COMENTARIO DE TEXTO DESCARTES
René Descartes fue un filósofo y matemático francés, así como uno de los protagonistas de la
revolución científica; es considerado como el creador de la filosofía racionalista moderna y la
resolución del problema para encontrar un fundamento del conocimiento que garantice su
certeza, y como el filósofo que supone el punto de ruptura definitivo con la escolástica ; nació en
La Haye de Turena durante los años 1596-1650 y su padre fue el consejero del Parlamento de
Rennes A sus diez años, se adentró en el colegio de La Flèche, dirigido por los jesuitas, donde
recibió una educación clásica, filosófica y científica; ejerciendo más tarde, a sus veintidós años,
su postura como soldado en el ejército de Mauricio de Nassau.
Tras renunciar a esa vida militar, comenzó un numeroso periodo de viajes; entre otros pasó una
temporada en Italia, donde se relacionó con la mayoría de científicos de la época, pero no
consigue conocer a Galileo con quien compartía ideas cosmológicas. Entre sus obras destaca
el famoso “Discurso del Método” en 1637 y debido a su éxito en 1649 aceptó la invitación de la
reina Cristina de Suecia y se desplazó hasta la corte de Estocolmo. Debido a factores como la
inestabilidad temporal hizo que muriera a causa de una pulmonía.
1. DESCRIBA EL CONTEXTO FILOSÓFICO-CULTURAL QUE INFLUYE EN EL AUTOR
DEL TEXTO.
En cuanto al contexto histórico-cultural, se sitúa en el siglo XVI donde se destaca la
presencia del Renacimiento donde se aprecia un giro epistemológico en cuanto al
conocimiento. Se desarrolla el Humanismo, la cual se caracteriza por saber cómo conoce
el ser humano, hasta dónde puede llegar, sus límites y facultades. Además, es importante
nombrar contextualmente la Reforma protestante y los cambios producidos por Martin
Lutero y Erasmo de Rotterdam. Este suceso provocó un gran número de conflictos entre
protestantes y católicos, destacando la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Otro gran
acontecimiento fue el descubrimiento de América pues gracias a él favoreció el desarrollo
del comercio marítimo, así como las manufacturas. La sociedad también se vio modificada,
surgiendo una nueva clase social: la burguesía. En la época que vivió Descartes, se da la
ruptura de lo tradicional a lo moderno, siendo este proceso llamado Revolución Científica,
de autores como Galileo y Copérnico; sin embargo, Descartes compartía muchas cosas
con ellos, entre las más importantes, la búsqueda de un método de investigación más
adecuado, así como el desarrollo de un nuevo método científico, la matematización.
Por otra parte, podemos situar a Descartes en la época del Barroco (siglo XVII), además
del Renacimiento, como consecuencia de la crisis existente. Se destaca también el cambio
en la visión del universo, surgiendo ahora el mecanicismo. Principalmente, este se refiere
al gran paso del paradigma geocéntrico aristotélico al paradigma heliocéntrico de
Copérnico.
Pasando al contexto filosófico, se considera a Descartes como padre de la filosofía
moderna ya que inicia el principio de “subjetividad o prioridad del sujeto”; esto quiere decir
que ya no existe la realidad fuera del sujeto siendo éste la prioridad. Conocemos como
somos, por lo que la realidad no es pura; siempre vemos la realidad como una “realidad
manipulada” puesto que, con el simple hecho de observación del entorno por el hombre, ya
está siendo subjetiva. En otro aspecto, este está marcado por la famosa disputa entre dos
grandes corrientes del pensamiento; estas son: el Racionalismo de Descartes y el
Empirismo de autores como David Hume y John Locke. Cabe destacar la postura de
Immanuel Kant como precursor de la conciliación entre ambas posturas.
2. IDENTIFIQUE Y EXPLIQUE LAS IDEAS CONTENIDAS EN EL TEXTO.
Se trata de un fragmento de la obra “Discurso del Método”, parte IV de René Descartes, la
cual establece la “duda metódica”: todo conocimiento obtenido a través de nuestros
sentidos suele ser incorrecto, por ello animaba a mantener una actitud de duda ante todo
para poder llegar hasta un conocimiento verdadero a través de ideas claras y evidentes y
no tomar como verdadero algo que no lo es; además, de estar alertos ante las “fakes news”
que se nos presentan a diario.
