Carlos Brandão: Resumen

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vol 48 | no 144 | mayo 2022 | pp.

1-22 | artículos | ©EURE 1

El campo de los estudios urbanos y


regionales desde el Sur: anotaciones
acerca de los desafíos teóricos y las
posibilidades de una reconstrucción
teórico-metodológica crítica en la
periferia del capitalismo
Carlos Brandão. Universidad Federal de Río de Janeiro (ufrj), Río de Janeiro, Brasil.

resumen | Existe un amplio patrimonio intelectual acumulado que busca interpretar


las configuraciones socioespaciales, basándose para ello en diversos paradigmas teóri-
cos. No ignorando ese legado, este artículo propone un abordaje crítico y alternativo
que procura interpelar ese importante conocimiento heredado, levantando algunas
problematizaciones y formulando ciertas categorías de análisis puntuales. Tal plantea-
miento intenta contribuir en la aprehensión de las variadas dimensiones espaciales de
los procesos de reproducción de la vida social, pensados histórica y concretamente. La
propuesta se concentra en construir mediaciones teóricas e históricas más pertinentes
a los estudios urbanos y regionales, estimulando un debate horizontal entre el pensa-
miento crítico histórico-estructural del Sur con las interpretaciones de la producción
social del espacio del Norte. El artículo se concentra en presentar una reformulación
con una perspectiva crítica y enunciada desde América Latina.

palabras clave | teoría del desarrollo regional, planificación territorial, transforma-


ciones socioterritoriales.

abstract | There is a wide range and diverse accumulated intellectual heritage that seeks
to decipher and interpret socio-spatial configurations. That rich scientific legacy has been
guided and developed by various currents and theoretical paradigms. Not ignoring that
legacy, this article proposes a critical and alternative approach that seeks to challenge that
important inherited knowledge with some problematizations, formulating some categories
of analysis. Such an approach, based on different analytical planes and levels of abstrac-
tion, tries to contribute to the apprehension of the various spatial dimensions of the pro-
cesses of reproduction of social life. The proposal focuses on the challenges of the theoretical
construction, and historical mediations pertinent to urban and regional studies, and which
engage in a dialogue between the Latin American historical-structural thinking, and the
social production of space of the interpretations of the North. It suggests a stimulating frame
of critical debate, enunciated from the South.

keywords | regional development theory, territorial planning, socio-territorial transformations.


Recibido el 31 de marzo de 2020, aprobado el 19 de mayo de 2020.
E-mail: [email protected]

doi: 10.7764/eure.48.144.08 | issn digital 0717-6236


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Introducción

Un sencillo homenaje a Carlos de Mattos,


Alejandro Rofman y José Luis Coraggio.

En la muy particular coyuntura de profunda y multidimensional crisis (económica,


política y sanitaria) en que estamos inmersos, las reflexiones sobre la organización
espacial urbano-regionales son cruciales.
En el año 2020 se completó más de medio siglo de construcción de pensamiento
crítico en el campo del conocimiento que busca aprehender la dinámica de los
procesos sociales que producen las sociedades de manera disputada, relacional y
conflictiva en el espacio.
Existe una serie de corrientes teóricas que estructuran diferentes preguntas por
medio de distintas categorías y perspectivas de análisis. Esta producción científica
transcurre entre permanentes disputas y contrapuntos. Esas contiendas –que no son
triviales, dada la complejidad y la pluridimensionalidad de los fenómenos sociales–
exigen múltiples miradas, dado el objeto complejo que define la producción espacial
a través de las relaciones sociales.
En este artículo planteamos que debemos partir del reconocimiento de un
amplio y muy rico patrimonio intelectual acumulado por cerca de doscientos años
de reflexiones. Esa herencia académica tiene su origen en las contribuciones más
generales que están presentes en algunos de los clásicos del pensamiento social que
tuvieron una mayor sensibilidad con la dimensión espacial de los procesos sociales,
políticos y económicos.
Por otro lado, si tomamos el período que se inicia con las revueltas sociales de
1968 en Europa y en los Estados Unidos de América, como el momento de una
reacción más organizada que enfrenta al pensamiento conservador aún vigente en
el área (a partir de las obras seminales de Castells, 1972; Harvey, 1973; Lefebvre,
1968), completamos cincuenta años de una contundente elaboración teórica y polí-
tica, la cual tiene por base un abordaje crítico de la realidad que busca construir una
interpretación de la producción social del espacio. Sin embargo, al ser tal abordaje
formulado básicamente en Europa y en los Estados Unidos, poco o nada de él se
concentra en la situación específica de los espacios subdesarrollados y periféricos del
sistema capitalista.
No obstante, por su lado, América Latina sí ha elaborado, de forma autónoma y
original, por cerca de setenta años –desde finales de la década de 1940–, un patri-
monio académico propio para pensar las especificidades del proceso de subdesa-
rrollo en la condición periférica,1 investigando las heterogeneidades estructurales y
los diferentes estilos de desarrollo presentes en el continente. En ese sentido, entre
los aportes realizados por el pensamiento histórico-estructural latinoamericano

1 A lo largo de todo ese artículo, cada vez que utilizamos la expresión “países periféricos” para
caracterizar la situación de América Latina, preferiríamos retomar una concepción más completa,
una que definiese la naturaleza simultáneamente cuádrupla de esa situación, según la formulación
más precisa de Florestan Fernandes (1972), que afirma que son en verdad “países periféricos,
subdesarrollados, dependientes e imperializados”.
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encontramos también un cierto diálogo más directo con la dimensión espacial, que
precisa ser valorizado y ampliado.
Ahora bien, estos dos grandes campos del pensamiento no deben ser olvidados,
necesitamos retomarlos y reactualizarlos. Debemos avanzar en el diálogo entre esas
formulaciones situadas desde el Sur, y las concepciones de producción social del
espacio elaboradas desde el Norte, buscando articular ambos campos y mirando, al
mismo tiempo, las transformaciones geopolíticas, geoeconómicas y geoculturales al
calor de la crisis del capitalismo del siglo xxi.
El legado de estos dos marcos intelectuales críticos nos enseña cómo el rescate
de la problemática de la reproducción de las clases sociales, el rol del Estado y de
los encuadramientos históricos se vuelven cruciales para el entendimiento de las
dimensiones urbanas y regionales del proceso de desarrollo desigual capitalista. De
igual manera, vale aclarar que no desconocemos los enormes desafíos que existen
para recolocar en el centro del debate de las ciencias sociales y humanas la cuestión
de las relaciones entre espacio, capital, trabajo, clases sociales y Estado.
Más allá de ese reposicionamiento necesario, es preciso construir robustas y
más definidas mediaciones históricas y teóricas que interpelen simultáneamente
las transformaciones del capitalismo contemporáneo, junto con las especificidades
de sus espacios periféricos, a fin de pensar la producción social del espacio y su
transformación.
Sería deseable en esa empresa procurar un cuadro de referencia lo suficientemente
amplio como para permitir la formulación de preguntas pertinentes sobre estos
procesos, abarcando desde los más generales hasta los más específicos, para así poder
avanzar en investigaciones empíricas específicas en los espacios urbano-regionales.
Esta propuesta, de naturaleza ensayística y exploratoria, plantea el objetivo de
ofrecer un panorama general de los desafíos teóricos y analíticos en el campo del
planeamiento regional y urbano, apuntando, muy sucintamente, las posibilidades
de una reconstrucción teórico-metodológica crítica. Esta invitación, además, debe
ser tomada como una agenda amplia, que demanda incluir a las pesquisas en curso,
para que pueda ser desarrollada y robustecida en los próximos años. En este sentido,
se intenta contribuir en el planteamiento de un esquema analítico de orden general
que pueda ser enriquecido poco a poco por posteriores estudios específicos, concretos
y empíricos. Asimismo, realizamos un mapeo general de los autores más relevantes,
aunque, de igual manera, los límites naturales de este artículo impiden profundizar
en sus contribuciones específicas. Sin embargo, consideramos importante mencio-
narlos y puntuar su existencia, junto con demarcar las líneas más importantes, las
trayectorias y las tendencias de los debates de nuestro campo de conocimiento.
El artículo está dividido en cuatro partes, además de la introducción. Primero,
presentamos una muy sintética memoria genealógica de las principales formulaciones
teóricas acerca de la organización del espacio. En seguida, discutimos sucintamente
las cuatro corrientes teóricas que estudian el espacio. Presentamos en la tercera parte
un esquema teórico, que se estructura en tres categorías de análisis, cada una de
ellas con cuatro elementos constituyentes. Estas tres categorías de análisis son: i) las
cuatro dimensiones espaciales de la división social del trabajo (interramificaciones,
interregionalidades, interurbanidades, interacciones rivales interpersonales); ii) los
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cuatro poderes transformadores del espacio social (privado, público, fuerzas contra-
hegemónicas, micropoderes); y iii) los cuatro planos o niveles de análisis (escalas
espaciales, niveles de gobierno, ámbitos y arenas de poder, prácticas espaciales de la
vida cotidiana).
Finalmente, en el cuarto y último apartado, presentamos las conclusiones.
Allí puntuamos algunos interrogantes y apuntamos una agenda para futuras
investigaciones.

