Origenes de La Profesion Docente
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Transformar en Nación, un territorio habitado por una heterogeneidad de individuos suponía, entre
otras cuestiones, lograr su integración moral y cultural. La formación del ciudadano con las peculiaridades
descriptas a eso apuntaba. La extensión y desarrollo de la educación básica era el medio, ya que su carácter
obligatorio, gratuito y laico garantizaba la sistematicidad y continuidad en la inculcación que un proceso
transformador—de estas características—requería. En efecto, "la escuela está llamada a resolver un serio
problema de dinámica moral mental.(...). Falta el vínculo de un común sentimiento, de aspiración única:
tradición, historia, glorias o sacrificios comunes, nada existe de todos los atributos que caracterizan a las
sociedades constituidas en Nación. Los hijos reflejan las idiosincracias sociales o de raza de los padres, y la
escuela debe inculcarles alma nueva... Memoria, 1898, p.53, Esc. Norm. de C. de Uruguay. Inf. de
Dirección).
Para que todo esto cobre vida. más allá de lo que las leyes declamaban, era fundamental crear un
aparato escolar, desde una administración fuerte y centralizada, que asegurara la difusión de la enseñanza
elemental y que, al mismo tiempo, propiciara la homogeneización de los saberes a impartirse. Por lo tanto,
era necesario contar con una organización institucional acorde con semejantes finalidades. Horarios,
programas, reglamentos, edificios, condiciones de ingreso y reclutamiento del personal adecuado,
constituyen las premisas fundamentales del andamiaje que reclama la empresa de conformación de un
sistema educativo de alcance nacional.
Dentro de este proceso debemos encarar el estudio de los orígenes de la profesión docente. Es decir,
cuando el estado se hace cargo de la formación sistemática del maestro mediante instituciones específicas
destinadas para tal fin. A partir de aquí podemos decir entonces que una práctica, la de enseñar, que hasta
ese momento se venía realizando de manera más o menos espontánea requerirá—por parte de aquellos que
la desempeñen—la posesión de ciertas destrezas y habilidades, certificadas por un título que la garantice. La
constitución de un cuerpo de especialistas lo suficientemente homogéneo asegurará, así, un proceso
unificado de inculcación cultural, del que se obtendrán ciudadanos homogéneos, librados de las
"idiosincracias sociales o de la raza de sus padres". Dicha tarea alcanzará a su vez un mayor grado de
efectividad en la medida en que es desempeñada por individuos considerados "legítimos" para llevarla a
cabo.
Tal como sostiene Weber, las características determinantes de la institución escotar se adquieren
desde el momento en que aparece un cuerpo de especialistas permanentes cuya formación, reclutamiento y
carrera están reglamentados por una organización especializada y que encuentran en la institución los
medios de asegurar con éxito su pretensión de monopolizar la inculcación legítima de la cultura legítima.21
Ahora bien, si pretendemos estudiar las características que configuraron la profesión docente en sus
orígenes, pensando que esta tarea puede aportar elementos para comprender la práctica docente en la
actualidad, hay varios interrogantes a enfrentar con el fin de ampliar el alcance de este estudio lo máximo
posible.
En primer lugar, nos preguntaremos por la especificidad de la función docente, en el momento de
surgimiento del sistema educativo nacional y de consolidación de la sociedad y el Estado moderno. El
interrogante puede plantearse en los siguientes términos: ¿cómo fue definida, en sus orígenes, la tarea del
maestro y qué propiedades derivan de tal definición? Asimismo, indagaremos sobre aquellas propiedades
que derivan de la posición social del maestro de escuela, para lo cual tendremos en cuenta la existencia de
otros grupos en el campo de la educación y la cultura. Pensamos que, al analizar la posición y el papel del
enseñante, podemos rendir cuenta de las características constitutivas del magisterio como categoría social,
esto es, en tanto se conforma como grupo de una estructura social dada.
En segundo lugar, nos abocaremos a estudiar cómo fue constituida la docencia, desde el Estado,
tanto a nivel material como simbólico. En este caso, tendremos en cuenta el proceso de creación y
expansión de las Escuelas Normales en todo el país con las sucesivas reglamentaciones, planes y programas,
tendientes a afianzarlas, pero también analizaremos la lógica implícita en este proceso de constitución.
21
En: Bourdieu y Passeron, 1977, p.15, op.cit.
En tercer lugar, nos preguntaremos por el aporte que otorgó la formación docente, en tanto
preparación sistemática y certificada con un título. Consideraremos aquí el ajuste, léase "eficacia", entre el
tipo de formación y las características de los sujetos que a ella se destinaban. De acuerdo con el análisis de
Carlos Lerena, planteamos el siguiente interrogante: "¿cómo produce y reproduce el sistema escolar las
características principales de sus propios agentes y cómo éstos en tanto grupo, constituyen una
materialización y encarnación de la estructura de ese sistema?" (Lerena, 1987, op. cit, p. 442).
Para finalizar, nos centraremos en las propiedades materiales que caracterizaron al magisterio en
sus orígenes y en las representaciones socialmente producidas, sobre los maestros. Nuevamente aquí es
imprescindible trabajar con la posición social de los distintos grupos, de los cuales tales representaciones
provienen y, en relación con eso, el poder constitutivo hacia el grupo al que refieren (los maestros).
b) El maestro "disciplinador"
c) Ser maestro: una misión para apóstoles, antes que una profesión
Si se tiene presente la heterogeneidad social —propia de nuestro país— por el momento en que se
estaba configurando una sociedad "moderna" ("Los elementos que han ingresado al establecimiento han sido
completamente heterogéneos", en: Memoria 1910, p. 286, Esc. Norm. de Concordia. Inf. de Direc.) y, junto
a eso, la función "homogeneizadora" asignada a la institución escolar ("La Escuela ha de contribuir a que
este estado social vaya infiltrándose de sentimientos más humanos y en armonía con el progreso general del
país", en: Memoria 1910, p. 44, Esc. Norm. de 25 de Mayo, Inf. de Direc.), se comprenderá la "grandeza"
simbólica que mereció la tarea docente.
