Autorización para Un Cambio de Residencia Permanente. PDF
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TENGO UN NIÑO Y QUIERO MUDARME AL EXTERIOR ¿QUE DEBO HACER?
enero 09, 2017
Actualmente, con la situación que se vive en el país, muchas personas están buscando
residenciarse en el exterior, ya sea por alguna propuesta de trabajo o buscando otros
horizontes.
Lo cierto es que cuando somos padres, los trámites que debemos tener en cuenta para
realizar esos cambios de vida, son diferentes, cuando tenemos niños, niñas o adolescentes
bajo nuestra patria potestad, no podemos tomar decisiones unilaterales, debemos tomar en
cuenta la opinión del otro progenitor.
Para poder cambiar de residencia de forma permanente fuera del país, es necesario la
autorización por escrito del otro progenitor, ya sea mediante un acuerdo ante el Consejo de
Protección de su localidad o realizar ante una Notaría publica esto cuando existe acuerdo
entre las partes. .
Ahora bien, en muchas casos, las madres no tienen contacto con el padre o viceversa, o
simplemente no se encuentran de acuerdo, la pregunta es ¿Cómo se hace en ese caso?
La Sala de Casación Social mediante Sentencia Nº 0868 de fecha 10 de Julio 2014, bajo la
ponencia del Magistrado Luis Eduardo Franceschi Gutiérrez, realizo una interpretación
sobre este tema, digna de Citar y traer a colación para entender mejor el procedimiento a
seguir en estos casos.
“…El artículo 393 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes,
regula uno de los supuestos de hecho que pueden presentarse en materia de
autorizaciones para viajar: alude concretamente a la necesidad de la intervención del juez
de protección en aquellos casos en que la persona o personas a quienes corresponda
otorgar el consentimiento para el viaje de un niño o adolescente se negare a darlo o hubiere
desacuerdo para su otorgamiento.
Preliminarmente debe entenderse que las autorizaciones para viajar son documentos
expedidos por la autoridad competente contentivos del permiso otorgado por el padre o la
madre a los niños, niñas y adolescentes en virtud del ejercicio de la responsabilidad de
crianza que como atributo de la patria potestad ejercen con respecto a sus hijos, o bien, se
trata de decisiones judiciales emanadas del juez de protección en virtud de la existencia de
desacuerdos entre los progenitores o negativa de éstos para consentir el viaje…”
Como se evidencia del texto citado, en los casos donde no existe acuerdo entre la madre y
el Padre, debemos pedir la autorización ante el Juez de Tribunal de Protección de niños,
niñas y adolescentes de su localidad y será el juez quien evalué si es procedente o no el
cambio de residencia del niño.
Debemos tomar en cuenta que un cambio de domicilio para un niño, no es algo fácil,
estamos desprendiéndolo de sus familiares, de su entorno, de sus amistades, y es un
cambio que puede ser perjudicial para él, motivo por el cual el juez será muy cuidadoso a la
hora de decidir, también se debe fijar un régimen de visitas para el otro progenitor, para que
puedan seguir en contacto.
“…Estas autorizaciones judiciales para viajar se erigen en el sistema legal venezolano como
una restricción del derecho al libre tránsito consagrado no sólo en el artículo 50 de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, sino también en el artículo 39 de la
Ley Orgánica para la Protección Niños, Niñas y Adolescentes, el cual es del siguiente tenor:
Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a la libertad de tránsito, sin más
restricciones que las establecidas en la ley y las derivadas de las facultades legales que
corresponden a su padre, madre, representantes o responsables. Este derecho comprende
la libertad de:
a) Circular en el territorio nacional.
b) Permanecer, salir e ingresar al territorio nacional.
c) Cambiar de domicilio o residencia en el territorio nacional.
d) Permanecer en los espacios públicos y comunitarios.
Se reconoce entonces que niños, niñas y adolescentes, como personas en desarrollo y con
capacidad progresiva para el ejercicio de sus garantías, tienen derecho a circular libremente
dentro y fuera del país. No obstante, esta libertad de tránsito debe ser limitada en función de
la protección de éstos y para impedir que se vulneren otros de sus derechos, consagrados
constitucional y legalmente, como lo son: la no separación de su familia de origen (artículo
26 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes), mantener
contacto directo con ambos padres (artículo 27 eiusdem), ser protegido contra la retención
indebida (artículo 390 eiusdem) y contra el traslado ilícito (artículo 40 eiusdem), la
convivencia familiar con sus padres (artículo 385 eiusdem) y su extensión a otros parientes
y terceras personas (artículo 388 eiusdem).
Para cumplir con tal propósito, la Ley dispuso como mecanismo de control, la figura de las
autorizaciones para viajar. Ahora bien, éstas no pueden ser consideradas únicamente como
una limitante a la libertad de tránsito en protección de los derechos enunciados, pues
también son la garantía del goce de tal libertad, y sin lugar a dudas, constituyen también
una manera de garantizar el disfrute del derecho al descanso, recreación, esparcimiento,
deporte y juego (artículo 63 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y
Adolescentes)…”
Aunque la Ley no lo prevé expresamente, debe entenderse que en los casos en que la
persona llamada a dar su consentimiento se encuentre fuera del territorio nacional, podrá
otorgar la autorización por ante el Consulado de la República Bolivariana de Venezuela
correspondiente. En caso de existir desacuerdo, será necesario acudir al juez de protección
para que sea éste quien autorice el viaje (artículo 393 eiusdem).
