Cronograma Libro
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-El Montero
Pedro Francisco Bono
-El Gato Y La Zorra
Jean De Lafontaine
-La Noche Buena De Encarnación
Mendoza Juan Bosch
-Los huevos
-El Quijote
Miguel de Cervantes
Nota: Elaborar murales alusivos a los autores correspondientes a las obras asignadas por
grado.
ANDREILIS, ELIER, YORKIS, EVELIN Y FRANNELIS
El sueño de la tortuga
Autor: Alberto Celdrán, Fotografías: David Santacruz
Autoeditado por El Instituto Intercultural de la Narración Oral
Edad Recomendada Orientativa: a partir de 3 años
Trama
Una pequeña tortuga tiene un sueño, sueña con encontrar un árbol del que crecen todo
tipo de frutos. La tortuga cuenta su sueño a los demás animales de la sabana africana.
Pero ellos no la creen. Ella está convencida y les dice que irá a casa de la abuela Kokó a
preguntarle donde se encuentra el árbol. El león le dirá a la tortuga que es muy lenta y
que será mejor que vaya él. La abuela Kokó confirmará al león que ese árbol existe y se
llama Omumba-Rombonga y que cuando lo encuentre tendrá que decir en voz alta su
nombre. Solo si recordará su nombre podrá encontrarlo. Pero para no olvidarlo no
tendrá que volverse para atrás en su camino de vuelta a casa. Pero el león si que se
volverá atrás. Después de él lo intentarán todos los demás animales. Pero nadie lo
conseguirá. La última en intentarlo será la tortuga. Y ella si que lo conseguirá y regalará
a todo los animales frutos con los que alimentarse y con las semillas de cada fruto
plantarán los árboles frutales que aún ahora alimentan las poblaciones africanas y las de
todo el mundo.
Contenidos y Valores
Las leyendas y los cuentos de tradición oral siempre ahondan en las raíces de la
existencia del ser humano y del nacimiento del mundo tal como lo conocemos ahora.
«El sueño de la tortuga» es un cuento cosmogónico, que intenta explicar de una
manera mitológica el nacimiento de árboles de toda clase.
Pero no solo cuenta esto. Esta historia cuenta mucho más ya que nos habla de nuestros
sueños y de la importancia de creer en ellos. La tortuga ha tenido un sueño y cree que
este sueño es realidad. En un principio los demás animales se ríen de ella. La tortuga
tiene un actitud positiva y demuestra su autoestima y su serenidad de espíritu ya que su
ánimo no se ve mermado por las intervenciones de los demás.
Su firmeza y convicción hace que los demás animales decidan apropiarse de su sueño.
La tortuga no se enfada ni se deja llevar por la rabia frente a la actitud de los otros, se
muestra humilde y pacífica, dejará que los demás animales se lancen a realizar su
hazaña. Uno tras otro demostrarán por si mismos su debilidad, su falta de confianza en
si mismos y en el sueño de la tortuga.
La tortuga finalmente no renuncia a su sueño y decide reapropiarse de ello yendo con
coraje y convicción hacia ello. Y despacio, muy despacio, consigue llegar a la meta. El
árbol que encuentra la tortuga es el árbol que no solo la hará feliz a ella, sino a todos los
demás animales: el sueño de la tortuga es un sueño que no va a reforzar el
individualismo, sino la comunidad entera que comparte el resultado obtenido por
uno de ellos. Este sentimiento de la comunidad es propio de las tribu africanas y es
algo que echo muy en falta en nuestro tan desarrollado mundo occidental. En Europa, el
individualismo se impone siempre más: en nuestra sociedad, desgraciadamente, la
competitividad se transmite a l@s niñ@s desde muy pequeñ@s, incitándoles a ganar
competiciones, incluso dentro del sistema escolar.
Con este libro nos llega claro un mensaje, la vida no es competición, la vida es un
camino, un camino que hay que disfrutar con ilusión, creyendo en lo que estamos
haciendo sin poner en duda, nunca, nuestra persona y nuestros sueños más verdaderos.