El tema que postula el texto es la actitud cartesiana o de duda, debido época de
desinformación en la que se encontraba. A su vez, se presenta la afirmación de un carácter
sustancial del alma, la cual se presenta independiente del cuerpo. Aparece la postura de la
“sustancia” donde tal y como nos cita el texto: “…llegué a conocer a partir de todo ello que
era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia,
para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material”. A
partir de ella, Descartes halla una primera verdad indubitable: el cogito, cuya existencia se
establece con total certeza. En relación, sus características; existencia de otras conciencias
y el mundo externo, todas ellas son deducidas de la existencia de Dios. Justo después de
este hallazgo, es decir, después del establecimiento de una conexión entre pensamiento y
existencia, se crea el primer concepto del método cartesiano: la evidencia.
Entre estas afirmaciones cartesianas, como ya he nombrado al principio, este fragmento
supone el tránsito de la afirmación indudable de la existencia del cogito a un análisis de su
naturaleza o esencia, es decir, una vez establecida la existencia de un sujeto pensante, es
necesario establecer, a su vez, en qué consiste esa actividad pensante.
Así pues, en el texto se postula, además, el” yo” como ser pensante. En ella se denota que
el sujeto es racional, no es un cuerpo. En esto que estoy dudando, me reconozco como un
ser que piensa, pero no como un cuerpo. Por el simple hecho de dudar y de estar
debatiendo si no existe, tiene que estar existiendo. Con ello, se obtiene su primer principio:
“Pienso, luego existo”. La existencia del ser pensante es la evidencia de que está por
encima de la existencia del cuerpo y del mundo exterior; lo que significa que podremos
dudar del cuerpo, pero no del yo o del alma. Así pues, la duda metódica, ha asegurado la
existencia de una sustancia independiente del cuerpo.
3. JUSTIFICACIÓN DE LA TEMÁTICA PLANTEADA EN EL
TEXTO DESDE LA POSICIÓN FILOSÓFICA DEL AUTOR.
Para poder explicar la posición filosófica del autor, en este caso, Descartes, en su obra
“Discurso del Método”, parte IV; es importante hacer referencia a su búsqueda del
conocimiento, o epistemología; su metafísica y antropología.
Desde su posición epistemológica, cabe destacar que, gracias a su obra, el pensamiento del
siglo XVIII, se fundamentó, en mayor o menor medida, en el programa cartesiano. Descartes
renegó del método escolástico en el que fue educado pues lo consideraba un método el cual no
conseguía alcanzar el conocimiento y la verdad verdaderos.
En cuestión a su método, el autor tomó como modelo, el modelo matemático pues lo admiraba
por su evidencia y certeza. Este fue descrito con reglas ciertas y fáciles, donde nadie tomaría
como verdadero lo falso y llegará hasta el verdadero conocimiento de todo lo que sea capaz de
conocer. El método explica cómo debe utilizar la mente la intuición y la deducción. Los
objetivos de éste son dirigir bien la razón y descubrir la verdad; para ello en su obra expone las
cuatro reglas que lo rigen: la regla de la evidencia, donde todo lo que aparece en mi mente de
manera clara y distinta es evidente y si se aplica correctamente se eliminará cualquier duda; la
regla del análisis, los problemas más complejos debemos descomponerlos en sus categorías
más simples; la regla de la síntesis, una vez este problema se ha descompuesto, debemos
recomponerlo a través de la síntesis; y por último, la regla de la enumeración, hay que
comprobar todo el proceso hasta estar seguros de que no haya errores.
En relación a la búsqueda de una verdad indubitable, Descartes utilizará la duda metódica.
Esta, no es una muestra del escepticismo, sino que, al contrario, es un método de
acercamiento a la verdad. Así, en el fragmento que comentamos, cuando Descartes afirma que
podía “fingir que carecía de cuerpo” nos está mostrando la exposición de esa duda, con
carácter hipotético, a lo que no parece ofrecer ningún tipo de certeza: el cuerpo y el mundo
donde se encuentra.
