Una Fuerte Llamada A La Conversión Personal, Comunitaria e Institucional

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Una fuerte llamada a la conversión personal, comunitaria e

institucional
Las Preferencias no nos llaman a empezar a hacer cosas
inauditas. Pero sí nos invitan a convertir nuestra manera de
ser apóstoles en todo lo que hacemos, integrando todo en
una visión más profunda de nuestro servicio como
colaboradores de la misión en el mundo de hoy. 1. A Al
comenzar mi oración, pido la Gracia: de dejarme convertir
por la acción del Espíritu en mi vida. 2. Escucho a Jesús
dirigiéndose a mí ahora. Y deseo la libertad de Pablo. “El
tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado;
arrepentíos, y creed en el evangelio.” (Mc 1: 15)
Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado ya;
pero una cosa sí hago: me olvido ciertamente de lo que ha
quedado atrás, y me extiendo hacia lo que está adelante;
¡prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús! (Flp 3: 13-14) 3. Con esta actitud,
considero el tipo de conversión a la que nos llaman las
PAU. “se ha vivido como una fuerte llamada a la
conversión personal, comunitaria e institucional. Recibir
las preferencias significa iniciar de inmediato su puesta en
práctica cambiando los estilos de vida y trabajo que
obstaculizan la renovación de las personas, comunidades y
obras comprometidas en la misión.” “las preferencias son
un instrumento para profundizar el estilo de vida-misión
indicado por la CG 36 cuando ésta nos invita a la
renovación espiritual y apostólica, incorporando el
discernimiento, la colaboración con los demás y el trabajo
en red en nuestra vida cotidiana.” “Hemos sentido con
fuerza que las preferencias ayudarán al cuerpo apostólico
de la Compañía si mantienen claramente la unidad entre
vida y misión; si las entendemos como orientaciones que
van más allá de “hacer algo” y llegan a transformarnos
como personas, como comunidades religiosas y como
obras e instituciones apostólicas en las que colaboramos
con otros.” “Las preferencias apostólicas universales nos
llevan a superar toda forma de autoreferencialidad o
corporativismo y así convertirnos en auténticos
colaboradores en la misión del Señor compartida con
tantas personas dentro y fuera de la Iglesia.” • ¿Cómo está
mi deseo de conversión? ¿Cuáles son las resistencias más
fuertes que siento? • ¿Qué puede significar para mí una
conversión en el ser más que en el hacer? Considero estas
preguntas y hablo de ellas con el Señor. 4. Después de mi
oración, releo la sección III de la carta del P. General, La
necesaria conversión personal, comunitaria e institucional
(p. 8-10), resaltando especialmente la llamada a la
profundidad espiritual e intelectual, al discernimiento
comunitario y a la profundización de la colaboración.

