Trabajo de Humanidades

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Que es la salsa

es un baile latino que se baila al ritmo de la música que lleva el mismo nombre.
Se baila en pareja, pero también se puede bailar en solo. Fue creada por
puertorriqueños, cubanos y otros hispanoamericanos. Sus pasos tienen influencias
africanas y europeas.
El término de la salsa como género musical y baile se populariza en Nueva York a
finales de la década de los 60.

En un principio, este término se refería a una gran variedad de ritmos con raíces
africanas provenientes del Caribe hispano. La salsa es el resultado de la fusión de
todos estos ritmos afrocaribeños.

La principal influencia de la salsa es el son cubano, del que heredó su patrón


rítmico. También la salsa tiene influencia del mambo, el chachachá, la guaracha,
larumba, la bomba, la plena y el merengue
About en español

Que es el son
En el Son se da un sincretismo musical entre los instrumentos percusivos
africanos y los instrumentos de cuerda pulsada españoles; en el aspecto vocal
entre la décima española y el canto alternado entre coro y solista (antifonal) de
origen africano

A principios del siglo XX, el son era un género marginado a las clases pobres.
Solamente lo escuchaban y bailaban las clases trabajadoras y los afrocubanos.

En esa época en Cuba existía mucha discriminación contra los negros y contra la
cultura de origen africano

En el son se mezclan los sonidos de los instrumentos de cuerda con los


intrumentos de percusión el Incorpora la guitarra y el tres, un instrumento de
cuerdas de Cuba, e instrumentos de percusión tales como los bongós, las
maracas y las claves.
A nivel rítmico, el son hereda el sonido del ritmo Changüi. Cuando el son viaja a
La Habana a principios del siglo XX también incorpora el ritmo de la clave, que
recoge de la rumba cubana.
El son cubano:
El son cubano es un baile de pareja y un género musical original de Cuba. Fusiona
elementos musicales africanos con elementos musicales españoles. Es el género
que da origen a otros bailes tales como el mambo.

El son cubano alcanzó mucha popilaridad en los años treinta. Hoy en día es
considerado uno de los géneros de música bailable de mayor influencia en el
mundo. El son es el principal fundamento de la salsa.

ABOUT EN ESPAÑOL

Que es el merenque
El merengue es quizás el baile más accesible de todo el repertorio de la música
tropical. Tiene un ritmo fácil de seguir y sus pasos son sencillos. Casi siempre se
baila en pareja, ya sea en una fiesta o en una discoteca.

De fama internacional, el merengue es el baile y género musical oficial de la


República Dominicana. Al igual que otros bailes tropicales como la salsa, el baile
del merengue nace de la fusión entre lo africano y lo europeo

Origen del merengue

El baile del merengue se origina en la República Dominicana en la población de


los esclavos africanos que trabajaban en los cañaverales. Los africanos le dieron
forma a este baile desde finales del siglo XVIII hasta principios del siglo XIX.

De acuerdo a algunos historiadores, el baile original del merengue no se bailaba


en pareja, si no en una rueda. En este baile circular la mujer y el hombre no se
abrazaban ni bailaban en una posición cercana. Bailaban uno frente al otro
sosteniéndose las manos al nivel de los brazos.

ABOUT EN ESPAÑOL
Que es la bachata
La bachata es un baile que se baila al ritmo del género musical que lleva su mismo
nombre. Es un baile sensual, romántico y rítmico que casi siempre se baila en
pareja. De origen dominicano, la bachata es uno de los bailes latinos y ritmos
tropicales más populares a nivel internacional.

La bachata es descendiente del bolero, en especial el bolero más rítmico.También


la música de bachata tiene influencias de otros géneros musicales, como el
merengue, el son y el chachachá.

La bachata en sus primeras décadas

La bachata tenía una cualidad meláncolica desde sus inicios. Esta melancholia se
sentía tanto en sus letras como en el tono de voz que se usaba en sus canciones.

Por eso, terminó siendo bautizada como la música del amargue.

En los años sesenta, la bachata tenía un stigma negativo. Se escuchaba en muy


pocas estaciones de radio y sus grabaciones no se vendían en las grandes
tiendas.

A pesar de estos prejuicios contra la música de bachata, la bachata se desarrolló


como género musical y baile social. En 1962 se grabaron los primeros temas que
los historiadores identifican como bachatas: “Borracho de amor” y “Condena”,
interpretadas por José Manuel Calderón.

La bachata comenzó a adquirir aceptación masiva en la República Domincana en


la década de los ochenta. Según los historiadores, las grabaciones de Luis Segura
fueron importantísimas para que la bachata se aceptara como un género musical
respetable.