Predicadores laicos de una nueva doctrina que haría el milagro de conversión social, los maestros
adquirían la fisonomía del apóstol22, mientras su tarea se convertía en "misión" 23: "...el asesino, el blasfemo,
el incendiario, se ha convertido en el discípulo humilde y respetuoso...". "Oh, encantadora influencia, oh
mágico poder de la escuela, convertida en santuario y del maestro en sacerdote..." (Memoria 1892, p. 534.
Esc. Normal de la Capital). Esta cualidad "salvadora" que asume el magisterio en sus orígenes, debe ser
considerada en un análisis abarcativo que pretenda dar cuenta del surgimiento y consolidación del grupo
magisterial. Como sostiene Bourdieu: "Habría que mostrar asimismo que las características de los
diferentes grupos sociales que no dependen solamente de su posición diferencial en la estructura social,
sino además de su peso funcional en esa estructura, peso proporcionado a la contribución que aportan a la
constitución de tal estructura y que no está ligado solamente a su importancia numérica" (Bourdieu, 1973 p.
84).
En efecto, con un contenido de moralidad opuesto al religioso pero no de menor grandeza y
sacralidad que aquel, la enseñanza del maestro se asemeja—de acuerdo con su contribución social a la obra
de los convertidores de almas24: "...esta función (la de maestro) está equiparada a la del Pastor en Inglaterra
y Estados Unidos" (Memoria 1883, Pcia de Bs. As., Inf. Dir. Gral ). De esta peculiar consideración
derivaron exigencias acordes: "Los deberes del maestro son escasamente menos sagrados y delicados que
los del sacerdote. Bajo varios importantes aspectos se halla en una relación semejante con la sociedad: y sus
motivos y emulaciones para obrar, deben ser de la misma clase en una considerable extensión
(sic)."(Memoria 1882, p. 24, Pcia de Bs. As).
El carácter sacramental del que queda investida la profesión docente puede explicarse por la
conservación, en todo el sistema de enseñanza pública, de la doctrina cristiana que le dio origen. En este
sentido Durkheim sostiene que: "...las escuelas comenzaron siendo obra de la Iglesia: la Iglesia las trajo a la
existencia, y así se encontraron, desde su nacimiento, desde su concepción por así decirlo, marcadas por su
carácter eclesiástico del que tantas dificultades tuvieron para despojarse después. " (Durkheim, 1982 p.52)
Específicamente, la figura del maestro es una creación del cristianismo. Lo novedoso de este
surgimiento está en la definición de la tarea: el maestro prepara para la vida y la salvación. En su carácter de
moralizador, el maestro "laico", conserva intacto el carácter sacro que le dio origen al oficio. Al respecto de
esta "homología funcional" , Carlos Lerena sostiene: "Repárese que la sacralización y exaltación del maestro
no le viene dada a éste por ser docente, por enseñar en sentido estricto. (...) Maestro no es. como fue el
leccionista o son el instructor y el enseñante, quien instruye o quien enseña, sino quien tiene la fuerza de
imponerse como modelo ante otro. No es el ejercicio técnico lo que se sacraliza, sino la relación de
dominación..." (Lerena, op. cit. p. 443)
En una posición social semejante, al difundir un mensaje de vida basado en normas y principios
seculares, el maestro "moralizador" debía ser en la escuela ejemplo de conducta, "modelo a imitar":
"Recordando que el ejemplo enseña más que el precepto.... lo que se demanda al institutor, es menos el
saber que el talento de comunicar". Y que "entre ser buenos y sabios, lo primero es más importante", a
22
Apóstol: Misionero que convierte infieles (Diccionario Larousse,. 1983, op. Cit.)
23
Misión: Serie de predicaciones para la instrucción de los infieles y la conversión de los pecadores. (Idem 22)
24
Sacerdote: Ministro de un culto religioso.
requerir del maestro de escuela. (Memoria 1883, p.33. Estado de la Educación Común. Pcia. de Bs.As.). Es
decir, el maestro moralizador debía portar en su persona aquellos atributos que se consideraban "legítimos"
y que, por tanto, debían internalizar los destinatarios de la escuela pública.
Ahora bien, si una profesión - la de maestro en este caso- asume en el momento de su surgimiento
como tal carácter de "misión" social y prioriza la posesión de cualidades personales entre sus miembros, nos
preguntamos acerca de los requerimientos necesarios para su desempeño. Particularmente, nos interesaría
visualizar cómo podemos ubicar en este discurso la institucionalización de una formación especializada.
La siguiente caracterización, referida a la época de surgimiento de la Escuela Normal de Paraná,
aporta los primeros indicios para la explicación que estamos buscando: "El valeroso joven que llega apenas
a los dieciséis años de edad a trasponer los umbrales del santuario laico de Paraná, ávido de saber y
anheloso de cumplir un noble destino en la educación del pueblo, se entrega. Asiste a los rituales oficios
cotidianos de las aulas preparatorias del magisterio. Con notas sobresalientes en todas las asignaturas
culmina el período de sacrificios dignificadores del noviciado docente para empezar de nuevo al día
siguiente con la renovada lección de las aulas y salir, por los caminos polvorientos y difíciles del apostolado
a predicar el evangelio de su fe republicana. (Chavarría, 1945 p.453). En los puntos que siguen, serán
desarrolladas las cuestiones aquí planteadas.
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