Se trata de una duda provisional cuyo objetivo es “rechazar como absolutamente falso todo
aquello en lo que pudiera imaginar la más pequeña duda”. Por lo cual, los motivos hasta donde
se extiende la duda dichos por Descartes, es decir, el testimonio engañoso de los sentidos, la
dificultad para distinguir los sueños del estado de vigilia, la exposición del Dios engañador y la
hipótesis del “genio maligno”) no hacen más que insistir en ese carácter problemático que
adquiere la realidad a la hora de plantearnos su correcto conocimiento. A su vez, la misma
búsqueda de la existencia se encuentra ligada a la duda metódica, pues cuando Descartes la
encuentre, el proceso de duda, se frenará. El simple hecho en el que estoy pensando, estoy
existiendo. En relación a esta hipótesis, se une la de Putman, “cerebros en una cubeta”, donde
el cerebro ha sido extraído de nuestro cuerpo y se ha depositado en un recipiente lleno de
nutrientes para conservar el cerebro. Este a su vez, está conectado a través de transmisores a
un ordenador inteligente; esto supone, no tener una vida real, sino una simple simulación
donde que ordenador transmite a nuestro cerebro una determinada información o acción y
nosotros la realizamos. El planteamiento mismo de duda requiere así de una certeza, el genio
maligno me puede engañar sobre si realmente existo, pero para poder ser engañado, tengo
que existir. Por lo que se ha alcanzado la idea: “Pienso, luego existo”. No puedo dudar de mi
existencia puesto que hay una conexión necesaria entre pensar y existir. Descartes ya ha
encontrado la primera verdad clara y evidente; la de mi propia existencia como ser pensante:
“cogito ergo sum”. Pero ¿qué es el pensamiento al que hace referencia? Descartes, ante esto,
expone que “pensar” no es solo entender, querer e imaginar, sino también sentir.
Pasando a exponer su metafísica, Descartes concluye ese proceso de duda asignándose a sí
mismo como sustancia que piensa. El concepto de “sustancia” es muy importante en el
pensamiento cartesiano; el término “sustancia” aparece como un sinónimo de “cosa”. Por tanto,
cosa que piensa es una sustancia pensante (“res cogitans”). A partir de aquí descubrirá otras
verdades, como son la sustancia extensa, lo material y la sustancia infinita, Dios. La cuestión
de sustancia, se concibe como aquello de lo que no necesita nada salvo de sí mismo para
existir; lo cual se entiende solo la sustancia Dios para existir. La sustancia tiene un atributo, que
se define como su esencia y se identifica con ella, y unos modos que son las maneras en que
aparece ante mí. Por ello, sustancia infinita (res infinita) es Dios y tiene como atributo su
perfección; sustancia pensante (res cogitans o alma) tiene como atributo el pensamiento y
aparece ante mí como entendimiento, voluntad… Además, para Descartes, este conocimiento
es infalible por ser el resultado de un conocimiento inmediato pues no es el resultado de ningún
proceso de elaboración o la sustancia extensa (res extensa o materia) donde se concibe como
el mundo que percibimos con nuestros sentidos, su atributo es la extensión y aparece ante mí
como la figura y el movimiento. Pero de la certeza del yo hay que observar otras cuestiones,
pues, de lo contrario, tendríamos la contradicción de un ser existente como simple
pensamiento, pero ese pensamiento, su única evidencia es el ser pensamiento. Descartes, al
haber fundado el conocimiento en el sujeto pensante, todo lo que es objeto de pensamiento
queda en entredicho, es decir, no tenemos certeza de que lo que pensamos sea o no cierto,
sólo tenemos la certeza de que estamos pensando (solipsismo). Para superar este solipsismo,
Descartes, lo hace a través de la existencia de Dios. Para demostrar la existencia de Dios, se
basa en la idea innata de Dios pues la idea de lo más perfecto no puede haber sido creado por
mí ya que soy un ser finito y por tanto, imperfecto. Por otra parte, la demostración ontológica de
San Anselmo, implica que si la idea de Dios es que es que posee toda la perfección, debe
existir necesariamente porque si no sería imperfecto. Una vez demostrada la existencia de
Dios, se elimina la idea de Dios engañador y el genio maligno; también no solo es un ser
perfecto, sino que además nos garantiza la certeza del conocimiento; así como la existencia de
otras coincidencias y el mundo externo. Por tanto, existe la creencia de un Dios bueno y
benevolente. Y, por último, con el principio de causalidad intuimos que yo no puedo ser la
existencia de mí mismo; necesito una primera causa eficiente. Sin embargo, Descartes genera
la idea de un círculo vicioso, donde Dios es la garantía de las ideas innatas siendo también
este una idea innata por lo que la existencia de Dios, no se ha demostrado.
