La Revolución Francesa

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LA REVOLUCIÓN FRANCESA

Y LOS CAMBIOS POLÍTICO-IDEOLÓGICOS


En 1789 Francia era una de las primeras
potencias europeas; desde 1774 reinaba Luis
XVI. Los gastos militares y una serie de malas
cosechas a partir de 1784, crearon una
gravísima situación social.
La mayoría de la población se vio en la miseria
mientras el lujo y el despilfarro del rey y la
nobleza continuaban como si nada ocurriera.
Luis XVI se negó a realizar cualquier tipo de
reforma y defendió los privilegios de la
aristocracia frente al hambre y la miseria de su
pueblo que se estaba hartando de la injusticia.
La sociedad estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados. El primer
estado era la Iglesia y lo integraban unas 120.000 personas. Eran dueños del 10% de las
tierras de Francia y no pagaban impuestos, sólo un donativo voluntario a la Corona.
Recibían de los campesinos el «diezmo», es decir, la décima parte del producto de sus
cosechas. Controlaban el registro civil de la población: sólo la Iglesia podía legalizar
casamientos, nacimientos y defunciones. La educación francesa estaba en sus manos. El
segundo estado era la nobleza, integrada por unas 350.000 personas. Eran dueños del
30 % de las tierras. Estaban eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos
los cargos públicos. Los campesinos les pagaban tributo y sólo podían venderles sus
cosechas a ellos. Tenían tribunales propios, es decir que se juzgaban a sí mismos.
El tercer estado comprendía al 98% de la población, y su composición era muy variada.
Por un lado, estaba la burguesía, formada por los ricos financistas y banqueros, que
hacían negocios con el estado; los artesanos, funcionarios menores y comerciantes.
Por otra parte, existían campesinos libres, muy pequeños propietarios, arrendatarios y
jornaleros. El proletariado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas domésticas.
Finalmente estaban los siervos, que debían trabajo y obediencia a sus señores.
El Tercer Estado carecía de poder y decisión política, pero pagaba todos los impuestos,
hacía los peores trabajos y no tenía ningún derecho. La burguesía necesitaba tener
acceso al poder y manejar un estado centralizado que protegiera e impulsara sus
actividades económicas, tal como venía ocurriendo en Inglaterra.
Los burgueses difundieron las ideas de Rousseau y Montesquieu que proponían la
soberanía popular, el fin del absolutismo, la igualdad de derechos y la división de
poderes (un ejecutivo, un legislativo y un judicial). Pronto el tercer estado en su conjunto
estuvo de acuerdo en cambiar las cosas.
Tras muchas presiones, finalmente Luis XVI accedió a convocar a los Estados Generales:
una asamblea donde estaban representados los diferentes estados. La sesión quedó
inaugurada el 5 de mayo de 1789 en el palacio de Versalles con la presencia de 1.200
diputados. En su discurso inaugural el rey no dijo nada nuevo y la impaciencia fue
creciendo. El tercer estado obtuvo el apoyo de parte de la Iglesia y logró que se formara
una Asamblea Nacional Constituyente con la aparente aprobación del rey. Pero en
realidad Luis XVI quería ganar tiempo para conspirar y dar un golpe de fuerza. Alertado
el pueblo de París salió a la calle y tomó la prisión de La Bastilla, símbolo del despotismo
real, el 14 de Julio de 1789. La burguesía formó una milicia propia, la Guardia Nacional y
el gobierno de París cayó en manos de los revolucionarios.
El rey tuvo que aceptar la nueva situación y la Asamblea comenzó a producir cambios
importantes.
En la Asamblea de París nacieron la izquierda y la derecha como distinciones políticas
porque el presidente, que se sentaba en el medio, decía «tiene la palabra el diputado
de la izquierda» o «tiene la palabra el diputado de la derecha». Resultó que a la izquierda
se sentaban los más revolucionarios y a la derecha los más conservadores y desde
entonces izquierda y derecha designan a los partidarios de los cambios o a los que
quieren que todo siga igual, respectivamente.
El 27 de agosto de 1789 se proclamaron los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
Allí se decía que todos los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos. Se
garantizaba la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Se fijaba
la igualdad ante la ley, la libertad política y religiosa y se establecía la división de poderes.
En junio de 1791, Luis XVI intentó huir de Francia pero fue detenido. Este fracaso
monárquico impulsó a los republicanos a apurar la sanción de una constitución
democrática que incluía la declaración de los derechos del hombre, la división de
poderes y que dejaba el ejecutivo al rey y el legislativo, a la Asamblea. Quedaba
establecida la monarquía constitucional.
Tras nuevas maniobras de Luis XVI y el ataque de los ejércitos austríaco y prusiano,
el pueblo volvió a levantarse en armas y exigió la proclamación de la República el 10 de
agosto de 1792. Los monárquicos fueron excluidos de la nueva asamblea y Luis XVI fue
juzgado y encontrado culpable. Fue ejecutado en la guillotina el 21 de enero de 1793.
Tras una nueva crisis desatada en 1793 y ante la
sospecha de traiciones dentro de la Revolución,
el pueblo de París se volvió a movilizar e impuso
al sector más duro de la Convención, llamados
montañeses o jacobinos. Sus líderes fueron
Robespierre, Marat y Dantón y llevarán adelante
medidas populares como la imposición de
precios máximos, la devolución a los municipios
de las tierras usurpadas por los nobles, y la
abolición de los impuestos feudales. Todo esto
molestó a los nobles, que se resistieron a acatar estas medidas. Esto desató la reacción
de los montañeses que hicieron cumplir sus disposiciones a la fuerza ejecutando una
gran cantidad de nobles y opositores en la guillotina.
En 1795 una nueva constitución republicana había establecido en Francia un nuevo
gobierno: el Directorio. Pero esto no había calmado los ánimos. Seguían las luchas
internas y la amenaza permanente de las monarquías europeas enemigas de la
Revolución. El 9 de noviembre (18 brumario según el calendario revolucionario) de 1799,
Napoleón da un golpe de estado, derriba al Directorio y se transforma primero en Cónsul
y luego en emperador. Gobernó Francia durante 15 años.
A partir de la Revolución Francesa no sólo el pueblo francés logró derrotar al rey y a la
aristocracia que lo apoyaba, sino que también construyó un nuevo y moderno
sistema político con división de poderes en el que ya no existían los privilegios por
nacimiento e instauró la revolucionaria idea de que todos los hombres nacen libres
e iguales ante la ley

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