Esa conexión de la que tanto se habla con uno mismo es justamente esto: la confianza
en que somos capaces de construir ese mundo soñado al que aspira nuestra alma. Y
ese mundo hecho realidad lo será para todos y como en una gran fiesta seremos felices
de compartir nuestros logros, así como los demás serán felices de compartir los suyos.
Nos apropiaremos de esa riqueza humana que tanto anhelamos: ¡construiremos el
mundo para gozar de ello!
Ilustraciones
Como habréis visto ya por las imágenes de las páginas que ido subiendo hasta ahora,
este álbum ilustrado nos sorprende con una peculiaridad: no hay ilustraciones
canónicas, sino fotografías artísticas que acompañan con audacia y fuerza el texto.
David Santacruz es el autor de estas preciosas piezas, realizadas sin recurso a técnicas
digitales, sin retoques, sin filtros. Un trabajo de pinceladas realizadas con luces y
sombras, queriendo incluir los títeres creados por el mismo Alberto Celdrán y el cuerpo
del narrador, actor y titiritero en las misma imágenes. Un trabajo precioso que pretende
acercar la fotografía artísticas al público infantil. Una apuesta y una elección sin duda
original e innovadora que aplaudimos!
Para qué y para quién
Un cuento precioso que nos ofrece la oportunidad de hablar de la diversidad, de
la naturaleza, de la importancia de creer en nuestros sueños y en nosotros mismos
como quienes pueden hacer que esos sueños se hagan realidad. Un cuento para
reflexionar sobre el sentimiento de comunidad y sobre lo que realmente es importante
en la vida. ¡Estupendo para añadir a la biblioteca del aula!
Lleva más de 13 años disponiendo sus oídos y su alma, en cada viaje que hace, con cada
persona que conoce, con cada libro que abre... para llenarse de historias que lo habitan y
que salen por los poros de su piel para expandirse allá por donde va; y es que Alberto
Celdrán llena de palabras el aire y de letras algunas páginas, como las de sus libros “El
Sueño de la Tortuga” y “El Señor Extravagante”
LA OVEJA NEGRA
Augusto Monterroso
El literato Augusto Monterroso nació en la ciudad de Tegucigalpa en 1921. Se le
conocía como Tito Monterroso y desde muy joven se dedicó a su formación de manera
autodidacta. Creció en Honduras, pero adquirió la nacionalidad guatemalteca al llegar a
la mayoría de edad. También vivió varios años en México durante su exilio y allí
profundizó su incursión en el ámbito literario.
La oveja negra
Resumen: En un lejano país, nació una oveja negra que al ser tan diferente de
las demás fue sacrificada por el rebaño. Años después, las ovejas blancas se
arrepintieron del acto y esculpieron una estatua en su honor. Y así, continuaba
siendo para cada oveja negra que nacía, de modo que las ovejas blancas y
comunes, perfeccionaban su arte con cada escultura que erigían.
Moraleja: En lugar de señalar y condenar la diferencia como algo malo, hay que
aceptar para evitar el arrepentimiento que siempre genera la arrogancia y la
indiferencia.
Las diversas fábulas que componen este libro versan sobre religión, ética, cultura,
educación, entre otros temas, aunque lo que verdaderamente se descubre entre sus líneas
son las debilidades humanas, descritas, casi siempre, con delicada crueldad: las
desdichas de la vanidad, las falsificaciones personales, la ignorancia y la estupidez, los
rostros perversos de la hipocresía y la envidia; la ley del mínimo esfuerzo, el arribismo,
la incapacidad de la convivencia. Ante todo, anotamos uno de los recursos literarios
preferidos de Monterroso, el cual nos recuerda a Borges: se trata de cierto giro o desvío
intencionado, que, bien entre líneas, a la mitad o al final de la fábula permuta toda la
construcción mental que el lector había realizado, de manera que el texto esperado
queda destruido y modificado por la sorpresa.