FE Y CONVERSIÓN
Sabemos que Jesús ya nos salvó, pero no hemos experimentado todos los frutos de la salvación
en nuestra vida y en el mundo.
Él ya nos salvó y nos dio la Nueva Vida, lo que hace falta es que nosotros aceptemos y
recibamos lo que Jesús ha ganado para nosotros.
¿Qué debemos hacer para vivir la vida de Jesús? Le preguntó aquella multitud a Pedro la
mañana gloriosa de Pentecostés (Hch 2,38). La fe y la conversión es lo único que nosotros
necesitamos para vivir la nueva vida de Dios que nos trae Jesús.
1. LA FE
Ciertamente sólo Jesús salva, pero el medio por el cual esa salvación llega hasta nosotros es la
fe: Rm 5. 1-2; Hch 10,43
Y la palabra de Dios nos dice que "la fe es la garantía de lo que se espera: la prueba de las
realidades que no se ven" (Hb 11.1).
Hemos sido salvados por gracia, mediante la fe, y esto no viene de nosotros mismos, sino que es
un don de Dios: "Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de
vosotros, sino que es don de Dios" (Ef 2,8).
Todo el que cree, obtiene por Jesucristo, la total justificación; "Tened pues, entendido,
hermanos, que por medio de éste os es anunciado el perdón de los pecados; y la total
justificación que no pudisteis obtener por la Ley de Moisés la obtiene por El todo el que cree"
(Hch 13, 38-39). Esta fe, don de Dios, es al mismo tiempo la respuesta a su iniciativa, que te
dice: "Sí, te creo, y acepto cien por ciento al que Tú enviaste a este mundo para salvarme ".
La fe es confianza, dependencia y obediencia a Jesús Salvador, muerto y resucitado que es el
único mediador entre Dios y los hombres.
La fe es la certeza de que Dios va a actuar conforme a la promesa de Cristo. Por tanto, la fe no
es creer en algo, sino en Alguien; esa persona es Jesús, a quien uno se entrega sin límites ni
condiciones. Tampoco es un asentimiento intelectual a cosas que no entendemos, sino una
confianza y dependencia a Dios y su plan de salvación.
La fe ni es un sentimiento, ni se mide por la emoción, ni es autosugestión. Es una decisión total
del hombre que envuelve todo su ser y compromete toda su persona.
a) FE COMO ENCUENTRO CON CRISTO
Esta es la Palabra de la fe que proclamamos: "Si confiesas con tu boca que Jesús es Señor, y
crees en tu corazón que Dios lo suscitó de entre los muertos, serás salvo (…) Porque todo el que
invoque el Nombre del Señor encontrará salvación" (Rm 10, 9-10.13).
Fe no solo es el reconocimiento de la existencia de Dios o la aceptación de las verdades por El
reveladas, sino el encuentro con el Señor resucitado, como el de Pablo en el camino de
Damasco, encuentro que cambie totalmente el sentido y el curso de nuestra vida.
De pequeños, fuimos bautizados, quizá llevamos una vida cristiana de rectitud moral y
cumplimiento religioso; pero es necesaria una fe viva fruto del encuentro personal con Jesús;
que lo reconozcamos, lo aceptemos, lo confesemos y lo recibamos en nuestro corazón y en
nuestra vida como Salvador.
b) ¿QUIÉN ES CRISTO PARA TI?
El cristianismo no es sólo una doctrina, es ante todo entrar en una doctrina, es ante todo entrar
en una relación personal con Jesús vivo como Dios y Señor.
Parte de un encuentro real con Jesús, se mantiene y desarrolla en una íntima comunicación y
comunión con Él.
Como a los discípulos, Jesús nos hace a cada uno de nosotros esta pregunta: "Para ti… ¿Quién
soy Yo?". ¿Cuál es nuestra respuesta personal? La respuesta que debe brotar de nuestra propia
experiencia y no como repetición de una lección aprendida.
Tu respuesta a esta pregunta es muy importante, pues es necesario que tu experiencia de
conocer a Cristo te lleve a re-conocerlo como tu Señor y Salvador ante los hombres.
¿Qué es el Cristianismo para ti? Para muchos el cristianismo se ha reducido a:
· Una religión de prácticas exteriores, a las que se les da valor por sí mismas, de donde
se saca una ilusión vana de haber cumplido, o una satisfacción de tranquilidad de conciencia o
de cumplimiento con cierto sentido mágico y supersticioso de carácter utilitario o de temor a lo
divino.
· Una moral restrictiva, que limita la libertad e impide vivir una vida basada en
prohibiciones. Un cristianismo de legalismo sin vida, o una vida triste, apagada, con alma de
esclavos.
· Una ideología humanista que ve en Cristo sólo un hombre extraordinario y al
evangelio como un ideal y un programa de rectitud, justicia o liberación social.
El cristianismo y la fe son más que todo esto y anterior a ello.
Por eso el Papa nos dice: "A veces nuestra sintonía de fe es débil y yo les propongo esto para
reavivar su fe: un encuentro personal, vivo, de ojos abiertos y corazón palpitante con el Señor
resucitado"
¿Cómo comenzar la vida cristiana? Con un encuentro vivo con Jesús.
Se inicia una vida nueva que se expresa con gozo y alegría, una vida de oración, sacramental y
de servicio a los demás, un comportamiento moral y en una vida cultural y religiosa como fruto
y consecuencia normal de la presencia viva de Jesús y de la acción poderosa del Espíritu Santo.
c) TIENES UNA RESPUESTA QUE DAR
Fe es un sí a la presencia y a la acción salvadora de Dios a través de Jesús. Un sí lúcido y
consciente como el de María, que se da una vez y se renueva permanentemente. Adhesión libre
y responsable de nuestro ser entero a Jesús y a la totalidad de su mensaje y su obra.
"Mira que estoy a la puerta y llamo, si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entraré en su casa
y cenaré Yo con él y él conmigo" (Ap. 3, 20).
Escuchemos el llamado que nos hace Jesús y abrámosle la puerta; recibámoslo en nuestro
corazón para que nos salve.
Cristo es el que está a la puerta y llama al corazón de todo hombre, sin coartar su libertad,
tratando de sacar de esa misma libertad el amor (Documento de Medellín 5, 8).
Es un acto de la voluntad que dice SÍ a Jesús y a su salvación. Se necesita de nosotros una
invitación explícita a que entre a nuestro corazón y a nuestra vida. Es una opción lúcida por
Cristo, una adhesión personal a Jesús como Salvador.
2. LA CONVERSION
A comienzos del siglo XIII, un joven acaudalado se hizo soldado, soñaba con proezas heroicas,
fama, romances, pero Dios tenía otros planes. El joven Francisco Bernardone fue capturado y
encarcelado, para regresar finalmente a casa, como un decepcionado aspirante a héroe. Pero
después, se dedicó a reparar "iglesias destruidas". Ahora lo conocemos como San Francisco de
Asís.
A mediados del siglo XIV, hubo en Jerusalén una prostituta, que siguiendo a un grupo de
peregrinos llegó a las puertas de la Iglesia del Santo Sepulcro; pero cuando trató de entrar, una
fuerza invisible se lo impidió. Después de tres frustrados intentos, se retiró llorando a una
esquina del patio de la Iglesia y comenzó a orar. A instancia de una voz interior, se arrepintió y
abandonó la vida de pecado.
Santa María de Egipto, nombre por el cual fue conocida, pasó el resto de su vida en retiro y
oración, adorando a quien la había rescatado.
Estas dos personas, cada una a su manera, experimentaron una conversión a Cristo. Tocados por
la gracia de Dios decidieron seguirlo y recibir la salvación en Jesús, mediante su muerte y
resurrección.
a) LA CONVERSION: DECISION VOLUNTARIA QUE RESPONDE AL LLAMADO DE
DIOS
En el Nuevo Testamento, la palabra conversión viene del griego "epistrepho" que significa
literalmente "volver atrás" o "dar media vuelta": los primeros cristianos encontraron en este
vocablo una descripción gráfica de su propia experiencia y comprensión.
Con la formación de la tradición del Nuevo Testamento, esta palabra "epistrepho" adquiere un
significado teológico propio, en el que se acentúa la decisión de renunciar al pecado y volver a
Dios.
"El poder de Dios les asistía, y un gran número de personas abrazaron la fe y se convirtieron
(epestrephon) al Señor" (Hch 11, 21) (ver además Lc 1, 17; 2º Co 3, 16; 1º Pe 2, 25).
La conversión de María de Egipto fue dramática. Ella decidió abandonar la vida de pecado
público, pero no sólo dejó de hacer las cosas que claramente violaban las leyes del amor de
Dios, también luchó por eliminar los malos pensamientos, tentaciones e impulsos internos que
la alejaban del Señor.
Del mismo modo el joven Francisco de Asís se convirtió a Dios y decidió abandonar a juergas,
aventuras y romances, se dio cuenta de sus antiguos pecados y frecuentemente oraba para nunca
más volver a caer en lo mismo. Eligió a cambio lo mejor: pasar el resto de su vida imitando la
humildad y pobreza de Cristo.
Con un simple examen de conciencia podemos observar que en nosotros hay inclinaciones
pecaminosas; malos deseos y apetitos que son propios de nuestra condición humana. Ago en
nuestro corazón nos mueve a abrigar tales pensamientos, expresiones o actos que sabemos
pueden perjudicar a otras personas o ponernos en situaciones peligrosas y finalmente alejarnos
de la presencia del Señor.
b) ARREPENTIRSE Y CREER
Jesús se fue a Galilea, predicando el evangelio de Dios y decía: "Ha llegado el tiempo. El Reino
de Dios está cerca; arrepiéntanse y crean el evangelio" (Mc 1, 15).
El término usado en el Nuevo Testamento para arrepentimiento es "metanoía", palabra griega
que literalmente significa "cambio d corazón o mente". El arrepentimiento está íntimamente
ligado a la conversión como se refleja en el caso de María de Egipto.
El cambio de vida es el resultado de la acción de Dios en nuestro interior. Cuando
experimentamos el tierno amor de nuestro Salvador, comenzamos a anhelarlo de una manera
insospechada, a abrir el corazón ante la posibilidad de un encuentro con Dios, y a percibir que
podemos ser liberados del sentido de culpa, del temor y la ansiedad en que el pecado nos tenía
sumidos.
Dios quiere darnos una nueva vida con su propia presencia en nuestros corazones, y su amor
que nos mueve a vivir de acuerdo a su voluntad. Y al experimentar este amor, veremos en
nuestra vida rasgos parecidos a los de Francisco y María en su nueva conciencia personal.
c) NACER DE NUEVO
Al dedicarnos a orar y tratar de comprender el maravilloso misterio de nuestra salvación,
recordemos una cosa: La conversión es nuestra respuesta a la inconmensurable gracia de Dios.
Solamente el Espíritu Santo nos hace comprender nuestra condición de pecadores necesitados
del inmenso amor de Jesús.
El Señor dijo a Nicodemo "Te aseguro que a menos que uno nazca del agua y del Espíritu, no
puede entrar en el Reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, y lo que nace del Espíritu es
espíritu". (Jn 3, 3-6).
La conversión es un acto humano de arrepentimiento y decisión en respuesta a la obra de Dios
en nosotros.
Esta es la esencia del Sacramento del Bautismo. En este Sacramento se nos da todo lo que
necesitamos para una vida plena con Cristo. En las aguas del bautismo morimos con Jesús y
resucitamos a una vida nueva con El; el pecado original es borrado; se nos da el Espíritu Santo y
somos incorporados al Cuerpo de Cristo, su Iglesia. Pero teniéndolo todo a nuestra disposición,
ello se nos da precisamente con el fin de que tomemos una decisión libre y consciente de
entregarnos a Dios por medio de Jesucristo.
Es importante reconocer el aspecto humano de la conversión. Todos somos criaturas únicas de
Dios, con personalidad, historia y futuro propios. En consecuencia, ninguna conversión será
exactamente igual a otra. Mientras unos tienen un abrumador sentido de pecado (como María de
Egipto), otros pueden sentirse impresionados por el inmenso amor de Cristo (como San
Francisco de Asís). Incluso otros pueden llegar a comprender que es imposible vivir santamente
sin la gracia y el perdón de Dios.
Por la gracia de Dios podemos recibir la plenitud de vida que hay en Cristo, sin que nada lo
impida. Con una fe segura, pidámosle a Dios que se nos manifieste; seamos dóciles al Espíritu y
permitamos que la revelación de Jesucristo crucificado y resucitado traspase nuestro corazón.
Rebosantes del conocimiento de su amor y misericordia, convirtámonos a Cristo.
La conversión es cambio total: dar la espalda, dejar atrás, abandonar todo lo que es incompatible
con Dios y su plan de amor para nosotros, romper con el pecado y los ídolos como rechazo y
sustitución de Dios, rechazar a Satanás como instigador para el mal y cortar con sus ataduras.
PASOS DE LA CONVERSIÓN
Reconocer nuestro pecado: Sólo el Espíritu Santo puede darnos conciencia de pecado (Jn 16, 8-
9); de otra manera se reduce a un sentimiento de culpa o a la simple confrontación de nuestras
acciones con la lista de pecados. Yo la voy a enamorar; la llevaré al desierto y le hablaré al
corazón" (Os 2, 14).
"Si te vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo precioso de lo vil,
serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a ellos" (Jr 15, 19).
ü Arrepentimiento: El arrepentimiento o contrición es un dolor de corazón y rechazo del
pecado con el propósito de no volver a pecar.
Dolor y tristeza, de haber lastimado y ofendido a quien amamos; pero tristeza, no como la del
mundo que produce muerte, sino tristeza según Dios que lleva a la conversión: "Ahora me
alegro. No por haberos entristecido, sino porque aquella tristeza os movió a arrepentimiento.
Pues os entristecisteis según Dios, de manera que de nuestra parte no habéis sufrido perjuicio
alguno. En efecto, la tristeza según Dios produce firme arrepentimiento para la salvación; mas
la tristeza del mundo produce la muerte" (2º Co 7, 9-11).
Voluntad decidida de romper con toda situación de pecado; propósito firme de enmienda y
cambio.
ü Confesar el pecado: Es necesario reconocer y confesar explícitamente nuestros pecados
ante Dios (Esd 9. 6-15; Dan 9, 4-18; Bar. 1. 14; 3. 2).
"Si confesamos nuestros pecados, fiel y justo como es El, nos perdonará nuestros pecados y nos
limpiará de toda maldad" (1º Jn 1, 9).
Necesitamos además hacer una renuncia explícita a Satanás y a todas sus obras incluyendo en
ellas todo tipo de ocultismo, esoterismo y superstición, con la voluntad firme de abandonarlo
definitivamente.
Esto es necesario, pero además tenemos que recibir el Sacramento de la Reconciliación (Stg 5,
16; Jn 20, 23), para recibir la ratificación del perdón de Dios por la absolución través del
sacerdote, el cual orará por nosotros para librarnos de toda atadura y opresión del enemigo.
ü Reparación y reconciliación: Restaurar la unión de amor con Dios, exige resarcir los daños
causados y reconciliarse con el hermano, como hizo Zaqueo ante Jesús:
"Mira Señor voy a dar a los pobres la mitad de todo lo que tengo; y si le he robado algo a
alguien, le devolveré cuatro veces más" (Lc 19, 8) (ver además Hch 26, 20; Lc 3, 10-14).
ü Convertirse a Jesucristo: "Jesús le dijo: Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no
peques más" (Jn 8, 11). "Y a vosotros que estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los
cuales vivisteis en otro tiempo según el proceder de este mundo, según el Príncipe del imperio
del aire (...) Pero Dios, rico en misericordia, por el grande amor con que nos amó, estando
muertos a causa de nuestros delitos, nos vivificó juntamente con Cristo (...) Pues habéis sido
salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es don de Dios" (Ef
2, 1-2.4-5.8).
La conversión de los cristianos los debe llevar necesariamente a Jesús. Moralmente, convertirse
es dejar el pecado y aceptar el Evangelio. Intelectualmente, es aceptar que Jesús es la única y
definitiva solución a los problemas de la humanidad y a los de cada hombre, y efectivamente es
aceptar a Jesús como el definitivo bien y el amor de nuestras vidas.
La conversión ha de ser el acto inicial de la vida cristiana, prolongado en un proceso
permanente de búsqueda de Jesús.
CEREMONIA DE LA LUZ
Antes de iniciar lo que es propiamente la Ceremonia de la Luz, se aconseja hacer a manera de
introducción una breve exhortación a la conversión y una explicación del sentido simbólico
cristiano de los diferentes elementos que van a emplearse durante la Ceremonia: La Luz (Dios
es Luz: 1º Jn 1, 5; Cristo es la Luz del Mundo: Jn 1, 9-11; 9, 5; nosotros: luz del mundo, Mt 5,
14-16; los hombres amaron más las tinieblas a la Luz: Jn 3, 19; permanezcamos en la Luz
porque somos hijos de la Luz: 1º Tes 5, 4-5 y 1º Jn 1, 6-7; 2, 10-11) y la oscuridad.
Igualmente, se recomienda realizar la Ceremonia en un ambiente acogedor y tranquilo que
permita la reflexión de los participantes.
Será igualmente importante contar con un Cirio Pascual, cuyo significado y simbolismo también
deberá ser explicado ( Ejem: El Cirio Pascual representa a Cristo que es la Luz; las letras ""
(alfa) y "" (omega) se inspiran en Ap. 22, 13: "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el
Ultimo, el Principio y el Fin"; también figura el año en que fue bendecido; mencionar la ocasión
en que fue consagrado: dentro de la Misa de Vigilia Pascual de Semana Santa). En caso de no
poder contar con uno, se podrá utilizar un cirio de misa y un crucifijo.
Todos los participantes deberán poseer una vela. Será sumamente importante que la persona
encargada de dirigir la Ceremonia vaya explicando claramente a los participantes cuáles van ser
los pasos que tiene que cumplir, y cómo hacerlo, a fin de evitar en ellos confusiones.
Se sugiere así mismo iniciar la Ceremonia con el canto ESTA ES LA LUZ DE CRISTO (Nº
402 del Cancionero de R.C.C.).
PASOS:
1. Cada participante se va acercando al Cirio Pascual (ya encendido) y a la vez que
enciende su vela va mencionando en voz alta el primer momento en que recibió la Luz de Cristo
en su vida en forma consciente. (Ejemplo: "Cristo vino a mi vida el día de mi matrimonio";
"Cristo vino a mi vida el día de mi confirmación"; "Cristo vino a mi vida el día de mi primera
comunión"; "... cuando vine por primera vez al grupo de oración y oraron por mí", etc.).
2. Se apaga la luz eléctrica y se inicia la oración del perdón por nuestros pecados. Quien
dirige la Ceremonia va haciendo una oración al Señor pidiéndole perdón por nuestros pecados,
mencionándolos específicamente, tomando en cuenta diferentes etapas de la vida (Ejemplo:
"Perdón Señor, por las veces que me resentí con mi mamá pensando que no me quería y me
enviaba al colegio durante mis primeros años...") Mientras va diciendo la oración, al
identificarse con lo que se dice o escucha, cada participante va apagando sus velas. Esto se hará
hasta que el salón quede a oscuras, únicamente con la luz proveniente del Cirio Pascual.
3. En la sala sólo brilla el Cirio Pascual. Todos pueden irse acercando luego a encender
sus velas directamente del Cirio mientras hacen una confesión de Jesús como su Salvador y
Señor, a la vez que le expresa su compromiso de brillar con la Luz de Cristo en el mundo.
Cuando todos hayan terminado de encender sus velas se puede tener un buen rato de oración de
alabanza comunitaria, dando gracias a Dios por los beneficios recibidos.
La conversión personal.
La salvación en Cristo es un acto de gracia. Jesucristo, en la cruz, tomó el lugar del hombre
pecador, porque solo una persona sin pecado tuvo que pagar por todos los pecados de la
humanidad. El justo pagó por los injustos; el bueno fue muerto por los malos.

