TP2 Filosofía 5to 2da (Con Guía de Estudio)
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Trabajo práctico Nº 1
Filosofía presocrática: Heráclito y Parménides
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Escuela Nº 4-032
Nuestra Señora de las Nieves
A. Algunas consideraciones de Heráclito de Éfeso:
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Observa el siguiente video sobre Heráclito y toma apuntes para tu Diario Filosófico:
https://www.youtube.com/watch?v=dHQIQMYbhvU&t=2s
Heráclito se inclinó a buscar el principio de todo, y qué era eso que conformaba todas las
cosas, guiándose por los Miletos quienes veían ese principio en una sustancia material (en su caso
el fuego, elemento transformador de la naturaleza por excelencia). Además de que él planteó la
perspectiva de que todo tiene un cambio. Los pensamientos y aportaciones filosóficas de Heráclito
serían fructíferos a la hora de dar origen tanto a la metafísica, como a la dialéctica (que es el
movimiento propio del pensamiento a partir de contradicciones)
Para Heráclito el universo y su explicación están formados por opuestos, es decir, que
existen aspectos contrarios que se conectan entres sí, lo que es una condición del devenir de todas
las cosas, y también por su ley y su principio.
Los opuestos culminan en una síntesis, por el logos, que es una proporción y medida común
en todo, es decir que para Heráclito, el universo está en una medida que hace que las cosas que al
parecer son muy diversas, realmente son una.
Algunos de los aportes de Heráclito más importantes o más relevantes en la época y que
aun consiguen colarse en las discusiones actuales de lo que es la filosofía e incluso en otras
ciencias, en el estudio del universo, dialéctica, además de lo que se mostraran a continuación.
Heráclito continúo con la idea que tenían los filósofos de Milesa, de que la existencia se debe
a un elemento natural, y que este suministra la esencia y el origen de todo eso que existe, y esta
característica se le atribuye al elemente natural que se conoce como, el fuego.
Heráclito consideró que el fuego nunca se extinguía y que su naturaleza inquieta, es decir el
constante movimiento del fuego, le permitían estar en sintonía con el movimiento natural del resto
del universo. Y también consideraba que el fuego formaba parte del alma de los humanos.
Creía que los fenómenos naturales formaban parte de lo que era el movimiento y el cambio
consecuente de la naturaleza. Nada existente es inmóvil, ni se mantiene de esa manera, y tampoco
dura para siempre, el movimiento y el constante cambio de las cosas permite que exista un
equilibrio en el universo
“Nadie se baña dos veces en el mismo río”, es una de las expresiones que utilizaba Heráclito
para explicar esta ideología.
Y también Heráclito busca explicar no solo el cambio que hay en la naturaleza, sino también
el cambio existente en el hombre.
Del mismo modo, con la frase “Todo fluye”, le atribuyó a lo que es el universo un
comportamiento voluble en cuanto a sus acciones, pero que este nunca estaba inmóvil, nunca
estaba estático.
Dualidad y oposición
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Los cambiantes sucesos de la naturaleza y del hombre no eran más que la consecuencia de
la incompatibilidad y la aversión en la realidad, esto era lo que Heráclito consideraba como la
explicación de los hechos.
El creía que no se podía probar un estado si se desconocía, o no se había experimentado en
lo absoluto antes, lo contrario a este.
Todo está formado por su contrario, y de un momento a otro esta pasa a ser su contra parte.
Para aclarar esta idea, Heráclito utilizó la metáfora del camino, en el que uno baja y el otro sube,
pero que al fin y al cabo estos son el mismo camino.
La vida permite la muerte, la salud la enfermedad, pues una persona no puede saber si se
encuentra sano si no ha experimentado estar enfermo, el frío al calor. (Ver artículo: Bill Gates)
El principio de la causalidad
La palabra, la reflexión, la razón, estas eran las características que Heráclito le plasmaba al
Logos, cuando también pedía que no solo prestaran atención a las palabras que él decía, sino que
también prestaran atención a lo que conlleva el Logos.
El Logos, era incomprensible para el hombre, a pesar de siempre estar presente.
Para Heráclito, a pesar de que todo fluía, también poseía un orden específico que seguir, y el
Logos era parte de ese camino que seguir.