En la selva vive un escritor que se ha hecho famoso con dos obras únicas obras; se le
pide insistentemente que publique una tercera, pero el Zorro descubre en esta
continuada solicitud una invitación al fracaso: «En realidad lo que éstos quieren es que
yo publique un libro malo; pero como soy el Zorro, no lo voy a hacer». Varias son las
razones de este texto: si por un lado el autor traiciona con esta obra el título de su primer
libro, Obras completas, al tiempo que se excusa ante los lectores por la escasez de sus
publicaciones, por otro lado y, como asegura Juan Villoro, el homenaje a Juan Rulfo,
cuyo silencio posterior a Pedro Páramo encuentra en esta fábula la más original de las
explicaciones, es uno de los propósitos más evidentes de «El Zorro más sabio».
3. Comentario de la obra.
Leí en algún sitio, durante mis años de facultad, que La oveja negra es un libro al que se
vuelve siempre. Efectivamente, éste es uno de esos libros que nos enriquecen con cada
nueva relectura. Es una obra compuesta por miniaturas (también llamadas
microcuentos) que -en su brevedad- encierran una mordaz crítica a temas tan variados
como la religión, la política o el racismo. La denuncia que el autor hace de la miseria
humana está depurada hasta tal punto que lo que encontramos en esta obra es una
esencia que no deja indiferente a nadie. Así, el cuento que da título a este librito puede
hacer al lector sonrojarse con facilidad, indiferentemente de su nacionalidad, pues todos
los países de la tierra pueden ver reflejada su historia más oscura y vergonzante en
apenas diez líneas de pura literatura. Es interesante pararnos un momento para reseñar
lo que a todo esto dice este escritor minimalista, pues afirma -en un claro aviso para
navegantes- que en todo lo que escribe ‘hay llamados a la rebelión y a la revolución,
pero desgraciadamente en una forma tan sutil que mis lectores se vuelven
reaccionarios’.
También encontramos en la obra una revisión de los mitos clásicos en una original y
transgresora visión de una Penélope independizada y astuta. Como no sólo de literatura
clásica vive el hombre, el autor también guarda un momento para hacer una cuidada
lectura -un poco, a modo de sentido homenaje- de La metamorfosis de Kafka.
El tono elegante de su prosa (que por cierto está ausente de metáforas y demás figuras
literarias que engolen el texto) no oculta el afilado y brillante estilete con el que
disecciona la sociedad actual para exponerla ante nuestros ojos incrédulos, dejando a la
vista todo lo sórdido que en ella hay, soliviantando y encendiendo los ánimos de la clase
acomodada.
Si en algún momento hemos llegado a pensar que estos cuentos poseen un carácter
humorístico, el propio autor se ha encargado de negarlo en varias ocasiones pues opina
que lo que ha publicado ‘es más bien triste’. Monterroso, escritor de brillante
conversación, asegura a menudo que él es ‘tan chiquito que no le cabe la menor duda’.
En efecto, en su raciocinio siempre pone -sin dubitación alguna- el dedo en la llaga que
más nos duele, hasta el punto de hacernos sentir vergüenza, una vergüenza que -por otra
parte- nunca viene mal para no olvidar los tremendos errores en los que la humanidad
ha incurrido. Si algo podemos elogiar de este escritor es su completa libertad de
pensamiento que le permite ostentar una postura irreverente para -con suma claridad y
concisión- mostrarnos lo inconsistente de nuestras propias convicciones.
“Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy
bien en el parque.” (Oveja negra y demás fabulas, Augusto Monterroso pág. 11 línea 3).
Ahora bien, las ovejas comunes son descritas como quienes fusilan a la oveja negra de
turno, pero que sin embargo se contradicen esculpiéndoles estatuas después, esto por
supuesto en generaciones diferentes. Aun así se enmarca a todas las ovejas comunes
dentro de quienes castigarían a la oveja negra, pues si la misma oveja a la que están
honrando fuera contemporánea suya, la fusilarían, en vez de otorgarle decoro. Así
mismo las ovejas convencionales, mientras esculpen las ovejas negras de la anterior
generación, llevan al patíbulo a las de la generación actual. “Así, en lo sucesivo, cada
vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas” (Oveja negra
y demás fabulas, Augusto Monterroso pág. 11 línea 5)
Prólogo.