Breve memoria genealógica de las formulaciones teóricas


acerca de la organización del espacio

Cualquier tentativa de rescatar del olvido y puntear las cuestiones clave en torno a
las reflexiones del pensamiento social que hayan conseguido establecer relaciones
entre la organización social y sus dimensiones espaciales, es muy arriesgada y cier-
tamente quien lo intente paga su precio. Sin embargo, son innúmeros los autores
y las corrientes teóricas que en los últimos doscientos años buscaron investigar el
papel del espacio en el contexto general de la estructura y de la dinámica social. Ese
patrimonio intelectual acumulado por tan largo periodo no puede ser ignorado o
despreciado cuando se busca pensar las cuestiones socioespaciales contemporáneas.
La preocupación por la dimensión espacial del proceso de desarrollo capita-
lista aparece ya en algunos de los clásicos del pensamiento social, entre los cuales
destacan las obras de Willian Petty (1623-1687), Élienne Condillac (1714-1780),
Adam Smith (1723-1790), Simonde de Sismondi (1773-1842), junto a muchos
otros. Con todo, es el libro The Isolated State, de 1826, de Johann Von Thünen
(1783-1850), el que se suele utilizar para señalar el inicio de este campo especiali-
zado del conocimiento.
En este trabajo, lamentablemente, no tenemos espacio para realizar una genea-
logía más profunda de ese rico y complejo marco de pensamiento. Sin embargo,
disponemos de amplias y profundas sistematizaciones de esa vasta literatura, por
ejemplo en Capel (1981), Castro et al. (1995), Furió (1996), Gottdiener (1997),
Méndez (1997), Lencioni (1999), Moraes (2000), Riffo (2013), Paasi et al. (2018)
y Haesbaert (2019).
Son muy variadas y amplias las contribuciones de los clásicos que formularon
o institucionalizaron en las ciencias sociales el diálogo con las problemáticas espa-
ciales. Para comenzar, empezamos por destacar, por un lado, los aportes de Paul
Vidal de la Blache (1845-1918) y Friedrich Ratzel (1844-1904); y por el otro, los
de la Escuela de Chicago. En este punto es necesario exponer que somos conscientes
de que existe una gran controversia en torno a los planteamientos de tales pioneros.
No obstante, asumimos esa responsabilidad y arriesgamos un intento de síntesis,
tal vez excesivamente concisa, como la que aquí exponemos. Sin duda, claro está,
quedarán muchas lagunas y deficiencias; de ahí que solamente se enfaticen algunos
puntos que consideramos imprescindibles para el desarrollo de las argumentaciones
más generales de este ensayo.
Los dos primeros, La Blache y Ratzel, plantearon cuestiones fundantes de la
geografía humana, como las relaciones humano-naturaleza, y el rol de la política,
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del Estado, de la región y del territorio. Son autores que son fuente de grandes
polémicas y diversas lecturas, algunas veces restrictivas y simplificadoras. Estos cien-
tíficos inclusive quedaron rotulados respectivamente como padres de las escuelas
“francesa” o “posibilista/voluntarista”, y “alemana” o “determinista”.
Paul Vidal de la Blache estructura la agenda de lo que se constituirá en las princi-
pales temáticas de las discusiones espaciales, tales como paisaje, región y población
asentada. En la concepción de este autor, los seres humanos aparecen ocupando
espacios específicos, actuando e interactuado con la naturaleza, movilizando técnicas
y tomando decisiones, envueltos en particulares contextos históricos y geográficos y
abiertos a un abanico amplio de posibilidades. De ahí la insignia de “posibilismo”,
nombre con el que quedó rotulada su obra.
Por su lado, Friedrich Ratzel llama la atención sobre las cuestiones económicas
y políticas, buscando generalidades y regularidades en formulaciones teóricas más
abstractas y especulativas que las de Vidal de la Blache. Ratzel procura investigar las
influencias de la naturaleza sobre las personas, defiende que tales influjos son ejer-
cidos de forma mediada a través de las condiciones económicas y sociales, siendo,
para él, el medioambiente el soporte material de la vida; al mismo tiempo propone
un análisis complejo y mediado por las interrelaciones entre sociedad, economía,
territorio y Estado. Sin embargo, fue infelizmente rotulado como “determinista”
(“environmentalist”). Es también uno de los principales autores que instituciona-
lizaron la ciencia geográfica y es considerado fundador de la geopolítica, con sus
discusiones sobre el territorio y el espacio vital.
Ambos investigadores contribuyeron así, con pionerismo y originalidad, en la
búsqueda de un método de análisis adecuado a la complejidad de su objeto. Tanto
La Blache como Ratzel son, además, proclives a los estudios empírico-inductivos,
basados en la observación directa. Asimismo, buscaron la descripción y la catalo-
gación, establecieron comparaciones y construyeron tipologías para sus investiga-
ciones. Tuvieron también una mirada muy avanzada de los procesos sociales en
torno a la producción y a la reproducción material de la vida, junto a una osada
línea general de pensamiento que asume la idea de libertad de acción humana para
moldar el espacio.
Por otra parte, sus propuestas también presentan muchas limitaciones, como,
por ejemplo, cuando conciben el mundo de manera no interrelacionada o no inter-
conectada; es decir, como un “paisaje” recipiente, perspectiva en la cual los objetos
se vienen a localizar atomizados, en condiciones de existencia independientes o
apartados entre sí. De forma semejante, la corriente teórica de la localización adop-
tará ese mismo enfoque, conforme veremos más adelante.
Otra línea de investigación obligatoria que debe ser recordada, aunque sea
brevemente, es la denominada Escuela de Chicago. A partir del liderazgo intelec-
tual de Robert Park, esta corriente elaboró una estructura teórica y empírica según
una perspectiva que abordaba el fenómeno urbano conceptualizándolo como una
comunidad ecológica. La ciudad era asumida como un laboratorio para la inves-
tigación de la complejidad de la vida social, a partir de la acción y del compor-
tamiento individual. Se trató de una suerte de interpretación espacializada de la
relación individuo-comunidad, generadora de un ordenamiento social según ciertos
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padrones locacionales, lectura que se daba a la par de un estudio de las relaciones