La bachata experimentó un salto gigantesco en su evolución a finales de los


ochenta. En 1989 Juan Luis Guerra graba su álbum “Bachata Rosa”. Su estilo de
bachata con elementos de balada adquiere fama internacional

About en español
ORIGENES DE LA SALSA Y EL SON
Origen de la salsa:
El término de la salsa como género musical y baile se populariza en Nueva York a
finales de la década de los 60. En los años ’60, una oleada de ritmos de origen cubano
se fusiona con el jazz. Izzy Sanabria, diseñador gráfico en los estudios de Fania, los une a
todos bajo una misma denominación para eliminar confusiones y vender el concepto más
fácilmente. Eligió salsa, término con el que se animaban a las bandas para aumentar la
energía de la actuación

El origen del Son


Se ubica en la región oriental de la isla cubana principalmente
en Santiago y en la
cordillera montañosa de Sierra Maestra.  También, se menciona la provincia de
Guantánamo y se asocia con las fiestas Changüí que allí se celebraban.  Este
género musical surge a fines del siglo XIX como parte de la forjación de la
nacionalidad cubana

A QUE SE REFIERE EL ARTE CUANDO HABLA QUE LA SALSA Y EL SON,


SON PRODUCTOS SINCRETICOS EN CAMBIOS PERMANENTES

SINCRETISMO: implica la fusión de diferentes elementos en uniones que, en ocasiones, carecen


de una coherencia interna.
 
RESUMEN
La música del Caribe es como su historia: polémica y
compleja. El son y la salsaconstituyen dos músicas
bailables del Caribe difundidas a nivel mundial, cuyos
orígenes y paternidad se debaten entre cubanos,
dominicanos y boricuas. En este trabajo se intenta
abordar la problemática de los orígenes en el contexto de
la relación entre música, sociedad y cultura. 
 
La música del Caribe es como su historia: polémica y compleja. Su
estudio se hace problemático por la diversidad y mutaciones constantes
de músicas, la profusión de nombres, precarios registros musicales y
migraciones permanentes. El son y la salsa constituyen dos músicas
bailables del Caribe difundidas a nivel mundial, cuyos orígenes y
paternidad se debaten entre cubanos, dominicanos y boricuas. En este
trabajo se intenta abordar la problemática de los dos géneros en el
contexto de la relación entre música, sociedad y cultura. Se trata de una
tarea tan fascinante como compleja ya que cada isla se presenta como
un vasto universo social, cultural y musical (López  2003:7).   
 
La polémica sobre los orígenes tiene un interés académico, pero las
músicas se bailan sin importar la procedencia. De acuerdo a Amaury
Veray, los géneros musicales no son meras creaciones de compositores,
sino procesos sociohistóricos. La danza, ejemplo que podría servir para
la música caribeña en general, no fue un invento de tal o cual
compositor y resulta falaz tratar de identificar la primera que surgió. Se
fue conformando desde antes de mediados del siglo XIX y alcanzó una
forma definitiva treinta o cuarenta años después, entre 1870 y 1880 (en
Quintero 1999: 268). La música y el baile son categorías muy
reveladoras de la historia y de la vida cotidiana en el Caribe. Según
Ángel Quintero, las identidades colectivas organizan, expresan y
simbolizan con el cuerpo la relación entre el tiempo y el espacio (1999:
35). Para Lara López, registran los procesos de conformación desde el
Estado-nación, la identidad nacional hasta la globalización (2003:11).  
 
Alejo Carpentier, músico e investigador cubano, fue de los
primeros autores en estudiar la música caribeña dentro de
una visión de conjunto  y  por zonas interrelacionadas sin perder
de vista el factor social, económico, demográfico y las diversas
migraciones. En esta perspectiva se analizan el son y la salsa.
 
EL SON
 
La música del Caribe es innovadora por una dinámica cultural
inherente. No es indígena, ni europea, ni africana, sino todo eso
y mucho más. La música era parte de la religión, de la vida
social y del trabajo. Se inicia como una síntesis dentro y fuera
de la Iglesia. Desde muy temprano negras cantan y
tocan  güiros  en ella. La relación entre música, religión y negros
aparece en el caso discutido de las hermanas Teodora y Micaela
Ginés, negras horras de Santo Domingo, que habrían llevado
el son a Cuba en 1580. El  Son de la Ma´ Teodora  fue
reproducido por Laureano Fuentes Matons en 1893:  
 
¿Dónde está la Ma´ Teodora?
Rajando la leña está.
¿Con su palo y su bandola?
Rajando la leña está.
¿Dónde está que no la veo?
Rajando la leña está.
Rajando la leña está.
Rajando la leña está…
 
Esta pieza constituye un nudo gordiano y una manzana de
discordia que enfrenta a músicos e investigadores, a lo interno y
externo, de República Dominicana y Cuba. Al respecto existen
cuatro posiciones: 1) es una pieza con influencia aborigen, 2) es
la primera música cubana y el primer son, 3) es una síntesis
afro-hispana, y 4) es una leyenda sin base histórica elaborada a
posteriori.
 