Las características del intelecto humano son perfectamente naturales y entendibles para
el análisis racional, como lo vamos a descubrir más adelante. Resultan ser el fruto de la
evolución de las distintas especies animales que constituyeron los eslabones de la
cadena evolutiva que engendro la aparición de su especie, empezando con los primeros
protozoos. Por ende el autor no utilizará ningún argumento de orden mágico o místico
para demostrar sus teorías, por no considerarlo necesario.
Hoy
28 enero, 2005
POR CLARA SILVESTRE
El escritor Diógenes Valdez reconoce que el hecho de haber obtenido un premio por su
primer cuento El silencio del Caracol, en 1978, cambió su destino, porque eso vino a
reforzar la creencia de que estaba caminando por el camino correcto, y que se estaban
dando las circunstancias y las posibilidades de convertirse en un escritor.
Valdez define al escritor como una especie de conciencia de la sociedad, que debe
reflejar los problemas sociales, sin hacer ningún tipo de concesiones, como si fuera la
conciencia crítica de su época. Tenemos el caso emblemático de El Quijote, que es la
crítica a la sociedad de su época, y ha sido tan importante que todavía sus ideas,
propósitos y proyección didáctica se mantienen, y creo que tomando ese caso como
ilustrativo, el autor y su obra debe reflejar todos los problemas de su sociedad. Lo
importante es obligar a esa sociedad a que tome conciencia de que está enferma, que
tiene problemas y busque los correctivos de lugar. Yo creo que ese es el gran valor de
un escritor.
Como una gran característica en sus últimos libros, reconoce que la mayoría de los
dramas que retrata en sus novelas están tomados de la realidad. Creo que la realidad es
mucho más rica que la imaginación, y esa realidad está tomada con tal verismo que a
veces utilizo hasta los nombres propios de las personas que vivieron esas situaciones.
Entiendo que los personajes empiezan a vivir realmente con sus verdaderos nombres.
Destaca que más bien trata de plasmar realidades, respetando la dignidad de las
personas, porque se trata de novelas que se alimentan de la vida real, aunque aclara que
a veces algunas obligan a modificar puntos, porque sencillamente no funcionan en las
relaciones de los personajes inventados.
Entre sus novelas le gusta mucho Tartufo y las Orquídeas, y aunque recientemente
Manuel Mora Serra, jurado del premio que hace dos meses recibiera por parte de la
Universidad Central del Este, con la novela El cisne enfermo, considerara ésta la
mejor de todas, expresa que la anterior le llenó mucho.
CONFESIONES
Nunca me sentí defraudado, porque supe encontrar voces de aliento. Cuando escribí mi
primer cuento, como se dice vulgarmente a la bartolina, fue entonces cuando Manuel
Rueda lo leyó y me dijo: ¿Esto no es un cuento? ¿Tú no has leído los apuntes de Juan
Bosch sobre El arte de escribir cuentos? Entonces fui a leerlo y dije: ¡Es verdad!,
entonces te puedo decir que he tenido suerte, porque he encontrado gente en etapas
decisivas que han sabido orientarme de una manera positiva, y se lo agradezco de
corazón a todos ellos.
Antes de publicar su primer libro, Diógenes Valdez había publicado algunos cuentos en
diarios de circulación nacional, los cuales considera perdidos, aunque sabe donde están,
pero entiende que son el producto de una etapa inmadura.
PLANES
Entre sus planes está integrarse a las actividades culturales de Santo Domingo, y como
primer paso retomará la practica de colaborar con los periódicos. En el pasado escribió
crónicas de libros y ensayos breves. Ha publicado alrededor de 50 artículos.
Asimismo lleva bien avanzado un proyecto que abarca todos los cuentos de Juan Bosch,
otro libro de cuento que pronto saldrá a la luz pública, entre otros que espera encontrar
la tranquilidad y la paz social para hacerlos, porque luego de llevar 37 años trabajando
para el Estado dominicano, hace poco fue despedido, lo que considera una injusticia ya
que según el Código Laboral lo que procedía era una jubilación o una pensión
automática.