Esta verdad de salvación no puede ser ganada por méritos propios; no es una salvación por
alguna obra humana realizada. Esta salvación es un acto de fe mediante la gracia inmerecida de
parte de Dios para cada persona.

Sin embargo, para acceder a esta salvación, se requiere una conversión personal. Esta
conversión consiste en la asimilación de dos cosas principales- el arrepentimiento y la fe.

El Arrepentimiento. Es necesario que una persona reconozca la magnitud de su pecado, que es


un pecador perdido en sus delitos y pecados (Efesios 2:1). Este reconocimiento en su propia
vida hará que mire la necesidad espiritual de su vida. El proceso de conocer su pecado no está
solamente en el conocimiento de su maldad; sino, en el arrepentimiento genuino de su estado
pecaminoso.
La Fe. Sobre la base de un arrepentimiento verdadero, la salvación es también un acto de fe. La
fe en Cristo es creer que Jesucristo murió por mis pecados y que fue sepultado y que resucitó
para darme vida eterna. Es creer que en la cruz Cristo quiere justificar al hombre declarándolo
absuelto de toda culpabilidad de pecado. Es creer que en la cruz Cristo quiere redimir al
hombre, comprándolo de un lugar de condenación con un precio muy alto que es su sangre. Es
creer que en la cruz, Cristo quiere santificar al hombre, dándole una posición de santidad
delante de Dios siendo un pecador.
La salvación en Cristo es una nueva vida, un nuevo nacimiento (Juan 3). El corazón de piedra
del hombre es trasformado en un corazón de carne (Ezequiel 36:26). El corazón de piedra es
duro, insensible a las cosas de Dios, mientras el corazón de carne es suave y tierno; es uno que
quiere recibir y aprender. Este acto de gracia debe manifestarse a través de una vida
transformada.

La conversión personal es un acto individual donde el hombre no tiene la capacidad o medios


por sí mismo de salvarse; sino, más bien, arrepintiéndose de su pecado y creyendo en la
suficiencia de la muerte de Jesús, la persona recibe la salvación de Cristo y es reconciliada a
Dios.

Jesús predica la conversión


Jesuspredicalaconversion.encuentra.com.intLa conversión es un cambio profundo de la mente y
del corazón. El que se convierte se da cuenta de que algo debe cambiar en su vida

La predicación pública de Nuestro Señor Jesucristo empezó con una llamada a la conversión:
«se han cumplido los tiempos y se acerca el Reino de Dios; convertios y creed en la Buena
Nueva« (Mc. 1, 15) Más adelante irá explicando las características del Reino, pero desde un
principio se advierte que hace falta una postura nueva de la mente para poder entender el
mensaje de salvación.

Pone a los niños como ejemplo de la meta a que hay que llegar. Hay que «hacerse como niños»
o «nacer de nuevo», como dirá a Nicodemo (cfr. Jn. 3, 4) La conversación con la mujer
samaritana es un ejemplo práctico de cómo se llama a una persona a la conversión. A Zaqueo
también lo llama a cambiar de vida, a convertirse. Lo mismo hará con otros muchos.

Sus parábolas sobre la misericordia divina son llamadas a la conversión contando con que
nuestro Padre Dios está esperando la vuelta del pecador. Hasta en los últimos momentos de su
vida, cuando le van a prender en el huerto, llama a Judas -amigo., ofreciéndole la oportunidad
de la conversión.

SAN JUAN BAUTISTA PREPARÓ LA VENIDA DEL MESÍAS


Cuando los sacerdotes de Jerusalén enviaron a preguntar a Juan Bautista quién era, contestó:
«Yo soy la voz que clama en el desierto: enderezad el camino del Señor, como dijo Isaías. (Jn.
1, 23) Con estas palabras indica que preparaba el camino del Mesías, que había de venir,
predicando la conversión y la penitencia. Sus palabras eran claras y fuertes. San Lucas narra
esta predicación y cómo animaba a compartir con los demás lo que se posee, a no exigir más de
lo que marca la justicia en los negocios, a no ser violentos, ni denunciar falsamente a nadie (cfr.
Lc. 3, 1-18) Para conseguir vivir sin pecado proponía el bautismo de agua y la penitencia. Sin
embargo, siempre insistió en que estos medios eran insuficientes, pues él era sólo el precursor:
«Yo os bautizo con agua para la penitencia; pero el que viene detrás de mí es más poderoso que
yo. No soy digno de llevarle las sandalias; él os bautizará en el Espíritu Santo y fuego; en su
mano tiene el bieldo y va a limpiar su era; reunirá su trigo en el granero, y la paja la quemará en
un fuego inextinguible» (Mt. 3. 11-12)

Cuando Jesús fue a bautizarse al Jordán, le dijo: «Yo necesito ser bautizado por ti, y ¿tú vienes a
mí?» (Mt. 3, 14) Más adelante dirá de Jesús: «He aquí el Cordero de Dios, el que quita el
pecado del mundo» (Jn. 1, 29) San Juan Bautista no tenía el poder de perdonar los pecados, sino
solamente predicaba la conversión y la penitencia preparando el camino del Señor. Como fruto
de su labor serán muchos los que escucharán la doctrina de Cristo. Los dos primeros discípulos
de Jesucristo serán dos discípulos de San Juan Bautista: Juan y Andrés. Además de estos
discípulos primeros, muchos otros discípulos de Juan fueron tras Jesús. Juan se llenó de alegría,
añadiendo: «Conviene que El crezca y yo disminuya» (Jn. 3, 30)

¿QUÉ ES LA CONVERSIÓN?

La conversión es un cambio profundo de la mente y del corazón. El que se convierte se da


cuenta de que algo debe cambiar en su vida, y se decide a cambiar. La conversión a Dios
incluye apartar todo lo que aleje de Dios.

La conversión exige que se dé primero un arrepentimiento del pecado:

El pecado mortal hunde sus raíces en la mala disposición del amor y del corazón del hombre, se
sitúa en una actitud de egoísmo y cerrazón, se proyecta en una vida construida al margen de los
mandamientos de Dios. El pecado mortal supone un fallo en lo fundamental de la existencia
cristiana y excluye del Reino de Dios. Este fallo puede expresarse en situaciones, en actitudes o
en actos concretos.

(C.v.e., p. 507)

Se puede decir, resumiendo, que: Pecado es todo acto, dicho o deseo contra la ley de Dios.
El siguiente paso será abrir el corazón a la luz nueva: «Dios es luz y no hay en El tiniebla
alguna» (1 Jn. 1, 5) San Juan explica las posibles actitudes ante la conversión, diciendo: «Todo
el que obra el mal, aborrece la luz, y no viene a la luz, porque sus obras no sean reprendidas.
Pero el que obra la verdad viene a la luz para que sus obras sean manifiestas, pues están hechas
en Dios» (Jn. 3, 20-21)

Todos los hombres llevan en su interior la posibilidad de una oposición a Dios. Por el pecado
original la naturaleza humana ha quedado debilitada y herida en sus fuerzas naturales. La
inteligencia se mueve entre oscuridades y cae fácilmente en engaños. La voluntad se inclina
maliciosamente hacia conductas pecaminosas. Las pasiones y los sentidos experimentan un
desorden que les lleva a rebelarse al impulso de la razón.

Esta inclinación al mal que todo hombre posee, se acentúa con los pecados personales y con la
influencia de ambientes corrompidos.

Convertirse es, en definitiva, cambiar de actitud, desandar el camino andado. Es una vuelta a
Dios, del que el hombre se aparta por la mala conducta, por las malas obras, es decir, por el
pecado.

Esa vuelta a Dios, que es fruto del amor, incluirá también una nueva actitud hacia el prójimo,
que también ha de ser amado.

EL REINO DE DIOS EMPIEZA CON LA CONVERSIÓN PERSONAL

Para entrar en el Reino de los Cielos es preciso renacer del agua y del Espíritu; de esta manera
anunció Jesús a Nicodemo el comienzo del Reino de Dios en el alma de cada hombre. Para esta
nueva vida Dios envía su gracia.

La conversión unas veces será de un modo fulgurante y rápido, casi repentina; otras, de una
manera suave y gradual; incluso, en ocasiones, sólo llega en el último momento de la vida.

En las parábolas del Reino de los Cielos es muy frecuente que el Señor lo compare a una
pequeña semilla, que crece y da fruto o se malogra. Con estos ejemplos indica que el Reino de
Dios debe empezar por la conversión personal. Cuando un hombre se convierte, y es fiel, va
creciendo en esa nueva vida; después va influyendo en los que le rodean. Así se desarrolla el
Reino de Dios en el mundo. El camino que eligió Jesucristo fue predicar a todos la conversión,
denunciar todas las situaciones de pecado e ir formando a los que se iban convirtiendo a su
palabra.
https://encuentra.com/biblia_en_la_teologia/jesus_predica_la_conversion_13971/
3) La Conversión
Tema 3

La Conversión

1. Discípulos en permanente conversión

El encuentro con Jesús y el seguimiento llevan consigo un cambio en la forma de vivir y de


pensar. Responde a su invitación, siempre actual: “Conviértanse y crean en el Evangelio”. “El
tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva”
(Mc 1, 15).

El amor por Jesús nos impulsa a vivir como él, siguiendo sus pasos y adoptando sus actitudes
(Mt 9, 35-36), a cambiar radicalmente muchos aspectos y detalles de nuestra vida. Induce a
emprender nuevos caminos, fortalece la fidelidad y el amor, nos hace disponibles al Evangelio,
en una palabra a ser felices siendo más humanos en el querer de Dios; sin embargo, en el
ejercicio de nuestra libertad, a veces rechazamos esa vida nueva (cf. Heb 3, 12-14).

Con el pecado, optamos por un camino de muerte. Por eso, el anuncio de Jesucristo siempre
llama a la conversión, que nos hace participar del triunfo del Resucitado e inicia un camino de
transformación (DA 351).
La conversión es personal y lleva consigo una conversión en comunidad, en nuestras relaciones
con los hombres y mujeres de nuestro entorno. La conversión nos orienta a mirar todo desde el
Reino de Dios, llevándonos también a asumir una actitud de permanente conversión pastoral
(DA 366).

2. Reflexión desde la Palabra de Dios y desde Aparecida

a.- Discípulos misioneros llevados por el Espíritu

El Espíritu “Señor y dador de vida” suscita en la Iglesia, según los diversos Ministerios y
carismas, la vocación y la misión. Nos habita, vive en nosotros y, entusiasmados por Jesús, nos
identifica con Él, abriéndonos a su misterio de salvación para que seamos hijos suyos y
hermanos unos de otros; nos da la vida del Padre, nos permite abrazar su plan de amor y
entregarnos para que otros “tengan vida en Él” (DA 137).

Desde el principio de nuestra vocación hemos sido formados por Jesús en el Espíritu Santo,
puesto que él es el Maestro interior que conduce a la verdad plena, formándonos como
discípulos y misioneros. Por lo tanto “como seguidores de Jesús debemos dejarnos guiar
constantemente por el Espíritu (cf. Gal 5, 25), y hacer propia la pasión por el Padre y el Reino:
anunciar la Buena Nueva a los pobres, curar a los enfermos, consolar a los tristes, liberar a los
cautivos y anunciar a todos el año de gracia del Señor” (cf. Lc 4, 18-19) (DA 152).