El Logos, permitía que existieran y fueran posibles las relaciones entre la naturaleza, los
elementos de esta, el alma, etc.
Aporte a la metafísica
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Una de las obras principales de Heráclito, el oscuro, que debido a su solitaria vida y a su
misantropía, fue la metafísica, pues se considera uno de los iniciadores de la misma.
Como algunos saben la metafísica se considera una rama de la filosofía que se basa en los
cuestionamientos centrales de un filósofo: el ser, el absoluto, el Dios, el mundo, el alma. Allí busca
describir las características, el fundamento, las causas de la realidad, su utilidad y su finalidad,
estudia todo eso, de lo inmaterial.
Heráclito, de alguna manera fue considerado uno de los precursores de la metafísica griega,
sus ideales provienen de la escuela jónica de la filosofía griega. Creía que el fuego era esencial
para crear los fenómenos del mundo, añadió al ser, el devenir, que considero una realidad de
todas las cosas.
Heráclito de Éfeso fue considerado por varias personas, como el precursor real de esta
ciencia, la psicología, ya que fue el primero en plantear lo que es el cambio habitual de la
naturaleza, donde quiso dar a entender que todo, absolutamente todo, se encuentra en un
constante cambio, y de ahí podemos concluir que la mente del humano también presenta esa
particularidad, también es parte de ese estado de cambio constante según la situación que se esté
viviendo.
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Observa el siguiente video sobre Parménides y toma apuntes para tu Diario Filosófico:
https://www.youtube.com/watch?v=m74gjBbLN1Q
Los presocráticos son aquellos filósofos que aparecieron antes de Sócrates y se dice que fue
Tales de Mileto el primer filósofo al repensar el origen del mundo. En vez de depositar la explicación
de la existencia en los dioses y los mitos, Tales propuso que el principio de todas las coas era el
agua. Esto abrió paso a que diferentes pensadores entablaran un diálogo respecto al origen.
En este caso, Parménides de Elea no propuso un origen, para él el universo siempre ha
existido. Lo que conocemos de la vida y obra de Parménides ha sido por medio de las referencias
que realizaron Platón y Diógenes en sus textos que se concentran en poemas y fragmentos sueltos.
Se dice que escribió una única obra: Sobre la naturaleza.
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Para aclarar un poco el apartado anterior es pertinente que veamos en detalle qué es el Ser
para Parménides. Para él esta es la base del universo, el principio primordial, nada existe o puede
existir fuera del Ser, porque este sería no-ser. De esta idea se desglosa su famosa frase “todo lo
que es, es y todo lo que no es, no es”.
Este concepto tiene una serie de características:
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La palabra monismo viene del griego monos que significa “uno” e ismo que significa
doctrina. En otras palabras, monismo se refiere a la doctrina del uno o de lo único, en este caso
hace referencia al pensamiento de que el universo proviene o existe a base de una sustancia
única.
Como pudimos ver en los apartados anteriores el monismo de Parménides tiene su raíz en el
Ser; el soporte del universo y lo único que existe es el Ser. Con ello, podríamos resumir su doctrina
en los siguientes dos puntos:
Nada puede existir por fuera del Ser, lo que imposibilita el cambio, fin o comienzo de las
cosas; estas son simples ilusiones.
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Youtube:
Observa el siguiente video sobre la polémica entre Heráclito y Parménides y toma apuntes
para tu Diario Filosófico:
https://www.youtube.com/watch?v=7fwiYLoTCFg
Heráclito de Éfeso, el Oscuro, inicia la polémica al afirmar que todo se mueve y todo cambia.
El universo es dinámico, las cosas cambian, se modifican, dejan de ser lo que son para pasar a ser
otras cosas. Además, este cambio es imprevisible, por eso, `En los mismos ríos entramos y no
entramos, (pues) somos y no somos (los mismos)´.
Todo cambia, ni los bañistas son los mismos, ni el río tampoco. Cuando unan persona entra
en un río por primera vez, las aguas de este río nunca van a ser las mismas. Pero tampoco la
persona es la misma, ya que el ser, está cambiando todo el tiempo.