Eduardo Sánchez Fuentes (1874-1944) negó la influencia negro-
africana en la música cubana y fijó su origen en la aborigen,
siendo criticado por Fernando Ortiz y Alejo Carpentier. En el
fondo de la disputa musical estaba la lucha ideológica y política
de la construcción de la identidad cultural. El  indigenismo tuvo
ecos tardíos aún en 1929, cuando Esteban Peña Morel afirmó
que la mangulina dominicana de origen indígena influenció, a
través de los haitianos, al son moderno de Cuba (Henríquez
Ureña 2001: 642).  
 
Para Laureano Fuentes Matons, el Son de la Ma´ Teodora es el
precursor del son moderno. Cuando lo reprodujo en 1893
recogió fuentes anteriores que señalan para 1580 en Santiago
de Cuba una orquesta de cinco músicos formada por dos negras
libres de Santo Domingo “tocadoras de bandolas”, dos tocadores
de pífano y uno de violón. En 1598 Micaela tocaba en La Habana
con otros tres músicos de violín y clarinete según José María de
la Torre en 1857 y Joaquín José García en 1845, quienes citan
una descripción de Hernando de la Parra realizada entre 1562 y
1598. Teodora se hizo famosa en Santiago por sus canciones,
especialmente por el son que se le atribuye, escrito
posiblemente desde el siglo XVII, transcrito en 1893 y cantado
hasta mediados del siglo XIX en las mascaradas de San Juan y
Santiago en el oriente de Cuba (en Henríquez Ureña 2001: 640-
641).
 
A Pedro Henríquez Ureña el son de marras le recuerda una
milonga argentina y para Natalio Galán es de dudosa
autenticidad (1997: 20). Según Carpentier es un romance
extremeño con melodía y entonación afrocubana. Más que
identificar el tipo de música y su nacionalidad le interesaba
ponderar la mezcla racial, cultural y musical, así como la
diversidad étnica que habrían de tener considerable influencia
en la música cubana, aunque mostró ciertas ambigüedades al
no descartar por completo su relación con el son moderno. Para
Natalio Galán, los problemas anacrónicos no desmeritan el
hecho de ser la primera genuina demostración de un conjunto
popular en Cuba y de que hubo una tradición oral y un medio
musical que perduraron en el tiempo (1997: 20).
 
Para el músico cubano Antonio Gómez Sotolongo (2004) las
hermanas Ginéz o Ginés nunca existieron. Son un mito o
leyenda sin base histórica, según Alberto Muguercia, quien en
1971 demostró el carácter apócrifo de la crónica de Hernando
de la Parra, el primer documento que menciona a Micaela como
tocadora de vigüela junto a otros tres músicos que tañían el
clarinete, el violín y el violón. Dicha crónica es citada por
primera vez en la historiografía cubana en 1845 y se reproduce
acríticamente en 1857, 1860, 1891, 1893, 1908 y por Carpertier
en 1947. Ningún documento del siglo XVI menciona al Son de la
Má Teodora. Fue en 1893 que Laureano Sánchez Matons cambió
la ortografía de Ginéz por Ginés y redondeó la ficción agregando
aderezos como el de una hermana de Micaela llamada Teodora
tocadora de bandola, que eran dos negras libres de Santiago de
los Caballeros que llegaron a Santiago de Cuba en 1580 y que la
primera se marchó a La Habana. Este autor puso a volar la
imaginación sin la menor prueba documental y con numerosos
anacronismos, pues de los cuatro instrumentos mencionados el
único existente en el siglo XVI era la vihuela.      
 
El cantante dominicano Fernando Casado critica a la musicología
cubana en general por tener una visión etnocéntrica y
desconocer procesos primigenios e influencias de Santo
Domingo. En su opinión, aquí se registró por primera vez en el
Nuevo Mundo la integración y sincretismo cultural y musical
entre indios, españoles y africanos. El caso de las Ginés no sólo
es histórico, sino que demuestra el trasiego de música y ritmos
criollos de Santo Domingo a Cuba. El son de la Má Teodora no
es el primer son cubano, sino una música de Santo Domingo
que llegó a Cuba. La palabra son es el indicador de una música
y de un ser humano diferenciado: el criollo dominicano. Para
Casado, Santo Domingo también es pionero del son moderno.
Nené Manfugás, quien llevó el tres de Baracoa a Santiago de
Cuba en 1892 y los primeros sones montunos, y el trovador
Sindo Garay, habían estado en Santo Domingo y de aquí
llevaron música y composiciones como el caso de la criolla La
Dorila de Luis Vásquez. Además, existen en Santo Domingo
sones dominicanos escritos muy anteriores a los habaneros de
la década del 1920.
 
Según Julio César Paulino, antropólogo y musicólogo
dominicano, existe un documento en el Archivo de Indias que
prueba la existencia de las Ginés. No sólo tiene ubicado el legajo
en España, sino que otro dominicano no identificado tiene la
información o el documento, aunque el mismo no se ha dado a
conocer públicamente. Además, el son Mercedes de 1898 de
Danda Lockward es muy anterior a los sones y la criolla cubana
del mismo nombre. Aquí el son existía como canción, bolero
rítmico o bolero-son. Antes de la popularidad del tres en Cuba,
Santo Domingo tenía la mejor y más completa orquesta de
bandurrias o cuerdas del Caribe.
 
