Kaprow - El Legado de J Pollock (1) Con Selección

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Plasticas VI
MATERIAL PARA USO EXCLUSIVO CATEDRA HISTORIA DE LAS ARTES PLASTICAS VI

El legado de Jackson Pollock


Allan Kaprow

La trágica noticia del fallecimiento de Pollock dos veranos atrás fue sumamente
angustiante para muchos de nosotros. Sentimos no solo tristeza por la muerte
de una gran figura, sino también una profunda pérdida, como si algo de nosotros
hubiese muerto también. Éramos parte de él: él fue, quizás, la encarnación de
nuestra ambición de una liberación absoluta (...)
Pollock creó algunas magníficas pinturas. Pero también destruyó la pintura. (...)
Hay evidencias de esto.
L
Fy
Por ejemplo, en el acto de pintar. En los últimos 75 años el juego azaroso de la
mano sobre el lienzo o el papel se volvió cada vez más importante. Pinceladas,
manchas, líneas, puntos, se desligaban progresivamente de los objetos
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representados y existían cada vez más por si mismas. Pero desde el


Impresionismo hasta, digamos, Maximo Gorky, la idea de un “orden” en esas
marcas era aún bastante explícita. (...) Con Pollock, sin embargo, la llamada
danza del chorreado y todas las acciones involucradas en el trabajo ocupan un
valor casi absoluto. (...). Aquí la aplicación directa de una concepción automática
del acto evidencia que no solo no se trata del viejo oficio de la pintura sino que
quizás esté bordeando el ritual en si mismo, un ritual que eventualmente usa la
pintura como uno de sus medios.
Pero usé el término “casi absoluto” para referirme al gesto espontáneo como
algo distinto del proceso de juzgar cada movimiento sobre el lienzo. Pollock
interrumpía su trabajo para juzgar sus “actos” cuidadosamente durante largos
períodos antes de acometer el siguiente paso. Conocía la diferencia entre un
buen gesto y uno malo. Acá trabajaba su conciencia artística, y esto lo hacía
parte de la comunidad tradicional de pintores. Aunque la distancia entre los
trabajos de los europeos, relativamente contenidos, y los trabajos caóticos o
expansivos de los norteamericanos indican al menos una conexión muy tenue
con las “pinturas” (...)
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Luego, la forma. Para conseguirla, es necesario deshacerse de la idea corriente


de “Forma” (...) Pollock ignoró los confines del formato rectangular en favor de
un continuum que avanza en todas las direcciones simultáneamente,
traspasando las dimensiones literales de la obra. (...) Los cuatro lados de la
pintura funcionan entonces como una interrupción abrupta de la actividad, que
nuestras imaginaciones continúan más allá indefinidamente, como si
rehusáramos a aceptar la artificialidad de un “final”. En obras anteriores, el borde
era una cesura mucho más precisa: ahí terminaba el mundo del artista y más
allá empezaba el mundo del espectador y la “realidad”.
(...)

L
Luego, la escala. La elección de Pollock de lienzos enormes servía a muchos
propósitos: el principal para nuestra discusión es que sus pinturas de escala
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mural dejaban de ser pinturas y se transformaban en ambientaciones
(environments). (...) Revirtiendo el trompe l´oeil, la pintura se continúa hacia
CE

afuera entrando en la sala. Y eso me conduce al punto de conclusión: el


espacio. El espacio de estas creaciones no es claramente palpable como tal.
Podemos quedar enredados en la red hasta cierto punto y, moviéndonos adentro
y afuera de las madejas de líneas y salpicaduras podemos experimentar una
suerte de extensión espacial. (...) Pero lo que yo creo claramente discernible es
que la entera pintura avanza hacia nosotros (somos participantes más que
observadores), y llega a penetrar el espacio de la sala. Es posible ver en esta
conexión de qué modo Pollock es el resultado último de una tendencia gradual
que se desplazó desde la profundidad espacial de los siglos XV y XVI hacia la
construcción desde la superficie del lienzo de los collages cubistas. En el caso
de Pollock la “imagen” se ha ido tan lejos que el lienzo ya no es más un punto de
referencia. Por eso, aunque estén en la pared, estas marcas nos rodean como
cuando el pintor estaba en acción: así de estricta es la correspondencia lograda
entre su impulso y el arte resultante.
Lo que tenemos, entonces, es un arte que tiende a expandirse fuera de sus
límites, tiende a ocupar nuestro mundo (…). La ruptura de Pollock con la
tradición de la pintura occidental puede ser a la vez una vuelta hacia la época en
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que el arte estaba activamente involucrado con el ritual, con la magia y con la
vida. Si es así, se trata de un paso importante y ofrece, en su sentido más
profundo, una solución a las preocupaciones de aquellos que nos piden poner
un poco de vida dentro del arte. Pero ¿qué hacer ahora?