UN MOMENTO TRASCENDENTAL
Diógenes Valdez tiene un gran sueño que no ha realizado. Se trata de regresar a ese
lugar donde nació su vocación literaria, porque a su entender tal vez fue la época más
feliz de su vida. Ese contagio con la literatura como lo llama, surgió estando en
Uruguay, donde fue a estudiar la carrera de ingeniería.
¿Y a qué se debió el cambio de una carrera tan diferente como es la ingeniería hacia la
literatura? Primero, estaba muy lejos de mi país, y segundo era hijo único y estar tan
lejos, hizo que me sintiera abandonado y tocado por la nostalgia, y mientras esperaba a
que me llegara el pasado de regreso, un compañero de habitación me prestó un libro que
por suerte era de un escritor dominicano que vivía en Buenos Aires, se trataba de
Manuel del Cabral.
Se sintió tan conquistado por la poesía de Manuel del Cabral, que considera que lo
contagió con la literatura, la que no ha podido abandonar hasta el día de hoy.
La creación de una obra literaria comienza con una mortificación. Uno empieza a tener
el tema en la cabeza y cuando logra sacarlo se siente liberado, señala.
MAS PERSONAL
Obtiene una beca por lo que va a vivir a Montevideo, Uruguay. Allí estudia por espacio
de tres años ingeniería industrial, pero antes de terminar la carrera regresa al país,
decidido de manera firme a ser un escritor.
Al referirse a su familia, enseguida habla de sus dos nietas y su hija, que al igual que él
es hija única. Al respecto, externa que el hecho de haber sido hijo único le hizo sentir
bien porque en cierto modo copó todo el cariño de su madre y sus tías. Su padre tuvo
otro hijo, pero ya adulto y graduado de ingeniero murió. Me pongo triste cuando lo
recuerdo porque sentía una especial adoración por ese hermano, y cuando me sentía tan
feliz por tener un hermano volví a ser hijo único. La vida está llena de cosas, algunas
son para que te sientas feliz y otras tristes. Creo que ambas cosas son necesarias, no
podríamos apreciar la felicidad si no conociéramos la tristeza.
OBRAS PUBLICADAS
– Cuentos:
– Novelas:
La Telaraña, 1980.
Lucinda Palmares, 1981.
Los tiempos revocables, Premio Siboney 1983.
Tartufo y las orquídeas, 2000.
Ciclo de novelas El sexteto de Fort Liberte, basado en el poema Yelidá. Éstas son: La
noche de Josak, Huellas en la arena mojada, El viento y la noche, Las flores de hielo, El
hipo campo y el Iceberg y Raknarok.
El Cisne enfermo, Premio UCE 2004. Se espera que esta obra salga publicada durante
la Feria Internacional del Libro.
El oído escucha un nombre, ese nombre te lleva a una trayectoria, esa trayectoria te
señala una obra y esa obra te devela al escritor. Diógenes Valdez, hombre que, al leer su
biografía, te encamina por su ristra de galardones literarios, luego llegas a sus cuentos y
en ellos te atrapa su aprisionante manera de contar. En esta ocasión, trocaremos
homenaje por respeto. Porque el mayor honor que se le puede rendir a un narrador es
dejarse arropar por los tejidos de sus historias.
El silencio del caracol, relato incluido en “Cuentos escogidos”, libro con el que
Diógenes obtuvo en Premio Nacional de Cuento en 2005. Con ese mismo título
acaracolado, lo premió en el 1978. Leerlo otra vez, obliga a verlo como un punto
brillante, una isla apartada del continente de su obra.
Este cuento abre el telón con la lucha interna de un sujeto conminado a tomar una
decisión contraria a sus principios. Una, que lo encarcelaría en la contradicción moral
de hacer lo contrario a lo que de es por convicción.
El espectador, está bajo el control de la historia, supremacía que no dura mucho tiempo.
Vuelve Diógenes a ponerlos a ambos (lector-personaje) en la misma escala de jerarquía.
Aparecen los sentimientos del Sargento y, tanto el lector como el personaje están
desarmados de información.