Con base en esto, se elimina toda posibilidad de conocimiento, ya que no es posible conocer
una sustancia que cambia continuamente, de la misma forma que una persona no puede conocer.
El devenir es la base de la filosofía de Heráclito
El devenir es la base de la filosofía heraclítea. Existe un flujo universal entre todos los seres,
`Todo fluye´ (Panta rei). Lo que hace posible este cambio es el conflicto, la contradicción, que a la
vez, constituye la unidad de los opuestos, en una especie de tensión similar a la cuerda que une los
extremos del arco. Hay, por tanto una armonía entre los opuestos, si no un equilibrio dinámico, que
es posible observar en la naturaleza hombre/mujer, luz/oscuridad, calor/frio… Existe, dice el de
Éfeso, una unidad basada en la diferencia.
`La guerra es el padre de todas las cosas´. El logos de Heráclito sirve de puente de unión a
los opuestos, da unidad a las cosas. Porque el conocimiento es `uno y una sola cosa´. Así, el
filósofo defiende que el ser y el no ser, son a la vez. `La realidad es una y es múltiple´ porque `el
devenir es la esencia de todo lo que hay´. El devenir es como el fuego, en su crear y destruir el
mundo, por eso cada día hay un nuevo sol.
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`El ser es y el no ser no es´. Cambiar, moverse es `pasar de se a no ser o de no ser a ser´ y
esto no es posible. Todo aquello que existe nace de otra que ya existe. Las cosas no nacen de la
nada. `Solo existe el ser´ sin partes.
Por experiencia el ser humano puede pensar que las afirmaciones de Parménides no son
ciertas, ya que es posible observar el cambio en la naturaleza. Los sentidos perciben ese cambio.
Pero, además de no ser tan imprevisible como asegura Heráclito, el cambio que se puede apreciar
en las cosas, no es más que un engaño de los sentidos.
Los autores posteriores intentarán resolver esta polémica, dando respuesta a estas tres
preguntas.
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La polémica entre Heráclito y Parménides es tomada por Platón y Aristóteles e intentan
resolverla.
1. Analiza los siguientes textos y (con la ayuda de los textos introductorios explicativos)
realiza un cuadro comparativo de los pensamientos de Heráclito y Parménides (además de las
diferencias intenta establecer algunas similitudes), la idea es que te enfrentes a textos filosóficos de
primera mano, como el poema de Parménides analizado por especialistas, luego podrás hacer las
consultas que creas necesarias en internet e incluso a mí para comprender mejor de qué se trata.
Por ahora haz un cuadro comparativo de las ideas principales de ambos autores, puedes ayudarte
con material que encuentres en la red.
“Heráclito creía que el mundo estaba regido de acuerdo con lo que denominó el Logos
("palabra", "razón" o "discurso"). También creía que el cosmos era una transmutación de fuego.
Heráclito fue famoso por su insistencia en el cambio (panta rei) y por su firme compromiso con la
unidad y armonía de los contrarios, a diferencia del filósofo eléata Parménides, quien declaraba que
"lo que es, no puede no ser", negando así el cambio. Por esta razón, Parménides y Heráclito han
sido considerados como dos de los fundadores de la dialéctica y en parte de la metafísica y moral.”
Parménides:
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Ha dado que hablar la ausencia de sujeto expreso en los versos 3 y 5 del fragmento 2,
justamente aquellas líneas en donde la diosa presenta los caminos opuestos. La oposición de
ambos caminos se expresa posteriormente, de manera reducida, como ἔστιν ἢ οὐκ ἔστιν (éstin e
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oúk éstin, «es o no es») en el fr. 8 (v. 16). Pero este verbo (ἔστιν, tercera persona del singular del
tiempo presente del verbo εἶναι, «ser») puede tener un valor predicativo («es [algo]») o existencial
(«existe» o «hay»), y esta misma ambivalencia dificulta no solo su traducción, sino la determinación
de su sujeto.