Para el sonero dominicano César Namnúm, existe un son
dominicano desde finales del siglo XIX. Según este, la principal
composición de Miguel Matamoros y pieza emblemática del son
titulada Lágrimas Negras es tema de la dominicana Pura Reyes
al cual el músico cubano sólo agregó el jaleo después de 1930.
Piro Valerio y Chencho Pereyra cedieron sus sones a los cubanos
y boricuas por no poder grabarlos.     
 
Para el músico dominicano Tommy García, quien tiene un
método para tocar el tres (1998), la República Dominicana no
cuenta con un estudio etnohistórico del son, aparte de que
descarta las fuentes –por no ser originales- sobre las Ginés. El
Son de la Má Teodora  está escrito en 6/8 y no 2/4, lo que lo
aleja de la tradición actual. Si bien el son se baila desde hace
mucho tiempo, aquí no existe como movimiento musical-cultural
a nivel popular y folklórico, siendo escasos los músicos,
compositores y grabaciones al respecto. Existen compositores
de son, pero no un género dominicano diferente al cubano,
además de que se acerca más a la guaracha. Tampoco existe a
nivel folklórico y las músicas con cuerdas pulsadas, típicas del
son, no usan el bajo anticipado por lo que el maestro Julio
Alberto Hernández se equivocó al identificarlo en el merengue.   
 
Considero que existen sesgos en la musicología cubana respecto
a las músicas de Cuba y el Caribe. Elementos considerados
exclusivos como el cinquillo cubano, fundamentales en la
contradanza cubana y el son, aparecen en muchas músicas
caribeñas y, según el propio Carpentier, Cuba lo recibió de los
franceses y haitianos después del 1791. Más que cubano, el
cinquillo es una célula rítmica africana, afrocaribeña o caribeña.
Lo mismo sucede con lasclaves cubanas, que existen como
“palitos entrecruzados” en España y África y marcan el ritmo en
músicas inveteradas de Santo Domingo y el Caribe
(Coopersmith 1974: 47).  
 
Es inconcebible que algunos dominicanos afirmen poseer un
documento histórico sobre las Ginés y no lo publiquen. El
problema semántico de la palabra son no puede ser obviado,
pues abarca realidades radicalmente distintas. Así, los indios
tocaban “al son de cuya música danzaban” o como dice Mártir
de Anglería: “al son de los atabales”, los negros minas tocaban
tangos “al son de los cañutos”, el cabildo anunciaba ordenanzas
“al son de bando”, Hostos hablaba en 1873 de esclavos bailando
“al son de las cadenas” y en la Biblia los ángeles del Apocalipsis
anuncian el fin del mundo “al son de las trompetas”. El mismo
problema lo presentan la danza en 1616 y el bolero en 1810. Es
imposible que el son  del siglo XVI sea el mismo del siglo XX. Es
un terrible anacronismo suponer la existencia del dominicano y
del cubano como pueblo o nación desde el siglo XVI. En
República Dominicana ni siquiera un historiador como Manuel A.
Peña Battle, hispanista y anti haitiano, llegó a una afirmación
tan radical, pues considera a Hernando Montoro, el líder de la
resistencia contra las devastaciones de Osorio en 1605, como el
primer dominicano.
 
El Caribe cambia constantemente, pero también guarda
tradiciones orales y reproduce arcaísmos lingüísticos, sociales y
culturales. La “tensión dialéctica” entre ansias libertarias y
realidades impuestas es para Ángel Quintero el verdadero
esqueleto cultural del Caribe (1999: 228). Aún siendo una
transcripción tardía y con numerosos anacronismos, el Son de la
Má Teodora indica una continuidad que va de lo genérico a lo
particular, del  son al Son. Existe cierta continuidad genérica,
pero al mismo tiempo un cambio sutil y decisivo. Lo mismo pasó
entre la contradanza de cuadrilla y la bailada en parejas, o entre
el merengue contradanzado de 1855 y el ripiao o redondo de
1875. La diferencia entre el punto habanero y la habanera es
tan grande como el siglo que los separa. Y el palo de Teodora
¿instrumento de apoyo o bastón musical? Nadie lo relaciona con
un instrumento musical, aunque palo  ypalero  son  términos
musicales de amplio espectro. Salve  y  palos son los géneros
musicales folklóricos más antiguos de Santo Domingo. El común
denominador entre la música religiosa, el baile popular y la
música de negros es el canto responsorial que alterna solista y
conjunto. El mismo se  conjugó entre indios, europeos y
africanos y, como bien lo expresa Natalio Galán, nadie lo
introdujo (1997: 21). Fue encontrado por los cronistas entre los
aborígenes, existe ampliamente difundido en África y los
españoles lo usaron en la misa y cantos religiosos. Por esto es
una célula fundamental de la música caribeña. Para Helio
Orovio, el contrapunteo de la copla-estribillo del son remite a “lo
insular primigenio” (1994: 108).Regina se llamó a la copla o
cuarteta del son montuno en el oriente de Cuba. 
 