centro-periferia específicas. Entre las concepciones de la ecología humana de esta
escuela destacan los procesos de competición, integración, adaptación, cohesión y
estabilidad social en el espacio urbano.
Es posible afirmar que las tres visiones que hasta aquí rescatamos logran
compartir una visión de las relaciones interpersonales en cierto recorte espacial.
Estas distintas corrientes poseen concepciones que pueden ser denominadas, en
cierto modo, como materialistas, ya que buscan investigar las acciones humanas de
forma personal o individualizada, en el contexto de la reproducción material. No
obstante, su énfasis no fue puesto en la sociedad (ni en sus contradicciones), sino en
el estudio de la comunidad.
Las tres corrientes pecarían también por su filiación al individualismo metodo-
lógico, adoptado en sus análisis. De forma general, los autores sintetizados anterior-
mente discutirán las tensiones contradictorias entre libertad individual y control
social, o mejor aún, las condiciones de libertad para la acción individual que intenta
cambiar su ambiente.
Ahora bien, procurando criticar la hegemonía teórica de esas tres visiones,
algunos autores apuntarán importantes cuestiones sobre la reproducción social en
el espacio urbano. Esta concepción crítica del ambiente construido, y disputado
por las distintas fracciones de clases sociales, será central para los debates que abor-
daremos más adelante sobre la corriente crítica que se concentra en la producción
social del espacio.
Conforme afirmamos más arriba, desde 1968, pero sobre todo a partir de las
contribuciones de Lefebvre, Castells y Harvey, se busca entender la producción social
del espacio y la dimensión urbano-regional de los procesos desiguales de desarrollo
capitalista en contextos territoriales y escalares específicos como procesos dinámicos,
históricos y contradictorios. Estos aportes encierran un largo y fructífero ciclo de
elaboraciones teóricas e investigaciones empíricas entre 1968 y fines de los ochenta.
A partir de los años noventa, esta situación cambia, y más de una vez en la historia
reciente experimentamos distintas ondas donde predominan modelos importados
que “interpretan” nuestra realidad. Existe una clara colonización del pensamiento,
junto a una pérdida de creatividad intelectual, para reflexionar de manera autónoma
y desde una perspectiva propia y de conjunto sobre nuestro continente y nuestros
respectivos países. Estamos, como nunca, sometidos a los centros de formulación y
difusión de ideas dominantes (modelos acabados y estandarizados promovidos por
los centros académicos hegemónicos o por organismos internacionales, consulto-
rías, gurúes nacionales o internacionales, etcétera).
La fragmentación del campo de conocimiento territorial-espacial, la hegemonía
de los paradigmas conservadores, los desvíos promovidos por el debate de la “posmo-
dernidad” y su propuesta para “derrocar las grandes narrativas”, el avance de la
razón neoliberal, entre otros factores, han dificultado la construcción de trayectorias
sustantivas críticas de entendimiento de la realidad concreta (histórica, tensionada
y disputada). Y junto con todo ello, se ha interrumpido el análisis de los procesos
materiales de reproducción social en el ámbito de la reflexión sobre el proceso de
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desarrollo capitalista, sobre todo de las características particulares en la periferia del


sistema.
En estas concepciones, existe poco espacio para la oposición, para los conflictos
o para la interdependencia de los espacios, con sus actores y sujetos sociales. Se
elabora un discurso sofisticado de estabilización social e institucional, sin la discu-
sión de las bases materiales y de los procesos sociopolíticos contradictorios, como
si hubiera prácticas (sociales) sin estructuras (sociales). Así, desde la década de 1990,
partiendo de un análisis que concibe a las estructuras sin sujetos, corremos el riesgo
de haber caído en representaciones de actores sin estructuras.
No obstante, este artículo parte de la idea de que las posibilidades para realizar
una reconstrucción crítica están dadas. Enseguida, defendemos que es importante
situar y jerarquizar el lugar teórico de cada una de las principales determinaciones
de la producción social del espacio. Con la intención de resaltar los más decisivos
enlaces “faltantes”, o “más frágiles”, para así desarrollar colectivamente una propuesta
de reconstrucción, apuntamos algunas de las mediaciones teóricas e históricas que
requieren una mejor reelaboración o recalificación.

Las cuatro corrientes teóricas del “pensamiento espacial”

En este apartado, de manera didáctica y sucinta, planteamos que es posible detectar


cuatro grandes corrientes del pensamiento social sobre el espacio: en el primer
grupo encontramos las interpretaciones de la “localización”; en el segundo, la de
los diversos “neoinstitucionalismos”; en el tercero, las de la “producción social del
espacio”; y, por último, en el cuarto, las del “pensamiento crítico latinoamericano”.
Si bien presentamos las distintas corrientes por grupo, es importante considerar que
esos cuatro troncos teóricos no son homogéneos, sino que, por el contrario, cada
uno de ellos presenta variados matices y linajes.

1. La interpretación de la localización: elecciones situacionales individualizadas


en un espacio pasivo
La primera línea teórica analizada en este apartado es también aquella que fue pre-
cursora del campo de los estudios espaciales y, por tanto, la más conocida. Si bien
no cabe aquí recordar sus detalles, sí podemos resaltar sus ideas centrales.
En este grupo de formulaciones, el espacio se presenta como un mero receptáculo
o recipiente pasivo. Desde esta visión analítica, el territorio es tan solo una “variable
más”, un “dato” de la realidad o un sitio fijo, inerte y neutro, sin contexto histórico
ni sociopolítico. Un mero paisaje pasivo o una plataforma, donde vienen a inscri-
birse los objetos, las unidades situacionales que son tratadas como cosas (actividades
económicas, individuos, etcétera) que, por algún motivo, se desplazaron; y esto lleva
a plantear que tales movimientos, tales desplazamientos, deberían ser estudiados.
Además, todo ello bajo el supuesto de que en todo el recorrido de análisis existe una
armonía social subyacente, lo que resultará, al final del proceso de acción de ajuste y
asignación de recursos por el mercado, en una disposición óptima racionalizada de
los entes socioeconómicos en el espacio.
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Estas interpretaciones se sustentan en el individualismo metodológico y en


elecciones racionales y maximizadoras de ventajas exclusivas y privadas. De esta
manera, y teniendo en cuenta las restricciones iniciales y una dotación de recursos
que se inscriben en una superficie homogénea, se realizan cálculos que regulan la
eficiencia de los desplazamientos de los actores, principalmente por la vía de los
costos del transporte.

2. Las variadas corrientes de los nuevos institucionalismos: la negligencia en


relación con los conflictos y las asimetrías de poder
Existe una enorme pluralidad y eclecticismo en los enfoques institucionalistas, lo
que hace difícil sintetizarlos en pocas palabras. Un punto en común en los diferentes
abordajes es la búsqueda de discutir las normas y reglas que puedan encuadrar los
comportamientos y las interacciones humanas. En este sentido, existe un interés en
definir las instituciones como arreglos sociales y normalizaciones que poseen cierta
estabilidad y duración.
Sin embargo, desafortunadamente, en las últimas décadas se puede constatar
cierto abuso, inclusive cierta banalización del término “institución”. Esta palabra,
que pasó a ser exageradamente extendida y utilizada de forma muy generalizada
en casi todas las temáticas de las ciencias sociales, pierde así su sentido específico.
También se puede afirmar que parte de la producción intelectual institucionalista
exagera en su concepción de la capacidad endógena de los actores sociales, noción
según la cual dichos actores, de manera autónoma, engendran procesos virtuosos
y germinativos de densidad social; y, además, que esas autonomías estimularían
procesos identitarios y cooperativismos específicos en cada comunidad, a través de
procesos de mutualidades, aprendizajes y adquisiciones diferenciales ventajosas en
el acúmulo colectivo.
En el centro de las interpretaciones de esta corriente de producción intelectual
está la noción de que las intensas interacciones colectivas de los recursos humanos,
culturales, sociopolíticos e institucionales propiciarían redes de compromisos, leal-
tades, sentimientos de pertenencia, capaces de engendrar coherencias y contratos
sociales adecuadamente situados y contextualizados. Es decir, en esta corriente
son exaltados los sistemas de colaboración y las redes de compromiso solidario
localmente constituidos. Todo pasaría a depender de la adecuada estructuración
de normas y del mejor comportamiento de los actores (individuos en asociación)
involucrados en un sistema de valores culturales, saberes, etcétera. A la existencia de
conflictos y disputas se le da escaso énfasis en esta corriente.