Un conjunto de especialistas, siguiendo quizás lo que les pareció el sentido natural del texto,
pensaron que el sujeto es «lo que es». Así, por ejemplo, pensaron Diels y Cornford. Parménides
estaría así postulando una tautología: «lo que es, es».107
Burnet, por su parte, interpretó lo expresado como la postulación del universo como un
plenum, algo lleno, lo que nosotros llamamos «cuerpo»: lo incorpóreo no era aún conocido.109 A
Raven esto le parece una conclusión prematura: aquí no hay un sujeto definido, y afirma que, si no
se conocía lo incorpóreo, de ello no se sigue que Parménides esté describiendo un cuerpo.110
Schofield prefiere mantener la indeterminación inicial del sujeto sostenida por Raven, pero
analizando los usos del «es» observa que luego el sujeto es el participio ἐόν, «ente», o «lo
real».111
Verdenius postuló como sujeto de esta construcción, primero, «la totalidad de las cosas»,
pero luego revisó su posición y sostuvo que el sujeto era «la verdadera naturaleza de las
cosas»112 Guthrie rechaza tanto la posición de Burnet como la de Verdenius por prematuras.
Siguiendo a Owen,113 ve que la indeterminación del sujeto sostenida por Raven es también
deficiente, porque Parménides llega a demostrar muchas características del sujeto del ἔστι, y este
sujeto no se expresa en este fragmento, sino en B 6, v. 1. Una elección prudente oscila entre «lo
que es» y «aquello sobre lo que se puede hablar y pensar» (fr. 3), que Parménides considera
idénticos. Owen dice que ἐόν sería una descripción correcta del sujeto, pero vacila en aceptarlo
como sujeto porque convierte a la expresión de Parménides en una tautología. Guthrie, sin
embargo, piensa que esto no es decisivo, y que algo que a nosotros nos parece una trivialidad es
una afirmación necesaria desde el punto de vista histórico: en medio de teorías sobre el cambio o
transformación de sustancias en la conformación del cosmos, tal como las que había sostenido la
filosofía milesia, él reivindica las implicaciones últimas de aceptar que «lo que es» es.107
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Respecto del valor del «es», Raven dice que el rechazo de Parménides a la vía del «no es»
se debe a su propia confusión entre el valor predicativo y el existencial del verbo. Si es correcto
decir que una manzana es roja, es igual de correcto decir que no es verde, pero Parménides objeta
(erróneamente) que no se puede concebir lo que no existe.110 Schofield señala, contra Raven, que
es también imposible conocer lo que no tiene predicados. Luego de examinar los usos de la forma
verbal en el poema, concluye que no se le puede atribuir a Parménides una confusión entre el valor
predicativo y el existencial: más bien, en el texto, se conservan ambos valores sin mezclarse.111
Pero la opinión de los filólogos coincide en decir que esta interpretación es incorrecta. Esta
coincidencia de opiniones no se extiende, sin embargo, a las posibles traducciones. El repaso de
algunas de estas puede dar una idea de la dificultad presentada y su posible solución.
Guthrie explica, siguiendo a Zeller y Burnet, que aquí, desde el punto de vista morfológico
sintáctico, los infinitivos νοεῖν (noeîn «pensar») y εἴναι (eînai, «ser») conservan su valor originario
de dativo. Una traducción literal que propone es: «lo mismo es para ser pensado y para ser», pero
la traduce finalmente «Pues lo mismo es lo que puede pensarse y lo que puede ser», asumiendo
que es una traducción un tanto inadecuada y que no hay una completa equivalencia de sentido.
Schofield traduce: «Pues lo mismo es ser pensado y ser». Eggers Lan: «Pues [solo] lo mismo
puede ser y pensarse», y vincula su sentido con el del fr. 8, 34–36, donde la diosa postula que no
se puede hallar el pensar (νοεῖν) sin lo que es (ἐόν).
Para Jaeger, el valor semántico del νοεῖν no es idéntico al usado posteriormente por Platón,
que lo contrapone a la percepción sensible. Más bien este es un «percatarse» de un objeto en lo
que él es. El νοεῖν no es realmente νοεῖν si no conoce lo real.108 Guthrie añade que la acción del
verbo no puede sugerir la imagen de algo no existente. En Homero tiene el sentido similar al de
«ver» (Il XV, 422), más bien es el acto por el cual alguien recibe el significado pleno de una
situación (Il III, 396), no mediante un proceso de razonamiento, sino una iluminación súbita.