El Espíritu en la Iglesia nos forja y hace misioneros decididos y valientes como Pedro y Pablo,
nos elige y señala los espacios de evangelización. El mismo Jesús “hoy sigue derramando su
Vida a través de la Iglesia, que, con la fuerza del Espíritu Santo continúa la misión que
Jesucristo recibió de su Padre (cfr. DA 150-151).

b.- La alegría del discípulo


Nos alientan los signos de la victoria de Cristo resucitado, mientras suplicamos la gracia de la
conversión y mantenemos viva la esperanza que no defrauda. No tenemos otra dicha ni otra
prioridad que ser instrumentos del Espíritu de Dios, en Iglesia, para que Jesucristo sea
encontrado, seguido, amado, adorado, anunciado y comunicado a todos, no obstante todas las
dificultades y resistencias (DA 14). “¡Dichosos los ojos que ven lo que ustedes ven! Porque les
digo que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que ustedes ven, pero no lo vieron, y oír lo
que ustedes oyen, pero no lo oyeron” (Lc 10, 23-24).

Nuestra alegría, pues, se basa en el amor del Padre, en la participación en el misterio pascual de
Jesucristo quien, por el Espíritu Santo, nos hace pasar de la muerte a la vida, de la tristeza al
gozo, del absurdo al hondo sentido de la existencia, del desaliento a la esperanza que no
defrauda. Esta alegría no es un sentimiento artificialmente provocado ni un estado de ánimo
pasajero (DA 17). La felicidad que comienza en esta experiencia, culmina en sentirnos amados
por Jesús, como Él se sintió amado por el Padre, invitados a permanecer en su amor (Jn 15, 9-
10), a exclamar “Abba, Padre” (Rom 8, 15), a poder invocarlo como el Padre de todos (Mt 6, 9).

3. Aplicación pastoral

Muchas veces hemos presentado en nuestra predicación un Dios severo, inquisidor, autoritario,
que se relaciona con sus hijos e hijas con severidad y frialdad y les estimula con premios y
castigos; por tanto, una imagen distinta del Dios revelado por Jesucristo, otro modelo de padre.
Ese padre no es nuestro Padre, ese dios no es nuestro Dios, menos el Dios de Jesucristo, el que
nos hace presente el Evangelio.

Destruimos la posibilidad de entender a Dios, cuando tomamos la religión como el conjunto de


obligaciones y leyes que debemos cumplir. Impedimos sentir el amor que nos da cuando vemos
obligación en él. No entendemos y no sabemos amar, cuando esperamos premios y
recompensas. Ni siquiera nuestro trabajo es placentero, cuando lo hacemos por la paga que
esperamos.
El pecado, en cuánto actitud personal ciega, no permite reconocer la vida, el esfuerzo, el valor,
la dignidad de los otros; no sólo lleva a romper la comunión con los otros, sino también a
destruir lo que los otros construyen; y, lo que es más, esa ruptura lleva a destruir la cercanía, la
amistad, la presencia, la relación con Dios. Es volver a sentirse Adán: querer ser dioses, sin
haber aprendido a ser hombres mediante la lucha y el trabajo que nos hace libres.

Este aspecto de nuestra condición humana es el que nos hace sentir la necesidad de volver
nuestra mirada a Jesucristo y encontrar en El, en su amor, la misericordia del Padre, que espera
el regreso de su hijo para acogerlo en su casa (Lc 15, 11-32).

La conversión es la respuesta inicial de quien ha escuchado al Señor con admiración, cree en Él


por la acción del Espíritu, se decide a ser su amigo e ir tras de Él, cambiando su forma de pensar
y de vivir, aceptando la cruz de Cristo, consciente de que morir al pecado es alcanzar la vida
(DA 278 b). Es el encuentro de dos amores que construyen un nuevo amor, una nueva vida: el
hijo ha sido reengendrado por amor y comienza la fiesta, es un acontecimiento familiar, es
alegría de todo el cielo (Lc 15, 10).

La historia de la humanidad a la que Dios nunca abandona, transcurre bajo su mirada


compasiva. Dios ha amado tanto nuestro mundo que nos ha dado a su Hijo. “La alegría que
hemos recibido en el encuentro con Jesucristo, a quien reconocemos como el Hijo de Dios
encarnado y redentor, deseamos que llegue a todos los hombres y mujeres heridos por las
adversidades; deseamos que la alegría de la buena noticia del Reino de Dios, de Jesucristo
vencedor del pecado y de la muerte, llegue a todos cuantos yacen al borde del camino, pidiendo
limosna y compasión (cf. Lc 10, 29-37; 18, 25-43)” (DA 32).

Nos reconocemos como comunidad de pobres pecadores, mendicantes de la misericordia de


Dios, congregada, reconciliada, unida y enviada por la fuerza de la resurrección de su Hijo y la
gracia de conversión del Espíritu Santo (DA 100 h).
En nuestra Iglesia debemos ofrecer a todos nuestros fieles un “encuentro personal con
Jesucristo”, una experiencia religiosa profunda e intensa, un anuncio kerigmático y el
testimonio personal de los evangelizadores, que lleve a una conversión personal y a un cambio
de vida integral (DA 226 a).

“Conocer a Jesucristo por la fe es nuestro gozo; seguirlo es una gracia, y transmitir este tesoro a
los demás es un encargo que el Señor, al llamarnos y elegirnos, nos ha confiado” (DA 18; 32).

Esta decidida voluntad de ser hombres nuevos, es un don del Espíritu Santo que nos impulsa a
vivir en permanente conversión, como seguidores de Jesús, al servicio de la instauración del
Reino de vida; consiguientemente, llamados a asumir una actitud de permanente conversión
pastoral que implica escuchar con atención y discernir los signos de los tiempos en los que Dios
se manifiesta (DA 366) y la necesidad, en fidelidad al Espíritu Santo que conduce a la Iglesia,
de una renovación eclesial que implica reformas espirituales, pastorales y también
institucionales (DA 367).

Para trabajar en grupos:

* ¿Qué nos exige la conversión para lograr un auténtico encuentro con Jesús vivo?

* ¿Cuáles son los impedimentos para una auténtica conversión?


* ¿Cómo fortalecer la conversión en la acción pastoral?

* Desde nuestra fidelidad al evangelio, ¿Qué cambios personales, mentales, pastorales e


institucionales nos pide la situación del país?

Lectio Divina

Lc 15, 11-32

La aceptación del amor misericordioso, gratuito, incondicional de Dios lo experimentamos


cuando amamos como Él nos ama. Esta es la esencia de la conversión de la que nos habla Jesús
en la parábola del Padre misericordioso.

1. Lectura: ¿Qué dice el texto?

* ¿Qué personajes aparecen en el texto?

* ¿Qué dicen? ¿Qué hacen? ¿Qué sienten?

* ¿En qué nos parecemos a estos personajes?


El hijo menor exige su herencia, se aleja de su casa y rompe con su familia. Según la ley, el
padre le da mucho más de lo que le corresponde, espera que su hijo sea feliz. Pero, el hijo
rompe con el padre y comienza a recorrer el falso camino de la felicidad: pierde su dignidad,
acepta condiciones injustas e inmorales, abandona su religión.

Su conversión comienza cuando reconoce que el pecado es la causa del sufrimiento y busca el
cambio y el retorno a su vida de dignidad, a su casa, confiando en la misericordia de su padre.

El egoísmo del hermano y la fiesta del perdón están llenos de símbolos con profundo
significado.

2. Meditación: ¿Qué me dice el texto?

* ¿Qué aspectos debemos cambiar en nuestra vida?

* ¿Qué tenemos que cambiar en nuestra acción pastoral y misionera?

* ¿Cómo fortalecer nuestro encuentro con Jesucristo vivo?

3. Oración: ¿Qué le digo a Dios?


Oro espontáneamente para que el Espíritu Santo me ayude a cambiar mi vida para ser cada día
mejor discípulo de Jesús.

4. Contemplación: ¿Cuáles son mis compromisos?

* ¿Qué actividades voy a realizar entre los grupos y personas, en la parroquia, para avivar la
experiencia de conversión, de misericordia y de perdón?

https://www.vidadelacer.org/index.php/documentos/mision/996-3-la-conversion
¿Por qué aparece el deseo de cambiar de vida?
Las razones que llevan a las personas a desear darle un cambio radical a su vida son diferentes.
En muchos casos el motor impulsor es una crisis personal después de pasar por una dura
experiencia, o no se encuentran contentos con su estado actual, hay cosas que no les satisfacen y
que quisieran cambiar. Cuando esta insatisfacción es más profunda llegan incluso a atravesar
una crisis existencial, es decir, no le encuentran sentido a su vida y quieren darle un giro para
sentirse más vivos, seguros, felices o tranquilos. A veces se debe a que la monotonía se ha
asentado y la persona siente que ha perdido algo y desea recuperarlo, una situación bastante
común en las relaciones de pareja, cuando la rutina apaga el fuego de la pasión.

En otras ocasiones el deseo de cambiar de vida no proviene de una carencia, sino simplemente
de la necesidad de potenciar determinadas capacidades o descubrir nuevos ámbitos de
actuación. En estos casos no existe una insatisfacción de base, sino que la persona desea
explorar nuevos derroteros. Esta situación es bastante común en el ámbito laboral, cuando la
persona decide que está preparada para afrentar nuevos retos que marquen un punto de inflexión
en su vida.

No obstante, el deseo de cambiar de vida no siempre proviene del interior, a veces las
circunstancias externas actúan como un catalizador y empujan a realizar una transformación
radical. Una experiencia traumática, una enfermedad grave, la pérdida de una persona querida o
los problemas económicos pueden dar pie a diferentes preguntas existenciales que generan el
deseo de cambiar de vida.

¿Un cambio de vida radical siempre es lo que realmente necesitas?


Algunas personas, cuando las cosas no les van bien, piensan “necesito un cambio en mi vida”.
Hacer cambios es bueno, pero no siempre hay que cambiar de vida radicalmente, como si esta
fuera una solución mágica que hará desaparecer todas las dificultades. No importa si se trata
solo de un problema de pareja o en el trabajo, la frustración que genera esa situación es tan
grande que la persona pierde la perspectiva y pretende solucionar una dificultad puntual
acometiendo una reforma integral de su vida. Lo que suele suceder en estos casos es que el
cambio es de tal envergadura y tiene tantas implicaciones que finalmente la persona se deja
vencer y no cambia nada.

Sin embargo, el cambio por el cambio no es la solución más adecuada, es como cambiar de vaso
cuando el problema radica en que el agua que estás bebiendo está contaminada. A veces los
cambios drásticos no solo no eliminan las dificultades, sino que pueden acarrear nuevos
problemas. Esto se debe a que a menudo tú mismo eres parte del problema y para solucionarlo
no basta con cambiar de amistades, de trabajo o de ciudad, es necesario realizar un cambio
interior mucho más profundo y escuchar tus necesidades internas para tomar las decisiones
adecuadas.

Por eso, ante un problema, lo más sensato es analizar con calma la situación y planificar el
cambio, preferentemente de manera gradual para que puedas sentirte lo más seguro y cómodo
posible. En este sentido, una herramienta terapéutica muy valiosa es el coaching.

