas” (es decir de las asociaciones de los trabaja-
dores) (aquí se habla de los estampados de algodón,
donde se emplean cilindros con incisiones movidos por
el vapor, cilindros con los cuales se estampan
simultáneamente 4-6 colores). Refiriéndose a la
invención de una nueva máquina textil, Ure afirma: «De
ese modo la horda de los descontentos, que
atrincherados tras de las viejas líneas de división del
98
trabajo se creían invencibles, se vio entonces asaltada
por los flancos, con sus medios de defensa aniquilados
por la moderna táctica de los maquinistas. Tuvo que
rendirse a discreción» (op. cit., p. 142).
[V-206] El resultado de esta nueva máquina consiste
en convertir en completamente superfluo el trabajo
precedente (como el hilador por obra del selfactor), o en
reducir el número de los trabajadores necesarios, o en
simplificar el nuevo trabajo (como el del comber con las
combing machines) respecto del precedente. «La causa más
frecuente de las huelgas en la industria del algodón ha
sido la introducción de la maquinaria perfeccionada y
especialmente la ampliación de las mules gracias a las
cuales el número de los husos que un hilador es capaz
de atender ha ido creciendo continuamente [...] cuando
introduce esa maquinaria perfeccionada en su
establecimiento un patrón estipula con sus hiladores
pagarles menos por pieza, pero siempre a un porcentaje
tal que, a causa de la mayor potencia de la máquina, sus
ganancias semanales aumenten en vez de disminuir [...]
Pero este contrato es perjudicial para los patrones y para
los obreros en la manufactura donde la máquina
perfeccionada todavía no ha sido introducida»
(Character, object and effects of Trades Unions etc., Londres,
1834, pp. 17-18).
«En 1829, una huelga grave. Poco antes de este
periodo numerosos patrones habían instalado mules con
capacidad de 4500 husos, que permitían a los hiladores
que trabajaban en ellas recibir por una determinada
cantidad de trabajo una suma inferior en la proporción
de 3-4 y al mismo tiempo ganar como mínimo un salario
igual a los de aquellos que estaban empleados con la
vieja maquinaria. 21 hilanderías y 10.000 personas
estuvieron reducidas a la inacción durante 6 meses a
causa de esta huelga (ibid., p. 19). La huelga (1833) en
los establecimientos de los señores Hindes y Derham
99
(Westrinding de Yorshire), provocó la invención de una
máquina para peinar la lana que hizo absolutamente
superfluo el trabajo de esta clase de obreros, que eran
los principales instigadores de la huelga, dándole a su
organización sindical un golpe del cual no se recupe-
raron jamás» (pp. 61-62) [484].
[V-207] Lo mismo que: «la introducción del vapor
como antagonista de la energía del hombre» (Peter
Garkell, Artisans and Machinery etc., Londres, 1836, p. 23).
«La mano de obra sobrante permitirá a los patrones de
manufactura disminuir la tasa del salario: pero la certeza
de que una reducción considerable sería inmediata-
mente seguida de pérdidas a causa de las huelgas, los
paros, prolongadas detenciones y otros distintos
obstáculos que se superpondrían entre sí, les hace
preferir el proceso más lento de perfeccionamiento de
las máquinas, gracias al cual mientras pueden triplicar la
producción no tienen sin embargo necesidad de nuevos
obreros» (ibid., p. 314).
«Los obreros de las fábricas harían bien en recordar
que su trabajo es un trabajo cualificado de especie
inferior, que no hay otros que se puedan conseguir con
mayor facilidad o que, en relación a la calidad, están
mejor recompensados o que con un breve adiestra-
miento de la persona menos experta y capaz puede ser
reclutado con mucha abundancia y en un tiempo breve».
«Las máquinas del patrón, en efecto, desempeñan un
papel mucho más importante para la producción que el
trabajo y la habilidad del obrero; ésta puede ser
adquirida en seis meses por cualquier campesino» (The
Master Spinners and Manufacturers, Defence Fund. Report of
the Committee appointed for the receipt and apportionment of this
fund to the Central Association of Master Spinners and
Manufacturers, Manchester, 1854, pp. 17, 19).
Con referencia al “hombre de hierro” (self-acting mule)
Ure dice: «Cuando el capital enrola la ciencia a su
100
servicio, la mano rebelde del trabajo aprende siempre a
ser dócil».
«La necesidad de agrandar las máquinas para hilar,
necesidad creada por los estatutos de las asociaciones de
los obreros, ha dado rápidamente un extraordinario
impulso a la ciencia mecánica [...] Redoblando el tamaño
del telar mule-jenny, el propietario puede deshacerse de
los obreros mediocres o rebeldes y ser de nuevo patrón
de su casa, cosa que es una gran ventaja» (Ure, op. cit.,
t. TI, p. 134). Este expediente tiende «a aumentar, o al
menos a mantener le paga dé cada hilador, pero dismi-
nuyendo el número de obreros necesarios para la misma
cantidad de producto; de modo que aquellos que
estaban ocupados prosperaban, mientras las masas de
los obreros sufrían» (ibid., pp. 133, 134). «El hombre de
hierro [...] creación destinada a restablecer el arden entre
las clases industriales» (ibid., p. 138).
«Los primeros industriales, que debían confiarse
completamente en el trabajo manual de sus obreros,
sufrían periódicamente graves e inmediatas pérdidas por
obra del espíritu rebelde de aquellos, que elegían el
momento justo y ventajoso, cuando el mercado presio-
naba de manera particular, para hacer valer sus
reivindicaciones [...] Se acercaba rápidamente una crisis
que impedía el crecimiento de la industria, si el vapor y
sus aplicaciones mecánicas desviaran de golpe la
corriente revirtiéndola contra los obreros» (Gaskell, op.
cit., pp. 34-35).
[V-208] En sexto lugar. Pretensión de los obreros de
apropiarse en parte de la productividad de su trabajo
creada por la maquinaria.
«Las Trade Unions, en su inquietud por mantener el
salario a su nivel, se esfuerzan por obtener una parte de
las ganancias debidas al perfeccionamiento de la
maquinaria [...] porque el trabajo se ha abreviado [...] en
otros términos, ellos tratan de imponer una suerte de
101
tasa sobre los perfeccionamientos técnicos» (On
Combination of Trades, nueva ed. Londres, 1834, p. 42). El
principio de regular el salario adecuándolo a las
ganancias supuestas del patrón, y que implica la
reivindicación de una remuneración más alta en razón
de la maquinaria perfeccionada, es absolutamente
inadmisible. La aplicación de este principio no está
limitada, sin embargo, a un solo tipo de ganancia. Los
tintoreros, el 7 de agosto de 1824, comenzaron una
huelga; explicaban en un manifiesto que sus patrones
habían obtenido aumento de precio por la tintura
superior al aumento pretendido por ellos [...] los salarios
cambian así completamente su carácter, y absorben la
ganancia o devienen una tasa ad valorem sobre las
ganancias (ibid., pp. 43, 44).
En séptimo lugar. Mayor continuidad del trabajo.
Utilización de los saldos. Ni bien se suministra más
materia prima, con el auxilio de la maquinaria se puede
trabajar más en la fase terminal.
La continuidad del trabajo crece en general con el
empleo de la maquinaria (del capital fijo en general).
Además: porque la máquina proporciona más
copiosamente el abastecimiento de materia de trabajo a
los ramos de la industria para los cuales su producto
sirve de materia prima. Por ejemplo, en el siglo XVIII
los tejedores a mano habían sufrido siempre la
imposibilidad de abastecerse de material (hilo) para su
trabajo. Bajo este aspecto se determinaba una
considerable inactividad ¡y ellos sufrían “privaciones”!
[453] «Esto que se ha ganado ahora a través del progreso
de la máquina hiladora no deriva de un aumento en la
tasa de remuneración del trabajo, sino de un mercado
generalmente mal abastecido y de una producción de
hilados constantemente en aumento y que los hacía
capaces de trabajar a toda su capacidad» (Gaskell, op.
cit, p. 27). Éste es un resultado fundamental de la
102
maquinaria: «Esta posibilidad de trabajar ininterrum-
pidamente a toda capacidad en el mismo sector». Para
un pequeño trabajador autónomo sería la posibilidad de
trabajar a plena capacidad. Para el capitalista es la
posibilidad de hacer trabajar a plena capacidad a otras
personas.
Lo que la máquina hiladora representa para el tejido
con la suministración de su hilo, lo representa
igualmente el descubrimiento de la cotton gin (desmon-
tadora de algodón) por obra de Eli Whitney
(Connecticut, 1793) suministrando el algodón al hilador.
El propietario de las plantaciones poseía suficientes
esclavos negros para sembrar una gran cantidad de
algodón, pero no poseía suficientes para separar la fibra
de las semillas. Por lo tanto, esta reducía en forma
sensible la cantidad de producto en bruto y aumentaba
los costos, por ejemplo de una libra de algodón. «Para
una separación perfecta de una libra de algodón de la
semilla se necesitaba una jornada de trabajo promedio
[...] La Invención de Whitney hizo posible para el dueño
de la gin separar completamente de la semilla 100 libras
de algodón al día; desde entonces la eficacia de la gin ha
aumentado aún más».
[V-209] La misma cosa en las Indias.
«La otra desgracia de la India es una que resulta
inesperado encontrar precisamente en un país que
exporta más trabajo que cualquier otro país en el
mundo, con excepción tal vez de la China y de
Inglaterra: la imposibilidad de procurarse un número
suficiente de brazos para la cosecha del algodón. La
consecuencia es que una gran cantidad de cereales no se
recogen, mientras que otra buena parte se recoge del
suelo cuando se ha caído, y naturalmente está
manchada, y en parte arruinada, de modo que por falta
de trabajadores en la estación justa, el cultivador está
obligado a adaptarse a la pérdida de buena parte de la
103
cosecha que en Inglaterra se busca muy ansiosamente»
(Bengal Hurkaru, Bi-Monthly Overland Summary of News,
22nd Jule 1861). «Una chunka normal hecha funcionar
por un hombre y una mujer producía 28 libras al día. La
chunka del doctor Forbes, que hacen funcionar dos
hombres y un muchacho, produce 250 al día». (Bombay
Chamber of Cammerce Report for 1859-60, p. 171).
«Dieciséis de estas máquinas (las nombradas por
último), movidas por bueyes, recogían una tonelada de
algodón al día, o sea que ejecutan en un día la tarea
media que antes, en el mismo lapso, efectuaban 750
personas» (Paper read before Society of Arts an the 17th April
1861).
Gracias a la maquinaria se pueden trabajar materias
demasiado arruinadas para ser transformadas con el
trabajo manual. «La demanda de tejidos de lana baratos
en el oeste de Yorkshire impulsó de manera
extraordinaria este tipo de productos, en el que la
economía realizada no consiste tanto en un
perfeccionamiento mecánico ni en un ahorro de trabajo
sino en el empleo de un copo de calidad inferior y de
trapos de lana que una potente maquinaria devuelve a la
condición originaria de la lana y, en consecuencia,
hilados para telas de calidad inferior o, mezclados a la
lana nueva, hilados para telas de mejor calidad. Esta
manufactura no está difundida en ningún país como en
Inglaterra, aunque es igualmente importante en Bélgica»
(Reports of Inspectors of factories for 31 Oct. 1855, Londres,
1956, p. 64).
«Con frecuencia hay un gran ahorro de material,
como en el pasaje del corte de la madera con las hachas
al corte con la sierra; y, aún más, el trabajo de los agentes
naturales es mucho más barato que muchos artículos
que de otro modo no tendrían ningún valor y que ahora
merecen la atención dado que pueden dotarse, con
beneficios, con alguna forma de valor» (F. Wayland, The
104
Elements of P. E., Boston, 1843, pp. 72-73).
Además, en la producción en gran escala los residuos
son tantos que pueden convertirse ellos mismos en un
artículo de comercio de poca importancia, tanto para la
agricultura como para los demás ramos de la industria.
[V-210] En octavo lugar. Sustitución del trabajo.
«Cuando las industrias se perfeccionan, esto no
significa otra cosa que el descubrimiento de nuevas vías
por las que se puede producir una mercancía con menos
gente o (lo que es lo mismo) en menos tiempo que
antes» (Galiani, Della Moneta, p. 158 [159], Custodi, parte
moderna).
Esto es válido tanto para la cooperación simple
como para la división del trabajo e inclusive para la
maquinaria —para la fabricación de un producto menos
gente y menos tiempo resultan idénticos. Si uno en una
hora puede hacer lo que antes hacía en dos, entonces
uno puede hacer en una jornada de trabajo lo que antes
hacía en dos; por consiguiente aquello para lo cual antes
eran necesarias dos jornadas de trabajo simultáneas. Por
lo tanto, todos los medios con los cuales se reduce el
tiempo de trabajo necesario de un obrero conllevan
simultáneamente una disminución del número de
obreros necesarios para producir el mismo efecto.
Ahora, ¿con el empleo de la maquinaria hay sólo una
diferencia de grado, en esta disminución, o interviene
algo que es específico? Steuart (Sir James), Principles of
Pol. Econ., libro I, cap. XIX, dice: «Considero pues a las
máquinas como medios para aumentar (virtualmente) el
número de personas industriosas que no hay obligación
de nutrir». De la misma forma él plantea el mismo
interrogante: «¿En qué aspecto el efecto de una máquina
es distinto al de nuevos habitantes?» (Ibid.)
105
CUADERNO XIX. CONTINUACIÓN DEL
CUADERNO V (LAS MÁQUINAS, ETC) 11.
107
Ni bien un mismo tipo de trabajo o, mejor aún, ni
bien las distintas fases de la elaboración que se efectúa
en la producción de un determinado producto o de una
determinada mercancía se diversifican, se descubre que
la facilidad de su ejecución depende de determinadas
modificaciones aportadas a los instrumentos que
anteriormente se destinaban a diferentes usos. En qué
dirección debe orientarse la modificación resulta claro
con la experiencia y con aquellas particulares dificul-
tades que poco a poco plantea la forma aún no
modificada. La diferenciación, la especialización y la
simplificación de los instrumentos de trabajo tienen por
lo tanto el mismo origen que la división del trabajo; si
no fuese de esta manera, sería necesario un
conocimiento a priori de las leyes de la mecánica, etc.
Darwin (véase la cita) hace la misma consideración a
propósito de la especialización y de la diferenciación
inclusive de los órganos de los seres vivos.
La diferenciación es la distinción de las formas y, al
mismo tiempo, la consolidación de las mismas.
La especialización consiste en el hecho de que el
instrumento que se utiliza para un determinado empleo
actúa únicamente en el ámbito de este último. Tanto la
diferenciación como la especialización encierran dentro
de sí la simplificación de los instrumentos, los cuales no
deben ser nada más que un medio para realizar una
operación simple y uniforme.
La diferenciación, la especialización y la simplifi-
cación de los instrumentos de trabajo, nacidos de la
división del trabajo en la industria manufacturera, que a
su vez se basa sobre esta misma división, y los
mecanismos construidos para efectuar operaciones muy
simples, teniendo en cuenta justamente las primeras
tres, están entre los más importantes presupuestos
tecnológicos y materiales del desarrollo de la produc-
ción mediante la máquina, en cuanto elementos que
108
revolucionan los métodos y las relaciones de
producción.
[XIX-1160] Por consiguiente, en un cierto sentido
dice muy bien Babbage: «En lo que se refiere a la
división del trabajo, cada operación se reduce al empleo
de un solo instrumento simple, justamente la unión de
todos estos instrumentos simples, puestos en
movimiento por un solo motor, es lo que constituye la
máquina» (Ch. Babbage, Traité sur l’economie des machines
et des manufactures, París, 1833, p. 230).
Lo que aquí nos interesa destacar no es sólo la
reducción de “cada operación, al empleo de un solo
instrumento simple” sino también aquello que en esta
reducción se esconde, es decir la creación de estos
instrumentos simples, producida por la división del
trabajo.
Entre los especialistas ingleses de mecánica, así
como entre los estudiosos de economía política, se
encuentran algunos que sostienen que la máquina no se
distingue sustancialmente de la herramienta o del instru-
mento, es decir que la herramienta es una máquina
simple, mientras que la máquina es una herramienta
compleja; o bien que éstas se distinguen una de la otra
de la misma manera en la cual una máquina simple se
distingue de una compleja. En este sentido se definirían
como máquinas inclusive ciertos aparejos mecánicos
simples como la palanca, el plano inclinado, la polea, el
tornillo, la cuña, la rueda, etcétera.
Sin embargo, en el pasaje citado más arriba Babbage
no define ciertamente en este sentido a la máquina
como “la unión de todos estos instrumentos” y “su
puesta en movimiento por parte de un solo motor”. En
este caso no se trata sólo de la unión de distintos y muy
simples aparatos mecánicos como los que hemos citado.
No existe ningún instrumento simple que no sea la
unión de algunos de estos mecanismos. Babbage en
109
cambio habla de la asociación y de la unión de todos los
distintos instrumentos que en la producción
manufacturera, por ejemplo, se utilizan para particulares
y diferentes operaciones y que por esta razón usan
obreros diferentes; Babbage habla además de la puesta
en movimiento de este conjunto de instrumentos por
parte de un único motor, de cualquier tipo se trate,
mano humana o fuerza animal, fuerza de la naturaleza o
autónoma (fuerza motriz mecánica).
Otros, por el contrario, piensan que la diferencia
entre la máquina y el instrumento consiste en el hecho
de que en este último la fuerza motriz es el hombre,
mientras que en la máquina es la de un animal, o bien
una fuerza mecánica, es decir en general una fuerza
natural extraña (o sea que no pertenece al hombre en
cuanto individuo con determinadas cualidades). Desde
este punto de vista el arado común, por ejemplo, es una
máquina, como la Jenny12 por otra parte, la mule-machine
(con excepción de la automática), la máquina de coser,
mientras que los telares de punto y los telares mecánicos
en general no serían máquinas, porque es el hombre
mismo quien los pone en movimiento.
Antes que nada es necesario notar que aquí no se
trata de una delimitación tecnológica cualquiera sino de
una revolución en el empleo de los instrumentos de
trabajo que ya prefigura el modo de producción y, al
mismo tiempo, también las relaciones de producción;
por consiguiente se pone en cuestión de manera
particular la revolución que caracteriza el modo de
producción capitalista.
En la historia de la producción por medio de
máquinas es indispensable distinguir dos fases de
transición.
110
La producción por medio de máquinas no deriva
necesariamente de la manufactura, o sea de la división
del trabajo necesario para la producción de una
determinada mercancía, en diversas fases de elaboración
manual realizada por distintos individuos. Éste es sólo
el punto de partida de la producción a través de la
máquina. En segundo lugar ella deriva de los
instrumentos típicos de la producción artesanal, que en
el periodo de máximo florecimiento de la producción
manufacturera en las ciudades se desarrollaran a tal
punto que la masa de los instrumentos, junto a los
obreros que los ponían en movimiento, se concentró en
una propiedad única y tomó la forma de simple
cooperación, en la cual el menor costo de producción
deriva fundamentalmente de tres causas: 1] de la
disciplina a la cual el capital sometía a los obreros; 2] de
la utilización colectiva de condiciones comunes de
trabajo, como por ejemplo edificios, instrumentos, etc.;
3] de la adquisición de materias primas en grandes
cantidades, etcétera.
Es necesario examinar los dos ejemplos clásicos de
producción por medio de máquinas que han surgido por
vías sumamente diferentes. Por un lado, tenemos las
máquinas para hilar y los telares, nacidos de varios
instrumentos antiguos de trabajo (aunque perfeccio-
nados en el curso del tiempo), sin que por esta razón
ninguna división del trabajo haya ulteriormente
fragmentado las operaciones de producción. Cuando
hablamos de división del trabajo, hacemos referencia a
la división del trabajo sobre la que está basada la
manufactura, y no la división en diferentes artesanías
independientes. (Desde este punto de vista estaba muy
dividida, por ejemplo, la producción textil.) Por otro
lado está la producción de la misma máquina mediante
máquinas.
[XIX-1161] Por último se desarrolló y se consolidó
111
también la producción de máquinas, y no sólo en la
producción textil, y se convirtió en el más ampliamente
perfeccionado de todos los productos conocidos de la
manufactura basado en la división del trabajo.
El cambio histórico en la industria deriva del primer
ejemplo. Estaba, por otra parte, en la misma naturaleza
de las cosas que sólo después de la producción y a un
cierto nivel de producción de mercancías mediante la
máquina, se sintiese la exigencia de producir las mismas
máquinas por medio de máquinas.
En las hilanderías en las que la fuerza motriz, vale
decir el pie, ponía en movimiento la rueda y, mediante
la rueda, el huso, es decir la parte del instrumento que
se encontraba en contacto inmediato con el material, o
sea la lana, en definitiva el huso existía por sí, era en
efecto el instrumento diferente de la rueda a la que se
transmitía la fuerza motriz. La cardadura de la lana, el
entrecruzamiento y la transformación en hilo, o sea en
sustancia el hilado, se efectuaban a mano y por lo tanto
la lana se envolvía en el carretel manualmente, después
que se había realizado la operación manual. Desde el
preciso momento en que el instrumento comenzaba la
operación puesta en marcha primero por la mano, es
decir desde el momento en el que el instrumento
comenzaba a hilar, justamente entonces la misma fuerza
motriz que hacía mover la rueda obligaba al instrumento
a hilar. En consecuencia el obrero se limitaba a poner
en movimiento la rueda y a eliminar las posibles trabas
en el curso del trabajo del instrumento (por ejemplo
reunir el hilo cortado y evitar que esto se repita). La
rueca se había convertido por lo tanto en una máquina,
si bien artesanal, en la cual podía trabajar un solo
individuo y que no sólo se podía adaptar al taller
artesanal o al trabajo doméstico, sino bien a un taller
doméstico campesino (en el que se usaba porque el
hilado representaba una actividad secundaria). Desde
112
ese momento aumentó también el número de husos. La
máquina operadora, en verdad, se ponía en movimiento,
como siempre, por la fuerza del hombre; sin embargo,
en parte el modo de transmisión de esta fuerza, en parte
la inmediata influencia de aquella parte de la máquina
que está en contacto con el material y lo forja, ya no
dependían ni de un esfuerzo físico ni de la habilidad del
obrero, ni de las operaciones que su mano debía
efectuar antes que el instrumento continuara la acción.
La mano corregía en este caso sólo los errores del
instrumento. El instrumento se transformaba en torno
de hilar, y la misma fuerza motriz que ponía en
movimiento la rueda comunicaba el movimiento a la
parte operante de la máquina que justamente “hila”; La
masa del producto, en consecuencia, no dependía de
ninguna manera de la tensión física del pie, en cuanto
fuerza motriz, mientras que por otra parte la mano
servía post festum, luego que la operación se había
efectuado sin su mediación. En este caso la masa de los
husos intervenía simultáneamente en el hilado. En
consecuencia, el instrumento de trabajo propiamente
dicho estaba constituido por la unión de muchos husos,
antes independientes, ahora puestos en movimiento por
una fuerza motriz idéntica.
Por lo tanto la revolución industrial que caracteriza
el modo de producción capitalista comienza con la
transformación de la parte de la máquina que se
encuentra en contacto inmediato con el material
elaborado. Está allanado el camino que lleva desde los 6
a los 1800 husos (reunidos en una sola mule-machine).
Durante el periodo de los tornos de hilar existían al
máximo individuos virtuosos, (hombres-milagro) que
eran capaces de hilar con ambas manos. La máquina
para hilar se comenzó a perfeccionar sólo cuando
muchas máquinas similares, vale decir un conjunto de
estas máquinas, fueron puestas en movimiento por el
113
agua y, más tarde, por el vapor. La organización y la
combinación del trabajo, basadas completamente en la
producción mediante la máquina, aparecerán sólo en el
taller mecánico, en el cual todo el sistema es puesto en
movimiento por un único autómata.
Sin embargo, la revolución industrial abarca en
primer lugar la parte de la máquina que ejecuta el
trabajo. La fuerza motriz es, en los comienzos, todavía
el hombre. Sin embargo, aquellas operaciones para cuya
ejecución era necesario antes un virtuoso que “tocara”
el instrumento, ahora son ejecutadas mediante la
transformación del movimiento, inmediatamente pro-
vocado por el hombre con un simple impulso mecánico
(girar una manivela, poner en movimiento una rueda);
en movimientos netos y precisos de la máquina
operadora.
[XIX-1162] Desde el momento en el que la
participación inmediata del hombre en la producción se
reduce sólo al hecho de que él comienza a actuar como
simple fuerza, en ese momento se origina el principio de
la producción mediante la máquina. El mecanismo ya
era evidente: la fuerza motriz se podía sustituir en lo
sucesivo por el agua, por el vapor, etcétera.
