Yawar Fiesta - Imprimir
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“Yawar Fiesta” es considerada dentro de las obras representativas del Movimiento Literario Indigenista, que
corresponde a la plenitud de la producción literaria del autor, donde utiliza una fusión estilizada de la lengua
castellana y quechua para tratar de describir lo más auténtico posible la realidad de los pueblos andinos del
Perú, en particular los pueblos de la Sierra Centro y Sur. La obra corresponde a la realidad sucedida durante la
primera mitad del siglo XX, época en que el Perú atravesaba por una marcada discriminación racial, época de
los terratenientes (patrones) y servidumbres(campesinos). Pero que, en todo caso, los económicamente
poderosos trataron de imponer sus costumbres sobre los pueblos autóctonos del Perú, en contraparte, los
indígenas pugnaban por mantener su propia idiosincrasia.
ARGUMENTO DE LA OBRA.
Yawar Fiesta es una obra que trata de la descripción adecuada de los pueblos de la Sierra Sur, particularmente
de la Provincia de Puquio, del Departamento de Ayacucho. Detalla con gran un lenguaje sencillo y propio los
paisajes de los pueblos indios de Pichk’achuri, K’ayau y Chaupi, lugares cercanos de la Capital de Provincia
Lucanas; caracteriza con precisión a los habitantes de esos lugares, por ejemplo, su vestimenta, su lenguaje,
sus hábitos, sus alimentos, sus creencias, sus tradiciones, etc.
EN EL PRIMER CAPÍTULO, “PUEBLO INDIO”, describe los singulares paisajes de los pueblos Pichk’achuri,
K’ayau y Chaupi, y pueblos que rodean a la Capital Lucanas el clima, su geografía sus accesos y la impresión
que causan a los visitantes. Relata también el orgullo de sus habitantes de vivir y/o pertenecer a cada uno de
esos pueblos, así mismo relata las llegadas de los mistis de la Costa hacia estas tierras con fines de establecer
autoridad principalmente.
EN EL SEGUNDO CAPÍTULO, “EL DESPOJO”, describe acerca de la injusticia, abuso y robo que ocasionaban
los principales (gente de ciudad) y llegados de la costa a los indios de las zonas de producción agrícola y
ganadera de Puquio. Despojaban a los indios de sus terrenos, de sus sembríos, de sus ganados y luego
proveían de alimento a la costa, especialmente a Lima. De manera que, a través de gestiones con las corruptas
autoridades (subprefecto, juez, teniente gobernador, el cura, los militares, etc.), los principales lograron legalizar
su posición sobre las pertenencias de los indios. Los indios ante la impotencia de defenderse masticaban su
amargura en las cárceles y lamentaban su desgracia.
EN EL TERCER CAPITULO, “WAKAWAK’RAS, TROMPETAS DE LA TIERRA” refiere los alborotos y
preparativos que inician los indios para las fiestas patrias como venían haciéndolo cada año, pero con la
diferencia que este año, los indios han sido despojados de sus pertenencias. Sin embargo, la costumbre no ha
sido erradicada.
EN EL CUARTO CAPÍTULO, “K’AYAU”, describe los preparativos de los indios de esa localidad para las fiestas
Patrias del 28 de julio, se comenta en todos los alrededores acerca de la competencia entre los toreros indios de
K’ayau y Pichk’achuri, ya que cada año ganaba los indios de Chaupi. Se comenta también acerca de la
exposición del Misitu, un toro muy feroz. Ante la expectativa, el Alcalde promete mucha diversión al subprefecto,
pero que éste ante los relatos de la costumbre de los años anteriores, se siente intranquilo.
EN EL QUINTO CAPÍTULO, “EL CIRCULAR”, se habla de la llegada de un circular, que era un oficio advirtiendo
sobre la prohibición de corridas de todo de la manera tradicional de Puquio, a fin de evitar hechos de muerte y
heridos. El Subprefecto, reúne a las autoridades y da a conocer sobre la prohibición y como alternativa aducía la
contratación de torero profesional de la ciudad de Lima. Ante la noticia los indios se consternaron y vieron
frustrados sus expectativas para el festejo de las Fiestas Patrias de aquel entonces. Las autoridades netas de la
localidad que ya vivieron las tradicionales costumbres, también se sintieron inconformes por el mandato. En fin,
las autoridades sólo pudieron apaciguar a los indios, que tanto sintieron la humillación.