El coaching como herramienta de cambio vital


Hay ocasiones en que, al intentar cambiar, el miedo y la angustia se apoderan de nosotros,
emociones que suelen conducir al inmovilismo y que pueden hacerte desistir de tu intento. En
esos casos, el proceso de cambio llega a ser doloroso y hasta frustrante. Sin embargo, aunque
cierta dosis de incertidumbre y ansiedad son perfectamente normales cuando se decide cambiar
de vida, no es necesario que todo el proceso esté marcado por el estrés. A través del coaching
podrás emprender estos cambios con mayor seguridad, de manera más rápida y, sobre todo,
menos traumática.

coaching para el cambio vital

El coaching es un proceso de acompañamiento a través del cual un psicólogo o coach actuará


como guía para ayudarte a delimitar tus objetivos y alcanzarlos. El coach te ayudará a descubrir
tus habilidades y potencialidades, aumentando tu autoconfianza y trabajando en un plan que te
permitirá alcanzar tus metas, buscando siempre las estrategias más adecuadas para tu caso en
específico.

Mediante el proceso de coaching no solo lograrás poner en práctica los cambios que deseas,
sino que aprenderás a conocerte mejor y asumirás un mayor compromiso con las decisiones que
realmente pueden cambiar tu vida. Por tanto, el coaching no solo te ayudará a encontrar la vía
más sencilla para cambiar de vida, sino que también se convertirá en un camino al encuentro
contigo mismo.
La rueda de la vida: Una técnica de coaching para decidir qué se debe cambiar
Muchas personas son conscientes de que necesitan cambiar de vida, pero las buenas intenciones
no son suficientes. Un cambio de vida también implica reflexión y planificación. Realizar
pequeños cambios cotidianos, como el manejo de las finanzas o la organización de la agenda, no
es demasiado complicado, pero cuando se trata de cambiar de vida, el asunto se complica
porque es más difícil delimitar qué aspectos se deben cambiar y cuáles se pueden mantener.

Para lograr un cambio de vida trascendental es necesario plantearse determinados objetivos. En


este sentido, existe una técnica muy sencilla que se aplica usualmente en las sesiones de
coaching y que te puede ayudar a determinar qué áreas necesitan un cambio con urgencia y qué
esferas se pueden conservar, se denomina: la rueda de la vida.

Con esta técnica podrás hacer un balance de tu vida en general y determinar con precisión cuán
satisfecho estás y cuánto te falta aún por andar para llegar a la meta que te has propuesto. Todo
lo que necesitarás es una hoja de papel y un lápiz.

Dibuja en el centro de la hoja un gran círculo y divídelo en diferentes partes, tantas como
esferas de tu vida quieras evaluar, como por ejemplo: la salud, las finanzas, el trabajo, la
familia, la relación de pareja, el ocio, los amigos, el desarrollo personal... Coloca en cada
porción el nombre de una de esas áreas.
Evalúa en una escala del 1 al 10 cuán satisfecho te sientes con lo que has logrado en cada una de
las esferas. Sin embargo, en vez de escribir un número, representa esa escala con puntos. Por
ejemplo, el 10 estará en un punto exterior y el 1 en un punto interior, cercano al centro del
círculo. Por tanto, mientras más al borde coloques el punto, más alta será tu satisfacción en esa
esfera.
Cuando hayas evaluado todas las esferas, une cada uno de los puntos. Ten en cuenta que la
figura que aparezca tiene que ser lo más semejante a una rueda. Cuánto más regular y grande
sea la rueda mejor estarás rodando por la vida. Si el resultado de esta unión es un círculo
bastante semejante a la circunferencia exterior, no será necesario que hagas grandes
transformaciones en tu vida. Al contrario, si el círculo interior es muy pequeño o tiene formas
muy puntiagudas, es necesario que implementes cambios en algunas esferas.
Este ejercicio te ayudará a ver dónde estás, y sobre qué áreas debes empezar a trabajar para
equilibrar tu rueda, y por lo tanto tu vida. Elije una o dos áreas para implementar cambios. ¿Qué
podrías hacer para mejorar en concreto esa área de tu vida? Establece objetivos concretos,
realistas y mensurables.
Obviamente, para que esta técnica sea realmente eficaz y pueda orientarte en tu camino hacia el
cambio, es importante que seas completamente sincero y que no recurras al autoengaño.
Considera que ese momento de sinceridad te ayudará a encontrarle un nuevo sentido a tu vida y
a poner en práctica los cambios que realmente necesitas.

Cinco claves imprescindibles para cambiar de vida y no fracasar en el intento


Si quieres cambiar de vida...
cambio de vida radical

Encontrar una razón suficientemente motivadora. Cambiar de vida es, en esencia, una cuestión
de motivación. La única manera para generar un cambio verdadero que perdure a lo largo del
tiempo, sin desfallecer a lo largo del camino, consiste en hallar un motivo lo suficientemente
poderoso como para que guíe tus pasos. Cambiar de vida porque otros a tu alrededor lo han
hecho o porque alguien te lo ha pedido no suele ser un motivo bastante movilizador, el cambio
debe provenir de una necesidad interna. Un motivo intrínseco te permitirá mantenerte en el
camino que has trazado y alcanzar tus metas pero una razón externa puede conducirte por
derroteros inapropiados que terminen generando frustración. Por eso, antes de dar el primer
paso, es importante que bucees en tu interior y te cerciores de que estás cambiando por el
motivo adecuado.
Tomar la decisión de cambiar. Puede parecer una verdad de Perogrullo, pero hay personas que
quieren cambiar su vida, pero no quieren cambiar ellas mismas. No se trata de un juego de
palabras, sino de que el cambio siempre implica transformaciones a nivel personal y a menudo
demanda renuncias que pueden llegar a ser dolorosas. Por esa razón, muchas personas no se
atreven a dar el paso que las conduce al cambio y terminan atrapadas en un círculo vicioso
matizado por continuas lamentaciones y la sensación de desencanto. Y es que no basta con el
deseo de cambiar de vida, es necesario asumir el compromiso con el cambio y empezar a tomar
decisiones.
Si realmente quieres un cambio de vida tendrás que tomar una decisión auténtica, lo cual
significa que deberás comprometerte con alcanzar la meta que te has propuesto, sin poner
excusas que dilaten el cambio. Tu vida puede cambiar a partir de una sola decisión, pero es
importante que seas consecuente con esta y que pongas en práctica las acciones necesarias.

Concentrarse en el cambio. Cuando un tirador quiere acertar en la diana, concentra su atención


en el centro de esta, no en la parte más externa. Se trata de una cuestión de sentido común. Sin
embargo, en la vida cotidiana muchas personas pasan demasiado tiempo concentradas en lo que
no quieren, en vez de focalizarse en lo que realmente quieren conseguir. Por eso, si quieres
cambiar de vida, es imprescindible que aprendas a concentrarte en el punto al que deseas llegar.
En este sentido, mientras más específicos sean tus objetivos, mejor podrán conducirte por el
camino adecuado ya que no solo te permitirán mantenerte focalizado sino también motivado.

Para lograr cambios estables es necesario fijarse retos concretos, que se puedan medir. De
hecho, muchas personas no logran cambiar simplemente porque no son capaces de plantearse
objetivos que las puedan guiar a lo largo del camino. Por ejemplo, “adoptar un estilo de vida
más saludable” es solo un propósito que debe dar paso a una serie de objetivos concretos, como
puede ser: “practicar deporte tres veces a la semana”.

Dar un paso a la vez. Aunque el objetivo final sea cambiar de vida, esto no significa que tengas
que lanzarte al vacío sin paracaídas. De hecho, los cambios paulatinos son menos traumáticos
ya que no encierran ese miedo a dar un paso en falso y permiten mantener bajo control la
incertidumbre que generalmente representa lo desconocido. Como norma, la mejor estrategia no
consiste en cortar por completo los hilos que te atan a tu vida pasada sino en ir dando pequeños
pasos que te acerquen cada vez más a tu objetivo final.
El secreto radica en focalizarse en pequeñas metas que te permiten avanzar y, mientras lo haces,
mirar atrás y sentir satisfacción por el camino recorrido. Considera que centrarse en metas
demasiado ambiciosas puede llegar a ser muy agobiante, pues a menudo estas generan la
sensación de que son inalcanzables, por lo que la desmotivación no tarda en aparecer. Como
resultado, creerás que no eres capaz de alcanzar el objetivo que te has planteado, cuando en
realidad el problema radica en que no has sabido estructurar adecuadamente el camino.

Buscar nuevas soluciones. Albert Einstein afirmó “si buscas resultados distintos, no hagas
siempre lo mismo”. De hecho, a menudo las personas que quieren cambiar de vida se ven
atrapadas en la tela de araña de sus propios hábitos, los cuales son tan fuertes que, aunque
cambien de trabajo, pareja o incluso de ciudad, vuelven a la superficie haciendo que
reaparezcan viejas problemáticas. Por eso, un cambio sólido a lo largo del tiempo implica
encontrar nuevas soluciones y, sobre todo, poner en práctica comportamientos diferentes. En
este punto, es necesario pasar por encima de los estereotipos y dejar atrás muchas creencias
limitantes, abrir la mente y crear nuevos patrones de conducta. Al principio puede ser
complicado y es necesario esforzarse pero la buena noticia es que cuando pones en práctica
nuevos patrones de comportamiento, el cerebro termina por acostumbrarse y creas hábitos
mucho más saludables y satisfactorios que se mantendrán a lo largo de los próximos años.
Necesito un cambio en mi vida: ¿A quién acudir?
Si necesitas cambiar de vida en El Prado Psicólogos podemos ayudarte. Un proceso de coaching
puede ser lo más adecuado cuando quieres empezar a tomar decisiones y planificar la hoja de
ruta para que el cambio de vida sea positivo. Evaluaremos dónde estas, a dónde te quieres
dirigir y los pasos que tienes que dar para hacer los cambios que necesitas en tu vida. Y por
supuesto te acompañaremos y te apoyaremos en el proceso.

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Probablemente, en alguna ocasión anterior te has planteado hacer un cambio de vida. Incluso, a
veces, nos viene a la mente en forma de pensamiento una curiosa cuestión: ¿cómo cambiar de
vida? Si nos paramos a analizar en profundidad el deseo y la necesidad que se esconde tras este
aparente propósito, aparece una nueva cuestión: ¿qué es realmente aquello que queremos
cambiar?

¿Necesitas hacer un cambio de vida?


La Psicología Social recoge una famosa frase: “La situación es la situación interpretada”. Es
decir, la realidad que vivimos es la realidad que interpretamos. De modo que, probablemente,
cambiando la forma en que percibes tu vida, podrías alcanzar el cambio de vida que estás
buscando.

De manera habitual, y sin darnos cuenta, establecemos constantemente juicios de valor acerca
de nuestra vida, de las personas que nos rodean, de nosotros mismos y de cada una de las
situaciones en las que nos vemos inmersos a lo largo del día. Esos juicios de valor están
construidos en base a nuestras creencias, instauradas por experiencias previas (o percepciones
de esas experiencias). Es decir, realmente se trata de una percepción que nosotros mismos
hemos construido, y que nos condiciona a la hora de apreciar y valorar nuestra vida. A partir de
estas vivencias y creencias vamos desarrollando nuestra atención selectiva, que es la que va a
determinar las distintas interpretaciones de la vida que hacemos, y que, aunque percibamos
como realidad, se trata de una realidad subjetiva.

No significa que no debamos desear un cambio en nuestra experiencia de vida, significa que
debemos tomar consciencia de que para hacerlo, lo primero que tenemos que hacer es cambiar
las gafas con las que la estamos mirando.