Es bien sabido que cuando se trata de un Viaje por motivos de Diversión, vacaciones, o
alguna situación que requiera el traslado del niño, niña o adolescentes fuera del país de
igual forma necesita autorización del otro progenitor, y de no obtenerlo, por no encontrarse
de acuerdo deberá igualmente solicitar la autorización al Juez del Tribunal de Protección de
niños, niñas y adolescentes.
“…Es de hacer notar que la autorización judicial para viajar y la autorización para
residenciarse fuera del país constituyen, en la nueva ley, solicitudes distintas. Anteriormente
no existía regulación expresa en tal sentido, lo que condujo a que algunos justiciables
presentaran autorizaciones para viajar cuando en realidad perseguían autorizaciones para
residenciarse en el extranjero. En la actualidad no hay cabida para tal confusión, pues la
distinción existente entre ambas solicitudes, fue recogida en el artículo 177 de la Ley
Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes al contemplar en su literal g,
del parágrafo primero, las negativas o desacuerdos en autorizaciones para residenciarse
dentro y fuera del país. Como se aprecia, ambas solicitudes han sido consideradas por
separado, dejando claro que son asuntos distintos, aunque ambos de naturaleza
contenciosa y se resuelven según el procedimiento ordinario previsto en dicha Ley.
En consecuencia, en caso de que el juez o jueza de sustanciación advierta la existencia de
una autorización para viajar que pretenda enmascarar una autorización para residenciarse
fuera del país, deberá hacer uso de la figura del despacho saneador prevista en el artículo
457 de la Ley Orgánica para la Protección de Niños, Niñas y Adolescentes, para que el
demandante aclare el objeto de su demanda, y así, luego pasar a las fases de mediación y
sustanciación de la audiencia preliminar (artículo 468 Ley Orgánica para la Protección de
Niños, Niñas y Adolescentes).
El juez debe agotar todo su esfuerzo en procurar el éxito de la mediación, pues han sido
comprobadas sus bondades y su idoneidad como mecanismo para resolver los conflictos
familiares que por lo general subyacen tras la negativa de una autorización para viajar y
además por la celeridad con que la mayoría de éstas son requeridas..."
“…Pudiera ocurrir, por ejemplo, que un niño o adolescente requiera viajar una vez cada 30
días, o cada 3 meses, dentro o fuera del territorio nacional a los fines de practicarse un
tratamiento médico, siempre en la misma ciudad, por periodos de una semana cada uno,
para lo cual va en compañía de una tercera persona, uno de sus representantes legales
conviene y el otro no. Cabe entonces, preguntarse si sería cónsono con el principio del
interés superior conforme al cual debe decidirse en estos casos, someterlo al trámite judicial
en referencia cada vez que vaya a viajar; la lógica más llana apunta a concluir que tal
proceder sería contrario a los principios de la doctrina de protección. Circunstancias
parecidas pueden presentarse con niños y/o adolescentes que practican una disciplina
deportiva o artística y asisten con frecuencia a competencias o eventos.Pero, igualmente,
pudiera darse el caso de que el progenitor no custodio habitualmente viaje a un mismo
destino, en determinadas épocas del año y durante el mismo número de días, pues en el
lugar al que viaja residen parientes como tíos o abuelos del niño y desea obtener
autorización judicial para viajar varias veces al año con su representado para que éste
mantenga contacto con sus familiares.
En casos como los expuestos, solo a los fines pedagógicos, cabe destacar que no existe
en la Ley limitante alguna que impida al juez conferir una autorización para más de un viaje,
lo que no puede ocurrir es que en estas autorizaciones no se precise claramente el lugar de
destino y el período que se permanecerá en él, incluyendo una fecha tope para el retorno al
lugar de residencia, pues ello pudiera implicar la transgresión de otros derechos del niño o
adolescente de que se trate…”
“…Ahora bien, en sede judicial, se parte de la premisa del desacuerdo, lo que hace
necesario que el juez examine a profundidad lo justificado o infundado del mismo; en tal
sentido, las autorizaciones judiciales no pueden ser indefinidas en el tiempo y deben estar
circunscritas a un destino y periodo específico. La única apertura que según las particulares
circunstancias de cada caso puede darse, consiste en que no siempre deberán ser
específicas para cada viaje en concreto, pues pueden incluirse en un mismo trámite un
grupo de viajes siempre que estos estén circunscritos a un periodo que no exceda el lapso
de un año. Tiempo que se ha considerado razonable incluso en casos excepcionales como
los señalados supra en los cuales se requiera viajar a causa de un tratamiento médico o
para cumplir compromisos propios de disciplinas deportivas o artísticas…”
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