Después de esta primera gran revolución industrial,
el empleo de la máquina a vapor, como máquina que
produce movimiento, constituyó la segunda revolución.
Examinando desde este punto de vista la fuerza
motriz, se puede poner de relieve justamente cuál fue
históricamente el momento crucial.
Desde el momento que domesticó a los animales el
hombre fue capaz de dominar autómatas vivientes; el
empleo de animales como fuerza de transporte de
cargas, para la equitación, como medio de viaje, etc.,
estaba ya en uso antes que la mayor parte de las
herramientas artesanales. Si se usara este criterio,
resultaría entonces que entre los escitas la producción a
114
máquina estaba mucho más desarrollada que entre los
griegos, porque los escitas recurrían más frecuente-
mente a estas locomotoras vivientes.
Como fuerza motriz de los instrumentos aptos para
producir determinadas transformaciones mecánicas en
el material elaborado se recurrió sobre todo en el arado
a la fuerza de los animales, y sólo mucho más tarde al
agua (y aún más tarde al viento) en el molino.
El recurso a la fuerza de los animales, que ya estaba
presente en un estadio de civilización muy primitivo, no
se prolongó hasta el periodo manufacturero, sino sólo
mientras la producción tuvo un carácter artesanal. De la
misma manera los molinos de agua no provocaron la
revolución industrial, y sin embargo en el Medioevo se
utilizaban junto a la producción artesanal, y aun más
tarde junto a la producción manufacturera, etc. En todo
caso, el hecho que la utilización de la fuerza del agua
para poner en movimiento un mecanismo tuviese una
gran importancia como principio particular es evidente
aun por el hecho de que las fábricas que surgieron con
posterioridad fueron llamadas molinos, como sucede
todavía hoy en Inglaterra (mills).
En ambos casos se trata sólo de una de las más
simples operaciones mecánicas, o sea la que desmenuza
el material, muele en un caso y labra en el otro.
Si examinamos una máquina que haya sustituido un
instrumento anterior, ya sea típico de la producción
artesanal o de la producción manufacturera, advertire-
mos que la parte de la máquina que de hecho transforma
el material, en la mayor parte de los casos está
constituida por instrumentos preexistentes: husos,
agujas, mallas, sierras, cepillos, tijeras, raspadores,
peines, etc. (excluyendo obviamente la máquina cuya
función consistía en la producción de movimiento y en
la tracción: por ejemplo, las máquinas transportadoras,
los vagones ferroviarios, los barcos a vapor y máquinas
115
similares), y esto aun en los casos en los cuales los
mismos adopten una forma diferente para actuar como
partes de un mecanismo único. La máquina se distingue
principalmente por el hecho de que el instrumento,
antes independiente, ahora actúa como parte
constituyente de un conjunto de instrumentos seme-
jantes, y al mismo tiempo sólo ahora adquiere
dimensiones incomparablemente mayores con relación
a la potencia de la fuerza motriz.
Sin embargo, todo el mecanismo tiene el objetivo de
transformar el movimiento inicial provocado por la
fuerza motriz, de transformarlo en algo distinto,
dándole una forma que permita que la máquina
operadora pueda funcionar.
«En general, los telares mecánicos son similares al
viejo telar o, en verdad, consisten en muchos telares que
son puestos en movimiento simultáneamente. Tienen
mecanismos especiales sólo para la rotación de la
manivela, para la introducción de la lanzadera y para el
planchado del tejido. No son particularmente
significativas las transformaciones que desde el
comienzo ha sufrido la lanzadera [...], con la que se hace
pasar en el momento preciso el hilo de la trama. La
forma, en general, ha quedado la misma» (J. H. M.
Poppe, Geschichte der Technologie, t. I, Gottinga, 1807, pp.
279, 280).
Los molinos.
Originalmente los molinos servían para moler el
grano de los cereales. Los antiguos trituraban el grano
con piedras. Con posterioridad se comenzó a utilizar un
recipiente, es decir un mortero, en el que se aplastaba el
grano con una muela. Más tarde se advirtió que era más
conveniente restregar que aplastar; por esto se imprimió
a la muela un movimiento rotatorio, que se lograba
mejor con una manivela fijada en el eje de la muela y
girada por el hombre, casi como sucede en nuestros
116
molinillos de café. De esta manera nació el molino de
mano. Primeramente la muela se asignó a esclavos,
luego a siervos de la gleba. Posteriormente se hizo más
pesada la muela y se sustituyó la manivela por un timón,
al que se ataban caballos, bueyes o también asnos. Los
animales giraban la muela y molían el grano, dando
vueltas de manera ininterrumpida con los ojos
vendados. De ese modo surgieron [XIX- 1163] los
molinos de jumento (molae jumentariae asinariae), cuya
eficacia era superior a la de los molinos de mano. A
continuación se perfeccionaron los molinos de jumento:
la muela tomó una forma más eficaz que la
originariamente esférica; se hizo más cómodo también
el mortero dentro del cual giraba la otra gran piedra.
Con el tiempo este último se transformó en una gran
piedra cada vez más pesada, de forma cilíndrica, que
giraba sobre otra gran piedra, restregando de esa manera
el grano. La primera piedra, la superior, se llamó
giratoria y la segunda durmiente. En el centro de la
piedra giratoria cilíndrica había una apertura a través de
la cual se depositaba el grano que, encontrándose entre
las dos superficies de las piedras, se molía.
La invención de los molinos hidráulicos se remonta
a los tiempos de Mitrídates, de Julio César, de Cicerón.
El molino hidráulico llegó a Roma desde Asia. En Roma
los primeros molinos se construyeron en el Tíber, poco
antes de la subida al trono por parte de Augusto 13.
Vitruvio14 describe uno: «Ruedas dentadas y un mando,
unidos al eje de la rueda a agua, trasmiten el movimiento
117
de esta última a la muela que muele el grano» (Poppe,
op. cit., p. 110).
El arado no encerraba en sí un principio nuevo y se
prestaba poco para provocar una revolución industrial.
En cambio era muy útil dentro de los límites de una
pequeña producción. En este caso los animales
trabajaban como antes, es decir tirando y transportando
la carga, funcionando como locomotoras vivientes.
Éstos son capaces de movimiento libre como el hombre
que sin embargo había aprendido a someter su voluntad
a la del guía. Su movimiento era de por sí irregular a
causa de la aspereza del suelo, por lo que podía suceder
que el hombre debiese corregir continuamente a los
animales, pero también podía actuar más propiamente
cuando, por ejemplo, el carro caía en el fango. Del
mismo modo la unión de la fuerza motriz y de la
máquina operadora no encerraba en sí ningún principio
nuevo. Era igualmente cómodo uncir los caballos o los
bueyes al arado o al carro. Recurriendo simplemente a
la fuerza animal queda a salvo, para quien dirige, el
principio del libre movimiento; el trabajo puramente
mecánico se esconde detrás del velo del libre
movimiento y por eso no salta a la vista. El caso del
molino es completamente diferente, ya que en éste los
animales son guiados con los ojos vendados y obligados
a girar en círculo. En este caso su movimiento es contra
natura y ellos son obligados a seguir mecánicamente una
línea recta o una circunferencia. Para el campesino,
antiguo o moderno, como, para el señor von Haller 15 en
su Restauration der Staats-Wissenschaft, el animal es un
118
“ayudante” y no ciertamente un mecanismo. El animal
es, grosso modo, sólo el más antiguo instrumento del
hombre, como ya lo ha demostrado muy bien Turgot 16.
El, arado a vapor presupone no sólo un alto grado de
desarrollo de la agricultura sino también la uniformidad
del terreno; del mismo modo que la locomotora
presupone los rieles.
El molino, por el contrario, puede considerarse el
primer instrumento de trabajo en el cual se aplica el
principio de la máquina. En el molino esto fue posible
en forma relativamente más fácil que en los tornos de
hilar, en las máquinas textiles, etc., porque en este caso
la parte operativa propiamente dicha de la máquina, es
decir la parte que vence la resistencia del objeto de la
elaboración, actuaba ya desde el comienzo
independientemente de la mano del hombre y sin sus
injerencias ulteriores. Ya sea que se machaque el grano
seco o que se lo restriegue con la muela en el mortero,
la mano entra en juego sólo en cuanto fuerza motriz.
Una vez descubierto que era más cómodo restregar que
machacar y que, en consecuencia, el movimiento
rotatorio era más cómodo que aquél desde arriba abajo,
fue cada vez más fácil entender que la muela no debía
forzosamente ser guiada inmediatamente por la mano, y
que entre la una y la otra se podía interponer un
mecanismo para la rotación de la muela.
Con el aumento del volumen y del peso de la muela,
sobre esta última debía actuar una fuerza considera-
blemente mayor, y así la manivela aumentó sus dimen-
siones, transformándose gradualmente en un timón que
giraba, primero por obra del hombre y posteriormente
a través de los animales. En realidad la forma de la muela
y del mortero —dentro del cual la muela accionaba—
119
evolucionaba, y tenía que pasar mucho tiempo todavía
antes que el mortero y la muela fueran sustituidos por
dos piedras, una de las cuales giraba sobre la otra, y más
tiempo aún antes de que este movimiento comenzara a
originarse por la caída natural del agua.
Con la construcción del molino hidráulico se realizó
de hecho un principio mecánico (el empleo de la fuerza
motriz mecánica y su transmisión mediante dispositivos
mecánicos) porque la rueda de agua sobre la cual cae el
agua y el eje que transmite el movimiento a la muela, a
través de un sistema de ruedas dentadas y de engranajes,
constituían todo un sistema de movimiento mecánico.
[XIX-1164] Desde este punto de vista se puede por
lo tanto estudiar la historia de la mecánica justamente
sobre la historia del molino. En ella encontramos todos
los aspectos de la fuerza motriz que primeramente se
empleaban en forma alternativa, y por mucho tiempo
simultáneamente, uno junto al otro: la fuerza humana,
la animal, la del agua, de los molinos navales, de los
molinos de viento, de los molinos sobre carros (molinos
montados sobre carros, que se ponían en funciona-
miento con el movimiento del carro y se utilizaban en
batalla y para fines similares) y, finalmente, de los
molinos de vapor.
Además, sobre el ejemplo de la evolución del
molino, podemos destacar el proceso excepcionalmente
largo del desarrollo sucesiva desde los tiempos de Roma
(poco antes de la subida al trono por parte de Augusto),
cuando desde Asia se introdujeron los primeros molinos
hidráulicos, hasta los últimos años del siglo XVIII,
cuando en los Estados Unidos se construyeron en gran
cantidad los primeros molinos de vapor.
En este caso el progreso fue posible sólo gracias a la
enorme acumulación de experiencias por parte de
muchas generaciones, experiencias de las cuales se hizo
uso a continuación sólo de manera esporádica, sin
120
anular el modo de producción anterior.
El desarrollo de distintas máquinas en un sistema de
máquinas, o sea el caso de algunas muelas de molino
puestas en funcionamiento por la misma fuerza motriz,
fue muy lento, en parte debido al mismo carácter de los
molinos de harina, en cuanto se trataba de empresas
agrícolas subsidiarias, en parte debido a la naturaleza del
producto. Un notable comercio de harina, un comercio
en gran escala, existió inicialmente sólo en el país yankee.
En Roma los molinos hidráulicos representaban
todavía un fenómeno excepcional. «Todavía hoy no
todos los molinos de mano y de jumento han sido
sustituidos por molinos hidráulicos» (Belisario)17.
Primeros molinos navales. Desde Roma los molinos
hidráulicos penetraron en los demás estados.
En el molino también se desarrolló la parte de la
máquina que antes exigía un trabajo autónomo con la
misma fuerza motriz, o sea la parte del trabajo diferente
de la molienda de la harina propiamente dicha; de ese
modo el proceso de molido se desarrollaba completa-
mente a máquina.
En un primer tiempo no se pensó en separar la
harina de las escorias y del afrecho. A continuación el
trigo molido se depositaba en un cedazo a mano. Desde
tiempos lejanos el trigo molido, apenas salido de las
muelas, se recogía en un recipiente particular llamado,
luego, pulverizador. En lo sucesivo sobre estas cajas se
colocaron cedazos, dispuestos de modo tal que se
pudieran poner en movimiento con una manivela. Esto
fue suficiente hasta el siglo XVII, cuando en Alemania
se inventó un verdadero mecanismo tamizante y tritu-
rante, en el cual un cedazo con forma de red recibía un
121
movimiento oscilatorio del mismo molino. La inven-
ción del mecanismo triturante y tamizante hizo indis-
pensable la confección de un tejido particular, el
llamado tejido de crin, producido más tarde con
métodos industriales. (Hay aquí un ejemplo de cómo la
introducción y el perfeccionamiento de nuevas máqui-
nas provocan nuevas divisiones del trabajo en el interior
de la sociedad). Los cedazos fueron inventados a fines
del siglo XVIII por Oliver Evans de Filadelfia.
Los molinos de viento se inventaron en el siglo X o
en el XI en Alemania 18. Sólo en el siglo XII alcanzaron
un amplio empleo. Y hasta ese momento constituían
una rareza.
A partir del siglo XVI Holanda es el país de los
molinos de viento, perfeccionados justamente por los
holandeses. Al principio en Holanda se utilizaban las
aspas de viento para poner en funcionamiento
principalmente los molinos para extraer agua, con los
cuales se eliminaba el agua de las zonas inundadas.
Mejorías: un dispositivo de freno para suspender el
trabajo del molino.
Los molinos sobre caballetes, los llamados molinos
de viento alemanes, eran, hasta la primera mitad del
siglo XVI, los únicos conocidos. Fuertes tempestades
podían hacer caer este molino con toda su base. A
mediados del siglo XVI un flamenco encontró la
manera de evitar la caída del molino. Convirtió en móvil
sólo el techo, y para girar las aspas según el viento
bastaba con dar vuelta el techo, mientras que todo el
edificio se mantenía sólidamente anclado a la tierra.
Los molinos de viento holandeses.
122
Sólo a partir del siglo XVIII, en Alemania y en los
demás países se comenzó a imitar la manera en la cual
éstos habían sido construidos, ya que los molinos sobre
caballetes eran mucho más económicos. Los molinos
holandeses estaban fijados en la tierra; no estaban
construidos sólo de madera y tenían la forma de un
cono truncado. Rápidamente se probó, y con éxito,
fijarlos en una base de piedra, a la cual frecuentemente
se le daba la forma de torre. El techo o casquete del
molino pedían girar sobre calandrias (la movilidad del
techo era indispensable para poderlo orientar
continuamente según el viento) [XIX-1165] o bien con
una palanca, mediante la cual se giraba el techo según la
fuerza del viento, y con lo que se movía también el eje
de la rueda dentada; que de esa forma se ensamblaba a
la parte enmuescada del techo.
Perfeccionamientos tendientes a un movimiento
más leve y más cómodo de esta máquina se realizaron
sólo en el siglo XVIII (Holanda ya en el siglo XVI y
XVII era una potencia comercial y colonizadora;
además importaba cereales y desarrollaba un gran
comercio. En el interior del país, en lugar de la
agricultura se había desarrollado la cría de ganado; se
ejecutaban obras hidrotécnicas; la religión era la
protestante; el desarrollo, burgués, las libertades,
republicanas).
Cada parte de cada tipo de molino tenía siempre
necesidad de muchas mejorías; de esto sin embargo
hasta el siglo XVIII no se hizo demasiado caso.
Los molinos se perfeccionaron completamente en el
siglo XVIII, en parte gracias a la mejor utilización de las
fuerzas motrices, en parte a la sistematización más
conveniente de las partes internas: por ejemplo, del saco
tamizador en el sistema de transmisión.
Los simples molinos de mano, como los de hace
muchos siglos, que todavía hoy se encuentran en
123
algunas grandes propiedades, generalmente estaban
equipados con manivela, accionada por la fuerza
humana. Dos hombres solos podían hacer girar un
molino de este tipo. Frecuentemente estos molinos se
construían de manera que pudieran recibir el
movimiento de una biela, por empuje o por tracción.
Pero aquí la fuerza motriz actuaba de manera muy
desigual. Este defecto se eliminó gracias a la
introducción de un volante, pues éste continúa su
movimiento con idéntica velocidad, aun en el caso en el
que la fuerza motriz en un cierto punto disminuya. El
volante había sido recomendado ya en las obra de
Faulhaber (1612 y 1625) y de Caus (1688)19.
El volante se encuentra en el eje de la manivela y
facilita su movimiento haciéndolo más homogéneo. Los
estudios sobre el movimiento mediante un volante en
los molinos fueron fructíferos en todos los aspectos,
tanto que se difundieron no sólo sobre las ruedas y
sobre las aspas, que fueron equipadas consecuen-
temente con volante, sino también y en particular en las
muelas, en las ruedas de agua, en las aspas de viento y,
en general, en todas aquellas partes a las cuales se les
imprimía un movimiento rotatorio.
Invención de molinos de campaña, de molinos sobre
carros o bien de molinos puestos en movimiento por la
fuerza animal y transportables de un lugar a otro.
Se dice que han sido inventados por el italiano
Pompeo Targone 20, ingeniero al servicio del marqués
124
Spínola, a fines del siglo XVI, con fines militares. En el
siglo XVI existían molinos de campaña más
perfeccionados, cuya giratoria era puesta en movi-
miento por las ruedas del carro en movimiento.
Cuando el arte del molino estaba viviendo la época
de su infancia, el eje principal, sobre el cual estaba fijada
la rueda de agua, ponía en movimiento sólo una giratoria
y, en consecuencia, sólo una pareja de muelas. En
seguida se evidenció la posibilidad de poner en
movimiento dos giratorias, y al mismo tiempo dos
parejas de muelas, mediante el eje principal del molino
que giraba, por ejemplo, mediante una rueda hidráulica
(siglo XVIII). Era indispensable equipar al eje con una
sola rueda frontal, de manera que coincidiese por ambos
lados con las transmisiones dentadas de dos ejes
dispuestos paralelamente al eje de madera. Era
necesario, además, fijar sobre cada uno de estos ejes una
sola rueda dentada, y de esa manera cada uno de ellos,
mediante la transmisión dentada fijada perpendicu-
larmente, podía mover la propia giratoria: de esa manera
se habían inventado dos pares de muelas de molino.
Pero ahora todo dependía de la cantidad de agua,
porque los dispositivos y los cojinetes de transmisión
exigían una gran cantidad de fuerza motriz.
Existió poca preocupación por equipar a la máquina
con dispositivos que le permitiesen disminuir hasta
donde fuera posible la fricción, de manera tal de poder
poner en movimiento la máquina con una fuerza motriz
bastante reducida. Se le daba importancia sólo a la
fuerza motriz; ésta debía superar las fricciones presentes
en la acción de la máquina y compensar sus defectos.
Hasta el siglo XVIII, a los problemas de la fricción
125
no se dedicaron investigaciones exhaustivas. En el
mejor de los casos se untaban con grasa y con aceite las
partes que se restregaban entre sí con una fricción
intensa.
Gracias al exacto conocimiento de la teoría de la
fricción se mejoraron las ruedas, los pernos, etc. En el
siglo XVIII la teoría de la fricción se aclaró
suficientemente.
Con posterioridad, en lo que se refiere a los dientes
de las ruedas dentadas, se ideó una forma eplicicloide...
Los dientes, redondeados según esta curva, casi no
gravitan sobre la velocidad de rotación; además no son
sensibles a sacudidas y saltos, y al ensamblarse generan
una fricción mucho menor y, en consecuencia, aseguran
un movimiento más liviano y más perfecto.
[XIX-1166] Cuando se construyeron los primeros
molinos hidráulicos no se consideró si era más
conveniente regular el agua o bien adaptar y utilizar las
mismas ruedas (hidráulicas).
La teoría del movimiento del agua y de su empleo
para la construcción de molinos de agua fue elaborada
por Poleni en la obra De motu aquae, 1717, por
d'Alembert en la obra Traité de dynamique dans lequel les
loix des equilibres et du mouvement...., París, 1743, por
Bossut en el Traité d'hydrodynamique, París, 1775, etc., y
también en las obras de Bernoulli, de Euler 21 y otros. Se
hicieron finalmente esfuerzos, y en forma particular,
para alcanzar las nociones indispensables sobre la
velocidad del agua y sobre los obstáculos a su
movimiento. En el siglo XVIII se inventaron los
126
hidrómetros, instrumentos especiales para la
determinación práctica de la velocidad del agua.
De igual importancia en la construcción de los
molinos fue la nivelación, es decir la verificación del
nivel del agua, o sea la definición de la pendiente, esto
es la inclinación del lecho del río, del canal o del
torrente. Sólo en el siglo XVIII este principio tuvo su
debida aplicación, particularmente con el nivel del aire.
Se construyeron desniveles artificiales en ríos no
muy anchos para que el agua corriera con mayor
velocidad en las proximidades de la rueda hidráulica,
haciéndola pasar por un espacio más pequeño. Para esto
se utiliza un dispositivo llamado canal. Desde hace ya
mucho tiempo en Alemania se hace caer el agua sobre
la rueda mediante un canal más o menos inclinado. En
Francia los molineros utilizan casi siempre un canal
horizontal, que no tiene por tanto un desnivel natural,
es decir que sobre la línea vertical no tiene ninguna
altura, considerado desde el plano inclinado al
horizontal.
Hasta la mitad del siglo XVIII no existía una
verdadera teoría sobre el canal. Posteriormente se
descubrió que para las ruedas hidráulicas superiores y
medianas era mejor construir un canal según una
parábola. Newton, Mariotte y D. Bernoulli, D'Alembert,
Euler y otros contribuyeron con sus investigaciones de
manera destacada al estudio de la resistencia o de la
presión del agua.
(Sobre la rueda sumergida el agua actúa con su
velocidad, provocando contemporáneamente la rota-
ción de la rueda mediana con la presión y con el peso,
mientras que sobre la superior actúa sólo con el peso.
El problema acerca de cuál de los tipos de rueda
nombrados es el más conveniente, se resuelve en base a
la cantidad de agua disponible y a la altura de su caída).
Muchos otros científicos del siglo XVIII trataron de
127
descubrir una ley general que permitiese determinar con
mayor precisión la fuerza de la presión. En general, en
el siglo XVIII, la hidráulica y la hidrotécnica se valieron
de innumerables descubrimientos, la mayor parte de las
cuales encontró una aplicación fructífera en el campo de
los molinos; sin embargo tal aplicación seguía con
mucha lentitud el progreso teórico, especialmente en
Alemania.
Desde comienzos del siglo XVIII se estudiaron de
manera particularmente minuciosa las ruedas
hidráulicas; los científicos trataron de elaborar una
teoría para las ruedas hidráulicas, a fin de poderlas
construir de manera más conveniente. Es el caso de
Parot, Pitot, Cassini, de la Hire, Du Buat, William,
Waring, F. Williams, Deparcieux, Lambert y otros.
Por otra parte, la construcción de una teoría de las
ruedas hidráulicas resultaba muy difícil; era, por tanto,
considerada como una teoría vacua; los constructores
de molinos no le prestaban suficiente atención. En lo
que se refiere al desarrollo de la teoría, era mucho lo que
se le demandaba todavía al siglo XIX.
En la segunda mitad del siglo XVIII aparece la
invención del inglés Barker: el molino hidráulico sin
ruedas y sin engranajes. Tal molino era la realización de
la llamada máquina a reacción, o bien de la turbina de
Segner.
Un cilindro, abierto en el lado superior, gira
lentamente alrededor de su eje. Cerca del fondo se
coloca gran cantidad de tubos horizontales y rectos, en
los cuales puede entrar el agua que se encuentra en el
cilindro. [XIX-1167] Las extremidades de estos tubos
están cerradas, pero de lado, hacia el fondo, los tubos
tienen una apertura a través de la cual el agua puede
correr en sentido horizontal. Cuando el agua sale de
estas aperturas laterales, el cilindro gira alrededor de su
eje en dirección opuesta. O mejor aún, el agua hace
128
presión sobre las paredes laterales de los tubos en todas
las direcciones y con la misma fuerza, pero en los puntos
laterales, donde están las aperturas, el agua no encuentra
resistencia y por lo tanto puede salir libremente. En los
puntos extremos el agua conserva una fuerza inmutada;
y como esta presión no es interrumpida por ninguna
otra igual y de signo contrario, los tubos se mueven en
dicha dirección imprimiendo al cilindro un movimiento
rotatorio.
Barker unió las muelas, y todo el mecanismo
vinculado a las mismas, al eje del cilindro, construyendo
de esa forma el molino para cereales.
Molinos accionados por las máquinas de vapor.
Se experimentaron por primera vez en Inglaterra.
Surgió así en Londres el llamado “molino de Albión”,
que tenía veinte palas de muelas y que eran puestas en
movimiento por dos máquinas a vapor. El 13 de marzo
de 1793 lo destruyó un incendio. En el siglo XVIII el
molino de vapor constituía todavía una rareza. En
Alemania, en la primera década del siglo XIX
desapareció…
En Virginia, sobre el río Ocquan, Thomas Ellicott
construyó un molino hidráulico con 6 pares de muelas.