“Si no hay alegría, fluidez, ligereza en lo que haces, eso no significa necesariamente que tengas
que cambiar lo que haces. A veces basta con cambiar la manera de hacerlo. El “cómo” siempre
es más importante que el “qué” - El poder del Ahora (Edkhart Tolle).

Si tú cambias, todo cambia. Y, por tanto, también cambia tu vida. Cuando comienzas a hacer
cambios en ti, internamente, lo demás te sigue de forma natural. Sin embargo, la mayoría de las
veces tratamos de buscar ese cambio de vida en las situaciones externas, algo estéril en un
primer momento.

Sólo cuando has trabajado en ti mismo, cuando has profundizado y entendido aquellos aspectos
internos que te están impidiendo ser feliz, es cuando estás en disposición de actuar y puedes
verdaderamente obtener el cambio de vida que necesitas.

No importa que te mudes a otro país, que cambies de trabajo, o cambies de pareja. Por mucho
que modifiques las circunstancias externas, si no cambias la forma en que percibes tu vida,
seguirás experimentando las mismas emociones y sensaciones, el mismo diálogo interno, y los
mismos miedos e inseguridades que te han acompañado hasta entonces y que condicionan tu
experiencia de vida.
¿Cómo cambiar de vida?
Después de todo lo anterior, puedes adivinar que no vamos a proponerte que hagas las maletas y
comiences una nueva vida en la otra punta del mundo… Esto no significa que no debas hacerlo,
cualquier decisión de cambio que consideres adecuada podrá ser una buena experiencia para ti,
sólo evita que sea una simple huida hacia delante ya que, tu forma de interpretar la vida, viajará
también contigo. Nuestra recomendación parte de ti mismo. Por ello, te proponemos algunas
prácticas de crecimiento personal e introspección que desarrollarán tu inteligencia intrapersonal,
y que te van a ayudar a obtener el cambio de vida que deseas:

1. Practica la meditación de forma regular.


Meditar te ayudará a tener una mente más calmada y a percibir con mayor claridad tus
pensamientos, que al fin y al cabo, son los que transforman tu realidad.

2. Trabaja la Atención Plena.


A través de técnicas como el Mindfulness podrás desarrollar tu capacidad de vivir el momento
presente, disfrutando de cada momento.

Gracias a estas prácticas, estarás en disposición de redirigir las velas y experimentar un cambio
profundo y duradero en tu vida. A partir del autoconocimiento, tendrás una visión de lo que eres
y de lo que deseas, y te será más fácil conseguirlo, pero ¡cuidado! No te dejes boicotear por tu
mente, lleva muchos años teniendo el poder y la inercia es una fuerza poderosa.

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Quizá también te puedan interesar otros artículos como La curiosa paradoja del cambio o Qué
hacer para ser uno mismo.

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de-un-cambio-de-vida.html
"Quiero cambiar mi vida": 23 pasos
para empezar de nuevo
Desprenderse de los viejos hábitos y abrazar otros más
útiles y motivadores puede ser algo confuso.

Juan Armando Corbin

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Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos querido cambiar. Ya sea


porque nos ha dejado la pareja y teníamos gran parte de la culpa o porque
estábamos realizando una carrera universitaria que, en realidad, no era la
que deseábamos.

El cambio es algo normal en los seres humanos y en la naturaleza, pero no


siempre es fácil. A partir de estas experiencias es muy normal y
comprensible llegar a la siguiente conclusión: "quiero cambiar mi vida".
Claves para cambiar de vida
Cambiar o transformarse es un proceso individual que comienza en uno
mismo, por tanto, nosotros somos los principales conductores de nuestro
cambio. Pero es frecuente que nuestras propias creencias o el miedo a
cambiar puedan interferir en el cambio de vida que tanto imaginamos.

Si estás decidido a cambiar, en las siguientes líneas encontrarás los pasos


necesarios para llevar a cabo el proceso de cambio.

1. Conócete
A la hora de empezar de nuevo, el primer paso es conocerse a uno
mismo. Saber cuáles son tus deseos, cuáles son las cualidades que posees
y cuál es la dirección que quiere seguir. El primer paso para el cambio es la
autorreflexión y el autoconocimiento.

 Artículo recomendado: “Desarrollo Personal: 5 razones para la


autorreflexión”

2. Encuentra un propósito en tu vida


El autoconocimiento es clave para poder averiguar cuál es el propósito que
uno tiene en la vida. Tener un objetivo vital es clave porque nos mantiene
motivados: es la fuerza que nos ayuda a movernos y que vertebra nuestro
día a diá. Ahora bien, cambiar no solamente consiste en visualizar el
propósito, sino en disfrutar del camino mientras se persigue.

3. Hazlo por ti
Para hacer lo anterior de manera eficaz es necesario conectar con uno
mismo, por eso es tan útil conocerse a fondo. Porque muchas veces
pensamos que queremos cambiar, pero es la opinión de los demás la que
nos influye de tal manera que creemos que aquello que nos imponen es
lo que nosotros queremos. Las metas a perseguir deben ser genuinas, si
no, será difícil cambiar.

4. Ábrete al cambio
El punto anterior nos lleva a tomar la decisión de cambiar, y por tanto, es
necesario tener una buena dosis de voluntad. Abrirse al cambio significa
estar dispuestos a transformarnos y a perseguir las metas a través de una
cierta cantidad de esfuerzo.

5. Planifica el cambio
Una vez que tengamos claras nuestras ganas de querer cambiar y sepamos
qué es lo que queremos cambiar, es necesario planificar el cambio. Si es
posible incluso tenerlo apuntado en papel, pues es más fácil de visualizar y
permite hacer un menor esfuerzo a la hora de traerlo a la mente cuando lo
necesitemos. Hay que ir fijando pequeños sub-objetivos y ponerles
fecha.

6. Pero… ponte objetivos a corto plazo


No vale solamente ponerse metas a largo plazo, sino que necesitamos
tener en cuenta las metas a corto plazo también, pues es la única manera
de que estemos motivados durante el proceso de cambio y de que no nos
olvidemos de nuestro compromiso.

7. Sal de la zona de confort


La zona de confort es un lugar intangible en el que nos sentimos
protegidos y cómodos, y salir de esta zona provoca que tengamos que
esforzarnos para poner a prueba esquemas mentales que, pese a parecer
adaptativos, no siempre lo son.
 Artículo relacionado: "¿Cómo salir de tu zona de confort? 7 claves para
lograrlo"

8. No temas a la incertidumbre
Y es que salir de la zona de confort puede provocar cierto grado de
ansiedad, en gran medida por el miedo a la incertidumbre. No saber qué
nos espera al cambiar puede producir temor si no tenemos suficiente
confianza en nosotros mismos o si visualizamos únicamente las
consecuencias negativas de la transformación. Es por eso que debemos
dejar de lado este miedo irracional y procurar analizar los riesgos de
forma calmada y analítica.

9. Sé consciente de que pueden darse altibajos


Aceptar que podemos fallar también es positivo. Eso no quiere decir que
debamos rendirnos si las cosas no salen como deseamos, sino que
debemos estar preparados para superarnos y levantarnos lo antes posible
después de una caída.

10. Automotívate
Saber automotivarse también es una de las claves para poder cambiar, y es
una de las mejores cualidades que puede poseer una persona.

 Si quieres saber cómo hacerlo, puedes leer este artículo: “Las 10 claves
para motivarse a uno mismo”

11. No te compares con nadie más


El cambio es un proceso individual: eres tú quien dice "quiero cambiar mi
vida", no otra persona sujeta a un contexto muy distinto al tuyo. Por eso no
debes compararte con los demás, sino seguir fiel a ti y a tus deseos y luchar
con todas tus fuerzas.
12. No hagas caso ciego de las opiniones de los demás
Tampoco debes hacer caso a todas las opiniones de los demás,
porque algunas personas suelen proyectar sus propios miedos sobre ti.
Si alguien no tiene la voluntad de cambiar, es probable que tampoco crea
que tú puedes hacerlo.

13. Piensa en la recompensa


Para seguir automotivado durante el proceso de cambio es importante que
visualices la recompensa o las consecuencias positivas de lograr el cambio.
Sin embargo, conviene no olvidar que el proceso de transformación es en sí
mismo un premio.

14. Quiérete a ti mismo/a


También es importante que no seas muy duro contigo y aceptes que las
cosas pueden no salir tal y como lo planeaste. Eso sí, puedes rectificar y
aprender de los fracasos. Si tú no tienes empatía contigo, ¿quién la
tendrá?

15. Sé realista
Los objetivos y las metas que nos proponemos siempre deben ser realistas,
de lo contrario, podemos encontrarnos con falsas expectativas que pueden
entrometerse en el proceso de cambio y llevar a la frustración, la cual no
solo es desagradable sino que te quita las ganas de esforzarte.

16. Desafía tus creencias limitantes


Las creencias limitantes son aquellos pensamientos irracionales que no
nos dejan cambiar y que interfieren en nuestro crecimiento individual.
Por ejemplo, “yo no soy capaz de hacer esto porque siempre tengo mala
suerte”. Superar este tipo de pensamientos es necesario para no quedarse
a medio camino del cambio.

17. Responsabilízate
Responsabilizarse significa empoderarse frente al cambio. Es la habilidad
de dar respuesta a los eventos que ocurren a nuestro alrededor con la
suficiente capacidad de autoliderazgo, lo que permite superar las
adversidades. Debes tener claro que tú eres la persona responsable de tus
decisiones.

18. Abandona el victimismo


Lo contrario de responsabilizarse frente al cambio es hacerse la víctima.
Mientras la responsabilidad es acción, el victimismo es paralizante.

19. Busca ayuda


Acepta la ayuda de los demás si crees que esas ganas de echarte una
mano son genuinas. Si entre tus amigos o familiares no hay nadie capaz de
ayudarte en ciertas cosas, puedes considerar la opción de contratar
entrenadores, profesores o coaches.

Los coaches son expertos en desarrollo personal y ayudan a las personas a


mejorar su autoconocimiento, planificar metas realistas, empoderarse
frente al cambio y automotivarse. Contratar a un profesional de este
campo puede ser útil para maximizar tus posibilidades de transformación.

20. No pierdas de vista el presente


Mantener los pies en el suelo es vital para llevar a cabo el proceso de
cambio, por eso es importante estar en el aquí y el ahora, conectado con
uno mismo. Está bien tener en mente el cambio, pero para conseguir
cambiar hay que trabajar diariamente y no olvidarse de donde uno se
encuentra en el día a día.

21. Aprovecha el camino para aprender


Cuando las cosas no salen como una planea es necesario aprender de la
experiencia y retomar el rumbo de nuevo, es decir, volver a engancharse
al cambio. Las personas exitosas son aquellas que aprenden de los fracasos
y se levantan una y otra vez después de caerse.

22. Practica el desapego


El desapego, entendido como la liberación emocional, es clave para el
proceso de cambio. Esto no significa deshacerse de las personas
importantes de nuestra vida, sino que nos ayuda a visualizar las cosas
desde una perspectiva mucho más realista y menos emocional.