3. La interpretación del pensamiento crítico del Norte: los conflictos de interés


en relación con la producción social del espacio
Sobre la discusión de las dimensiones espaciales de la crisis, las obras seminales
de Henri Lefebvre, David Harvey, Manuel Castells, Alain Lipietz, Doreen Massey,
Neil Smith, Edward Soja, entre muchos otros, surgieron también en el contexto
pos 1973 y procuraron crear nuevas formulaciones, renovando el andamiaje teó-
rico-metodológico del debate sobre la producción social del espacio al proponer
nuevas perspectivas y categorías de análisis. Sus investigaciones sobre la producción
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y reproducción social del espacio y del ambiente construido pusieron énfasis en las
relaciones sociales, en las luchas de clases y en las articulaciones entre Estado y las
distintas fracciones de capital interactuando en el espacio, como también en los
procesos a través de los cuales los sujetos sociales en pugna producen socialmente
el espacio y el ambiente construido. Es decir, el espacio es interpretado como una
construcción disputada y contradictoria, y se procura analizar y revelar los con-
flictos de intereses que lo estructuran.
En esta visión, ningún recorte espacial puede ser concebido como un ente pasivo,
fijo o como mero receptáculo, sin un contexto institucional y sin una moldura
histórica. Se trata, entonces, de reflexiones sobre los procesos de estructuración del
espacio, que es disputado entre actores, agentes y sujetos que forjan y transforman
estructuras, que crean estrategias en determinados campos espaciales y arenas de
lucha y de conflictividad.
En los últimos años podemos contar, entre los aportes más significativos, los de
Bob Jessop, Neil Brenner, Jamie Peck, Erik Swyngedouw, Georges Benko, Allen
J. Scott, Ash Amin, Michael Storper, junto con los de muchos otros autores que
elaboran y polemizan sobre el papel complejo de la dimensión espacial en el capi-
talismo contemporáneo.
Por último, mencionamos también que el pensamiento de la geografía crítica,
por cierto muy dinámico y básicamente anglosajón, prestó poca atención a las
formaciones subdesarrolladas y dependientes del sistema capitalista en su periferia.
Por lo tanto, es preciso estimular un diálogo entre los abordajes de producción
social del espacio y el pensamiento crítico histórico-estructural latinoamericano.

4. El pensamiento crítico latinoamericano sobre el funcionamiento del capi-


talismo periférico: pensando desde el Sur las especificidades del proceso de
subdesarrollo
En América Latina se concibió y se perfeccionó, desde finales de la década de 1940, un
rico y creativo patrimonio científico-académico-político para pensar histórica y con-
cretamente las especificidades del proceso de subdesarrollo en la condición periférica.
Con bastante originalidad, las reflexiones que dieron cuerpo a ese patrimonio
procuraron plantear, a partir del Sur, una concepción de un cierto capitalismo suratlán-
tico periférico-subdesarrollado, específicamente latinoamericano. Este pensamiento
parte de una interpretación cíclico-dinámica de la reestructuración espacio-temporal
de la contradicción histórico-sistémica de las relaciones centro-periferia en la escala
mundial (Brandão & Souza, 2019). Siendo bastante crítico y amplio, este marco
contribuyó en la formulación de una concepción robusta sobre las especificidades de
la experiencia de avances materiales, de diferenciación social e industrialización en el
Sur Global.
Esta cuarta corriente ofrece aportes fundamentales para pensar la base material
de nuestras sociedades latinoamericanas y concebir la importancia de estudiar,
de forma bien regulada, la dinámica de las estructuras (productivas, comerciales,
tecnológicas, de consumo y de la lógica de la acumulación de capital, etcétera),
como también la dinámica de los sujetos concretos (intereses y conflictos de las
facciones de clase) (Brandão, 2018).
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Vale recordar que, especialmente en las décadas de 1970 y 1980, tuvimos


robustos aportes provenientes del estructuralismo histórico latinoamericano, que
dialogaron más directamente con la dimensión espacial. Necesitamos retomarlos.
Entre ellos podemos citar los magníficos aportes de Alejandro Rofman, Paul Singer,
Wilson Cano, Silvia Gorenstein, Blanca Ramírez, José Luis Coraggio y Carlos de
Mattos, junto a muchos otros.

Apuntes sobre las posibilidades de una reconstrucción


teórico-metodológica crítica

Después de identificar las corrientes teóricas que procuraron interpretar las cues-
tiones referidas a la dimensión espacial de los procesos sociales, sería importante
reflexionar, desde una perspectiva crítica, respecto de aquellas con las cuales se debe-
rían establecer diálogos prometedores.
Este ensayo argumenta que la primera corriente (localización) y la segunda
(neoinstitucionalismos) no presentan mayores contribuciones para los análisis de
las cuestiones de la elaboración conflictiva y relacional del espacio construido en la
sociedad capitalista. No posibilitan investigaciones sobre las relaciones sociales de
clase, intereses, poder, acción estatal, disputas y contradicciones que se producen en
el espacio, capaces de posicionar las contiendas interclases (fracciones sociales) en el
centro de sus abordajes. En cambio, la reconstrucción de las mediaciones teóricas e
históricas y la adecuada articulación entre las dos últimas interpretaciones –produc-
ción social del espacio y pensamiento crítico latinoamericano– pueden representar
una muy fructífera posibilidad de reposicionamiento teórico crítico y espacializado
desde el Sur.
Este recurso dialógico que proponemos también se justifica a partir de las dos
últimas corrientes señaladas, porque son las que presentan las mayores carencias,
conceptualizables como “enlaces ausentes” y “puentes virtuales”. Estos vacíos
pueden ser solucionados, sin embargo, en un mutuo refuerzo y articulación entre
el funcionamiento específico del capitalismo y la “organización espacial”; es decir,
construyendo o calibrando las viejas y eternas conexiones necesarias de nuestra área.
A continuación, presentamos algunos intentos que buscan identificar y
“completar” teóricamente algunos ejes de análisis, como también enlaces y puentes
frágiles o ausentes de esta agenda crítica que se mueve entre la economía política y
la geografía crítica elaboradas desde el Sur. De esta manera, volvemos a las proble-
máticas más generales, que se encuentran en un nivel de mayor abstracción, a fin de
resaltar algunos puntos fundamentales para esta construcción.
Encontramos en el presente amplias posibilidades para realizar una reconstruc-
ción teórico-metodológica crítica. Esta propuesta podría informar y estructurar las
disputas políticas hacia las acciones sociales en el ambiente construido, fortaleciendo
los movimientos contestatarios, además de colaborar en la orientación de políticas
públicas democráticas.
Enseguida, como parte de la propuesta de este artículo, presentamos el esquema
teórico contenido en la Tabla 1, donde se despliegan tres categorías –división social
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del trabajo, poderes transformadores del espacio social y planos/niveles analíticos–,


cada una de ellas con cuatro elementos constituyentes.