Hay dos alternativas. Una es continuar en este camino. Probablemente se


pueden hacer muchas “casi-pinturas” buenas variando la estética de Pollock sin
apartarse de él ni ir más lejos. La otra es abandonar completamente la
producción de pinturas, me refiero a la pintura tal como la conocemos, al simple
formato de superficie rectangular u oval. Se ha visto cómo Pollock mismo estuvo

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cerca de hacerlo. En el proceso, llegó a algunos valores más novedosos que son
muy difíciles de discutir pero que constituyen nuestra presente alternativa. Decir
Fy
que Pollock descubrió cosas como marcas, gestos, pintura, colores, dureza,
suavidad, fluidez, detenimiento, espacio, el mundo, vida, muerte, puede sonar
CE

naif. Todo artista de valor ha “descubierto” esas cosas. Pero el descubrimiento


de Pollock parece tener una simplicidad y una espontaneidad peculiarmente
fascinantes. Para mi fue asombrosamente infantil, capaz de involucrarse en la
materia de su arte como en una secuencia de hechos concretos vistos por
primera vez. Hay, como dije, una cierta ceguera, una creencia muda en todo lo
que hace, hasta el final. Exijo que esto no sea considerado algo menor. Pocas
personas tienen la fortuna de poseer la intensidad de este tipo de conocimiento
(…)
La crudeza de Jackson Pollock no es bruta, es franca y espontánea,
independiente de la formación, el entrenamiento, los secretos profesionales, la
elegancia: una llaneza que los artistas europeos que el admiraba deseaban y
lograron parcialmente, pero por la cual el no tuvo que luchar porque la tenía por
naturaleza. Esto por sí solo sería suficiente para enseñarnos algo.
Y lo hace. Pollock, como yo lo veo, nos dejó en el punto en el cual debemos
comenzar a preocuparnos e incluso dejarnos asombrar por el espacio y los
objetos de nuestra vida cotidiana: nuestros cuerpos, ropas, habitaciones, o, si
fuera necesario, la vastedad de la calle 42. No satisfechos con sugerir los
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restantes sentidos a través de la pintura, usaremos las sustancias específicas de


la vista, el sonido, los movimientos, la gente, los olores, el tacto. Objetos de
cualquier clase son materiales para el nuevo arte: pintura, sillas, comida, luces
de neón, humo, agua, medias viejas, un perro, películas, miles de otras cosas
que serán descubiertas por la presente generación de artistas. Estos creadores
osados no solo nos mostraran, como si fuera por vez primera, el mundo que
siempre nos rodeó pero ignorábamos, sino que también pondrán al descubierto
happenings y eventos de los que nunca hemos oído hablar, hallados en tachos
de basura, archivos policiales, lobbies de hoteles, vistos en vidrieras y en las
calles, experimentados en sueños y en horribles accidentes. Un olor de frutillas

L
magulladas , la carta de un amigo, un cartel promocionando Drano, tres pestillos
en la puerta principal, un garabato, una visión, o una voz leyendo sin pausa, un
Fy
relampagueante stacatto, un sombrero de bowler, todo será material para este
nuevo arte concreto.
CE

Los jóvenes artistas de hoy ya no necesitan decir “soy un pintor” o un “poeta” o


un “bailarín”. Son simplemente “artistas”. Todo lo relativo a la vida estará abierto
a ellos. Descubrirán a partir de cosas ordinarias el significado de lo ordinario. No
intentarán volverlas extraordinarias sino que solo establecerán su significado
real. Pero a partir de nada inventarán lo extraordinario y luego probablemente la
nada en sí también. La gente estará maravillada u horrorizada, los críticos
estarán confundidos o entretenidos, pero estas, estoy seguro, serán las
alquimias de los 60.

Síntesis y traducción: Prof. Valeria González


Fuente: Allan Kaprow, “The Legacy of Jackson Pollock”, ARTnews, 1958. Reimpreso en Allan
Kaprow, Essays on the Blurring of Art and Life, ed. Jeff Kelley, Berkeley-Los Angeles, University
of California Press, 1993, pp. 1-9.

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