¿Cuándo se convierte el son en Son? He aquí un problema
antropológico e histórico, no sólo musical. La “metafísica de los
orígenes”, típica de la historiografía tradicional según Marc
Bloch, confunde origen y principio, afirma que el presente es
resultado mecánico del pasado y elimina la dinámica y el cambio
inherentes de la historia (1998). El Caribe es escenario del
principio dialéctico de Heráclito: nadie se baña dos veces en el
mismo río porque la persona ni éste son los mismos. La llamada
identidad nacional o cultural es más tardía de lo que
comúnmente se cree. Pedro Henríquez Ureña ubica la última
fase de la idea nacional a partir del 1874. Para Carpentier, la
cubanidad de la música no existe antes de 1850. Un
anacronismo metafísico contamina la explicación del origen de
las músicas de América como el tango, la bachata, el jazz, el
merengue, el son y la salsa (Guerrero 2000, 2006). Todas,
como se conocen en la actualidad, se conformaron en la década
de 1920-1930, exceptuando la salsa y la bachata que
aparecieron después de la Revolución Cubana de 1959. El ciclo
del son podría ser: algún origen genérico se rastrea en el siglo
XVI, se conforma en el oriente de Cuba con aportes de cubanos,
haitianos y dominicanos en el siglo XIX, y se expande de
manera estándar a partir de la década de 1920 desde Cuba al
mundo entero.    
 
Las migraciones intercaribeñas son insoslayables al momento de
analizar el son y las músicas del Caribe. De Santo Domingo a
Cuba y viceversa pasaron gentes y músicas durante la colonia
después del tratado de Basilea (1795) y de las guerras de la
Restauración (1861-1865) y de las guerras de Independencia de
Cuba (1868-1898). El proyecto de confederación antillana
promovía migraciones y músicas. En cada reunión pública se
tocaban danzas boricuas, cubanas y dominicanas. Martí
consideró al dominicano Federico Henríquez y Carvajal ser más
cubano que él y el puertorriqueño Hostos en término patriótico
era el más grande de los dominicanos. La ida y vuelta de
cubanos, boricuas y dominicanos dificulta establecer con
claridad y precisión el orden y difusión de los intercambios
culturales y musicales.
 
Es innegable, como afirmó Julio Alberto Hernández, que muchas
músicas creadas por  dominicanos fueron llevadas al
pentagrama por los cubanos, pero mayor fue la influencia
cubana en la música dominicana. En 1874 se tocó en Puerto
Plata la guaracha cubana Los Mangos (Paulino 2006: 58). Según
Julio Arzeno, músico puertoplateño y autor del primer libro
sobre el folklore dominicano, los cubanos trajeron el bolero, la
guaracha, la conga y la “forma individual y espontánea de
expresar musicalmente un sentimiento sin ninguna pretensión
artística y la estrecha relación que existe entre el baile y el
canto popular urbano que afectó de manera inevitable el estilo
musical de nuestro país” (1927: 100). Según Luis Alberti, desde
1912 y 1916 se tocaban la rumba y el danzón con una tambora
grande. Muchos de los dos mil discos de la RCA Víctor que
llegaron en 1913 eran danzas y danzones. Otto Schoenrich
reportó en 1918 que el baile preferido era la danza
puertorriqueña, parienta de los aires mexicanos y de la
guaracha cubana. Juan  Espínola puso de moda el  gaiteo, una
manera cubana de tocar la música dominicana. Para Julio
Arzeno en 1927 no teníamosmúsica propia, pues el danzón
cubano y la danza puertorriqueña “son las músicas que más han
cultivado nuestros compositores, nacionalizándolas...” (Ibid.: 9).
 
En el momento en que los cubanos vienen a Santo Domingo y
Manfugás supuestamente lleva el tres a Baracoa, iniciándose el
son cubano propiamente dicho, aquí la música de acordeón,
güira y tambora, el merengue actual, desplazaba a las
bandurrias del cuatro, seis, doce y el triple, a un punto tal que
antes de terminar el siglo XIX según Alíx “nadie se acuerda de
ellos” y según Arzeno en 1927 “son muy raros”. Que Manfugás
llevara el tres que en Cuba era desconocido demanda prueba
científica y precisión. Como bien expresan María Nuñez y Ramón
Guntín: “guitarra, triple y bandurria aparecen muy temprano en
manos del pueblo” (1992: 34). No es posible que Cuba, que
recibió la última y mayor migración española y canaria en el
siglo XIX, lo desconociera. Para Elena Pérez Sanjurjo, la
dificultad de establecer el origen del son se debe a que en
Oriente “todo el campesinado lleva un tres” (1986:474).
Además, un músico y un instrumento jamás pueden producir un
género musical de masas antes de la radio. Una chispa puede
encender una pradera, pero una golondrina no hace un verano.
Una migración podría impactar a estructuras musicales y células
rítmicas afines y compartidas y dar inicio a un género musical
con la participación del pueblo. La difusión no es posible sin una
estructura que la reciba.        
 