El hombre no transportaba por la escalera el grano hasta
poder depositarlo en la tolva: lo hace el molino con un
mecanismo, la rosca de Arquímedes en movimiento;
que coloca el grano horizontalmente; luego, con un
original sistema a rosca, lo alza verticalmente hasta llegar
casi el techo, y desde allí, a través de la tolva, a los pares
de muelas. El cereal, antes de ser depositado, es cernido
por una máquina especial. Una vez que la harina se
enfría, la misma máquina la empuja hasta donde están
las cajas y allí la vuelca.
En Alemania los nobles afirmaban que también el
viento era de su propiedad; pero más tarde, contra estas
pretensiones intervinieron los obispos afirmando que el
129
viento era de propiedad de la iglesia. En 1159, el
emperador Federico I explicó que los molinos
hidráulicos formaban parte de sus privilegios ácueos.
Por algún tiempo se consideraron excepciones los ríos
no navegables. También lo incluían dentro de las
regalías. Es de notar que ya en el siglo XI los príncipes
soberanos obligaban a los propios súbditos a moler el
trigo a cambio de un determinado tributo en especies, y
exclusivamente en los molinos de sus propios señores.
Molienda forzosa.
En la primera mitad del siglo XVIII, los holandeses
introdujeron la enseñanza práctica en la construcción de
los molinos.
[XIX-1169] La insuficiencia de grandes cascadas
obligó a los holandeses a utilizar la fuerza del viento
(desde 1579, año en el cual las Provincias Unidas se
habían separado de España). Faltaban minas para la
construcción de verdaderas fábricas. Por esto no se
construyeron ni herrerías de una cierta importancia, ni
empresas metalúrgicas.
De las manufacturas existentes, las más perfec-
cionadas eran las de la lana, la de la seda, del lino, las
fábricas de aceite y los aserraderos, las fábricas de papel
y de pinturas. Casi todas estas producciones alcanzaron
su máximo desarrollo a fines del siglo XVII; a partir de
ese momento el desarrollo de las mismas fue
disminuyendo (manufacturas de tabaco).
Los Estados Unidos de América. Su comercio
(exportación de trigo y de harina) con las Indias
Occidentales. La. Exportación de trigo y harina
aumentó particularmente en el periodo de la guerra
revolucionaria (1793-1807, etc.) hacia Inglaterra,
Francia y España, Portugal y muchos otros estados
europeos. La demanda de harina norteamericana había
aumentado (ellos solos, abastecían en ese momento a las
Indias Occidentales); en 1791 desde los Estados Unidos
130
se exportaron 619.681 barriles de harina (cifra que
aumentó en 1793 a 1.074.639).
Allí surgieron en los comienzos, como ya había
sucedido en Holanda, aquellos productos que estaban
estrechamente vinculados al comercio y a la navegación.
Absolutamente insignificante en el Medioevo, el
comercio del trigo tuvo un cierto desarrollo en el siglo
XVII, creciendo en el XVIII y en el XIX. Se puede
afirmar que el comercio del grano, en escala mundial, lo
realizaron por primera vez los Estados Unidos de
América.
La pólvora, la brújula, la imprenta son los tres
grandes descubrimientos introducidos por la sociedad
burguesa. La pólvora disuelve la caballería, la brújula
abre el mercado mundial y crea las colonias, y la
imprenta deviene el instrumento del protestantismo y,
en general, del despertar de la ciencia: la más importante
palanca para construir los presupuestos de un
indispensable desarrollo espiritual.
El molino hidráulico y el reloj, herencia del pasado,
son las máquinas cuyo desarrollo prepara, ya en el
periodo de la manufactura, la época de la máquina. Por
esta razón, el “molina” —los mills— indica todos los
instrumentos de trabajo puestos en movimiento por la
fuerza de la naturaleza, e incluso los instrumentos más
complejos cuyo motor es la mano. En el molino, los
elementos de la máquina se desarrollan ya aisladamente,
en una cierta medida, y de manera descentralizada uno
junto al otro. La fuerza motriz, el primer motor sobre el
cual actúa la fuerza motriz, el mecanismo de transmisión
—la rueda de transmisión, las palancas, los dientes,
etc.— se encuentran entre el motor primario y la
máquina operadora.
El reloj ha sido creado por la producción artesanal y
por la ciencia que celebraba el alba de la sociedad
burguesa. El reloj se basa en la idea del autómata y sobre
131
el movimiento automático aplicado a la industria. Junto
a la historia del reloj ocurre la de la teoría del
movimiento uniforme. ¿Qué sucedería si no existiera el
reloj en un periodo en el que tiene una importancia
decisiva el costo de las mercancías y por lo tanto
también el tiempo de trabajo necesario para su
producción?
Cadenas trilladoras: ya se encuentran en los antiguos;
carretillas trilladoras y carros trilladores (máquinas
trilladoras) en los fenicios.
El molino hidráulico, empleado primero para la
molienda del grano, podía utilizarse, transformando los
instrumentos operadores y el material del trabajo, para
todos los fines similares. Por esta razón en el periodo
manufacturero abarca todas las manufacturas en las
cuales se empleaba, totalmente o en forma parcial, esta
fuerza motriz.
Máquinas para la producción del aceite. Molinos
fabricantes de aceites. Aceites.
El procedimiento gracias al cual de semillas o de
frutos se extraen los aceites a veces está constituido por
un simple aplastamiento; pero la trituración y la
molienda de las semillas o de los frutos en gran parte
está acompañada del aplastamiento final. Los antiguos
obtenían ya el aceite con el aplastamiento, por medio de
una prensa, o bien mediante una máquina prensadora.
En Holanda hay muchos molinos y fábricas de aceite.
La fábrica de agujas, citada como ejemplo por A.
Smith, es una fábrica de instrumentos de trabajo.
Nuremberg es el centro de los inventos de los
instrumentos basados en la producción artesanal; desde
el reloj (el huevo de Nuremberg), hasta la máquina
herramienta para producir y fijar las cabezas de los
alfileres.
Los dedales son otra invención de Nuremberg.
132
[XIX-1170] La sierra es un instrumento de trabajo
que existe desde los tiempos más antiguos. La, forma de
la sierra actual no es muy diferente de la de los antiguos
griegos. En el siglo XVI ya existían aserraderos puestos
en movimiento por el agua. En el siglo XV en Augusta
existía ya un aserradero. En 1530 se construyó en
Noruega el primer aserradero mecánico que se llamó
“arte nueva”.
En el siglo XVI se encuentran molinos con muchas
hojas aserradas en movimiento, capaces de cortar en
poco tiempo uno o más árboles y reducirlos a una
multitud de trozos.
Molinos perforadores existían ya en el siglo XVI y
servían para perforar tubos de madera.
Molinos de chapeado, para cortar sutilmente madera
ebanizada y de otras especies raras; fueron inventados
en el siglo XVI por George Renner de Augusta (los
artesanos de Nuremberg y de Augusta eran excelentes
ebanistas).
Molinos de papel.
El papel de trapos (de lino), por lo que parece, fue
inventado en Alemania en el siglo XVI. Inmediatamente
después del invento del papel de trapos se comenzaron
a emplear dispositivos mecánicos para la trituración y el
desmenuzamiento de los trapos. Los primeros molinos
papeleros fueron a mano; sólo después de algunos años,
encaminada la producción de papel en gran escala,
aparecen los molinos papeleros de agua. Sucede en el
siglo XVI en Alemania (Nuremberg) y en Italia. Sólo en
el primer cuarto del siglo XVIII los trapos se redujeron
a una masa líquida homogénea, gracias a martillos y
muelas introducidos en la prensa. Se inventó entonces
en Alemania una máquina para la molienda del papel; se
llamó “la holandesa”, o bien máquina holandesa.
El molino de cilindros, unido a muchos aros de
133
hierro y movido por una rueda hidráulica con un sistema
de ruedas dentadas, muele los trapos en una caja de
madera en la que son reunidos desde otro recipiente.
Los alemanes, no apreciando la utilidad de esta
máquina, la rechazaron. Los holandeses, por el
contrario, la utilizaron ampliamente. En un primer
momento la utilizaron como molino de mano, pero
después de un cierto tiempo decidieron accionarla
recurriendo a un molino de viento. Florecimiento de los
molinos papeleros en Holanda.
Los holandeses producían el papel sólo con un
método industrial. Para cada operación, en los molinos
papeleros estaban asignados distintos individuos que
trabajaban más rápido y mejor si se los compara con los
maestros alemanes del papel que trabajaban
esencialmente con método artesanal.
El molino papelero holandés del siglo XVII y
comienzos del siglo XVIII puede considerarse como un
ejemplo fundamental de manufactura vinculado a las
máquinas, donde distintas operaciones se realizan a
máquina, pero donde todo el sistema, en conjunto, no
constituye un sistema de máquinas.
Contemporáneamente se verificaba una división del
trabajo muy significativa.
Selección y lavado de los trapos. Lavado, blanqueado
de los trapos...
Apenas obtenida, la masa de papel termina en los
fieltros; se estratifica y prensa fuertemente. Durante un
largo periodo, hasta nuestros días, las llamadas prensas
de barra o de palanca de los molinos fueron accionadas
por el hombre.
Pulido, dar el azulado: un conjunto de procesos
químicos y mecánicos.
Esmerilado del vidrio.
Los antiguos conocían sólo las lentes ustorias. No
134
conocían aquella particularidad de las lentes que
consiste en agrandar los objetos. La primera huella del
uso de lentes de aumento se encuentra en el árabe
Algacen22 en el siglo XII. Roger Bacon 23.
El molino de esmerilado más antiguo fue
perfeccionado por primera vez por Guk en 1665.
Prismáticos y telescopios. Lentes o microscopios
(fines del siglo XVI).
Un verdadero prismático apareció en Holanda sólo
en 1608. El primer telescopio lo inventó Jansen en 1590.
Solamente con Galileo Europa aprendió a construir
telescopios perfeccionados y a emplearlos en la
astronomía. Posteriormente, éste fue el campo de
investigación de Kepler.
Manufactura de carrozas.
Las trabajaban varios artesanos en forma individual:
cocheros, talabarteros, sastres, mecánicos, torneros,
tapiceros, pintores, barnizadores, doradores, etc. En lo
sucesivo todos estos artesanos se asociaron para
producir los carruajes, pero al mismo tiempo cada uno
de ellos continuaba ejecutando solo el propio trabajo.
El carro semoviente, sin tiro, que se movía gracias a
una Transmisión dentada, fue, inventado por un
nurembergués en el siglo XVI, o en el siglo XVII.
[XIX-1171] Industrias de la elaboración de los
metales.
1] Prensa y fragua: ya en la antiguedad la fusión de
los minerales metálicos era precedida por la trituración
o pulverización, el lavado y la reducción a harina; se
efectuaba este procedimiento en parte para apresurar la
lantiformes.
135
fusión y en parte para extraer el metal reduciendo las
pérdidas.
Se trituraba el mineral metálico en el mortero hasta
reducirlo a polvo, después de lo cual era molido en los
molinos a mano, de manera tal que se puliera y lavara.
El lavado del mineral, triturado minuciosamente, se
realizaba en cedazos.
En Alemania se crearon verdaderas trituradoras en
los primeros años del siglo XVI, trituradoras o bien
molinos de papel con muelas que molían el mineral
metálico en la tina de trituración. Una muela recubierta
de hierro se fijaba delante del eje de la rueda hidráulica;
los ensambles de este eje levantaban la muela durante la
rotación.
Originariamente existían sólo prensas en seco, vale
decir que en ellas el agua no entraba en el recipiente de
trituración. Pero en el curso del trabajo de estos
mecanismos de trituración se creaba un polvo tan denso
que impedía a los obreros trabajar; la posterior
operación de fusión no era en consecuencia muy
cómoda. Se pensó por lo tanto en triturar el mineral
metálico con el método de agua, o sea mezclado con
agua. Ya en el siglo XVII las muelas y las tinas de
trituración fueron construidas mejor y lo fueron aún
más en el siglo XVIII. Mecanismos de lavado.
Mecanismos para reavivar el fuego.
El método más antiguo para reavivar el fuego era el
de utilizar un trozo de cuero, de hojas de árboles o de
tupidas ramas verdes. En su sucesivo se empleó el
junco, a través del cual se soplaba sobre el fuego con la
boca. El fuelle de cuero, con el cual bastaba un simple
gesto de la mano para que la masa de aire fuera
ininterrumpidamente impulsada desde el depósito al
seno comunicante era ya conocido por los griegos desde
hacía mucho tiempo. En las fundiciones muchos fuelles
de este tipo se hacían funcionar a mano. Éste fue el
136
método de fusión hasta el siglo XVI. En esa época
aparecieron los primeros fuelles puestos en movimiento
por ruedas hidráulicas. En lugar de los fuelles de cuero
se comenzaron a usar los de madera, que duraban diez
veces más; los fuelles de madera fueron inventados en
Alemania, en Nuremberg, en la primera mitad del siglo
XVI.
En los siglos XIII y XIV se llegaron a construir
grandes fraguas para la laminación del metal, en
particular del hierro, del cobre, del bronce y del plomo,
en barras o en hojas, a través de prensas pesadas puestas
en movimiento por los ganchos del eje de una rueda
hidráulica. En los comienzos estas prensas eran, como
todos los demás molinos, muy imperfectas. Sólo en el
siglo XVIII la forma de los ganchos, la construcción de
las ruedas y de los mecanismos de soplado se
perfeccionaron notablemente, en particular por obra de
los científicos suecos.
Poppe (Historia de la tecnología) revela que a partir del
siglo XI se desarrolló en las ciudades, vinculado como
estaba con el comercio y con la ciencia, el artesanado
citadino (industria, propiedad de hombres libres) y con
el artesanado se desarrollaron las corporaciones, las
guildas y asociaciones; en conclusión, las corporaciones,
industriales y políticas al mismo tiempo.
Muchas de estas “corporaciones” eran una herencia
de los siglos XII y XIII. La Alemania de esa época tenía
los mejores maestros en casi todos los oficios. Luis IX,
francés, en 1270 dio la orden, a través de Esteban
Boileau, de reunir a los artesanos en una guilda.
Federico I y Federico II trataron de abolir las
asociaciones rebeldes que se habían constituido entre
los artesanos.
Crecimiento de la influencia de los artesanos en las
ciudades.
Todas las tentativas de los príncipes no lograron
137
sofocar las guildas. La influencia de éstas creció cada vez
más. Los artesanos exigían ya con la fuerza no sólo
participar en el gobierno de la ciudad sino inclusive el
derecho exclusivo al gobierno de la ciudad.
Florecimiento de artesanos en Holanda. Los
tejedores de telas de lana tenían en este país el papel más
importante. En 1304 hubo una batalla naval entre
holandeses y flamencos en la cual los primeros
obtuvieron la victoria.
El siglo XVI marcó el comienzo de ásperas luchas
entre los artesanos y los gobernadores de las ciudades.
Las guildas de los artesanos en algunos casos perdían
terreno, en otros resurgían más fuertes. Cada guilda de
artesanos llegó a pertrecharse incluso de un
equipamiento bélico completo.
Se perfeccionaron mucho los tejidos en general, la
elaboración de los metales y la producción de objetos de
oro y de plata... En el siglo XVI se hicieron también
grandes descubrimientos y muchos inventos.
El siglo XV no marcó cambios de relieve en la
organización de la cuestión artesanal. Hacia fines del
siglo Nuremberg se había convertido en la más
floreciente de las ciudades alemanas.
Siglo XVI: continuo desarrollo de los oficios y de las
artes. Alemania se distingue todavía por los inventos.
Los Países Bajos españoles, Inglaterra.
En los siglos XVII y XVIII surgieron verdaderas
manufacturas y fábricas, particularmente en Francia e
Inglaterra.
Las manufacturas y las fábricas son empresas en las
cuales algunos maestros artesanos se asocian y trabajan
para alcanzar un fin idéntico. Se llama manufactura a
una empresa en la cual la producción de las mercancías
se efectúa inmediatamente a mano, o bien, faltando la
mano de obra, a máquina. [XIX-1172] Si luego para
138
producir mercancías se utiliza también el fuego y la
fragua, entonces la empresa representa una fábrica.
Algunos trabajos no pueden efectuarse más que en gran
escala, por ejemplo la producción de la porcelana, el
vidrio, etc., razón por la cual no constituyeron nunca
una artesanía. En los siglos XIII y XIV algunas
elaboraciones, por ejemplo los tejidos, se realizaban en
gran escala.
En el siglo XVIII muchos científicos se dedicaron a
un estudio minucioso y asiduo de la artesanía, de las
manufacturas y de las fábricas. Algunos hicieron de este
campo su objeto de investigación.
Sólo en una época relativamente moderna se ha
descubierto el vínculo que une la mecánica, la física y la
química con la artesanía (sería mejor decir con la
industria). Entre los artesanos las reglas y las
experiencias se transmitían de maestro a aprendiz y
asistente; de lo cual deriva una tradición conservadora.
En tiempos antiguos, a las ciencias se contraponían los
prejuicios. En 1772 Bekman fue el primero en usar el
término tecnología. Aun antes de la mitad del siglo
XVIII el italiano Ramazzini escribió un tratado sobre las
enfermedades de los artesanos y de los obreros. Reamur
y Shaw pusieron los fundamentos de una verdadera
tecnología.
Hilado y tejido.
1] Tejidos de lana: hasta el siglo X las manufacturas
de lana alemanas eran las más famosas de Europa, luego
fueron superadas por las holandesas. Las fábricas de
paño de Gand eran prósperas ya en la primera mitad del
siglo XVII. Florencia, Génova y Nápoles eran las
ciudades más famosas por la producción del paño en el
siglo XIII.
Los antiguos, antes de transformar la lana esquilada
en hilos resistentes, la sometían previamente a una
elaboración. Primero pulían la lana de las escorias más
139
groseras y del polvo. Luego la lana se batía y se
transformaba en copos, en seguida se lavaba, se untaba
con grasa vegetal o animal para hacerla más elástica, y
finalmente se peinaba y cardaba.
Para lavar la lana, los antiguos usaban una especial
planta jabonosa (Strutium).
Antiguamente no se conocía el batido de la lana para
separar mejor las fibras. Más adelante surgieron
verdaderos lanificios. En el siglo XVIII estaban ya
presentes también en Nuremberg. En los comienzos del
siglo XVIII, y aun quizás antes, la lana se trabajaba a
máquina; luego se desfibraba con una máquina especial.
En Inglaterra esta máquina se perfeccionó en época
moderna (molino agramador, máquina para batir la
lana).
Los peines, los raspadores, las cardas, es decir los
instrumentos de hierro en forma de gancho para raspar,
separar y emparejar las fibras eran ya conocidos por
Plinio. Los peines fueron perfeccionados
posteriormente; el número de sus dientes aumentó, etc.,
y a pesar de esto en las manufacturas laneras el ritmo era
todavía demasiado lento y se necesitaban muchos
obreros para cardar y peinar una gran cantidad de lana.
De todos modos se continuó utilizando los mismos
instrumentos hasta la segunda mitad del siglo XVIII. En
1775 se emplearon por primera vez cardadoras, es decir,
máquinas para cardar y peinar (molinos peinadores,
máquinas tardadoras), que se ponían en movimiento
tanto por ruedas hidráulicas como por ruedas a vapor.
R. Arkwright fue el inventor de esta máquina. 50.000
cardadores de lana hicieron una manifestación ante el
parlamento en contra de esta invención. La máquina
cardadora efectuaba mejor la producción, es decir en
mayor cantidad y más económicamente. Estaba
constituida por algunos ejes sobre los cuales se fijaban
los peines; además funcionaban continuamente y en
140
forma simultánea dos ejes, cuyos peines se insertaban
en los de los otros dos ejes. La lana cardada se torcía en
hilo mediante la hiladura, transformándose de esa forma
en hilado. Los antiguos usaban para esta operación el
huso. Los tornos de hilar son una invención reciente.
En una época los tornos de hilar eran manuales; eran
grandes ruedas puestas en movimiento por la mano
derecha de una persona, que simultáneamente extraía el
hilo con la izquierda. Sólo en 1530 un tal Jurgens, de la
campiña cercana a Braunschweig, inventó el pequeño
torno de hilar a pedal.
En Alemania se inventó también un torno de hilar
doble, o sea un torno de hilar con dos bobinas sobre las
cuales se envolvían simultáneamente dos hilos. Hasta
ese momento se habían realizado algunas tentativas
solamente para que una persona sola consiguiese hilar
simultáneamente en dos tornos de hilar, después de un
prolongado ejercicio. Finalmente estos intentos fueron
coronados por el éxito. Sin embargo el trabajo sostenido
por el pie era muy pesado. Hacia mediados del siglo
XVIII aparecieron también ciertas ruecas que
devanaban [XIX-1173], doblaban y nuevamente torcían
un hilo en parte ya hilado.
Las máquinas hiladoras o molinos de hilar.
La máquina puesta en movimiento por la mano del
hombre mediante un árbol cigüeñal o mediante una
rueda hidráulica, o incluso por una máquina a vapor, hila
simultáneamente de 60 a 100 hilos muy finos y
uniformes; con la misma fuerza motriz se puede
también poner en movimiento una máquina cardadora
o peinadora.
Ya en el primer cuarto del siglo XVIII se conocía una
máquina para hilar (en ese tiempo usado sólo para hilar
lana ovina).
Se cree que hizo su primera aparición en Italia.
141
Arkwright fue el primero en inventar una máquina
para el hilado del algodón; fue en 1775. Desde
principios del siglo XVIII se presentaron grandes
dificultades para introducir la máquina para hilar en
Inglaterra; en Francia se produjo la misma situación,
incluso después de la invención de Arkwright; las
dificultades se superaron primero en las manufacturas
de algodón y luego en las de lana…
Para dividir el hilado en bobinas, en madejas o en
ovillos se inventó la devanadora. Primero era una simple
devanadora a mano, luego se inventó un tipo más
sofisticado una veloz devanadora que enumeraba.
Durante el siglo XVIII se agregaron variantes aún más
perfeccionados a los tornos de hilar. Se crearon
devanadoras mecánicas que indicaban con una aguja
sobre un cuadrante el número de las madejas y de los
hilos.
Después del invento del cardado y de la prensa, el
acabado y la imprimación de los tejidos de lana se
hicieron muy difíciles como para poder ser hechos sólo
por excelentes cardadores y bataneros, los que en la
época del renacimiento de las ciencias estaban
considerados entre los artesanos más eminentes. En el
siglo XVIII en las fábricas de paño inglés se instalaron
máquinas cardadoras especiales, en las cuales el cardado
se efectuaba sin la intervención de la mano humana.
En 1758 Everett construyó la primera máquina
cardadora movida por agua. 100.000 obreros que
quedaron sin trabajo quemaron las máquinas.
En lugar de la habitual prensadora y roladora de la
lana, aparecieron en Inglaterra, en la segunda mitad del
siglo XVIII, máquinas a calandrias o a cilindros.
La batanadura se usa para pulir, convertir en más
compacto y engomar el paño. Se trataba de una
operación ya conocida por los romanos; en esa época se
hacía más compacto el paño a través del pisoteo.
142
Después del invento del batán, el acabado de los paños
fue separado de los demás procesos de la elaboración,
de la preparación básica y del engomado. Hacia fines del
siglo X existían molinos para fieltrar. Estaban
constituidos por una prensa o por una fragua; las dos
servían para la prensadora.
2] Tejidos de algodón: cuando los holandeses
expulsaron a los portugueses de los dominios indios se
adueñaron antes que nada de las algodoneras.
Ya a fines del siglo XVIII aparecieron en Holanda
las primeras manufacturas de algodón. En realidad eran
sólo manufacturas de indiana de algodón blanco, que se
compraba barata en India.
En Holanda aparecieron más tarde manufactureras
que tejían el algodón; luego se extendieron a Suiza,
Hamburgo, Bremen, Augsburgo, Austria, Sajonia, etc.
Prensas de impresión, estampadoras de tejidos de
algodón.
(No bien una gran manufactura alcanzaba una cierta
dimensión, se comenzaba a emplear para la ejecución de
los procesos simples, como la molienda, el agramado, el
prensado y la batanadura, etc., máquinas especiales cuya
fuerza motriz sin embargo debía ser capaz de superar
todas las dificultades implícitas en un mecanismo
imperfecto).
El pulido del algodón es más fácil que el de la lana.