tabla 1 | Categorías de análisis y elementos constituyentes de una mirada


alternativa
categorías elementos constituyentes de una mirada alternativa
Dimensiones espa- Interacciones rivales entre
Interramifica- Interregiona-
1ª ciales de la división Interurbanidades proyectos de actores y
ciones lidades
social del trabajo sujetos concretos
Poderes transfor-
Poder de resisten- Poder de los micropo-
2ª madores del espacio Privado Público
cia democrática deres
social
Reproducción social de
Planos o niveles de Escalas espa- Niveles de Ámbitos y arenas
3ª las prácticas de la vida
análisis ciales gobierno de poder
cotidiana
fuente: elaboración propia

Las cuatro dimensiones espaciales de la división social del trabajo


La división social del trabajo es la categoría explicativa básica de la investigación
que tiene por objeto la dimensión espacial en el desarrollo capitalista. Tal categoría
atraviesa todos los procesos de dicho desarrollo y está presente en todas las escalas
espaciales. Más específicamente, la división social del trabajo es una expresión de
la etapa alcanzada por el desarrollo de las fuerzas productivas, como también de
las relaciones sociales. Es una categoría mediadora adecuada para el estudio de las
heterogeneidades, jerarquías y especializaciones intra e inter en cualquier escala,
sean estas regionales, nacionales o internacionales. Su movimiento constante altera,
impone lógicas externas, adapta, distingue y expone estructuras y dinámicas, pro-
moviendo continuamente la redefinición y la redistribución de agentes, actividades,
circuitos, funciones, etcétera.
Los espacios regionales y urbanos son el resultado de las dinámicas que operan y
producen la diferenciación social, como también generan tipos de especialización y
de diversificación material. Así, los estudios deben concentrarse en investigar la base
operativa, es decir, el locus espacial en que se materializan dichos procesos, junto con
examinar los centros de decisión y los sujetos históricos que los determinan.
A continuación proponemos describir detalladamente las cuatro más decisivas
dimensiones espaciales del proceso dinámico de división social del trabajo: i) las
interramificaciones; ii) las interregionalidades; iii) las interurbanidades; y iv) las
interacciones entre individuos.2

i. Interramificaciones o intersectorialidad económica en la dimensión espacial y


social del trabajo
Bajo el esquema que sugerimos, es necesario analizar las estructuras productivas
situadas en un espacio urbano-regional específico, entendiéndolas como una densa

2 Con el fin de aunar criterios y resaltar la idea de lo “inter”, nos remitimos a estos cuatro conceptos
del siguiente modo: interramificaciones; interregionalidades; interurbanidades e interacciones.
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y compleja red de interramificaciones o intersectorialidades económicas inherentes


a la producción capitalista. Ese sistema de interramificaciones posee notables rela-
ciones entre sectores y ramas en permanente interacción dinámica en el espacio,
como también una pluralidad de subdivisiones y subsecciones con claras especifici-
dades productivas, técnicas y económicas. Al mismo tiempo, las distintas interrami-
ficaciones en el proceso socioeconómico de producción, circulación, distribución y
consumo producen manifestaciones territoriales muy distintas.
Estudiando la dimensión de la intersectorialidad, es posible analizar la repro-
ducción social, como también la naturaleza y el poder de las fuerzas productivas/
propulsivas y de los sistemas sociales de producción estructurados en un deter-
minado tiempo-espacio. Además, se logra aprehender el conjunto de relaciones y
efectos encadenados y los cortes productivos que se tejen en condiciones técnicas y
de mercado completamente distintas.
Asimismo, los sectores pueden ser identificados y calificados por su inserción
específica en la estructura productiva según sus categorías de uso (bienes de consumo
duraderos y no duraderos, bienes intermedios y de capital).

ii. Interregionalidades en la dimensión espacial y social del trabajo


Para entender esta dimensión de la división social del trabajo a partir de las orien-
taciones metodológicas de Harvey (2004) y Braudel (1984), es importante señalar
que el plan analítico interregional debe tratar de enfocar la articulación, la cohesión
y la integridad de los procesos que tienen lugar en determinado espacio, explici-
tando sus mecanismos de coordinación y regulación: lo que los autores señalados
denominaron, respectivamente, coherencia estructurada y coherencia impuesta.
El proceso de apertura, articulación e integración de los mercados funda una
determinada interregionalidad coaccionada por el proceso de intensificación de la
competencia inter e intraterritorial. Las interdependencias y complementariedades
interregionales se multiplican, lo que puede conducir a un aumento tanto de las
potencialidades como de sus vulnerabilidades. En este movimiento cambian los
núcleos dinámicos de comando que ejercen distintos tipos de atracción y domi-
nación, generando al mismo tiempo puntos estratégicos, ejes y nudos de mayor o
menor potencia reproductiva y capacidad de apropiación.

iii. Interurbanidades en la dimensión espacial y social del trabajo


Es también necesario analizar las estructuras que componen la interurbanidad, las
relaciones y las interacciones entre los espacios sociourbanos y su posicionalidad en
una división interurbana e intraurbana del trabajo social.
La investigación crítica posee la responsabilidad inherente de examinar los deter-
minantes del crecimiento urbano, la hegemonía de las coaliciones armadas en el
espacio urbano y su proyección desde el interior de la red urbana y del sistema
regional de ciudades, proyección que se realiza tanto desde el espacio interior de la
ciudad como también desde su hinterland (Brenner, 2019).
Los procesos urbanos no pueden ser estudiados ni comprendidos dejando
fuera la complejidad que posee la reproducción social. El proceso urbano es
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producto-producido por la constante pugna de facciones de clases sociales y la


consolidación de hegemonías y luchas contrahegemónicas (Brandão, 2012).

iv. Interacciones interpersonales/intercorporalidades/intersubjetividades y la


pluralidad de los proyectos de vida de los sujetos concretos en la dimensión
espacial y social del trabajo
Las interacciones entre sujetos representan el campo de las prácticas espaciales y de
las políticas de escala (Smith, 2002), pues, como afirma Massey (2008), “el espacio
es la dimensión de lo social: de la coexistencia contemporánea con los otros” (p.
32). Constituye aquel campo de contraposición de disputas, fuerzas y narrativas en
la escala de las experimentaciones de la vida cotidiana, a la vez que es el locus en el
que se confrontan proyectos, poderes que se definen en la acción, en el plano de la
vida individual y colectiva. Es en estas interacciones en el espacio donde también
las lógicas exógenas son confrontadas o interiorizadas en cada sujeto. Se trata de lo
que Milton Santos (1987) denomina “espacio del ciudadano”.
Lo que estamos proponiendo aquí es el análisis de las decisiones u omisiones de
accionar o de reaccionar de otro modo. Es decir, el estudio de las actuaciones, de las
intencionalidades, las motivaciones y los comportamientos en el plano de la vida
cotidiana de la casa, del hogar, del barrio, de la familia; el análisis de cada cuerpo
específico en su peculiar tela de la vida en el mundo urbano y de las fisuras que son
construidas en los espacios de la emancipación.