Posteriormente se concibe el νοῦς (noûs) como una facultad que no puede ser objeto de error,
como luego dirá Aristóteles en Analíticos posteriores, 100b5.
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apartarse (v. 4ss). La caracterización de estos caminos ha iniciado una discusión sobre la cantidad
de caminos presentados y sobre la naturaleza de estos.
Cornford sostuvo que en realidad, en el fragmento 4, la diosa presenta tres vías, pero esto
se oculta por el estado fragmentario del texto. Las primeras dos vías son las del «eso que es, es y
no puede no ser» y la de «eso que es, no es y no tiene que ser». Ambos son incompatibles, y esta
decisión radica en que la cosa pensada «es o no es» (fr. 8). Es necesario tomar el primer camino
(él lo llama «de la Verdad»), porque el segundo (el del «No ser») es impensable e innombrable. La
tercera vía es la de la creencia de los mortales, basada en la experiencia sensible, vía expuesta en
la segunda parte del poema. Cree que «opinión» o «creencia» es una traducción muy estrecha, por
eso llama a esta vía, de la «apariencia». Por lo demás, así queda patente que estas tres vías
corresponden a las tres regiones distinguidas por Platón en República 447: la de lo existente, que
se puede conocer; la de lo no existente, que no se conoce; y una región intermedia que es objeto
de opinión.
En líneas generales las interpretaciones posteriores siguen este rumbo. Raven señala que la
tercera vía es la de los mortales, que vagan «bicéfalos» (δίκρανοι, díkranoi), porque combinan
contrarios, como había notado Simplicio. Schofield argumenta que esta tercera vía no se había
mostrado en el fr. 2, puesto que allí se exponían alternativas coherentes entre las que un
investigador debe decidir, mientras que esta es un camino en el que se encuentra cualquiera que
no toma esta decisión y no hace uso de sus facultades críticas (fr. 6, vv. 6–7), siguiendo a la vez
ambos caminos contradictorios. Para Guthrie hay efectivamente tres vías, la segunda es
desechada y la tercera, que surge del uso de los sentidos y del hábito, incluye la creencia en «que
las cosas que no son sean» y «que ser y no ser son lo mismo y no lo mismo», (fr. 6, v. 8).
La propuesta de Eggers Lan es más compleja, puesto que requiere un nuevo ordenamiento
del texto considerado. El fragmento 6 es una mezcla de versos de distintos lugares. La continuidad
entre el v. 3 y el 4 es ilegítima, y proviene de un añadido conjetural de Hermann Diels al reconstruir
el texto desde Simplicio, Física 86, 27–28 (B 6, 1–3) y Física 117, 4–13 (B 6, 4–6), donde se
encuentra la cita. Entre estos dos lugares el filólogo añadió εἴργο, (eírgo, «te aparto», palabras de
la diosa en el poema), y ἐπάγει (epágei, «añade», palabras de Simplicio citando el texto de
Parménides), conectando ambos pasajes cuando, en realidad, hay una laguna entre ellos. Esto se
nota al comparar otra cita de los mismos versos en Física 78, 2–10, donde está presente también
el tercer verso del fr. 6, pero a continuación siguen los primeros versos del fragmento 8. En
concreto, Eggers Lan propone llenar la laguna con los dos primeros versos del fr. 7. El resultado es
un texto en el que desaparece la dificultad del número de vías: solo hay dos, las mencionadas en el
fragmento 2: «que es, que no es posible no ser» y «que no es, y que es necesario no ser». La
opinión de los mortales no es un tercer camino.
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El primero que relacionó estas ideas fue Jakob Bernays, y pronto le siguió Walther Kranz,
que consideró tal relación como fundamental para la comprensión de la historia de la filosofía
presocrática.
Sin embargo, por la misma época Karl Reinhardt postula su tesis de la inversión cronológica:
Heráclito sería posterior a Parménides, por lo que el pasaje no podría tener por objeto la doctrina
de aquel. Werner Jaeger lo siguió en este punto: cree que la crítica de la diosa se dirige a todos
los mortales.
Debido a que Eggers Lan ordena el texto de una manera particular, distinguiendo el camino
de las opiniones de los mortales de este otro, sostiene que esta crítica no puede dirigirse a todos
los mortales, y es posible que Parménides haya impugnado a Heráclito, que habría tomado el
camino según el cual hay cosas que no son.