Pero en esta elaboración el proceso de separación de las
fibras resultaba más difícil. Los indios y los griegos las
separaban y las dividían con el mismo peine usado para
tundir la lana, como hacen los sombrereros con el
fieltro. Simples peines, cepillos o cardas para lana se
comenzaron a usar en gran escala sólo hacia mediados
del siglo XVIII, cuando Arkwright inventó su máquina
cardadora. El huso para el hilado era ya conocido en el
mundo antiguo, incluso en India. En 1769 Arkwright
143
patentó su máquina hiladora, el torno de hilar de
cilindros (throstle).
La máquina estiradora pulía completamente el copo
cardado: le sucedió entonces [XIX-1175] una máquina
que preparaba un hilado tupido y ligeramente retorcido
(es decir una máquina que preparaba los hilos para el
hilado final) que debía tomar el algodón y producir un
hilado en hilos gruesos y retorcidos.
En nuestros días el hilado se produce con una
máquina hiladora con muchas bobinas. Esta máquina
hiladora se aferra ella sola al cabo, lo estira y lo retuerce.
El hilado water (torsión water) tiene menos torsión
que el hilado mule (torsión mule), pero el mismo torno de
hilar, en la forma originaria inventada por Arkwright,
era todavía una mule-machine. Poco después se construyó
una máquina particular para el hilado de urdimbre (de
cadena) y con ella se hilaba por lo general la base.
La nueva máquina se llamó Jenny. Finalmente la
unión de la mule-machine con la Jenny llevó a la creación
de una tercera máquina 24 que hilaba sólo un hilado mule
y en la cual entonces se hilaba también el hilo de trama.
Todas las máquinas, desde la cardadora hasta la
hiladora, estaban puestas en movimiento por una
máquina de vapor.
3] La seda.
En Francia, hasta la revolución, se tejían algunos
centenares de tipos de tejidos de seda, de los cuales 150
habían sido creados antes de 1730. Una ley vigente en
Avignon, según la cual cada aprendiz tenía derecho a
practicar la producción de un solo tipo de tejido y no
podía aprender la confección de más tipos, facilitó
mucho el perfeccionamiento.
144
4] El arte del tricotaje.
El telar para medias, o de tricotaje, fue inventado en
Inglaterra; con este telar un obrero podía hacer, sin una
habilidad particular o esfuerzo especial, cien puntos
prácticamente en un instante. Esta máquina era la más
hábil entre las que existían. Estaba construida en hierro
y constaba de más de 2500 elementos. Funcionaban
simultáneamente varios centenares de agujas. Fue
inventada hacia fines del siglo XVI por William Lee,
dactor en el, College St. John25.
En lo que se refiere al hilado del algodón, Ure cita la
máquina cardadora y desflecadora, o sea la máquina
agramadora para desflecar y pulir el algodón. Se usan
dos tipos de máquinas agramadoras; una de ellas se
llama de pesado o de distribución. Luego se usó la
máquina cardadora. Para un hilado fino se usaba un
primer cardado y posteriormente un cardado más fino.
Tensión y torsión. Cilindros de tensión (máquina
para estiraje a cinta). Preparación del cabo. Banco de
husos o frotador (tipo de máquina para la preparación
del hilo). Finalmente la máquina para el hilado fino.
Máquinas manufactureras, máquinas que sustituyen
al hombre ocupado en el trabajo industrial.
La tarea de todas estas maravillosas máquinas;
vinculadas a la primera etapa de la elaboración del
algodón y precedentes a la transformación en hilado,
consistía en limpiar los copos, liberarlos de las
sustancias extrañas, convertirlos en homogéneos y en lo
posible regulares y paralelos.
Telares mecánicos modernos y originarios.
Los viejos telares mecánicos (por lo menos los
mejores) podían producir no más de un tercio de la
cantidad de tejido producido por obreros en telares
145
modernos trabajando en fábricas 60 horas a la semana,
26 piezas de tejido estampado de 20 pulgadas de ancho
y de 29 yardas de largo (cada pieza tiene 11 hilos en un
cuarto de pulgada). Cada pieza cuesta 5 y 1/8 peniques.
Si el mismo obrero trabajase en cualquiera de los viejos
telares produciría sólo 4 piezas y la tela de cada pieza
costaría 2 chelines y 9 peniques.
Telares para medias y para tejidos de punto.
Los mejores tipos de telares para la elaboración de
medias y de tricotaje son sin duda los modernos (siglo
XIX), y especialmente el último: el telar circular de
Chevalier-Claussen, que se usa para todos los tipos de
elaboración de punto, gracias a un movimiento circular
ininterrumpido. Este telar se puede poner en
movimiento tanto a vapor como a mano.
La diferencia fundamental entre este y los telares
comunes para la elaboración de medias y tejidos de
punto consiste en el hecho de que en el primero una
serie de mallas dispuestas de manera paralela las unas a
las otras tiene una forma de espiral; las mallas se forman
simultáneamente en los distintos puntos de la
circunferencia del telar. El trabajo de tricotaje no está
sometido a la “caída” de las mallas, cosa que en general
se verifica cuando las mallas son imperfectas o se
rompen.
El movimiento en los telares circulares,
cumpliéndose ininterrumpidamente y en una sola
dirección, es decir no alternando giros de ida y de vuelta,
como en los telares comunes, no provoca pérdidas de
tiempo en el giro de vuelta, por lo cual en un
determinado tiempo se puede producir una cantidad
mayor de manufactura.
El telar de Claussen se expuso en la gran muestra de
1851. Tiene 1200 agujas dispuestas sobre la
circunferencia y puede fácilmente efectuar 80 giros por
minuto. La cantidad de mallas hechas, o de giros, en
146
consecuencia será igual a 1200 x 80, es decir 96.000 al
minuto, y todo esto con la fuerza de la mano de un
hombre solo.
[XIX-1177] La seda. El telar de Jacquard.
Los telares simples pueden producir sólo un tipo de
tejido liso y no pueden elaborar tejidos con arabescos...
Para eso es necesario un dispositivo especial y los telares
en los cuales está presente se llaman telares de
Jacquard... Si durante el tejido uno o dos hilos de base
se levantan y se dejan caer, mientras los otros hilos
permanecen en la misma posición, el tejido producido
será, en esas partes en las cuales se encuentran los hilos
cambiados, diferente de lo demás. O sea que tendrá
arabescos en la superficie; y si el cambio de hilos ha sido
regular estos arabescos se repetirán a una cierta distancia
uno del otro, formándose de ese modo en el tejido un
diseño determinado. Esto es en esencia lo que realiza el
dispositivo de Jacquard…
En la gran exposición fue presentado también el
invento del señor Claussen. En su telar se usan dos
cilindros perforados (en vez de uno, como se hacía
antes), mientras que las cardas están dispuestas en orden
de alternancia, de manera que cuando un cilindro se
encuentra en acción el otro cambia sus cardas y se
dispone a remplazar al primero. Gracias a este sistema
el telar puede funcionar con una velocidad mayor del
40% respecto de la velocidad de acción de un telar
tradicional. Resultaba aumentada incluso la uniformidad
del movimiento, mientras que disminuía la tensión de la
base.
Telares de encajes (a bobinas). Tul.
En el tejido producido por el telar de tricotaje y por
el telar circular no existe ni base ni trama. El tejido
consta de mallas y de un hilo ininterrumpido. En el
tejido que producen los telares circulares la base no se
distingue en sustancia de la producida por los telares
147
tradicionales; la particularidad principal está en la trama
y en el muy interesante y fino mecanismo de la
lanzadera, llamada en este telar crochet. Ésta es la
máquina de la que habla Ure cuando dice que por la
variedad de los dispositivos mecánicos vale mucho más
que un cronómetro perfecto…
Entre los motores primarios es necesario incluir la
prensa hidráulica. Los motores hidráulicos no se
diferencian, en cuanto al principio, de la máquina de
vapor; vale decir que es la columna de agua, para decirlo
de algún modo, la que actúa sobre el pistón en el interior
del cilindro, según el mismo principio general de la
máquina de vapor. La prensa hidráulica, que ha tenido
un empleo maravillosamente multiforme, puede
emplearse tanto para prensar algunas pacas de pañuelos
de bolsillo, como para levantar enormes construcciones.
Ejemplo de especialización y diferenciación de los
instrumentos.
Se ha demostrado que en Birmingham se producen
no menos de 300 martillos diferentes, cada uno de los
cuales sirve para una producción particular.
La producción de plumas de acero.
Primero, división del trabajo; luego producción a
máquina. La pluma de acero comenzó a usarse hace
alrededor de 40 años, y cuando se presentó por primera
vez al examen del público cada pluma costaba 6
peniques. En nuestros días con esa cifra se pueden
comprar 144 plumas similares, aún tal vez mejores. En
1820 la primera gruesa (12 docenas) de plumas de acero
se vendió al precio de 7 libras esterlinas y 4 chelines. En
1830 el precio bajó a 8 chelines, para continuar bajando
hasta alcanzar los 6 peniques, es decir la suma que es su
límite actual.
Una sola fábrica de Birmingham produce 960.000
plumas al día, o sea 289.528.000 plumas al año. La
148
producción total de los industriales de Birmingham llega
por lo menos a 1.000 millones de plumas al año. En el
proceso de producción de la pluma el acero sufre la más
extraordinaria transformación. Primero se ablanda
como el plomo, luego se hace frágil como el vidrio y
finalmente se suaviza hasta convertirse en elástico
[XIX-1178] como una verdadera pluma de ganso.
La producción de plumas de acero de Birmingham
hace 25 años, todavía en los comienzos, representaba
una manufactura moderna, basada en la división del
trabajo. Para ejecutar los distintos procesos se utilizaban
en parte instrumentos maquiniformes, en parte
máquinas (como en las manufacturas que habían
alcanzado un cierto estadio de desarrollo), y en parte
mecanismos puestos en movimiento por el vapor; pero
entre los trabajos de los mecanismos se producían
intervalos, durante los cuales se recurría al trabajo
manual.
Una barra delgada de acero laminado, de ancho y
espesor adecuados, se somete primeramente a un
laminado meticuloso y se calienta. En este momento
está lista para ser dividida en plumas por una prensa en
la cual están fijados los moldes para cortar las “láminas”.
La prensa se utiliza en este caso por la presión
homogénea que ejerce sobre los moldes colocados en
ella.
Estas prensas son manejadas por mujeres, con una
habilidad tal que la producción de una buena obrera es
de 200 gruesas; vale decir de 28.000 plumas en una
jornada de trabajo de 10 horas.
El ancho de la hoja de acero permite cortar dos
plumas: la parte más ancha forma el canuto, en tanto
que la más afinada se corta de manera tal que hace casi
inexistentes las sobras. Las láminas deben por lo tanto
ser agujereadas, pero esta operación, como también el
cierre de la pequeña apertura en el centro de la lámina y
149
de las fisuras laterales, se hace con otra prensa. Las
plumas semiconfeccionadas se ponen después en el
horno de cocción para que se ablanden, luego se coloca
sobre el lado frontal un sello que indica el nombre del
fabricante; la impresión del sello se hace a pedal. Los
pequeños instrumentos casi terminados se colocan
luego en una ranura, donde mediante otra máquina
asumen una forma cilíndrica en lugar de la forma plana
precedente. Esta operación se define como “montaje”
del metal. Empaquetadas en pequeñas cajas de hierro
con tapa, las plumas son nuevamente calentadas al
blanco. Luego se sacan de las cajas y se dejan caer
inmediatamente en un gran recipiente que contiene
grasa, donde las plumas adquieren una fragilidad tal, que
casi se disgregan al solo contacto con la grasa.
El siguiente proceso es el “pulimiento”; luego viene
el “temple”, que le da a las plumas la elasticidad
necesaria; la elaboración termina colocando las plumas
en un gran cilindro de estaño con un solo lado abierto:
el cilindro gira sobre el fuego, con un procedimiento
parecido al de la torrefacción del café. El
encandecimiento le cambia el color a las plumas: al
comienzo son grises, luego de un color pajizo, en
seguida pasan al negro o al color del bronce y finalmente
azules. Queda sólo por eliminar la aspereza de la
superficie, para lo cual las plumas se ubican en pequeños
recipientes de estaño junto a un poco de limadura. Los
recipientes están dispuestos horizontalmente sobre un
bastidor y se hacen rotar por medio del vapor; con este
sistema las plumas, restregándose una contra otra, se
pulen.
Después del proceso de “esmerilado” (que consiste
en colocar las plumas templadas en un cilindro de
hierro, lleno de material triturado en el crisol o de otro
material abrasivo, en girar el cilindro con cualquier tipo
de energía y en restregarlas plumas hasta que adquieren
150
de ese modo una superficie pulida y brillante), las
plumas pasan al “sector de afilamiento”, donde cada
pluma separadamente es afilada desde la parte posterior
en dos direcciones: o bien en ángulo recto o, con más
frecuencia, en direcciones opuestas una de la otra. La
calidad de la pluma depende especialmente de esta
operación.
Con un par de pinzas una obrera levanta la pluma, la
mantiene por un instante sobre una rueda de “esmeril”,
dando fin al proceso de afilado. Ahora la pluma es
transportada al sector en el cual se efectúa el corte
longitudinal: la pluma entra en una prensa donde la
operación se realiza en un instante. Las plumas son
luego controladas y separadas de acuerdo con su
calidad; luego se bañan con una solución de resina
(bruñido) y se consideran ya listas para la venta.
En total las operaciones son más de una docena;
además del pasaje de un proceso al otro.
Mr. Gillot de Birmingham fundó la primera fábrica
de plumas de acero. Su producción de plumas es, por lo
que parece, la más grande del mundo. Ocupa más de
1000 obreros, la mayor parte de las cuales son mujeres.
En un año, desde mayo de 1850 hasta abril de 1851;
se han producido alrededor de 180 millones de plumas;
el peso del acero en planchas que se consume en la
producción suma 120 toneladas, igual a casi 268.800
libras esterlinas inglesas (1 tonelada = 2240 libras
esterlinas).
[XIX-1179] Durante bastante tiempo la
introducción de las máquinas en la elaboración de las
plumas de acero encontró, parece, dificultades
insuperables, ya que parecía no existir la más lejana
posibilidad de aplicar a la producción de plumas un
proceso continuo. Esta dificultad sin embargo se
superó, y en la gran exposición (de 1851) se presentó
una, máquina que en este momento está teniendo una
151
gran difusión, preparada justamente para este empleo.
Es la máquina inventada por los señores Hings, Wilson
y otros de Birmingham. Es completamente automática:
se le introduce el acero bajo la forma de lámina plana,
de la cual ella, completando seis procesos, corta, perfora
y obtiene dos plumas.
El taller automático.
La producción del papel (en nuestros días).
Inicialmente era una producción típica de los
holandeses. En el siglo XVII y a principios del siglo
XVIII era una manufactura original y muy desarrollada;
además, para cumplir los distintos procesos, se
empleaba primero un molino de mano, luego de agua y
finalmente de viento.
Justamente esta producción, por la alternancia de los
procesos químicos y mecánicos, era muy discontinua en
su forma manufacturera.
a] Procesos de preparación.
1] Primer proceso: La trituración de los trapos y la
sucesiva eliminación de todas las sustancias extrañas,
incluyendo los colorantes.
Una primera máquina corta los trapos en trozos
pequeños y simultáneamente elimina todas las escorias.
Ella está formada por un gran tanque, parcialmente
lleno de agua, que corre continuamente de un grifo en
el curso de todo el proceso. A través del tanque pasa un
eje giratorio, sobre el cual está soldado un cilindro de
madera, con dientes de acero, mientras que, casi en el
borde del tanque, hay un elemento de madera hueca,
también éste con dientes; estas partes de la máquina
están dispuestas de manera tal que cuando el trapo pasa
es atrapado y reducido a jirones.
El cilindro dentado es puesto en movimiento,
velozmente y en sentido rotatorio, por una correa que
parte del eje principal y gira mediante una máquina de
152
vapor. La acción de la máquina continúa hasta que el
trapo se ha convertido completamente en una masa
triturada, que se define por esta razón “gacha”.
Durante toda la operación el agua corre ininterrum-
pidamente a través del tanque, pero en cantidad
decreciente; el agua sucia sale por una apertura en la cual
están ubicados los cedazos. En consecuencia, queda
sólo una masa limpia junto con otra de agua. Hasta ese
momento la masa de trapos era muy sucia.
2] Segundo proceso: eliminación de los colorantes y
blanqueo.
Si se utiliza sólo trapo blanco, el proceso de blanqueo
no solamente es inútil sino incluso perjudicial. Si se usan
trapos de varios colores, o bien papel viejo ya usado o
materiales similares, entonces el proceso de blanqueo es
indispensable. A través de un amplio tubo que
comunica con la máquina que produce la masa de papel,
la masa semilíquida entra en una tina donde es sometida
al blanqueo. La masa, de papel se coloca en tinas,
mezclada con una solución de cloruro de calcio. Apenas
el color desaparece, la masa de papel se puede
considerar blanqueada.
3] Tercer proceso: la masa de papel que todavía no
tiene un aspecto definido es prensada con una prensa
hidráulica para disminuir su volumen.
4] Cuarto proceso: Un nuevo lavado para eliminar el
cloruro de calcio.
Los procesos de preparación han aumentado mucho
en número en el pasaje de la manufactura o de la
artesanía a la producción a máquina; ésta es una de las
consecuencias de la particularidad de la misma máquina,
porque el material sometido a elaboración, por ejemplo
el algodón, la masa de papel, etc., para poder adaptarse
a la elaboración a máquina, se debe absolutamente
reducir a una masa homogénea e informe. Este fin se
153
obtiene repitiendo un proceso idéntico.
5] Quinto proceso: Si es necesaria una trituración
más pequeña del material, esta operación la ejecuta otra
máquina, llamada agramadora. Esta máquina se
distingue de la primera sólo por la disposición de los
dientes, que resulta más tupida, y por la velocidad de
rotación del cilindro, que es más alta. La operación de
trituración continúa por algunas horas y además libera
mucho calor latente, tanto que la pasta de papel se pone
en ebullición, además de estar finamente triturada.
Alcanzada esta etapa, la pasta de papel está lista para la
producción del papel; se coloca entonces en una tina,
desde donde pasa luego a la máquina que produce el
papel. [XIX-1180] Es éste el turno de la verdadera
máquina para papel. En realidad hay todavía muchos
procesos que la preceden: medición de la pasta de papel
y su filtrado.
Evidentemente el blanqueo constituye un proceso
en sí mismo, como el empleo de la prensa hidráulica. En
cambio la máquina que de hecho produce el papel es un
perfecto autómata...
«Los dos grandes principios que determinan el éxito
están plenamente encarnados en este maravilloso
autómata. Uno de los principios más importantes
adoptados en todos los ramos de la industria está
constituido por la continuidad de la producción. La
máquina industrial más perfecta y más económica es
aquella que es capaz de producir ininterrumpidamente.
Cuando la producción de un objeto se puede llevar
adelante sin interrupciones y, en consecuencia, sin
retardos desde el primero al último estadio de la
elaboración a máquina, el objeto es, con mucha
verosimilitud, mejor producido y con menores descartes
respecto del caso en el que el objeto sufre traslados de
un lugar al otro en cada estadio de la elaboración.
Ninguna otra máquina inventada hasta hoy lo
154
demuestra mejor que la que hemos descrito. Representa
un sistema acabado, porque la materia prima entra por
una parte y el producto terminado sale por la otra.
«Incluso bajo otro aspecto, gracias al segundo
principio, esta máquina demuestra una construcción
excelente. Este segundo principio se manifiesta en el
hecho de que la máquina actúa de manera completa-
mente automática. No tiene necesidad de la ayuda del
hombre y ejecuta la tarea que se le ha confiado con la
combinación y la división del trabajo entre las partes que
la componen. Si la colaboración del hombre es en todo
instante indispensable, es sólo para eliminar las
eventuales dificultades y no para servir de ayuda a la
producción. La operación de esta máquina se distingue
también por su extraordinaria velocidad: desde la
entrada de la pasta de papel en el primer filtro hasta el
rollo de papel terminado pasan en total sólo algunos
minutos» (The industry of nations, part II. A survey of the
existing state of arts; machine and manufactures, Londres,
1855, pp. 190-191).
O sea continuidad de la producción (es decir
continuidad de las fases a través de las cuales pasa la
elaboración de la materia prima).
Automatismo (el hombre es necesario sólo para
eliminar eventuales dificultades).
Velocidad de elaboración: La simultaneidad de las
operaciones aumenta también gracias a las máquinas,
por ejemplo, para preparar las plumas de acero la barra
es cortada, perforada, dividida por todos lados en un
instante. (He aquí un ejemplo de cómo una sola fábrica
provoca la necesidad de otra; en Norteamérica, junto a
la producción de las plumas de acero, surgió una notable
producción de estuches portaplumas, de plumas y de
otros pequeños accesorios necesarios para utilizar las
plumas de acero...)
El establecimiento metalúrgico.
155
[XIX-1185] Las primeras máquinas se fabricaron a
mano, en manufacturas. La producción de máquinas
mediante máquinas sólo fue posible después de la
invención de la misma máquina y, fundamentalmente,
cuando se descubrió una energía (por ejemplo el vapor)
que podía ser empleada a cualquier nivel para poner en
movimiento una máquina.
Por otra parte la producción de múltiples y diferentes
máquinas operadoras, inventadas a continuación (como
aquellas de las cuales hemos hablado), depende también
de la capacidad de producir instrumentos.
Las primeras máquinas de vapor se construían con
métodos manufactureros y artesanales. De la misma
manera se construyeron las primeras máquinas tejedoras
e hiladoras, los molinos, etc., que se ponían en
movimiento con un motor de vapor. No hablaremos
aquí de las mejoras en la calidad de la producción debido
al empleo de las máquinas, es decir de su influjo sobre
el valor de uso. Sin embargo, esta influencia es
doblemente importante en un proceso productivo:
1] en el cual la materia prima o el producto semiela-
borado es sometido a la elaboración de la máquina y la
facilidad de los procesos ulteriores en la fase siguiente
está en parte condicionada por el grado de perfeccio-
namiento del material sometido a elaboración. Su
homogeneidad es, en otras palabras, la condición de la
elaboración ulterior del material por parte de la
máquina.
2] la uniformidad, la precisión matemática de la
forma, etc., tendrán una importancia aún mayor allí
donde se preparan los elementos de la máquina y los
instrumentos filosóficos 26.
156
El grado de éxito depende ahora completamente de
la calidad y del hecho de que todo esto es el producto
no ya de un desmañado trabajo a mano sino de la
máquina operadora con un ritmo evaluado anterior-
mente con exactitud.
Máquina operadora como parte de una máquina
distinta de sus otras partes, es decir del motor y del
mecanismo de transmisión.
“En todas las máquinas […] hay ciertas partes que
de hecho exigen el trabajo para el cual la máquina ha
sido construida; el mecanismo de transmisión sirve sólo
a dar el movimiento necesario a estas partes y al material
que ellas elaboran. Dichas partes operativas de la
máquina representan los instrumentos gracias a los
cuales la máquina funciona” (The industry of nations, parte
II, Londres, 1855, p.222).
Y esto es exacto. Los instrumentos con los cuales un
hombre trabaja aparecen nuevamente en las máquinas;
sólo que ahora se convierten en los instrumentos con
los que funciona la máquina. Para elaborar como se
debe el material, o sea para alcanzar el fin deseado, la
máquina produce con su mecanismo el movimiento de
los instrumentos, movimiento que antes producía el
hombre.
[XIX-1186] Ahora ya no es más el hombre sino el
mecanismo construido por el hombre el que dirige los
instrumentos. El hombre vigila el funcionamiento del
mecanismo, corrige eventuales errores, etcétera.
157
por un mismo mecanismo, mientras que el hombre
puede poner en movimiento de manera simultánea
solamente uno de estos instrumentos, y sólo en el caso
que tenga una rara habilidad, dos instrumentos, dado
que tiene en total sólo dos manos y dos pies.
En la máquina funcionan simultáneamente muchos
instrumentos: por ejemplo, en una hiladora se ponen en
movimiento varios centenares de husos al mismo
tiempo; en la cardadora muchos centenares de peines;
en un telar de tricotaje más de mil agujas; en las
aserradoras muchas sierras; en el afilador centenares de
cuchillos, etc. En el telar mecánico se ponen en
movimiento muchas devanadoras. (Ésta es la primera
unión de instrumentos en la máquina. Además, ya desde
el principio debe ser la unión de máquinas operadoras,
del mecanismo que las pone en movimiento y del motor
inicial que pone en movimiento el mecanismo).
Segundo tipo de unión de instrumentos en la
máquina: se obtiene cuando las distintas máquinas, a
través de las cuales debe pasar la materia prima, se unen
entre sí de acuerdo con la sucesión de los procesos de
producción, y son puestas en movimiento por la misma
fuerza motriz. De ese modo la continuidad del proceso
productivo y el sistema, la combinación de los procesos
en sus distintas fases, son causados por varias máquinas.