Los cuatro poderes transformadores del espacio social


Aquí planteamos investigaciones o estudios que, en aproximaciones sucesivas,
aborden en las más variadas escalas los proyectos sociopolíticos y económicos en
disputa, para lograr así dimensionar los poderes de sus actores, agentes y sujetos.
En esta perspectiva, el espacio social es asumido como un campo de relaciones
de fuerzas en confrontación. De esta manera, sería fundamental dimensionar los
cuatro poderes que desarrollamos a continuación, investigando en cada uno de ellos
su capacidad de comando, sus espacios de maniobra, sus instrumentos, etcétera.

i. La capacidad del poder privado para transformar el espacio


Es imprescindible volver a realizar investigaciones profundas orientadas a dimen-
sionar el poder de decisión privado, sobre todo el de las grandes unidades conglome-
radas oligopólicas que comandan ventajas cruciales y que poseen un poder cada vez
más asimétrico de encadenamiento de decisiones transformadoras sobre el espacio
social. El poder privado es un agente privilegiado que actúa en cadena, teniendo,
además, una desigual capacidad de inducción sobre otras decisiones, incluso sobre
las del Estado. Se encarna en conglomerados gerenciales y financieros en la forma
de masas concentradas de capital-dinero. Dichos conglomerados están orientados
por la exploración de oportunidades rentables y por la gestión de portfolios, inva-
didas por los procesos de financiarización y de acortamiento del horizonte de las
decisiones empresariales. El curso intersectorial de las trayectorias de valoración se
subordina a las orientaciones financieras (valor en bolsa), a las que someten todas las
operaciones comerciales, terciarias, agrícolas e industriales, subordinándose además
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a sus designios y a su disciplina. Es crucial estudiar sus formas de control en los


grandes circuitos de producción y distribución, al igual que sus tecnologías y sus
fuentes de abastecimiento, entre otros aspectos.

ii. El poder del poder público para transformar el espacio


Existe una ineludible urgencia en retomar desde una perspectiva crítica –y espe-
cialmente en la coyuntura contemporánea– la discusión del papel del Estado en
cuanto categoría fundante y constitutiva del capitalismo. Incluso más, esto debe
realizarse al lado y al interior del aparato de Estado, reconociendo que junto a él
existe un vasto y denso entorno. Es decir, un conjunto diversificado de entidades y
arenas de articulación de intereses que podríamos denominar como “institucionali-
dades paraestatales” o estatalidad (statehood), que se reescalonan espacialmente por
otros modos y vías paralelas y/o adyacentes al centro del aparato de decisión estatal
(Brenner, 2004).
Este debate, que podría ser designado como reescalonamiento espacial-territorial
del Estado (state space), debería avanzar en la investigación acerca de cómo el Estado y
las estatalidades se especifican y particularizan en las diversas escalas espaciales, niveles
y ámbitos gubernamentales y arenas de poder, como apuntaremos más adelante.

iii. El poder de las fuerzas de resistencia democráticas y emancipadoras para


transformar el espacio
Aquí buscamos colocar en debate el dimensionamiento del poder de las facciones
subalternas que emprenden luchas reivindicatorias, de movilización, protesta y
resistencia. En este sentido, nos interesa evaluar la real capacidad de las fuerzas con-
testatarias e insurgentes para promover e impulsar una unificación de las distintas
luchas democráticas y emancipadoras.
Esta propuesta procura estudiar las formas tácticas y las estrategias que se
producen en las distintas formas de expoliaciones socioterritoriales. En este sentido,
es preciso que analicemos las contrarreacciones de las fuerzas emancipadoras y
reivindicativas, experimentadas a escala del lugar, en su búsqueda permanente de
justicia socioespacial.
La canalización de las energías de insatisfacción y de inconformismo se expresa
en formatos variados. Necesitamos, por tanto, investigar minuciosamente las
contrarreacciones de los sin derecho y de los sin voz. Allí es donde surgen lógicas
organizativas portadoras de acciones y reacciones de resistencia, que son susceptibles
o no de constituirse en coaliciones insurgentes o alternativas. Pero, específicamente,
estas formas diversas de resistencia social requieren estudios espacializados.

iv. El poder de los micropoderes para transformar el espacio


Además de los tres poderes anteriores, no debemos olvidar la producción social
del espacio por parte de los micropoderes o contrapoderes de baja visibilidad. Son
poderes que se organizan, potencializan y contraponen a las nuevas tecnologías
del poder, que buscan normativizar y disciplinar comportamientos. También sería
importante analizar la dimensión simbólica y las narrativas; en suma, la contraposi-
ción de representaciones, la diversidad de formas de acción y las luchas en el plano
étnico-cultural de la reproducción del vivir. Se trata, además, de espacio-tiempos
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variados: el de lo doméstico, el de la comunidad, y tantos otros, que pueden sos-


tener una cadena permanente de contrarreacciones. Estos micropoderes tienen el
potencial para engendrar mecanismos más descentralizados y democráticos de deci-
sión, potencializando o anteponiéndose a las cadenas de reacción y a las decisiones
hegemónicas antipopulares y antidemocráticas.

Los cuatro planos o niveles de análisis


Defendemos en ese artículo que existen los siguientes planos o niveles de análisis: i)
escalas espaciales; ii) niveles de gobierno; iii) instancias, ámbitos y arenas de poder;
y iv) reproducción social de las prácticas espaciales de la vida cotidiana. Estos cuatro
niveles requieren estudios precisos de sus dinámicas, naturalezas y especificidades, y
exigen ser analizados y, sobre todo, articulados mediante un abordaje de conjunto.

i. El plano de las escalas espaciales


La discusión de las escalas espaciales de los procesos es, sin duda, una tarea obli-
gada para la aprehensión de las determinaciones “territorializadas” de los fenómenos
sociales, que en las últimas décadas se legitimó como una categoría central en los
estudios de la dimensión espacial del desarrollo capitalista (Brandão, Fernández &
Ribeiro, 2019).
Las escalas espaciales deben ser tomadas como planos analíticos y niveles de
abstracción que pueden dar un sentido a la organización de la reproducción social
de la vida. Consideramos aquí la escala en cuanto categoría analítica, a la vez
que como categoría de praxis política. Sin duda, las escalas son intrínsecamente
inexactas y dinámicas. Son instancias y entidades en las que la vida social se organiza
y se reproduce, trascendiendo la mera representación cartográfica. Pero la escala
es también escenario político y locus del ejercicio de la hegemonía. Ella delimita,
diseña y recorta, en constante proceso de confrontaciones y por interacción/oposi-
ción, compromisos sociopolíticos en movimientos conflictivos y contingentes.
Así, la investigación sobre la dimensión espacial y escalar del proceso de desa-
rrollo no puede ignorar las cuestiones fundamentales del poder, de las jerarquías
y hegemonías, cultivando una perspectiva de estas problemáticas en las distintas
escalas espaciales.

ii. El plano de los niveles de gobierno


En los países federalizados, entender el pacto territorializado de poder es funda-
mental para dialogar con la cuestión de las escalas espaciales. La posibilidad de
compartir procesos decisorios respecto de problemas comunes y la capacidad de
estructuración y organización sociopolítica de las escalas nacional y subnacionales
necesitan ganar creciente centralidad, principalmente en países con profundas y
múltiples desigualdades sociales y regionales. Desde esta óptica, el federalismo es
asumido como acuerdos, arreglos, normatividades, nuevos pactos, entendimientos,
tensionados por contratos sociales conflictivos que deben ser afrontados en sus par-
ticularidades, en sus variedades históricas y espaciales; es decir, con las especifici-
dades que poseen los países y las regiones.
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Las problemáticas del federalismo envuelven generalmente el campo de observación


de la escala nacional, pero también deberían incluir el de sus escalas subnacionales.
El pacto federativo se arma en el contexto y en el recorte escalar nacional. El nivel
nacional es espacio de poder, arena de constitución, enfrentamiento y concertación de
intereses. Pero, al mismo tiempo, es un constructo histórico, sociopolítico y econó-
mico de alineamiento político mínimo de los proyectos sociopolíticos en disputa.
En ese contexto, es necesario analizar el juego federativo y la espacialidad del
Estado, a través de su capacidad de constituir planos escalares articuladores de la
acción pública que tengan upscaling, hacia arriba, pero también capacidad para
promover movimientos de downscaling del aparato estatal, hacia abajo.