EL CAPÍTULO VI, “LA AUTORIDAD”, describe la actitud déspota y tirana del Subprefecto, quien al ver que de
todas formas, la gente creaba expectativa por los festejos de las Fiestas Patrias, tenía en mente incluso en
hacer desaparecer al pueblo, trataba a la gente como a salvajes y no humanos. Conversaba con don Pancho, a
quien le manifestaba todo su rechazo y odio.
CAPITULO VII, “LOS SERRANOS”, describe acerca de los habitantes de Lucanas, y en general de la Provincia
de Puquio, describe la migración de muchos lucaninos hacia la capital y el regreso del mismo por Fiestas
Patrias, en las calles de aquella localidad, los comuneros daban vivas de su pueblo, de las fiestas, de sus
costumbres, etc. El obispo celebraba las ceremonias en quechua.
EN EL CAPÍTULO VIII, EL MISITU, relata acerca de Misitu que en aquel entonces se había convertido en una
leyenda viviente, porque decían que ese toro no tenía padre ni madre sino que había surgido de un remolino de
las aguas de Torkok’ocha, el cual era difundido a nivel de esa región (Puquio, Coracora, Querobamba, Pampa
Cangallo, Andahuaylas hasta Chalhuanca). Después de varios intentos y decisiones, uno de los Mayordomos,
don Julían hizo el pago al Auki (Espíritu de los cerros, semidios), persiguió al toro, sin poder lograrlo en el primer
intento. Don Julián terminó por regalarles el Misitu a los K’ayau y K’oñañi.
EN EL IX CAPÍTULO, “LA VÍSPERA” describe la acción del Subprefecto junto con sus allegados, algunas
autoridades de la localidad para hacer cumplir el circular. Pero don Julián desafió la decisión del Subprefecto, de
modo que los preparativos para la corrida continuaron. Ya los habitantes de K’ayau y Pichk’achuri alistaban las
últimas cosas e incrementaban su rivalidad para el día de la corrida. Los muros se hicieron solo bajo a fin de que
todos tengan la oportunidad de observar.
EN EL X CAPITULO, “AUKI”, relata acerca de la relación y la veneración que tienen los hombres de la localidad
de Puquio hacia los espíritus de los cerros, en este caso habla de Auki K’arhuarasu. Las ofrendas que realizan
los K’ayau por medio del brujo del pueblo. Después de varios procesos y por mandato del brujo, a quien dice
que el Auki, le había dicho en el corazón que llevaran al Misitu a la Plaza de la Corrida para la fiesta, lograron
agarrar al Misitu y llevaron hacia el lugar de la fiesta en Puquio
EN EL CAPÍTULO XI, “YAWAR FIESTA”, el autor relata acerca del evento que se lleva a cabo en la Plaza
K’ayau, donde las autoridades trataron de cambiar la tradición, contratando a un torero de Lima para la fiesta. El
día de la corrida, aparecieron una multitud inmensa, de todos los alrededores del Capital de la Provincia de
Puquio, para ver el nuevo aunque rechazado evento organizado por los principales y el Subprefecto con rasgos
de toreo costeño. Al ingresar el Misitu en la Plaza, ingresó el torero Ibarito, quien ante la música de los indios
con el Wakawak’ra y la canción de las mujeres, sintió inseguridad. Los primeros momentos, capeó bien, luego el
toro buscó el cuerpo del torero y trató de arrollarlo, pero pudo escapar y esconderse en los escondederos. En
vista que el torero no se atrevía retornar a la Plaza, ingresaron los toreros indios, emborrachados Wallpa,
Tobías, “Honrao” y K’encho y capearon una y otra vez. El torero principal fue Wallpa, quien luego de una y otra
capeada, es arrollado por el toro, que incrustó uno de sus cuernos en la ingle de Wallpa. El Varayo’k, Alcalde de
K’ayau, alcanza un cartucho de dinamitas al Raura. Al final el toro fue mortalmente herido por la dinamita y
Wallpa sangraba en borbotones por la pierna que se veía regado por todo el suelo. El alcalde dijo al
Subprefecto: Esta es nuestra fiesta y así es…