Tercer tipo de unión de instrumentos en la máquina:
muchas máquinas operadoras se unen en los talleres a
las correspondientes máquinas preliminares, preparadas
para cumplir las operaciones preliminares, y son puestas
en movimiento por una misma fuerza motriz. Aquí el
principio de la cooperación simple se aplica a las
máquinas y a los obreros que trabajan en ellas. Todo
aquello que es fundamental en este tipo de unión ha sido
aplicado en la producción mecánica desarrollada. Y
antes de todo la economía en el empleo del motor
primario y la repartición económica de la fuerza motriz.
158
En segundo lugar, las operaciones preliminares se
convierten en más costosas cuanto más se ejecutan en
cantidades menores; en parte disminuyen los gastos
debidos a la misma máquina, en parte disminuye
relativamente el número de obreros necesarios, y
disminuye en la medida en la que se realicen ejecuciones
en gran escala. Los trabajos intermedios, por ejemplo el
transporte del producto de un proceso al otro, donde
esto es una tarea de obreros, disminuyen,
encontrándose en relación opuesta al nivel de
producción en la que se desarrolla el trabajo.
En tercer lugar, como en el caso de la cooperación
simple, los gastos debidos a las condiciones de trabajo
de utilidad común, como edificios, calefacción,
vigilancia, etc., disminuyen en la medida en que crece la
escala de producción. Además, aquí debe tomarse en
consideración el principio que deriva de la división del
trabajo, es decir que el dirigente, el mecánico, el técnico,
el fogonero, etc., en parte pueden ser sustituidos por
obreros, que se ocupan exclusivamente de eso, en parte
son igualmente necesarios para la producción tanto en
pequeña como en gran escala.
Finalmente (excluyendo la utilización de los desper-
dicios) sólo gracias a esto es posible la explotación
simultánea de muchos obreros, y de esto depende la
masa de plusvalor realizada por un capital individual, si
la tasa está determinada.
En vez de la unión de muchos instrumentos en una
máquina única, estos instrumentos se presentan como
algo único por fuerza, dimensiones y esfera de acción.
Como por ejemplo muchos martillos en el caso de un
martillo de vapor. Aquí, donde el instrumento de la
máquina se distingue por sus dimensiones del
instrumento del obrero, ha sido siempre necesaria
también una fuerza motriz mecánica. Por esa razón una
máquina de este tipo nunca puede ser artesanal, es decir
159
no puede ser utilizada por un obrero solo, o por su
familia, o por una pareja de aprendices con su maestro.
Lo qué se ha expuesto arriba suministra una
“respuesta” incluso a la siguiente pregunta: ¿en qué se
diferencia la máquina del instrumento? Apenas el
instrumento es puesto en movimiento por un
mecanismo, de instrumento del obrero —de instrumen-
to cuyo rendimiento está condicionado por la habilidad
del obrero y que exige el trabajo como intermediario en
el proceso de elaboración — se transforma en instru-
mento del mecanismo y la máquina sustituye al
instrumento. En este caso el mecanismo debe haber
alcanzado ya un grado de desarrollo tal que le permita,
en el caso que obtenga la fuerza motriz de un hombre o
de un animal, en una palabra, de motores primarios
dotados con movimiento espontáneo, recibir la fuerza
motriz de un motor primario puesto en movimiento
mecánicamente.
[X1X-1187] Pero mientras dure la primera
condición, la máquina no es más que un instrumento
artesanal maquiniforme. Con el aumento de sus
dimensiones y en la medida en que ella se convierte en
sistema de producción una fuerza motriz mecánica debe
sustituir la fuerza motriz humana.
Pero, en su primera forma, la máquina (que además
rechaza la masa de obreros ocupados en las empresas
artesanales y manufactureras, permitiendo producir a un
solo obrero lo que antes producían 10 o 20 obreros)
destruye la cooperación simple y la manufactura basada
en la división del trabajo, y parece colocar nuevamente
en lugar de estas últimas la empresa artesanal.
La cooperación simple se anula doblemente: en
primer lugar porque un obrero produce ahora, y en gran
cantidad, lo que producen muchos reunidos en
manufacturas (por ejemplo, recurriendo a segadoras,
trilladoras, máquinas de construcción, máquinas que
160
levantan pesos, máquinas que trituran piedras, etc.), y en
segundo lugar, porque, siempre que la fuerza se debe
extraer mediante la cooperación simple, aparece la
fuerza motriz mecánica.
Esto no excluye sin embargo que: 1] los
establecimientos metalúrgicos se construyan improvisa-
damente como tales saltando la fase correspondiente a
un nivel primordial; y 2] que en aquellos trabajos en los
cuales domina desde el comienzo el empleo de una
fuerza, la fuerza motriz, también ella desde el comienzo
debe ser mecánica, es decir una fuerza que no tiene
relación con la fuerza muscular del hombre o de un
animal.
Si la máquina nace de una simple artesanía, por
ejemplo el telar mecánico, que sustituye el tejido a
mano, la máquina tiene que cumplir simultáneamente
varias operaciones que antes ejecutaba un artesano. Y
esto no parece un sistema de procesos exigidos por la
unión de distintas máquinas. En consecuencia, en el
caso del tejido la operación más importante —es decir
la preparación de la urdimbre— aparece como un
proceso preliminar. En nuestros días también esto se
ejerce con un medio mecánico. Por otra parte, en el
hilado, por ejemplo, los procesos preliminares, que en
el hilado a mano son simples, a máquina se dividen en
una serie de procesos.
Si en cambio la máquina se origina en la manufactura
basada en la división del trabajo, o una sola máquina se
destina a cumplir operaciones particulares, como por
ejemplo en la producción de sobres, de plumas de acero,
etc., o un sistema de máquinas realiza una serie de
operaciones, que anteriormente eran sustituidas por
varias operaciones, como en el hilado de la lana, etc., y
en particular en la producción del papel.
La explicación según la cual la máquina sería un
instrumento complejo, mientras que el instrumento
161
sería una máquina simple, no explica nada. La
explicación según la cual la máquina sería un
instrumento puesto en movimiento no por la fuerza
humana, mientras que el instrumento sería un
mecanismo cuyo motor primario es el hombre, indica
que el carro remolcado por perros o el arado tirado por
bueyes serían máquinas y, por el contrario, un telar
mecánico o un telar de tul, etc., serían instrumentos.
Una explicación similar no contiene ningún
elemento que pueda explicar las transformaciones
sociales. Además contradice la historia de la evolución
de la máquina en su conjunto y la historia de la
transformación de las empresas artesanales y de las
manufacturas en fábricas provistas de máquinas,
transformación que cotidianamente sucede también en
muestra época. En general, esta explicación tiene su
base en aquellas condiciones en las cuales la esencia de
la máquina no se había analizado tanto que permitiera
evidenciar que el empleo del motor primario había sido
un hecho espontáneo, relativo al grado de desarrollo
alcanzado por la empresa.
Un sistema de producción con máquina puede
desarrollarse ulteriormente, asociando de esa manera
ramas con anterioridad independientes entre sí, como
por ejemplo en las fábricas en las cuales el hilado y el
tejido están asociados y forman un sistema ininte-
rrumpido...
La manufactura se origina en la artesanía de dos
maneras:
1] simple cooperación: concentración en una
propiedad única de muchos artesanos y de sus
instrumentos de trabajo para producir una misma
mercancía. Éste es un procedimiento característico de
las viejas manufacturas textiles y de aquellas de paño que
aparecieron posteriormente. En ellas puede decirse que
no existe la división del trabajo. En el mejor de los casos
162
existe sólo en algunos trabajos auxiliares, que en parte
son preparatorios y en parte de terminación. En este
caso se obtiene la economía gracias al empleo
contemporáneo de ciertas condiciones de trabajo
comunes, como el edificio, la calefacción, etc., el control
general de la industria, es decir el elemento que en
general es típico de la producción capitalista.
En el segundo capítulo de la Filosofía de la fábrica Ure
escribe: «Es posible por lo menos una observación: y
ésta es que el trabajo manual sufre en medida variable
interrupciones al arbitrio del obrero y que, en
consecuencia, en general no puede dar un producto
anual o semanal, parangonable al producto que se
obtiene con la máquina puesta en movimiento por una
fuerza continua y regular. Por este motivo los tejedores
que trabajan por su propia cuenta raramente producen
al fin de la semana más de la mitad de lo que podrían
producir si sus telares se hicieran funcionar
ininterrumpidamente por 12-14 horas al día a la misma
velocidad del periodo de trabajo más intenso» (A. Ure,
Philosophie des manufactures..., t. II, París, 1896, pp. 83-84).
Todo esto se refiere naturalmente al taller mecánico,
a diferencia tanto de la manufactura como de la
producción artesanal. En la primera el movimiento y la
velocidad de la máquina (motor primario) predominan
sobre el trabajo humano; en la segunda, en cambio, el
papel dominante corresponde al trabajo humano. Pero
todo esto puede referirse, aunque en menor medida,
también a la manufactura respecto de la artesanía. En la
producción artesanal, el artesano es más o menos un
individuo que trabaja, mientras que en la manufactura
ya es un obrero como tal, y en cuanto él es obrero,
pertenece a otra persona que lo valora sólo como
máquina operadora.
[XIX-1199] 2] Asociación en la fábrica de muchos
artesanos distintos e independientes: en la artesanía se
163
produce ya una división del trabajo, pero cada parte
tiene la función de artesanía autónoma. El primer
fenómeno que implicó la artesanía fue la eliminación del
aislamiento y de la autonomía. La diferencia consiste en
el hecho de que el trabajo aislado no produce un
producto como mercancía única sino sólo como parte
integrante de una mercancía. El producto aislado deja
de ser mercancía como tal.
Si esta asociación de artesanos diferentes existía ya
desde hacía tiempo, ahora su separación ulterior se
realiza en base a esta manufactura que ha surgido por
vías naturales y que ha sustituido con partes
heterogéneas y autónomas sus partes constituyentes.
A esta combinación de artesanos diversos en la
manufactura le corresponde en la gran industria una
combinación de fábricas, de las cuales una produce un
bien semielaborado y otra lo elabora como materia
prima. Así sucede en el caso de la producción de hilados
y tejidos. Se supone que en ambos casos estos ramos
pasaron al modo de producción mediante la máquina,
cada uno por vías propias.
Como en el caso de las transformaciones consecu-
tivas de diversas formaciones geológicas, tampoco en el
caso de la formación de los diversos sistemas
económicos de la sociedad es preciso creer en periodos
aparecidos de improviso y separados netamente unos de
otros. Dentro de la artesanía se desarrollaron los
principios de la manufactura y, esporádicamente, para
ejecutar procesos únicos, se recurría a las máquinas.
Esto se refiere todavía más al periodo de la manufactura
propiamente dicha, que para procesos particulares
recurre al viento y al agua (o bien a hombres y a
animales, pero sólo como simples sustitutos del agua y
del viento). Pero esto se produce sólo en casos
particulares y no constituye el carácter dominante del
periodo; no es su sostén, como dice Fourier.
164
Los más grandes descubrimientos —la pólvora, la
brújula y la prensa— pertenecen al periodo de la
artesanía, como también el reloj, uno de los autómatas
más maravillosos. Del mismo modo los más geniales y
revolucionarios descubrimientos astronómicos de
Copérnico y de Kepler se remontan a una época en la
cual todos los instrumentos de observación mecánicos
vivían todavía su primera infancia. Y aún más, la
invención de la máquina de vapor y de la máquina de
hilar se origina en la artesanía en la manufactura que las
han producido, basándose por así decirlo, en la ciencia
mecánica que se había desarrollado en ese periodo,
etcétera.
La ley general que nace de todo lo que se ha expuesto
consiste en el hecho de que las bases materiales de cada
sucesiva forma de producción —tanto las condiciones
tecnológicas como la estructura económica de la
empresa que a ellas corresponde— son creadas en la
forma inmediatamente precedente.
El trabajo a máquina, en cuanto elemento
revolucionario, no es más que el efecto inmediato del
predominio de las necesidades sobre la posibilidad de
satisfacerlas con los precedentes medios de producción.
El predominio de la demanda nació precisamente
gracias a los descubrimientos del periodo artesanal, pero
también gracias al sistema colonial, del cual se crearon
los fundamentos en el periodo manufacturero y, en un
cierto sentido, gracias al mercado mundial que de ese
modo se había constituido. Junto a la revolución ya
realizada en las fuerzas productivas —que se manifiesta
como revolución tecnológica— se produce también una
revolución en las relaciones de producción.
Como la manufactura emplea las máquinas, su
construcción corresponde a la producción manufac-
turera, artesanal o basada en la división del trabajo.
Apenas la producción a máquina se convierte en la
165
forma dominante, sus medios de producción —las
máquinas y los instrumentos por ella empleados—
deben ser ellos mismos producidos a máquina.
[XIX-1200] Dado que los animales no se emplean
sólo como máquinas, como en la rotación del molino,
el empleo de éstos está absolutamente condicionado
por el hecho de que ellos se mueven libremente y sobre
su libertad actúa la voluntad del hombre; principio éste
que no tiene nada que ver con la producción a máquina.
Además, en la manufactura pueden ser utilizados como
fuerza motriz en una medida notablemente reducida, ya
que un uso masivo exigiría un enorme espacio...
Nada puede ser más equivocado que observar las
corporaciones y los sectores medievales, en los cuales la
división del trabajo en artesanos independientes es al
mismo tiempo la base de la organización social y
política, como algo “no libre”. Fue de esta manera que
el trabajo se libró de la propiedad agraria y, sin duda,
éste fue el periodo en el cual el trabajo alcanzó, social y
políticamente, el nivel más alto. Para comprender el
carácter auténtico de este periodo es necesario estudiar
especialmente la historia alemana, porque en Alemania
el poder monárquico y la burguesía naciente no habían
concluido aún un pacto contra los terratenientes, como
en cambio había ocurrido en Francia.
Una mirada a la historia permitirá descubrir que las
corporaciones y los talleres sufrieron continuas derrotas
en la lucha contra el poder monárquico y feudal,
rebelándose continuamente, y siempre con fuerzas
renovadas, contra este último. Sólo cuando la base
material, la base tecnológica de la organización de los
talleres dejó de ser dominante, cuando perdió por esta
razón su carácter revolucionario y progresista, cuando
dejó de corresponder a los tiempos y entró en
contradicción en parte con la manufactura y en parte,
posteriormente, con la gran industria, sólo entonces,
166
como elemento reaccionario, fue protegido por
gobiernos reaccionarios y por las clases a ellos vin-
culados.
Ahorro y obtención de la materia prima por medio
de las máquinas.
Para cortar, por ejemplo, en comparación con la
precedente sierra cilíndrica, formada por muchas
sierras, o con la sierra a mano y aún más con el hacha o
con el cuchillo, la máquina de hecho no es más que una
inmensa navaja que corta la chapa de madera o bien la
quiebra.
Máquina desgranadora para algodón.
Funcionan muy bien las máquinas hidráulicas
empleadas para transformar los pantanos en terrenos
arables.
Máquinas que construyen naves, desde los barcos de
vapor hasta las lanchas o las más pequeñas naves
fluviales de transporte. Primero se construían en
dársenas con métodos artesanales, sin una notable
división del trabajo y con el empleo, en el mejor de los
casos, de máquinas para cepillar. En nuestros días, y por
vez primera en Norteamérica, se producen
completamente con maquinaria económica. Una
compañía cercana a Londres realiza esta producción en
gran escala…
La máquina de vapor.
Como las máquinas no sólo aumentaban de
dimensiones sino que se desarrollaban también en un
sistema de máquinas, se hizo necesario tener a
disposición una fuerza motriz y un motor primario
idóneos, sin importar la dimensión que se hubiera
alcanzado.
La máquina de vapor, inventada prácticamente antes
de la revolución industrial, no había sido empleada.
Ahora, en relación a su necesidad industrial, se ha
167
encontrado la forma de hacerlo. Los elementos de la
máquina permanecieron iguales hasta que Watt les dio
una forma industrial empleada en la manufactura.
[XIX-1202] La máquina de vapor es una máquina
capaz de producir un movimiento mecánico mediante
un procedimiento de vapor de agua. Una primera idea
de la misma se remonta a la segunda mitad del siglo
XVII.
Para producir movimiento mediante vapor es
necesario no sólo producir fuerza-vapor sino también
saber licuefacer y condensar el vapor.
En 1680 Papin inventó la válvula de seguridad; luego
tuvo la idea de hacer que el vapor contenido en el
cilindro actuase sobre una especie de émbolo. Para esto
colocó agua en el cilindro y, teniendo el cilindro sobre
el fuego, transformó esta agua en vapor, que levantaba
el pistón. Alejando el cilindro del fuego, o viceversa, se
obtenía la condensación del vapor; de este modo la
presión atmosférica podía actuar sobre el pistón abierto
desde arriba y empujarlo hacia abajo. Experimentos de
este tipo fueron publicados por Papin en 1690 en Actis
Eepsiensiebus27.
Savery, un capitán inglés, llegó contemporáneamente
a las mismas conclusiones y de manera ejemplar:
construyó materialmente algunas máquinas antes de
publicar en 1696 la descripción. El principio de la
máquina de Savery era distinto del de la máquina de
Papin porque en la primera, para la acción del vapor, no
se empleaba un pistón y también porque ella podía
producir la condensación del vapor de manera más
simple y más rápidamente. Le corresponde a Savery el
honor de haber construido la primera gran máquina de
vapor. Luego él aplicó la válvula de seguridad de Papin.
168
La máquina de vapor de Savery se usó para levantar
el agua. Consumía una cantidad excepcionalmente
grande de material en ebullición, y construirla resultaba
difícil a causa de sus notables dimensiones. Con la
máquina de Savery se podía levantar el agua sólo hasta
alturas irrelevantes. Se trabajó mucho en su
perfeccionamiento, y en particular para realizar las ideas
originales de máquina de pistón de Papin. Lo lograron
completamente por primera vez dos ingleses: el herrero
Thomas Newcomen y el vidriero John Cawley, que
probablemente fueron los que difundieron el empleo de
la máquina de vapor que funcionaba mediante pistón.
Desde el momento que Savery, gracias a su patente,
tenía el derecho exclusivo para crear el vacío mediante
la condensación del vapor, Newcomen y Cawley se
asociaron con él y en 1705 obtuvieron una patente en la
que se indicaban los tres nombres; patente para
“condensar por introducción bajo pistón y para
producir movimiento alterno gracias a la unión del
pistón y de la palanca”.
La construcción de la máquina “atmosférica”, luego
llamada sólo “Newcomen”, aseguraba no sólo la
superioridad que derivaba del hecho de que el vapor no
se dispersaba completamente, cuando a través de la
máquina se quería levantar el agua, sino también del
hecho de que además daba la posibilidad de producir
cualquier movimiento. La fuerza mecánica se empleaba
tanto en el molino de viento como en el de agua de la
manufacturera, y además donde era necesario también
el empleo de una gran fuerza (impresora, barreno,
levantamiento) y donde, en efecto, el trabajo del hombre
actuaba como motor primario automático que producía
fuerza propia mientras que al instrumento de trabajo lo
ponía en movimiento no la mano sino un mecanismo
de transmisión, un timón, un eje, etc., que estaba
inmediatamente en contacto con el mismo.
169
Posteriormente Newcomen perfeccionó la máquina
haciendo que el agua de condensación comenzase no a
vertirse desde arriba sino a inyectarse en el cilindro.
El desplazamiento de los grifos y de la válvula de
escape se realizaba inicialmente a mano, hasta que un
muchacho que manejaba la máquina, Humphrey Potter,
se las ingenió para unir (con un hilo) la empuñadura de
los grifos y de la válvula con un balancín, luego de haber
asegurado el desplazamiento de ellos mediante este
último.
[XIX-1203] La máquina de Newcomen no estaba
todavía completa; sobre todo en lo que respecta a la
condensación del agua en el cilindro de la máquina. Por
esta razón se dispersaba una gran cantidad de calor;
además el cilindro no se enfriaba nunca completamente.
Todos los intentos para eliminar este grave defecto
resultaron infructuosos y la construcción de la máquina
de vapor permaneció inmutable durante casi setenta
años.
Apareció Watt. En la primera máquina de Watt el
vapor producía solamente la caída del pistón; era una
máquina de movimiento simple mientras que el
levantamiento del pistón se realizaba de este modo:
cuando el pistón llegaba al fondo del cilindro cesaba el
flujo de vapor y por lo tanto el vapor inducido caía
primero sobre el pistón y debajo del mismo. Al actuar
de ese modo sobre ambos lados la presión se anulaba
recíprocamente; el contrapeso aplicado en el extremo
opuesto del balancín junto con los vástagos de bombeo
para el levantamiento del agua, que se encuentran en el
mismo punto, podía por eso producir el alzamiento del
émbolo....
Si bien todavía hoy es inadecuada, la máquina de
Watt de movimiento simple para el levantamiento del
agua y de solución salina no es del todo idónea para la
ejecución de otros trabajos mecánicos.
170
De ese modo la primera máquina de Watt de acción
simple era de hecho sólo una máquina de vapor
perfeccionada, y no fue el primer motor general sino
sólo una bomba especial y original típica del periodo de
la manufactura.
Para fines industriales con frecuencia se hace
necesaria la transformación de lineal en circular del
movimiento del pistón; si bien esa transformación es
posible incluso en las máquinas de acción simple, pero
sólo en el caso de que el movimiento que se obtiene sea
completamente uniforme, esto se puede lograr sólo
cuando se imprime un movimiento circular a una gran
masa inerte (volante). Para poner a esa masa en
movimiento, la máquina pierde indefectiblemente una
gran cantidad de fuerza que, por el contrario, podría
emplearse en un trabajo ventajoso, por no hablar del
gran consumo que deriva de los dientes del eje y de los
cojinetes.
Estas consideraciones impulsaron a Watt al invento
de la máquina de vapor de doble acción. En esta
máquina el vapor produce tanto el levantamiento como
el descenso del pistón; el contrapeso deviene
completamente inútil, mientras que el volante, necesario
para un movimiento uniforme, podía ahora tener un
peso muy inferior. En 1782 Watt obtuvo la patente de
la máquina de doble acción, utilizable en todos los
ramos de la industria. Los perfeccionamientos de la
máquina de vapor de doble acción aportados después
de Watt, se refieren en general al mecanismo secun-
dario. En particular, todos los esfuerzos tendían a hacer
que la máquina ocupara el menor espacio posible. Con
este fin se efectuaron experimentos para distanciar el
balancín y para unir directamente la manivela al asta del
pistón...
Sólo gracias al perfeccionamiento de la máquina de
Watt aparecieron máquinas sin bombas de aire, bombas
171
condensadoras y bombas de agua fría.
La máquina de vapor presupone en consecuencia las
siguientes partes: 1] una caldera de vapor apropiada para
el recalentamiento y la alimentación, etc.; [XIX-1204] 2]
un cilindro de vapor con pistón, asta del pistón y
empaquetaduras; 3] un dispositivo para la difusión del
vapor (válvula) y, en particular, una parte interna y una
externa; 4] una máquina condensadora provista de
condensador con bomba de aire y de agua.
De ese modo la máquina de vapor es un producto
del periodo manufacturero. Entonces se usaba no como
motor primario general sino sólo para un determinado
empleo: el levantamiento del agua. Inicialmente no
sucedía de manera automática, porque la apertura y el
cierre de los grifos, tanto para la introducción del agua
en la caldera como para el enfriamiento del cilindro y la
condensación del vapor, en otras palabras la apertura y
el cierre del pestillo para el vapor y el agua colocado en
el extremo del tubo, entre la caldera y el cilindro (en la
parte final contigua de la caldera), se realizaban
manualmente. No se trataba de una máquina en la que
actuaba el vapor solamente, vapor que por esa razón no
era el elemento fundamental. (En particular, en el
comienzo del movimiento del pistón Watt cierra el
cilindro. Su primera máquina estaba provista ya de un
contrapeso, fijado en el cilindro, dirigido hacia la bomba
en la extremidad del balancín. Justamente este
contrapeso causaba, con su propio peso, el movimiento
hacia arriba.) La presión del aire atmosférico actuaba
después que el vapor, gracias a la rociadura de agua fría
en el interior del cilindro, se había condensado,
formándose de esa manera un espacio que contenía aire
rarificado.
La primera máquina de Watt no era más que el
perfeccionamiento de la máquina hidráulica de vapor
del periodo manufacturero. Sólo su segunda máquina,
172
la máquina de doble acción, se transformó en el motor
primario común a la industria en general.
Los ferrocarriles.
También en este caso el origen se remonta al periodo
manufacturero. Los primeros rieles eran de madera y
parece que fueron instalados hace ya 200 años en las
canteras de piedra o en las minas en Inglaterra y en
Alemania. Por eso, en base a la experiencia, se estableció
que un caballo podía remolcar sobre rieles cuatro veces
más respecto de lo que podía remolcar en carretera.