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(τετελεσμένον πάντοθεν), mientras que el programa (v. 2) termina, en la edición de Diels (que sigue
el manuscrito de Simplicio), con un inexplicable «sin fin (en el tiempo)» (ἠδ᾽ ἀτέλεστον). Este aserto
contradice el verso 5, que indica que «lo que es» es ajeno tanto al pasado como al futuro. Owen
ofrece como solución a esta dificultad la siguiente conjetura: la lectura es un error del copista,
seducido por la reiteración de prefijos negativos en el poema (ἀγένητον... ἀνώλεθρον... ἀτρεμές) y
por la influencia de un «cliché» homérico (Il IV, 26). En realidad debería decir ἠδὲ τελεῖον,
«perfecto». Con esta enmienda se logra una completa correspondencia entre el programa y los
argumentos. Guthrie se decide, no obstante, por la lectura original (única atestiguada en los
manuscritos) y rechaza la enmienda de Owen. Pero solo a condición de entender este «infinito» en
un sentido nuevo, diferente del uso homérico del término, que significa justamente «incompleto»,
«sin terminar» y que contradice las ideas presentadas en el poema sobre los atributos de
perfección del ente. Raven sigue la lectura de Diels, pero Schofield sigue la conjetura de Owen.
Eggers Lan también sigue, al menos en el sentido, a Owen: traduce el vocablo como «realizado
plenamente».
Lo que sigue (vv. 6–11) es el argumento en contra del nacimiento o generación de lo que es.
Las primeras palabras («uno», ἕν, y «continuo», συνεχές) adelantan el contenido de otro
argumento situado más adelante sobre la unidad y continuidad (vv. 22–25). A partir de allí, se
pregunta ¿qué génesis le buscarías? Niega la posibilidad de que «lo que es» surja de «lo que no
es», puesto que
no puede pensarse ni decirse «lo que no es» (vv. 7–9) no habría necesidad alguna que de
«lo que no es» surgiera algo «que es» (vv. 9–10). Schofield ha interpretado que aquí Parménides
«apela al principio de razón suficiente. Supone que todo lo que llega a ser debe contener en sí un
principio de desarrollo («necesidad», χρέος) suficiente que explique su generación. Pero, si algo no
existe ¿cómo puede contener un principio semejante?» El sentido de los versos 12–13 es
ambiguo, debido al uso de un pronombre (αὐτό) que puede interpretarse como refiriéndose al
objeto de que se viene hablando desde hace nueve versos, «lo que es», o como refiriéndose al
sujeto de la oración en que aparece: «lo que no es». La primera alternativa fue propuesta por
Cornford, y el sentido final de la frase sería: de «lo que no es» no puede surgir algo que llegue a
ser junto a «lo que es», o sea, otra cosa además de «lo que es». Esta sentencia tendría el mismo
contenido que la del verso 36–37: «nada puede existir aparte de lo que es». Esta interpretación ha
sido seguida por Raven, pero rechazada por Guthrie, porque introduce, según él, elementos
ajenos al argumento sobre la generación y la corrupción que domina el conjunto de la sección. Él
interpreta como sigue: «de lo que no es» no se puede generar más que «lo que no es». En este
sentido, sería una de las primeras versiones de la frase ex nihilo nihil fit, «de la nada nada surge»,
que además es un axioma aceptado ya por los «filósofos de la naturaleza», como Aristóteles
observa (Física 187a34).
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siguiendo a Szabó, ve aquí el más antiguo testimonio de una demostración indirecta, por reducción
al absurdo.
También impide diferenciar cosas según su naturaleza, como había pretendido Heráclito (22
B 1). Pero sobre todo parece rechazar aquí la idea de vacío, que los pitagóricos consideraban
como necesaria para separar las unidades, físicas y aritméticas a la vez, de las que estaba
compuesto el mundo.
