Nelson

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El presente trabajo es una propuesta de política pública para prevenir la violencia relacionada

con la adolescencia y la juventud; se trata del producto de un esfuerzo generado en el marco


del proceso de diálogo intersectorial e inter-generacional

Las y los participantes en el proceso de diálogo comparten una profunda preocupación por la
creciente ola de violencia que afecta a la adolescencia y la juventud guatemalteca. Este tipo de
violencia no se reduce a un problema de seguridad pública, sino que debe entenderse como un
problema con profundas raíces familiares, sociales, culturales, políticas y económicas. Por ello,
la búsqueda de soluciones a la problemática debe partir de un enfoque integral que incorpore
los factores que contribuyen a la violencia y, a la vez, promueva estrategias que contribuyan al
bienestar y desarrollo de la adolescencia y la juventud.

La violencia debe entenderse como un fenómeno social amplio, que involucra a la


adolescencia y la juventud como víctimas y también considera las diferentes formas de
violencia que perpetran algunos jóvenes (como es el caso de diversas acciones de las
pandillas). En este sentido, en este documento no se emplean los conceptos ‘violencia juvenil’
ni ‘delincuencia juvenil’, debido a que éstos se limitan al ámbito penal y se refieren a las
infracciones legales cometidas por menores de edad, según lo establece la legislación nacional.

Entre los temas más relevantes analizados en dichas mesas destacan: políticas sociales para la
adolescencia y la juventud; causas y manifestaciones de la violencia; violencia relacionada con
las pandillas juveniles; abordaje de la salud integral; seguridad ciudadana; prevención de la
violencia; la impunidad y el sistema de justicia penal.

FACTORES DE RIESGO QUE CONTRIBUYEN A LA VIOLENCIA

Existe una serie de situaciones o condiciones que incrementan las posibilidades de que una
persona sea víctima de violencia o se involucre en hechos violentos. Dichas situaciones son
conocidas como factores de riesgo. Entre esta clase de factores se cuentan: la violencia
intrafamiliar; la deserción escolar y la violencia en las escuelas; el desempleo o el subempleo;
crecer en entornos de alta conflictividad y violencia; el fácil acceso a drogas y armas de fuego;
migrar en condiciones precarias; la desigualdad social, la exclusión y la falta de oportunidades.
En términos generales, la marginación y la desatención social a los más vulnerables.

Desempleo y subempleo juvenil

Uno de los mayores desafíos para la juventud guatemalteca es ubicarse en un puesto de


trabajo justo; además, las oportunidades de inserción al mundo laboral son escasas. Entre los
obstáculos para acceder a puestos de trabajo se encuentra la escasa formación y tecnificación,
sumada a la creciente oferta de mano de obra, las bajas demandas laborales y prácticas
discriminatorias y excluyentes de contratación basadas en estereotipos.

La prevención primaria está orientada a promover el desarrollo integral de la niñez y la


juventud para evitar que sea víctima de violencia o se involucre en hechos vio- lentos. Este tipo
de prevención incluye el acceso a la salud, la educación, el empleo justo, el arte, la cultura y la
recreación. La prevención primaria también se conoce como prevención social.
La prevención secundaria está orientada a proteger a los grupos vulnerables o en situación de
riesgo social, como la adolescencia y juventud que vive en situación de calle, quienes migran
en condiciones pre- carias, personas con adicciones, personas explotadas sexualmente,
adolescentes y jóvenes fuera del sistema escolar y desempleados, etc. Este tipo de prevención
también incluye a grupos especiales como las pandillas, o agrupaciones que manifestar
actitudes violentas. La prevención secundaria también se conoce como prevención focalizada.

La prevención terciaria comprende un conjunto de estrategias que previenen la reincidencia


de adolescentes y jóvenes que han cometido un delito. Esta prevención promueve el proceso
de inserción y reintegración social de personas que están siendo procesadas por algún delito o
han recibido una sanción o condena penal, con miras a evitar que vuelvan a cometer un delito
o provocar un daño social.

PRINCIPIOS PARA PREVENIR LA VIOLENCIA

Respeto a la legalidad y los derechos humanos

El principio de legalidad implica que el ejercicio del poder público debe realizarse en el marco
de lo que indican las leyes y no en dependencia de la voluntad es superior a la ley y todas las
actuaciones deben basarse en ella.64 En tal sentido, la política pública fundamenta sus
estrategias y acciones en la normativa nacional e internacional que regula las obligaciones
estatales de garantizar el acceso a la población a satisfactores sociales que le pro- vean una
vida digna y en paz. Esto también implica que la actuación del Estado en el ejercicio de su
poder punitivo no puede ser arbitraria ni atentatoria a los derechos humanos de las personas,
sino adecuada al marco normativo y el Estado democrático de derecho.65

Interés superior de la adolescencia

Este principio está regulado en la legislación internacional y nacional que promueve y protege
los derechos de la adolescencia. Se refiere a que el Estado deberá proveer una protección
especial y disponer de oportunidades y servicios para garantizar su desarrollo integral, el
respeto a sus derechos, su formación integral en condición.