En 1738 aparece el primer ferrocarril con rieles de
fundición para los transportes comunes. En los
primeros ferrocarriles, para los transportes se utilizaban
exclusivamente caballos. La primera idea de aplicar la
máquina de vapor inclusive en la locomoción de carros
sobre ruedas se le ocurrió al doctor Robinson de
Glasgow en 1759. En 1761 Watt desarrolla esta idea y,
después de él, en 1786, el genial Oliver Evans continuó
su obra en Norteamérica, Pero sólo en 1802 los ingleses
Trevithick y Vivian28 construyeron la locomotora de
vapor propiamente dicha, que podía remolcar sobre los
rieles un peso de 10 toneladas a la velocidad de 5 millas
inglesas por hora. Continuaron luego varios experi-
mentos. Surgió un prejuicio teórico a propósito del
hecho de que la fricción de las ruedas sobre un camino
plano no sería suficiente para evitar el deslizamiento o
la rotación en el vacío de las ruedas y para asegurar la
posibilidad de remolcar cargas más pesadas. En 1814
173
Stephenson construyó las primeras locomotoras
efectivamente válidas para los rieles del ferrocarril
Stockton-Darlington. Estas locomotoras estaban
destinadas sólo a los furgones de mercancías. En
octubre de 1829 la locomotora de Stephenson fue
premiada en la competencia ferroviaria Liverpool-
Manchester. Las condiciones del concurso eran: a la
velocidad de 10 millas inglesas por hora remolcar una
carga que superara tres veces el propio peso. En 1839,
en el mismo recorrido, la locomotora “San Jorge”, que
pesaba 13 toneladas, remolcó una carga de 135.5
toneladas a la velocidad media de 21,8 millas inglesas
por hora.
En 1851 se fundó la gran compañía ferroviaria
occidental. Y ya desde 1847 se construían para esta
última locomotoras capaces de transportar un tren de
pasajeros del peso de 120 toneladas a la velocidad media
de 21.8 millas inglesas por hora. La caldera durante el
funcionamiento a la máxima potencia es igual a 1000
caballos, por 33.000 funt ingleses de caballo-vapor;
además, la potencia efectiva, medida con el
dinamómetro, es igual a 743 caballos-vapor. El peso de
una máquina sin carga [XIX-1205] es igual a 31
toneladas; el coque y el agua pesan 4 toneladas y la
máquina en funcionamiento pesa 35 toneladas.
Después que la máquina de vapor se utilizara
ampliamente en las minas, en la industria y en la
navegación, tuvo que pasar mucho tiempo para que
fuera usada en los desplazamientos en superficie.
La construcción de la primera embarcación de
Fulton (y Livingstone), el Clermont, comenzó en Nueva
York en 1806. En 1807 recorrió las primeras 145 millas
(el primer recorrido fue entre Nueva York y Albany) a
la velocidad de 5 millas por hora.
A propósito de los ferrocarriles es necesario señalar
también los siguientes hechos: inicialmente las líneas
174
ferroviarias se trazaban en Inglaterra como canales
artificiales, como medio de comunicación entre
ciudades alejadas. Al comienzo los rieles eran de madera
y se instalaban para facilitar el transporte de carbón
desde las minas de Newcastle. En otras partes, en los
carriles de la carretera se instalaban largas vigas para
asegurar la posibilidad de recorrer los caminos. Hasta
hace algunos años los ferrocarriles se consideraban
complementarios de los canales, para utilizar en las
distancias cortas o bien en aquellas localidades donde la
naturaleza del terreno impedía el empleo de vías
acuáticas interiores.
Hace 50 o 60 años (esto se escribía en 1846)
aparecieron los rieles de acero que sustituyeron
gradualmente en los ferrocarriles a los rieles de madera...
Las vías férreas se consideraban ventajosas sólo para
transportar cargas pesadas como carbón, piedra, hierro.
En esa época todavía no se pensaba en la locomotora
como fuerza motriz en los ferrocarriles, si bien Watt, en
su patente, había dibujado un esquema para construir
una locomotora de vapor, que por otra parte él no
consiguió realizar.
Un alumno suyo, Murdock, ingeniero, fue el primero
que, con Bolton y Watt, realizó un vehículo de vapor en
Inglaterra en 1782... Sin embargo, los primeros en
traducir a la práctica los principios de la máquina de
vapor para remolcar los vagones fueron Trevithick y
Vivian, los que a su vez obtuvieron la patente por su
invento en 1812... Ellos construyeron un vehículo de
vapor experimental para caminos normales y los
expusieron en la muestra de Londres. Pero el
insatisfactorio estado general de los caminos indujo a
los poseedores de la patente a renunciar a la aplicación
de su invento...
Las vías férreas tuvieron gradualmente una gran
expansión incluso en las minas de carbón de la
175
Inglaterra septentrional, produciendo grandes
ventajas...
El 15 de septiembre de 1830 se inauguró la vía férrea
Manchester-Liverpool con el paso de ocho
locomotoras; todas construidas por Stephenson & Co.;
a las locomotoras se engancharon 28 vagones.
En 1836 el primer frenesí ferroviario, superado en
los años 1843-1848.
Henry Bell, un escocés que había trabajado durante
muchos años como carpintero, construyó en enero de
1812 el primer enlace naval inglés entre Glasgow y
Helensburg (estación termal en la región de Clyde). Bell
fracasó y cayó en la miseria.
Finalmente David Napier inventó un barco de nueva
y perfeccionada concepción. En 1818 construyó el
barco “Rob Roy”, con un peso de alrededor de 98
toneladas, para el trayecto Greenock-Belfast. Hasta
1818 las embarcaciones rara vez se habían atrevido a ir
más allá de los límites de un río y a navegar a lo largo de
las costas del Firth, y además esto sólo lo hacían en la
estación buena. Alrededor de 1836-1837 se realizó por
primera vez el proyecto de la travesía del Atlántico.
Sirius fue el primer barco de vapor que [XIX-1206]
realizó la empresa.
Se hizo necesaria la ayuda del gobierno. Canard
(canadiense) obtuvo del gobierno británico el primer
permiso para construir una línea para el movimiento de
barcos del ministerio de correos entre Liverpool y
Boston. Luego el gobierno apoyó la creación de nuevas
líneas. La Compañía de las Indias Occidentales; la
Compañía del Océano Pacífico; la Sociedad de
Navegación Postal de Hélice; la Compañía Peninsular y
Oriental; la Compañía de las Indias Orientales; la Línea
Suez-Bombay…
176
CONDICIONES MATERIALES DEL TRABAJO
SOCIAL
Es precisamente característico de la producción
capitalista el hecho de que si también las calidades
sociales del trabajo que aumentan su fuerza productiva
intervienen como fuerza extraña al mismo trabajo,
como condiciones exteriores a ellas, como propiedades
y condiciones no pertinentes al trabajo —desde el
momento en que el obrero se contrapone al capital
siempre como obrero aislado, es decir que está fuera del
vínculo social que lo une con los demás obreros—, esto
en primer lugar lo es todavía más con relación a las
condiciones materiales del trabajo social. En
consecuencia, desde el punto de vista capitalista, el
examen de estas últimas no es más que el examen de las
circunstancias que se refieren sólo al capital y que del
mismo derivan y en él están ínsitas; o sea de
circunstancias que no conciernen en absoluto al obrero.
Aunque sólo la forma social del trabajo transforme estas
condiciones externas a las existentes para el obrero
aislado en sociales, en concentradas que, gracias a esta
concentración en el espacio y en el tiempo y gracias a la
utilización simultánea de las mismas por parte de los
obreros en colaboración, se pueden emplear más
económicamente. Se pueden emplear de manera tal que
una mayor acción de ellas en el proceso laboral vaya
acompañado de un gasto menor, es decir de un menor
consumo de su valor, de una menor incidencia de ellas
en el proceso de incremento del valor.
Es en particular evidente que justamente en la
producción a máquina, así como en la conciencia del
capitalista, se refuerza la alienación de estas condiciones
de trabajo por el mismo método de trabajo y que dicha
alienación se convierte en un factor directo contra el
obrero.
177
Pero ésta es sólo la consecuencia ulterior y la
realización de la contraposición, que constituye la
sustancia [XIX-1236] de la producción capitalista, y por
lo tanto está ya caracterizada en el análisis del plusvalor
absoluto.
En general es característico de la producción
capitalista que las condiciones de trabajo se relacionen
con el trabajo vivo independientemente, de manera
personificada, o sea que no es el obrero el que se sirve
de las condiciones de trabajo sino que son las
condiciones de trabajo las que se sirven del obrero.
Justamente por esto están en último lugar para el capital,
mientras que el poseedor de las mercancías, aquel que
se apropia de ellas, es el capitalista en relación con el
obrero. En el proceso efectivo del trabajo esta existencia
aislada desaparece naturalmente, mientras que el
proceso de trabajo colectivo es el verdadero proceso del
capital, ínsito en el capital. En cuanto el obrero aparece
como trabajo, él mismo es un momento del capital. En
el sometimiento formal del trabajo al capital, esas
condiciones de trabajo no sufren transformaciones
ulteriores, ellas permanecen —si se consideran como
objetos— material de trabajo y medio de trabajo.
Pero en el caso de un nuevo sistema de producción,
frente a una revolución en el sistema de producción,
“introducida” por la producción capitalista, cambia
también la forma de las condiciones de trabajo. Ellas
reciben nuevas orientaciones gracias al hecho de que
son utilizadas socialmente como condiciones comunes
a muchos obreros. En la cooperación simple y en la
manufactura basada en la división del trabajo esta
transformación afecta sólo a las condiciones de trabajo
comunes, o sea que pueden ser utilizadas
colectivamente, como por ejemplo los edificios, etc. En
el taller donde se produce a máquina, basado sobre las
máquinas; la transformación afecta justamente los
178
medios de trabajo. Como en el sometimiento formal del
trabajo al capital, estas condiciones, y por lo tanto
también su forma —transformada precisamente por la
misma forma social del trabajo—, siguen siendo para los
obreros condiciones ajenas. En la producción a
máquina esta contradicción, o más bien alienación, se
desarrolla, como veremos más adelante, en contra-
posición hostil.
Otro problema que debemos todavía dirimir es el
siguiente: si analizamos estas condiciones de trabajo
desde otro punto de vista, esto es que en una forma
social de trabajo ellas resultan más baratas, esto se
verifica también con relación a la disminución del precio
de las mercancías utilizadas por el obrero, y el
abaratamiento de las mercancías es igual a la relativa
desvalorización de la fuerza de trabajo.
Es importante en este punto el hecho de que la
cantidad común de trabajo ínsita en cada producto —
vale decir la suma de trabajo pasado y presente ínsito en
este último— disminuye. En la cooperación y en la
división del trabajo es evidente que el trabajo vivo
deviene más productivo, produce también en un tiempo
menor, por esto, obviamente, la parte del valor de la
mercancía que deriva del capital constante no aumenta.
En el caso de la producción a máquina esto debía ser
y ha sido demostrado. Pero su característica consiste en
tres cosas, porque está en cuestión el plusvalor relativo;
es característico que el trabajo vivo exija menos tiempo
para la producción de una misma mercancía.
Por el contrario, en lo que concierne al capital y a la
ganancia se trata del aumento del plusvalor, del tiempo
de plustrabajo, que en cambio se supone dado, y no del
hecho de que la suma de trabajo vivo o pasado ínsita en
la mercancía disminuya, sino de cómo se transforma la
relación entre el plusvalor y el valor de todo el capital
anticipado, en particular, de cómo se transforma la
179
relación cuantitativa entre el trabajo vivo empleado y el
trabajo pasado empleado después en la economía del
capital constante; esta economía es posible sólo gracias
a las formas sociales que el trabajo asume en las
condiciones del modo capitalista de producción; pero la
economía, por el contrario, está excluida en el trabajo
aislado de los artesanos independientes o en la pequeña
empresa campesina. Ésta es la diferencia en el análisis
de las mismas condiciones desde distintos puntos de
vista. Si ahora retornamos a las máquinas resulta claro
que el método de producción que a ellas corresponde
encuentra su expresión más completa y más clásica en
el taller mecánico, en el cual el empleo de las máquinas
se presenta como la aplicación de un sistema recíproco
de máquinas, como un todo, que constituyen las
distintas fases de los procesos mecánicos, que tienen un
motor propio puesto en movimiento mecánicamente, es
decir un motor primario puesto en movimiento por
fuerzas de la naturaleza.
En muchos ramos de la producción una sola [XIX-
1237] maquina sustituye los distintos utensilios
artesanales anteriores, o bien se utiliza en las fases de
elaboración que antes se realizaban mediante la
cooperación del trabajo, mientras que ahora, por
ejemplo, se hace mediante máquinas agrícolas como las
sembradoras, las cosechadoras, las trilladoras, etcétera.
Precisamente en el primer caso encontramos
nuevamente la producción artesanal, sólo que ahora
puede basarse en la máquina, por ejemplo en el torno
de hilar originario, en muchos tipos de telares, en la
máquina de coser, etc. Sin embargo la producción
artesanal basada en la máquina representa sólo una fase
de transición hacia la gran industria.
Puede tomarse como ejemplo la manufactura (o la
agricultura) basada en la división del trabajo. Aquí las
máquinas parecen cumplir procesos individuales
180
mientras que otros procesos, aunque vinculados a los
primeros, no constituyen una única producción
mecánica y no exigen trabajo humano para vigilar
cualquier proceso mecánico sino para atender la
producción misma. Es el caso de la manufactura o de la
gran empresa agrícola que reaparecieron bajo una nueva
investidura en el momento de la producción a máquina.
Pero el taller automático es en realidad un modo de
producción completo, que corresponde a la máquina; y
cuanto más es un modo de producción completo,
cuanto más forma un sistema completo de mecanismos,
tanto menos la ejecución de cada proceso (como en las
hilanderías mecánicas que no funcionan
automáticamente) tiene la necesidad de mediación del
trabajo humano.
La máquina ejerce un influjo negativo sobre el modo
de producción basado en la manufactura, sobre la
división del trabajo y sobre la especialización de los
obreros basada en esta división del trabajo. La máquina
deprecia la fuerza de trabajo que se ha especializado de
esa manera, en parte reduciéndola a simple fuerza de
trabajo abstracta, y en parte realizando sobre la base de
sí misma una nueva especialización de la fuerza de
trabajo, cuyo rasgo característico consiste en su
sometimiento pasivo al movimiento del mismo
mecanismo, en la adaptación completa del obrero a las
necesidades y a las exigencias del mecanismo.
El taller mecánico sustituye:
1] la manufactura basada en la división del trabajo;
2] la empresa: artesanal autónoma.
Aunque el taller mecánico niega: 1] la cooperación
simple, ya que en el taller mecánico la máquina sustituye
la fuerza creada por la cooperación; 2] la división del
trabajo, en cuanto en el taller mecánico se anula tanto la
cooperación basada en la división del trabajo como la
181
manufactura, a pesar de que en la misma se produzcan
la cooperación y la división del trabajo. La primera no
necesita explicación. Es igualmente indispensable
señalar que ya que en el taller mecánico trabajan las
máquinas, que constituyen su base material, la
cooperación simple desempeña en ella un papel mucho
más importante que la división del trabajo [XTX-1238].
Pero aquí se trata principalmente de establecer qué
género de división del trabajo, a diferencia de la división
del trabajo característico de la manufactura, predomina
en el taller mecánico.
En este punto hay que distinguir dos cosas:
a] las máquinas, como en las fábricas de hilados y en
la producción de papel, etc., se han desarrollado en
sistemas de máquinas que ejecutan procesos diferentes
cada uno de los cuales representa una fase de otros
procesos. Aparece aquí naturalmente una nueva
división del trabajo, que es típica del taller mecánico y
que debe analizarse en detalle;
b] este sistema no se produce, ya que con esto no
entendernos un vínculo recíproco entre la fuerza
motriz, el mecanismo de transmisión y la máquina
operadora. Esta reciprocidad existe en todos, sin
exclusiones, los talleres mecánicos. Es nuevamente
posible una doble condición:
A] La herramienta artesanal es sustituida por la
máquina, como por ejemplo en el telar, que es sustituido
por el telar mecánico o por el torno, obviamente un
torno mecánico. En este caso el taller mecánico
sustituye inmediatamente la empresa artesanal, y
máquinas de este tipo pueden llevar incluso a otra nueva
empresa. Ni bien las empresas artesanales, en su
evolución, se transforman en talleres mecánicos, la
cooperación se revela como el rasgo característico de
ellos. Muchas de estas máquinas (puestas en
movimiento por un único motor y vinculado por los
182
mismos mecanismos de transmisión) funcionan
simultáneamente en un mismo lugar y en común, y por
lo tanto a ellas se asigna una masa de personas
encargadas de las máquinas que trabajan
simultáneamente una junto a la otra.
Ya sea que una máquina de ese tipo sea empleada por
un pequeño propietario, que es ayudado por algunos
empleados, o que una masa de tales máquinas funcione
simultáneamente, en los dos casos el puesto del artesano
que ejecuta las distintas operaciones, y cuyo trabajo
representaba anteriormente una suma mayor o menor
de funciones diferentes, es ocupado por una sola
máquina que las desempeña simultáneamente. El puesto
del artesano es ocupado por un simple ayudante de la
máquina. Lo mismo sucede en el taller mecánico que
dispone de una serie de estas máquinas. La diferencia
consiste sólo en el hecho de que en el primer caso se
desarrollaba todavía una fuerza; ya que también con esta
máquina el hombre seguía siendo todavía el motor
primario, mientras que en el taller mecánico es
sustituido por un autómata; es decir por un motor
mecánico. En este caso no se ha verificado ninguna
división del trabajo, en la acepción en que actualmente
la entendemos. Por lo tanto la división del trabajo no ha
sido tampoco anulada. Se ha eliminado en cambio el
trabajo más complejo que comprendía los distintos
aspectos de la actividad, y ha sido sustituido por un
simple trabajo mecánico. Por simple trabajo mecánico
entendemos las acciones auxiliares que el hombre debe
cumplir cuando actúa sobre la máquina operadora.
B] Pero si esta máquina es empleada en la
manufactura basada en la división del trabajo, como ya
se ha demostrado en los ejemplos anteriormente
mencionados, entonces su fundamento directo es la
negación de la división del trabajo.
La especialización alcanzada por la fuerza de trabajo
183
gracias a la división del trabajo desaparece y al mismo
tiempo la fuerza de trabajo es depreciada, en cuanto la
manufactura necesita, como sistema, una jerarquía de
mano de obra para lograr que a un trabajo más simple
en un punto le corresponda un trabajo más complicado
en otro. Un trabajo aún más simple remplaza al trabajo
que ya era simple, que sin embargo era especializado,
por esto el nivel de su especialización, por mediocre que
pueda resultar, se llevaba hasta el virtuosismo.
La empresa manufacturera puede transformarse, a
esta altura, nuevamente en artesanal, es decir conducida
por un pequeño propietario independiente con algunos
ayudantes; sin embargo es necesario considerarla
exclusivamente como una fase de transición hacia el
taller mecánico.
En cuanto al hecho de que allí se verifica la división
del trabajo, esto se debe solamente a la estructura
común del taller mecánico.
Pasemos por lo tanto ante todo a la diferencia entre
el motor primario y la máquina operadora. El primero
exige fogoneros que le suministren carbón, agua, etc., y
que recojan la ceniza, etc. Los obreros ocupados en
estas operaciones, cuyo número es limitado a una
cantidad común de trabajadores del taller de los motores
primarios, son solamente auxiliares. En este caso el
principio de la división del trabajo no consiste en el
hecho de que se desarrolla una particular especialización
sino del hecho de que determinados procedimientos
simples pueden ser realizados por una persona en lugar
de muchas, y se adaptan igualmente a muchos como a
pocos: por ejemplo, una estufa calienta del mismo
modo, prescindiendo de la cantidad de usuarios.
En segundo lugar, una máquina, en cuanto tal, para
sostener un ciclo de trabajo continuo tiene necesidad de
personal. Por lo tanto son necesarios no sólo obreros a
quienes, por ejemplo, asignar la puesta a punto de las
184
cardadoras sino también mecánicos y técnicos que
dirijan el trabajo del taller. Determinados individuos
pueden ser ocupados con este fin sólo si la cantidad de
máquinas que funciona simultáneamente es bastante
relevante y, en consecuencia, se tiene permanentemente
algo que exige reparaciones, eliminación de fricciones,
etc., de manera que el tiempo de trabajo de estas
personas pueda ser empleado de modo productivo.
Obviamente bastan unos pocos, ya que no están
asignados a ningún “trabajo en las máquinas” y
encuentran ocupación sólo como auxiliares indispen-
sables.
Finalmente, los peones, que deben barrer los
residuos, limpiar el taller, etc., son la forma fundamental
del trabajo de los niños (según el espíritu de las leyes
industriales inglesas). Este trabajo no tiene nada en
común con el efectivo trabajo a máquina. Se trata sólo
de un trabajo auxiliar; en este caso no puede hablarse de
una particular especialización sino sólo de actividades
auxiliares, que no exigen fuerza y no presuponen el
desarrollo de ninguna especialización. (En la máquina
circular para tricotaje las mujeres y los niños
desempeñan en cambio el trabajo a máquina).
Estas categorías de obreros están presentes en
cualquier taller (mecánico) y, en parte, también en la
manufactura.
Los obreros efectivamente asignados a las opera-
ciones de la máquina, o sea el auténtico esqueleto del
taller, está formado por obreros que efectúan el propio
trabajo, de modo que no existe una verdadera división
del trabajo sino una cooperación simple, cuya acción,
sin embargo, tiene una base económica no en la
cooperación de varias personas sino en el hecho de que
para muchas de estas máquinas la economía se obtiene
gracias a un motor común y a un común sistema de
mecanismo de transmisión (sin contar la economía que
185
se obtiene de los edificios, etc., propia también de la
manufactura basada en la cooperación simple).
Y finalmente, ya que en este caso son necesarios, en
primer lugar niños para los trabajos auxiliares absolu-
tamente elementales, luego adolescentes de ambos
sexos y mujeres para el trabajo propiamente a máquina,
surge una nueva división del trabajo, que ya se ha
verificado en la producción artesanal y en el trabajo de
los esclavos, basada en la cooperación: se trata de
aquellos que desempeñan la función de vigilantes, pero
que de hecho son obreros. Una división del trabajo tal
surge de la necesidad de disciplina y control en los
“ejércitos” del trabajo, común a los demás ejércitos, y
que no tiene nada que ver con el desarrollo de la
especialización salvo en lo que se refiere a la especia-
lización de la vigilancia, del mando, del castigo. Estos
vigilantes, en efecto, representan a los capitalistas en su
relación con los obreros.
En la empresa del pequeño propietario-artesano, que
trabajaba con sus pocos ayudantes, este trabajo de
supervisión y de mando representaba, además de su
colaboración, también su poder disciplinario. Para el
capitalista industrial la “verdadera” tarea de vigilancia la
desempeñan obreros que asumen el encargo de
representantes suyos. Son los suboficiales del taller. Los
supervisores, y no los capitalistas, efectúan de hecho el
verdadero trabajo de control. Estas relaciones de
subordinación, de disciplina de cuartel, caracterizan
generalmente al taller mecánico, como las relaciones
existentes entre los negros-esclavos, entre los esclavos
castigados, entre los negros-esclavos que trabajan,
caracterizan aquí el modo dominante de cooperación.
Éste es el trabajo de explotación del trabajo.
Como en el tipo de taller mecánico analizado
anteriormente, también en el taller que se basa en un
sistema de máquinas, aun si estos dos tipos de taller
186
sustituyen la artesanía independiente o la manufactura,
un trabajo muy fácil es sustituido por un simple trabajo
a máquina, como en el taller mecánico, y en
consecuencia siempre se anula la especialización.
Pasemos ahora al análisis del taller mecánico basado
en un sistema de máquinas: en este caso, naturalmente,
se verifica una división del trabajo. (No es necesario
nuevamente recordar aquí las calidades que en un
determinado tipo de taller mecánico son comunes
incluso al tipo más arriba mencionado y que en
consecuencia son propias del taller mecánico en
general). La división del trabajo tiene su base material
en las distintas y específicas máquinas que desempeñan
particularmente operaciones del proceso productivo y
que por lo tanto son auxiliadas, exclusivamente para las
funciones de servicio, por grupos de obreros
preordenados y especialmente predestinados a esta
operación.
Y aquí se origina constantemente un ejército de
obreros que es el fundamental, ocupado en las
operaciones finales, y no en las preliminares ni en la
obra de vigilancia.
