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La Teoría de La Argumentación Jurídica en El Contexto Iberoamericano

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LA TEORÍA DE LA ARGUMENTACIÓN JURÍDICA EN EL

CONTEXTO IBEROAMERICANO

En la presente lectura aborda las características de la filosofía del derecho, lo cual resalta uno
de sus componentes de esencial dentro de la formación de los profesionales del derecho.

Con base en esto se puede alegar que la característica que define a un buen jurista es su
capacidad creadora para construir y manejar argumentos adecuadamente, pese a que las
teorías de la argumentación jurídica hayan tomado fuerza solo en la época reciente
especialmente en los países latinos.

La importancia actual de la argumentación:


La teoría de la argumentación se ha transformado en una disciplina de las diversas formas
empleadas para lograr conclusiones apropiadas mediante el uso de las herramientas de la
lógica para llegar así a través del juego de premisas a inferencias acertadas.

De este modo podemos decir que debemos crear premisas que puedan convencer a quienes
nos escuchan fundamentándolas de manera clara y sólida.

Las teorías de la argumentación jurídica:


En la perspectiva de una teoría unificada de la argumentación jurídica –a partir del análisis de
las propuestas europeas de los autores más reconocidos como Theodor Wiehweg, Chaîm
Perelman, Stephen Toulmin, Neil MacKormick, Jürgen Habermas y Robert Alexy-, esta se
construye a partir de tres perspectivas diferentes, que responden a tres preguntas
fundamentales de la práctica jurídica: cómo argumentar, cómo analizar una argumentación y
cómo evaluarla. Teniendo en cuenta esta aclaración, la teoría unificada de la argumentación
jurídica ha sido entendida en tres perspectivas diferentes: la formal (o lógica), la material y la
pragmática.

• En la concepción formal –que es propia de los lógicos, quienes definen la argumentación


como un encadenamiento de proposiciones-, la argumentación consiste en comprender la
severidad o correcta aplicación de los elementos estructurales de carácter lógico o formal a los
cuales debe ajustarse todo argumento, de tal modo que sea viable pasar de las premisas a la
conclusión como una inferencia derivada formalmente de ellas. Con esta acepción, se trata de
un argumento deductivamente válido, en el sentido de que si las premisas son verdaderas, la
conclusión necesariamente también lo es, en virtud de alguna regla de derivación de la lógica
(Atienza, 1997:39-40). Según Bobbio, el enfoque se centra en el análisis de la estructura lógica
de las normas y del ordenamiento jurídico (Bobbio, 1965); esto, porque la construcción del
silogismo jurídico no puede hacerse de espaldas al análisis lógico de las normas jurídicas,
puesto que una de las premisas y la conclusión son normas. Así, aplicando esta concepción, se
puede distinguir entre argumentos válidos y no válidos, desde el punto de vista formal. En esta
concepción, más que de argumentos, hay que hablar de esquemas de argumentos, los cuales
se expresan en un lenguaje artificial que no se corresponde exactamente con ningún leguaje
natural y las inferencias lógicas se caracterizan por una serie de propiedades formales, que
pueden variar o ser distintas, según el tipo de lógica por el que se haya optado.
• En la concepción material, se contemplan elementos de carácter psicológico y en ella, tanto
las premisas como las conclusiones tienen el carácter de enunciados interpretados, es decir,
enunciados aceptados por el sujeto argumentador, como verdaderos o correctos y en este
sentido busca persuadir a la contraparte de la corrección de su argumento. En esta concepción
destaca la postura de Theodor Viehweg (1964), quien hace una distinción entre justificación
interna y justificación externa, similar a la teoría de Raz y otros autores de las razones para la
acción. Su teoría es conocida como Tópica, es decir, un conjunto de tópicos que sirven para
desarrollar argumentos; como parte de la retórica su finalidad es establecer los contenidos del
discurso. Viehweg define la tópica como un ars inveniendi (del sustantivo latín inventio y éste
del verbo invenire) es decir, arte del "hallazgo" pues se trata de una técnica del pensamiento
problemático en la cual el centro lo ocupa un topos o lugar común, ya que el orador debe
seleccionar, hallar, entre un repertorio prefijado de temas los que sean más adecuados a su
exposición. Por tanto, lo que importa en la teoría de Viehweg, no es el ars iudicandi
(consistente en inferir unas proposiciones de otras), sino el ars inveniendi, que descubre y
examina las premisas. Para sustentar su teoría, recurre al libro de Los Tópicos, el número V de
la lógica aristotélica (2001: 307ss) y analiza el libro de la Invención Retórica, de Cicerón.
Precisamente, el primer párrafo de Los Tópicos, es muy concreto al explicar el sentido de todo
el libro, cuando el estagirita dice: “El fin de este tratado es encontrar un método con cuyo
auxilio podamos formar toda clase de silogismos sobre todo género de cuestiones, partiendo
de proposiciones simplemente probables, y que nos enseñe, cuando sostenemos una
discusión, a no adelantar nada que sea contradictorio a nuestras propias aserciones”

• En la concepción pragmática –que se orienta más atendiendo el sentido sociológico se da


mucha importancia al rol que asuma cada uno de los actores de la argumentación, lo cual
puede ir desde los coloquios informales hasta los debates parlamentarios y jurídicos en un
estrado judicial, tribunal o corte. En este enfoque tiene mucha importancia la deliberación,
entendida como la actividad realizada por un sujeto, con el fin de justificar las creencias que
está justificado tener o qué curso de acción se debe emprender o no en determinada
situación. Considera la argumentación como una acción de carácter lingüístico, un acto de
lenguaje complejo que ocurre en determinadas situaciones, en un diálogo con otro o con uno
mismo; cuando aparece una duda o se cuestiona un enunciado, y se acepta que el problema
(aporía) ha de resolverse por medios lingüísticos. La argumentación, por tanto, es una
actividad o proceso cuyo desarrollo está regido por determinadas reglas de comportamiento
(lingüísticos) de los actores que intervienen en ella. Esta concepción de la argumentación
jurídica es la que se encuentra en muchas teorías contemporáneas como las de Stephen
Toulmin, Jurgen Habermas (García Amado, 2006), y coincide con el modelo de la nueva
retórica de Chaîm Perelman (1977), y con la teoría de la argumentación jurídica de Robert
Alexy (1989). En general, en esta perspectiva, la argumentación consiste en lenguaje, en lo cual
se destaca su aspecto pragmático y por eso la argumentación es inconcebible haciendo
abstracción de los sujetos que argumentan. La argumentación se hace posible en la medida
que las partes ceden y se hacen concesiones; de ahí que una inferencia es el paso de unos
enunciados a otros mediante la aceptación, el consenso; la conclusión es lo que se pretende
que sea aceptado por el otro.

En realidad, aunque se trata de tres concepciones distintas, no por ello son contrapuestas, sino
más bien complementarias ya que, una teoría adecuada de la argumentación jurídica no puede
perder de vista ninguno de los tres enfoques

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