Guía de 5°lenguaje
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LENGUAJE Y COMUNICACIÓN
1.Lee el título del relato y observa el dibujo que lo ilustra. Responde de modo
oral: ¿Sobre qué puede tratar el texto? Pídanle a alguno de sus compañeros
(as) que comience expresando su idea acerca de la narración y luego, los
demás, continúen la historia.
Érase una vez un rey que tenía una hija tan bella como orgullosa. La princesa ya tenía
edad para casarse pero no encontraba el marido adecuado. Para ella, todos los
pretendientes tenían defectos o no eran lo suficientemente importantes como para
hacerles caso ¡Ninguno merecía su amor!
Un día, su padre el rey, organizó una fiesta en palacio por todo lo alto para que eligiera
de una vez por todas a su futuro esposo.
1. ¿Cuál era el motivo de la fiesta?
¿Crees que a la princesa le guste
algún pretendiente?
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Acudieron muchos jóvenes venidos de varios reinos colindantes. Por supuesto, todos
pertenecían a familias muy importantes y gozaban de una educación exquisita.
Distinguidos príncipes y nobles formaron fila frente a la princesa que, de manera
arrogante, se paraba ante cada uno de ellos y sin ningún tipo de pudor, hacía un
comentario lleno de desprecio. 2. ¿Qué hizo la princesa con los jóvenes
príncipes?
A uno le llamó gordo grasiento, a otro calvo como una pelota, a otro feo como un
sapo… Cuando llegó al último de la fila, pensó que su cara le recordaba a la de un
pájaro. Espantada, le dedicó otro de sus desagradables comentarios.
– ¡Tú lo has querido, niña caprichosa e insolente! Te casarás con el primer hombre
soltero que se presente en las puertas de palacio ¡Así lo ordeno y así será!
Y dicho esto, salió del gran salón dando un gran portazo y dejando a todos los
invitados sin saber qué decir.
Al cabo de tres días, llamaron al portón principal. Era un mendigo vestido con harapos
que, al parecer, se ganaba la vida pidiendo limosna. El rey le mandó pasar y llamó a su
hija.
3. ¿Te imaginabas que esto ocurriría en la
historia? ¿Crees que el rey cumplirá su
palabra?
– ¡Pero padre…! Yo… ¡Yo no puedo casarme con este hombre andrajoso, sin clase ni
educación! 4. ¿Crees que el amor se relaciona con el
dinero o la educación? Comenta con tus
compañeros (as)
– ¡Por supuesto que puedes! Tu conducta fue inadmisible y ahora debes asumir las
consecuencias.
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Esa misma tarde, el mendigo y la princesa se casaron en la intimidad, con el rey como
único testigo. Tras la sencilla ceremonia, la joven fue a su habitación, cogió dos de los
vestidos más sencillos que tenía y muy disgustada salió de palacio de la mano de su
esposo.
5. ¿Qué cosas llevó la princesa a su nuevo hogar?
¿Cómo crees que será su nuevo hogar?
Caminaron durante horas hasta llegar al reino vecino. Cuando pasaron la frontera,
atravesaron grandes propiedades con hermosos jardines. Un río caudaloso y cristalino
atravesaba todo el lugar y a los lados verdes bosques con árboles frondosos, cargados
de fruta, le daban vida al hermoso espectáculo de la naturaleza.
Unas pequeñas, limpias y muy bien pintadas; brindaban una sensación acogedora a
quien llegaba al reino y todas las personas sonreían y saludaban al ver a un forastero.
– Todo lo que ves, hasta donde no alcanza la mirada, es de nuestro Rey y de su hijo,
un joven príncipe de gran corazón al que todos en este reino queremos y admiramos.
– Caramba… Si le hubiera elegido como marido, ahora todo esto sería mío… – meditó
la princesa con tristeza.
Era noche cerrada cuando llegaron a casa. Su nuevo hogar se reducía a una cabaña
muy humilde, llena de rendijas por donde entraba el frío y sin ningún tipo de
comodidades. La princesa estaba desolada… ¡Qué sitio más horrible!