En este punto se asigna a los niños un nuevo tipo de
trabajo auxiliar: esto sucede cuando el desplazamiento
del objeto del trabajo de una máquina a la otra no es
como los otros procesos cumplidos por una máquina
sino por individuos que, de hecho, son sólo cargadores,
piernas y brazos con los cuales se lleva a término el
pasaje del material de una máquina a otra. Las
diferencias de edad y de sexo juegan en este punto el
papel principal, en cuanto el desarrollo de ciertas
operaciones exige a veces una gran fuerza o un cuerpo
más desarrollado, etc., y, según el material sometido a
elaboración, gran destreza en los dedos, habilidad o,
particularmente para los materiales sólidos, una gran
resistencia.
187
En la manufactura los trabajos se distribuyen en
conformidad a la escala jerárquica de las capacidades y
de las fuerzas, según lo que exija el empleo de los
instrumentos de trabajo y el mayor o menor grado de
virtuosismo necesario. En la manufactura, las parti-
culares capacidades físicas y mentales de los individuos
son explotadas coherentemente en este sentido, desa-
rrollándolas para dar vida a un mecanismo colectivo de
hombres.
En cambio en el taller mecánico el esqueleto del
mecanismo colectivo consta de diferentes máquinas,
cada una de las cuales cumple particulares y diferentes
procesos productivos que se suceden el uno al otro y
son necesarios en todo el proceso de producción. En
este caso no hay una fuerza de trabajo particularmente
evolucionada que utiliza, como el “virtuoso”, un
particular instrumento de trabajo sino, por el contrario,
un instrumento de trabajo necesita sirvientes especiales
y constantemente atentos a su trabajo. En el primer caso
el obrero se sirve de un particular instrumento de
trabajo, en el segundo, en cambia, particulares grupos
de obreros están al servicio de máquinas diferentes que
desarrollan procesos particulares.
De tal manera, la escala jerárquica de capacidades,
que en menor o mayor medida caracterizan la
manufactura, no tiene más razón de ser.
Por el contrario, el rasgo distintivo del taller
mecánico es la nivelación general de las operaciones, de
modo que el traslado de los obreros efectivamente
ocupados en el trabajo a máquina de una máquina a la
otra pueda verificarse en un tiempo muy breve y sin un
adiestramiento especial.
En la manufactura la división del trabajo la causa el
hecho de que ciertos trabajos necesarios sólo pueden ser
realizados por una fuerza de trabajo particularmente
especializada y, en consecuencia, en este caso debe
188
verificarse no sólo una distribución sino también una
efectiva división del trabajo, en grupos de
especializaciones.
En el taller mecánico, por el contrario, se
especializan precisamente las máquinas y el trabajo
colectivo; aunque las máquinas ejecutan también
operaciones sucesivas de un proceso común único,
requieren igualmente la distribución de grupos
particulares de obreros, a los cuales se les asigna
constantemente idénticas, y en general simples,
operaciones. Se trata por lo tanto más bien de una
distribución de obreros entre máquinas especializadas
que de una división del trabajo entre obreros
especializados. En un caso se especializa la fuerza de
trabajo que emplea instrumentos particulares de trabajo;
en el otro se especializan las máquinas que son ayudadas
por ciertos grupos de obreros. Para no hablar de los
simples auxiliares, de los que ya comentamos y que
retornan también aquí, la principal diferencia consiste
ahora en la fuerza y en la destreza.
Por lo que respecta a la necesidad de la fuerza física,
se trata sólo de una fuerza media que todo hombre
adulto, a diferencia de las mujeres y de los niños, posee.
Esta fuerza se limita, en consecuencia, a una simple
diferencia de sexo y de edad. La destreza, en cambio, o
la habilidad de los dedos, exigida además de la rapidez y
en general de una atención intensa, son consecuencia
del hecho de que la velocidad de la operación de la
máquina debe coincidir con la propia velocidad y,
además, algunas máquinas y muchas operaciones de una
misma máquina, exigen ser ayudadas simultáneamente,
como por ejemplo la torsión de los hilos en el torno de
hilar.
En la mayor parte de los casos este tipo de destreza
—sin contar que son más importantes el ejercicio y la
costumbre— no exige tampoco una especialización
189
particular, sino, por ejemplo, la asiduidad típica de una
cierta edad, ya que exige más esfuerzos a un organismo
poco desarrollado (adolescente) que a uno ya desa-
rrollado.
Todas estas acciones son dignas de relieve por su
pasividad, por su capacidad de adaptación a las
operaciones y a los movimientos de la máquina y por el
sometimiento a la misma.
Esta especialización de la pasividad, o sea la
anulación de la especialización misma en cuanto
especialización, caracteriza el trabajo a máquina.
Perfeccionar el taller mecánico significa lograr que,
dentro de los límites de las posibilidades, se elimine todo
virtuosismo, que reaparece sin embargo sobre una base
más pequeña. En consecuencia éste es un trabajo
sumamente simple: está caracterizado por la futilidad y
por la subordinación a la máquina operadora. Se trata de
un trabajo insignificante que [XIX-1241], como en el
caso de la división del trabajo de la manufactura, exige
la plena subordinación del individuo a la máquina. Esto
frena el desarrollo de la especialización, pero al mismo
tiempo especializa justamente la falta de especialización.
Desaparecen de ese modo los últimos restos del
sentimiento de satisfacción del propio trabajo por parte
del obrero y domina una indiferencia absoluta
determinada por la misma facilidad del trabajo.
En la manufactura el trabajo es continuo. En el taller
mecánico es continua la atención prestada al trabajo de
las máquinas, como por otra parte el movimiento del
obrero está condicionado por los movimientos de estas
últimas (allí donde al obrero le toca moverse hacia
adelante o hacia atrás junto con la máquina). Por el
contrario, el aporte efectivo del obrero es casual y
depende de los eventuales errores que la máquina puede
cometer. En este caso, en consecuencia, el obrero está
constantemente en posición subordinada al servicio de
190
la máquina, mientras que en la manufactura es el
instrumento el que constantemente sirve al obrero.
En la manufactura, considerada en su totalidad, cada
obrero constituye la parte viva de la máquina colectiva,
o sea del taller, que a su vez es un mecanismo hecho con
hombres. Por el contrario, en el taller mecánico
(considerado también éste en su desarrollo en sistema
de máquinas) el hombre es el objeto vivo del cuerpo
colectivo y de la máquina automática, que existen fuera
de él. Pero la máquina colectiva está constituida por
máquinas que forman las partes. Los hombres son
simplemente el accesorio vivo, el apéndice consciente
de la máquina inconsciente pero que opera de manera
uniforme.
La cooperación (simple) y la distribución de los que
cooperan en distintas partes del gran autómata
colectivo, como sus accesorios y como sus siervos
capaces de movimiento; la subordinación del obrero a
los movimientos y a las acciones de la máquina, a la que
él está encadenado como a su destino; la nivelación del
trabajo y la pasividad; la falta de especialización y, aún
más, el desarrollo de simples diferencias de sexo y de
edad en la especialización son las características, del
taller mecánico.
La disciplina y la subordinación derivan aquí no sólo
de la cooperación sino también del sometimiento al
sistema colectivo de máquinas.
191
CUADERNO XX. CONTINUACIÓN DEL
CUADERNO XIX (marzo-mayo de 1863).
LA MÁQUINA Y EL PLUSVALOR
193
relación 2x/10x, vale decir entre todo el plusvalor y el
capital variable, sigue siendo por esto 2/10, es decir
igual a la tasa de plusvalor creada por cada obrero. Así
de 2/10 = 1/5 deriva que el tiempo de trabajo de más
es igual a 1/5 del tiempo de trabajo necesario. La
consecuencia es que la tasa de plusvalor se puede
aumentar o disminuir sólo en proporción inversa al
trabajo necesario y que la tasa del plusvalor es siempre
igual a la tasa del plustrabajo.
Sin embargo, el análisis del plusvalor absoluto ha
demostrado que su masa depende no solamente de su
tasa sino también del número de obreros
simultáneamente ocupados. Pero es precisamente el
desarrollo de la fuerza productiva el que aumenta la
cantidad de obreros que puede ocupar simultáneamente
un capital variable de una determinada magnitud. Si el
salario es igual a a, y el número de obreros es igual a x,
el capital variable será igual a av. Supongamos que ax sea
de una magnitud constante igual a v (capital variable),
entonces resulta claro que cuanto menor es a tanto
mayor será x —el número de obreros— y cuanto mayor
es a tanto menor será x. La cantidad de fuerza de trabajo
que un determinado capital v puede comprar depende
evidentemente del valor de ésta; la cantidad de fuerza de
trabajo aumenta o disminuye junto con su valor.
Desde el momento que el aumento de la fuerza
productiva del trabajo devalúa la fuerza de trabajo,
aumenta la cantidad de obreros ocupados simultá-
neamente que v puede comprar. Los mismos medios
que aumentan la tasa de plusvalor relativo o disminuyen
el tiempo de trabajo necesario aumentan así la masa de
plusvalor, y no sólo porque aumentan la tasa de
explotación de cada obrero sino también porque el
mismo capital v puede con la misma tasa explotar más
obreros.
En consecuencia, el aumento de plusvalor se verifica
194
no sólo porque ha aumentado la tasa de plusvalor sino
también porque crece a masa de obreros explotados por
el mismo capital v.
El plusvalor relativo es por eso el resultado no sólo
de una disminución del tiempo de trabajo necesario sino
al mismo tiempo también del aumento del número de
obreros explotados por el capital v. Por esto el aumento
del plusvalor relativo coincide con la disminución de la
tasa del tiempo de trabajo necesario, porque estos
afectan simultáneamente los dos factores del plusvalor,
tanto [XX-1252] la tasa de plusvalor como el número de
obreros explotados por el capital v.
Todo esto no contradice de ninguna manera la ley
según la cual con el desarrollo de las fuerzas productivas
y, en consecuencia, de la producción capitalista, la
relación entre el capital variable, es decir entre el capital
empleado en salarios, y todo el capital disminuye porque
disminuye su relación con el capital constante. Esta
situación constituye el aspecto fundamental del examen
de la ganancia. Del mismo modo, no está en
contradicción con la situación que se produjo, en
particular en el análisis de las máquinas, el hecho de que
el mismo capital (todo el capital) reduzca el número de
obreros que ocupa. Supongamos que todo el capital sea
igual a 500; sea inicialmente la relación v/c (entre capital
variable y capital constante) igual a 400/100, es decir
4/5v y 1/5c. En el curso del desarrollo capitalista el
capital constante aumenta de 100 a 400. El mismo
desarrollo puede conducir no sólo al hecho de que el
capital anticipado en salarios disminuya de 400 a 100, en
cuanto el número de obreros ocupados por el capital se
ha reducido 4 veces, sino también al hecho de que este
número de obreros reducidos a 1/4 puede, siempre por
las mismas circunstancias, costar ahora en vez de 100
sólo 50. El capital variable, igual a 400, pone en
movimiento ahora un número de obreros 2 veces
195
mayor, mientras que el capital variable, que se reduce a
50, de hecho pone ahora en movimiento un número de
obreros dos veces mayor que antes. El número de
obreros puestos en movimiento por el capital variable
ha aumentado relativamente, aunque el capital variable,
y con esto mismo el número absoluto de obreros
ocupados, haya disminuido.
El plusvalor absoluto que presupone un deter-
minado grado de productividad puede aumentar el
número de obreros ocupados simultáneamente, y por lo
tanto una masa de plusvalor dentro de una tasa
determinada, sólo en la medida en que el capital crezca
y, en general, se emplee más capital; en todo caso esto
hace que el capital crezca en cuanto que con el aumento
del plusvalor —de cualquier manera que se haya
producido— aumenta también la transformación en
capital, aumenta la acumulación de capital.
Pero el plusvalor relativo aumenta inmediatamente
la tasa del trabajo no pagado y reduce el salario absoluto;
permite, en consecuencia, aumentando la tasa de
explotación, explotar con el mismo capital variable
simultáneamente a un número mayor de obreros.
Permite (utilizando también el trabajo de las mujeres y
de los niños) pagar con la misma suma de salario una
mayor fuerza de trabajo. El plusvalor relativo actúa de
esa manera sobre la población absoluta (desde el
momento en que la aumenta constantemente en sentido
relativo ofreciendo continuamente trabajo en esta o
aquella rama) y, de esa forma, aumenta la masa viva de
fuerza de trabajo que constituye para el capital la base
de la explotación, el material vivo del cual se extrae el
plusvalor.
196
obreros ocupados en una rama de la producción, con la
reducción simultánea del salario a consecuencia de la
disminución del precio de las mercancías que forman
parte de las usadas por los obreros, entonces se reduce
simultáneamente el salario en todas las restantes ramas
de la producción capitalista en las cuales esta reducción
no se verifica, ya que se reduce el valor de uno de los
elementos que la constituyen. En un determinado caso
se utiliza la misma masa de trabajo que antes, pero con
un capital menor. En consecuencia, se libera una parte
del capital que antes se anticipaba en salarios.
Este capital así liberado se puede emplear para
ampliar las mismas ramas de la producción, o bien
invertirse. Y como las máquinas entran en una o en otra
hipótesis (ya no se trata de aumento del valor de uso del
rédito y que por esto la mayor parte de este último
puede reconvertirse en capital), entonces, como
consecuencia, el capital se libera constantemente.
Esta acción se verifica naturalmente con más lentitud
de lo que sucede con la sustitución de los obreros con
las máquinas. Por otra parte se reduce o cae la demanda
de obreros excluidos del trabajo. En consecuencia, los
capitales que obtienen su rédito en parte también del
uso de estos obreros, en cierta medida están asegurados
si sus poseedores no pueden vender en los mercados
exteriores la parte de su producto liberada, de esta
manera.
Pero el capital variable, que ahora se ha
transformado en constante, no crea más demanda de
trabajo. Aun el trabajo que desde el comienzo era
puesto en movimiento por el capital (trabajo a máquina,
etc.), no es nunca igual a aquel que se libera, ya que esta
parte del capital, por ejemplo 1000, anticipada en
maquinarias, representa ahora no sólo el salario de los
obreros constructores de máquinas sino también la
ganancia de estos capitalistas, como antes representaba
197
sólo el salario.
[XX-1253] Tendiendo indefinidamente a
enriquecerse, el capital tiende a una ampliación ilimitada
de las fuerzas productivas. Por otra parte todo aumento
de la fuerza productiva del trabajo —para no hablar del
hecho de que él aumenta el valor de uso para el capital—
es un aumento de la fuerza productiva del capital,
mientras que la fuerza productiva del trabajo es tal sólo
en cuanto es fuerza productiva del capital…
198
Pero la cantidad común de mercancías producidas a
menor precio no es superior a la cantidad común de
mercancías producidas a un precio mayor, es decir si el
mismo trabajo (el materializado más el vivo) produce
ahora mercancías dos veces más que antes; entonces
está cantidad de mercancías ahora duplicada tiene sólo
el mismo valor que antes tenía la mitad. La disminución
del precio de las mercancías obtenida con las máquinas
por sí sola no constituye plusvalor. El plusvalor, como
antes, permanece igual al excedente de plustrabajo
respecto del trabajo necesario.
199
aumentado proporcionalmente a la reducción del
número de obreros. Por lo tanto, la masa del plusvalor
igual a la producción de un determinado número de
obreros, multiplicada por la tasa de plusvalor, sigue
siendo la misma. De ese modo, para lograr que la
introducción de las máquinas aporte al capitalista un
mayor plusvalor sobre un capital determinado, el
plusvalor debería crecer en absoluto, es decir un número
menor de obreros no debería producir la misma
cantidad sino más plustrabajo de cuanto producía
anteriormente un número mayor de obreros.
Cae sólo el salario —para no decir que un trabajo
complejo se transforma en un trabajo simple—, ya que
en el uso del obrero entran más mercancías baratas
producidas a máquina, y por lo tanto cae también el
precio de la reproducción de la fuerza de trabajo; el
valor de la fuerza de trabajo disminuye y por esto el
salario refleja un valor menor.
[XX-1256] Resulta claro entonces que esta
disminución del salario a causa de las máquinas no es
simultánea con la introducción de las mismas sino
gradual; pero apenas las mercancías producidas a
máquina son revaluadas en todas partes, el plusvalor
aumenta no sólo en la rama en la cual ellas han sido
introducidas sino en todas las ramas de la producción,
ya que se ha verificado una disminución general de uno
de los elementos de la fuerza de trabajo.
El plusvalor ha aumentado, e incluso en una medida
superior en aquellas ramas en las cuales no se
introdujeron las máquinas, ya que en esos sectores, aun
ocupando el mismo número de obreros que antes, les
pagan menos. Esto, en consecuencia, no sirve para
definir la rama de la industria que introdujo las
máquinas.
En segundo lugar, en una determinada rama de la
industria las máquinas rebajan sólo el propio producto;
200
sin embargo, éste, en el valor de la fuerza de trabajo o
en el uso del obrero, no es más que un elemento: por lo
tanto disminuye sólo su valor por la porción que le
compete en cuanto elemento de los medios vitales del
obrero. La devaluación de la fuerza de trabajo que
deriva de esto —o bien el plusvalor que resulta de esta
devaluación— no depende de ninguna manera de la
proporción en la cual las máquinas aumentan la fuerza
productiva del trabajo, o disminuyen el número de
obreros necesarios para la producción de una
determinada cantidad de valores de uso.
En tercer lugar, sin embargo, resulta claro que el
plusvalor es producido por un número menor de
obreros, después de la introducción de las máquinas; en
consecuencia, en las ramas de la producción en las
cuales han sido introducidas las máquinas puede crecer
en absoluto sólo dentro de ciertos límites o incluso
igualar el plustrabajo producido por un número mayor
de obreros antes de la introducción de las máquinas. Por
ejemplo, si una jornada de trabajo es de 12 horas, la
máquina sustituye 24 obreros con 2, y si el plustrabajo
antes era de una hora, la masa de plustrabajo obtenido
por 24 obreros era igual a 24 horas, o a 2 jornadas de
trabajo; en consecuencia, era igual a la cantidad social de
trabajo, el necesario y el plustrabajo juntos, que ahora es
producido por dos obreros.
Cuanto más reducen las máquinas el número de
obreros puestos en movimiento por un determinado
capital, tanto menos es posible que la restante parte de
obreros consiga producir una masa de plustrabajo
mayor o igual que la obtenida por los obreros
sustituidos, ya que puede haber aumentado el tiempo de
trabajo agregado relativo, durante el cual trabajan.
Pero el valor de la mercancía está determinado por
el tiempo de trabajo necesario para su confección en las
condiciones sociales de producción. El capitalista, que
201
es el primero en introducir las máquinas en un sector de
la producción, produce mercancías en un tiempo de
trabajo menor que el generalmente necesario. El valor
individual de su mercancía es por eso inferior a su valor
social. En consecuencia, mientras la producción a
máquina no sea en todas partes la dominante en este
sector de la producción, el capitalista puede vender esta
mercancía a un precio mayor de su valor individual,
aunque la venda a un precio inferior a su valor social. El
trabajo de sus obreros deviene trabajo superior, trabajo
a un nivel más alto que la media, y el producto del
trabajo tiene por esta razón un valor más alto.
Y, en consecuencia, para el capitalista que introduce
las máquinas, un número menor de obreros produce de
hecho un plusvalor más alto que el producido por un
número mayor de obreros.
Supongamos que dos obreros sustituyan a 12. Estos
dos obreros producen como 12. Cada uno de estos 12
obreros ha trabajado una hora de tiempo de trabajo
agregado; en consecuencia, de todo el tiempo de trabajo,
el agregado era igual a 12 horas. Ahora él vende su
producto de 24 horas a la suma precedente de tiempo
de trabajo (del cual 22 horas es el necesario y 2 de
plustrabajo) más 10 horas de tiempo de trabajo
agregado social de los 10 obreros sustituidos; la cuota
de valor de la materia prima ínsita en el producto seguirá
siendo la misma. Sea el valor de desgaste de las
máquinas, ínsito en el valor del producto (para esto en
la comparación se restó el valor del desgaste del viejo
instrumento artesanal), en un año igual a 1/10 del valor
de la máquina que sustituyó 10 obreros. El costo de los
productos confeccionados precedentemente era igual a
12 x 12 horas — 144 horas + materia prima + desgaste
del viejo instrumento artesanal. El valor del producto
obtenido mediante las máquinas es igual a 24 horas +
materia prima + 10 horas + 120/10 = 46 horas. En
202
consecuencia, el precio de cada mercancía disminuyó
notablemente. En ambos casos podemos olvidar en el
cálculo a la materia prima. Y así de 24 horas el capitalista
obtiene 12 de plusvalor. En otros términos, cada uno de
los dos obreros le rinde tanto plusvalor como antes le
rendían seis. Es como si él redujera el tiempo de trabajo
necesario a 6 horas, y en vez del valor del producto de
media jornada de trabajo él adquiere el producto de toda
una jornada de trabajo.
Por otra parte, no hay dudas acerca de que a la
reducción del número de obreros puestos en
movimiento por un determinado capital y a la
consecuente disminución de la influencia de uno de los
factores que determinan el plusvalor —luego de la
introducción de las máquinas— contribuye en parte la
tendencia característica propia del taller mecánico,
tendencia a alargar el tiempo de trabajo absoluto, es
decir a hacer trabajar a dos obreros, por ejemplo,
durante 16 o 17 horas, si antes ellos trabajaban sólo 12.
La realización de esta tendencia, a causa del carácter de
la producción a máquina, se libera por todos los medios
posibles y, además del motivo más arriba mencionado,
implica nuevos motivos que se desarrollarán a
continuación (en el curso del análisis de la ganancia y del
factor determinado por la relación entre capital variable
y capital constante).
[XX-1256a] [...] La división del trabajo y la
combinación del trabajo en el proceso productivo están
representados por la máquina, que no le cuesta nada al
capitalista. Él paga cada una de las fuerzas de trabajo y
no su combinación, no la fuerza de trabajo social. La
segunda fuerza productiva, que igualmente no le cuesta
nada, es la fuerza de la ciencia. Además, el crecimiento
de la población es también una fuerza productiva que
no cuesta nada. Sin embargo, sólo gracias a la posesión
del capital —en modo especial bajo forma de
203
máquinas— él puede apropiarse de estas fuerzas
productivas gratuitas, de estas riquezas naturales y
fuerzas productivas escondidas, como también de todas
las fuerzas de trabajo sociales que se desarrollan con el
aumento de la población y con el desarrollo histórico de
la sociedad…
Ni bien se introduzca la máquina por doquier en un
determinado ramo y, en consecuencia, la diferencia
entre valor individual y valor social de las mercancías
por ellas producidas desaparezca, entonces crecerá
finalmente la tendencia a aumentar la masa del plusvalor
disminuida como consecuencia de la disminución del
número de obreros mediante la prolongación absoluta
del día de trabajo, y de esa manera aumentará la masa de
trabajó absoluta extraída a este menor número de
obreros.
Apenas esta tendencia se limita y se establece una
jornada de trabajo normal, se manifiesta la tendencia a
aumentar la intensidad del trabajo y a utilizar este
trabajo más intenso como trabajo dominante sobre el
trabajo simple. Hablamos de esto anteriormente.
La máquina, en tanto causa la reducción inmediata
del salario de los obreros que ocupa, reduce el salario de
los obreros ocupados, por ejemplo, como consecuencia
del aumento de la oferta de mano de obra por parte de
los obreros que habían quedado sin trabajo. El análisis
de este problema no forma parte de nuestros propósitos
y corresponde al estudio del salario.
En nuestro análisis hemos partido de la conside-
ración de que el valor de la fuerza del trabajo es
compensado; por lo tanto el salario disminuye sólo
como consecuencia de la disminución del valor de esta
fuerza de trabajo, o bien debido a la reducción del precio
de los medios vitales que forman parte del uso de los
obreros.
Aquí, por el contrario, no se trata de la disminución
204
del valor del salario medio sino de su disminución a
niveles más bajos que el término medio precedente
(expresada cualitativamente en valores de uso), se trata
de la disminución del mismo término medio o de la
caída del precio del trabajo a un nivel inferior de su
valor.
205
mismo salario medio.
En segundo lugar, como la máquina sustituye al hábil
artesano independiente, ella reduce toda fuerza de
trabajo a fuerza de trabajo simple (del mismo modo en
que la especialización que se desarrolle como
consecuencia de la división del trabajo lleva a la
nivelación del trabajo, cada vez más simple,
diferenciado cada vez más por edad y sexo); la máquina
lleva al hecho de que todo trabajo es reducido a trabajo
simple y, consecuentemente, la masa social de fuerza de
trabajo se devalúa.
Todo esto se refiere al obrero ocupado en las
máquinas. Más adelante nos interesaremos en los
obreros a los cuales les toca competir con las nuevas
máquinas operadoras o con otros obreros asignados a
máquinas perfeccionadas.
