Muertos Al Pecado

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MUERTOS AL PECADO

Romanos 6:11-14

Muertos al pecado significa no estar de acuerdo


con los deseos en el cuerpo

El pecado (los deseos) están ocultos en el cuerpo. La tentación


engendra al pecado, pero no debemos dejar que el pecado
reine. Justo en el momento en el que vemos que un deseo
(pecado) se levanta, tenemos que considerarnos muertos al
pecado. (Romanos 6:11) Es así cómo podemos vivir una vida
victoriosa. Cada uno es tentado cuando de su propia
concupiscencia es atraído y seducido. (Santiago 1:14)
Para poder conocer el significado del término concupiscencia se hace
necesario, en primer lugar, descubrir su origen etimológico. En este caso,
podemos exponer que deriva del cultismo “concupiscentia”, que puede
traducirse como “ambición” o “codicia”. Un cultismo que, a su vez, deriva
del verbo “concupiscere”, que es sinónimo de “codiciar de forma fuerte”.
El concepto está vinculado a la moral y alude al anhelo
exagerado de satisfacer deseos terrenales, alejados de lo espiritual o
de lo profundo.
Podemos establecer que aunque se asocia, sobre todo, con lo que son
los deseos carnales, sexuales, también es concupiscencia el deseo
irrefrenable a tener bienes terrenales.
Pero debemos tener claridad que Jesucristo por su muerte
vencio el pecado y que al ser crucificado nuestro cuerpo de
pecado (viejo hombre) morimos con el , La muerte del viejo
hombre es un hecho establecido. Esto sucedió
espiritualmente cuando nos identificamos con la muerte de
Jesús en nuestra salvación.

El viejo hombre es el yo que sigue el modelo de Adán, la


parte de nosotros profundamente arraigada en la rebelión
contra Dios y Sus mandamientos. El sistema de ley no es
capaz de tratar con el viejo hombre, debido a que solo le
puede decir al viejo hombre cuál es el estándar justo de
Dios. La ley trata de reformar al viejo hombre, al hacerle
“tratar de voltear la página”. Pero el sistema de gracia
entiende que el viejo hombre nunca puede ser reformado. Él
debe morir, y para el creyente, el viejo hombre muere con
Jesús en la cruz.

En lugar del viejo hombre, Dios le da al creyente un nuevo


hombre, un yo que es instintivamente obediente y agradable
a Dios; Este aspecto de nuestra persona es aquel que fue
resucitado con Cristo en Su resurrección. El Nuevo
Testamento describe al nuevo hombre para nosotros.
·y vestios del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad (Efesios 4:24)
·  Vístanse con la nueva naturaleza y se renovarán a medida que aprendan a
conocer a su Creador y se parezcan más a él. 11 En esta vida nueva no importa si
uno es judío o gentil,  si está o no circuncidado, si es inculto, incivilizado,  esclavo
[c] [d]

o libre. Cristo es lo único que importa, y él vive en todos nosotros.


(Colosenses 3:10-11 NTV)

Dios utiliza nuestra muerte al viejo hombre, la naturaleza del


pecado, para liberarnos del pecado. Un hombre muerto ya no
puede tener autoridad sobre nosotros, así que debemos de
recordar y tener por hecho que el viejo hombre es crucificado
juntamente con él.
Si el viejo hombre está muerto, ¿por qué siento un impulso de
pecar dentro de mi? Viene de la carne, la cual es distinta
al viejo hombre. Es difícil describir con precisión la carne;
algunos la han llamado “la proyección en la cual el hombre
interno es mostrado”. Nuestro ser interno tiene deseos,
impulsos y pasiones; estás son proyectadas en
nuestra mente, en nuestra voluntad y en nuestras emociones.
La carne es lo que actúa el hombre interno.
i. La carne es un problema en la batalla contra el pecado
porque ha sido entrenada expertamente en hábitos
pecaminosos por tres fuentes. Primero, el viejo hombre, antes
de que fuera crucificado con Cristo, se entrenó y se “imprimió”
en la carne. Segundo, el sistema mundial, en su espíritu de
rebelión contra Dios, puede tener una influencia continua en
la carne. Finalmente, el diablo busca tentar e influenciar la
carne hacia el pecado.

 Con el viejo hombre muerto, ¿qué hacemos con la carne?


Dios nos llama, a participar con Él, en hacer activamente día
a día con la carne lo que Él ya hizo con el viejo hombre:
crucificarla (Gálatas 5:24). Pero los que son de Cristo han
crucificado la carne con sus pasiones y deseos.