iii. El plano de los ámbitos y de las arenas de poder


Las diversas instancias, ámbitos y arenas por donde se estructuran y fluyen los
poderes requieren ser seguidos por los análisis críticos, advirtiendo que son com-
partimentos muy diversificados en sus naturalezas y lógicas internas. Como afirma
Dunham (1976), “la organización espacial de cualquier actividad socioeconómica
o administrativa entraña una red de relaciones sociales y espaciales relativamente
estable que se ha definido para servir determinados intereses y alcanzar ciertos obje-
tivos concretos” (p. 66).
Es necesario, además, investigar los arreglos institucionales, perseguir los canales
de influencia, las legislaciones, competencias, atribuciones, deliberaciones, instru-
mentos, acuerdos, junto con los procedimientos de una parafernalia compleja de
aparatos estatales, paraestatales, órganos de fiscalización, reglamentación y control, o
estatalidades que gravitan en el entorno del Estado, analizando también los procesos
y rituales de poder que se producen en el espacio social a partir de los poderes de la
República. Por ejemplo, analizar la discusión de aquella política urbana o regional
que pasó por el Legislativo y después por el Ejecutivo y que, sin embargo, también
debe ser comprendida en profundidad y detalle en el paso a paso de su recorrido, por
las distintas dimensiones que conllevan los trámites en el ámbito del poder Judicial.

iv. El plano de la reproducción social de las prácticas espaciales de la vida cotidiana


Este nivel o plano de análisis es esencial, pues es allí donde se desarrolla lo mundano
de la tela fina del tejido social. En él es importante mirar las prácticas espaciales con-
cretas en el contexto de esa esfera fundamental (inmediata, empírica y pragmática)
de las rutinas de reproducción de la vida cotidiana. Es en la cotidianidad como locus
del pragmatismo, de las carencias y de las preocupaciones, donde se formulan las
respuestas inmediatas a situaciones singulares muy concretas, y lo que ahí se afirma
es la “necesidad de buscar respuestas prácticas, condicionadas por las circunstancias
sociales (...) en una superficialidad empírica” (Costa, 2001, p. 36).
Además, en el plano del “mundo de la vida” se tejen las intersubjetividades
culturales y las expresiones de los derechos y de las libertades individuales, con sus
demandas y sus lógicas propias. En este plano de análisis, las prácticas espaciales
tienen el potencial para cambiar rutinas cotidianas de la vida social y construir otras
formas de reciprocidad, distribución, que no necesariamente son las de mercado.
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El desafío de hacer dialogar el esquema teórico propuesto


con el pensamiento socioespacial crítico desde el Sur:
algunos apuntes finales para una agenda de investigaciones

El esquema teórico propuesto, sintetizado en la Tabla 1, buscó apuntar algunas


dimensiones y elementos para, a partir de allí, montar una mirada alternativa a la
dominante. En este sentido, si pretendemos contribuir en la construcción de un
conocimiento contrahegemónico y desde el Sur –que se enfoque en la condición
subordinada periférica en el contexto de las estructuras de poder globales–, se vuelve
inevitable colocar en la propuesta algunos desdoblamientos y desafíos teóricos. El
fin que aquí buscamos es claro: avanzar en un abordaje consistente y dinámico sobre
el estudio de la producción social del espacio en América Latina.
En el Sur, el pensamiento crítico latinoamericano debe ser comprendido como
un locus privilegiado de enunciación de la condición particular de la periferia capi-
talista en su posicionalidad específica; pero también debe ser aprovechado como una
potencial fuente de inspiración, sobre todo a partir de su método de investigación
original, que piensa estructural e históricamente los procesos sociales, políticos y
económicos (Brandão & Siqueira, 2020).
Ese legado científico precisa ser criticado y desafiado, para, después de ello,
avanzar con su abordaje específico sobre las relaciones de clase y del Estado, como
también sobre las relaciones de poder internacionales, y vencer cierto nacionalismo
metodológico que el pensamiento histórico estructural aún posee. Requerimos
desarrollar mejor los análisis comparativos y relacionales, además de ampliar su
concepción escalar hacia una multiescalar. Igualmente, sería interesante analizar
las interconexiones con otros espacios y cultivar una mirada más dinámica y en
múltiples escalas espaciales. Sobre todo, es necesario perfeccionar sus plantea-
mientos, “subiendo” escalarmente a las dinámicas geopolíticas, geoeconómicas y
geoculturales, pero, al mismo tiempo, “bajando” a la escala de la vida cotidiana
de las personas. Asimismo, este trabajo de recalibración debería tener mayor flexi-
bilidad “lateral”/“horizontal”, para estar así más abierto a pensar las coyunturas
reales y concretas. Ello puesto que es en lo real y concreto donde se condensan las
contradicciones en un periodo breve de tiempo, es decir, en escalas temporales o en
temporalidades más “cortas”.
Ese rico pensamiento permite tornar más maleable y flexible sus abordajes,
actualizando tanto sus categorías de estilos de desarrollo como la de heteroge-
neidades estructurales, y avanzando así en una concepción más dinámica de las
recombinaciones de los elementos de modernización y atraso. Esos elementos están
siempre presentes, quedando yuxtapuestos y articulados a lo largo del tiempo en
los espacios de la profunda heterogeneidad latinoamericana. De ahí la necesidad
de buscar aprehender esas constelaciones de formaciones socioespaciales híbridas,
que coexisten e interactúan en complejas articulaciones de lo arcaico y lo moderno.
El contexto periférico se compone, justamente, de esas estructuras malformadas
o deformadas a lo largo del proceso histórico, configurando espacios vulnerables y
sujetos a decisiones basadas en procesos de heteronomía, generalmente sometidos a las
reglas impuestas por las relaciones imperiales que se expanden desde la escala mundial.
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En la Tabla 1 propusimos la evaluación de tres categorías centrales: las dimensiones


de la división social del trabajo; de los poderes transformadores del espacio; y de los
planos o niveles de análisis. De esta manera, propusimos estudiar en detalle, mediante
investigaciones profundas, las divisiones sociales del trabajo y los poderes concretos y
asimétricos. Esta propuesta coloca el foco en estas categorías porque es allí donde se
engendran los “espacios periféricos” y donde, además, se producen las destituciones
de renta, propiedad, derechos y poder de la mayoría (Brandão, 2016). Y es también
el lugar donde se expresan las inmensas y profundas desigualdades regionales y las
características del complejo proceso de urbanización, expansivo y precarizado.
Cada una de aquellas tres dimensiones y sus cuatro elementos constituyentes
requieren ser examinados a partir del Sur. Persiguiendo ese fin, es pertinente
preguntarse sobre cuáles son las características distintivas de la región latinoame-
ricana, tomando como base, en primer lugar, las cuatro dimensiones espaciales de la
división social del trabajo:

1. Interramificaciones de las estructuras productivas: en esta parte del mundo se


presentan poco densas, interrumpidas y desconectadas en sus interrelaciones
dentro de las redes, circuitos y cadenas extrarregionales de acumulación. Pero
además, y sobre todo, estas estructuras están sometidas a decisiones de carácter
exógeno, pues las subdivisiones de las ramas económicas con mayor valor agre-
gado, las relaciones intersectoriales, el contenido tecnológico y los sectores
líderes con mayor capacidad para arrastrar otros sectores, son de propiedad
extranjera. Por estas razones, es importante ampliar la agenda de investigaciones
de los grupos económicos y de sus conglomerados, junto con estudiar los cir-
cuitos regionales de acumulación en las diferentes regiones del continente.