Odiseo y las sirenas. Detalle de un stamnos ático de figuras rojas procedente de Vulci, 480–
470 a. C., Museo Británico. Ilustra el pasaje de Odisea. XII donde el héroe se encuentra inmóvil,
constreñido por los lazos que lo sostienen al mástil de su nave. De esta manera cumpliría lo
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decidido por los dioses: que regresara a su patria (Odisea. I, 82) a pesar de que el poderoso influjo
del canto de las Sirenas lo empujara a abandonar su ruta.
Estos predicados del ente son de especial importancia en el poema. Los intérpretes han
oscilado entre una interpretación de los términos como signando relaciones tempo-espaciales, y
una concepción del pasaje como metáfora para indicar notas netamente metafísicas.
Nota Guthrie que, en este pasaje, Parménides eleva su dicción a solemnidad épica y
religiosa. Dos de los finales de los versos están extraídos directamente de Homero (ἀμφὶς ἐέργει, v.
33 = Il. XIII, 706; Μοῖρ᾽ἐπέδησεν, v. 37 = Il. XXII, 5), y da un importante rol a las divinidades Moira y
Ananké. Estas diosas son las que mantienen el límite de «lo que es» con lazos, de tal modo que
permanezca inmóvil (v. 30 y 37). El uso del vocablo remite a la escena de Héctor que, encadenado
a su Destino, ha permanecido fuera de los muros de Troya (Il. XXII, 1–6).
Guthrie entiende que la razón de Parménides para sostener la idea de inmovilidad radica en
que «lo que es» es continuo e indiferenciable en partes, lo que le impide trasladarse como un todo
o cambiar internamente. Ya Platón había entendido que los eléatas negaban el movimiento porque
el Uno carecía de lugar donde pudiera moverse (Teéteto 180 d–e). Pero Kirk y Strokes mostraron
luego que la idea de la ausencia de vacío había sido expresada por primera vez por Meliso de
Samos. Eggers Lan sigue la línea interpretativa de estos últimos y se decide abiertamente por una
comprensión ontológica y no meramente física de la idea de inmovilidad.
En este atributo de lo que es, tiene un rol fundamental la idea de límite (πεῖρας). Está
asociada a la de lazos o cadenas, tales como aquellos con que fue atado Odiseo por sus
compañeros en Od. XII, 179. Estos usos mantienen la idea de una cierta privación de movilidad
espacial.
Guiado por el uso de este léxico de resonancias espaciales, Burnet ha llegado a concebir a
Parménides como «padre del materialismo». Su ente sería un plenum corpóreo finito y circular,
sustancia primaria en la que se basó la cosmología posterior. Las características de este ente no
se perdieron del todo, ni en los elementos de Empédocles, ni en las homeomerías de Anaxágoras,
ni en los átomos de Leucipo y Demócrito. Werner Jaeger advirtió, luego, que esta visión de Burnet
representa un antiguo convencionalismo que consiste en ver a los presocráticos como cultivadores
de la ciencia natural y en destacar unilateralmente el lado empírico de sus aportes filosóficos. La
interpretación de Burnet (y la de Gomperz) depende, en el fondo, del positivismo del siglo XIX y de
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su horror a todo desarrollo de la teología natural. Burnet señala con precisión que en la época de
Parménides lo incorpóreo no era aún conocido. Pero Raven indica que de esto no se sigue que
Parménides quisiera describir un cuerpo, y que su pensamiento estaba orientado a descubrir un
lenguaje para lo incorpóreo. Guthrie reflexiona en el mismo sentido: Platón fue el que acuñó las
palabras σωματικόν (sōmatikón, «corpóreo») y ἀσῶματον (asômaton, «incorpóreo»); sin embargo,
quedaron como poco frecuentes, frente a la cupla αἰσθητόν (aisthētón, «perceptible») / νοητόν
(noētón, «inteligible»), y, donde quiera que se los encuentre, estos términos son equiparables a
«corpóreo» e «incorpóreo». Pero fue Parménides quien estableció la distinción αἰσθητόν / νοητόν,
estableciendo a lo primero como irreal y lo segundo como real, y como algo que no puede verse ni
oírse, sino inferirse. Para Platón, por lo demás, también lo incorpóreo es más real que lo corpóreo,
y accesible a la dialéctica. Contra Burnet, se puede ver a Parménides como el iniciador de su
idealismo.