Sobre la res cogitans, en las últimas líneas de nuestro fragmento, se indica claramente la
dificultad para explicar su relación con el cuerpo. La visión cartesiana defiende un dualismo
radical sobre el alma y el cuerpo, considerándolas sustancias autónomas y autosuficientes. De
todas formas, hay que reconocer que existe una cierta relación entre ellas puesto que el cuerpo
responde a la voluntad de la mente. La solución que propone descartes ante esto, es que se
produce una conexión del alma y del cuerpo en un punto del cerebro, llamado “glándula pineal”.
Esto supone que el cuerpo se reduce así a una “máquina” regida por unas leyes físicas, un
mecanismo similar a un reloj.
4. RELACIÓN DE LA TEMÁTICA EXPUESTA EN EL TEXTO CON OTRA POSICIÓN
FILOSÓFICA.
En lo que se refiere a la posición filosófica del autor, frente a Descartes, realizaremos la
comparación con la corriente empirista y racionalista; especialmente haciendo referencia a
David Hume.
David Hume nació en Edimburgo en los años 1711-1776, en una familia de la pequeña
nobleza. A sus 18 años, se marchó a estudiar al colegio de los jesuitas de La Flèche,
donde había sido alumno de Descartes. Allí experimentó una gran intuición hacia una
nueva visión filosófica, tratándose de esta una nueva ciencia de la naturaleza humana. A
raíz de esta experiencia, escribió el “Tratado de la naturaleza humana” en los años 1739-
1740, el cual propone crear un nuevo sistema de las ciencias.
En cuestión a su posición filosófica, presenta algunas contradicciones de la de Descartes.
Así pues, pasaremos a nombrarlas. En primer lugar, en cuanto a su teoría del
conocimiento, Descartes nos proponía tener un conocimiento de duda ante todo lo que se
nos presentara; sin embargo, Hume considera que todo nuestro conocimiento procede de
los sentidos. Defiende que la mente del hombre se compone de percepciones, siendo estas
divididas en impresiones o ideas, las cuales diferenciadas por su grado de fuerza o
vivacidad. Estas impresiones, pueden ser a su vez de sensación y reflexión; pero Hume no
tiene la certeza de la procedencia de las impresiones de sensación, pero sí afirma que las
de reflexión proviene de las ideas. Las ideas son meras copias debilitadas de las
impresiones, y por ello son el origen de nuestro conocimiento. A su vez, el autor realiza una
crítica a la visión racionalista de la existencia de las ideas innatas. Si se quiere saber el
grado de certeza de una idea, se debe buscar su correspondiente impresión. En cuanto a
las percepciones, Hume realiza una división en simples y complejas; éstas se diferencian
en la capacidad de cada una de ellas para dividirse, siendo la primera las que no admiten
separación y en cambio, las segundas, sí lo permiten. Cabe destacar que, las ideas
complejas pueden dividirse por la imaginación y poder volver a ser unidas como se quiera.
Esto es posible gracias a unas leyes de asociación de ideas, las cuales pueden clasificarse
en tres: la semejanza, que consiste en pasar de una idea a otra similar como, por ejemplo,
cuando observamos un cuadro y al instante podemos pensar en el paisaje original; la
contigüidad espacio-temporal, donde si tomamos como referencia las ideas de objetos que
se hallan contiguos, la mente tiende a recorrerlos seguidamente. Por último, la causa y
efecto, la cual cuando se produce un acto (efecto) inmediatamente nuestra mente tiende a
pensar en la causa que lo originó. Y es en este momento cuando Hume encuentra el
fundamento de la crítica a la metafísica. Para Hume, la metafísica se ocupa de cuestiones
abstrusas, oscuras y complejas, que nos conducen a la superstición; a una serie de ideas
que, aunque aparentemente pueden parecer racionales, no tienen un fundamento
cognoscitivo válido que la sustente. Estas ideas abstrusas, según Hume son las que se
corresponden con las ideas tradicionalmente analizadas por los racionalistas, consideradas
innatas e intuitivas.
Por un lado, tenemos la idea de causalidad, donde Descartes se había basado en ella para
realizar su demostración de la existencia de Dios como causa de la idea de infinito que
encontraba en su mente. Sin embargo, para Hume, la conexión causa-efecto es la base de
la ciencia así como, la de nuestro conocimiento cotidiano: pues siempre que se produzca la
causa A, se seguirá el efecto B. Esto nos lleva a suponer que existe una conexión
necesaria entre ellas y se deduce así que nuestro futuro será igual que nuestro pasado. El
hecho de que exista esta conexión necesaria, nos conduce al escepticismo y relativismo;
entonces, ahora la necesidad y universalidad, se reducirán al ámbito de las ciencias
formales, matemáticas y lógica, basadas en las relaciones de ideas.