 Puedes saber más sobre el desapego en este artículo: “5 leyes del


desapego para ser libre emocionalmente”

23. Aprende a gestionar las emociones


Tanto el exceso como la falta motivación pueden interferir en el proceso de
cambio, y aunque algunos piensen que el exceso de motivación es
positivo, puede provocarnos expectativas demasiado altas en el proceso
de cambio, lo que puede llevar a la frustración. Ser consciente de nuestras
emociones y aprender a gestionarlas es un factor determinante en la
transformación personal.

Empezar de nuevo es dejar ir


Como conclusión podemos destacar la idea de que para cambiar hay que
aprender a tomar decisiones, aceptar compromisos y aceptar la idea de
que es mejor desprendernos de ciertos elementos de nuestro día a día.

De esa forma el desarrollo personal se realizará de manera eficaz y no


se producirán retrocesos desmotivadores y frustrantes.

https://psicologiaymente.com/psicologia/quiero-cambiar-mi-vida

Juan Armando Corbin

Qué es la Conversión Católica | 8


Consejos que te ayudarán en el
proceso
por Yanuaria
Esta semana nos enriqueceremos con un tópico fundamental para la fe de un
cristiano; QUE ES LA CONVERSION CATOLICA .  Conoceremos la conversión de
San Pedro y la figura de San Pablo como modelo auténtico de conversión a seguir. A
demás encontrarás 8 consejos prácticos que te ayudarán en el proceso. Para poder
convertirnos debemos conocernos, saber cuáles son nuestras debilidades, darnos cuenta
del estado de vida en que vivimos y querer cambiar.  Animo! la conversión es posible
en el mundo de hoy.

Fuente Consultada: Vocabulario de Teología Bíblica Católica

QUE ES LA CONVERSION
CATOLICA
La conversión consiste en aceptar a Cristo como nuestro Dios y guía. Es disponer
nuestro corazón a ser transformado en personas libres para amar sin condiciones. Este
camino no es siempre fácil, hay que dejar las cosas de este mundo para aceptar la
voluntad de Dios.

Hay que dar la espalda al pecado y confiar en Jesucristo. Reconocer cuándo


desobedecemos sus mandatos y pedir perdón. La conversión es el fruto del encuentro
con Jesucristo, es poder levantarse del pecado confiando en que tenemos un padre que
nos ama. Es confiar en que su misericordia nos perdona si encuentra un corazón
arrepentido.

Partiendo de la afirmación del apóstol Juan sobre la conversión cuando dice: «Hemos
conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él» {1 Jn 4,16). Mis queridos
hermanos, esto nos enseña  que no comenzamos a ser cristianos convertidos por una
decisión de la noche a la mañana, sino más bien por haber tenido un encuentro con
Dios.
La conversión es pues un acontecimiento que da un nuevo horizonte a la vida y, con
ello, una cambio de vida. Lo vemos en las escrituras cuando dice: “puesto que es Dios
quien nos ha amado primero (cf. 1 Jn 4,10).

SI NO HAY CAMBIO NO HAY CONVERSION


Durante el proceso de conversión las personas somos transformadas en hombres y
mujeres completamente nuevos. A través de la conversión es posible perdonar de
corazón, ver la belleza de la creación, cambiar nuestra manera de hablar y de pensar, la
forma de vestir y sentir e innumerable otros cambios. Esta es la meta de un cristiano,
dejar que Cristo nos transforme en personas nuevas, capaces de perdonar y amar sin
condiciones, así como  el amor que nos habla la biblia. Mis hermanos para lograr esto
hay que permanecer en oración.
Convertirse es llegar a tener un corazón agradecido y fuerte para aceptar lo que Dios permita
en nuestras vidas. Es poder aceptar los dones que Dios te de, pero también aceptar a tu esposo
así como es, aceptar la corrección con alegría, contemplar la creación y dar gracias por ella.
 Pedro enseña  la importancia de la conversión de esta manera: “Vuélvanse ustedes a
Dios y conviértanse, para que él les borre sus pecados”.  (Hechos 3:19)

8 CONSEJOS QUE TE AYUDARAN EN EL PROCESO DE


CONVERSION

1- Pídele al espíritu santo la gracia de experimentar la conversión.


Si no tienes la intención de convertirte, Dios no te obligará. Debes querer la conversión
para que Dios te ayude.

«Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá. (Mateo 7:7)


2-Aumenta tu fe dedicando más tiempo a conocer las escrituras
No puedes amar o seguir lo que no conoces.  Recuerda que la sabiduría es un don de
Dios necesario para saber tomar buenas decisiones.

3- Preocúpate por las cosas de Cristo y entrégale tu vida y tu


familia
Pon tu esperanza y fe en Cristo. El nunca te dejará confundido. Lo confirman las
escrituras.

«Y todos los que por causa mía hayan dejado casa, o hermanos, o hermanas, o padre, o
madre, o hijos, o terrenos, recibirán cien veces más, y también recibirán la vida eterna».
(Mateo 19:29)
4-No tengas miedo, persevera y sé constante
Dios no te dejará solo, cuando estés en dificultades, entrégale tus problemas a él y
experimentarás la paz del cielo. Recuerda que es un camino de conversión, debes
perseverar hasta el final.
“Así que no temas, porque yo estoy contigo;  no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te
fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa”. (Isaías 41:10)
5- Proponte crecer en la oración y Evangeliza con tu vida
La oración es la mejor manera de acercarte a  Dios y enamorarte más de él, pero no seas
católico tíbio, el mundo necesita de cristianos que evangelicen con su vida. Con tu
ejemplo puedes traer más personas a Cristo y Dios te lo recompensará.

6-Intégrate a algún grupo de la iglesia pues todos necesitamos un


guía espiritual
Rodéate de personas creyentes que compartan tu misma fe, personas que puedan
ayudarte a acercarte más a Cristo.

7- Mantente en gracia de Dios y acude a la eucaristía semanal


No te permitas volver al pecado, recibir con frecuencia la eucaristía te fortalecerá.

8- Haz Penitencia y reconciliate con Dios


Corregir nuestra conducta no es un simple moralismo, sino el camino correcto para
llegar a Dios.

EXPERIENCIA DE CONVERSION DE SAN PEDRO

CLIC AQUI PARA VER LA HISTORIA DE SAN PEDRO...

Empecemos observando que Pedro era un hombre común y corriente. Era un pescador


de una aldea campesina sin embargo, Dios le da la sabiduría de reconocer quién era
Jesús, pues tenía el corazón abierto para darse cuenta que Jesucristo era el Mesías que
estaban esperando. Aquí lo vamos a ver en el evangelio de San Juan.
Andrés hermano de Pedro se da cuenta que Jesús pasaba por su aldea y corre a decirle a
Pedro: «—Hemos encontrado al Mesías»,  sin pensarlo dos veces, Pedro se dirige de
inmediato a Jesús y cuando se encuentra de frente a él, Jesús le llama por su nombre y le
dice: «—Tú eres Simón, hijo de Juan, pero tu nombre será Cefas» que significa
Pedro  (Juan 1:42)
De inmediato,  al escuchar la voz del Maestro, Pedro queda convencido de que Jesús era
el que estaban esperando. Observen, que después de este encuentro cercano con Jesús,
Pedro tiene un cambio, de inmediato deja todo lo que estaba haciendo y le sigue. Y es
esto que debemos buscar nosotros si tenemos deseo de una verdadera conversión, ese
encuentro transformador con Dios.

RECUERDA, SI QUIERES CONVERTIRTE DEBES QUERER AJUSTARTE A


LOS PLANES DE DIOS
Recuerda que Dios te lo ha dado todo. Sin pensarlo dos veces, Pedro deja atrás lo que
hacía para seguirle, para conocerle y aprender más de  él. Cuando nos dedicamos a
Dios, el se encarga de suplir nuestras necesidades.  Jesucristo llena a Pedro de sabiduría
y le da el cargo de llevar su iglesia. Es en esta palabra donde  la iglesia católica sustenta
que Pedro fue nuestro primer Papa.

Dice Jesús: “Y yo te digo que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y las
puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los
cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos y cuanto desates en la tierra
será desatado en los cielos”. (Mateo 16:18-19).
Comparando la historia de Pedro y la nuestra, encontramos en el apóstol un hombre
sencillo, con debilidades y virtudes igual a las nuestras. Sin embargo, el apóstol tiene Fe
en el maestro, y a pesar de sus pecados, aún siendo presuntuoso, cobarde y violento está
seguro de la misericordia de Dios y se levanta tantas veces haya caído.

Así  como Jesús no tomó en cuenta los pecados de Pedro para ponerlo a cargo de la
Iglesia y amarlo hasta la muerte, así tampoco Dios tomará tus faltas más bien abrirá sus
brazos para que te sientas amado por él.

Así  como Jesús no tomó en cuenta los pecados de Pedro para ponerlo a cargo de la
Iglesia y amarlo hasta la muerte, así tampoco Dios tomará tus faltas más bien abrirá sus
brazos para que te sientas amado por él.

NO TE CANSES DE PEDIR AL ESPIRITU SANTO LA FUERZA PARA


HACER SU VOLUNTAD
Pedro está dispuesto a hacer lo que Dios le indique aunque le cueste la muerte. Es cierto
que Pedro le negará, pero también es cierto que a nosotros nos acompaña el Espíritu
Santo. Este es quién nos da la fuerza para combatir contra el miedo que tenemos dentro,
miedo a dejar nuestras comodidades, miedo a hacer el ridículo, miedo a quedar mal
frente a los demás. Si deseas convertirte, debes estar dispuesto a luchar con esos
miedos.
Dice Pedro: “Señor, preparado estoy para ir contigo no solo a la prisión, sino a la
muerte. Jesús le dijo: Yo te aseguro, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes que tres
veces hayas negado conocerme” (Lucas 22:33-34).
DEBEMOS APRENDER A SER HUMILDES, RECONOCER QUE FALLAMOS,
PEDIR PERDON, SABER LEVANTARNOS Y SEGUIR ADELANTE CON EL
PLAN DE DIOS
Después de que Pedro niega a Jesús tres veces y llora amargamente, sus lágrimas
purifican su alma, se da cuenta que le ha fallado y llora sin consuelo. En ese momento
Pedro necesita reconciliarse con él, así como nosotros muchas veces. Jesús  le perdona y
solo necesita una confirmación de su amor. Lo vemos en el evangelio de Juan
momentos después de la Resurrección.

«Simón de Juan, ¿me amas más que estos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te
quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos” (Jn 21:15).
Y  le repite la pregunta tres veces hasta que Pedro es sanado de las heridas del pecado
/+por haber negado al señor. Pedro evangelizó por todas partes después de la muerte de
Jesús y sigue siendo nuestro primer pilar.

QUE ES LA CONVERSION PARA SAN PABLO – MODELO AUTENTICO

(Hechos 9)
CLIC AQUI PARA VER LA HISTORIA DE SAN PABLO...

Su nombre original era Saulo originario de la región de Tarso, conoció  por primera vez
al Mesías mientras estaba trabajando. De hecho, su misión principal era  perseguir a los
cristianos para apresarlos y llevarlos encadenados a Jerusalén. Su persecución no tenía
límites, era una pesadilla para todo el cristiano de esa época.