Su marido le pidió que encendiera el fuego, pero ella no sabía cómo hacerlo. Siempre
había tenido criados que hacían todas esas labores tan desagradables. Tampoco sabía
cocinar, ni limpiar, ni hacer la cama, que en este caso era un mugriento colchón tirado
en el suelo. El hombre, resignado, echó unos troncos en la chimenea y enseguida
entraron en calor.
– No tenemos nada para comer. Tendrás que trabajar para ganar algo de dinero. Toma
estas tiras de mimbre y haz unas cestas para venderlas en el pueblo.
La princesa lo intentó, pero al manejar las ramitas se hizo heridas en sus delicadas
manos ¡Ella no estaba hecha para esas tareas!
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– Veo que es imposible… Probarás a tejer manteles de hilo, a ver si se te da mejor.
La joven puso interés, pero de nada sirvió. El hilo cortó sus dedos y de ellos salieron
finísimos regueros de sangre.
– ¡Está bien, olvídate de eso! Mañana irás al pueblo a vender las ollas de cerámica que
yo mismo he fabricado ¡Es nuestra última oportunidad para ganar unas monedas!
– ¿Yo? ¿Al mercado? ¡Eso es imposible! Soy una princesa y no puedo sentarme allí
como una pordiosera a vender baratijas ¡Si me reconocen seré el hazmerreír de todo el
mundo!
– Lo siento por ti, pero no queda más remedio. Si no, nos moriremos de hambre.
– ¡Ay! ¡Qué desgracia! ¿Qué voy a hacer ahora?… ¡No me queda nada para vender!
¡Mi esposo se va a disgustar muchísimo!
Regresó con el saco vacío, sin vasijas y sin dinero. Cuando entró en casa, se derrumbó
y comenzó a llorar sin consuelo. Su marido fue muy directo:
– Tenía el presentimiento de que esto tampoco saldría bien, así que fui al palacio del
rey y le pedí trabajo para ti. Sólo hay un puesto de fregona y tendrás que aceptarlo.
¡Fregona en el palacio del reino! La princesa se sintió humillada ¡Seguro que el rey y el
príncipe eran amigos de su padre y la reconocerían!
Estaba tan ensimismada que no se percató de que el príncipe se había acercado a ella
por la espalda.
– ¿Me permite este baile, señorita? – le susurró con voz aterciopelada.
La princesa se giró y dio un grito ahogado. El joven, aunque era apuesto y desde luego
muy refinado, tenía la barbilla ligeramente torcida ¡El príncipe era Pico de Tordo!
Se sintió tan abochornada que echó a correr por el salón. Estaba sucia, despeinada y
vestida con ropa vieja y descolorida. A su alrededor, los ilustres invitados estallaron en
carcajadas. La princesa se puso tan nerviosa que tropezó y cayó a la vista de todo el
mundo. Se tapó la cara con el mandil y sus llantos fueron tan grandes que el salón
enmudeció. Entonces, notó que alguien le tocaba el hombro suavemente. Levantó la
mirada y ahí estaba el príncipe Pico de Tordo tendiéndole la mano.
7. ¿Por qué lloraba la princesa?
La princesa se levantó del suelo y clavó sus ojos en los del príncipe.
– Lo siento mucho… Fui una estúpida y una orgullosa. Gracias a ti ahora soy mejor
persona. Perdóname por haberte insultado el día que nos conocimos.
– Lo sé y me alegro de que así sea ¿Ves todo esto? ¡Lo he preparado para ti!
Entre los asistentes estaba su padre el rey, que por fin se sintió tremendamente
orgulloso de ella. Emocionada corrió a abrazarle y vivió el momento más bello de su
vida. 8. ¿Por qué el rey se sintió orgulloso de su
hija?
La princesa miró a sus invitados y les dijo: Gracias a mi buen padre y a mi amado, he
aprendido que: “Una persona sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha
de ayudarle a levantarse.”
Características Características
físicas Psicológicas
Rey
Princesa