Generar oportunidades de formación para el trabajo e inserción laboral para la adolescencia


y la juventud

Esta estrategia se orienta a mejorar y proponer oportunidades de formación para el trabajo


dirigidas a adolescentes y jóvenes que desean ingresar a una actividad laboral justa y digna que
les permita mejorar sus niveles de vida. Asimismo, garantizar centros de información y
actualización de las ofertas laborales a los cuales la juventud pueda acceder, principalmente
aquella que se encuentra en condiciones de vulnerabilidad.

Esta estrategia es amplia y no se limita únicamente a generar más puestos de trabajo en las
empresas privadas, sino que busca el equilibrio entre las actividades económicas y sociales
remuneradas —que constituyen fuentes de ingresos— y el trabajo que las y los jóvenes
realizan en respuesta a las necesidades sociales y de desarrollo económico de las localidades.
Ampliar la oferta laboral para la juventud

Se busca impulsar esta acción mediante alianzas tripartitas entre la empresa privada, la
sociedad civil y el Estado, con mi- ras a generar mayor cantidad de puestos de trabajo y
afrontar, de esta manera, la demanda de trabajo juvenil. El Estado —a través de los distintos
Ministerios, entidades descentralizadas y municipalidades— debe generar y destinar puestos
de trabajo que provean una remuneración justa para la juventud vulnerable.

Promover el emprendimiento juvenil

El Estado debe impulsar y desarrollar pro- gramas de reactivación económica basados en


políticas de estabilización, que incentiven la asociación económica y social entre las
juventudes, ya sea en las ciudades o en el campo (cooperativas, asociaciones, sociedades
civiles). Las asociaciones de carácter económico, además de proveer fuentes de ingresos para
la juventud, son una respuesta a las necesidades sociales y de desarrollo de las localidades en
donde las iniciativas se implementan (por ejemplo, en el arte, los tejidos, el turismo, la
agricultura, servicios de informática, y otros). Estas localidades suelen coincidir con los lugares
de origen de la juventud, de manera que se trata de acciones que, en su conjunto, pueden
ayudar a evitar la migración.

Promover programas comunitarios de educación en salud con participación juvenil

Propiciar la participación de las juventudes en las campañas de prevención de embarazos no


deseados y no platicados. Esto deberá hacerse durante jornadas de salud realizadas por él, en
coordinación con las organizaciones de la sociedad civil de las distintas localidades.

Fortalecer y ampliar la cobertura del Pro- grama de Espacios Amigables del MSPAS,
impulsando la educación sexual y la salud reproductiva en prevención hacia factores de riesgo;
prevención del consumo de drogas, atención integral y rehabilitación de casos detectados;
nutrición y alimentación saludable, medio ambiente, importancia de la salubridad, maternidad
y paternidad responsable. Ello, mediante distintas metodologías como: foros, seminarios,
talleres, encuentros juveniles, actividades lúdicas, ferias de la salud, entre otras.

Ampliar y mejorar los programas de salud mental para la adolescencia y la juventud

Es necesario fortalecer el Programa Nacional de Salud Mental del Ministerio de Salud Pública y
Asistencia Social, facilitando la ampliación de su cobertura y mejorando sus servicios. También
se requiere la capacitación actualizada y constante del personal; además, la articulación de
comunidades terapéuticas con la participación voluntaria de profesionales en las áreas de
salud mental a nivel departamental, para impulsar tratamientos de acuerdo a las normas de
salud mental. Se debe considerar que los servicios de asesoría, información, orientación y
referencia psicosocial sean brin- dados de acuerdo a la pertenencia lingüística de la población.

Conclusión

Coordinar con los líderes del sector, para fomentar actividades recreativas, donde los jóvenes y
niños estén involucrados. Presentarles actividad deportiva, sociales, educativas, técnicas etc.

Donde las mentes y los cuerpos de ellos estén activos y sacando beneficios para forjar mejores
futuros para los sectores vulnerables de REPUBLICA DOMINICANA.

Abecés los jóvenes delinque porque no tienen oportunidad por ser jóvenes y al tener la mente
ociosa cualquier acto negativo recibida en esa mente puede cambiar su rumbo.

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