Las citas sobre el son en Santo Domingo son escasas y, al
parecer, contemporáneas con las de Cuba. No lo mencionan
entre 1906-1945 Enrique Deschamps, Julio Arzeno, Luis Alberti,
Pedro Henríquez Ureña, Coopersmith, ni Emilio Rodríguez
Demorizi. ¿Se tocaba son como canción o bolero rítmico en
bachatas? Es una tesis de Julio César Paulino que puede tener
asidero en Arzeno cuando menciona como “sones rudimentarios
criollos naturalizados” al bolero y la canción. El bolero y el son
se acercaron por la necesidad de ampliar los repertorios y
ganarse el favor del público apareciendo boleros soneados y
luego el bolero-son (Gómez S. 2007: 15). Según Alejandro
Paulino (2006: 59) el término bachata, originario de Cuba,
apareció en Santo Domingo como sinónimo de fiesta a partir de
1874. También las palabras son y changüí –el primer son
montuno-, aludían en Cuba a música, baile, fiesta, ambiente o
jolgorio.
 
En Cuba no existe una fecha exacta para la aparición del son
(Alén 1994: 27). Se le ubica en Santiago de Cuba en 1892, en
La Habana en 1909, un año después se le agrega al danzón y a
partir de 1918 se forman las primeras agrupaciones. El son se
había desarrollado paralelamente a la contradanza y al danzón
en el siglo XIX. El danzón, la primera música genuinamente
cubana, surgió a partir de 1879 y fue danza nacional hasta
1920, cuando el son oriental invadió a La Habana. Para
Carpentier, la originalidad del son estuvo en someter la
polirritmia a una unidad de tiempo en el que cada elemento
percusivo era autónomo. Su gran mérito y verdadera creación
fue ofrecer libertad a la espontánea expresión popular (1972:
241-251). Para Díaz Ayala, el son produjo una revolución al
adaptar la música a las necesidades del baile y a la economía
difícil de la época (1993: 115). No se convirtió en común
denominador de la música popular cubana, según Luis Beiro,
por un autor o compositor en particular, sino por una generación
de músicos anónimos que creó y enriqueció sonoridades
diversas, le dio fisonomía propia y por el pueblo que lo bailó de
una manera específica que se universalizó. De la misma forma
que para su conformación genérica recibió elementos foráneos,
después de adquirir su personalidad definitiva aportó nuevas
sonoridades y ritmos a otros pueblos (1996: 10).
 
En República Dominicana el son se desarrolló a través del
comercio de cabotaje, puertos, ambientes de bachatas y, sobre
todo, la radio y discos. Santo Domingo, Puerto Plata, Santiago,
San Pedro de Macorís y Baní son las ciudades con mayor
vocación sonera. Antonio Mesa fue el primer dominicano que
grabó un disco en 1926 junto al Trío Borinquen, con Rafael
Hernández y Salvador Ithier. Aunque se anunció que Mesa
cantó El son de Monchín, al parecer no fue él quien lo hizo.
Posteriormente grabó dos sones dominicanos: La mujer del
sacristán de Esteban Peña Morel y La negra parejera de autor
desconocido (Holguín-Veras, s. d.: 16-28). La primera grabación
de un son se realizó el 18 de diciembre de 1929 en Nueva York
por el Grupo Dominicano, compuesto por Eduardo Brito y su
esposa Rosa Helena, Bienvenido Troncoso, Enrique García y
Chita Jiménez. Según Jesús Torres Tejeda, la primera grabación
fue La mulatona de Piro Valerio, la tonada-son más conocida de
la República Dominicana. De Bienvenido Troncoso se cantaron
tres boleros-son: Mi llegada a Macorís, Yo no creí y  El amor y la
ternura. (1996: 44,370). En 1930 Brito grabó el son Tamales
Calientes. Éste formó en 1924 con Bienvenido Troncoso un
conjunto de bachata en Santiago y en 1925 conoció a los
compositores de son Piro Valerio y Chencho Pereyra.
Concomitantemente, el Trío Matamoros grabó su primer disco
en 1927 y en noviembre de 1928 llegó a Santiago de Cuba su
primer disco con el son El que siembra su maíz, el cual de
inmediato se convirtió en un suceso en todo el Caribe y en
Nueva York.
 
Hasta que se demuestre lo contrario, el son cubano se
popularizó en República Dominicana después de la presentación
del Trío Matamoros en 1930, donde le sorprendió el ciclón San
Zenón, cuya impresión quedó plasmada en un son muy popular.
Según contara el propio Miguel Matamoros, tuvo que
resguardarse debajo de un fogón y ayudar a recoger los
muertos en el barrio sonero de Borojol (Moya Pons 2007: 14),
aunque un testimonio oral afirma que el aciago fenómeno tomó
de sorpresa a Siro, Cueto y Miguel tocando en el bar de un
italiano situado en La Caleta, próximo a la ciudad de Santo
Domingo. Desde entonces “cada vez que me acuerdo del
ciclón / se me enferma el corazón…”.      
 