Así pues, Hume también realiza una crítica a tres fundamentos de la metafísica, como son:
la idea de mundo, la idea del yo y la idea de Dios. Además, si la idea de sustancia supone
una impresión constante e invariable de algo, afirma Hume que aún no se ha encontrado
ninguna impresión inalterable, por lo que se debe poner en duda la validez de este
concepto. En la idea de mundo, hay impresiones del mundo externo, que vuelven a
nosotros constantemente; el problema que observa Hume en la imaginación, reside cuando
nuestra mente empieza una serie de pensamientos, la puede continuar sin observar el
objeto. Pero se considera que lo único que se da en mi mente es un conjunto de
percepciones e incluso tampoco podemos afirmar tajantemente que el mundo externo a mi
mente sea la causa de mis impresiones. Por otra parte, en la idea del yo: Descartes
afirmaba que el yo aparecería como una sustancia pensante la cual tenemos en constancia
debido a su actividad o modos en que se muestra en la mente. Hume, por su parte,
observa el problema en que esta idea implica la existencia de un yo permanente sujeto de
todos nuestros actos psíquicos, la cual es invariable. Pero sin lugar a dudas, entre nuestras
impresiones no está la de un yo único a lo largo de nuestra vida, por lo que no podemos
tener nunca una impresión del yo. El yo o persona no es ninguna impresión, sino aquello a
lo que se supone que nuestras distintas impresiones e ideas hacen referencia. Por último,
en lo que se refiere a la idea de Dios, no tenemos impresión de ningún ser omnipotente
capaz de haber creado el universo, conocer el origen de la existencia de Dios significa
intentar hacer un uso extraempírico de nuestras impresiones. De esta forma, Hume niega
la demostración de la existencia de Dios de Descartes a partir de la idea que tenemos en la
mente.
5. VALORE DE MANERA RAZONADA LA ACTUALIDAD DE LAS IDEAS
CONTENIDAS EN EL TEXTO O DEL PENSAMIENTO DEL AUTOR.
Desde mi punto de vista, de la posición filosófica de Descartes, es considerable destacar la
idea del genio maligno y la actitud de duda ante el entorno.
Hoy día, existen continuas referencias a dudar de todo lo que se nos presenta ante
nuestros ojos, a menos una vez en la vida. Esto no solo hace referencia a las fakes news
que nombré al principio, sobre todo ahora mismo con la situación actual de la guerra en
Ucrania o incluso la pandemia del COVID-19. Otras figuras como se nos presentan, los
adivinos, los echadores de cartas, etc. Pueden predisponernos a conocer “actos” o
“situaciones” que podrán ocurrirnos en un futuro lejano o no tan lejano. Estas
predisposiciones pueden generar varias inquietudes en nuestra mente, por ello, tenemos
que actuar utilizando nuestra razón para no creer cualquier información que nos llegan de
agentes externos. Nuestra acción de duda no es excelente al igual que nuestra razón, ya
que está muy limitada pues desde pequeños hemos tendido a creer lo que nos dicen
nuestros padres o profesores, sin llegar realmente a cuestionarnos esas palabras. Pero,
cabe destacar que nuestra mente es el mejor instrumento con el que contamos.
Finalmente, para acabar, pasaré al último argumento de duda cartesiana, y este es el genio
maligno. A pesar de no tener este concepto como tal, muchas veces nos hemos planteado
cosas como, ¿por qué mi vida es como una simulación de rutina constante? ¿realmente
estoy existiendo? Esto en muchas circunstancias, puede generarnos una cuestión sobre
nuestra vida bastante profunda, e incluso, hay personas que se la cuestionan hasta un
nivel muy extremo. Esto se relaciona además con la hipótesis de Putman; es decir, la idea
de “cerebros en una cubeta” donde nuestra vida es una simple simulación pus nuestro
cerebro está unido mediante cables a un ordenador inteligente. Pero realmente, a mi
parecer esta idea del genio maligno y la hipótesis de Putman, no tendría sentido, pues si
fuésemos experimento de un ser malicioso o programaciones, todos tendríamos el mismo
pensamiento en todas las acciones y decisiones de nuestra vida y no existirían diferencias
de ningún tipo entre humanos.