Pero cuando permitimos que la carne sea influenciada


continuamente por los hábitos del pasado del viejo hombre, el
mundo y el diablo, entonces la carne ejercerá una atracción
poderosa hacia el pecado. Si dejamos que el nuevo
hombre en nosotros influya la mente, la voluntad y las
emociones, entonces descubriremos que la batalla es menos
intensa. DEBEMOS TENER LA MENTE DE CRISTO Y EL
ESPIRITU SANTO ES NUESTRO AYUDADOR
La nueva vida que se nos concede no nos es dada para que
podamos vivir para nosotros mismos. La nueva vida es para
Dios
Si Dios nos ha dado a ti y a mi una vida enteramente nueva
en Cristo, ¿cómo puede ser gastada la nueva vida a manera
de la vieja vida? ¿El espiritual debe vivir como el carnal?
¿Cómo puedes tú, que eras siervo del pecado, pero que has
sido hecho libre por la preciosa sangre, regresar a tú antigua
esclavitud?” (Spurgeon)

Este cambio en la vida de aquel que ha nacido de nuevo era


entendida y fue predicha como una característica del Nuevo
Pacto de Dios, donde debido a los nuevos corazones, nuestro
ser más íntimo desea hacer la voluntad de Dios y ser esclavo
de la justicia. (Ezequiel 36:26-27)  Os daré corazón nuevo, y
pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. 27 Y
pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en
mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por
obra.

El cristiano es aquel que es liberado verdaderamente. El


hombre o la mujer que aún no se ha convertido es libre para
pecar, pero no es libre para parar de pecar y vivir en justicia,
debido a la tiranía del viejo hombre.
. En Jesús, somos hechos libres verdaderamente y ofrecidos
la oportunidad de obedecer la inclinación natural del nuevo
hombre, la cual quiere agradar a Dios y darle honor.

El viejo hombre está muerto, y hay nueva vida


–libre de pecado– en Jesús. Sin embargo, muchos cristianos
nunca experimentan esta libertad. Debido a la incredulidad,
autosuficiencia o ignorancia, muchos cristianos nunca viven
en la libertad que Jesús pagó en la cruz.

Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como


instrumentos de iniquidad:
Esta e
s la primera clave para caminar en la libertad que Cristo
Jesús ganó por nosotros. Se nos dice que no presentemos
los miembros de nuestro cuerpo al servicio del pecado. La
Nueva Traducción Viviente comunica bien la idea: No
permitan que el pecado controle la manera en que viven; [a] no
caigan ante los deseos pecaminosos. 13 No dejen que ninguna
parte de su cuerpo se convierta en un instrumento del mal
para servir al pecado. En cambio, entréguense completamente
a Dios, porque antes estaban muertos pero ahora tienen una
vida nueva. Así que usen todo su cuerpo como un
instrumento para hacer lo que es correcto para la gloria de
Dios. 14 El pecado ya no es más su amo, porque ustedes ya no
viven bajo las exigencias de la ley. En cambio, viven en la
libertad de la gracia de Dios.

Tus miembros son las partes de tu cuerpo: tus oídos, labios,


ojos, manos, mente etc. La idea es muy práctica: “Tienes
ojos. No los uses para servir al pecado. Tienes oídos. No los
uses para servir al pecado”.
Instrumentos pudiera traducirse a armas. Las partes de
nuestro cuerpo son armas en la batalla por una buena vida.
Cuando las partes de nuestro cuerpo son cedidas a la justicia,
son armas para el bien. Cuando son cedidas al pecado,
son armas para el mal.
iii. Un ejemplo de esto es cómo Dios usó las manos de David
para destruir a Goliat para justicia. Después, el pecado usó
los ojos de David para la impiedad cuando miró a Betsabé
 Sino presentaos vosotros mismos a Dios: Esta es la segunda
clave para caminar en la libertad que Jesús ha ganado por
nosotros. No es suficiente quitar las armas del servicio del
pecado. Luego deben enlistarse para el servicio de la justicia,
y, como en cualquier guerra, el lado con armas superiores
generalmente es el que gana.

. Puede que los cambios no lleguen todos al mismo tiempo, y puede que
no lleguen a cada área de la vida al mismo tiempo, pero los cambios
llegarán y serán reales e irán incrementándose conforme pasa el tiempo.
Bajo la gracia: Dios nos hace “seguros” para la gracia
al cambiarnos mientras recibimos Su gracia; Él nos libera y nos equipa
para vivir justamente delante de Él. Ya que hemos muerto al pecado, es
impensable continuar nuestra antigua práctica del pecado. Una vez que
la oruga se ha convertido en mariposa, la mariposa no tiene ningún
negocio en arrastrarse sobre los árboles y hojas como una oruga
nuevamente.
i. “Dios ha cambiado tanto tú naturaleza por Su gracia que cuando pecas
serás como un pez en tierra seca, estarás fuera de tú elemento, y
desearás volver al estado correcto otra vez. No puedes pecar, pues
amas a Dios. El pecador puede beber el pecado de la manera que el
buey bebe el agua, pero para ti será como la salmuera del mar. Podrás
ser tan necio como para probar los placeres del mundo, pero no serán
placeres para ti”. (Spurgeon)

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