No te resistas al llamado de Dios


Un día durante su camino a la región de Damasco, después de que Cristo había
resucitado, se le presentó Jesús a Pablo y le llama para que predique y lleve el
Evangelio a los gentiles.
“Pero cuando ya se encontraba cerca de la ciudad de Damasco, una luz que venía del
cielo brilló de repente a su alrededor. Saulo cayó al suelo, y oyó una voz que le decía:
«Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” ¿Quién eres, Señor? Y dice él:  Yo soy Jesús, el
mismo a quien estás persiguiendo.  Levántate y entra en la ciudad; allí te dirán lo que
debes hacer. Los que viajaban con Saulo estaban muy asustados, porque habían oído la
voz pero no habían visto a nadie.  Luego, Saulo se levantó del suelo; pero cuando abrió
los ojos, no podía ver. Así que lo tomaron de la mano y lo llevaron a Damasco.  Allí
estuvo tres días sin ver, y sin comer ni beber nada». (Hechos 9:3-9).
Luego Ananías es enviado por Dios a conocer a Pablo. Llegó a su encuentro con la
misión de devolverle la vista y de que recibiera el Espíritu Santo. (Hechos 9:17). Pueden
imaginarse esos tres días de Pablo. Seguro que pensó tantas veces lo que había visto y
oído. De igual manera, su razón le recordaba ¿quién era él? y ¿por qué Jesús lo había 
elegido  a él, sabiendo quién era?. Tres día le constó su arrepentimiento.
 La conversión es una desición, necesitas
querer cambiar y desear salir del pecado
¿Estas dispuesto? Animo Dios te ayudará
Pablo tomó la decisión de empezar una vida nueva, tenía nuevos ideales. El se bautizó y
con el mismo ahínco que perseguía para dar muerte, ahora buscaba entre los gentiles
corazones dispuestos a escuchar la buena noticia de que Jesús es el hijo de Dios.

 Debes perseverar sobre todo en las


tribulaciones
Es bueno recordar que para San Pablo no fue siempre fácil, tuvo que soportar criticas y
humillaciones; huyó en varias ocasiones para que no  lo mataran, fue azotado y a la
cárcel por predicar esta noticia. Seguro pensó varias veces en retroceder y vivir una vida
tranquila con una familia, sin embargo, no lo hizo así. Pablo perseveró hasta el final.
Sabemos que el espíritu de Dios le acompañaba pues estaba feliz de entregar su vida a
Cristo y lo hace constar en sus cartas.

“Pero Dios, que me escogió antes de nacer y por su gran bondad me llamó, tuvo a
bien hacerme conocer a su Hijo, para que anunciara su evangelio entre los no
judíos” (Ga 1:15-16).

Evangelicemos Juntos!
Si te ha gustado el artículo o tienes alguna pregunta no dudes en dejarla en la sección
comentario. También nos encantaría conocer tu experiencia con Dios

Sigue adelante y muchas bendiciones.


Hasta la próxima.
Yanuaria

[email protected]
Relacionados:

Recuerda dejarnos tu comentario. Tu experiencia nos ayudará a crecer.


REFERENCIAS:
 Hechos 3:19
 Juan 1:42
 Mateo 16:18-19
 (Lucas 22:33-34).
 (Jn 21:15)
 (Hechos 9)
 (Ga 1:15-16
 Mateo 5:48
 (Levítico 19:2)
 Mateo 7:7
 Isaías 41:10
 Mateo 19:29
 Isaías 41:10
Fotografía Atribuida a: wikimedia Commons
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10 comentarios en «Qué es la Conversión Católica | 8 Consejos que te


ayudarán en el proceso»

1. Lilian Fernández
noviembre 19, 2018 a las 1:06 am

Es un llamado De Dios para todos los que tengan la


oportunidad de leerlo si no has tenido antes la oportunidad
para cambiar y seguir a Jesucristo dejándote conducir por El
hazlo ahora porque él señor me ha seducido y me he dejado
seducir y soy testigo de su amor

Responder

2. Arlenee Mercado
febrero 8, 2019 a las 12:47 pm

Holaaa!!!

Excelente y profundo artículo, hablar de conversión es


comenzar a seguir el camino al que estamos llamados todos los
hombres y mujeres que aspiramos a ser cristianos y leyendo
tanto la vida de San Pedro como la de San Pablo nos muestran
una guía adecuada para dar el paso que nos inspire a iniciar una
vida de Fe, porque tanto en el artículo como lo que he
experimentado en el tiempo que tengo en la iglesia, la
conversión está muy enlazada con la Fe, pues nos convertimos
sólo por un propósito que es ganarnos la vida eterna.

Aspirar a la vida eterna es un vivir en la Fe, es acompañar


nuestro diario vivir de buenas actuaciones, de llevar pendiente
cada segundo de nuestra vida que somos pecadores y que cada
vez que cometamos un acto de pecado saber que debe existir el
arrepentimiento y éste gran privilegio lo tenemos los católicos
en nuestra Iglesia, Jesucristo nos ha dejado en el cabeza de su
iglesia el sacramento de la Penitencia (la confesión). Es una
muestra de misericordia para los pecadores que somos.

Aveces podemos caer en el engaño del demonio y vernos


nosotros mismo y no ver que progresamos en la conversión,
pero es precisamente ahí donde debe aparecer el
arrepentimiento y Dios que tiene ese amor por el pecador nos
levanta, esa es la vida del cristiano una constante; en caer y
levantarnos a tiempo y con un corazón más sensibles y con
deseo de convertirse cada día.
De los 8 consejos, me identifico bastante con el #4, “NO
TENGAS MIEDO, PERSEVERA Y SÉ CONSTANTE”, porque eso es
lo que he vivido en mi vida de la iglesia, la Perseverancia, y una
palabra que me has sostenido es que, en muchísimas ocasiones
no tengo el deseo de continuar de asistir a la iglesia y me dicen
mis catequistas, “cuando no quieras ir a escuchar la palabra, ve
y los demonios que están dentro de ti la escucha y se alejan” la
perseverancia aunque sienta que no me convierto es la garantía
de que Dios es quien aparece en mi vida aunque no lo entiendo
y muchas veces dude de su amor hacía mí.

“PERMANECER EN ORACIÓN Y EVANGELIZAR CON NUESTRAS


VIDAS”, aveces pensamos que no estamos llamados o que no
damos para evangelizar a los demás, sin embargo otros que
están en tu alrededor que tienen un problema que no saben
cómo enfrentarlo nos ven como vivimos y eso les ayuda, ya sea
en el matrimonio, como educas a los hijos, como te viste, que
no robas en el trabajo, entre otras cosas que no hacemos sólo
por temor a Dios con esos buenos actos evangelizamos
muchísimos a las personas que nos rodean.

“Intégrate a algún grupo de la iglesia pues todo necesitamos un


guía espiritual” éste si es un consejo acertado si estamos
convencidos de querer dar el paso a la conversión, y no sólo a
la conversión a acercarnos un poco a lo espiritual, pues dice la
palabra que “hay del solo”, solo no podemos convertirnos, no
seremos capaces de dar repuestas a tantas interrogantes que se
nos presentan al momento de acercarnos a Dios y comenzar a
descubrirnos a nosotros mismo, es muy importante estar
acompañado en el proceso y en las debilidades no nos
quedaremos sumergidos, sino que tendremos a alguien que nos
ayudará a levantarnos.
Bueno espero poder seguir compartiendo y enriqueciéndome
más con artículos como éste, son esenciales para la vida de los
que estamos llamados a ser verdaderos cristianos.

Gracias a la autora y que Dios te bendiga siempre.

La conversión
 

LA CONVERSION DE SAN PABLO

San Pablo fue un judío célebre por ser cazador y persecutor de los seguidores de Cristo. A
Pablo, se le aparece directamente Jesús y, queda convertido en apóstol, de la misma
categoría que quienes habían visto y seguido al Señor, durante su vida pública.

SS Juan Pablo II, en la homilía de la misa de clausura de la semana de oración por la unidad
de los cristianos 25 de enero de 1997, nos dice:

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Jesús se revela plenamente a Pablo como el que ha resucitado de entre los muertos. Al
Apóstol se le concede, así, «ver al Justo y oír su voz» (Hch 22, 14). Desde aquel momento,
Pablo es constituido «apóstol» como los Doce, y podrá afirmar, dirigiéndose a los Gálatas:
«Aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien
revelar en mí a su Hijo, para que lo anunciase entre los gentiles» (Ga 1, 15-16).

La conversión de Pablo se realiza a través del sufrimiento. Se puede decir que antes fue
derrotado en él Saulo, el perseguidor, para que pudiera nacer Pablo, el Apóstol de los gentiles.
Su llamada es, quizá, la más singular de un Apóstol: Cristo mismo derrota en él al fariseo y lo
transforma en un ardiente mensajero del Evangelio. La misión que Pablo recibe de Cristo está
en armonía con la que confió a los Doce, pero con un matiz y un itinerario particular: él será el
Apóstol de los gentiles.  (Juan Pablo II)

1. SS JUAN PABLO II, EN CONVERSACIÓN CON LOS JÓVENES DE LA DIÓCESIS DE


ROMA LES ENSEÑA:
Es verdad; hoy, en general, no se siente la necesidad de conversión, como sucedía en otro
tiempo……Sólo gracias a un proceso constante de conversión y renovación el hombre avanza
por el arduo sendero del conocimiento de sí, del dominio de la propia voluntad y de la
capacidad de evitar el mal y hacer el bien………………….No quiero decir que el camino de la
conversión sea fácil. Cada uno sabe lo difícil que es reconocer los propios errores. En efecto,
solemos buscar cualquier pretexto con tal de no admitirlos. Sin embargo, de este modo no
experimentamos la gracia de Dios, su amor que transforma y hace concreto lo que
aparentemente parece imposible obtener. Sin la gracia de Dios, ¿cómo podemos entrar en lo
más profundo de nosotros mismos y comprender la necesidad de convertirnos? La gracia es
la que transforma el corazón, permitiendo sentir cercano y concreto el amor del
Padre. (ENCUENTRO DEL PAPA JUAN PABLO II CON LOS JÓVENES DE LA DIÓCESIS DE ROMA
COMO PREPARACIÓN PARA LA XIV JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD Jueves 25 de
marzo de 1999)
SS BENEDICTO XVI, EN EL ENCUENTRO CON EL CLERO DE ROMA, LES
ENSEÑA;

No podemos pensar en vivir inmediatamente un vida cristiana al ciento por


ciento, sin dudas y sin pecados. Debemos reconocer que estamos en camino,
que debemos y podemos aprender, que necesitamos también convertirnos
poco a poco. Ciertamente, la conversión fundamental es un acto que es para
siempre. Pero la realización de la conversión es un acto de vida, que se realiza
con paciencia toda la vida. Es un acto en el que no debemos perder la confianza
y la valentía del camino. Precisamente debemos reconocer esto: no podemos
hacer de nosotros mismos cristianos perfectos de un momento a otro. Sin
embargo, vale la pena ir adelante, ser fieles a la opción fundamental, por decirlo
así, y luego continuar con perseverancia en un camino de conversión que a
veces se hace difícil. En efecto, puede suceder que venga el desánimo, por lo
cual se quiera dejar todo y permanecer en un estado de crisis. No hay que
abatirse enseguida, sino que, con valentía, comenzar de nuevo. El Señor me
guía, el Señor es generoso y, con su perdón, voy adelante, llegando a ser
generoso también yo con los demás. Así, aprendemos realmente a amar al
prójimo y la vida cristiana, que implica esta perseverancia de no detenerme en
el camino. (EN SU ENCUENTRO CON EL CLERO DEL ROMA, EL 22 DE FEBRERO,
BENEDICTO XVI MARTES, 6 MARZO 2007)

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