2. Interregionalidades de las dependencias y complementariedades entre los


espacios regionales: precisamos evaluar en el sur del mundo la articulación, la
cohesión y la integridad de los procesos, explicitando sus mecanismos de coor-
dinación y regulación. Ello permitiría un mapeo relacional de potencialidades,
vulnerabilidades, jerarquías, puntos, ejes y nudos estratégicos de mayor o menor
potencia reproductiva y capacidad de apropiación en el contexto de las rela-
ciones interregionales.

3. Interurbanidades: necesitamos considerar de manera relacional las distintas


“máquinas de crecimiento urbano” del subcontinente, pensando las coaliciones
y los sujetos productores de espacios intra e interurbanos, a fin de realizar el aná-
lisis de los centros de decisión desde dentro de las redes urbanas, desde el espacio
interior de la ciudad y su hinterland. Cabría destacar que las redes de ciudades
latinoamericanas presentan muy específicas tasas de crecimiento, informalidad,
junto con una combinación de formas modernas y atrasadas, en contextos de
estructuras de urbanización y de ocupación muy precarizadas.

4. Interacciones rivales interpersonales: en estas dinámicas los sujetos confrontan


sus proyectos en el plano de la vida tanto individual como colectiva, según
distintas actuaciones, intencionalidades, motivaciones y comportamientos en
Brandão | El campo de los estudios urbanos y regionales desde el Sur: anotaciones... | ©EURE 19

el contexto de la vida cotidiana, ya sea de la casa, del hogar, del barrio, de la


familia, etcétera, que en esta parte del mundo operan de modo bastante dife-
rente de aquellas de los países desarrollados.
En cuanto a la segunda categoría central, poderes transformadores del espacio social, se
podrían proponer las siguientes cuestiones para pensar América Latina. Analizamos
cada uno de los cuatro poderes:

1. Poder privado: es preciso pensarlo en la forma de “unidades dominantes” que


accionan cadenas de decisiones en el ambiente macroeconómico de vulnerabili-
dades tecnológicas y financieras con bajo poder de transformación estructural.
Son conglomerados gerenciales mercantiles, que alojan su capital-dinero sobre
todo en la órbita de la circulación y explotan oportunidades rentables en el
capitalismo dependiente de forma subordinada en las cadenas globales de valor.

2. Poder público: es importante indagar en profundidad la naturaleza de la estata-


lidad periférica, junto con estudiar el reescalonamiento espacial-territorial del
Estado, las particularidades de las relaciones Estado-Sociedad (statecraft), para
así investigar las modalidades de organización institucional y espacial del poder
público en contextos subdesarrollados.

3. Poder de las fuerzas contrahegemónicas: se requiere analizar las fuerzas de resis-


tencia democrática y emancipadoras, realizando un balance y dimensionamiento
de la fuerza organizativa de los movimientos sociales y el poder de las facciones
subalternas, y avanzar sobre sus luchas específicas en los espacios heterogéneos
rurales-urbanos-regionales de América Latina.

4. Micropoderes: necesitamos estudiar la especificidad de los espacios nacionales y


regionales de los países periféricos.3 Es importante observar aquí las narrativas,
contraponiendo sus representaciones, sus espacios de contestación y disputa,
teniendo en cuenta la diversidad de formas de acción y lucha de los destituidos
de derechos.
Finalmente, con respecto a la tercera categoría, planos o niveles de análisis, en diálogo
con las especificidades del espacio latinoamericano, es crucial investigar:

1. El plano de las escalas espaciales: en cuanto producciones sociales en contextos


nacionales atravesados por la heteronomía, con baja autonomía de decisiones.

2. El plano de los niveles de gobierno: para entender el pacto territorializado del


poder y el enfrentamiento de problemas comunes, sobre todo en espacios sub-
nacionales urbano-regionales precarizados, evaluando las capacidades finan-
cieras, burocráticas y técnicas del Estado para aplicar la gobernanza multinivel y
los movimientos adecuados de upscaling y downscaling.

3 Hay una vasta literatura sobre interacciones rivales, prácticas espaciales de la vida cotidiana y
micropoderes en América Latina, destacando la disponible en el sitio del Consejo Latinoamericano
de Ciencias Sociales (clacso) (www.clacso.org).
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3. El plano de los ámbitos y arenas de poder: para concebir las diversas instan-
cias, ámbitos y arenas por donde se estructuran y fluyen los poderes, compren-
diendo sus agendas, sus arreglos institucionales, sus acuerdos, etcétera, ubicados
según compartimentos muy diversificados en sus naturalezas propias y lógicas
internas, examinando sus especificidades en las formaciones dependientes.

4. El plano de las prácticas espaciales de la vida cotidiana en la heterogeneidad


latinoamericana: para comprender, en cada coyuntura particular, las rutinas de
reproducción de la vida cotidiana. Estudiar las intersubjetividades, los proyectos
individuales, desarrollados en ambientes de extremada desigualdad, junto con
las disputas entre dominación y emancipación en los espacios del capitalismo
periférico.
En suma, sería deseable aplicar una mirada holística, dialógica y equilibrada, que
de forma estructural, histórica y dinámica, intente evaluar y medir las fuerzas para
transformar la situación latinoamericana en cada una de las dimensiones y perspec-
tivas aquí levantadas.
A lo largo de este trabajo buscamos sistematizar algunas tentativas de interpre-
tación del papel del espacio, sea desde el gran enfoque estructural como también
desde las dinámicas sociales. Además, hemos defendido que disponemos de un
precioso patrimonio intelectual acumulado de reflexiones sobre los procesos diná-
micos y conflictivos de producción del espacio entre agentes y sujetos que forjan
y transforman estructuras, estrategias y arenas de lucha. Ese legado intelectual nos
enseña cómo el rescate de la problemática de la reproducción de las clases sociales es
crucial, sobre todo al momento de intentar entender la dimensión urbano-regional
de los procesos desiguales de desarrollo capitalista en contextos territoriales y esca-
lares específicos.
Intentamos también, desde una perspectiva crítica, situar y jerarquizar, según el
lugar teórico de cada una de las principales determinaciones de la producción social
del espacio, los más decisivos enlaces “faltantes” o “más frágiles”.
Por último, junto con todo lo anterior, reclamamos la necesidad de reconocer
la rica y poco explotada herencia del Sur, y al mismo tiempo, la urgencia de acom-
pañar el avance de la frontera del conocimiento crítico del Norte. Cabría cons-
truir robustas y más definidas mediaciones teóricas e históricas que interpelen las
transformaciones geoeconómicas, geopolíticas y geoculturales del capitalismo del
siglo xxi, sobre todo en el actual momento de profunda y multidimensional crisis,
que avanza junto con un marcado proceso de neoliberalización radical posdemocrá-
tica. Simultáneamente, apremia buscar y sostener la construcción de mediaciones
a partir de las especificidades de los espacios periféricos, subdesarrollados, depen-
dientes e imperializados del Sur, con el objetivo de pensar la producción social
del espacio en todas sus dimensiones. Por último, sería bueno dejar claro que se
tiene plena consciencia de que un conjunto de tan complejas problemáticas requiere
investigaciones colectivas, reclamando además un posicionamiento crítico y situado
en el Sur del mundo.
Brandão | El campo de los estudios urbanos y regionales desde el Sur: anotaciones... | ©EURE 21

Agradecimientos

El autor agradece las lecturas atentas, provocativas y las precisas sugerencias de los
evaluadores, que aportaron mejoras substantivas a la versión previa de este artí-
culo. Estoy en deuda con Martin Scarpacci por las interlocuciones, traducción y
revisión de las distintas versiones y las discusiones de varias ideas y mejor forma de
exponerlas. El presente trabajo recibe beca de Productividad en Pesquisa (pq) del
Consejo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico de Brasil (cnpq).

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22 ©EURE | vol 48 | no 144 | mayo 2022 | pp. 1-22

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