LA SALSA
 
La salsa –como nombre de música y baile- no es menos
polémica que el son. Para algunos es la música cubana –del son
al cha-cha-chá- con otro nombre, y para otros integra
modalidades rítmicas nuevas. La incorporación de ritmos y
géneros que se identifican con distintos países del Caribe ha
producido acaloradas polémicas en torno a la identificación
nacional (Guerrero 2000, Quintero 1999: 99).
 
Tito Puente no es el único que criticó la palabra salsa para
designar a la música latina. No hay dudas que el término es
errático, pero no en todo su sentido. Es difícil concebir un
encuentro social en el Caribe sin comida, música y baile
(Quintero 1999: 237). La salsa no es una música, sino el
compendio de varios géneros como el son, rumbas, guaracha,
conga, mambo, chachachá y plena, entre otros. Alude, como
dice H. Orovio, al gran ajiaco de la música caribeña y designa
un movimiento, un fenómeno musical indiscutible (1990: 171).
Este proceso de síntesis e innovación comenzó en la propia
Cuba, donde sucesivamente los géneros cubanos se mezclaron o
se influenciaron entre sí desde la danza, la rumba, la guaracha,
el son, el danzón, el danzonete, el mambo al chachachá. Allí
también surgió un nombre genérico para el proceso, que según
Orovio era rumba.
 
Para Ángel Quintero, la salsa no es un particular ritmo o forma
musical, sino “una manera de hacer música”, una de cuyas
características centrales es precisamente la libre combinación de
diversos ritmos y géneros del Caribe. Previamente al
surgimiento de la salsa, la música latina o afrocaribeña combinó
diversos ritmos y géneros para elaborar sonoridades. En el siglo
XX  muchos experimentos crearon nuevos géneros combinando
formas, siendo el bolero-son quizás el más famoso. Para el
autor, lo significativo de la práctica combinatoria en la salsa –lo
que le imprime un carácter nuevo y distintivo a esta manera de
hacer música-, es “que no se dirige a, ni intenta, la formación
de nuevas estructuras o tipos. Se mueve libre y
espontáneamente entre diversos ritmos y géneros tradicionales
de acuerdo con la sonoridad que se intenta producir para el
sentimiento o mensaje que se quiere comunicar. Es
precisamente la experimentación de esa libre combinación de
formas una de las características fundamentales de este
movimiento”  (1999: 89, 99).    
 
El fenómeno de la salsa se difundió masivamente desde Nueva
York hacia el  mundo a partir de 1970. Fue cuando a la nueva
música bailable comenzó a llamársele salsa, denominación
comercial para la venta del producto, y Eddie Palmieri le
incorporó giros de la improvisación del jazz. El dominicano
Johnny Pacheco es uno de sus artífices principales. La salsa,
como nombre y música, no existiría sin él. La fusión de la salsa,
la transformación del son en salsa, sólo podría lograrse en la
Nueva York latino-caribeña después del bloqueo a Cuba a partir
del 1959, aunque los antecedentes neoyorkinos de la salsa son
antiguos. Es necesario partir de Mario Bauzá, cultor del son
cubano y precursor del jazz latino desde la década del 1920, y
de Arsenio Rodríguez desde la década del 1940.  
 
Definitivamente, el son y la salsa no pueden ser definidos a
partir exclusivamente de sus orígenes ni de alguna composición
étnica por ser productos sincréticos en cambios permanentes.
De ahí el carácter problemático o misterioso de su origen y
evolución. Ambas músicas no se pueden concebir al margen de
las interacciones y mutuas influencias continentales, regionales,
insulares y locales, o al margen del sincretismo socio-racial y
cultural de nuestros pueblos. Tampoco se pueden comprender
en la actualidad sin incluirlas en el rompecabezas cultural del
Caribe y la América Latina. Si los muertos van a la gloria y los
vivos a bailar el son, entonces, échale salsita.
 
El son es cubano, pero también es de aquí. Respuesta a
Fernando Casado
 
El cantante e investigador dominicano Fernando Casado ofreció
las siguientes declaraciones durante la celebración del II
Congreso de Música, Identidad y Cultura en el Caribe: “El son se
originó en Santo Domingo. Las hermanas dominicanas Ginéz lo
llevaron a Cuba en 1580. El autor es el único que atribuye el
origen del son a Santo Domingo. El Son de la Ma´Teodora es el
inicio del son y de la música popular en el Nuevo Mundo,
expresión criolla creada por dominicanos. El son como todas las
expresiones culturales del Nuevo Mundo nacieron en la primera
sociedad que se colonizó, Santo Domingo” (Listín Diario 12-4-
2007, p. 12).
 