Otro tipo de consideraciones van también en contra de la idea del ente parmenídeo como
material. La idea de límite está relacionada con «lo establecido por los dioses». Porque, en el
poema, uno de los argumentos a favor de la inmovilidad es el hecho de que «lo que es» no puede
ser incompleto, esto sería «ilícito»: οὐκ ἀτελεύτητον τό ἐόν θἔμις εἶναι (v. 32). El término
ἀτελεύτητον es usado en Il., I, 527: allí Zeus dice que aquello en lo que él asiente «no queda sin
cumplir». Esto equivale al «es perfecto» de Parménides (τετελεσμένον ἔστι v. 42). El uso de
«límite» vinculado con el sentido de «perfección» o «consumación» también está atestiguado en Il.
XVIII, 501 y Od V, 289.
El «límite» es, por lo demás, uno de los principios fundamentales de los pitagóricos, y
encabeza la columna izquierda de su Tabla de los opuestos (58 B 4–5 = Met. 986a23), columna en
la que se encontraban también, entre otros, lo Uno, lo Quieto y lo Bueno.
Ilustración de la escena del juego de Nausicaa y sus siervas con un balón (σφαίρα), por
John Flaxman.
Hoy también se sabe —y se tiene en cuenta— que, en la lengua homérica usada por
Parménides, σφαίρα no es otra cosa que un balón, como aquel con que jugaban Nausícaa y sus
siervas al llegar hasta ellas Odiseo (Od. VI, 100). Los filólogos decididamente ven aquí una
metáfora, y aun cuando aceptan que la comparación legítimamente induce a sospechar, al menos,
que el ente parmenídeo podría ser pensado como una esfera, no es, en definitiva, ni esférico ni
espacial, teniendo en cuenta que es una realidad no perceptible por los sentidos, es intemporal, no
cambia de cualidad y es inmóvil. Los «límites» no son espaciales, sino un signo de la invariabilidad.
Los límites tampoco son temporales, puesto que esto involucraría aceptar la generación y la
corrupción. La comparación con la esfera viene exigida porque ella representa una realidad en la
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que todo punto se encuentra a la misma distancia del centro, y por lo tanto, ningún punto es más
«verdadero» que otro. Es una imagen de la continuidad y uniformidad del ente.
«Lo que es» y el inteligir, «lo que no es» y los nombres (vv. 34–41)
Los versos 34 a 36 y la primera mitad del 37 están vinculados al verso que constituye el
fragmento 3 y su sentido. Y esto se revela por el paralelismo de la construcción νοεῖν ἔστιν (fr. 3) /
ἔστιν νοεῖν (fr.8, v. 34). El primer verso es interpretable de múltiples maneras.
En cambio Diels, Von Fritz y Vlastos, entre otros, han pensado que el sujeto es el infinitivo
νοεῖν: o sea «el pensar». Diels y Von Fritz, siguiendo la interpretación de Simplicio, también han
entendido que οὐνεκέν tiene valor causal o consecutivo (Guthrie le da valor de mera conjunción),
por lo que el sentido de este verso sería: «el pensar es lo mismo que aquello que es causa del
pensar».
1. aquella que sostiene que lo dicho aquí es que el pensar y el ser guardan una relación de
identidad;
2. y la de que aquí se está repitiendo la idea del fragmento 3 y la del verso 2 del fragmento 2:
Esto es, que el pensamiento solamente se revela y realiza en «lo que es».
En esta disputa, Cornford señala con acierto que en ninguna parte del poema Parménides
indica que su Uno piensa, y que ningún griego de su época habría sostenido que «si A existe, A
piensa». Más bien sostuvo que no puede existir el pensamiento sin algo que exista. Owen señala
que Platón, en Sofista 248d–249a, insinuó que Parménides no se enfrentó con el problema de si lo
real posee vida, alma y entendimiento.
Lo único seguro es que hay una estrecha relación de lo que es y el inteligir, a los cuales se
enfrentan las acciones de nacer y perecer, ser y no ser, cambiar de lugar o de color, que en sentido
estricto «son meros nombres» que los mortales han convenido en asignar a cosas que son irreales,
y luego se han persuadido de su realidad. El todo de estos nombres es el contenido de la vía de la
opinión.”
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