206
verifica la sustitución de obreros con parte de capital
constante (con aquella parte del producto del trabajo
que se convierte nuevamente en instrumento de trabajo)
y en general se produce la formación de un excedente
de obreros, como tendencia inconsciente claramente
expresada que actúa en gran escala.
El trabajo pasado interviene aquí como medio de
sustitución del trabajo vivo o de disminución del
número de obreros. Esta disminución de trabajo
humano representa por lo tanto una especulación
capitalista, un medio para aumentar el plusvalor.
(En efecto, esto puede suceder en la medida en que
las mercancías producidas a máquina, como medios
vitales, entran en el artículo de los objetos de uso del
obrero o forman elementos necesarios para la
reproducción de fuerza de trabajo. Además, allí donde
se verifica una introducción general de las máquinas, el
valor individual de las mercancías producidas a máquina
[XX1258] se diferencia de su valor social y cada
capitalista embolsa una parte de esta diferencia; la
tendencia general de la producción capitalista, en todas
sus ramas, consiste en la sustitución del trabajo humano
con las máquinas).
Sólo en el caso de la producción mediante la
máquina se verifica que el obrero comience a luchar
inmediatamente con la fuerza productiva desarrollada
por el capital, como elemento antagónico a sí mismo, o
sea al trabajo vivo.
La destrucción de las máquinas y, en general, la
intervención de los obreros contra la introducción de las
máquinas es la primera manifestación de guerra al modo
de producción, a los medios de producción y a la
producción capitalista altamente desarrollada. No se
observan manifestaciones análogas en el caso de la
cooperación simple y de la división del trabajo. Por el
contrario, la división del trabajo en la manufactura
207
reproduce en cierto sentido la división del trabajo entre
las distintas artesanías. La única contraposición que
encontramos, haciendo un parangón con los talleres y la
organización del trabajo medieval, consiste en la
prohibición a cada maestro de usar un número de
obreros que supere el máximo establecido, mientras que
al simple mercader, que no fuera maestro, generalmente
le estaba prohibido contratar obreros. Esta contra-
posición estaba dirigida instintivamente contra la base
común sobre la cual sólo se puede verificar el paso
desde el modo de producción artesanal al capitalista, y
justamente a través de la cooperación de muchos
obreros bajo la guía de un maestro único, y también
contra la producción en masa. Con esto no se habían
incluido todavía las fuerzas sociales del trabajo y la caída
de la demanda desarrollada por la producción en masa
e, igualmente, la sustitución del trabajo vivo con el
producto del trabajo pasado.
La división del trabajo y la cooperación simple no se
basan nunca inmediatamente en la sustitución del
trabajo o en la creación de un excedente de obreros,
porque su base es, por una parte, la concentración de
obreros, y por otra, la formación, gracias a esta
concentración de obreros, de una máquina viva, o bien
de un sistema de máquinas vivas.
En todo caso se crea de ese modo un excedente
relativo de trabajo. Por ejemplo, si una manufactura
basada en la división del trabajo, en la que trabajan 30
obreros, produce x veces más cerraduras de lo que
podrían producir 30 mecánicos que trabajen
independientemente, entonces no sólo se eliminarán los
mecánicos independientes, allí donde les toque
competir con la manufactura, sino que hasta el
crecimiento de la producción de las cerraduras no será
más proporcional, como era antes, al aumento de la
cantidad de mecánicos.
208
Se trata más bien de la eliminación de los maestros
de taller y de sus aprendices y de su transformación
respectivamente en capitalistas y en obreros asalariados,
que de la eliminación de los mismos obreros asalariados
gracias a la aplicación del capital y de la ciencia.
Esta última forma se encuentra aún más raramente
que la manufactura, porque ella apareció antes que la
invención de las máquinas, y sólo esporádicamente, sin
comprender de ninguna manera todos los campos y
coincidiendo históricamente con el comienzo del
desarrollo industrial en gran escala y con las necesidades
inherentes al mismo. Las formas sucesivas de la
manufactura, que se desarrollaron simultáneamente con
la producción mediante las máquinas, presuponen las
máquinas, aunque pudiendo utilizarlas sólo en parte. Su
premisa es el excedente de población, creado y
contantemente renovado por la producción mediante
las máquinas…
El rasgo fundamental es justamente que el número
de obreros, necesario para la producción de una
determinada cantidad de mercancías, disminuye rela-
tivamente (como consecuencia del trabajo en masa) o
bien, lo que es lo mismo, el número de los obreros
produce de más (en consecuencia la demanda de trabajo
para la ampliación de la producción se reduce
relativamente), pero simultáneamente debe emplear
más obreros para crear este aumento relativo de la
fuerza productiva.
La relativa disminución del tiempo de trabajo
necesario, y no la disminución del trabajo aplicado en
absoluto, se evidencia aquí como forma tangible, forma
objetiva, porque sigue siendo siempre fundamental el
obrero vivo y el número de obreros simultáneamente
ocupados. Tanto más que el surgimiento de la
manufactura se manifiesta en el periodo en el cual las
necesidades, la masa de mercancías que entra en
209
intercambio y el comercio exterior (de hecho el relativo
mercado mundial) aumentan de golpe en forma colosal.
Por esta razón vemos que la manufactura compite sólo
con la producción artesanal y nunca con el trabajo
asalariado que (en las ciudades) por primera vez recibe
una amplia difusión debida al desarrollo de este modo
de producción.
Él tiempo de trabajo necesario cambia, pero sólo
porque crece el número de obreros simultáneamente
ocupados y, en general, el trabajo industrial, en cuanto
trabajo asalariado, se distingue de la producción
artesanal y campesino-patriarcal. Pero este desarrollo de
la fuerza productiva está siempre basado sobre el obrero
y sobre el perfeccionamiento de su habilidad específica.
En todo caso el asunto se plantea en otros términos
por lo que se refiere a la agricultura en gran escala, la
que se desarrolla simultáneamente a la manufactura. Esa
agricultura es al mismo tiempo producción a máquina y,
de hecho, sólo porque en este caso, como en la
transformación de la tierra arable en pastizales para el
ganado, así también en la introducción de instrumentos
mejores y de caballos, el trabajo precedente, como en la
producción a máquina, se presenta como medio de
sustitución o de reducción de trabajo vivo.
[XX-1259] En la producción a máquina sucede lo
contrario: allí, donde nuevas ramas de producción son
creadas sobre la base de las máquinas, allí, ciertamente,
no puede hablarse ni siquiera de sustitución de obreros
con máquinas. Pero esta situación puede verificarse en
general sólo cuando la máquina haya tenido ya una
difusión, en un modo de producción más adelantado,
basada en las máquinas, e incluso en este periodo sólo y
siempre en escala muy reducida en comparación con las
mercancías en las cuales el trabajo humano es sustituido
por las máquinas, o con las mercancías que sustituyen
las mercancías producidas antes exclusivamente por el
210
trabajo manual.
El primer caso es la aplicación de las máquinas en
ramas en las cuales anteriormente la producción se
conducía de manera artesanal o manufacturera. Con
esto mismo la máquina se presenta como fuerza
revolucionaria en el modo de producción en general,
fuerza que deriva del modo de producción capitalista.
Ni bien se constituye el taller mecánico todo se
orienta constantemente al perfeccionamiento de las
máquinas, que no sólo someten al sistema mecánico las
partes del taller que a pesar de todo todavía no se
sometieron al mismo sino que también disminuyen el
número de obreros ocupados, y en lugar de obreros
varones adultos utilizan el trabajo de las mujeres y de los
niños y, finalmente, en mayor medida que en la
manufactura, aumentan la fuerza productiva en la
misma cantidad de obreros y por eso disminuyen
relativamente (y los obreros advierten inmediatamente
este fenómeno) el número de obreros necesarios para la
producción de una determinada masa de mercancías.
La fórmula de la producción por medio de máquinas
no consiste en disminuir relativamente la jornada de
trabajo individual, la que constituye una parte
indispensable de la misma, sino en reducir el número de
obreros, es decir la jornada de trabajo colectiva,
constituida por muchas jornadas de trabajo simultáneas,
y que también constituye una parte indispensable de la
producción a máquina; o sea en la supresión y reducción
de un determinado número de obreros en cuanto son
superfluos para la producción de plustrabajo; por no
hablar de la eliminación de la especialización que se ha
desarrollado por medio de la división del trabajo y de la
consecuente devaluación de la fuerza de trabajo. El
trabajo pasado y la combinación social del trabajo están
aquí analizados como medio para convertir en superfluo
el trabajo vivo. En otros términos, el tiempo de trabajo
211
necesario es la base sobre la cual se desarrolla el
plustrabajo. Aquí, por el contrario, se calcula cuánto
plusvalor es posible obtener poseyendo una deter-
minada cantidad de trabajo necesario.
La contradicción entre capital y trabajo asalariado se
desarrolla hasta su completa contraposición, en cuanto
el capital es el medio no sólo de devaluación de la fuerza
de trabajo viva sino también de la transformación de
esta última en superflua, ya sea completamente en
determinados procesos, o bien reduciéndola al menor
número posible. El trabajo necesario se transforma de
esa manera inmediatamente en población superflua, en
la medida en que no sirve para obtener plusvalor.
Ya hemos demostrado cómo el capital de hecho —
prescindiendo de su voluntad— disminuye la masa de
plustrabajo que un determinado capital puede producir.
De esto deriva nuevamente una tendencia opuesta: es
decir, emplear un número relativamente pequeño de
obreros efectivamente ocupados en la producción a
máquina y a obtener el mayor plustrabajo absoluto
posible, o sea, a aumentar la jornada de trabajo absoluta.
Por esto los economistas del periodo de la gran
revolución industrial se declaran contrarios al prejuicio
que ya estaba en auge en el periodo manufacturero y
según el cual es parte del interés del estado, en este caso
de la clase de los capitalistas, tomar el mayor número
posible de obreros. Pero, por el contrario, es necesario
disminuir, según las posibilidades, el número de obreros
necesarios para la producción de plustrabajo y crear
excedentes de población. Para el obrero no se trata sólo
de la anulación de la especialización y de la devaluación
de la fuerza de trabajo sino también de la anulación de
la única mercancía en posesión de la parte de los obreros
constantemente oscilante: la fuerza de trabajo que, dado
que ya es superflua, es sustituida por las máquinas.
Se sustituye tanto porque una parte de los trabajos se
212
realiza completamente a máquina como porque
disminuye en medida muy importante el número de los
obreros asignados a estas máquinas, mientras que los
obreros que todavía quedan del modo de producción
precedente, en competencia con las máquinas, caen en
la miseria.
El tiempo de trabajo necesario para la producción de
las mercancías usadas personalmente por el productor
no es más el socialmente necesario. Su trabajo de 16-18
horas vale más [XX-1260] que el trabajo que en la
producción a máquina exige sólo 6 u 8 horas.
Respondiendo a la ampliación del tiempo de trabajo
más allá del límite de los confines normales y al
simultáneo empeoramiento de su retribución —porque
el valor de la fuerza de trabajo está regulado por el valor
de las mercancías producidas a máquina— los obreros
emprenden la lucha contra las máquinas y la conducen
hasta el momento en el que, finalmente, son obligados
a rendirse…
Por lo tanto la tendencia de la producción a máquina
se manifiesta, por una parte, en un despido continuo de
obreros (de empresas mecánicas o artesanales), pero,
por la otra, en un reclutamiento constante de los
mismos, desde el momento que en un determinado
grado de desarrollo de las fuerzas productivas el
plusvalor puede aumentarse sólo a través del
incremento del número de obreros ocupados simultá-
neamente. Esta atracción y repulsión son características
y, en consecuencia, es característica también la continua
oscilación del nivel de vida del obrero.
Con las huelgas se manifiesta el hecho de que las
máquinas se usan y se inventan a pesar de las inmediatas
exigencias del trabajo vivo y sirven como medio para
aplastarlo y someterlo. (Véase Ricardo sobre la continua
contradicción entre máquinas y trabajo vivo.)
Aquí, en consecuencia, es mucho más evidente la
213
alienación de las condiciones objetivas del trabajo —del
trabajo pasado— respecto al trabajo vivo como
contradicción directa; al mismo tiempo el trabajo
pasado, es decir las fuerzas sociales del trabajo,
comprendidas las fuerzas de la naturaleza y de la ciencia,
se presenta como un arma que sirve en parte para
arrastrar al obrero a la miseria, reducirlo a la condición
de hombre superfluo, en parte para privarlo de la
especialización y liquidar las reivindicaciones que se
basan en ella, en parte para someterlo hábilmente al
despotismo de la fábrica y a la disciplina militar del
capital.
En consecuencia, bajo este aspecto resultan decisivas
las condiciones sociales del trabajo creadas por la fuerza
productiva social del trabajo y por el trabajo mismo, no
sólo como fuerzas extrañas al obrero, fuerzas
pertenecientes al capital, sino también como fuerzas
hostiles a los obreros y que los oprimen, dirigidas contra
cada obrero en defensa de los intereses del capitalista.
Además, hemos observado cómo el modo de
producción capitalista no cambia sólo formalmente sino
que realiza una revolución en todas las condiciones
sociales y tecnológicas del proceso laboral; el capital no
se presenta ahora sólo como condiciones materiales de
trabajo no pertenecientes al obrero —la materia prima
y los medios de trabajo— sino como encarnación de las
fuerzas sociales y de las formas de su trabajo común
contrapuestas a cada obrero.
El capital se manifiesta también bajo forma de
trabajo pasado —en la máquina automática y en las
máquinas puestas en movimiento por él—, se
manifiesta, como es posible demostrar,
independientemente del trabajo vivo; en vez de
someterse al trabajo vivo, él lo subordina a sí mismo; el
hombre de hierro interviene contra el hombre de carne
y hueso.
214
El sometimiento del trabajo del hombre de carne y
hueso al capital, la absorción de su trabajo por parte del
capital, absorción en la cual está encerrada la sustancia
de la producción capitalista, interviene aquí como un
factor tecnológico.
La piedra angular está lista. El trabajo muerto puesto
en movimiento y el trabajo vivo, que es sólo uno de sus
órganos dotados de conciencia, se hacen evidentes. El
vínculo vivo de todo el taller no se apoya en la
cooperación; ahora el sistema de máquinas forma un
todo puesto en movimiento por un motor primario y
abarca a todo el taller, un todo al cual está subordinado
el taller vivo en cuanto está compuesto por obreros. De
esta manera, el todo del sistema de máquinas obtuvo
una forma independiente de los obreros y sin ninguna
relación con ellos…
El taller basado en las máquinas expulsa
constantemente a los obreros en cuanto necesarios y
atrae de nuevo a los rechazados a funciones creadas por-
la máquina misma. Si, por ejemplo, de 30 obreros 40
han sido expulsados, entonces nada y de ninguna
manera impide que estos 40 obreros sean atraídos
nuevamente, pero ya sobre la base de un nuevo nivel de
producción. Estos detalles afectan a las relaciones entre
capital variable y capital constante que ahora no son
objeto de análisis.
Es precisamente ridículo el extraño miedo de los
economistas a mostrar que la gran industria basada en
el curso de un largo tiempo sobre el uso de la máquina
absorbe constantemente el excedente de población.
Primero se debe demostrar que la máquina es buena
porque ahorra trabajo, luego que también es buena
porque no lo ahorra sino que el trabajo manual que
ahorra en un lugar es necesario nuevamente en otro.
[XX-1261] El economista burgués aduce, para
consuelo de los obreros, en particular, los trabajos
215
auxiliares que no son ejecutados por las máquinas, pero
son necesarios a causa de la aplicación de las máquinas.
En consecuencia, el consuelo consiste en el hecho de
que la máquina sólo aparentemente elimina el trabajo
pesado, mientras que en realidad, junto a los antiguos,
crea nuevos tipos de trabajos pesados. En otras
palabras, como se trata de obreros ocupados justamente
en el taller mecánico —a pesar de las máquinas y a pesar
del tormento que significa para cada obrero las
máquinas—, la cantidad de los condenados a este
trabajo pesado aumenta.
Además éste no es el lugar para examinar
detalladamente ese problema, ya que éste presupone el
análisis del movimiento real del capital, lo que en este
momento no es todavía posible. Pero los ejemplos que
hemos presentado anteriormente ilustran con bastante
claridad cómo la máquina puede actuar en ambas
direcciones. Aquí no es necesario extenderse más sobre
el hecho de que en la agricultura debe prevalecer la
tendencia a convertir en superflua la población, no sólo
temporariamente sino también en términos absolutos.
Junto con la máquina —y con el taller mecánico
basado en ella— el dominio del trabajo pasado sobre el
vivo deviene no sólo social, expresado en la relación
entre capitalista y obrero, sino también, por decirlo así,
en verdad tecnológica.
Podríamos preguntarnos cómo es posible que en
general el uso de las máquinas (por no hablar de la
liberación del capital y del trabajo) puede crear inmedia-
tamente un nuevo y más difundido trabajo, ya que todo
el trabajo, desde el comienzo hasta el final, tanto el
ejecutado inmediatamente a máquina como el que la
presupone, debe ser menos que la masa de trabajo
contenida en las mercancías producidas anteriormente
sin máquina. Sin embargo, si bien la cantidad de trabajo
contenida, por ejemplo, en una braza de tela producida
216
a máquina es menor que el contenido en una braza de
tela producida sin máquina, no se deduce de ahí que si,
gracias a la máquina, se trabajan 1000 brazas de tela,
mientras antes una sola, el trabajo empleado en el
cultivo de lino, en el transporte y en la ejecución de
todos los intermedios, no haya aumentado. No se trata
del aumento de la cantidad de trabajo contenido en una
sola braza de tela sino del aumento de la cantidad de
trabajo preliminar, no ligada al tejido mismo, exigida por
1000 brazas y no por una, tanto en la fase preliminar del
trabajo como en el proceso de transformación
(transporte). Cada braza de tela, gracias al trabajo a
máquina, resultaría más barata, aunque 1000 brazas de
tela pongan en movimiento mil veces más trabajo
auxiliar de lo que ponía en movimiento una sola.
217
del aumento del valor. Ellos hacen productivo el trabajo
sin aumentar el costo del producto, sin aumentar el
valor de la mercancía. Por el contrario, disminuyen el
valor de cada mercancía aumentando la masa de las
mercancías producidas en el mismo tiempo de trabajo,
es decir disminuyendo el valor de cada una de las partes
correspondientes de esta masa. Como estas mercancías
entran en la reproducción de la fuerza de trabajo,
disminuye también el valor de la fuerza de trabajo, o sea
que se reduce el tiempo de trabajo necesario para la
producción del salario y se aumenta el plustrabajo. En
este sentido las fuerzas de la naturaleza son apropiadas
por el capital mismo, y no porque ellas aumenten el
valor de las mercancías sino porque lo rebajan, porque
ellas entran en el proceso del trabajo sin entrar en el
proceso de incremento del valor. La utilización de estas
fuerzas de la naturaleza en vasta escala es posible sólo
donde pueden emplearse las máquinas en gran escala y
donde, en consecuencia, se usa también una masa de
obreros correspondientes a ellas y la cooperación de
estos obreros subordinados al capital.
El empleo de los agentes naturales —en una cierta
medida su incorporación en el capital— coincide con el
desarrollo de la ciencia como factor autónomo del
proceso productivo. Si el proceso productivo deviene
esfera de aplicación de la ciencia, entonces, por el
contrario, la ciencia deviene un factor, una función, del
proceso productivo. Cada descubrimiento se convierte
en la base de nuevos inventos o de un nuevo
perfeccionamiento de los modos de producción. El
modo capitalista de producción coloca primero las
ciencias naturales [XX-1262] al servicio inmediato del
proceso de producción, cuando el desarrollo de la
producción suministra, en cambio, los instrumentos
para la conquista teórica de la naturaleza. La ciencia
obtiene el reconocimiento de ser un medio para
218
producir riqueza, un medio de enriquecimiento.
De este modo los procesos productivos se presentan
por primera vez como problemas prácticos, que sólo se
pueden resolver científicamente. La experiencia y la
observación (y las necesidades del mismo proceso
productivo) alcanzan ahora por primera vez un nivel
que permite y hace indispensable el empleo de la ciencia.
La explotación de la ciencia y del progreso teórico de
la humanidad.
El capital no crea la ciencia sino que la explota
apropiándose de ella en el proceso productivo. Con esto
se produce simultáneamente la separación de la ciencia,
en cuanto ciencia aplicable a la producción; del trabajo
inmediato, mientras que en las precedentes fases de la
producción la experiencia y el intercambio limitado de
los conocimientos estaban inmediatamente vinculados
al trabajo mismo; no se desarrollaban como fuerza
separada e independientemente de ella y por lo tanto en
su conjunto no habían ido nunca más allá de los límites
de la tradicional colección de recetas existentes desde
hacía mucho tiempo y que sólo desarrollaban muy
lentamente y en forma gradual (estudio empírico de los
secretos de cada artesanía). El brazo y la mente no
estaban separados…
Así como por máquina entendemos la “máquina del
patrón” y por su función la “función del patrón” en el
proceso productivo (en la producción), así también es la
situación de la ciencia que se encarna en esta máquina,
en los modos de producción, en los procesos químicos,
etc. La ciencia interviene como fuerza extraña, hostil al
trabajo, que lo domina, y su aplicación es, por una parte,
acumulación y, por otra, desarrollo, en ciencia, de
testimonios, de observaciones, de secretos de la
artesanía, adquiridos por vías experimentales para el
análisis del proceso productivo y aplicación de las
ciencias naturales en el proceso material productivo; y
219
como tal se basa del mismo modo en la separación de
las fuerzas espirituales del proceso del conocimiento,
testimonios y capacidades del obrero individual, como
la acumulación y el desarrollo de las condiciones de
producción y su transformación en capital se basan en
las privaciones del obrero de estas condiciones, en la
separación del obrero de las mismas. Además, el trabajo
en fábrica deja al obrero sólo el conocimiento de
algunos procedimientos: por esta razón han sido
anuladas las leyes sobre el aprendizaje, mientras que la
lucha del estado, etc., para que los niños de la fábrica
aprendiesen por lo menos a leer y a escribir, demuestra
cómo esta aplicación de la ciencia al proceso de
producción coincide con la represión de todo desarrollo
intelectual en el curso de este proceso. En realidad, a
pesar de esto se ha constituido un pequeño grupo de
obreros sumamente cualificados; sin embargo el
número de ellos no tiene ninguna relación con las masas
de obreros “privados de conocimientos” (entkenntnisten).
[XX-1263] Por otra parte resultan igualmente
evidentes los siguientes hechos: el desarrollo de las
ciencias naturales (que por otra parte forman la base de
cualquier conocimiento), como el de cualquier noción
(que se refiera al proceso productivo), se produce
nuevamente sobre la base de la producción capitalista
que, por primera vez, suministra en amplia medida a las
ciencias los medios materiales de investigación, de
observación y de experimentación. Los hombres de
ciencia, en la medida que las ciencias son utilizadas por
el capital como medio de enriquecimiento, y por lo
tanto se convierten ellas mismas en medio de
enriquecimiento incluso para los hombres que se
ocupan del desarrollo de la ciencia, se hacen recíproca
competencia en los intentos por encontrar una
aplicación práctica de la ciencia. Por otra parte el intento
deviene una especie de artesanía. Por esto, junto a la
220
producción capitalista, el factor científico se desarrolla
conscientemente por primera vez a un determinado
nivel, se emplea y constituye en dimensiones tales que
las épocas precedentes no podían concebir…
[XX-1265] Sólo la producción capitalista transforma
el proceso productivo material en aplicación de la
ciencia en la producción, en ciencia puesta en práctica,
pero sólo sometiendo el trabajo al capital y reprimiendo
el propio desarrollo intelectual y profesional...
[XX-1279] En el siglo XVIII el progreso en el campo
de las matemáticas, de la mecánica, de la química, y los
descubrimientos en Inglaterra, Francia, Suecia y
Alemania, se produjeron casi simultáneamente. El
mismo fenómeno se verificó también para los inventos,
por ejemplo en Francia. Pero el empleo de los mismos
en el sentido capitalista se realizaba entonces sólo en
Inglaterra, porque sólo allí las relaciones económicas
estaban tan desarrolladas como para hacer posible la
explotación del progreso científico por parte del capital.
(En esto tuvieron una importancia decisiva sus
relaciones agrarias y sus posesiones coloniales)…
[XX-1283] Hemos examinado separadamente el
plusvalor absoluto y el relativo. En la producción
capitalista éstos, en cambio, están vinculados. Y
precisamente en el desarrollo industrial contemporáneo
se pone de relieve cómo ellos se desarrollan
simultáneamente: la jornada de trabajo se amplía en la
medida en que disminuye el tiempo de trabajo
necesario, gracias al desarrollo de las fuerzas sociales
productivas del trabajo.
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NOTA
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