En realidad toda la documentación publicada sobre el Son de la
Má Teodora atribuido a una de las negras dominicanas Ginez
que habrían llevado el son a Cuba es de cubanos (1845, 1857, 
1860, 1891, 1893, 1908 y 1947). Antes que Fernando, la
paternidad dominicana la afirmó Aída Cartagena Portalatín. El
son reproducido en 1893 por el cubano Fuentes Matons, aunque
se cantaba en el oriente de Cuba hasta mediados del siglo XIX,
no es del siglo XVI, ni tampoco es un son como lo entendemos
actualmente. No habría problema en afirmar que Santo
Domingo “es el primer pueblo que sintetizó una expresión
cultural propia” porque es cierto, y todo análisis histórico y
antropológico que no tome en cuenta a Santo Domingo estará
sesgado por naturaleza. Así lo hizo ejemplarmente Alejo
Carpentier en 1947. Problema sí habría en la afirmación de
“son” y “dominicanos” en el siglo XVI porque las realidades
social, política y cultural de nuestros países se conformaron a
partir de la segunda mitad del siglo XIX. No hay cubanía ni
dominicanidad posibles en el siglo XVI. A Fernando Casado lo
afecta una visión metafísica de los orígenes que confunde inicio
con principio. Además, él conoce bien los problemas polisémicos
del término son y de que el son que se menciona en el siglo XVI
y el de México nada tienen que ver con la música que se baila
en el siglo XIX. En la Biblia los ángeles anuncian el fin del
mundo “al son de las trompetas”.
 
Después de la invasión de Francis Drake a Santo Domingo en
1586, la primera colonia de Santo Domingo quedó semi
abandonada por la metrópolis y aislada de los centros dinámicos
de la economía, que pasaron a ser México, Colombia, Perú y La
Habana, Cuba. El origen condiciona, pero no determina. La
bachata apareció primero en Cuba y el merengue en Puerto Rico
antes que Santo Domingo y a nadie se le ocurre decir que
ambas músicas no son patrimonio actual de República
Dominicana. Las cosas comienzan de una manera, se pierden en
el camino y se desarrollan en otra parte de manera novedosa. El
proceso de difusión musical y cultural no se realiza a partir de
un solo centro ni en una sola dirección, sino desde diversos
puntos según la dinámica de las migraciones, y es de ida y
vuelta. Este proceso no se puede limitar sólo al Caribe, sino
también hay que incluir los continentes América, Europa y
África. Cubanos, boricuas y dominicanos se mueven de manera
intermitente en las islas de Cuba, Puerto Rico y Santo Domingo.
El merengue se paseó por todo el Caribe antes de obtener carta
de ciudadanía en Santo Domingo.  
 
El ideal de confederación de las Antillas de Eugenio Maria de
Hostos, José Martí y Gregorio Luperón se concibió teniendo a
Santo Domingo como centro. El mismo motivó el intercambio de
ideas políticas y también de músicas y cultura. Los cubanos,
dominicanos y puertorriqueños no se consideraban a finales del
siglo XIX miembros de naciones diferentes, sino hermanos
solidarios. Existen fórmulas genéricas que producen e
intercambian las músicas nacionales de cada isla. Pero no hay
dudas de que la música puertorriqueña y la cubana tuvieron
más influencia en la nuestra que inversamente. En las tres islas
había danzas, criollas, canciones y boleros. Que en Santo
Domingo le llamaban bolero rítmico a lo que Cuba llamó son, es
probable. Pero indudablemente Cuba es la isla que posee la
mayor variedad regional, agrupaciones, compositores,
arreglistas, grabaciones y músicos de son. Fue allí que se
fusionó totalmente con la historia y la identidad, mientras que
aquí quedó como una expresión al margen de la sociedad, como
la bachata.    
 
Es una pena que Fernando Casado no participara exponiendo
sus planteamientos en este Congreso Internacional celebrado en
el Centro León en Santiago de los Caballeros, centrado en la
problemática del son y la salsa en el contexto de la cultura y la
identidad caribeña. Debió asistir porque no se invitó a nadie de
manera particular, sino a través de un anuncio público, y nadie
sería capaz de negarle su participación por ser una persona muy
querida y respetada. Los congresos son los auditorios en los
cuales los científicos exponen, analizan, discuten y disienten.
Pueden ser centros de boxeo, pero como dice Ortega y Gasset,
con reglas de respeto y con puños que no son guantes sino
ideas. En esta ponencia trato algunos aspectos positivos de la
tesis de Fernando y relativizo las afirmaciones de los cubanos.  
 
Definitivamente, el son, como lo conocemos hoy, es cubano.
Nadie puede regatear eso a los cubanos. Pero lo que ellos ni
nadie puede decir es que no tiene aportes caribeños, ni que dejó
de enriquecerse con las músicas que encontró en su
peregrinaje. Agraciadamente, en el Caribe se bailan las músicas
y se come la comida sin importar el origen.

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